1 Siglo de Historia Bursatil de Barcelona
1 Siglo de Historia Bursatil de Barcelona
1 Siglo de Historia Bursatil de Barcelona
BARCELONA
1966
CONTENIDO Y ENSEÑANZAS
DE UN SIGLO
DE HISTORIA BURSATIL BARCELONESA
PUBLICACIONES DE LA REAL ACADEMIA DE CIENCIAS
ECONOMICAS Y FINANCIERAS DE BARCELONA
CONTENIJ)O \r ENSEÑANZAS
DE
UN SIGLO Dl~ l-IISTOllJA
BURSATIL BAllCELONES_t\
Discursa leída por el Académica Numeraria, Electa,
BARCELONA
1966
La Academia no se hace responsable
de las opiniones expuestas en sus propins
publicaciones.
(Art. 39 elel Reglamento)
6
guiente «La Catalana del Alumbrado de Gas~>; en 1852, «La Fa-
bril Algodonera~>; en 1856, «La Maquinista Terrestre y Maríti-
ma~>. En 1851, al publicarse por vez primera un boletín oficial
de cotizaciones en el «Diario de Barcelona~>, podemos considerar
puesta en marcha la Balsa de nuestra ciudad.
¿Cual es el signo de la coyuntura de esa época? Señala SARDA
DEXEUS que en la economía española, desde 1844 ó 1854 a 1870,
se produce un período de alza que, en múltiples aspectos se pro-
longa hasta 1882. Podemos suponer que dicha tónica guarda
correlacién con la fase de prosperidad general en el Occidente
de Europa que JEAN LESCURE identifica en los años comprendi-
dos entre 1850 y 1873, calificación que hace suya también FRAN-
ÇOIS SIMIAND. Añade SARDA que a esta euforia sucede una fase de
baja que culmina en 1898; de ahí nace el comienzo de una nueva
etapa de alza que se prolonga, como mínima, hasta 1921, período
igualmente señalado por LESCURE y SIMIAND como próspero para
la generalidad de Europa. En consonancia con este analisis,
VICENS VIVES califica de «primera etapa daurada~> de las finan-
zas catalanas a la de los años 1843-1847.
Basta para afirmaria como tal el hecho de que, durante el
citada período, el volumen de capitales dedicados a la fundación
de sociedades ascendiese a 430 millones de reales, mientras el del
decenio anterior dedicada a los mismos fines fue de 35 millones,
señala VICENS VIVES.
que padeció Europa a raíz dc In Revolución francesa y dc las guerras
napoleónicas, reapareció con In paz el trahajo y la ric¡ueza. Los nucvo:-
descubrimientos científicos, la maquina de vapor principalmente, permi-
tieron un mejor aprovechamiento de las fuerzas de la naturaleza, creando
una potente industria, que permite aumentar las rentas, junto con un
nuevo florecimiento del comercio. El ahorro aumenta por momentos con
las nuevas reinversiones, segtÍn un ritmo cada vez mas acelermlo.
nLos derechos del homhre !'e confirman solemnemente frente al Es-
tado, antes todopoderoso. Se reafirma el derecho de propiedad, merecien-
do el respeto de las instituciones legales. La ohservancia de los contratos
es In hase de la nueva organizaeión eeonómica y social. Ya no se discute
la !<olvencin del Estado.
nDado r¡ue la organización de la justicia da toda clasc de seguridndes
a los poseedores de valores mohiliarios y que la firma del Estado parece
irl\'iolahle, poen a poen las le¡dslaciones son mas liherales, dando cada vez
mas libertnd a los que c¡uiercn formar sociedades anónimas por acciones
y a los r¡ue c¡uieren neo¡rerse a la forma mas móvil de estos títulos,))
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La dimímica «sui generis» de la Balsa barcelones a, a la cual
contemplar emos primerame nte en disfrute de una libertad om-
nímoda, daria especial acritud y gravedad a las fluctuacion es de
alta y baja. Se observó concretam ente este fenómeno por vez
primera en el desarrollo de la fase de expansión económica que
acompañó a la instalación de los progresista s en el poder. La
guerra de Crimea promovió en toda la Europa occidental un
optimismo manifiesto que se reflejó en la economia española,
singularme nte a través de la venta al exterior de nuestros pro-
ductos agrícolas.
Se advirtió pronto que las operacione s temerarias ejercían
mayor atractiva sobre los inversionis tas que aquéllas serias y
solventes. La infortunad a propensión -que veremos repetirse
en el curso de los años- de buena parte de nuestro pública a
los negocios nipidos dia mucho vuelo a las sociedades de segu-
ros marítimos, y postergó por lo lenta de su crecimient o a las
empresas industriale s.
A principios del año 1857 el optimismo era unànime. Las
compras se sucedían con tan gran animación que <madie pre-
sumia que ésta pudiera cesar» (Almanaqu e del «Diario de Bar-
celona», 1858).
Ahora bien, como no podía por menos de suceder, la masa
de numeraria detraída del ahorro quedó estrangula da en cierto
momento, y su segregació n del proceso de creación de riqueza
privó súbitament e de base a las acrobacias a que se había entre-
gado, a la vez que, por supuesto, el equipamien to industrial del
país se resintió de la diversión de caudales que le eran muy
necesarios. Cuando llegó la crisis de posguerra y la depresión eco-
nómica consiguien te, sobrevinc en nuestra Balsa una baja es-
pectacular que llegó a su expresión mas acre en mayo de 1857.
Las empresas sólidas resistieron el golpe con quebranto,
pera sin crisis grave, mas las constituida s sobre bases pura-
mente especulado ras, como eran muchas de las sociedades de
seguros marítimos, fueron barridas por aquel huracan.
En junio siguiente buba veinte quiebras en Barcelona. Las
pérdidas provocadas por la baja se estimaran en unos seis mi-
llanes de duros. FoNTANA propone con acierto que se dé el nom-
bre de «Crisis de los seguros marítimos» a este episodio que
daría al traste con una vieja actividad asegurador a barcelones a
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y suscitaría en nuestro pública un instintiva y duradero recelo
contra las sociedades anónimas y las operaciones de crédito.
Las consecuencias descapitalizadoras de la crisis se restaña-
ron gracias a la fecunda estabilidad traída por la larga perma-
nencia en el poder del Gobierno de la Unión Liberal, presidida
por O'DoNNELL. La terminación victoriosa de la campaña de Ma-
rruecos en 1859 llevó a su apogeo el prestigio del Gobierno unio-
nista. Buena prueba de ello es que en 1860 comienza una gran
afluencia de inversiones extranjeras en España. A este respecto
señala SARDA DEXEUS que, en la segunda mitad del siglo xix, se
inicia en la economia española un «hambre» de capitales que se
prolongara basta 1875, y que se traduce en una primera fase del
alza del interés, que él sitúa en el decenio entre 1850 y 1860.
Entre los años 1857 y 1861 el interés legal se mantiene a la
altura del 5 por 100, nivel que coincide con un descenso en la
circulación de la Deuda y firme subida del ahorro y los depó-
sitos bancarios. Nos sentimos tentados de considerar a esta tasa
como la mas adecuada a las circunstancias de la época, porque
en varias ocasiones en que se adoptó, se registró una saludable
restauración del ahorro, y una recapitalización del país, al paso
que, como veremos, la adopción de niveles mas altas coincidió
con movimientos de contracción verdaderamente asfixiantes'.
Recogiendo cifras de GuiLLERMO GRAELL, VIcENs VIVES alaba
el esfuerzo inversionista de los catalanes en los años 1857 a 1864.
En este período se dedicaran 1338 millones a la fundación de
bancos, industrias, ferrocarriles, compañías de seguros y de na-
vegación y otras.
Por desgracia, el ahorro volvió pronto a orientarse hacia la
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especulación. VICENS VIvEs señala que ya en 1859 voces respon-
sables advirtieron al país de la peligrosa situación provocada
por la gran cantidad de títulos puestos en circulación por enti-
dades temerarias. Empezaba a perfilarse en el horizonte un nue-
va «boom» de mas graves consecuencias todavía que el anterior.
El recuerdo del episodio de 1857 se había desvanecido. Los
negocies de las sociedades de crédito y descuento fueron en au-
mento: en 1866, por ejemplo, la Caja Barcelonesa de Descuentos
repartia un 18 por 100 a sus accionistas y la Caja Catalana In-
dustrial y Mercantil y la Catalana General de Crédito sobrepa-
saban el 12 por 100. Hacia 1861 se inició en Barcelona un movi-
miento de euforia del gasto y de declive del ahorro apreciable
en la merma de depósitos en la Caja de Ahorros y el Banco de
Barcelona.
El Gobierno, atenta a esta tendencia y a la necesidad de
preparar la creación de un mayor volumen de bienes de consu-
mo para cubrir la demanda anormal, subió el tipo de interés. En
1861, para contrarrestar la tendencia a la elevación de precios, el
tipa se situó en el 7 por 100, nivel en que permanecería basta
1867, con la sola excepción del año 1862-1863, en que el interés
fue rebajado al G por 100, coincidiendo con una nueva reducción
del volumen circulante de la Deuda.
Durante estos años, tanta la Caja de Ahorros como el Banco
de Barcelona pasaron por mementos de apuro, con predominio
intensa de reintegros sobre depósitos, debido a la escasez de
numeraria disponible'. El paro y la restricción de la producción
no pudieron ser evitados y condujeron a nuevas reducciones en
el ahorro y a una exacerbación del consumo de capital.
Buen número de personas, confundiendo las causas con los
efectos, se apartaran alarmadas de las inversiones en industrias
del país y confiaran los productes de su ahorro privada o las
utilidades de su actividad mercantil y profesional a iniciativas
de orden financiero, puramente especuladoras en su entraña,
pero que parecían acaso las únicas susceptibles de ofrecer una
remuneración apetecible al inversionista.
( 5) Sobre cstc punto y otros muchos capi talcs de la época consi-
derada, \'Ïd. la conocida ohra dc JuAN SARDA DEXEUS, La política mone-
taria y las fluctuaciones de la economia esparïola en el sigla XIX, Ma-
drid, 19·18. Al momcnto critico dcscrito sc reficrcn las pags. 148-149.
lO
Así, pues, por efecto de un espejismo multitudinario, total-
mente contradictorio con el signo de la coyuntura y con la polí-
tica del Gobierno, vino a suscitarse en Barcelona en 1863 viva
dilatación de la demanda bursatil, concentrada en los proyectos
de una serie de sociedades de crédito recién fundadas, a las que
se miraba con simpatia totalmcnte injustificada•.
En 1866, la qui.ebra en Londres de «Overend Gunsey & Com-
pany» desencadenó una crisis que arrastró a otras muchas em-
presas britanicas y se propagó luego al continente. En Barcelona
este embate no habría tenido tan hondas consecuencias si la
estructura fíduciaria hubiera sida mas firme, pera, como en
1857, el menor factor desencadenante tuvo velocísimas resonan-
( 6) En s u obra La cooperazione intemazionale per lo sviluppo eco-
nonuco. Teoria e polit ica ( Padua, 1963, pag. 69), l\IAnro CAsAm, teoriza,
con mucha adccuaciún al panorama que contemplamos, en el scntido si-
guicntc:
«Un alt ro caso ahhastanza frcqucntc è la propcnsionc deli e e lassi
dirigcnti di un paesc sottosviluppato ad in ves tire all 'cstcro, onero all'in-
tcrno in attività soltant o spcculati \'C; anc he questa propcnsionc è contro-
produccntc ai fini dcllo s\·iluppo. Si tcnga presente che nci pacsi sottos-
viluppati, a diffcrenza di r¡uanto accade in quclli industrializzati, la fontc
principalc dei risparmio monctario è quella personale. Tcnuto conto del
livcllo dei rcdditi delia maggioranza e del falto che la minoranza de-
tiene purc le levc politiche, il sistema fiscale non consente infatti alio
stato un'accumulazione di risparmio di r¡ualche rilievo. D'ultro lata, la
scarsa diffusione dell'industria e sovcnte il predominio di interessi stra-
men nellc attività economiche piú remunerative e importanti
fanno Sl che i! risparmio delle imprcsc nazionali ( autofinanzia-
mento) non costituisca una fonte importante di aceumulazione.»
