Moby Dick

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El mar seductor

Cada vez que su alma se llena de un “noviembre lluvioso”, cuando se siente cansado y
melancólico, Ismael tiene la necesidad de hacerse a la mar. Respirar el aire salado, ese
es su mayor anhelo y lo que también hoy lo ha llevado hasta New Bedford
(Massachusetts, en la costa este de EE.UU.). Desde aquí comenzará un viaje hacia la
cercana isla de Nantucket, el viejo centro para la cacería de ballenas, donde espera
conseguir trabajo en un barco ballenero. En la posada de un tal Peter Coffin (en
inglés, coffin es ataúd), Ismael trata de conseguir una habitación para pasar la noche,
pero el posadero solo le puede ofrecer un cuarto que ya está ocupado. Eso significa
que tendrá que compartir la cama con un compañero de cuarto. Este resulta ser un
arponero de aspecto amenazante –su nombre es Queequeg, es originario de Nueva
Zelanda y tiene todo el cuerpo tatuado– pero, una vez que deja a un lado
su tomahawk, se duermen pacíficamente, uno junto al otro.

Amigos íntimos

Después de sorprenderse un poco por las extrañas costumbres de aseo matutino de


Queequeg, Ismael pasea por las calles de la pequeña ciudad portuaria. En la capilla,
escucha al padre Mapple, un viejo arponero, narrar la historia bíblica de Jonás, que
intenta escapar de Dios y es devorado por una ballena.

“Y Dios creó a las grandes ballenas””.


De regreso en la posada, Ismael siente que su compañero de cuarto está
completamente cambiado. Su apariencia sigue siendo imponente, pero descubre que
tiene un buen corazón. Los dos traban amistad, fuman juntos y hablan de la vida. Al
final del día, Queequeg le explica que ahora están “casados” y que de aquí en
adelante sortearán juntos todos los peligros. Los “recién casados” emprenden su viaje
hacia Nantucket en una goleta.

El Pequod

Al llegar, los dos viajeros toman un cuarto en la posada Olla de Pescado, donde, antes
de ir a dormir, disfrutan de una buena cena: mariscos y bacalao. Queequeg piensa que
Ismael debe decidir en qué barco buscarán trabajo. En el puerto hay tres opciones: el
Devil-Dam, el Tit-bit y el Pequod. Ismael visita los tres y se decide por el Pequod, un
barco de la vieja escuela. Después de algunas discusiones con Peleg, el tosco
propietario del barco, Ismael y Queequeg son contratados como parte de la
tripulación del ballenero. Lo único extraño es que el capitán no se deja ver. Antes de
embarcar, un extraño, de nombre Eliah, les augura que durante el viaje sucederá una
gran desgracia.

¡A bordo!

¡Suelten amarras! El Pequod enfrenta las olas del océano Atlántico. Pero del capitán
todavía no hay ni señales. Abordó un día antes de zarpar y desde entonces está
encerrado en su camarote. Mientras tanto, Ismael y Queequeg tienen la oportunidad
de conocer al resto de la tripulación. Está el contramaestre Starbuck, un tipo serio y
delgado, pero de rebosante energía. Stubb, el segundo marinero, es bastante más
bohemio. Por último, está el impetuoso Flask, el tercer marinero. Además de
Queequeg, el Pequod tiene otros dos arponeros: el nativo norteamericano de la etnia
Aquinnah Wampanoag, Tashtego, y el africano Dagoo. Después de algunos días en
altamar, finalmente, el capitán Ahab se deja ver. A Ismael le resulta un personaje
lúgubre y amenazante, debido a la pálida cicatriz que le atraviesa la mitad de la cara y
a su pata de palo, hecha con hueso de cachalote. Ahab parece perseguir sin descanso
un misterioso objetivo. Durante las noches apenas duerme y deambula de un lado a
otro por la cubierta. Su intranquilidad es tal, que Stubb se atreve a quejarse por los
ruidos que causa la prótesis. Ahab lo castiga de inmediato.

La ballena blanca

Después de varios días en altamar, Ahab aparece en la cubierta de popa y reúne a


toda la tripulación. Con un gesto teatral, clava un doblón de oro español en el mástil.
Aquel que durante su vigía logre divisar una ballena blanca con la boca torcida y la
aleta caudal rota, y se lo comunique, se hará acreedor de la moneda. El fanatismo
extático del capitán contagia a toda la tripulación. La ballena blanca es la
famosa Moby Dick. Queequeg la conoce, los otros arponeros también la han visto
alguna vez y pueden describirla con exactitud.

