Cámara Arquitectura y Sociedad
Cámara Arquitectura y Sociedad
Cámara Arquitectura y Sociedad
ediciones
ARQUITECTURA Y SOCIEDAD
EN EL SIGLO DE ORO
Arquitectura y sociedad
en el Siglo de Oro
ediciones«rKelí
t^ el arquero
Esta obra ha sido editada con la cola-
boración del Instituto de Conserva-
ción y Restauración de Bienes Cultu-
rales del Ministerio de Cultura
© Alicia Cámara
© Fundación José Ortega y Gasset
D Oran, S. A. Ediciones El Arquero, 1990
Josefa Valcárcel, 27. 28027-Madrid
Depósito legal: M. 21.337-1990
ISBN: 84-86902-07-X
Printed in Spain
Impreso en Lavel
Los Llanos, nave 6. Humanes (Madrid)
A mis padres
Prólogo
VÍCTOR N I E T O ALCAIDE.
Presentación
' Sobre el tema, F. A. Yates, Astraea, The Imperial Theme in the Sixieentb Cen-
tury, Harmondsworth, 1977.
2 Simón Diaz (1964), pág. 92.
11
12
HISTORICISMO Y ANTIHISTORICISMO
En una época como la nuestra, en la que la reflexión históri-
ca está invadiendo en gran medida el terreno arquitectónico, no
podemos dejar de plantearnos la visión que de la arquitectura del
pasado tuvo la España del Siglo de Oro, pues en el verse distinta,
o continuadora, de ese pasado, se pueden rastrear actitudes que
acabarían por plasmarse en las obras construidas.
Desde un punto de vista cultural, la España de fines del si-
glo XVI y comienzos del xvii conoció una verdadera eclosión de
la investigación histórica. Fue incorporada a esa investigación
tanto la nueva ciencia de la arqueología como ciertas visiones
cuasi románticas, pero en todo caso con el deseo de lograr un au-
téntico rigor histórico. En lo referente a la arquitectura se apre-
ciarán las obras medievales de la España cristiana, y de la misma
manera se apreciarán y restaurarán las obras dejadas por los ára-
bes en la península, pero será sobre todo la valencia histórica de
su antigüedad (es beneficioso para la monarquía su conserva-
ción) la que prime sobre los planteamientos estéticos.
El manierismo clasicista que imperó en la arquitectura en
esta época tuvo su raíz en El Escorial, y queda perfectamente di-
ferenciado por los mismos contemporáneos tanto de la arquitec-
tura del primer renacimiento como del barroco. La arquitectura
que parte del reinado de Felipe II —con el hito de El Escorial—
es nueva desde el punto de vista formal, aunque funcional y sim-
bólicamente pueda no existir ruptura con el pasado.
La voluntad de superar históricamente un sistema construc-
tivo mediante un nuevo sistema, ahistórico en su codificación
clasicista, encontró su reflejo en críticas a obras del pasado re-
ciente, como la de Lázaro de Velasco en 1581 al palacio de Car-
15
16
' D. de Guzmán: Reyna Católica, Vidaj muerte de D.' Margarita de Austria Rey-
na de Espantm... Madrid, 1617, f. 131.
2 Lobera (1596), Prólogo al lector.
' F. de Pisa, Apuntamientos... (ed. de 1976), págs. 69 y 80.
17
Teatro Eclesiástico, del año 1647, que en la España árabe «no avía
estudios, ni se profesavan letras, porque el Moro en ningún
tiempo ha hecho aprecio de ciencias ni estudios públicos»^; uno
de los autores más eruditos del pleno barroco contrarreformista
quizá pensara que atribuir a «los Moros» inteligencia, industria,
sabiduría, etc., supondría conferirles unos tan altos valores del
espíritu que podía resultar poco conveniente.
En el mismo sentido podemos recordar cómo la fe católica,
que tenía en los monarcas españoles sus más fieros paladines,
festejó periódica y tradicionalmente, en las ciudades, los triunfos
habidos sobre los moros'. Y a pesar de que, como veremos más
adelante, la belleza de las obras árabes fue reconocida y conser-
vada, para algunos fue la dominación árabe la catástrofe más
grande de la historia de España, y no se pueden dejar de anotar
aquí unas líneas escritas por el holandés Cock en tiempos de Fe-
lipe II: al ser de tierras lejanas, hubo de reflejar aquello escucha-
do durante su viaje, y sus palabras pueden ser el eco de la época
cuando describe cómo «El Moro se ensañaba devastándolo todo
con sus feroces armas, hasta el punto de que Castilla, desgarrada
por las leonas africanas lloraba dolorida su perdición»''.
No es generalizada esa visión negativa, sobre todo si se trata
de referencias a las obras de aquellos tiempos, que fueron restau-
radas y conservadas por los monarcas españoles y alabadas por
los cronistas. Por otra parte, a lo largo del xvi, se produjo una in-
teresante asimilación de lo árabe, que llegará incluso a definir al-
gunas de las experiencias artísticas que con propiedad pueden ser
calificadas de manieristas. De cualquier manera, cuando los his-
toriadores se refieren a los grandes edificios de una ciudad, en
ningún momento los medievales resultarán menospreciados en
la relación: ni los góticos, ni los árabes.
2. . . . Y DE s u ARQUITECTURA
tina) y de Sobrado dos Monxes (en 1620 para comenzar una igle-
sia de tres naves y planta de cruz latina, con claustro, dormito-
rios...), se escribían historias en las que las abadías cistercienses
eran objeto de estudio y de investigación. N o era, pues, en este
caso un planteamiento estético, sino funcional, el que llevaba a
acabar con pequeños edificios medievales, y en cambio cuando
éstos tenían más categoría pasaban de inmediato a formar parte
de ese patrimonio histórico del que toda comunidad se sentía or-
gullosa, porque era cimiento de su grandeza.
En España hay además, y de todos es sabido, muchos ejem-
plos de «gótico del xvi», y lo más espectacular son las catedrales,
pues esta tradición constructiva venía avalada con frecuencia
por la misma institución eclesiástica, y por la tradición histórica
que identificaba a un pueblo con la obra colectiva de una cate-
dral. Arquitectos como Rodrigo Gil trabajaron indistintamente
en las catedrales góticas, y en obras configuradas con los nuevos
repertorios formales, y por ejemplo el modelo de la catedral de
Salamanca está presente cuando a comienzos del siglo xvii pro-
ponga Pérez de Herrera la construcción de una catedral en Ma-
drid. Con estas actitudes, lo que se estaría planteando sería un
problema de historia, que de cualquier manera liga los resultados
al factor del mecenazgo, diferenciándose claramente en ese sen-
tido la nobleza de la Iglesia.
Ante las obras del pasado las consideraciones fueron por lo
general más de índole histórica que estética: no es otro el caso de
Ambrosio de Morales (1575) interesándose por las iglesias pre-
rrománicas asturianas, en el origen de la monarquía hispana y en
la cuna de la Reconquista. La historia y el arte aparecen normal-
mente como un todo único en la reflexión sobre el pasado. Sólo
en contadas ocasiones la valoración estética se genera con inde-
pendencia de la significación histórica de un edificio. Valgan
dos ejemplos del siglo xvi: un mecenas y un tratadista, uno a co-
mienzos y otro a finales de siglo.
El primero es don Fadrique Enríquez de Ribera, que viajó a
Jerusalén entre 1518 y 1520. A su paso por Italia quedó admira-
do por la catedral de Milán, que, según él, superaba a la de Sevi-
lla en el exterior por sus «muchos remates e imágenes de vulto»,
siendo superada, en cambio, por ésta en lo que al interior se re-
fiere. La sensibilidad de este hombre para el arte se pone de ma-
24
" A. G. S., C. y S. R., leg. 302, f. 200; sobre estas tumbas, véase también
K de Pisa (1612) (ed. de 1976), pág. 88.
i" Bermúdez de Pedraza (1638), f. 33 v.".
15 L. Olivato (1976), y F. Checa (1984).
!'• Bermúdez de Pedraza (1638), f. 30 v.°.
¿I
' A.
A. G.
ü . S.,
S., C.y
C. y S.
S. R.,
R., leg.
leg. 322,
J22, f.t. 178,
1 /»,año
ano 1602.
louz.
'" ídem, leg. 327, f. 6; en noviembre de 1603, por ejemplo, se había pedido
dinero otra vez, y no fue sólo para continuar las obras de la Casa Real Nueva,
sino para reparar las viejas (leg. 304, f. 207).
'•' A. G. S., C.y S. R., leg. 304, f. 207; leg. 322, ff. 181 y 429.
28
llegó a Daroca en 1585 pensó que su muralla era obra árabe por-
que «confirman también ser edificio de moros los huertos culti-
vados que tiene, porque en muchas partes de España he visto
que esta gente es más inclinada a cultivar y plantar que otra algu-
na» 2". Pero también las obras públicas fueron alabadas, pues «En
ninguna cosa pusieron... mayor rigor de penas, que en la limpie-
za del agua y buen uso della», y en Sevilla no podrá por menos de
preguntarse un viajero «¿que mayor que estos caños que vienen
de Carmona, que fabricaron los moros? ¿No son por excelen-
cia?» ^^
Si por un lado todas estas antigüedades fueron apreciadas
bien por su artificio, bien por su utilidad, nuestro personaje del
Siglo de Oro también diferenciaba desde un punto de vista tipo-
lógico los diferentes estilos artísticos. Permítasenos poner algu-
nos ejemplos: en EJQuijote se habla de las «ventanas de la casa de
un moro rico y principal, las cuales como de ordinario son las de
los moros, más eran agujeros que ventanas, y aun éstas se cubrían
con celosías muy espesas y apretadas» 2''. Fueron sobre todo aque-
llos aspectos más diferenciados con respecto a la arquitectura
cristiana los resaltados, y tal es el caso de las puertas de las ciuda-
des, tan distintas tipológicamente en uno y otro caso, lo que hace
que Morgado escriba, al enumerar las puertas de Sevilla, que
unas habían sido «renovadas, y labradas al uso, modelo y tra^a de
nuestro tiempo... sin verse ya en ninguna de todas ellas, excepto
en la del sol, y en la de Córdova, aquellos rebelines, y rebueltas
del tiempo antiguo de Moros»". Un tercer ejemplo puede ser el
de F. de Pisa, que, refiriéndose al trazado urbano de la ciudad de
Toledo, afirma que «el aver quedado algunas calles angostas, tor-
cidas y con veynte rebueltas, es uno de los daños que los moros
causaron en aver tantos años posseydo y habitado esta insigne
ciudad»2». Si pensamos que la cuestión del urbanismo de Toledo
fue una de las posibles causas que incidieron en el traslado de la
corte a Madrid, comprenderemos por qué se habla como de un
Después de El Escorial
33
34
' Sobre estas noticias: A. G. S., C. y S. R., leg. 327, ff. 334 y 343; leg.
302(3), ff. 406 y 412, y C. Seco (en la introducción a Pérez Bustamante, 1979),
pág. XXXVI.
'• F. de los Santos, Ms. B. N. M. núm. 888, f. 393, y (1681), f. 111
y lllv.o.
'' Ya Llaguno adjudicaba la autoría de la traza a Gómez de Mora, pero
véanse también: Chueca (1945), Martín González (1959 y 1963), y Taylor
(1979). Taylor es quien afirma que el modelo para el Panteón de Crescenzi fue
el elegido por Felipe 111, y ha sido contestado por Martín González (1981) y
Tovar (1981).
37
LA OFERTA Y LA DEMANDA
CAPÍTULO III
El Arquitecto
45
46
^ ' ' " ° Í ' d f A Í e ] Vmafa.e. De .ana .on^ensura...... Hbro IV. 1587. f. 2.
52
" Suárez de Figueroa, Plaza Universal de todas cienciasj artes... (1615), f. 86 v.»
y 87. La edición de Thomaso Garzoni con la que ha sido cotejado este texto, ha
sido la de Venecia, 1589.
59
~ '^ Sobre inventarios de bibliotecas de arquitectos, f„^,^^ P ° " ' ' ' ¿ f f . ^ ¡ ' ' ¿
(1945), C. Wilkinson (1974). Cervera Vera (1950-51 y 1977). Sánchez Cantón
(1941). García Chico (1963). F. Marías (1981). B. de San Ro-"^" 0927), K
Marías y A. Bustamante (1981), V. Tovar (1983). M. Agullo (1973).
62
" Ídem, leg. 328, f. 99. Véase también Martín González, «Arte y artistas del
siglo XVII...» (1958).
5» A. G. S., C.yS. R., leg. 303, s. fol.
5" Bustamante (1983), pág. 377, y A. G. S., C. y S. R., leg. 302 (1),
f- 193.
tamiento de Madrid desde 1616, como Maestro Mayor de la
villa'".
Mejor pagados que los trazadores estuvieron los ingenieros,
sobre todo aquellos que ejercieron un papel rector en el conjunto
de obras de fortificación emprendidas en la península: Juan Bau-
tista Calvi en 1556 ganaría 780 escudos anuales por distintos
conceptos referentes todos a su profesión; al Fratin (Jacome Pa-
learo Fratin, que vino de Milán en 1565 para sustituir a Calvi
como ingeniero) cuando murió se le adeudaban tres años de sala-
rio, pero es fácil adivinar su nivel de vida si consideramos que en
sus últimos años llevaba consigo cuando viajaba «1500 ducados
de plata labrada para su servicio, un rosario de perlas y oro tasa-
do en 300 ducados, estuche y compases de plata, cuatro caballos
y sus correspondientes criados y acémilas»*'. Otro gran ingenie-
ro, Leonardo Turriano, llegó a ganar 1.600 ducados al año, y a
Spanoqui, cuando le nombraron ingeniero mayor en 1600, le fue
aumentado el sueldo a 1.400 escudos. No nos puede extrañar,
por tanto, la queja del ingeniero Cristóbal de Roda en 1616
cuando solicita desde América que le aumenten el salario por-
que, alega, «no hay ningún ingeniero de V.M. que no esté carga-
do de mercedes y títulos y sólo nosotros somos los desgraciados y
los que servimos más: esta fortificación no importa menos que
las de Ambcres, de Pamplona y de Jaca y Pachote, Frantin y Ti-
burcio (se refiere a Spanoqui) tenían dos y tres mil ducados al
año»'*2 Exagera algo la cifra, aunque con las ayudas de costa, por
ejemplo, el sueldo de los ingenieros se redondeara bastante, pero
de lo que no cabe duda es de que la profesión de ingeniero fue
una de las mejores pagadas en la España de Felipe II y de Feli-
"" A. G. S., C.jiS. R., leg. 304, f. 94, leg. 302, f. 278, en el mismo legajo (I),
f. 275: «su Magestad es servido de hacer merced a Juan Gómez de Mora maes-
tro de sus obras por sus servicios y por haberse casado de que los doscientos du-
cados que se le dan de gajes por sus oficios, sean cuatrocientos, como se le da-
ban a Francisco de Mora su tío y a los otros sus antecesores» (11 de junio de
1614). Véase también del mismo Archivo, C. M. C, 3." época, leg. 765, y V. To-
var. Arquitectura madriUña... (1983), págs, 96, 104 y 111.
'"' J. Aparici y García, «Continuación del informe...», en Memorial de ingenie-
ros, IV, 1849, págs. 30 y 31.
''2 Colección Aparici («Mar y Tierra», según la antigua ordenación del A. G.
S., leg. 564, año 1600) y E. Marco Dorta (1951), pág. 81.
71
"' A. G. S., C. M. C, 3.' época, leg. 765, ^ C. y S. R., leg. 302 (1),
f. 189.
'•" ídem, C.y S. R., leg. 329, f. 267, viendo peligrar tal merced en 1619 por
un problema administrativo, suplica al rey que «atento a mis servicios y al poco
salario que goza me aga md se me confirme el uso de la dicha tienda por solo el
tiempo q durare el servir a V. Md...».
