Teologia 2 Hoff-2
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TEOLOGÍA II
VI. JESUCRISTO
¿Ha pensado usted en un cristianismo sin Jesucristo? Si quitara del budismo el hombre
de Buda, o del mahometismo la personalidad de Mahoma, el sistema doctrinal de las dos
religiones quedaría intacto. Pero si quitara del cristianismo la persona y obra de
Jesucristo, el cristianismo quedaría como un mero sistema de la ética, muy hermoso pero
humanamente inalcanzable. No habría salvación ni esperanza del cielo sin él. La esencia
de la fe cristiana se encuentra en Cristo.
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Sin embargo, se emplea el término “engendrar” en relación al Señor. “Mi hijo eres
tú, yo te engendré hoy” (Sal. 2:7). Se refiere primero a la encarnación (He 1:5;
5:5), y luego a la resurrección (Hch 13:33). Los Testigos de Jehová tratan de
comprobar que el Padre creó a Cristo, siendo éste la primera criatura. Señalan que
se llama “el primogénito de toda la creación” (Col 1:15). Pero pasan por alto el
contexto del versículo. No se dan cuenta que este título no se refiere a que Cristo
fuera creado por Dios sino a su posición: “en toda tenga la preeminencia” (Col
1:16-19). Al igual que el primogénito en una familia judía tenia autoridad sobre sus
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hermanos, Jesucristo tiene autoridad sobre todos los seres vivientes, sean
espíritus invisibles o sean principados humanos.
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Los judíos reconocieron que Jesús pretendía ser divino. Procuraron matarle
porque decían “que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios” (Jn 5:18).
Jesucristo es el Verbo que existía con el Padre desde la eternidad (Jn 1:1). Así que
Cristo es el Hijo de Dios por naturaleza; los creyentes lo son por adopción y gracia.
Él es Hijo con la misma esencia del Padre; ellos son de sustancia diferente a la del
Padre.
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Existen abundantes pruebas de que Jesucristo es divino:
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a) Se le llama “Señor” (Mt 22:43-45; Hch 2:36; Ro 10:9), título que se aplicaba
únicamente a Dios o a una persona deidificada, tal como el emperador de
Roma.
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b) A Jesucristo se le asigna culto divino, y el mismo lo aceptó sin titubear (Mt
14:33; Lc 24:52; Jn 20:289). El homenaje que se rinde a Jesús seria idolatría si
el no fuera Dios (Mt 4:10: “Al Señor tu Dios adorarás y a él solo servirás.)
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c) Se le atribuyen títulos, atributos y oficios de Dios. El es creador (Jn 1:2; Ap
3:14). Es el Sustentador de todas las cosas (Col. 1:17; He 1:2). Se llama “el
alfa y el omega, el Todopoderoso” (Ap. 1:8). Tiene el derecho de perdonar los
pecados (Mr. 2:5-10). Será el Juez de todos los hombres (Jn.5:22). Tiene toda
potestad (Mt 28:18), es omnipresente (Mt. 18:20), y es omnisciente (Mr 2:8;
Jn16:30). Su nombre se pone al mismo nivel de Dios (Mt 28:19; 2 Co. 13:14).
Jesús podía decir: “Yo y el Padre uno somos” (Jn 10:30); uno en naturaleza,
propósito y poder.
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El apóstol Pablo afirma su deidad: “Siendo en forma de Dios, no estimó el ser
igual a Dios como cosa a que aferrarse” (Fil 2:6); “En el habita corporalmente
toda la plenitud de la Deidad” (Col 2:9); “Cristo el cual es Dios sobre todas las
cosas” (Ro 9:5). El escritor a los Hebreos cita el Salmo 45 con estas palabras
“Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo” (He 1:8; Salmos 45:6-7).
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2. Jesucristo es también uno de nosotros, un ser humano. “Aquel Verbo fue
hecho carne y habitó entre nosotros” (Jn 1:14). Al nacer de una mujer, Jesucristo
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se sujetó a todas las condiciones de una vida humana y un cuerpo humano. Se
despojó de su gloria celestial, se humilló a si mismo tomando condición de siervo y
apareció en forma humana (Fil 2:6-7). Se desarrolló como un niño: “Jesús crecía
en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres” (Lc 2:52).
Sufrió hambre y sed (Lc. 4:2; Jn 19:28); “fue tentado en todo según nuestra
semejanza, pero sin pecado” (He 4:15); murió como un ser humano. Así que
Jesucristo posee dos naturalezas: la humana y la divina.
a) Es una “señal” (Is 7:14) de que se cumplieron las promesas del A.T. de que
Dios mandaría un Salvador nacido sobrenaturalmente.
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b) Enseña la deidad de Jesús. “el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de
Dios” (Lc 1:35).
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c) Es la prueba de su humanidad. Contradice la doctrina del docetismo que
enseñaba que Cristo no había venido en la carne (encarnación) sino que solo
tenía la apariencia de un hombre. Por medio de su nacimiento humano, el hijo
eterno de Dios vino al mundo y se hizo uno de nosotros. Así tomó una
naturaleza humana y completa, sin renunciar a su naturaleza divina.
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d) Hizo posible que Jesús o heredara la naturaleza pecaminosa del reto de los
Hijos de Adán. Si hubiera sido engendrado por un varón, no habría sido el
“Santo Ser”, libre de la culpa y condenación de Adán. Para ser el Salvador y la
cabeza federal de la nueva raza, era necesario que fuera sin pecado (Ro.
5:18-19; 2Co 5:21; 1P 2:22-24; He 4:15).
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¿Para que participo el Verbo de carne y sangre? Algunas razones son:
a) Para revelar al Padre. “A Dios nadie vio jamás, el unigénito Hijo que está en el
seno del Padre, él le ha dado a conocer” Él podía decir: “El que me ha visto a
mí, ha visto al Padre.” Jesús nos enseña que Dios es el Padre amoroso de los
creyentes y que cuida de nosotros.
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b) Para llegar a ser nuestro sumo sacerdote fiel, misericordioso. La carta a los
hebeos nos enseña que se toma todo sumo sacerdote de entre los hombres
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para que se muestre paciente con los ignorantes y extraviados, puesto que el
también está rodeado de debilidad (5:1-2). “Pues en cuanto él mismo padeció
siento tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados” (He
2:17-18).
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c) Para quitar el pecado. Jesús vino para expiar el pecado mediante el sacrificio
de si mismo (He 10:12). Dijo que “no vino para ser servido, sino para servir, y
para dar su vida en rescate por muchos” (Mr. 10:45).
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d) Para deshacer las obras del diablo (1 Jn 3:8). Vino para destruir el poder del
pecado, la enfermedad y la muerte (He 2:14-15).
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e) Para ponernos un ejemplo de una vida santa. “Llevad mi yugo sobre vosotros y
aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón” (Mt 11:29). “El que dice
que permanece en él, debe andar como él anduvo” (1 Jn 2:6). Sólo Cristo ha
llevado una vida perfecta y completamente ejemplar. A los inconversos los
exhorta la Biblia a creer en él; a los creyentes, seguir sus pasos.
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f) Para preparar una iglesia, a fin de que ésta esté con él cuando venga otra vez
(He 9:28).
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B.Los Títulos De Nuestro Señor
Se aprende mucho acerca de la persona y obra de nuestro Señor, considerando los
títulos que él mismo empleaba para describirse y los que usaban quienes se
relacionan con él. Hemos estudiado ya el término “Hijo de Hombre” y no lo incluimos
en esta sección aunque es de suma importancia.
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2. JESÚS. Es la forma griega del nombre en hebreo “Josué”. Significa Salvador (Mt
1:21) y se refiere a su obra salvadora.
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3. VERBO O PALABRA. Como las palabras comunican ideas y conceptos, la
palabra viva revela como es Dios (Jn 1:1, 14,18). Se lo denomina “Rabí” o
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“Maestro” por sus enseñanzas, pero su carácter y vida también revelan a Dios. En
su vida terrenal mostró humanidad verdadera, era impecable, compasivo y fue la
verdad encarnada. Puesto que preexistía en el seno del padre.
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4. HIJO DE DAVID. Es un título mesiánico que señala que pertenece a la línea real
de David; que cumple el pacto davídico y las profecías de que libraría a Israel de
sus enemigos, establecería el Reino de Dios y traería paz y gloria a su nación (Lc
1:32-33).
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5. EL HIJO DEL HOMBRE. Se emplea a veces este término en el Antiguo
Testamento para indicar la debilidad del hombre en contraste con el poder ilimitado
de Dios (Ez 2:1; 3:1). Sin embargo, se refiere también al Mesías, el cual vendrá
con las nubes y establecerá un dominio universal y eterno (Dn 7:13-14). Es
Probable que Jesús lo aplicaba a si mismo para señalar ocultamente su mesiazgo
(Mt. 26:64; Mr. 14:62)
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6. EL SEÑOR. La versión griega del Antiguo Testamento traduce el nombre propio de
Dios “Yahvéh” con la palabra kyros o Señor. Habla acerca de la soberanía de
Cristo sobre los creyentes, sobre la iglesia y sobre todas las cosas. Es el dueño y
amo de todo.
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C.Las Dignidades de Cristo
Las escrituras hablan claramente sobre los tres oficios del Mesías: el profético,
sacerdotal y real. Es necesario que Jesús sea profeta para salvarnos de la ignorancia
del pecado, que sea sacerdote para salvarnos de la culpa del pecado y que sea rey
para salvarnos del dominio y presencia del pecado.
