Tesis Asesinas Españolas

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MUJERES QUE MATAN: VIOLENCIA FEMENINA

Y TRANSGRESION SOCIAL
EN LA NOVELA CRIMINAL FEMENINA ESPANOLA

SHELLEY GoosLAND
Royal Holloway, University of London

Andres Canteras Murillo al final de su exhaustivo estudio de la


mujer criminal espafiola, concluye que la causa del rechazo de tal
figura por parte de la sociedad actual reside en el hecho de que
encarne la transgresi6n social mas temible y reprobable, ya que
el comportamiento delictivo se percibe como la negaci6n o antite-
sis del tradicional rol de madre y preservadora de la vida y de los
valores domestico-sociales tradicionalmente atribuible a la mujer
(411, 416, 422). Esta conceptualizaci6n de la delincuente femeni-
na como ente que existe mas alla de los limites de la «civilizaci6n»,
como algo «anormal» y monstruoso, la articul6 en terminos te6-
ricos el crimin6logo italiano Lombroso hace ya un siglo (cito en
Canteras Murillo, 416), y sus teorias eran corrientes en algunos
campos hasta tiempos recientes. La criminologia actual tiende a
rechazar aquellas clasificaciones de la mujer criminal como mons-
truoso producto de un determinismo biol6gico y I o alteraciones
hormonales 1, pero reconoce que la opinion publica, tal como se

1
Paz de la Cuesta Aguado presenta este punto de vista desde una perspectiva
espafiola al apuntar que, «Si en la conformaci6n de la personalidad confluyen tanto
factores biol6gicos como circunstanciales, son estos los que figuran la actuaci6n
criminal, y no especiales caracteres propios de genera» (http://comunidad.
derecho.org/icapda/Perfiles.htm), aseveraci6n que refleja teorfas articuladas prime-
ro en trabajos de criminologfa feminista de! mundo angl6fono. Ya en 1981 Gillian
Williams sefial6 que «If a woman does not behave «normally», then questions are

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ESPANA CONTEMPORANEA

ve reflejada en los medios de comunicaci6n, a(m percibe como


aberraci6n a la mujer que mata, que dirige violencia hacia los
nifios u otros seres «indefensos» como pueden ser los enfermos, o
que exterioriza su agresi6n de otras man eras 2 •
Esta reacci6n publica y mediatica tan sumamente negativa
hacia la mujer delincuente se extiende a la literatura. En la na-
rrativa criminal propiamente dicho, abundan los casos de senori-
tas ociosas quienes, por codicia o por venganza, en las tinieblas
de un crepusculo a bordo de un tren de lujo internacional o en
un crucero sobre el Nilo envenenan o matan de un tiro de su
nacarada pistolita a un ex amante traicionero o a un lejano pa-
riente. Tambien figuran en la literatura policiaca las femmes fata-
les, ricas, independientes, seductoras y llenas de confianza 3 , repre-
sentadas como altas, de largos peinados ondulados, y con la
sempiterna boquilla de marfil entre los dedos, caracteristicas que
subrayan su peligrosidad y su «masculinidad». Ambos modelos se
han visto reproducidos en la narrativa detectivesca espafiola: el
primero en las novelas que se publicaban masivamente durante el
primer boom de la ficci6n policial de los cuarenta y cincuenta, y
que se adherian casi fielmente a la formula establecida por Aga-
tha Christie, mientras que el estereotipo de la seductora malvada
se encuentra con mas frecuencia en la Hamada «novela negra»
que caracteriz6 el renacimiento del genero a partir de mediados
de los setenta y que se basaba en el modelo hard-boiled norteame-
ricano. Tanto en la ficci6n criminal hispanica como en la angl6-
fona, sin embargo, asi como en textos que datan de las varias
epocas de su popularidad, a la mujer que mata, a la «monstrua»
que transgrede las leyes que la sociedad establece para controlar
la conducta femenina, se la castiga: o con su propia muerte, o por

asked about her hormones or her «poor relations» with her father, not whether
there is something wrong with the identity picture of the normal woman» (cito en
Bardsley, 14).
2
En este contexto es interesante considerar las conclusiones de Anna Motz
quien, en un reciente estudio, afirma: «female violence is often ignored or denied,
because to accept it, particularly in relation to maternal abuse, would be too threa-
tening to traditional and idealised notions of motherhood and femininity. I consider
this to be a fundamentally dangerous social attitude, which can lead to vilification
of those women who do display violence to the extent that they are considered in-
human and «evil»» (259).
3 Asi caracteriza Gill Plain a algunos de los personajes femeninos de Chandler:

«Deviant women [ ... ] are usually characterised by their independent wealth, their
roving sexual appetites and the confident occupation of public space» (72).