(cc O tro caso has tan te frecucnte es la propensión de las clascs diri-
gentes de un país suhdesarrollado a invertir capital en el exterior, o hien
en el interior en actividades súlo especulativas; esta propensiiÍn es tam-
hién contraproducente a los fines del desarrollo. Téngase presente que en
los países suhdesarrollados, a diferencia de cuanto acontece en aqucllos
industrializados, la fuente principal del ahorro monetario es la personal.
Teniendo en cuenta el nh·el de las rentas de la mayoría y el hecho de
que In minoría retiene sin emhargo las palancas políticas, el sistema fiscal
no eonsiente en realidad al Estado una acumulacilm dc ahorro de impor-
tancia. Por otro Iado la cscasa difusión de la industria y frecuentemcntc
el predominio del interés extranjero en las acti\'idades cconúmicas mas
remuncrativas e importantes hacen que el ahorro de la empresa nacional
( autofinanciamiento) no constituya una fuente importantc dc acumu-
laciiÍn.»)
li
cias que sobresaltaran a toda el mercado bursatil y excitaran al
pública a una retirada en masa de sus depósitos en los estable-
cimientos de crédito.
El 12 de mayo de 1866 suspendia pagos el Crédito Mobiliario
Barcelonés y al dia siguiente lo hacía la Catalana General de
Crédito. El temor se convirtió en panico. Los tenedores de billetes
pedian su canje inmediato por moneda metalica, y la descon-
fianza afectó inclusa a los billetes del Banco de Barcelona. Las
autoridades intervinieron dictando una serie de medidas para
suspender temporalmen te los pagos en metalico, y reducir el
canje de billetes a una cierta cantidad por tenedor, medidas
que total o parcialmente subsistieron toda el año siguiente.
El Banco de Barcelona, autorizado por el Gobierno, pidió,
para hacer frente a la nueva situación, a sus accionistas un di-
videndo pasivo del 25 por 100, elevando el desembolso de sus
acciones del 50 al 75 por 100. También la Caja Barcelonesa pedia
a los suyos un dividendo pasivo del 20 por 100 y la Caja Ca-
talana otro del 10 por 100. En total, estas demandas representa-
ban desembolsos de alrededor de un millón de pesetas.
Añadamos a esta contracción violenta de las disponibilidad es
dinerarias de los barceloneses, la succión de riqueza que habia
efectuada el Gobierno mediante emisiones reiteradas de Deuda
Pública. En mas de 386 millones de pesetas creció ésta durante
el año 1864 y en mas de 221 en el siguiente. El presupuesto na-
cional de 1863-64 se saldó con ochenta millones de déficit. La
Reina IsABEL n decía en el discurso pronunciada en la sesión de
apertura de las Camaras de 22 de diciembre de 1864: «El estada
general de la Monarquia, considerada en toda su extensión, no
es tan satisfactorio como seria de desear. Causas de varia natu-
raleza, añadia, han traida a la Hacienda pública a una situación
que requiere detenido y maduro examen».
Observemos que Barcelona era cliente entusiàstica de los
valores del Estada durante estos años, tanta que entre 1859 y
1864 se quintuplicó el caudal de los existentes, según dan a en-
tender los cupones puestos al cobro en la Tesoreria de Hacienda.
Tendremos que sorprenderno s en el curso de esta exposición de
que el ahorro barcelonés profesase mayor confianza en el zaran-
deado crédito del Estada de la época que en el que le ofrecian
las empresas industriales de la propia ciudad, punto éste que
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estimamos cardinal para la interpretación de las vicisitudes bur-
satiles que contemplamo s.
Debemos a JOHN MAURICE CLARK' la observación de que la
política de «deficit spending», financiada con el auxilio de la
emisión intensa de Deuda pública, no basta para combatir la de-
presión, y, ciertamente, el ejemplo de la España isabelina es de
excepcional fuerza probatoria en cuanto a que la desmesura en
la creación de Deuda pública ofrece el peligro de provocar la
inflación antes de que se haya reabsorbida el subempleo, y de
desanimar a los inversores privados, en términos tales que la
coincidencia de los efectos de la inflación con los del escaso nivel
de inversiones acelere, antes que suavice, la depresión.
Coincide con la crisis de 1866 un vivo aumento de la presión
fiscal. En el año 1867 comienzan a gravarse por vez primera las
sucesiones en linea directa legítima por iniciativa del ministro
Garcia Barzanallana , y se implanta también una nueva contri-
bución sobre carruajes y caballos de lujo. Al año siguiente, 1868,
nacen los impuestos sobre transportes exteriores de mercancías,
recaudados por la Administració n de Aduanas.
Es digno de nota que en el mismo memento en que se ha
operada la citada destrucción de capital en la Balsa barcelonesa,
el Estada pase de recaudar los 574'8 millones que obtuvo como
in gresos en 1866-67, a reco ger los 766'5 mill ones que proporcionó
el ejercicio tributaria de 1867-68. En este año el Estada liquidó
sus presupuestos con 132 millones de pesetas de superavit, y en
el siguiente, 1868-69, con 106'9 millones. La Ley de 30 de junio
de 1869 y reglamento de 20 de marzo de 1870 obligaran a los
industriales y comerciantes a declarar el capital que utilizaban
en sus establecimien tos y los beneficies del trienio anterior, de-
terminandose que en el caso de que no presentasen tales decla-
raciones, fuera la administració n quien estimase los productes
imponibles. Se establecieron por vez primera los Jurados Mixtos
para sustanciar las reclamacione s que se presentaran.
Con esta agudización de las exacciones fiscales coincide un
(7) Recordemos en especial su trabajo An appraisal of the tvorka-
bility of compensatory devices, en <<American Economic Review», marzo
de 1939, y mas recientemente, su memorable obra Demobilization of
tmrtime economic controls, Nueva York, 1944, sobre todo el cap. X.
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desarrollo extraordinario de las emisiones de Deuda pública'. En
el ejercicio de 1866-67 se pusieron en circulación mil millones
mas de pesetas de Deuda, con lo cual ésta alcanzó la cifra mas
alta registrada desde 1850: 5.577.124.709'60 pesetas. Otros mil
millones y pico añadiría el Gobierno del General SERRANO, ape-
nas producida la Revolución de septiembre de 1868, con lo cual
la Deuda en circulación se situó en 1868-69 en el nivel de 6.665
mill ones•.
Contemplamos, pues, como a un vir;oroso esfuerzo del Es-
( 8) El estudio de las rcpercusioncs dc la política monetaria, tribu-
taria y fiduciaria del Gobierno, en el ahorro, así como de las motivadas
en él por el manejo dc la tasa oficial de descuento, constituyc un capitulo
de nucs tro cita do lihro Las Ca jas de Alwrros barcelonesas: s u pasado,
Sit presente, Sit port·enir. Dicho capitulo se puhlicií por separado en la
«Revista dc Economia Polítican, n!Ím. 38, dc 19M, hajo el titulo de
Ancílisis de la repercusiórz de la política financiera del Gobiemo en el
rdwrro primc/o durante el siglo XIX. Nos remitimos a dichos lu¡rarcs por
lo r¡uc respecta a la hihlio¡rrafía correspondientc.
( 9) En los uStmlia Occonomica Upsaliensian, n!Ím. I, To NU Puu
ha puhlicado en 1965· su ensayo The elfects ofmonetary arulfiscal poli-
cy. A contribution to pure theory, cuyo parrafo final es del siguicnte
tenor: << \Vhen ¡rovernmcnt cxpcnrliture is increased and thc increase is
financer! hy incrcascd laxes wc sec that this has to he accompanicrl by
two more dcvices in order to cnsure that equilihrium is not disturhed in
the rcspects eonsidered as important. Firstly, taxes have to he increased
hy more than ¡rovernmcnt expcnditurc and cxccss tax rc,·enuc has to he
dcpositcd in thc ¡rovernment's account with the central hank. Secondly,
thc central bank has to huy ¡rovcrnment honds from thc puhlic, tims
¡rovcrnmcnt dcht to the puhlic has to he rcduced. While thc purchase of
¡rovcrnment honds tcnds to incrcase thc amount of money, the exccss
tax rcvenuc paid into thc govcrnment's account with the central hank
tcnds to decreasc thc amount o f money. We can casily find that the latter
tcndency predominatcs. Tims hoth ¡rovernment deht ami the amount
of money have to he redueed, while taxes have to he increased. If all this
is done in the correct proportions indicated, ¡rovcrnment expenditurc may
he increascd without affectin¡r the employment, the price levcl or thc rate
of intcrcst. As wc ha,·c alrcady ohservcd private investments will then he
unchangcd. Howevcr. as national incomc too has to he constant, private
consumption has to he rcduced hy thc sa~nc amount ~s govcrnmcnt e~
penditurc is incrcased. But, as the mar¡rmal propcnstly to ronsumc IS
less than unity, taxes have to he incrcascd hy more than govcrnm:nt cx-
penditure. The exccss of lax rcvcnue may he thou¡rht to be dcpostted at
thc central hank. This woulrl however raisc thc rate of inle-
rest. In order to h•cp thc rate of intercst constant thc central
H
tado por canalizar la circulación monetaria y reducir su velo-
cidad, contestó el pública con la búsqueda impaciente y desorien-
tada de ocasiones de rendimiento mas fecundo de sus caudales,
en forma tan inmediata que es lícita suponer que lo desmesurada
de la restricción se correspondió con lo desmesurada de la perse-
cución de ganancia por vías y modos aventurades.
Los Gobiernos, acuciados por la necesidad de dinero, no
podían encontraria ni en el país, empobrecido por las malas co-
sechas, ni en Cuba, sublevada, ni en los tributos, precipitada-
mente reducidos o suprimides por la demagogia revolucionaria.
Por ella, acudieron abusivamente a la Deuda pública y ésta se
menospreció basta extremos increíbles.
Para sanearla en lo posible, el ministro SALAVERRÍA presentó
en abril de 1876 un arreglo de la Deuda conforme al cua! sólo se
abonaría, a partir de enero de 1877, la tercera parte del interés
bank has to net by purchasing govcrncment honds from the puhlic.n
( «Cuando el gasto del Gohierno es incrcmentndo y el .incremento es
financiado por el incremento de los impuestos, vcmos que csto tienc que
estar acompañndo por otros dos recursos, en ordcn a nscgurnr que el equi-
lihrio no sen nltcrndo en los nspcctos considerndos como importnntcs.
Primcrnmcntc los impucstos dchen ser incrcmentndos mas que el descm-
holso del Gohierno y el exceso dc impuestos en las rcntas dche ser depo-
sitado en la cucntns del Gohierno en el Banco central. En segundo lugar,
el Banco central dchc comprar honos del Gohicrno al púhlico. De esta
manera la deuda del Gohicrno ante el púhlico ha dc sufrir reducciún.
