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TRABAJO
PASTORAL Y PROCESOS DE ORGANIZACIÓN
POLÍTICA INDÍGENA EN LA REGIÓN DEL CHACO
ARGENTINO (1965-1984)*
“Por la liberación del indígena”. Pastoral work and processes of native political organization
in the Argentinian Chaco region (1965-1984)
MIGUEL LEONE
CONICET / Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe (IEALC),
Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires
[email protected]
Recibido: 14.04.17
Aceptado: 1.12.17
Resumen
Varios trabajos se refieren al proceso de organización política indígena generado
en torno de la misión Nueva Pompeya durante los primeros años setenta. Este
artículo propone ubicar ese caso en un marco más general. El texto analiza la
dinámica de conformación de una red indigenista eclesiástica en la región del
Chaco argentino entre los años 1965-1980. Sugiere que, además del caso de
Nueva Pompeya, otros espacios de misión también articularon formas de
organización política indígena. En el artículo se sostiene que el conjunto de las
misiones formaba una red social amplia, con límites difusos, pero con influencias
significativas en los procesos de organización política indígena en la región
durante las décadas de 1970 y 1980.
Abstract
Many works refer to the process of native political organization generated in
lathe of the mission of Nueva Pompeya during the early 70’. This article
proposes to situate this case in a broader framework. The text seeks to analyse
the dynamics of forming of an ecclesiastical indigenist network in the region of
the Argentinian Chaco between the years 1965-1980. It suggests that, besides the
case of Nueva Pompeya, other spaces of mission also articulated similar forms of
native political organization. The article argues that the group of missions
formed a wide social network, with diffuse limits, but with significant influence
in the processes of native political organization at the Chaco region during the
1970s and 1980s.
Keywords: indigenous people – Churches – aboriginal pastoral – Chaco region
INTRODUCCIÓN
Durante la segunda mitad de la década de 1970 fue frecuente que sacerdotes
adherentes a la Teología de la Liberación y miembros del Movimiento de
Sacerdotes para el Tercer Mundo (MSTM) establecieran contactos con obispos
o grupos de trabajo eclesiástico de zonas rurales para realizar misiones con
campesinos, obreros e indígenas. En distintas zonas del Noreste Argentino
(NEA) se produjeron intervenciones de pastoral rural bajo una lógica que
Soledad Catoggio (2016) definió como inserción en los márgenes. Este artículo
analiza la conformación de una red social de trabajo indigenista que, en el marco
de este proceso, se gestó –específicamente– en la región del Chaco argentino1
entre finales de los años sesenta y principios de los setenta del siglo pasado.
1 La región del Chaco argentino abarca los territorios provinciales de Formosa, Chaco,
centro y norte de Santiago del Estero, norte de Santa Fe, este de Tucumán y este de
Salta. Consecuentemente, ocupa la zona oeste del Noreste Argentino (NEA), la cual
comprende las provincias de Formosa, Chaco, Misiones y Corrientes.
Frecuentemente son consideradas parte del NEA el norte de las provincias Santa Fe
y Santiago del Estero. El Chaco argentino forma parte de la región del Gran Chaco
sudamericano –que se extiende sobre el occidente paraguayo y el suroeste de Bolivia
(región del Chaco Boreal).
2 Ver: Ceriani Cernadas, 2011; Citro, 2009; Giordano, 2003; Miller, 1979; Silva, 1998;
Teruel, 2005; Wright y Ceriani Cernadas, 2007.
4 Las misiones fueron: Pozo Verde, San Nicolás, Cacique Cóquero y San José
(Actualidad Pastoral, marzo 1970: 23).
5 Se trató de una misión encomendada a Humberto Enrique Cicchetti, médico de la
Armada Argentina. Cicchetti había sido enviado a trabajar junto a indígenas en el
Chaco boliviano. Sin embargo, dada su voluntad de asentarse en Argentina, la Iglesia
le asignó la misión en Juan José Castelli y allí se radicó junto a su compañera Virginia
Bunn y dos enfermeras suizas. Cicchetti permaneció en esa obra pastoral durante
más una década y falleció en 1975 (Carta del Obispo C. T. Gattinoni a Humberto
Cicchetti, 6 de noviembre de 1975, Archivo Hist{orico Metodista, Caja JUM Tobas,
p. 1).