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Moisés predijo: “Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará
jehová tu Dios; a él oiréis” (Dt 18:15). Pedro aplica la profecía a Jesucristo (Hch
3:22). Jesus se refiere a si mismo como profeta (Mt 13:57; Lc 13:33). Es el profeta
por excelencia. Como profeta Jesús interpreta la ley con las enseñanzas
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incomparables del sermón del Monte, revela al padre y predice el futuro. Sobre
todo, señala el camino de la salvación.
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2. Cristo, el sacerdote. Un sacerdote es una persona divinamente consagrada para
ofrecer sacrificios, representar al hombre ante Dios y asegurarle así el favor divino.
En el calvario, Jesús se ofreció a sí mismo como el sacrificio perfecto, con el
objeto de obtener perdón y aceptación para el hombre ante Dios. Como el Dios-
hombre, conoce nuestras debilidades y tiene acceso al Padre. Por lo tanto, es el
único mediador entre Dios y los hombres (1Ti 2:5). “viviendo siempre para
interceder por ellos” (H 7:25).
Aunque el nuevo testamento nos enseña que todos los creyentes son “sacerdotes
para Dios” (Ap 1:6; 1P 2:9), no significa que son mediadores entre Dios y los
hombres, ni que ofrecen sacrificios que borran los pecados. Más bien son
sacerdotes porque tienen acceso a Dios y ofrecen sacrificios espirituales, tales
como: la alabanza a Dios (He 13:15), y consagran sus cuerpos al Señor en
“sacrificio vivo” (Ro 12:1). Además el nuevo testamento exige que cada creyente
sea santo y, a la vez, responsable por su hermano creyente o no creyente.
3. Cristo, el rey. En el primer libro de la biblia, Jacob profetiza que surgirá un gran
monarca “a quien rindan homenaje las naciones” (Gn 49:10, la biblia de
Jerusalén). Desde este punto en adelante. Se presenta un cuadro profético cada
vez más claro del Rey-Mesías que ocupara el trono de David. Por ejemplo, el
salmista registra las palabras de Jehová: “yo he puesto mi rey sobre Sion, mi santo
monte… Pídeme y te daré por herencia las naciones, y como posesión tuya los
confines de la tierra” (Sal 2:7-8). Los profetas describen elocuentemente un gran
rey del linaje de David que reinará sobre un reino universal caracterizado por
justicia, paz y conocimiento de Dios (Is 11; Miq 4:1-3). Recibirá los títulos más
sublimes: Padre Eterno, Príncipe de Paz… su dominio será para siempre” (Is
9:6-7).
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El nuevo testamento señala que Jesús cumple estas profecías. Hablando a María
a cerca del Santo Ser que ella daría a luz, el ángel Gabriel dijo: “El Señor Dios le
dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre y
su reino no tendrá fin” (Lc 1:32). Jesus mismo afirma “Cuando el Hijo del Hombre
venga en su gloria, y todos los asuntos ángeles con él, entonces se centra en su
trono de gloria” (Mt 25:31).
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¿Cómo es el reinado de Cristo? En esta dispensación se describe como un reino
espiritual: “Mi reino no es de este mundo” (Jn 18:36). Consiste en el gobierno del
Señor en los corazones de los creyentes y su potestad absoluta sobre las
potencias espirituales (Mt 12:26-29). También se refiere a su soberanía sobre la
iglesia, la cual es su cuerpo (Col 1:18-20).
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Sin embargo, tiene su aspecto futuro el cual tiene que ver con la segunda venida:
“Todavía no vemos que todas las cosas le sean sujetas” (He 2:8). El vidente Juan
habla acerca de su retorno: “Los reinos del mundo ha venido a ser nuestro Señor y
de su Cristo, y él por los siglos de los siglos…” “De su boca sale una espada
aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro…” “Rey
de reyes y Señor de señores” (Ap. 11:15; 19:15-16).
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Los santos resucitados en la segunda venida, reinaran con Cristo mil años (Ap.
20:4), y luego nuestro Señor entregará el reino al Padre, “cuando haya suprimido
todo dominio, toda autoridad y potencia” (1Co 15:24-28). ¿Cómo se puede
armonizar la entrega del dominio de parte de Jesucristo al Padre, con las profecías
sobre un reino mesiánico que no tiene fin? Los comentaristas, Jamieson, Fausset
y Brown, explican que el señorío de Cristo no será transitorio sino que seguirán en
cierto sentido para siempre. Lo que Jesús entrega al padre es su reino mediador, o
sea, la manera de administrar el reino. “Dios entonces se pondrá e relación directa
con la tierra, en vez de la mediación por Cristo (Comentario exegético y explicativo
de la biblia, tomo 2 pág. 399).
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VII. LAS OBRAS DE CRISTO
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Aunque Jesucristo hizo muchas obras en su ministerio terrenal, son tres las obras
trascendentales: su muerte, resurrección y ascensión. Pero, ¿se puede considerar
que su muerte es una obra? Debido a que no fue algo accidental sino más bien
deliberado, y un acto de obediencia al Padre (Mr. 10:45; Jn 10:11; Fil 2:8), cae en
la categoría de una obra.
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La muerte de Jesucristo es uno de los temas fundamentales del evangelio y el
corazón mismo de la fe. El apóstol Pablo afirma que las buenas nuevas
consisten en lo siguiente: “Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a
las escrituras, que fue sepultado y resucitó al tercer día” (1Co 15:1-4). No
habría salvación aparte de su obra en la cruz: “Si el grano de trigo no cae en la
tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto” (Jn 12:24). Los
ángeles junto a la tumba de Cristo dijeron: “Es necesario que el Hijo del
Hombre… sea crucificado” (Lc 24:7). No es exageración alguna decir que el
propósito principal de la encarnación fue la expiación: Cristo participo de carne
y sangre “para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la
muerte” (He 2:14; 1Jn 3:5; Mt 20:28).
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2. Interpretación errónea de su muerte
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a) La teoría del accidente. Algunos escritores afirman que la muerte de Jesús
fue un mero accidente, tan imprevisto e inesperado como la muerte de
cualquier otra persona, no tiene ninguna significación fuera de que los
hombres de su época no le entendieron y por lo tanto le dieron muerte.
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Contestamos que no fue accidente, porque se predice con asombrosos
detalles en el Antiguo Testamento (Sal.22; Is 53). Además, Jesús tuvo
plena conciencia siempre de la muerte que le esperaba. Por ejemplo,
Cristo afirmó: “Yo pongo mi vida para volverá a tomar. Nadie me la quita,
más yo la pongo de mí mismo” (Jn 10:17-18).
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b) La teoría del mártir. Según esta interpretación, la muerte de Cristo fue
semejante a la de Esteban o de cualquier otra persona que elige morir por
causa de un principio o sus creencias, es decir, no tenía virtud alguna para
expiar pecados. Contestamos que si fue así, ¿Por qué Dios le abandono en
su hora de crisis? Por lo menos le hubiera consolado con su presencia,
como lo hizo con muchos otros mártires en la hora de su muerte. Esta
teoría pasa por alto la clara enseñanza bíblica.
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c) La teoría del ejemplo moral o del amor de Dios. Se interpreta la muerte de
Cristo como la consecuencia de tomar la naturaleza humana. Jesús
participaba en los sufrimientos de sus criaturas y las consecuencias de sus
pecados, al igual que un médico que vive y se enferma en medio de un
grupo de leprosos, para curarlos. Según esta idea, Dios no exigiría un
sacrificio por los pecados. Bastaría solo arrepentirse para ser perdonado.
La muerte de Jesús ejerce una influencia sobre la humanidad para su
mejoramiento moral. El ejemplo de sus sufrimientos debe ablandar los
corazones humanos y ayudar al hombre a arrepentirse y reformarse. La
debilidad de esta teoría es que los padecimientos no movieron a los judíos
al arrepentimiento, ni producen tal resultado hoy en día. Los que sostienen
esta noción no se dan cuenta cuan profundo y grave es el pecado.
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d) La teoría comercial, según Anselmo, arzobispo de Canterbury y un gran
pensador cristiano del siglo XI, Cristo murió para satisfacer la justicia de
Dios. Hasta aquel tiempo, los teólogos habían enseñado que la muerte de
Jesús fue un rescate pagado a Satanás, el cual era dueño de las almas por
causa del pecado.
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La teoría comercial sostiene que el pecado mancha el honor divino. Puesto
que se comete contra un Ser infinito, merece castigo infinito. Además,
existe un conflicto entre el honor de Dios y el amor de Dios. Aunque el
honor divino requiere que Dios castigue el pecado, al amor divino aboga
por el pecador. Se soluciona el problema con la muerte de Jesus, la cual
satisface la justicia divina y permite que Dios perdone al pecador.
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Esta teoría no es completamente errónea, sin embargo, no presenta todo el
cuadro. No es el honor de Dios o su majestad que requiere la expiación,
más bien es la santidad divina. Además, la muerte de Jesucristo fue un
substituto por la nuestra, es decir, Jesús tomo nuestro lugar, el inocente por
el culpable.
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3. El verdadero significado de su muerte. La biblia enseña claramente que
Cristo murió como un sacrificio por nuestros pecados. La expiación (quitar el
pecado mediante un sacrificio) descansa en dos cosas: la santidad de Dios y la
pecaminosidad de hombre. Dios es un ser completamente santo y no puede
aguantar el pecado: “Muy limpio eres de ojoso para ver el mal” (Hab. 1:13). Los
diez mandamientos demuestran que Dios es santo y exige la santidad.
