Corriente Marina

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Corriente marina

Corrientes
marinas en la superficie de los océanos y mares. Se representan de rojo las
corrientes marinas cálidas; en amarillo el afloramiento de aguas profundas y frías
en costas occidentales continentales; en verde las corrientes que este
afloramiento origina; y en morado la capa superficial de hielo oceánico. La
dirección de las corrientes aparece indicada en flechas de color negro.
Una corriente oceánica o corriente marina es un movimiento de las aguas en
los océanos y, en menor grado, de los mares más extensos. Estas corrientes
tienen multitud de causas, principalmente, el movimiento de rotación terrestre (que
actúa de manera distinta y hasta opuesta en el fondo del océano y en la
superficie), así como el movimiento de traslación de la Tierra, la configuración de
las costas y la ubicación relativa de los continentes. En cambio,
los vientos constantes o planetarios constituyen prácticamente una causa
inexistente, ya que algunas coincidencias entre las corrientes y los vientos
planetarios se deben a que comparten una causa común, es decir, los
movimientos astronómicos de la Tierra.

Así pues, suele quedar entendido que el concepto de corrientes marinas se refiere
a las corrientes de agua en la superficie de los océanos y mares (como puede
verse en el mapa de corrientes) mientras que las corrientes submarinas no serían
sino movimientos de compensación de las corrientes superficiales. Esto significa
que si en la superficie las aguas superficiales van de este a oeste en la zona
intertropical por inercia (debido al movimiento de rotación terrestre, que es de
oeste a este), en el fondo del océano, las aguas se desplazarán siguiendo ese
movimiento de rotación de oeste a este. Sin embargo, hay que tener en cuenta
que las aguas en el fondo submarino se desplazan con la misma velocidad y
dirección que dicho fondo, es decir, con la misma velocidad y dirección que tiene
la superficie terrestre por debajo de las aguas oceánicas. En el fondo oceánico, la
enorme presión de las aguas es lo que origina una temperatura uniforme de
dichas aguas en un valor que se aproxima a los 4 °C, que es cuando el agua
alcanza su máxima densidad. Como resulta lógico, no existirá ningún
desplazamiento relativo entre el fondo del océano y las aguas que lo cubren
porque en dicho fondo, tanto la parte terrestre como oceánica, se desplazan a la
misma velocidad. Sin embargo, se presenta una excepción en las corrientes frías
de la zona intertropical, lo que se debe a la surgencia o ascenso de aguas frías del
fondo submarino cuando llegan al talud continental cerca de la costa.

El movimiento de compensación de las corrientes marinas no solo se produce


entre la superficie y el fondo submarino, sino también en la propia superficie ya
que, por ejemplo, las corrientes que se originan en las costas occidentales de los
continentes en la zona intertropical, que son de aguas frías porque proceden del
fondo submarino, después de un viaje de miles de km cruzando los principales
océanos llegan a convertirse en corrientes cálidas al llegar a las costas orientales
de los continentes (Asia, África, América) contribuyendo así a una compensación
de la energía almacenada y después disipada de las aguas oceánicas. Estas
influyen en el clima, ya que, de acuerdo a su temperatura, pueden llevar calor y
humedad a algunas regiones o inhibir la evaporación y las lluvias en otras
(consultar el fenómeno de subsidencia atmosférica).

Origen[editar]
Duration: 3 minutos y 3 segundos.3:03Las líneas blancas marcan
aproximadamente las corrientes superficiales de los mares y océanos del globo
terrestre y sus variaciones en el tiempo (de enero de 2005 a octubre de 2007). A
grandes rasgos, coinciden bastante bien con el mapa de corrientes de 1943,
aunque sus diferencias en detalle resultan mucho mayores. Esta animación
corresponde a un estudio muy completo realizado por la NASA.
Desde hace unas cuantas décadas se sabe que la estructura de las corrientes
marinas a escala global es tridimensional, con movimientos horizontales en la
superficie, en los que el viento y, sobre todo, la inercia producida por la rotación
terrestre, juegan un importante papel y con movimientos verticales, en los que la
configuración del relieve submarino y de las costas modifican los efectos de la
rotación de la Tierra, que crea una fuerza centrífuga tendente a «abultar» el nivel
oceánico a lo largo de la circunferencia ecuatorial. Se trata de la corriente
ecuatorial que se dirige, por inercia, en sentido contrario a la rotación terrestre.

En el fondo submarino tanto del océano Atlántico como del Pacífico, el agua
acompaña a la litosfera en el movimiento de rotación terrestre y ello se debe a la
enorme presión que soportan esas aguas abisales. Pero al llegar a las costas
occidentales de los continentes, el talud continental, que constituye un plano
inclinado, actúa como una especie de "ascensor" para elevar esas aguas
profundas, haciéndolas subir y creando lo que se denomina surgencia de aguas
frías, lo que viene a ocasionar una corriente, esta vez superficial, que se desplaza
hacia el ecuador a lo largo de esas costas occidentales y al llegar a la zona
ecuatorial son desviadas por la fuerza centrífuga del movimiento de
rotación terrestre hasta tomar la dirección contraria a la que tenían las aguas
profundas, es decir, de este a oeste.
De esta manera se originan en las costas occidentales de los continentes
corrientes de aguas sumamente frías (con relación a la temperatura atmosférica)
ya que emergen de gran profundidad: recordemos que las aguas profundas del
océano se encuentran a una temperatura aproximada de 4 °C, ya que a esta
temperatura es cuando alcanzan su densidad máxima.

Otra razón de las corrientes marinas se encuentra en la estructura interna de la


Tierra que genera una fuerza en gran parte contraria a la fuerza centrífuga del
movimiento de rotación terrestre. Se trata de la fuerza centrípeta de atracción
terrestre hacia el centro de la Tierra como planeta. Esta fuerza centrípeta varía,
como es lógico, de acuerdo con la distancia al centro de la Tierra, que es, en
líneas generales, máxima en el ecuador (donde la fuerza centrípeta es menor) y
mínima en los polos, donde la atracción de la Tierra es mayor.

