Lección 8
Lección 8
Lección 8
Sábado 12 de agosto___________________________________________________
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Efesios 4:17–32; Colosenses 3:1–17;
Zacarías 3:3–5; 8:16; Isaías 63:10; Romanos 8:16, 26, 27.
PARA MEMORIZAR:
“Acerca de la pasada manera de vivir, despójense del hombre viejo, viciado por sus deseos
engañosos. Renueven la actitud de su mente, y vístanse del nuevo hombre, creado para ser
semejante a Dios en justicia y en santidad de la verdad” (Efe. 4:22-24).
Durante años José Antonio vivió en las calles de Palma, España, como vagabundo.
Con cabello y barba canosos y desordenados, José parecía mayor que sus 57 años.
Un día, Salva García, el dueño de una peluquería, se acercó a José y le propuso un
cambio total de imagen.
Ya con José en el sillón del salón, un equipo de trabajo cortó, tiñó y peinó los
mechones enredados de cabello y barba. A continuación, José consiguió ropa nueva y
elegante. ¡Entonces vino la revelación! Cuando José se sentó frente a un espejo, le
brotaron lágrimas. “¿Este soy yo? ¡Soy tan diferente que nadie me va a reconocer!”
Luego agregó: “No fue solo un cambio de look. Me cambió la vida”.
En Efesios 4:17 al 32, Pablo afirma que los creyentes han experimentado una
transformación completa. Se despojaron de su antiguo yo y abrazaron una nueva
identidad. Es algo parecido al cambio de José, aunque no es una mera transformación
externa. Incluye “ren[ovar] la actitud de [la] mente” (Efe. 4:23).
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Mantengamos por lo tanto los ojos fijos en Cristo, y él nos preservará. Confiando en Jesús,
estamos seguros. Nada puede arrebatarnos de su mano. Si le contemplamos
constantemente, «somos transformados en la misma semejanza, de gloria en gloria, así como
por el Espíritu del Señor». 2 Corintios 3:18.
Así fue como los primeros discípulos llegaron a asemejarse a su amado Salvador. Aquellos
discípulos eran hombres sujetos «a las mismas debilidades que nosotros». Santiago
5:17. Tenían que reñir la misma batalla con el pecado. Necesitaban la misma gracia para poder
vivir una vida santa.
Aun Juan, el discípulo amado, el que más plenamente llegó a reflejar la imagen del Salvador,
no poseía por naturaleza esa belleza de carácter. No solo hacía valer sus derechos y
ambicionaba honores, sino que era impetuoso y se resentía bajo las injurias. Sin embargo,
cuando se le manifestó el carácter divino de Cristo, vio su propia deficiencia y este
conocimiento le humilló. La fortaleza y la paciencia, el poder y la ternura, la majestad y la
mansedumbre que vio en la vida diaria del Hijo de Dios, llenaron su alma de admiración y
amor. De día en día su corazón era atraído hacia Cristo, hasta que en su amor por su Maestro
perdió de vista su propio yo. Su genio rencoroso y ambicioso cedió al poder transformador de
Cristo. La influencia regeneradora del Espíritu Santo renovó su corazón. El poder del amor de
Cristo transformó su carácter. Tal es el seguro resultado de la unión con Jesús. Cuando Cristo
mora en el corazón, la naturaleza entera se transforma. El Espíritu de Cristo y su amor
enternecen el corazón, subyugan el alma y elevan los pensamientos y deseos a Dios y al cielo
(El camino a Cristo, pp. 72, 73).
«De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas pasaron; he aquí
todas son hechas nuevas». 2 Corintios 5:17. Por medio del poder de Cristo, los hombres y
mujeres han roto las cadenas de los hábitos pecaminosos. Han renunciado al egoísmo. El
profano se transformó en reverente, el borracho en sobrio, el libertino en puro. Almas que
habían manifestado la semejanza de Satanás, han llegado a transformarse a la imagen de Dios.
Este cambio, en sí mismo, es el milagro de los milagros. El cambio realizado por la Palabra es
uno de los más profundos misterios de ella. No lo podemos entender; solamente podemos
creerlo, como lo señalan las Escrituras: «Cristo en vosotros, la esperanza de gloria» (Los hechos
de los apóstoles, pp. 379, 380).
Domingo 13 de agosto__________________________________________________
LA ESPIRAL DESCENDENTE DEL PECADO
Compara Efesios 4:17 al 32 con Colosenses 3:1 al 17. ¿Cómo aboga Pablo para que los
creyentes vivan de una manera que fomente la unidad de la iglesia?