También Dios demanda que todo ser humano le ame con todas sus fuerzas
(Dt. 6:5) y a su prójimo como a si mismo (Lv 19:18). Dios aborrece el pecado
porque toda injusticia es contraria a su carácter y le es una ofensa. Además el
pecado destruye al hombre y le lleva a la perdición. La ira de Dios contra el
pecado ha creado una enemistad entre él y su criatura.
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Como un ser santo y justo dios se ve obligado a castigar el pecado. ¿Qué es la
pena del pecado? “La paga del pecado es muerte” (Ro 6:23), “El alma que
pecare, ésa morirá“(Ez 18:20). Este castigo es más que la muerte física,
incluye la muerte espiritual: “eterna perdición, excluidos de la presencia y de la
gloria del poder de Dios” (1Ts 1:9).
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En Edén, el hombre deliberadamente desobedeció a dios y llego a ser pecador,
rebelde, culpable y digno de la muerte, o sea, la ruina eterna. Fue el pecado
que rompió la comunión con Dios y alejo al hombre de Dios. Toda la naturaleza
del hombre: lo corporal, mental, moral y espiritual, se degeneró con el pecado,
perdiendo su inocencia y justicia originales. El pecado le hizo propenso a pecar
y lo convirtió en un esclavo del pecado (Ro 7:8,14). Lo peor es que el pecado y
todas sus funestas consecuencias pasaron a toda la humanidad.
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¿Cómo puede el hombre volver a Dios? No puede quitar el obstáculo del
pecado. Solo Dios puede hacerlo. Si Dios no tomara la iniciativa y salvara al
hombre, éste no podría ser salvo. Esto es precisamente lo que hizo Dios: “Mas
Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo
murió por nosotros” (Ro 5:8).
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Consideremos los aspectos de su muerte:
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La expiación presenta el pecado como algo que contamina al hombre y que
interrumpe su relación con Dios. Indica que es Dios mismo quien provee el
medio para restablecer la relación rota por el pecado, ya que el hombre no
puede hacerlo. También demuestra los beneficios para aquel que acepta la
provisión expiatoria de Dios. Hay limpieza de la contaminación, perdón de
la culpa, y liberación del castigo merecido.
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b) Sustitución. Esto quiere decir que Jesucristo sufrió por o para los
pecadores, en lugar de aquellos que redimió, en el A.T. el oferente ponía
sus manos sobre el animal que sería sacrificado. Significa que se
identificaba con él o que se transmitían los pecados al animal. Como
sustituto por el pecador, el animal tenía que sufrir la penalidad del pecado,
la cual es la muerte.
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El hombre, como ser caído, le debía a Dios una indemnización infinita. Su
pecado solo podía ser expiado sufriendo eternamente un castigo. Solo un
sustituto podría pagar la deuda. Pero un sustituto tendría que cumplir
ciertos requisitos
(1) Que no esté bajo ninguna obligación a la justicia, es decir, sin tacha,
justo;
Cristo cumplió los tres: era como “un cordero sin macha y sin
contaminación” (1P 1:19), fue provisto por el Padre (Jn 3:16), y vino para
dar su vida en rescate de muchos (Mr 10:45).
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de todo el mundo” (1 Jn 2:2; Jn 1:29; 1Ti 2:6).si no fuera así, ¿Cómo
podríamos orar por la salvación de todos los hombres?
c) Propiciación. Pablo nos enseña que “éramos por naturaleza hijos de ira” (Ef
2:3) y Juan dice que la ira de Dios está sobre el incrédulo (Jn 3:36). Esta
ira de Dios no insinúa una debilidad o defecto en el carácter divino, ya que
tal ira es absolutamente justa. La santidad perfecta de Dios no puede sino
aborrecer la maldad, con la misma intensidad con que ama la justicia.
Tampoco debemos asocia la ira divina co la idea de pasión y venganza
humana. Es la actitud contraria al pecado que un Dios santo debe adoptar
al ver que el pecado hiere, atormenta y destruye a las criaturas que son el
objeto del amor divino. Dios ama al pecador pero odia y castiga el pecado.
Sin embargo, tiene que rechazar al hombre, pues el hombre y su pecado
son inseparables.
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Dios mismo tomo la iniciativa para quitar la enemistad entre él y los
hombres. “Puso” a Cristo “como propiciación” (Ro 3:25). ¿Qué significa
propiciar? Quiere decir: aplacar la ira de una persona mediante un don,
ofrenda o acto del agrado de la persona ofendida. Tiene que ver con la
reconciliación.
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El publicano oró “Dios sé propicio a mí, pecador”. El apóstol Pablo veía en
el sacrificio de la cruz el cumplimiento del simbolismo del ritual de rociar
sangre sobre el propiciatorio del arca, en el día de la expiación en el
antiguo Israel (Ro 3:25). Se le llama propiciatorio a la plancha de oro que
sostenía los querubines sobre el arca del pacto (Ex 25:18-22). En aquel día
el sumo sacerdote tomaba sangre del macho cabrío y rociaba siete veces
el propiciatorio, para purificar las impurezas de su nación (Lv 16:14-15).
Por lo tanto, el propiciatorio era la figura de Cristo, el cual satisface la
justicia divina ofreciéndose a sí mismo en sacrificio de propiciación.
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¿Cómo podría un solo hombre absorber el castigo eterno de millones de
pecadores, sufriendo seis horas? ¿Basta una sola muerte como sustituto
por la muerte de millones de personas? Los padecimientos de un perro no
tienen el valor de los de un hombre. Es imposible que un ser finito pueda
agotar un castigo infinito; pero un Ser infinito puede cumplirlo en pocas
horas. Jesucristo es Dios encarnado, y así puede representar
perfectamente al hombre por ser humano, sin perder el infinito valor de su
persona divina al ofrecerse as i mismo en sacrificio de propiciación.
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Por medio de la cruz, Jesús restaura el vínculo que debía existir entre el
hombre y Dios. Se remedia el enajenamiento; somos reconciliados con
Dios por la muerte de su Hijo (Ro 5:10). La pérdida relación de intimidad y
amor se restituir por la sangre de Cristo (Ef 2:13).
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d) Redención. Este término habla acerca de la liberación; quiere decir librar a
un esclavo pagando un precio. Una nota de la Biblia anotada de Scofield
señala que la doctrina se presenta de manera completa, empleando tres
vocablos que se traducen “redención”: (1) agorazo, “comprar en el
mercado”. En esta palabra se implica la idea de un mercado de esclavos.
Los que son el objeto de la redención están vendidos “al pecado” (Ro
7:14), y lo que es más, se hallan bajo sentencia de muerte (Ez 18:4; Jn
3:18-19; Ro 3:19). El precio del rescate es la sangre del Redentor que
murió en el lugar de ellos (Mr. 10:45; Gá 3:13) (2) exagorazo, “comprar y
sacar del mercado” (3) lytron o lytrosis, “soltar”, “poner en libertad
mediante el pago de un precio” (Jn 8:32; Gá 4:4-5). La redención se
efectúa por medio de sacrificio y de poder. Cristo pago el precio; el Espíritu
Santo traduce para el creyente la liberación en experiencia (Ro 8:2)
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Se ilustra la redención en el A.T. Mediante la ley referente al pariente
redentor (Lv25:47-49) Pearlman explica:
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“En virtud de esta ley, un hombre que hubiera vendido su propiedad y a sí
mismo como esclavo, debido a alguna deuda contraída, podía recuperar
tanto su tierra como su libertad en cualquier momento con la condición de
que fuera redimido por un hombre que poseyera las siguientes
condiciones: primero, que fuera pariente del interesado; segundo, que
estuviera dispuesto a redimirlo; tercero, debía poseer el dinero necesario.
El Señor Jesucristo reunía todas estas condiciones: se hizo pariente
nuestro al tomar nuestra naturaleza; estaba dispuesto a darlo todo para
redimirnos (2 Co 8:9) y por ser divino, estaba capacitado para pagar el
precio, su propia sangre preciosa.” (Teología Bíblica y Sistemática, p.227).
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Los creyentes son rescatados de varias cosas: (1) Envió Dios a su Hijo
para rescatar a los que se hallaban bajo la ley (Gá 4:5), es decir, alejarlos
de la noción de que podrían ganar la vida eterna cumpliendo la ley y
enseñarles que la fuerza dominante de su conducta no debe ser la ley sino
el amor. (2) Dios envió a su Hijo para librar a los hombres del castigo que
merecían a los ojos de la ley. Canceló los cargos que habían contra
nosotros a causa de nuestros pecados (Col. 2:14). (3) Cristo nos rescata
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de nuestra “vana manera de vivir”, es decir, de la vida inútil y vacía (1P
1:18). Finalmente, hasta la creación misma será redimida (Ro 8:18-21).
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Se emplea el término “sangre” en referencia a Cristo para significar su
muerte. Es obvio que se refiere a una muerte violeta. Por ejemplo, Pilato
dijo: “Inocente soy yo de la sangre de este justo”, y los judíos gritaron: “Su
sangre sea sobre nosotros y sobre nuestros hijos”. No debemos interpretar
literalmente la expresión “la vida de la carne en la sangre esta” (Lv
17:10-14), más bien considerar que es el medio de expiación. La sangre
vertida representa una vida entregada e la muerte. En la cruz Jesús
entrego su vida por nosotros y su sangre es símbolo de ese rescate (Ro
5:9-10).