6 Proyecto de promoción rural comunitaria “Chaco”. Breve Síntesis general, marzo de
1972, AHM, Caja JUM Tobas, p. 1.
7 A fin de atender la gran cantidad de casos de tuberculosis y desnutrición, la misión
organizó el albergue “Monte Alto”, que funcionó también como lugar de tratamiento
médico y asistencial (Almirón, Artieda y Padawer, 2013).
8 JUM – 23 años de servicios a comunidades tobas del Chaco, 1989, ISEDET, p. 1. Se
acercaron a la misión familias qom y wichí oriundas de Cabá Ñaró, El Espinillo,
Como había sucedido con las históricas misiones de principios de siglo XX, las
misiones de pastoral aborigen se nutrieron de misioneros extranjeros (franceses,
estadounidenses, suizos, entre otros). Como también había ocurrido entonces,
resultó frecuente que fueran los propios indígenas quienes buscaran a los
misioneros para que los ayudaran y –eventualmente– protegieran, instalándose
en sus asentamientos. Sin embargo, una especificidad propia de estas últimas fue
la elevada participación de laicos provenientes de grandes ciudades argentinas
como Buenos Aires, La Plata o Córdoba. En su mayoría fueron personas de
clase media, con orientaciones político-ideológicas progresistas, estudios
universitarios y/o formación profesional: “agentes de salud”, educadores,
trabajadores sociales, enfermeros, ingenieros y médicos. Algunas de las más
habituales lógicas de reclutamiento fueron los vínculos familiares, de militancia
política o las relaciones dentro del espacio de acción parroquial en el barrio de
residencia.
Las misiones de pastoral aborigen mostraron una clara expansión hacia finales
de la década de 1960. Entonces, el “compromiso cristiano” realzado en Medellín
dio sentido a la decisión de muchos laicos de ofrecerse como voluntarios en este
tipo de misiones y postergar sus carreras profesionales para “ayudar al
aborigen”, contribuir a “desarrollar las comunidades” y acompañar sus procesos
de “liberación”.
En 1968, con el aval del obispo de Formosa, la congregación de la Doctrina
Cristiana instaló una misión junto a la población wichí de los alrededores en
Ingeniero Juárez (provincia de Formosa), a la vera de la ruta nacional Nº 819.
Varios sacerdotes y laicos visitaron la misión (en enero de 1969 se registra la
presencia de los padres José María Ferrari -miembro de Acción Misionera
Argentina- y Eduardo Muré, junto a otros nueve laicos10).
Colonia Aborigen Chaco, entre otras localidades del oeste chaqueño (Almirón,
Artieda y Padawer, 2013).
9 Entre las misionadas se contaban las Hermanas Gracia López, Marisol Santos, María
Pérez Calero, Ángela Garzón, Nazareth Pacheco, Agustina Santos. Según consta en
documentos, las últimas cuatro llegaron al lugar en 1971 mientras que Gracia lo hizo
en 1972 (Acerca del proceso comunitario y situación actual de Ingeniero Juárez, c.
1980, C200, CECAZO, p. 1).
10 El obispo Scozzina convocó al padre Ferrari señalando la necesidad de “llevar el
mensaje de liberación traído por Cristo y reafirmado recientemente por los obispos
de toda América Latina reunidos en Medellín” (Cristianismo y revolución, abril de 1969:
18).
En agosto de 1969, otro grupo misional conformado por siete voluntarios del
obispado de Sáenz Peña se asentó en la localidad de Nueva Pompeya en la
provincia del Chaco.11 La Hermana Guillermina Hagen, miembro de la
congregación de las Hermanas del Niño Jesús, asumió la dirección de un trabajo
pastoral dedicado a trabajar con los grupos wichí de la zona (Iñigo Carrera,
1998). Hagen había hecho sus primeras experiencias pastorales en el norte de la
provincia de Santa Fe muy cerca de Fortín Olmos –en una casa de misión que
su congregación había abierto en Villa Ana–, mientras avanzaba sus estudios
como ingeniera agrónoma. Allí había establecido contactos con los sacerdotes
Arturo Paoli y Rafael Yacuzzi, entre otros referentes del progresismo católico de
entonces.
