Resumen STERN
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La política de la compulsión
Lo que fue nuevo desde Toledo, fue la capacidad del Estado para racionalizar los tributos y las mitas, y
aplicarlas a gran escala. Bajo el sistema de alianzas post-incaicas, tanto indios como colonizadores
habían dicho que el transporte de tributos por los indígenas a la ciudad y la instancia de indígenas para
realizar servicios a los encomenderos era el cumplimiento de una mita. Para que esto se convierta en
reales instituciones que proveyeran dinero y mercancías se debía ampliar el poder estatal. Se emplea así
el sistema de los corregidores de indios, iniciado por García de Castro, junto con la campaña de Toledo
de visitas y reorganizaciones locales. Representó la llegada de la autoridad estatal a la zona rural. Los
jueces visitadores dirimían los conflictos locales, supervisaban la construcción de iglesias, pueblos, y
dejaban bien en claro que el Estado sustituiría a los kurakas que crearan problemas. En sí, centralizar
las vías del poder rural. Para ello Toledo agrupó los 23 repartimientos nucleares de Huamanga en 4
distritos rurales o corregimientos (Huanta, Angaraes-Chocorvos, Vicashuamán, Lucanas). El corregidor
de indios regia la vida económica, social y política de su corregimiento. Una estructura indígena de
poder reorganizada, dependiente del Estado en cuanto a la tenencia de cargos y privilegios, actuaria
como agente local del corregidor. Ellos al igual que el corregidor no pagaban tributo ni leva.
Tomadas como un todo, las elites locales, y regionales dependían de sus relaciones y sus lealtades entre
sí, y con sus funcionarios y las instituciones estatales, para mantener su autoridad y sus beneficios.
Compartían intereses y dependencia comunes. El centro de la autoridad en la sociedad rural
reorganizada por Toledo era el corregidor. Desde los más pobres hasta los más ricos querían aliarse con
él. Tenía poder de policía y de administrador de la economía.
Violencia
El carácter de la producción y la explotación impartía una brutalidad en las relaciones económicas. La
serie de tributos, levas de mano de obra, y saqueos impuesta a un campesinado económicamente
autónomo por la ley de la fuerza superior, a fin de hacer que prosperasen las minas, manufacturas,
haciendas y el estilo de vida suntuario de los extranjeros no podía ocultar el carácter de usurpación
descarda. La economía exigía una gran autoridad para asegurar la rentabilidad. Burocracia local eficaz.
Elite regional fuerte. Poder del indio mínimo. La aplicación de una enorme violencia en las relaciones
era necesaria. La fuerza y el poder político eran lo único que hacía viable la mita. Sin la violencia, las
relaciones coloniales no hubieran continuado.
Prosperidad
La reorganización del virrey no satisfizo totalmente las necesidades de las elites coloniales. con el
tiempo, la resistencia de los indios y su descenso demográfico reducirían la eficacia de las mitas y los
tributos impuestos por Toledo. El sistema económico consolidado por él tenía defectos. Limitaba la
independencia de las elites coloniales al vincular su suerte económica a las instituciones y patrimonios
de un Estado poderoso. El Estado daba a las elites mecanismos de control y coacción políticos para
obligar a los indios a entregar mercancías, dinero y fuerza de trabajo. Pero no podía ofrecer a los
colonos un sistema de explotación del trabajo eficiente y auto-reproductivo, sin sabotaje, ni resistencia.
Sin embargo, la economía peruana de fines del siglo XVI tenía una virtud, que apreciaban todos los
colonos: las rentas y los beneficios que producía eran enormes. En la minería que era el centro
estratégico de la economía regional, la capacidad estatal para movilizar una gran oferta de mano de
obra generaba una enorme riqueza. La minería de mercurio, transformada con la reorganización de
Toledo era una empresa primitiva masiva, empleaba más de 3000 mitayos. Con el descubrimiento de
ricos yacimientos de plata al sur de Huancavelica en 1590, las levas de mano de obra estatales
introdujeron otro auge regional minero. Nueva ciudad minera: Castrovireyna.
Importante: porcentaje de capital invertido. Deforma mucho la dinámica de la empresa colonial. Ya que
asignar un valor monetario a los diversos factores de producción (mano de obra, tierras, materias
primas, construcción, etc.) es una mala interpretación de la base histórica de la obtención de lucro antes
del auge del capitalismo industrial. Los datos disponibles de las minas, los obrajes y las haciendas
coloniales sugieren que los productores coloniales, al igual que sus contemporáneos exportadores de
cereales de Europa oriental, acumulaban beneficios líquidos enormes precisamente porque podían
evitar, o reducir al mínimo, el pago de equivalentes monetarios por los verdaderos costos de
producción. En un proceso de producción en el que los bajos salarios de los mitayos podían representar
2 tercios del valor calculado de los factores de producción, los beneficios de la minería dependían en
gran medida de mantener salarios bajísimos. Por ese motivo los contratistas de minas hacían todo lo
posible para embolsarse una buena parte del salario de los indios, mediante el endeudamiento de los
trabajadores. Los mineros con más éxito eran los que adoptaban los métodos del capital comercial.
Comprar a bajo costo, o saquear, y vender caro.
La expansión de la economía regional fomentaba un proceso de inversiones y reinversiones en la
producción y el comercio. Las elites regionales no se limitaban a despilfarrar sus fortunas,
experimentaban para mejorar la productividad. Además diversificaban su producción. Una sola persona
podía tener una mina en Huancavelica, una plantación de coca en Huanta, un obraje cerca de
Huamanga. La lógica del lucro exigía que los propietarios evitaran pagar equivalentes monetarios por
los verdaderos costos de producción. Pero en su búsqueda de expansión de la producción y de la
riqueza, en una economía regional en auge, los empresarios-aristócratas, canalizaban sus ingresos hacia
la compra de tierras, el mejoramiento de estas mediante obras de regadío, adquisición de árboles,
ganado, semillas, etc.
Las elites de fines del siglo XVI edificaron sus carreras económicas en torno a la búsqueda de
ganancias cada vez mayores. Pero sus actividades no anunciaban el desarrollo de una economía
capitalista (o sea un sistema de producción y un conjunto de relaciones y relaciones sociales basadas
en el empleo de los trabajadores asalariados libres).
Como en muchas regiones de Europa, los obstáculos a un mayor desarrollo económico se fueron
haciendo más evidentes en el curso del siglo XVII. Se terminó la era de la construcción económica
básica y de expansión. Había aumentado la importancia de la mano de obra asalariada, pero era
demasiado grande la proporción de la población rural que seguía teniendo acceso a los medios de
producción.
Para fines de ese siglo el estancamiento de las minas y los mercados internos como externos,
significaba que no podían sustentar un elevado niel de inversión y reinversión.
Es significativo remarcar que es a partir de ese momento cuando la Iglesia empieza a absorber una
proporción enrome de la riqueza y los bienes raíces de la región. Donados o venidos por la elite
colonial.
Sin embargo hay que remarcar que los decenios inmediatamente siguientes al gobierno de Toledo, sí
fueron una época de gran prosperidad y expansión económica. Basada en la capacidad del Estado para
organizar instituciones coercitivas violentas para la organización de la mano de obra indígena. Con el
fin de elevar el número de tierras conquistadas para la corona, iniciada ni bien llegaron al nuevo
mundo, pero frustrada después de la crisis de 1560.