Efesios 4:17-32
17
Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que
andan en la vanidad de su mente, 18 teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de
la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; 19 los
cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para
cometer con avidez toda clase de impureza. 20 Mas vosotros no habéis aprendido así a
Cristo, 21 si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la
verdad que está en Jesús. 22 En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo
hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, 23 y renovaos en el espíritu
de vuestra mente, 24 y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y
santidad de la verdad. 25 Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno
con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros. 26 Airaos, pero no
pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, 27 ni deis lugar al diablo. 28 El que
hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que
tenga qué compartir con el que padece necesidad. 29 Ninguna palabra corrompida
salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar
gracia a los oyentes. 30 Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis
sellados para el día de la redención. 31 Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira,
gritería y maledicencia, y toda malicia. 32 Antes sed benignos unos con otros,
misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros
en Cristo.
Colosenses 3:1-17
1
Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo
sentado a la diestra de Dios. 2 Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la
tierra. 3 Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en
Dios. 4 Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis
manifestados con él en gloria. 5 Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros:
fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es
idolatría; 6 cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de
desobediencia, 7 en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando
vivíais en ellas. 8 Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo,
malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. 9 No mintáis los unos a los
otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, 10 y revestido del nuevo,
el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento
pleno, 11 donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni
escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos. 12 Vestíos, pues, como
escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de
humildad, de mansedumbre, de paciencia; 13 soportándoos unos a otros, y
perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que
Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. 14 Y sobre todas estas cosas vestíos de
amor, que es el vínculo perfecto. 15 Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a
la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos. 16 La palabra
de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros
en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e
himnos y cánticos espirituales. 17 Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho,
hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de
él.
En la sección anterior, Efesios 4:1 al 16, el tema de Pablo fue la unidad de la iglesia.
Cuando comparamos Efesios 4:1 con Efesios 4:17, notamos cuán similares son estas
dos exhortaciones sobre cómo andar, o vivir. Esta semejanza sugiere que Pablo
aborda el mismo tema (la unidad y el estilo de vida que la respalda), pero desde un
punto de vista nuevo e inicialmente más negativo.
En Efesios 4:17 al 24, Pablo contrasta el estilo de vida de los gentiles, que él
considera que socava la unidad (Efe. 4:17–19), con patrones de vida verdaderamente
cristianos, que la fomentan (Efe. 4:20–24). Mientras leemos la aguda crítica de Pablo
al estilo de vida depravado de los gentiles, debemos recordar su convicción de que
Dios los redime por medio de Cristo y les ofrece plena participación en el pueblo de
Dios (Efe. 2:11–22; 3:1–13). En Efesios 4:17 al 19, entonces, ofrece una descripción
limitada y negativa de “los gentiles en la carne” (Efe. 2:11).
Pablo no solo está preocupado por los pecados o los comportamientos específicos
exhibidos por los gentiles. Está preocupado por un patrón de comportamiento que
exhiben, una trayectoria descendente de vivir en las garras del pecado. En el corazón
de Efesios 4:17 al 19 se encuentra un retrato de una espiritualidad embotada: “en la
vanidad de sus mentes, teniendo el entendimiento entenebrecido” (Efe. 4:17, 18, RVA
2015). Esta espiritualidad insensibilizada es la fuente del entendimiento entenebrecido
que se destaca al comienzo del pasaje (“por su ignorancia, debida a la dureza de su
corazón. Después de perder toda sensibilidad”, Efe. 4:18, 19) y la práctica sexual depravada
resaltada al final (“se entregaron a la desvergüenza para cometer con avidez toda clase de
impurezas”, Efe. 4:19). Alejados de Dios, no saben cómo vivir y, separados de su gracia
salvadora, continúan en una espiral descendente de pecado y depravación.
¿Cuál ha sido tu experiencia con el poder del pecado, que sigue arrastrando a una
persona a más pecado?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Los israelitas fueron inducidos al pecado, precisamente cuando se hallaban en una condición de
ocio y seguridad aparente. Se olvidaron de Dios, descuidaron la oración, y fomentaron un
espíritu de seguridad y confianza en sí mismos. El ocio y la complacencia propia dejaron la
ciudadela del alma sin resguardo alguno, y entraron pensamientos viles y degradados. Los
traidores que moraban dentro de los muros fueron quienes destruyeron las fortalezas de los
sanos principios y entregaron a Israel en manos de Satanás. Así precisamente es cómo Satanás
procura aún la ruina del alma. Antes que el cristiano peque abiertamente, se verifica en su
corazón un largo proceso de preparación que el mundo ignora. La mente no desciende
inmediatamente de la pureza y la santidad a la depravación, la corrupción y el delito. Se
necesita tiempo para que los que fueron formados en semejanza de Dios se degraden hasta
llegar a lo brutal o satánico. Por la contemplación nos transformamos. Al nutrir pensamientos
impuros en su mente, el hombre puede educarla de tal manera que el pecado que antes odiaba
se le vuelva agradable…
La mente se educa en la familiaridad con el pecado… tanto… que aun los que fueran una vez
dotados de una conciencia sensible, a la cual hubieran horrorizado tales escenas, se vuelven
empedernidos, y se espacian en estas cosas con ávido interés ( Historia de los patriarcas y
profetas, pp. 490, 491).