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¿Qué le atañe hacer al hombre? Debe aceptar la reconciliación ya hecha
por Dios a través de la muerte de Jesús. “Reconciliaos con Dios” (2Co
5:20). También debe mostrar su gratitud llevando una vida santa (1P
1:14-16) y glorificando a Dios en su cuerpo y en su espíritu, “los cuales son
de Dios” (en virtud de ser “comprado por precio”) (1 Co6:20).
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Así que la muerte de Jesús es un sacrificio expiatorio que borra el pecado,
es un sustituto por nuestra muerte, es una propiciación a Dos para aplacar
su ira contra el pecado, y es una redención o rescate pagado a la justicia
de Dios para liberarnos de la deuda y esclavitud del pecado. Su resultado
es que quita la enemistad que existía entre Dios y el hombre. Proporciona
la base para la salvación de todos los que la acepten.
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4. Efecto de la muerte de Cristo sobre Satanás. El señor Jesucristo, por medio
de su muerte, ha roto potencialmente el poder de Satanás sobre la humanidad:
“Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será
echado fuera. Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí
mismo” (Jn 12:32; Jn 16:9-11; Col 2:14-15). La cruz significa la condenación de
Satanás y la solución del problema de los pecados, que son los medios
empleados por el diablo para esclavizar a la humanidad. Con la muerte del
Señor, termina el dominio de Satanás sobre el creyente que vive en Cristo. El
adversario tiene que someterse a la victoria del Señor Jesucristo.
B. La resurrección
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!
1. La naturaleza de la resurrección. La resurrección de Cristo no fue una
resurrección espiritual. Tampoco sus apariciones a sus discípulos fueron
manifestaciones de carácter espiritual. La tumba se encontró vacío y
Jesucristo se apareció en forma corporal. Podía decir: “Mirad mis manos y
mis pies, que yo mismo; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni
huesos, como veis que yo tengo” (Lc 24:39).
!
La resurrección de Cristo es radicalmente distinta de la restauración a la
vida que Jesús obro en las tres personas: la hija de Jairo, el hijo de la viuda
de Nain y Lázaro. En esos casos, los individuos volvieron a vivir, pero no
hubo cambios en la cualidad de sus cuerpos, ni tampoco ellos lograron la
inmortalidad. Después de existir por un tiempo, fallecieron de nuevo. En
contraste, el cuerpo de Jesucristo fue glorificado en la resurrección. Esta
adaptado para la vida en el cielo; hecho “según el poder de una vida
indestructible” (He. 7:16). No tiene las funciones biológicas de nuestro
cuerpo ni sus limitaciones. Aunque en un sentido es material, ya que puede
pasar por puertas sólidas, viajar con una velocidad inimaginable y desafiar
la ley de gravedad; lleva “la imagen del celestial”.
!
2. Evidencias de la resurrección de Cristo. Hay personas que ponen en tela
de juicio la muerte de Jesucristo. Afirman que Jesús solamente sufrió un
sincope y que sus simpatizantes le bajaron de la cruz, creyendo que había
muerto. El aire fresco del sepulcro en que le colocaron le hizo revivir, de
modo que el salió de la tumba como si en realidad hubiera resucitado de
los muertos. Los discípulos creyeron que él había muerto y resucitado en
realidad.
!
Esa teoría es falsa por las siguientes razones:
Es increíble que un hombre que había pasado seis horas clavado sobre
una cruz, haya sido capaz de mover la enorme piedra que fue colocada en
15
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la entrada de la tumba. Y si la hubiera movido, habría sido capturado por
los soldados romanos al salir de la tumba. Además, nuestro Señor se
apareció a sus discípulos después del tercer día, no como un hombre
doliente y medio muerto, sino como un conquistador victorioso sobre la
muerte. Si hubiera presentado el aspecto de un hombre medio muerto, no
habría producido en sus discípulos la impresión de uno que había
resucitado de los muertos.
!
Finalmente, se nota que los soldados atravesaron el costado de Jesús, y
de él brotaron sangre y agua, evidencia concluyente, según los fisiólogos,
de que había muerto.
!
Las pruebas de su resurrección son las siguientes:
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Ciertos escépticos creen la explicación de los fariseos, los cuales
pagaron a los soldados para divulgar el cuento de que los discípulos
robaron el cuerpo de Jesús. El teólogo Luis Berkhof observa: “Es
extremadamente improbable que los descorazonados discípulos
hubieran tenido valor para defraudar con semejante falsedad a un
mundo que les era hostil. Es imposible creer que hubieran persistido en
sufrir por tan manifiesta impostura” (Teología sistemática, p. 413).
!
Es obvio que el cuerpo no fue robado por ladrones. El estado en que
encontraron los lienzos, los que entraron en la tumba, demuestran que
el cuerpo había salido de ellos. Se encontraban en perfecto orden. Los
ladrones no dejan las cosas en orden, porque suelen actuar con apuro.
!
b) La transformación de los discípulos. Los seguidores de Cristo habían
presenciado su muerte y quedaron completamente desilusionados en
cuanto a su mesiazgo. En el camino a Emaús, algunos de ellos dijeron:
“Nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel” (Lc
24:21). Se reunieron en el aposento alto por temor de los judíos. Pero
después de ver al Señor resucitado, predicaron con denuedo la
resurrección, y varios fueron muertos por su testimonio. ¿Quién daría
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su vida para divulgar lo que es obviamente una falsedad? ¿De dónde
vino la valentía extraordinaria de los discípulos?
!
Pero, ¿es posible que fueran victimas de alucinaciones? ¿En su
conmovido estado mental, pensaban los discípulos ante en la
resurrección de Jesús que por último se convencieron de que en
verdad lo habían visto? Contestamos que habían dejado de creer y no
esperaban verle más. Además, varias personas, incluso 500 a la vez, le
vieron, y el apareció en muchas ocasiones durante los 40 días entre la
resurrección y la ascensión (Hch 1:3; 1Co 15:5-8). ¿Las alucinaciones
se han presentado a varias personas que están en distintos lugares a la
vez?
!
c) El establecimiento de la iglesia. Se admite que la iglesia se formó sobre
dos bases: el derramamiento del Espíritu Santo y la predicación de la
resurrección de Jesucristo. Una multitud de judíos creyeron (Hch 2:41)
y “muchos de los sacerdotes obedecían a la fe” (Hch 6:7)- solamente la
resurrección de Cristo podía convencerlos.
!
d) La conversión de Pablo. No sería posible explicar la conversión de
Saulo, gran perseguidor de la iglesia, si no fuera que realmente vio al
Señor resucitado. Este gran enemigo del cristianismo fue convertido en
el principal apóstol de Cristo gracias a que tuvo un encuentro con él.
!
La resurrección corporal de Jesucristo es uno de los sucesos más
comprobados de la historia antigua. De veras, Jesucristo resucitó.
!
3. El significado de la resurrección de Cristo. ¿Cuáles son las consecuencias
doctrinales de la resurrección?
!
a) Significa que Jesús es todo lo que afirmo ser, Hijo de Dios, Salvador y
Señor (Ro. 1:4). Dios no le hubiera resucitado si fuera un impostor o
demente.
!
b) Significa que Dios había aceptado la obra expiatoria de Cristo en la
cruz (Ro. 4:25). Si Cristo no hubiera resucitado de los muertos,
entonces sería evidente que Dios no habría aceptado su sacrificio y los
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creyentes estarían en sus pecados (1Co 15:17). La resurrección es el
sello de aprobación del Padre sobre todo lo que Cristo hizo y enseñó.
!
c) Significa que habrá una resurrección de los creyentes, Jesús es la
prueba suprema de la inmortalidad. Él constituye las primicias de los
que duermen. (1Co 15:20-23).
!
d) Significa que tenemos un Sumo Sacerdote e los cielos que se
compadece de nosotros e intercede por nosotros (Ro. 8:34). Ha
encontrado una nueva vida como resucitado y exaltado Señor, Cabeza
de la Iglesia (Fil. 2:9). Este carácter lo capacita para aplicar los frutos
de su obra redentora.
!
e) Significa que hay poder disponible para la vida y servicio cristianos.
“aquella supereminente grandeza de su poder para con nosotros los
que creemos, por la operación de la potencia de su fortaleza, la cual
obró en Cristo resucitándole de los muertos…” (Ef 1:19-22). Ahora
somos resucitados espiritualmente para andar en nueva vida (Ro. 6:4)
!
C. La Ascensión De Cristo
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La ascensión puede describirse como el ascenso visible, de la tierra al cielo. El
que habla descendido, ahora ascendió donde estaba antes. Volvió al Padre (Lc
24:51; Hch 1:9-11). ¿Qué doctrinas se basan en la ascensión?
!
a) Cristo fue exaltado hasta la diestra de Dios (Ef 1:20-22; He 8:1; 1P. 3:22).
Esta sentado a la diestra de Dios. ¿Qué quiere decir esta expresión? No
significa que ha entrado en una nueva vida de descanso. Es una figura que
enseña que tiene dominio sobre todos los principados en el cielo y en la
tierra. Es la cabeza de la Iglesia y el Soberano del universo.
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b) Ascendió para preparar un lugar para su pueblo (Jn 14:2; vea también He
12:21-24). Cristo ascendió en calidad de precursor para preparar el camino
para ellos.
