La Shoa Un Fenomeno No Resuelto

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LA SHOÁ, UN FENÓMENO NO RESUELTO

Nacionalsocialismo, Shoá, historia y memoria:


reexiones de intelectuales y debates historiográcos

Roberto Cyjon

Educando para la vida

Setiembre 2018

Cuareim 1451
C. P. 11100 U N I V E R S I D A D O RT
Montevideo Tel.: 29021505 Uruguay
Departamento de Estudios Judaicos
www.ort.edu.uy
La Shoá,
Un fenómeno no resuelto
Nacionalsocialismo, Shoá, historia
y memoria: reflexiones de intelectuales y
debates historiográficos

Roberto Cyjon

Ediciones Universidad ORT Uruguay


2018

Universidad ORT Uruguay 3


La reproducción y/o transcripción total
o parcial de esta publicación, con fines
académicos o informativos, es permitida
citando la fuente: La Shoá, un fenómeno
no resuelto. Roberto Cyjon. Montevideo:
Universidad ORT Uruguay. El contenido del
siguiente libro es responsabilidad del autor.

Diseño y Diagramación: Erica Yac

Depósito Legal:
Montevideo, Setiembre 2018
ISBN: 978-9974-8467-6-0

4 La Shoá, un fenómeno no resuelto.


En memoria de mi padre, Abraham Cyjon (Maków,
Polonia, 1911 – Montevideo, 1995), uno de los prominentes
líderes de la colectividad judía en Uruguay, y de mi madre,
Perla Stolovicz (Sokolów, Polonia, 1919 – Montevideo,
2000) quienes me inspiraron el amor por los libros.

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“Sostenemos que en el
desencadenamiento del exterminio hay un
punto de absoluta opacidad. Y que eso, como
dice Primo Levi, es incurable. Algo del orden
de lo irreparable lesionó el mundo humano
-es decir, el discurso, la subjetividad- de la
mano del novedoso exterminio inaugurado por
el nazismo. Y esto no solo no puede quedar
fuera de nuestra interrogación, sino que, de
algún modo, es su guía. ¿Cómo inscribir lo
irreparable?” (Sneh, Cosaka, 2000, p. 17).

6 La Shoá, un fenómeno no resuelto.


Índice
Prólogo .................................................................................... 9

Introducción ............................................................................13

CAPÍTULO I
Las cuatro reglas historiográficas propuestas
por Enzo Traverso ...................................................................17
Fascismo en diferentes proyecciones ......................................18

CAPÍTULO II
George Mosse
Acerca del autor ......................................................................25
Su visión del nacionalsocialismo y otras perspectivas ...........27
Coincidencias con la concepción historiográfica
de George Mosse.....................................................................32
Problematizaciones al análisis de George Mosse
a) Respecto a la propaganda nazi ............................................36
b) ciertos vacíos analíticos de su obra.....................................40
Síntesis de reflexiones acerca de la hipótesis
de George Mosse.....................................................................48

CAPÍTULO III
Shoá. Historia y trauma
a) El desgarro de la historia ....................................................49
b) Dilemas y visiones de algunos intelectuales judíos ............51
Hanna Arendt ..........................................................................53
Marc Bloch..............................................................................54
Franz Neumann .......................................................................57
c) El trauma inmerso en la historia .........................................61

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CAPÍTULO IV
Shoá y otros genocidios
a) Distintas ópticas ..................................................................67
b) Aportes periodísticos sobre episodios emblemáticos .........71

CAPÍTULO V
Yehuda Bauer replica a Zygmunt Bauman .............................79

CAPÍTULO VI
Memoria e historia
a) Debate entre Martin Broszat y Saul Friedländer ................89
b) Debate entre Ernst Nolte y Jürgen Habermas .....................94

REFLEXIONES FINALES
a) Respecto a la burocracia del régimen nacionalsocialista ....101
b) En torno a los alemanes ......................................................104
c) Referentes a la objetividad y el negacionismo....................106
d) La memoria como recurso historiográfico y la postura del
historiador ...........................................................................107

Agradecimientos .....................................................................111
Bibliografía .............................................................................113

8 La Shoá, un fenómeno no resuelto.


Prólogo
Un fenómeno no resuelto...
“El verdugo siempre mata dos veces, la segunda a través del silencio”
(Elie Wiesel, premio Nobel de la Paz).

Texto de Eric Vuillard, El Orden del Día, pag. 136-137, Premio


Goncourt 2017.

“…De pronto, el anciano Gustav se levantó. Llevaba tiempo sumido


en una debilidad mental sin remisión. Incontinente y achacoso, había
enmudecido hacía años. Sin embargo aquella noche, en mitad de la
cena, se irguió bruscamente y apretando la servilleta contra el pecho
en un gesto lleno de terror, tendió su largo dedo enflaquecido hacia
el fondo de la estancia detrás mismo de su hijo, y masculló: ¿Pero
quién es toda esa gente? Su mujer se volvió. Su hijo se dio media
vuelta. Se les heló la sangre. El rincón se hallaba inmerso en sombras.
La oscuridad parecía moverse, como si unas siluetas se arrastraran
lentamente en la negrura. Pero no eran los fantasmas de la villa Hügel
los que los tenían espantados, no, no eran ni las lamias ni las larvas,
eran hombres de verdad, con rostros de verdad, los que lo miraban.
Vio ojos enormes, caras saliendo de las tinieblas. Desconocidos. Le
asaltó un miedo terrible. Permaneció petrificado, de pie. Los criados
quedaron paralizados. Los cortinajes se tornaron como de hielo. Y a
él le dio la impresión de ver de verdad, de no haber visto nunca tanto
como en aquel instante. Y lo que vio, lo que emergió lentamente de las
sombras, eran decenas de miles de cadáveres, los trabajadores forzados,
aquellos que la SS había suministrado para sus fábricas. Surgían de
la nada. Durante años había reclutado deportados en Buchenwald, en
Flossenbürg, en Ravensbrück, en Sachsenhausen, en Auschwitz y en
muchos otros campos…”

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Prólogo

“Shoá un fenómeno no resuelto”, nos referiremos a unos pocos episodios


muy simbólicos de lo que fue la puesta en marcha del proyecto de
destrucción total del pueblo judío en los países ocupados por los nazis
y del fenómeno del colaboracionismo activo y pasivo en esos países.
Recientemente dedicamos el último número de la agenda judía temática
anual del año 5778 (2017- 2018) de Universidad ORT Uruguay, al relato
de la llamada “Operación viento primaveral”, referida a la redada del
Vel d’Hiv del 16 de julio de 1942 en París, con texto del Dr. Gustavo
Perednik.

En la redada del Vel d’Hiv participaron directamente miles de agentes


policiales franceses. No fue necesaria la participación alemana. De los
13.152 judíos que fueron arrestados, 4.000 eran niños, solo 811 del
total de deportados regresaron al término de la guerra.

El libro “Los Amnésicos” (Edition Flammarion, 2017), un impactante


texto de Geraldine Schwarz, periodista franco-alemana, publicado
contemporáneamente con el libro de Eric Vuillard, se concentra en la
reacción de la sociedad alemana durante los 12 años del régimen nazi.
La autora, con inusual valentía, relata testimonios de su propia familia
a través de tres generaciones, describiendo el comportamiento de los
alemanes, a los que califica de “Mitlaufer” (que siguen la corriente).
Este término refleja bastante bien el acompañamiento pasivo de la
sociedad, que de alguna manera estaba legitimando la violencia, cada
vez más desembozada, y la indiferencia frente a las redadas realizadas
a la vista de todos, con su repertorio de humillaciones y persecuciones
en todas sus facetas. Para ilustrar su punto de vista, menciona un par de
ejemplos de su propio entorno: En Alemania, un comerciante comprando
una empresa, aprovechando las leyes raciales de “arianización” que
facilitaban adquirir negocios de propiedad judía a costo irrisorio. En
Francia, un gendarme “cumpliendo con su deber”, llevando refugiados
a campos de internamiento, Gurs, Drancy, Vel D’Hiv, Pithiviers y
otros, donde se juntaban judíos de todos los orígenes, que terminaron

10 La Shoá, un fenómeno no resuelto.


siendo deportados a campos de exterminio nazi (Auschwitz o destinos
similares).

Con el paso de los años la sociedad alemana empezó a reconocer, en


forma casi colectiva, su falta de reacción frente a la maquinaria criminal
con la que convivieron tantos años. Hoy, esa sensación de culpa tiene
reflejos y posiblemente consecuencias frente al actual tema de los
refugiados en Alemania.

Aún sigue siendo una incógnita como el pueblo de Goethe, Beethoven


y tantos grandes pensadores alemanes pudieron seguir pasivamente
a Hitler durante años. ¡Cómo la Universidad de Heidelberg, faro de
la inteligencia alemana, formadora de líderes de opinión y guías del
pensamiento, pudo ser parte del horror!

En Francia, por otro lado, el mito de una masiva resistencia francesa


difundido después de 1945 por los distintos gobiernos franceses,
dificultó que la sociedad empezara a aceptar la verdad. No se trataba
solamente del llamado Régimen de Vichy. Fue muy difícil para la
sociedad admitir su parte de responsabilidad directa en las delaciones,
las redadas, los arrestos, las discriminaciones y el acatamiento de las
leyes raciales bajo la ocupación nazi. Recién a partir de los años 80
la Shoá empieza a ser introducida como texto de estudio, todavía sin
admitir una posible responsabilidad colectiva francesa. Con el paso de
los años, el colaboracionismo empezó a ser reconocido, tímidamente,
por sucesivos presidentes franceses. Recientemente el actual presidente
de Francia, Emmanuel Macron, lo expresó sin ambages.

Otro caso de colaboracionismo, esta vez en el este de Europa, está


perfectamente detallado en el informe Jäger, posiblemente menos
conocido. Sucedió en Lituania, donde en 1941, en el breve plazo de
5 meses, fueron ejecutados, mayormente por balas, 137.346 judíos,
hombres, mujeres, niños, por la milicia lituana enferma de judeofobia.

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Prólogo

El informe Jäger está compuesto únicamente por cifras. Se limita a


llevar la contabilidad de los muertos por sexo y edades. Un pueblo,
una cultura, una lengua, desaparecieron sin dejar rastros. En este caso
tampoco los Einsatzgruppen (grupos operativos nazis) participaron
directamente porque las milicias lituanas se prestaron con entusiasmo.
Lituania es el primer país donde la Wehrmacht deja constancia de la
masacre de muchos miles de personas con la rapidez de un relámpago.

A partir de 1989, el historiador Wolfram Wette siguió recopilando


información disponible a partir del acceso a los archivos que existían en
la ex Unión Soviética y su libro sobre Karl Jäger salió a la luz en 2011.
Al igual que Eichmann en su juicio en Israel, Jäger habló de “obediencia
debida”. En todos los genocidios se nota el inevitable pasaje de la
violencia hacia la extrema violencia. Jäger, este eficiente y convencido
soldado, que termina suicidándose en 1959, después de vivir varios
años en la clandestinidad, solo buscaba la forma de matar más judíos
en menos tiempo y a menor costo. Es difícil pensar que haya sentido
remordimientos tardíos.

No llegó todavía el tiempo en que cada vez que tropecemos con algunas
palabras: Heidelberg, lugar de belleza y erudición, Vichy, inocente
ciudad termal, u otros lugares o instituciones, sea posible evitar que nos
venga Auschwitz a la memoria. La historia es fundamentalmente un
tema de símbolos.

Como dijo el escritor francés Georges Bataille al poco tiempo de


terminar la Segunda Guerra Mundial “Auschwitz es la obra y el signo
del hombre. La imagen del hombre es de aquí en más inseparable de
una cámara de gas”.

Charlotte de Grunberg
Directora General
Universidad ORT Uruguay

12 La Shoá, un fenómeno no resuelto.


Introducción

El historiador que aborde el tema Shoá deberá incorporar estudios


filosóficos, sociológicos, económicos, entre otros, para profundizar
en la comprensión del nacionalsocialismo y sus repercusiones.
Los archivos escritos, fotográficos o fílmicos como únicas fuentes,
podrían ser insuficientes para la historiografía moderna. El enfoque
exclusivamente político, tampoco daría suficiente cuenta de las
singulares problemáticas sociales que engendró el nacionalsocialismo.
Parecería ser imposible dejar de lado a las víctimas y sobrevivientes
de los campos1, cuyos testimonios de por sí configuran, a su vez,
dilemas para una historiografía rigurosa. Sin “memoria” seguramente
se generarían espacios condenados al vacío analítico, acerca de la
comprensión de la dimensión de un “fenómeno de la humanidad”2 como
fue la Shoá. El término en sí mismo es difuso, pues se trató de un proceso
de exterminio, una exclusión premeditada de un colectivo específico y
varios otros con raíces antropológicas, religiosas, sexuales, de género,
étnicas e ideológicas que puso en práctica, además, mitos sostenidos por
discriminaciones milenarias. Es de rigor destacar que la palabra hebrea
Shoá es de origen bíblico. No tiene traducción exacta en idioma español.
Se usa la palabra: Holocausto.3 Shoá y también Jurban -reducción a
ruinas-, otra expresión bíblica que se utilizó más cerca de la guerra,
refiere a diversos castigos y grandes catástrofes que Dios enviara a su
pueblo. El significado de Shoá sería cataclismo destructivo. Destacamos,
por lo tanto, que la Shoá -expresión emblemática y polisémica-, en el

1 La palabra “campos”, así referida, aglutina diferentes centros de reclusión, desde campos de
concentración hasta de exterminio.
2 Consideramos el término: “fenómeno”, como un suceso extraordinario de mayúscula
complejidad, lo cual que dificulta su comprensión. De ex profeso encerramos entre comillas el
concepto: “fenómeno de la humanidad”, en tanto problematización semántica de cómo calificar
la Shoá. Al categorizarla como un “fenómeno”, y perteneciente a la “humanidad”, no queda
reducida exclusivamente a los judíos.
3 En 1950, se comenzó a utilizar el término Holocausto -gran matanza de seres humanos-
según una de las definiciones de la Real Academia Española. (Nota del autor).

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Introducción

sentido histórico que es usada no infiere castigos divinos, sino matanzas


masivas e industrializadas organizadas por seres humanos contra seres
humanos. Éstas pretendieron no solo exterminar básicamente al pueblo
judío, entre otros, sino negar, incluso, su humanidad. El término Shoá
se impuso en el léxico historiográfico y en la década de los años 1980 se
laicizó, desprendiéndose de su etimología religiosa. Es, precisamente,
este fenómeno de la humanidad el que convoca buena parte de nuestro
análisis.
Una indagatoria problemática adicional, la configura
cuestionarnos si la intención del exterminio de los judíos, atribuible al
antisemitismo alemán y europeo, ha de tratarse primordialmente como
una proyección abyecta del nazismo, o como un apéndice ya embrionario
e indivisible del mismo4. A los efectos de justificar el planteo de este
dilema creemos válido citar, a título de ejemplo, una carta escrita por
Adolf Hitler el 16 de setiembre de 1919, recién culminada la Primera
Guerra Mundial y convenido el Tratado de Versailles. Sostenía: “El
antisemitismo basado en motivos puramente sentimentales, encontrará
su expresión final en los pogromos. El antisemitismo de la razón, en
cambio, debe conducir a una lucha legal y metódica y a la eliminación
de los privilegios que posee el judío (…) el objetivo final e inmutable
debe ser la eliminación de los judíos en general.”. (como se citó en:
Roudinesco, 2011, p. 78)
Enzo Traverso encara varios de estos temas a partir de una
propuesta metodológica concreta. Del desglose de su historiografía
y marco teórico, así como de las ópticas de otros historiadores e
intelectuales que iremos complementando, decantaremos hacia una
postura que aspira a plantear, de forma acotada, opciones para un
horizonte interpretativo.

4 Jean François Lyotard (1995) resumió la siguiente reflexión al respecto: “(…) lo más real de
los judíos reales, es que Europa, por lo menos, no sabe qué hacer con ellos: cristiana, exige su
conversión; monárquica, los expulsa; republicana, los integra; nazi, los extermina. ‘Los judíos’
son el objeto del ‘no ha lugar’ por el que los judíos, en particular, son golpeados realmente”.

14 La Shoá, un fenómeno no resuelto.


Las posiciones que adoptaron y enfrentaron ciertos intelectuales
judíos -y no judíos- de la época, en los prolegómenos, durante y
posterior a la finalización de la Segunda Guerra Mundial despiertan
gran interés. Se enfrascaron en dilemas que bien podrían catalogarse de
existenciales. Será uno de los objetos de estudio de nuestra investigación
historiográfica.
Quien estudie el campo que nos hemos propuesto abordar, ha
de asumir un compromiso complejo con su objetividad y afrontar el
desafío de mantener una distancia profesional óptima en su trabajo.
Recalcamos que en un ensayo de estas características no es posible
incorporar la objetividad como objeto de análisis, pues ésta es un tema
central de la filosofía del conocimiento. No lo podríamos inscribir en
un estudio epistemológico como correspondería. Las ciencias sociales,
en su conjunto, se ven inmersas en este paradigma no resuelto. A la
historiografía le caben las mismas limitaciones, tampoco puede
resolverlo con sus herramientas metodológicas. Para la Historia, como
uno de los saberes dentro del campo de las ciencias sociales, el desafío
se amplifica en tanto actualmente no se valora un enfoque positivista
de la disciplina, lo cual podría dar lugar a excesos de relativismo. Estos
desbordes podrían alcanzar los ribetes -nefastos- del negacionismo,
y exacerbar tensiones en torno a la injerencia de falsos narradores
históricos, como intérpretes genuinos de los acontecimientos. En
las reflexiones finales retomaremos este tema en forma somera pero
comprometida.
En síntesis, el punto de partida conceptual implícito en el presente
trabajo, se soporta sobre las superlativas dimensiones y complejidades
originadas durante las primeras décadas del siglo XX, con su repertorio
de genocidios. Investigaremos, tan solo, algunas de sus contradicciones
y singularidades, para lo cual hemos de desplazarnos cautelosamente
a través de fronteras imprecisas y sinuosas. Por ende, el propósito es
intentar comprender sin pretensiones de juzgar ni concluir. A lo sumo,
despertar el interés de continuar reflexionando e investigando sobre este
contexto tan intrincado.

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16 La Shoá, un fenómeno no resuelto.
CAPITULO I

Las cuatro regLas historiográficas


propuestas por enzo traverso

T
raverso sostiene que, en la actualidad, nos hallamos en un
cruce entre utopía hacia el futuro, y memoria hacia el pasado.
El auge de la historia global, en tanto el mundo se considera
esencialmente multipolar a partir de los años 1990, conlleva un requisito
de comprensión, que ha de rescatar el acontecimiento, y darle cabida al
recurso de la memoria. “El siglo XX apareció como la edad de rupturas
repentinas, fulminantes e imprevistas, (…) el carácter masivo de la
Shoá que, en tres años, pulverizó una historia secular de emancipación,
asimilación e integración de los judíos en el seno de las sociedades
europeas, pone en cuestión los paradigmas de la historia estructural.”
(Traverso, 2012, pp. 17-18). Tipifica cuatro reglas historiográficas:
contextualización, historicismo, comparatismo y conceptualización.
De esa forma, considera posible ubicar a los acontecimientos en su
dimensión temporal, marco social y paisaje mental de época. Entrar y
salir de los acontecimientos, en forma diacrónica, lo cual habilita a captar
sus transformaciones en clave de larga duración. Comparar los hechos
en su fenomenología, para poder comprenderlos mejor, y finalmente,
disecar lo real de lo abstracto. Este aparato historiográfico, permite
considerar tanto la narrativa de los vencedores, narradores habituales de
la historia, como rescatar la voz de las víctimas. En principio, ausentes,
pero actores preponderantes de los episodios del totalitarismo germano
y europeo, acallados precisamente, por constituir un tendal varias veces

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Capítulo I: Las cuatro reglas historiográficas propuestas por Enzo Traverso

millonario, de víctimas de masacres fulminantes.


Focalizaremos, entre otras, en las versiones que Traverso analiza
de George Mosse, Martin Broszat y Saul Friedländer. Historiadores
que pretenden explicar el surgimiento del nacionalsocialismo, la
transformación de la sociedad alemana, su inmersión dentro de un “tipo
ideal” como el nazismo, y los complejos dilemas intelectuales y morales
en que sumió a los alemanes con el devenir del tiempo. Trámite difícil
de abordar, sin detenerse en las tensiones entre historia y memoria, y
lo problemático de hacerlo con la objetividad historiográfica necesaria,
sin sucumbir ante la subjetividad. Las inquietudes, ópticas personales
y conceptuales del historiador, lo involucran como un actor más, en
la traducción de “aquel” pasado a “este” presente. Dado que ambos
períodos, el pasado y el actual, se auto significan en forma dinámica y
se vuelven a definir en reconfiguración constante, se trata de conceptos
que exigen amplitud intelectual.

fascismo en diferentes proyecciones

Es necesario darle cierto rigor historiográfico a términos como


fascismo y nazismo, porque difieren entre sí. Si bien por derivación,
también se utiliza indistintamente al fascismo para referirse a otros
totalitarismos surgidos en el período de entreguerras y, posteriormente,
a la Segunda Guerra Mundial. El fascismo es un movimiento político
de origen italiano de comienzos incipientes del siglo XX. Se consolida
en primera instancia, durante el año 1914, como tipo ideal emergente
de un partido político con bases intelectuales y de acción política, que
define un líder omnipresente el cual lleva adelante proclamas bélicas,
de un Estado absolutista antidemocrático e imperialista. Asimismo, el
estalinismo, con sus diferencias de acción, origen social, ideológico
y espacial, se configurará en un modelo totalitario. El franquismo

18 La Shoá, un fenómeno no resuelto.


español, régimen de ultraderechas y católico, que combatió a la
Segunda República democráticamente elegida, generando una cruel
guerra fratricida que también incluyó brigadas internacionales, suele
tildarse de fascista. El nazismo, totalitario y con puntos de encuentro
conceptuales e históricos con el fascismo italiano –y de acciones políticas
comunes de coyunturas y contextos historiográficos, también con el
estalinismo y el franquismo-, se diferencia de todos ellos. Fundamental
y principalmente, por su teoría pseudo científica acerca de “un hombre
ario superior”, en contraposición a otros seres “subhumanos”. Esa
característica sería la que le diese el lamentable papel que ocupa el
Holocausto en la historia mundial. El antisemitismo no es exclusivo
de los nazis, pero copartícipes al extremo de exterminio al que éstos
lo llevaron, solo se han encontrado dentro de los países europeos bajo
su dominación. La historiografía en tal sentido, es muy amplia. Para
el postulado que emitimos y la intensión de describir sucintamente el
fascismo italiano, consideraremos a los historiadores Zeev Sternhell
y Emilio Gentile. Sus diferentes ópticas complementan una razonable
comprensión del concepto.
Sternhell (1994) en su libro El nacimiento de la ideología
fascista, destaca la particular interacción entre cultura y política,
que diera origen al fascismo italiano desde los comienzos del siglo
XX. Desarrolla la influencia que tuvo la ideología del sindicalismo
revolucionario sorelista francés, en Italia, y el devenir de un repertorio
de actores políticos italianos relevantes. Considera sus movilizaciones
sociales explicitando las diferencias regionales entre el Norte (más
industrializado) y el Sur (menos desarrollado), como fermento de lo
que se convertiría en el Partido Nacional Fascista. No comulga con
las ideas que suponen al fascismo como “un paréntesis” en la historia
contemporánea, o “una infección” de un “período de decadencia de la

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Capítulo I: Las cuatro reglas historiográficas propuestas por Enzo Traverso

libertad”, sino como parte integral de la historia de la cultura europea.5


Justifica la diferencia trascendental con el nazismo, además de su
“determinismo biológico”, por un argumento de estricta periodización:
en Italia, las leyes raciales no se promulgaron hasta 1938. (Sternhell,
1994, pp. 1-3). La posición política que adoptaron los sindicalistas
revolucionarios italianos, implicaba agrupar a las masas populares del
Sur, las más numerosas, con el proletariado industrial del Norte, lo cual
permitiría organizar a la masa obrera en “sindicatos de combate” que
pudieran, llegado el momento, confiscar los procesos de producción
en manos de la burguesía. (Sternhell, 1994, p. 195). Hacia 1910, los
nacionalistas y sindicalistas revolucionarios italianos concordaron en
que la democracia liberal había fracasado y se había convertido en “una
enfermedad”, cuya única alternativa para neutralizarla, sería la guerra.
Pero ello implicaba un dilema. Los nacionalistas valoraban al ejército
como una institución “tangible y arraigada” en el Estado; Estado éste,
que, según los revolucionarios oprimía a los trabajadores. Si la clase
obrera “se negase a formar filas”, sostenían, evitarían la guerra en
Europa; razón que coincidía con una visión solidaria del socialismo
internacionalista por sobre las naciones. La tensión entre nación y
guerra, enfrentados a sindicalismo o socialismo, decantaría finalmente,
en una respuesta más belicista, de: “nacionalismo populista”. (Sternhell,
1994, p. 206). En el ínterin se proclamaron numerosas huelgas generales
como acciones de fuerza, surgieron agrupaciones sindicales con
diferentes matices en sus estrategias de acción, las cuales demostraron
tener capacidad de grandes convocatorias. Los líderes más prominentes
de dichas corrientes, intentaron trazar puentes entre un “sindicalismo
revolucionario” y un “nacionalismo radical”. El 7 de junio de 1914,
en Villa Rossa –Ancona- una manifestación antimilitarista desafió al
5 Zeev Sternhell, es un historiador que interpretó al fascismo a partir de los movimientos
reaccionarios nacionalistas franceses de finales del siglo XIX. Parte del affaire Dreyfus, referente
a un capitán judío quien fuese acusado falsamente de espionaje en 1894, y concluye con la
ocupación nazi y el gobierno colaboracionista de Vichy a partir de 1940 y los años posteriores.
Abordar su historiografía desbordaría los alcances del presente trabajo.