" Ludovico Cueto, encargado de las fuentes en 1615, ganaba trescientos
ducados, lo mismo que antiguamente había ganado Francisco de Montalvan
En cuanto a los pintores, entre 1607 y 1611 Fabricio Castello había ganado al
aflo 192 ducados, Patricio Cajés 240 y V. Carducho 133. En esas mismas fechas
un veedor podía ganar 200 ducados, un pagador 150, un pizarrero U2. A. L..
S-, C.y S. R., leg. 305, f. 360, y leg. 302 (I), ff. 189 y 192. En este ultimo docu-
mento se recogen todos los sueldos de los trabajadores (casero, capellán, jardi-
nero, guardas, carretero, etc.) en el alcázar y bosque de Balsaín.
72
'"' Montero Aparicio, ^rtíif/f¿/afo... Vera de Piasemia {\975), pig. 358. Sobre
los canteros montañeses que había, f)or ejemplo, en Soria en 1597, véase Salti-
llo, Artistas... (1948), pág. 11.
''' El término «maestro arquitecto» aparece en documentos de fines del si-
glo XVI y comienzos del xvii, Moya Valgañón, Arquitectura... Rioja Alta
(1980).
'^ A. G. S., C.j S. R., leg. 323, f. 444, año 1610.
7' ídem, leg. 326, f. 45.
75
'5 ídem, leg. 328, ff. 514 y 515. Se trata del informe sobre la tasación de la
obra de cantería del corredor nuevo y parte que junta con la escalera en lo
1620, en la que el aparejador era Pedro de Lizargárate.
'« /dem, leg. 303, s. fol.
76
brado para ese cargo (1611), las siguientes funciones: ordenar lo
que había que hacer, así como los reparos, firmar las nóminas y
libranzas de lo que se gastara, tener una llave del arca del dinero
de dichas obras, y concertar los destajos y todo lo demás tocante
al cargo de maestro; en su ausencia le sustituiría el aparejador.
Para ocupar el cargo Gómez de Mora tuvo que jurar que serviría
bien, fiel y legalmente al rey «y que donde hubiere Probecho de
su rreal hacienda lo procurara y donde biere o entendiere daño
lo escusara»'^.
En las obras reales las competencias de cada oficio estaban
muy claras, pero aún así a veces se podían producir conflictos,
por ejemplo, entre el tracista y el maestro de obras; así sucedió
cuando Fray Alberto de la Madre de Dios disintió del informe
dado por Juan Gómez de Mora en 1613 sobre la cerca de la huer-
ta de la Priora, ya que no había tenido en cuenta los empujes del
terreno, de lo cual resultaba que los materiales no eran los ade-
cuados. Claro que también podemos recordar cómo el mismo
Gómez de Mora hubo de rectificar trazas dada por su tío Francis-
co de Mora, una vez comprobadas las dificultades que entrañaba
su ejecución^».
Como es lógico, los grandes trazadores fueron muy aprecia-
dos por el poder, y así, por ejemplo, el duque de Lerma anotará
en el margen de la carta de 10 de agosto de 1610, en la que se le
notificaba la muerte de Francisco de Mora, lo siguiente: «Ame
pesado desta muerte de francisco de mora porque era muy buen
hombre y de servicio en su ministerio téngale dios en el zielo»^'.
Como escribiría Gómez de Mora, su sobrino, «la grandeza de los
edificios haze loables, y de eterna memoria a sus fundadores y
por ellos se conoce la magnanimidad de los Reyes», y así la figura
•'•' ídem, Icg. 302 (I), f. 278. Sobre las funciones del trazador véase el escrito
de J. Gómez de Mora, reproducido por V. Tovar en Arquitectura madrileña...
(1983), págs. 466 y ss.
'* A. G. S., C.jS. R., leg. 302 (2), s. fol. y V. Tovar, op. cit. (1983), pági-
nas 470 y 166 y ss.
•" ídem, leg. 302 (I), f. 103. En la carta se informa que «haviendo venido
esta mañana de Alcalá Fran"» de Mora fállaselo súpitamente con sólo un 9Íden-
te de temblor, ha me pesado por la falta que hará al servicio de Su Magd en los
Ministerios que servía por su mucho cuidado y experiencia en sus papeles e
mandado poner buen recaudo».
77
'>'> Publicado por Cruzada Villaamil en 1866, y recientemente por Calvo Se-
rraller (1981), es el Ms. núm. 2350 (está impreso) de la B. N. M.
i™i Medina, Libro de grandezas.-. (1595), f. 261 v.°.
101 Sigüenza (ed. de 1963), pág. 398.
i»2 Carrillo, Fundación... Descakau... (1616), pág. 60.
83
•D¿3^'
••'^^S^C'T^C-
o !>>.». ^ > - " Sy.—yi»-.i«
^^ r- . «^-*
Planta de la casa del conde de Lemos en La Coruña. Año 1594, A.G.S., Mapas,
planos y Dibujos, XVl-177.
CAPÍTULO IV
La nobleza en la ciudad
85
86
>
' Fernández Navarrete (1626), págs. 243 y ss.
tado de la superficie de la tierra. Buelo es todo aquello que
sale más de lo macizo, que llaman vivo. Planta es lo macigo,
donde pisa el edificio. Perfil es lo que se fxjne al lado de qual-
quier cuerjx). Corte es el que muestra por traza lo inte-
rior)»''.
11 Ledesma (1600) (cd. de 1978), págs. 195-197, 272 y ss., y 279 y ss.
89
12 Ríos Hevia, «De la vida de nuestra Beata Madre Teressa de lesus en me-
taphora de un palacio», en Fiestas... (1615), f. 133 v.°.
I' Lope de Vega, B. A. E., 38, pág. 453.
90
grandes personajes y a las fiestas, que era cuando las casas y pala-
cios debían presentar su mejor aspecto. Así, por ejemplo, para re-
cibir al cardenal arzobispo de Sevilla en la casa que se le había se-
ñalado como posada en Madrid en 1598, «aderezóse la casa de
muy luzido cortinaje», siendo éste descolgado al saberse la noti-
cia de la muerte de Felipe 11^. Las grandes fíestas en el Alcázar
de Madrid fueron impensables sin los tapices y las luces noctur-
nas, configurando los tejidos ese espacio áulico. Así, en 1612, en
el «Salón grande que tiene de largo ciento, y treinta y cinco pies,
y de ancho treinta, y quatro», se colgó la tapicería de las guerras
del Emperador Carlos V en Túnez y La Goleta, «muy rrica por
ser de sedas de colores, de oro y plata»; el cronista describe con
minuciosidad todas las tapicerías que se colgaron, su disposi-
ción, materiales y temas que representaban (signos del zodiaco,
jardines y galerías con ninfas, los siete pecados...)^.
También las iglesias se adornaron con tejidos en las fiestas,
pero en cambio los prelados virtuosos podían ser alabados preci-
samente por la carencia de adornos en las paredes de sus mora-
das. Ese es el caso del arzobispo Francisco Blanco —que lo fue
de Santiago desde 1574—, pues «el trato de su casa, la templan9a
de su mesa, el adorno de sus salas, que era las paredes blancas, y
la virtud de su familia dezía mucho con lo que professaron los
primitivos Obispos de la Iglesia»". Todo un programa de virtud
del que las paredes blancas de su vivienda formaban parte.
La tendencia a que las colecciones de cuadros abandonaran
los gabinetes y camarines para ser expuestas en galerías'^^ como
la del duque de Lerma en el palacio de su ciudad ducal, donde te-
nía «quadros Retratos Mapas Países y otras pinturas de excelen-
tes manos»", y la afición generalizada por la pintura a comienzos
del siglo XVII, acabaron por desnudar las paredes de colgaduras y
tapices. Ejemplo de modernidad en los interiores lo dio la casa
de los príncipes de Esquilache, en Madrid, en 1626, sin tapices,
con las paredes blancas salvo algunos cuadros de paisajes y bode-
La iglesia en la ciudad
1. CONSECUENCIAS DE TRENTO
103
104
todo por parte del resto de los religiosos que allí ejercían su mi-
nisterio, que las tensiones acabaron en una importante altera-
ción del orden que, por su violencia, motivó incluso la interven-
ción de la justicia. Son los conflictos que surgieron a raíz de la
decisión de la Compañía de establecerse en Bilbao^".
Corría el año 1600. Las parroquias de la villa fueron las pri-
meras en reaccionar, y el notario Juan Martínez en su nombre
hizo constar su protesta: consideraban, en primer lugar, que ya
había allí suficientes iglesias, religiosos y predicadores, estando
todavía además algunas de las iglesias por acabar. En segundo lu-
gar, decían que después de la peste lo único que quedaba era po-
breza, añadiéndose a esto que la villa se hallaba empeñada y que
obras públicas muy necesarias —«la puente y muelles»— reque-
rían su dinero. En otro escrito se dirá que entre los gastos que ya
tiene la villa, no es el menor el de que tenga por hacer el Ayunta-
miento. Se acompañaban estos escritos con cartas de los vecinos
en las que pedían que no se instalara la Compañía. Afirman algo
además que probablemente había sido expresado de palabra en
muchos lugares acerca de las órdenes religiosas: que si tanto de-
seaban propagar la doctrina, buscaran para ello lugares donde
todavía no hubiera religiosos. En este caso concreto se dice que
estando ya Bilbao muy bien atendida en ese aspecto, y habiendo
en cambio en el Señorío de Vizcaya muchas villas y lugares en
los que no había ni un solo religioso, que a tales lugares se diri-
gieran para establecerse.
Ante esta reacción, el rey ordenó al corregidor del Señorío
de Vizcaya que averiguara si se debía conceder la licencia para la
fundación, o si, por el contrario, ésta resultaría perjudicial para
otros frailes o para la villa. A raíz de esto, se reunió el Ayunta-
miento en consejo, y se dio el voto afirmativo para la fundación.
Entre las razones aducidas hay una con la que parecen querer
protegerse de la inmediata réplica de la opositores; dicen que en
su decisión no ha influido la «passión» del Ayuntamiento con el
Cabildo, pues han tenido problemas por la concesión de unos
beneficios, lo cual nos puede hacer sospechar la existencia de
otros intereses que predispusieron al Ayuntamiento a hacer
leña, solares etc. ^8, impuso su voluntad en muchos casos por en-
cima de otros poderes, y así, por ejemplo, tanto Felipe III como
el duque de Lerma consiguieron que el convento de los Capuchi-
nos se instalara en Madrid en 1609 a pesar de la oposición del
Consejo, pues esta orden, dedicada al apostolado del pueblo sen-
cillo, fue especialmente querida por este monarca".
Este mismo rey dedicó una atención especial en su testamen-
to a dos de sus fundaciones: el Monasterio de la Encarnación en
Madrid y el Colegio de la Compañía de Jesús en Salamanca. El
Monasterio de la Encarnación era femenino (fue entregado
en 1611 a las agustinas recoletas) y, por lo tanto, especialmente
vulnerable a la pobreza, ya que la mayoría de los medios con que
las órdenes masculinas podían captar fondos en su servicio a los
demás, a las monjas de clausura les estaban vetados (cabe recor-
dar aquí lo que cuenta Sepúlveda, de que cuando la corte partió a
Valladolid, quienes peor lo pasaron fueron los monasterios de
monjas, pues «como las pobres señoras no pueden salir padecen
muchísimo trabajo»*").
Cuando la reina Margarita decidió fundar este monasterio, lo
hizo «con intento de poner en él las hijas de los criados de su casa
que por falta de dotes carecían deste remedio»*'. A cambio estas
monjas engrandecerían el reino con su ejemplo de santidad. El
lazo que las unió a la casa real se tradujo en piedra en el pasadizo
que unió monasterio y palacio, gracias al cual, desde el alcázar
era posible «comunicar y abrazar el convento»''^. Cuenta Matías
de Novoa que la buena intención de la reina con respecto a las
hijas de sus criados más necesitadas, se vio entorpecida por «la
vanidad e hipocresía de algunas personas eclesiásticas que sirven
en Palacio, y con capa de religión tienen más ambición que vir-
'" A los agustinos descalzos de Granada en 1614 les concedió, ajjarte de los
solares que había al lado del antiguo Hospital general que ellos ocuparon, una
cantidad de carros de leña seca del Soto de Roma, lo que parecía ser frecuente
para socorrer a los monasterios pobres. A. G. S., C. y S. R., leg. 303, s.
fol.
w Jedin (1972), vol. V, pág. 775; Domínguez Ortiz (1970). pág. 75 y Quin-
tana (1629), f. 435 v.o.
•"' Sepúlveda, Historia de varios sucesos... (Zarco Cuevas, IV), pág. 245.
41 Novoa (1611), CODOIN, LX, pág. 440.
"2 lUdem.
125
50 González Dávila, H.' de Felipe III, cap. 85. Citado por Domínguez Oniz
(1970), pág. 71.
51 Cáscales (1622), ff. 445 v.° y 447.
52 Lobera (1596), f. 10 v.°.
128
danza que a veces parece iniciar el barroco con la muerte: las 264
calaveras, 224 lazadas de huesos y 52 muertes del túmulo de Feli-
pe III, responden a ello*^
Se trató de remediar incluso la humildad de que hicieron
alarde en sus sepulcros las personas reales del reinado anterior,
empezando por el mismo Felipe II. Escribió González Dávila
que este rey «no labró entierro para sí, porque quiso que nadie
pensassc, levantava aquel prodigio de maravillas (se refiere al
Monasterio de El Escorial) para enterrar sus cenizas. Reconoció
Felipe III la humildad de su padre», e inició «un Mausoleo y
sumptuoso sepulcro, digno de sus gloriosos Progenitores, y Prín-
cipes de la Casa de Austria, fabricado de jaspes y de mármoles de
maravillosa hechura»" (se refiere, claro está, al Panteón del Mo-
nasterio). Del mismo talante que Felipe II, la anciana emperatriz
María, que acabó sus días en las Descalzas, dejó dicho que a su
muerte la enterraran «al pie del altar de la oración del huerto,
que está en el claustro baxo del Monasterio de las Descalcas, con
sola una piedra lisa y llana encima»". Pues bien, en tiempo de
Felipe III, el 11 de marzo de 1615, el sepulcro de la emperatriz
fue trasladado al coro, pero se respetó en parte su deseo, pues no
fue a un lugar «magestuoso ni precioso», sino sólo «más decen-
te», trazado por Juan Gómez de Mora^'.
Un texto del que fue precisamente cronista de la historia de
las Descalzas, Fray Juan Carrillo, denunciaba en 1619 el exceso a
que estaban llegando los sepulcros. Escribiendo sobre la humil-
dad de la sepultura de la emperatriz María, convocaba a su con-
templación a todos esos «mundanos locos»
5' Sobre el túmulo de Felipe III, véase Azcáratc (1962), pág. 291.
5^ González Dávila (1623), pág. 59.
55 Carrillo (1616), f. 218.
56 V. Tovar (1983), págs. 262 y ss.
Portada de San Frutos. Catedral de Segovia.
(Capitulo II, Después de El Escorial.)
Monasterio de San i.orcnzo c\ Rea] de Kl Escorial, Madrid.
{Capítulo 11, Después de El Escorial.)
