Principios para Vivir Mejor
Principios para Vivir Mejor
Principios para Vivir Mejor
PRINCIPIOS PARA
VIVIR MEJOR
Parte II
“Este es un documento que cuenta con una serie de reflexiones que nos
ayudan a reforzar nuestros pensamientos positivos y a mejorar los que nos
hacen daño para lograr tener una vida cercana a la felicidad, si es que esta
existe”.
WALTER RISO
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Primera edición: Julio de 2014
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Documento
Principios
para
vivir
mejor
WALTER RISO
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CONTENIDO
1.
Elogio a la cortesía ......................................................................................... 5
2.
El Autoconocimiento ...................................................................................... 6
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1. Elogio
a
la
cortesía
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simpatía y la compasión son otra cosa: exigen más involucramiento con el
otro, van más allá de lo formal y algún grado de compromiso afectivo.
2. El Autoconocimiento
Saber cuáles son nuestras fortalezas y debilidades nos permiten andar por el
mundo de manera realista. Conocer cuándo luchar o cuándo no, nos ayuda a
utilizar nuestros recursos psicológicos adecuadamente. Distinguir qué
necesidades son racionales y cuáles son “vanas” (para darle la
denominación que le daba Epicúreo), nos acerca a la felicidad. Percibirse en
acción, de manera honesta y sin sesgos, nos enseña a desarrollar el
verdadero potencial humano que poseemos. La decisión existencial se
facilita y el ser parece encajar de un modo genuino con la vocación esencial
y el sentido de vida que determinemos. Algunos psicólogos definen tres
“autos” que constituyen parte de la dinámica del auto-conocimiento: auto-
observación, auto-evaluación y auto-recompensa o auto-castigo.
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La auto observación, se refiere al desarrollo de la atención dirigida a los
sentimientos, pensamientos y acciones, es decir, a los contenidos de la
mente y sus manifestaciones. Estar pendiente de cómo nos relacionamos y
cómo influyen nuestras creencias en el modo de vida es determinante
porque le podremos dar dirección y coherencia al comportamiento, así
como calibrarlo cada vez más para mejorar su impacto. La ignorancia,
manifestada en no saber quiénes somos y qué queremos, es una de las
causas principales del sufrimiento humano, así este “desconocimiento” nos
produzca cierto alivio para evitar observar lo que no nos gusta. ¿Cómo
avanzar si hay auto engaño?
La autoevaluación se refiere a la ponderación que hacemos del “yo” en
relación a ciertos parámetros o estándares. De manera consciente o
inconsciente, siempre estamos comparándonos, no solo con los demás sino
también con el “yo” ideal que nos inculcó la cultura, la familia o el estatus
quo del grupo de referencia. Si nos salimos de la norma o no alcanzamos las
cotas de rendimiento, nos rotulamos como “exitosos” o “fracasados”. Lo
que se pone en juego en este proceso es el auto-concepto, lo que pienso de
mí, qué tanto me taso y valoro.
Cuando pasamos por los dos filtros anteriores, el organismo realiza una
operación adicional en relación con sí mismo: se premia o se castiga. De
más está decir que la sociedad, tratando de eliminar la exaltación al ego, lo
cual es saludable, ha dejado por fuera muchas formas de auto-
reconocimiento y de fortalecimiento de la personalidad. Muy pocos se
dicen a sí mismos de manera manifiesta: “¡Estuviste bien!”. Más bien, lo
que hacemos es darnos duro y criticarnos de manera inclemente, como si la
atención fuera más sensible a los errores que a los aciertos. “¿Por qué
felicitarnos si es nuestro deber?”, dicen los amantes de los cilicios. La
respuesta es sencilla: “Por qué quiero cuidarme, quiero festejarme, por amor
propio”. No hablo de vanagloriarse y sacar el narcisista que llevamos
dentro, a lo que me refiero es a no hacer del auto castigo una virtud. Si
nadie te da el golpecito en la espalda que tanto necesitas, pues dátelo tú
mismo.
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La tríada mencionada, tal como dije, es la secuencia que define un modo de
aproximarse a sí mismo. Hay otras formas, como por ejemplo la meditación
o revisar la historia familiar y afectiva, sin embargo, los tres elementos que
señalé siempre estarán presentes en el encuentro del “yo” que se conoce y
reconoce. Y la palabra “encuentro” es importante porque no se trata de
entrar en guerra con lo que deberíamos “haber sido y no fuimos” o con “lo
que fuimos y no deberíamos haber sido”, sino de profundizar en la
identidad que nos precisa, como si fuéramos “un antropólogo en Marte”, tal
como titulaba un libro. Aterrizar en los intrincados terrenos de la psiquis y
dejarse llevar por el asombro, la realidad que habitamos y hemos inventado
a lo largo de la vida.
