V Voces Lyotard

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V VOCES INARTICULADAS (JEAN-FRANCOIS LYOTARD) [] la voz articulada va del destinador a un destinatario [] transmite una significacin sobre aquello a lo cual

ella se refiere. Por ende se articula segn dos ejes: la destinacin o direccin y la referencialidad del sentido (Lyotard, 1991a: 131). Hay frases, palabras, sonidos articulados. La voz articulada comunica algo sobre algo, relata una historia. Hay sonidos inarticulados, que brotan de la garganta, que la boca emite sin poder frasear, pronunciar, articular. La voz inarticulada no proviene de alguien. No est dirigida a nadie, no comunica nada. No est articulada [] No refiere a un objeto cuya significacin transmitira de un destinador a un destinatario (Lyotard, 1991a: 133). La voz articulada es la presencia del lenguaje en el cuerpo. La voz inarticulada es la presencia del cuerpo en el lenguaje. La voz articulada muestra la conexin entre cuerpo y lenguaje. La voz inarticulada muestra la desconexin entre cuerpo y lenguaje, es un cuerpo extrao en el cuerpo propio. Un cuerpo tan prximo, tan lejano, que no se deja articular. Una vibracin annima vibrando en la voz personal. En el centro de cada frase, de cada palabra, de cada sonido articulado, hay un sonido inarticulado. En el centro de la voz articulada habita la voz inarticulada. Lo inarticulado es ese timbre singular que resuena en cada frase, en cada palabra, en cada sonido articulado. Es sonido continuo, no desmontable en lo que llamamos fonemas. Este sonido puede presentar todos los timbres posibles. La voz inarticulada es sorda, inclusive muda (el silencio es una voz) (Lyotard, 1991a: 133). En el instante en que se escucha el timbre, en que el timbre se hace or, slo existe el timbre. No hay emisor ni receptor, no hay mensaje ni referente. El timbre de la voz es toda la voz. Articulada o inarticulada, la voz es. Se seala a s misma, es signo de s misma. Es la que es.

Pero si la voz inarticulada no tiene direccionalidad ni referencialidad en qu se diferencia de un ruido? (Lyotard, 1991a: 133). La voz inarticulada es una voz porque es la expresin inmediata de un afecto. es el afecto en cuanto seal de s mismo [] todo l es lo que es, a la vez estado de la psique y seal de ese estado [] es inmediatamente su manifestacin (Lyotard, 1991a: 135-6). Hay cristales que al vibrar producen sonidos. Hay vibraciones que brotan de las vsceras, agarrotan la garganta, producen sonidos annimos: expresiones de afecto. El afecto se expresa, no puede sino expresarse, no obedece a la convencin. Es una seal, un signo, de s mismo, de un placer-dolor singulares. No es la expresin de alguien que juzga algo placentero o doloroso. El afecto es la experiencia en su absoluta singularidad, sin atributos. Es singular, inflexible, incomparable, en el sentido estricto que expresa el ingls a Singleton (Lyotard, 1991a: 135-6). El tiempo del afecto es el ahora. En el ahora no hay yo ni t, no hay mensaje ni referente. El placer no sera el placer si le faltara algo. Por lo tanto no espera algo para perfeccionarse. Est fuera del movimiento, ignora la flexin y la diacrona. Por eso es amnsico. Dira otro tanto del dolor [] Tomado como afecto puro, el dolor sin duda no es menos inflexible que el placer. Es, ahora, entero (Lyotard, 1991a: 135-6). El afecto demanda un testigo. No alguien que le comunique a otro algo que ocurri, algo que le ocurri. El tiempo del testimonio no es antes ni despus. No es el tiempo de las frases encadenadas a un relato, es ahora. El testigo atestigua que algo ocurri, ahora. Que eso que ocurri est ocurriendo, ahora. El afecto es, efectivamente un testigo [] Es incluso un testigo insospechable en su orden: siendo l lo que l es, y seal como es, no puede mentir (Lyotard, 1991a: 135-6). El placer-dolor, el nacimiento, el amor, la muerte, siempre le ocurren a otro.

