Nnia La Venadita Que Danza: Georgina Martínez

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la venad a

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que danza
Tex o de Georgina Martínez
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Ilus rac ones de Tan a Juárez
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Geor na Mar ínez es licenciada en Ciencias
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de la Comunicación por la Universidad Autónoma de
Occidente, en Sinaloa. Es cuentacuentos desde 2015 y
desde 2006 coordina la barra infantil de Radio Sinaloa,
donde conduce y produce los programas Tranca Palanca
y La voz del caracol, que fomentan la lectura, los valores y
las tradiciones del estado.

Ha sido editora del periódico Alas de papel, del


programa Alas y raíces, de 2004 a 2021, donde niños,
niñas y adolescentes sinaloenses publican textos
literarios, crónicas culturales y de tradición oral. Es
autora de los cuentos infantiles Costras y En los ojos
de Inés. Ha impartido talleres de creación literaria
para niños (poesía, cuento). Actualmente desarrolla
un proyecto de narración y promoción lectora para el
Instituto de Cultura de Culiacán.
Annia
la venadita
que danza
Ju ili maaso yëyeme Ániam téwakame
Instituto Nacional Electoral
Consejera Presidenta
Lcda. Guadalupe Taddei Zavala

Consejeras y Consejeros Electorales


Mtro. Arturo Castillo Loza
Norma Irene De La Cruz Magaña
Dr. Uuc-kib Espadas Ancona
Mtro. José Martín Fernando Faz Mora
Carla Astrid Humphrey Jordan
Mtra. Rita Bell López Vences
Mtro. Jorge Montaño Ventura
Mtra. Dania Paola Ravel Cuevas
Mtro. Jaime Rivera Velázquez
Mtra. Beatriz Claudia Zavala Pérez

Encargada de despacho de la Secretaría Ejecutiva


Lcda. María Elena Cornejo Esparza

Encargado de despacho del Órgano Interno de Control


Lic. Luis Oswaldo Peralta Rivera

Encargada de despacho de la Dirección Ejecutiva


de Capacitación Electoral y Educación Cívica
Mtra. Nancy Natividad Rendón Fonseca

Directora de la Unidad Técnica


de Igualdad de Género y No Discriminación
Arq. Flor Dessire León Hernández

Anni l ven dit que d nz


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Primera edición, 2023

Texto: Georgina Martínez


Ilustración: Tania Juárez
Traducción: Rosario Valenzuela
Coordinación editorial: Teresa Vicencio Álvarez
Edición: Ana Arenzana
Investigación: María Elena Álvarez Bernal
Corrección de estilo: Martha Elena Lucero
Diseño gráfico y formación: Juan José Colsa

D.R. © 2023, Instituto Nacional Electoral


Viaducto Tlalpan núm. 100, esquina Periférico Sur,
col. Arenal Tepepan, 14610, Ciudad de México

ISBN obra completa impresa: 978-607-9218-99-7


ISBN volumen impreso: 978-607-8870-56-1
ISBN obra completa electrónica: 978-607-8697-42-7
ISBN volumen electrónico: 978-607-8870-54-7

Impreso en México/Printed in Mexico

Distribución gratuita. Prohibida su venta


Annia
la venadita
que danza
Ju ili maaso yëyeme Ániam téwakame

Texto de Georgina Martínez


Ilustraciones de Tania Juárez
Traducción de Rosario Valenzuela
Presentación
Annia la venadita que danza es una propuesta literaria que se suma a la colección Árbol, que el Instituto
Nacional Electoral pone al alcance de niñas, niños y adolescentes, con la intención de difundir de forma sencilla y
amena temas de formación ciudadana y valores democráticos, al tiempo que contribuye al fomento de la lectura.

Esta publicación se inscribe en el marco de la Estrategia Nacional de Cultura Cívica 2017-2023, la cual se
propone contribuir a la mejora de nuestra calidad de vida en sociedad, en tanto ciudadanas y ciudadanos con
derechos y deberes. Está promovida por la Unidad Técnica de Igualdad de Género y No Discriminación, y
busca concientizar sobre la importancia de garantizar el ejercicio de los derechos de las mujeres indígenas, así
como la eliminación de todo tipo de discriminación contra las mujeres.

La etnia yoreme habita en los municipios del norte de Sinaloa: Guasave, Ahome, El Fuerte y Choix, principalmente,
donde comparte algunas tradiciones con sus hermanas y hermanos yaquis de Sonora y rarámuris de Chihuahua.
Esta etnia mantiene vivas muchas de las prácticas rituales de su cultura ancestral, como la danza del venado,
a la que hace referencia esta historia y da cuenta de cómo las mujeres poco a poco se han abierto paso para
participar en actividades que estaban destinadas exclusivamente a los hombres. Esta historia incluye traducción
a la lengua yoreme para que pueda ser leída por habitantes de esta región.