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MUJERES QUE MATAN: VIOLENCIA FEMENINA Y TRANSGRESI6N SOCIAL

lo menos con el encarcelamiento u otra sanci6n legal aplicada por


aquellos hombres quienes, ademas de ser representantes del orden
judicial patriarcal, imponen ese mismo orden 4 • Dada esta percep-
ci6n tan sumamente negativa de la mujer delincuente en los va-
rios medias mencionados, y tomando en cuenta tambien la ven-
ganza que la sociedad patriarcal parece querer imponerle, tanto
en casos reales como en los puramente novelescos, a primera vis-
ta parece inexplicable el hecho de que la ficci6n de un considera-
ble numero de escritoras espafiolas contemporaneas de narrativa
criminal protagonice no s6lo a la mujer detective o policia, sino
tambien a la mujer delincuente 5 • Sin embargo, aseverariamos que
estas autoras -que escriben en catalan y gallego tanto como en
castellano- emplean este genera popular para cuestionar la vali-
dez de la tradicional representaci6n literaria de la mujer criminal
y para sugerir la autoafirmaci6n de sus personajes femeninos a
traves de nuevos comportamientos delictivos. Por lo tanto, este
trabajo tomara como objeto de estudio a numerosas ficciones cri-
minales de novelistas y cuentistas espafiolas de los ultimas afios.
Estudio en lila, la primera novela detectivesca de Maria-Anto-
nia Oliver, y el cuento «Amanda» de Isabel-Clara Sim6, relatan las
historias de dos castradoras; la serie de gran exito de novelas y
cuentos dedicados a la inspectora Petra Delicado, obra de Alicia
Gimenez-Bartlett, introduce numerosas delincuentes, sobre todo
asesinas, y una mujer homicida es protagonista tambien de la no-
vela Matando el pasado de Lidia Falcon. Diversas criminales apa-

4
Priscilla Walton y Manina Jones aseveran que: «the malicious and resourceful
woman seems to be associated in the hard-boiled genre with the degenerative for-
ces at work in the social system. She is not just a criminal; she poses a larger dan-
ger, outside of and threatening to the social order itself. Therefore, according to the
conventions of the hard-boiled story, she must be killed, imprisoned, or otherwise
punished by the detective in order for the plot to be resolved» (192-93). Asimismo,
y tambien en el contexto de la obra de Chandler, Alison Young anota que «For
Marlowe to appear heroic, a counterpoint is required; an amorality which can be
ascribed to femeninity. For Marlowe to be the law, a woman must be sacrifi-
ced» (97).
5
Al hablar de literatura o narrativa criminal, en realidad nos estamos refiriendo
a una amplia gama de sub-generos, todos los cuales tienen en comun la presenta-
ci6n de un crimen y, en la mayoria de los casos, el esclarecimiento de! mismo. Sin
embargo, las escritoras espafiolas de este tipo de ficci6n recurren a muchos mode-
los. Las novelas de Gimenez-Bartlett, por ejemplo, estan basadas en el modelo de!
police procedural; las de Oliver se asemejan mas a la novela negra de autores como
Manuel Vazquez Montalban y Juan Madrid, mientras que la obra de Asensi y Fal-
con, por ejemplo, son thrillers psicol6gicos.

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recen en otras novelas de Oliver, mientras que Escapa't d'Andorra


de Assumpta Margenat, y El salon de timbar de Matilde Asensi,
tienen como personajes principales a dos ladronas. Un factor co-
mun a estas ficciones es que, a pesar de la eleccion de protago-
nistas que en otros contextos serian representadas como anoma-
lias, seres monstruosos, o transgresoras de las mas elementales
normas sociales, en la mayoria de los textos que analizamos aquf,
sus autoras se alejan de la ya mas tfpica y establecida presenta-
cion negativa de la delincuente femenina, de tal manera que es-
tas no solo eviten a veces las sanciones que impone la justicia,
sino que ademas gozan de la abierta admiracion de quienes les
clan vida en sus ficciones y, por ende, del publico lector -especial-
mente el femenino.
Comencemos nuestro estudio con un analisis de las asesinas
novelescas dentro del corpus de ficciones elegido, ya que a los ojos,
tanto de la opinion publica como de la jurfdica, quitarle la vida a
otro ser humano es el crimen mas reprensible de todos. Dentro
de este apartado caben Maggy y Pepita, ambos personajes de
Muertos de papel, la mas reciente novela de Alicia Gimenez-Bart-
lett, Charo, figura marginal del cuento «Muerte en el gimnasio»
de la misma autora, asf como Elena, protagonista de Matando el
pasado, la ya mencionada novela de Lidia Falcon. Las dos asesi-
nas que aparecen en Muertos de papel, matan con la esperanza
de beneficiarse economicamente de sus acciones: Pepita, amante
del periodista Ernesto Valdes, mata a la ex senora de este porque
la mujer no le quiere revelar el escondite de una gran suma de
dinero que gano empleando metodos poco ortodoxos o legales,
mientras que Maggy, compaiiera de trabajo de Valdes, mata a
Rosario Campos, siguiendo las ordenes del periodista que le pro-
mete por el asesinato un trabajo fijo como «sueldo». Otra de las
mujeres que matan de Gimenez-Bartlett es Charo, personaje de un
cuento corto titulado «Muerte en el gimnasio». A traves de su tra-
bajo como limpiadora en un gimnasio, conoce a un culturista
rechazado por los demas miembros del centro deportivo como
consecuencia de su agresividad y poca cultura, y con quien enta-
bla una relacion afectivo-sexual. Como resultado de presiones de
su madre, el culturista pone fin a su relacion con Charo, la cual
exige su venganza matandolo en la sauna donde trabaja.
Desde nuestro punto de vista, la presentacion de estas mujeres
como criminales es de interes por la ambivalente actitud que de-
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muestra Gimenez-Bartlett hacia la mujer criminal que habita las