^ \ ' ^
--'^'^^ni.,.
f-
^ á H ^IS
'f T i n
1 Él
^^^•^ ,
^^HíMHJ^
t
rfpJiírtm.Biilkl i^^AilMii¡fuíir1»"tJ»iiljJi">*'""'•*""-
Ííi. 1. ¿.ütí* í^ ••! ftifa* pi Ff **•>*'"****"'1 " • • • • " i >•**'•^
i[r¿jhiiHiA>iif •uiFiji.irliAi>uuTi«iii:jiiiiiíii<.<c|i-<vjibh
^4 L h m I hxmhr-filvi'WkiH'PV>••>>••(••-Aii^AiiiuiiM,
IigiiHriiMtfrii-i>AiÉidtiaii4»v^baiHkiUii.i|iUa£fTumj
T d m - « <•«•<>«>« i^tHn<n^Birw;uirr>.É«ciiii<fHid.r«eU
rlH«ay>i;^ii.^ViiTpn>iV#^LjHU(iuf>«ii<ll^aH|i'i(i
™4:i4yrHclüi:*filii|*i*jiailit."lI'»ni**fl"CJfJ.liiii«l.ír»b*fii-,
naiJ<iia«a^»nlhririupqr|»PVirJrkhHivvbahdilBkDl^ll'
I k V - U a r l H l W M J ' i ' U r q ^ r a i H l l l l í u A l JifU,
hkp«|k«^KJK<l-| r^k>Juf4|jelu|iJtf>|(^il4
ii^tuUii»#ji|[ri ! • Ik J H p4i<l«aei, r ' ' U i rOi i>i I ji iint^tti
_ .- •.•(•MH^JMpJ<»iiu.kitiiiJiilJl>l4>'<'
ll<»l'ilMlli(Bulnnl4r«|l^frnui^^n>rqtir4rlki.iKjr la
qx<l(i»k bliMg»^*»i*tf«4*lgpg' r a ^ p r t f f l i l a . T f rJoJfvt^l
hqib>4H.rillá(ri«H1U I I M | * i a J Í l * r t - * i H k n i > , 1 A » > l ( . p l f l
m !• rwi«4kkj J(IIB|I»B(FB ántal'li • Mif <aJn, jiC - ^ i i L |.>iu<M
iwi..iiÉjim,mr,f<I.JHl4B^fffHri^ma«pinjj» |4D«|I r u j ,
I Ln. I k - d i . aiÉrf. 11.1 m WH *Pp*n4r |j>k»i té^.ei^mU M a ^
»i>fr|HiBi*«Jii»l*ll<lhriÉiltai1kriLi|ar^jJt1thajci,<jr W«,
rJlh^bviIrmMiihu. 9 «InrifdM 4J'I Ud n n c * ! IptÉ < LLIIJ jj|>i
Cbl.nitllH^lfWií-rHWvAnlikji.bhjflrtiiPiiJJniafv
i.4JMAUh*l44tlunwH|rHljbi>Ui«ErliLlvr>lqr|jir.
CÁVnvLo L//
¿¿r::/; r ^ ' " ™ ' " " ™ * ' • ' • ' . " • * " ' * " • i < ' " * í » i ' ' » i » «
ELL'^J' L ' ^ » » " l » * * B * l ^ f c " t - * l l » ^ i " f | r i l i - H 4 H «
m a * « m riii>f4di4i4j(«fv1l4«rvluublaaúH'J4£;VHi|v, ¡
Fniv Lorenzo de San Nicolás, Segunda ynpreshn de ¡a primera paris del artt y
uso'de anhiífcSura. Madrid. Ió67. Ejemplo de decoración de bóvedas, (Ca^
pícuJo V, l-o-s edificios y el simbolismo cspíiciai de los ámbitos religiosos.)
interior de la iglesia del monasterio de San Blas. Lerma, Burgos. (Ca-
pitulo V, i_x)s edificios y el simbolismo espacial de los ámbitos religiosos.)
Iglesia de Müntcdcrr;imo. Orense. (Capitulo V, Los edificios y el simbolismo
espacial de los ámbitos religiosos.)
Iglesia de San José. Ávila. (Capitulo V, Los edificios y el simbolismo espacial
de los ámbitos religiosos.)
129
2obispo Francisco Blanco, que dejó escrito cómo la «casa del Pre-
lado ha de parecer más Monasterio que Palacio», dejando además
antes de morir limosnas para el Hospital de Santiago, para el Co-
legio de la Compañía que fundó en Málaga, para los pobres de su
arzobispado y para sus propios deudos'*". Muy lejos desde luego
esta actitud de la de ese otro obispo, que lo fue de Chile, y al que
cuando murió en Sevilla le fueron hallados en unos escritorios
«sesenta y cuatro mil y doscientos escudos de oro sin liga, en ba-
rras, texos y polvo de oro, todo lo cual vino de Indias sin regis-
tro, y se embargó todo por hacienda de su Majestad»'''.
La referencia a los años posteriores a Trento siempre aparece
cuando se quiere alabar la austeridad y ejemplaridad de algún
prelado. Un ejemplo de pureza contrarreformista fue el del licen-
ciado don Diego de Espinosa, cardenal y obispo de Sigüenza, na-
cido en el pueblo de Martín Muñoz, que hoy conserva el bello
palacio por él construido. Pero si lo construyó fue por la insis-
tencia del rey Felipe II, pues era reacio a unir la fama de su nom-
bre a riquezas y glorias terrenales, siendo como fue uno de los
hombres más poderosos de su tiempo. Su respuesta al rey según
González Dávila fue que «Parecería mal, que Ministros tan
exemplares edificassen grandezas, mayorazgos, ni palacios, que
ponían en escrúpulo a todos los que passavan, y se dava lugar a
los discursos libres de la Corte, si pudo, ó no pudo ser, con los
gajes y mercedes. Y alegava con lo que San luán Chrysóstomo
dize de los Ministros públicos que edifican palacios y grandezas.
Palabras que atemorizan, y quitan de la mano el deseo de edificar
en la tierra»''^. Aparecen en este texto tanto el valor de las homi-
lías de san Juan Crisóstomo, como el hecho de que fuera fre-
cuente en la corte criticar con recelo y animosidad las riquezas
que exhibían algunos obispos en sus palacios. Cuando este obis-
po finalmente edificó su palacio lo hizo «con una condición, que
se avían de poner en ellas (sus casas) las armas de su Majestad, en
señal, que por su mandado se avían edificado, y no con voluntad
de su dueño»'''.
3. L o s E D I F I C I O S Y EL S I M B O L I S M O ESPACIAL
D E LOS ÁMBITOS R E L I G I O S O S
que era privado manso, benigno, y de buenas palabras, y dócil, obedeció a la ra-
zón, y conformándose con la voluntad de su Rey, que dio crédito a las verdades
de muchos, con su gracia se retiró a sus listados, donde acabó con los honores
públicos de la púrpura, y Capelo»,
'•» ídem, págs. 280 a 282,
'•'' ídem, pág, 282.
135
'" Domínguez Ortiz (1970), pág. 186 y 187. Sobre el cuito a las reliquias, a
los santos y la importancia de las imágenes en la España del xvi, véase W. A,
(^hristian, Local Religión in Sixteenth-Century Spain, Princeton, 1981, que centra su
estudio en Castilla la Nueva.
'•I Dicho... de Francisco de Mora, en Cervera Vera (1950), pág. 96.
"•• Quintana (1629), f. 432 v.".
'"' Sepúlveda, op. cit., pág. 251.
149
de las tribunas del interior los reyes o los fundadores (lo mismo
que Salomón mandó «labrar un apartado como tribuna... y desde
allí orava en el Templo; y lo mismo hizieron los Reyes sus suces-
sores»"") contemplaban el Paraíso desde una posición privile-
giada.
1. LAS T R A D U C C I O N E S AL CASTELLANO
155
156
2. L o s TRATADISTAS ESPAÑOLES
'' Gómez Moreno (1949), pág. 11. Sobre la obra de Hernán Ruiz, véase Na-
vascués (1974) y (1971).
1" Sánchez Cantón (1942).
159
'2 Véase la introducción de este autor a la edición facsímil de los dos pri-
meros libros de Arfe (1974), así como la introducción de F. Iñiguez al facsímil
de los cuatro libros, de la colección «Juan de Herrera».
" Pseudo-Juanelo Turriano, Los veintiún... Prólogo de José A. García Die-
go (1983).
161
narca debía tener en cuenta, porque «si lo que ganan las armas
conservan las letras, no se puede negar que se deva anteponer el
conquistar al governar...»^^.
El caso es que los tratados de arquitectura militar conocieron
una floración espectacular a lo largo del siglo xvi, pues la necesi-
dad histórica de ellos era clara. Los ingenieros compartieron
ciencia, técnica e ingenio con los arquitectos, dándose el caso
frecuente de que una misma persona compaginara ambas profe-
siones. Por lo que se refiere a los tratados, la división que había
establecido Vitruvio de la arquitectura fue respetada por todos
los tratadistas, en el sentido de considerarla parte de la edifica-
ción pública. Busca, por ejemplo —que fue «Ingeniero y mathe-
mático de su Magestad, del estado de Milán»^^—, en 1601 seguía
manteniendo el que esa arquitectura militar era una de las tres
partes en que se dividían los «publici edifici»: «sonó adunque le
fortezza une sorte di publici edificij, contenente le muraglie, le
porte, et torri delle Cittá, et d'altri luoghi: come sonó le Roche, i
Castelli, et quelle fortezze ch'hora noi chiamiamo citadelleM^".
Esa tradición vitruviana a la hora de dividir las partes de la ar-
quitectura explica los frecuentes préstamos entre unos y otros
tratados.
Ejemplo de ello pueden ser el tratado de Scamozzi, L'Idea
deWArchitetura universale, de 1615, y a la inversa el tratado de Ro-
jas, Teoríay práctica defortificación, de 1598. Scamo22Í incluirá en el
segundo libro un anejo sobre arquitectura militar, y lo mismo
harán otros tratadistas, como Serlio, quien, a pesar de afirmar en
su libro IV que no va a hablar de lo que atañe al «architecto de
guerra», no olvida indicar que la obra rústica y toscana es acon-
sejable para las fortificaciones, y añade que el arquitecto que en
tiempo de guerra hacía fortalezas, en tiempo de paz hacía «jardi-
nes y deleytes»". Por su parte, Critóbal de Rojas, que remite al
lector a Euclides para la geometría y a Vitruvio para la arquitec-
tura, hace gala de sus conocimientos al remitir para las «menu-
dencias de la basa y sotabasa, coluna, capitel, con su alquitrabe.
frutos, que de ellos se podrán sacar serán más que millones, fuera
de la satisfación de seguridad, que no tiene precio ni se lo puede
dar ninguno». Han de ser estos ingenieros vasallos, para que
nunca traicionen a su rey vendiéndose a otro señor que les pague
mejor, y el ascenso en la Academia sería por oposición.
Con respecto a la ubicación de ésta, debería ser en una casa
con galerías grandes en las que estuvieran pintados los reinos y
provincias para facilitar el trabajo y la rapidez de las decisiones.
Debería tener asimismo «una campaña libre» en la que poder
practicar la fortificación, así como piezas de artillería para cono-
cer sus efectos. Debería tener, por supuesto, instrumentos, com-
pases, reglas, libros de arquitectura «política y militar», y los ne-
cesarios para las máquinas, todo ello al cargo de una persona
para su custodia y control. Parece claro que en estos años la espe-
cialización de la profesión de ingeniero hacía necesaria la exis-
tencia de centros de estudio específicos que además renovaran,
retomándola, la idea que hizo surgir años antes la famosa Acade-
mia de Matemáticas.
Cristóbal de Rojas por su parte volvió a escribir sobre el tema
de la guerra. Del año 1607 se conserva en la Biblioteca Nacional
de Madrid el manuscrito (preparado para la impresión) del Su-
mario de la milicia antiguaj moderna, que Rojas divide en tres partes:
ejército, fortificación y artillería, y refleja, por ejemplo, los avan-
ces que en el arte de fortificar se han producido desde que publi-
có su primer tratado. En el año 1613 publicará el mismo Cristó-
bal de Rojas un Compendioy breve resolución defortificación, que resulta
bastante empobrecido (al compás de los tiempos) si lo compara-
mos con su Teoría y práctica... del año 1598. Este de 1613 es en
cierto modo un pequeño manual, puesto al día, de ese libro ante-
rior... Aparte de la simplificación de los temas y del hecho de
que se trate de aligerar algunos aspectos áridos con diálogos, es
interesante que dedique el último capítulo a la arquitectura. Pero
el toque de atención más llamativo quizá para el lector, en el sen-
tido de apercibirle del cambio de los tiempos —y de la presencia
de lo religioso en todos los órdenes de la vida en el reinado de
Felipe III—, es que en el último capítulo de la obra «confiesa el
autor della estar obligado a creer el misterio de la santíssima Tri-
nidad», adentrándose en una explicación de tal misterio a través
de la geometría y las matemáticas. Aparte de este apéndice, ex-
AF-CHITETTVHA
Q,Jk imm L HMHiA* tmmi «ni*
^h C«U», J^M^ l . « ^ J W
:r^
Mlm
HjJUhpvjirlni mwr
AlLWlrrvp-*'f'
"" Libro autógrafo de D. Macario Fariñas del Corral, B. N. M., Ms. núm. 5917,
171, La fecha más tardía que aparece en este manuscrito es 1657.
"I Febvre y Martin (1958), págs. 335 a 340.
"2 Peligry (1976), pág. 224.
" ' J . Martínez (ed. de 1866), pág. 192.
"" Palomero Páramo (1982), pág. 503.
"5 Pita Andrade (1952), pág. 44.
"'' Halcón Márquez (1977), págs. 48 y 94.
179
" Sobre estas bibliotecas, véase Cervera Vera (1951 y 1977), Portábales Pi-
chel (1945), García Chico (1963), Chueca Goitia (1971), Navascués (1974),
Marías (1981 y 1983), Marías y Bustamante (1981), Martín Ortega (1964), Pa-
lomero Páramo (1982), G. de Andrés (1964), Selig (1960), Sánchez Cantón
(1925) y Calvo Scrraller (ed. de Carducho, de 1979).
182
Adoracióny uso de ¡as santas imágenes. Para Prades, Ribera era «varón
digno de toda alabanza, por las muchas y grandes virtudes que
concurren en él», y era digno incluso de una mayor veneración
que san Vicente mártir^''. Su protección a las letras venía de
tiempo atrás, pues Palmireno en 1569 le había dedicado su Voca-
bulario del humanista. Conforme fue pasando el tiempo, las obras
que le dedicarán estarán ya impregnadas de espíritu contrarre-
formista, como el Aprovechamiento espiritual, de Francisco Arias en
1603, muy en consonancia con un hombre que fue uno de los
principales artífices de la expulsión de los moriscos. En este
asunto de la expulsión, tal como escribía Cáscales en 1622, «en
todas las juntas, i acuerdos tuvo gran mano, i autoridad don Juan
de Ribera patriarca, i argobispo de Valencia, como quien tanto
trabajó en apurar esta materia, i esforzar la expulsión»''". Según
escribe por su parte G. Escolano, fueron los reproches recibidos
por esta expulsión —de la que se le consideraba el principal fac-
tor— los que hicieron que empezara «a sentir carcoma en su
coragón» y le produjeron «una lenta calentura, que le vino a
quitar la vida el día de los Reyes del año mil y seyscientos y
onze»'''.
Su santidad no era puesta en duda, aunque sí matizada por
aquellos que se vieron perjudicados por alguna decisión suya, y
en ese caso estuvo la orden de Nuestra Señora de las Mercedes,
uno de cuyos miembros, Tirso de Molina, decía que aunque era
«varón de el cielo, santo e inculpable, era también hombre como
los demás, sugeto a imperfecciones»'^. Fue Ribera poderoso en
asuntos de gobierno: aparte de su contribución económica para
ayudar a la guerra de Hungría —que parece que se quiso solicitar
a los prelados españoles por parte de la Santa Sede sin permiso
del rey'''— mantuvo frecuente correspondencia con el rey Feli-
pe III y con el duque de Lerma, a quien incluso aconsejó cómo
comportarse en la privanza.