La existencia de una movilizada militancia cristiana dispuesta a viajar y vivir en
lugares inhóspitos fue vista por el indigenismo gubernamental como una
alternativa nada despreciable para aplicar sus estrategias de política desarrollista
e integracionista. Es por ello que el director del Instituto del Aborigen de la
provincia de Chaco, Oscar Cervera, invitó a Hagen a iniciar un programa de
Asistencia y Desarrollo de las Comunidades Indígenas del Chaco en Nueva
Pompeya (Doyle, 1997; Lanusse, 2007; Almirón, et.al., 2013) nombrándola
delegada oficial en la zona (Cid, 1992). Entonces, la instalación de la misión
contó con el triple respaldo de la congregación, la diócesis y el gobierno
provincial. Sin embargo, ello no significó que el grupo misional se adecuara por
completo a los parámetros de la política indigenista estatal. Por el contrario, el
grupo de voluntarios buscó combinar el trabajo de “promoción del desarrollo”
con el apoyo a la organización política y concientización de las familias wichí. Los
voluntarios impulsaron la organización de una cooperativa de producción y
comercialización de trabajo agrícola, forestal y artesanal; y facilitaron la
articulación de formas de comercialización autónomas con las que los wichí
pudieran evitar los abusos del puesto de provisiones local.
La experiencia de Nueva Pompeya suele ser rememorada por el espíritu
asambleario y la promoción de la organización y la movilización indígena. Los
misioneros editaron el boletín informativo y de divulgación Entre amigos para
difundir el trabajo realizado (Lanusse, 2007) y facilitar las comunicaciones entre
los distintos grupos wichí de la zona.
11 Entre los voluntarios estaban la enfermera y ex-monja Margarita Merganti y dos ex-
seminaristas de la orden de la Pasión de Jesucristo (pasionistas): “el negro” Orlando
Montero y Carlos “el gordo” Cavalli (amigo cercano del secretario del MSTM, el
sacerdote Miguel Ramondetti).
El grupo misional, por su parte, guardaba una filiación peronista, lo cual fue una
fuente adicional de articulaciones con los grupos indígenas. En efecto, desde los
momentos fundacionales del peronismo, muchos grupos indígenas chaqueños
habían construido lazos cercanos y dinámicas de identificación con ese
movimiento político12.
Lo hecho en Nueva Pompeya fue una referencia central para todos aquellos
misioneros interesados en dedicar sus vidas a la “promoción del aborigen”.
Fueron varios los sacerdotes, religiosas, seminaristas, laicas y laicos que
realizaron estadías en ese paraje (Taurozzi, 2006) y que luego se trasladaron a
emprender misiones de pastoral aborigen en otras zonas y localidades del oeste
chaqueño, como Villa Berthet, El Sauzalito (ambas en la provincia de Chaco),
Laguna Yema, El Potrillo o, también, Ingeniero Juárez (todas ellas en la
provincia de Formosa).
La orden de la Pasión de Jesucristo, más conocida como “pasionistas”, cumplió
un papel importante en el fortalecimiento del espacio de pastoral aborigen del
oeste de Formosa y Chaco. Hacia finales de la década del sesenta, esa orden
produjo un viraje en sus estrategias misionales. Por un lado, incitó la
participación de jóvenes en sus misiones, como una manera de revitalizar su
acción pastoral. Por otro lado, a fin de tener efectos más sólidos de inserción
pastoral, intentó concentrar su acción en pocos lugares.
