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1.

Investiga los elementos simbólicos que encontramos en la


celebración de ‘’día de muertos’’.

Mantel Blanco y Sal

El color del mantel y la sal significan pureza y alegría. La sal sirve para que el cuerpo del difunto no
se corrompa en el viaje de ida y vuelta.

Agua

En el viaje de los difuntos hacia nuestro mundo, el agua les quita la sed. Además, es un elemento
que simboliza pureza, en el cual las ánimas pueden asearse.

Velas y veladoras

La flama de las velas o veladoras es la luz, la fe y la esperanza. Es la guía para que los muertos
encuentren el regreso a su antiguo hogar. El número de velas que se pone en una ofrenda
depende de las ánimas que se quieran recibir. En algunos casos se ponen de color morado a modo
de duelo o formando una cruz con cuatro velas para que el alma que regresa a casa pueda
orientarse con los puntos cardinales.

Copal y Cruz de Ceniza

El copal o el incienso se utiliza para limpiar el lugar de las “malas vibras” y los malos espíritus antes
de que regresen los seres queridos. Para los indígenas era un elemento de oración y alabanza a los
dioses.

Calaveritas

Las calaveritas de azúcar representan los cráneos humanos. Las medianas recuerdan que la
muerte está siempre presente; las pequeñas son dedicadas a la Santísima Trinidad y las grandes
hacen honores al “Padre Eterno”, Dios. Las culturas mesoamericanas tomaban los cráneos de los
prisioneros sacrificados y los formaban en hilera para honrar a los dioses, el altar era llamado
tzompantli. Las calaveras hacen alusión a esa tradición prehispánica.

Papel Picado y Petate

El papel es una representación al aire, además de añadir un toque festivo a la celebración. El


petate se utiliza para que los muertos descansen y puede funcionar como mantel para colocar los
elementos en el altar de muertos. En algunas ocasiones se sustituyen con telas de seda y satín, en
donde descansarán las figuras de barro, el incensario o ropa limpia para recibir a los difuntos.

Izcuintle

Si has visto en las ofrendas algunos perritos prehispánicos, esos son los izcuintles o itzcuintli. No
pueden faltar en los altares dedicados a los niños, ya que son un juguete para que las almas de los
más pequeños estén felices de llegar al banquete. Se cree que el izcuintle es el perrito que ayuda a
las almas a cruzar el río Chiconauhuapan, el último paso para llegar al Mictlán, el inframundo para
los mexicas.

Flores

Las flores son un símbolo festivo por sus colores y aromas que adornarán el lugar donde estará el
ánima. La flor que se utiliza es la de Cempasúchil ya que su color representa al sol que guía el alma
del difunto. En los altares para los niños se utiliza alhelí o nube, por ser blancas y representar la
pureza e inocencia de los pequeños.

Comida, bebida y pan de muerto

La comida tiene el objetivo de deleitar a los muertos que visitan la ofrenda, se cocina en honor a
los seres recordados, por lo que se pone su comida favorita. Para los adultos se ponen bebidas
alcohólicas y cigarros para que los muertos recuerden los momentos que vivieron con alegría. Para
los niños se ofrendan dulces típicos de azúcar, amaranto o calabaza.El pan de muerto representa
los sacrificios humanos que se realizaban en la cultura prehispánica. Se incluye chocolate de agua
ya que la tradición prehispánica dice que los invitados tomaban el chocolate preparado con el
agua que usaba el ánima para lavarse, así se impregnaban de la esencia del difunto.

Retrato

Una fotografía del ser querido quiere decir que él será el que visitará la ofrenda. El retrato debe
quedar escondido para que sólo se pueda ver con un espejo, como símbolo de que se puede ver a
la persona, pero ya no existe. Pueden colocarse imágenes de santos que sirven como vínculo entre
vivos y muertos, además de simbolizar la paz en el hogar y la aceptación de compartir alimentos.

2. ¿Qué significado tiene la palabra ‘’tzompantli’’?