20 La Shoá, un fenómeno no resuelto.


partido republicano, referente político local, y fruto de la represión
policial se aglutinaron los principales sindicatos y el partido socialista
en aras de una huelga nacional. Mussolini encabezó en Milán el mayor
contingente huelguista, en un contexto de comienzos de la Gran Guerra
–que luego habría de denominarse Primera Guerra Mundial-, en que
cundió la desorientación general, e Italia, por su problemática interna,
no lograría aún aliarse con Inglaterra y Francia contra los imperios
prusiano y austro-húngaro. De esa situación caótica, surge el Fascio
rivolucionario d’azione internacionalista, cuyo líder será Benito
Mussolini. (Sternhell, 1994, pp. 202-209). Las tensiones conceptuales
entre nación, militarismo, sindicalismo nacional, nacionalismo radical,
no se resolverían durante los años de guerra. Será recién el 23 de marzo
de 1919, el día en que Mussolini funde el Movimiento Fascista en Milán,
el cual las atenuaría; tornándose violento y reaccionario, en conjunción
con los sectores agrícolas del Sur y el sindicalismo nacional. En los
años 1920 a 1922, el fascismo italiano se terminaría de consolidar.
(Sternhell, 1994, pp. 214-215).
Adjuntamos al relevamiento historiográfico de Sternhell, el
de Emilio Gentile (2001), basándonos en su libro: La vía italiana al
totalitarismo: partido y Estado en el régimen fascista. Gentile comienza
su corte temporal en 1919 y lo proyecta inicialmente hasta los años
treinta, bajo una perspectiva exclusivamente italiana. Nos es utilitaria,
en tanto se puede apreciar una visión de integración más cuestionada
socialmente y, sobre todo expansionista, lo cual explicaría un punto de
encuentro -si no de: “fusión”-, con las características totalitarias del
nacionalsocialismo. Explica que el Partido Nacional Fascista (en adelante
PNF), a posteriori de la reunión de marzo de 1919, se conformó en el
Congreso de noviembre 1921 en Roma. En esos momentos “no hubo en
el fascismo un proceso de sedimentación y de fusión entre las múltiples
realidades –locales, sociales, psicológicas, políticas e ideológicas-
que confluyeran en el nuevo Partido”. Y continúa explicando, que
una vez aglutinado bajo “el prestigio personal de un hombre”, recién

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Capítulo I: Las cuatro reglas historiográficas propuestas por Enzo Traverso

entonces se encontró frente al país con responsabilidades de gobierno.


(Gentile, 2001, p.40). Hubieron de transcurrir más años aún, hasta que
los observadores interpretaran al “escuadrismo” como una auténtica
novedad del Partido Fascista y no como un “residuo de la guerra,
un conjunto de barras armadas a sueldo de los propietarios rurales o
una modalidad contingente de lucha política”. Así lo catalogaban: “el
escuadrismo expresaba un fenómeno social y una nueva orientación
política antiliberal y potencialmente totalitaria, tendiente a crear
situaciones de conflicto en el seno del Estado liberal (…) y subvertirlo
desde su interior”. (Gentile, 2001, p. 41).
Entre estas ponderaciones se manejaba políticamente el Duce,
sin que su revolución se terminase de configurar en Estado-nación. Lo
que no lograba resolverse, era el conflicto social entre dos dimensiones
antagónicas: la pequeña burguesía creía en soluciones revolucionarias,
y la gran burguesía aspiraba a un Estado autoritario, pero constitucional.
El PNF logró articular esas disidencias, gradualmente y con dificultad,
mediante un “agnosticismo ideológico” que incorporó “estratos más
amplios de la burguesía conservadora al aparato estatal”. (Gentile, 2001,
p. 45). Dicha jerarquía primigenia, de “partido milicia” u organización
armada, se “terminaría de transformar en dictadura” en noviembre de
1921, aplastando al Estado y toda forma de derechos políticos y civiles;
un Estado fascista que no admitiría oposición política alguna. Ya en ese
entonces, en Europa se hacía sentir un espíritu totalitario antiliberal,
orientado en proyección con el fascismo italiano.6 Habría coincidencias
historiográficas, según Gentile, en que el PNF no alcanzaba aún
una homogeneidad definida. Entre los años 1926 y 1927, el PNF se
habría transformado en estos términos: “En todas las federaciones
fascistas había: 1. absoluta predominancia política de los productores
industriales y rurales, 2. predominancia cuantitativa de sectores medios,
3. una cantidad sumamente acotada de obreros industriales y jornaleros
agrícolas. (…)”. (Gentile, 2001, p. 47). Bien podría considerarse aún al
6 En Alemania, Hitler daría su primer fallido golpe de Estado en 1923. (Nota del autor)

22 La Shoá, un fenómeno no resuelto.


fascismo como fragmentado en “muchos fascismos” cada uno con sus
particularidades.
En lo que no habría dudas historiográficas, es en el prestigio
y magnetismo del Duce, quien mantenía unida a la totalidad de las
divergencias internas y se iba configurando y representando en un
mito. Para 1929, el PNF había adquirido jerarquía de “régimen”, una
dictadura que: “(…) se desarrollaba como un nuevo sistema político y
aspiraba a perpetuarse y expandirse”. (Gentile, 2001, p. 51).

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24 La Shoá, un fenómeno no resuelto.
CAPITULO II

george mosse

acerca deL autor

G
eorge Lachmann Mosse (Berlín, 1918 – Madison, EE.UU.
1999) fue uno de los mayores historiadores del siglo XX. Se
especializó en el fascismo europeo y la Alemania nazi. En 1933
se vio obligado a abandonar Alemania junto a su familia y trasladarse
a Inglaterra, donde llegó a estudiar en la Universidad de Cambridge.
Poco después se radicó en los Estados Unidos. Se doctoró en Harvard y
enseñó en las universidades de Iowa y Cornell. También fue catedrático
en la Universidad Hebrea de Jerusalén. Participó en diferentes causas
públicas: fue un liberal convencido, un marxista de corazón, un
fervoroso sionista y un firme defensor de la causa de los homosexuales.
Mosse fundó en 1966 junto a Walter Laqueur, la publicación Journal of
Contemporary History 7.
Al igual que Stefan Zweig, durante la Segunda Guerra
Mundial observó cómo desaparecía ante sus ojos el mundo, ingenuo
y sereno, del que había disfrutado en su infancia. Apenas pudo
escapar de las garras nacionalsocialistas y terminó sus días como un
ciudadano norteamericano más. Su desarraigada condición de judío,
a la que deberíamos unir también su homosexualidad, le enfrentó
constantemente con su misteriosa y reservada identidad.8
7 Recuperado de: www.compartelibros.com/autor/george-l.-mosse/1
8 Recuperado de: fronterad.com/?q=node/16455

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Capítulo II: George Mosse

George L. Mosse terminó de escribir su autobiografía en 1999,


poco antes de su muerte, la cual fue publicada en 2008. Fue el nieto de
una de las más destacadas figuras de esa gran burguesía judeo-alemana
que tanto aportó al surgimiento del Segundo Reich. Su abuelo, Rudolph
Mosse, fundó un imperio editorial con sede en Berlín que estaba presente
también en gran parte de Europa. Su familia puede considerarse, pues,
una de las más ricas del Reich (Mosse, 2008), “razón por la cual recibió
una educación de excelencia en un colegio fundado tras la Gran Guerra
para educar a la elite alemana, la Schule Schlon Salem.” Lo disciplinado
de su enseñanza “lo dotó de la notable formación humanística, como así
también de un similar rigor teórico que lo acompañarían a lo largo de su
trayectoria académica.”
Sostiene Mosse en su libro Haciendo frente a la historia: una
autobiografía: “(...) uno no puede entender su propia historia o la
historia de un grupo étnico sin intentar entender las motivaciones de
los otros, ya sean amigos o enemigos. El historiador, si quiere entender
correctamente la Historia, no puede ser ni prejuicioso ni intolerante.
Para mí, la empatía constituye todavía el núcleo del interés por la
Historia, pero comprender no significa negar la posibilidad de juicio.
Yo mismo he tratado mayoritariamente con gente y con movimientos
que he juzgado con dureza, pero la comprensión debe preceder a todo
juicio consistente e informado” (Mosse, 2008, p. 199).

Antes de introducirnos en su obra, fundamentaremos la elección


de este historiador para nuestro ensayo. Hemos de anticipar someramente
sus postulados expresados en el año 1975, respecto a la nacionalización de
las masas alemanas. Luego los desarrollaremos con mayor profundidad.
La elección surge a partir de cuatro situaciones secuenciales. Primero,
aprender acerca del nazismo desde una perspectiva no, clásicamente,
acusatoria, sino basada en la belleza, lo monumental, lo mitológico y el
diseño de una nueva política que lograría elevar la espiritualidad de los
alemanes hacia la modernidad. Segundo, además de nuestro asombro

26 La Shoá, un fenómeno no resuelto.


inicial, suponer que existía una distancia afectiva máxima de Mosse
respecto a su campo de trabajo. Tercero, convalidar que ello no sería así,
sino que, por el contrario: su planteo representa el mayor acercamiento
al objeto de estudio del historiador. George Mosse se sumerge en las
entrañas del nacionalsocialismo para definirlo. Finalmente, aceptar el
desafío de recorrer esta línea historiográfica y asumir el esfuerzo que
requiere criticarla y comprenderla.

su visión deL nacionaLsociaLismo y


otras perspectivas

Traverso (2012) indaga entre sus pares de diálogo, dentro de


su campo historiográfico, acerca de qué es el fascismo, refiriéndose al
nacionalsocialismo. Parte de una premisa razonablemente compartida,
que el fascismo fue esencialmente: una revolución, una ideología, una
visión de mundo y una cultura, todas ellas expresiones concebidas desde
la derecha. Sus objetivos centrales, pueden ser categorizados como la
intención de construir un mundo nuevo, una ideología alternativa a partir
de un nacionalsocialismo que rechazaba al marxismo, al conservadurismo
y al liberalismo; una visión histórica moderna, que abarcaba también a
un “hombre nuevo”, si bien supresora de los límites entre lo público y lo
privado.9 Resalta específicamente, que dichos postulados no ubican al
fascismo como una cultura contraria a toda jerarquización previa, sino
como coherente, original e incluso armónica. El fascismo aspiraba a
combatir la “degeneración” en que habían caído las sociedades de época.
Degeneración como antítesis de la “normalidad burguesa”, estética,
física y moral. Lo lograría reformulando un pasado mítico y romántico,

9 Federico Finchelstein, (2010, pp. 41-42, citado por Traverso (2012) en nota al pie N.º 1, p.
105) sintetiza una definición coincidente y ampliada: “El fascismo es una ideología política que
incluyó el totalitarismo, el terrorismo de estado, el imperialismo, el racismo, y en el caso de
Alemania, el genocidio más extremo del siglo pasado: el Holocausto (…) La ideología contraria
a la Ilustración, dio origen al fascismo (…) una consecuencia extrema de la Ilustración, al
comunismo soviético”.
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Capítulo II: George Mosse

exaltando la virilidad, generando emblemas que mejorasen la nación.


Ello implicaba reformular “la alteridad”. Algunos colectivos lo debían
y podrían alcanzar “regenerándose”, como ser: la juventud, los obreros,
las mujeres, los campesinos rurales e incluso la academia. Contaban
con herramientas para ello: el deporte en las más diversas expresiones,
las asociaciones sociales de gimnastas y coros, la lealtad a un líder
súper carismático que condujese a las masas. Otros colectivos estaban
excluidos de dichas oportunidades: los judíos, gitanos, homosexuales,
los delincuentes y criminales; tampoco los subversivos de izquierdas,
comunistas, socialistas o anarquistas. Para todos ellos, con diferentes
acciones, se aplicarían estrategias que irían desde la represión hasta la
muerte. El nazismo incluyó hasta categorías médicas y antropológicas,
para librarse, concretamente, de discapacitados, homosexuales, gitanos
y judíos. Se basó en conceptos y acciones como la biología racial y la
eugenesia.
En particular George Mosse (2007) en su libro La
nacionalización de las masas, escrito en el año 1975, suscribe una
visión del nacionalsocialismo, partiendo de las siguientes premisas:
la principal innovación del nacionalsocialismo fue la invención
de un estilo político nuevo, que convirtió a los actos políticos en la
dramatización de nuevos mitos y cultos. Fue en realidad el clímax de
una nueva perspectiva, basada en una idea creciente del siglo XVIII:
la soberanía popular, que deriva en “voluntad general”, la cual se
convierte a su vez en una “religión secular”. El nacionalsocialismo
germano pretendió que el pueblo participara activamente en la mística
nacional, a través de ritos, fiestas y símbolos. (Mosse, 2007, pp. 15-
16). Se debía incorporar lo estético y artístico, como la materialización
que proporcionaría al pueblo su identidad. La estética y lo monumental
serían instrumentales a dicha forma de autoexpresión. El estilo lograría
una transformación dramática, y la belleza unificaría al orden con la
jerarquía y una nueva “plenitud del mundo”. Esta belleza se remontaba
a la Grecia y Roma milenarias, su mitología, estatuas y arquitectura.

28 La Shoá, un fenómeno no resuelto.


En forma complementaria operaría el cristianismo. Tanto el católico,
que aportó la grandiosidad de las catedrales, como el pietismo, el cual,
con similar eficacia, sugirió un recogimiento interno más austero: “la
patria está dentro de ti, es un espacio sagrado (…)”. (Mosse, 2007, p.
29). Conducta, espíritu, grupo, santidad tanto cristiana como secular
dieron su fruto en el florecimiento del Tercer Reich. Mosse es solvente
al sostener el movimiento de masas nacionalsocialista, como un
verdadero movimiento fermental de masas. Un régimen totalitario que
a todos integró con filosofía mística y dureza de acero. Todo y todos
estaban incluidos e institucionalizados en su mega Estado. Un volk con
espíritu y acción de volk, (Mosse, 2007, p. 91), subordinado al aparato
nazi ideológico, burocrático y militar en toda su dimensión, dentro y
fuera de fronteras. Mosse subestimaba incluso a la propaganda nazi,
en lo referente a sus consignas. Consideraba que eran más efectistas
los discursos contundentes de frases breves, actuaciones intensas e
inmersas en escenografías grandiosas, que su propio contenido. (Mosse,
2007, pp. 255-256).
Traverso amplía ciertas dimensiones de los aspectos culturales
que cita Mosse, en tanto también adjetiva al “romanticismo” de Joseph
Goebbels como “de acero”. El ministro de propaganda nazi “quería unir
la belleza natural de los bosques germánicos, con la potencia industrial
de las fábricas Krupp”. Visto el nazismo como “una metamorfosis del
pesimismo cultural del siglo XIX”, hacia un “modernismo reaccionario”,
éste reactivaría la tradición conservadora, regeneraría la nación, su faz
imperialista y al Estado totalitario. (Traverso, 2012, pp. 113-114).10 En
contraposición a la visión de Mosse, afín a un “modernismo fascista”,
o “modernidad totalitaria”.
Otra dificultad se inscribe en los contenidos racistas y
judeofóbicos de los discursos de Hitler, y los eficientes recursos

10 Esta perspectiva se acerca más a la descripción del fascismo de Finchelstein. (Nota del
autor).

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Capítulo II: George Mosse

propagandísticos que tuvo el régimen.11


Ello precipita a una de las discusiones centrales que pretendemos
resaltar: si el antisemitismo y la pseudociencia racial que llevó al
Holocausto, debieran considerarse entroncadas en la concepción
político programática del nacionalsocialismo, o como una resultante del
devenir de los acontecimientos. Más adelante retomaremos esta y otras
evaluaciones que infieren ciertos vacíos en su obra.

Peter Fritzsche (2006), en su libro De alemanes a nazis, acota


el campo temporal de su tesis entre 1914 y 1933, a diferencia de Mosse
que estudia al nacionalsocialismo bajo una metodología de larga
duración. Utiliza al igual que él, un correlato fotográfico de memoria
testimonial, y de narración. Los alemanes según Fritzsche, “se volvieron
nazis porque así lo desearon”. Por una parte, optimistas, entusiasmados,
participativos y con vocación de sacrificio, y por otra, motivados por
medios violentos que los involucraron en hechos serios y horrorosos.
(Fritzsche, 2006, p. 24). También vincula su pensamiento con Mosse.
Resume Fritzsche que en 1933 a nadie le resultaba difícil imaginar el
futuro brutal de los judíos; pero que, no obstante, la campaña nazi no
incluyó específicamente en su agenda la cuestión judía. Sí estimuló el
nacionalismo étnico alemán, para lograr el bienestar nacional. Coincide
en parte con Mosse, en la asepsia con que aborda el Holocausto.
En cambio, Hanna Arendt presenta reflexiones diferenciadas de
Mosse, en cuanto a lo que subyacía en la mentalidad de época.12 Arendt
11 “Mein Kampf- Mi Lucha-, fue un libro escrito por Adolf Hitler en 1924 mientras estaba
en prisión. De acuerdo a su introducción, el propósito de Hitler era presentar sus objetivos y
filosofía: la superioridad de la raza aria, el plan para lograr el dominio mundial de los arios y
la culpabilidad de los judíos como los destructores del mundo. Fue escrito en dos volúmenes.
El primero denominado Eine Abrechnung (Cancelación de Cuentas), fue publicado en 1925. El
segundo Die Nationalsozialistische Bawegung (El Movimiento Nacional Socialista) apareció
en 1926. A partir de 1930 se combinaron en un solo libro. A pesar de no estar muy bien escrito,
M.K. tuvo un éxito impresionante. Para 1939 se habían vendido 5,200.000 copias y había sido
traducido a once idiomas; en 1945 se habían publicado 10,000.000 de ejemplares y traducido
a dieciséis idiomas”. Yad Vashem. (2004).
12 Hanna Arendt no figura en ninguna de las citas presentadas por Mosse en su libro. En la
vida real sí la conoció. (Nota del autor)

30 La Shoá, un fenómeno no resuelto.


(2010), en el libro que publicara en 1963 -y fuese reeditado después de
varias décadas-, en ocasión del juicio a Adolf Eichmann llevado a cabo
en Israel, también se involucró en el desempeño de las masas germanas,
e interpretó específicamente a la banalidad. Esa “cosa vulgar” que los
alemanes pretendieron derruir mediante la belleza como plataforma
de monumentalidad, culto, mitología y religión secular. Utilitarios a
la elevación espiritual de una nueva política, y un nuevo ser humano
masificado por el Estado. Si bien llegaron a construir el mayúsculo
imperio nazi, la historiadora lo jerarquiza como una “tragedia” que
emblematizó la “banalidad del mal”. (Arendt, 2010, pp. 198-220).
Producto de la ciega “obediencia debida” a la burocracia férrea e
irresponsable, carente de los mínimos resquicios morales dentro de
su monolítica normativa,13 a que dieron lugar las masas electoras del
nacionalsocialismo, por vía democrática.14
Traverso (2012), por su parte, le rebate a Mosse, el hecho
que subestima una característica fundamental del nazismo como lo
fue el anticomunismo. Más aún, Traverso agrega que Mosse omite
consideraciones que el fascismo contrapuso con la Ilustración, en un
conflicto radical; negó todos los valores de la Revolución Francesa:
libertad, igualdad, derechos humanos. A su vez, le critica otro silencio
clave en su historiografía: la ausencia de la violencia en sus reflexiones.
Ésta nunca se ubica en el centro de su análisis. Traverso se identifica
con otros críticos de Mosse, que, si bien respetan la construcción
cultural erudita del historiador, para él parecería ser que los campos
de exterminio no fueron más que un aspecto técnico del nazismo. En
tanto a su regla de historicismo, Traverso se adhiere al reconocimiento
unánime del papel de pionero que prestigia a Mosse. Sin embargo,
critica que su obra, al centrarse en la dimensión cultural y simbólica

13 Ver capítulo 8: Los deberes de un ciudadano cumplidor de la ley.


14 “El departamento de la oficina central de las SS encargado de la destrucción de los judíos
europeos, se denominaba: ‘Sección de Administración y Economía’. Si prescindimos de la
gigantesca magnitud del oprobio moral, esta actividad no difería de las otras actividades
organizadas, concebidas, controladas y supervisadas, como secciones administrativas y
económicas ‘normales’.” Bauman, Z. (2010, p. 35).