Las páginas finales del libro contienen el apartado “Para reflexionar y dialogar”, con la finalidad de que
personas adultas, familiares y docentes puedan conversar con las infancias sobre la importancia de revalorar la
interculturalidad y riqueza de nuestro país y la relevancia de la equidad de género y el respeto a los derechos
de mujeres y hombres.
Bat ettejjoarim
Ju ili maaso yëyeme Ániam téwaakame ili jioxteri owwopo weeme, ju Instituuto Nasioonal Electooralta téwaakame
enchimmew a yew buysse wame ili uusi jaamutchimewi entok ili uusi owimmewi entok jübua yötume, aapo
sïmem béekatana am nokhía amärim am jioxtela lútula nuxmiam kathíaka entok lútüriata am kat íhaka wá
béchïbo am nunnu buere jiöxiam am nok íhaka.

Ï jioxterituk ama yuptiáari juka marko estrategia yö lutüria síbikapo 2017-2023po, aapotuk sïme nuxmiam tülisi
jiapsa íhaka yáari entok ketchi jamuchimentok owim bem jitta joowamta entok jitta bempo béchïbo ayúkame.
Ket tuk ama yéchari unidá técnica de género entok ka discriminaciónta joame. Entok am jariá öriampo am
kimanake jume yoremem jachin túsim bexre Kaabe am discriminaaruana jume jaamuchim.

JuYoremria Sinna Lóbolapo, wasáabe, Jahome, Karapué, entok Chojim buiälapom jowwak, amärim naw paxkota
jojoá bem sayla Jiakim Sonoorampo joakame entok Raraamurim Chihuahuapo. Imë yoremem ketunem
naw paxkom jiabsamta jípure banáataka wemta Yö Lutüria entok maaso Yïwamta, aaporikim am nookka imï
ettejjoaripo, jachin jume jaamuchim laulauti ama tekiataytek bueytuk jatweeyo oowim jibba ama tekkipanoay. Ï
nookiá ama a weria juka kuaktilata yori nokpo entok yoremnokpo bueytuk a kim am nookná jume yoremem
imï Buiälapo aneme.

Jan tuk a chupëpo a weria juka “jioxteri ettejjoarita emey aw kobba kaxnarita yá béchïbo” ï tekkil emew am
jimma jume yoyyöturim, naw aanim entok maxtiáleerom Ili usimmak ettejjoanake jachin tüsi bexre itom naw
Yö Lüturia entok ememak jachin itom buiälata yórituana jaamuchim entok oowim nanalayxsi bit béchïbo.
Annia la venadita que danza

Llovía, y de pronto el sol radiante se deslizó por el arcoíris que partía el cielo en
dos. Fue cuando tata Dámaso lo supo: “¡Parió mi venada!, después de tantos años de
intentarlo”, dijo.Y apurando el paso se aproximó a la casa de Diosara, su única hija,
para contemplar el milagro más asombroso.

8
Ju ili maaso yëyeme Ániam téwakame

Yukkey, chúkula entok yew siika ju naamu kurués ániata nasukaman chuktiaka, júneli
pá öla Damáaso at súuwak: “¡in maaso asuak!, may yun wasuttiriampo a böbichaka”,
júnëli jiawa. Tepa uttia wéyyey Diosáarata joaw bíchaka, ä bitbáreka juka uxyolisi
milaarota.

9
—¡Fue niña! —dijo la partera mientras limpiaba a la recién nacida. Un llanto dulce
y unos ojos almendrados, llenos de luz, ablandaron el corazón del viejo, quien desde el
primer momento que la vio acunó con sus brazos a esa iliussi, coloradita y llorona, a la
que nombraron Annia, que en su lengua original significa “naturaleza”.

Algunos de los amigos del viejo se sintieron un poco decepcionados, pues el


nacimiento de Annia, tan esperado, significaba que él, gran danzante en la fiesta mayor,
no tendría herencia de sangre.

10
—¡Uusi jammut! —tiawa ju jammut äsoatuame a tüteka juka bemelasi yew
machilata. Senu buanriam, entok jusalisi beloskosi puseka bualkosi jiabsita at yetchak
ili ölatachi, aapo senu wëpu a bíchaka a ibaktiak juka ili uusita, síkilisi bittu entok may
buanni, Ánniam a kim a tewatuak bueituk jüneli jiawbáare “juyya ánnia”.