Aprovechando la experiencia de las Hermanas del Niño Jesús en Nueva
Pompeya, la orden pasionista encomendó a los sacerdotes Basilio Howlin y
Diego “el nene” Soneira (recientemente ordenado) iniciar una misión en ese
mismo lugar. A mediados de 1971, se integraron a ese equipo el padre Francisco
Nazar y los estudiantes pasionistas Virgilio Ilari –quien, según varios registros,
estaba vinculado con la organización político-militar Montoneros– y Roberto
Vizcaíno (Taurozzi, 2006). A continuación, Nazar, Vizcaíno y Soneira se
trasladaron a Ingeniero Juárez (provincia de Formosa), en donde formaron “un
equipo de trabajo para la promoción del aborigen” junto con las Hermanas de la
Doctrina Cristiana previamente asentadas allí (Taurozzi, 2006: 285). Gracias a la
participación de varios activistas laicos, este grupo pastoral alcazó a actuar en las
localidades de Laguna Yema, Campo Bandera, el denominado Barrio Obrero y
el “Barrio Viejo” de Ingeniero Juárez.
12 Como sostiene Silvia Citro (2009), entre los qom, las políticas sociales y las entregas
de tierras y herramientas realizadas por el peronismo fueron claves en su adscripción
histórica a esa identidad política.
13 Hacia finales de 1960, la migración indígena a los centros urbanos había dado lugar a
la existencia de una clase media de empleados, técnicos, estudiantes universitarios y
profesionales indígenas (Serbín, 1995). Fundamentalmente radicados en el conurbano
bonaerense y en algunos casos desvinculados de la cotidianeidad de los parajes y
pueblos de donde años atrás habían migrado, comenzaron a propulsar eventos
culturales, reuniones, encuentros de revalorización de la historia y la vida de los
pueblos originarios; y más tarde, formas de organización pan-indígena y creación de
entidades con pretensión de representatividad nacional (Carrasco, 2002). En este
marco, en 1968 se fundó el Centro Indígena de Buenos Aires –pensado como
espacio de contención para migrantes indígenas recién llegados a la ciudad (Serbín,
1995). En 1971 este Centro fue sucedido por otra entidad que adoptó el nombre de
Comisión Coordinadora de Instituciones Indígenas de la República Argentina
(CCIIRA).
14 Si bien, según cuenta Eulogio Frites (2011: 54), esa reunión habría sido en 1973;
parece más acertada la versión de Andrés Serbín que postula que la misma se llevó a
cabo en enero de 1972.
15 Saturnino Nolasco y Juan Miranda representaron al pueblo mocoví; Nieves Ramírez y
Fermín Cáceres representaron al pueblo qom, y Santos Hernández, Leopoldo
Uronsito, Nacasio Lazarte y Eduardo Polo representaron al pueblo wichí (Frites,
2011: 54).
16 De esta forma, se intentaba replicar en la provincia del Chaco los procesos de
organización indígena que el pueblo mapuche estaba generando de forma pujante en
la provincia de Neuquén. En efecto, el Congreso Indígena Regional de Cabá Ñaró se
hizo con la voluntad de generar ciertos consensos mínimos entre referentes wichí y
qom para asistir al Primer Parlamento Indígena Nacional o Futa Trawn (“gran
parlamento”, en idioma mapudungun), realizado pocos meses más tarde (entre el 14
y el 19 de abril de 1972) en la provincia de Neuquén. Para profundizar sobre este
Parlamento ver Lenton, 2010.
17 Noticias, 27 de abril de 1974: 4. Asistieron Manuel Chascoso y José Barreto, ambos
oriundos de Bartolomé de las Casas.
18 Noticias, 27 de abril de 1974: 4.
22 Si bien la revista tuvo una corta existencia (entre mayo del 1973 y abril del 1974), los
47 números publicados en ese interregno tuvieron una gran difusión e impacto
político (en algunos casos, alcanzó una tirada de 100.000 ejemplares). Dirigida por los
militantes peronistas Dardo Cabo y Ricardo Grassi, fue un importante medio de
difusión de la Juventud Peronista y de Montoneros. Sus páginas se nutrieron de la
pluma de importantes periodistas e intelectuales como es el caso de Germán
Oesterheld.