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Capítulo II: George Mosse

del fascismo lo despolitizó en tanto objeto de memoria. Su versión


sofisticada en el plano cultural y social, no distinguió cualitativamente
el diagnóstico posterior a la guerra.
Es dable coincidir con Traverso, en que no ver a la historia desde
la perspectiva de los hechos “ya acontecidos” es insostenible después
del Holocausto. Se tornaría, pues, imperioso, recurrir a la memoria para
un ajuste de comprensión del nazismo alemán. Tanto por lo dramático
que resultó ser para sus víctimas durante la guerra, como para la propia
sociedad alemana postguerra, conceptualizada también desde su uso, o
no, de la memoria. Los alemanes padecieron, o quizás padezcan aún,
los efectos de una tensión sustantiva entre la transición del retorno a
un régimen democrático posterior a la guerra, y la convivencia con las
rémoras traumáticas del pasado nazi.

coincidencias con La concepción


historiográfica de george mosse

La hipótesis sintetizada de Mosse reivindica como fortaleza del


régimen nacionalsocialista, la estética envolvente con la que lograron
cubrir la vida política en su amplia matriz. Mosse acompaña el texto con
fotos de archivo de construcciones y plazas alemanas de extraordinarias
dimensiones, como fuentes secundarias para ilustrar visualmente el
desarrollo de su teoría. Justificaremos su hipótesis, dado que tanto
el método como los gestos y procedimientos de los siglos XVIII y
XIX, fueron convalidados con razonable aproximación por otros
historiadores, en fundamentaciones de nuevas políticas de democracias.
Estableceremos un diálogo -virtual- conceptual entre George
Mosse y Joseph Schumpeter (1946) -si bien proveniente de una escuela
economicista-, orientado al nuevo ideal democrático que emergía en
Norteamérica. También él parte del siglo XVIII para desarrollar su

32 La Shoá, un fenómeno no resuelto.


historiografía. En su libro: Capitalismo, socialismo y democracia,
(Schumpeter, 1946, pp. 321-360)15 sostiene que no es suficiente el
criterio utilitarista para comprender el bien común y la “voluntad del
pueblo, o, general”, pues sería imposible lograrla por la falta de unidad
racional. Sería necesario replegarse a “la creencia en el sistema” para
evitar una eventual situación caótica.16 “Si decidimos rendir culto
a la voluntad del pueblo, no encontraremos al menos el altar vacío”.
(Schumpeter, 1946, p. 332).
Schumpeter plantea dos perspectivas encontradas, pasibles de
profundizar. Por un lado, sostiene que en los procesos políticos no se
trataría una voluntad auténtica, sino una “fabricada”. Aclara: (…) En
tanto que esto es así, la voluntad del pueblo es el ‘producto’ y no la
‘fuerza’ propulsora del proceso político” Dada esta conjetura, concluye
que: “Los procedimientos para fabricar los problemas que apasionan a
la opinión popular, son similares exactamente a los que se emplean en
la propaganda comercial.” (Schumpeter, 1946, p. 336). Y ésta sería más
eficaz cuánto menos racional fuese. Sería en ese punto, sostiene el autor:
“(…) donde encontramos el mismo ardid para crear un convencimiento
a fuerza de afirmaciones reiteradas (…) que tienen éxito en la medida
que evitan la argumentación racional, que amenazarían con despertar
las facultades críticas del pueblo.” (Schumpeter, 1946, p. 337).
En este escenario Schumpeter y Mosse coincidirían, si
proyectásemos estos postulados acerca de la eficacia de la propaganda
al caso del nazismo, como veremos más adelante.
Por contrapartida, se pregunta de qué forma sobrevive la
democracia clásica ante un ciudadano descreído, “para quien la

15 Todas las citas que presentaremos, configuran una síntesis y forman parte de los capítulos
21 y 22 de su libro.
16 Schumpeter (1946, pp. 329, cita 3) refiere a las multitudes y sostiene: “(…) las realidades
del comportamiento humano bajo la aglomeración, especialmente, la súbita desaparición, en
un estado de excitación, de los frenos morales y de los modos civilizados de pensar y sentir; la
súbita erupción de impulsos primitivos, de infantilismos y tendencias criminales, nos enfrentó
con hechos siniestros que todos conocían, pero no queríamos ver (…)”. Aclaramos, que la
psicología de multitudes no debe ser confundida con la psicología de masas como bien aclara
Schumpeter, pero es una tipología interesante, pertinente con nuestro análisis. (Nota del autor).

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Capítulo II: George Mosse

propaganda política ‘de tipo comercial’ tampoco sería efectiva.” Cuanto


más, si añadiésemos que fuesen ciertas las afirmaciones y postulados
de Jefferson y Lincoln -quienes se consideraban seculares-, que: “(…)
el pueblo puede ser más inteligente que un individuo singular, y al
cual no se le puede tener siempre engañado”. (Schumpeter, 1946, p.
338). Coincide desde esta otra geografía, en que los procesos sociales
americanos derivaron de la misma fe protestante. Ésta rindió frutos en
el pueblo, sobre la base de pensamiento que: “Todo nos es dado por el
plan del Creador, cuyo propósito sanciona y define todo.” (Schumpeter,
1946, p. 339). La igualdad es “divina”, y la democracia respaldada en
esos insumos construiría el orden ideal de las cosas.
Schumpeter coincidiría con Mosse en la idea fuerza de “credo”
democrático y esperanza mística. Utiliza, a su vez, los aportes de la
belleza greco romana y la grandiosidad de los estandartes. También
la capital norteamericana se caracteriza por sus impresionantes
monumentos y espectacularidad escenográfica. Este desarrollo de
simetrías, se podría justificar con fotografías de Washington D.C.
-Congreso, Memorial a Lincoln, Obelisco, y otras construcciones con
grandes espacios-, de verificable similitud a las presentadas por Mosse.
Iguales de solventes a la hora de entusiasmar al pueblo con postulados
democráticos, embrionarios del nacionalsocialismo en Alemania, y en
su oportunidad, de los Estados Unidos de Norteamérica.
No sin advertir, por parte nuestra, las notorias y obvias
diferencias conceptuales de la revolución americana del siglo XVIII,
con las características perversas que subyacían bajo los postulados
nacionalsocialistas.
Schumpeter por su parte, señala una severa advertencia acerca
de los riesgos que estas democracias de fe puedan devenir rápidamente
en regímenes autoritarios, dado que: “varios de ellos surgieron
democráticamente y han basado su dominación en la aprobación del
pueblo.” (Schumpeter, 1946, p. 340). Alemania lo demostró a partir de
1933, con una razonable convalidación al modelo teórico y genérico de
Schumpeter.

34 La Shoá, un fenómeno no resuelto.


Otro pensador que enaltece el rol de la estética en el devenir
político, es Walter Benjamin (2009, pp. 9-24), considera bajo similar
hermenéutica histórica, que: “(…) La recepción masiva de la política
camuflada estéticamente, desemboca en la sugestión de las masas”.
Agrega: “(…) El progreso no es un trabajo continuo del dominio de la
naturaleza que perfecciona el bienestar, ni la eximición correspondiente
a la violencia institucionalizada, sino (…) el acoplamiento fulminante
de lo acontecido con esta carencia, de modo tal, que pueda conservar los
contenidos utópicos de la tradición”. Su pensamiento histórico sostiene
que el progreso se basa en “redención y catástrofe”. Postula: “Solo la
situación de la catástrofe es el punto de partida para el momento de lo
mesiánico”. Ve en la evolución del arte hacia la reproducción masiva
de imágenes: “El intento de servir e incentivar el comportamiento
regresivo de los consumidores inmaduros”. Y de la conjunción de estos
supuestos, fluiría la oportunidad de hacer llegar a manos de todos, “la
experiencia mesiánica de la felicidad y del entendimiento comunitario,
no excluyendo a nada ni a nadie”.
Para culminar de encontrar en Benjamin esta afinidad de
criterio con Mosse y Schumpeter, destacaremos su postura que: “(…) a
tal ‘secreto’ penetramos tal como lo encontramos en lo cotidiano”, con
lo cual la interpretación de Benjamin sobre el mesianismo, también
es secular. “El momento de la construcción y de la arquitectura del
pensar y, sobre todo, la experiencia con el fascismo en apogeo (…)
lo aproximan a la idea de una iluminación profana”, la cual disgrega
del mito “sus contenidos profundos y los torna útiles para la vida
cotidiana”. Las formas de expresión de la vida mundana y del arte más
avanzado, “las imágenes de lo fugaz y el sueño”, configuran para este
pensador el vínculo complejo entre mito y modernidad.
Estas construcciones historiográficas coinciden con mesuradas
pero firmes simetrías, en vertientes que abrevan en la belleza como
filosofía, en las artes como seducción, en el mito y, finalmente, en una
mística tan religiosa como secular como vehículos para la generación

Universidad ORT Uruguay 35


Capítulo II: George Mosse

de nuevas políticas. No exentas de obstinación y violencia hacia


pueblos vulnerables por sus carencias, y atrapados en sus tradiciones
dieciochescas y decimonónicas.

probLematizaciones aL anáLisis de george


mosse

Retomamos el hilo conductor de otras críticas que presentamos como


legítimas para contraponer a la teoría de Mosse.

a) Respecto a la propaganda nazi


Confrontaremos sus postulados, espejándolos en visiones y
corrientes de pensamientos históricos, aun en sintonía con los suyos.
Mosse (2007) sostiene en varias instancias, cuánto más importantes
eran las gesticulaciones y efectos teatrales “integrales”, en que se
enmarcaban los discursos de Hitler, que el verdadero contenido de los
mismos. Pese a que cita Mí Lucha en múltiples oportunidades, lo cual
inferiría que dichos contenidos sí serían relevantes. De hecho, las citas a
dicho libro y su génesis en la mentalidad de Hitler configuran verdaderas
fuentes primarias de su investigación. Hemos analizado el efecto que,
en cierta forma “diluida”, Mosse le atribuye a la propaganda nazi. Lo
justifica frente al devenir fluido de una conciencia pangermánica que
evolucionaba desde hacía siglos, por afluentes filosóficos, culturales,
religiosos. En sentido contrario a una banalidad, una vulgarización que,
por determinadas circunstancias minaba el potencial de su grandeza.
En lo referente a esta postura, de hecho, sumamente compleja
respecto al rol de la propaganda nazi, aportamos la opinión del propio
Hitler. Tomaremos citas de las
interpretaciones que hace Sven Felix Kellerhoff (2016), acerca de Mi

36 La Shoá, un fenómeno no resuelto.


Lucha.17 Kellerhoff18 comenta que al tema específico “propaganda”,
Hitler le dedica solamente doce páginas de casi ochocientas páginas, no
por escasas menos interesantes. Hitler sostenía que: “durante la guerra,
la propaganda era un medio para alcanzar el fin, y el fin era luchar
por la existencia del pueblo alemán.” Y al analizar a quién habría de
sugerirle tal fin, y quién habría de ser el principal destinatario de dicho
propósito, se pregunta y contesta a sí mismo: “¿A quién ha de dirigirse
la propaganda? ¿A la intelectualidad científica o a las masas menos
formadas? ¡Siempre deberá dirigirse exclusivamente a las masas!”.
(Citado en Kellerhoff, 2016).
Es dudoso suponer que Hitler fuese un experto en comunicación
o particularmente un pensador de saberes expertos, lo que parecería no
dejar dudas es su instinto de comunicador.
El líder nazi justifica su planteo con la siguiente reflexión:
“La capacidad receptiva de la gran masa es sumamente limitada y no
menos pequeña su facultad de comprensión, en cambio es enorme su
falta de memoria”. Y concluye que: “para que la propaganda sea eficaz,
deberá concentrarse en unos pocos puntos, que habrá que repetir como
consignas, hasta que el último hijo del pueblo pueda formarse una idea
de aquello que se persigue”. (Kellerhoff, 2016, pp. 28-29).
En base a estas reflexiones, es que aludíamos a las coincidencias
de Mosse con Schumpeter respecto a las estrategias propagandísticas
que empleó el nacionalsocialismo. Más aún, Schumpeter entiende
que: “la misma ‘palabra’, puede convertirse en una ‘bandera’, en un
‘símbolo’ de lo más querido para un hombre y lo que ama de su nación,

17 La libre edición de Mi Lucha, a partir de enero de 2016, se limita a que dicho libro vaya
acompañado de interpretaciones críticas de historiadores. (Nota del autor).
18 “El texto de Kellerhoff (2016) ahonda, a partir de citas, en las fuentes y características de las
teorías raciales y del antisemitismo obsesivo del Führer. ‘Desde un punto meramente estadístico
-escribe-, en las setecientas ochenta páginas del texto se encuentran casi seiscientas expresiones
nacidas del odio hacia los judíos’. La relación del Mein Kampf con libros y panfletos racistas
como libelos sobre ‘higiene racial’, es también documentada al detalle por el autor alemán.
Del mismo modo que la contextualización de términos clave en la ideología nazi, como
völkisch (término intraducible que mezcla ‘folclore’ y ‘pueblo’).” Recuperado de: http://www.
elcultural.com/revista/letras/Sven-Felix-Kellerhoff-No-hay-que-tener-ningun-miedo-del-
Mein-Kampf/37490

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Capítulo II: George Mosse

exista o no un nexo racional entre ambas cosas.” (Schumpeter, 1946, p.


340). La enorme profusión de banderas con la esvástica, como emblema
del régimen, y el particular saludo nazi podrían ser un ejemplo de tal
hipótesis.
Kellerhoff complementa que Hitler siempre improvisaba en sus
discursos, utilizando un grupo de palabras claves a las que aludía en forma
reiterada. Sin embargo, de las documentales que filmó Leni Riefenstahl:
La victoria de la fe (1933) y: El triunfo de la voluntad (1935)19, se
desprende que Hitler leía anotaciones durante sus discursos. Quizás,
solamente unas notas de “ayuda memoria”. Como fuese, lo evidente
y gráfico es el poder carismático y fervoroso de sus gesticulaciones
y “teatralización” de sus alocuciones, más allá del contenido de sus
palabras, lo cual convalidaría la hipótesis de Mosse.
Si bien esta perspectiva tiene una justificación historiográfica
rigurosa, no menos rigurosos hemos de ser con otra realidad que
Mosse y los alemanes tuvieron que padecer. Se trata del Ministro de
Propaganda del Tercer Reich. Nuestra fuente son páginas de su propio
diario: Joseph Goebbels (2016) Diario de 1945 con prólogo de Rolf
Hochhuth. Goebbels, doctor en Filosofía y periodista desde temprana
edad, ha sido después de Hitler, probablemente, el más enérgico de
los nazis. Fue un escritor obsesivo de sus diarios, si bien a partir de
1941 empezó a dictarlos. “Por término medio dictaba más de treinta
páginas al día -el más extenso de los dictados conservados tiene cien
páginas enteras más- aunque mecanografiadas con una letra grande en
la denominada ‘máquina del Führer’. Llamada así porque Hitler nunca
quería aparecer en público con gafas y solo permitía que se escribieran
sus discursos, y también sus decretos, con una máquina de esas
características.” (Goebbels, 2016, p. 19 -como cita su prologuista-).
O sea, Hitler no solo improvisaba, como sostiene Kellerhoff,
sino que, además, recibía libretos que provenían de “una persona
brutal”. Escribía Goebbels en Das Reich: “En este conflicto histórico,
19 Ambas están disponibles en Youtube. (Nota del autor)

38 La Shoá, un fenómeno no resuelto.


cualquier judío es nuestro enemigo, independientemente que vegete
en el gueto polaco, arrastre su vida en Berlín o Hamburgo o toque la
trompeta en Nueva York. (…) Los judíos son una raza parasitaria que
se deposita como un moho putrefacto sobre las culturas de los pueblos
sanos. Contra eso hay un solo remedio: ‘hacer un corte y eliminarlo’.
(…) El hecho de que el judío viva entre nosotros no demuestra que
también forma parte de nosotros. Del mismo modo que la pulga no se
convierte en animal doméstico por andar en casa.” (Goebbels, 2016,
pp. 22-23).
Su forma de escribir no requiere una análisis más revelador y
objetivo, que la propia mente destructiva que él mismo develaba. Aun
disminuidos a “pulgas”, los judíos alemanes, quienes solo configuraban
el uno por ciento de la población, ganaron el veinticinco por ciento de
los premios Nobel para Alemania, y entre 1914 y 1918, lucharon en el
ejército alemán con más de doce mil caídos en batalla.
El 19 de agosto de 1924 Goebbels se encontró con Julius
Streicher, el director del periódico antisemita Der Stürmer (El asaltante),
y anotó acerca de él: “Habla abiertamente sobre la cuestión antisemita.
El fanático de labios apretados. Un furibundo. Quizás algo patológico.
Pero está bien así. También necesitamos a esos para impresionar a las
masas.” (Goebbels, 2016 p. 28).20
Retornamos, pues, al eje central de “las masas”, en forma
ineludible para la concepción del régimen nacionalsocialista.
Nuestro objetivo no es incorporar en extenso la figura de
Goebbels al presente trabajo, sino advertir que se le podría criticar a
Mosse no haber sido más enfático en especificar su influencia sobre
Hitler, en el itinerario continuo de su campaña propagandística.
Goebbels fue tan devoto hacia su líder, que él y su familia: esposa y seis
hijos, se suicidaron en el bunker nazi cuando cayeron derrotados ante
el ejército soviético. Magda, su esposa, registró la siguiente reflexión:
“(…) todavía no puedo decidir el destino de nuestros niños. Sin duda, la
20 Streicher fue ahorcado en Nuremberg en 1946. (Nota del autor).

Universidad ORT Uruguay 39


Capítulo II: George Mosse

razón me dice que no puedo abandonarlos a un futuro en el que, como


hijos nuestros, estarían expuestos sin defensa y sin derechos, a la sed de
venganza judía.” (Goebbels, 2016, pp. 18-19).
Es interesante, en contrapartida a los razonamientos de una
mente tan perturbada como la de Magda Goebbels, que sorteó, incluso,
el límite del filicidio, que el calificado como mayor “cazador de nazis”
después de la guerra, Simon Wiesenthal (Buczacz -hoy Ucrania- 1908,
Viena 2005), haya escrito un libro emblemático titulado: Justicia, no
venganza. También Eichmann fue juzgado y no asesinado sin más, por
sed de venganza judía. Lo mismo puede decirse de Klaus Barbie y más
recientemente Erich Priebke, entre tantos otros.

b) Ciertos vacíos analíticos en su obra


Anclaremos las siguientes críticas, en dos conceptos a los que
apela Mosse. Primero, Mosse escribe: “En torno a la misma época
(siglo XIX) el conde Arthur de Gobineau trataba de analizar su propia
civilización, retrocediendo horrorizado ante la confrontación entre las
élites y las masas que, según él, se producían por doquier”. (Mosse,
2007, p. 19). No realiza comentarios dentro del texto, y tan solo deriva al
lector a una cita de autores al final del capítulo. Segundo, acota: “Puede
resultar curioso que, para analizar un estilo político que acabó siendo
utilizado para fines tan desagradables, comencemos por centrarnos en
la belleza (…)”. (Mosse, 2007, p. 35). Y continúa desarrollando tal
perspectiva historiográfica.
Podría notarse un excesivo desapasionamiento, al no dedicarle
-al menos- unas oraciones a Gobineau, un antisemita a la “altura” de ser
considerado uno de los fundadores del racismo, que mucho influenció
a Hitler. Ídem al ser tan “permisivo” con Mi Lucha, sin realizar críticas
de contenido; de atribuirle un rol demasiado marginal a la propaganda
y por deducción, a sus postulados. Al igual que considera “secundario”
al contenido de los discursos del Führer. Ello decanta, en una cierta
resignación acrítica de la violencia del nacionalsocialismo, minimizada

40 La Shoá, un fenómeno no resuelto.


-tan solo- a: “fines desagradables”, reiterando sus propias palabras.
Otros grandes pensadores presentan lineamientos diferentes
a los de Mosse. Walter Benjamin (2009, pp. 65-80), a quien hemos
citado como sostenedor que la violencia no se puede eximir del proceso
político, no obstante, juzga a la violencia ya desde una comprensión
más cabal de lo que significó para Alemania haber perdido la Primera
Guerra Mundial:
“Hemos perdido en una de las guerras de mayor magnitud
de la Historia, en la que estuvo involucrada toda la sustancia
material y espiritual del pueblo (…) ‘pero: ¿cómo salieron de lo
monstruoso? No cesaron de enfrentarse. Celebraron el culto de
la guerra, incluso donde no había ningún enemigo real’ (…)”.
Y continúa reflexionando con acidez:
“Este encantamiento del destino protogermánico, alcanzó un
podrido resplandor en las cansadas familias que vivían hacina-
das (…) lo demoníaco de la creencia en el destino es que la
virtud humana es gratis (...) No hay nunca un documento de
la cultura que no sea, a la vez, uno de la barbarie. Y así como
el documento no está libre de la barbarie, tampoco lo está el
proceso de transmisión por el cual ha pasado de uno a otro”.
(Benjamin, 2009, pp. 72-74)
Hannah Arendt (2010)21 nos proporciona el siguiente legado:
“El poder -decía Voltaire- consiste en hacer que otros actúen
como yo decida” (…) Hoy debemos añadir la última y quizá
más formidable forma de semejante dominio: la burocracia o
dominio en donde no cabe hacer responsables a los hombres,
ni a uno ni a los mejores, ni a pocos ni a muchos, podría ser
adecuadamente definida como el dominio de Nadie”.

21 Ver: Arendt, H. (2010). Ob. cit. Capítulos 2 y 3. (pp. 39-86).

Universidad ORT Uruguay 41


Capítulo II: George Mosse

Parece sostenible su visión filosófica, en tanto sostiene que términos


claves como poder, potencia, fuerza, autoridad, violencia; nación y
nacionalidad son fenómenos distintos y diferentes:
“(…) Los únicos guías competentes en la jungla de tan
diferentes significados, son los lingüistas y los historiadores. A
ellos debemos dirigirnos en demanda de ayuda”.
Camilo Berneri en su libro: El delirio racista, describe los siguientes
episodios: “(…) El 11 de mayo de 1933, celebrando en Berlín el Auto
de Fe de veinte mil volúmenes secuestrados, Goebbels proclama: La
hora del intelectualismo ha pasado”. (Berneri, 2010, p. 10) Retomamos
algunas ideas adicionales, que Berneri desarrolla en su capítulo sobre
“El mito ario”, útiles a nuestro objetivo crítico:
“(…) La obra gobiniana halló una popularidad exaltada en
Alemania (…) El mito ario entra perfectamente en el cuadro
de la mística nacionalsocialista. Por un lado, exalta el sentido
nacional, por otro, halaga al pueblo confiriéndole una especie de
nobleza congénita (…) Goering declara a la prensa extranjera el
25 de marzo de 1933: El antisemitismo pertenece evidentemente
al programa oficial del partido nacionalsocialista y explica que
hoy todo hombre de las secciones de asalto, vuelve su mirada
al Prof. Einstein con un sentimiento de superioridad racial”.
(Berneri, 2010, p. 10)
A su vez, se refiere a Mi Lucha, comentando que Hitler en su “necia
opinión afirmada en varios pasajes de su libro” protesta vehementemente
contra la emancipación intelectual de los negros. Para Hitler: “Es un
atentado a la razón, una locura criminal adiestrar un semimono hasta
llegar a creer que se ha hecho de él un abogado”. (Berneri, 2010, p.
11). Y finalmente, Berneri aporta una cita muy apropiada para nuestro
trabajo:

42 La Shoá, un fenómeno no resuelto.


“En agosto de 1933 el BERLINER TAGEBLATT publicaba la
siguiente noticia: (…) Sólo el movimiento nacionalsocialista
reclama, en nombre del honor alemán, la liberación del país de
las cadenas del judaísmo. Todo judío que seduzca a una mujer
alemana, merece la pena de muerte”. (Berneri, 2010, p. 48)
Mediante este juego de espejos, intentamos demostrar que, si
bien varios pensadores convalidan las conclusiones de su historiografía,
la abordan desde otro ángulo. El efecto resultante del protogermanismo
que engendró al nacionalsocialismo, adquiere pues, una perspectiva
diferente. Giran en torno al mismo prisma, al cual no desconocen,
pero visualizan otros efectos de luz; a partir de no sólo comprender
la historia, sino también de increparla y juzgarla. Nadie mejor que
Mosse ha padecido el saqueo nazi del periódico familiar fundado por
su abuelo Rudolph en 1871, y lo que ello significó en su propia vida
personal. Si bien no tendría por qué utilizar la fuente secundaria de
Berneri para “exhalar su angustia”, entendemos que no debe pasar por
alto “propiamente” en su texto, rasgos abominables de Gobineau, y
no en una cita remitiéndonos a un autor que aborda dicho personaje.
Tampoco hubo de obviar la virulencia de la propaganda, ni la mención
de aquellas aberraciones de Hitler, que “trascienden” un instrumento de
comprensión de cómo se logró la nacionalización de masas alemanas.
Es compartible la visión de Arendt que, como historiador, le compete
un rol tan responsable de ilustrarnos del proceso que desarrolla, así
como del desastroso desenlace que desencadenó en la historia de la
humanidad.
Acudimos a este grupo de historiadores, filósofos y
librepensadores, en “la ayuda a justificar nuestra crítica”, del mismo
modo que acudimos a Mosse en la ayuda a comprender el proceso que
describe en forma erudita.