Odiar y reprender el pecado y al mismo tiempo mostrar misericordia y ternura por el pecador,
es tarea difícil. Cuanto más fervoroso sea nuestro esfuerzo para obtener santidad de vida y
corazón, tanto más perspicaz será nuestra percepción del pecado y más decidida nuestra
desaprobación por cualquier desviación de lo recto. Debemos cuidarnos contra una severidad
excesiva hacia los que obran mal, pero igualmente de no perder de vista la excesiva gravedad
del pecado. Hay necesidad de mirar al pecador con paciencia y amor cristianos; pero existe
también el peligro de mostrar una tolerancia tan grande por su error que le haga considerarse
inmerecedor de la reprensión, y rechazarla como innecesaria e injusta…
El que embotó sus percepciones espirituales por una tolerancia pecaminosa hacia aquellos a
quienes Dios condena, no tardará en cometer un pecado mayor por su severidad y dureza para
con aquellos a quienes Dios aprueba.
Mediante el orgullo de la sabiduría humana, el desprecio hacia la influencia del Espíritu Santo
y la aversión a las verdades de la Palabra de Dios, muchos que profesan ser cristianos, y que se
sienten competentes para enseñar a otros, serán inducidos a abandonar los requerimientos de
Dios. Pablo declaró a Timoteo: «Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina;
antes, teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus concupiscencias, y
apartarán la verdad del oído, y se volverán a las fábulas» (Los hechos de los apóstoles, pp. 401,
402).
Lunes 14 de agosto____________________________________________________
UN CAMBIO DE ROPA DRAMÁTICO
Al volver a contar la historia de la conversión de su audiencia, ¿qué idea central les está
transmitiendo Pablo? (Efe. 4:20–24).
Efesios 4:20–24
20
Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo, 21 si en verdad le habéis oído, y
habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús. 22 En cuanto a la
pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los
deseos engañosos, 23 y renovaos en el espíritu de vuestra mente, 24 y vestíos del nuevo
hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.
Luego de describir su existencia anterior como gentiles (Efe. 4:17-19), Pablo no
dice: “Ustedes no han aprendido así de Cristo”. En cambio, señala: “Ustedes no han
aprendido así a Cristo” (Efe. 4:20, RVA 2015). Al notar que los destinatarios “lo oyeron” [a
Cristo] y fueron enseñados “en él” (Efe. 4:21), o “por él” (RVR 1960), Pablo aboga
además por la adopción de una vida moldeada por Cristo con la expresión “conforme a
la verdad que está en Jesús” (Efe. 4:21). Para Pablo, llegar a la fe apunta a una conexión
personal con Cristo tan vívida y real que puede describirse como “aprender a Cristo”.
Reconocemos que el Jesús resucitado y exaltado está vivo y presente con nosotros.
Sus enseñanzas y su ejemplo nos moldean y somos leales a él como nuestro Señor.
Abrimos nuestra vida a su guía y su dirección activa mediante el Espíritu y la Palabra.
Pablo nos dice que adoptar una vida moldeada por Cristo requiere tres procesos, que
él expresa con imágenes de vestimenta: (1) “despojarse”, o alejarse, de la antigua
forma de vida (Efe. 4:22); (2) experimentar una renovación interior (Efe. 4:23); y (3)
“vestirse” del nuevo modelo divino de vida (Efe. 4:24). La metáfora de Pablo refleja el
uso de la ropa en el Antiguo Testamento como símbolo de la pecaminosidad (p. ej.,
Sal. 73:6; Zac. 3:3, 4; Mal. 2:16) y de la salvación (p. ej., Isa. 61:10; Eze. 16:8; Zac.
3:4, 5).
En la antigüedad, los hombres usaban una túnica hasta la rodilla como prenda interior
y una capa o manto para ofrecer protección contra el sol. Del mismo modo, las
mujeres vestían túnica y manto. Las culturas reflejadas en la Biblia eran de
subsistencia. Las prendas eran preciosas y caras, y se guardaban durante mucho
tiempo. Hubiera sido inusual poseer más de una muda de ropa. La calidad y el estilo
de esas prendas indicaban la identidad y el estatus del portador. Cambiarse de ropa,
cambiar una muda de ropa por otra, era un acontecimiento inusual e importante (no
algo insignificante como en muchas culturas en la actualidad). Pablo imagina que el
cambio de vida es tan notorio como lo hubiera sido cambiarse de ropa en este
contexto del siglo I.