~licntras la compra dc los honos del Gohicrno ticndc a incrementar el
aumcnto de moneda, el cxccso dc ingrcsos dc los impucstos pagados a la
cucntn del Gohicrno en el Banco central ticnde a hacer decrcccr el au-
~cnto dc moneda. Podcmos facilmcnte experimentar que predomina la
última tcndencia. Dc esta manera, tanto la dcuda del Gohicrno como la
cantidad dc moneda ticncn que ser reducidos, micntras que los impues-
tos dehen ser incrcmcntados. Si todo csto sc da en las correctas propor-
ciones indicadas, el descmholso del Gohicrno pucde ser incremcntado
sin afectar al cmplco, nivel de prccios, o el tipo dc intcrés. Como hemos
ohscrvado ya, la invcrsiún privada quedara cntonccs intacta. Dc todos
modos, como la renta nacional ticnc que ser constantc, el consumo pri-
vado dche ser reducido en la misma cantidnd en la cua! el gasto del Go-
hierno sen incrcmcntado. Pcro como la tcndcncin al consumo es menor
l¡tJC la unidad, los Ïmpuestos dehen ser Ïncrcmcntados en mas que el
gasto del Gohierno. El exceso de impucstos dc renta puedc ser dcpositado
en el Bnneo central. Esta tendencia en todo caso aumcntaría el tipo dc
intcrés. En ordcn a conservar el tipo de intcrés constante, e] Banco cen-
tral dcbe actuar ml1¡uiricndo los honos del Gohicrno al púhlico.n)
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que se venía pagando hasta entonces Oa Deuda al 3 por 100 de-
vengaba por ejemplo, sólo un 1 por 100) ofreciéndose a pagar la
mitad (un 1'5 por 100 en este mismo ejemplo de la Deuda al 3
por 100) a partir de 1 de julio de 1879. Esta medida determinó
un gran panico en la Balsa y en Barcelona se liquidaran en un
solo día operaciones por valor de miles de millones, se produjo
la súbita ruïna de muchos y la Bolsa quedó practicamente ce-
rrada.
Es preciso recordar que al principiar el año 1876, no era en
absoluta halagüeña la situación barcelonesa, pues los capitales
estaban retraídos.
Sin embargo, fue tan rapida la acumulación de riqueza sus-
citada por el trabajo denodado de los industriales de estos años
y tan vehemente la satisfacción con que fue recibida la pacifi-
cación alfonsina que esta crisis desembocó, sin intermedio al-
guna, en una situación de euforia brillantísima. No es casual
que ésta coincida con una política de espera y freno en la emi-
sión de Deuda y de contención en la presión tributaria que
adoptó la Hacienda pública. La fiscalidad fue intensificada en
eficacia y vigilancia, pera no en tipos, y muchos de éstos descen-
dieron, como los de la territorial rústica.
Los benéficos efectos que eran de esperar de semejante pru-
dencia se malograron en esta ocasión y en otras por el empleo
verdaderamente rudimentario que el Gobierno hizo de un instru-
mento tan valioso de regulación del crédito como es la tasa ofi-
cial de descuento. Y calificamos de rudimentario aquel «modus
operandi», porque consta históricamente que no tuvo en cuenta
otra variable ni atendió otra conveniencia que la Deuda pública.
No consta que los hacendistas tomaran en consideración la re-
percusión hondísima que las alteraciones del tipo oficial ejercían
no sólo en la circulación crediticia sino también en la modula-
ción de unas vastas actitudes psicológicas que se percibían en
toda el mercado, y de modo especialmente inmediato en el bur-
satil. Así el interés fue reducido hasta el 5 por 100 en el año 1878,
lo cual reanimó la circulación en un momento en que hubiera
convenido frenaria. La Balsa barcelonesa se sumerge en una
embriaguez que habra de culminar en la «febre d'or» y los pre-
cios tienden al alza.
Dice LINDAHL, en sus Estudios sobre la teoria del dinero y el
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capital, que «la distribución de las fuerzas productivas entre el
presente y el futura no esta determinada directamente por la
cuantía del ahorro (excepto en el caso de ahorro dentro de las
empresas), sino por los tipos de interés monetario, que son el
factor decisiva para los calculos de los empresarios. Por lo tanta,
con tipos de interés variables, la oferta de hienes de consumo
serií. la misma que antes». Así ocurrió en el panorama que con-
templamos: como la demanda se elevó a consecuencia de la crisis
de la actitud ahorrativa, el nivel de precios subió en proporción
al auge de la demanda total. Una vez mas, el ahorro barcelonés
se ilusionó con los dividendos suculentes que repartían unas so-
ciedades surgidas de la noche a la mañana y desdeñó los rendi-
mientos mas modestos de las inversiones industriales solventes.
Registramos entonces el resurgimiento de las sociedades de
crédito, como si las gentes hubieran ya olvidado la lección de
1866".
El gran novelista catalan NARCÍs OLLER, en su relato La fe-
bre d'or ha reflejado exactamente el frenesí de estos años con
estas palabras: «Los bancos y otros establecimientos de crédito ...
nacían como setas. Había uno por cada villa importante de Ca-
taluña fuese necesario o no, ni aún tan sólo viable. Había, acte-
mas, uno por cada aventurera atrevida. Se creaban otros con el
pretexto de realizar reformas o grandes obras públicas que no
existían sina en la imaginación de los proyectistas».
Entre 1 de diciembrc de 1880 y 30 de noviembre de 1881 se
fundaran doce bancos y dos sociedades de crédito en Cataluña.
Los establecidos en Barcelona fueron el de Cataluña, el Popular
de Préstamos y Descuentos, Franco-Español, Mercantil, Ibérico,
Financiero, y Nacional de Fomento. En el mes de diciembre de
1881 y las primeras semanas de 1882 surgieron aún otros doce
bancos en la región, de los que formaran parte en Barcelona el
de Fomento de Barcelona y el Universal.
La hecatombe que desbarataria semejante castillo de naipes
se produjo a mediados de 1882. Una crisis registrada en la Balsa
(lO) Dice sabiamente FONTANA (op. ci t. pag. 41) acerca de este mo-
mento: cc Un ejemplo mas del postulado que conviene tener en la memo-
ria al examinar los acontecimientos: la historia de la Bolsa no si empre
es paralela a la historia dc los recursos productivos del país, su agricul-
tura, su comercio y su industria».
li
de París -a la cual podemos considerar inserta en la coyuntura
dc baja caracterizada por KoNDRATIEFF" para los años de 1870
a 1890- espantó por un momento a quienes debían prestar di-
nero a los especuladores de la nuestra para que éstos cumplie-
sen sus compromisos a plazo. Se interrumpió así la cadena de
compras sin efectiva y los especuladores, para procunírselo, tu-
vieron que vender pronto y mal los títulos. De este modo se acen-
tuó su tendencia a la baja y ésta se aceleró locamente.
Intervinieron las autoridades, se intentó contener el panico
y aquietar a los inversores, súbitamente despertados de la qui-
mera en que habían vívida. Toda fue inútil: la alarma cundió
con tanta rapidez como antaño la fiebrc de enriquecimiento y
las cotizaciones sc derrumbaron vert.icalmente. Entre 1880 y
1883 las acciones del Banco de Barcelona pasaron de cotizarse
de 148 a serio a 84; las de la Catalana General de Crédito, de
198 a 70; las del Banco Hispano Colonial de 129 a 59.
Quizas sea éste el momento mas nleccionador del juego de
influencias mutuas de la Banca y la Balsa barcelonesas. La pri-
mera había estada alimentando las aventuras de los especula-
dores y la segunda después de haberles llevada en volandas, les
dejaba caer de súbito, mezclando en el mismo cataclismo a las
acciones de los «bancos fantasma» y las de los solventes, por no
hablar ya de los altibajos que hizo padecer al papel del Estada.
Estos últimos fueron por cierto causa de que la junta del «Bol-
sín» acordase clausuraria momentancamente en un momento
muy tenso de enero de 1884.
En esta crisis cabe situar el epilogo dc la primera época de
la Balsa barcelonesa. Sus libertades omnimodas, su alegria y su
desenfado tendrían que sujetarse ya a algún freno. Dia la pri-
mera muestra de esta necesidad la implantación de la liquidación
diaria de operaciones, con lo cual, si no se yuguló la especula-
ción, se evitó que se alimentase de sí misma y creciese desme-
suradamente.
No hay mal que por bien no venga, podían decirse mientras
tanta los capitanes de industrias sólidas, al evocar el desdén que
por ellas habían sentida los círculos bursatiles. Ciertamente, ha-
13
bían padecido hasta entonces el desvío del capital, que corría
a regar campos muy alejados del suyo, pera al advertir los des-
calabres que la avidez de los especuladores produjo en el sector
bancaria, podían felicitarse de haber permanecido al margen de
semejantes vicisitudes".
Durante 1882-83 se reduce drasticamente el volumen de la
Deuda Pública circulante y se consolida de un modo definitiva
la practica de liquidar los presupuestos con déficit, que perdu-
rara hasta fin de sigla. Durante este período, presidida por el
firme deseo de no cansar al pública y permitir una recapitali-
zación del país, varios de los tipos fiscales anteriores se rebajan,
entre ellos el de la contribución territorial, que había sida desde
1876-77 hasta 1881-82, del 21 por 100, y sera desde 1882-83 hasta
1884·85 del 16 ó el 21 por 100, según se hubiese efectuada o no la
rectificación de amirallamien to, y en 1885·86 y 1886·87, del 17'50
por 100 en rústica y del 23 por 100 en urbana.
Durante esos diez años se incrementa la creación de riqueza
aumentando a la par el producto de los tributos, sin forzar en
exceso su presión sobre los líquidos.
En el año 1885 el tipa de interés es rebajado al 4 por 100
como consecuencia de la fase de declive de la onda económica.
( 12) Puede resultar fecundo el ahondamiento en el amílisis de este
momento llevando de la mano la hipótesis de l\IoDIGLIANI (Fluctuations
in the saving-income rati o; a problem in economic forccasting, «Studies
in lncome & Wealth», vol. XI, Nueva York, 1949, piigs. 371 y siguien-
tes), scgún la cual pueden distinguirse dos especies de movimientos en
el nivcl de la renta: el secular, que según él es el movimiento lento que
eonduce a la misma a situarse por encima del nivel miis alto aleanzado
en lo pasado, y que se earaeteriza por su eontinuidad, aun euando ésta
se interrumpe en ocasiones; y el movimiento eíelieo, que eonduee a la
renta a un nivel inferior al miis alto aleanzado en el pretérito. Esta elaro
que en el momento bareelonés considerado contemplaríam os el término
de uno de los movimientos de la segunda especie, durante los cuales -y
esto es de aplicación idónea al caso- aquel autor entiende que las gentcs
adoptau una tónica de consumo modulada no por la renta actual, sino
por la cúspide que ésta tuvo en el pretérito, y, defendicndo su nivel de
vida de entonces, hacen que la curva del consumo descienda miis lenta-
mente que la de la renta.
Es sahido que la valorización de este componente socio·psieológic o
ha sido accntuada por DuESENBERRY (Income saving ami the theory of
the consumer behavior, Cambridge, 1948), autor del feliz concepto del
ccefecto de demostración».
19
Esta cuantía se mantendra, en Iíneas generales, hasta 1898. Tras
el establecimiento del proteccionismo, que contribuye a aumen-
tar la demanda de capitales, se hace imprescindible animar a los
inversionistas. El punto mas alto del tipa de interés en ese pe-
ríodo se sitúa en 1898, cuando se implanta el tipa del 5 por 100
que durara dos años.
En los años sucesivos, los carros del Bolsín, apartados de
las trapisondas anteriores, se dedicaran con manifiesto interés a
la Deuda pública que mantuvo unas cotizaciones bastante ento-
nadas, inclusa en los momentos de maxima crisis nacional.
Al venderse los títulos a un cambio bajo, la renta resultaba
todavía mas apetitosa. Los círculos financieros extranjeros lle-
vaban muchos años lucrandose con tal inversión y vigilaban ce-
losamente que el Gobierno español se abstuviera de cualquier
veleidad. «La Veu de Catalunya» de 17 de diciembre de 1899
suponía que esta seriedad del Gobierno español tenía otras moti-
vaciones que las conocidas e insinuaba que los políticos de Ma-
drid tenían relaciones extraoficiales con la finanza internacional.