187
188
" La obra de Alvarez fue traducida al castellano por Tomás de Padilla (His-
toria de las cosas de Etiopía), editándose en Amberes en 1557.
" M. de Loarca, Verdadera relación de la grandeva del Reyno de China con las cosas
mas notables de ella, B. N. M., Ms. núm. 2902.
190
prensible para todos: «Las casas de la gente común, son como las
de los moriscos»''.
El conocimiento de China a través de estas historias servirá,
por ejemplo, para que Sancho de Moneada critique la ociosidad
de los españoles por comparación con otros países en los que
como «en la China todos trabajan, niños, viejos, decrépitos, go-
tosos, mancos y tullidos»'", y verdaderamente ése parecía ser un
lugar común acerca de los chinos, pues ya en 1515 se les decribía
como «molto industriosi, et di nostra qualitá, ma di piu brutto
viso, con gli occhi piccoli»". Estos hombres de los ojos peque-
ños vivían «con gran felicidad y riquezas», o ai menos así lo creía
el obispo Palafox, que pensaba de ellos que «en lo temporal» eran
«los más felices del mundo»'2.
Otros muchos países lejanos sirvieron a los escritores como
punto de comparación con el nuestro: en Sevilla se podían ver
«las riquezas de Tiro, la fertilidad de Arabia, las alabanzas de
Grecia, las minas de Euripa, los triunfos de Tebas, la abundancia
de Egipto, la opulencia de Escancia y las riquezas de la China», y
todo ello la convertía en cabeza de España lo mismo que Pauris
lo era de Persia, Moscate de Moscovia, Lanchin de China o Sa-
marcanda de Tartaria". Era también muy útil saber de las pirá-
mides de Egipto para considerar a Felipe II por encima de los fa-
raones'", y poder nombrar a los «Tiranos Nobunanga, y Taycos-
sama» que fundaron ciudades en Japón con el fin de conseguir
«en alguna manera eternizarse»'* cuando se vivía en los años en
que el duque de Lerma levantaba su ciudad. Prácticas de poder
tan extendidas por todo el universo conocido, forzosamente ha-
bían de ser consideradas como símbolo de grandeza, y por si era
•' A. de Herrera, Historia general del mundo... (1601). parte II, págs. 47, 48, 51
y 52. _
'" Se basa para afirmar eso en Botero. Sancho de Moneada (1619) (ed. de
1974), pág. 109.
" Leüera di Andrea Corsali Fiorentino, MDXV, en Ramusio, op. cit.,
f. 280c.
'- Palafox y Mendoza, Discurso..., B. N. M., Ms. núm. 1222.
" A. de Rojas, El viaje entretenido (ed. de 1964), págs. 126 y 1,30.
'•* «Sermón que predicó Fray Alonso Cabrera a las honras de... Filipo se-
gundo» (1598), en Simón Díaz (1964), pág. 136.
'•^ C. de Rojas, Sumario... (1607), B, N. M., Ms. núm. 9286.
191
"' Relatione d'alcum cose delta Nuova Spagna, et delta gran Cilla de Temistilan Messi-
co, fatía per un gentil'huomo del Signar Femando Córtese, en Ramusio, op. cit., vol. III,
258E.
'" Diego de Soto y Aguilar, Historia de los tártaros, Morosj turcos..., B. N. M.,
Ms. núm. 2955.
i« Sucesos del año de 1620, B. N. M., Ms. núm. 2351, f. 5.
I'' Quintana (1637), f. 51.
-" Miguel de Soria, IJhro de tas cosas..., B. N. M., Ms. núm. 9856.
-I González Dávila (1623), pág. 125.
192
lí. de Rossi, OmaríieiUi di FabTk}}e antiehi et mudemi deU'Aima Ciítá di Roma. Roma,
16(1(1. Obelisco y Ba.silica de San i*cdru. Biblioteca Nacional, Madrid.
(Capítulo Vil, El paradigma de Roma.)
En el aúospaffadns la Sanaidad de Paulo V. hiro ftbrícar
vna fumptuoíliuna Capilla en ella,en fruente de la Capilla-*
de Sifto V. en la qual trafíado la imagen de S. María Majort
piiirada por mano de S.Lucas, y cooFoimelo qoc hagora fe-*
vecen clla.eí demajor grandeca,y mageftad,y de muym»
gifto que la que hüo Sifto V. Y en efta mefma iglcíía Paulo
7Í ^"* Sacriftia hermofiflíma toda pintada con di-
uerítts aparcamientos labrados de piedras de grande valor,
y con delicada arcíntcíftura todo, y arriba apoientoi para i*-
dos ir s canonigos, y officiaics de dicha Iglefia,que todo da--
graác dcmoft. ación del nobililfitno animo de fu Santidad, y
v'í^'í"*" f^""*^^ ^l""^ iia tenido á cfta S.Iglefia Grego-
no XlU.huohaMrla calle que hay de la dicha Iglefiaá *.
Jum I jicrano muvrfachay buena . Y Sifto V.hiio las dos <»-
Capilla de Santa Maria Maj^orc. F.P.M. Hciini, Tratado natvú de ¡ascosas maravi-
llosas dt la Alma Ciudad de Rnwa, Roma, 1619.
{(•••_^u]o VH, El paradigma de Roma.)
^^'¿ÉU
ü
r»w-
•f-,-f -i?-.. , ,
"^rMi
. • -s?^'
oM»
1 . - •."r:- i
1 '- • • • : . _ : . , • >
ñj~
<n
k^-"
Dibujo del túmiiJo para los funcrules de doñs Ana de Austria en la catedral de
[,as Palmas, Año 1581. A.Ci.S., A/apai, pimíos y Dibujos, XLIV-32.
(fipilogo, t i teatro de la ciudad.)
Túmulo crijfido en /;inigc«a un l;is honras fijnci>rus de [-clipt; III,
(Kpilogo, Hl teatro de l;i ciudüd.)
i
\-i-
%
^
- ^ - " i t i x s v i ^ v " ' " " " ' ^*" rivi'w^-~ "va'.irt'ri "rBpiíTÍRT'." j^.^wi;BII.:^y;;r:-"-^w^^ry'^ii'iii¡t.i\r.-\i'^\fx.'TTTY?
}Tio Julo/, V»
jf-
tores, y gran parte de las historias escritas sobre las ciudades es-
pañolas en alabanza a éstas, acabarán por llamar a esa ciudad
«nueva Roma»: nueva Roma será Madrid, pero lo serán también
Sevilla, Zaragoza o Salamanca.
Convertida Roma y todo el arte que en aquella ciudad se en-
cerraba en paradigma de la perfección, todo lo que se quiera ala-
bar en función de valores no sólo estéticos, sino también de uni-
versalidad, será comparado con Roma. Así sucedió, por ejemplo,
con El Escorial:
La superación, el parangón o la emulación que con respecto
a Roma supuso el Monasterio aparecen en la obra de algunos es-
critores. A. de Rojas escribió en la loa del lunes, que en ese día se
fundó Bizancio, se edificó Roma y se empezó la famosa obra de
El Escorial ^''. Aparte de esa coincidencia, también tenían en co-
mún El Escorial y Roma, que ambas estaban en medio «del
quinto clima», y los cosmógrafos «podrán describir y señalarnos
este quinto clima diciéndonos pasa por Roma en Italia, y por San
Lorenzo en España, como por la cosa más notable que hay en
ella»".
Añadiendo a esto el «maravilloso artificio» de la obra escu-
rialense, ésta resultaba comparable e incluso superior a las obras
que se podían contemplar en Roma. Cuenta Sepúlveda que la
condesa de Lemos después de visitarlo, sobre todo la librería,
dijo que en Roma no había visto nada comparable «a la grandeza
y magestad y bizarría que esta octava maravilla del mundo te-
nía»'". Este tipo de comparaciones de la obra escurialense con
Roma se seguirán dando a lo largo del siglo xvii, e incluso a co-
mienzos del XVIII. En 1720, en una guía de Roma en la que
(como en casi todas) se incluirán las siete maravillas del mundo
antiguo, se añadirá esta octava maravilla de El Escorial, cuya cú-
pula se podía comparar a la del Panteón: «El cimborio de la ygle-
sia es tan alto, y grande, que podría casi compararse a la Redonda
de Roma», y sus méritos para ser la octava maravilla se veían
acrecentados «por ser la cosa más moderna del Mundo»'"'.
ruinas de una gran edificio «que se conoce claro aver sido templo
muy grande, que devió de ser de Marte, o Venus, o Esculapio,
porque estos tales fabrica van fuera de los muros». También junto
al Hospital de Afuera hubo otro gran edificio que, según este au-
tor, debió de ser teatro o anfiteatro. Lo más interesante quizá de
todas estas indicaciones, es que afirma que su fuente de informa-
ción ha sido el arquitecto Juan Bautista Monegro'", y es ejemplo
de cómo la figura del arquitecto se integraba en determinados lu-
gares en una élite cultural humanista en la que era incluso prota-
gonista gracias a sus conocimientos.
Nunca dejará de señalarse la existencia de unos restos roma-
nos, incluso en documentos de archivo: al cimentar las obras del
Colegio de la Compañía de Jesús en Salamanca, en el lugar «me-
jor... y puesto de más concurso desta ciudad», se encontraron «en
el profundo del sitio Ruinas de edificios muy antiguos del tiem-
po de los Romanos»"''. Por otra parte, los coleccionistas de obras
de arte no tardaron en incluir entre sus piezas los hallazgos ar-
queológicos. De 1618 es la noticia de que el avulensejuan Serra-
no Zapata, en sus casas y jardín de Madrid, tenía «una sepultura,
que se traxo de Mérida»''% y es famosa la colección arqueológica
que reunió en Sevilla el primer duque de Alcalá, estudiada re-
cientemente por V. Lleó.
Los restos romanos pasaban a formar parte de la grandeza de
las ciudades, y su hallazgo era celebrado por los pobladores.
Cuenta Suárez de Salazar en 1610 —es un autor que hace alarde
de su conocimiento de historiadores de la antigüedad, costum-
bres, edificios, etc., y que reproduce inscripciones antiguas, des-
cribe sarcófagos, vasijas, etc.— que cuando en Cádiz fue hallada
una antigua estatua de Baco, «obra de muy gran primor, y arte»,
«para que todos gozasen della se puso, y acomodó en una venta-
na de sus casas de cabildo; donde estuvo hasta el año de 1596 que
se perdió con lo demás de la ciudad»"'-. Sólo el ataque inglés aca-
bó con ese deseo de mostrar a los ciudadanos un fragmento de su
propia antigüedad, convirtiendo el teatro de la ciudad en escena-
LA CIUDAD
201
2(12
••<-^TT- -T
( ^
'.ÍC
•f^'Y"-^ • ^
[6>U^11?
llaman las gradas», y que sólo cuando se acabe del todo, los mer-
caderes se mudarán de las gradas de la catedral". Esas gradas o
lonja de la iglesia mayor eran, pues, hasta entonces el lugar de los
tratos comerciales.
Otros edificios de carácter público fueron las cárceles, como
la de Segovia, de Pedro de Brizuela, que en sus tres pisos y redon-
dez de perfiles, muestra la autoridad y fortaleza que tal edificio
público había de tener. Las cárceles de todas formas fue frecuen-
te que estuvieran en los mismos cabildos, como en Martos, cuya
fachada maniehsta —obra de Francisco del Castillo— muestra
al exterior el carácter a la vez abierto (las logias) y hermético (la
portada, el basamento) en un mismo edificio. El tema de la logia
fue común a la mayoría de los ayuntamientos; así, aparece por
ejemplo, en Yecla y Jumilla en Murcia, en El Bonillo y Villarro-
bledo en Albacete (el último con una ortodoxa superposición de
órdenes), y en modelos plenamente clasicistas como Toledo y
Segovia, que, aunque varían los ritmos y la logia casi desaparece
(en el segundo por completo), conservan el carácter de edificios
«abiertos» a la ciudad como determinante de su tipología. En
Huesca el palacio municipal, cuya fachada es de hacia 1610-12,
tiene unas ventanas menos grandes que otros edificios públicos,
pero eso se contrapesa con la típica galería aragonesa bajo el
alero.
Otros edificios de carácter público —y que en algunos casos
se levantaron a base de «préstamos» de la arquitectura palacial—
fueron las casas de la moneda, como la muy famosa de Segovia.
Por otra parte los almacenes de los puertos, como los que trazó
Oistóbal de Rojas en 1604 para Cádiz, o la casa de la pólvora tra-
zada por otro ingeniero, Jerónimo de Soto, para Fuenterrabía en
1610, están en los orígenes de una verdadera arquitectura fun-
cional sin apenas concesiones estéticas, como la que conocemos
de siglos posteriores.
Tampoco faltaban en las grandes poblaciones edificios desti-
nados a panadería, carnicerías o Red del pescado, como era lla-
mada entonces. Quintana describe cómo era el famoso rastro de
Madrid, y en la descripción podemos apreciar hasta qué punto
primaba lo funcional: «tiene de largo ciento y setenta y quatro
^' Sobre el tema, véase sobre todo Bonet (1978), págs. 11 y ss.
M Quintana (1629), f. 376.
« F. de Pisa, Apuntamientos... (ed. de 1976), pág. 89.
"' K de Pisa, Descripción... (ed. de 1974), f. 31.
213
" A. H. N., Cornejos. Sala de Alcaides de Casa y Corte; Año 1609, f. 442,
año 1616, f. 121. Otro pregón igual para Madrid el año 1613.
'» M. A. Castillo (1982), págs. 92, 94, 96, 97, 106; y C. Román (1988),
págs. 76 y 77.
" Sanchís Guarner (1976), pág. 312; E. Salvador (1972), pág. 135; A. Bel-
trán (1945), pág. 27; Tormo (1923), pág. 126, y Lapeyre (1969), pág. 137.
*' Frutos Baeza (1934), págs. 133 y 118.
214
1. E l . TEATRO DK LA CIUDAD
••'' Novoa, Hisioria de Felipe III... (CODOIN, LXI), págs. 209 y 210.
5" Bonet (1979), pág. 66.
'•^ A. de Herrera (1612), III parte, pág. 24.3.
^' >
' A. H. N., Consejos. Sala de Alcaldes de Casa y Corte, 1604, f. 268.
'^" Castillo Solórzano, IM garduña... (ed. de 1955), pág. 202.
5» Fernández de Navarrete (1626), pág. 82.
218
''' Simón Díaz (1952), pág. 41. Sobre los ingresos que obtenía el Colegio
Imperial desde 1620 f)or «el alquiler de los balcones, ventanas, puertas y terra-
dos de una casa que poseía en la Plaza Mayor, en días de juegos y toros».
'5 Céspedes (1611), f. 6, «Diose orden a Francisco de Vargas Maestro de ce-
remonias de la Universidad, que hiziesse limpiar las calles por donde avía de
venir la processión, y echar arena donde fuesse menester». Anónimo, Noticias de
Madrid (ed. de González Falencia), pág. 139, «Todas las calles estaban barridas y
regadas con arena, cuyo particular cuidado tuvo Don Francisco de Brizuela,
Corregidor de Madrid». Relación de ¡a entrada... (1624), B. N. M., Ms. núm. 2355,
f. 426, «Enpedrado, y adere9ado las calles por donde avía de entrar (el rey), re-
novadas las fuentes...»
'"> Polidoro Virgilio (1599), f. 124 v.".
" B e u t h e r (1551), f. CI.
"* Viaje a España del rey Don Sebastián... (ed. de 1956), pág. 123.
" Morgado (1587), f. 108. Casi con las mismas palabras lo relata Quintana
Dueñas (1637), pág. 204.
221
" Rilación dt la entrada... ArcUduque Carlos, B. N. M., Ms. núm. 2355, ff. 502
v.° y 503.