Abordaremos en tal sentido, una microhistoria de Richard


Wagner como sujeto de influencia visceral en Adolf Hitler. Mosse refiere

Universidad ORT Uruguay 43


Capítulo II: George Mosse

a la figura de Richard Wagner. Personalidad clave para la recuperación


de un nacionalismo mitológico, religioso cristiano y de festejos, “(…)
que hace al alma alzarse más allá del mundo presente”. Penetraba al
alma alemana, al volk y a las clases medias, con “una profundidad tan
eficaz, que se prolongó hasta finalizada la S.G.M.”. Wagner emulaba
con su obra Los Nibelungos, incluso: “la libertad del pueblo frente a la
opresión feudal”.
Hay que destacar que Wagner, fallecido en 1883, no es
responsable del uso que el nacionalsocialismo y el propio Hitler
hicieron de su obra. Sí subyace la pregunta, de por qué fue así. Wagner,
además de componer una obra musical monumental, fue un prolífico
escritor tanto de ensayos artísticos y políticos, como de cartas. Redactó
una autobiografía de casi mil páginas, en la cual se manifiesta como
un rabioso antisemita. A su vez contradictorio -con relacionamientos
estrechos y pendulares con judíos, algunos de ellos buenos amigos-.
Julian Schvindlerman (2014), como parte de la biografía del músico,
lo cita:
“(…) Hasta la época de Mozart y de Beethoven, no se encuentra
un solo compositor judío, era imposible que un elemento
completamente extranjero a ese organismo vital, participara en
las creaciones de esa vida (...) Tomen parte sin prevención en esta
obra de redención, en donde la destrucción regenera, y entonces
estaremos unidos y seremos semejantes. Pero tengan en cuenta
que existe sólo un medio de conjurar la maldición que pesa
sobre ustedes: la redención de Ashaverus es su aniquilamiento.”
22
(Schvindlerman, 2014, p. 29).

El compositor manifiesta un final deseoso de acabar con el pueblo


judío, que equivaldría a una “primera versión” de Solución Final 23,
promediando la segunda mitad del siglo XIX. A ese hombre admiraba
Hitler. Mosse no aborda a Wagner desde una perspectiva, ni cercana

22 Ashaverus es el nombre del judío errante. (Nota del autor)


23 Utilizamos cursiva para este concepto, dada su especificidad y unicidad, con el fin de que
no se infiera una lectura simplificada de dicho término. (Nota del autor).

44 La Shoá, un fenómeno no resuelto.


a estas consideraciones. Lo incorpora sin apasionamiento, como
puntualizando un trámite de clarificación, acerca de la influencia de sus
máximas en el espíritu racista de Hitler. Retoma el legado de Wagner,
instrumental al núcleo central de su objetivo historiográfico. Explica
los vaivenes del teatro, sus características operativas y papel de los
espectadores a lo largo de las décadas posteriores, contestes entre otros
aspectos, al rol de la propaganda y las grandes concentraciones.
Ian Kershaw (1991) cita en una de sus obras:
“(…) Al adoptar el concepto de ‘dominación carismática’ de
Max Weber, he intentado dar respuesta, por lo menos para mi
propio uso, a interrogantes como: ¿por qué fue Hitler, de todos
los fanáticos nacionalistas y racistas con enfoques más o menos
parecidos que había en Alemania posterior a la Primera Guerra
mundial, el que atrajo tanto interés?, o ¿cómo un candidato tan
improbable pudo hacerse con el control de la maquinaria de
Estado moderno y complejo?, ¿por qué las clases gobernantes
tradicionales, en contra de lo que se esperaba, no recortaron un
poder que rompió todo tipo de límites(…)?” (Kershaw, 1991,
p. 11)
Hubo quienes interpelaron indirectamente a Mosse en este sentido. Elie
Wiesel (2002) plantea las siguientes reflexiones -si bien implícitamente
contestes y conocedoras de la genealogía del nazismo que realiza el
autor-, con aseveraciones opuestas a dicha construcción jerárquica:
“(…) El odio es irracional, impulsivo, implacable, sus tenebrosos
poderes apelan a lo que hay de destructivo en el hombre (…)
la intolerancia como el fascismo conducen inevitablemente
a la humillación del prójimo, y con ello a la negación del ser
humano y de sus posibilidades de desarrollo (…) Es preciso, por
tanto, combatirlo oportunamente, despojándolo de la gloria que
le confiere su escandalosa legitimidad”.

Universidad ORT Uruguay 45


Capítulo II: George Mosse

Agrega:
“(…) Desde el punto de vista religioso, el odio oculta el rostro de
Dios; en el aspecto político, destruye la libertad de los hombres.
En el campo de la ciencia, el odio se pone al servicio de la
muerte; deforma la verdad en la literatura y desvirtúa el sentido
de la historia, y hasta cubre con una gruesa capa de sangre y
fealdad a la propia belleza (…)
Finalmente, con transparente angustia en la búsqueda de un camino
alternativo, pregunta:
“¿Cómo se puede combatir la intolerancia?” (Wiesel, 2002, pp. 11-12).
Theodor Adorno (2002)24:
“La exigencia de que Auschwitz no se repita, es la primera
de todas las que hay que plantear a la educación. Precede tan
absolutamente a cualquier otra que no creo deber ni tener que
fundamentarla. No puedo comprender por qué se le ha dedicado
tan poca atención hasta el momento. Ante la monstruosidad de lo
ocurrido, fundamentarla tendría algo de monstruoso”. (Adorno,
1998, p. 79).
Adorno ya había lanzado la siguiente exhortación en 1949: “Escribir
un poema después de Auschwitz es bárbaro (…) no puede haber un
relato-ficción de Auschwitz.” Esta cita figura en un libro que compila
una conversación entre Élizabeth Roudinesco y Jacques Derrida en el
año 2001, acerca de una multiplicidad de temas.25 Hemos de detenernos
en esta postura para contrarrestarla, pues mereció una crítica interesante
de estos intelectuales contemporáneos. Pregunta Roudinesco: “Quisiera
volver al antisemitismo y a la Shoá; me gustaría saber qué piensa usted
de la famosa exhortación de Adorno según la cual ‘no se podría escribir
más poesía después de Auschwitz’. Siempre me pareció muy discutible,
muy controvertible.” A lo cual Derrida le responde: “A mí me parece

24 Theodor Adorno es concluyente: “El mundo es otro después de Auschwitz”. Frente a este
postulado, el distanciamiento resulta no solo impotente, sino inmoral. Ver: Adorno, T. (1998).
25 Ver: Derrida, Roudinesco, (2014), p.149, nota al pie N.º 44.

46 La Shoá, un fenómeno no resuelto.


imposible e inaceptable. No solamente se puede escribir, ese es un
hecho, sino que quizá hay que escribir. No para “integrar” la Shoá, para
hacer o terminar “su duelo”, para conservarla o cultivar su memoria,
sino para conceder un pensamiento justo a lo que allí ocurrió, y que
permanece sin nombre ni concepto (…) Llamo pensamiento justo un
pensamiento que se ejercita, a partir de esa singularidad sin norma ni
concepto, en algo así como una justicia. Una justicia por inventar. (…)”.
(Derrida, Roudinesco, 2014, pp. 149-150).
Volviendo a Ian Kershow:
“El final de la Guerra Fría y del orden europeo de posguerra, ambos
legados del Tercer Reich, proporciona un momento oportuno para
esta nueva valoración”. (Kershaw, 1991, pp. 11-12).
Una última eventual “autocrítica”, a algunas de las citas presentadas,
es que fueron escritas en la década de los 90’s, después que Mosse
escribiera La nacionalización de las masas. Ese tiempo histórico bien
pudo haber reposicionado a Mosse bajo perspectivas similares, o con
puntos de contacto con estos, u otros autores. O quizás Mosse en otras
de sus obras, se haya enfocado bajo premisas que neutralizasen las
críticas de este análisis. En tal caso inculparíamos al desconocimiento,
que siempre es infinito y angustiante como sostuvo magistralmente
Pascal.

Universidad ORT Uruguay 47


síntesis de refLexiones acerca de La
hipótesis de george mosse

Las masas nacionalizadas dieron cabida al régimen nazi, a llenar


los intersticios y vacíos que indefectiblemente siempre generan las
sociedades humanas. Aun actuando inicialmente bajo los presupuestos
aglutinantes e irracionales clásicos de una “multitud”-concepto
diferente de “masas”-. El Estado supremo nazi los rellenó con un hierro
totalitario de peso específico único, en la historia de “la modernidad”,
puesta ésta incluso en cuestionamiento filosófico a partir de entonces.
La categoría interpretativa de Mosse de la nacionalización
de las masas y el surgimiento del Tercer Reich, es una gran obra
historiográfica. Su metodología de larga duración nos conduce por
encrucijadas cruciales, que resultan ser tan inverosímiles como
esclarecedoras. Lo que cuestionamos, es su austera aplicación del
recurso historiográfico de aplicar “el adentro y hacia fuera”, tantas
veces como hubiese sido necesario, desde una posición más crítica al
nacionalsocialismo. Justificado por su propio acercamiento, tan eficaz,
para desentrañar con precisión quirúrgica a las vísceras del nazismo.
Percibimos cierto distanciamiento, así como silencios acerca de
dichas reclamadas menciones. Reclamos que entendemos legítimos,
atribuibles, eventualmente, a su objetividad también auténtica.
No pretendemos que esta síntesis a la obra de Mosse y las
críticas sugeridas, peque de concluyente. Recalcamos, por el contrario,
la única aspiración de un genuino intento de aprender con pensamiento
crítico, como rémora fiel adherida a la hermenéutica atemorizante y
provocadora que conduce al crecimiento intelectual.

48 La Shoá, un fenómeno no resuelto.


CAPITULO III

shoá. historia y trauma

E
ste tema que convoca parte del presente ensayo, no puede eludir
tanto la rigurosidad del método historiográfico, como el dolor que
deviene el estudio de este período aciago. Enzo Traverso (2001)
y Dominick LaCapra (2001), acertaron con los títulos de sus trabajos:
La historia desgarrada: ensayo sobre Auschwitz y los intelectuales, y:
Escribir la historia, escribir el trauma, respectivamente.

a) El desgarro de la historia
Traverso analiza el posicionamiento de los intelectuales una
vez finalizada la guerra, desde su metodología de contextualización.
Recordemos y recalquemos, que tomar dicho punto de partida, es
imprescindible para no tropezar en nuestro estudio, con la trampa
de la omnisciencia que hoy día podamos tener, o creer tener, de
aquellos procesos en sus cortes temporales. Alude a “la ceguera de
los intelectuales” (Traverso, 2001, pp. 27-31), quienes no podían
comprender los testimonios que aparecían escritos por desconocidos,
a los cuales, incluso, no les era fácil encontrar interlocutores válidos.
Les resultaba complejo ubicar al exterminio en el centro de sus
reflexiones. Lo ejemplifica en el propio Sartre: “quien sin duda no
podría haber escrito nada comparable a Si esto es un hombre” – (Primo
Levi, 1958)-, para luego complementar, con razón, que: “nadie podría
habérselo reprochado”. Traverso sostiene que ello podría inferir: “(…)
la imposibilidad para la cultura europea, de reconocer la ruptura de la
civilización”. (Traverso, 2001, p. 27).

Universidad ORT Uruguay 49


Capítulo III: Shoá. Historia y trauma

Es válido matizar el verbo “reconocer”, que utiliza Traverso en


esta reflexión, por el de “comprender” y por decantación: “aceptar”,
dicha ruptura de la civilización. Como ya presentamos a esta altura
del presente trabajo, debieron transcurrir décadas para comprender,
precisamente, la dimensión del nazismo y la Shoá.
El historiador traslada el escenario de recepción de dichos
testimonios a Estados Unidos, y agrega, desde una perspectiva ampliada
a la opinión pública, no ya al exclusivo entorno de la élite intelectual,
que: “En 1942, la noticia de la eliminación de un millón de judíos en
Polonia no era portada del New York Times: la publicaba en sus páginas
interiores, cual un suceso, como para indicar que no había que creérselo
demasiado”.
En las reflexiones finales, abordaremos esta apreciación, sin
duda, relevante de Traverso, mediante el testimonio de un militante
político judío. Pero desde la óptica “geopolítica global”, lo cual resulta
ser más inquietante y perturbador.
Infiere el historiador, que estas actitudes podrían concebirse
desde la perspectiva europea y occidental de negar o asumir cierta
responsabilidad, ante “el acontecimiento monstruoso que habían
alumbrado” (Traverso, 2001, p. 28).
No solo Europa y Estados Unidos, agregamos, sino la sociedad
mundial necesitaba metabolizar el fin de la guerra con sus secuelas
terribles. Más allá de lo que supiesen respecto al exterminio masivo e
industrial de judíos, o lo que pudiesen creer al respecto, los europeos
principalmente, padecían la destrucción de sus ciudades, viviendas,
familias, trabajos…en todos los órdenes del marco social, tanto urbano
como rural. El desafío entonces, era lograr la naturalidad y alegría de
volver a vivir en paz. Ese objetivo “justificaría”, eventualmente, la
negación ya no solo de aceptar, sino ni tan siquiera informarse acerca
de la inimaginable maquinaria originaria del Holocausto.
Estudios posteriores explicitan que incluso los alemanes eran
destinatarios, en su propio idioma, de lo que acontecía. Eric A. Johnson

50 La Shoá, un fenómeno no resuelto.


(2003) da cuenta que, en el año 1941, la BBC en idioma alemán,
transmitía dos veces por día noticieros con informes de fusilamientos
masivos de judíos polacos y rusos. Y a partir de 1942, con una frecuencia
de una hora y durante tres meses, informes detallados de las masacres
cometidas contra los judíos: “que nada tenían que ver con la guerra,
(…) no es una excusa que justifique las matanzas, matar niños judíos no
implica mérito militar alguno.” (Johnson, 2003, pp. 486-494).
Traverso ahonda en su análisis previo y alude a un segundo
elemento que habría reducido el impacto de la Shoá, en dicha
periodización posterior a la guerra. Sostiene que: “Comprender el
significado de los campos de exterminio y las cámaras de gas, de
una máquina administrativa, burocrática e industrial al servicio de la
masacre sistemática de un pueblo, se hace mucho más difícil cuando
esos acontecimientos se inscriben en un contexto global de destrucción
y muerte”. Alude a la invisibilidad que escondía al Holocausto tras
episodios dramáticos como el Sitio a Leningrado, o “la desaparición
de Varsovia y Berlín bajo un montón de ruinas” (Traverso, 2001, p.
34). Culmina con una interesante reflexión, que daría sustento a uno
de los objetivos de nuestra investigación historiográfica: la esencial
incorporación de la memoria de los sobrevivientes en este análisis.
Sostiene el historiador: “Sin la indispensable ayuda que supone la visión
directa del horror, la noticia de las fábricas de la muerte permanece
abstracta, vaga y en el fondo incomprensible.” (Traverso, 2001, p. 35)

b) Dilemas y visiones de algunos intelectuales judíos


Traverso refleja una mirada específica sobre intelectuales judíos
sobrevivientes de la Shoá, que merece considerarse. Éstos habrían
padecido varias dificultades propias de su condición de judíos.
En primer término: “Su marginalidad les aboca casi naturalmente
a cumplir la función crítica que, desde siempre, constituye la auténtica
vocación del intelectual (…) piensan de otro modo, son disidentes.”
(Traverso, 2001, p. 42). Cita a un grupo sumamente selecto de

Universidad ORT Uruguay 51


Capítulo III: Shoá. Historia y trauma

pensadores: Th. W. Adorno, M. Horkheimer, F. Neumann, W. Benjamin,


H. Arendt, entre otros. Varios de ellos fundadores o vinculados a la
Escuela de Frankfurt. Ellos pertenecían a un estrato de intelectuales – en
ciertos casos: “casi”- emancipados de los marcos judíos comunitarios.
Y agrega: “Aunque debido a las persecuciones y el antisemitismo nazi,
suelan manifestar una aguda conciencia de su condición de judíos, solo
excepcionalmente el judaísmo se convierte en un refugio espiritual o un
hogar de repliegue identitario. (…)”. (Traverso, 2001, p. 43).
En otras palabras, podríamos coincidir con el historiador, que
estas características los hundiría aún más en la decimonónica condición
de parias en su propia tierra natal. Ello, no obstante, no fue en desmedro
de sus superlativos aportes al “pensamiento universal” con los que
contribuyeron a la humanidad.
No incluimos en nuestro estudio a insignes personalidades del
conocimiento humano, como ser Sigmund Freud y Albert Einstein,
quienes a su vez padecieron directamente las miserias del nazismo.
Sus saberes fueron denostados como “ciencia judía”, y en ambos
casos debieron huir de sus entornos natales. Escapa a los límites del
presente trabajo abrevar del aporte de estas dos figuras, que requerirían
un abordaje más extenso. Su dimensión los ubica en el podio de los
pensadores de toda la humanidad y de todos los tiempos.
Expondremos una somera síntesis de tres pensadores judíos,
posicionados desde ópticas diferentes. Los seleccionamos por su común
denominador de judíos europeos con dilemas por su propio origen, y
provenientes de diversas regiones.

52 La Shoá, un fenómeno no resuelto.


hanna arendt

Hanna Arendt (Hannover, 1906 – New York, 1975), cita Traverso:


“designa ‘las masacres administrativas’ derivadas de las teorías raciales
como acontecimientos que superan ‘no solo la imaginación humana, sino
también los marcos y categorías del pensamiento y la acción política’.”
(Traverso, 2001, p. 44). La propia Arendt agregaría: “Auschwitz aparece
como una ruptura casi total en el flujo ininterrumpido de la historia
occidental tal como el hombre la conoció durante más de dos milenios.”
(Traverso, 2001, p. 46).
En segundo término, de las problemáticas aludidas, Traverso
remarca que: “como judíos no podían permanecer indiferentes a las
noticias del exterminio de sus correligionarios” (Traverso, 2001,
p. 47). Si bien como asimilados: “no podían interpretar Auschwitz
según categorías puramente judías”. Por lo cual, habrían apelado a la
“dimensión universal del Holocausto”. Concluye el historiador: “Para
ellos la lección de Auschwitz va más allá de la ‘culpabilidad’ alemana y
del duelo judío, para imponer un reexamen crítico de todo el itinerario
de la civilización occidental.” (Traverso, 2001, p. 47). Y finaliza con
una aclaración pertinente: “¿Cuál era la culpa de los judíos? Era tan
indiscernible como la de Joseph K. ‘quien sin haber hecho nada malo,
fue detenido una mañana’ (en alusión a El Proceso de F. Kafka). En el
fondo, el nazismo ontologizó la ‘culpabilidad’ de los judíos reduciéndola
a ‘su ser’, a una especie de ‘pecado original’, como escribiría Benjamin
en su ensayo sobre Kafka.” (Traverso, 2001, p. 63).
Es destacable el rescate casi confesional con que Hanna Arendt
explica la encrucijada dramática, y el itinerario catastrófico que les
deparó Europa a los judíos, intelectuales o no, y a ella misma. Relata
Traverso que, ya instalada en Nueva York, durante y posterior a la
Guerra, Arendt profundizó la condición de apátridas o parias, que
padecieron los judíos europeos. Cita a la pensadora, quien: “entonces

Universidad ORT Uruguay 53


Capítulo III: Shoá. Historia y trauma

tomó conciencia de pertenecer a una categoría de ‘individuos sin Estado’


(stateless people) abocados a una condición de alienación total no solo
como minoría oprimida, sino como ‘minoría superflua’ no reconocida
por el derecho internacional.”
La siguiente reflexión de Arendt, nos resulta “angustiante” y
conmovedora:
“La cuestión judía se planteaba en términos radicalmente
nuevos. Para los judíos ya no se trataba de reivindicar derechos
de los que permanecían excluidos por prejuicios milenarios, se
trataba de reivindicar su derecho de existir en un mundo donde
ya no había sitio para ellos.”
Culmina:
“Las injusticias, las persecuciones y los sufrimientos derivados
de semejante situación, no tenían ninguna relación con sus
actitudes y elecciones.” (Traverso, 2001, pp. 80-81).
En otras palabras: el destino de los judíos no estaba signado por lo que
hiciesen o dejasen de hacer, sino por el solo hecho de ser.
Es difícil para cualquier estudioso, no ceder un espacio a las
emociones individuales y sentir cierto escalofrío ante esta exposición
del proceso irreductible a la Shoá. Nos hacemos cargo de dicho desliz,
pues la objetividad no puede evitar dejar impresa una huella personal
del investigador, aun manteniéndose la distancia óptima con el objeto
de estudio.

marc bLoch

Presentamos una perspectiva complementaria, a este análisis de


los dilemas que debieron sortear ciertos intelectuales judíos asimilados
de aquella época. La situamos en Francia. Al igual que el mundo sajón,
Francia también fue cuna de la intelectualidad europea y universal.