Wate ölata samalim katim tua alhleyyay, bueituk ju Ánnia may tüssi böbitway te wa
paxkopo yöwe yïleero, ka a öxbota jípureka tawana aw a tösimnakëwi.

11
Nadie de la región superaba a don Dámaso cuando se colocaba su cabeza de venado
y su cinturón de pezuñas, y rodeaba sus ágiles piernas con largas hiladas de ténabaris.
Luego sostenía con sus manos los enormes ayalis rojos que sonaban al ritmo del
tambor de agua, e iniciaba su ritual.

Al bailar se conectaba con el universo, se convertía en un venado que danzaba como


nadie e inspiraba a todos en la gran fiesta de Semana Santa, en el centro ceremonial de
San Miguel Zapotitlán.

12
Katim a suaaley Damáasota juka maaso kóbata at yéchako jume rujuktiariam entok
wame a wokim ara yëyeme ténabarim natechíkola at óreko. Chúkla jume aboxya
síkilim chaytuay a náatebareka juka paxkota.

Yïtayteko juyya anniat bicha sisimey, wanay entoko tua maaso ténasi aw yáakay
kabe ténasi yëyeka, júnëli batörim a bithïaka semana santa paxkopo áman San Mikkel
paxko kaaripo.
13
El viejo vio crecer a Annia, quien siempre lo acompañaba en sus largos paseos por el
monte y los cerros de Choacahui llenos de pitayas verdes.

—Mira, Annia, ayúdame a recoger esos ayalis, los vamos a vaciar y luego te voy a hacer
una sonaja hermosa. Recoge piedritas muy chiquititas y finas, eso hará que suenen
mejor —le decía con ternura.

Ju öla Ániata yötuy bitchay, aapo aámak wewëramay júyyapo entok kawipo
Choakawpo aki sialim ayukäpo.

A ke am bitcha, Ánia, jante jume aboxyam puwwa, a te am tütena wanay entok te


uxyoli aboxyam yáanake. Tetta ilitchim puwa ka tua buerem bempo chë june tülisi am
jiawtuana —ti aw jiawa a wáatiaka.
.
14
15
—Abuelo, ¿por qué la gente dice que en el cerro del Juanón aprendió a bailar y le
vendió su alma al diablo?

—No les hagas caso, m’ija, lo dicen porque mi Padre santísimo me puso en este
camino, sopló el espíritu del monte y dejó en mi alma un venado dentro y eso no
cualquiera puede contarlo.

16
—In pá öla ¿jatchia batörim inen jiawa empotuk Juanonta kawipo em jiabsita
nenkaka yïwamta tátäyak?

—Ka te am jikkaja má, junëlim jiawa bueituk itom atchay öla imï böt née ketchak,
juyya jekata inow kiimak entok wepu maaso jiabsita inot kibachak, wanay ikä nokta
kabe june a nonoka

17
—Tú también puedes convertirte en venada —le dijo una vez a su nieta—. Habrá
luna redonda y amarilla cercana a la fiesta grande; si prestas atención, podrás escuchar
lo que el monte te canta.

—¿Y qué me canta, abuelo? Dime, porque por más que pongo alertas mis oídos, no
puedo escucharlo.

Entonces su abuelo, como siempre desde que ella nació, le respondió con su cántico
hondo cual cañada:

18
—Empo ket ara maaso tu —inen aw jiawak a amomewi—. Wanay ju meecha
sawalisi entok lóbolaysi ansimey bueytuk äbo weyyey ju buere paxko, si juyyatat
suakate a jikkaixnake jachin buiknake.

—¿Jitasum buiika pa öla? ne chë tejjoa, bueitukne kayta jikkaja tülisi nanakateka
junne.

Wanay entoko ju a pá öla, a yew machiakapo bénasi, a yomiak musäla machisi wame
tua a jiabsipo buikam ténasi:

19
Venadita ven a bailar
bajo la luna, cerca del mar
el monte va a cantar,
el monte te lo dirá.
Como tu corazón tambor de agua,
como la jirukia que raspa el viento
dentro de ti anida el canto,
danzarás,Venadita, en el cerro viejo
donde el niño Dios dejó sus huellas;
mariposa de espejos rodearán tus pasos;
Venadita, serás siempre que lo quieras,
Venadita, ven a bailar
bajo la luna, cerca del mar
el monte va a cantar,
el monte te lo dirá.