¿Cuál es la diferencia, la diferencia crucial, entre aprender de Cristo y aprender a conocer
a Cristo?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
En el nombre del Señor Jesús y bajo su autoridad, el apóstol amonesta a sus hermanos que
después de haber hecho profesión del evangelio, no debieran conducirse como lo hacían los
gentiles, sino que debían demostrar por medio de su comportamiento diario que se habían
convertido de corazón.
«En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme
a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre,
creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad». Efesios 4:22-24. En un tiempo
estaban corrompidos, degradados y esclavizados por las pasiones lascivas; endrogados por los
opios del mundo, ciegos, confundidos y engañados por las tretas de Satanás. Ahora que fueron
enseñados en la verdad tal como es en Jesús, tiene que haber un cambio decidido en su vida y
carácter (Testimonios para la iglesia, t. 5, p. 160).
La gracia de Dios obra por la renovación para transformar la vida. No basta un mero cambio
externo para ponernos en armonía con Dios. Hay muchos que traían de reformarse corrigiendo
este mal hábito o aquel otro, y esperan de este modo llegar a ser cristianos, pero están
comenzando por mal lugar. Nuestra obra comienza con el corazón…
Si se la estudia y obedece, la Palabra de Dios obra en el corazón, sometiendo toda característica
no santificada. El Espíritu Santo desciende para convencernos de pecado, y la fe que surge en el
corazón obra por medio del amor de Cristo conformándonos en cuerpo, alma y espíritu a su
voluntad (La maravillosa gracia de Dios, p. 223).
Debemos aceptar a Cristo como nuestro Salvador personal, o fracasaremos en nuestro intento
por llegar a ser vencedores. No nos traerá ningún beneficio mantenernos alejados de él, creer
que nuestro amigo o nuestro vecino pueden tenerlo por su Salvador personal, pero que nosotros
no podemos experimentar su amor perdonador. Debemos creer que somos elegidos de Dios,
para ser salvados por el ejercicio de la fe, a través de la gracia de Cristo y la obra del Espíritu
Santo; y debemos alabar y glorificar a Dios por esta maravillosa manifestación de un favor que
no merecemos. Es el amor de Dios el que conduce el alma a Cristo para ser benignamente
recibida y presentada al Padre. Mediante la obra del Espíritu, se renueva la relación divina entre
Dios y el pecador. El Padre dice: «Yo seré Dios para ellos, y ellos serán para mí hijos. Ejerceré
el amor perdonador hacia ellos, y derramaré en ellos mi gozo. Ellos serán para mí un tesoro
peculiar; porque este pueblo a quien yo he formado por mí mismo manifestará mi
alabanza» (Nuestra elevada vocación, p. 79).
Martes 15 de agosto___________________________________________________
PALABRAS LLENAS DE GRACIA QUE UNIFICAN
¿Qué consejos de Pablo con respecto al uso de la palabra entre los creyentes son los más
importantes para ti en este momento? ¿Por qué? (Efe. 4:25–29).
Efesios 4:25–29
25
Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque
somos miembros los unos de los otros. 26 Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol
sobre vuestro enojo, 27 ni deis lugar al diablo. 28 El que hurtaba, no hurte más, sino
trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el
que padece necesidad. 29 Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la
que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes.
Repetidamente, Pablo utiliza una estructura interesante en Efesios 4:25 al 32, que se
ilustra en Efesios 4:25: un mandato negativo (“desechen la mentira”); a continuación
un mandato positivo (“hablen la verdad cada uno con su prójimo”); y luego una
justificación (“porque somos miembros los unos de los otros”, lo que parece indicar
“porque somos miembros de un cuerpo y, por lo tanto, estamos relacionados entre
nosotros como partes de ese único cuerpo”). La exhortación de Pablo, “hablen la
verdad”, no es una invitación a confrontar a otros miembros de la iglesia recitándoles
los hechos con torpeza. Pablo alude a Zacarías 8:16, que exhorta a hablar la verdad
como forma de fomentar la paz.
Dado que en Efesios 4:31 Pablo destierra la ira y las expresiones de enojo, sus
palabras en Efesios 4:26 no permiten ejercer la ira dentro de la congregación, sino
más bien, Pablo admite la posibilidad de la ira, al tiempo que limita su expresión con el
sentido: “Si te enfadas, no permitas que esto produzca pecado como fruto”.
