Monografia Realidad Nacional

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UNIVERSIDAD PRIVADA ANTENOR ORREGO

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS

PROGRAMA DE ESTUDIOS DE DERECHO

ASIGNATURA:

Teoría General del Proceso

DOCENTE:

Lilly del Rosario Llap Unchon

INTEGRANTES:

Alva Rondo, Rodrigo

Cruz Pizango, Roy

Estela Peláez, Valeria

Gomez Rodriguez, Nataly

Huaccha Cotrina, Yadhira

Risco Vásquez, Paola Isabel

Urquizo Jiménez, Andrea

Zevallos Narro, Pablo

CICLO:

IV

2022
INTRODUCCIÓN

En nuestra sociedad, el ser humano por naturaleza trabaja a diario para conseguir los
recursos económicos necesarios y solventar las necesidades básicas que tiene, sin
embargo, en ciertas ocasiones conforme va evolucionando sus ganancias y estas
necesidades, buscara tener propiedades que le permitan aumentar su patrimonio. Una
propiedad vendría a hacer el predio de dominio que tendrá esa persona a su nombre y
recaerán todos los efectos respecto a diversas acciones legales o financieras que la
persona podría realizar; esta propiedad no olvidemos que es en base de esfuerzo y
dedicación que la persona realiza para obtenerla.

Por otro lado, existen situaciones que generan conflicto con la propiedad, como
personas dentro de nuestra misma familia que nos quieren arrebatar esa propiedad
por ambición, basándose en preceptos legales y apersonándose a un juzgado para
que se cumpla exigencia; esa actitud de mala fe no solo se percibe en nuestros
propios seres queridos sino también en terceros que se adjudican de ser poseedores e
invaden un predio para obtener su propiedad de manera forzosa, cuando en ningún
momento existe un documento de enajenación o donación que demuestre que son
también propietarios. Por ello, es que en nuestro país existe diversas acciones para
solucionar este tipo de conflictos que recaen sobre una propiedad, que vendría a hacer
la acción petitoria y la reivindicatoria. La acción petitoria, se realiza dentro de figura
jurídica de herencia o sucesión, es decir, es cuando un heredero que esta fuera de la
sucesión, exige al otro heredero que si esta, que sea incluido dentro de ella y que se le
entregue los bienes que le corresponden por derecho, sin embargo, la reivindicatoria,
se entiende por la recuperación de un bien propio que ha sido arrebatado o despojado
de forma arbitraria por un tercero ajeno a vinculo o relación alguna.

En conclusión, en el presente expediente que hablaremos a continuación, se hablara


de solamente la acción reivindicatoria y como opera en este caso en específico.
DESARROLLO

1. CONCEPTO

“Por reivindicación se entiende la recuperación de lo propio, luego del despojo


o de la indebida posesión o tenencia por quien carecía de derecho de
propiedad sobre la cosa, y se habla y escribe sobre la «acción reivindicatoria»
definiéndola como aquella que corresponde al propietario no poseedor contra
el poseedor no propietario. Se trata entonces de la recuperación por el
propietario de la posesión de la que ha sido privado” (Palacios Pareja, p. 83)
esto quiere decir que esta acción jurídica en el ámbito de derechos reales y
sucesorios, permite exigir la devolución del predio que ha sido indebidamente
adjudicado por un tercero con intenciones negativas o de mala fe y que en
ningún momento como poseedor tuvo algún documento que sustente su actual
propiedad.
También, “la reivindicación o ius vindicandi prevista en el 927 del CC es
aquella mediante la cual el propietario recurre a la justicia reclamando el objeto
de su propiedad y evitando la intromisión de un tercero ajeno a derecho (ej.
recuperación de un bien, reconocimiento de la propiedad, etc)” (Arias Schreiber
Pezet 2011, p. 190), esto quiere decir que la reivindicación debe ser reclamada
ante un juzgado civil que permita tomar una decisión respecto a la devolución
del objeto materia de litis.

La reivindicación procede contra terceros que de mala fe y con dolo realizaron


la acción de despojo e invadieron una propiedad de una persona que sí tiene el
titulo como propietario; entonces este recurso embiste a la persona afecta por
esta situación de exigir que se le reponga su derecho frente a este poseedor
ilegitimo. En algunos casos, si el después de analizar todo, determina la validez
de algún título presentado por la parte demandada y lo presentado inicialmente
por el demandante y concluye que ambos tienen derechos sobre el predio en
cuestión, aplicara quien tiene el mejor derecho. Hacemos referencia a una Cas.
N° 1016-2011-Lima, publicada el 30.3.2016 que menciona lo siguiente “La
acción reivindicatoria procede también contra el poseedor con título de
propiedad que incluso pudiera tener su dominio inscrito en los registros
públicos, en cuyo caso se debe dilucidar dentro del mismo proceso de
reivindicación), quien es el que tiene mejor derecho de propiedad, en base a
criterios de oponibilidad; pues tratándose del derecho de propiedad, no es
jurídicamente posible la coexistencia de dos o más titulares, por cuanto este
derecho es uno excluyente”

Existen requisitos para que se pueda acceder a la reivindicación, como, por


ejemplo: el derecho de propiedad del demandante sobre el inmueble debe ser
debidamente acreditado con un título, el inmueble debe estar individualizado y
la posesión ilegitima del demandado. Estos requisitos son esenciales para
poder emplear la acción reivindicatoria, porque sería inconsistente solicitarlo
contra una persona que si tiene un título debidamente acreditado y cumplió el
periodo necesario como poseedor; de todas maneras, tiene que tener el criterio
de “precario”.

DIFERENCIAS ENTRE LA ACCIÓN PETITORIA Y LA ACCIÓN


REIVINDICATORIA

Las diferencias entre la acción petitoria y la acción reivindicatoria son:


a. La acción petitoria se dirige contra los coherederos, la acción reivindicatoria
está dirigida contra los terceros adquirientes a título particular o contra los
poseedores sin título.
b. El título que opone el demandante en la acción petitoria es el de heredero;
en la acción reivindicatoria el demandante invoca un título traslativo de dominio
existente en su favor, pudiendo únicamente invocar la posesión si fuese tan
sólo un poseedor.
c. La acción petitoria tiende al reconocimiento del derecho hereditario, siendo a
título universal, recayendo en la totalidad de la herencia; la acción
reivindicatoria es a título particular, y recae sobre determinados bienes.
Por otro lado, el autor Maffia sostiene que “la diferencia de las acciones
repercute en el régimen de la prueba. En la reivindicación el actor debe probar
que es propietario de las cosas que reclama, mientras que en la petición de
herencia se deberá probar o acreditar su condición de heredero y que los
bienes demandados constituyen parte del haber sucesorio”

2. PRESENTACION DEL CASO

Los señores SERGIO MARCOS RODRIGUEZ VENEROS, con DNI 18031046


Y MARIA ADRIANA GUTIERREZ GONZALES con DNI 18031048 presentaron
demanda de reivindicación como pretensión principal y como pretensión
accesoria la indemnización de daños y perjuicios contra JOSE GUTIERREZ
GONZALES, LUCIA MENDOZA VASQUEZ, DIEGO ALONSO GUTIERREZ
MENDOZA Y SAMANTHA LUCIA GUTIERREZ MENDOZA, debido a lo
siguiente: los demandantes son propietarios del inmueble ubicado en la calle
PORVENIR N°400- CENTRO POBLADO SIMBAL. MANZANA “P” LOTE 10,
DISTRITO SIMBAL, PROVINCIA TRUJILL, DEPARTAMENTO LIBERTAD,
inscrita en la partida N° P14142792 del registro de la propiedad inmueble zona
registral N° V- Sede Trujillo, la misma que tiene un área superficial de 280.00
m2, aparte que está debidamente acreditado en el año 2010 por el organismo
de formalización de propiedad informal- COFOPRI; ellos permitieron que los
demandados ingresaran a su propiedad debido a que el señor José Gutiérrez
es hermano de la demandante María Gutiérrez Gonzales , dándoles cuartos
para que cuiden el inmueble, debido a que el señor Sergio Rodríguez trabaja
aparentemente en Lima y la señora maría iba de visita constantemente,
supuestamente por esa ausencia, los demandados aprovecharon que ninguno
estaba y cambiaron la cerradura de la puerta, bloqueando el acceso a los
demandantes el día 11 de marzo del 2013, hecho que ha sido constatado por
el Juez de Paz de Única Nominación del distrito de Simbal quien se constituyó
en el inmueble de la propiedad y verifico este hecho, expidiendo el acta de
constatación de fecha 11 de marzo de 2013.
Ellos iniciaron una acción judicial por ser ocupantes precarios ante el primer
juzgado civil de Trujillo- expediente n°3026-2013, que fue declaro infundado, lo
cual la decisión resulta extraña debido a que los demandados no presentaron
ningún título de propiedad o certificado de posesión que justifique su
permanencia en el inmueble.
Por este motivo, los demandantes realizaron la demanda materia de
reivindicación lo cual debería ser resulta vía proceso de conocimiento y en el
juzgado civil por la cuantía de la pretensión.

3. INTERPRETACION DEL CASO

Respecto al caso en cuestión, los demandantes presentaron diferentes medios


probatorios para sustentar que eran los propietarios de dicho inmueble como
las copias legalizadas de título propiedad, Partida n°14142792 que establecen
que los propietarios son los señores SERGIO MARCOS RODRIGUEZ
VENEROS Y MARIA ADRIANA GUTIERREZ GONZALES, del padrón de
publicación de poseedores aptos de Cofopri de fecha 22 de enero del 2010 que
establece legítimamente la formalización de la propiedad informal otorgada a
los demandantes, las copias legalizadas de certificado de habitabilidad
expedida por la municipalidad distrital de Simbal de fecha de 28 de octubre del
2008 al recurrente Sergio Marcos Rodriguez Veneros, también, adjuntaron el
acta de constatación de cambio de cerradura del domicilio expedida por el juez
de paz de única nominación de Simbal que demostraría de alguna forma la
acción negativa de los demandados por el bloqueo e impedimento para que los
demandantes no entren a su domicilio y solo ellos tengan el control de la
propiedad, entre otros documentos o medios probatorios más, los cuales
estamos de acuerdo que sustentan de alguna forma la pretensión de
reivindicación que provocaría la devolución del predio ubicado en PORVENIR
N°400- CENTRO POBLADO SIMBAL. MANZANA “P” LOTE 10, DISTRITO
SIMBAL, PROVINCIA TRUJILL, DEPARTAMENTO LIBERTAD, respecto a la
indemnización de daños y perjuicios ocasionados por el inicio de este proceso,
no consideramos pertinente porque los medios probatorios presentados para la
pretensión principal son los mismos para la pretensión accesoria y no sustenta
que sea el domicilio generador de ganancias o ingresos económicos para los
demandantes, sin provocar pérdida alguna a su economía.
Por otro lado, los demandados, tuvieron varias oportunidades para subsanar
los diferentes errores que tuvieron al contestar la demanda y ante este
requerimiento se comportaron de una forma indiferente sin demostrar interés
alguno en el proceso, que genero que estén en calidad de rebeldes; también,
los medios probatorios eran insuficientes para sustentar que ellos eran los
propietarios o tenían la calidad de poseedores, solo adjuntaron recibos de luz
en los cuales aparecían el nombre de uno de los demandados que es el señor
JOSE GUTIERREZ GONZALES y otro recibo de agua , que también figuraba lo
mismo pero que no acredita que él sea el propietario legitimo.