“Llámenme Ismael. Hace algunos años –no importa cuántos exactamente, pues no
viene al caso–, ya casi no me quedaba dinero en el bolsillo ni había nada que me atara
a la tierra firme. Entonces se me ocurrió salir un poco a la mar y echar una mirada a la
parte mojada de la Tierra””.
Ahab se abre ante sus hombres y les confiesa que la caza de esta ballena es el único
objetivo y la verdadera misión de su viaje. Solo Starbuck se siente escéptico: sabe que
Moby Dick le ha costado la pierna izquierda al capitán Ahab y le parece una locura que
un animal irracional, que se mueve por sus instintos, sea el objeto de una venganza
personal. Ahab le explica que Moby Dick es solo una máscara que debe destruir para
salir de su vida de lisiado. Solo cuando haya vencido al cachalote, podrá ver lo que hay
detrás de la máscara. A Starbuck le preocupa que el capitán conduzca al barco hacia
una catástrofe.

Fiebre de caza

Ismael piensa en la ballena blanca. Lo que más le asusta es su color. O más bien: la
ausencia de color. Piensa que lo blanco de la ballena debe significar algo trágico. En
su camarote, Ahab estudia los mapas. Debe lograr estar en el lugar correcto en el
momento correcto: entonces podrá reconocer a Moby Dick entre todas las demás
ballenas. Sin embargo, para no arriesgarse a que la tripulación se amotine y ganar la
voluntad del desconfiado Starbuck, Ahab hace que también estén atentos a divisar
otras ballenas. En una tarde húmeda, el vigía informa que ha divisado un grupo de
cachalotes. A toda velocidad, ponen los botes en el agua. Y ahora descubren que
Ahab ha traído a bordo un grupo de balleneros muy especiales, que hasta ahora nadie
había visto. El líder de estos “fantasmas” es un persa de apariencia muy extraña,
llamado Fedallah.

Un tipo endemoniado

La tripulación del Pequod se sorprende al ver que el mismo Ahab se ha subido a un


bote. Stubb expresa su admiración ante este tipo endemoniado, que no deja que su
prótesis le impida salir de cacería. No son pocos los comentarios hechos por lo bajo
sobre la misteriosa tripulación fantasma de Ahab. El Pequod rodea el cabo de Buena
Esperanza y se topa con otro barco, el Albatros. En contra de las buenas costumbres,
Ahab no sube abordo, sino que llama al capitán desde su bote y le pregunta si ha visto
a la ballena blanca. La respuesta es ininteligible. Poco después, el barco de Ahab se
encuentra con el Town-Ho, con el que se produce un intercambio de novedades, de
un barco a otro.

Carnicería

Durante su recorrido, el Pequod llega a una gigantesca área, en donde las ballenas
boreales se dan la buena vida. Entre ellas, el vigía divisa a la ballena blanca, o, al
menos, eso cree. A gran velocidad, dejan caer los botes al agua, pero los hombres
solo encuentran un pulpo gigantesco. Starbuck presiente que ese es un mal augurio, a
diferencia de Queequeg, que dice que donde hay un pulpo también hay cachalotes. Y
tiene razón. Ese mismo día, encuentran un enorme gigante negro que atraviesa el mar.
Starbuck y Taschtego se acercan al animal con su barco ballenero y logran atrapar a la
ballena tras varios arponazos. Pero, cuando por fin logran amarrarla a estribor, varios
tiburones hambrientos buscan hacerse con el botín. Los hombres logran destruirles la
cabeza con una especie de pico utilizado normalmente para carnear a las ballenas.
Queequeg, quien durante la acción casi pierde una mano, observa asqueado cómo los
voraces tiburones tratan de atrapar sus propios intestinos. A la mañana siguiente,
todos tienen la misma tarea: carnear a la ballena. Cuelgan al animal, le quitan su capa
de grasa y separan el cuerpo de la cabeza. Los restos que arrojan al mar son
devorados de inmediato por los tiburones y las aves marinas.

¿El diablo abordo?

