Julio Nudler y Hector L.Lucci - Los PAYADORES Salen Del Olvido.
Julio Nudler y Hector L.Lucci - Los PAYADORES Salen Del Olvido.
Julio Nudler y Hector L.Lucci - Los PAYADORES Salen Del Olvido.
Se reproduce la nota de tapa publicada en el Suplemento RADAR del diario PAGINA/12 del 22/2/1998, con expresa autorización de su
autor, el periodista JULIO NUDLER.
Podían durar varias noches y dar pie a fuertes apuestas, pero los payadores casi nunca llegaron a escuchar los registros grabados de sus
propias creaciones. Fueron protagonistas de un tiempo ido que ahora se empieza a reconstruir con la edición de veintidos incunables, a
cargo de HÉCTOR LORENZO LUCCI, presidente del grupo Los Coleccionistas de Tango.
"El campesino argentino, como observa Sarmiento, rara vez bebe si los versos y la música
no lo excitan. Por esto toda pulpería tiene su guitarra." Así escribía el español Vicente
Blasco Ibáñez en 1910, llamando al payador "errante bardo de la pampa, que bebe
gratuitamente por derecho propio en todas las pulperías". Y contaba, también, que las
payadas de contrapunto entre estos poetas de facón algunas veces terminaban
mal, "con un vivo menos y un gaucho malo más". Estas citas están tomadas de uno de los
textos eruditos incluidos en el folleto que acompaña al ptimer volumen de Los payadores,
un cassette que contiene veintidós grabaciones incunables que pertenecen a la colección
privada de HÉCTOR LORENZO LUCCI, presidente del grupo Los Coleccionistas de
Tango, y que él mismo procesó y editó. "Hay unos treinta y cinco libros sobre payadores -
dice Lucci a Radar-, pero sus autores no escucharon las antologías grabadas. La mayoría
de los propios payadores escucharon, a lo sumo, alguno de estos registros."
El cassette comienza con "El payador", del legendario Gabino Ezeiza, grabado en 1909
por el gran José María Silva. Sigue con "El taita", de y por Higinio Cazón en 1905. Más
adelante incluye "El pimpollo", un tango inédito de Angel Villoldo que el compositor de
"El choclo" grabó en 1910, y algo después "Cívica Radical", de y por José Betinoti en
1913. El célebre "La payanca", de Augusto Berto, figura en la versión de Francisco Bianco, cantando con la orquesta de Eduardo Arolas en
1917. Entre otros payadores incluidos se encuentran Evaristo Barrios, el crédito uruguayo Juan Pedro López, que canta su
"Agradecimiento" a la Argentina, y el anarquista Sócrates Fígoli, con su "Canción proletaria" de 1906.
En 1934, Francisco Pi y Suñer se dolía de que todo hubiese cambiado: "No recorre ya las pampas el trovador; acaso veréis aún vagar por
las orillas de los pueblos algún cantor criollo recorriendo las pulperías, pero no es ya el payador de antes, sino un tipo degenerado, el
milonguero, que lleva a todas partes sus vicios y su haraganería, pendenciero y borracho... De gaucho errante, (el payador) se ha convertido
en artista vestido a la moderna que recorre los pueblos, cantando en los circos, en los clubes, en los teatros, haciéndose pagar su arte".
Como recuerda B. González Arrili en una obra de 1951, todo asistente a una payada de contrapunto tenía que armarse de paciencia,
sabiendo que debería sobrellevar "tres horas de arpegios y hora y media de canto, pues la mitad del tiempo era para rasguear, templar,
carraspear, acomodarse y exclamar: ¡No! ¡Sí! ¡Oh! ¡Ya! ¡Ta güeno! ¡No está mal! ¡Noool ¡Sí!" Según González, el payador se convirtió en
caricatura, actuando "en salones alquilados,cobrando entrada y pagando impuestos… El payador final vestía saco de confección y botines
de elástico". Quedó arrinconado entre gramófonos, fonógrafos, victrolas, luego la radio le asestó el golpe definitivo.