4. DEBIDO PROCESO Y VIA PROCIDIMENTAL

El debido proceso es un derecho inherente de la persona que contiene las


diferentes garantías penales y procesales, que deben ser respetadas en todo
instante del proceso; al otorgarle a la persona el acceso a la justicia,
denominado tutela jurisdiccional efectiva, le permite tener las garantías
necesarias para llevar un proceso justo sin favorecimientos, otorgarle plena
confianza al sistema judicial que resolverán el conflicto conforme a los
preceptos jurídicos adecuados.
“La obtención de una solución justa requiere la concurrencia al menos de los
dos siguientes elementos. Primero, que la solución venga justificada en la
razón de las cosas y no en la fuerza. La fuerza no necesariamente conlleva
soluciones injustas, pero las posibilita en una muy alta probabilidad lo que
exige descartarla como mecanismo de solución. Segundo, que la solución sea
resultado de un proceso en el cual se presenten una serie de elementos que en
la mayor medida de lo posible aseguren racionalmente que la decisión a la que
se llegue será justa” (Castillo,2010) esto quiere decir que tener un proceso
justo o un debido proceso como se le reconoce, debe estar acompañado con
diferentes acciones o etapas que estén justificadas o sustentadas con
argumentos viables y medios probatorios que comprueben la veracidad de
esas afirmaciones.
Las diferentes garantías personales que conllevan tener un debido proceso
adecuado se encuentran establecidas en los artículos 139 y 2.24 de la
constitución política del Perú, llevando al tribunal constitucional a reconocer el
derecho a un debido proceso como un derecho fundamental , un derecho
inherente no solo para las personas sino en el derecho que desglosa otros
derechos o principios que tienen las personas al acceder a justicia y solicitar
que resuelvan sus diferentes incertidumbres jurídicas.
Castillo (2010) menciona que “dimensión sustantiva o material del debido
proceso está conformada por el aseguramiento de la consecución del bien
humano que subyace al derecho fundamental al debido proceso. Como se
recordará está justificado considerar que la dignidad de la persona exige que el
procesamiento al que se le someta con la finalidad de resolver un determinado
conflicto, deba dar por resultado una decisión justa que es la única decisión
digna. Si bien las reglas procedimentales favorecen en la mayor medida de lo
posible la consecución de esta finalidad, no la aseguran con certeza”
Con lo manifestado por el jurista podemos concluir que el debido proceso está
supeditado a la dignidad de la persona, el respeto a un proceso limpio y justo
permite hacer prevalecer los derechos del recurrente y que su motivo o
solicitud sea escuchada conforme al derecho, así su dignidad quedara intacta
como la decisión a determinar.
Las concreciones que del Contenido esencial ha positivado el Constituyente
peruano Siendo esta la formulación general del contenido esencial del derecho
fundamental al debido proceso, es posible comprobar que el Constituyente no
sólo ha constitucionalizado el marco genérico de este derecho en el artículo
139.3 CP, sino que también ha constitucionalizado expresamente concreciones
del mismo a modo de garantías destinadas a asegurar en la mayor medida de
lo posible que las controversias que surjan de la convivencia social, se
resuelvan justamente. Lo ha hecho en el mismo artículo 139 destinado a
recoger los principios y derechos de la función jurisdiccional; y lo ha hecho
también en el artículo 2.24 CP. En lo que respecta a la primera de las
mencionadas disposiciones, se ha constitucionalizado la garantía de la
exclusividad jurisdiccional que recae en los jueces del Poder Judicial, salvo la
jurisdicción militar y arbitral (139.1 CP)12; la garantía de ser juzgado por un
juez independiente (139.2 CP)13; la garantía de la cosa juzgada (139.2 CP)14;
la garantía de ser juzgado en la jurisdicción y según el procedimiento
previamente establecido en la Ley (139.3 CP)15; la garantía de la publicidad en
los procesos (139.4 CP); la garantía de motivación escrita de las resoluciones
judiciales (139.5 CP); garantía de la pluralidad de instancias (139.6 CP); la
garantía de no dejar de administrar justicia por vacío o deficiencia de la ley
(139.8 CP); la garantía de inaplicabilidad por analogía de la ley penal y de las
normas que restringen derechos (139.9 CP); la garantía de no ser penado sin
proceso judicial previo (139.10 CP); la garantía de la aplicación de la ley más
favorable al procesado en caso de duda o conflicto temporal de leyes penales
(139.11 CP); la garantía de no ser condenado en ausencia (139.12 CP); la
garantía de defensa en todo proceso (139.14 CP); la garantía de la gratuidad
de la administración de justicia ((139.16 CP); la garantía de defensa gratuita
para persona de escasos recursos y para las que ley señale (139.16 CP); la
garantía de la colaboración del Ejecutivo cuando sea necesario para la
consecución de la finalidad procesal (139.18 CP); la garantía de que no puede
ejercer función judicial aquel que no ha sido nombrado por la forma prevista en
la Constitución y la Ley (139.19 CP); el derecho de los reclusos a contar con
establecimientos adecuados ((139.21 CP); y el principio de que el régimen
penitenciario tiene por objeto la reeducación, rehabilitación y reincorporación
del penado a la sociedad (139.22 CP). Todas estas concreciones formuladas
por el Tribunal Constitucional son constitucionales, tanto desde un punto de
vista formal como material. No todos los principios recogidos en el artículo 139
CP son constitucionalización del contenido esencial del debido proceso. No lo
es el derecho a la indemnización por errores judiciales (139.7 CP); que como
ya se advirtió no tiene una directa relación con el bien 12 Por lo que –entre
otras cosas- queda prohibida el procesamiento judicial por comisión o
delegación recogida en el artículo 139.1 CP. 13 Forma parte del contenido
constitucional de esta garantía, la prohibición de avocamiento a causas
pendientes ante el órgano jurisdiccional, la prohibición de interferir en el
ejercicio de las funciones judiciales, la prohibición de cortar procedimientos en
trámite o de modificar sentencias o de retardar su ejecución, todas estas
prohibiciones contenidas en el artículo 139.2 CP. 14 Forma parte del contenido
constitucional de esta garantía la prohibición de revivir procesos fenecidos con
resolución ejecutoriada recogida en el artículo 139.13 CP. 15 Forma parte del
contenido constitucional de esta garantía la prohibición de la desviación de la
jurisdicción predeterminada por Ley y la prohibición de ser juzgado por órganos
jurisdiccionales de excepción o por comisiones ad hoc, recogida en el artículo
139.3 CP, proceso debido o proceso justo, en tanto que no atañe directamente
a la satisfacción de la necesidad humana de resolver los conflictos de intereses
no a través de la fuerza, sino a través de un procedimiento gobernado por la
razón tanto en su inicio, desenvolvimiento como en su culminación, por lo que
esta sería una disposición (formalmente) constitucional (materialmente)
infraconstitucional. Tampoco son concreciones del contenido esencial al debido
proceso, la participación popular en el nombramiento de jueces (139.17 CP), y
el principio de formular análisis de resoluciones judiciales (139.20 CP). Estos
dos son casos de concreciones iusfundamentales del derecho fundamental a
participar en los asuntos públicos (artículo 2.17 de la Constitución), y del
derecho a la libertad de expresión (artículo 2.4 de la Constitución),
respectivamente. Por lo que estas disposiciones son constitucionales tanto
desde una perspectiva formal como material. En lo que respecta a las
garantías del debido proceso constitucionalizadas en el artículo 2.24 de la
Constitución como parte del debido proceso, se tiene la garantía de no ser
condenado a prisión por deudas (inciso c); la garantía de no ser procesado ni
condenado ni sancionado por delito que no esté previa y expresamente
calificado como tal (inciso d); la garantía de la presunción de inocencia (inciso
e); la garantía de detención sólo por mandato judicial o por flagrante delito
(inciso f); la garantía de ser puesto a disposición judicial en un plazo
determinado (inciso f); y la garantía de no ser incomunicado en un proceso
penal, salvo sea indispensable para esclarecer un delito, y siempre en la forma
y duración razonables (inciso g). Sin embargo, estas garantías recogidas en el
artículo 2.24 de la Constitución, tienen una peculiaridad, que es su íntima
relación con el derecho a la libertad personal entendida como un derecho
fundamental continente o genérico que garantiza “la libertad personal ante
cualquier restricción arbitraria, particularmente a uno de sus componentes: la
libertad física o locomotora. Así, tales garantías intentan asegurar que “no se
afecte indebidamente la libertad física de las personas; esto es, su libertad
locomotora, ya sea mediante detenciones, internamientos o condenas
arbitrarias”. La íntima relación proviene del hecho de que normalmente las
restricciones a la libertad física (detenciones, internamientos o condenas
arbitrarias), como manifestaciones de la libertad personal, son decididas en el
seno de un proceso. Por lo que en un concreto caso puede ocurrir que no esté
del todo claro cuál ha sido el derecho fundamental (si libertad personal o
debido proceso) cuyo contenido esencial o constitucional ha sido ejercido (o
agredido), de ahí que constitucional y legalmente se haya previsto que el
hábeas corpus es el proceso constitucional pertinente para proteger la libertad
personal y los derechos fundamentales conexos a esta, como el derecho al
debido proceso (artículo 200.1 de la Constitución Al igual de lo que pasaba en
el caso de las garantías constitucionales concretizadas a lo largo del artículo
139 de la Constitución, lo dicho hasta aquí sobre las concreciones recogidas en
el artículo 2.24 de la Constitución, no significa que en los demás incisos no
mencionados no se esté reconociendo derechos fundamentales o contenidos
constitucionales, sino sólo que el resto de garantías a las antes mencionadas
conformarán parte de otros derechos fundamentales, como el de la libertad
personal (inciso a) o de la integridad moral, física y síquica (inciso h), no
necesariamente relacionados con un proceso. Por lo demás, las concreciones
constitucionales que ha formulado el Constituyente peruano como contenido
constitucional del derecho fundamental al debido proceso en el artículo 2.24 de
la Constitución, se condicen plenamente con las exigencias de justicia que
brotan de la esencia del bien humano que le subyace, por lo que es posible
afirmar que todas estas concreciones del contenido esencial o constitucional
del derecho fundamental al debido proceso, son constitucionales tanto formal
como materialmente. De la misma forma, es posible sostener que todas esas
concreciones vienen directamente relacionadas con la mencionada esencia del
bien humano constitucionalizado, por lo que tales concreciones en ningún caso
pueden ser tenidas como constitucionales infraconstitucionales. 5. Las
concreciones que del Contenido esencial ha positivado el Tribunal
Constitucional peruano A. Un marco general Hasta ahora se ha puesto de
manifiesto que el Constituyente peruano ha constitucionalizado la esencia del
derecho al debido proceso (o tutela jurisdiccional) en el artículo 139.3 de la
Constitución; y que a la vez ha constitucionalizado expresamente una serie de
componentes de ese contenido esencial que a modo de garantías se recogen
tanto en el artículo 139 como en el artículo 2.22 de la Constitución. Como bien
se sabe, al Tribunal Constitucional peruano el Constituyente peruano le ha
comisionado la tarea de velar por el cumplimiento pleno y efectivo de la
Constitución, a través del control de la constitucionalidad de los actos públicos
y privados (artículo 201 de la Constitución). A la vez, le ha reservado una serie
de atribuciones como herramientas o mecanismos a través de los cuales llevar
a cabo la comisión encargada (artículo 202 de la Constitución). El número e
importancia que supone estas herramientas respecto del otro comisionado del
Poder constituyente que es los jueces del Poder Judicial, permite concluir
pacíficamente que el Tribunal Constitucional es el Supremo controlador de la
Constitución y de la constitucionalidad. En la medida que no es posible
controlar ni la Constitución ni la constitucionalidad de los actos públicos y
privados sin previa interpretación, es constitucionalmente correcto afirmar que
al que tenga la posición de Supremo controlador de la constitucionalidad habrá
que reconocerle necesariamente la posición de Supremo intérprete de la
Constitución. Como tal, el Tribunal Constitucional ha de ser tenido como fuente