23 El Descamisado, 16 de octubre de 1973: 16 y ss. El Descamisado, 23 de octubre de 1973:
5 y 12.
24 Ellos fueron: Juan Manuel Ramírez, Armando Croatto, Nicolás Giménez, Aníbal
Iturrieta, Carlos Kunkel, Juana Romero, Enrique Sverserk, Roberto Vidaña, Rodolfo
Vittar y Virginia Sanguinetti (Cid, 1992).
25 Ver Noticias, 26 de abril de 1974.
26 Bajo el nombre de “simposio sobre Fricción Interétnica en América del Sur No-
Andina”, este encuentro se llevó a cabo entre el 25 y el 30 de enero de 1971, por
iniciativa del Consejo Mundial de Iglesias, en alianza con la Universidad de Berna
(Suiza) y la Universidad de la Indias Occidentales (Barbados). El encuentro de
Barbados fue un primer gran hito en la condensación de posturas críticas a los
efectos nocivos de las políticas desarrollistas sobre los pueblos originarios, sus
territorios, sus identidades y sus prácticas culturales. El documento final del
simposio se tituló “Por la Liberación del Indígena” pero pasó al a historia como
Declaración de Barbados I.
27 Proyecto de promoción rural comunitaria “Chaco”. Breve Síntesis general, marzo de
1972, AHM, Caja JUM Tobas, p. 4. Importa añadir que la JUM contribuyó también a
la expansión y fortalecimiento de la Iglesia Evangélica Unida (IEU), formada y
sostenida exclusivamente por referentes y líderes religiosos qom (Almirón y Padawer,
2016).
28 PPCR Chaco. Período Inicial de la Primera Etapa. Primer Informe General, 1974,
AHM, Caja JUM Tobas, p. 1.
Los años 1974 y 1975 mostraron una creciente represión política en el país que
desembocaría, en 1976, en la dictadura más cruenta que conoció la sociedad
argentina (24 de marzo de 1976 - 10 de diciembre de 1983). A pesar de ello, los
grupos de pastoral aborigen de Chaco y Formosa ensayaron estrategias para dar
continuidad a sus acciones. Así consiguieron que en 1976 se instalara un nuevo
equipo pastoral en Laguna Yema para trabajar con un grupo de trescientas
personas en la alfabetización, creación de huertas familiares, promoción de la
salud y la documentación de los nativos 31. En ese mismo momento, el equipo
asentado en Ibarreta profundizó sus programas de alfabetización y “servicios al
aborigen”; 32 los agentes de pastoral de El Potrillo impulsaron la realización de
cursos de cooperativismo; y en Ingeniero Juárez cobró forma un programa
orientado a generar “una capacitación humano-técnica, sentando las bases
mínimas para caminar hacia la organización comunitaria”.33
El respaldo de los obispados y las iglesias se combinaba con diálogos y alianzas
puntuales con organismos estatales que, en nombre de programas educativos o
sanitarios, sustentaban la intervención pastoral. Entonces, los agentes de
pastoral ensayaron estrategias que sintonizaran –o al menos no se presentaran
como profundamente disruptivos– respecto del propósito indigenista imperante
en el régimen militar. Enfocar las energías en el desarrollo agrario, la atención de
la salud y la educación permitía trabajar en esa dirección. Asimismo, como
señala Marta Tomé, los agentes de pastoral se vieron obligados a “disfrazar” la
formación de cooperativas presentándolas como creación de asociaciones
civiles, una figura mucho menos peligrosa en el aquel complejo escenario
político del país (comunicación personal, Marta Tomé, 2 de enero de 2016, Buenos
Aires).