54 La Shoá, un fenómeno no resuelto.


Nos referimos a pensadores que aportaron sus reflexiones básicamente
en el -amplio- campo social desde la perspectiva historiográfica. En
el tema específico de intelectuales judíos emancipados, para quienes
sus marcos de referencia judía no fueron los sustantivos de su auto
representación, Francia “despertó conciencias judías”, ya desde el siglo
XIX cuando se proclamó la falsa acusación de espionaje al ingeniero y
capitán judío Alfred Dreyfus, en 1894. Varias de estas personalidades,
configuraron a posteriori el nacimiento del Sionismo Político: Theodor
Herzl (húngaro), Marx Nordeau (húngaro-alemán), Bernard Lazare
(francés), León Pinsker (polaco), entre otros.
Destacaremos específicamente, la figura de Marc Bloch (Lyon,
1886 – Saint-Didier-de-Formans, 1944). Más aún, culminaremos
nuestras reflexiones finales aludiendo a citas de su mayúsculo aporte a
la Historia como disciplina académica. Provenía de una familia judía,
asimilada y patriota, sin vínculos con la religión. Desde el punto de vista
de sus orígenes intelectuales, su padre, Gustav, había ocupado en Lyon
la cátedra de Historia y Antigüedad Clásica. El caso particular de Marc
Bloch, es que además de académico, fue movilizado como sargento de
infantería en 1914 y culminó la guerra con el grado de capitán. Siendo
ya profesor de Historia en Estrasburgo, en 1929 entabla amistad con
Lucien Febvre y fundan la prestigiosa: Annales d´Histoire Économique
et Sociale -Escuela de los Annales-.
De su libro titulado La extraña derrota, escrito en 1940, se
desprende que: “En 1936 es nombrado profesor titular de Historia
Económica en la Sorbona, y en agosto de 1939, a petición propia, pese
a su edad, es movilizado como capitán de Estado Mayor.” (Bloch, 2009,
pp. 7-9). Bloch se cuestiona la rapidez con que Francia fue ocupada
por los nazis y detalla sus impresiones acerca de la ineficiencia de los
altos mandos, su menguado espíritu de lucha, el no haber estado a la
altura de los avances militares alemanes, entre otras consideraciones.
Resulta que: “(…) en su calidad de judío, se sentía y quería ser ante todo
francés y republicano, (…) fue Vichy el que quiso incluir a los judíos en

Universidad ORT Uruguay 55


Capítulo III: Shoá. Historia y trauma

una categoría aparte, fue el nazismo el que recurrió a la demonología


racista.” (Bloch, 2009, pp. 17-18)
Bloch aclararía: “Soy judío, no por una religión que no practico,
sino por nacimiento. No me enorgullezco ni avergüenzo por ello.
Siendo, espero, suficientemente buen historiador para no ignorar que
las predisposiciones raciales son un mito y la noción misma de raza,
una absurdidad flagrante. (…) Solo reivindico mi origen en un caso:
frente a un antisemita. Me limitaré a responderles que mi bisabuelo fue
soldado en 1793, mi padre defendió en 1870 la asediada Estrasburgo,
(…) por último, que Francia el país del que algunos estarían dispuestos
a expulsarme, será siempre la patria de la que no podría desarraigar mi
corazón.” (Bloch, 2009, pp. 30-32) 26
Bloch se incorpora a la Resistencia francesa en la red de
francotiradores de Lyon, y es luego capturado, torturado y fusilado por
la Gestapo en junio de 1944 como víctima del tristemente célebre Klaus
Barbie, apodado “el carnicero de Lyon”. El historiador lega su famoso
“Testamento”, escrito el 18 de marzo de 1941, el cual solicita sea leído
el día de su muerte: “(…) No he pedido que se recitaran sobre mi tumba
las plegarias hebraicas, a pesar de que sus cadencias acompañaron
hasta su descanso postrero a mis antepasados y a mi propio padre (…)
desearía que sobre mi lápida se grabaran estas sencillas palabras: Dilexit
veritatem (…) Afirmo pues ante la muerte, si es necesario, que nací
judío; que nunca se me ha ocurrido negarlo ni he hallado ningún motivo
válido para sentir la tentación de hacerlo.” (Bloch, 2009, pp. 169-170) 27
Reiteramos que Marc Bloch fue un historiador
especializado y referente, en la Historia Medieval. Específicamente en
su libro: “Los reyes taumaturgos”, escrito en 1924, aborda un tema
elípticamente trasladable al campo del presente ensayo. Refiere a
ciertos supuestos poderes de “sanación”, que los reyes del medioevo en

26 Su bisabuelo fue un judío observante que incluía plegarias y recomendaciones a Dios en


sus cartas desde el frente de batalla, escritas en idioma hebreo-yiddish. Una de ellas estuvo
en posesión de Marc Bloch. “Su carta fue traducida ante el Tribunal del Sena, y certificada la
conformidad de la traducción.” Bloch, M. (2009), Nota al pie de la edición de 1990, p. 30.
27 Dilexit veritatem significa: el que valora la verdad. (Nota del autor).

56 La Shoá, un fenómeno no resuelto.


Francia e Inglaterra -y reinados subsecuentes-, eran capaces de aplicar
a determinadas enfermedades de sus súbditos. Ello conlleva a una
perspectiva de comprensión del concepto “carisma”, de los líderes de
sociedades posteriores y a su influencia en el imaginario popular. Quien
recogerá parte de dichos estudios, para intentar referirse al tan mentado
carisma de Hitler, es Franz Neumann, de quien también destacaremos
su aporte medular al análisis del nacionalsocialismo.

franz neumann

Franz Neumann (Katowice, Polonia, 1900 - Visp, Suiza, 1954)


fue un intelectual polaco judío, abogado, politólogo, economista
e ideológicamente marxista. Escribió un texto de referencia en la
academia: Behemot: pensamiento y acción en el nacionalsocialismo,
1933-1934. La primera publicación fue en el año 1942, en Estados
Unidos. Neumann fue uno de los incipientes fundadores de la Escuela
de Frankfort, luego escapó de Europa y se radicó en América, donde
editó su investigación. La produce en concomitancia con la terrible
guerra que se desencadenaba en Europa. Sus conocimientos de contexto
podrían considerase, pues, “reducidos”, vistos en retrospectiva desde el
presente. Tal es así, que escribe el prefacio a su primera edición, el 23
de diciembre de 1941, y a medida que evolucionaba el régimen nazi,
complementó su libro con un nuevo prefacio el 1 de agosto de 1944. De
ahí el gran valor que representa su obra. Desglosó al nacionalsocialismo
en numerosas facetas: sociológicas, históricas, políticas y económicas.
Sus aportes fueron considerados como revolucionarios y sus reflexiones
continúan siendo estimulantes para el análisis y el debate. Empleó sus
fuentes con la rigurosidad de un erudito. Entre los años 1943 y 1945,
trabajó en Washington D.C. en la Oficina de Servicios Estratégicos, la
cual luego se transformaría en la CIA. Culminada la Guerra, Neumann

Universidad ORT Uruguay 57


Capítulo III: Shoá. Historia y trauma

fue miembro del equipo de acusación que preparó los Juicios de


Nuremberg. Sus trabajos se configuraron en pieza central de los cargos
americanos.
La síntesis más reducida de su obra, la centraremos en dos
aspectos utilitarios al desarrollo temático del presente ensayo. El primero
es su postura, controvertida y polémica, la cual sostenía que: “El Tercer
Reich ni formuló una ideología consistente, ni poseía una estructura
coherente. (…) El régimen de Hitler fue un monstruo caótico, amorfo y
sin ley.” (Neumann, 2014, p. IX). Explicaba Neumann, que el régimen se
basaba en cuatro pilares, los cuales, según las oportunidades, actuaban
en consonancia o en franca contraposición. Estos eran: el partido nazi, la
burocracia estatal alemana, las fuerzas armadas y el poder económico.
Por lo tanto, una vez culminada la guerra se deberían aplicar sus
cuatro “Des”: desnazificación, democratización, desmilitarización y
des-cartelización (referida a los enormes conglomerados económicos,
que configuraban el poder financiero e industrial alemán de época).28
Neuman entendía que la industria y las finanzas alemanas adoptaron sus
estrategias de negocios a la política de Hitler, y no al revés. Daremos
un ejemplo: el “espacio vital”, fue un pilar del pensamiento de Hitler ya
expresado en su libro Mein Kampf, y no fue idea del mayor conglomerado
químico industrial de la Europa de entonces: IG-Farben.29 Tampoco
sostenía que hubiesen sido los líderes empresariales, quienes llevaron
a Hitler al poder. Pero la guerra, la “arianización” nazi, el despojo
de los capitales y empleos judíos entre otras medidas del régimen,
entendía el autor que, sí les sirvieron a las empresas para sus fines de

28 Es válido destacar las explicaciones que el autor le da al título de su trabajo, en sintonía con
su visión de “monstruo de cuatro cabezas” que representaba al nazismo. “En la escatología judía,
de origen babilónico, Behemot y Leviatán son los nombres de dos monstruos: Behemot domina
la tierra y Leviatán el mar”. Una vez que ambos se juntasen, significaría el fin apocalíptico
del mundo. “Como creemos que el nacionalsocialismo es, o tiende a convertirse, en un no-
Estado, un caos, un imperio del desgobierno y de la anarquía, que se ha ‘tragado’ los derechos
y la dignidad del hombre (…) consideramos apropiado llamar al sistema nacionalsocialista
BEHEMOT”. (Neumann, 2014, p. XIX).
29 Dicho conglomerado industrial, con sede en Fráncfort, había surgido en 1925 como la
fusión de las empresas BASF, BAYER, HOECHST y AGFA, además de otras más pequeñas.
(Nota del autor).

58 La Shoá, un fenómeno no resuelto.


lucro y expansión. Con esta matriz de argumentos, Neumann construye
su conclusión que el nazismo configuró un capitalismo totalitario,
regulado en forma monopólica por el Estado. Lo que Neumann no
podía saber en 1941, era hasta qué punto ese aparato industrial-militar
sería beneficiado, con dicho capitalismo hiper regulado por el Estado.
Aun en sus más espeluznantes condiciones, como ser el empleo de
mano de obra esclava, como citaremos más adelante en el presente
trabajo. Lo que es dable destacar, es que tanto influyó su perspectiva,
que, en los sucesivos Juicios de Nuremberg -que fueron varios-, además
de condenar a criminales de guerra y jueces en la primera instancia,
también se condenaron, a posteriori, a banqueros e industriales.
El segundo considerando del que abrevaremos de su obra, refiere
al carisma de Hitler. Al igual que Mosse, desde el punto de vista del
modelo historiográfico, retrotrae su investigación a varios siglos previos
a la asunción del Tercer Reich. Apela a un análisis de historia de larga
duración. Alude a la filosofía greco latina, y a las doctrinas de Lutero
y Calvino para explicar cómo determinadas ideas y pensamientos,
encarnaron en la idiosincrasia del pueblo germano. “Dios, dice Calvino,
puede enviar a su pueblo un salvador providencial (…) Aquí se anuncia
al líder carismático, el hombre que está autorizado, en nombre de la
providencia divina, para derrocar al gobierno y liberar al pueblo.”
(Neumann, 2014, p. 66). Recurre asimismo a las investigaciones sobre
la Edad Media que realizara Marc Bloch, acerca del poder que irradiaba
el rey, la persona gobernante, y cómo ésta le llegaba al pueblo, dada
la fuerza que el líder podía imbuirle al débil, enfermo y necesitado.
Entiende que dichos procesos psicológicos, del poder taumatúrgico del
hombre, trascienden ciertas predisposiciones religiosas del ser humano.
Considera que: “(…) esta creencia irracional lleva a los hombres a
abrazar la superstición, por la incapacidad de comprender las razones
de su desamparo, miseria y degradación. (…) Los estratos menos
racionales de la sociedad buscan líderes.” Agrega a sus reflexiones, que
el líder siempre sabrá manipular, calcular y realzar esos sentimientos

Universidad ORT Uruguay 59


Capítulo III: Shoá. Historia y trauma

de temor. Que: “La obediencia es un elemento necesario del liderazgo


carismático, tanto la obediencia subjetiva, como la objetiva, en cuanto
medio de exigir el cumplimiento del deber.” Concluye que: “La
organización carismática se basa siempre en la obediencia estricta
dentro de una estructura jerárquica”, y que desde el punto de vista
político: “no es sino una treta para establecer, mantener o realzar el
poder.” (Neumann, 2014, pp. 68-69).
El autor analiza que, en el nacionalsocialismo, el poder
carismático del líder tuvo como fuente al “pueblo racial”. Desarrolla
en su libro las nociones de: “nación y raza”, “el racismo en Alemania”,
“las teorías antisemitas”, “la purificación de la sangre y la legislación
antijudía”, “la arianización de la propiedad judía”, y “la filosofía del
antisemitismo”. Indaga en épocas anteriores al nazismo, afirmando
que: “Marín Lutero fue el primer antisemita franco y apasionado (…)
Sus observaciones irónicas acerca de cómo debieran ser expulsados
los judíos, tienen resonancias muy parecidas a las que se encuentran
en Der Stürmer”. Detalla las leyes antisemitas: “denominadas de
Nuremberg de 1935, promulgadas para ‘mantener la pureza de la
sangre alemana’.” Continua con las leyes y decretos de 1938: “Se hizo
un esfuerzo sistemático para crear un gheto legal (…)”. Describe las
ordenanzas de enero y febrero de 1939 que excluían a los judíos de
toda opción de desempeño laboral, comercial, financiero, industrial o
de profesiones liberales. Cita, asimismo, “la inauguración en Frankfort,
el 26 de marzo de 1941 del ‘Instituto de Investigaciones Judías’, con
invitados eslovacos, húngaros, rumanos, italianos, búlgaros, noruegos
y holandeses. (…) Alfred Rosenberg se ocupó una vez más de su tema
favorito, ‘Ciencia y Partido’ (…) y exponer con crudeza la influencia
venenosa de los judíos.” (Neumann, 2014, pp. 70-91). También alcanza
a aludir a los judíos polacos hasta el año 1941: “El gueto cultural,
económico, legal y político se ha ido transformando gradualmente en

60 La Shoá, un fenómeno no resuelto.


un gueto físico, como ocurre en Varsovia y en Cracovia. La legislación
antisemita alemana, se aplica en gran parte a Polonia.” (Neumann,
2014, p. 90).

No alcanza un solo aspecto del saber, ni la combinación de


varios, para desentrañar el paradigma del nacionalsocialismo, su
efecto de masas, la Shoá y el posicionamiento de una sociedad frente
a un régimen genocida como el nazi. Neumann, al igual que los otros
intelectuales citados, nos allanan un camino de reflexiones para pensar
y continuar investigando.

c) El trauma inmerso en la historia


Dominick LaCapra encara este período oscuro de la historia de
la humanidad, con una mirada de doble dimensión simultánea: humana
y filosófica-conceptual. Sostiene: “No faltan motivos para ver la historia
-al menos la historia moderna-, y aún más, la cultura posmoderna,
como algo traumático, especialmente en su calidad de respuesta
sintomática a la sensación de que uno está involucrado en los excesos y
la desorientación que puede verse obligado a sufrir -o, incluso, a actuar-
(…)”. (LaCapra, 2005, pp. 18-19). Desarrolla en profundidad a lo que
podríamos denominar este “paradigma”, en tanto modelo de estudio de
tensiones complejas muy difíciles de resolver.
Delimita para su abordaje, a los términos: “pérdida” y
“ausencia”. Sugiere: “no solo se debe distinguir entre el trauma
transhistórico o estructural, y el trauma histórico y su cohorte de
pérdidas, sino que se debe establecer su correlación con la ausencia,
en contraposición a la pérdida, especialmente la ausencia de orígenes
íntegros, de fundamentos absolutos y de soluciones totalizadoras y
perfectas.” Propone adoptar un posicionamiento no menos problemático,
pero, admitamos, quizás imprescindible para intentar comprender -al
menos-, los procesos y actores que estuvieron involucrados en los
acontecimientos que nos ocupan. Reflexiona LaCapra: “Sostengo que

Universidad ORT Uruguay 61


Capítulo III: Shoá. Historia y trauma

es necesario un desasosiego empático (…) en respuesta a condiciones


o sucesos traumáticos.” Este pensamiento lo liga a su convencimiento,
acerca de que no debería ocurrir que el impacto del relato de las
víctimas: “(…) se transforme en respuesta destemplada para todos los
problemas, especialmente cuando adoptan la forma de una filosofía del
todo o nada.” (LaCapra, 2005, pp. 19-21).
Esta coyuntura a la que nos somete el pensador, podría ser la
clave en la dimensión humana a que aludíamos, para establecer una dosis
de empatía con el relato histórico de “todos” los actores involucrados.
Quizás pudiésemos catalogarlo como el “punto de Arquímedes”,
en que los historiadores debiéramos apoyarnos para sostener una
objetividad crítica en nuestras investigaciones. Objetividad que
tampoco pretendemos que trascienda las fronteras político-filosóficas
de los ineludibles sentimientos personales y naturales, pero que sí
evite o “intente resolver” aquellos puntos de ruptura que no debemos
transgredir.
Sostiene Lacapra que la investigación no debería confinar
a la historiografía a “una exageración positivista (..) que implica
reivindicaciones de verdad hechas por un observador (…)”. Recalca,
como elementos imprescindibles para la historiografía: “(…) la
contextualización, la claridad, la objetividad, y el sistema de notas
(…) y niveles más estructurales y más integrales, como la narración, la
interpretación y el análisis.” (LaCapra, 2005, p. 31).
Una vez asumidos estos desafíos, el pensador especifica que se
requiere una combinación más compleja y un desplazamiento hacia
otros factores, que no estarían contemplados entre quienes ponen el
debate en: “el acento de una política intencional de genocidio formulada
por Hitler y en la importancia de tal política en una dictadura (…) y en
aquellos que ponen el acento en la descentralización del régimen nazi, en
procesos burocráticos más impersonales y en la acción de funcionarios
de rango medio o bajo, para implementar ‘la Solución Final’, e incluso,
a veces, iniciarla (…).” Desde esta óptica aspira a demostrar que: “(…)

62 La Shoá, un fenómeno no resuelto.


las reivindicaciones de verdad están sin embargo en juego, en niveles
que exceden el de las aseveraciones aisladas relativas a sucesos.”
(LaCapra, 2005, pp. 36-37).
El historiador y filósofo, considera el “trauma” como objeto de
análisis y asevera que debemos ser fieles al trauma de quienes elaboran
su pasado: “Quizá parte de esta sensación provenga del sentimiento
melancólico de que, elaborando el pasado para poder sobrevivir o
participar nuevamente en la vida, uno traiciona a los que quedaron
aniquilados o destruidos por el pasado traumático.” Aun reconociendo
que: “(…) el volver a vivir la situación o ponerla en escena, son
modalidades de ‘experiencia caótica’, que a menudo implica una
desorientación radical.” (LaCapra, 2005, p. 46). El autor cita las
reflexiones que al respecto hiciera Primo Levi, quien catalogó de “zonas
grises”, donde se ubican aquellas: “voces medias que suspenden el
juicio o se arriman a él en términos muy titubeantes”. (LaCapra, 2005,
p. 53).
Hemos de aportar de nuestra parte, el reconocimiento mayúsculo
que merece un hombre eximio como Primo Levi, para encarar tanto su
relato desgarrador de las tragedias que vivió personalmente y describirlas
en sus obras en sentido colectivo, como su lucidez y honradez intelectual
para definir esas inevitables zonas grises, en la narración de las mismas.
Con la misma integridad intelectual, LaCapra confiesa que:
“No pretendo contestar estas importantísimas preguntas. Más bien diré
que el problema de la vivencia o experiencia debería llevarnos a la
cuestión del papel de la empatía en la comprensión histórica”. Dada la
complejidad de estas propuestas y la profundidad de los sentimientos
que conllevan, aclara: “Utilizo la palabra ‘empatía’[empathy], tratando
de alejarla de asociaciones convencionales o tradicionales con la
‘identificación’ (…) no uso la palabra ‘sympathy’ [palabra inglesa
que también significa ‘comprensión’ y ‘compasión’] porque tiene la
connotación de ‘condescendencia’ (…)” (LaCapra, 2005, p. 60).
Retoma el rol del historiador, infiriendo la necesidad que éste

Universidad ORT Uruguay 63


Capítulo III: Shoá. Historia y trauma

tiene, de: “atenuar excesivamente el peso diacrónico del pasado,


incluidas las secuelas del trauma (…).” Considera que el historiador debe
posicionarse en la reconstrucción, como hemos indicado anteriormente,
de aquel pasado en este presente. Coincidimos con el pensador en que:
“la afectividad es un aspecto crítico en la comprensión del historiador y
de otros observadores o estudiosos.” (LaCapra, 2005, pp. 61-62)
Aborda la Shoá y sintetiza dos perspectivas interesantes, las
cuales, para nuestro entender, reflejan un valioso paradigma, como
indicamos cuando incorporamos a LaCapra a nuestro trabajo. Diferencia
en primera instancia, que: “Cuando se habla del Holocausto, no da lo
mismo que el historiador sea un sobreviviente, hijo de sobrevivientes,
judío, palestino, alemán o austríaco, hijo de victimarios, alguien que
nació después de los hechos (…) y variaciones que sería muy largo
de detallar.” En segunda instancia, aclara que: “El significado de mis
comentarios es que, en relación a la comprensión histórica, no debería
contemplarse la vivencia de una manera estrechamente cognitiva que
solo implica el procesamiento de información. Sin restarle importancia
a la investigación, la contextualización y la reconstrucción objetiva del
pasado.” Y agrega: “La vivencia implica afectos tanto en el observado
como el observador, el trauma es una experiencia que trastorna,
desarticula el yo y genera huecos en la existencia.”
Finaliza:
“Con respecto a los perpetradores, quienes también pueden
estar traumatizados por su experiencia, diría que el historiador
debe intentar comprender y explicar su conducta tanto como sea
posible -admitiendo incluso la inquietante posibilidad de obrar
él mismo de esa manera-, sin abandonar por ello, el intento de
oponerse a sucesos similares, por leve que sea su parecido con
los del pasado (…) La cuestión es si la historiografía pudiese por
sí misma contribuir, no ya a reparar engañosamente las heridas
y cicatrices del pasado, sino a aceptarlas.” (LaCapra, 2005, pp.

64 La Shoá, un fenómeno no resuelto.


62-64).

Élisabeth Roudinesco (2011) en su libro: A vueltas con la


cuestión judía, aporta reflexiones válidas para complementar estas
complejidades. La historiadora y psicoanalista francesa postula que:
“El exterminio de los judíos fue hasta tal punto único en la Historia
de la humanidad, que hubo que inventar una palabra para designarlo:
“genocidio”. (Roudinesco, 2011, p. 163). Refiere al término que
impusiese Raphael Lemkin, judío polaco y jurista, quien lo presentó
por primera vez en 1944, en una obra titulada: El dominio del Eje
en la Europa ocupada. La pensadora también refiere a las noticias
publicadas ya desde 1942 en los periódicos norteamericanos, como lo
hiciese Traverso en 2001. Interpreta que los Aliados intentaron ganar
enseguida la guerra, y por ello no se preocuparon especialmente de las
deportaciones en masa.
Creemos, de nuestra parte, que las pudieron haber evitado
-agregamos: o “disminuido”, o “retrasado”-, de haber bombardeado
-tan solo- las vías de ferrocarriles alemanes y en los países ocupados
por los nazis. Esta perspectiva de “sentido común”, es una invocación,
lamentablemente contra fáctica, omnipresente en el abordaje del rol
de los Aliados durante la Segunda Guerra Mundial. Es una hipótesis
recurrente de la cual no se puede esperar respuestas consistentes, sino
tan solo especulaciones reflexivas.
Agrega Roudinesco: “La organización científica y técnica de
estos asesinatos era tan impensable en esa época, que, para convencerse,
esperaron a disponer de ‘pruebas materiales’.” (Roudinesco, 2011,
p. 164). Tiempo del que dispusieron los nazis para efectivizar cada
día más el exterminio. En sintonía con Theodor Adorno, respecto al
mojón ineludible de Auschwitz en la historia de la humanidad, la autora
sostiene: “(…) en Auschwitz, el hombre no mataba a su semejante por

Universidad ORT Uruguay 65


Capítulo III: Shoá. Historia y trauma

razones simplemente humanas, sino para erradicar al hombre mismo y,


con él, ‘el concepto de humanidad’.” (Roudinesco, 2011, p. 169).
Recogemos una conclusión de la historiadora, que convoca uno
de los ejes centrales del presente trabajo.
Fundamenta:
“(…) el exterminio de los judíos de Europa, fue una destrucción
concertada y concebida por hombres hostiles al judeo-cristian-
ismo y radicalmente ajenos a toda idea de Dios. La adopción de
términos como Holocausto o Shoá tendía a favorecer el culto al
recuerdo, la evocación de los sufrimientos, más que al estudio
racional de aquel acontecimiento histórico sin precedentes. La
memoria contra la historia.” (Roudinesco, 2011, p. 177).

