Descartes Vida y Obra
Descartes Vida y Obra
Descartes Vida y Obra
* Absoluta confianza en la razón humana. Para precisar qué significado tiene esta
confianza debemos hacer referencia a dos aspectos: El origen del conocimiento y el
ideal del mismo.
* Aspiración a crear una única sabiduría humana. Este saber debe ser universalmente
válido en el orden teórico y rector de la conducta humana en el orden práctico.
2.- EL MÉTODO
La intuición es una especie de luz natural que permite que la razón capte
inmediatamente conceptos simples sin que quede posibilidad de duda o error. Estás
primeras verdades o principios son los llamados axiomas, a partir de los cuales funciona
la deducción.
Descartes define su método como "un conjunto de reglas ciertas y fáciles que
hacen imposible para quien las observe exactamente tomar lo falso por verdadero y, sin
ningún esfuerzo mental inútil, sino aumentando siempre gradualmente su ciencia, le
conducirán al conocimiento verdadero de todo lo que es capaz de conocer". A pesar de
sus defectos, la lógica, el análisis de los geómetras y el álgebra constituyen las tres
ciencias en que Descartes se inspira para establecer su método, que expone
sintéticamente en cuanto preceptos:
3.- LA DUDA
* La falacia de los sentidos. En efecto, los sentidos a veces nos engañan, y por
ello puedo pensar que me puedan engañar siempre. El alcance de este motivo de duda
solo afecta a la apariencia de las cosas, pero no a la existencia de las cosas mismas.
Ya sé que soy. Pero, ¿qué soy?. Descartes no puede definirse como cuerpo, y
como algo que derive de él, ya que, de momento, está persuadido de que nada corpóreo
existe; el único material de que dispone es el pensamiento. Por eso responde: "yo soy
una cosa que piensa". Así pues, Descartes ha hallado la existencia del yo y la naturaleza
de ese yo como cosa pensante.
5.-LAS IDEAS
Descartes distingue en las ideas un doble aspecto: las ideas como modos o
formas del pensamiento - procesos psíquicos que ocurren al yo pensante -, o como
poseedoras de un contenido representativo, que Descartes denomina realidad objetiva de
la idea. En el primer sentido todas las ideas son iguales y todas parecen proceder de mí;
en cambio, si se consideran en cuanto a su contenido representativo, entonces son muy
distintas unas de otras, unas contienen mayor realidad objetiva que otras. ¿A qué se
debe que una idea contenga tal realidad objetiva y no tal otra? Antes de responder a esta
pregunta, hay que aclarar la distinción que establece entre realidad objetiva, realidad
formal y realidad eminente. Llama a realidad objetiva a la realidad conceptual y es la
clase de realidad que corresponde propiamente a las ideas. Realidad formal, en cambio,
es la realidad propia de los objetos. Por último, cuando habla de realidad eminente, se
refiere a una clase de realidad, qué es más realidad que la formal, y en consecuencia la
incluye. Hecha esta aclaración, la respuesta a la pregunta por la realidad objetiva de las
ideas es clara: para que una idea tenga una determinada realidad objetiva debe haberla
recibido de una causa que tenga esa realidad formal o eminente. ¿Y qué se sigue de todo
esto?, que, si la realidad objetiva de alguna de mis ideas excede a la realidad propia de
mí, hasta el punto que esa realidad no esté en mi, ni formal ni eminentemente, entonces
yo no puedo ser causa de tal idea y, en consecuencia, hay algo distinto de mí, que es la
causa de dicha idea.
Desde el Yo, cree Descartes poder justificar las ideas adventicias (las que
parecen proceder del mundo exterior), y las facticias (las que la mente parece construir a
partir de otras ideas), pues nada parece haber en ellas, tan excelente que no pueda
proceder de mí mismo; es decir, la realidad objetiva de todas esas ideas no excede a la
realidad formal propio del yo.
Ahora bien, hay una idea, que no es adventicia, ni facticia, sino innata, cuya
realidad objetiva sobrepasa con mucho la realidad formal contenida en mí: Dicha idea
es la idea de Dios. La idea de Dios es la de una sustancia infinita, eterna, inmutable...
Descartes carga el acento sobre la nota de infinitud y concluye diciendo que es
imposible que yo ser finito sea la causa de esa idea.
- La idea como realidad objetiva requiere una causa real proporcionada; luego, ley de
un Ser Infinito requiere una causa infinita; luego, ha sido causada en mí por un ser
infinito; luego el ser infinito existe.
Además del argumento que muestra a Dios como causa de su idea en mí, en la
Meditación tercera hay un argumento que presenta a Dios como causa de mi propia
existencia: yo, que me reconozco como ser imperfecto, reconozco al mismo tiempo que
no puedo ser el autor de mi ser, pues, al crearme a mí mismo, desde luego no me
hubiera privado de ninguna en las perfecciones que concibo en la idea de Dios.
Para probar la existencia de las cosas corpóreas Descartes argumenta así: Dios sería
falaz si me enviara las ideas de las cosas corpóreas directamente por sí mismo o por
mediación de alguna criatura más noble que los cuerpos, pues no me ha otorgado
ninguna facultad para querer que eso sea así y, si me ha dado una fuerte inclinación a
creer que dichas ideas me son enviadas por las cosas sensibles. Así pues, dado que Dios
no es engañador, como realmente existente en los cuerpos, es lo que percibimos en ellos
con claridad y distinción, es decir, aquello que es objeto de la geometría especulativa (se
está refiriendo a las cualidades primarias: extensión, movimiento, figura). En cuanto a
las cualidades secundarias, como son el sonido, la luz, el color..., no son percibidas con
claridad y distinción, y no existen en los cuerpos, sino me sujeto.
El mecanicismo cartesiano puede resumirse así: Dios crea la materia inerte e inyecta
en ella una cantidad de movimiento, que en virtud de la inmutabilidad divina,
permanece siempre constante. Esta materia, definida como extensión geométrica, se
divide en innumerables átomos materiales, los cuales chocan entre sí y dan lugar a los
diversos cuerpos. La estructura y el funcionamiento de los cuerpos se explican por estas
tres leyes: principio de la inercia, la ley de que todo tiende a moverse en línea recta y el
principio de la conservación del movimiento. Estas tres leyes derivan de la
inmutabilidad divina. Descartes incluye en la interpretación mecanicista de la naturaleza
también a los cuerpos orgánicos de las plantas y animales, incluido el cuerpo del
hombre.
7.- LA SUSTANCIA
De todo lo expuesto se deduce que Descartes distingue tres ámbitos de realidad: Dios
o la sustancia infinita, el yo o sustancia pensante y los cuerpos o sustancias extensa.
Descartes define la sustancia como aquello que existe de tal modo que no necesita de
ninguna otra cosa para existir. En este sentido literal es claro que la definición solo
corresponde a la sustancia infinita, pero prefiere mantener la definición para la triple
sustancia, expresando de esta manera la independencia mutua entre la sustancia
pensante y la sustancia extensa. Esta independencia entre ambas sustancias él la
fundamenta en el hecho de que se obtiene de ellas ideas claras y distintas. Nosotros no
percibimos las sustancias como tales, sino que solo conocemos sus atributos o
propiedades esenciales: la extensión es el atributo de los cuerpos y el pensamiento del
yo. Descartes habla también de modos o modificaciones de la sustancia; la figura y el
movimiento son modos de la sustancia extensa; la imaginación y el sentimiento lo son
de la sustancia pensante.