20
Ili maaso jammut äbe yëye
meechata bétuku, ka mekka bawewi
ju juyya ánnia enchi buikriana
aman juyya enchi tejjoana.
Wa bä támpora ténasi em jiabsi taawa
ju jeeka a wowöke jirukia ténasi
emochim tawala jume buiikim,
ámanë yïnake ili maaso jammut kaw örapo
aman lios ta usi woktekäpo;
em wokim chíkola emot bötena bäseborim;
ili maaso jammut tunakee empo a waatiäteko
ili maaso, äbe yëye
meechata bétuku, ka mekka bawewi
ju juyya ánia enchi buikriana
aman juyya enchi tejjoana.

21
En cada paseo, cada tiempo compartido, cada fiesta tradicional, ella estaba con él
mientras aprendía las tradiciones y esa lengua antigua que muchos otros niños y niñas
desdeñaban y se avergonzaban de pronunciar.

De su alma a su boca, las viejas palabras salían y jugueteaban solas y Annia las
pronunciaba con orgullo.
22
Jakun najweramaka, yun taywarimpo naw lópola, man yoremem paxkopo, aapo
aamak weramaka ä táyay juka yoremem jojoamta entok yoremnokta ikä jume ussim
ka tuá túlissi a bitcha ayim tiwey a nok béchïbo.

Aaporik a jiabsipo a tenipo, yew weyyey entok bempolaka yeewem ténasi at yew
weyyey Ániat bechi junëli may a yöreka a nookay.

23
Todos respetaban a don Dámaso Valenzuela, el mejor danzante de venado de la
región. Cuando se reunió con los cobanaros, los ancianos y las autoridades del pueblo,
y les dijo que Annia defendía las tradiciones como el mejor de los yoremes, que
danzaba, incluso, mejor que él, se echaron a reír y le hicieron ver que las mujeres no
participaban en las danzas sagradas, que para ellas había otros oficios.

24
Sïmetaka juka Damaaso Barensuelata yörey, chë ara masso yëyey sïme imï joarampo.
Sestul taapo kobanarom, ölam entok jume joärampo yahuchimew am tejwak ke ju Ánia
itom tekkil joame tüssi a nakke jabbe yorem ténasi, ara maaso yëye, pueke ino beppa chë
tülisi. Bempo tepa attaytek entokim aw nooka _jume jaammuchim imï masso yïwampo
kara yëye bueituk öwim béchïbo weyye; bempo béchïbo senu tékilim aayuk.

25
Annia, que acompañaba al abuelo, se puso triste y desde el fondo de su ser surgió
una voz y una valentía que ella misma desconocía.

—Respetados ancianos —dijo Annia con la frente en alto—, si el monte me llama y


pone en mí el espíritu de la danza que mi abuelo me ha inculcado, yo les demostraré
que puedo ser digna de representarlo en la fiesta grande.

26
Ánia a pá öla tamak weeka rojikti taawak wanay a jiabsipo kusiaa jiaawi entok aw
owleka ju nooki yew siika, te aapo ka jüneli aw täyay.

— Yorem ölam tiawa Ánia jikaw kobba mejéria ka —juyya ánia nee yuptiaala, yï
bëchibo in pá ölata nee maxtiaalapo bénasi, wá béchïbo buere paxkopone tülisi yew
wéenake.

27
Ante la valentía y verdad de sus palabras, los ancianos se miraron entre sí y
empezaron a discutir las razones por las que no era posible que ella danzara; la
tradición que por tantos años había permanecido intacta, sin la presencia de las
mujeres en sus principales danzas, como las del venado, pascola y coyote, no iba a ser
quebrantada.

28
Aw owlemta bitchaka entok ä lutüria nookim jikkajaka, jume yorem ölam emo
bitchaka nawim a ettejjoa taytek jatchiasu kara yëyey. Ju jatwey naateka joowame
chikti wasuktipo, bannátaka kaabe jamunchim amä türiway maaso yïwapo, paxkola
yïwapo entok wohi yïwapo wanay en kaa täbuiasi bittunake.

29
Annia apretó los puños mientras sus ojos se humedecían, miró a todos con respeto y
tomada de la mano de su abuelo se despidió.

Años después, una tarde cercana a la fiesta mayor, salió detrás del cerro de las Choyas
una luna grandota y amarilla, mientras ella juntaba algunos capullos de mariposas
cuatro espejos, bajo un árbol de sangregado; su abuelo estaba muy viejo ya y apenas
caminaba. Escuchó una dulce voz que le cantaba: “Venadita, ven a bailar”, como un
susurro de viento.

30
Ánia a mamam tüssi kuttiak, a pussim entok buanbáarey; sïmem yöreka am bitchak,
wanäy a pá ölata mampo nülataka siika.