En resumen, los patrones de circulación de las aguas oceánicas se originan por


una compleja síntesis de fuerzas que actúan de forma diversa y variable en el
tiempo y en el espacio, siendo las más importantes de estas fuerzas: el
movimiento de rotación terrestre y la fuerza centrífuga determinada por dicho
movimiento, el movimiento de traslación terrestre y las variaciones estacionales en
la latitud y dirección originadas por dicho movimiento, la configuración del fondo
submarino, la forma de las costas y su influencia en la dirección de las corrientes,
la desigual absorción y transporte de calor por la radiación solar absorbida por las
aguas marinas, la influencia mutua entre las corrientes marinas y los vientos, el
cambio de nivel de las aguas cálidas superficiales debido a las mareas, la
desviación de las corrientes debido al efecto de Coriolis (que, a su vez, también se
debe a los efectos de la rotación terrestre), etc.

Los vientos[editar]
Esquema de los vientos monzónicos en
la India, mostrando el monzón de verano, entre junio y agosto (lluvioso)
procedente del suroeste, indicado con flechas rojas y la trayectoria del monzón de
invierno, seco, del noreste, en color verde.
La creencia de que las corrientes marinas son ocasionadas por los vientos es muy
antigua aunque incorrecta, a pesar de que a grandes rasgos suelen coincidir los
patrones generales de dirección de los vientos con las direcciones y trayectorias
de las corrientes marinas, pero esa coincidencia es aparente (en detalle se
diferencian bastante) y se debe, como es lógico, a que tanto los vientos como las
corrientes marinas responden a los mismos motivos ocasionados por las
respuestas de dos fluidos (aguas marinas y aire atmosférico) a los movimientos de
traslación y sobre todo, de rotación, de nuestro planeta. El ejemplo más claro de
esta idea se puede ver en los vientos monzónicos entre Asia y el océano Índico:
son vientos estacionales que van del Índico al continente asiático (es decir, de sur
a norte) en la época de calor y de norte a sur durante la época de frío, mientras
que las corrientes marinas en la zona intertropical del océano Índico van de este a
oeste todo el año.

Sin embargo, hay que señalar un caso muy frecuente que ocurre en las bandas en
las que se mueven los vientos del oeste (que son vientos constantes o
planetarios). Dichos vientos pueden acelerar las olas cuando se acercan a las
playas orientales de países y continentes en las latitudes medias. Dicha
aceleración se produce por la rotación terrestre más que por el viento: las olas de
oscilación que se forman en alta mar se convierten en olas de traslación cuando
llegan a una playa, donde la profundidad disminuye bruscamente. Cuando esto
ocurre la cresta de la ola avanza hacia la playa y cae sobre el agua que se
desplaza sobre la arena hacia mar adentro (lo que se llama resaca). Pero incluso
con el viento contrario al mar (de la tierra al océano) aunque dicho viento sea muy
débil y solo rice el agua, provoca un ascenso de las aguas más frías del fondo
(aun si se trata tan solo de una profundidad de un par de metros) al empujar mar
adentro el agua superficial de dicha resaca.

Comparación entre el mapa de corrientes del ejército de los


Estados Unidos de 1943 y la animación hecha por la
NASA[editar]

Imagen de radar del hemisferio


occidental correspondiente al continente americano, tomada el 5 de febrero de
2013. Pueden verse los sistemas nubosos (en blanco), en el que destaca el
sistema alargado del sur del Pacífico que corresponde a los vientos del
oeste cuyas nubes se interrumpen al llegar a la costa sur de Chile. Pero también
puede verse en este caso que la dirección de los vientos no coincide exactamente
con la de las corrientes marinas aunque el mapa de corrientes de 1943 así lo
muestre.
Existen dudas o desacuerdos sobre la exactitud de la información en este artículo
o sección. Consulta el debate al respecto en la página de discusión.

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t={{sust:CURRENTTIMESTAMP}}}} o {{sust:Discutido}}

Un análisis con cierto detalle del mapa de corrientes de 1943 nos mostrará lo
valioso de un esfuerzo que, aunque era apresurado (los Estados Unidos
participaban en la Segunda Guerra Mundial, primero como colaborador de las
potencias aliadas y después como participante activo) era esencial para dicho
país, que tenía que desarrollar una flota nueva de guerra, de transporte de
alimentos y de suministros militares y necesitaban conocer urgentemente los
patrones de las corrientes marinas para tomar ventaja de dicho conocimiento.
Pero la animación de dichas corrientes, realizada por la NASA y que desarrollan
las corrientes oceánicas durante un lapso de unos tres años, representa una
mejora sustancial con respecto al mapa citado. Un ejemplo servirá para establecer
las diferencias: el mapa de 1943 muestra la corriente de Humboldt como una
prolongación de la corriente del Pacífico Sur, lo cual aparece repetido en la
mayoría de referencias bibliográficas que tratan el tema de las corrientes. En
cambio, la animación realizada por la Nasa nos muestra que se trata de dos
corrientes distintas cuyo origen es también distinto. También la imagen satelital
del hemisferio occidental (América y océano Pacífico) nos muestra los efectos de
la nubosidad que acompaña a la corriente meridional del Pacífico y la falta de
nubes en las costas septentrionales de Chile y las del Perú donde la corriente de
Humboldt, que es de aguas frías y que va de sur a norte, deja una imagen libre de
nubes tanto mar adentro como en la zona costera de dichos países, lo cual nos
aclara que se trata de dos corrientes distintas, una cubierta de nubes y la otra sin
ellas por la mayor frialdad relativa de sus aguas.