La crisis de 1898 actuó sin duda como reactivo en el campo
de la economia. Los traslados de empresas de las colonias a la
metrópoli, comenzados instintivamente alga antes del desastre,
favorecieron el crecimiento y desarrollo de nuestra industria.
Tenía ésta que plantearse en tal momento la imperiosa necesidad
de movilizar el mercado interior, promoviendo en él un aumento
de la capacidad de consumo inserto en un proceso de desarrollo
económico que transformase profundamente la estructura de
España. «Ya en 1899 -escribe FoNTANA- los cronistas de Balsa
registran con sorpresa el nuevo interés por los valores industria-
les, señalando que aparecen entonces en la cotización viejas ac-
ciones que parecían totalmente olvidadas tras tantos años que
no habían sida objeto de transacción alguna». Empresas como
«España Industrial», «Maquinista Terrestre y Marítima», «Ca-
talana de Gas», «Hispano Suiza», etc., circulan por primera vez
con categoría de valores de alta cotización. La Banca se encarga
de garantizar, mediante un padrinazgo financiero de amplios
vuelos, este despertar industrial lanzando al mercado casi sin in-
terrupción emisiones de valores para satisfacer la creciente de-
manda del pública español y la avidez que siente el inversionista
20
extranjero de la «belle époque» de situar dinero en valores es-
pañoles.
No debe sobreestimarse la significación de estas inversiones
extranjeras en España y todavía menos atribuir la prosperidad
de la época a este «input» en la renta nacional. Respecto de lo
primera, importa no perder de vista las cargas financieras inhe-
rentes a aquellas iniciativas, que en cierta medida fueron satis-
fechas por los tenedores españoles que pudieron formar parte
de la masa internacional de socios u obligacionistas de aquellas
empresas. Tampoco debe pasarse por alto que en algunas ocasio-
nes diversas empresas fundadas en el exterior se convirtieron en
«holdings» de sociedades fundadas en España y succionaran
los beneficios de éstas, y aún los ahorros del pública español
que fue suscribiendo sucesivas emisiones de obligaciones, como
aconteció con «Barcelona Traction». Conduciría, pues, a graves
inexactitudes una contabilización ingenua del total de aquellas
inversiones en el activo del país".
( 13) En su citada oh ra (pñg. 70), CASA HI ex presa, acere a dc esta
actuaciún dc los intercscs extranjeros en un país en curso de desarrollo:
ccln una posizione particolare si trovano sovente gli stranicri che nel paese
wttosviluppato detengono, a qualunquc titolo, posizioni dominanti tali
da consentirc la rcalizzazionc di notevoli profitti e per tanto l'accumu-
lazione di r¡uotc notevoli di risparmio. Molto spesso sono eostoro che piu
contrihuiscono al finanziamento dello sviluppo, anche attraverso il rein-
vcstimento dei profitti. Tuttavia hisogna tener conto che le decisioni di
investimcnto degli stranicri sono solo casualmente conformi alie csigcnze
dello sviluppo del paesc e vengono eomunque adottate in centri al di
fuori di quelli interessati alio sviluppo stesso. In ogni caso, e nell'ipotesi
migliore, questa diversa propcnsione all'invcstimento da parle dei gruppi
stranicri e delle classi dirigenti locali tcnde ad accrcsccrc l'influcnza dei
primi sull'economia del paesc.,,
«(En una posició u particular sc cncuentran frecuentemente los ex-
tranjcros que en el país suhdcsarrollado tienen, a cualquicr titulo, posi-
ciones dominantes talcs que pucden consentir la rcalizaeión dc impor-
tantes ganancias y por tanto la acumulación de cuotas importantcs dc
ahorro. Muy a menudo son estos hombres los que mas contrihuyen al
financiamiento del desarrollo, incluso a través de la reinversión dc la
ganancia. Sin embargo, hay que tener en cuenta que las decisiones de
inversiím de los cxtranjeros son sólo casualmente conformes a las exi-
gcncias rlcl <lcsarrollo del país y son de todos modos adoptadas en ecu-
tros extcriores a aquellos interesarlos en el mismo rlcsarrollo. En todos
los casos, y en la mejor hipótesis, esta diferente tendencia a la inversión
por parle de los grupos extranjeros y de la clase dirigentc local ticndc
a acrecentar la influencia de los primcros sohrc la economia del país.n)
21
Comenta la Intervención General del Estada en el volumen
dedicada a estudiar la liquidación de los presupuestos de
1890-91:
«Resulta de la demostración precedente que el 52'72 por
ciento de los aumentos lo absorben la Deuda pública y las aten-
dones de Clases pasivas, que tienen el mismo caràcter: el 26'06
las fuerzas armadas, Guerra, Marina y el Cuerpo de Carabineros,
quedando el 21'22 para los demas servicios. Esto explica las di-
ficultades de todos los Gobiernos para reducir los gastos pú-
blicos, porque si se exceptúan los de la Deuda y los del Ejército
y Armada, el aumento que han tenido es de escasa importancia,
si se compara con el desarrollo adquirida por la agricultura, la
construcción de los ferrocarriles, carreteras, puertos, faros, cana-
les y demas obras públicas; la apertura de las redes telegrúficas
y telefónicas, con el desarrollo del servicio postal, con la reorga-
nización de los Tribunales, y, finalmente, con la cuantía de los
ingresos, que exigen para su realízación crecidos gastos».
Señalamos este parrafo de resumen con especial atención,
porque en él se refleja el momento culminante de las peculiari-
dades de la estructura presupuestaria anterior a la reforma de
Villaverde: la carga financiera de la Deuda impera sobre el to-
tal de las demas obligaciones y se dedica mas de la mitad del
residuo a atenciones militares. Lo que actualmente se denomi-
naria desarrollo cconómico y social del país sólo puede ser pro-
movido desdc el presupuesto con el 21 por 100 de la cuantía del
mismo, como maximo.
La reforma tenía como principal objetivo reducir los gastos
públicos en cuanto fuese posible, ajustar y perfeccionar los im-
puestos y dar solución a su cortcdad con redobladas emisiones
de Deuda pública. Don Raimundo Fernandez Villaverde ha pa-
sado a la historia como ministro de Hacienda del gabinete pre-
sidida por Don Francisco Silvela. Su primera decisión im-
portante acaeció en mayo de 1900, al lanzar a la calle una emi-
sión de Amortizable al 5 por 100, de 1.200 millones de pesetas,
que se utilízaron para reintegrar anticipos del Banco de emisión.
Dia solidez a las diversas formas de Deuda flotante y nuevas
bases a la Hacienda pública a través de sus 22 proyectos tri-
butaries.
22
En el discurso de 17 de junio de 1899 exponía claramente
su visión de la situación económica y financiera, al decir:
«No hay mas que comparar la cifra del comercio exterior
en 1850 con la misma cifra de 1897 para darse cuenta de dos
casas: del portentosa aumento de la riqueza del país y de que
semejante desarrollo no se ha reflejado en la riqueza del Es-
tada; que no existe el paralelismo necesario entre la riqueza
general del país y la riqueza pública».
Las reformas de Villaverde alcanzaron pronto el resultada
ambicionada por éste: la reaparición de los superavits en la li-
quidación de los presupuestos. En 1900 se inicia un progreso
de auge recaudatorio que no ha cesado desde entonces. Aparte
la aparición del impuesto de utilidades -que comenzaría a pro-
ducir unos cien millones anuales- se ele-,ró de modo considera-
ble el producto de los monopolios y demas servicios explotados
por la Administración. Los impuestos ya existentes (contribu-
ción industrial, de comercio, cédulas personales, derechos reales,
etc.) produjeron resultades mas pingües que antes.
Debemos señalar atentamente que la primordial aplicación
de los incrementos de impuestos se destinó a sufragar los pagos,
constantemente en aumento, sin contraprestación material, que
el Estada se vio obligada a sobrellevar (cargas de la Deuda y
pensiones) y que, por consiguiente se frustró cualquier resultada
redistribuidor de la riqueza que pudiera esperarse de la acción
fiscal.
Una vez superada esta fase crítica el tipa de interés tiende
a seguir la tendencia internacional y baja en 1900 al 3'5 por
100, siguiendo la política de estabilización y deflación que sigue
el Gobierno español durante algunos años. Esta actitud coincide
con un gran momento del ahorro barcelonés.
En 1903 el tipa de interés se eleva ligeramente quedando en
un 4 por 100. Es en este momento cuando empieza a debilitarse
la curva ascendente del ahorro y se inicia un descenso. A partir
de 1913 aumenta nuevamente el tipo de interés que se fija en
un 4'5 por 100, de acuerdo con la tendencia alcista internacional
y la fuerte tensión europea en el período que precede a la Gran
Guerra, motivo por el cual el ahorro conoce una de sus épocas
mas deficitarias, dandose una superioridad de muchos millones
de pesetas en los reintegres sobre las im posiciones.
23
Durante el primer decenio del sigla se establecieron nuevas
empresas, no sólo dentro de los sectores tradicionales, sina en
nuevas ramas de actividad llamadas a representar función de
«leading sectors». La expansión que se percibió en la industria
catalana en el espacio de estos diez años puede comprobarse
examinanda la lista de las grandes sociedades anónimas cotiza-
das en la Balsa.
En el año 1898-1899 encontramos las siguientes empresas:
España Industrial, Maquinista Terrestre y Marítima, Cata-
lana de Alumbrado por Gas, Propagadora del Gas, Sucesores de
Fabra y Portabella y Sociedad de Material para F. C. y Cons-
trucciones.
Diez años después, en 1908-1909, hallamos en la misma lista,
aparte de las ya citadas anteriormente, las siguientes sociedades:
Hilaturas Fabra y Coats, Sucesora de Cuadras y Prim, In-
dustrial Hispano Alemana, La Unión Metalúrgica, La Hispano-
Suiza, Unión Vidriera de España, Sociedad General de Artes
Graficas, Fabril de Carbones Eléctricos, General Azucarera de
España, La Energia, Gas y Electricidad, Electro-química de Flix
y Compañía Barcelones de Electricidad.
Por primera vez en nuestra historia se esta empezando a
estructurar un importante sector metalúrgico, y amanecen dis-
puestas a desempeñar un trascendente papel, las nuevas empre·
sas de producción de energia eléctrica.
La posibilidad de que las Deudas especiales fueran conver-
tidas en nueva Renta perpetua interior al 4 por 100, dio en el
última año del sigla XIX, el 1900, un fuerte impulso a las coti-
zaciones de fondos públicos (Aduanas, Amortizable, Cuba, Fili-
pinas). Comenzó así una corriente de alza que se extendería a
los valores particulares. Por entonces se fusionó el Ferrocarril
de Francia con el de M.Z.A., pasando las acciones de aquella So-
ciedad a ser propiedad de ésta. En marzo se produjo una espec-
tacular alza (20 enteros) del Banco Hispano Colonial, a conse-
cuencia del rumor de que se le había designada para efectuar
la conversión proyectada de las Deudas coloniales en Renta
interior.
En vísperas de la primera Guerra mundial, la fiebre de ar-
mamentos que reinaba en Europa acarreó una crisis dineraria
que no pudo por menos que reflejarse en los medios bolsistas
españoles. En España el Tesara emitió un empréstito de 75 mi-
llo?es al 3'5 por 100, cuya suscripción fue en extremo laboriosa.
La cortedad de numeraria impedía que la tónica de nuestra
Balsa subiera, pera al fin ascendieron los valores ferroviarios, y
el optimismo empezó a contagiarse a los otros, optimismo que
entró en pugna con las presiones contrarias de París, donde rei-
naba una auténtica psicosis de guerra. El desequilibrio de la
Balsa parisiense y la intranquilida d ya reinante, prevalecieron
a la postre sobre nuestra relativa euforia bursatil y se originó
aquí un verdadera panico. Consecuencia fue la suspensión de
pagos del Banco Hispano Americana, la caída de los valores es-
tatales, etc ...