Wasuktiriam siiko, senu kupteyo buere paxkota yumaysimey Choakawi amapo, yew
siika ju meecha sawalisi buewru taapo entok boosa ténabarim púway juyyawi. A pá öla
may yöturi tukay bejja wäri bëchibo law law ti jibba weramay _kussia jiawita
uxyolisi buikamta jikkajak_ kee jekapo jiaawisi wemta.

31
—Abuelo, ¿andas por aquí? —preguntó, mirando a lo lejos el río Zuaque
y los cerros, que hacían ondas en el horizonte.

Era el monte el que le cantaba, el viento le movía su falda y, alrededor de ella,


cientos de mariposas revoloteaban; su corazón latía intensamente.

32
Pá öla ¿imïre werama? natemajek mekka batweta bíchaka entok jume kawwim, ke
mekkariak bíchaka.

Yuyya ánia junen a buikriay, jeeka entok a kuärimet buitek aa chíkola entok yun
bäsebolim nennëyey, a jiabsi may uttiaka cheptey.

33
34
—¡Venadita, ven a bailar! —repetía en susurros el viento; era la señal del espíritu del
monte, que por tanto tiempo había esperado. Corrió a decírselo a su abuelo, quien se
encontraba acostado en su catre.

—¡Ili maaso jammut äbe yëye! —suamsi jiawa ju jeeka, wäritukay juyya ánnia
yuktiria a böbichäywi. Buyteka a pá ölata texwaseka a bökapo.

35
El abuelo tomó su mano y le sonrió por última vez.

Al año siguiente, en la ceremonia del responso para despedirlo definitivamente de


esta tierra, Annia se colocó la cabeza de venado del tata Dámaso y luego su cinturón
de pezuñas.

Rodeó sus piernas con los ténabaris que ella misma confeccionó, al unir decenas de
capullos y llenarlos de piedrecitas.

36
Ä Pá öla aw acheka mamampo a buissek jibba béchibo simeka. Wasuktiriata yumako
responsota a jooriawäpo, imï buiapo a watakteyo, Ánia maaso kóbata at yetchak pá öla
Damaasota attia, chúkula entok rujuktiriam at summak.

Natechíkola a wokimpo at cham oórek jume ténabarim wame aporik a yaarim, tüssi
yun bóosam jípureme entok ili tettam ama kimalataka.

37
Al tomar los ayalis rojos de su abuelo, sintió de nuevo que sus manos sabias sostenían
las suyas.

Al son del canto de la tortolita, la jirukia y el tambor de agua, danzó como lo hacía
su abuelo —mejor que él, incluso—, conectada al universo.

38
Ayáali sikilim nülaka a pá yöwe ta mammam jutchi inneak, apörik a mammam maki.

Yëka jume poutëlata soonim, jiruukia entok bä tamporata ä pá ölata bénasi, puéke
chë june uxyolisi, entok juyya ániat aw bíchaka.

39
La niña mujer se convirtió en venado y en esos momentos, los ancianos que estaban
en el responso recordaron lo que ella les había dicho cuando era muy niña.

Entonces, la invitaron a bailar a la fiesta grande junto a los demás danzantes.


40
Ju ussi jammut massosi ayuk, wanay entoko jume yöturim responsopo aneme awim
wawatek jachin emew jiawak ilitchitukari.

Wanay entoko akim a néjunek buere paxköwi wate yïleerommaki.


41
Mientras danzaba al anochecer, una luna amarilla y grande ocupó el cielo; cuando
más concentrada se hallaba en el ritual, escuchó a lo lejos la voz dulce de su abuelo,
que le decía:

“Venadita, ven a bailar, bajo la luna, cerca del mar…”

Marikaruapo yëyeteko, wepu sawali meecha entok buerusi aniat bittuy; bejja chë
june a innehaka mekka á pá ölata jikkajak uxyolosi jiawisi inel jiaway:

Ili maaso jammut äbe yëye, meechata bétuko, ka mekka bawepo…

42
43
Glosario
Ayalis: fruto del árbol del ayal, que crece pegado a su tronco. Una vez seco, se recolecta y rellena
de piedras diminutas, se cierra y se sostiene con un palo de madera para funcionar como sonaja en
danzas tradicionales.

Aboxyam: aboxya taakam, kutachim chäka yötu. Am wakiaatuko, aram chuktiatu ili tetammey
am tapunia bechïbo, am pattiaka kutay mammpo am yoonake yïwayo.

Choacahui: cerro de las Choyas.

Choaa kawwi: chojjam kawwi.