Pablo parece interrumpir la temática de su discurso con un mandato negativo sobre
los ladrones: “El que robaba, no robe más” (Efe. 4:28). Positivamente, que el
ladrón “trabaje y haga algo útil con sus propias manos” (Efe. 4:28; ver también 1 Cor. 4:12;
1 Tes. 4:11), que se fundamenta en lo siguiente: “para tener con qué ayudar al necesitado”
(Efe. 4:28). Quizá Pablo incluya aquí esta palabra acerca de los ladrones debido a la
conexión entre el robo y el discurso engañoso, como lo ilustra la historia de Ananías y
Safira en Hechos 5:1 al 11. ¡La fe de Pablo en el poder transformador de Cristo es tan
fuerte que imagina a los ladrones convirtiéndose en benefactores!
Luego, Pablo ordena: “Ninguna palabra mala salga de su boca” (Efe. 4:29), que describe la
palabra destructiva que irrefrenablemente se abre paso hasta los labios para hacer su
obra dañina. De manera positiva, Pablo imagina que cualquier expresión negativa no
solo se detiene, sino además se reemplaza por una declaración que muestra tres
criterios: (1) “es buena para edificar a otros”; (2) “oportun[a]” (BLP); y (3) da “gracia a
los oyentes” (Efe. 4:29). ¡Ojalá todas nuestras palabras pudieran ser así!
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Jesús es nuestro ejemplo, no solo en su pureza sin mancha, sino también en su paciencia,
amabilidad y disposición servicial. Su vida es una ilustración de la cortesía verdadera. El tenía
siempre una mirada bondadosa y una palabra de consuelo para los menesterosos y los
oprimidos… Al ver a hombres cansados obligados a llevar pesadas cargas, compartía éstas con
ellos mientras les repetía las lecciones que había aprendido de la naturaleza acerca del amor y
bondad de Dios. Trataba de inspirar esperanza a los más toscos y a los menos promisorios,
presentándoles la seguridad de que podrían llegar a poseer un carácter que los revelaría como
hijos de Dios (Obreros evangélicos, pp. 127, 128).
La religión de Jesús ablanda cuanto haya de duro y brusco en el genio, y suaviza lo tosco y
violento de los modales. Hace amables las palabras y atrayente el porte. Aprendamos de Cristo
a combinar un alto sentido de la pureza e integridad con una disposición alegre. Un cristiano
bondadoso y cortés es el argumento más poderoso que se pueda presentar en favor del
cristianismo.
Las palabras bondadosas son como el rocío y suaves lluvias para el alma. La Escritura dice de
Cristo que la gracia fue derramada en sus labios, para que supiese «hablar en sazón palabra al
cansado». Isaías 50:4. Y el Señor nos recomienda: «Sea vuestra palabra siempre con gracia»,
«para que dé gracia a los oyentes». Colosenses 4:6; Efesios 4:29 (Obreros evangélicos, p. 128).
El apóstol, viendo la tendencia al abuso del don del habla, da instrucciones en cuanto a su
uso. «Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca», dice, «sino la que sea buena para la
necesaria edificación». La palabra «corrompida» califica aquí toda palabra que haría una
impresión desfavorable a los principios santos y a la religión sin mácula, toda expresión que
eclipsaría la visión de Cristo y borraría de la mente la verdadera simpatía y amor. Incluye las
sugerencias impuras, que, a menos que sean resistidas al instante, llevarán a grave pecado…
En toda su enseñanza Cristo presentó principios puros y no adulterados. No pecó, ni fue hallado
engaño en su boca. Constantemente fluían ennoblecedoras y santas verdades de sus labios.
Habló como ningún hombre habló, con un sentimiento que tocaba el corazón…
Cultivad una mentalidad de oración y educad la lengua para hablar palabras justas, que sean de
bendición y no de desaliento. Hablad de la bondad, la misericordia y el amor de Dios. Desechad
todas las palabras incrédulas y todo lo que es barato y común. Que vuestras palabras sean
palabras sanas, que no puedan ser condenadas, y la paz de Dios seguramente vendrá al alma ( In
Heavenly Places, p. 175; parcialmente en En los lugares celestiales, p. 177).
Miércoles 16 de agosto_________________________________________________
EL ESPÍRITU SANTO EN LA VIDA DEL CREYENTE
Al analizar los pecados de la expresión verbal dentro de la comunidad cristiana, ¿qué
exhortación comparte Pablo acerca de la presencia del Espíritu Santo con los creyentes?
Efesios 4:30.
Efesios 4:30
30
Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de
la redención.