La rotación terrestre y las corrientes oceánicas[editar]


Los efectos de la rotación de la Tierra son visibles en la dirección de las corrientes
oceánicas, en los patrones que se observan en la dinámica atmosférica, en
el efecto Coriolis, en los patrones de los vientos, especialmente, de
los planetarios, en la dinámica fluvial y en la surgencia de aguas frías de las
profundidades submarinas en las costas occidentales de los continentes,
principalmente de la zona intertropical. También es la responsable
del abultamiento ecuatorial de nuestro planeta y, por ende, del achatamiento polar,
aunque probablemente, el abultamiento ecuatorial se produjo en períodos de la
historia geológica de nuestro planeta en los que su temperatura era mayor, por lo
que tenía una especie de consistencia mucho más plástica y fácil de deformar. El
abultamiento ecuatorial de la litósfera o parte sólida de la tierra es notable (el
diámetro ecuatorial es unos 21 km mayor que el diámetro polar), pero el de la
parte líquida (hidrósfera) es aún mayor, lo cual significa que el diámetro polar en la
superficie de los océanos sería bastante menor que el ecuatorial y ello se debe a
que la hidrósfera es una capa fluida y de menor densidad, por lo que la fuerza
centrífuga del movimiento de rotación actúa elevando el nivel del mar en la zona
intertropical por encima del nivel que tendría de no existir dicho movimiento de
rotación. Y en el caso de la atmósfera, la deformación es aún mayor, ya que en la
zona intertropical, el límite superior de la tropósfera es casi tres veces mayor que
el que tiene en las zonas polares lo cual puede demostrarse con la gran altura de
las nubes de desarrollo vertical en dicha zona. Un corolario muy conocido de estas
ideas se refiere a que la montaña más elevada de nuestro planeta sería el
pico Huascarán, en el Perú, o el Chimborazo en Ecuador, si tomáramos en cuenta
la altura absoluta de dicha montaña con respecto al centro de la Tierra. El Everest,
ubicado en la zona templada, aunque es la montaña más elevada del mundo con
respecto al nivel del mar en las costas de la India (en el océano Índico), tendría
una altura mucho menor que el Huascarán si midiéramos dicha altura también con
relación al centro de la Tierra.
En conclusión, la fuerza centrípeta de la rotación terrestre se debe a la distinta
longitud entre el radio terrestre en el ecuador (6.378 km) y el radio polar (6.357
km) que da un resultado de algo más de 21 km.1

Efecto Coriolis[editar]
Artículo principal: Efecto Coriolis
Concepto[editar]

Péndulo de Foucault en el Museo


de Ciencias de Valencia, mostrando la progresión de la desviación aparente hacia
la izquierda (tanto al oscilar en una dirección como al desplazarse en la dirección
contraria). El orificio central de la base va recogiendo las esferas blancas que el
péndulo va tumbando en los pines de la circunferencia. Es fácil de ver, que el
centro del círculo solamente da un giro cada día porque se mueve alrededor del
paralelo de latitud terrestre donde está ubicado dicho punto, mientras que
cualquier punto de la circunferencia donde están los pines dará dos vueltas cada
día, una en la trayectoria recorrida a lo largo del paralelo de latitud de dicho punto
y otra que dará dicho punto alrededor del centro de la base del péndulo.
El efecto Coriolis, descrito en 1835 por el científico francés Gaspard-Gustave
Coriolis es una consecuencia del movimiento de rotación de la Tierra que afecta a
todos los cuerpos en movimiento sobre la superficie terrestre, en este caso las
aguas marinas, las cuales reaccionan inercialmente a dicho movimiento, tal como
sucede con los vientos planetarios, que también se deben a la inercia del
movimiento de rotación terrestre. Ello significa que el efecto Coriolis no es una
verdadera fuerza sino una consecuencia de la rotación terrestre, es decir, no se
trata de que el agua de los mares y océanos se mueva por sí misma, sino que es
la litósfera la que gira alrededor del eje terrestre y ello origina las corrientes
marinas, que, como hemos dicho, constituyen uno de los efectos más importantes
de dicha rotación. La mejor demostración del efecto de Coriolis se comprueba
experimentalmente con el péndulo de Foucault: este péndulo está suspendido de
un punto para que una vez puesto en movimiento siga siempre la misma dirección.
En cada oscilación va marcando un desplazamiento visible en la base del péndulo
y dicho desplazamiento está producido, no por la desviación del propio péndulo
sino por la rotación terrestre, lo que podríamos decir en síntesis, por el giro
terrestre. Así, no es que se desvíe la dirección del movimiento inicial del péndulo
sino que el lugar donde está ubicado también gira al igual que todo el planeta. Y la
ventaja del empleo del péndulo de Foucault es que, no solo demuestra el
movimiento de rotación terrestre sino también el sentido de dicho movimiento, que
es de derecha a izquierda (de oeste a este) en el hemisferio norte y de izquierda a
derecha en el hemisferio sur (de este a oeste).

El análisis del movimiento del péndulo de Foucault sirve para entender claramente
el concepto de las corrientes marinas y de los vientos planetarios como un efecto
inercial del movimiento de rotación terrestre. Ello se debe a que tanto el péndulo
de Foucault como el agua oceánica y el aire atmosférico se mueven en un espacio
tridimensional, que es imposible simplificar cuando hablamos de un plano y un
radio de giro en un plano bidimensional. Tratemos de entender la complejidad de
un movimiento en un espacio tridimensional: la idea de Foucault fue sostener un
péndulo de grandes dimensiones de un punto a gran altura (casi 60 m) con el fin
de "aislar" la dirección inicial del péndulo del movimiento de la superficie terrestre.
Como consecuencia de ello, dicha dirección inicial se mantiene mientras el
péndulo siga oscilando: el hecho de que el péndulo derribe los pines o esferas
siempre hacia la izquierda (mirando desde el propio centro de gravedad del
péndulo) nos demuestra que no es que el péndulo vaya desviándose hacia la
izquierda, sino que es el círculo donde se ubican los pines o esferitas que
progresivamente serán derribadas por el propio péndulo, el que se mueve girando
de derecha a izquierda, es decir, en sentido antihorario (nos referimos al
hemisferio norte, ya que en el hemisferio sur el sentido de giro es inverso, es decir,
en sentido horario, de izquierda a derecha). La diferencia entre el efecto
antihorario en el hemisferio norte y el efecto horario en el hemisferio sur se debe,
evidentemente, a que mientras que la dirección norte-sur se encuentra en el
mismo sentido en los dos hemisferios, el desplazamiento del péndulo siempre es
de oeste a este en ambos hemisferios, lo que significa la diferencia en cuanto al
avance horario en el sentido de giro opuesto en los dos hemisferios. Todo esto ha
sido suficientemente estudiado y descrito en multitud de trabajos, por lo que no
tiene mucho sentido explicarlo aquí.