de derecho constitucional de modo que, como se justificó antes, las
concreciones que de la Constitución formula cuando la interpreta tienen rango
constitucional. Por esta razón, no es posible saber el significado constitucional
del derecho fundamental al debido proceso si no atendemos a las
interpretaciones que del mismo ha formulado el Tribunal Constitucional en su
jurisprudencia. Como concreciones que son de la Constitución, éstas siempre
deberían ser tenidas como constitucionales desde un punto de vista formal;
aunque no siempre desde un punto de vista material, pues, según éste pueden
ser a la vez inconstitucionales o infraconstitucionales. Esto justifica plenamente
que el paso siguiente del análisis que aquí se formula consista en acudir a la
jurisprudencia del Tribunal Constitucional que contenga las interpretaciones de
las distintas disposiciones constitucionales que atañen al derecho fundamental
al debido proceso. No se pretende una presentación descriptiva acabada de
toda la jurisprudencia del Alto Tribunal, sólo se acudirá a ésta con la finalidad
de dilucidar el alcance de los principales mandatos constitucionales
relacionados con el mencionado derecho fundamental, de manera que se
ponga de manifiesto las principales líneas dogmáticas que puedan servir al
operador jurídico para resolver con justicia las distintas cuestiones relacionadas
al constitucionalizado derecho humano al debido proceso. B. El derecho
fundamental al debido proceso como exigencia de justicia constitucionalizada
Se ha de empezar constatando que, con base en las disposiciones
constitucionales, el Tribunal Constitucional permite plantear una dogmática
iusfundamental desde lo justo natural. En efecto, con base en la triada
necesidad humana (esencial)–bien humano (esencial)– derecho humano
(esencial), se ha justificado antes que los derechos fundamentales significan la
constitucionalización de los bienes humanos que son exigibles, porque es lo
justo, con anterioridad a su recogimiento en la norma positiva (internacional o
nacional). Así, el Supremo intérprete de la Constitución ha reconocido de modo
general la existencia de exigencias de justicia natural que denomina derechos
naturales18, como despliegues de la dignidad humana que “en sí mismas son
necesidades humanas que emergen de la experiencia concreta de la vida
práctica”. Y es que el valor de la Persona, su dignidad, tiene consecuencias
jurídicas destinadas a “garantiza[r] la plena realización de cada ser humano” En
este contexto dogmático es perfectamente posible encuadrar lo ya mencionado
anteriormente: debido a la consideración de la Persona como fin, existe la
exigencia humana de resolver los conflictos no por la fuerza, sino a través del
Derecho21, en la medida que así se asegura mejor la obtención de una
solución justa, que es la única compatible con la calidad de fin de la Persona,
es decir, la única compatible con su dignidad. Así, el reconocimiento de que
“este derecho [al debido proceso] está referido a situaciones relacionadas con
resolución. El Tribunal Constitucional tiene dicho que “la persona humana, por
su dignidad, tiene derechos naturales anteriores a la sociedad y al Estado,
inmanentes a sí misma, los cuales han sido progresivamente reconocidos
hasta hoy en su legislación positiva como derechos humanos de carácter
universal”. En palabras del Tribunal Constitucional, se trata de “la potestad de
acceder a los órganos jurisdiccionales para solicitar se resuelva un conflicto de
intereses o una situación jurídica”. o proceso en el cual se encuentre
comprendida una persona, [deba] considerarse como justo”. Esta exigencia
que brota de la esencia humana y, en ese sentido es esencial, se satisface a
través del bien humano debido proceso, cuya delimitación nominal supone su
constitucionalización, pues –como se recordará- un derecho se ha
constitucionalizado cuando la Constitución ha reconocido un marco de
referencia que delimita nominalmente el bien jurídico susceptible de protección.
Es decir, al recogerse el nombre del bien humano debido proceso en el artículo
139.3 CP, se ha constitucionalizado el derecho humano o fundamental que
lleva el mismo nombre. C. El derecho fundamental al debido proceso como
derecho continente Como se ha justificado antes, el debido proceso es un
derecho fundamental cuyo contenido esencial de forma general presentado,
está conformado por la facultad de acceder a los órganos encargados de
administrar justicia, por el conjunto de garantías procesales y materiales del
procesamiento propiamente dicho, y la ejecución eficaz y oportuna de la
sentencia firme. Tales garantías, como se tuvo oportunidad de decir también,
han sido a su vez constitucionalizadas por el Constituyente peruano en
diversos apartados del artículo 139 y del artículo 2.24 de la Constitución, y lo
han sido de tal manera que ellas mismas conforman derechos fundamentales
autónomos. Esta situación ha llevado al Tribunal Constitucional a reconocer en
el derecho al debido proceso “un derecho de estructura compleja”, “un derecho
constitucional de naturaleza omnicomprensiva” que, o “un derecho continente”
o “constituye un derecho, por decirlo de algún modo, "genérico" que se
descompone en un conjunto de derechos específicos enumerados,
principalmente, en el mencionado artículo [139 CP]”. D. El reconocimiento de la
dimensión formal y material del derecho fundamental al debido proceso Los
derechos fundamentales específicos que conformarían el contenido esencial
del derecho fundamental genérico al debido proceso son derechos
estrictamente procesales. Sin embargo, tal contenido esencial además de
estos derechos específicos está conformado por exigencias de justicia,
precisamente porque el proceso se presenta como un medio a través del cual
se ha de conseguir la finalidad que es la decisión justa. El Tribunal
Constitucional en reiterada jurisprudencia ha reconocido que el derecho al
debido proceso tiene tanto una dimensión procedimental o formal como otro
material, de modo que “su contenido constitucionalmente protegido comprende
una serie de garantías, formales y materiales, de muy distinta naturaleza”. Y es
que este derecho fundamental exige concebir “al proceso No olvide citar esta
obra. sólo como instrumento de solución de conflictos, sino como un
mecanismo rodeado de garantías compatibles con el valor justicia”. En lo que
respecta a la dimensión formal, el contenido del derecho al debido proceso
viene configurado por el conjunto de garantías que atañen al desenvolvimiento
del proceso, desde su inicio hasta la ejecución de lo decidido. En este sentido,
esta dimensión procedimental tiene que ver con las formalidades estatuidas en
un proceso, y supone tomar en consideración “las reglas esenciales con las
que se tramita un proceso (juez natural, procedimiento preestablecido, derecho
de defensa, motivación resolutoria, instancia plural, cosa juzgada, etc.)” A esta
dimensión corresponden todas las concreciones que anteriormente y desde los
artículo 139 y 2.22 CP, se han concluido como garantías del debido proceso.
Mientras que la dimensión sustantiva o material del debido proceso está
conformada por el aseguramiento de la consecución del bien humano que
subyace al derecho fundamental al debido proceso. Como se recordará está
justificado considerar que la dignidad de la persona exige que el procesamiento
al que se le someta con la finalidad de resolver un determinado conflicto, deba
dar por resultado una decisión justa que es la única decisión digna. Si bien las
reglas procedimentales favorecen en la mayor medida de lo posible la
consecución de esta finalidad, no la aseguran con certeza. Es decir, puede
ocurrir que el cumplimiento de las formas no permita obtener una decisión
justa. La razón es que estas reglas tienen carácter procesal y, por ello,
naturaleza de medio, y como tales por sí mismas no aseguran necesariamente
la consecución del fin (la decisión justa), pues pueden haber sido mal
empleadas, o siendo bien empleadas la decisión se ha formulado con
manifiesto desprecio de la justicia. Para solventar esta posible deficiencia se ha
reconocido que el derecho fundamental al debido proceso exige tomar en
consideración una serie de parámetros materiales íntimamente vinculados al
valor justicia. Tales parámetros tienen que ver con la razonabilidad de las
decisiones, de modo que puedan ser rechazadas por vulneradoras del derecho
fundamental al debido proceso aquellas decisiones que, siendo
procedimentalmente impecables, adolecen de estas elementales exigencias de
razonabilidad. En palabras del Tribunal Constitucional, el debido proceso “en
su faz sustantiva, se relaciona con los estándares de justicia como la
razonabilidad y la proporcionalidad que toda decisión con la que se pone
término a una controversia, debe suponer”. Esto, consecuentemente, supone
admitir que “el juez constitucional se encuentra legitimado para evaluar la
razonabilidad y proporcionalidad de las decisiones judiciales”, por ser esta
dimensión material, contenido esencial o constitucional del derecho
fundamental. Con base en que “en puridad, la proporcionalidad es una
modalidad más de la razonabilidad”, ha reconocido el Tribunal Constitucional
que la proporcionalidad y, por tanto, la razonabilidad, “es un principio general
del derecho expresamente positivizado, cuya satisfacción ha de analizarse en
cualquier ámbito del derecho. En efecto, en nuestro ordenamiento jurídico, éste
se halla constitucionalizado en el último párrafo del artículo 200 de la
Constitución”. Este principio de razonabilidad proscribe las decisiones
arbitrarias, definiendo éstas como aquellas carentes de una debida justificación
y, por ello, injustas en sí mismas. En palabras del Tribunal Constitucional, “el
requisito de razonabilidad excluye la arbitrariedad. La idea que confiere sentido
a la exigencia de razonabilidad es la búsqueda de la solución justa de cada
caso”. Si la justicia tiene que ver con dar a cada quien lo suyo, lo primero que
es suyo de la persona humana es el respeto de su dignidad y,
consecuentemente, el respeto de sus derechos fundamentales. No habrá un
procesamiento justo, en particular, no habrá una solución justa, si a través del
procesamiento o a través de la formulación de una concreta solución se ha
vulnerado algún derecho fundamental de la persona, sea cual fuese su
contenido. Y es que las garantías formales y materiales del debido proceso “en
conjunto garantizan que el procedimiento o proceso en el cual se encuentre
inmersa una persona, se realice y concluya con el necesario respeto y
protección de todos los derechos que en él puedan encontrarse
comprendidos”. De forma tal que cuando en un proceso judicial se vulnere un
derecho fundamental, cualquiera que fuese este, se vulnerará a la vez el
derecho al debido proceso en su dimensión material. Esto no quiere decir que
todos los derechos fundamentales materiales conforman la parte sustantiva del
derecho fundamental al debido proceso. Lo único que significa es que cuando
en el seno de un proceso se vulnera cualquier derecho fundamental no
procedimental, se está vulnerando a la vez el debido proceso en su parte
sustantiva al vulnerarse la exigencia de justicia que va ínsita a ella. E. El
reconocimiento de derechos y/o garantías constitucionales implícitas del debido
proceso Como se recordará, el Constituyente peruano ha constitucionalizado
expresamente manifestaciones del contenido esencial del derecho fundamental
al debido proceso. La pregunta que corresponde plantear ahora es si ésta
expresa constitucionalización agota las posibles garantías conformadoras del
referido contenido esencial. La respuesta no puede ser más que negativa, no
sólo por la justificación constitucional de los derechos. Es en este marco que se
ha de interpretar la afirmación del Tribunal Constitucional en la que manifestó
que “la irregularidad de una resolución judicial, con relevancia constitucional, se
produce cada vez que ésta se expida con violación de cualquier derecho
fundamental, y no sólo en relación con los contemplados en el artículo 4 del
Código Procesal Constitucional”. EXP. N.º EXP. N° 3179-2004-AA/TC,
Fundamento 20. En esta sentencia el Tribunal Constitucional formula una
justificación no del todo correcta, como lo tengo argumentado en “Amparo
contra resoluciones judiciales: recordatorio de un viejo criterio jurisprudencial”,
en Diálogo con la jurisprudencia, Tomo 99, diciembre 2006, sino también por la
labor del legislador constituyente que es meramente declaradora y
reconocedora de una realidad preexistente, la misma que existe y vincula con
anterioridad al acto de positivización. En palabras del Tribunal Constitucional,
“la persona humana, por su dignidad, tiene derechos naturales anteriores a la