Cobanaros: gobernantes tradicionales.

Ili uusi: bebé o niño pequeño.


Jirukia: instrumento musical de percusión; es una especie de raspador de madera que se frota con
un palo de madera en la danza ritual del venado.

Jirukia: woy kuttam naw am ruruseka amey jipon bechïbo, masso yïwapo jiaawi.

Mariposa cuatro espejos: mariposas nocturnas endémicas de América, que en Sinaloa y


Sonora presentan características especiales en sus capullos. En cada ala tienen un triángulo en forma
de pinta de obsidiana iridiscente, que simula un espejo o ventana de luz. Los capullos se rellenan de
piedras y luego se enredan en las piernas de los danzantes.

Baasëboli nayki ama emo bitwame: tukaapo baasëboli amerikapo joome, Sinna Lobolapo
entok sonoorapo bem boosam tülisi bittwa. Nawwit sawapom belosililïte, ama emo bitwame benasi.
Jume boosam tettammey tapuniaka yïleerom wokkimpom am sumanake.

Pitayos: cactáceas que dan el fruto de la pitaya (el nombre de Sinaloa significa “pitaya redonda”).

Aakim: aaki taakam (sinnaroa tewam sinna lobola tim jiawbaare).

46
Sangregado: árbol nativo de los montes cercanos a la comunidad indígena yoreme, cuya corteza
parece sangrar cuando se corta; es el preferido por las aves para anidar y alimentarse de las mariposas
cuatro espejos.

Sappo: owwo yorem joärammew jëla basiwlame juyasöriapo, chuktiawako oxbo benasi at yew
weenake; wikichim tosam aa beppa jojoa entok buäwame baasëboli nayki ama emo bitwame
bechïbo.

Tambor de agua o babueja: instrumento que consta de la mitad de un bule o guaje, el cual
flota sobre una bandeja de agua y se percute con hojas de maíz prensadas con hilaza de colores; se
utiliza en la danza del venado.

Bä tampora o bä weeja: buuli nasuk amani, bä nüwapo mannake entok bachi sawam tülisi
sumarimmey jiponnake masso yïwapo.

Ténabaris: capullos de mariposa cuatro espejos que se rellenan de piedras y se enlazan de dos en
dos para formar una brazada, la cual rodea las piernas de los danzantes de venado, pascola y judío.

Ténabarim: Bäsebori naiki ama emo bitwame, akim a tápunia ili tettam meyinay chúkula woy
tákanam súmana waka seenu battäpo, wäri wokimpo chatchawa jume maaso, paxkölam entok jurúes
yïleerom.

Yoreme: significa “los que respetan la tradición indígena y viven de acuerdo con las tradiciones de
la cultura”. Esta etnia habita al norte del estado de Sinaloa.

Yoreme: inen jiaw báare “jume jatwey náateka joowame emo yöreme entok ketchi wame naw
náyutualame Yö Lúturiata jatwey naateka joowame”. Jume yoremem bátana bétana joakame sinna
Lóbolapo.

47
Para reflexionar
y dialogar
At jinabak bechïbo entok ettexwa bechïbo
Empoderamiento de las mujeres indígenas
Yorem jaamuchim emo uttiatuame

En esta sección ofrecemos algunos elementos de análisis para motivar y facilitar la


reflexión y el diálogo sobre la importancia del empoderamiento de las mujeres que
integran las comunidades originarias de México, cuya valentía y valiosa labor deben
ser reconocidas y revaloradas. Aquí plasmamos los conceptos más importantes que se
abordan en el cuento, para que puedan ser identificados en la narración.

Imï natepuapo atam bittebo jinabakrim entok ettejjoarim Yorem jaamuchim bétana, tua
Yorem joärampo jóome Méjikopo, jachin bem uttiata emo nükapo bétana. Bem owliwa
entok bem tekkil jünéewampo yumala, amet jünée béchïbo.

La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en el artículo 2º,


reconoce y garantiza el derecho de los pueblos y las comunidades indígenas a la libre
determinación y, en consecuencia, a la autonomía para decidir sus formas internas de
convivencia y organización social, económica, política y cultural.

Ju konstitusion poliitika Mejikopo joome woy artikulopo jume lutüriam nuxmiáarim


jipurëwi jachin bem jiapsa barëwi.

50
En cada paseo, cada tiempo compartido, cada fiesta tradicional, ella estaba con
él mientras aprendía las tradiciones y esa lengua antigua que muchos otros niños
y niñas desdeñaban y se avergonzaban de pronunciar.