Al comenzar el verano de 1914 la situación internacional co-
menzó a anubarrarse, y de ella se resintió la contratación barce-
lonesa: cundían los problemas de Oriente, había guerra en Mé-
jico, se padecía crisis financiera en la Argentina, y, finalmente,
se registró el atentado de Sarajevo y el estallido del conflicto
austro-servia y con él, el planteamient o de la primera Guerra
mundial. La sacudida perturbó basta tal extremo la mecanica
de las liquidaciones y la situación se hizo tan insostenible, que
la Balsa barcelonesa tuvo que cerrar en agosto, al igual que lo
hicieron todas las de la Europa occidental (sólo siguió abierta
la de Madrid). El Casino Mercantil, que venía actuando por su
cuenta, estableció cotizaciones al margen de la Balsa oficial,
pera los cambios fueron rechazados.
Se estableció entonces el Cuerpo de Agentes de Balsa, que
no bastó para encarrilar el trafico pues no encontró apoyo en
el pública. Paralelament e y con afanes semejantes se constituyó
en Barcelona el Mercado Libre de Valores, con lo que se creó
una dualidad que no hizo sina entorpecer el negocio, ya que no
había plataforma dineraria bastante para el quehacer de los dos.
Es significativa del malestar reinante el fracaso del empréstito
al 4'50 y 4'75, emitido en obligaciones del Tesara por valor de
750 millones de pesetas a fin de cubrir los atrasos de la Hacienda
en los últimos años; este fracaso llevó al Ministro de Hacienda
a solicitar la dimisión.
En la Balsa de Barcelona se conoce con el nombre de «ma-
tanza» la autorización gubernament al para fijar un cambio re-
gulador en orden a la liquidación de todas las operaciones. La
decisión la tomó el Casino Mercantil el 24 de agosto de 1914, en
vista del colapso producido por los acontecimi entos internacio-
nales. Esta modalidad de liquidación forzosa no perjudicó sólo
a un restringida grupo de bolsistas, sina que el mas afectada fue
el pública que compraba valores a los «doblistas» ". Las pérdidas
ocasionada s se estimaran en unos 11 millones.
Por Real Decreto de 26 de marzo de 1915 se creó la Balsa
Oficial de Barcelona. EI preambulo proclamab a la necesidad
de la Balsa oficial: «En Barcelona, la ciudad mas industrial y
mercantil de la nación, esa institución con caracter oficial no
existe; los inconvenientes y los males que de esa falta derivan
se han puesto de relieve no pocas veces, pera nunca se acusaran
con tanta energía como con ocasión de la guerra europea ... ».
Esta medida tuvo por germen la protesta de los Bancos de Ma-
drid, de Castilla y Español de Crédito, que llevaban doble en
Barcelona y se rebelaron contra la «matanza» . Por tal vía llegó
oficialmen te a oídos del ministro de Hacienda que en Barcelona
habían estada actuando los «doblistas» los cuales no habían lle-
vada a cabo sus operacione s en forma reglamenta ria y cometían
por ende unas defraudaci ones fiscales que las autoridade s se
dispusieron a reprimir.
A causa de la «matanza» de 1914, terminó la existencia del
Casino Mercantil, sucesor del Bolsín Catalan, y apareció como
continuado r suyo el Mercado Libre de Valores, donde se especu-
laba sin reglamenta ción alguna, pues inclusa los corredores
operaban por cuenta de sus clientes sin cursar pólizas. EI M. L.
V. fijaba sus actividades en el artículo 1~ de sus esta tu tos: « ... Se
constituye ... por tiempo indefinida, un Centro o Sociedad ... cuyo
primordial objeto es fomentar el Mercado Libre de Valores mo-
biliarios, facilitando a sus socios la liquidación de las operacio-
nes bursatiles que practiquen y, en general, defender los intere-
ses económicos y comerciale s de sus asociados, en cuanto guar-
den relación con el objeto social». La especulació n se centraba
por entonces en el 4 por 100 interior. La Banca controlaba su
( 14) V éase a es te respecto In obra del Dn. D. ANTONIO RooR!GUEZ
SASTIIE, Operaciones de Balsa, <<Revista de Derecho PrivadaJJ, Madrid,
19H, especialmen te el capítula VI titulada «Las operaciones dc doble
o reporten, ohra a la que sc hncc rcfcrcncia en la dc HJLFEIIIHNG, El
capital firwrzciero, Madrid, 1963, p. 159.
26
actuación graduanda el lanzamiento al mercado de valores pro-
cedentes de cuentas de efectos a las cuales nos referiremos en
seguida.
El síndica de la Balsa de Madrid, don Agustín Pelaez, inició
una investigación del mercado bursatil barcelonés. Se llegó en
el curso de las gestiones a un acuerdo en virtud del cual las
operaciones a plazo hechas por agentes, se liquidarían en la Bol-
sa oficial, y las demas en el Mercado Libre.
El 14 de julio de 1915 se celebró la primera asamblea de la
Asociación del Mercado Libre de Valores, y se constituyó el Co-
legio de Agentes de Cambio y Balsa de Barcelona. Al día siguien-
te se inauguró la Balsa oficial.
La comisión creada entre las dos instituciones rivales re-
dactó en 1916 un acuerdo dividida en quince puntos, cuyas con-
clusiones generales son las siguientes:
- Existencia de una Balsa única, aunque se permite la au-
tonomia de las entidades «Colegio de Agentes de Cambio
y Balsa» y «Asociación del Mercado Libre de Valores de
Barcelona».
- Habra un solo corro en el que podrim operar ambas ins-
titucioncs. Las operaciones seran incluidas en la cotiza-
ción oficial.
- El Mercado Libre publicara una revista («Revista Mer-
cantil») y en ella colaboraran miembros de las dos en-
tidades.
- Los socios del Mercado Libre no seran mas dc 400.
- Se unifican las fechas de liquidación.
- Se reglamenta la designación de mandatarios.
Procede, antes dc pasar adelante, referirnos aquí al tema de
la Hamada cuenta de efectos, que tiene honda conexión con las
peculiaridade s del movimiento de nuestra Balsa, en la época que
consideramos . El dictamen editada por la Balsa de Madrid en
1935, hajo el titulo de La cuenta corriente de efectos o valores
de un sector de la Banca catalana, recoge los pareceres de varios
jurisconsulto s a quienes se los solicitó la Junta Sindical del Co-
legio de Agentes de Cambio y Balsa de la capital.
Del dictamen formulada allí por el DR. DoN ANTONIO RonRÍ·
GUEZ SASTRE recogeremos las conclusiones 4.', 5.' y 6.', donde se
')-
-1
recusaban enérgica y fundadamente las manipulaciones perpe-
tradas a base de aquella injustificada figura de contrato de cuen-
ta corriente de valores. Dice así: «Las cuentas corrientes de va-
lores o cuentas de efectos, tal y como se han venido practicando
por un sector de la Balsa catalana, no son contratos de cuenta
corriente. Los Bancos y banqueros, por razón de aquellas cuen-
tas, no pueden estimarse autorizados para el uso que han venido
haciendo de los valores que recibían de su clientela. Los balan-
ces formalizados por aquellos bancos y banqueros ocultan haber
cambiado o dispuesto de dichos valores». Los abusos que se hi-
cieron de las facilidades de maniobra que proporcionaba esta
llamada cuenta de efectos redundaran en desprestigio, y a veces
en quiebra, de ciertos bancos, y desde luego, en frecuente fraude
del propietario de los valores y del Fisca.
En 1919 comienza una verdadera fiebre de especulación con
monedas extranjeras, aprovechando el cambio bajísimo, a con-
secuencia de la guerra, dc marcos, francos y liras. Los especula-
dores compran sobre toda moneda alemana. La obsesión por
tales operaciones produjo una paralización del movimiento bur-
satil. Esta fiebre era calificada por Economia i Finances (enero
1920) como «la bogeria del públic en fer-se ric amb petit esforç»".
Participaran de modo sobresaliente en estas actividades las ela-
ses mas humildes, a cuya desorientación volveremos a referirnos
en seguida. Al fin llegó una Real Orden, siendo ministro de Ha-
cienda el señor Bugallal, por la que se regulaba esta clase de
operaciones, limitando la adquisición de divisas. No se logró de-
tener en absoluta, empero, la especulación y la situación no
quedó remediada en lo mas mínima.
Los traficantes en las citadas divisas abandonaran los mar-
cos (cotizados a 0,06 pesetas en la se~unda quincena de 1923)
( 15) Este pensamicnto pUl•de ser pucsto en relacicín con el graciosa
y pcnctrantemcnte cxpresaclo por el Excmo. Sr. Dr. D. MANUEL FRAGA
lntnAHNE, en su discurso dc reccpción como Académico corrcspondicntc
cic nm•stra Corporación, en la scsión dc 3 dc mnyo dc 1962, que vers(,
sohrc el tema cic Política y Economia. Decía el hoy Ministro de lnfor-
maciún y Turismo: «Un indio holiviano, y en mcnos me dida un labrador
siciliano o un serrano andaluz, ticnen que aumentar su instrucción; han
de srntir un mínim o dc clcscontento con su modo de vida tradicional;
han dc lo¡rrar una fc en la posihilidacl de pro~resar, y cllo por medios
racionales (no a través dc la lotcría o cic un hijo torero, ctc.)ll
28
para fijarse en· otras monedas mas fuertes. Así, la corona che ca
experimentó un alza súbita y espectacular: desde 10'69 pesetas
las 100 en enero de 1922 a 20 un año mas tarde (el cambio maxi-
mo se registró en noviembre: 26'29 pesetas).
También se registró ese año una baja de la peseta. Durante
la guerra, la balanza comercial había arrojado superavit en cada
año. Terminada el conflicto, comenzó a darse el caso contrario:
después de 1918, las divisas adoptadas como tipos de financia-
ción internacional fueron el dólar y la libra, con lo que se pro-
dujo en nuestras Bolsas una demanda de dichas monedas que
no tenía equivalente en la de la nuestra registrada en las Bolsas
de Nueva York y Londres. Esta baja tuvo, empero, sus ventajas,
puesto que sirvió para estimular la exportación; así se dia cierto
fomento, ciertamente enfermizo, a la industria textil catalana,
la cual vendió en el extranjero a precios mucho mas bajas que
los otros países productores.
La crisis cuyo rastro estamos siguiendo desde el fin de la
guerra, alcanzó su culminación en 1924, año en que acabaran
de hundirse los negocios de los especuladores y no pocas indus-
trias aparentemente sólidas, sobre toda en el sector textil, que
no se había preocupada de adaptarse a la tónica de normalidad.
La peseta fluctuaba al compús que dictaba la guerra de Marruc-
cos.
El año 1929 fue el de gran crisis. Avancemos, no obstante,
que ésta no dejó sentir sus efectos en España mas que de re-
chazo, como reflejo de lo que sucedía en las Bolsas norteameri-
canas y europeas. Barcelona se ocupaba en la organización de la
Exposición. Gracias a ella, experimentaran auge los valores es-
tatales y los transportes urbanos porque se previó gran afluencia
de visitantes con motivo del certamen (entre éstos, es impor-
tante señalar la novedad del Funicular de Montjuich, proyectado
con motivo de la Exposición). A pesar de la propaganda exterior
adversa al certamen, el dinamismo que de éste irradiaba logró
mantener la vitalidad bursatil, durante el verano, en el que no
se produjeron las bajas acostumbradas en períodos de vacacio-
nes. Las cotizaciones se sostuvieron entonadas inclusa en un ma-
mento dada, una breve alza de Tabacos de Filipinas dia la señal
para un ascenso general. Una característica «vedette» de esta
época fue la CHADE, que luego de un período de inmovilidad
subió en poca tiempo nada menos que 60 enteros. La prosperidad
de la empresa permitió augurar todavía mayores subidas. La
subsiguiente baja, iniciada una vez mas por las ferroviarias,
enlazara con la provocada por la onda dc depresión interna-
cional, con el «crac» de Nueva York y de Bruselas, el cierre de
Bancos en Alemania, el retroceso del precio internacional del
caucho, cstaño y cinc, la crisis de la industria del rayón, etc ...