66 La Shoá, un fenómeno no resuelto.


CAPITULO IV

shoá y otros genocidios


a) Distintas ópticas

T
raverso (2012) señala que el antisemitismo configura un
conjunto de representaciones acerca de un imaginario,
que estigmatizan a un colectivo entero. El antisemitismo
es más que un discurso o una ideología. El nazismo modernizó dicho
prejuicio, y lo configuró como un “código cultural”. Exacerbada tal
discriminación desde arriba, Hitler impuso que la sociedad germana
se repliegue a sí misma como una sociedad “de exclusión”, en la
cual la clave de “ser alemán” consistía en “no ser judío”. Más allá
de los estamentos darwinianos, por los cuales se mezclaron teorías
clasificatorias de hombres arios superiores, y otros subhumanos, Hitler
les agregó postulados políticos. Al judío se le identificó con todos aquellas
ideologías y corrientes políticas enemigas del nacionalsocialismo:
liberalismo, democracia, marxismo; en síntesis: la combinación ideal
y abarcativa, para una exclusión “radical”. A tal aparato conceptual
del nazismo, Saul Friedländer lo cataloga como: “(…) ‘antisemitismo
redentor’, el cual, a diferencia del antisemitismo tradicional que
transforma al judío en un chivo expiatorio, este antisemitismo, deja de
actuar como un código cultural para transformarse en una política de
exterminio”. (Como se citó en Traverso, 2012, p. 185).
Traverso entiende que comparar genocidios, significa comparar
rupturas de las normas sociales y políticas en los momentos de graves
crisis y de guerra. La Shoá en particular, viró de ser un aspecto marginal
de la guerra, para transformarse en un su centro y con una unicidad

Universidad ORT Uruguay 67


Capítulo IV: Shoá. Historia y trauma

singular. No obstante, desarrolla un diálogo con otros historiadores


que se posicionan desde otros ángulos. El autor cita a Aimé Césaire,
intelectual nacido en Martinica, defensor de la negritud, quien considera
que el nazismo provocó una matanza de blancos entre blancos. Césaire
lo expresa de esta manera: “el nazismo no fue más que una pequeña
reproducción de las violencias coloniales perpetradas por los europeos
durante siglos”. (Traverso, 2012, p. 189). 30
Traverso considera la perspectiva de Hanna Arendt al respecto,
quien, al analizar las masacres perpetradas por los británicos en África
y la consideración del genocidio armenio, entre otros, sustenta las
comparaciones y los “rasgos de similitudes genocidas”. Cita, a su vez,
a Saul Friedländer, quien, también dialoga con Arendt y comparte
con ella, que: “(…) los nazis se habían arrogado el derecho de decidir
quién debe y quien no debe vivir en este planeta”. Pero Friedländer
sostiene que dicho límite “ha sido alcanzado solo una vez en la historia
moderna”. (Traverso, 2012, p. 188). Traverso se posiciona en un análisis
de la cultura europea, que conlleva, según su opinión, a que Europa
actuase en forma similar con “el judío” y con “el indígena”. Destaca
igualmente, como un argumento real, que las masacres coloniales
presentan un carácter instrumental ausente en el Holocausto, pues la
exterminación de los indígenas no fue una “finalidad” sino un “medio”
para alcanzar, en esencia, el saqueo.
Si bien coincidimos con Traverso, sugerimos matizar esta
perspectiva. A título de ejemplos, Auschwitz también fue instrumental
a la IG Farben, su vecina fábrica de caucho, como mano de obra esclava
para su producción, así como el campo de concentración Ravensbrück,
lo fue para el uso de mujeres esclavas al servicio de Siemens.
Como moderador entre los historiadores mencionados,
Traverso concluye que este ejercicio de comparación, a lo sumo, “se
30 “(…) Césaire provocativamente señala que los europeos toleraron el nazismo y lo
absolvieron, cerrando sus ojos, pues éste fue aplicado antes a gente no europea de los cuales ellos
fueron responsables, toda la civilización cristiana (…)”. Césaire, A. (2000). p. 18. El subrayado es
propio y coincidimos con el adverbio, debido a que Césaire desconoce el factor “antisemitismo”
entre otras particularidades de la Solución final, a los cuales elude en su obra. (Nota del autor).

68 La Shoá, un fenómeno no resuelto.


limita a indicar algunos rasgos comunes de las violencias masivas”.
La complejización, no obstante, se amplifica. Agrega que, según los
investigadores, la Shoá podría categorizarse por fuera, o ser considerada
como “el punto culminante” de otros genocidios modernos. Hay quienes
prefieren distinguir a los genocidios como “ordinarios”, y a la Shoá
como “total”, por sus características “extraordinarias”. Considera que
“estudiar la Shoá significa enfrentarse a una serie de problemas que
trascienden ampliamente el concepto de ‘genocidio’, y que reclaman
otras categorías analíticas.” (Traverso, 2012, pp. 181-183). Valida
la unicidad de la Shoá, pero como “una síntesis de masacre colonial,
depuración étnica, construcción nacional totalitaria y politicidio”.
(Traverso, 2012, p. 191). Traverso profundiza la premisa anterior y la
divide entre la combinación de una “violencia fría”, técnica y moderna,
y otra “violencia caliente”, hecha de masacres tradicionales. Sugiere
comparar como violencias calientes, la historia del Batallón 101 de
policías reservistas en Polonia31, las masacres japonesas de Nankín
en 1937 32 , o las perpetradas por los norteamericanos en Vietnam.
Las violencias frías de los campos de exterminio, como “dispositivo
técnico”, podrían compararse, según su opinión, al lanzamiento de las
bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki.
A nuestro juicio esta comparación resulta rebatible, por la
sustancial diferencia entre el contacto directo del victimario con
las víctimas en los campos de exterminio, y la falta de contacto
del victimario al lanzar bombas desde las alturas. Más allá de las
singularidades específicas de dichos genocidios, Traverso infiere que

31 Este episodio es uno de los ejes centrales del controvertido libro de Goldhagen, D. J.
(1997). Goldhagen es un sostenedor de “la culpa colectiva de los alemanes”, motivo por el
cual es cuestionado. Ver: Finchelstein, Federico. (1999). Prefacio por Dominick LaCapra. En
este debate, que compila Finchelstein, participaron doce académicos de diferentes disciplinas.
Traverso, por su parte, recoge la reconstrucción de esta historia del historiador Christopher
Browning, no de Daniel Goldhagen. (Nota del autor).
33 En Nankín, otrora capital de China, en 1937, los soldados japoneses asesinaron a 200.000
ciudadanos chinos, violaron a decenas de miles de mujeres y devastaron la ciudad. Ver
documental: Guttentag B. (director). (2007). Nanking. [Documental]. Coproducción EE.UU.,
China, Japón: Snagfilms.

Universidad ORT Uruguay 69


Capítulo IV: Shoá. Historia y trauma

dichas comparaciones pueden facilitar su comprensión. Resume que al


haber sido reconocida la excepcionalidad de la Shoá, ésta puede servir
“de modelo” para comparar otros genocidios.
Estas reflexiones, si bien sólidas, continúan representando
un severo desafío intelectual. La intensidad de cada tragedia podría
ser vista como un acontecimiento único, según la subjetividad del
historiador. Creemos, a fuerza de sinceridad, que, el concepto “fábricas
de la muerte” concerniente a los campos de exterminio nazis, no aplica
a otros genocidios. Podríamos imbuirle al término una densidad más
concreta -si bien, aun descriptivamente controlada-, en contraposición a
cierta “abstracción” literaria. Podríamos ser más cáusticos y explícitos,
y definirlas como: fábricas para “producir muertos”. “Muertos” como
producto final de un “proceso industrial”. Por estas características tan
certeras como “surrealistas”, consideramos plenamente justificada la
unicidad de la Shoá.

Agregamos, no obstante, la siguiente reflexión que valoramos


como imprescindible: si la Shoá significó la capacidad de eliminar
la individualidad del ser humano, las bombas sobre Hiroshima y
Nagasaki, significaron la capacidad de eliminar la globalidad del ser
humano. Ambos acontecimientos son aterradoramente inseparables. Tal
es así, que, a partir de entonces resignificaron el término modernidad en
posmodernidad.
Para aproximarse a la comprensión de acontecimientos tan
complejos, entendemos que se ha de atravesar un significativo y eficiente
proceso educativo “integrador” de estas historias. Es imperioso respetar
el dolor ajeno en su legítima sensibilidad. Lo cual exige, a su vez, un
compromiso social y político desde el poder, en los países que impulsen
tales objetivos. Alemania, dentro del contexto del presente trabajo, es
un excelente ejemplo de ello.
Traverso también expone el concepto de Zygmunt Bauman:
“El Holocausto ha de considerarse como una prueba excepcional de

70 La Shoá, un fenómeno no resuelto.


las posibilidades ocultas de la sociedad moderna”. (Traverso, 2012, p.
207).
Bauman sostiene que la Shoá no es una herida de la modernidad,
sino un fruto de la modernidad. Esta es una tesis importante que
abordaremos más adelante.

b) Aportes periodísticos sobre episodios emblemáticos


Hemos visto que varios de los historiadores considerados
apelaron a las noticias que se publicaban en los Estados Unidos y en Gran
Bretaña, en aquellos confusos y atribulados años de guerra europea. Lo
recabado refiere más a la “opinión publicada”, que a lo que pudiese
representar una “opinión pública”. Es que el tema del periodismo
como poder político-social, amerita incluir otras herramientas
metodológicas para ser indagado en profundidad. Especialmente,
marcos teóricos sociológicos -por ejemplo: encuestas u otras mediciones
e interpretaciones-, que escapan a este trabajo. No obstante, se trata
de fuentes editas de gran valor, que podrían inferir ciertos niveles de
reacciones dentro de la sociedad. A título de ejemplo traemos a colación
repercusiones que provocó: La Noche de los Cristales Rotos.
Esa noche se llevaron a cabo pogromos programados por parte
de los nazis en varias ciudades de Alemania y Austria. Ocurrió en la
noche del 9 al 10 de noviembre de 1938. Goebbels señaló que “había
llegado la hora de golpear a los judíos (…) el pogromo tenía que parecer
popular y espontaneo”. El pretexto del Reich fue el asesinato de un
funcionario del Consulado alemán en París a manos de un refugiado
judío. Cientos de sinagogas y miles de hogares judíos fueron atacados e
incendiados, así como sus negocios. De las vidrieras destrozadas surge
el nombre emblemático de aquella noche. Se estima que en el término
de pocas horas 90 judíos fueron asesinados y 30.000 arrestados y
deportados a diferentes campos de concentración. El gobierno alemán,
por su parte, como castigo adicional: “(…) exigió a la comunidad judía

Universidad ORT Uruguay 71


Capítulo IV: Shoá. Historia y trauma

el pago de 1.000 millones de marcos como indemnización por la muerte


de su funcionario.” La indignación -y ¿sorpresa? - provocó titulares de
prensa y radio en todo el mundo. Condenaban al Reich como “bárbaro
y salvaje”. El 11 de noviembre de 1938, The New York Times publicó
un artículo redactado por el propio presidente Roosevelt, el cual
denunciaba: “(…) No podía creer que cosas así pudieran ocurrir en pleno
siglo XX.” Dicho impacto redundó en que: “Los países occidentales y
la Unión Soviética, conmovidos por el pogromo, comenzaron a permitir
el regreso de mayor número de refugiados.” (Yad Vashem, 2004, pp.
319-320).
La realidad histórica indica , que este hito configuró el comienzo
de una creciente y sistemática intensidad en el proceso de “arianización”
de la población judía en toda la Europa nazi. El nacionalsocialismo no
cejó en ninguno de sus propósitos criminales.

Retrocediendo en el tiempo, es importante incorporar una


mención a otro episodio dramático enmarcado en los conflictos bélicos
de nuestro corte temporal.
La Guerra civil española estalló el 17 de julio de 1936 mediante
un Golpe de Estado dado por el ejército contra la Segunda República
elegida democráticamente. Duraría hasta el 1 de abril de 1939,
consolidando al Gral. Francisco Franco como vencedor y dictador, hasta
su muerte el 20 de noviembre de 1975. Tanto la Italia fascista como la
Alemania nazi participaron de diversas formas y activamente en apoyo
al franquismo. Una de dichas facetas fue el bombardeo a la ciudad
Guernica, efectuado por la Luftwaffe, fuerza aérea nacionalsocialista,
mediante su escuadrón denominado “Condor”. Sucedió durante el lunes
26 de abril de 1937. No había antecedentes de un bombardeo aéreo y
destrucción de tal porte sobre una población civil. Abrevaremos de los
trabajos del periodista George Steer, recopilados por Nicholas Rankin
(2005) en su libro: Crónica desde Guernica: George Steer, corresponsal
de guerra.

72 La Shoá, un fenómeno no resuelto.


Si bien “cinco corresponsales extranjeros enviados a España
para cubrir la guerra civil salieron en coche hacia el lugar del horror”,
solo uno de ellos se quedó cubriendo la tragedia. “El apasionado joven
de veintisiete años George Lowther Steer, esperó un día más. Hizo
preguntas a otros refugiados vascos que iban llegando de Bilbao, y
volvió a desplazarse a la ciudad demolida para verla a la luz del día
antes de enviar un largo telegrama con su reportaje.” (Rankin, 2005, p.
1).
Steer escribió una crónica de lo que allí aconteció, que se
transformó en un documento historiográfico de gran valor por su
exclusividad y difusión. Destaca: “(…) Los supervivientes relataron el
ataque aéreo de tres horas y media de duración: unos aviones con una
cruz negra en la cola habían lanzado bombas explosivas sobre Gernika33
la tarde del día del mercado, matando gente y ganado (…) bajaban en
picado para ametrallar a la gente que huía por los campos y carreteras
(…) más aviones derramaron por la ciudad miles de fulgurantes bombas
incendiarias (…) la histórica villa ardió en un gran incendio.”
El informe de Steer se publicó el miércoles 28 de abril de 1937
“en la sección internacional del Times londinense y en la portada del
The New York Times, los diarios más importantes de ambos lados del
Atlántico.” Fue su crónica periodística, precisamente, la que reveló y
documentó la participación nazi en la guerra de España. “Alemania lo
negó todo, poniendo en tela de juicio al Times.”
Se generó una batalla propagandística en Inglaterra que se
prolongó durante meses a lo largo de 1937. Es irónico y tragicómico
el giro que los nazis le dieron a dicha publicación: “(…) La policía
secreta alemana secuestró todos los ejemplares del Times (…) el último
descubrimiento es que si se escribe al revés [TIMES], el resultado es
SEMIT, lo que los ha llevado a inferir que somos una organización
judeo-marxista.” (Rankin, 2005, pp. 1-5).
No solo fue absurda la negación alemana, sino descarada:
33 Guernika es el nombre de la ciudad en idioma vasco. (Nota del autor).

Universidad ORT Uruguay 73


Capítulo IV: Shoá. Historia y trauma

“El teniente coronel Wolfram von Richthofen, general de división y


comandante de la Legión Cóndor, acompañó a Franco en el podio de
la victoria en Madrid, el 19 de mayo de 1939.” (Rankin, 2005, p. 131).
Steer, quien fue un periodista de la talla de haber sido el único
que informó desde tres puntos de avanzada, en los prolegómenos y
durante la guerra: Etiopía -durante la invasión de Mussolini en 1935-
, Guernica, en el País Vasco en 1937, y en Finlandia – durante la
invasión soviética en 1940-, abandonó el periodismo en 1940. Se alistó
en el ejército británico y falleció a la edad de 35 años en la India, en
diciembre de 1944. De la mano del arte, este luctuoso acontecimiento
fue ilustrado al mundo entero por Pablo Picasso, quien el 11 de mayo de
1937 comenzó a dibujar el boceto de su gran obra: Guernica.

El otro hecho que incorporamos al presente trabajo, desde la


perspectiva periodística, refiere a Hiroshima y al periodista chino-
norteamericano John Hersey. Su trabajo fue igualmente trascendental.
Posterior al lanzamiento de la bomba atómica sobre Hiroshima, el
6 de agosto de 1945, sostenemos, de nuestra parte, que desde el principio
comenzó a tejerse un manto deliberado de “asepsia y dispersión”, sobre
un acto bélico de tamaña dimensión. Podríamos agregar, sin temor a
equivocarnos demasiado, que se trató de una “desinformación” que se
prolongó durante décadas. Los argumentos esgrimidos que justificaban
las bombas como una alternativa para alcanzar la paz, y que de esa
-única- forma lograrían que Japón se rindiese, resultan sumamente
dudosos a la luz de posteriores investigaciones. Sobre comienzos del
año 1950, en Japón: “A través de un mensaje a la prensa y otras medidas,
el general Douglas MacArthur, comandante supremo de las fuerzas de
ocupación, había prohibido estrictamente la diseminación o campaña a
favor de cualquier tipo de reportes sobre consecuencias de las bombas
de Hiroshima y Nagasaki (…)”. (Hersey, 2015, p. 171).
Podríamos, incluso, justificarnos en los siguientes datos
utilitarios a nuestra opinión recogidos del libro que presentaremos a

74 La Shoá, un fenómeno no resuelto.


continuación: “El grueso de los documentos comenzó a ser revelado
en 1978; los que seguían siendo secretos fueron desclasificados por
completo, y puestos a disposición de los investigadores, solo a mediados
de los años noventa.” (Hersey, 2015, p. 17).
No obstante: “(…) William Shawn, director ejecutivo del The
New Yorker, llevaba varios meses preocupado por la conspicua ausencia
de lo humano en las publicaciones que hablaban sobre Hiroshima.”
Fue así que, en marzo de 1946 recurre a John Hersey, quien era el
corresponsal del The New Yorker y Time. Éste se encontraba apostado
en Shangai y decidió ir a Japón. Desde el epicentro del bombardeo y
durante tres semanas, en mayo de 1946, relevó e informó buena parte,
o todo lo que pudo, en “ciento cincuenta páginas que los editores
pensaron, en un principio, publicar en cuatro partes.” Finalmente, ante
su insistencia, se publicó en un solo artículo y de su exclusiva autoría.
Completó toda la publicación de la revista The New Yorker Magazine,
“excepto las dedicadas a la cartelera de teatro.”.
Reseñamos un párrafo elocuente acerca de su crónica:
“(…) se trató del artículo más famoso del mundo. Que la revista
haya sido comentada y elogiada en otras publicaciones es
extraordinario, pero que haya sido reseñada como si se tratara de
un libro es casi anormal. Que Einstein haya ordenado mil copias
de la revista es una curiosidad, sobre todo porque su solicitud no
pudo ser atendida. El texto fue leído (entero, sí) por radio (…).”
(Hersey, 2015, p. 11).
En el prólogo del libro se explica, que, si bien el texto rápidamente
se publicó en buena parte del mundo, la única traducción al español
se hizo en Argentina en los años sesenta. Nunca se había traducido en
España hasta el año 2015.
Shawn recorrió la ciudad y entrevistó a unos pocos sobrevivientes
quienes le narraron los horrores vividos. Se mantuvo en contacto con
ellos durante años y siguió de cerca sus vidas. “Hersey explica que

Universidad ORT Uruguay 75


Capítulo IV: Shoá. Historia y trauma

quiso escribir acerca de lo sucedido no a los edificios, sino a los seres


humanos.” Y de eso se trata su obra, publicada en 1946 y renovada por
el autor en 1973.
Destacamos solamente datos de interés conceptual, no de las
vicisitudes escalofriantes que vivieron los habitantes de Hiroshima.
“Era una mañana perfectamente clara y cálida. Pocos minutos después
se disparó la sirena, un estallido de un minuto de duración (…) pero
que indicaba a la gente de Hiroshima un peligro apenas leve, puesto que
sonaba todos los días, a esta misma hora, cuando se acercaba un avión
meteorológico norteamericano.” (Hersey, 2015, p. 28). Luego detalla:
“De ciento cincuenta doctores en la ciudad, sesenta y cinco fallecieron,
y los demás resultaron heridos. De 1780 enfermeras, 1654 murieron
o estaban demasiado graves como para trabajar (…) en una ciudad de
245.000 habitantes, cerca de cien mil habían muerto o recibido heridas
mortales en un solo ataque; cien mil más estaban heridas.”
En otro tipo de descripción, cita: “Comenzó a llover (…) Las
gotas se volvieron demasiado grandes para ser normales, y alguien
gritó: ‘Los norteamericanos están arrojando gasolina. ¡Nos van a
quemar!’ (Esta alarma nació de una de las teorías que circulaban en
el parque acerca de las razones por las cuales Hiroshima había ardido
de esa manera: un solo avión había roseado gasolina sobre la ciudad y
luego, de alguna forma, la había prendido fuego en un instante). Pero
las gotas eran de agua, evidentemente, y mientras caían el viento sopló
con más y más fuerza (…) un remolino atravesó el parque.” (Hersey,
2015, pp. 36-64).
Explica Hersey, que: “Al referirse a quienes pasaron por la
experiencia de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki, los japoneses
tendían a evitar el término ‘supervivientes’ (…) podía sugerir una ofensa
a los sagrados muertos (…) usaron un nombre más neutral, ‘hibakusha’:
literalmente, ‘persona afectada por una explosión’.” (Hersey, 2015, p.

76 La Shoá, un fenómeno no resuelto.


124). 34
Este dato nos remite a Enzo Traverso y Dominick LaCapra.
Cada pueblo lucha con su historia desgarrada, su trauma, sus ausencias
y cicatrices, y una semántica adoptada y adaptada a la forma posible
para expresar su dolor. Inicialmente, por lo visto, la tragedia vivida por
los japoneses tampoco tuvo nombre.

Por último, respecto a la dictadura soviética, el estalinismo,


no hemos relevado fuentes periodísticas historiográficas dentro del
contexto bélico. Este es un caso particularmente complejo, pues Stalin
supo tanto aliarse con Hitler entre 1939 y 1941, mediante el llamado:
“Pacto Molotov-Ribbentrop”, como combatirlo junto a los Aliados hasta
el final de la guerra en 1945. Solo remitimos a la famosa novela 1984,
escrita por George Orwell en Escocia, publicada en el año 1949, la cual
configuraría una ficción razonablemente equivalente a la realidad.

34 El armamentismo nuclear adquirió rápidamente ribetes crecientes y multinacionales. “El 1


de julio de 1946, antes del primer aniversario de la bomba, los Estados Unidos habían probado
una bomba atómica en el atolón Bikini. El 17 de mayo de 1948, los norteamericanos anunciaron
la conclusión satisfactoria de otra prueba (…) El 23 de setiembre de 1949, la radio de Moscú
anunció que la Unión Soviética había desarrollado una bomba atómica.” Subsecuentemente:
“En octubre de 1952, Gran Bretaña llevó acabo su primera prueba de bomba atómica y los
Estados Unidos su primera prueba de bomba de hidrógeno. En agosto de 1953, también la
Unión Soviética probó una bomba de hidrógeno (…) El 13 de febrero de 1960, Francia probó
un arma nuclear en el Sahara. El 16 de octubre de 1964, China llevó a cabo su primera prueba
nuclear (…).” (Hersey, 2015, pp. 167-182).