'" F. de Pisa (1605), f. 24 v.°.
•'s Quintana (1^629), f. 373 v.».
'"^ Pérez de Herrera (1597), f. 17 v.°.
226
unas formas de vida plenamente urbanas, fue casa que abría sus
puertas a pobres y poderosos, y sobre todo fue también una ciu-
dad que en los jardines, huertas, salidas al campo, vistas y visti-
llas, mostró que disfrutar de la naturaleza —aunque fuera urba-
nizada— no era imposible desde el lado de acá de las puertas de
la ciudad, pues desde la ciudad el lado de allá podía ser también
de los ciudadanos. Sobre todo en domingo.
Textos: hablan los contemporáneos
227
228
RÍOS: «Bien decís, aunque algunos de sus edificios he visto muy arrui-
nados; porque me dicen que era un paraíso en tiempo de los moros,
aunque agora no lo es menos.»
ROJAS: «Ya habréis visto, cerca del Alhambra, una casa de placer, que
se llama Generalife.»
Ríos: «Y se ve bien ser propia recreación de reyes.»
RAMÍREZ: «Y la de los alijares es muy buena.»
229
«V M'' tiene en esta alhambra dentro de las murallas dclla Las Casas
Reales Viejas de los Reyes Moros que se hallaron hechas quando se
ganó esta Ciudad y se an ydo conserbando y reparando con ymitación
de la obra mosaica de mocarabes de que están labradas= y aunque es
toda una casa está repartida en aposentos y quartos y los dos más Prin-
cipales son el quarto real que llaman de Comares y el quarto real de los
leones y más la cassa real nueva que se va labrando que acavada queda
yncorporada y con puertas a los dichos dos quartos Reales Viejos= tan-
vién ay algunas torres de aposento yncorporadas con las Murallas y
otras Casas particulares de V M'' dentro en la misma fuerza donde vi-
ven y se alojan ministros y oficiales de V M'' entretenido soldados y la
demás gente de guerra della y algunas jjersonas particulares...
Tanvién ay dentro en la dicha alhambra seis casas p>equenas y un
horno de pan que son propios della...
Tanvién ay un heredamiento que llaman la casa de las gallinas que
está fuera de la dicha alhambra un quarto de legua que era una de las
casas de recreación de los reyes moros y según las noticia q se tiene
siempre Los Marqueses de Mondejar alcaides propietarios que fueron
desta alhambra an dado el aprobechamiento desta casa, Viña, Bodega,
árboles y tierras de este heredamiento a criados suyos que la an arren-
dado...
Tanvién ay el Alcaidía que llaman del Alcaicería q es un reduto de
tiendas cercadas e incorpxaradas unas con otras con puertas particulares
que se cierran de noche y están en medio de la Ziudad donde se venden
todos las sedas texidas y en madexas en grueso y por menor y pot la
guarda y custodia que se tiene de noche los mercaderes dueños de las
dichas mercaderías contribuyen a los Alcaides desta alcaidía que tienen
dentro della cassa... y es a su cargo (de la (jcrsona designada por el Al-
230
«q siendo las cassas viejas del tpo de los moros y tan antiguas tienen
para su conservación precissa necessidad de continuos reparos Y que
no se haziendo se caerán en el suelo...
La cassa Real nueva se haze desde que el emp)erador nro s la comen-
zó Y en ella se a consumido mucha Hazienda. Y sería gran lástima q
fuese sin fructo Y quedase en el estado que tiene y no se continuando
hasta acavarse se perdería lo que está hecho en ella que según dizen es
la más famosa Obra que se save.»
A.G.S., C.jS.R., Icg. .322, f, 178, año 1602.
CATEDRAL DE SEVILLA
CATEDRAL DE GRANADA
AYUNTAMIENTO DE SEVILLA
CATEDRAL DE SEVILLA
«La Cafñlla Mayor (de la Catedral) fundaron la sus Architectos có-
fbrme a nuestro vso cathólico vnas Rexas de hierro hasta en alto pro-
porcionado, y conveniente, muy doradas, y curiosas, sobre Pedestales
233
CATEDRAL DE GRANADA
«El templo de la Gitedral de esta ciudad es la octava maravilla del
mundo; no puede quiurle este lugar san Lorenzo el Real, ni aún el tem-
plo de sanu Sofía en Có^antinofda, assí lo dizen k» estrangeros. Su
planta es de cuerpo humano, cuya cabefa es la capilla mayor, en forma
circular, a la cual abracan tres ñaues: la principal, y dos colaterales, con
ochenta pies de diámetro, y ceñida con vna trasnaue, en cuyos ángulos
y compartimiétos están embucinadas onze capillas transparentes, por
las quales se sale a la ñaue colateral, y en ella están otras tantas capillas
de orden Corintio, correspodietes a las primeras. La capilla mayor
se leuanta sobre veinti dos colunas de orden Corintio, y en dos
órdenes.»
Francisco Bcrmúdez de Pedraza, Histeria echsiástica. Prinápnsypngrt-
tostUla ciudady nl^ÓH catilka dt Gnmada, Granada, 1638, f. 39.
AYUNTAMIENTO DE SEVILLA
c . primero estavo antiguamente en la piafa del Arfobispo, en unas
casas, que oy sirven^^de bodegón... en este mismo Cabildo antiguo se
junuvan también los Capitulares de la santa Iglesia... Después la sanu
Iglesia hizo el que oy tiene; y assí mismo la ciudad el suyo en la plaga de
san Francisco, contigue>«0n el Convento. Y aunque este edificio, si el
sitio diera lugar, pudierft síf mayor, pero en el q»ie tiene es insigne su
fábrica, con porules altos, y baxos, y assí mismo salas, y antesalas de
Cabildo, portadas, y ventanas a la pla^, todo de cantería, con mudias.
232
CATEIMLAL DE SEVILLA
«La C a p ^ Mayor (de la Catednü) fundazicm la sus Aichitectos cd-
fórme a nuestro vso cathólico YIMS Rexas de hierro hasu en alto pro-
porcionack), y conveniente, muy doradas, y curiosas, sobre Pedestales
233
CATEDRAL DE GRANADA
«El templo de la Gktedral de esu ciudtd es la octava maravilla del
mundo; no puede quiurle este li^ar san Lorenzo el Real, ni aún el tem-
plo de sanu S < ^ en Cóstantinopla, assi lo dixen los estrangeros. Su
planu es de cuerpo humano, cuya cabefa es la capilla mayor, en fcmna
circular, a la cual abracan tres ñaues: la principal, y dos colaterales, con
ochenta pies de diámetro, y ceñida con vna trasnaue, en cuyos ángulos
y compartimiétos están embucinadas onze capillas transparentes, por
las quales se sale a la ñaue colateral, y en ella están otras tantas capillas
de orden G>rintio, correspodietes a las primeras. La capilla mayor
se leuanta sobre veinti dos colunas de orden Corintio, y en dos
órdenes.»
Francisco Bermúdez de Pedraza, Histeria teUsiástira. Priiieipitsjpngn-
sosdtla andad y nl^éii católka d* Granada, Gtanada, 1638, f. 39.
AYUNTAMIENTO DE SEVILLA
«... primero estttvo antiguamente en la pla^idel Argobiqw, en unas
casas, que oy sirvcn'de bodegón... en este mismo Cabildo antiguo se
juntavan también lasCtiñtulares de la santa Iglesia... Después la sanu
Iglesia hizo el que oy tiene; y assí mismo la c i u ^ el suyo en la plaga de
san Francisco, contiguo^^evi el Convento. Y acmque este edificio, si el
sitio diera lugar, pudier*ri|rmayor, pero en d que tiene es insigne su
fábrica, con porules altt», y baxos, y assi mismo salas, y antesabs de
Cabildo, portadas, y ventanas a la plaga, todo de cantería, con muchas.
234
CATEDRAL DE BURGOS
LOS EDIFICIOS
OBRAS DE FELIPE II
EL ESCORIAL
«Al Escurial
Magnánimo edificio, cuya alteza
Es prodigio del arte, y tan estraño
que ya en tu excesso ven tu desengaño,
Quamos montes formó naturaleza.
Deydad entre las fábricas, belleza.
Amable a la razón, que contra el daño
Has de pelear del uno, y otro año.
Sin que doblen los siglos tu fírmeza.
Oblación de una mano que previno.
Con liberalidad y con prudencia.
Tatos milagros de hóbre humano ágenos.
Abitación de Dios, tal que imagino.
Que eres del por tu culto, y reverencia.
Sino la digna, la que indigna menos.»
Salas Batbadilio, Rjmm uaMum, 1618, pig. 30.
«Al Escorial •
Sacros, altos, dotados capiteles.
Que a las nubes robáñ los arreboles
Febo os teme por aú& lucientes soles,
Y el cielo por gigantes más crueles.
£)epón tus rayos, Júpiter, no celes
Los tuyos, sol; de un templo son faroles.
Que al mayor mártir de los españoles
Erigió el mayor rey de los fieles.
Religiosa grandeza dd monarca
234
C A T E D R A L DH BURGOS
LOS HDII K ; I ( ) S
OBRAS DL FELIPE 11
Hl. ESCORIAL
«Al Escurial
Magnánimo edificio, cuya alteza
Es prodigio del arte, y tan estraño
que ya en tu excesso ven tu desengafio,
Quantos montes formó naturaleza.
Deydad entre las fábricas, belleza.
Amable a la razón, que contra el daño
Has de pelear del uno, y otro año.
Sin que doblen los siglos tu firmeza.
Oblación de una mano que previno,
(]on liberalidad y con prudencia.
Tatos milagros de hóbre humano ágenos.
Abitación de Dios, tal que imagino.
Que eres del por tu culto, y reverencia,
Sino la digna, la que indigna menos.»
«Al Escorial •
Sacros, altos, dorados capiteles.
Que a las nubes robáis los arreboles
Febo os teme por más lucientes soles,
Y el cielo por gigantes más crueles.
DepKJn tus rayos, Júpiter; no celes
Los tuyos, sol; de un templo son faroles.
Que al mayor mártir de los españoles
Erigió el mayor rey de los fieles.
Religiosa grandeza del monarca
234
CATEDRAL DE BURGOS
«Las calles de Burgos son angostas, y obscuras. Las casas principa-
les, mostrando juntamente con la grandeza de los Monasterios y tem-
plos lo que fue en los fMSsados tiempos... sobre todo el sumptuoso edi-
ficio de la Iglesia Metropolitana, que vistas de los arquitectos, las agujas
de la portada, cruzero, y cimborio, se espantan, siendo cosas donde
llegó lo último del primor de la Arquitectura. Tiene la Iglesia veynte y
siete Capillas, todas riquíssimas por sus ornamentos, y Capellanías, en-
tre las quales está la del grá Condestable de Castilla, famosa pot sí, f>or
su fundador, y por su fábrica; es sin esquadría, ni correspondencia, y
siendo assí no parece fea a la vista, sino antes agradable, por la forma
en que el Arquitecto la labró de los dos bultos de mármol del Condesta-
ble don Pedro, y de su muger doña Mencía de Mendo9a. Es la escultu-
ria tá parecida a los cuerpos originales, que representan, que al artífice
parece sólo averie faltado el arte para hazerles respirar, que lo demás a
la apariencia labró en el mármol.»
Pedro Mantuano, Casamientos de España y Francia, y viage del Duque de
Lerma..., Madrid, 1618, págs. 85 y 86.
LOS EDIFICIOS
OBRAS DE FELIPE II
«Por auer sida-los Alcá9ares de Segouia famosos por su habitación,
los reparó y adornó con magnífico gasto y curiosidad, como se gozan:
hizo en la ribera de Tajo en Aranjuez el quarto de la casa q comentó
con la Capilla y casas de ofícios, q si se acaba será de las más gallardas q
aya en Europa; puso el Pardo en la perfección que oy tiene, y le añadió
las quatro torres, galerías y fosso con jardines imitando a una casa de
capo de que gozó siendo Rey en Inglaterra; aumentó el Alcázar de Ma-
drid para su ordinaria habitación, sobre lo que en él dexó fabricado el
Emperador su padre, determinado poner allí su Real assiento y gouier-
no de su Monarquía, en cuyo centro está; perflciono el Palacio con pin-
235
EL ESCORIAL
«Al Escurial
Magnánimo edificio, cuya alteza
Es prodigio del arte, y tan estraño
que ya en tu excesso ven tu desengaño,
Quantos montes formó naturaleza.
IDeydad entre las fábricas, belleza.
Amable a la razón, que contra el daño
Has de pelear del uno, y otro año.
Sin que doblen los siglos tu fírmeza.
Oblación de una mano que previno.
Con liberalidad y con prudencia,
Tatos milagros de hóbre humano ágenos.
Abitación de Dios, tal que imagino.
Que eres del por tu culto, y reverencia.
Sino la digna, la que indigna menos.»
«Al Escorial •
Sacros, altos, dorados capiteles.
Que a las nubes robáis ios arreboles
Febo os teme por más lucientes soles,
Y el ciclo por gigantes más crueles.
E)epón tus rayos, Júpiter; no celes
Los tuyos, sol; de un templo son faroles.
Que al mayor mártir de los españoles
Erigió el mayor rey de los fieles.
Religiosa grandeza del monarca
234
CATEDRAL DH BURGO.S
LOS EDIFICIOS
OBRAS DE FELIPE 11
EL ESCORIAL
«Al Escurial
Magnánimo edificio, cuya alteza
Es prodigio del arte, y tan estraño
que ya en tu excesso ven tu desengaño,
Quantos montes formó naturaleza.
Deydad entre las fábricas, belleza.
Amable a la razón, que contra el daño
Has de p)elear del uno, y otro año.
Sin que doblen los siglos tu firmeza.
Oblación de una mano que previno.
Con liberalidad y con prudencia.
Tatos milagros de hóbre humano ágenos.
Abitación de Dios, tal que imagino.
Que eres del por tu culto, y reverencia.
Sino la digna, la que indigna menos.»
«Al Escorial •
Sacros, altos, dorados capiteles.
Que a las nubes robáis los arreboles
Febo os teme pot más lucientes soles,
Y el cielo por gigantes más crueles.
DefxJn tus rayos, Júpiter; no celes
Los tuyos, sol; de un templo son faroles.
Que al mayor mártir de los españoles
Erigió el mayor rey de los fieles.
Religiosa grandeza del monarca
234
CATEDRAL DE BURGOS
LOS EDIFICIOS
OBRAS DE FELIPE II
EL ESCORIAL
«Al Escurial
Magnánimo edificio, cuya alteza
Es prodigio del arte, y tan estraño
que ya en tu excesso ven tu desengaño,
Quantos montes formó naturaleza.
Deydad entre las fábricas, belleza.
Amable a la razón, que contra el daño
Has de pelear del uno, y otro año.
Sin que doblen los siglos tu firmeza.
Oblación de una mano que previno.
Con liberalidad y con prudencia.
Tatos milagros de hóbre humano ágenos.
Abitación de Dios, tal que imagino,
Que eres del por tu culto, y reverencia.
Sino la digna, la que indigna menos.»
«Al Escorial
Sacros, altos, dorados capiteles.
Que a las nubes robáis los arreboles
Febo os teme por más lucientes soles,
Y el cielo por gigantes más crueles.
Depon tus rayos, Júpiter; no celes
Los tuyos, sol; de un templo son faroles.
Que al mayor mártir de los españoles
Erigió el mayor rey de los fieles.
Religiosa grandeza del monarca
234
CATEDRAL D E BURGOS
LOS EDIFICIOS
OBRAS DE FELIPE II
EL ESCORIAL
«Al Escurial
Magnánimo edificio, cuya alteza
Es prodigio del arte, y tan estraño
que ya en tu excesso ven tu desengaño,
Quantos montes formó naturaleza.