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c) Ascendió para ser nuestro sumo sacerdote y mediador entre Dios y el
hombre. Hace intercesión por nosotros (Ro 8:34) Pearlman dice que
“nuestra esperanza no reside en un Cristo muerto, sino en uno que vive…”
“El sacerdocio de Cristo es eterno, por lo tanto su intercesión es
permanente” (Teología Bíblica y sistemática, p. 194).
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d) Subió al cielo para derramar de su espíritu sobre la iglesia. “Os conviene
que yo me vaya; porque si no me fuese, el Consolador no vendría a
vosotros” (Jn 16:7). “Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo
recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que
vosotros veis y oís” (Hch 2:33). El Espíritu Sato fue prometido por el Padre,
pero el Cristo exaltado es el que lo da a sus seguidores para que sean
capacitados en llevar a cabo la misión divina.
!
VIII. SALVACIÓN
En el griego del Nuevo Testamento, soltería es el término más común para salvación. Las
expresiones analógicas son “sanidad”; remedio, liberación, rescate y bien”. Dice el
Diccionario Ilustrado de la Biblia, (pág. 585):
“la idea básica del término “salvación” es rescatar y preservar de un peligro inminente;
implica dar salud y seguridad. En un sentido más profundo, sin embargo, es un término
cuyo significado está limitado cada vez más a la expresión del milagro divino de la
emancipación del hombre del dominio y culpa del pecado y la muerte, y al goce de una
vida eterna de comunión renovada con Dios”.
A.Elección Y Predestinación
El apóstol Pedro describe como “elegidos” a los creyentes (1P. 1:2). En ambos
Testamentos las palabras hebreas y griegas se traducen “electos” y “elección”,
“escoger”, “escogidos”. Se usa estas palabras para indicar el acto de elegir, ya sea de
parte del hombre o de Dios. Con referencia a la divina elección, el termino se usa de la
manera siguiente: (a) en sentido colectivo, tocando a la nación de Israel, o la iglesia
(Ex. 19:5-6; Ef. 1:4), (b) en sentido individual (Jr 1:5; Gá. 1:15-16).
Los términos elegidos o escogidos aparecen en los discursos de Jesús sobre el fin de
la edad (Mt. 24:22,31). Los escogidos son “los benditos de mi Padre” que estarán en
“el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo” (Mt 25:34). Así que el
lenguaje de la elección se vincula con el de la predestinación. Segu Scofield, la
predestinación “es el ejercicio eficiente de la voluntad de Dios, por el cual se llevan a
cabo las cosas que Él ha determinado de antemano” (op. Cit, pág. 1207). El Padre nos
escogió en Cristo ates de la fundación del mundo (Ef. 1:4). Es un acto de Dios por el
cual, según su gracia, y no a base de ningún mérito en el escogido, Dios escoge a su
pueblo para tener una relación especial con el
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¿Es arbitraria la elección divina? ¿Eligió Dios a algunos para ser salvos y dejo que los
demás sufrieran la perdición eterna? ¿Quería salvar solamente un cierto número de
pecadores? ¿Qué enseña la Biblia?
Los que creen que Dios ha predestinado incondicionalmente que algunos hombres
fueran salvos y otros no, señalan las palabras de Jesús: “Todo lo que el Padre me da,
vendrá de mi” (Jn 6:37, 17:2, 6,9), e imaginan que Dios permite que los demás
perezcan. Contestamos que Dios conoció de antemano a los que recibirán a su Hijo, y
él se los da al Hijo.
Otros versículo que emplean los estudiosos que sostienen el fatalismo, es “Creyeron
todos los que estaban ordenados” (destinados) “para vida eterna” (Hch 13:48).
Contestamos que esta afirmación no puede referirse a un decreto absoluto de Dios
porque el apóstol había declarado ya que los judíos habían rechazado libremente el
evangelio (Hch 13:46). Significa que Dios había ordenado a los que creyeran, estos
fueron ordenados para vida eterna, es decir, los gentiles. Así que podemos degiir la
elección divina como el acto soberano y de gracia en la eternidad or el cual Dios eligio
e Cristo, para salvación, a los que el conoció de antemano, que aceptarían a su Hijo.
B. El Llamamiento
El termino bíblico “llamar” significa “una invitación a servir a Dios con algún
propósito” (Diccionario Bíblico Ilustrado, p. 389). Con referencia a la salvación, Dios,
en su gracia, invita a los hombres pecadores a aceptar por fe la salvación provista por
Jesucristo. Se extiende la invitación a los predestinados (Ro 8:30), a los “trabajadores
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y cargados” (Mt 11:28) y a “todo aquel que en él cree” (Jn 3:15-16; Ap 22:17). Dios
llama a los hombres al arrepentimiento y la fe (Mt 3:2; Hch 2:38; Ro. 10:9).
¿Cómo llama Dios a los hombres? (a) Los llama por medio de su Palabra (Ro
10:16-17; 2Ts 2:14). Por esto, es urgente que divulguemos el evangelio. (b) los llama
por su Espíritu (Jn 16:8; He 3:7-8). El Espíritu Santo los convence de pecado, de
justicia y de juicio (Jn 16:8-11). Por esto, debemos orar para que el Espíritu haga su
obra. (c) Dios llama por medio de sus siervos (2 Cr. 36:15; Jr. 25:4; Mt22:2-4; Ro
10:14-15). Jonás es un ejemplo de un mensajero que Dios uso para llevar a una
ciudad pecaminosa al arrepentimiento. Pero es necesario que estos siervos sean
revestidos de poder (Lc 24:49; Hch 1:8). (d) Dios llama a los hombres por medio de su
trato con ellos. Emplea “las riquezas de su benignidad” para guiarlos al
arrepentimiento (Ro 2:4). Fracaso en eso, recurre al juicio para lograrlo (Is 26:9).
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C. La conversión
Dios, a través de su palabra, insta al hombre para volver a él (Pr 1:23; Is 31:6; Hch
3:19). Esto es la idea de conversión, es decir, es retornar a Dios, ciertas palabras que
se traducen “pecado” quieren decir “errar el blanco”, “desviarse del camino”. Un
profeta afirma: “todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó
por su camino” (Is 53:6). El hombre se convierte cambiando su rumbo, volviéndose a
su Hacedor. Antes de convertirse, el hombre había vuelto sus espaldas a Dios, estaba
en el camino de la incredulidad y la desobediencia, rumbo al infierno. Ahora está en el
camino de la fe y la obediencia, rumbo a la casa de su Padre celestial.
!
b) El elemento emocional. Implica un cambio del sentimiento. Pablo habla con
respecto a Corintios, los cuales fueron “contristados para arrepentimiento…
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Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para Salvación (2
Co 7:9-11). Es de notarse que la tristeza que es según Dios produce
arrepentimiento para Salvación (2 Co 7:9-11). Es de notarse que la tristeza no es
el arrepentimiento sino un factor que conduce al arrepentimiento. Este pasaje (2
Co 7:9-11) nos demuestra que las emociones a menudo desempeñan un papel
muy importante en el verdadero arrepentimiento. Así fue en el caso del publicano
que “se daba golpes al pecho”, indicando tristeza de corazón, Salmo 51 nos da un
gráfico del alma arrepentida.
!
c) El elemento practico. Se refiere al cambio de idea, incluso acción, para dejar el
pecado y volverse a Dios. Es mucho más que sentir tristeza. Alguien ha definido el
arrepentimiento de a siguiente manera: “Un dolor verdadero por el pecado,
acompañado de un sincero esfuerzo por dejarlo”. El hijo prodigo dijo: “Me
levantaré…; y se levantó” (Lc 15:18:20). No simplemente recapacito sobre lo que
había hecho y sintió tristeza por ello, sino que volvió sus pasos con dirección al
hogar de su padre. El verdadero arrepentimiento nos hace repudiar el pecado y
separarnos de el- lleva siempre a confesar el pecado y abandonarlo (Is. 55:7)
!
El segundo aspecto de la conversión es la fe en Jesucristo como su Salvador todo
suficiente (Hch 4:12; 16:31). No hay kygar para las obras como un medio de
acercarse a Dios: “concluimos pues, que el hombre es justificado por fe sin las
obras de la ley” (Ro 3:28). “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto
no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras para que nadie se gloríe” (Ef
2:8-9).
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¿Qué es la fe salvadora? Al igual que el arrepentimiento, la fe tiene tres
elementos:
!
a) Intelectual. La fe no es un acto ciego del alma, ni un salto en las tinieblas. La fe
en el corazón no se puede dar sin el uso de la inteligencia. Fe es creer en las
doctrinas de la Biblia, en la redención provista por Cristo, en las condiciones
bíblicas por ser salvo y, en especial, es creer en Cristo mismo como el Hijo de
Dios y el Salvador de todos los que en el creen. La fe se basa en la evidencia
incontrovertible de la revelación de Dios.
!
b) Emocional. Se define este elemento como el despertar del alma a su
necesidad espiritual. La fe salvadora involucra las emociones: “Con el corazón
se cree para justicia” (Ro 10:10).
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c) Volitivo o apropiación. La fe salvadora incluye que hagamos propias las cosas
que conocemos y a las que prestamos nuestros consentimiento acerca de
Cristo y su obra. “Más a todos los que le recibieron, a los que creen en su
nombre…” (Jn 1:12). Aquí la frase creer en su nombre se explica cómo recibir
a Cristo. En el capítulo 6 de Juan, se usan algunas expresiones como la
esencia de la fe salvadora: “el que a mi viene” (vs 35), “si alguno comiere de
este pan” (vs 51), “El que come mi carne y bebe mi sangre” (vs. 54, quiere
decir aceptar la muerte de Jesús como una muerte por el pecado). La fe
siempre lleva a la persona a Cristo; trae como resultado en una entrega a él, e
respuesta al sacrificio que el efectuó en el Calvario, como fue el caso del
carcelero de Filipo (Hch 16:30-32; Jn 3:16).