El barco de Ahab se topa con el Jerobeam, pero, debido a una peste a bordo del otro
barco, los capitanes no se encuentran. Sin embargo, Ahab recibe la advertencia del
otro capitán: no debe perseguir a Moby Dick. A pesar de que el Pequod está
preparado para atrapar cachalotes, la idea es perseguir a una ballena boreal. ¿Por
qué? Esta es la pregunta que se hacen Stubb y Flask. Aparentemente es de buen
augurio que un ballenero navegue con los restos de un cachalote y de una ballena
boreal a los costados el barco: así no podrá naufragar. Pero ninguno de los dos cree
en esas supersticiones. Sospechan que Fedallah, el líder de los fantasmas de Ahab, ha
sembrado esas ideas en la cabeza del capitán. Los dos creen que Fedallah es el
mismísimo diablo, a quien Ahab ha vendido su alma.
Hombre al agua

El Pequod lucha con el ballenero alemán Jungfrau por capturar un cachalote. Si bien la
tripulación de Ahab sale triunfante, la ballena no solo destruye el bote si no que, poco
después de su muerte, comienza a hundirse. El Pequod no puede sostenerla. Algunos
días más tarde, se produce otro suceso lamentable: Pip, un joven afroamericano, debe
reemplazar a uno de sus colegas heridos. Pero el pobre muchacho, que nunca antes se
había subido a un barco ballenero, salta por la borda ante el primer ataque de la
ballena, se enreda en la red y sus compañeros deben liberarlo. La ballena escapa.
Stubb lo amenaza con dejarlo en el mar si algo así vuelve a repetirse. No obstante, el
Pequod termina por rescatar al muchacho.

Moby Dick

En alta mar, se produce otro encuentro: esta vez es con un barco británico. Dado que
también el capitán de este barco advierte a Ahab sobre la ballena blanca, Ahab se
enoja tanto que termina por hacer añicos su pierna artificial. Durante la noche
siguiente, el herrero y el carpintero naval le fabrican una nueva prótesis con huesos de
ballena. En una pelea con Starbuck, durante la que Ahab reconoce sin miramientos
que le da igual lo que suceda con la carga del barco, el capitán amenaza a su primer
marinero con un mosquete. En su interior, Ahab sabe que Starbuck tiene razón al
decirle: “¡Cuídate de ti mismo, Ahab!” Pero no entra en razón por mucho tiempo.
Cuando el Pequod se adentra en el océano Pacífico, Ahab ordena fabricar un arpón
especial para Moby Dick, al que bautiza con la sangre de tres arponeros herejes “en
nombre del Diablo”. Ahab se niega a volver por la ruta sencilla a Nantucket y lleva al
Pequod por aguas arremolinadas, tanto, que hasta atraviesan un tifón. ¡Quiere a Moby
Dick! ¡Ahora o nunca! El capitán del Delight vio a la ballena y perdió a varios de sus
hombres en su intento por atraparla. Ahab retoma la persecución. Y, esta vez, la
tripulación logra dar con Moby Dick. De inmediato, los botes vuelven a estar en el
agua, pero la ballena destruye el bote del Ahab y el capitán a duras penas puede
consigue salvarse en el barco de Stubb.

Solo un sobreviviente

A la mañana siguiente, se produce la segunda confrontación: Moby Dick nada


directamente hacia el bote ballenero y la pierna artificial de Ahab vuelve a hacerse
añicos. Starbuck le implora a Ahab cambiar el rumbo y dejar que la ballena se escape.
Tantos malos augurios no pueden traer nada bueno. Pero Ahab no puede evitarlo.
Escena final el tercer día: Ahab logra clavar su arpón en el lomo de Moby Dick. El
cachalote, doblado por el dolor, destruye la proa del Pequod, que empieza a hundirse
de inmediato. Con sus últimas fuerzas, Ahab clava su arpón en la carne de Moby Dick,
pero la cuerda se enreda en su propia pierna y el capitán es arrastrado junto con su
lanza mortal. Solo una persona logra sobrevivir el hundimiento del barco: Ismael, que
se aferra al ataúd que Queequeg había fabricado para sí mismo. Un ballenero que
pasa lo rescata.
Ismael, un joven procedente de las tierras del interior, quería probar suerte en el mar, por eso se dirigía al puerto de New
berford, para poder ir a la caza de ballenas. No le gustaba viajar como pasajero sino como tripulante.

