Padres Castrantes

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Padres castrantes

Desarrollo Existencial Integral


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Padres castrantes
Todos los seres humanos tenemos una historia, que inicia el día de nuestra concepción,
desde las sensaciones que percibimos a través del vientre materno, los estímulos que
recibimos después de nacidos, el modo en cómo crecemos dentro de nuestra familia y las
vivencias que experimentamos fuera de ella. Todo en conjunto nos forma día a día,
momento a momento, haciéndonos pensar y reaccionar de cierta manera en diferentes
circunstancias.
La historia personal, es individual, genuina, auténtica y única como cada ser humano que
existe en el mundo. Y partiendo de este punto podemos darnos cuenta de que aunque nos
parezcamos a nuestros padres, compartamos gustos con nuestros hermanos, somos seres
individuales, diferentes, independientes, con ideas, sueños, habilidades, talentos y límites
distintos.

En base a ello cuando hablamos de padres castrantes nos referimos a aquellos padres que
no ven a su hijo (a) como un individuo diferente a ellos, sino como una extensión de
ellos, no como un ser con potencialidades y necesidad de autorrealizacion innata en todos
los seres humanos, sino como una propiedad, una pertenencia que cubre una necesidad
que en su historia de vida no fue llenada.

Ahora bien, el término castrantes se utiliza en (Psicoanálisis) refiriéndose a la relación de


una madre con su hijo donde ésta de manera inconsciente anula la autoridad del padre y
ejerce una influencia negativa sobre la educación de los hijos". Suelen ser
contemplativas, generosas, dadivosas, amables, serviciales, con espíritu de sacrificio; son
las madres que viven por y para los hijos. Este tipo de madre genera en los hijos unos
lazos afectivos ( cordón umbilical ) muy dificiles de cortar, de manera que el desarrollo
psicoemocional de los mismos se retrasa porque se produce una fijación del amor y del
deseo hacia la madre; provocando una dependencia emocional, la cual tiene como
principal síntoma la falta de autoestima” de acuerdo con la psicóloga española Olga
Castanyer, sostiene que la sociedad actual promueve una serie de complejos que
invalidan al individuo y le impiden desarrollarse como persona autómata. El miedo a la
independencia, a la libertad, al qué dirán, a poner límites y a decir que no, inducen a la
pérdida de la identidad de la persona. Esto provoca un déficit de autoestima que
incapacita al individuo a la hora de tomar decisiones propias. Para sentirse bien busca la
aprobación de otra persona adoptando una actitud de sumisión que conduce a relaciones
de dependencia emocional.
En el caso de los padres castrantes, poseen un déficit afectivo y utilizan a sus hijos para
cubrirlo. Entonces, dependen de que sus hijos sean maravillosos y estupendos, o de que
les puedan exhibir, para poder sentirse realizados”.
De acuerdo con Abraham Maslow fundador de la psicología humanista, “el ser humano
está motivado por cierto número de necesidades básicas que abarcan a todas las
especies...pueden ser ignoradas o suprimidas” y cuando se suprimen producen
enfermedad o malestar, las básicas que deben cubrirse son :

- Fisiológicas (alimento, refugio, aire, agua)


- Seguridad y resguardo
- Amor y posesiones
- Autoestima/ estimación por parte de los demás
- Metanecesidades ( recreación, orden, justicia, verdad, etc)

Cuando alguna de las necesidades básicas no se cumple deja un hueco en el desarrollo de


la persona, quien trata a lo largo de su vida de cubrirlo de alguna manera. En el caso de
los padres castrantes es una necesidad de amor, estima o reconocimiento que no se cubrió
y se busca que los hijos lo hagan.

Es por ello que cuando los hijos deciden hacer su vida, por ejemplo aceptar un trabajo
fuera de la ciudad, independizarse, vivir con su pareja o estudiar en el extranjero, el padre
o la madre se oponen, pues no desean experimentar nuevamente esta pérdida o carencia
afectiva, recurriendo al chantaje emocional o aleccionando a los hijos desde edades
tempranas de su deber de atención y afecto para con la madre o el padre.

Ahora bien, este aleccionamiento como mencionamos en un principio genera lazos


afectivos muy difíciles de manejar en la edad adulta de los hijos, surgiendo así la mamitis
o papitis muy evidentes en las relaciones de pareja. Por ejemplo
- Una madre que busca mantener su lugar de importancia con el hijo, por lo que trata de
evidenciar a la pareja en cada oportunidad.
- Un hombre que desea que su pareja cocine los platillos de su madre o que cocine como
su madre.
- Un padre que propone a la hija la inseminación artificial para que no sienta la necesidad
de encontrar una pareja y realizarse en la maternidad.
- Un padre que anula a la madre y trata de proteger a sus hijos de tal manera que no
permite que se independicen laboralmente pues los convence de que la oferta no está a su
altura.
- Un padre que no reconoce a la pareja de la hija a través de ignorarlo o evitarlo.
Sin embargo cada uno de los casos, es una historia de vida que busca ser sanada, aunque
no de la mejor manera, pues no se reconoce o se hace consciente que a través de mi hijo
busco cubrir una necesidad que me fue ignorada o reprimida. Los padres no nacieron con
un manual para educar o formar a otro ser humano, pero siempre habrá alguien que trate
de hacernos ver nuestras equivocaciones, por lo que es cuestión de cada uno de nosotros
tener la suficiente humildad para aceptar la ayuda y lograr trabajar estas necesidades
faltantes no a través del otro, sino con nosotros mismos.
El tratar de que mis hijos estén siempre cerca de mi, tiene mucho que ver con un miedo a
la soledad, a la cual se le ha condenado de manera errónea, pues ella es necesaria, a través
de ella sabemos quiénes somos, qué queremos, hacia dónde vamos, pues nos da el
espacio para reflexionar para contactar con nuestro ser interior, nos impulsa a nuestra
autorrealización.
Por Lilián Sotelo Romero
Filósofa/E. Logoterapia

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