Historia, para Qué - Conferencia 1
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Carlos Illades
Historiografía general
Trimestre 23-P
Alejandra Jácome Cortés
La práctica historiográfica moderna y la historia como una disciplina que tiene un método surge con
la cátedra de Leopold von Ranke (1795-1886), quien funda paradigmas y directrices del S.XX, las
que han sido parcialmente cuestionadas fueron directrices operantes. Ranke fijará las reglas del
método o del arte, las cuales consistían o tenían la pretensión de reproducir “los hechos históricos
tal como ocurrieron”, de una manera prácticamente transparente en su complejidad, reconstruir la
verdad con una exactitud fotográfica. Ranke partía de una premisa: “los hechos son únicos e
irrepetibles”, por tanto, la historia recala la particularidad. Lo cual es una condición del
conocimiento histórico. Una distinción moderna entre el futuro, el presente y el pasado. Para este
historiador la historia del tiempo presente era impensable. Ranke empezó a explorar y combinó las
distintas disciplinas como ciencias sociales para un modelo pensado como algo integral. Los
documentos históricos como insumo principal de generar conocimiento. La historicidad es cardinal
para poder producir conocimiento en Ranke. Así, asume tres certezas que limitan el conocimiento
histórico:
Estas ideas son cuestionadas por las escuelas históricas del S.XX, al analizar que la historia se
trataba exclusivamente del pasado según la perspectiva de Ranke. La primera escuela es la de los
Annales fundada por dos historiadores franceses: Marc Bloch (1886-1944) y Lucien Febvre (1878-
1956) quienes constituyen una revista en 1929 bajo el nombre Annales d’ historie économique et
sociale que cambia en 1994 a Annales, Histoire, Sciencies Sociales. A partir de su crítica a la
tradición de la Sorbona y el planteamiento rankeano, uno de los desarrollos de la escuela es
vislumbrar que la historia debe acompañarse de otras disciplinas sociales como la geografía.
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La segunda generación con Fernand Braudel, quien funda en 1868 la sexta sección de la École de
Pratique des Hautes Etudes siguiendo el modelo de investigación de la Escuela de Berlín como
discípulo de Bloch, considera que la historia no posee los conceptos suficientes que aborda para
estudiar los procesos en el tiempo por lo complementa para sus estudios los saberes de las Ciencias
Sociales. Además, propone tres ritmos en la temporalidad histórica: la larga duración es el tiempo
de las estructuras históricas como es la economía, la civilización material, la demografía, en algún
momento lo fue el cambio climático, etc. Por otro lado, el tiempo de las coyunturas que son los
cambios lentos de las estructuras económicas y sociales; los eventos y acontecimientos que es lo
que sucede a diario. Después de los trabajos principales de Braudel, en la tercera generación la
escuela se interesó por la historia económica centrada en datos empíricos cuantificables como
Emmanuel Le Roy Ladurie con su historia serial sobre el clima, para quien la cuantificación era un
requisito para que la historia pudiera considerar una ciencia. La historia cuantitativa o cliometría
permite sistematizar en series. No se basa en eventos particulares sino en series, lo cual permite
mediante técnicas econométricas hacer proyecciones pretéritas o una suerte de retrospectiva.
En Gran Bretaña, los historiadores marxistas influenciados por la historia económica comienzan la
“historia desde abajo” o historia social. Donna Torr (1883-1857), una militante socialista, organiza a
un grupo de historiadores partidarios del partido comunista británico: Grupo de Historiadores
Marxistas conformada por Maurice Dobb, Eric. Hobsbawn, George Rudé, E.P. Thompson, Dorothy
Towers, entre los cuales inician con trabajos en Historia Económica que derivan en Historia Social.
Les importaba acabar con el determinismo, los orígenes y desarrollo del capitalismo desde una
reflexión política. Varios de ellos y junto a historiadores no marxistas fundan la revista Past and
Present (1979)
Los historiadores marxistas británicos hicieron una contribución tanto individual como colectiva a
la historia y a la teoría social, desmintiendo la tesis de que la historia carecía de una teoría y que
esto habría de construirse desde fuera de la disciplina. Estos historiadores compartieron una
problemática común consistente, según Harvey J. Kaye en buscar una superación del determinismo
económico del modelo base-superestructura”, además de una problemática histórica en lo que
subyace el tema de los orígenes, desarrollo y expansión del capitalismo”.
Maurice Dobb (1900-1976) realiza Estudios sobre el desarrollo del capitalismo para definir la
naturaleza y sus orígenes en la Gran Bretaña. “acumulación originaria del capital” “l análisis solo
cobra sentido y rinde frutos si Propone que la índole social que tenía ese régimen económico era
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mediante la naturaleza social y económico. Cada sociedad tiene sus propios elementos sociales. La
historicidad de los procesos económicos debe apuntalar las fórmulas matemáticas con datos
históricos de la experiencia. La historia económica requiere abstracciones de material empírico
concreto.
George Rudé (1910-1993) se empeñó en revelar la lógica interna de la protesta popular de los siglos
XVIII y XIX en respuesta a lo que el pueblo llano consideraba agravios, injusticias o la ruptura
unilateral del pacto entre los grupos sociales o de estos con el Estado. Contra la extendida
percepción de Gustave Le Bon sobre que la multitud es irracional y se guía por pulsiones emotivas
únicamente, el historiador noruego encontró patrones de comportamiento que permitían explicar la
acción colectiva y el repertorio disponible para alcanzar sus objetivos. Rudé dedicó su libro más
recordado: La multitud en la historia, 1946 a estudiar lo que los sociólogos llaman “la turba
agresiva” o el “estallido hostil” a actividades tales como las huelgas, revueltas, rebeliones,
insurrecciones y revoluciones”. “Los ataques estaban dirigidos contra la propiedad no contra la vida
de las personas” De esta forma se reivindica el concepto de la multitud como un agregado social en
donde la etapa premoderna obedece a una lógica de las cosas como se persiguen y a la manera en
cómo se asocian.