Pablo ofrece una advertencia desalentadora y a la vez una promesa conmovedora.
Los pecados que cometemos unos contra otros en la iglesia no son faltas menores,
sin mucha importancia: lo que entristece al Espíritu Santo es nuestro mal uso del don
divino del habla para destrozar a otros (Efe. 4:25–27, 29, 31, 32). El hecho de que
Pablo replique Isaías 63:10 acentúa la seria advertencia: “Sin embargo, [los israelitas]
fueron rebeldes y entristecieron a su Espíritu Santo; por eso se les volvió enemigo, y él mismo
peleó contra ellos”.
En una promesa reconfortante, Pablo afirma que el Espíritu Santo sella a los
creyentes desde el día en que aceptaron a Cristo (Efe. 1:13, 14) hasta “el día de la
redención” (Efe. 4:30). La relación del Espíritu con el creyente no es frágil sino
duradera. Cuando los creyentes menospreciamos la presencia del Espíritu, que mora
en nosotros, al usar como arma el don divino del habla, no se dice que el Espíritu se
va, sino que se entristece. El Espíritu tiene la intención de permanecer en los creyentes,
marcándolos como propiedad divina y como protegidos de Dios, hasta la venida de
Cristo.
Pablo resalta la plena divinidad del Espíritu como el “Espíritu Santo de Dios”, y destaca
la personalidad del Espíritu al reflejar que el Espíritu Santo se entristece. (Ver también
Rom. 8:16, 26, 27; 1 Cor. 2:10, 13; 12:11; Gál. 5:17, 18).
Debemos andar con cuidado al analizar el misterio de la Deidad. El Espíritu es uno
con el Padre y con el Hijo, y a la vez distinto del Padre y del Hijo. “El Espíritu tiene su
propia voluntad, y por lo tanto toma decisiones. Podemos entristecerlo y blasfemar
contra él. Esas expresiones no son propias de un mero poder o influencia, sino que
son características de una persona. ¿Es entonces el Espíritu una persona como tú y
como yo? No, usamos terminología humana limitada para describir lo divino, y el
Espíritu es lo que los seres humanos nunca pueden ser” (Paul Petersen, God in 3
Persons—In the New Testament [Silver Spring, MD: Instituto de Investigación Bíblica, 2015],
p. 20).
El “Espíritu Santo de Dios” vive en un contacto tan íntimo con nosotros que se dice que
nuestros actos lo afectan. Compartimos la vida con un miembro de la Deidad
comprometido con nosotros en una relación duradera que nos sella hasta el tiempo del fin.
¿Cuál debería ser nuestra respuesta de fe a esta asombrosa verdad?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
El Espíritu Santo fue prometido para estar con los que estaban luchando por la victoria, como
demostración de una fortaleza total, capacitando al agente humano con poderes sobrenaturales,
e instruyendo al ignorante en los misterios del reino de Dios. Que el Espíritu Santo sea el gran
Ayudador, es una maravillosa promesa. ¿De cuánta ayuda habría sido para nosotros que el Hijo
unigénito de Dios se hubiera humillado, soportado las tentaciones del engañoso adversario, y
combatido contra él durante toda su vida sobre la tierra, y muerto, «el Justo por los
injustos», para que la humanidad no pereciera, si el Espíritu no nos hubiera sido dado como un
agente regenerador constante y activo para hacer eficaz en nuestras vidas lo que hizo el
Redentor del mundo?
El Espíritu Santo impartido capacitó a los discípulos, a los apóstoles, a permanecer firmes
contra toda especie de idolatría y a exaltar al Señor y a él solamente. ¿Quién, sino Cristo Jesús
por medio de su Espíritu y su poder divino, guio las plumas de los historiadores sagrados a fin
de que se presentara al mundo el precioso registro de los dichos y las obras de Jesucristo?
(Mensajes selectos, t. 3, pp. 154, 155).
En la obra que se hizo en el día de Pentecostés, podemos ver lo que se hará mediante el
ejercicio de la fe. Los que creían en Cristo fueron sellados por el Espíritu Santo. Cuando los
discípulos estaban reunidos, «vino… un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual
llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de
fuego, asentándose sobre cada uno de ellos». Y Pedro se levantó entre ellos y habló con gran
poder. Entre los que le escuchaban había judíos piadosos que eran sinceros en su creencia. Pero
el poder que acompañaba las palabras del orador los convenció de que ciertamente Cristo era el
Mesías. ¡Qué obra portentosa se realizó! Se convirtieron tres mil en un día…
Por un sermón en el día de Pentecostés se convirtieron más que los que se habían convertido
durante todos los años de ministerio de Cristo. De esta prodigiosa manera obrará Dios cuando
los hombres se entreguen al dominio del Espíritu (Comentarios de Elena G. de White
en Comentario bíblico adventista, t. 6, p. 1055).