A toda esta habia que añadir diversos factores internos: proble-
mas del futura política del país, la progresiva baja de la peseta,
etcétera ...
El de 1930 fue un año fatídica para todas las Bolsas, las
cuales sufrieron verdaderes colapsos. Su reflejo en Barcelona
encontró dos coadyuvantes específicos: uno política, determina-
do por la caída de la Dictadura y la instauración de un nuevo
gobierno que mostró no ser capaz de devolver al país la quietud
pública, y que retiró el apoyo a varias empresas que sc sostenían
gracias al Estada. El otro factor acumulada a aquella tesitura
basica fue el monetario: el progresivo envilecimient o de la pe-
seta hizo dirigir la mirada de los inversores a las divisas extran-
jeras, y, en general, a los valores de renta fija, en detrimento
de las acciones. La interacción de estos ingredientcs trajo como
consecuencia las perturbacione s mas raras e imprevisibles.
La situación con que el año 1931 comcnzó no podia ser mas
desalentadora . Los valores ferroviarios que habian permanecido
mas o menos inmóviles, cayeron vertiginosame nte por efecto de
las dificultades de los Andaluces, la reducción de los beneficios
en los Alicantcs, los problemas de aumento de salarios al perso-
nal, etc ... Este cúmulo de factores vino de repente a rom per la
leyenda de la imperturbabil idad de los Ferrocarriles, y la teoria
de que no podian fallar por ser el valor mas segura. Fue conse-
cuencia de su depreciación el paso a posiciones mas relevantes
de los valores de renta fija, sobre toda los municipales. Cuando
el mercado comenzaba a rehacerse, e inclusa cundia el optimis-
ma, sobrevino la caida de la Monarquia. EI acontecimien to tuvo
una repercusión alentadora en el mercado bursatil (pese a que
hubo baja de los fondos públicos), porquc se confió por un ma-
mento en que el nuevo Gobierno corregiria la política económica
de los anteriores. La quema de conventos en mayo de 1931 pro-
dujo penosisima impresión y frustró este optimisme inicial. El
30
malestar se prolongó hasta el otoño. En general, puede decirse
que el movimient o bursatil estuvo modulada ese año por el pro-
blema monetario (con el acontecimi ento maximo de la caída de
la peseta) y el paro forzoso (400.000 parados). Bajaron las Ferro-
viarias y los valores industriale s tenidos por típicament e inamo-
vibles.
Los problemas de la Balsa siguieron en 1932 centrades en
als peligrosas fluctuacion es de la peseta (con su baja final). El
proyecto de ley ferroviaria , que tendía a modificar el régimen
de amortizaci ón de las obligaciones emitidas por las Compañías ,
determinó también la baja de valores. El período que se extiende
hasta el estallido de la guerra civil, estuvo practicame nte con-
dicionada por las vicisitudes políticas. El progresivo traspaso de
servicios del Gobierno central al autónomo, no tuvo las benéficas
consecuenc ias económica s esperadas aunque los valores de la
Gencralida d siempre fueron los mejor sostenidos. Se mantuvie-
ron los industriale s (CHADE, Energía Eléctrica de Cataluña,
Catalana de Gas y Electricida d, Cros, las nacientes compañías
constituida s para producir películas sonoras, etc.). De todas for-
mas, la Balsa llevaría hasta 1936 una vida precaria, subordinad a
a los vaivenes políticos internes y externos.
Al término de este rapida basquejo externa, es lícita pre-
guntarse si el material considerad a permite la construcció n de
un analisis cuya validez dé Jugar a aplicacione s instructiva s, y
de modo mús concreto, si poseemos una plataforma suficiente
para intentar acomodar este panorama de hechos a los esque-
mas cíclicos que su fluctuación hacia el alza y la baja, la euforia
y el abatimient o, parece demandar.
Hemos de confesar, ante toda, que el experiment o teórico
de encajar estas paginas de la historia bursatil barcelones a en
el majestuosa aparato de unos ciclos tales como nos lo propone
la teoría contemporf mea, podra redundar en el mejor caso en
una creación de gabinete dotada de cierta vistosidad externa,
pera su frialdad inhumana nos privara de extraer nociones apli-
cables a nuestro vivir cotidiano.
Por lo demas, las técnicas de buen número de maestros de
la teoría de los ciclos se aplican primordial mente a períodos de
breve duración, y por tanta resultarían violentadas si las obli-
gasemos a dar sentencia sobre el amplio espacio que hemos
31
considerada. Así ocurre con los modeles teóricos de SAMUELSON
y sus seguidores, e inclusa con aquellos susceptibles de ser con-
frontades con series estadísticas mas !argas, como los de TIN·
BERGEN y COLIN CLARK. Ni siquiera los métodos de HICKS, por
eclécticos que resulten y mas propicies a conciliar los factores de
orden endógeno y exógeno, fusionando los elementos dinamicos
del període corto de SAMUELSON con la teoría del crecimiento de
HARROD, se prestan facilmente al planteamiento de nuestro tema.
La escuela que nos parece mas benévola a tal efecto es la
de KALDOR", en la cual se estiman como causa del desarrollo
de los cicles, las alteraciones de valores de las variables, y se
permanece fiel a la teoría del equilibrio, la cual nos parece de
aplicación mas sencilla e instructiva a un cuadro de desarrollo
incipiente como era el de la Barcelona del sigla pasado y princi-
pies del actual.
Nos complace también en el pensamiento de Kaldor la aten-
ción que dispensa a los aspectes cualitativos de la relación entre
el ahorro y la inversión, los cuales son de excepcional relieve
en una panoràmica como la barcelonesa, teñida primordialmente
por elementos de tipo psicológico y sociológico, ajenos a la pura
mecanica económica. Tal es el matiz que distingue precisamente
a la conocida diferenciación que formula este autor, secundando
ideas de Hicks, entre los ritmos del mercado de obligaciones a
largo plazo y el mercado de títulos a corto plazo, y la Humina-
dora definición del empréstito a largo plazo como combinación
de un empréstito a corto plazo con una serie de transacciones
reiteradas que van renovando y consolidando aquel acto.
Lo que ocurre, a los efectes de la Bolsa de Barcelona en la
centuria que estamos examinanda, es que, por curiosa paradoja,
la función de las obligaciones a largo plazo estuvo aquí repre-
sentada por las acciones de las sociedades industriales, las cua-
les fueron adquiridas por personas que les confiaban sus ahorros
en la advertencia de que durante un període prolongada los
mismos quedarían inmovilizados y retenidos por el proceso de
( 16) Cfr. su artículo Mr. Hicks on the trade cycle, en C<Economic
Jo urna!», 1951, p. 833-817. lgualmente J. R. HICKS: A cmztribution to
the tlwory of the trade cycle, Oxford, 195·1, y R. HAnnoo, Towards a
rlynamic economy, Londres, 1948. Son algo anteriores (1940) las Candi-
tions of economic progress, de CoLIN CLARK.
32
desarrollo de las industrias. En cambio, durante largos decenios
los fondos públicos y los de sociedades de tipa financiero, cuyo
agitada curso hemos examinada, representaran, en contra de su
propia significación esencial, la función de inversiones a corto
plazo, radicalmente coloreadas por un tinte especulador.
El mencionar tal palabra en el curso de estas consideracio-
nes nos obliga a plantearnos por un minuto el encasillamiento
que efectuamos del hecho de la especulación en la mecanica fi-
nanciera de tal época. Secundando también a Kaldor, afirmamos
que este factor constituye la causa y la determinación de la de-
sigualdad entre ahorro e inversión que se ha traslucido cons-
tantemente en los fenómenos que hemos vista. El propio Kaldor
tiene dicho: «Mientras persista una desigualdad entre ahorro
e inversión, los stocks especuladores deben crecer sin tregua
(o disminuir según el caso) y este proceso no puede continuar
indefinidamente».
La especulación constituyó, pues, no solamente una enorme
merma del caudal de ahorro que hubiera podido y debido apli-
carse a una sana inversión, sina la causa determinante de que
se produjesen las crisis que hemos considerada, porque eviden-
temente ninguna economia, y menos la barcelonesa de la época,
contaba con riqueza suficiente para mantener una especulación
devoradora e insaciable, y nutrir a la vez de ahorro, siquiera
fuese en las proporciones mínimas, no ya al desarrollo sina ni
siquiera al sustento del quehacer de base 11 •
(17) Tienc especial oportunidad en cstc punto, por encima de la
diferencia de ocasión y dc fccha, el pensamicnto cxprcsado en su dis-
curso ante las Cortes del Reino, de 28 de julio de 1959, por el entonces
Ministro dc Hacienda, D. MARIANO NAVARRO Rumo, hoy Gobernador
del Banco de España, don de afirmó: «La economía tienc poc o de no-
minalista. La economía se apoya en valores fundamentales, reales, con-
cretos. Precisamente por eso, cuando sc introduce en la cconomía algún
clemento nominalista como el dinero o el crédito, existe como una especie
de velo que im pide ver el verdadero fondo del problema y hay quien manc-
ja el dincro y el crédito como si fueran valores abstractos, como si no
cstuviesen sujetos a las leyes fundamcntales que claramente sc aprecian
y se comprcndcn cuando sc trata de los hienes físicos y realcs que re-
presentan. Animados por las fuerzas operativas que tanto el dinero como
el crédito tiencn, existe una clara propensión a desorhitarlas y a pre-
tender que a través de ellos sc hagan milagros, los milagros que se pueden
hacer cuando, descorrido el velo monetario o fiduciario, la rcalidad sc
33
La palabra especulación, junta a su significada técnico es-
tricta, esta impregnada de unos juicios de caracter estimativa,
muy propicias a desembocar en sentencias de pretensión moral.
No caeremos en elias. Señalaremos que la desorientación, el alu-
cinamiento del pública de antaño, estaban causados por dos
grandes factores que no le son imputables en modo alguna: en
primer término, la total ausencia de una información del inver-
sionista, y de que este defecto ha llegada hasta nuestros días en
mayor o menor grada es prueba la atención que le dedicó el
Congreso de Inversión Mobiliaria, no ha mucho celebrada en
Barcelona; y en segundo lugar, la falta de intermediarios fi-
nancieros de la solvencia técnica y moral de las Cajas de Aho-
rros" y la Banca del díade hoy.
Un tercer factor podría aún añadirse: la escasez de una re-
compensa ordenada, mesurada y satisfactoria para el ahorro,
escasez especialmente angustiosa en una época en que las gentes
tenían todavía mayor fe en la posesión de numeraria concreto
que en la de fabricas y talleres, por no hablar ya de la participa-
ción accionaria en ellos.