sociedad y al Estado, inmanentes a sí misma, los cuales han sido
progresivamente reconocidos hasta hoy en su legislación positiva como
derechos humanos de carácter universal”. En la línea de reconocer exigencias
constitucionales implícitas y conformantes del derecho al debido proceso
entendido como derecho genérico, se ha movido el criterio jurisprudencial del
Tribunal Constitucional. Este Supremo intérprete de la Constitución ha
reconocido como implícitas una serie de garantías procesales conformantes del
debido proceso. Así, y sólo de modo enunciativo, se tiene el derecho de acceso
a la justicia el derecho a la ejecución de las resoluciones judiciales ; el derecho
a un plazo razonable en el juzgamiento o el derecho a ser juzgado sin
dilaciones indebidas; el derecho a la duración razonable de la detención
preventiva46; el derecho de acceso a los recursos; el derecho de no ser
procesado ni sancionado dos veces por un mismo hecho (ne bis in ídem) Ha
dicho el Tribunal Constitucional que “[a]l igual que el derecho al libre acceso a
la jurisdicción, la tutela cautelar no se encuentra contemplada expresamente en
la Constitución. Sin embargo, dada su trascendencia en el aseguramiento
provisional de los efectos de la decisión jurisdiccional definitiva y en la
neutralización de los perjuicios irreparables que se podrían ocasionar por la
duración del proceso, se constituye en una manifestación implícita del derecho
al debido proceso, consagrado en el artículo 139. ° inciso 3), de la Constitución.
No existiría debido proceso, ni Estado Constitucional de Derecho, ni
democracia, si una vez resuelto un caso por la autoridad judicial, resulta de
imposible cumplimiento la decisión adoptada por ésta”. Un elemento decisivo
en la formulación dogmática que sobre el derecho fundamental al debido
proceso ha manifestado el Tribunal Constitucional, está referido a la no
circunscripción de las garantías formales y materiales propias de la esencia del
derecho fundamental al debido proceso, sólo a los procesos judiciales. Por el
contrario, tiene plenamente asentada la concreción iusfundamental de que las
mismas se han de extender, mutatis mutandis, a todo tipo de proceso. Bien
claro ha sido al respecto el mencionado Tribunal, al recordar que el derecho al
debido proceso “es un derecho cuyo ámbito de irradiación no abarca
exclusivamente el campo judicial, sino que se proyecta, con las exigencias de
su respeto y protección, sobre todo órgano, público o privado, que ejerza
funciones formal o materialmente jurisdiccionales”; es decir, las exigencias del
derecho fundamental al debido proceso “deben observarse en todos los
procesos o procedimientos en los que se diluciden los derechos e intereses de
las personas, sean estas personas jurídicas de derecho privado, órganos y
tribunales administrativos, Tribunal Constitucional, Jurado Nacional de
Elecciones, Consejo Nacional de la Magistratura, Congreso de la República (en
materia de juicio político y antejuicio constitucional), y también ante tribunales
arbitrales, entre otros”. Ha reconocido, pues, el Supremo intérprete de la
Constitución, que el derecho fundamental al debido proceso “tiene una
multiplicidad de ámbitos de aplicación, que, aunque encuentran su principal
expresión en el desarrollo de los procesos estrictamente judiciales, pueden
abarcar o comprender todos aquellos espacios procesales en los que existan
mecanismos de resolución de conflictos o de determinación de situaciones
jurídicas” 58. De modo que el debido proceso como derecho fundamental,
“desborda la órbita estrictamente judicial para involucrarse o extenderse en
otros campos como el administrativo, el corporativo particular, el parlamentario,
el castrense, entre muchos otros, dando lugar a que en cada caso o respecto
de cada ámbito pueda hablarse de un debido proceso jurisdiccional, de un
debido proceso administrativo, de un debido proceso corporativo particular, de
un debido proceso parlamentario, etc.”. Así, además de al proceso judicial, el
Tribunal Constitucional ha predicado del proceso arbitral algunos de los
componentes del contenido esencial del derecho fundamental al debido
proceso. Tiene dicho este Alto Tribunal que “la naturaleza de jurisdicción
independiente del arbitraje, no significa que establezca el ejercicio de sus
atribuciones con inobservancia de los principios constitucionales que informan
la actividad de todo órgano que administra justicia, tales como el de
independencia e imparcialidad de la función jurisdiccional, así como los
principios y derechos de la función jurisdiccional. En particular, en tanto
jurisdicción, no se encuentra exceptuada de observar directamente todas
aquellas. Ha dicho el Tribunal Constitucional con carácter general, que habrá
que ir precisando en cada tipo de proceso, que “esta vocación expansiva del
derecho al debido proceso no significa que todos los derechos que lo
conforman se extiendan, tout court, a todos los procesos o procedimientos”. No
olvide citar esta obra. garantías que componen el derecho al debido
proceso”60. De la misma forma, lo ha hecho de los procedimientos
administrativos al disponer que el debido proceso “como ha recordado el
Tribunal Constitucional en diversos casos, es una garantía que, si bien tiene su
ámbito natural en sede judicial, también es aplicable en el ámbito de los
procedimientos administrativos”. También lo ha extendido hacia la jurisdicción
militar para exigir las garantías del debido proceso también a los procesos
militares. Tiene dicho el Tribunal Constitucional que “no puede pretenderse,
(…) que porque la jurisdicción militar es ‘independiente’ tal condición suponga
de por sí autarquía funcional y, menos aún, sostener que la regularidad del
proceso se determina en dicha sede conforme al Código de Justicia Militar,
pues no es este cuerpo normativo el que reconoce el derecho al debido
proceso sino la propia Constitución Política del Estado, norma suprema para
cualquier autoridad o institución, correspondiendo únicamente a los códigos, y
particularmente a los adjetivos, recoger tal atributo conforme a la naturaleza o
especialidad de los procesos correspondientes” . Y, finalmente, lo ha hecho
también de los procesos en el seno de la persona jurídica privada, de los
cuales ha manifestado que las garantías del debido proceso “son de aplicación
en cualquier clase de proceso o procedimiento privado”. Si se toma en
consideración el significado del bien humano que da sentido al derecho
humano al debido proceso, es posible concluir que acierta de pleno el Tribunal
Constitucional cuando decide no restringir las exigencias del debido proceso
sólo al ámbito judicial, y hacerlas extensivas a toda realidad procesal en la que
se ha de decidir sobre las controversias que la Persona protagonice. Se trata,
en todos los casos, de satisfacer esa necesidad humana esencial de que los
conflictos sean resueltos a través de los cauces de la razón y no a través de las
manifestaciones de la fuerza para asegurar en la mayor medida de lo posible la
justicia de la decisión. Porque, independientemente de la naturaleza de las
controversias, una decisión injusta será siempre una decisión indigna
El Tribunal constitucional (2006) al recordar que el derecho al debido proceso
“es un derecho cuyo ámbito de irradiación no abarca exclusivamente el campo
judicial, sino que se proyecta, con las exigencias de su respeto y protección,
sobre todo órgano, público o privado, que ejerza funciones formal o
materialmente jurisdiccionales”; es decir, las exigencias del derecho
fundamental al debido proceso “deben observarse en todos los procesos o
procedimientos en los que se diluciden los derechos e intereses de las
personas, sean estas personas jurídicas de derecho privado, órganos y
tribunales administrativos, Tribunal Constitucional, Jurado Nacional de
Elecciones, Consejo Nacional de la Magistratura, Congreso de la República (en
materia de juicio político y antejuicio constitucional), y también ante tribunales
arbitrales, entre otros” lo que manifiesta el máximo intérprete de la constitución
es que el derecho al debido proceso debe desarrollarse en diferentes ámbitos
de aplicación, aunque se encuentre establecido en los procesos estrictamente
judiciales, se puede encontrar en cualquier proceso que requiera una solución
ante un conflicto o determinar una situación jurídica; como seria en el ámbito
administrativo, corporativo, parlamentario, entre otros más.
Además de al proceso judicial, el Tribunal Constitucional (2005) ha mencionado
sobre el proceso de arbitraje que “la naturaleza de jurisdicción independiente
del arbitraje, no significa que establezca el ejercicio de sus atribuciones con
inobservancia de los principios constitucionales que informan la actividad de
todo órgano que administra justicia, tales como el de independencia e
imparcialidad de la función jurisdiccional, así como los principios y derechos de
la función jurisdiccional. En particular, en tanto jurisdicción, no se encuentra
exceptuada de observar directamente todas aquellas 55 Ha dicho el Tribunal
Constitucional con carácter general, que habrá que ir precisando en cada tipo
de proceso, que “esta vocación expansiva del derecho al debido proceso no
significa que todos los derechos que lo conforman se extiendan, garantías que
componen el derecho al debido proceso”
Pero como ya hemos expresado como debería llevarse a cabo un debido
proceso, es necesario mencionar que procesos existen en la el ámbito civil; el
proceso de conocimiento, proceso abreviado y sumarísimo. En el proceso
abreviado, las causas no son tan complejas, no requieren mucha dificultad, sin
embargo, tampoco son tan simples como serian en el proceso sumarísimo; si
necesitan que en este proceso se examinen las pruebas con mayor tiempo o
detenimiento al igual que su contestación de la demanda sea precisa y certera
para que sus argumentos no generen que la demanda termine como
infundada. El proceso sumarísimo, es célere y rápido por el contenido de los
casos que trata; es decir que los casos son urgentes y requieren velocidad en
su tratamiento, pero carecen de complejidad alguna que vaya generar demoras
en resolver o valorar las pruebas. Por último, el proceso de conocimiento es el
cual se centra nuestro expediente que estamos analizando y consiste según
Hinostroza (2010) “en el proceso modelo por excelencia, pues su tramitación
es de aplicación extensiva a todas aquellas controversias que carezcan de un
trámite específico. Inclusive, las reglas del proceso de conocimiento se aplican
supletoriamente a los demás procesos. Esta clase de proceso se distingue por
la amplitud de los plazos de las respectivas actuaciones procesales en relación
con otros tipos de proceso. Además, la naturaleza de las pretensiones que en
él se pueden ventilar -complejas y de gran estimación patrimonial- refleja su
importancia dentro del contexto jurídico” esto quiere decir que el proceso de
conocimiento que se empleará en esta vía procedimental debe optarse por el
contenido de la causa o conflicto a solucionar y el trato extenso que deberá
emplearse para poder resolver cada etapa conforme la ley lo establece sin
vulnerar ningún derecho a los involucrados en el proceso. La materia de litis de
nuestro expediente trata de la reivindicación que conlleva a la exigencia de
pedir la devolución de una propiedad o predio que ha sido supuestamente
arrebatado de su dominio a los demandantes, lo cual después de haber
analizado los medios probatorios si existe sustento de que son los propietarios
y los demandados han aprovechado el vínculo familiar y la confianza que
tenían para apoderarse de él sin que ellos sospechen; toda esta controversia
requiere tipo para el juez civil encargado del caso pueda haber tomado la mejor
decisión sin perjudicar a los sujetos mencionados en el proceso.
El Código Procesal Civil regula el proceso de conocimiento en el Título I.
Según se desprende del artículo 475 del referido cuerpo de leyes, se tramitan
en proceso de conocimiento ante los Juzgados Civiles:
a) Los asuntos contenciosos que no tengan una vía procedimental (propia), no
estén atribuidos por ley a otros órganos jurisdiccionales y, además, cuando
por su naturaleza o complejidad de la pretensión el Juez considere
atendible su tramitación. Los asuntos contenciosos cuya estimación
patrimonial del petitorio sea mayor de mil Unidades de Referencia Procesal.
b) Derecho Procesal Civil VIL Procesos de Conocimiento
c) Los asuntos contenciosos que son inapreciables en dinero
(extrapatrimoniales) o en los que hay duda sobre su monto, y siempre que
el Juez considere atendible su procedencia.
d) Los asuntos contenciosos en los que el demandante considere (lógica y
jurídicamente) que la cuestión debatida sólo fuese de derecho.
e) Los asuntos contenciosos que la ley señale.