paginas de su ficci6n. Por un lado, no cabe duda de que las de-
lincuentes contravienen las leyes del pafs, y conforme con el tra-
dicional cierre de este genera literario, son aprehendidas, juzga-
das y castigadas segun establece la ley. Sin embargo, en ambos
textos, la mujer que mata actua delictivamente como agente de o
provocado por un hombre, y a pesar de que su motivo es benefi-
cio propio o una baja venganza, estas criminales son bien distin-
tas de los seres monstruosos que pueblan la imaginaria popular o
la narrativa negra mas tradicional -escrita por varones, claro
esta. Es mas, tanto a Charo como a Maggy y Pepita se les puede
considerar vfctimas: vfctimas de una sociedad patriarcal que, se-
gun nos parece sugerir Gimenez-Bartlett, les niega las mismas
oportunidades que brinda al hombre. Para Charo, figura situada
al margen de la narrativa y de la sociedad 6 , su relaci6n con el
culturista es la unica manera disponible de escapar, aunque sea
por unas pocas horas, de un marido alcoh6lico, numerosos hijos,
y un trabajo de baja categorfa y mal remunerado, y al ver ame-
nazado el poco descanso a su alcance, reacciona de una forma
inusitadamente violenta. Ademas, creemos importante sefialar que
la manera en que mata Charo a su ex amante es sumamente sig-
nificativa, ya que, al encerrarlo en la sauna y poner la tempera-
tura al maxima, lo «cocina». A nuestro juicio, al recordar a la
lectora -aunque sea ir6nicamente- que muchos de los crfmenes
cometidos por la mujer tienen motivos o consecuencias domesti-
cos, o bien que se llevan a cabo empleando un utensilio o destre-
za domestico 7 , Gimenez-Bartlett le quita significancia al crimen de

6
Charo ocupa un espacio al margen de! texto y de la atenci6n de la inspectora
Delicado par ser un personaje marginal a raz6n de su trabajo coma limpiadora y su
estatus social. En la version televisiva de! cuento «Muerte en el gimnasio», que for-
maba parte de la serie Petra Delicado, emitida por Teles y La 1 durante 1999, se
hace aun mas evidente esta marginaci6n.
7
Miguel Clemente Diaz resume el trabajo de M E Wolfgang cuyo estudio revel6
que en un tercio de las homicidios cometidos par mujeres, el implemento que em-
plean es un util de cocina, mientras la cocina es el lugar preferido para el asesinato
(cito en Clemente Diaz, 44). Asimismo, en su estudio de la investigaci6n realizada
par Rosenblatt y Greenland, Margaret Shaw sefiala que concluyeron que la mayo-
ria de los crfmenes que cometen las mujeres son de naturaleza «domestica», aun-
que Shaw esta en desacuerdo con esta aseveraci6n, e indica que el estudio de Ro-
senblatt y Greenland era muy limitado (Shaw, 121-22). En el contexto espafiol, no
hemos podido encontrar datos acerca de si la delincuencia femenina es, en su
mayoria, «domestica». Sin embargo, Andres Canteras Murillo sostiene que «[!]as fun-

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Charo, y le resta las implicaciones que podria tener un asesinato


dentro del espacio publico, sobre todo en casos de violencia apa-
rentemente indiscriminada dirigida hacia desconocidos. En una
situacion paralela a la de Charo, en Muertos de papel, Maggy,
chica proveniente de un entorno social desfavorable, cumple las
ordenes de su jefe al matar a alguien para asi asegurarse un pues-
to de trabajo fijo, lo cual le permitiria alquilar un apartamento
decente, porque actualmente vive en condiciones penosas.
La ambivalente actitud autorial de Gimenez-Bartlett hacia sus
personajes delincuentes es, sin embargo, bastante inusual entre las
novelistas espafiolas cuya obra analizamos aqui y que creemos
representativas de una corriente mas extendida dentro de las le-
tras nacionales actuales. Esta aseveracion la basamos en la obser-
vacion de que en la mayoria de las ficciones de este tipo, a la
criminal femenina, lejos de representarla con ambivalencia, se le
elogia y se le «premia» sus actos delictivos. Quiza el mejor ejem-
plo de esta tendencia lo encontramos en Asesinando el pasado,
novela de la abogada y feminista Lidia Falcon. Relata los porme-
nores de Elena, esposa de un importante hombre de negocios, con
quien lleva una vida aparentemente tranquila dentro de la socie-
dad burguesa de una ciudad costefia. Bajo esta fachada a todas
luces idilica, sin embargo, se esconden numerosos secretos: el es-
poso de Elena tiene una amante, mientras ella oculta que estuvo
casada anteriormente durante su juventud. Cuando su primer
marido vuelve a aparecer, con el proposito de chantajearla, Elena
lo mata, no solo para salvar las apariencias, sino, mas importan-
te, para proteger a su hija, fruto de su primer casamiento, por-
que tanto la chica como los demas parientes piensan que es su
hermana menor. Elena reconoce haber sido autora de un homici-

ciones sociales desempefladas por la mujer y su perenne confinamiento en la esfe-