Solo queda añadir que el círculo donde se mueve el péndulo da dos vueltas cada
día (una alrededor de la Tierra sobre el paralelo de latitud donde se encuentra el
círculo y otra alrededor del centro del mismo círculo). Y en cada oscilación del
péndulo, el centro de gravedad del mismo se irá desplazando poco a poco de
oeste a este, es decir, en sentido antihorario en el hemisferio norte y en sentido
horario en el hemisferio sur.

La insolación y las corrientes marinas[editar]


La radiación solar, es decir, la insolación, genera una ligera disminución de la
densidad del agua, creando una especie de círculo vicioso: como el agua caliente
es menos densa que el agua fría, se dispone en la superficie de
los lagos, mares y océanos, ubicándose el agua más fría a mayor profundidad. Y,
como el agua caliente está en la superficie, es la que recibe directamente la
insolación, por lo que se calienta más. Pero recordemos que el aumento de la
evaporación da origen al enfriamiento consiguiente de las aguas que no se han
evaporado ya que el calor involucrado en la evaporación procede de dichas aguas.
El resultado es que las aguas superficiales se calientan más durante el día y se
enfrían también más durante la noche, lo cual da origen a que las aguas profundas
tengan una temperatura estable tanto de día como de noche, mientras que las
aguas superficiales tienen una temperatura muy variable, siendo mayor al final de
la tarde y menor a mediados de la mañana, tal como se indica en el artículo sobre
la diatermancia. Esto es claramente evidente en una piscina, estanque o en
una playa tranquila, donde la temperatura del agua en los pies es mucho más fría
que la que está en la superficie.

El problema descrito se complica cuando tenemos en cuenta las características


físicas del agua: el agua no alcanza su máxima densidad a los 0 °C sino a los
4 °C. Ello tiene unas consecuencias muy importantes sobre las corrientes marinas
y sobre la surgencia de aguas frías en las costas occidentales de los continentes
en la zona intertropical y en las subtropicales.

Tratemos de explicar esta idea que viene constituyendo unos procesos que no
suelen ser tomados en cuenta en algunas obras de oceanografía: como el agua
del mar alcanza su mayor densidad a los 4 °C, toda el agua oceánica tendrá esa
misma temperatura después de cierta profundidad, no solo adonde ya no llegan
los rayos solares, sino más abajo, donde la presión de la propia columna de agua
obliga a alcanzar esa temperatura. Dicho en otras palabras: el agua de la
superficie oceánica puede tener una temperatura superior a 0°, pero a cierta
profundidad solo puede tener 4°. Si el agua superficial alcanza menos de 4°,
flotará (el caso extremo es la temperatura de 0°, en la que no solo se encontrará
en la superficie, sino que se convierte en hielo, cuya densidad es bastante menor
que la del agua líquida). Hay que aclarar, que en condiciones normales, el agua
superficial no se congela exactamente a 0°, sino unos 2 grados por debajo del
punto de congelación, debido a los minerales disueltos que contiene (sales y
otros). Este hecho se conoce desde muy antiguo y se solía utilizar en las fiestas
campestres para tener helados recién hechos durante el verano con el empleo de
una centrifugadora metálica donde se coloca la leche, azúcar y sabores que se
hace girar a gran velocidad sobre pedazos de hielo con abundante sal: el hielo no
se funde a 0 °C sino a casi 2 °C bajo cero y esa diferencia enfría a los ingredientes
de la mezcla hasta congelarlos.

Una conclusión se deriva de lo dicho: tanto las mayores temperaturas del agua
oceánica como las menores se alcanzan en la superficie oceánica y cuando se
alcanzan los 4° (bien sea por calentamiento del agua con temperatura entre 0° y
4° o por el enfriamiento de las aguas con temperaturas superiores a dicha cifra), el
agua se hunde a cierta profundidad, hasta alcanzar la zona con temperatura
uniforme (4 °C aproximadamente). Como es natural, las corrientes cálidas que se
dirigen hacia las zonas polares (o mejor dicho, hacia la zona polar ártica, ya que
en la zona antártica, la corriente circumpolar impide que las corrientes más o
menos cálidas lleguen a la Antártida), se introducirán por debajo del hielo cuando
se vayan enfriando (o calentando, según su temperatura inicial) hasta alcanzar los
4 °C (más exactamente, 3,8 °C).

La configuración del relieve submarino[editar]


Existen diversos tipos de relieve submarino:

 Fosas oceánicas
 Dorsales oceánicas
 Llanuras abisales
 Cordilleras submarinas
 Plataforma continental
 Talud continental
Sin embargo, con la excepción de las dos últimas formas del relieve submarino,
dichas formas no ejercen prácticamente ninguna acción sobre la dirección o
intensidad de las corrientes marinas (entendidas como corrientes superficiales).
En el caso de la plataforma continental, su escasa profundidad (menos de 200 m)
logra disipar gran parte de la energía producida por las corrientes, sobre todo en
las costas más irregulares. Y en el caso del talud continental, su acción no se
realiza directamente sobre las corrientes en superficie, sino sobre las aguas más
profundas que se mueven al unísono con la litosfera sobre la llanura abisal. Pero
al llegar a dicho talud continental en las costas occidentales de los continentes, las
aguas más profundas son obligadas a ascender, actuando dicho talud continental
como una cinta transportadora que eleva esas aguas profundas hacia la costa
dando origen a una surgencia de aguas frías que constituyen las corrientes frías
de las zonas intertropical y subtropical.

La configuración de las costas[editar]


Este factor modificador de las corrientes marinas es sumamente importante y
determina diferencias considerables en el sentido y trayectoria de las corrientes
marinas (recordemos que las corrientes marinas se definen como corrientes
superficiales de las aguas de océanos y mares, por lo que cualquier trazado de las
costas puede incidir en esas corrientes).