5. ORGANO JURISDICCIONAL COMPETENTE EN CASO DE PROCESOS DE


CONOCIMIENTO

Conforme se infiere del artículo 475 del Código Procesal Civil, los procesos
de conocimiento se tramitan ante los Jueces Civiles. En lo que corresponde
de competencia territorial, habrá que estar a lo dispuesto en las normas
generales de competencia previstas en el Capítulo I («Disposiciones
generales») del Título II («Competencia») de la Sección Primera
(«Jurisdicción, acción y competencia») del Código Procesal Civil.
Para Monroy Gálvez, citado por Pinedo, el proceso declarativo o de
conocimiento tiene como presupuesto material la constatación de una
inseguridad o incertidumbre en relación a la existencia de un derecho
material en un sujeto, situación que ha devenido en un conflicto con otro,
quien concibe que el derecho referido no acoge el interés del primer sujeto,
sino el suyo. (2016, p. 16)

Un proceso de conocimiento se entabla cuando existe una controversia


jurídica relevante entre dos sujetos de derechos con miras a que un tercero
imparcial le dé una solución, la cual es expresada mediante la expedición
de una sentencia sobre el fondo declarando a quién le corresponde el
derecho en pugna.

La vía del proceso de conocimiento es el proceso de mayor duración de


todos los que contempla el vigente CPC, y orientado al trámite de
controversias de gran complejidad, importancia social o económica y
trascendencia jurídica y que, por lo mismo, requieren de una mayor
dedicación y abundancia de actividades procesales que se traduce en una
mayor duración del tiempo de duración del proceso en su conjunto. (Pinedo
Aubián, 2016, p. 24). Decíamos que las acciones de cognición comprenden
a los procesos de conocimiento, buscando que se cumpla: la decisión del
juez sobre el fondo de la pretensión contenida en la demanda. No obstante,
la existencia de tales tiene una razón de ser, cuanto más compleja resulte
la controversia mayor duración procesal se requerirá.

La estimación patrimonial del petitorio sea mayor de mil Unidades de


Referencia Procesal

Otro criterio a valorar es la competencia objetiva por cuantía. Ello implica


que si el petitorio de la pretensión tiene una estimación patrimonial mayor
de mil unidades de referencia procesal (1000 URP) se debe recurrir a esta
vía procedimental. La unidad de referencia procesal (URP) es el 10% del de
valor de una unidad impositiva tributaria (UIT), que se actualiza cada año.
(el valor de la UIT en 2021 es de 4400)
Para el cálculo de la cuantía se debe tener en cuenta lo regulado en el
artículo 11 del CPC. Tratándose de pretensiones relativas a derechos
reales sobre inmuebles, la cuantía se determina sobre la base del valor del
inmueble vigente a la fecha de la interposición de la demanda (ver el
artículo 12 del CPC). (Ibídem, p. 576)
Con esto se permite que los conflictos que tengan una mayor significancia
económica puedan ser debatidos en un modelo amplio como es la vía
procedimental de conocimiento, orientando en promedio el debate de los
conflictos con una estimación económica menor a mil unidades de
referencia procesal a los procedimientos abreviados y sumarísimos.
“Esta calificación está sujeta a la consideración del demandante, lo que no
impide al juez -en caso de error en la calificación de parte- poder dictar las
medidas para que se tramite bajo los alcances de la vía procedimental
debida. Si bien el artículo 477 del CPC permite la sustitución de la vía
propuesta en los casos de los incisos 1 y 3 del artículo 475 del CPC,
situación que no comprende al caso en comentario, consideramos que el
argumento central para este cuestionamiento es la competencia objetiva
por materia y su consecuente implicancia en la vía procedimental
propuesta” (Ledesma Narváez, 2008, p. 576)
Lo que califica la naturaleza de la pretensión no es el criterio de la parte
que lo postula sino el contenido de ella, esto es, los hechos que la
sustentan o la describen (véase el artículo 9 del CPC), por tanto, en
aplicación del artículo 6 del CPC, esta competencia no puede modificarse
por la mera calificación de parte.
El Código Civil fija la vía procedimental de conocimiento para el debate de
las siguientes pretensiones: en las fundaciones, la desaprobación de
cuentas o balances (parte final, artículo 106 del CC); desaprobación de
cuentas (artículo 122 del CC); ineficacia de acto jurídico oneroso (artículo
200 del CC); invalidez del matrimonio (artículo 281 del CC); rendición y
desaprobación de cuentas del tutor (artículo 542 del CC); petición de
herencia (artículo 664 del CC); desaprobación de cuentas de albacea
(artículo 794 del CC); nulidad de partición por preterición de heredero
(artículo 865 del CC). (Ídem)

Requisitos de la actividad procesal

Artículo 476.- Requisitos de la actividad procesal


El proceso de conocimiento se inicia con la actividad regulada en la
SECCIÓN CUARTA de este LIBRO, sujetándose a los requisitos que allí se
establecen para cada acto.
La actividad aludida de la Sección Cuarta es la Postulación del proceso la
cual se subdivide en:
 Demanda y emplazamiento (Título I);
 Contestación y reconvención (Título II);
 Excepciones y defensas previas (Título III);
 Rebeldía (Título IV);
 Saneamiento del proceso (Título V);
 Audiencia Conciliatoria o de fijación de puntos controvertidos y
saneamiento probatorio (Título VI);
 Juzgamiento anticipado del proceso (Título VII) el cual a su vez se
subdivide en:
 Juzgamiento anticipado del proceso (Capítulo I) y,
 Conclusión anticipada del proceso (Capítulo II).

Plazos
Artículo 478.- Plazos
Los plazos máximos aplicables a este proceso son:
1.- Cinco días para interponer tachas u oposiciones a los medios
probatorios, contados desde la notificación de la resolución que los tienen
por ofrecidos.
2.- Cinco días para absolver las tachas u oposiciones.
3.- Diez días para interponer excepciones o defensas previas, contados
desde la notificación de la demanda o de la reconvención.
4.- Diez días para absolver el traslado de las excepciones o defensas
previas.
5.- Treinta días para contestar la demanda y reconvenir.
6.- Diez días para ofrecer medios probatorios si en la contestación se invoca
hechos no expuestos en la demanda o en la reconvención, conforme al
Artículo 440.
7.- Treinta días para absolver el traslado de la reconvención.
8.- Diez días para subsanar los defectos advertidos en la relación procesal,
conforme al Artículo 465.
9.- Derogado
10.- Cincuenta días para la realización de la audiencia de pruebas, conforme
al segundo párrafo del Artículo 471.
11.- Diez días contados desde realizada la audiencia de pruebas, para la
realización de las audiencias especial y complementaria, de ser el caso.
12.- Cincuenta días para expedir sentencia, conforme al Artículo 211.
13.- Diez días para apelar la sentencia, conforme al Artículo 373.

Plazo especial del emplazamiento

Artículo 479.- Plazo especial del emplazamiento

Para los casos previstos en el tercer párrafo del Artículo 435, los plazos
serán de sesenta y noventa días, respectivamente.

Veamos qué es lo que dice el citado artículo:


Artículo 435.- Emplazamiento a demandado indeterminado o incierto o con
domicilio o residencia ignorados

El plazo del emplazamiento será fijado por cada procedimiento, pero en


ningún caso será mayor de sesenta días si el demandado se halla en el
país, ni de noventa si estuviese fuera de él o se trata de persona
indeterminada o incierta.

“La norma hace referencia a los plazos para el emplazamiento, esto es, los
plazos que se aplican para el llamado al demandado para que comparezca
al proceso. No se trata de una citación sino de un emplazamiento. Si bien en
ambos casos se busca la comparecencia al proceso, difieren en que la
citación supone la presentación en un momento determinado (día y hora),
mientras que el emplazamiento lo hace en un plazo prefijado, por citar,
sesenta días de notificado el admisorio” (Ledesma Narváez, 2008, p. 590)

El traslado de la demanda responde al principio de igualdad que gobierna al


proceso civil, que se resume en la fórmula audiatur altera pars (óigase a la
otra parte). Con el traslado de la demanda se garantiza al justiciable la
posibilidad de ejercer su defensa, pudiendo eventualmente esta parte
ejercer la contradicción si desea.

6. MEDIOS PROBATORIOS

Medios probatorios presentados por la parte demandante


● En folios 02, Copia legalizada de nuestro título de propiedad gratuito

otorgado por el ORGANISMO DE FORMALZIACION DE LA


PROPIEDAD INFORMAL- COFOPRI de fecha 10 de marzo del 2010,
respecto de nuestro bien inmueble ubicado en la calle PORVENIR
N°400- CENTRO POBLADO SIMBAL- MANZANA “P” LOTE 10,
DISTRITO SIMBAL PROVINCIA TRUJILLO, DEPARTAMENTO, LA
LIBERTAD, documento con el cual acreditamos que somos los
propietarios del inmueble y hemos publicado con todas la exigencias
legales de posesión como únicos y exclusivos propietarios ante dicha
de entidad.