ra domestica han marcado, indiscutiblemente, su comportamiento criminal» (416),
lo cual podemos comprender como confirmacion de que las mujeres que delinquen
lo hacen dentro de! espacio domestico-familiar, aunque Miguel Miravet Hombrados
es de la opinion de que «la mujer delinque menos que el hombre por [ ... ] estar me-
nos integrada en la vida social» (7), con lo cual parece sugerir que el confinamiento
de la mujer al hogar inhibe su posible actividad delictiva. Asimismo, Paz de la Cues-
ta Aguado apunta que en Espana «la mujer aun no ha accedido ni al poder econo-
mico ni, mayoritariamente, a la toma de decisiones» (http://comunidad.derecho. org/
icapda/Perfiles.htm), conclusion que comparte Lidia Falcon (2000, 61-63), de lo cual
de la Cuesta Aguado concluye que es esta falta de participacion en las ahas esferas
economicas y politicas lo que obviamente inhibe a la mujer de cometer «delitos
socioeconomicos» (http://comunidad.derecho.org/icapda/Perfiles.htm).

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MUJERES QUE MATAN: VIOLENCIA FEMENINA Y TRANSGRESI6N SOCIAL

dio, y confiesa su crimen a la policia que, al no creer posible que


una mujer mate a otro ser humano, identifica su «confesion»
como los delirios de una mujer poco estable y la mandan de vuel-
ta a casa 8 • De esta manera, la asesina escapa ante cualquier po-
sible sancion legal que le podria ser aplicada, mostrandonos asi
una clara indicacion de que Falcon intenta absolver de culpa a
su personaje. Tal vez adopte esta postura porque a su personaje
la proponga como victima de una sociedad machista -que no le
perdonaria su bigamia- y materialista -que le condenaria por
haber querido una vida mejor para su hija y ella misma, y por
haber conseguido que se casara con Pablo- a pesar de que es la
sociedad la que imparte estos ideales. Es mas, Elena no solo esca-
pa de la justicia, sino que ademas Falcon «premia» a su persona-
je con un final feliz en brazos de Felix, el hombre que la quiere
realmente y cuyo nombre ya evoca dicho final feliz, y con quien
espera pasar el resto de sus dias en un paraiso tropical.
Es igualmente laudatoria la representacion de las castradoras
y ladronas en la ficcion de otras autoras. El cuento «Amanda», de
Isabel-Clara Simo, protagoniza a Mercedes, ama de casa sin hi-
jos, quien descubre que su esposo tiene una amante, Amanda.
Para imponerle su venganza, Mercedes pone en practica las habi-
lidades que aprendio cuando trabajaba de enfermera -profesion
que abandono al casarse- y castra a su marido, dandole luego
sus testiculos fritos para comer. Al enterarse de su estado, el cas-
trado salta por la ventana y se mata. La alegre viuda escapa cual-
quier consecuencia juridico-legal de sus acciones, porque el detec-
tive a cargo de la investigacion del caso no se molesta en indagar
demasiado profundamente en los hechos. De este modo, la incom-
petencia del varon lleva al encubrimiento -aunque no intencio-
nal- de un crimen contra otro hombre.
Maria Antonia Oliver en Estudio en lila, presenta una situacion
parecida en la que una anticuaria barcelonesa, Elena Gaudi, cas-
tra uno por uno a los tres hombres que la violaron. En ambos

8 Debemos recordar que aunque se public6 en 1997, la novela fue escrita casi

cuatro decadas antes en 1960. Canteras Murillo apuntala que en los ultimos afios se
ha generalizado la creencia -segun el err6nea- de un aumento significativo en la
delincuencia femenina (409 et seq.), pero cabe recordar queen el momento en que
se escribi6 Asesinando el pasado, la percepci6n tradicional de la mujer como guar-
diana de las valores positivos de la sociedad habria tenido mas peso, lo cual ta! vez
explique la actitud de los policias dentro de la narrativa.

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textos la lectora se identifica con la solidaridad con la criminal


expresada por las autoras, a pesar de la delincuencia de sus pro-
tagonistas, y como es el caso en Asesinando el pasado, las muje-
res criminales de estas historias escapan cualquier condena o en-
juiciamiento, Mercedes por razones ya mencionadas, y Elena
Gaudi porque la detective que la identifica, Lonia Guiu, la deja
es capar.
Este mismo patron se repite a lo largo de muchas otras narra-
tivas criminales escritas por mujeres, entre las cuales cabe desta-
car El salon de dmbar de Matilde Asensi, y Escapa't d'Andorra, obra
de la catalana Assumpta Margenat. Las protagonistas, Ana y Ros-
si respectivamente, son dos exitosas ladronas que las autoras iden-
tifican como jovenes audaces, simpaticas e inteligentes, tecnica
que asegura una identificaci6n positiva de la lectora con los per-
sonajes, ademas de una complicidad en sus robos y cierto disfrute
vicario en sus hazafias. Ana es miembro de un grupo internacio-
nal de ladrones de arte, y a traves de sus actividades delictivas se
hace fabulosamente rica; Rossi opera a un nivel mas modesto, y
desde su puesto de cajera en un supermercado andorrano roba
una importante suma de dinero, que saca fuera del principado
escondido en los aplicadores de una caja de tampones. De nuevo,
las dos delincuentes -si asi se les puede Hamar, dada su textuali-
zacion tan positiva- se rien de la justicia y escapan con su botin,
a la vez que sus autoras se burlan de las convenciones del genero
al presentar a dos seres fisicamente debiles cuya biologia de nin-
guna manera impide su exito criminal. De hecho, al enrollar los
robados billetes del Banco de Espana entre los aplicadores de una
caja de Tampax, Rossi no solo engafia a los guardias que vigilan
la frontera, sino que subyuga el mundo financiero patriarcal a la
biologia femenina, invirtiendo, de esta manera, la relacion usual
entre los dos. Una caracteristica constante de la narrativa que
venimos analizando es, pues, el hecho de que la delincuencia fe-
menina de ficcion va dirigida hacia la propiedad masculina -base
del patriarcado- o bien hacia el cuerpo y los genitales masculi-
nos -principales sostenes de la sociedad patriarcal-, entes que
no respetan ni las autoras de este tipo de ficcion ni sus personajes.
A pesar del elevado numero de crimenes cometidos contra el
cuerpo y la propiedad masculinos, en los textos estudiados apare-
cen pocos casos en los que la violencia femenina tenga como
blanco a un nifio o a otra mujer. Maria-Antonia Oliver presenta
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MUJERES QUE MATAN: VIOLENCIA FEM EN INA Y TRANSGRESI6N SOCIAL