Jibba yew katwäpo, paxkowayo áapo aney jibba binwa náateka joowamta entok
jatwey náateka nokwamta täyaka, ili usim káa wáatiawi entok am tiwëwi.

De su alma a su boca, las viejas palabras salían y jugueteaban solas y Annia las
pronunciaba con orgullo.

A jiabsipo náateka a teniw taxti, öla nookim ama yeewa Ánia, alhgeka am nooka.

De igual manera, el artículo 1º de nuestra Carta Magna establece la prohibición de todo


tipo de discriminación, incluida la de género; y en el artículo 4º se sientan las bases de la
igualdad entre la mujer y el hombre ante la ley.

Junëli bénasi, artiikulo wepülapo a nóoka,


kaabetuk kara wate jalaim kaytäpo kara bitcha,
artiikulo naykipo weyye sïmetukte nanälaysi
bexre owim entok jaamuchim.

Sin embargo, lamentablemente aún


hay muchos obstáculos que enfrentan
las mujeres mexicanas en general y las
mujeres indígenas en particular para tener
acceso a los espacios de decisión, así como para
expresar y hacer valer su palabra. Esta realidad se
observa con claridad en este relato, cuando Annia
y su abuelo plantean ante los adultos mayores de su
comunidad la posibilidad de que ella participe en una danza
tradicionalmente ejecutada por hombres.

51
Te ketune obiachi jaamuchim béchïbo,Yorem jaamuchim béchïbo chë junne nesaw
béchïbo entok bem nookim bextetua béchïbo. Ania entok a atechay yöwemta ettejjowayo
yoyyöturimmewi a yïnakew bétana.

Todos respetaban a don Dámaso Valenzuela, el mejor danzante de venado de


la región. Cuando se reunió con los cobanaros, los ancianos y las autoridades
del pueblo, y les dijo que Annia defendía las tradiciones como el mejor de los
yoremes, que danzaba, incluso, mejor que él, se echaron a reír y le hicieron
ver que las mujeres no participaban en las danzas sagradas, que para ellas había
otros oficios.

Sïmetaka a yörey Damáaso Balensueela chë a tü maaso yïleerotuka béchïbo


a buáapo. Kobba náarom yawram entok yoyöturimmak naw emo nunnuk
wanay am texwak Ánia jibba binwa jóowamtajinewtua tü Yorem bénasi, entok
ara yëye, chë ino beppa attaytekame bempo wate tekkilta jípure tim jiawa.

Annia, que acompañaba al abuelo, se puso triste y desde el fondo de su ser


surgió una voz y una valentía que ella misma desconocía.

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Ánia a atchay yöwemtamak wéeka, rojikti táawa wanay a jiabsipo yew síika
wepu nóoki entok aw owliwame káa a täyawi.

—Respetados ancianos —dijo Annia con la frente en alto—, si el monte me


llama y pone en mí el espíritu de la danza que mi abuelo me ha inculcado, yo
les demostraré que puedo ser digna de representarlo en la fiesta grande.

—Yoyyöturim enchimne yöre —tiawa Ánia— juyya ániatainot a yéchako


jiabsita enchimne a bittua ke ne ara yëye buere paxkopo.

El empoderamiento de las niñas y adolescentes indígenas es fundamental para fortalecer su


participación política y combatir la exclusión social derivada de su condición indígena y de
género, que les impide participar dentro de su comunidad en situaciones de igualdad.

Yorem ili usim emo uttia tuame tua türi sïme bem jitta joápo bem yoremriaentok bem
jammut ow tukawi junëli katim ama tekipapanutuawa nalaysi emo nüyeka.

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Ante la valentía y verdad de sus palabras, los ancianos se miraron entre sí y
empezaron a discutir las razones por las que no era posible que ella danzara; la
tradición que por tantos años había permanecido intacta, sin la presencia de
las mujeres en sus principales danzas, como las del venado, pascola y coyote, no
iba a ser quebrantada.

Aw owlemta bitchaka entok ä lutüria nookim


jikkajaka, jume yorem ölam emo bitchaka nawim
a ettejwa taytek jatsiasu kara yëyey. Jibba joowame
wuasu wasuktiachi, kaabe jamunchim amä türe
masso yïwapo, paxkola yïwapo entok wohi
yïwapo wanay en kaa täbuiasi bittunake.

La niña mujer se convirtió en venado y, en


esos momentos, los ancianos que estaban en el
responso recordaron lo que ella les había dicho
cuando era muy niña. Entonces, la invitaron
a bailar a la fiesta grande junto a los demás
danzantes.