En los imaginarios sociales aún sigue vivo el paradigma antiguo del héroe.
Desde Prometo, Jasón y Eneas, hasta los 4 Fantásticos, pasando los
marines; la fórmula aparece ser la misma: Salir en busca de algo valioso
para la humanidad, enfrentar fuerzas nefastas y monstruosas y regresar
triunfantes. La guerra y el descanso del guerrero. Así lo explica más o
menos Joseph Campbell en El héroe de las mil caras, los héroes cumplen un
rito de iniciación que es profundamente admirado por demás mortales.
Esta atracción también puede explicarse por algunos valores que son
retomados por la mente hasta conformar una atracción por los
superhombres de turno. Tres esquemas de pensamiento nos empujan a
mantener la fascinación por los héroes.
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capacidad de imponerse a los otros por medio de estratagemas legales o
financieras: un héroe de guantes blancos que obtiene prestigio y posición
por sus logros económicos o por los apellidos. Como sea, admiramos a los
que se ubican por encima del prójimo y que además podrían protegernos. El
líder de una pandilla juvenil o el adinerado comparten, cada uno en su estilo
y salvando las diferencias, una posición dominante, a un nivel destacado en
el orden jerárquico de su entorno Y esto resulta muy atractivo para sus
coetáneos, especialmente para las personas que se sienten débiles e
inseguras.
Tercero: el gusto por las emociones fuertes. Nos agradan los que practican
deportes extremos o llevan su vida al límite. Algunos individuos necesitan
tener emociones intensas para sentirse vivos y matar el aburrimiento: les
gusta oír música en los más altos decibeles, manejar rápido, tener sexo
fuerte o tirarse en paracaídas, en fin, si pudieran vivir en una montaña rusa
lo harían. La estimulación plana, predecible y calmada, los estresa y
descompensa, de ahí su adicción a los peligros.
La cultura no sólo fomenta este tipo de actividades, sino que las premia,
hacen concursos y los exponen en un récord. Si te comes doscientas
salchichas en un santiamén, mereces estar, mínimo, en el salón de la fama.
Pues bien cuando estos los tres elementos psicológicos se dan al mismo
tiempo, la percepción del héroe empieza funcionar y el embeleso empuja a
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la imitación masiva. Sin embargo, tal como veo la cosa, los mismos
factores, obviamente más generalizados y penetrantes, son los que
conforman la personalidad antisocial. Quizás la diferencia entre un héroe y
un asesino en serie no esté en los atributos que posee, sino al servicio de
quien trabajan.
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enseñanza/aprendizaje, no es acumular datos como lo hace el autómata o la
máquina.
Para aprender, más allá de las fórmulas y de cualquier método, hay que
dejarse llevar por la vivencia que nos impacta, enredarse en ella y
experimentar. Dicho de otra forma: hay que salirse de la jaula. Un pájaro
no aprende a volar hasta que se lanza, solo es libre cuando planea y se
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recuesta en el viento a su amaño. No aprendes para ser libre, aprendes
cuando eres libre. Como dicen algunos maestros budistas: hay que descartar
gran parte del pasado para hacer contacto con el movimiento de la vida.
Entonces estaremos listos para darnos cuenta y cada célula de nuestro ser
participará en el festejo.
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guste a veces. Sin embargo, aún así, hay un reducto de testarudez crónica
que nos lleva a machacar y a continuar ilógicamente exigiendo lo
imposible.
6. La profecía autorrealizada
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convicción de que las mujeres son menos capaces que los hombres, podría
exigirles más a sus alumnas que a sus alumnos. Al final de año obtendría
los resultados: los estudiantes varones se destacan más que las estudiantes
mujeres. Misión cumplida, la profecía “fue cierta”, estaba en lo correcto.
En otro ejemplo: si creo que mi pareja es celosa, puedo hacer un sin fin de
coqueteos para que ella los detecte y haga el consabido escándalo (si es en
público, mejor, ya que no hay mayor placer para los acusadores que tener
testigos). Y un caso más: si acabo de conocer a fulanito y a primera vista
me parece antipático, puedo fácilmente mostrarme serio y poco amable con
él, lo cual llevará a que el recién conocido muestre cierta reserva ante mí.
La conclusión será profética y determinante: “Yo sabía que era así”.
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estrechez (en el caso de la mente, el ahorro es de energía). Es menos gasto
confirmar que des confirmar la información almacenada, y además, no
importa la forma.
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