dos casos -de mujeres que participan en bandas de prostituci6n


de mujeres y de niftos en Antipodas y El sol que engalana respec-
tivamente. Otro delito de tipo sexual es el cometido por Luisa en
Ritos de muerte de Gimenez-Bartlett, un extrafto caso de una chi-
ca que agredia y asesinaba a las victimas de su novio violador ya
muerto.
De todas las autoras espaftolas actuales de novela criminal es
Gimenez-Bartlett la que mas severamente trata a la mujer crimi-
nal, aplicandole un castigo judicial como ya seftalamos; sin em-
bargo, como mencionamos mas arriba, incluso ella reconoce que
la mayoria de las veces la victimizaci6n de la mujer puede ser
considerada justificaci6n de la agresi6n femenina. En el caso de
la chica violadora, sin embargo, la Inspectora Petra Delicado se
demuestra completamente implacable, y a pesar de la dificil juven-
tud de la muchacha -que en el caso de que su crimen hubiese
sido otro tal vez hubiera desencadenado especulaciones justifica-
torias en la policia- Petra se demuestra altamente violentada por
sus acciones. Asimismo, aunque Lonia Guiu lamenta el asesinato
de algunas de las mujeres involucradas en la red de prostituci6n
infantil que descubre, se ve incapacitada para sentir la mas mini-
ma solidaridad con aquellas personas que destrozan vidas ajenas
prostituyendolas.
De este modo, a las criminales de ficci6n que tan alegre y des-
preocupadamente roban, castran, y matan a traves de las paginas
de la narrativa criminal femenina, se las retrata como monstruas,
como exentas de toda «normalidad» y compasi6n, cuando su blan-
co ya no es el patriarcado o sus representantes. A pesar de que la
llamada «opinion publica» se escandaliza o se estremece como
reacci6n a la agresi6n femenina en forma de la castraci6n, por
ejemplo -o sea, cuando va dirigida hacia el hombre- creemos
que al retratar la diferente percepci6n de la delincuente depen-
diendo de quien es su blanco, la narrativa esta dando eco a la
actual construcci6n popular y mediatica de la delincuente feme-
nina en sus varios grados: para Canteras Murillo, a quien citamos
al comienzo del estudio, la sensibilidad popular se rebela frente a
cualquier manifestaci6n de violencia criminal perpetrada por una
mujer, pero es importante resumir tambien las conclusiones de
Anna Motz, quien asevera que los actos delictivos que provocan
mas furor son aquellos que protagonizan a mujeres que agreden
a niftos, pero tambien si reflejan una sexualidad femenina «anor-

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ESPANA CONTEMPORANEA

mal» o «precoz» 9 • Por lo tanto, y a pesar de lo que dice Canteras


Murillo, no creemos incorrecto afirmar que en cierto modo la li-
teratura refleja una cambiante opinion publica en cuanto al tema
de la delincuencia femenina; no debemos olvidar el conocidisimo
caso de la gitana, «Tani», quien mat6 a su esposo violento, y a
cuyo favor se manifestaron miles de personas pidiendo su indul-
to 10 , ejemplo que para nosotros indica claramente que algunos
sectores de la sociedad ya ven como justificada la delincuencia
femenina (en este caso espedfico el homicidio) en caso de la ex-
trema victimizaci6n de la mujer -realidad que tambien ha susci-
tado la atenci6n de crimin6logos, tal como consideraremos mas
adelante-, aunque no esten dispuestos aun a aceptar como justi-
ficados acosos a los menores ni a otras mujeres u.