De este problema, huelga mencionarlo, han llegada hasta
nosotros secuelas y ecos lo bastante concretes para que las re-
dentes disposiciones del Ministerio dc Hacienda en tal materia
se propongan ofrecer al ahorro estímulos y satisfacciones con-
vincentes a fin de que tenga motivos para dejar de serio, y con-
nos presenta tal como es, con la cantidad dc l1iencs que rcalmentc cxis-
ten, con el trahajo que efcctivamcntc sc rcaliza, con las posibilidadcs
que únicamentc se prcscntan.>>
(18) En su conferencia pronunciada el dia 13 dc mayo de 1963,
en el li Ciclo de confercncias sohrc tcmas dc Invcrsiim llursiítil, orga-
nizado por el Cole~io de Agcntcs de Cambio y llolsa de esta ciudad, Don
Lurs CoRONEL DE PAL!\TA, director del Instituto de Crédito dc las Cajas
de Ahorro, scñaló: cc Las Cajas de Ahorro han mantcnido siempre que la
propicdad privada es la basc material sobre la que se afirma en parle
la pcrsonalidad humana. Creen que hay que estimular y crear una pro-
piedad y de ahí que se haya invitado a los ciudadanos a dcpositar el
ahorro, para formar un capital sobre el que construir una indepcndcn-
cia cconómica, y esta indcpcndcncin cconómica, que es proclamada por
los Principios del Movimiento, viene a ser también soporte dc una con-
cepción política de la lihertad del individuo asentada sohrc la hasc dc
la propiedad individual.»
3t
vertirse en un acta de consumo o de especulación, a la des-
esperada.
Junta a los sempiternes profesionales es importante e ilus-
trativo advertir que figuraran siempre, entre las filas de los es-
peculadores bursatiles mas atrevidos, indocumentades y audaces,
los menestrales, los empleados, los pequeños ahorradores. ¿Qué
financiero de altura se pilló los dedos comprando marcos alema-
nes después de la I Guerra Mundial? Lo propio puede predicarse
de los movimientos especuladores mas antiguos que hemos
examinada. De aquí, se deduce una coincidencia casi exacta de
origen y protagonistas entre especulación y ahorro, y un distan-
ciamiento penosa, perjudicial basta lo extremo, entre la gran in-
dustria y el pública, que sólo en los últimos lustros se ha corre-
gida en notable medida.
Determinadas estas posturas del pública, la moraleja que
puede deducirse es tan obvia que no procede extenderse en pon-
deraria, como tampoco sería tolerable que me permitiese cerrar
estas consideraciones descriptivas con otras de caracter progra-
matico que estan totalmente fuera de mi capacidad, y que se
saldrían abusivamente de la única intención que me ha estimu-
lada a la audacia de fatigar tanta su atención: es decir, el pro-
pósito sucinto de ofrecer a esta Academia mi primera prueba
de una humilde voluntad de pesquisa y estudio que, con vuestra
aleccionadora compañía, dara acaso en el curso de los años fru-
tos mas estimables.
DISCUHSO DE CONTES TACION
POR EL ACADÉMICO NuMERARIO
39
facetas características de su personalidad y aquélla de la cual
nuestra corporación podra sacar mas provecho.
Quiero decir que si el legado europea y el ideal de robuste-
cerlo y actualizarlo postula de suyo una armonía, una serenidad,
una amplitud de miras y propósitos, convendremos todos en que
sus devotos aspiramos a la consecución de estas virtudes, y de
haber adelantado gran trecho en ella, es ejemplo nuestro nuevo
compañero, cuya figura y biografía me sería difícil resumir en
unas etiquetas concretas, como propias de un casillero rígida.
Su Hamada al sena de esta Real Academia, obedece evidente-
mente a la excelencia de sus trabajos en el ambito de la Histo-
ria Económica, y precisamente la adopción de esta línea de es-
tudíos, demanda y acredita la anchura enorme, no sólo de docu-
mentación, sina de disposición mental proyectada a la vez hacia
los enigmas y oscuridades del pasado y las inquietudes y apeten-
cias del mundo contemporaneo.
Hoy entra en nuestra Real Academia un gran investigador,
un infatigable y riguroso historiador de la economía, discípulo
aventajado de los Uorados maestros Vicens Vives y Torres Mar-
tínez.
En virtud de esta ambición de captaria de modo en extensa,
nuestro compañero no se contentó con adueñarse de los ya co-
piosos conocimientos y aptitudes que engendra el haber llegada
al Doctorada en Filosofía y Letras, que obtuvo en 1952 en Ma-
drid cori la calificación de Sobresaliente, sina que inmediata-
mente después se propuso agregar a su instrumental científica
el deparada por un nuevo Doctorada, el de Derecho, que obten-
dría en nuestra Universidad en 1957, con la maxima calificación,
como aquél, baja los auspicios de otro inolvidable maestro y
amigo, igualmente desaparecido para tristeza de la ciencia es-
pañola, Don Manuel Ballbé. Y al propio tiempo, llevada por una
insaciable sed de saber y un fogosa amor a la Universidad, cur-
saría en la capital la Licenciatura en Ciencias Políticas y Econó-
micas, que termina en 1957, familiarizandose con las técnicas
de la sociología y la economía. Estos esfuerzos, amparados con
becas y pensiones ganadas en reñidos concursos, se compagina-
rían con su función docente en la Universidad barcelonesa, des-
arranada ininterrumpidamente desde 1948 hasta el día de hoy,
y en el curso de la cual le cupo profesar en la sección de Histo-
40
ria de la Facultad de Letras durante varios años la asignatura
de Historia Económica y Social.
También es miembro del Consejo Superior de Investigacio-
nes Cientificas, adscrita desde hace años al Centro de Estudios
Económicos Juridicos y Sociales que preside el Excma. Don Pe-
dra Gual Villalbi. Esta inscrita en el Colegio de Abogados de
Barcelona, que le otorgó al terminar la carrera el Premio «Duran
y Bas» de Licenciatura y es Traductor Intérprete Jurada de los
Tribunales de Barcelona. Ha sido profesor de Derecho y de So-
ciologia en la extinguida Escuela Oficial de Periodismo de Bar-
celona, y de Economia en la actual Escuela Superior Politécnica
de Publicidad.
Pedagoga nato, escritor de finas cualidades que sería intem-
pestiva yo ponderase, en quien deja como estela docenas de li-
bros y centenares de monografías y artículos en revistas cientí-
ficas, ha sentida siempre vivamente el Ilmo. Sr. Don Pedra Vol-
tes Bou la impaciencia de ser útil a la colectividad ofreciéndole,
con ritmo incansable, con auténtica prisa de aportar materiales
a la cultura comunitaria, una serie de estudios que iluminan
extensos períodos de nuestra Historia. A él se debe, mediante su
monografia en dos tomos sobre Barcelona baja el dominio del
Archiduque Carlos de Austria, noticia definitiva y reveladora
de los complejos procesos político-sociales implicados en la Gue-
rra de Sucesión; a él se debe una biografia no menos alecciona-
dora del Rey Carlos III; a sus trabajos en el Archivo del Estada
de Viena, la edición en dos tomos de un repertorio de los docu-
mentos de tema español que allí figuran; en suma, para concre-
tarnos a las especialidades mas estrictas de nuestra Real Acade-
mia, a él se deben sendos estudios: «La Banca Barcelonesa de
1840 a 1920», Ayuntamiento de Barcelona, 1963 y «Las Cajas de
Ahorros barcelonesas», Caja de Ahorros Provincial, 1964, que
dejan definitivamente planteada toda la información disponible
en la materia, para provecho de quienes trabajamos en el ambito
financiero y para ilustración del pública en general, anhelosa de
conocer procesos hasta hoy nebulosos e ignotos.
Quisiera destacar también en este acta, ademas, otras pu-
blicaciones:
La estructura social como jundamento de Derecho, extracto
de la tesis doctoral presentada a la Facultad de Derecho y edi-
tada por la Universidad de Barcelona, 1957.
Consideraciones sobre los laudemios en Cataluña y especial-
mente en la ciudad de Barcelona, publicada en la cc Revista Gene-
ral de Derecho» de Valencia, 1957.
Romanticisme y Economía, publicada en la revista ccSan
Jorge», 1958.
Aproximación ontológica al concepto de estructura social en
ccEstudios Filosóficos», Revista de los PP. Dominicos, en 1958.
Catalogo del fondo comercial del Instituta municipal de
Historia, Ayuntamiento de Barcelona, HlGl.
La Banca barcelonesa de 1840 a 1920, Barcelona, 1964.
Documentos referentes a los Cónsules de Ultramar y al Con-
sulado del Mar, 1964.
Es también colaborador frecuente en la «Revista de Econo-
mía Política», de Madrid, y autor de trabajos de divulgación,
como por ejemplo, Catalunya i la llibertat de comerç amb Amé-
rica, editada en 1964.
Esta masa enorme de estudios y tareas, tienen por paraldo
las desarrolladas desde hace doce años en el Instituta municipal
de Historia de la ciudad, del cua! es Director desde hace un de-
cenio. La venerable Casa del Arcediano, relicario del pretérito
barcelonés, ha redoblada su dinamismo, su vibración y sobre
toda su proyección hacia la utilidad pública, desde aquella épo-
ca y el Ilmo. Sr. Don Pedra Voltes Bou se ha esforzado en la
labor callada de preparar catalogos y repertorios de las series
conservadas en ella, revalorizando especialmente las de conte-
nido económico y social. Señalaré también, por su interés para
nuestros estudios, los catalogos de la hemeroteca de la misma,
de la sección comercial, y de los papeles del antiguo Consulado
del Mar y de los cónsules de Barcelona en Ultramar, tesoros do-
cumentales cuya trascendencia queda enunciada con su sola
mención.
Desde hace lustros, semejantes desvelos han merecido ga-
lardones y premios que nuestro recipiendario ha convertida en
acicate para comenzar nuevas tareas: nuestro Gobierno le dis-
tinguió hace doce años con la Encomienda de Alfonso el Sa-
bia; el de Francia, con las Palmas Académicas; el de Italia, con
la Orden del Mérito de la República y la Medalla Cultural de
42
Plata. La Real Academia de la Historia le otorgó en 1952, el
Premio «Fermin Caballero» al Talento, y hace unos años le lla-
maría a su sena en calidad de correspondiente. La Presidencia
del Gobierno le distinguiría con uno de los premio s «Virgen del
Carmem> y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas
le ha concedida este año el Premio «Juan Sebastian Elcano». Ha
sida pensionada en varias ocasiones por la Fundación Juan
March. ¿Hara falta añadir que en los archivos de París, Londres,
Milan, Viena, Alemania, Holanda y Portugal, su figura es tan
conocida y estimada como aquí, y que en aquellas ciudades ha
pronunciada conferencias, participada en congresos, efectuada
estudies sustancialmente entrañados en la Historia española?
Cumplida la exigencia protocolaria, en este caso innecesaria
por ser de todos conocida la personalidad del nuevo académico,
penetremos brevemente en s u magnífica discurso, « Contenido y
enseñanzas de un sigla de Historia bursatil barcelonesa».
Estudia con toda detalle el proceso bursatil desde 1844 basta
nuestra Guerra de Liberación, no sólo como un gratico de dien-
tes de sierra o como un estudio cíclica de la coyuntura, sino que
profundiza también en el sentida económico del tipo de interés,
su influencia en el mercado de valores y la propensión a la liqui-
dez. Arranca de esta «primera etapa daurada», tal como la ca-
lificó el dcctor Vicens Vives, de las finanzas catalanas de los
años 1843-47, destacando como en tal período, el volumen de ca-
pitales dedicados a la fundación de sociedades, ascendió a 430
millones de reales, mientras en el decenio anterior, lo dedicada
a los mismos fines fue de 35 millones.
La primera de estas crisis aparece en 1857, coincidiendo con
la guerra de Crimea. Nuestro nuevo académico en su discurso
nos advierte que «las empresas sólidas resistieron este golpe con
quebranto, cierto es, pera sin crisis grave, mas las constituidas
sobre bases puramente especulativas, como eran muchas de se-
gures marítimes, fueron barridas por aquel huracan. En junio
siguiente buba veinte quiebras en Barcelona. Las pérdidas pro-
vocadas por la baja se estimaran en unos seis millones de duros».