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Fe significa abandonar toda confianza en las obras y rituales para ser salvo (Fil
3:7-9), y entregarse a la misericordia de Dios; es confiar en él. Significa asir las
promesas divinas en Cristo y reposar en la obra consumada de el para
salvación, también implica depender del Espíritu Santo para recibir diariamente
la fuerza necesaria para vivir la vida cristiana. Consiste en depender totalmente
de Dios y obedecerle en todo.
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¿Cuál es la fuente de la fe? En un sentido es un don de Dios: “Conforme a la
media de fe que Dios repartió a cada uno” (Ro 12:3). Pero también es algo que
el hombre puede tener si quiere, porque Jesús dijo: “Tened fe en Dios”. La
incredulidad es el peor pecado. (He 3:12; Jn 3:18), y la Biblia la presenta como
una actitud deliberada de parte del hombre (Mt 13:15).
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Por otra parte, “la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Ro 10:17).
También viene por poner “los ojos en Jesús, el autor y consumador de la
fe” (He 12:2), es decir, nuestro Señor es nuestro ejemplo e inspiración para
creer. Además, la oración es un medio para vencer la incredulidad y aumentar
la fe (Mr 9:24; Lc 17:5; 22:32).
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D.La Justificación
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El apóstol Pablo describe al hombre inconverso como un hijo de desobediencia,
viviendo en los deseos de la carne, y es por naturaleza hijo de ira (Ef 2:1-3). Nadie
es capaz de salvarse por sus obras, pues nadie ha cumplido la ley. “Porque por las
obras de la ley ninguna carne se justificará delante de él” (Ro 3:20). Dios afirma
que todo el mundo es culpable. Sin embargo, Dios ha provisto otra índole de
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justicia por la cual el hombre puede ser aceptado por Dios. Es aparte de la ley y se
recibe solo por la fe (Ro 3:18-23).
!
Este acto justificador, gratuito de parte de Dios, no se debe a alguna indiferencia
hacia el pecado, ni tampoco a un descuido en observar leyes morales. Dios lo ha
hecho posible a un costo infinito. Es “mediante la redención que es en Cristo
Jesús” (Ro 3:24). Esta redención, esta liberación de la culpa, del castigo y del
poder del pecado, la realizo la muerte propiciatoria de Cristo.
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La justificación tiene tres aspectos:
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b) La restauración al favor divino. No basta ser perdonado, es necesario también
ser restaurado al favor de Dios, en capítulo 5 de romanos. El escritor Inspirado
dice: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios… también
tenemos entrada por la fe a esta gracia” (vs. 12). ¿A qué se refiere “la entrada
esta gracia”? Significa acceso al trono de gracia y restauración a la comunión
con Dios.
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c) La imputación de la justicia. Para tener comunican con Dios, es necesario que
el pecador no solamente sea perdonado sino también sea vestido de justicia.
Dios en su gracia infinita, imputa la justicia de su Hijo al creyente. El vocablo
“imputación” significa atribuir una cosa a una persona, impartirla o concederla a
ella. Se ilustra esta idea cuando Pablo pide a Filemón poner en su cuenta (la
de Pablo) cualquiera deudo que Onésimo le debiera (Film 18).
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“Creyó Abraham a Dios y le fue contado por justicia” (Gn 15:6; Ro 4:3). En
virtud de la confianza en Jehová que tenía el patriarca, Dios le confirmo
gratuitamente la justicia; “lo acepto como justo” (versión popular). La justicia en
este caso no se refiere a la rectitud de carácter o conducta de Abraham; Dios
no cambiaría a Abraham para que le fuera aceptable, sino que le imputo la
justicia. Es un acto legal en que el Juez del universo provee lo que el hombre
no es capaz de producir. La base de la imputación de la justicia es la obra de
Cristo. “Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mudo, no tomando en
cuenta a los hombres sus pecados… Al que no conoció pecado, por nosotros
lo hizo pecado” (un sacrificio por pecado), “para que fuésemos hechos justicia
de Dios en él” (2 Co 5:21).
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d) La relación de la fe con las obras. ¿Qué papel desempeñan las obras en la
salvación? Santiago afirma: La fe, si no tiene obras es muerta e si misma…
vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente
por la fe” (Stgo 2:17,24). ¿Contradice Santiago la doctrina paulina de la
justificación por la fe sin obras? No, porque Pablo presenta el asunto por el
lado de Dios, y afirma que somos justificados a la vista de Dios por los méritos
de Cristo, sin necesidad de ninguna obra por nuestra parte. Santiago ve el
asunto desde el lado humano, y afirma que las obras son las evidencia de la fe
salvador. La fe que justifica es más profunda que la mera fe intelectual; afecta
la voluntad y siempre produce obras. Martín Lutero observó: “Somos salvos
solo por fe, pero la fe nunca está sola”. Quiso decir que la fe autentica siempre
está acompañada de obras; son inseparables. El apóstol Pablo nos enseña
que el creyente es hechura de Dios, creado en Cristo Jesús para buenas obras
(Ef 2:10). Las obras son el fruto de la fe.
!
E.Regeneración, O Nuevo Nacimiento
!
1. Definición La justificación es un cambio externo, un cambio de posición o
relación con Dios. Al hombre culpable ante Dios, se le declara absuelto y justo.
Pero, la regeneración es una obra interna, por la cual Dios le concede vida
espiritual y una naturaleza nueva. No se refiere al bautismo en agua ni a un
acto humano tal como un cambio de conducta, pues el evangelista Juan dice:
“Los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de
voluntad de varón, sino de Dios”. (Jn. 1:3). Es un engendramiento efectuado
por Dios.
La regeneración se define como el acto en que Dios imparte la vida divina al alma
del creyente (Jn. 3:5; 1Jn. 5:11-12), es darle una nueva naturaleza (2P. 1:4), o
corazón (Jr. 24:7; Ez 11:19). Esta nueva naturaleza capacita a la persona para
vencer el pecado si ella anda en el espíritu (Ro. 8:4; Gá 5:16-18).
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La regeneración, o sea el nuevo nacimiento, se relaciona con el recibir el Espíritu
Santo en el alma (Jn 3:5-6) y es parte de la gran bendición del nuevo pacto. “Daré
mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón… todos me conocerán, desde el
más pequeño de ellos hasta el más grande” (Jr. 31:33-34).
!
Además, es necesario ser regenerado para comprender las cosas espirituales:
“El que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Jn 3:3). “El
hombre no regenerado es ciego en cuanto a las cosas de Dios”.
!
En tercer lugar, es necesario ser cambiado a fin de ser aceptable a Dios y ser
hecho apto para la vida espiritual. Dios es Santo y exige que el hombre tenga
una naturaleza transformada para estar en su presencia. Además, el hombre
no regenerado no disfrutaría de la vida espiritual; no tendría deseos
espirituales. Para el, el cielo sería un infierno. Por otra parte, los hombres no
transformados ensuciarían el cielo con sus pecados, lo convertirían en un
infierno. “Os es necesario nacer de nuevo”.
!
Por la regeneración se convierte un pecador en un hijo de Dios y hace posible
que tenga comunión con el Padre Celestial. Con la nueva naturaleza el
creyente ama a Dios y desea agradarle. Parece que también los creyentes del
A.T. fuesen renacidos pues nadie entraría en el reino de Dios si no es nacido
de nuevo (Jn 3:3; Lc 13:28; Sal 51:10).
!
3. Los medios de la regeneración. La biblia enseña claramente que la
regeneración es obra de Dios. Sin embargo, tiene su lado humano. Los medios
son:
!
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a) El hombre es regenerado por medio de la aceptación del mensaje del
evangelio. Dios “nos hizo nacer por la palabra de verdad” (Stgo 1:18).
Somos “renacidos” dice Pedro, “de simiente incorruptible, por la palabra de
Dios” (1P 1:23). Somos “engendrados por el evangelio” (1Co 4:15). Estos
versículos nos enseñan que la persona renace cuando lee la palabra de
Dios o la oye. Naturalmente, el hombre tiene que recibirla. Esto incluye
arrepentirse y creer en Cristo.
!
c) Aceptar personalmente a Jesucristo. Esto es lo que enseña Juan 1:12-13 y
Gálatas 3:26. Cuando uno pone su fe en lo que Cristo dice, le recibe como
quien es y todo lo que es-Hijo de Dios y el Redentor- el Espíritu Santo entra
en él, transforma su naturaleza y lo hace un hijo de Dios
!
4. Los resultados de la regeneración. Existen ciertas pruebas de que uno es
regenerado. (a) Vence la tentación (1Jn 3:9; 5:4). El renacido ya no es esclavo
del pecado sino que practica la justicia. (b) Se cambia de actitud tocante
muchas cosas. El regenerado ama a Dios, a sus hermanos en Cristo (1Jn
5:1-2), ama la palabra de Dios (Sal 119:97; 1P 2:2). Incluso puede llegar a
amar a sus enemigos (Mt 5:44), y a las almas perdidas (2 Co 5:14). (c) La
persona regenerada disfruta de los privilegios que corresponden a los hijos:
Dios le revela su voluntad (1Co 2:10-12), suple lo que le falta (Mt 7:11) y le
guarda del mal (1Jn 5:18). (d) El renacido es también un heredero de Dios y
coheredero con Cristo (Ro. 8:17), y ahora ha sido sellado con el espíritu de la
promesa, que es las arras (la garantía) de su herencia celestial (Ef 1:13-14)
!