9
Motz sefiala que «The move from idealisation to denigration can be seen in
the sentimental regard with which women and children are held, and the rage
which is evoked when their aggressive or sexual impulses appear to become out of
control or dangerous. There is then a punitive backlash which has a ferocity that
may alarm those who attempt to understand aggressive behaviour. It can be seen
in the public fury when mothers display aggressive or perverse behaviour, and ap-
pears to be a manifestation of rage and disappointment that these women have
failed to conform to powerful stereotypes of them as nurturing and gentle creatu-
res. The backlash against these women reflects the depths of the disappointment
and anger that they do not conform to these sentimental notions and reveals the
strength of the taboos relating to maternal incest and violence» (259-60).
10
Teresa de Jesus Moreno Maya, «Tani», mat6 de un tiro a su esposo en 1995
tras dieciseis afios de severos maltratos por parte de este. Fue condenada a mas de
catorce afios de prisi6n. Su caso provoc6 una inmensa reacci6n por parte de! publi-
co espafiol, y cuando «Tani» fue trasladada a la madrilefia carcel de Alcala-Meco en
octubre de! 2000, entre 2.000 y 3.000 personas se manifestaron en las puertas de la
prisi6n, pidiendo su libertad (vease el articulo de Rosa Tristan).
11
En un articulo aparecido en El Pais, Alicia Gimenez-Bartlett, una de las escri-
toras cuya obra analizamos aqui, dice que «resulta completamente imposible justi-
ficar la muerte de un ser humano a manos de otro», a pesar de que pide el indulto
a «Tani» porque fue victima durante tantos afios de «golpes, humillaciones y te-
rror» por parte de un «torturador» -su esposo (29 octubre 2000).
Asimismo, es interesante anotar los diferentes usos de vocabulario y registro lin-
gi.iistico entre los articulos periodisticos que reportan crimenes perpetrados por mu-
jeres contra la mujer, y aquellos que informan sobre delincuencia femenina dirigida
hacia el hombre. El ya citado articulo de Rosa Tristan sobre el caso de «Tani», abre
con las palabras ««Libertad». «Libertad». «Libertad»», tecnica que pone en eviden-
cia el pensamiento de la periodista -si no de! editor de! diario- acerca de la peti-
ci6n de! indulto a la asesina. El articulo prosigue con referencias al «marido, que la
maltrat6 durante 17 largos afios» y a las personas quienes «coreaban, emocionadas,
su nombre [de «Tani»] frente a las rejas de la prisi6n», frases todas que van desti-
nadas a evocar compasi6n en el lector y justificar las acciones de la homicida. Por
otro !ado, sin embargo, en algunos casos en los que la agresi6n delincuente de la

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MUJERES QUE MATAN: V!OLENCIA FEMENINA Y TRANSGRESJ6N SOCIAL

Las razones para esta distincion -clara en la narrativa y apa-


rentemente emergente en la opinion publica- son, a nuestro jui-
cio, sumamente complicadas. Al intentar esbozar unas conclusio-
nes, pues, creemos necesario evaluar el valor socio-narrativo de la
delincuente en las obras que venimos estudiando tanto como en
otras del mismo tipo, tarea complicada pero que se basara en un
recuento de los motivos de la criminal de ficcion y la de verdad,
ya que tal vez estos arrojen una luz sobre la variante percepcion
popular y literaria de la mujer que transgrede la ley.
Los grandes detectives de la literatura intentan siempre identi-
ficar y explicar los porques de un homicidio, un robo, o un asalto
porque, tal como sen.ala Juan del Rosal, «el conocimiento de los
motivos entrafia, por decirlo asi, la operacion mas simple y ele-
mental para aclarar la accion criminal» (319-20). Segun el criti-
co, en la novela policial los motivos suelen rebajarse a unos po-
cos: «codicia, venganza, la pasi6n y el miedo» (323), patron que se
repite hasta nuestros dias en la narrativa criminal de una ampli-
sima gama de paises y escritores, aunque con la interesante rees-
critura y reformulacion de un pequefio numero de motivos en el
caso de crimenes cometidos por mujeres, sobre todo en la narra-
tiva criminal femenina. En muchos casos, la motivacion de la
delincuente de ficcion refleja los causantes de la criminalidad fe-
menina en el mundo real, aunque cabe anotar que a nuestro jui-
cio, en las novelas y cuentos que estudiamos en este articulo
muchos crimenes cometidos por mujeres son «exotizados» o exa-
gerados, con el proposito de evocar una respuesta positiva en la
lectora del texto.
c:Por que, entonces, la mujer se convierte en criminal?, y c:son
los motivos de la delincuente distintos a los del hombre que delin-
que? Remitiendonos a las clasificaciones que esboza del Rosal,

mujer parece injustificada, o que se dirige hacia otra mujer o un nifio, la prensa
emplea otro estilo lingilfstico, exento de comprensi6n pero que intenta provocar el
escandalo del lector frente a acciones tan «desalmadas». Tal es el caso con un artf-
culo publicado en El Pafs que recuenta el asesinato de Rocio Wanninkhof por Dolo-
res Vazquez, «Loli», la cual estaba «enemistada» con su vfctima, a quien «golpe6 y
le atest6 ocho puiialadas por la espalda». Todas las acciones de «Loli» son reporta-
das coma viciosas, injustificadas y cobardes. Otro articulo, esta vez proveniente de
El Mundo, habla de los «actos de violencia gratuita e indiscriminada» de dos ban-
das juveniles compuestas por chicas adolescentes. El periodista, J C de la Cal, no
pone en duda la «anormalidad» de las j6venes pertenecientes a los grupos, e insiste
en su nifiez perdida, punto de vista muy distinta del reflejado en el material sobre
«Tani».