Este tipo de desplazamientos y reacomodamientos ayudan a entender que,
incluso en los años más duros de la dictadura, existiera una gran circulación de
indígenas y agentes de pastoral entre los puntos de misión, realizando
encuentros y capacitaciones, impulsando la organización comunitaria. Tal es el
caso, por ejemplo, de la creación de la asociación civil “Comisión Vecinal Barrio
En esos pueblos había siempre alguien que era tu referencia: o unas monjitas, o
un cura, o una misionera. Entonces, los que tenían camioneta, que casi siempre
los curas y las monjas tenían una camioneta, se comprometían a traer a la gente a
[Pozo del] Tigre. Nosotros, [los laicos,] con INCUPO y alguna otra [institución],
poníamos la comida, por ejemplo. O pagábamos el colectivo de los que podían
venir en colectivo; organizábamos el tema de dormir, de comer (comunicación
personal, Mabel Quinteros, 27 de mayo de 2013, Buenos Aires).
Guillermo [Starlinger] (que ya falleció) nos decía `¡por favor! De Pozo del Tigre
lleven noticias a [Las] Lomitas, de [Las] Lomitas lleven noticias a [Ingeniero]
Juárez. ¡Esta gente no se está comunicando!´ (…), entonces nosotros íbamos
llevando noticias de un lado para el otro, y así fuimos empezando a que se
comunicaran y se reunieran (comunicación personal, Mabel Quinteros, 27 de
mayo de 2013, Buenos Aires).
Con este tipo de intervenciones, los agentes de pastoral aborigen contribuyeron
a afirmar entre los nativos sentidos de pertenencia grupal y consciencia histórica
de diferenciación cultural y reflexión identitaria. Así eran fortalecidas categorías
identitarias como “comunidad” y/o “pueblo” y se recreaban formas diversas de
comunalización (Brow 1990). Como señaló Torres Fernández (2008: 175) para
el caso de procesos de misionalización anglicanos, estas prácticas articularon
mecanismos homogenizadores, tendientes a la “integración” de los indígenas a
la comunidad nacional, pero también –al mismo tiempo– mecanismos
diferenciadores orientados a producir un “nosotros aborigen”. Así era apelada la
necesidad de crear lazos entre “comunidades” de la zona así como entre los
distintos pueblos originarios de la provincia e inclusive del país.
La cartilla correspondiente al tercero de los Encuentros de Hermanos (1983)
planteó:
Nosotros, los aborígenes, tenemos una sola raíz aunque hablemos idiomas
diferentes (…) Tenemos que escribirnos cartas, animarnos entre nosotros, y
mostrar la unidad entre los distintos grupos: wichi, pilagá, toba, y también las
otras comunidades aborígenes que están en todo el país.38
También el lugar de la mujer fue temática frecuente en este espacio de acción
pastoral. El Encuentro de Hermanos de 1981 incorporó la cuestión de la mujer
como problematización, y en 1983 tuvo lugar la primera reunión de mujeres
wichi y pilagá de Formosa39.
Los agentes de pastoral aborigen promovieron entre los nativos procesos de
agregación de demandas políticas; buscaron potenciar la adopción de planteos
políticos por parte de los nativos y generar espacios de militancia política
indígena. En palabras de los agentes de pastoral, se trataba de establecer “un
diálogo” con “lo indígena” buscando
hacer tomar consciencia a la gente; consciencia de que son personas, que son
razas, lo más lindo que tenemos en América (…) que ellos descubran la vuelta a
su cultura, y (…) que sobrepasen su pequeño pueblo y [puedan] ver todos sus
hermanos.40
En las cartillas surgidas de estos encuentros eran frecuentes las expresiones
sobre la “necesidad de organizarse” y “la importancia de la organización”. Con
reminiscencias de la idea cristiana de peregrinaje, aparece la expresión “caminar
juntos”, aludiendo así a la urgencia de coordinar esfuerzos y avanzar
colectivamente en las luchas políticas por la tierra o por los derechos. En el
trabajo con las CABs, categorías identitarias como “comunidad” “pueblo
indígena” y/o “pueblo indígena argentino” devenían categorías de
reivindicación política.