Para E.P. Thompson (1924-1993) en su obra: La formación de la clase obrera en Inglaterra, 1963
desarrolla cómo una multitud se convierte en una clase social, es decir, como una clase obrera
organizada se convierte en un actor y su experiencia en la revolución industrial.
El objeto de la historia es la comprensión por entender porque se dio de una manera y no de otra,
según el autor de William Morris. De romántico a revolucionario (1955). Superar la distinción
planteada con Marx sobre la clase en sí como obreros que eran propietarios o trabajador de la
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sociedad capitalista como producto de la economía y la clase para sí cuando los actores intervienen
en la historia de manera consciente. Las categorías experiencia y agencia son centrales en su
perspectiva historiográfica. Aquella es siempre social y material, por lo tanto, histórica. Para
Thompson la experiencia eslabona al “ser social” con la consciencia y es el fundamento de la acción
(agencia). Por eso la clase obrera existe como tal, cuando actúa como tal, adquiere identidad y se
reconoce como clase, superando la antítesis “clase en sí” y “clase para sí”. La clase es una categoría
en el tiempo. Se constituye la clase como un proceso que las fusiona. La clase obrera se constituye
cuando actúa como un contingente organizado con demandas específicas.
Sin desaparecer la historia desde abajo pierde estrellato frente a la nueva historia cultural al tomar
como elemento central la cultura en los años setenta y ochenta. Las relaciones sociales o los
procesos económicos ya no explican el desarrollo del proceso histórico sino los elementos
culturales compartidos por un grupo pequeño o amplio y que están debajo de una acción como las
económicas. Este giro cultural va en dirección diferente a la línea británica. Para comprender qué
paso. Dentro de la historia cultural figuras como Peter Burke (1937), Robert Darton (1939), Natalie
Zemon Davis (1928).
La microhistoria con Carlo Ginzburg aborda el pasado mediante el estudio de los pequeños espacios
para entender qué ocurrió en el pasado, adentrarse a las capas del pasado. Para este autor lo
significativo está en lo pequeño, ya que lo micro está en relación con un todo más amplio, un
paradigma indiciario. Va de lo particular a lo general, como lo micro a lo más complejo. El paso de
las sociedades orales a las sociedades con uso de la imprenta. Método hermenéutico donde se
pregunta a las fuentes para hallar elementos de verdad. Como señala Peter Burke, “la microhistoria
se basa en la narración de un hecho singular con aspiraciones globalizantes”; George Iggers
menciona que los individuos están inmersos como en “un curso multifacético con muchos centros
individuales” ya no la concibe como “un proceso unificado o una gran narrativa”. Así, desarrolla
“un nuevo enfoque conceptual y metodológico respecto de la historia”
Desde los años ochenta la llamada corriente del Narrativismo da soporte a la “crisis de la historia”
donde “las nuevas tendencias enfatizaron el lenguaje sobre la propia realidad histórica; los
fenómenos culturales sobre las estructuras sociales y económicas, y la negociación con la
antropología sobre la economía, la sociología y la demografía”. Para el giro lingüístico el hombre
ya no se sirve del lenguaje para transmitir sus pensamientos, sino que lo que el hombre piensa está
condicionado por el lenguaje”. La historia ya no se explica, antes bien se lee. Para Hayden White
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(1928-2018), como antes para Arthur Danton, la narrativa posee un estatuto epistemológico y el
discurso propio de la historia. Tanto la escuela de los Annales como la corriente marxista postularon
la cientificidad de la historia, considerando a la narración un aspecto subordinado, pues la
explicación de los fenómenos históricos no la encuentran en la superficie (momentos o
acontecimientos de acuerdo con los Annales), en lo aparente o pseudo concreto (según el
marxismo), sino en la estructura profunda de las sociedades. Según White la narrativa transforma en
historia lo que sería mera crónica. La narrativa en suma constituye una forma de explicación en
donde el objetivo central es la representación de los acontecimientos humanos en todo un
significativo. Los criterios de White (Chartier) este prescinde de la referencialidad de la historia
(fuentes) y obvia las “reglas del arte” (teoría y métodos) de la disciplina.
Finalmente, el cuestionamiento más radical a los supuestos rankeanos por este autor en las últimas
décadas del siglo XX, quien menciona que no hay una relación directa, inmediata y sencilla entre el
lenguaje y los objetos a los cuales se refiere el lenguaje- para encontrar la verdad no basta leer los
documentos, ya que el lenguaje esta mediado por reglas y procesos complejos de configurarse. La
historia obedece a las reglas de la narración y no a las que postula Ranke, es decir el problema del
lenguaje entendida como una inmediatez que ya no es la única perspectiva de proximidad con un
historiador y los documentos. A este problema historiográfico antecede un filósofo, una década
antes para hablar de la narración como una forma de explicación. La verdad inscrita en los
documentos para las corrientes anteriores como los Annales, la historia cuantitativa, “la historia
desde abajo”, la operación histórica es procurarse las herramientas que dialoguen e interroguen con
las fuentes. De forma que el tercer elemento de la operación histórica es la escritura como una
forma de narración en la que reside el mayor peso explicativo.