El afecto demanda un sujeto que se haga testigo de lo que no fue testigo. El sujeto que responde a la demanda se convierte en testigo.

El testigo habla libremente, no es un yo dirigindose a un t. Se dirige a todos y a nadie. No habla sobre el afecto, presta la voz articulada para que la voz inarticulada hable. Para que el afecto hable y se haga or, libremente.

Tarde o temprano, la voz del testigo resuena en otro testigo, el afecto despierta el afecto.

Cuando eso acontece no hay quien no est indefenso, quien no sea rehn del afecto.

Nadie es lo suficiente maduro como para no ser un infante, para no estar expuesto, prematuramente y sin defensas, al afecto que expresa la voz.

In-fans no tiene los medios para replicar a una frase articulada que se dirige a l o lo toma como referente [] no puede ayudarse con estas tomas de referencia o de destinacin. Son tomas de rehn (Lyotard, 1991a: 136).

Para el infante todo es enigmtico, excitante. Pero lo ms excitante, lo ms enigmtico, es la voz.

La voz viene de afuera, resuena adentro, acaricia, seduce desde adentro.

El infante no oye palabras articuladas

en las frases adultas no oye nada (Lyotard, 1991a: 136).

En la palabra articulada oye el sonido inarticulado. La pura intensidad del afecto lo toca antes de poder decir yo.

El infante es el ser excitable. El ser que no puede sino expresar que ha sido excitado, que algo lo ha afectado.

Es el estar expuesto a la desmesura del lenguaje sin saber, sin poder, hablar.

los adultos que le hablan o que hablan de l son, a su vez, siempre, ahora, rehenes de antiguas frases adultas y de los afectos que ellas comportan (Lyotard, 1991a: 137).

Lo infante no es la niez del adulto. Es el no poder defenderse de la desmesura de la voz, del afecto que anida en la voz. Ningn adulto supera eso.

El afecto va y viene, se siente, se olvida, vuelve a aparecer, para volver a desaparecer. No tiene edad. Nadie, nunca, puede identificar el afecto que siente.

El afecto, intensidad sin finalidad, se contagia de un sujeto a otro, a travs de la voz

transita a travs de generaciones, azar y necesidad, como una tradicin que no ha sido oda (Lyotard, 1991a: 137).

Nunca, nadie pudo defenderse de la seduccin de la voz usando palabras.

Referencias

Luego de El diferendo (Lyotard, 1983), considerado la mayor contribucin en el campo de sus escritos filosficos, Jean-Franois Lyotard (1924-1998) publica dos colecciones de ensayos, dos libros sobre Kant y dos sobre Andr Malraux. Despus de su muerte, aparecen un trabajo pstumo sobre Las confesiones de Agustn y una nueva coleccin de ensayos inditos. La fuente de este captulo es el texto Voces (Lyotard, 1991a), inicialmente preparado para una conferencia en la Asociacin Psicoanaltica de Francia bajo el ttulo Las voces de la voz y publicado luego en Lecturas de infancia (1991), una coleccin de seis ensayos en los que parece esbozarse una exploracin de la tesis central de El diferendo en el mbito del arte o, ms precisamente, de la sensibilidad esttica. De hecho, toda la produccin que va desde Lo inhumano (Lyotard, 1988a) hasta Miseria de la filosofa (Lyotard, 2000) podra abordarse como una vasta incursin a travs de la literatura, la pintura, la msica, el judasmo y la confesin agustiniana siguiendo el hilo conductor de la nocin de diferendo: algo que reclama ser dicho, en el orden presente, racional y consensual, no puede ser dicho. Material de consulta: El afecto en la obra de Jean-Franois Lyotard (Katwan, 1993), Pluralidad de voces y arrepentimientos autobiogrficos: una lectura de Infancia de Nathalie Sarraute (Wei, 2004) y Sobre el origen (Balsamo, 2001/3).

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