La Nueva Inquisición

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La nueva inquisición

Alan Daniel González Novoa 5ECNE-M

En los últimos años, el derecho a la libre expresión ha ido tomando visibilidad y ha empezado
a ser ejercido por aquellos grupos vulnerables que padecen de manera constante algún tipo
de violencia. Es por ello que se han desarrollado distintos canales de comunicación a través
de los cuales se han dado a conocer testimonios y demandas relacionados al tema de los
feminicidios o violencia en algún menor grado hacia las mujeres por motivo de género.

Todos estos canales de comunicación, tanto en espacios públicos como en las redes sociales,
han sido denominados «tendederos feministas», que en un inicio tuvieron un gran impacto
porque visibilizaban un problema al que las autoridades no daban mucha importancia a las
cifras y gravedad de los casos; además, estos tendederos no solo exponían que la violencia
de género existe, si no también exhibían a los culpables de los casos. Todo esto promovía, o
al menos intentaba, que cualquier persona con la decisión de cometer actos de violencia de
género, lo pensara dos veces antes de actuar y reflexionara sobre los daños a su imagen y a
su vida en general que esto ocasionaría.

Visto desde esa perspectiva, la sociedad estaba logrando una autorregulación, pues el daño
moral limitaba que muchas personas actuaran de manera violenta; sin embargo, hoy en día
no es así: en los tendederos feministas se publican personas inocentes y se les culpa de
violadores.

Y es que, si se reflexiona sobre esta práctica, se puede llegar a la conclusión de «¿Cómo


sabemos sí es o no verdad lo que se muestra en los tendederos?», porque a lo largo de los
años se ha mantenido el concepto de presunción de la inocencia (inocente hasta que se
demuestre lo contrario) pero en este tipo de casos, donde las probabilidades de que haya
pruebas son muy bajas pero las estadísticas de que ocurran son muy altas, no hay otra
solución más que invertir las premisas y decir que «es violador, acosador o ha violentado de
alguna otra manera a menos que demuestre lo contrario», dándole así mayor palabra a la
presunta víctima que al agresor.

De esta manera (quitándole voz al acusado) es que se ha perdido la validez de esta práctica,
pues ahora cualquier persona puede acusar injustificadamente a otra con el único propósito
de difamarla y afectar su imagen.
A mi consideración, acusar de agresores a gente inocente y hacer que por ello se ponga en
duda la veracidad de todos los demás casos que sí son reales es también un tipo de violencia;
pues, independientemente de la opinión que se tenga sobre el feminismo, realizar estas
acciones que le quitan validez a los tendederos es eliminar un canal que se tiene para exponer
las agresiones vividas y encontrar un espacio donde poder expresarlo es también un tipo de
violencia.

Y aunque pueda parecer que acusar de esta manera a alguien no afecta a la sociedad, lo cierto
es que hay casos, como los ocurridos el pasado 08 de marzo en la escuela, donde compañeros
fueron expuestos en el tendedero por motivos ajenos al movimiento y estos, además de ser
excluidos por el resto de la comunidad estudiantil, ocasionaron que no solo se creara duda
sobre la veracidad de sus casos, si no también de los demás que sí eran verdaderos.

Como ya mencionaba, se debe pensar dos veces antes de cometer una agresión, y para
concluir me gustaría agregar a este enunciado que también se debe reflexionar dos veces
antes de acusar a alguien de algo que no hizo, pues además de dañar la imagen de la persona,
se perjudica la validez del movimiento feminista.

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