Los casos más evidentes están en la dirección de la corriente ecuatorial del


océano Atlántico cuando llega a las costas del Brasil y en la dirección de la
corriente de Humboldt cuando es desviada hacia el ecuador terrestre por la
configuración de las costas occidentales de América del Sur. En el primer caso, la
corriente ecuatorial del norte se divide en dos: una parte considerable se desvía
hacia el norte (digamos un 75 %) debido a que el responsable de esta desviación
(punta oriental del Brasil) se encuentra a unos 5° al sur del ecuador terrestre. La
gran cantidad de aguas cálidas que se desvían al noroeste es responsable de la
gran cantidad de precipitaciones en las Guayanas (unos 4000 mm en promedio)
en comparación a la corriente que se desvía hacia el suroeste, que lleva un
promedio de precipitaciones mucho más bajo (digamos unos 1500 mm). Más aún,
esta diferencia en el desvío de la corriente ecuatorial llega a producir épocas
de sequía sumamente severas en el noreste del Brasil, explicadas por Josué de
Castro en su libro Geopolítica del hambre como la razón de los desplazamientos
de poblaciones enteras hacia el sur, huyendo de la sequía y del hambre. Y en el
segundo caso, las aguas frías de la corriente de Humboldt que se producen en las
costas de Chile y Perú al ascender allí por efecto del movimiento de rotación
terrestre son desviadas hacia el ecuador terrestre por la curvatura de las costas
del continente sudamericano. Y este afloramiento de aguas profundas a lo largo
de las costas occidentales de América del Sur da origen al clima desértico de las
mismas (desiertos de Atacama en Chile y de Sechura y de otras zonas costeras
del Perú), por una parte, y también a la existencia de una zona sumamente rica en
recursos pesqueros, no tanto por la frialdad de las aguas, sino porque el ascenso
de las mismas trae a la superficie gran cantidad de sustancias orgánicas en
descomposición que de otra manera se hundirían definitivamente en el fondo del
océano y que constituyen una especie de alimento para el fitoplancton (vegetación
oceánica) directamente, e indirectamente, para la fauna marina.

Los vientos planetarios y las corrientes oceánicas[editar]


El efecto del viento sobre la intensidad, duración y dirección de las corrientes
oceánicas es prácticamente inexistente. El que muchas veces la dirección de las
corrientes marinas y de los vientos planetarios coincida entre sí se debe a que
tanto las unas como los otros se desplazan por las mismas razones relacionadas
con los movimientos de la Tierra como planeta, especialmente el movimiento de
rotación terrestre.

Sin embargo, la idea de que el viento es el motor de las corrientes marinas está
muy arraigada en todo el mundo a pesar de que desde hace unos 500 años se ha
podido comprobar que esa es una correlación prácticamente inexistente. Por
ejemplo, Seager y otros afirman que: Here (es decir, en el artículo) it is shown that
the principal cause of this temperature difference is advection by the mean winds.
South-westerlies bring warm maritime air into Europe and north-westerlies bring
frigid continental air into north-eastern North America. Further, analysis of the
ocean surface heat budget shows that the majority of the heat released during
winter from the ocean to the atmosphere is accounted for by the seasonal release
of heat previously absorbed and not by ocean heat-flux convergence (Seager et
al.2). Al respecto es necesario decir que:

 En la primera frase se dice que la diferencia entre las temperaturas de


las costas occidentales de Europa (cálidas) y las orientales de América
(frías) se debe a la advección, es decir, el transporte horizontal del calor
por medio de los vientos.
 En la segunda frase se dice que los vientos del suroeste traen aire
cálido de origen marítimo hacia Europa mientras que los vientos del
noroeste (masas continentales de aire frío de América del Norte) llegan
a las costas nororientales de América del Norte enfriando mucho las
temperaturas de las costas orientales del Canadá y del noreste de los
Estados Unidos.
 En la tercera frase se afirma que el análisis del balance térmico en la
superficie oceánica muestra que la mayor parte del calor liberado por el
océano en la atmósfera durante el invierno procede del calor
previamente absorbido y no por la convergencia del flujo de calor
oceánico.
Curiosamente, en la cita anterior se contradice por completo la idea principal que
expresa el artículo (que el transporte del calor a Europa se debe a los vientos y no
a la corriente del Golfo) ya que si se habla de que los vientos del oeste traen aire
cálido marítimo a Europa (bring warm maritime air into Europe) se está diciendo
que los vientos del oeste traen consigo el calor emitido por la corriente del Golfo
traducido en nubes y niebla los cuales ceden, a su vez, el calor de condensación
(de origen marítimo, no atmosférico como señala el propio artículo de Seager et al)
al continente europeo, especialmente en sus costas noroccidentales. Y en la
segunda frase, por contraste, se reafirma lo mismo que en la primera ya que la
diferencia entre la temperatura entre Gran Bretaña y la península del Labrador no
se debe solo al transporte de aire marítimo cálido hacia Europa sino del transporte
de aire frío continental hacia las costas nororientales de América del Norte que
son, en consecuencia, mucho más frías que las costas europeas.

Por último, en la tercera frase se afirma que la mayor parte del calor liberado por el
océano en la atmósfera procede del calor previamente absorbido (también por el
océano, se entiende) y no por la convergencia del flujo de calor oceánico. En esta
frase se explica algo que está mucho mejor desarrollado en el artículo sobre
la diatermancia donde se señala que las aguas oceánicas, debido a su mayor
calor específico, aunque tardan mucho más tiempo en absorber el calor
procedente de la radiación solar, también tardan más tiempo en liberarlo,
regulando la temperatura a lo largo del año y de las distintas estaciones
geoastronómicas. Y esta regulación de la temperatura es la característica
fundamental de los climas marítimos típicos de la Europa noroccidental (islas
británicas, por ejemplo).