Deydad entre las fábricas, belleza.
Amable a la razón, que contra el daño
Has de pelear del uno, y otro año.
Sin que doblen los siglos tu firmeza.
Oblación de una mano que previno.
Con liberalidad y con prudencia,
Tatos milagros de hóbre humano ágenos.
Abitación de Dios, tal que imagino.
Que eres del por tu culto, y reverencia.
Sino la digna, la que indigna menos.»
«Al Escorial
Sacros, altos, dorados capiteles.
Que a las nubes robáis los arreboles
Febo os teme por más lucientes soles,
Y el ciclo por gigantes más crueles.
Depon tus rayos, Júpiter; no celes
Los tuyos, sol; de un templo son faroles.
Que al mayor mártir de los españoles
Erigió el mayor rey de los fieles.
Religiosa grandeza del monarca
234
CATEDRAL DE BURGOS
«Las calles de Burgos son angostas, y obscuras. Las casas principa-
les, mostrando juntamente con la grandeza de los Monasterios y tem-
plos lo que fue en los fMSsados tiempos... sobre todo el sumptuoso edi-
ficio de la Iglesia Metropolitana, que vistas de los arquitectos, las agujas
de la portada, cruzero, y cimborio, se espantan, siendo cosas donde
llegó lo último del primor de la Arquitectura. Tiene la Iglesia veynte y
siete Capillas, todas riquíssimas por sus ornamentos, y Capellanías, en-
tre las quales está la del grá Condestable de Castilla, famosa pot sí, f>or
su fundador, y por su fábrica; es sin esquadría, ni correspondencia, y
siendo assí no parece fea a la vista, sino antes agradable, por la forma
en que el Arquitecto la labró de los dos bultos de mármol del Condesta-
ble don Pedro, y de su muger doña Mencía de Mendo9a. Es la escultu-
ria tá parecida a los cuerpos originales, que representan, que al artífice
parece sólo averie faltado el arte para hazerles respirar, que lo demás a
la apariencia labró en el mármol.»
Pedro Mantuano, Casamientos de España y Francia, y viage del Duque de
Lerma..., Madrid, 1618, págs. 85 y 86.
LOS EDIFICIOS
OBRAS DE FELIPE II
«Por auer sida-los Alcá9ares de Segouia famosos por su habitación,
los reparó y adornó con magnífico gasto y curiosidad, como se gozan:
hizo en la ribera de Tajo en Aranjuez el quarto de la casa q comentó
con la Capilla y casas de ofícios, q si se acaba será de las más gallardas q
aya en Europa; puso el Pardo en la perfección que oy tiene, y le añadió
las quatro torres, galerías y fosso con jardines imitando a una casa de
capo de que gozó siendo Rey en Inglaterra; aumentó el Alcázar de Ma-
drid para su ordinaria habitación, sobre lo que en él dexó fabricado el
Emperador su padre, determinado poner allí su Real assiento y gouier-
no de su Monarquía, en cuyo centro está; perflciono el Palacio con pin-
235
EL ESCORIAL
«Al Escurial
Magnánimo edificio, cuya alteza
Es prodigio del arte, y tan estraño
que ya en tu excesso ven tu desengaño,
Quantos montes formó naturaleza.
IDeydad entre las fábricas, belleza.
Amable a la razón, que contra el daño
Has de pelear del uno, y otro año.
Sin que doblen los siglos tu fírmeza.
Oblación de una mano que previno.
Con liberalidad y con prudencia,
Tatos milagros de hóbre humano ágenos.
Abitación de Dios, tal que imagino.
Que eres del por tu culto, y reverencia.
Sino la digna, la que indigna menos.»
«Al Escorial •
Sacros, altos, dorados capiteles.
Que a las nubes robáis ios arreboles
Febo os teme por más lucientes soles,
Y el ciclo por gigantes más crueles.
E)epón tus rayos, Júpiter; no celes
Los tuyos, sol; de un templo son faroles.
Que al mayor mártir de los españoles
Erigió el mayor rey de los fieles.
Religiosa grandeza del monarca
236
Cuya diestra real al Nuevo Mundo
Abrevia y el Oriente se le humilla.
Perdone el tiempo, lisonjee la parca
La verdad desta octava maravilla.
Los años deste Salomón segundo.»
L. Góngora y Argotc, Poesías. B.A.E., XXXII, Madrid, 1966,
pág. 430.
PANTEÓN DE EL ESCORIAL
«En el año 1618, dio principio en el Escurial a vn Mausoleo y
sumptuoso sepulcro, digno de sus gloriosos Progenitores, y Príncipes
de la Casa de Austria, fabricado de jaspes y de mármoles de marauillosa
hechura.
El motiuo que tuuo en aquesta fábrica, fue, que Filipe II, quando
mandó edificar el Conuento de S. Loren90, no labró entierro para sí;
pKsrque quiso que nadie [xnsasse leuantaua aquel prodigio de maraui-
llas para enterrar sus cenizas. Reconoció Filipe III la humildad de su
padre, y tratando de hazerle sepulcro digno de la grandeza de su nom-
bre y fama, huuo quien le dixesse: Señor, su padre de V. Magestad gustó
entierro humilde. Respondió el Rey: Mi padre hizo en esso según su
ánimo generoso, yo he de mostrar ser su hijo en dessear honrarle.»
Gil González Dávila, Teatro á* laspwiáeau de la Vi/la de Madrid Cort
de los Reyes Católicas de España, Madrid, 1623. pág. 59.
Casa tan Magestuosa, y bien edificada, que faltando más causas, para
gozarla, tuvieran titulo estos favores.»
Pedro de Herrera, TnaulaáÓH átl SmUístimt Sacrammte a la ^Usia cehgai
dtSanPtdndilaviUadtLerma, Madrid, 1618,ff. 1,1 v°y2vo.
EDIFICIOS EN SEVILLA
«Por ser las enfermerías tan caf>aces y tan dilatadas, pues las perso-
nas que se p)oné en los texteros dellas no se conocen, según la distancia
que ay de vno a otro.»
Pablo Espinosa de los Monteros, Segunda parte. De la historiay grandezas
de la gran ciudad de Sevilla, Sevilla, 1630, f. 119.
«Pero lo que más llevava los ojos de todos, era la obra nueva (que da
en la plaza dicha por ella del Aseo) i es una que llaman en Castilla azera
236
Cuya diestra real al Nuevo Mundo
Abrevia y el Oriente se le humilla.
Perdone el tiemfx), lisonjee la parca
La verdad desta octava maravilla,
Los años deste Salomón segundo.»
L. Góngora y Argote, Poesías. B.A.E., XXXII, Madrid, 1966,
pág. 430.
PANTEÓN DE EL ESCORIAL
Casa tan Magestuosa, y bien edifícada, que faltando más causas, para
gozarla, tuvieran título estos favores.»
Pedro de Herrera, Translación del Santíssimo Sacra/nenie a la iglesia colegial
de San Pedro de la villa de Lerma, Madrid, 1618, ff. 1,1 v° y 2 v°.
EDIFICIOS EN SEVILLA
«Por ser las enfermerías tan capmces y tan dilatadas, pues las fserso-
nas que se ¡soné en los texteros dellas no se conocen, según la distancia
que ay de vno a otro.»
Pablo Espinosa de los Monteros, Segunda parte. De la historiay pandera
de la gran ciudad de Sevilla, Sevilla, 1630, f. 119.
«Pero lo que más llevava los ojos de todos, era la obra nueva (que da
en la plaza dicha por ella del Aseo) i es una que llaman en Castilla azera
236
Cuya diestra real al Nuevo Mundo
Abrevia y el Oriente se le humilla.
Perdone el tiemfx), lisonjee la parca
La verdad desta octava maravilla,
Los años deste Salomón segundo.»
L. Góngora y Argote, Poesías. B.A.E., XXXII, Madrid, 1966,
pág. 430.
PANTEÓN DE EL ESCORIAL
Casa tan Magestuosa, y bien edifícada, que faltando más causas, para
gozarla, tuvieran título estos favores.»
Pedro de Herrera, Translación del Santíssimo Sacra/nenie a la iglesia colegial
de San Pedro de la villa de Lerma, Madrid, 1618, ff. 1,1 v° y 2 v°.
EDIFICIOS EN SEVILLA
«Por ser las enfermerías tan capmces y tan dilatadas, pues las fserso-
nas que se ¡soné en los texteros dellas no se conocen, según la distancia
que ay de vno a otro.»
Pablo Espinosa de los Monteros, Segunda parte. De la historiay pandera
de la gran ciudad de Sevilla, Sevilla, 1630, f. 119.
«Pero lo que más llevava los ojos de todos, era la obra nueva (que da
en la plaza dicha por ella del Aseo) i es una que llaman en Castilla azera
238
EDIFICIOS HN VALENCIA
da del Espíritu Santo, y haze muy lindo adorno, como se ve en los días
que se muestran las reliquias.»
Fray Juan Carrillo, Relación histórica de Ja Real Fundación del Monasterio de
las Descalzas de S. Clara de la villa de Madrid, Madrid, 1616, f. 48 v°.
LAS PLAZAS
«Tiene, entre otras Plazas, la Mayor, que es vno de los edificios más
costosos, y ricos que tiene el Reyno de España. En su alderredor está
muchas casas de mercaderes, y oficiales, que passan de quinientas, con
más de dos mil vétanas, sin terrados, y miradores. En ella se corren to-
ros, y se celebran regozijos públicos. Es capaz desde sus soportales hasta
lo alto de sus texarozes de más de treynta mil almas, que goza, sin impe-
dirse vno a otro, igualmente del regozijo, y contento. Sin esta Plaza tie-
ne otras, q le siruen de ornamento, y no más. El cuerpo de la Ciudad se
compone de costosos edificios, y calles anchas.»
Gil González Dávila, Teatro eclesiástico de las iglesias metropolitanas, j cate-
drales de los Reynos de las dos Castillas. Madrid, 1645, pág. 603.
«Se entró en la Plaza, que ofrecía bellísima vista y estaba llena de in-
finito pueblo. Todas las cosas (sic) son semejantes y sus huecos tienen
balcones de hierro, tan pegados unos a otros, que parecen un larguísi-
mo corredor. Hay cuatro o cinco órdenes de éstos y arriba una balaus-
trada de hierro que corre sobre todas las casas, hecha para reparo y se-
guridad de las gentes que en semejantes ocasiones se sitúa sobre los te-
chos desde el alero hasta la cima... Son como los qvec de Francia y tie-
nen ciertas gradas, sobre las cuales la gente se sienta sin estorbar la vista
de toda la Plaza, ya que en los vanos de los pórticos se ponen los palcos,
todos repletos...»
José Simón Díaz, «La estancia del cardenal legado Francesco Barbe-
rini en Madrid el año \626*,A.I.E.M., Madrid, 1980, pág. 197.
242
LAS CIUDADES
CIUDADES ESPAÑOLAS
MADRID
en igualdad y niuel, distátes tres pies vna de otra. Tiene fin el edificio
en terrados de 14 pies de fondo, pendiétes para las vertientes de las
aguas, cubiertos de plomo, con canales maestras, q se reduze a vn códu-
to solo. Sobre los terrados se leuátan agoteas de 8 pies de alto, có móte-
rones de 3 pies de hueco, y 4 y medio de alto, cubiertos de plomo, q re-
mata en globos de metal dorados. Tiene 467 vétanas labradas de vna
manera, y otros tatos balcones de hierro, tocados de negro y oro, y en lo
alto vn fjetril de hierro q rodea toda la pla9a, q tiene 136 casas, y en
ellas viuen 3700 f)ersonas. Y en las fiestas públicas es capaz de 50 mil p>er-
sonas, q goza có igual cótentamiento de los regozijos públicos. Costó
todo el edificio noueciétos mil ducados.
Tiene la Villa muchas casas de grades Señores, y Ministros Reales,
edificadas con hermosura y grádeza; muchas dellas adornadas de torres;
y se afirma tiene toda la Corte más de ochenta mil balcones y rejas de
hierro. Para entretenimientos de la gente de la Corte tiene el Prado, y la
Casa del Capo adornada de arboledas, fiutales, fuetes, y estanques, y en
medio vn cauallo de bronze, con vna estatua del Rey Felipe III de peso
de 15000 libras. Preséntesela el Grá Duque de Toscana Cosme de Me-
diéis. Tiene pwr vezino al Parque: más arriba el Palacio Real, morada
de nuestros Reyes y Príncipes: desde sus ventanas se alcana vna vista
admirable, haziédo pausa en las sierras de sanluá, que confinan con el
Cóuento de San Loren50 el Real. Representa sus murallas, en la anti-
güedad q tienen, ser fuertes. Tenia, que ya no son tantas, 190 torres de
pedernal y argamassa, que dio ocasión a Ruy Gon9ález Clauijo, Cama-
rero del Rey don Enrique III y su Embaxador en la Corte del Grá Ta-
morlan de Persia, mostrádole aquel Rey Bárbaro las grandezas de su
Reyno, le dixesse el Embaxador El Rey mi señor tiene vna Villa en Es-
paña, que se llama MADRID, cercada de fuego, por el material de que
consta su muralla. Entráuase a esta Villa por Quatro puertas, que sus
nombres era. Puerta de Guadalajara, Puerta de Valnadu, Puerta de los
Moros, y Puerta de la Vega.»
Gil González Dávila, Teatro de las grandezas de la Villa de Madrid Corte
de los Reyes Católicos de España, Madrid, 1623, págs. 11 a 13.
MURCIA
ZARAGOZA
«De toda esta grandeza es cabega Zaragoza, ilustre por averie dado
su nombre el Emperador Augusto César, haziendo perpetua en ella su
memoria. Illustríssima en antigüedad, en hermosura, y nobleza; reedi-
ficada 23 años antes de la venida de Cristo. Báñanla el río Ebro, y otros
quatro, tan útiles, y frutíferos, que se dize en aquel Reyno, Que uno lle-
va vino, otro trigo, otro azeyte, y otro fruta. Está plátada en medio del
Reyno, como centro y cora9Ón de su cuerpo, y en ella residen los Virre-
yes. La belleza de sus edificios, altura de sus torres, grandeza de sus pla-
9as, y palacios, riqueza de sus Templos, y hermosura de sus calles.
Adornan sus salidas muchas casas de Placer, arboledas y espaciosas ve-
gas. San Isidoro dize, era en su tiempo la más hermosa de España. Lo
mismo enseñan las Historias Romanas, Godas, y Árabes... con razón se
le deve el renombre de LA SEGUNDA ROMA. Hase visto en ella dos
vezes nuestra Señora... y para que nada le faltasse, tuvo algunos días en
ella su Sede Ap)ostólica el santo Pontífice Adriano VI... Y el Papa arro-
jó al pueblo dos cirios muertos, ceremonia de aquel día; Lavó los pies a
treze pobres, haziendo a esta ciudad un traslado de su Roma.»
Gil González Dávila, Teatro de las grandezas de la Villa de Madrid Corte
de los Reyes..., Madrid, 1623, págs. 422 y 42.3.
«^arago9a est une grande et ancienne ville, et passe par icelle la ri-
viére de l'Ebro, qui est assez grande. II y a beaucoup de beaux jardins et
aussi de fort grandes maysons. Le palays du Roy, auquel reside son vi-
ce-roy en absence, est assez grand et bien accommodez. II y a des beaux
cloistres et beaucoup des belles esglises, et on y veoit beaucoup de
saínetes reliques. Les Jhesuites (qu'eulx appellent Theatinos) y ont
beau couvent.»
L'Hermite, Passetemps, I (1602), ed de 1890, pág. 75.