No es fácil captar el impacto que estas iniciativas alcanzaron entre los indígenas
“destinatarios” de la obra pastoral, pero permiten suponer algo de ello. En el
Encuentro de 1981, pueden leerse reflexiones de gente wichí que señalan: “yo no
soy cacique, ni representante, ni Comisión Vecinal. Falta organización en ese
lugar [de] dónde venimos”.41 O también: “hay hermanos que dicen que no hay
Comisión donde él vive, entonces es difícil conseguir tierras”. 42 En la misma
línea, una memoria del equipo pastoral asentado en Laguna Yema detalla que el
grupo de indígenas que en 1981 asistió al Encuentro de Hermanos realizado en
el CECAZO “descubr[ió] la necesidad de unirse a otros para la lucha ya que
solos no pueden hacer nada”.43 Precisamente allí, en Laguna Yema, ante la visita
del gobernador (interventor) de la provincia, los agentes de pastoral buscaron
“reflexionar con la gente qué necesidades le íbamos a plantear” e incluso se
esforzaron en cristalizar esas reflexiones en demandas concretas. Al respecto, la
referida memoria sostiene que los habitantes de este paraje
decidieron presentar una sola cosa: Necesitamos tierra, para vivir allí, para
sembrar, para criar animales… Se solicitaron 2000 has. Entonces se forma un
grupito con vistas a ser comisión. Muy inestable. Se sigue, a pesar de todo. Se va
viendo la necesidad de organizarse para el bien de la comunidad. 44
Considerando estos elementos es posible pensar que aquellas formas incipientes
de organización local proveyeron un terreno fructífero para el crecimiento de la
organización política indígena en la región chaqueña durante los años
inmediatamente posteriores al final de la dictadura.
En Formosa, a principios de 1983, con la ayuda de algunos agentes de pastoral
aborigen, los “tobas del oeste” 45 llevaron a cabo relevamientos territoriales que
reconstruyeron la memoria histórica de las familias del lugar y las tradujeron en
minuciosos mapeos de las áreas de caza, recolección y pesca. Estos grupos
elevaron un reclamo al Estado formoseño por 90 mil hectáreas al tiempo que
afirmaron su derecho sobre otras 120 mil ubicadas en territorio paraguayo (de la
Cruz, 1995; Spadafora, Gómez y Matarrese, 2010). Los inminentes sufragios
nacionales y provinciales hicieron que la atención parcial de este tipo de
reclamos ingresara en la agenda de candidatos electorales y partidos políticos. 46
El Partido Justicialista fue el que mayor cercanía mostró con las demandas
indígenas, de allí la referida histórica afinidad que los indígenas chaqueños
mantuvieron con el peronismo. El candidato peronista a gobernador provincial,
Floro Bogado, entendió que, para fortalecer las fidelidades electorales de los
indígenas debía vincularse con los indigenistas eclesiásticos de la zona del centro
y del oeste provincial (comunicación personal, Ernesto Stechina, 4 de julio de 2013,
Buenos Aires ). Durante la campaña electoral, él y su esposa Adriana Bertolotti
(candidata a diputada por el mismo partido) visitaron distintas localidades de la
50 Porantim, octubre de 1984. Acervo do Instituto Socioambiental, São Paulo, Brasil: 10.
51 Dependiendo de las fuentes, se constata que el 31 de julio de 1984 marcharon hacia
la legislatura formoseña entre 2000 y 2500 indígenas (Acción de Incupo, septiembre de
1990: 18; Porantim VII (68), octubre de 1984. Acervo do Instituto Socioambiental,
São Paulo, Brasil: 10).
A MODO DE CIERRE
El artículo describió y analizó la creación de una red de pastoral aborigen en la
región del Chaco argentino desde finales de los años 1970 hasta principios de los
ochenta y las relaciones que estos sectores del cristianismo liberacionista
mantuvieron con grupos y referentes indígenas locales. Se intentó demostrar que
tales relaciones no se restringieron al conocido grupo pastoral organizado por la
Hermana Guillermina Hagen, sino a un fenómeno observable en un cúmulo
bastante amplio de misiones de pastoral aborigen de la región.