F. Unión Con Cristo
!
La unión del creyente con Cristo se relaciona estrechamente con la regeneración.
No es unirse con un sistema de doctrina, ni con una organización eclesiástica, sino
que es unirse espiritualmente con el resucitado, viviente y omnipresente Cristo.
Las escrituras ilustran esta unión empleando varias figuras: (a) Es como la unión
de un edificio con su fundamento (Ef 2:20-22; Col 2:7; 1P 2:4-5). Toda piedra
27
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viviente se relación con el fundamente y con las otras piedras vivientes. (b) Es
como la unión matrimonial (Ro 7:4; Ef 5:31-32; Ap 19:7-9). (c) Es como la unión
entre la vid y los pámpanos (Jn 15:5). Al igual que las ramas reciben vida y fuerza
de la vid, el creyente recibe vida del Señor. (d) Es como la unión del cuerpo con la
cabeza (1Co 12:12; Ef 1:22-23). Como cabeza de su iglesia, Cristo es la fuente y
mente de su actividad.
!
El N.T. afirma que el creyente esta en Cristo Jesús (Ro 6:11; 8:1), y que Cristo está
en el creyente (Jn 14:20; Ro 8:9; Gá 2:20). ¿Cómo se efectúa esta unión? El
apóstol Pablo explica que: “Por un solo Espíritu fuimos bautizados en un
cuerpo” (1Co 12:13). En las vísperas de la cruz, Jesucristo dijo que ambos, el
Padre y el Hijo, vendrían al creyente obediente y “haremos morada con él” (Jn
14:23). Es una obra divina efectuada por el Espíritu Santo.
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¿Cuáles son los resultados de ser unidos a Cristo? El creyente es hecho un
espíritu con el Señor (1Co 6:17) y es penetrado y fortalecido de la energía divina.
Lleva fruto para Dios (Jn 15:5), incluso el fruto del Espíritu (Gá 5:22-23; Ro 6:22;
Ef 5:9). La unión con Cristo significa que el creyente se une a los toros hijos de
Dios y que cooperan entre sí. Las divisiones de los cristianos pueden resolverse
mañana si estos comprenden que al cristianismo no es estar en la iglesia, sin estar
en Cristo.
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Todas las grandes dotes y cualidades espirituales están en Cristo (1Co 1:4-5).
Somos santificados en Cristo (1Co 1:2), Dios nos unge en Cristo (2 Co 1:21), el
camino cristiano se recorre en Cristo. Sobre todo el creyente tiene comunión con
Cristo (1Co 1:9; Ap 3:20).
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G.Adopción
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Se imparte vida espiritual al alma por medio de la regeneración; se restaura la
buena relación con Dios a través de la justificación, pero es por la adopción que el
hombre es admitido a la familia de Dios con gozo filial.
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El concepto neotestamentario de la adopción es “colocar como un hijo”. Es un
término legal que significa posición más bien que relación. Dios considera al
creyente como hijo adulto y ya no está bajo la ley (Gá 4:3-5), sino que ha “recibido
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el espíritu de adopción por el cual clama ¡Abba, Padre¡” (Ro 8:15). El Espíritu
Santo es quien trae esta realidad a la experiencia del redimido (Gá 4:6).
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La adopción tiene que ver con los derechos, privilegios y herencia del creyente
como hijo de Dios. En la parábola del hijo prodigo, el padre dijo al hijo mayor: “Hijo,
tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas” (Lc 15:31). Significa que
el hijo ya no es siervo y puede disfrutar de todos los privilegios de un hijo. Sin
embargo, la posición de hijo se alcanzara plenamente cuando venga Cristo.
“Adopción” en este caso se refiere a la resurrección y manifestación de los hijos de
Dios (Ro 8:22-23).
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H.Santificación
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Es de notarse la importancia de la santificación. El escritor de la carta a los
Hebreos exhorta: “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al
Señor” (12:13). Pablo dice: “La voluntad de Dios es nuestra santificación” (1Ts
4:3).
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La regeneración se relaciona con nuestra naturaleza, la justificación con nuestro
estado, y la adopción con nuestra posición, pero la santificación con nuestro
carácter y conducta. La justificación es lo que Dios hace por nosotros mientras que
la santificación se refiere a lo que Dios hace en nosotros. Por medio de la
justificación se libera al creyente de la culpa del pecado; por la santificación, del
poder del pecado. Esta es la aplicación de la redención de Cristo Jesús.
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1. La definición del verbo “santificar”. El A.T. relaciona el concepto de la
santidad con Jehová. Éste es santo en su majestad, transcendencia, misterio;
está separado del hombre y del pecado. Santificar a Dios es reconocerlo en su
santidad (Is. 8:13; 29:23). Se le santifica reconociendo y usando
adecuadamente las cosas que él ha señalado (El día de reposo, al altar, el
tabernáculo), y honrando a su pueblo elegido. A menudo la idea es la de
purificación. Pero santificación a Dios requiere una actitud interior y una
conducta que corresponde a la santidad de Dios (Is. 1:14; 8:13).
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Tanto el termino griego hagiazgo como el hebreo qadash significa
principalmente “separar”. El verbo griego hagiazgo tiene tres significados:
reconocer que algo es venerable (Mt 6:9; 1P 3:15), separarse de las cosas
profanas y dedicarse a Dios, consagrarse (Mt 23:17; 2Ti 2:21; Jn 17:19), y
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purificarse (Ef 5:26; 1Ts 5:23). El adjetivo hieros quiere decir sagrado,
consagrada a Dios, lo que pertenece a Dios. Podemos definir la santificación
como separarse del pecado, consagrarse a Dios y ser transformado a la
imagen de Cristo.
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Consideremos más ampliamente los 3 aspectos de la santificación:
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a) Separación del mal y de lo profano. Separar para Dios insinúa purificar,
apartar de toda contaminación, de todo lo profano y humano. Ezequías
mando a los Levitas a santificar el templo sacando del santuario la
inmundicia (2R 29:15-17).
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b) Consagración a Dios. El tabernáculo, sus muebles y utensilios fueron
santificados o dedicados exclusivamente al uso sagrado (Ex. 40:10-11; Ni
7:1; 2Cr 7:16). Pearlman dice: “Cuando el santo desea emplear a una
persona u objeto en su servicio, los separa a él o ello para el uso común, y
en virtud de la separación, la persona u objeto para su servicio, Dios lo
hace su posesión especial, su propiedad. En este sentido el Padre santifico
a su Hijo y el Hijo se santifico a si mismo (Jn 10:36; 17:19). Así que los
creyentes son santificados en un sentido al convertirse (1Co 1:1-2; 1P
1:1-2; He 10:14). Antes de nacer, Jeremías fue santificado (Jr. 1:5), y Pablo
habla a cerca de ser apartado desde el vientre de su madre (Gá 1:15).
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c) Reproducir la imagen de Cristo en el creyente. “Los predestino para que
fuesen hechos conforme a la imagen de su Hijo” (Ro 8:29). Por medio de la
santificación Dios restituye a la humanidad caída el esplendor moral de esa
imagen divina que el pecado había empañado (Gn 1:26; Ro 5:12). Y lo
hace imprimiendo en ella la imagen aún más hermosa del Hijo de Dios. Así
restablece al hombre nuevo en la rectitud de carácter y conducta, que
debía de caracterizar al primer hombre en Edén. “Mirando a cara
descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados
de gloria en gloria a la misma imagen, como por el Espíritu del Señor” (2Co
3:18).
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Se perfeccionara esa imagen en el creyente cuando venga el Señor:
“Amados ahora somos hijos de Dios, y aun no se ha manifestado lo que
hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos
semejantes a él, porque le veremos tal como él es” (1Jn 3:2).
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2. El tiempo de la santificación. La santificación puede considerarse como
pasada, presente y futura; o como instantánea, progresiva y completa. Es tanto
un acto como un proceso.
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a) Santificación instantánea. Hablando con los Corintios Pablo dice: ”Y
esto“ (fornicarios, idolatras, avaros, etc.) “Erais algunos; mas ya habéis sido
lavados, más ya habéis sido santificados, más ya habéis sido justificado en
el nombre del Señor Jesús” (1Co 6:11). ¿Qué significa esto? Se refiere a la
santificación en posición, pero no en experiencia. En el momento que el
pecador cree en Cristo como su Salvador, es santificado y se llama
“santo” (1Co 1:2; Ef 1:1). Es la aplicación del sacrificio de Cristo al
creyente: “Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los
santificados” (He 10:14). Es este sentido, Cristo ha sido hecho por Dios
nuestra santificación (1Co 1:30).
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b) Santificación como un proceso. Aunque el apóstol Pablo se refiere a los
creyentes como (santos), les exhorta a limpiarse de “Toda contaminación
de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de
Dios” (2Co 7:1). Ora que los creyentes tesalonicenses sean santificados (2
Ts 2:3). Así que la santificación es también progresiva o un crecimiento:
“Creced en la gracia y conocimiento de nuestro Señor y Salvador
Jesucristo” (2P 3:18).
