Conociendo A Su Conyuge

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Uno de los grandes regalos que Dios ha


dejado en el proceso de “volverse una
sola carne” en el matrimonio es la
oportunidad de ser conocido.

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“Necesito una hora de tu tiempo mañana”, dijo
mi esposo con una sonrisa. Él había regresado
de explorar algunos nuevos tramos de un
arroyo en una montaña que estaba cerca de
nuestra casa. Intrigada y emocionada por la
posibilidad de tener una hora juntos sin niños,
yo estuve de acuerdo.

El día siguiente nos subimos al carro para


ir a nuestra pequeña y misteriosa aventura.
Después de un viaje corto, me llevó a un
sendero que nunca había visto antes. Como
mi esposo es fotógrafo de paisajes, asumí que
probablemente me estaba llevando a alguna
nueva vista grandiosa o a una estruendosa
cascada que había encontrado (a él le gustan
las cascadas). Pero en vez de eso, seguimos
el curso de un arroyo burbujeante lleno de
vida, trepamos por las rocas y nos agachamos
por debajo de las ramas hasta que llegamos
a una colina escondida llena de pequeñas y
perfectas fresas silvestres.

Mis lágrimas empezaron a salir por las


esquinas de mis ojos. Amo las fresas… pero
eso no fue lo que me conmovió. Estaba
sonriendo de oreja a oreja porque mi esposo
había atravesado un calor bochornoso y los
mosquitos para hacer que mi alma sonriera.
Mi corazón se derritió porque él sabía que una
simple aventura sería mi “cita” favorita.

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Primero me quedé viendo el huerto de fresas, luego a mi esposo y, luego, otra vez a las
fresas. En ese momento, se me vino a mi mente un poderoso pensamiento: Mi esposo
me conoce. Efesios 5:31-33 vino a mi mente.

“«Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su esposa, y los dos
llegarán a ser un solo cuerpo». Esto es un misterio profundo; yo me refiero a Cristo
y a la iglesia. En todo caso, cada uno de ustedes ame también a su esposa como a sí
mismo, y que la esposa respete a su esposo”. (NVI)

Uno de los grandes regalos que Dios ha dejado en el proceso de “volverse una
sola carne” en el matrimonio es la oportunidad de ser conocido. Dios nos conoce
íntimamente y quiere ser conocido también. Y Él ha diseñado el matrimonio para
mostrar de manera tangible este tipo de relación íntima para que el mundo la vea.

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Entonces, ¿cómo podemos fomentar
ese tipo de conocimiento con
nuestro cónyuge?
Sea un estudiante. Todos nosotros somos una obra en progreso, creciendo y
cambiando mientras envejecemos, maduramos y experimentamos altibajos en la
vida. Si queremos conocer a nuestro cónyuge, tendremos que comprometernos a
estudiarlo en todas las etapas de su vida.

Apoye los intereses de su cónyuge. Filipenses 2:4 dice que deberíamos


velar por los intereses de los demás, no solo por los nuestros. Mostramos que
conocemos a nuestro cónyuge cuando anticipamos lo que él o ella prefieren,
y, después, tomamos la decisión de sacrificar nuestros propios deseos o
preferencias por las de ellos.

Enfóquese en lo bueno. Conocer a nuestro cónyuge significa que también


conoceremos sus defectos. Enfocándonos en sus fortalezas y logros, y siendo
pacientes con lo demás, le daremos un tremendo regalo a nuestro cónyuge.
Regalo que nos gustaría recibir de vuelta.

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Piense en su matrimonio. ¿Cómo ha cambiado
su cónyuge en los últimos cinco años? Piense
en uno de los puntos fuertes de su cónyuge
que puede reconocer y apreciar el día de hoy.

Mientras el sol bajaba detrás de las colinas


del oeste, recogimos las fresas, y luego nos
reímos y comimos hasta que nuestros dedos
estaban pegajosos y hasta que el huerto quedó
vacío. Esa noche me deleité en el profundo y
satisfactorio regalo de ser conocido y ahora
pienso acerca de cómo puedo devolverle el
favor.

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