El tzompantli o muro de cráneos es una estructura destinada a sostener un determinado número
de cráneos al mismo tiempo; el más conocido es el de Tenochtitlán. La costumbre de erigir este
tipo de monumentos responde a una tradición bastante extendida en Mesoamérica, explicó la
arqueóloga Gabriela Rivera, durante la conferencia titulada «El tzompantli maya, más que un muro
de cráneos, un árbol de vida».

3. ¿Por qué civilizaciones prehispánicas fueron construidas?


Dentro del territorio que actualmente abarcan los americanos se desarrollaron una gran variedad
de culturas, cada una de estas civilizaciones tiene cosas en común, sin embargo, también hay
muchas características propias. Dentro del mosaico cultural que representan, sobresalen las
culturas: Olmeca, Maya, Tolteca, Azteca (Mexica). Antes que nada, debemos tener en claro el
origen de los primeros pobladores de América. Aunque durante mucho tiempo fue objeto de
polémica, hoy es aceptada casi unánimemente la teoría de que el continente americano comenzó
a poblarse por el norte. Según esta teoría los primeros pobladores pasaron de Asia a América a
través del estrecho de Bering

4. ¿A que deidad eran dedicados los tzompantlis?


Ni todas ni sólo las cabezas de los guerreros iban a parar al Gran Tzompantli de Tenochtitlan.
También estaban destinadas las de algunos cautivos o adversarios de guerra importantes, incluso
los conquistadores y sus caballos; las de los derrotados en el juego de pelota; podían caber
también las de niños que eran venerados como la representación de un dios, e incluso, se
presume ahora, las de algunas mujeres. Pero en todos los casos, por más terrible que parezca, la
exhibición de cabezas en el Tzompantli además de una manifestación de poder era un culto a la
vida, no un rito de muerte , así lo afirman los arqueólogos Raúl Barrera Rodríguez y Lorena
Vázquez Vallin, investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) adscritos al
Programa de Arqueología Urbana (PAU) del Templo Mayor, quienes de nuevo abrieron una caja
del tiempo y siguiendo los datos de los cronistas antiguos comprobaron la existencia del Huey
Tzompantli de Tenochtitlan, edificado para honrar al dios Huitzilopochtli, la deidad principal de la
urbe azteca, bajo el piso de un edificio colonial. Pará el equipo arqueológico, conformado en su
mayoría por un entusiasta grupo de mujeres, no hay duda de que se trata del Gran Tzompantli
dedicado a Huitzilopochtli. Lo corroboran la confrontación del hallazgo con uno de los primeros
memoriales de fray Bernardino de Sahagún, del siglo XVI; las citas de por los menos siete cronistas,
entre ellos Andrés de Tapia, Bernal Díaz del Castillo y el mismo Hernán Cortés, y porque según su
ubicación a poco más de 200 metros frente al Huey Teocalli recrea los mitos fundamentales del
pueblo mexica, uno de los cuales expone a Huitzilopochtli como su dios tutelar, quien les entrega
el arco y la flecha y los destina a la guerra. Por lo cual, el Huey Tzompantli o Gran Tzompantli es el
elemento que reivindica la identidad guerrera del pueblo mexica y su centro de poder político,
religioso y económico, y su descubrimiento puede considerarse como uno de los más importantes
que han ocurrido en el Templo Mayor, indica Barrera.

5. ¿Qué características tenía el ‘’huey tzompantli’’?

El huey tzompantli de México-Tenochtitlan fue un edificio cívico-religioso ubicado en el Templo


Mayor de esa ciudad. Se componía de una estructura de argamasa, cal y piedra de tezontle, misma
que sostenía grandes vigas de madera en hileras en las cuales eran colocados cientos de cabezas
decapitadas provenientes de personas sacrificadas en el mismo. Ubicación