Le incomodaba no saber dónde pasaría la noche, por eso se dispuso a buscar un lugar cómodo y no muy caro, paso por
delante de diferentes tabernas, pero entro en una supuesta posada que realmente era una iglesia de negros. Finalmente
entro en el “Mesón del surtidor de la ballena, Peter Coffin”, pero estaba lleno, solo tenía una solución que era compartir
la habitación con un arponero, a lo que Ismael no tuvo más remedio que aceptar. A la mañana siguiente Ismael bajo a
dar un paseo por las calles de New Berford y acudió a la iglesia.

A la mañana siguiente zarparon hacia Natucket, al llegar se alojaron en “Pruebe la olla”. Al amanecer Ismael bajó al
puerto para ver en que barco irían a la caza de las ballenas, finalmente irían en el Pequod. Allí conoció al capitán Peleg y
Bildad.

A la mañana siguiente fueron al Pequod para firmar los papeles de admisión. Una mañana después de haber zarpado, el
capitán Acab salió a cubierta todos pudieron ver la ausencia de su pierna, que estaba substituida por un hueso de un
cachalote. Acab clavo una moneda de oro en el mástil y prometio que quien matara a Moby Dick se lo llevaría, luego
cogió una jarra de ponche e hizo beber a todos de ella.

A los marineros les gustaba cantar viejas canciones relacionadas con el mundo del mar.

Acab tenía una obsesión: cazar a Moby Dick, pero también cazar cuantas más ballenas mejor porque así cada vez estaría
más cerca de la ballena blanca. Por eso sabía que las ballenas se trasladaban por las vetas. Moby Dick era temido por
todos los marineros, menos por Acab.

Acab iba preguntando a todos los barcos que veía, por Moby Dick. Algunos barcos habían intentado cazarla, pero no
podían. Muchas veces cuando estaban cazando ballenas, Moby Dick aparecía y no dejaba faenar a los balleneros.

Un día, dieron la alarma porque vieron algo parecido a una ballena blanca, pero realmente era un pulpo gigante. Los
balleneros preferían enfrentarse a las ballenas que a un pulpo gigante. Acab se desilusiono, porque no era lo que él
buscaba.

Para Starbuck la aparición del pulpo fue un mal augurio, para Queequeg fue algo muy distinto, porque dijo que pronto
verían cachalotes.

La jornada siguiente fue muy cansada y pesada, así que los marineros estaban descansando, cuando de pronto vieron
algunas ballenas. De inmediato se lanzaron a los botes y cazaron a una ballena, esta fue descuartizada y llevada al barco
en trozos. Lo que sobro por la noche se lo comieron los tiburones.

Días más tarde encontraron a un barco llamado “Jungfrau”, que les pidió aceite, ya que ellos no habían cazado nada
desde hacía tiempo. Pero este barco encontró un grupo de ballenas y se lanzaron a cazarlas. El Pequod también fue a
cazar algunas de estas; cazaron a una, pero esta una vez muerta se hundía así que la ataron al barco. El barco no pudo
resistir el peso y la tuvieron que soltar.

Un día se sufrieron un tifón, pero pudieron sobrevivir a él.

Se encontraron a un gran buque, el Rachel. Este iba directo hacía el Pequod. Acab le pregunto si habían visto la ballena
blanca, le respondieron que, si y el capitán se emocionó, le pidió que le explicara el encuentro. El capitán del otro barco
se lo contó y le pidió que le ayudara a buscar un bote extraviado, porque dentro estaba su hijo que intentando caza a la
ballena cayo. Acab no hizo caso a su petición y fue directo a la caza de Moby Dick.

Al transcurrir algunos días del encuentro con el Rachel, vieron por fin a Moby Dick. Intentan cazarla tres veces y a la
tercera, Acab está seguro de que esa vez acabaran cazándola. De pronto comenzaron a llegar tiburones, era un mal
augurio, entonces hubo una gran lucha entre los balleneros y Moby Dick. Acab quería acab con ella, por eso se subió a
su lomo. No dejaba de meterle arpones, pero Acab no pudo con ella y murió. El barco se hundió. Todos murieron, menos
Ismael que días más tarde fu rescatado por un barco.

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