El caso especial de las islas en las costas orientales del


océano Atlántico y de otras partes[editar]
Corrientes oceánicas frías por el
ascenso de aguas profundas provocado por la pendiente del talud continental al
oeste de las islas de Cabo Verde. Fuente: NASA
El ejemplo de algunas islas localizadas en las costas occidentales de los
continentes sirve para demostrar el origen de las corrientes frías con la emersión o
surgencia de aguas profundas por el movimiento de rotación terrestre. Y el hecho
de que algunas de esas islas sean de origen volcánico (con una gran profundidad
con respecto a su extensión) genera la formación de lo que podríamos llamar ríos
oceánicos, que no son sino corrientes oceánicas frías de reducidas dimensiones
que, no solo cumplen con el origen y características de las todas las corrientes
marinas en general y de las corrientes oceánicas frías, sino que constituyen una
demostración del origen geoastronómico de las mareas basado en el movimiento
de rotación terrestre. Es el caso de las corrientes oceánicas frías en las costas
occidentales de las islas de Cabo Verde como puede verse en la imagen satelital
de la NASA. En dicha imagen puede verse como las aguas frías de color oscuro
por ser más densas forman una especie de ríos en el océano que van perdiendo
su velocidad a medida que avanzan hacia el suroeste. La dinámica de estas
corrientes (una para cada isla) es muy simple: aunque como se ha dicho, las
aguas del fondo submarino se desplazan de oeste a este, cuando ya se
encuentran en la superficie dejan de tener esta dirección para desviarse hacia el
suroeste ya que la rotación de la Tierra de oeste a este tiene una consecuencia,
por inercia, de desplazar las aguas hacia el oeste, pero la fuerza centrífuga
también de dicho movimiento desvia las aguas hacia el sur (donde está el
ecuador) dando como resultado una dirección sureste que, a medida que se va
acercando a la línea ecuatorial, se va convirtiendo en Este franco. Desde luego,
esto no sucede en este caso, porque el ecuador está lejos, y la velocidad de estas
estrechas corrientes va disminuyendo como puede verse por la especie
de meandros que dibujan en las islas más importantes.

El caso especial de los mares cerrados[editar]


En los grandes mares cerrados (o casi cerrados) como es el caso del mar
Mediterráneo, Báltico, mar de las Antillas, golfo de México y otros), las corrientes
marinas reflejan nítidamente el efecto del movimiento de rotación terrestre y no la
dirección de los vientos y ello constituye una magnífica prueba de lo que se ha
señalado al comienzo con respecto al origen de las corrientes oceánicas.

La diferencia más notable entre mares y océanos abiertos se observa en que en


los primeros es posible ver un desplazamiento de las corrientes en forma circular
adaptándose, como es lógico, a la configuración de las costas, sin que se vea casi
ninguna coincidencia entre dirección de los vientos y dirección de las corrientes,
mientras que en los océanos abiertos se pueden comprobar algunas de las
grandes coincidencias entre corrientes marinas y los vientos constantes o
planetarios. Pero en este último caso, la aparente coincidencia entre algunas
corrientes y los vientos planetarios no se debe a que dichos vientos muevan las
corrientes marinas, sino todo lo contrario, los vientos planetarios (alisios, vientos
del oeste, etc.) son causados por las diferencias de presión atmosférica creadas
por dichas corrientes. Algunos ejemplos servirán para demostrar claramente la
idea de que son las corrientes oceánicas las que determinan la dirección,
características y trayectoria de los vientos planetarios y no al contrario.

Las corrientes marinas en el mar Mediterráneo[editar]


El mar Mediterráneo, así como todos los mares internos de su cuenca (Adriático,
Tirreno, Jónico, etc.) y el mar Negro presentan todos ellos una corriente marina
paralela a la costa meridional en sentido oeste-este y una corriente paralela a la
costa norte en sentido inverso, es decir, de este a oeste. Esta corriente circular
está indicada en el mapa de corrientes oceánicas de 1943 si se amplía hasta ver
esa dirección indicada con algunas flechas negras. La razón de la dirección de
esta corriente circular se debe al movimiento de rotación terrestre y no a la
dirección de los vientos que, generalmente vienen del suroeste (son los vientos del
oeste) durante casi todo el año, aunque también pueden soplar desde cualquier
dirección atendiendo a la posición momentánea de los centros de acción (ciclones
y anticiclones). Curiosamente, los vientos que traen mayor peligro a las
embarcaciones deportivas (en el caso del mar Mediterráneo) son los vientos de
Levante, es decir, del este, al ser de mayor intensidad, como señala Vicente
Blasco Ibáñez en su obra Flor de Mayo:
A mediodía cambió el tiempo. Sopló el viento de Levante, tan terrible en el golfo de Valencia; el mar se
rizó levemente; avanzó el huracán, arrugando la tersa superficie, que tomaba un color lívido, y un
montón de nubes corriéronse desde el horizonte, cubriendo el sol.
Tomado de Ángel Lacalle. Vida española. Textos de español moderno. Barcelona: Bosch, Casa
Editorial, 1948, p. 88

Como consecuencia de la dirección de dichas corrientes en el Mediterráneo, la


geometría de los puertos debe protegerlos mediante escolleras y malecones
ubicados siempre a su izquierda viendo el puerto desde la costa hacia mar
adentro. Así el puerto quedará protegido, no de los vientos (que pueden soplar en
cualquier dirección), sino de las corrientes que son las que pueden ocasionar
consecuencias más negativas para la navegación y para la seguridad de los
puertos.
Las corrientes marinas en el mar Báltico[editar]
Las corrientes marinas del mar Báltico siguen exactamente el mismo patrón que
en el mar Mediterráneo pero las costas tienen distintas características, además de
que en este caso, existe un superávit de agua que pasa al mar del Norte a través
de los estrechos daneses, al contrario de lo que sucede en el estrecho de
Gibraltar. En el caso del Báltico, lo mismo que se ha explicado en el Mediterráneo,
las aguas siguen un movimiento circular en sentido antihorario: las costas del
sureste (Alemania, Polonia, países bálticos) son bajas y arenosas por lo que se
forman barras y cordones litorales que se alargan de izquierda a derecha y que
encierran a una especie de laguna litoral que recibe el nombre, en alemán,
de haff, término que equivale al de albufera en español (3). Lo mismo que sucede
con la Albufera y el Mar Menor en España, las lagunas de las costas surorientales
del mar Báltico crecieron por el lado izquierdo y se abren por el derecho (mirando
hacia el mar abierto) para dar paso a las aguas sobrantes de la laguna. Se trata
del mismo diseño que los puertos en el Mediterráneo pero en este caso tiene un
origen natural. O, dicho en sentido inverso, la entrada de los puertos para la
navegación siempre debe estar ubicada en el punto opuesto a la dirección de las
corrientes litorales. Si no fuera así, los puertos quedarían inutilizados en poco
tiempo.