El Espíritu Santo prometido, a quien él había de mandar después que ascendiera a su Padre,
está constantemente trabajando para atraer la atención al gran sacrificio oficial hecho en la cruz
del Calvario, y para desarrollar ante el mundo el amor de Dios hacia el hombre, y para abrir
ante el alma culpable las cosas preciosas que hay en las Escrituras, para presentar a las mentes
entenebrecidas los rayos brillantes del Sol de Justicia, las verdades que hacen que sus corazones
ardan dentro de ellos por haberse despertado el conocimiento de las verdades referentes a la
eternidad (Mensajes selectos, t. 3, p. 155).
Jueves 17 de agosto____________________________________________________
BONDAD (NO AMARGURA)
Al referirse al “día de la redención” (Efe. 4:30), Pablo invita a sus lectores a considerar el
uso de la palabra en el contexto de la segunda venida de Cristo. Por lo tanto, se
puede interpretar que Efesios 4:31 y 32 se refiere al uso de la palabra al acercarnos a
ese gran acontecimiento.
A la luz de la venida de Cristo, ¿qué actitudes y comportamientos, relacionados con la
palabra, debemos descartar? ¿Qué actitudes y comportamientos debemos adoptar?
Efesios 4:31, 32.
Efesios 4:31-32
31
Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda
malicia. 32 Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a
otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.
En la exhortación final de Efesios 4:17 al 32, Pablo vuelve a dar un mandato negativo.
Este identifica seis vicios de los que deben librarse (Efe. 4:31); un mandato positivo de
ser benignos, compasivos y perdonadores (Efe. 4:32); y una justificación. Los
creyentes deben perdonarse unos a otros “como también Dios los perdonó en Cristo”
(Efe. 4:32). La lista de seis vicios comienza y termina con términos generales y
globales, “toda amargura” y “toda malicia”. En el medio, hay cuatro términos
adicionales: “enojo”, “ira”, “gritos”, “maledicencia” (Efe. 4:31).
El último de estos traduce la palabra griega blasfemia, que el español ha tomado
prestada como término técnico para la palabra o la expresión degradante en contra de
Dios. Sin embargo, el término griego identifica el discurso que difama a Dios o a otros
seres humanos como “maledicencia”, o “calumnia” (RVA 2015). En la lista, las actitudes
(amargura, enojo, ira) parecen desbordarse en un discurso airado (gritos,
maledicencia). En esencia, Pablo desmilitariza el discurso cristiano. Las actitudes que
impulsan el discurso airado y las estrategias retóricas que lo emplean deben
eliminarse del arsenal del cristiano. La comunidad cristiana prosperará y se fomentará
la unidad de la iglesia (comparar con Efe. 4:1–16) solo cuando estas cosas se dejen
de lado.
Sin embargo, la maledicencia no debe suprimirse sino reemplazarse. Las
conversaciones y las acciones en la familia de Cristo, y fuera de ella también, no
deben surgir de la ira; deben estar motivadas por la bondad, la ternura y el perdón,
basados en la norma más elevada de todas: el perdón que Dios nos ha extendido en
Cristo (Efe. 4:32). Pablo presenta el “perdón vertical” (el que Dios nos ofrece a
nosotros) como modelo para el “perdón horizontal” (el que nos ofrecemos unos a
otros; comparar con Col. 3:13; Mat. 6:12, 14, 15).
Piensa en el poder de tus palabras. ¿Cómo puedes usarlas para edificar, animar y
aumentar la fe?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Satanás reclama el mundo como suyo. Pretende que sea suyo. Entonces, ¿le daremos lo que
reclama? No. Yo soy propiedad de otro. He sido comprada por precio, y mi tarea consiste en
glorificar a Dios en mi cuerpo y en mi espíritu. No tengo tiempo para hablar acerca de la
incredulidad. Debo hablar acerca de la fe. Tengo que fortalecer la fe por medio del ejercicio. Y
entonces mi fe crecerá a medida que me aventure basándome en las promesas de Dios, y así
puedo abarcar cada vez más…
Una sola palabra de duda, o relativa a malos pensamientos y malas expresiones, da lugar a
muchas más de la misma clase. Es la siembra de una semilla que dará lugar a una cosecha que
nadie tendrá interés en levantar.