En Nueva Pompeya, el trabajo de concientización y el apoyo a la organización
indígena hecho por los voluntarios del Obispado había desembocado, como
vimos, en la generación del Primer Parlamento Indígena del Chaco y luego en la
de la Federación Indígena Chaqueña. Pero la existencia de una red social de
trabajo pastoral en nombre de “la liberación del indígena” habría permitido que,
a pesar de las represiones sufridas por el grupo de Nueva Pompeya y su
definitiva desarticulación, los procesos de organización y politización indígenas
continuaran a lo largo de toda la década de 1970. Así se comprende que, hacia
1983 y 1984, una red de militancia indígena pudiera intervenir con efectividad en
los rumbos de la política indigenista del gobierno provincial. El trabajo de
organización comunitaria en la provincia de Formosa por medio del CECAZO
tuvo un efecto de politización indígena ciertamente distinto al observado en
torno de Nueva Pompeya en la provincia de Chaco. Los contextos políticos de
una y otra experiencia eran claramente diferentes. Sin embargo, el análisis
histórico muestra importantes semejanzas entre ambos casos.
Quedan muchas otras aristas por profundizar. Por el momento baste decir que
reconocer a la pastoral aborigen como sujeto colectivo –y particularmente la red
social generada en la región chaqueña durante los años setenta– abre líneas de
indagación sobre los procesos históricos de organización del movimiento
indígena que merecen ser atendidas.
FUENTES
Entrevistas:
Cristina Marinosi, 29 de junio de 2013, Buenos Aires
Ernesto Stechina, 7 de junio de 2013 Formosa.
Ernesto Stechina, 4 de julio de 2013, Buenos Aires.
Ernesto Stechina, 20 de diciembre de 2013, Formosa
Mabel Quinteros, 27 de mayo de 2013, Buenos Aires
Marta Tomé, 2 de enero de 2016, Buenos Aires
Néstor Míguez, 24 de agosto de 2015, Buenos Aires
Patricio Doyle, 24 de febrero de 2015, Buenos Aires
Conversación con Ernesto Stechina y Beatriz Cravero, 4 de julio de 2013,
Buenos Aires.
Documentos:
Acerca del proceso comunitario y situación actual de Ingeniero Juárez, c. 1980,
C200, CECAZO.
Acerca del proceso comunitario y situación actual de El Potrillo, c. 1983, p. 1,
CECAZO, C201.
Acerca del proceso comunitario y situación actual de Laguna Yema, c. 1983,
CECAZO, C202.
Audiovisual "Hilario, Mada y familia. Nuestra vida en el oeste formoseño",
2012, Archivo privado Ernesto Stechina.
Breve Reseña del proyecto de Promoción de la comunidad toba-pilagá.
Parroquia de Ibarreta, c. 1983, CECAZO, C203.
Carta del Obispo C. T. Gattinoni a Humberto Cicchetti, 6 de noviembre de
1975, AHM, Caja JUM Tobas.
El Pueblo Indio, 1983, p, 56, Archivo privado Marta Tomé, Buenos Aires,
Argentina
Encuentro de Hermanos. CECAZO. Pozo del Tigre, 19 al 22 de noviembre de
1981. Mimeo.
JUM – 23 años de servicios a comunidades tobas del Chaco, 1989, ISEDET.
Primer Encuentro de Pastoral Indigenista del Cono Sur de América Latina, 15
de febrero de 1980, Acervo do Instituto Socioambiental, São Paulo, Brasil, p.
21.
Proyecto de promoción rural comunitaria “Chaco”. Breve Síntesis general,
marzo de 1972, AHM, Caja JUM Tobas.
Segundo Encuentro de Pastoral Aborigen, octubre 1986, CECAZO, folio N°
34.
Publicaciones periódicas:
Acción de Incupo, septiembre de 1990.
Actualidad Pastoral, marzo 1970.
Cristianismo y revolución, abril de 1969.
El Descamisado, 4 de septiembre de 1973, 16 de octubre de 1973 y 23 de octubre
de 1973.
Diario La Mañana, 9 de abril de 1984.
Noticias, 27 de abril de 1974.
Porantim, octubre de 1984.
Boletín Periódico Puente, N° 69, tercer cuatrimestre de 2008.
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