Tipos de corrientes oceánicas[editar]


Según su temperatura[editar]
Artículo principal: Corrientes oceánicas frías
Artículo principal: Corriente del Golfo
Una clasificación sugerida de estos movimientos, proviene de la temperatura de
las masas de agua que se desplazan en cada uno de dichos movimientos:

 Cálida: flujo de las aguas superficiales de los océanos que tiene su


origen en la zona intertropical y se dirige, a partir de las costas
orientales de los continentes (América del Norte y Asia) hacia
las latitudes medias y altas en dirección contraria a la rotación terrestre,
como por ejemplo la corriente del Golfo o la de la Kuroshio o corriente
del Japón. En el hemisferio sur, estas corrientes son casi inexistentes,
por la configuración de las costas y por el hecho de que en las latitudes
de clima templado y frío no existen casi tierras.
 Fría: flujo de aguas frías que se mueven como consecuencia del
movimiento de rotación terrestre, es decir de este a oeste, a partir de las
costas occidentales de los continentes por el ascenso de aguas frías de
grandes profundidades en la zona intertropical y subtropical. Ejemplos
de corrientes frías: la de Canarias, la de Benguela, la de Humboldt o del
Perú, y la de California, todas ellas en las costas occidentales de los
continentes de la zona intertropical y subtropical. Las corrientes de
Oyashio (en el océano Pacífico) y la de Groenlandia o corriente del
Labrador, también se producen por el ascenso de aguas frías y podrían
definirse como una compensación al efecto de las corrientes cálidas
cuando alcanzan las altas latitudes en las costas occidentales de los
continentes. Estas corrientes frías solo se presentan en la zona ártica ya
que la zona antártica es mucho más uniforme y solo tiene una corriente
continua circumpolar en la que no existe un ascenso de aguas frías
provocado por el relieve submarino. Por lo que se señala arriba, la
corriente circumpolar antártica presenta aguas superiores a 4° en primer
lugar, porque son superficiales y en segundo lugar, porque absorben
cierta cantidad de radiación solar por el hecho de desplazarse
permanentemente en la misma dirección y sin el ascenso de aguas frías
por recorrer un círculo casi completamente sin tierras. En este sentido,
la circulación antártica es relativamente sencilla: un giro perpetuo de
360° alrededor de la Antártida y a cierta distancia de este continente,
que sirve de barrera tanto a las aguas cálidas procedentes de la zona
intertropical (a diferencia de la corriente del Golfo en el océano Atlántico
Norte y la de Kuroshio en el Pacífico Norte), como a los icebergs
procedentes de los hielos antárticos (a diferencia también de Atlántico
Norte, donde la corriente fría de Groenlandia puede llegar a traer
icebergs a latitudes más bajas del noreste de los Estados Unidos y del
este de Canadá (latitudes similares a las de Francia y el Reino Unido).
La corriente de Groenlandia Occidental o corriente del Labrador fue la
responsable del desplazamiento del iceberg que ocasionó el naufragio
del Titanic en abril de 1912, unos 1500 km al este de Nueva York y casi
a la misma latitud que esta ciudad.
Según sus características[editar]
Una segunda clasificación incluye el tipo de corriente a la cual se asocia el
desplazamiento de masas de aguas en cualquier medio. Se asocia según el
fenómeno que permite el movimiento.4

 Corrientes oceánicas, son producidas por el movimiento de rotación


terrestre por lo que presentan un movimiento constante, en general, en
sentido este - oeste en la zona intertropical o en sentido inverso, de
oeste a este, es decir, con el mismo sentido que la rotación terrestre en
las latitudes medias o altas.
Se trata, lo mismo que sucede con los vientos constantes o vientos planetarios, de
desplazamientos producidas por efecto de la inercia: en la zona intertropical, las
corrientes se mueven en sentido contrario a la rotación terrestre, las aguas del
fondo oceánico acompañan a nuestro planeta en el movimiento de rotación de
oeste a este, pero las aguas superficiales se van quedando atrás por inercia, lo
que significa una corriente ecuatorial de gran amplitud y la de mayor volumen de
agua que se produce en nuestro planeta.
Líneas
cotidales para ver el efecto de las mareas en los mares y océanos, en especial, a
lo largo de las costas.
Dicho en otros términos: la corriente ecuatorial se desplaza de este a oeste por
inercia ya que las aguas presentan una resistencia a acompañar a nuestro planeta
en su movimiento de rotación. Pero en las latitudes medias y altas, las corrientes
se mueven de oeste a este debido también al mismo principio de inercia, aunque
en este caso, se trata de un efecto inercial que va aumentando progresivamente a
medida que aumente la latitud, incrementándose su velocidad y llegando a superar
ligeramente a la propia velocidad de la rotación terrestre. Por otra parte, como esta
circulación oceánica tiene un patrón similar al de los vientos planetarios,
interactúan mutuamente, tanto en su velocidad de desplazamiento como a la
cantidad de calor que trasladan. Involucran el movimiento de grandes masas de
aguas, afectando la temperatura de la capa superior y repartiendo una enorme
cantidad de humedad y, por ende, de calor, en el sentido de los meridianos. Por
esta razón, las corrientes oceánicas son las que explican las enormes diferencias
climáticas entre las costas americanas y europeas del Atlántico Norte, por citar un
ejemplo muy conocido.