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Durante toda su vida terrenal, el creyente se separa del pecado, se
consagra al servicio de Dios y crece en la imagen del Hijo de Dios. Con la
segunda venida de Cristo se completa el proceso de santificación con la
glorificación del creyente (1Jn 3:2; Fil 3:20-21). No habrá posibilidad de
pecar y el creyente será un perfecto instrumento de obediencia a Dios.
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3. Los medios de la santificación. ¿Cómo se santifican los creyentes? ¿Qué
medios se usan para ser a los creyentes santos y semejantes a la imagen de
Cristo? Los medios son tanto humanos como divinos.
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a) Es obra de la trinidad. “y el mismo Dios de paz os santifique por completo…
fiel es él que os llama, el cual también lo hará” (1Ts 5:23-24). “El que
comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionara hasta el dia de
Jesucristo” (Fil 1:6). Los tres miembros de la trinidad tienen parte en la obra
de la santificación. Dios el Padre santifica al creyente atribuyéndole la
santidad de su Hijo; poda todo pámpano que no lleva fruto (Jn 25:2),
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disciplina a sus hijos (He 12:5-7), y “produce así el querer como el hacer,
por su buena voluntad”.
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Jesucristo nos santifica. “Somos santificados mediante la ofrenda del
cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre” (He 10:10). La muerte
del cuerpo de Jesucristo nos separa del pecado y del mundo, y nos coloca
aparte como redimidos y consagrados al servicio divino. Produce santidad
en nosotros por el espíritu (He 2:11), y es el Autor y Consumador de
nuestra fe (He 12:2). Es el amor de Cristo el que nos constriñe (“Gobierna
nuestras vidas” 2Co 5:14, versión popular).
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También el Espíritu Santo nos santifica. “La ley del Espíritu de vida en
Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte” (Ro 8:2). La
ley de Dios está escrita en el corazón del creyente, “No con tinta si no con
el Espíritu del Dios vivo” (2Co 3:3), es decir, el Espíritu le motiva para hacer
de corazón la voluntad divina. Es el Espíritu que lucha contra la carne y
hace morir sus obras (Ro 8:13); produce en el creyente los frutos del
Espíritu (Gá 5:22-23). Finalmente, es por el Espíritu que “somos
transformados de gloria en gloria en la misma imagen” de Cristo (2Co
3:18).
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b) El lado humano. El Dios trino no hace todo en cuanto a la santificación; le
toca al creyente hacer su parte. Esto debe apropiarse de las provisiones de
Cristo y su poder para llevar una vida victoriosa y santa. Algunos de estos
recursos divinos son: la Palabra de Dios, la Sangre de Jesucristo y el poder
del Espíritu Santo.
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El estudio de las escrituras y la obediencia a las mismas. “Santifícalos en tu
verdad, tu palabra es verdad” (Jn17:17). “Para santificarlas”(la iglesia),
“Habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra” (Ef 5:26).
¿Cómo santifica la palabra de Dios? Haciéndonos ver el pecado;
despertando la conciencia; revelándonos la voluntad de Dios,
mostrándonos el carácter de Jesucristo; produciendo en nosotros fe; y
ofreciéndonos el poder del Espíritu Santo. No hay poder igual al de la
Palabra para apartarnos del mundo, de la carne y del diablo.
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La sangre de Cristo. “La sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo
pecado” (1Jn 1:7), “y ellos le han vencido por medio de la sangre del
Cordero” (Ap12:11). La sangre (obra expiatoria) del Señor limpia la
conciencia, fortalece la fe y nos permite acercarnos al trono de la gracia
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“para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (He
4:16).
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El Espíritu Santo. Hemos mencionado ya el papel que desempeña el
Espíritu Santo en la santificación; imparte vida, influye en la voluntad del
creyente, lucha contra los deseos de la carne y le libera de su poder. Le
toca al creyente actuar para santificarse. Primero debe considerarse
muerto al pecado, pero vivo para Dios. Luego ha de presentarse a Dios en
consagración entera y entregar sus miembros al Señor como instrumentos
de justicia (Ro 6:11-13). Esta es la suprema condición para ser Santificados
(Ro 12:1; 2Ti 2:21).
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I. La Seguridad Del Creyente En Cristo.
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¿Perseveraran todos los creyentes en el camino del Señor y alcanzaran la vida
eterna? ¿Es la salvación condicional o incondicional? Una vez salva, ¿es la
persona siempre salva? ¿Es posible perder la salvación? Son preguntas
importantes. Las respuestas dependen de las formas que podamos contestar las
siguientes preguntas: ¿De quién depende la salvación? ¿Tiene la persona libre
albedrío después de aceptar a Cristo?
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1. Dios es capaz de guardar al creyente. Las escrituras ponen mucho énfasis
en el hecho de que Dios actúa para guardar a los suyos. Por ejemplo, el
apóstol Pablo dice” Estando persuadido de este, que el que comenzó en
vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Fil1:6); “Yo
sé a quién he creído, y estoy seguro que poderoso para guardar mi depósito
para aquel día” (2Ti 1:12). Judas describe a Dios como “Aquel que es poderoso
para guardarnos sin caída y presentarnos delante de su gloria con gran
alegría” (Jud 24). La seguridad del creyente depende en gran parte del poder
de Dios.
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2. Le toca al creyente permanecer en Cristo. Aunque la biblia nos enseña que
Dios es fiel para guardar a los suyos, señala también que les corresponde a
ellos permanecer en Cristo y ser fieles hasta la muerte. “El que persevere
hasta el fin, este será salvo” (Mt 24:13); “Se fiel hasta la muerte, y yo te dare la
corona de la vida…” “el que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no
borraré su nombre del libro de la vida” (Ap 12:10; 3:5). Hablando acerca del
domino propio el apóstol Pablo ve la posibilidad de ser reprobado: “Golpeo mi
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cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para
otro, yo mismo venga a ser eliminado” (1 Co 9:27).
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Leemos en Hebreos 10:38: “Mas el justo vivirá por fe; y si retrocediere no
agradará a mi alma”. La carta a los Hebreos fue escrita con el propósito
explícito de advertir a los creyentes hebreos referente al peligro de apostatar.
Se pregunta: “¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación
tan grande?2 (He 2:3). Se afirma claramente “porque somos hechos
participantes de Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra
confianza del principio” (He 3:14).
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Los teólogos que sostiene la doctrina de que es imposible que se pierda
eternamente el creyente verdadero, citan ciertos versículos para comprobar su
posición. “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy
vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano” (Jn
10:27-29), “Estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles,..., ni
ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en
Cristo Jesús Señor nuestro” (Ro 8:38-39), “porque irrevocables son los dones y
el llamamiento de Dios” (Ro 11:29).
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Afirman que las advertencias bíblicas referentes a la apostasía tienen el
propósito de “estimular el examen personal, y sirven para guardar a los
creyentes en el camino de la perseverancia. No prueban que alguno de ellos a
quienes se dirige seria apostata sino que simplemente que el uso de los
medios se hace necesario para evitar que cometan este (L. Berkhof, teología
sistémica, 1981, p. 657). Y si algún cristiano deja permanentemente el camino
de la salvación, es prueba para aquellos teólogos de que nunca fue salvo; no
había sido regenerado.
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Contestamos que el creyente tiene una vida eterna solamente en el Hijo: “Esta
vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo tiene la vida; el que no tiene al Hijo de
Dios no tiene la vida” (1J 5:11-12). Mientras que el creyente permanezca en el
Hijo, ni nada ni nadie puede arrebatarlo de la mano divina. Pero es necesario
que la oveja siga al pastor y no se aparte de la grey, que el pámpano
permanezca en la vid, de otro se secaría y seria recogido y echado en el fuego
(Jn 15:6).
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La afirmación paulina: “Porque irrevocable son los dones y el llamamiento de
Dios”, no se refiere al individuo Hebreo si no a la nación de Israel, y no incluye
a todos los israelitas (Ro 9:11). Aunque la nación de Israel fue elegida para ser
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el pueblo de Dios, fue desechada también hace muchos siglos por cuanto
rechazó al Mesías. Su llamamiento es irrevocable en el sentido de que la
nación será restaurada al venir el libertador (Ro 11:25-26). Mientras tanto los
judíos incrédulos son ramas cortadas, perdidos.
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Tampoco es bíblico el argumento de que los apostatas (reincidentes)
mencionados en las Escrituras se refieren a personas no regeneradas o no
salvas. Pedro describe a los falsos maestros así: “Negaran al Señor que los
rescató, atrayendo sobre si mismos destrucción repentina” (2P 2:1);
“Ciertamente, si habiéndose ellos escapado de las contaminaciones del
mundo, por el conocimiento del Señor y Salvador, Jesucristo, enredándose otra
vez en ellas son vencidos, su postrer estado viene a ser peor que el
primero” (2P 2:19-22). Se nota que habían sido rescatados por el Señor y
habían sido liberados del pecado por el conocimiento de Jesucristo, por lo
tanto, habían sido salvos. Al igual que los profetas descritos por Pedro, los
cristianos hebreos a quienes se dirigió el escritor de la carta a los Hebreos,
habían experimentado la salvación pero estaban en peligro de apostatar y ser
cortados (He 6:4-6).
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Concluimos, pues, que hay seguridad para el creyente mientras permanezca
en Cristo. Dios le protege y guarda “mediante la fe” (1P 1:5). Sin embargo, en
el N.T. enseñan claramente que es posible que se apostate, y “su postrer”
estado viene a ser peor que el primero”.
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