Universidad ORT Uruguay 77


78 La Shoá, un fenómeno no resuelto.
CAPITULO V

yehuda bauer repLica a


zygmunt bauman

R
etomamos la “tensión” entre Shoá y modernidad. A esta
altura del ensayo vale aclarar, nuevamente, que el mismo es
un aporte acotado. No pretende, sería imposible, abordar
la complejidad integral del tema ni abarcar toda la historiografía al
respecto. Incorporamos este capítulo por tres motivos.
El primero es que Yehuda Bauer (Praga, 1926 -) es uno de los
prestigiosos historiadores del tema Holocausto. Se radicó desde niño en
Israel. Además de investigador y educador en varias universidades del
mundo, como Brandeis, Yale, UCLA, Cardiff, entre otras, fue el director
del Instituto de Investigación del Holocausto en Yad Vashem, profesor
de la Universidad Hebrea de Jerusalén y miembro de la Academia
Nacional de Ciencias de Israel.
El segundo motivo es indagar más en el trabajo de Zygmunt
Bauman (Poznan, Polonia, 1925 - Leeds, UK, 2017). Fue un sociólogo,
filósofo y ensayista judío, profesor en universidades en Europa,
Israel y Estados Unidos. Aportó una visión significativa, una línea de
pensamiento original que vincula la modernidad con la Shoá, a la cual
plasmó en su libro Modernidad y Holocausto en el año 1989. Radicado
en Polonia tras la Segunda Guerra Mundial, se vio forzado a emigrar
en el año 1968 por una violenta ola de antisemitismo en dicho país.
Se estableció finalmente en Inglaterra, donde fue nombrado profesor
emérito de la Universidad de Leeds. Esposo de una sobreviviente que
era escritora, Bauman relata que recién cuando ella publicó una novela

Universidad ORT Uruguay 79


Capítulo V: Yehuda Bauer replica a Zygmunt Bauman

acerca de su huida del gueto donde estaba confinada, puso el foco de


su atención en el Holocausto. Lo estudió y llegó a la siguiente -síntesis
de- conclusión, que expone en su prólogo:
“El Holocausto sí fue una tragedia judía. Aunque los judíos
no fueran el único grupo sometido a ‘trato especial’ por el
régimen nazi (los seis millones de judíos estaban entre los más
de veinte millones de personas aniquiladas por orden de Hitler),
solamente los judíos estaban señalados para que se procediera a
su destrucción total y no tenían cabida en el Nuevo Orden que
Hitler se propuso crear. (…) El Holocausto se gestó y se puso
en práctica en nuestra sociedad moderna y racional, en una fase
avanzada de nuestra civilización y en un momento culminante
de nuestra cultura (…)” (Bauman, 1989, p. 14).
Su postulado es desafiante y abierto a la polémica, en el mismo sentido
que destacamos la visión de Neumann desarrollada en Behemot.
El tercer punto refiere a un tema doloroso y complejo, aunque, en
apariencia, fácil de resumir en palabras. Los líderes de las comunidades
judías, siempre respondieron, y responden, a los miembros de sus
colectividades. Con el avance del nacionalsocialismo, el régimen los
obligó a cumplir sus ordenamientos, y darles cuenta de los mismos a
todas las organizaciones nazis, incluida la Gestapo, y ya no solo a sus
comunidades al igual que antes. Denominaron a dichas dirigencias:
Judenratt. Tal cruenta situación, llevó a muchos líderes al desconcierto
y la no cooperación -en cuyo caso fueron asesinados por los alemanes
y luego sustituidos una y otra vez-, al suicidio, la colaboración y/o a
la corrupción. Lo dimensionamos: la historiografía moderna da cuenta
de la existencia, en dichos años aciagos, de 1.100 -mil cien- guetos
en Europa.35 Nos planteamos las siguientes preguntas -incómodas y
ásperas de dirimir-: ¿sería dable, incluir a los Judenratt, como un triste
y cruel “apéndice” de la burocracia nacionalsocialista? ¿podremos
comprender las consecuencias y tragedias personales que implicaron
35 Ver: Yad Vashem Instituto Internacional para la Investigación del Holocausto. (2015).

80 La Shoá, un fenómeno no resuelto.


vivir unas circunstancias de tal naturaleza?
Bauer no coincide con Bauman y refuta su postulado mediante un
encadenamiento de argumentos y preguntas deductivas. En el año
2001 escribe un importante libro: Rethinking the Holocaust, desde la
Universidad de Yale, traducido al español en 2013, donde rebate su
teoría.36
Bauer le critica a Bauman que no define la modernidad: “(…)
la ve caracterizada por una distribución racional de recursos, por un
desarrollo tecnológico constante que resulta un centro de civilización,
y, más importante tal vez, por una cultura burocrática, casi una forma
de vida, de la cual la Solución Final fue una consecuencia.” (Bauer,
2013, p. 93). Bauer reconoce que Bauman sostiene que la civilización
moderna “no fue condición suficiente para producir el Holocausto,
fue, sin embargo, su condición necesaria.” El historiador israelí critica,
que Bauman se haya atrevido a responder en forma no convincente,
según su opinión, “qué impulsó a la burocracia a hacer lo que hizo”,
y que no haya considerado que el motivo central fue el antisemitismo.
Bauman argumenta: “El antisemitismo no es una respuesta. Dado
que es perpetuo y ubicuo, el antisemitismo no puede por sí mismo
adjudicarse la singularidad del Holocausto (…) el Holocausto fue algo
nuevo, mientras que el antisemitismo es antiguo, de modo que lo último
no puede explicar lo anterior.” Y complementa: “(…) desde Marx y
la identificación de los judíos con el capitalismo, el antisemitismo
se volvió una ideología moderna (…) el antisemitismo premoderno
fue una ‘fobia’, y, solo la ironía de la historia permitiría a las fobias
antimodernistas ser descargadas a través de canales y formas que solo
la modernidad podía desarrollar.” (Bauer, 2013, pp. 93-97).
Esta línea de pensamiento de Bauman parecería tener cierta
sintonía con la percepción de Hitler en su carta de 1919 -salvando,
obviamente, todas las diferencias-, que distinguía entre el antiguo
antisemitismo de “los sentimientos”, y el futuro desenlace perverso,
36 Ver: Bauer, Yehuda. (2013). Reflexiones sobre el Holocausto. Universidad Hebrea de
Jerusalén. Jerusalén: Nativ. pp. 91-119.

Universidad ORT Uruguay 81


Capítulo V: Yehuda Bauer replica a Zygmunt Bauman

que alcanzaría el antisemitismo de “la razón”.


Bauman concluye, entonces, que: “La modernidad le dio
un desahogo al antisemitismo.” Este es un postulado impactante. Nos
retrotrae al antisemitismo “redentor”, al cual aludía Saúl Friedländer,
concepto igualmente severo. Hacemos uso de estos adjetivos por los
efectos emocionales producidos por estas hipótesis. Ambas ameritan
una reflexión profunda y ser destacadas. No los aplicamos como juicios
de valor.
Bauer disiente con la idea de Bauman, que la ideología
cumpliría una función meramente instrumental como herramienta para
la movilización de las masas, y que tendría un impacto secundario en la
realidad. Bauman también considera que la burocracia “tiene una lógica
propia”, y que: (…) “Dado un empuje inicial (siendo confrontado con
una misión concreta), actuará.” (Bauer, 2013, p. 98).
Pensamientos que nos retrotraen a Mosse. A uno de los temas
medulares de nuestra indagación: la trascendencia insoslayable del
concepto de formación, movilización y nacionalización de las masas.
Imbuidas éstas, entre lo mítico y lo real. Temas sumados, además, al
rol de la burocracia en el régimen nazi, particularmente perturbador
para Hanna Arendt, como ya citásemos. Su perspectiva de que se trató
del “dominio de todos y de nadie”, la confrontó durante décadas con
sobrevivientes e historiadores -que, quizás, hayan mal interpretado
su hipótesis-, para quienes las responsabilidades sí fueron siempre
identificables.
Bauer formula una serie de preguntas lógicas: “¿Fueron los
procesos totalmente internos y exclusivos de la burocracia, los que la
motivaron a cometer el Holocausto? ¿Por qué nadie le asignó esa tarea
a la burocracia británica o estadounidense? ¿Por qué no causaron un
Holocausto, ellos no estaban afectados por la modernidad? (…) ¿Y
si Bauman habla de las dictaduras, por qué la dictadura italiana y su
burocracia no se unieron con lo que estaban haciendo los burócratas
alemanes? (…) Otros factores diferentes de la modernidad deben

82 La Shoá, un fenómeno no resuelto.


explicar por qué un régimen de Hitler surgió en Alemania y decidió
asesinar a los judíos.” (Bauer, 2013, pp. 98-100).
Recordemos que también Ian Kershaw, uno de los principales
estudiosos del Führer, no logra concluir cómo y por qué “un candidato
tan poco probable” como Hitler, llegó a ser quien fue y hacer lo que
hizo.
Bauer incorpora otro argumento de Bauman, que él reprueba:
“En el momento en que los grupos de liderazgo judíos aceptaron
posiciones de responsabilidad bajo la supervisión nazi, objetivamente
se convirtieron en parte de la maquinaria que destruyó a los judíos de
Europa (…) los Judenratt aseguraban el flujo sin inconvenientes del
proceso de exterminio.” (Bauer, 2013, p. 101-102). Bauer no tolera
esta aseveración: “Bauman presenta un cuadro unidimensional de
infortunio, ovejas colaboracionistas llevadas al matadero por un sistema
burocrático eficiente. Ambos lados de esta ecuación son simplistas y
equivocados.” (Bauer, 2013, p. 104).
A partir de los años 1950 -y básicamente a impulso del recientemente
establecido Estado de Israel-, esta perspectiva fue contrarrestada con
el reconocimiento de ciertos, y verdaderos, actos de heroísmo. Hubo
múltiples casos de heroísmo inmersos en la Shoá, desde levantamientos
en varios guetos, hasta actos de solidaridad y “luchas” en la dimensión de
lo inconcebible; incluso dentro de los propios campos de concentración.
Daremos un ejemplo tomado de una fuente de otra disciplina
académica. La Dra. Mónica Katz (Buenos Aires, 1957 -), es Médica
especialista en Nutrición, egresada de la UBA. Katz (2008) releva el
plan “nutricional” de los alemanes impuesto en el gueto de Varsovia,
construido en la zona más pobre de la ciudad y que incluyó a más
de 500.000 personas. “(…) En 1941, cuando comenzaron con el
racionamiento de comida, a los judíos le correspondían solo 184
calorías/día.” La autora explica que los nazis habían calculado que de
esa manera en un máximo de nueve meses los judíos estarán ya muertos
de la más manera más económica y eficiente: “(…) pero los alemanes

Universidad ORT Uruguay 83


Capítulo V: Yehuda Bauer replica a Zygmunt Bauman

no contaron con el contrabando que existiría con el exterior del gueto,


y que, entre otros elementos, incluía comida.”
En realidad, el tema es más complejo. Si bien la hipótesis estaría
sustentada técnicamente desde lo biológico, desde lo historiográfico
debería, quizás, evaluarse con precaución. En esa época no estaba
implementada aún la Solución Final. Lo cual no le quita horror a lo
tenebroso del plan germano y sus expectativas, o como éste haya
sido percibido por los habitantes del gueto, sus verdaderas víctimas.
La hambruna también fue impuesta en el gueto de Lodz, entre otros.
Podría, asimismo, validarse como un verdadero “ensayo” de exterminio
de los judíos polacos, en cierta “contradicción” con la consigna de
imponerles trabajos forzados, concomitante con la invasión nazi. El
último entrecomillado apela a la trágica simetría que los conllevaría a
morir, indefectiblemente, como trabajadores esclavizados.
Agrega Katz: “Los médicos que vivían en él, decidieron
documentar el proceso hasta su propia muerte y utilizar la inevitable
situación para dejar documentada para el mundo y la ciencia, la vivencia
única del déficit nutricional letal crónico en humanos: la inanición.”
Fueron los alemanes quienes designaron al Dr. Israel Milezkowski,
como director del Departamento de Salud del gueto del Judenratt.
Comenta la doctora: “(…) es increíble que, en solo cinco meses, un
grupo de 28 médicos desnutridos, pudieran completar un estudio de
inanición tan bien documentado y realizado (…) es el primer trabajo
sobre una enfermedad letal como la inanición, realizado por médicos
que la padecían también, en un acto de coraje inigualable (…) de estos
dramáticos hechos, es posible darle un sentido positivo a la adversidad
(…) por eso nuestro mínimo homenaje a estos mártires.” (Katz, 2008,
pp. 89-91).
Estos estudios se consideraron recién a partir de 1974, pero en el
año 2005 el caso era aún objeto de investigación en la Universidad de

84 La Shoá, un fenómeno no resuelto.


Columbia en EE.UU.37
Debido a la postura anteriormente citada del historiador
polaco, Bauer le dedica una lista de actuaciones y nombres de líderes
del Judenratt que demostraría lo equivocado que estaba Bauman,
y cuán desinformado de los avances historiográficos, testimonios de
sobrevivientes, y publicaciones posteriores a la escritura de su libro.
Sintetiza, refiriéndose a los Judenratt y víctimas de la persecución
nazi: “Podrían haber sido individuos muy valiosos haciendo lo mejor
para manejar una situación imposible.” (Bauer, 2013, p. 101). Bauer
dedica dos capítulos enteros: La resistencia judía: ¿mito o realidad? y:
La resistencia sin armas y otras respuestas, tanto para problematizar
de qué modo y qué podía entenderse por “resistencia”, como para
documentar actos de resistencia activa y pasiva, igualmente relevantes.
(Bauer, 2013, pp. 151-215).
El historiador israelí considera, incluso, que la maquinaria
burocrática alemana no era ni tan eficiente ni tan moderna.
“Frecuentemente era una máquina titubeante y contradictoria, donde
cada feudo en el estado nazi tenía sus propios intereses y luchaba contra
cualquiera por preservarlos (…) Ellos no necesitaban estudios sobre
antisemitismo para concluir que el aniquilamiento de los judíos era una
meta primaria del régimen con el que se identificaban entusiastamente.”
(Bauer, 2013, pp. 102-103). Agrega: “En el caso judío, el objetivo final
era la total destrucción física. Los Judenratt fueron establecidos en
1939-1941, antes que se hubiera decidido el exterminio.” (Bauer, 2013,
p. 103).

Notamos un cierto acercamiento de Bauer, en este tema, a la


postura de Franz Neumann. Él vislumbraba, ya en 1941, al régimen
37 Ver: Katz, M. (2008). No dieta: puentes entre la alimentación y el placer. Buenos Aires:
Libros del Zorzal. Capítulo: Las dietas de hambre son historia, pp. 85-91. La autora refiere a los
trabajos publicados por: Fliederbaum, J. (1979) Clinical Aspects of Hunger Disease in Adults.
En: Winick, M. editor. Hunger Disease: Studies by the Jewish Physicians in the Warsaw Ghetto,
New York, John Wiley & Sons, pp.11-36. (p. 219). Detalles y comentarios recuperados en:
Hunger Disease: A Study of Starvation by the Jewish Physicians in ... http://www.columbia.
edu/cu/epic/pdf/winick_lecture_2005.pdf

Universidad ORT Uruguay 85


Capítulo V: Yehuda Bauer replica a Zygmunt Bauman

nazi como caótico y no coordinado. También desarrolló la evolución


sistemática y en diferentes planos, del antisemitismo nacionalsocialista.
Bauer sustenta su argumento, en que la ideología nazi era
irracional. En tal sentido concluye: “Esta combinación de tecnología
e irracionalismo no era inherente al modernismo, al capitalismo o al
movimiento de ilustración; más bien era una variación que fue peculiar
a un nacionalismo autoritario, antiliberal y anti-ilustración. (…) todos
aquellos que quieren separar el Holocausto del antisemitismo arriban
a un final sin salida. Amor por los judíos o indiferencia hacia ellos no
produjeron el Holocausto.” (Bauer, 2013, p. 111).
Nos adherimos totalmente a su visión cruda del antisemitismo
omnipresente y omnipotente en toda la “cosmología” del nazismo.
Parecería ser, no obstante, “muy discutible y controvertible”
-parafraseando a Roudinesco sobre la determinación de Adorno a que no
se escribiese poesía después de Auschwitz-, que Bauer “subestimara”, en
cierta forma, el rol concreto y central –o acaso “imprescindible”-, con el
que la modernidad alemana y el capitalismo favorecieron el exterminio
de seis millones de judíos -y medio millón de gitanos-. La logística de
coordinación de una increíble cantidad de viajes de camiones y trenes
por buena parte del continente europeo, durante “años”, cargados, en
definitiva, de millones de víctimas recolectadas en miles de pueblos
y ciudades; controlar sus arribos y calcular las cantidades de personas
con la capacidad “locativa” para gasearlos con un pesticida estudiado,
investigado y aplicado a una misión macabra, ¿podría desvincularse de
una evolución de “ingeniería de gestión” moderna?
Edwin Black, autor del libro IBM and the Holocaust: The Strategic
Alliance Between Nazi Germany and America´s Most Powerfull
corporation 38, publicado en el año 2001, da cuenta del primer censo
racial que realizó la filial alemana de la IBM –a partir del ascenso de
Hitler al poder en 1933-, mediante tarjetas perforadas. Cada perforación
indicaba un dato preciso que identificaba a cada judío por edad, sexo,

38 Ver: Black, Edwin. (2001). IBM y el Holocausto: la alianza estratégica entre la Alemania
nazi y la más poderosa organización norteamericana. Madrid: Atlántida.
86 La Shoá, un fenómeno no resuelto.
estado civil, domicilio, profesión, lo mismo con ideologías, religiosidad,
identidad sexual y otras referencias que facilitaron a los alemanes
en la organización mayúscula que significó una matanza de tal porte
como la Shoá. La máquina Hollerith que realizaba dicha tarea, y luego
desarrollara otras, fue descubierta por un sobreviviente apostado a
tareas de oficina en su campo de concentración. Estudios posteriores
indican, que miles de estos equipos tabuladores estaban instalados en
oficinas nazis en toda Alemania y en los países ocupados, incluso en las
“administraciones” de los campos de exterminio. Un ejemplar Hollerith
se exhibe en el Museo del Holocausto en Washington D.C.
¿Se equivoca tanto Bauman, al citar al Holocausto “en nuestra
sociedad moderna y racional, en una fase avanzada de nuestra
civilización”? ¿Fue tan caótica e ineficiente la burocracia alemana?
Como fuese, entendemos que se trata un debate valioso.
Contrapone no solo la disyuntiva controversial, acerca de si la Shoá
fue concebida como un núcleo central del programa nazi, o como
un devenir de los acontecimientos durante el avance del régimen.
Contempla, incluso, la esencia medular y, eventualmente, exclusiva
del antisemitismo en la Solución Final, interpretaciones del rol de los
Judenratt y la resistencia judía. Sostiene Bauer: “(…) no tiene sentido
medir la resistencia armada judía en términos de alemanes muertos o
incluso de supervivencia judía (…) se debe medir el efecto que tuvo en
los que estuvieron comprometidos en ella y en la conciencia posguerra
(…)”. (Bauer, 2013, p. 182). Igual de productivos son los juicios
asertivos planteados por Bauman sobre la modernidad. Un paradigma
científico que también se proyecta en las ciencias sociales.

Universidad ORT Uruguay 87


Capítulo V: Yehuda Bauer replica a Zygmunt

Podríamos concluir que su aporte, si bien polémico, fue


significativo para ubicar a la Shoá en un momentum moderno de
la humanidad, más allá de lo problemático que resulta identificar o
centralizar a la modernidad en una periodización historiográfica.39

39 Este dilema está bien fundamentado por Jacques Le Goff, historiador referente en el estudio
de la Edad Media. No comulga con diferenciar en forma tajante “edades” en la historia, pasar
de forma abrupta, por ejemplo, de la “Edad Media” al “Renacimiento”. Precisamente, porque
todas las etapas son modernas en su contexto, y la modernidad tiene una evolución dinámica y
no discontinua. Ver: Le Goff, Jacques. (2016).

88 La Shoá, un fenómeno no resuelto.


CAPITULO VI

memoria e historia
a) Debate entre Martin Broszat y Saul Friedländer

H
an debido transcurrir tres décadas desde la culminación de la
guerra, para que el estudio de la Shoá adquiriese la jerarquía de
estudio historiográfico.
En Alemania, posterior a los Juicios de Nuremberg se conformaron
los Juicios de Fráncfort, transcurridos durante los años 1963 a 1965,
a instancias del fiscal Fritz Bauer. En ellos se interrogaron a cientos
de acusados de participar directamente en las matanzas de Auschwitz.
Las condenas concretas fueron nuevamente escasas. La diferencia con
los de Nuremberg, radicó en que por primera vez eran jueces alemanes
quienes sentenciaban a los acusados y no jueces americanos, británicos,
franceses y soviéticos. Si bien estos nuevos dictámenes generaron cierta
impresión en la sociedad, no sacudieron los cimientos de una “expiación”
alemana. Al respecto sostiene Traverso (2012): “En los años ochenta, la
Shoá entró con fuerza tanto en el debate intelectual como en la reflexión
historiográfica. Precedido por el impacto poderoso e inesperado de una
serie televisiva estadounidense, Holocaust, (…) que conmovió a la
cultura alemana de una manera incomparablemente más profunda que
los Juicios de Fráncfort o el juicio a Eichmann (…)”. (Traverso, 2012,
p. 146).

En Francia sucedió algo similar con la documental Shoá filmada


y dirigida por Claude Lanzmann (Bois-Colombes, Francia, 1925 -)
y presentada en el año 1985. De casi diez horas de duración, su obra

Universidad ORT Uruguay 89


Capítulo VI: Memoria e Historia

configuró, desde entonces, un valioso material de insumo tanto fílmico


como historiográfico. Su característica pionera y, en cierta forma,
“perturbadora” en el estilo de recoger testimonios orales, consistió
en interrogar tanto a víctimas, como a vecinos de las cercanías de los
campos, e incluso “perpetradores directos” de atrocidades. Lanzmann,
quien fuese luchador con la Resistencia francesa durante la guerra,
en la década de los años de 1950 perteneció al núcleo central de la
intelectualidad francesa. Fue amigo de Jean-Paul Sartre y de Simone
de Beauvoir. En una entrevista al semanario El Cultural – España- del
13 de enero de 2011, consultado sobre el efecto que generó su film en
el ambiente cultural parisino respondió: “Ellos me enseñaron a pensar
y yo les di qué pensar (…) Yo les enseñé cómo fue el exterminio y las
complejidades y contradicciones de una vida como la mía”.
Éstos, son casos emblemáticos que representan el rol
preponderante que se le da a la memoria como aparato historiográfico, lo
cual genera una serie encadenada de preguntas. A mero título de ejemplos:
¿cómo se construye memoria y cuál?, ¿es una herramienta subvaluada
políticamente, o realmente carece de legitimidad historiográfica?,
¿existe una lucha políticamente descarnada en contra de la memoria?,
¿podría la memoria de las víctimas, ser socialmente aceptada?, ¿lo fue
en la sociedad alemana, o fue legislada por imposición?, ¿la memoria
como diagnóstico de la dimensión del Holocausto, conlleva a cierta
necesidad colectiva de atenuación, o en casos extremos e intolerables,
de “negación”?
La serie de preguntas puede ampliarse desde múltiples ángulos,
pero en el centro se ubica el rol específico del historiador que le dé
significado a estas complejidades. La heterogeneidad de los enemigos
del nazismo, las cifras de víctimas tanto del Holocausto, como de los
muertos durante el período de la Segunda Guerra Mundial son tan
escalofriantes, que estos encares historiográficos están predestinados
a no ser concluyentes, sino, incluso, dificultosamente abordados. Se ha
de focalizar en acontecimientos, sin dejar de considerar el contexto. Un

90 La Shoá, un fenómeno no resuelto.


desafío simultaneo de micro y macro Historia.

Traverso (2012) presenta el debate entre dos historiadores con


posturas disímiles al respecto: Martin Broszat y Saul Friedländer,
quienes intercambiaron un cruce epistolar en 1987. Broszat abordaba
el nazismo desde el interior de la sociedad alemana, y Friedländer
desde la perspectiva de las víctimas. El primer historiador participó de
las Juventudes Hitlerianas en 1945, el segundo fue un sobreviviente,
escondido por una familia católica durante la guerra. El debate ha de ser
visto como el de dos modelos historiográficos.
Broszat constata la tendencia deplorable de aislar la historia
alemana desde 1939 a 1945, y su efecto de eclipsar los intentos de
comprender el nazismo. Se pretendía aprehenderla como una historia de
totalitarismo, y la intención de Broszat ante sus pares, era derribar dichas
barreras. ¿Cómo?, subrayando que “la suerte de los judíos no estaba en
el foco de la mayoría de los alemanes, por lo tanto, el exterminio de los
judíos no debería constituir el ‘único patrón’ de la percepción histórica
del nacionalsocialismo”. Agrega que muchos alemanes reprobaron
lo sucedido en La Noche de los Cristales Rotos, en noviembre de
1938. Mediante estas explicaciones y el modelo de historicismo que
propone, Broszat pretende lograr dos objetivos: el primero, relativizar
los crímenes del nazismo, y el segundo, sustituir una condena global
por una condena moral. En síntesis: “lograr una normalización de la
conciencia histórica alemana.” La propuesta metodológica, consiste
en eludir el aporte de la memoria como fuente de reconstrucción del
pasado, pues ésta sería “un potente obstáculo moral y político contra
el esfuerzo científico de la escritura de la historia”. Broszat reconoce
el carácter legítimo de la memoria judía, como un recuerdo mítico,
pero éste ha de quedar fuera del campo de la investigación histórica.
Traverso se cuestiona acerca de cuáles son las verdaderas intenciones
de Broszat, y los límites al historicismo que propone.
Friedländer, por su parte, reprueba que independientemente de

Universidad ORT Uruguay 91


Capítulo VI: Memoria e Historia

sus intenciones, Broszat relativiza la dimensión criminal del nazismo.