246
VALLADOLID
SANTIAGO DE CÜMPOSTHJ.A
CUENCA
vista de vn aparador vistoso, que parece que vnas casas están edificadas
sobre otras. Haze esta vista más agradable, y gustosa el ventanaje que
goza los que vienen a comerciar có ella; y esta vista se haze más deleyto-
sa en las noches del Verano con la multitud de luzes que se vé en apo-
sentos y salas, que responden á las calles públicas.
Compónese toda ella de edificios magníficos, edificados con gráde-
za y costa. Tiene en sus llanos muchos planteles y huertas, que la baste-
cen de flores, verdura, y finatas, sin lo que viene de fuera. Abunda de
muchas fuentes muy cristalinas y claras: toda ella en sí por naturaleza y
arte es muy fuerte. En el Verano goza de ayres templados; y en el
Inuierno participa, no con demasía, de los rigores del tiempo. En su
mayor eminencia está plantada la Iglesia Catedral, con vna plaza que
adorna la hermosura de su fábrica. El trato de sus vezinos, y gente está
en lo que llaman la Carretería. Es Ciudad murada, y se entra en ella por
ocho Puertas, que son: Puerta del Castillo; por ella entró el Rey don
Alonso quando la ganó de Moros. Puerta de San Martín, Puerta de la
Guarda de la Casa de la moneda. Puerta de San luán. Puerta de Guete,
Puerta del Postigo, Puerta de Valencia; y Puerta Nueua.»
Gil González Dávila, Teatro eclesiástico de las iglesias metropolitanasy cate-
drales de los Reynos de las dos Castillas, Madrid, 1645, págs. 431 y 432.
GRANADA
«... la sierra Nevada, y está tan alta q qual el mote Olimpo, muchas
vezes no se vé p)orq la cubren las nubes, y se descuella sobre la media re-
gió del ayre. De suerte, que como en el mote 01imp>o no llovía, no llue-
ve en ella: y a vezes descubre las canas de su cabega sobre las nubes, que
parece le sirven de gabán pardo para salir al capo.»
«Su sitio tiene las quatro calidades q dessean el Angélico Dotor To-
más, y el príncipe de la arquitectura Bitrubia, para que una ciudad sea
fuerte, fértil, hermosa y saludable.»
«... la celebrada vega de Granada, que es un medio círculo de plan-
tas, que tiene esta casa de camp» delante de sus portadas... guertas, oli-
vares, viñas y sembrados de toda suerte de pan, que llenó los ojos de los
Reyes, y robó su coragón para fundar aquí esta ciudad, atalaya perpetua
de su hermosura.»
«Esta calle (del Darro) ha sido muy decantada en los versos Árabes,
porque tenían en ella quarenta Alcaydes Moros (que era lo más noble
de su nación) quarenta casas de gran recreación y deleyte. A éste se
acrecía la excelencia del ayre q goza este barrio del Darro... eran los ay-
res deste río tan saludables, que convalecían có ellos los enfermos desa-
fuziados de remedio... esta es la razón de estar oy tan pobladas sus ribe-
249
ras de jardines y casas de plazer, y de labrar los Moros sobre este río la
casa real de Generalife: y el Emperador Carlos V hizo en la fuerga del
Alhambra casa a lo Castellano para su retiro. El Gran Capitán Gongalo
Fernández de Córdova labró la casa que dizen, de las Torrecillas, y es
oy el passeo y estancia más deliciosa y versada de los vezinos.»
Francisco Bermúdez de Pedraza, Historia eclesiástica. Principiosy progres-
sos de la ciudad, y religión católica de Granada Corona de su poderoso Rey-
no, y excelencias de su corona..., Granada, 1638, ff, 4, 4 v°, 6 y 33 v".
MÁFAGA
SEVILLA
«También fuera negocio muy largo pretéder (en el quinto y sexto li-
bro) rep)etir los Magníficos y sumptuosos edificios de cada vn Monaste-
rio, sus ¡Ilustres Capillas y retablos, y los insignes sepulchros de los an-
tiguos y nobles Sevillanos, y en ellos sus armas y vanderas que ganaron.
Sus alegres patios y más alegres y magníficos claustros, sus muchas
fuentes, y amenos jardines, sus fructos y flores, que có amena frescura
alegra y reverdecen: en todo tiempo: y hinchen de suave olor y fragan-
cia todos los sacros conventos có sus mayores huertas de ortaliza y ar-
boledas, de Cidros, Limos, Naranjos y differentes vergeles.»
«Por su muy agradable sitio, de llaníssimas calles, de casas muy
principales y sumptuosos téplos, sobervios edificios de sus Alcázares
Torres y muros...». «Por la primavera, que representa todo el año el vi-
cio y frescura de sus arboledas y verdes riberas.»
Alonso Morgado, Historia de Sevilla, en la qual se contienen sus antigüeda-
des, grande7/is, y cosas memorables..., Sevilla, 1587. f. 158 a 160.
«... que Hércules tuvo un grandioso templo, en donde oy vemos la
Parrochia de San Nicolás... Esta su opinió fundan, en que aquellas dos
grandes colunas, que de aquella Parrochia se sacaron, para ponerlas en
la Alameda con otras, que están en un corral de vezindad, y en una es-
cuela de niños, bien distantes las unas de las otras, eran del pórtico des-
te templo: y que las bóbedas, que cerca de la Iglesia parrochial, y en el
Convento de Madre de Dios allí junto se ven, fueron oficinas del tem-
plo de Hércules, y receptáculo, o hospedaje de los peregrinos, que a Cá-
diz yvan... Y el llamarse colunas de Hércules, no es por otra causa, sino
porque fueron de su templo.
También es sin fundamento la opinión que algunos han querido es-
parcer, de que estas dos grades colunas, q están en la Alameda se truxe-
ron de la ciudad de Ezija a Sevilla, pues aún todavía ay quien se acuerde
de donde se sacaró hundidas debaxo de tierra, y las compañeras perma-
necen todavía en la misma Parrochia de S. Nicolás.»
«... siendo antes una laguna, el cuydado, y magnificencia de la ciu-
dad la reformó, y mejoró, plantando una amena y espaciosa alameda,
en que ay más de mil y setecientos árboles puestos en orden, de modo
que hazen dos anchíssimas calles; passeo frequentado de mucha Cava-
Hería, y coches los veranos; con tres hermosas, y abundantes fuentes de
alabastro, y jaspe, que riegan todos los árboles a que dan singular orna-
mento las dos colunas que llaman de Hércules... Tiene toda esta gran
plaga quinientas y sesenta varas de largo, y ciento y cinquenta de
ancho.»
Rodrigo (^aro, Antigüedades, y principado de la ¡lustrissima ciudad de Sevi-
lla, Sevilla, 1634. f. 9 y f. 63 v".
Fuentes y bibliografía
ABREVIATURAS
251
252
BOTERO, luán, RaTÁn destado, con tres libros de la grande:::^ de las ciudades, de
luán Botero: traduzido de Italiano en Castellano por Antonio de Herrera. En
Burgos. En casa de Sebastián de Cañas. Año 1603.
BRANCA, G . , Manuale di architettura, breve, e risoluta..., Ascoli, 1629, ed.
facsímil de la ed. de Roma de 1772 por Reprint Uniedit, Florencia,
1975.
BUSCA, Gabriello, Della Architettura militare Di Gabriello Busca Milanese.
Primo Libro. Con privilegio. In Milano, MDCI Appresso Girolano Bordone,
Pietro Martine Locami compagni.
— Della espugnatione, et difesa dellefortev^, Di Gabriello Busca Milanese, Librt
Due. In Turino Nella Stamperia dell'herede di Nicolb Bevilacqua
MDLXXXV.
CABRLRA DE CÓRDOVA, h.. Relaciones de las cosas sucedidas en la corte de Espa-
ña desde 1599 hasta 1614, Madrid, 1857.
CABRERA MCJRALES, Francisco, I^as iglesias de Roma con todas las reliquias y
estaciones donde se trata del modo de ganar las Indulgencias... En Roma. Por
Luis Zannetti, a instancia de Gio Antonio Franzini, librero ala enseña de la
Fuente, I heredero de leronymo Franzini: año 1600.
— La guía de losforasteros para ver las cosas mas notables de Roma, y sus antigüe-
dades. Sacadas de la Chronologia universal, de Geronymo... En Roma, Por
Luis Zannetti, a instancia de Gio. Antonio Franzini, librero a la enseña de la
Fuente, I heredero de leronymo Francini: Año 1600.
(CALVETE DE ESTRELLA, Juan Cristóbal, El Jelicissimo viaie d'el muy alto y
muy Poderoso Príncipe Don Phelippe Hijo d'el Emperador Don Carlos Quinto
Máximo, desde España a las tierras de la haxa Alemana. En Anvers, en casa
de Martin Nució. Año de MDLII.
(ÍARAMUEL, Ivan, Architectura civilrecta,y obliqua. Consideraday dibuxada en
el templo de lerusalen. En Vegeven. En la Emprenta Obispalpor Gamillo Ce-
rrado. Año de MDCLXXVIII, hay una edición facsímil, con estudio
preliminar de A. Bonet Correa (Madrid, Ed. Turner, 1984).
CARDUCHO, Vicente, Diálogos de la pintura, su defensa, origen, esencia, defini-
ción, modosy diferencias (editado en 1633), edición, prólogo y notas de
Francisco Calvo Serraller, Madrid, Ed. Turner, 1979.
CARO, Rodrigo, Antigüedades, y principado de la Ilustrissima ciudad de Sevilla...
Sevilla, Andrés Grande, 1634.
(CARRANZA, Jerónimo, Libro de Hieronimo de Caramba, natural de Sevilla. Que
trata de la philosophia de las armas y de su destrezay de la aggressidy defensión
christiana. {Alfin: Acabosse estelibro de la speculación de la Destreza Año de
1569. Imprimiosse en la Ciudad de Sanlucar de Barrameda en Casa delmesmo
Autor por modado del Excellltissimo Señor Don Alonso Pérez de guz/nán el
Bueno Duque de Medina Sidonia Cavallero de la Insigne Orden del Tusón.
Año de 1582.)
(BARRILLO, fray Juan, Relación histórica de la Real Fundación del Monasterio de
255
Coránica General de España que continuaba Ambrosio de Morales coronista del Rey
nuestro señor don Felipe II. En Madrid. En la oficina de de D. Benito Cano.
Año de 1791. se hallará en la Librería deQuiroga, calle de la Concepción.
Crónica del Moro Rasis, Madrid, Ed. Credos, 1975.
DBLLA VALLE, G . , Lettere Sanesi del padre maestro...., vol. III, Roma, G.
Zempel, 1786.
Descripción del Pardo y combento de losfrayles Capuchinos que se fundó a los 7 de
Henero de 1613, BNM, Ms, núm. 3661.
Discurso critico que contra el gobierno del Sor. Rey Dn. Fhelipe IIy en favor del de
su Hijo el Sor. Phelipe III que Reynaba, escrivió elfudiciario Iñigo Ibañez de
Sta. Cruz, B.N.M., Ms., núm. 10.6.35.
DUQUE DE ESTRADA, Diego, Comentarios de el desengañado de sí mesmo, prue-
ba de todos estados y elección del mejor de ellos, o sea Vida de el mesmo autor,
que lo es D..., Madrid, Memorial histórico español, t. XII, 1860.
ENRÍQUEZ DE RIVERA, Fadrique, Este libro es de el viaje q hize a lerusalem, de
todas las cosas que en él me pasaron, desde que salí de mi casa de Bomos, miérco -
les 24 de Noviembre de SIS, hasta 20 de otubre de 520 que entré en Sevilla.
En Sevilla. Año de 1606.
ESCOLANO, Gaspar, Década primera de la Historia de la Ciudady Reino de
Valencia, Valencia, 1611.
— Segunda parte de la década Primera de la Historia de la Insigne i Leal Corona-
da Ciudad de Valencia i de su Reyno. En Valencia. Por Pedro Patricio Mey.
Año 1611.
EscRi VA, Francisco, Vida del venerable siervo de Dios Donfoan de Ribera, pa-
triarca de Antiochia, y arzpbispo de Valencia. Escrita por el padre Dotor Teó-
logo de la Compañía de fesús (1612) (es edición bilingüe: también en
italiano). In Roma, Nella Stamperia di Antonio de Rossi dietro San Silvestro
in Capí te a Strada de lia Vite 1696.
ESPINEL, Vicente, Vida de Marcos de Obregón (1618), Madrid, Espasa-
Calpe, col. Austral, 1972.
ESPINOSA DE LOS MONTEROS, Pablo, Primera parte de la Historia, Antigüe-
dades y grandezas, de la muy nobley muy leal ciudad de Sevilla. Año 1627. En
Sevilla. En la Officina de Matías Clavijo.
— Segunda parte. De la historiay grandezas de la gran ciudad de Sevilla. Año de
1630. En Sevilla en la officina de fuan de Cabrera junto al correo maior.
ESTEBAN, Martin, Compendio del Rico Aparato y hermosa Architectura del
Templo de Salomón, y de la magestady grandeza del mismo Rey, Alcalá, Juan
Gracián, 1615.
EUCLIDES, LOS seis libros primeros de la geometría de Euclides. Traduzidos en le-
gua Española por Rodrigo Ccmorano. Astrólogoy Mathemáticoy Cathedráti-
co. En Sevilla en casa de Alonso de la Barrera. 1576.
FARIÑAS, M . , Libro autógrafo de D. Macario Fariñas del Corral. Docto anticua-
rio y escritor, natural de Ronda. ¿1657?. B.N.M., Ms. núm. 5917.
257
MÁRTIR RIZO, Juan Pablo, Historia de la muy noble y leal ciudad de Cuenca,
(año 1629), ed. El Albir, Barcelona, 1979.
MASCAREÑAS, Hieronymo, Viage de la serenissima Reyna Doña María Ana de
Austria. Segunda muger de Don PhelipeQuarto deste nombre Rey Catholico de
Hespaña Hasta la Real Corte de Madrid, desde la Imperial de Viena. En
Madrid por Diego Diaz de la Carrera ano 1650.
MATOS DE SAA, F., EntradaJ Triumpho que la ciudad de Lisboa hizp a... Pheli-
pe Tercero..., Lisboa, 1620.
MEDINA, Pedro de, Primera,y segundaparie de lasgrandezflsj cosas notables de
España. Compuesta primeramente por el maestro Pedro de Medina, vecino de
Sevilla, y agora nuevamente, corregiday muy ampliada por Diego Pérez de Mo-
lla... Impresso en Alcalá de Henares, en casa de han Gradan, que sea en glo-
ria. Año 1595. A costa de luán de Torres, mercader de libros.
MlLiziA, Francesco, Memorie degli architetti antichi e modemi, Terz/t edizione
Accresciuta e corretta dallo stesso autore Francesco Milizia. Parma. Dalla
Stamperia Reale. MDCCLXXXI.
MoNCADA, Sancho de. Restauración política de España (1619), Madrid (ed.
de Jean Vilar) Inst. de Estudios Fiscales. M." de Hacienda, 1974.
MONTANO, G . B.(?) Nuova et ultima aggiunta delleporte de'architef di Michel
Angelo Buonaroti Florentino Pittore Scultore et Architetto Eccellmo. In Roma
apprreso Andrea Vaccario allTsegna della Palma A' 1610. Giovanni Battista
Montano Milanese Inventor.
MORCADO, Alonso, Historia de Sevilla, en la qual se contienen sus antigüedades,
grandeza, y cosas memorables, en ella acontecidas desde su fundación. En Sevi-
lla. En la Imprenta de Andrea Pescioniy luán de León. 1587.
MOSQUERA DE FIGUEROA, Christoval, Comentario en breve compendio de dis-
ciplina militar, en que se escrive la jomada de las islas de los Afores. En Ma-
drid. Por Luis Sánchez: Año 1596.
NEBRIJA, E . A . , Dictionarium latinohispanicum, et vice versa hispanicolatinum.