Como antecedentes a este hallazgo, a inicios del siglo xx Leopoldo Batres realizaría diversas
excavaciones en la actual calle de República de Guatemala, encontrando restos de construcciones
con fragmentos óseos. Manuel Gsmio excavó en 1913 y 1914 en República de Guatemala 33 y
encontró además parte de las escalinatas del edificio. En las excavaciones hechas por la línea 2 del
Metro de la Ciudad de México fueron hallados igualmente restos asociados a este tzompantli.2 En
las excavaciones y trabajos arqueológicos por el hundimiento de la Catedral Metropolitana de la
Ciudad de México en los años 90 se encontraron restos óseos con horadaciones parietales, los
cuales fueron asociados al Huey tzompantli. HistoriaTzompantli.Para la civilización mexica los
tzompantlis tendrían un significado político y religioso asociado al establecimiento de un
asentamiento. La tradición religiosa mexica narró que el primer tzompantli fue construido por
Huitzilopochtli, su divinidad principal, en el cerro de Coatepec. Distintas versiones de la historia
oficial mexica narran que, durante su peregrinación hacia la Cuenca de México, en un altépetl
llamado Atenco los mexicas habrían capturado y asesinado a su tlatoani Tlahuizcalpotonqui y/o a
un guerrero chichimeca y colocaron en un tzompantli sus cabezas, razón por la cual el altépetl
sería nombrado como Tzompanco, actual Zumpango. Conquista Llegado el ejército de Hernán
Cortés al Recinto Sagrado de Tenochtitlan el tlatoani Motecuhzoma Xocoyotzin habría mostrado
personalmente al capitán y sus tropas los edificios más sagrados de su ciudad, incluido el Huey
tzompantli, mismo que aparecería referido en las principales crónicas y relatos de la conquista. Si
bien no era el primer tzompantli que observaban, el de la capital tenochca sería retratado con
horror y asombro.

6. ¿Cuál era el propósito del tzompantli?


Tzompantli era un altar en forma de bastidor donde se montaban ante la vista pública un conjunto
de cráneos con el fin de honrar a los dioses. Es una estructura que se cree que derivaba de la
práctica entre los antiguos mesoamericanos de decapitar a las víctimas de los sacrificios humanos
y conservar sus cráneos en una especie de empalizada de madera para su exhibición pública. Las
víctimas sacrificadas no sólo eran guerreros cautivos de guerra, sino que también podían elegirse
esclavos u otras víctimas escogidas especialmente para determinadas celebraciones. Se utilizaba
una especie de empalizada o tarima sobre la que se colocaban insertadas las cabezas o cráneos
después de hacerles un agujero. Existen muchos tzompantlis documentados en toda
Mesoamérica, y van desde el período Clásico medio (c. 600–900) hasta el Posclásico temprano (c.
900-1250). En 2017, los arqueólogos anunciaron el descubrimiento del conocido como Huey
Tzompantli, con más de 650 cráneos, en la zona arqueológica del Templo Mayor en Ciudad de
México.

Etimología

Tzompantli en las ruinas del Templo Mayor, Ciudad de México.La raíz proviene de las palabras
nahuas "tzontli" que significa cabeza o cráneo y de "pantli" que es hilera o fila. Por lo que
tzompantli significa "hilera de cráneos".Este nombre terminado en el tzompantle o zompantle
también se usa para denominar a un árbol cuyo fruto es la flor conocida como colorín, cuyas
semillas son muy tóxicas.

Significado

Si bien a ciencia cierta no se sabe su significado, mediante estudios comparativos de la


cosmogonía mexica y el sacrifico humano en las sociedades precolombinas, se cree que el
tzompantli no sólo servía como símbolo de poder y advertencia para los enemigos, sino que era
considerado como un culto a la vida y no una celebración de la muerte, como expone el
arqueólogo Raúl Barrera Rodríguez: “es importante conocer el sentido de la religión y de la muerte
para los pueblos prehispánicos. En la cosmogonía mesoamericana, los hombres existían para
adorar y alimentar a los dioses con ofrendas; era una condición para que la vida continuara.”