● Folios 03, copia literal de dominio de la partida N°14142792 del registro

de la propiedad inmueble, expedido por la zona registral N° V- Sede


Trujillo de fecha 26 de febrero del 2016, respecto del bien inmueble de
nuestra propiedad sitio en la calle PORVENIR N°400- CENTRO
POBLADO SIMBAL- MANZANA “P” LOTE 10, DISTRITO SIMBAL,
PROVINCIA TRUJILO, DEPARTAMENTO LA LIBERTAD, documento
en el cual consta el área, las colindancias.

● Folios 01, copia legalizada Notarialmente del Padrón de Publicación de

poseedores aptos de COFOPRI de fecha 22 de enero del 2010 en cuya


relación nos encontramos los recurrentes respecto del bien inmueble de
nuestra propiedad materia de la presente litis.

● En fojas 02, cuatro fotográficas del frontis y el interior del inmueble de

nuestra propiedad, donde se aprecia las características de nuestra


vivienda y a la cual no podemos usarla, habiéndose privado de nuestro
derecho

● En folios 02, Copia Legalizada Notarialmente del Certificado de

Habitalidad expedida por la Municipalidad Distrital de Simbal de fecha


28 de octubre del 2008 al recurrente Sergio Marcos Rodríguez Veneros
y Copia Legalizada notarialmente de la constancia de No Ejido
Municipal Expedida por la Municipalidad Distrital de Simbal de fecha 28
de octubre del 2008 al recurrente Sergio Marcos Rodríguez veneros;
documentos con los cuales acreditamos que siempre hemos tenido la
conducción del inmueble sublitis.
● En folios 04, Cancelaciones a la Municipalidad Distrital de Simbal del

Impuesto al Patrimonio Predial No Empresarial 2014 y del año 2008

● En folios 05, Un con trato de Suministro de Energía Eléctrica y 03

recibos de luz de la empresa de Hidrandina de fecha 23 de junio del


2009.

● En folios 01, Acta de constatación de cambio de cerradura en el

domicilio ubicado en la calle Porvenir Mz. P Lt 10 Distrito de Simbal


expedida por el Juez de Paz de Única Nominación del distrito de Simbal

● En folios 01, La nota de Pedido de la Ferretería SUSAKA E.I.R.L de

fecha 25 de julio del 2008, documento con el cual acredito la compra de


calaminas y un juego de baño que sirvieron para realizar mejorar en mi
domicilio.
Estos documentos o medios probatorios diversos sustentan que los
demandantes son los propietarios del predio ubicado en Simbal.

Medios probatorios del demandado

● 3 RECIBOS DE LUZ POR HIDRANDINA Y UN REPORTE DE

SERVICIO DE AGUA POTABLE Y LIMPIEZA PUBLICA A NOMBRE


DEL SEÑOR JOSE GUTIERREZ GONZALES.

7. LOS PRINCIPIOS DEL DERECHO PROCESAL CIVIL

La palabra Principio para algunos autores deriva del latín “Principium”, que
quiere decir Idea que Fundamenta, inicio de algo y para otros autores esta
palabra Principio deriva del griego Arche, que quiere decir generalidad. Por lo
tanto, desde el punto de vista etimológico se puede afirmar que la palabra
Principio dentro del Derecho Procesal Civil quiere decir Ideas que fundamentan
y generalizan el ejercicio regular de los actos procesales de las partes, para el
efectivo cumplimiento del debido proceso. Ahora bien, sobre la palabra
principio y su significado etimológico semántico existen diversas opiniones en
la doctrina comparada, para establecer un concepto es así como, por ejemplo,
en la Doctrina Procesal Civil de España encontramos que los “principios son
líneas directrices, líneas fundamentales o hilos conductores que dan al sistema
instituciones procesales que integran el derecho privado”. En el Derecho
Procesal Civil Colombiano encontramos que los Principios del Derecho
Procesal Civil son considerados como “ reglas generales del Derecho que
deben cumplirse conforme los tiene señalado ” En el caso Peruano es el
Maestro, Mario Alzamora Valdez, que define a los principios del Derecho
Procesal Civil diciendo que son “Conceptos de orden general que definen el
modo de ser del proceso en cuanto a la actividad de los sujetos que en él
intervienen y a sus relaciones “ Pues bien, de lo que se expone
precedentemente y de acuerdo a nuestra realidad social jurisdiccional se puede
decir que los Principios del Derecho Procesal Civil Peruano son “Son normas
vinculantes rectoras que orientan y dirigen el proceso civil haciendo uso de las
instituciones procesales pertinentes para resolver los conflictos e
incertidumbres que son motivo del debate del procesal para garantizar la
seguridad jurídica de la sociedad en conflicto. Los Principios del Derecho
Procesal Civil
Se encuentran diseñados en los 10 Arts. del T. P. del C.P. C desde el Principio
de la Tutela Jurisdiccional que es el primero, hasta el último que es el Principio
de Doble Instancia que es el Art. X. pasando por el Principio de Dirección e del
Impulso Procesal, el de Socialización, el Principio de Congruencia, el Principio
de Juez y Derecho y de Vinculación y Formalidad entre otros. Sin que esto
quiera decir que no existan otros Principios de coexistencia permanente en la
ejecución de los actos procesales, como lo es, en rigor el Principio del Debido
Proceso que es prevalente y que por su naturaleza es de Orden Supranacional,
porque garantiza la seguridad jurídica del proceso en general. El Código
Procesal Civil tiene 10 principios, y son los siguientes:

1.-El derecho a la tutela jurisdiccional efectiva. –

Este principio encierra dentro de su más pura concepción un derecho


fundamental que atañe a todas las personas, por cuanto no existe persona
alguna que no tenga o no pueda tener un conflicto que sea motivo de su
solución a nivel jurisdiccional. He ahí, que como principio rector por su esencia
y razón de ser de orden genérico tiene la connotación de un derecho
fundamental consagrado en la Constitución Política del Estado en el Art.139
Inc. 3ro. Esta regularidad jurídica lo tutela la norma contenida en el Art. I del
T.P. Del Código Procesal Civil al afirmar que toda persona tiene derecho a la
tutela jurisdiccional efectiva para el ejercicio y la defensa de sus derechos e
intereses con sujeción a un debido proceso. Ahora bien, el Debido Proceso que
también es un principio, su ejercicio implica el cumplimiento de una serie de
garantías que protegen a la ciudadanía que se somete a una cuestión litigiosa.
Por lo tanto, el Debido Proceso asegura que los actos procesales de las partes
los ejerciten por igual, en su defensa, así como también asegura el
cumplimiento de los plazos y otras formalidades regulares en la sabia y
oportuna administración de la justicia. En otras palabras se puede afirmar si la
tutela es el ejercicio del derecho del Debido Proceso debemos ratificar que el
Debido Proceso tiene la función de asegurar los derechos fundamentales
consagrados en la Constitución dando a toda persona la posibilidad de acudir a
la justicia para la tutela jurisdiccional de los derechos materiales individuales a
través de un proceso legal regular en el que se le dé la oportunidad razonable y
suficiente para ser oído de ejercer el derecho de la defensa, de aportar las
pruebas para obtener una sentencia justa que decida el conflicto dentro del
plazo preestablecido en la ley procesal (3) El derecho a la tutela jurisdiccional
efectiva es un derecho fundamental que conlleva dentro de sí o insume tres
derechos que son también fundamentales (4) que se deben resaltar y deben
quedar lo suficientemente claros y son los siguientes: El derecho de acción que
le corresponde al demandante ya que con su conducta procesal incita al
órgano jurisdiccional para que se le restablezca el derecho que le ha sido
vulnerado. El derecho de contradicción que le corresponde al demandado y
que lo ejercita con la contestación de la demanda en la que genéricamente
contradice todos y cada uno de los hechos imputados en la demanda. Y
finalmente, el derecho al debido proceso que, por su naturaleza, implica otorgar
a las partes procesales las garantías que la ley les otorga además de la
imparcialidad del magistrado en el tratamiento por igual a las partes, durante el
desarrollo de la acción y contradicción, debe cumplirse indiscutiblemente.

2.-Principio de dirección e impulso procesal de oficio. –

Se trata de un principio procesal de capital importancia, puesto que tiene una


doble orientación que atañe a la responsabilidad y conducta procesal del
magistrado, al textualizar el Art. II del T. P. del C.P.C. La dirección del proceso
está cargo del juez, quien lo ejerce de acuerdo a lo dispuesto en este código El
juez debe impulsar el proceso por sí mismo, siendo responsable de cualquier
demora ocasionada por su negligencia. Están exceptuados del impulso de
oficio los casos expresamente señalados en este código. En cuanto a la
dirección del proceso implica que el juez es quien conduce y orienta las
actuaciones judiciales de su competencia, precisamente porque es el director
del proceso y como tal no puede delegar funciones. El proceso civil tiene una
naturaleza propia que dentro de la modernidad jurídica debe ser activa por lo
tanto el juez que es el operador de la justicia, el demandante o actor y el
demandado o emplazado deben realizar una conducta activa en el proceso
dentro del marco de su propia competencia. Sin embargo, el Principio que se
analiza va más allá en el sentido que es el juez, quien debe impulsar el
proceso, bajo su responsabilidad, posición con la que se resalta la autoridad
judicial. El principio que se analiza e interpreta en la doctrina encuentra como
un aspecto de contradicción, el ejercicio del Principio Dispositivo que garantiza
la libre disponibilidad de las partes en la secuencia procesal, es decir que el
juez se pronuncia respecto a lo que las partes solicitan, siendo así el impulso
estaría supeditado a lo que las partes desean en sus escritos. Este criterio es
comentario regular en la jurisprudencia nacional, lo cual nos parece el ejercicio
de un criterio sesgado ya que el Principio de Dirección e Impulso se relaciona
con lo que el operador de justicia debe cumplir con el ejercicio de su
competencia, evitando demoras inusuales que perjudican a las partes que tiene
sed de justicia y de solución de sus conflictos. Además de lo que se expone,
debemos tener presente que la doctrina dominante sobre la naturaleza jurídica
del proceso acepta, que el proceso es la trilogía activa. integrada por el Juez, el
actor o demandante y el emplazado o demandado. También se acepta que las
partes procesales en el avance de la secuencia procesal se imprimen o
integran en la aptitud del juez, de tal manera que dicho magistrado no sólo se
nutre de los conocimientos de la conducta procesal de las partes, a través de
cada uno de los actos procesales, sino también se fortalece actitud consciente
de Juez, a través de la percepción de lo que sucede en todas y cada una de las
relaciones concordantes con la naturaleza del conflicto que se debate.
Concretamente, el juez con su intervención directa en el proceso bebe la fuente
viva de la naturaleza del conflicto que se debate y de la conducta de cada una
de las partes procesales que serán valoradas en su conjunto al momento de
resolver. He ahí la importancia y trascendencia del resultado del ejercicio del
principio de la dirección e impulso procesal de oficio.
3.-Fines del proceso e integración de la norma. –

Este principio textualizado en el Art. III del T. P. del C.P.C. nos dice que “El
juez deberá atender a que la finalidad concreta del proceso es resolver un
conflicto de intereses o eliminar una incertidumbre, ambas con relevancia
jurídica, haciendo efectivos los derechos sustanciales, y que su finalidad
abstracta es lograr la paz social en justicia. En caso de vacío o defecto en las
disposiciones de este código, se deberá recurrir a los principios generales del
derecho procesal a la doctrina y jurisprudencia correspondientes en atención a
las circunstancias del caso. Haciendo una interpretación sistemática del texto
glosado de este principio se tiene que el juez como director del proceso civil
tiene un motivo, meta o finalidad, respecto a la función de su competencia de la
que está investido jurisdiccionalmente. Esta función se relaciona con la de
resolver en forma concreta el conflicto de intereses puesto en debate
jurisdiccional y de esa coadyuvar a la finalidad abstracta que es la paz social
en justicia El juez tiene el imperativo de resolver el conflicto o la incertidumbre
planteada en el proceso jurisdiccional, haciendo uso de la legislación nacional
vigente, de la doctrina nacional y comparada y en el supuesto de no existir
norma o jurisprudencia, el juez crea su propia jurisprudencia y resuelve el
conflicto poniendo su criterio debidamente sustentado es decir plenamente
motivado, y de esa manera el juez cumple con resolver el conflicto aunque no
existe norma nacional aplicable al caso. He ahí la integración de la norma.