Ju ussi jammut massosi ayuk, wanay entoko jume yöturim responsopo


aneme awim wawatek jachin a jiawlatukäwi a ilitchiako. Wanay entoko buere
paxkopo yï nunuwak wame wate yïleerommakim.

La Ley General para la Igualdad entre Mujeres y Hombres, derivada del artículo 4º
constitucional, tiene por objetivo regular y garantizar la igualdad de oportunidades y de trato
entre mujeres y hombres, así como proponer los lineamientos y mecanismos institucionales
que orienten a la nación hacia el cumplimiento de la igualdad sustantiva en los ámbitos

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público y privado; a la vez, promueve el empoderamiento de las mujeres y la lucha contra
toda discriminación basada en el sexo. En el presente relato, esta ley cobró vida cuando Annia,
la protagonista, reivindica su derecho a participar activamente en una práctica tradicional
de su comunidad. Si bien es cierto que se trata de una reivindicación simbólica, por lo que
significa dotar de una mirada con perspectiva de género a una danza ritual, no deja de ser
importante como mensaje de igualdad, como símbolo inspirador para construir una igualdad
sustantiva en todas las comunidades de nuestro país.

Ju ley general nanälaysi am bittuawame jaamuchim entok owim artíikulo nayki


konstitusionalpo weyye, junëli a jariá entok a tüte nanälaysi jaamuchim entok owim bittebo
íhaka, junëli bénasi jioxterimpo amam aawa entok mekanismo institisionalpo am nétane túlisi
nanälaysi am bittebo sïme nuxmiampachi entok ka tuá sïmem pachi.

Con el fin de que la historia de Annia la venadita que danza resulte significativa para chicas
y chicos, invitamos a las personas cercanas, como docentes y familiares, a ser una compañía
en su lectura, disfrutarla y conversar sobre la importancia de reconocer la diversidad e
interculturalidad, valores que nos enriquecen y nos fortalecen como nación.

Juka ániata Ettejjoarita bexresi a bittebo íhaka wame jammut jübua yötume entok owim,
wame ka mekka nuxmiam nunnu wame maxtiáleerom entok naw anim am noknake eme
maki, alheaka am ettejjoana bexresi am täyana juka dibersidá entok interculturalaridáta, bexsi
itom buere Buiälapo chë june jikaw a bittebo.

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Annia la venadita que danza

La edición estuvo al cuidado de la


Dirección Ejecutiva de Capacitación Electoral
y Educación Cívica del Instituto Nacional Electoral.
La etnia yoreme habita en los municipios del norte de Sinaloa, Guasave, Ahome, el Fuerte y Choix
principalmente, comparte algunas tradiciones con sus hermanas y hermanos yaquis en Sonora
y rarámuris en Chihuahua. Mantiene vivas sus tradiciones culturales, las cuales respeta
y venera. Su fiesta mayor en Semana Santa incluye una de las danzas indígenas
más bellas de México, la danza del venado.

Annia la venadita que danza es una bella historia que reconoce el valor de las niñas yoremes, quienes llenas
de amor por sus tradiciones, buscan perpetuar sus valores y ser parte activa de su etnia.

Este volumen forma parte de la colección Árbol, cuyo objetivo es contribuir a la cultura ciudadana de
niñas, niños y adolescentes a través de atractivas historias que motiven a la reflexión y participación en la
sociedad, particularmente en lo relativo a la igualdad de género y no discriminación.
Tan a Juárez cursó la carrera de Diseño y

i
ComunicaciónVisual en la enap-unam con orientación
en ilustración. Ha trabajado en libros de texto
para niños, publicados en las editoriales Santillana,
Richmond Publishing, SM, Castillo, Euroméxico
y Trillas. También ilustró libros para el Instituto
Nacional para la Educación de los Adultos (inea). Fue
seleccionada en el 16°, 18°, 20°, 21° y 22° Catálogo
de ilustración infantil y juvenil del conaculta, en el
2° Catálogo iberoamericano y para la exposición “La
diferencia de la mirada” en el Centro Cultural Bella
Época, organizada por el Fondo de Cultura Económica.
Ha cursado diplomados y talleres con diversos
maestros de ilustración, como Roberto Inoccentti,
Elena Odriozola, Javier Sáez, entre otros. Asistió a los
seminarios “Leer y narrar con imágenes”, en Oaxaca, y
“Otros géneros, otras lecturas” en el Centro Nacional
de las Artes. Ha participado en varias exposiciones
colectivas de ilustración y forma parte del colectivo
“El ilustradero”. Es parte de la Asociación Mexicana de
Ilustradores (amdi). También ha sido colaboradora de las
revistas Chilango, MOI y Quo.

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