Los que están perturbados por las dudas y tienen dificultades que no pueden resolver, no
deberían arrojar a otras mentes débiles en las mismas perplejidades. Algunos han sugerido su
incredulidad, han hablado acerca de ella, y la han transmitido a otros, sin darse cuenta del
efecto que esto produce. En algunos casos las semillas de incredulidad han producido un efecto
inmediato, mientras que en otros han permanecido sepultadas por mucho tiempo, hasta que el
individuo ha asumido una conducta equivocada y le ha dado lugar al enemigo, se le ha quitado
la luz de Dios y ha caído bajo las poderosas tentaciones de Satanás. Entonces las semillas de
incredulidad, que habían sido sembradas hacía tanto tiempo, comenzaron a germinar. Satanás
las cultivó, y dieron su fruto (Mente, carácter y personalidad, t. 2, pp. 702, 703).
Recordad que vuestros hermanos son personas falibles como vosotros mismos, y considerad sus
tropiezos y errores con la misma misericordia y paciencia que quisierais que ellos mostrasen
hacia vosotros. No deben ser vigilados ni sus errores exhibidos abiertamente para que el mundo
se deleite en ellos. Los que se atreven a hacer esto, se han subido al tribunal y se han
constituido en jueces, mientras que han descuidado el huerto de sus propios corazones y
permitido que la maleza venenosa crezca en gran abundancia.
Cada uno de nosotros, individualmente, tiene un caso pendiente en el tribunal del cielo. El
carácter está siendo pesado en las balanzas del santuario y debiera ser el sincero deseo de todos
caminar con humildad y cuidado, no sea que, olvidando dejar brillar su luz ante el mundo no
obtengan la gracia de Dios y pierdan todo lo que es de valor. Toda disensión, toda diferencia y
crítica debe ser puesta a un lado, junto con toda maledicencia y amargura; deben atesorarse la
bondad, el amor y la compasión mutuas, para que la oración de Cristo de que sus discípulos
fuesen uno como lo son él y su Padre pueda ser contestada. La armonía y la unidad de la iglesia
son las credenciales que ellos presentan ante el mundo demostrando que Jesús es el Hijo de
Dios. La conversión genuina siempre conducirá hacia el amor genuino por Jesús y por todos
aquellos por quienes él murió (Testimonios para la iglesia, t. 5, p. 259).
Viernes 18 de agosto___________________________________________________
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
“Que la conversación sea de tal naturaleza que no necesiten arrepentirse. ‘Y no contristéis al
Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención’. […] Si tienen
el amor de Dios en el corazón y aman la verdad, buscarán cimentar y edificar a sus hermanos
en la santísima fe. Si oyen algún comentario que perjudique a un amigo o hermano, no lo
fomenten; es obra del enemigo. Al que lo exprese, bondadosamente recuérdenle que la Palabra
de Dios prohíbe esa clase de conversación” (Elena de White, Advent Review and Sabbath Herald,
5/6/1888).
¿Cómo cambiaría tu congregación los demás miembros y tú hicieran una promesa
que incluyera declaraciones como las siguientes?:
1. Deseo que mi influencia dentro y fuera de la familia de la Iglesia Adventista del
Séptimo Día sea positiva, edificante, que aumente la fe y levante la moral (Efe. 4:29).
2. Al recordar los llamados de Cristo a la unidad y el amor, dedicaré más energía a
confirmar a quienes hacen y dicen cosas que creo que son buenas que a señalar las
faltas de quienes creo que están equivocados (Juan 13:34, 35; 17:20–23; Efe. 4:1–6; 1
Tes. 5:9–11).
3. Cuando no concuerde con alguien, dejaré en claro mi respeto por mi hermano creyente.
Daré por sentados su integridad y su compromiso con Cristo. Presentaré mi opinión
discrepante con delicadeza, sin estridencias (Efe. 4:31, 32).
4. Viviré gozosamente, buscando toda oportunidad para edificar y sostener a mis
hermanos miembros de iglesia, mientras espero la venida de Cristo (Efe. 4:29, 30; Gál.
6:2; Heb. 10:24, 25).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. Repasa las once veces que en Efesios Pablo describe a los tres miembros de la Deidad
trabajando juntos para la salvación de la humanidad. ¿Cómo informa este énfasis
reiterado nuestra comprensión de la Deidad? Efesios 1:3–14; 1:15–23; 2:11–18; 2:19–
22; 3:1–13; 3:14–19; 4:4–6; 4:17–24; 4:25–32; 5:15–20; 6:10–20 (donde “el Señor”,
Efesios 6:10, se refiere a Cristo).
2. ¿Cómo se aplica el consejo de Pablo acerca del modo de expresarse de los cristianos
(Efe. 4:25–32) en la era de la “comunicación mediada por computadora”, que se usa
con demasiada frecuencia para el acoso cibernético y la difamación anónima en línea?