4.- Principio de iniciativa de parte y de conducta procesal. -

Este principio está diseñado en el Art. IV del T. P. de nuestro ordenamiento


procesal que textualmente nos dice “El proceso se promueve sólo a iniciativa
de parte, la que invocará interés y legitimidad para obrar. No requiere
invocarlos el Ministerio Público, el procurado oficioso ni quien defienda
intereses difusos. Las partes sus representantes, sus abogados y, en generala
todos los partícipes del proceso adecuan su conducta a los deberes de
veracidad, probidad, lealtad y buena fe. El juez tiene el deber de impedir y
sancionar cualquier conducta ilícita o dilatoria”. Este principio destaca el interés
de las personas que al verse afectadas con la vulneración de sus derechos
tienen la facultad de acudir al órgano jurisdiccional para que el juez les
resuelva su conflicto. Cuando nos referimos a la facultad significamos el
derecho de la persona que si bien quiere lo ejercita y si no lo desea no lo
ejecuta. Concretamente, la parte hace uso del principio dispositivo. O sea que
emplea su libre voluntad para interponer demanda si así lo quiere. Esto es,
hacer uso de la legitimatio ad causam que es el requisito fundamental para el
ejercicio de la acción y todo porque existe coincidencia del interés del actor con
el derecho material, cuya tutela se solicita con la pretensión. Y destacando el
interés para obrar de acuerdo a lo que establece el Art. VI del T. P. del C. C.
tenemos que precisar que quien promueve el proceso debe tener interés
económico y moral, lo primero destaca el monto dinerario y el segundo o sea el
interés moral es cuando se lesiona la conducta que puede ser propia o de
algún familiar. En cuanto a la legitimidad de obrar se tiene que tener presente
en primer lugar con la titularidad del derecho de quien demanda y que la
pretende con la acción, en este caso subyacen la legitimidad y el consiguiente
interés para interponer la demanda del actor y, por su parte la demandada o
parte emplazada también destaca ser titular del derecho que contradice con su
contestación porque tiene legitimidad e interés para contradecir. Cabe destacar
asimismo, que cuando se emplaza a una persona y ésta no comparece, el
procurador oficioso es quien actúa y ejercita el derecho en nombre de, tal como
lo tiene previsto el Art.81 del C. P. C. En cuanto a la conducta procesal de las
partes, los representantes y los abogados por el mismo hecho del nivel
profesional deben actuar con veracidad, con probidad y lealtad procesal, todo
lo cual se sintetiza en un comportamiento respetuoso y serio durante la
secuencia procesal de tal manera que la administración y la celeridad procesal
no se entorpezca o dilate, sin perjuicio que las partes procesales deben tener o
procurar una conducta procesal de colaboración con la administración de
justicia, fundamentalmente acatando las resoluciones judiciales o
cuestionándolas si fuera el caso pero con respeto y la ponderación que se
merece. En síntesis, lo que se busca en el Derecho Procesal Civil Moderno que
el litigio sea la existencia de un debate honorable que se conjugue con el
ejercicio de valores.

5.-Principios de inmediación, concentración, economía y celeridad


procesal. –

Este principio contenido el Art. V del T. P. del C. P. C., nos dice “La audiencia y
la actuación de los medios probatorios se realizan ante el juez, siendo
indelegables bajo sanción de nulidad. Se exceptúan las actuaciones judiciales
por comisión. El proceso se realiza procurando que su desarrollo ocurra en el
menor número de actos procesales, El juez dirige el proceso tendiendo a una
reducción de los actos procesales, sin afectar el carácter imperativo de las
actuaciones que lo requieran. La actividad procesal se realiza diligentemente y
dentro de los plazos establecidos, debiendo el juez, a través de los auxiliares,
bajo su dirección, tomar las medidas necesarias para lograr una pronta y eficaz
solución del conflicto de intereses o incertidumbre jurídica. La norma contenida
en el Art. V del T. P. del C. P.C. destaca varios principios, que a continuación
detallamos. Principio de inmediación. - Es un principio rector del proceso y
determina que el juez en su relación físico-personal directa con las partes con
motivo de las audiencias y actuación de loe medios probatorios conozca una
serie ponderaciones personales de las partes que le permitirá tenerlas en
cuenta al momento de resolver el conflicto o la incertidumbre en la resolución
final del proceso. Todo esto, sin perjuicio que como el juez todo lo tiene a su
alcance por ser el director del proceso, ya que en su diario trajinar y ejerciendo
el principio de inmediación, advierte y analiza el proceso a través de los actos
sucesivos donde cada acto es antecedente del que sigue, pero que tienen
relación entre sí en la medida que cada acto es un antecedente del que sigue.
Dentro de estas circunstancias, el juez ejercitando el principio de inmediación
todo lo valora, porque todo está dentro del campo jurisdiccional de su
competencia. Principio de concentración. -Este principio es un complemento
del principio anterior que se ha glosado y conforme al cual el proceso debe
realizarse dentro del menor número de actos procesales sin perjuicio de la
normal regularidad procesal de todos y cada uno de los actos. Es
concentración en la medida que algunas veces y según la naturaleza del
proceso en una sola audiencia se realizan varios actos como sucede por
ejemplo en la actuación de los medios probatorios, audiencia en la que se
ejercita la declaración de parte, la declaración de testigos, y la pericia.
Alzamora Valdez, al referirse a este principio afirma que “la concentración
impone como regularidad procesal que el juicio se desarrolle sin interrupciones,
que no proliferen las cuestiones incidentales y que la sentencia revele todo lo
que ha sido cuestión del debate procesal” Principio de celeridad procesal.-
Teniendo en cuenta que los procesos civiles se orientan a resolver los
conflictos de intereses, dentro de los plazos que la ley señala es porque existe
como finalidad suprema que la justicia sea oportuna y para ello basta que el
magistrado cumpla con los plazos que le señala la misma norma procesal,
como por ejemplo lo dispuesto en el Art.124 que dice que los decretos debe
expedirse dentro del segundo día de presentado el escrito y que los autos
deben expedirse dentro de los cinco días contados desde que el expediente
ingreso al despacho del juez, pues si esto se cumpliese la justicia sería ideal y
efectivamente se cumpliría con la perentoriedad que la misma norma procesal
lo dispone.

6.-Principio de socialización del proceso. –

Este principio cifrado en el Art. VI del T. P. del C.P. C. textualmente dice “El
juez debe evitar la desigualdad entre las personas por razones de sexo, raza,
religión, idioma o condición social, política o económica afecte el desarrollo o
resultado del proceso” Este principio es la expresión del pensamiento
eminentemente político relacionado con la igualdad de las personas y los
individuos ante la ley. Desde el punto de vista del proceso civil, este principio
tiene vigencia real y lógica, por cuanto el magistrado durante el desarrollo del
proceso a través de sus resoluciones judiciales debidamente notificadas le da
oportunidad a ambas partes para que ejerciten el derecho que les corresponde,
por lo tanto, estamos frente s la responsabilidad del abogado que defiende el
caso, en la medida que es quien debe orientar para que el proceso sea activo
sobre la base de la acción y contradicción que lo prevé el Art. 3 del C. P. C. al
afirmar que la acción y contradicción procesal no tiene límites ni restricción
alguna para su ejercicio.

7.- Principio de juez y derecho. –

Este Principio declarado en el Art. VII del T. P. del C. P.C. dice “El juez debe
aplicar el derecho que corresponda al proceso, aunque no haya sido invocado
por las partes o lo haya sido erróneamente. Sin embargo, no puede ir más allá
del petitorio ni fundar su decisión en hechos diversos de los que han sido
alegados por las partes.” Este principio tiene dos orientaciones rectoras
totalmente definidas, por un lado, destaca la sabiduría del juez con relación a la
ciencia del derecho y por otro lado hace alusión al principio de congruencia
procesal. Con relación a la primera parte, se tiene que ser consciente que, por
el mismo hecho de ser juez, aquella persona tiene un imperativo insalvable
relacionado con la sabiduría del derecho. Ser juez implica un compromiso
consigo mismo que lo obliga a destacar como sujeto prevalente por su
sabiduría del derecho y las ciencias afines que coadyuvan a la solución de los
conflictos e incertidumbres. Ser juez significa una ubicación prevalente dentro
del contexto social por su ponderación de hombre justo aplicador de las
normas pertinentes a los casos del debate procesal, aunque las partes
procesales no lo han invocado, de tal manera que, ante el imposible de
resolver un caso no ubicado legalmente en el derecho nacional, irá a la
legislación comparada, a la doctrina, a la jurisprudencia ya sea uniforme o
contradictoria y, en el mejor de los casos, el juez como un erudito conocedor
del derecho crea su propia jurisprudencia a través de sus resoluciones
eminentemente motivadas, pero lo cierto y verdadero es que el caso debe ser
resuelto, tal como legisla el principio que se comenta. En fin, esta parte del
principio que se analiza destaca que lo esencial del proceso es restablecer el
imperio del derecho y de la justicia por encima de lo que las partes sustenten
en los fundamentos jurídicos y su pretensión ya que en aplicación del principio
iura novit curia, los jueces no está obligados a admitir el error en la premisa
mayor del silogismo motivado por la defectuosa subsunción del derecho que
invocan Con relación a la segunda parte del principio se destaca el principio de
congruencia procesal, es decir que el juez resuelve los conflictos y dilucida las
incertidumbres, pero solamente los que se relacionan con las que han sido
propuestas por las partes procesales, en el petitorio; pero jamás se puede
pronunciar sobre puntos no controvertidos por las partes. En el supuesto que el
juez se pronuncie otorgando derechos no reclamados, que otorgase mayores
derechos de los reclamados, o dejara de resolver algún derecho que ha sido
motivo del petitorio, la resolución emitida es nula, nulidad que puede acarrear a
la parte incongruente o según el caso a toda la resolución, precisamente
porque se ha generado: La ultrapetita. - Que se produce cuando el juez en su
sentencia o resolución otorga derechos que no han sido pedidos o solicitados.
La extrapetita. - Que tiene lugar cuando el juez en su resolución otorga un
derecho mayor al que se debate en el proceso. La citrapetita. - Que se genera
cuando el juez en su resolución deja de resolver algún punto controvertido y
que se solicitó su solución en el petitorio. El principio de congruencia. - De
acuerdo al Principio de Congruencia Procesal, los jueces no están obligados a
otorgar más de lo demandado o a dar cosa distinta a lo solicitado en la
pretensión ni mucho menos están facultados a fundar sus decisiones
jurisdiccionales en hechos no alegados por las partes. Lo precedentemente,
expuesto implica que el juez sólo debe pronunciarse con relación a las
alegaciones hechas por las partes ya sea en sus escritos o en su escrito de
postulación al proceso.
8.-Principio de gratuidad en el acceso a la justicia. -