Los cráneos que se encontraban en el tzompantli se sacralizaban mediante ritos y se les situaba
mirando al templo de Huitzilopochtli, dios de la guerra, del sol, de los sacrificios humanos y patrón
de la ciudad de Tenochtitlán. Estas ofrendas al dios servían para dar continuidad al ciclo del sol.
para que volviera a salir cada día, como culto a la vida.

El dato arqueológico
Reconstrucción de un tzompantli en el museo de sitio de Santa Cecilia Acatitlán, Tlalnepantla,
Estado de México. Siguiendo principalmente las descripciones de antiguos cronistas, se han
encontrado por medio de exploraciones arqueológicas algunos tzompantlis en sociedades urbanas
de distintas épocas. Entre estos escritos se encuentran los primeros memoriales de fray
Bernardino de Sahagún, del siglo xvi y hasta, al menos otros siete cronistas, como Andrés de Tapia,
Bernal Díaz del Castillo o, incluso, Hernán Cortés. En Tlatelolco se halló un altar de tzompantli en el
Templo A donde se localizaron cráneos de decapitados perforados por los parietales. En 1951 se
encontró uno labrado en piedra en Chichén Itzá. En 1970 el arqueólogo mexicano Eduardo Matos
Moctezuma encontró otro tzompantli en Tula. Posiblemente el más conocido y más grande de
todos es el del Templo Mayor el cual, de acuerdo a diferentes estimaciones antiguas, llegó a tener
cerca de 60 000 cráneos humanos en el momento de la llegada de los españoles en 1521. Sin
embargo, hasta el momento, la evidencia arqueológica ha localizado alrededor de 1000 cráneos en
este tzompantli. Laura García J., de Ciencia UNAM-DGDC expone en su trabajo Sacrificios
Humanos: Sangre para los Dioses: “El huey Tzompantli era un edificio cívico-religioso donde se
colocaban los cráneos de los sacrificados. En los muros se empotraban las cabezas de guerreros y
de esclavos sacrificados, escogidos para las celebraciones. Se estima que en la parte excavada hay
restos que corresponden a alrededor de 1000 personas, pero según los arqueólogos, eso sería solo
la tercera parte del edificio completo”. El 20 de agosto de 2015 se dio a conocer que un equipo
arqueológico del Instituto Nacional de Antropología e Historia, descubrió en el centro histórico de
la Ciudad de México una estructura hecha de alrededor de 35 cráneos humanos, que se identificó
como el Huey Tzompantli o Gran Tzompantli de México-Tenochtitlán, descrito en las crónicas de
los conquistadores españoles.8 El Huey Tzompantli hallado en la calle Guatemala 24, a espaldas de
la Catedral Metropolitana estaba dedicado al dios Huitzilopochtli, dios de la guerra para los
mexicas. Se han indicado otros ejemplos en lugares de la civilización maya como Uxmal y otros
sitios de la región de Puuc en Yucatán, que datan de alrededor del declive del período clásico maya
a finales del siglo ix. Un ejemplo de inscripción particularmente importante e intacta ha
sobrevivido en el extenso sitio de Chichén Itzá. El sacrificio humano a gran escala fue introducido a
los mayas por los toltecas a partir de las apariciones de los tzompantli en los juegos de pelota de
Chichén Itzá. Los relieves de seis canchas de pelota en Chichén Itzá representan la decapitación de
un jugador de pelota. Parece que los perdedores serían decapitados y expondrían sus cráneos
colocados en el tzompantli.