Antuerpiae In Aedib loannis Steelsij MDLX.
NovoA, Matias de. Historia de Felipe III, Rey de España,COD(JlN, tomos
LX y LXl.
Orden del Rey Phee. 3.' publicada por el Marqués de Velada de lo que deben guar-
dar el Aposentador de Palacio, y sus Ayudas, 18 de nov. de 1604, B. N. M.,
Ms., núm. 2347.
Ordenanzas de la ciudad de Logroño. Año 1607, Logroño (ed. d e j . M. Ramí-
rez Martínez), Diputación Provincial, 1981.
PALAFOX Y MENDOZA, Juan de. Discurso en Diálogo del Estado de Alemania, y
comparación de España con las demás Naqiones, B.N.M., Ms., núm. 1222.
PALMIRENO, Lorenza, El estudioso cortesano. Valentiae Ex. Typographia Petri
a Huete, in platea herbaria. 1573.
— Vocabulario del humanista, Valentiae Ex. typographia Petri a Huete, in pla-
tea herbaria, 1569.
262
del Rey Don Phelipe 3° nro Señor, y de la Reyna Doña Margarita de Austria
en el Real Alcafar de la Villa de Madrid Corte de Su Magd. en 22 de Agosto
de 1612, B.N.M., Ms., núm. 2352.
Relación de la entrada que hizo en esta Corte a los 25 de Noviembre deste año de
1624 el señor Don Carlos Archiduque de Austria y como le salieron a reubir
los señores Infantes... (es impreso, 2 hojas) (Al fin: Con licencia, en Ma-
drid, por Diego Flamenco, Año 1629), B.N.M., Ms., núm. 2355 (f.
502).
Relación de la entrada de El Rey en Sevilla Biemes aprimero de Marqo deste año de
1624, y lo sucedido de alli adelante. B.N.M, Ms., núm. 2355 (f. 426).
Relación sencillay fiel de lasfiestasque el rey D. Felipe III, nuestro Señor hizo al
Patronato de sus Reinos de España Corona de Castilla. Que dio a la gloriosa
Virgen Santa Teresa de lesus, año de 1627 Con autoridad de su Santidad.
Con licencia. En Madrid. Por luán Gonqalez-
RÍOS HEVIA CERÓN, Manuel de los. Fiestas que hi^ la insigne ciudad de Va-
lladolid, con Poesíasy Sermones en la Beatificación de la Santa Madre Teressa
de lesus. En Valladolid, en casa de Francisco Abarca de Ángulo. Año 1615.
ROJAS, Agustín de. El viaje entretenido, ed. y prólogo de Justo García Mo-
rales, Madrid, Aguilar (2." ed.), 1964.
ROJAS, Cristóbal de. Teóricay práctica defiírtificaciónconforme las medidas y de-
fensas destos tiempos. En Madrid, por Luis Sánchez, Año 1598.
— Sumario de la milicia antigua y moderna con la orden de hazer vn exercito de
naciones y marchar con el... Año de 1607, B.N.M., Ms., núm. 9286.
— Compendioy breve resolución de fortificación, conforme a los tiempos presentes,
con algunas demandas curiosas. Año 1613. Con privilegio. En Madrid, por
luán de Herrera.
ROMA, Antigüedades, inscripciones y epitafios de Roma, B.N.M., Ms., núm.
2833.
— Historia de 23 monumentos de Roma, Ü.'H.M., Mí,., núm. 12929(34).
R ( « S I , Bartolomeo, Omamenti di fábrichi antichi et modemi Dell'Alma Citta
di Roma. Con la sue dichiaratione fatti da"^florentino. Ad. instamai di An-
drea Vaccaria alílnsegna della Palma. Parte seconda. foannes maius Romanus
delineavit anno lubilei MDC.
Rus PUERTA, Francisco de, Historia eclesiástica del reino y obispado de loen.
Primera parie. Que contiene, sus principios, y progressos en la Religión christia-
na. La predicación. ..Impresso en laen. Por Francisco Pérez de Castilla. Año
1634.
RuscoNi, Giovanni Antonio, Della architettura digio Ant" Rusconi, con cen-
tosessantafigureDissegnate dal Medesimo secando i Precetti di Vitruvio, e con
chiarezxft, e brevitá dichiarate Libri dieci. Al Serenissimo Sig. Duca d'Urbino.
Con Privilegi in Venetia, Appresso i Gioliti MDXC. (Publicado en 1968
por Gregg International Publishers Limited).
SAGREDO, Diego de. Medidas del romano, Madrid, Asociación de Libreros
265
y Amigos del Libro, Patronato del Instituto Nacional del Libro Es-
pañol, 1946; hay reciente ed. facsímil de F. Marías y A. Bustaman-
te, 1986.
SALAZAR, Eugenio de, Cartas de..., Madrid, Sociedad de Bibliófilos Es-
pañoles, 1966.
SAN JOSÉ, fray Diego de Compendio de las solertesfiestasque en toda España se
hÍT/eron en la beatificación de la Santa Madre Teresa de lesus, Madrid, 1615
SAN MIGUEL, fray Andrés de, Obras de Fray Andrés de San Miguel,
U.N.A.M., Instituto de Investigaciones Estéticas, 1969.
SAN NICOLÁS, fray Lorenzo de. Segunda ynpresión de la primera parte del arte
j uso de architetura dirixida alpatriarcha Sanjoseph. ..Año de / 6 6 7 (1." ed
de 1633).
— Segunda parte del arte y uso de architectura, (1663 en portada) (1664 en
las licencias, etc.).
SANTA ANA, fray Andrés de. Este tratado contiene seis puntos 1. La Reveren-
cia q se a de tener a los lugares sagrados... B.N.M., Ms., núm. 846.
SANTA TERESA u\i]Mf.vs,Iuufundaciones, ed. de espiritualidad, Madrid.
SANTOS, fray Francisco de los. Descripción del Real Monasterio de S. Lorenzo
del Escorial, única maravilla del mundo En Madrid. En la Imprenta de Ber-
nardo de Villa Diego Impressor de su Magestad. Año de MDCLXXXI (1 .••
ed. de 1656).
ScAMOZZl, Vicenzo, L'idea della architettura universale di... architetto véneto,
Venecia, 1615 (véase Barocchi III).
ScRi VA, Luis, Apología en escusationjfavor délasfabricas que se haznn por designo
del Comendador Scriva en el Reyno de Ñápalesj Principalmente de la del Cas-
tillo de Sancthelmo compuesta en Diálogo entre el vulgo que la repruevaj el co-
mor. que la defiende. (1538, año que da en la introducción), B.N.M.,
Ms., núm. 2852.
SEMPERU Y GvAKiNos,)., Historia del LUXOJ de las Leyes suntuarias de Espa-
ña, Madrid, 1766.
SEPÚLVEDA, Jerónimo de, //." de varios sucesosj de las cosas notables que han
acaecido en Españaj otras naciones desde el año de 1584 hasta el de 1603, en
Documentos para la h." del Monasterio de El Escorial (Zarco Cuevas) IV,
Madrid, Imprenta Helénica, 1924.
SERLIO, Sebastiano, Tercero y quarto libro de Architectura, Toledo (trad. de
Francisco de Vilialpando), Ivan de Ayala, 1552. (Hay ed. facsímil.
Valencia, 1977.)
SIGÜUNZA, fray José de. Fundación del Monasterio de El Escorial {1605), Ma-
drid, ed. Aguilar, 1963.
SiRiGATTi, Lorenzo, La pratica di prospettiva del cavaliere... Per Girolamo
Franceschi Sánese. Libraio in Firenze MDXCVL
SORIA, Miguel de, Libro de las cosas memorables que han sucedido desde el año de
mil quinientos noventa y nueve., B.N.M., Ms., núm. 9856.
IM)
IRK;(), Daniela, II Padre di famiglia. Govemo della casa e govemo avile nella
tradizfone dell «económica» Jra Cinque e Seicento, Roma, 1985.
FRUTOS BAiiZA,José, Bosquejo histórico de Murcia y su concejo, Murcia, Edito-
rial La Verdad, 1934.
GALÜRA ANDRHU, Pedro A., Arquitectura de los siglos XVIIj XVIII en
Jaén, (^aja de Ahorros y M. P. de Granada, 1977.
— Arquitectura j arquitectos en Jaén afines del siglo XVI, Jaén, Instituto de
Estudios Giennenses, C.S.l.C, Excma. Diputación provincial,
1982.
GALLIÍÍÍO, J., El pintor de artesano a artista. Universidad de Granada, De-
partamento de Historia del Arte, 1976.
GARCÍA (^HIC:C), Esteban, Documentos para el estudio del arte en Castilla. Plate-
ros de los siglos XVI, XVII y XVIII, Valladolid, 1963.
— «Documentos para el estudio del arte en Castilla. Maestros rejeros»,
BSAA, 1964, págs. 264 y ss.
Gii.i.H, B., Leonardo egli ingegneri delRinascimento, Milán, Feltrinelli ed.,
1972.
GOME/, MORENO, Manuel, «Juan de Herrera y Francisco de Mora en
Sta. M.' de la Alhambra», A.E.A., t. 14, 1940-41, pág. 5.
— El libro español de arquitectura, Madrid, Instituto de España, 1949.
GoNzÁLi:/. LOPE/., Emilio, IM Galicia de los Austrias, t. II, La (Poruña,
Fundación Barrie de La Maza, 1980.
CÍRi i^NHALG, Michael, /,<? tradición clásica en el arte, Madrid, H. Blume,
1987.
GLIDONI, E . , y MARINO, A., Storia dell'urbanística. II Cinquecento, Roma-
Bari, Ed. Laterza, 1982.
— Historia del urbanismo. ElSigloXVII, Madrid, Instituto de Estudios de
la Administración Local, 1982.
GUTIÉRREZ, Ramón, SIotas para una bibliografía hispanoamericana de arquitec-
tura. 1526-1875, Departamento de Publicaciones c Impresiones de
la Universidad Nacional del Nordeste, Resistencia-Chaco, 1972.
HERNÁNDEZ VISTA, V. Eugenio, «El Madrid de Felipe II visto por el
humanista holandés Enrique Cock», Madrid, Instituto de Estudios
Madrileños, 1960 (Madrid en el siglo XVI, II).
HI:RRERA PU(;A, Pedro, LOSjesuítas en Sevilla en tiempo de Felipe III, Grana-
da, Universidad, 1971.
IBÁÑEZ PÉREZ, Alberto C , Arquitectura civil del siglo XVI en Burgos, Caja
de Ahorros Municipal de Burgos, 1977.
iÑK.UEZ ALMEC;H, Francisco, Casas Realesjjardines de Felipe II, C.S.I.C.,
Delegación de Roma, 1952. Cuadernos de trabajo de la escuela es-
pañola de historia y arqueología, Roma.
JEDIN, H . , Manual de historia de la Iglesia, vol. V, Barcelona, Herder,
1972.
272
KAGAN, R . Y OTROS, Ciudades del Siglo de Oro. Las vistas Españolas de Antón
Van den Wyngaerde, Madrid, El Viso, 1986.
KosTOF, Spiro (comp.), The Architect. Chapters in the History of the Profes-
sion, Nueva Yorií, Oxford University Press, 1977. Traducción en la
Ed. Cátedra, Madrid, 1984.
KuBLER, George, «Arquitectura de los siglos xvii y xviii» {Ars Hispa-
niae, vol. XIV), Madrid, Ed. Plus Ultra, 1957.
KuBLER, G., y SORIA, M . , Art and Architecture in Spain and Portugal and
their ameritan dominions. 1500 to 1800, Londres, The Pelican History
of Art, t. XVII, 1959.
KuBLHR, G., La obra del Escorial, Madrid, Alianza Editorial, 1983.
LAPIÍYRE, Henri, «L'organisation municipale de la villa de Valence
(Espagne) aux xvi' siécle», en «Villes de l'Europe Méditerranéenne
et de rEurop)e occidentale du moyen age au xix' siécle». Actes du
colloque de Nice (27-28 de marzo de 1969). Annales de la Faculté de
lettres et sciences humanines de Nice, núms. 1-10, 3 . " y 4." trimestre de
1969, pág. 127.
L>HÓN, A., Los fondos de arquitectura en la pintura barroca sevillana, Sevilla,
Diputación Provincial, 1984.
LHONARD, Irving A., Los libros del conquistador (1949), México, F.C.E.,
1959.
L L E Ó (^AÑAL, V., «El jardín arqueológico del primer Duque de Alca-
lá», Fragmentos, núm. 11, 1987, págs. 21-22.
MARAVALL, J. A., Poder, honorj élites en el siglo XVH, Madrid, Siglo XXI,
1979.
— La cultura del Barroco, Barcelona, Ariel, 1980.
MARCO DORTA, E . , Cartagena de Indias. Puerto j plaza fuerte, Cartagena,
Colombia, 1960 (nueva ed. revisada de la 1." publicada en Sevilla
en 1951).
MARÍAS, Fernando, «El problema del arquitecto en la España del si-
glo xvi». Academia, núm. 48, 1979, págs. 175-216.
— «Juan Bautista de Monegro, su biblioteca y "De Divina Proportio-
ne"», Academia, núm. 53, 2." semestre de 1981, págs. 91 y ss.
— La arquitectura del Renacimiento en Toledo 1541-1631, Toledo,
1983.
MARÍAS, F . , y BUSTAMANTE, A., l^as ideas artísticas de El Greco, Madrid,
Cátedra, 1981.
— «Un tratado inédito de arquitectura de hacia 1550», BICA, XIII,
1983, págs. 41 y ss.
MARTÍ Y Mof^só,]., Estudios histérico-artísticos relativos principalmente a Va-
lladoUd Leonardo Miñón, Valladolid, Madrid, 1898, 1901.
MARTÍN GONZÁLEZ, J. J . , «Arte y artistas del siglo xvii en la Corte»,
AEA, 1958, págs. 125 y ss.
273
VIN Diii., Francisco, Los bibliófilosj sus bibliotecas desde la introducción de la im-
prenta hasta nuestros días, Madrid, 1934.
WiiiBLNSoN, Dora, Los tratados de arquitectura. De Alberti a Ledoux, Ma-
drid, H. Blume, 1988.
WiLKiNSON, i'.., «11 Bergamasco e il palazzo a Viso del Marques», en
Galeazzo Alessi e l'architettura del Cinquecento, Atti del convegno Inter-
nazionaie..., 1974, Genova, Sagep Editrice, 1975.
ZAMORA LUCAS, F., y PONCH DH LBÓN, E . , Bibliografía española de arquitec-
tura 1Í26-1850, Madrid, Asociación de Libreros y Amigos del Li-
bro, 1947.
ZANDER, Giuseppe, «Le invenzioni architettoniche di Giovanni Bañis-
ta Montano milanese {\S34-\62\),Quademidell'Istituio distoria dell-
'arcbitettura, .30, Roma, 1958, págs. 1-21, y 49-50, 1962, págs. 1-32.
ZARCO (^UH VAS, J. (comp.). Documentos para la historia del Monasterio de San
Lorenzo el Real de El Escorial, vols. 1-4, Madrid, 1916-1924.
— Los Jerónimos de San Lorenzo el Real de El Escorial, Imprenta del Real
Monasterio San Lorenzo de El Escorial, 1930.
ZARCO DI;L VALLH, M . R . , Documentos inéditos para la Historia de las Bellas
Artes en España, CODOIN, núm. 55, Madrid, 1870.
índice
PRÓLOGO 9
PRESUNTACIÓN 11
PARTE I
HISTORICISMO Y ANTIHISTORICISMO
PARTE II
LA OFERTA Y LA DEMANDA
EPÍLOGO
LA CIUDAD
i^e.
ediciones \ |F^ el arquero