Este principio contenido en el Art. VIII del T-P-del C.P. C. nos dice “El acceso
al servicio de la justicia es gratuito, sin perjuicio del pago de costos, costas y
multas establecidas en este Código y disposiciones administrativas del Poder
Judicial “. Haciendo un simple examen de la realidad judicial, este principio al
parecer constituye una utopía jurídica, si se tiene en cuenta que tan presto se
interpone una demanda se tiene que recaudar con los documentos que
acreditan el pago de los derechos de ofrecimiento de pruebas y las cédulas de
notificación. Pues bien, ¿dónde está la gratuidad? Haciendo una interpretación
sistemática y hermenéutica del Principio glosado debemos admitir que
efectivamente el acceso a la ajusticia es gratuito, en el sentido que acceder a la
tutela jurisdiccional no cuesta, porque quienes están a cargo de la
administración de la justicia son funcionarios debidamente rentados por el
Estado, pues ellos no cobran. En conclusión, el acceso a la justicia es gratuito.
Para entender el acceso gratuito a la administración de justicia, me permito
concordar este principio con el Principio de la Condena de Costas y Costas que
los sustenta el Art. 412 del C. P. C. norma privilegiada que dice “ El rembolso
de costos y costas del proceso no requiere ser demandado y es de cargo de la
parte vencida, salvo declaración judicial expresa y motivada de exoneración”
Como se podrá advertir quien paga los costos y costas del proceso es la parte
vencida en el proceso, y se da el caso que, quien ha sido vencida en un
proceso judicial, es porque ingresó al litigio por una causa justificada en agravio
del demandante. Concretamente se trata de la parte procesal que fue
emplazada porque no cumplió con la obligación asumida o en todo caso
porque interpuso una demanda sin motivo, es decir se trató de una pretensión
maliciosa. Si esto es así, legalmente por aplicación de las normas citadas las
que como principios son de estricto cumplimiento resulta que efectivamente el
acceso a la justicia es gratuito, pero para quien tiene el derecho, y no así para
quien es o fue culpable de los procesos judiciales. El que incumple con sus
compromisos, quien no cumple con sus obligaciones generando procesos
civiles inoficiosos debe y efectivamente paga, por lo tanto, para él no hay
gratuidad.

9.- Principio de vinculación y formalidad. -


Este Principio signado con el Nro. IX del T. P. del C.P. C. nos dice “Las normas
procesales contenidas en este Código son de carácter imperativo, salvo
regulación permisiva en contrario. Las formalidades previstas en este Código
son imperativas. Sin embargo, el juez adecuará su exigencia al logro de los
fines del proceso. Cuando no se señale una formalidad específica para la
realización de un acto procesal, este se reputará válido cualquiera sea la
empleada”. Teniendo en cuenta que el proceso en sí no es el fin en sí mismo,
sino más bien es un medio para obtener un pronunciamiento jurisdiccional
justo, las formas establecidas en este código deben cumplirse necesaria y
obligatoriamente, porque son de carácter imperativo y de esta manera el juez
adecuará y cumplirá las exigencias formales al logro de los fines del proceso
civil. La justicia que tarda no es justicia, dice el adagio popular. Nuestro
ordenamiento procesal tiene fijados los plazos dentro de los cuales deben
cumplirse los actos procesales de las partes y del juez, por lo tanto, ejercitando
este principio en concordancia con el Principio del Debido Proceso y más aún
todavía cumpliendo con la perentoriedad procesal el operador de justicia debe
cumplir y disponer el cumplimiento de las normas procesales y
fundamentalmente los plazos, como por ejemplo tenemos que deben cumplirse
lo que tiene previsto el Art. 124 del C.P. C. que señala que los decretos deben
expedirse dentro de dos días de presentado el escrito, los autos deben ser
expedidos por el juez dentro de los cinco días que están en su Despacho y las
sentencias dentro de los plazos señalados en los Arts. 478, 491 y 555 del C. P.
C. El Principio motivo de explicación en su parte inicial, precisa que las normas
procesales del Código son de carácter imperativo. Sobre el particular se sabe
que los actos procesales de las partes tienen la finalidad constituir, modificar o
extinguir derechos y cargas procesales. Pues bien, con la postulación al
proceso las partes constituyen un derecho y al mismo tiempo una carga
procesal a través de un escrito de demanda y este escrito por mandato expreso
del contenido de los Arts.130,131,132,133,424, 425 del C .P .C. tiene una
formalidad obligatoria que al cumplirla la parte procesal está garantizando que
su demanda sea admitida y todo porque se ha cumplido con las normas
procesales destinadas a señalar cómo o de qué manera deben redactarse los
escritos de petición o solicitud en el desarrollo del Proceso Civil.

10.-Principio de doble instancia. –


Este Principio textualmente en el Art. X del T.P. del C.P.C. nos dice “El proceso
tiene dos instancias, salvo disposición legal distinta”. El fundamento sustancial
de este principio está en la falibilidad humana, esto quiere decir que todas las
personas erramos, nos equivocamos, por lo tanto, ante un posible error del
operador de justicia en su pronunciamiento por apelación oportuna, deberá ser
elevado al superior para un mejor análisis y mejor criterio y su consiguiente
pronunciamiento. El ejercicio de este principio constituye una garantía del
ciudadano en litigio, ya que ante el eventual error del Juez será el juez superior
o el colegiado quienes con mayor criterio hacen la evaluación de la resolución
impugnada y se pronuncian otorgando el derecho que corresponda. Este
principio en comentario es de orden constitucional por cuanto así lo legisla el
Art. 139 Inc. 6 De la Constitución Política del Perú al señalar la existencia de la
pluralidad de instancia jurisdiccional, disposición con lo cual los justiciables son
garantizados en el supuesto que las decisiones judiciales no les son favorables
por algún error tiene la facultad de solicitar la revisión previa apelación dentro
del plazo que la ley señala. Ahora bien, si constitucionalmente se reconoce la
doble instancia quiere decir que el proceso civil tiene dos instancias signadas
con primera instancia y segunda instancia, entendiéndose que: Primera
instancia. - La asume el magistrado de cualquier nivel que asume competencia
para conocer el conflicto motivo del debate. Segunda instancia. - Representada
por el juez de revisiones que, vía apelación, asume competencia para estudiar
el expediente venido en grado y dar un pronunciamiento con mayor y mejor
criterio. En este sentido tenemos que si el juez de paz asume competencia
para resolver un conflicto por apelación sube al juez de paz letrado. Si el
proceso se inicia ante el juez civil, al asumir competencia es primera instancia y
por apelación sube al superior que es la Sala Civil Superior.
El proceso tiene dos instancias, salvo disposición legal distinto. En algunos
países existe la instancia única, por la demanda masiva de servicios de justicia,
pero son aquellos que han logrado una considerable evolución del derecho y
del proceso, así como un elevado desarrollo en la solución de sus problemas
básicos, sin embargo, en el Perú no sería oportuno concretar legítimamente
procesos de instancia única. El artículo X consagra el principio de la doble
instancia para todos los procesos. Actualmente en el Perú los procesos
transcurren por 3 instancias, siguiendo el modelo germánico de hace muchos
siglos. El código procesal establece como regla general que el proceso tiene
dos instancias dentro de los cuales se ventila y se resuelve el conflicto de
intereses o la incertidumbre jurídica, ambas con trascendencia jurídica. La
doble instancia es renunciable expresa o tácitamente.

CONCLUSIONES

● La reivindicación procede contra terceros que de mala fe y con dolo


realizaron la acción de despojo e invadieron una propiedad de una
persona que sí tiene el titulo como propietario; entonces este recurso
embiste a la persona afecta por esta situación de exigir que se le
reponga su derecho frente a este poseedor ilegitimo.
● Los demandantes realizaron la demanda por reivindicación debido a
que presentaron demanda de reivindicación contra JOSE GUTIERREZ
GONZALES, LUCIA MENDOZA VASQUEZ, DIEGO ALONSO
GUTIERREZ MENDOZA Y SAMANTHA LUCIA GUTIERREZ
MENDOZA, debido a que los demandados ingresaran a su propiedad,
dándoles cuartos para que cuiden el inmueble, porque el señor Sergio
Rodríguez trabaja aparentemente en Lima y la señora maría iba de
visita constantemente, supuestamente por esa ausencia, los
demandados aprovecharon que ninguno estaba y cambiaron la
cerradura de la puerta, bloqueando el acceso a los demandantes el día
11 de marzo del 2013.

● Lo medios probatorios presentados por la parte demandante son mucho


más completos y sustentan su pretensión a exigir ante el juzgado civil

● Se realizo un correcto debido proceso tanto por la parte que maneja y


dirige el proceso como los intervinientes pasivos, respetando también
todos los principios del derecho procesal civil adjuntados en el trabajo
presente.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

● ARIAS SCHREIBER PEZET, Max (2011). Exégesis del Código Civil peruano de

1984. Derechos Reales. Tomo III, Lima: Normas Legales.

● PALACIOS PAREJA, Enrique (2002). “La pretensión reivindicatoria: las dos caras

de la moneda”. En: Ius Et Veritas, n. 24, pp. 83-92.


● Cas. N° 1016-2011-Lima, publicada el 30.3.2016

● CASTILLO CÓRDOVA, L. (2010) “El contenido constitucional de los derechos

fundamentales como objeto de protección del amparo”, Anuario Iberoamericano


de Justicia Constitucional, número 14.

● EXP. N.º 6167–2005–PHC/TC, Fundamento 9.

● EXP. N.º 06149-2006-AA/TC, Fundamento 36

● LEDESMA NARVÁEZ, Marianella (2008). Comentarios al Código Procesal Civil.

Análisis artículo por artículo. Tomo II. Lima: Gaceta Jurídica.

● PINEDO AUBIÁN, Francisco Martín (2016). “Comentario al artículo 475 del Código

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especialistas. Análisis y comentarios artículo por artículo, pp. 11-27.

● TICONA POSTIGO, Víctor- “Análisis y Comentario al Código Procesal Civil”,

Editorial “San Marcos”. Cuarta edición. 1998, Lima PERU

● MONROY GALVÉZ, Juan – “Introducción al Proceso Civil” Editorial “Temis” S.A.

Primera edición, Santa Fe de Bogotá COLOMBIA JURISTA EDITORES “Código


Procesal Civil”, Edición

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