7. ¿Porque los españoles al llegar al templo mayor destruyeron los


tzompantlis?
Cuando los conquistadores españoles llegaron a Tenochtitlán en 1519, muchas tradiciones aztecas
fueron eliminadas y enterradas y los tzompantli fueron unas de las primeras ya que la
contemplación del sacrificio humano y estas ofrendas a los dioses horrorizó a los foráneos. Esto
motivó a los españoles a derribar el Templo Mayor y también los tzompantli, especialmente los
más grandes que se encontraban frente al templo. Estás ofrendas pasaron a ser parte de la
historia, pero influyeron directamente los altares que se conocen actualmente donde se utilizan
calaveras de azúcar y barro para hacer alusión a los muertos. Actualmente, esta tradición se ve
reflejada en las réplicas de los tzompantli creadas con calaveras de barro las cuales se pueden ver
comúnmente en los altares de Día de Muertos.
8. ¿Cómo la conquista española y el proceso de evangelización
dieron paso a la colaboración de ‘’día de muertos’’?
Aunque suele pensarse que la Conquista de México y la evangelización de los pueblos originarios
son cosas muy diferentes, no se podría entender la expansión imperial y comercial de la España de
Carlos V, ni la explotación masiva de los yacimientos mineros de América, sin la connivencia de
militares y frailes, señaló el profesor Antonio Rubial, de la Facultad de Filosofía y Letras, al
participar en el ciclo El Historiador frente a la Historia 2019, organizado por el Instituto de
Investigaciones Históricas de la UNAM.“Pese a lo paradójico que pueda sonarnos, los intereses
imperiales y los principios católicos estaban en armonía debido a que el cristianismo es una
religión tan extraña que es capaz de justificar guerras, Cruzadas e instituciones como la Inquisición
y, a un mismo tiempo, predicar sobre amor universal y protección a los débiles”. Nuestra
tendencia a concebir Conquista y evangelización como empresas independientes —señala el
académico— es herencia del siglo XIX. De hecho, el ver a la primera como un evento nefasto y a la
segunda como lo único rescatable de ese periodo salió de las mentes de los historiógrafos
decimonónicos quienes, aunque liberales y hasta masones, en el fondo eran católicos y, por lo
mismo, consideraban a la llegada del cristianismo como algo necesario para civilizar a las culturas
originarias de Mesoamérica. “No olvidemos que los religiosos encargados de adoctrinar a los
indígenas llegaron a lo que hoy es México justo tras la caída de la gran Tenochtitlan —en 1523 lo
hicieron los franciscanos, en 1526 los dominicos y en 1533 los agustinos— ni que todos estos
frailes eran funcionarios del rey, pagados por la corona y desembarcados en el Nuevo Mundo con
una encomienda: convertir a los indígenas paganos en cristianos susceptibles de ser explotados”. A
decir del profesor Rubial, cristianismo y poder siempre han estado unidos y, desde el principio, la
evangelización fue clave para el plan español de expansión y sometimiento. Las tres órdenes —
añade— consideraban que la violencia ejercida por los conquistadores era necesaria para hacerles
llegar la Biblia a los pueblos originarios y, amparados bajo esta lógica, le decían a los nativos:
‘venimos a darles la salvación, a cambio ustedes deben trabajar para nosotros’. “El cristianismo
defiende una verdad absoluta en la que no cabe lo diferente. Bajo esta óptica el islam, el judaísmo,
las herejías cristianas y los cultos prehispánicos debían desaparecer así que, aunque nos hayan
dicho tantas veces que fray Bernardino de Sahagún escribió su libro para entender el mundo
mesoamericano y rescatarlo para las generaciones futuras esto es falso; lo hizo para que los
indígenas no practicaran sus cultos y erradicar idolatrías”. El profesor Rubial es claro al señalar que
en el imaginario colectivo suele verse a los frailes como etnólogos en ciernes sumamente
interesados en entender y preservar la cultura, lengua y pensamiento de los pueblos originarios;
no obstante, estas ideas corresponden más bien a la Ilustración y a una serie de cambios en el
siglo XIX que condujeron a que las sociedades concibieran el respeto y la protección de otras
civilizaciones como algo de mucha valía. “Los religiosos del siglo XVI eran de posturas antagónicas
a las recién mencionadas y, a tal grado, que llegaron a comparar a Hernán Cortés con Moisés por
haber rescatado a los pueblos indígenas de la esclavitud del pecado y haberlos llevado a la libertad
de la salvación. Como se ve, para los frailes desembarcados en la Nueva España la tolerancia era
algo impensable, y lo mismo el respeto al otro”.

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