-17-
ESPANA CONTEMPORANEA

concluimos que la codicia, la pasion, el miedo y la venganza ac-


tuan, de hecho, como fuertes motivaciones para impulsar la acti-
vidad ilegal, opinion que, en el caso de la mujer, refuerza Fran-
cisco Perez Abellan al clasificar a las homicidas que retrata como
«ambiciosas/codiciosas, enamoradas, envenadoras, aterrorizadas/
acosadas y extraviadas/enajenadas» (14). Algunas de las clasifica-
ciones del periodista son, sin duda, acertadas, pero es importante
recordar que el proposito de Perez Abellan es puramente sensa-
cionalista, tal como su prosa amarilla delata, y no cabe duda de
que su libro, publicado con el atrayente titulo Elias matan mejor,
aparece en un momenta de considerable polemica sobre la violen-
cia femenina 12 , y que al ser destinado al mercado no-academico y
no-especialista, funciona para fomentar el debate popular y me-
diatico sobre el percibido aumento en la criminalidad de la mujer
partiendo de unas clasificaciones en si sensacionalizadas.
La categoria anotada por Perez Abellan que nos parece mas
plausible es la de «aterrorizadas/acosadas» ya que parece existir -
tanto en las letras como en casos veridicos- un claro vinculo en-
tre la victimizacion de la mujer y su autoria de actos delictivos, tal
como resume Margaret Shaw (115-16). En un caso de asesinato,
esto puede ser el resultado de lo que Anna Motz denomina «the
enactment of a primitive defence mechanism» [la exteriorizacion de
un mecanismo de autodefensa primitivo] por parte de la mujer que
ve amenazada con el aniquilamiento alguna parte de su ser (217).
El mismo Perez Abellan refuerza esta percepcion al apuntalar que
«[l]a mayoria de los crimenes de las mujeres son para liberarse del
acoso o del terror al que las someten los varones. [ ... ] En general se
defienden de agresiones continuas o de situaciones insoportables»
(15). No dudamos que esta conclusion pueda tener mucho de acer-
tado, tal como han indicado sociologas feministas como las ya
citadas, pero en el siguiente parrafo del prologo a su texto, el perio-
dista, sin darse en la cuenta, introduce uno de los peligros de la aso-
ciacion mujer victima/mujer homicida al declarar: «Bajo la presion
de la sociedad, llegan a enloquecer [ ... ] Sus condicionantes biologi-
cas las deprimen o enloquecen» (15). El «peligro» que tal actitud
12
En un contexto general, Margaret Shaw mantiene que «The explosion of pu-
blic concern with violence involving women in the past ten or more years has had
a powerful impact on many sections of society» (115), mientras queen el caso espe-
dfico de Espana Canteras Murillo seiiala «[ ... ] el estado de opinion que durante los
ultimas aiios se ha venido generando, con respecto a la «escalada» de una «nueva
delincuencia femenina» (409), el cual el autor «cuestiona decididamente» (409).

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MUJERES QUE MATAN: VIOLENCIA FEMENINA Y TRANSGRESl6N SOCIAL

supone desde el punto de vista de la observadora feminista es que


parece confirmar la percepci6n de la mujer delincuente como pro-
ducto (micamente de su victimizaci6n, de causas fuera de su con-
trol, lo cual, segun Shaw, es una conclusion demasiado simplista
que no toma en cuenta otros factores que pueden influir en la vida
de la delincuente femenina, y que le roban autonomfa (120, 125,
126 inter alia).
Que la mujer es la victima en la mayorfa de los casos crimina-
les -tanto en la literatura como en la vida real- es indiscutible,
tal como nos recuerda Maureen Reddy, autora de una de las mas
importantes obras sobre feminismo y novela criminal (35), hecho
que se concretiza al notar que en estudios de la relaci6n entre
genero y violencia, es casi siempre el hombre el agresor 13 , aunque
consideramos importante agregar que tal como destacan los au-
tores del estudio «La victimologfa y las mujeres», la agresi6n mas-
culina hacia la mujer no siempre se considera delito 14 • El hecho
de que sean pocas las ocasiones en que en la realidad el homici-
da o atracante es femenino, tanto como las connotaciones nega-
tivas de la representaci6n de la mujer criminal como sujeta a una
victimizaci6n por parte del patriarcado o sus representantes, nos
impulsan a cuestionar el porque de la presentaci6n de tantas
mujeres delincuentes dentro de la narrativa que analizamos aqui.
Sally Munt, autora de un importante libro sobre feminismo y
novela criminal, asevera que la venganza es la unica forma de jus-
ticia disponible a la mujer (204), noci6n que tambien postula Jose-
fina Ludmer (157). Sugerimos que es por esta raz6n que la mayo-
rfa de los textos que evaluamos en este trabajo, en efecto, plantean
al hombre o a las instituciones patriarcales como blanco de las

13
Aqui damos como ejemplo el caso de las ponencias publicadas a consecuencia
de las Jornadas sabre la violencia de genera en la sociedad actual que tuvieron lugar en
el Litoral espaftol entre 1996 y 1999. Los dos volumenes de actas a los que hemos
tenido acceso contienen un numero considerable de ponencias, pero ninguna trata
de la cuesti6n de la violencia ensayada por la mujer (Generalitat Valenciana, 1997 y
2000), como tampoco hace el libro de Lidia Falcon titulado Violencia contra la mujer.
14
Los autores de] estudio mantienen que cuando la violencia afecta a la mujer
«es colocada en la condici6n de victima, pues se lesionan bienes juridicos impor-
tantes suyos y se le ocasiona un grave perjuicio, cuanto menos comparativo. Pero
en la medida en que tales conductas no estan juridico penalmente desvaloradas no
se puede hablar de «victima» desde un punto de vista juridico penal pues aqui la
conducta que crea la victimizaci6n no es un delito. Mas bien al contrario, los victi-
mizadores actuan cumpliendo las normas de] rol social que desempeftan» (http://
members.ripod.com/fmuraro/victimologia_y_femenismo.htm).