 Corrientes de marea, son corrientes periódicas con ciclo diario que son
producidas por la atracción lunar y en menor grado, del sol. Son
corrientes superficiales de las aguas del mar y, por lo tanto, involucran
en su mayor parte, aguas cálidas. Aunque poco estudiadas, estas
corrientes de marea involucran enormes desplazamientos de agua
del hemisferio norte al sur y viceversa. Obviamente, si la posición del sol
y la luna coinciden en el mismo hemisferio (durante la luna llena o luna
nueva en el verano del hemisferio norte), las mareas resultantes atraen
una gran cantidad de agua que puede cruzar el ecuador terrestre en
el océano Pacífico y más aún, en el océano Atlántico, debido en este
último caso a la configuración de las costas sudamericanas, que
desvían la corriente ecuatorial y por ende, las mareas vivas hacia el
noroeste, a lo largo de la costa sudamericana del noreste del Brasil, de
las Guayanas, de Venezuela y de las Antillas. Y durante el invierno en el
hemisferio norte ocurre el proceso inverso.
 Corrientes de oleaje, son las que modifican en gran parte el litoral y
son producidas por los vientos, en especial, por las tempestades
o huracanes que se asocian al movimiento de las masas de aire tanto
de origen continental como marítimo.

Desviación hacia el
noroeste de gran parte de la corriente ecuatorial del sur, al encontrarse el cabo
San Roque, punta más oriental de la América del Sur, unos 5° de latitud al sur del
ecuador terrestre, que es la línea que pasa por la desembocadura del río
Amazonas junto a la isla de Marajó.

 Corrientes de deriva litoral: constituyen la resultante de la acción de


las corrientes oceánicas al llegar a las costas cuyo trazado presenta
alguna inclinación o desviación con respecto a la dirección original de
las mismas. El ejemplo de la corriente ecuatorial atlántica al llegar a las
costas del Brasil (como puede verse en el mapa de corrientes, es muy
claro en este sentido, ya que casi todas las aguas de la misma son
desviadas hacia el noroeste porque las costas tienen esta dirección. La
corriente de deriva litoral brasileña o corriente del noreste del Brasil,
lleva una gran cantidad de aguas cálidas hacia las costas de las
Guayanas, costa oriental de Venezuela y las Pequeñas Antillas. Es por
este motivo por el que las costas atlánticas de las Guayanas y de
Venezuela, presentan un clima más lluvioso que las del noreste del
Brasil, ya en el hemisferio sur. También tiene otras dos consecuencias
muy importantes: la desviación del ecuador térmico hacia el hemisferio
norte y la menor incidencia de los huracanes en las costas meridionales
del Brasil.
 Corrientes de densidad, se presentan en las zonas de contacto de dos
masas de agua con distinta densidad, por lo general debido al
encuentro de aguas de distinta temperatura aunque esta idea puede dar
origen a cierta confusión, ya que la mayor densidad del agua se
presenta a 4 °C y casi siempre pensamos que las aguas frías son más
densas, lo cual es cierto pero solo hasta que alcanza la temperatura
indicada. Este intercambio de aguas de distinta densidad pueden
presentarse en tres áreas de contacto:
1. En los estrechos entre mares u océanos distintos, como sucede en el estrecho
de Gibraltar, las aguas del Atlántico se introducen al Mediterráneo como una cuña
por su mayor densidad, mientras que las del Mediterráneo, generalmente más
cálidas, pasan hacia el Atlántico por arriba por su menor densidad. En este caso,
las aguas del Atlántico tienen un volumen muy superior a las del Mediterráneo,
porque este mar es deficitario en agua debido al clima más seco y a la fuerte
evaporación de sus aguas. Los estrechos daneses, en cambio, intercambian agua
del mar del Norte con la procedente del mar Báltico pero en forma distinta, ya que
el mar Báltico tiene un superávit de agua que sale hacia el mar del Norte,
principalmente por el canal que separa Dinamarca con Suecia, es decir, junto a las
costas de este último país.

Temperaturas
superficiales del océano Pacífico correspondientes al 16 de septiembre de 2013.
Puede verse que las mayores temperaturas no se corresponden con el ecuador
geográfico sino con el paralelo de 10° N, lo cual se debe a la influencia de las
aguas frías de la corriente de Humboldt, justo al sur del ecuador.
2. A lo largo del ecuador, donde las corrientes frías pueden encontrarse junto a
corrientes más cálidas con la misma dirección este a oeste, pero de otro
hemisferio. En este caso, a lo largo del ecuador existe una misma corriente
ecuatorial pero donde coexisten aguas de muy distinta temperatura, como puede
verse en el cartograma de las temperaturas superficiales del océano Pacífico.

3. A lo largo del círculo polar ártico, donde las corrientes procedentes del océano
Ártico hacia el sur son de aguas muy frías (menos de 4 °C) y por lo tanto son
superficiales al tener menor densidad (recordemos que la mayor densidad del
agua se presenta en torno a los 4 °C). De hecho, la corriente de Groenlandia
Oriental trae hacia el sur una gran capa de hielo flotante, lo que explica que la
costa oriental de Groenlandia esté prácticamente despoblada. En cambio, en la
costa occidental de Groenlandia emergen aguas profundas que, por definición,
tienen una temperatura en torno a los 4 °C, lo que explica que sea una costa libre
de hielos y, en consecuencia, concentre la casi totalidad de la población de
Groenlandia.

Causas físicas de las corrientes marinas[editar]

Muestra en colores de la proyección de la corriente


del Golfo que, como indica su color, es una corriente de aguas cálidas.
Entre los mecanismos hidrológicos y oceanográficos que explican la producción de
las corrientes oceánicas podemos citar los tres más importantes: los movimientos
de rotación y de traslación terrestres, los vientos planetarios y la surgencia de
aguas frías de las profundidades en las costas occidentales de los continentes en
la zona intertropical y en las latitudes subtropicales. Esta surgencia de aguas frías
que se produce en las costas occidentales de los continentes en las latitudes
tropicales se debe al movimiento de rotación terrestre, el cual tiene dos
consecuencias importantes: una sobre los vientos, el efecto de Coriolis, que
desvía hacia el este a los vientos alisios y otra sobre las propias corrientes
marinas, que las desvía de manera similar también hacia el este.

Consecuencias[editar]
Clima seco en las costas occidentales de la zona intertropical o subtropical que
están bañadas por corrientes frías y clima más cálido y húmedo en las costas
occidentales de los continentes en las latitudes medias y altas, debido a la enorme
cantidad de energía que transportan desde la zona intertropical. A grandes rasgos,
las direcciones de las corrientes oceánicas coinciden con la de los vientos
planetarios por los mismos motivos que éstos.

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