Pero en los tiempos gloriosos, como recuerda Ismael Moya, los payadores fueron admirados por personajes como Bartolomé Mitre, Julio
Argentino Roca, Ricardo Rojas, Leopoldo Lugones y Rubén Darío. "No era aquí un milagro -consigna Moya- el que José Ingenieros
penetrara al Café de Los Inmortales, tomado del brazo de Federíco Curlando, eximio payador, y que Antonio Lamberti gallardeara en los
cenáculos su afición canto alterno, o que Mario Bravo, poeta y parlamentario, asistiera a una payada en el café La Pelada, gozando como
criollo genuino del contrapunto."
Beatriz Seibel da su versión de una payada: "El contrapunto entre dos payadores famosos pasó a constituir un espectáculo en sí mismo,
durando una, dos o más noches. Es el tiempo de las payadas memorables, cuando los seguidores de cada artista forman bandos opuestos y
hacen fuertes apuestas por dinero. En un marco de formalidad se nombran jurados y hasta puede suceder que se firme un documento por
representantes de ambas partes, como se hizo en la payada sostenida por Gabino Ezeiza y Pablo Vázquez en 1894 en Pergamino. Ahí se
establecieron las reglas a seguir y se determinó el premio: un diploma de honor que ganó Gabino". Lucci, que se propone lanzar en total
tres cassettes con grabaciones originales, que él transfiere desde aparatos igualmente originales cuyos íntimos secretos conoce como nadie,
aclara en el folleto que se trata de una "edición puramente didáctica, sin fines de lucro". De hecho, la tirada consta de apenas doscientos
ejemplares, con los que sólo pretende recuperar el costo. Apasionado de la ópera, el canto nativo y el tango, dialogó en su departamento de
Mansilla y Salguero con Radar.
file://D:\FOLCLORE\PAYADORES\PAYADores.htm 23/06/2007
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El amor, la mujer, la flora, la geografía, los astros, la historia, las batallas, la religión, la política. En fin, todo lo imaginable.
¿Hubo mujeres que payaran?
Sí, pero no primitivamente. Es un fenómeno más reciente, tal vez desde los años 30, pero ninguna de ellas grabó.
¿Y payadores que se convirtieran luego en cantores nativos o de tango?
Está Pancho Cueva, que era Francisco Bianco. Después cantó con Eduardo Arolas y grabó "La payanca" en 1917. Luego siguió
cantando solo, y grabó "El desalojo" ("Flor de fango") en el sello Telephone poco después de que Gardel registrara "Mi noche
triste".
¿Cómo pudieron grabar tantos artistas populares?
Eso se lo debemos a Carl Lindström, un escandinavo establecido en Alemania, que competía mundialmente con la Victor y la
Columbia. Lindström ofrecía a los dueños de casas de música, bazares u otras tiendas, a cambio de que le compraran 2000 discos
por adelantado, lanzarlos con sus propios sellos y con los músicos que erigiesen. Esta modalidad prosperó especialmente en los
años previos al Centenario, cuando arreciaba la demanda de gramófonos y discos. Así fue como muchos músicos, incluyendo
payadores, pudieron grabar y llegaron hasta nosotros.
¿Qué técnica utilizaban para grabar?
En aquellas épocas se grababa y reproducía sin intervención de la electricidad, y alumbrándose a kerosén. El aparato grabador
funcionaba a pesas, que mantenían la velocidad constante. Y el fonógrafo era a manija. Los aparatos eran construidos por
mecánicos, herreros y carpinteros. Todo era puramente acústico y genuino: el intérprete se paraba frente a la bocina y no podía
interrumpir la grabación hasta haberla terminado. Es decir, no había medios artificiales para hermosear su versión: debía bastar con
la propia voz.
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