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ESPANA CONTEMPORANEA

actividades delictivas de sus protagonistas criminales; la mujer bus-


ca retribucion por haber sido tradicionalmente objeto de la violen-
cia criminal. En el contexto de la narrativa femenina, la escritora
sugiere una simbolica venganza generalizada, en nombre de todas
las mujeres, a traves de las acciones de sus protagonistas.
Es importante anotar tambien, que gran parte de las activida-
des ilegales de las delincuentes -especialmente los robos- va
destinada a conseguir para la mujer aquello que ha sido propie-
dad exclusiva del hombre, es decir, el poder economico y 15 , hasta
cierto punto, politico (en el sentido mas amplio del termino), lo
cual nos hace cuestionar la validez de la repeticion por la mujer
no solo de patrones criminales mas usuales en el hombre, sino
tambien su busqueda a traves de actividades ilegales de aquello
que tradicionalmente ha pertenecido al varon.
No cabe duda de que la apropiacion por la mujer de modelos de
conducta delictivos implique un cuestionamiento ideologico del
valor para esta de tales comportamientos, porque al delinquir «co-
pia» o reproduce unos comportamientos usualmente asociados con
el hombre. Por esta razon, tal vez, algunos de los textos mas recien-
tes que analizamos en este estudio protagonicen a mujeres ladro-
nes cuyo blanco al actuar delictivamente no es ya un hombre espe-
cifico, un ser personalizado, sino el patriarcado como ente
an6nimo, lo cual pareceria restarle la significancia individualizada
de otros crimenes como el asesinato o la castracion. Las metas de
esta criminalidad, sin embargo, tal como observan las autoras de
Escapa't d'Andorra o El salon de dmbar, por ejemplo, generalmente
son las mismas que cuando un hombre comete crimenes de este
tipo; es decir, el enriquecimiento personal segun unas normas que
cobraron especial extension durante la decada de los ochenta y que
pregonaban la gratificaci6n material instantanea 16 • Sin embargo,
15
Lidia Falcon seflala que la renta colectiva de las mujeres espaflolas es un «mi-
serable 18 %» del total, mientras que obviamente «los hombres acaparan el 82 %»
(2000, 9). A nuestro juicio es esta desigualdad lo que buscan remediar -aunque sea
a nivel personal- las ladronas que figuran en los textos analizados.
16
Estas dos novelas tambien reformulan la relaci6n mas usual entre robos y hur-
tos cometidos por mujeres y sus motivos al delinquir de esta forma en particular, ya
que generalmente la mujer que roba lo hace impulsada por la necesidad de conse-
guir comida, ropa u otros articulos para sus hijos o para ella misma, tal como sugie-
re el titulo del estudio de Pat Carlen, Women, Crime and Poverty [Mujer, crimen y
pobreza]. En el contexto espaflol, tanto Canteras Murillo (209-17) como de la Cues-
ta Aguado identifican un claro vinculo entre pobreza y otras formas de margina-
ci6n social y criminalidad en la mujer, aunque ni el uno ni la otra sugieren que la
pobreza puede de hecho causar la delincuencia.

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MUJERES QUE MATAN: VIOLENCIA FEMENINA Y TRANSGRESI6N SOCIAL

al representar a ladronas en sus textos, sobre todo aquellas que son


exitosas y ricas, sus autoras reformulan una regla implicita en la
narrativa criminal escrita por mujeres que situ.a al economicamen-
te pobre -generalmente la detective- como el ganador moral,
porque la pobreza material equivale a la superioridad moral
(Young, 105). En ultimo termino, pues, lo que las escritoras estu-
diadas aqui parecen querer insinuar es que solo a traves de la acti-
vidad ilegal podra la mujer desocupar el lugar de vktima y, por otro
lado, conseguir aquello que simboliza una plena insercion en los
ambientes socio-financieros de su patria.
Esto ultimo se textualiza simbolicamente en el caso de Ana, pro-
tagonista de El salon de dmbar, cuyo flamante BMW rojo, fruto de
sus robos, es el simbolo falico por excelencia, y por lo tanto indica-
tivo de que su duefia ha logrado ocupar un espacio dentro del pa-
triarcado, no solo en sus margenes. Tal vez sea esa ocupacion por
la mujer criminal de simbolos y espacios anteriormente pertene-
cientes al hombre la meta de nuestras autoras al retratar a delin-
cuentes femeninos; quieren demostrar que la mujer no puede al-
canzar sus metas siguiendo las reglas del juego establecidas para
ella por la sociedad patriarcal. Creemos que esto es justamente lo
que mas escandaliza a la opinion publica. Despues de todo, no hay
nada mas terrible ni monstruoso para el patriarcado que ver a una
mujer que se aduefie del simbolico poder falico-patriarcal que su-
pone el comprarse un flamante BMW rojo.

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