Poca después estudia minuciosamente las primeras medidas
de política monetaria aplicadas en 1857 y 1861 para corregir es-
tas crisis bursatiles, por un lacto con el tipa de interés legal del
dinero y en segundo lugar con la Deuda Pública. También des-
taca con amplitud la política fiscal de 1866 con viva aumento
de la presión tributaria que coincide con la crisis bursatil del
mismo año, así como con el desarrollo extraordinari o de las emi-
siones de Deuda Pública, con lo cual la Deuda en circulación se
situó en 1868-69 en el nivel mas alto conocido basta entonces de
6.665 millones.
Destaca de una manera detallada la posición del bolsista
barcelonés del pasado sigla en Deuda Pública: «Tendremos que
sorprenderno s en el curso de esta exposición de que el aborro
barcelonés profesase mayor confianza en el zarandeado crédito
del Estada de la época que en el que le ofrecían las empresas
industriales de la propia ciudad, punto éste que estimamos car-
dinal para la interpretación de las vicisitudes bursatiles que con-
templamos». No ha de extrañarnos esta postura si considera-
mos el número reducido de valores privados admitidos a la co-
tización en aquel tiempo, prevaleciendo pues, los fondos pú-
blicos.
Hemos tornado este primer ciclo como ejemplo de los mu-
chos que analiza el Dr. Voltes a lo largo de su discurso. Variaran
los detalles, las cifras seran mas abultadas como consecuencia
del pragreso económico, pera las consecuencia s que podemos sa-
car seran las mismas.
Entrada el sigla actual, estudia la cuenta corriente de efec-
tos o valores de la Banca catalana, que encontrando faciles ga-
nancias en esta clase de cuentas, olvidó su verdadera cometido
de Banca mixta, o de crédito y descuento, abandonando estas
actividades a la Banca nacional, que prestando mas directa apo-
yo a los problemas de financiación de la industria y comercio
catalan, fue adquiriendo cada vez mas fuerza en el campo regio-
nal desplazando a la Banca local.
La especulación en Balsa es alga tan antiguo como la propia
institución. El primer libra de técnica bursatil se escribió en
castellano, por el español JosÉ DE LA VEGA, nacido en 1650 en Es-
pejo (Córdoba), y muerto en Amberes el 13 de Noviembre de
1692. El año 1688 publicó en Amsterdam su gran obra, Cantusión
de Contusiones. Didlogos curiosos, su realidad, su juego y su
enredo. Vega distinguía ya entre los accionistas que buscan una
colocación de su capital y aquelles otras que se proponen senci-
llamente comprar acciones para volverlas a vender a mayor pre-
cio o para especu lar con elias en Balsa. Los primer os los designa
como «prínci pes de renta», a los que import a poca que valgan
mas o menos las acciones porque su intento no es vender las, sina
ir cogien do el fruto. De los segund os dice que tratan este negocio
como mercad eres, o bien compra n una parte de las acciones para
volver a vender las en mas precio mas tarde, o bien las compra n
con dinero al contad a y las vuelven a vender en el propio instan-
te a tiempo largo, conten tandos e con el interés que les granjea
el desembolso.
Si juzgam os la Balsa simple mentc por lo que nos dice la his-
toria olvidando el pensam iento de su tiempo y sólo atenién donos
en lo puram ente anecdótico, estaría mos muy equivo cados.
La Balsa no es esa casa de juego que se gozan en presen tar
aquello s que no la conocen y en particu lar cierta literatu ra
ochoce ntista. Es cierto que cuando el profan o toma contact o
por primer a vez con la Balsa puede quedar deslum brado por
su aparien cia de desord en anarqu ico y anacrónico. Tambié n es
cierto, que ciertos especu ladores ven en ella terrena propici o
para sus operaci ones. Tambié n tenemo s que disting uir: hay los
especu ladores que observ an (specu lari quiere decir observ ar)
y toman sus decisiones. Estos partici pan en la vida misma del
mercad o. Puede haber en el rebaño algún garban zo negra, como
se encuen tran en todas las corpora ciones. Estos operan al mar-
gen de la ley y de la honest idad. Pera el gran ejército de los
titulare s de valores mobilia rios esta compu esto por gentes de
buena fe, pequcñ os burgue ses, comerc iantes, agricul tores, pro-
fesionales, obrero s y artesan os que trabaja ndo a lo largo del
tiempo , han ahorra do pensan do en su futura o en el de sus
hijos. Los soldado s de este ejército han financi ado desde hace
mas de un sigla la industr ializac ión actual.
Mucho se ha discuti da el papel que represe nta en Balsa el
especu lador. El especu lador profesi onal es un elemen to esencia l
en un mercad o de valores, ya que contrib uye a dar agilida d del
mercad o ensanc hando su liquidez. FRITZ MACHLUP r1os dice:
«La especu lación profesi onal en valores crea lo que podríam os
denom inar un fondo de reserva que permit e en cualqu ier ma-
mento una igualac ión mas facil de la oferta y de la deman da, e
impide fluctua ciones amplia s en los precios de los valores, mo-
tivadas por circuns tancias fortuita s. Sin este «fondo para valo-
45
res ocasionales» es improbable que todos los accionistas que de-
scasen realizar sus labores hallaran inversores dispuestos a ad-
quirirlos precisamente en el momento deseado»'.
La especulación en acciones asigna al riesgo una especial
función económica. Puede afirmarse que por un efecto igualador
sobre los precios, esta clase de especulación asume una parte de
la incertidumbre y del riesgo que, de otro modo, debería sopor-
tar el pública. Es lógico que el especulador busque un beneficio
del hecho de que sus previsiones sean anteriores y mejores que
las del pública en general, compra para vender cuando éste
quiera adquirir y viceversa. Al anticiparse al mercado, el especu-
lador profesional puede ejercer un efecto moderador sobre los
precios de los valores, distribuyendo la variación de los mismos
a lo largo de un período mayor y compensando, en cierto grada,
los actos irregulares del pública. No quiere esta decir que tenga
el don de la adivinación; pera el especulador profesional, como
dice JOHN MAYNARD KEYNES, utiliza SU energia y habilidad, no
en corregir los errares de los ignorantes, sina en «preveer los
cambios de la base convencional de valoración un poca antes que
el pública». Por ella, el especulador profesional tiene por obje-
tivo «ganar la delantera» O «Ser mas listo que los demaS»j tiene
que dedicar su inteligencia a «preveer lo que la opinión media
crea que sera en el futura la opinión media>>'. La afirmación de
que la Balsa impide fluctuaciones anormales de los precios es
cierta en el sentida de que los especuladores profesionales estan
siempre dispuestos a comprar a un precio sólo ligeramente in-
ferior al que se considera normal en un mamen to dada.
Para que el funcionamiento de una Balsa sea sano e impedir
que la especulación sea un agio, es necesario una mayor informa-
ción en cantidad y calidad, para que todo el mundo pueda actuar
en ella con igualdad de oportunidades destronando el mito y
desvelando el misterio con que se ha querido rodear a la Balsa.
Cuando se expone el proceso histórico de una época bursatil,
como en el caso de hoy de una manera rigurosa y detallada, el
(1) FRITZ MACill-UP: Tlze Stock lllarket, Credit ancl Capital For-
mation (Londres y Nu eva York, William Hodgc a nd ca, Inc. l9.f0, pa-
gina 23).
( 2) J. l\1. KEYNES: Teoria General de la ocupación, del interés y el
dinero. Méjico, Fondo dc Cultura Econúmica, púgs. 153 y siguientcs.
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romantico sigla XIX, no podemos por menos de recordar los
mitos y paradojas que envolvían a la Balsa creando la sorpresa
y el confusionismo. Como ha dicho muy acertadamente el pro-
fesor Don FABIAN ESTAPÉ: «Se ha pretendido a veces, de manera
sofisticada, defender las confusiones, los tópicos, las ideas que
no corresponden a la realidad, diciendo que, aún cuando se sepa
que alga no es cierto, puede ser útil, socialmente hablando, si
contribuye eficazmente al funcionamiento de una institución o
de un mecanismo del sistema. Creo que en la etapa actual de la
economía española esta es absolutamente falso; ninguna institu-
ción debe recurrir a la supervivencia de mitos y paradojas para
seguir usufructuando una cierta vitalidad. La institución, las
funciones que debe realizar, seran o no adecuadas; si no lo son,
entonces nos hallamos precisamente en el momento en que se
debe prescindir de ese punto de apoyo extraño y nociva que es el
tópico o el mito»'.
La Balsa actual es muy distinta de la del sigla pasado que
hemos contemplada. La institución ha tenido que adaptarse a
los nuevos tiempos. La exigencia de una mayor y mejor informa-
ción, obliga a las Bolsas a revisar su poHtica anterior. Hoy las
exigencias de admisión a la cotización oficial son mucho mas
cstrictas. Se discute la conveniencia de si las Bolsas pucden lle-
gar a ser jueces, no ya en el sentida de si las Sociedades que
solicitan la inclusión en la cotización estan debidamente consti-
tuidas desde el punto de vista jurídica, sina que se llega a pedir
que las Juntas Sindicales se pronuncien ademas sobre la calidad
y solvencia económica de las mismas. Lo que toda el mundo esta
de acuerdo es en la necesidad de una mayor exigencia de infor-
mación a las Sociedades, no sólo al admitirse a la cotización, sina
también para permanecer en la misma.
Recientemente hemos pasado del derecho a la información
que tienen los accionistas de una Sociedad, que reconoce nuestra
Ley de Anónimas, al concepto mas general y mas amplio, de
acuerdo con las necesidades de nuestro tiempo, de un deber de
información. Nuestro querido compañero de la Real Academia,
( 3) F ABIAN EsTAPÉ: Presente y futuro de la Bolsa el e Val ores, con-
ferencia pronunciada el 7 dc junio de 1962. Bolctín Financicro del Scr-
\'icio de Estudios e Información. Colep:io dc Agcnlcs dc Camhio y Bolsa
de Barcelona. Número exlraonlinario, XII. 1962.
el Profesor Don ANTONIO Pow, ha dicho: «Cuando la Sociedad
lleva sus títulos a la Balsa, cuando hace llamamiento al ahorro
para a través de él alcanzar su financiación, resulta extraordina-
riamente difícil considerar la Sociedad por acciones como un
negocio exclusivamen te propio de aquellas personas que en un
momento determinada resultan ser accionistas. La continua y
constante renovación del grupo de accionistas no consiente, ape-
nas, establecer distinción alguna, desde este punto de vista, en-
tre accionistas actuales y accionistas futuros de la Sociedad. Por
ella, el titular del derecho de información ya no debe ser quien
en un momento o circunstancia determinada sea accionista de la
Sociedad, sina ese conjunto indeterminad a que integran el inver-
sor actual y el inversor futura»•.
El docta trabajo de nuestro recipiendario nos ha llevada a
estas breves consideraciones. Finalmente quiero de nuevo feli-
citar al Ilmo. Sr. Don Pedra Voltes Bou, y con ella felicitarnos
todos por la incorporación a esta Real Academia de una figura
de tan gran valor científica y ademas, de una personalidad mo-
desta, afable, anhelosa de servicio y de eficacia, desentendida de
toda postulada y agrupación que no predique primordialme nte
esta entrega del estudiosa al beneficio de la colectividad, culti-
vadora fervorosa de aquellos ideales de gentileza que antaño
parecían acompañamie nto ineludible del refinamiento del espí-
ritu. Tal como acontece con los demas electos en la misma se-
sión corporativa, la Real Academia va a enriquecerse no sólo con
unos prestigios de primera jerarquia nacional, sina también
con unos amigos gratos que daran todav~a mayor sustancia cor-
dial a nuestra convivencia.
( 4) Dr. D. ANTO:'iiO PoLO: Ant e una nue va reforma de la Sociedad
Anónima. Uni\·ersidad de llarcelona, discurso inaugural del año académi-
co 1965-66, pag. 211.
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