Sostiene que, ignorando los vínculos de la sociedad alemana con el
nazismo, la sustrae de la “sombra de Auschwitz”. Friedländer construye
a su vez, dos dimensiones para su crítica: la primera es que la postura de
Broszat, ignora la monumental resistencia de sectores (“minoritarios”)
de la sociedad alemana que reprobaron al régimen; a su juicio, “la
sociedad civil sana” dentro de un sistema político criminal. La segunda
es que el régimen nazi no habría podido perpetrar sus crímenes sin el
apoyo “mayoritario” de la sociedad alemana.
Esta fase del enfrentamiento, plantea la vulnerabilidad de ambos
historiadores, acerca de cómo se miden cuáles mayorías o tales minorías.
Uno no puede soslayar su pasaje por las juventudes hitlerianas, el otro,
haber sobrevivido en condiciones límites. Sus subjetividades parecen
ser un escollo ineludible.
Friedländer no legitima al historicismo científico de Broszat, lo
considera “una vana ilusión psicológica y epistemológica.” Argumenta
que miles de ferrocarriles atestados con miles de judíos fueron llevados
a los campos de extermino, diariamente, con la participación de miles
de funcionarios alemanes. Cientos de miles de soldados alemanes
tenían conocimiento directo del genocidio de los judíos, y registraron,
ellos mismos, fotografías y cartas descriptivas. Sería imposible eximir
a la mayor parte de la población alemana de dichos conocimientos. No
obstante, reconoce que la historización del pasado reciente del nazismo,
es “tan necesaria como imposible”.
Broszat sostiene que Hitler jamás habría decidido la solución
final, de no ser por las dificultades del ejército alemán en el frente
oriental. Que se trató de una “radicalización acumulativa”, en que los
judíos, quienes inicialmente representaban un rol “metafórico” en la
ideología nazi, “se transformaron a posteriori en una indispensable
fuente legitimadora.”
Friedländer convalida que, en un principio, el exterminio nazi
se limitaba a los judíos de los territorios conquistados, pero a partir

92 La Shoá, un fenómeno no resuelto.


de la Conferencia de Wannsee40, se extendió a los once millones de
judíos, estimados por el propio Heydrich, que habitaban toda Europa.
Y contextualiza que ya desde enero de 1933, el régimen nazi provocó
el éxodo de judíos, intelectuales y artistas de izquierda. Cita, entre
otros, los casos de Otto Klemperer y Bruno Walter (ambos directores
de filarmónicas en Berlín y Leipzig), Max Liberman (presidente de
la Academia de Artes de Prusia), y al propio Albert Einstein, quien
escribió: “lo que estaba pasando en Alemania era una enfermedad
psíquica de las masas”.41 Luego aborda directamente la solución
final en varios capítulos. Describe la matanza de treinta mil judíos
del gueto de Riga, orden dada directamente por Himler, entre cuyas
víctimas se encontraba el historiador judío Simón Dubnow, quien, al
ser recogido, supuestamente dijo: “Gente, no olviden, hablen de esto,
gente; regístrenlo todo.”42 Es válido citar otro archivo registrado por
Friedländer:
“La lucha por salvarme, es inútil…pero eso no importa, pues
haré el esfuerzo hasta el final y con la confianza, que mi relato
verá la luz del día cuando el tiempo sea el correcto…y la gente
sabrá lo que pasó y preguntarán, ¿es verdad esto? Me adelanto a
responder: No, esta no es la verdad, es solo una pequeña parte,
una minúscula fracción de la verdad…incluso la más poderosa

40 “El 20 de enero de 1942 se celebró una reunión en una villa a la orilla del lago Wannsee. El
acontecimiento es tristemente célebre por considerarse el acto más importante en la historia de
la “Solución Final” (la exterminación total de los judíos de Europa). El encargado de convocar
el encuentro fue Reinhard Heydrich, quien citó a una serie de altos cargos del gobierno a debatir
“la cuestión judía”, adjuntando la copia de autorización firmada por Hermann Göring. Dado
que la reunión comenzaba al mediodía, también se anunciaba que se ofrecería ‘un refrigerio’.
Resulta instructivo destacar, cuando algunos se refieren a los nazis como ‘una clase inferior
de criminales’ de escasa formación, que, de las quince personas congregadas en aquella
ocasión, ocho habían alcanzado el grado de doctor universitario. Los asuntos discutidos en la
Conferencia de Wannsee se han recuperado, debido al ejemplar del acta levantada por Adolf
Eichmann, coronel de la SS y ‘experto en asuntos judíos’. Rees, L. (2005). Auschwitz: los nazis
y la solución final. Barcelona: Crítica.
41 Friedländer, S. (2009). Nazi Germany and the jews, 1933-1945. New York: Harper
Perennial. p. 3. (traducción propia).
42 Friedländer cita a Dubnow-Ehrlich, Sophie. The life and world of S.M. Dubnow: Diaspora
nationalism and Jewish History. (New York, 1991, pp. 246-47). pp. 260 y 439. (traducción
propia).

Universidad ORT Uruguay 93


Capítulo VI: Memoria e Historia

pluma, no podría describir la total, real y esencial verdad”.43


(Traverso, 2012, pp. 145-167).
Traverso escribió en el año 2007, que, a lo largo del siglo XX, las cien-
cias sociales han tratado de separar a la “memoria” de la “historia”. Y
que la idea no es establecer jerarquías entre ambos conceptos, sino, por
el contrario, captar su diferencia.

Concluye:
“La memoria es un conjunto de recuerdos individuales y de
representaciones colectivas del pasado, la historia, por su parte,
es un discurso crítico sobre el pasado; una reconstrucción de los
hechos y acontecimientos, tendiente a su examen contextual y a su
interpretación”. (Traverso, 2012, pp. 281-282).

b) Debate entre Ernst Nolte y Jürgen Habermas


Este debate transcurre en la otrora República Federal de
Alemania, entre los años 1986 y 1987. Nolte es un historiador alemán,
que fue alumno de Martin Heidegger. Habermas es un sociólogo
y filósofo alemán, ayudante, entre otros, de Theodor Adorno. La
controversia surge a partir de un artículo escrito por Ernst Nolte, cuyo
título es sugestivo:

“El pasado que se niega a pasar. Un discurso que fue escrito, pero nunca
pudo ser pronunciado”44. Nolte expresa, que si todo pasado pasa y este
no (el nacionalsocialista de los alemanes), ello supone algo excepcional,
y agrega que este pasado “se establece incluso como presente o pende
sobre éste, a modo de espada justiciera”. (Mann, Nolte, & Habermas,
2011, p. 19).
43 Ibídem. Ernst, Stefan. The Warsaw ghetto. Escrito en un escondite en 1943, en el “lado ario
de Varsovia”. p. 285. (traducción propia).
44 El artículo fue escrito en idioma alemán, en el diario Frankfurter Allgemeine Zeitung el
6 de junio 1986. Mann, T., Nolte, E. & Habermas, J. (2011). Hermano Hitler: el debate de
historiadores. Versión original del título y traducción al español en la contratapa del libro.

94 La Shoá, un fenómeno no resuelto.


No consideraremos, inicialmente, los argumentos que Nolte
describe en clave de comparaciones entre fascismo y comunismo. El
historiador es muy crítico con la República Democrática Alemana, en
coordenadas, que en principio -y sin éxito, como veremos más adelante-,
entendimos prescindibles de abordar para los fines de este trabajo.
El autor le atribuye a la solución final, y a la “monstruosidad del
exterminio industrial de varios millones de personas”, la causa que erige
un muro frente a otros argumentos y núcleos de verdad, que podrían
poner un punto final a la discusión, o sea: ese eventual obstáculo, aleja
la hipótesis de una superación respecto al pasado alemán. Nolte se
cuestiona qué intereses se mantienen vigentes respecto a este estado de
la cuestión. Si se trata de una lucha generacional de los jóvenes alemanes
contra sus padres, o acaso entre perseguidos y descendientes por
conservar privilegios. Eleva la mira e incurre en un terreno de historia
social o psicosocial y sostiene: “El discurso de ‘la culpa alemana’, pasa
alegremente por alto el discurso de ‘la culpa judía’, que fue uno de los
principales argumentos de los nacionalsocialistas”. (Mann, et al, 2011,
p. 23).
Esta reflexión, apenas resguardada por un entrecomillado, es
sumamente vulnerable. Pone en igualdad conceptual al término: “culpa
judía”, una construcción mitológica de un imaginario45, y: “culpa
alemana”, que debiera considerarse una responsabilidad histórica de
una coyuntura específica en términos de un historicismo real, de hecho,
rupturista en superlativa dimensión con el pasado alemán, como lo fue
la Shoá. Responsabilidad de quiénes y cuántos y en qué grados, de eso
se trata la complejidad en análisis.
Nolte justifica el argumento, pues entiende que las inculpaciones
a los alemanes, provenientes de alemanes, no son sinceras, ya que los
acusadores no se incluyen a sí mismos. Complejiza más aún su postura,
45 Esta construcción, en su versión moderna de fines del Siglo XIX, se condensa en Los
Protocolos de los Sabios de Sion, escrito por autor anónimo en la Rusia Zarista y publicado en
París en la década de 1890. De ribetes maléficos, le atribuye un conglomerado de todas las
desgracias mundiales, al “complot judío”. Eco, H. (2002). Sobre Literatura. Barcelona: Océano,
capítulo: La fuerza de lo falso.

Universidad ORT Uruguay 95


Capítulo VI: Memoria e Historia

al recordar que la solución final, distrae las realidades del contexto


de época, que le significaban a los alemanes vivir una vida indigna.
Amplifica esta tensión y reflexiona, si esta postura historiográfica de
un pasado que no pasa, no es acaso peligrosa, en tanto pudiese revivir
la identificación de los alemanes con el Tercer Reich, como lo hizo
“la mayoría de ellos, entre 1935 y 1939”. En síntesis, infiere que la
pedagogía de la historia nacional, así aplicada, podría provocar en los
alemanes, similares reacciones a las de aquel pasado.
Si Traverso dudaba de las verdaderas intenciones de Broszat,
cuánto más se puede dudar de las de Nolte, debido al corte temporal
que elige para aceptar la identificación de la mayoría de los alemanes
con el nazismo. ¿Sugiere que dicha mayoría no fue acaso la que llevó a
Hitler al poder en 1933, o que acaso tomaron distancia del Tercer Reich
después de 1939? ¿Pretende eludir de esa forma la eventual complicidad
de cierta mayoría, al menos, con la Shoá? Su historicismo en tal sentido
genera un gran silencio que debería explicar.
A esta altura de la resistencia crítica de Nolte, de jerarquizar a
la Shoá como un aspecto indivisible de la historia alemana, y con toda
la carga moral que conlleva, el autor propone su perspectiva de cómo
resolver estos dilemas historiográficos. Es entonces que derrapa a una
puja que enlaza fascismo y comunismo, la cual homogeniza su posición
histórica política y de la cual, finalmente, no podemos prescindir en el
presente análisis.
Nolte nos retrotrae al genocidio armenio, que se originó a la “manera
asiática”, muy lejana a la modalidad europea, vinculándolo al
encarnizado enfrentamiento alemán en el frente oriental, contra los
rusos. Se pregunta qué pudo haber llevado a varones que percibieron
de cerca ese enfrentamiento de “estilo asiático”, a generar uno de
“naturaleza aún más sanguinaria”. Y profundiza, si acaso no habría
sido debido a la propaganda comunista que proclamaba la aniquilación
de la burguesía, ¿no se habría sentido “el propio Hitler” temeroso
de sufrir un similar genocidio asiático, a sabiendas de lo acontecido

96 La Shoá, un fenómeno no resuelto.


en los gulags, más originarios que Auschwitz? (Mann, et al., 2011,
p. 27). Nolte se cuestiona si no fue el genocidio “de clase” de los
bolcheviques, el predecesor lógico y fáctico del “genocidio racial” de
los nacionalsocialistas.
Ante tan cuestionable “incertidumbre” de sus conjeturas,
comprometidas con una perspectiva, quizás: “contra fáctica”, sin duda
vulnerables historiográficamente y de alto impacto, el propio Nolte se
declara cohibido de plantearse estos cuestionamientos, y confiesa que
tardó mucho en atreverse a hacerlo. Acepta que las tesis combativas
anticomunistas de la Guerra Fría, no encajan muy bien en la ciencia.
“Pero si un asesinato -y no digamos un genocidio- no se puede justificar
con otro asesinato, igual nos conduce al error la actitud que ve únicamente
un determinado asesinato o genocidio, sin tener en cuenta a los otros
(…)”. (Mann, et al., 2011, pp. 25-28). Explica que el sentido que pueden
encontrar las nuevas generaciones, aun “con sus innumerables tinieblas
y horrores”, es liberarse de “la tiranía del pensamiento colectivista”. Se
trata de librarse de las perspectivas de considerar a “el judío”, “el ruso”,
“el alemán” o “el pequeño burgués”. Y si ello no pudiera ser resuelto
para la discusión sobre el nacionalsocialismo, a ésta se le ha de poner
“un punto final”.
En síntesis, la historia comparada que aplica Nolte entre
nacionalsocialismo y comunismo, representa el punto de anclaje
que sostiene su conceptualización del pasado alemán reciente. En
su pensamiento, no categoriza a los sobrevivientes de la Shoá como
sujetos políticos, ni de contexto ni de concepto. Este núcleo medular
de su historiografía, es el que dará lugar a la reflexión más contundente
de Habermas al respecto, quien acuñó el término: “uso público de la
Historia”, que exhibe las tensiones ineludibles entre olvido, memoria,
responsabilidades, justificaciones, verdad y justicia.
Habermas dialoga entre pares y avanza formulando conclusiones
entremedio, que son las que recopilaremos. Sostiene que: “la perspectiva
de la liberación tan solo sería aplicable a las víctimas de los campos de

Universidad ORT Uruguay 97


Capítulo VI: Memoria e Historia

concentración y no a la nación alemana como un todo”. No es posible


eludir la responsabilidad moral de los actos de exterminio en los campos.
El colapso alemán en el frente oriental, expuesto como “la destrucción
del imperio alemán”, y el exterminio de los judíos, no pertenecen a un
mismo entramado. Agrega que, aún designándose a Hitler como el gran
responsable de la idea de solución final, “la gran masa de la población se
calló la boca” (Mann, et al., 2011, p. 38). Al igual que otros historiadores,
Habermas se estremece ante la significativa cantidad de intelectuales
que acompañaron el proceso nazi. Reniega de la postura de Nolte, que
“todos los gatos son pardos”, y que reduzca la singularidad de la Shoá, a
la característica “técnica” del gaseado. Le recrimina a Nolte que infiera
que: “Auschwitz se encoge a la dimensión de una innovación técnica,
y se explica a través de una ‘amenaza asiática’, de un enemigo que aún
está en la puerta”. (Mann, et al., 2011, p. 43).
Cita coherente en el año 1987, refiriéndose a la República
Democrática Alemana aún alineada a la U.R.S.S. en esos momentos.
Habermas postula que la búsqueda de una historia perdida, no
es una configuración educativa abstracta, sino una necesidad política y
moral a resolver, y que es dable que genere lecturas plurales, que denotan
una sociedad abierta. Al igual que Friedländer, quien no tomó en cuenta
las intenciones historiográficas de Broszat, Habermas tampoco se expide
en tal sentido respecto a Nolte. No obstante, señala, en contrapartida al
controvertido corte temporal de Nolte -por el cual entendemos legítimo
subrogarnos al modelo de crítica historiográfica de Traverso, tal como
él cuestionó las intenciones de Broszat-, una interesante periodización.
Habermas refiere a varios hitos históricos, que demuestran el devenir
de las complejidades en debate, y su evolución en el “no dejar pasar”
al pasado agobiante que padecieron los alemanes luego del nazismo.
Cita las siguientes fechas, destacando “que no llegaron a tener un efecto
masivo en nuestras conciencias, hasta entrados los años 80”. Estas
fueron: el 50 aniversario del 30 de enero de 1933, el 40 aniversario del

98 La Shoá, un fenómeno no resuelto.


20 de julio de 1944 y el 8 de mayo de 1945.46
Si bien más rigurosa y amplia que la periodización de Nolte,
también ésta es selectiva y podrían considerarse otras. Desde la
perspectiva del antisemitismo y la propia Shoá, a título de ejemplos: la
Conmemoración de La Noche de los Cristales Rotos, la Conferencia de
Wannsee, o la Ocupación nazi en Hungría, que dio lugar a la matanza de
600.000 judíos húngaros en el último semestre de la guerra.
¿En qué dimensión expone Habermas, el concepto: uso público
de la historia? Recurriendo a la “memoria”. Sostiene que la de las
víctimas, es muy diferente a la de los criminales, y sin esa consigna,
sería muy preocupante la falta de historia y “de consideración” de
la nación alemana. En otros términos, el pasado no podría darse por
solucionado de otra forma. La “culpa” de los antepasados, no es
transferible a las nuevas generaciones, pero la culpa personal de los
criminales, queda vinculada a la responsabilidad pública de quienes
no hayan intentado hacer algo en contra. La problemática radica,
según Habermas, en analizar si para las nuevas generaciones, aún
existe un problema de “corresponsabilidad”. (Mann, et al., 2011, p.
68). Considera que esa respuesta ha de ser afirmativa y transferible
de generación en generación, a los efectos de que, por encima de esa
herencia, los ciudadanos judíos, los hijos y nietos de los asesinados,
puedan, finalmente, respirar libremente en la sociedad alemana. Ello se
lograría mediante un recuerdo solidario con lo irreparable, y abordando
con reflexiones analíticas a las tradiciones alemanas, de forma tal, que le
den un nuevo sentido a la sociedad. Y finaliza con la siguiente reflexión:
“No se trata de discusiones científico teóricas, sino del ‘uso público de
la historia’.” (Mann, et al., 2011, p. 75).
El dilema queda, pues, abierto a las múltiples tensiones que
devienen de los cruces entre memoria y olvido -o “no memoria”-.
Habermas desarrolló dicha complejidad en sus pensamientos y

46 Asunción de Hitler al poder, intento fallido de atentado contra Hitler y rendición alemana,
respectivamente. (Nota del autor).

Universidad ORT Uruguay 99


Capítulo VI: Memoria e Historia

postulados, legando al menos una certeza al respecto, y es que ambos


conceptos están integrados en la matriz del uso público de la historia,
por lo cual éste nunca será neutro.

Traverso (2001), agrega un capítulo sobre reflexiones de Hanna


Arendt: “La imagen del infierno”, quien surgió del entorno de la
filosofía alemana formada bajo las enseñanzas de Jaspers, entre otros.
(Traverso, 2001, pp. 79-110). En consonancia con Jaspers, la pensadora:
“comprendía que la cultura era impotente si no la sostenía la acción
política.” Agregaba que: “La tragedia del judaísmo alemán residía en
la ilusión de basar su emancipación en el mero acceso a la cultura,
ignorando su constante exclusión del campo político.”47 Para ella: “la
acción política se convertiría en la forma más elevada de libertad y el
primer rasgo de la vida activa, concebida como piedra angular de una
sociedad liberada y satisfecha con su diversidad.” (Traverso, 2001, p.
83).
Complementamos con reflexiones abrevadas de la propia
pensadora. Arendt (2008) en su libro La promesa de la política,
sostiene que la condición de la política emerge de la pluralidad humana.
La política no se trataría de: “(…) un asunto de conocimiento, de
pseudoconocimiento, o de pensamiento especulativo (…) afirma la
libertad humana y el mundo que los hombres libres comparten entre
ellos. O, más bien, establece la realidad de la libertad humana en un
mundo común.” (Arendt, 2008, p. 14).
Este aporte adicional, exige aún más al postulado: “uso público
de la historia” de Habermas. Lo lleva a la dimensión de la “aceptación
genuina”, en sentido más estricto que la “tolerancia”, para poder así
“efectivizar” el uso público de la historia.

47 Sobre este tema en particular, el de la inserción de los judíos en la sociedad alemana y


las tensiones entre sentirse “parte integral” de la sociedad alemana con naturalidad y orgullo,
siendo a la vez excluidos de la forma en que lo fueron, ver: Traverso E. (2005).

100 La Shoá, un fenómeno no resuelto.


refLexiones finaLes

a) Respecto a la burocracia del régimen nacionalsocialista


Pretendemos centralizar una reflexión acerca de la “preponderancia
final” de la burocracia del régimen nacionalsocialista, desde otra
perspectiva que las ya expuestas.
La burocracia no es un sistema o mecanismo nuevo. Remitimos a
conceptos relevantes, que supo exponer Montesquieu (1689-1755) hace
siglos, y de los que abrevamos para reflexionar acerca de la burocracia
en el período del nazismo.
Montesquieu diferenciaba tipos de gobierno y le atribuía a cada
uno de ellos principios y naturalezas. “La naturaleza es la que lo hace
ser tal, y los principios son los que lo hacen actuar; la naturaleza es
su estructura particular, el principio son las pasiones humanas que lo
ponen en movimiento.” (Rinesi, Eduardo, 2007, p. 20) 48 Dicho en otras
palabras, la naturaleza es la “estructura” de un gobierno, y el principio
“su motor”. Lo cual es aplicable a las tiranías, siendo éstas uno de los
modelos de gobierno que citara y criticara el propio Montesquieu.
El pensador partía del hecho “que existen instituciones políticas,
costumbres y usos para ordenar la convivencia entre los hombres,
y los comportamientos colectivos determinan las relaciones entre
gobernantes y gobernados” Y no se refería a presunciones abstractas,
sino a la existencia concreta de los hombres en su sociedad. Planteaba
que se precisa de: “(…) una disposición de los hombres hacia esa forma,
cierta manera de obrar y reaccionar que la sostenga. Por necesidad,
cada forma de gobierno requiere su propia pasión (…) El despotismo

48 Ver: Rinesi, Eduardo (editor), 2007, Tiempo y Política: el problema de la historia en


Montesquieu. El texto consiste en siete artículos de autores que interpretan la obra de Charles-
Louis de Secondant, barón de La Brède y de Montesquieu. Todas las citas que presentamos
refieren a la obra del pensador francés. (Nota del autor).

Universidad ORT Uruguay 101


Reflexiones finales

exige el temor.” Se podría deducir, que naturaleza y principio, resumen


conjuntamente, una “eficacia” subordinada al sistema: “(…) el tamaño
de un Estado, el clima, el terreno, el comercio, la religión”. (Rinesi,
2007, pp. 20-24).
Montesquieu va más allá de estas definiciones y sostiene dos
postulados que son utilitarios a nuestro análisis. Primero, considera que:
“No hay mal mayor, ni consecuencias más funestas, que la tolerancia
a la tiranía.” Agrega: “La corrupción de cada gobierno comienza casi
siempre por la de los principios (…) y es esa la que arrastra y expresa las
costumbres de todo un pueblo, la que está en la base de los cambios en
las formas de gobierno.” (Rinesi, 2007, pp. 25-26). La segunda premisa
de Montesquieu hace referencia a que en los gobiernos -en cada caso, de
distinta forma-, existe: “(…) todo un conjunto de poderes intermedios,
subordinados y dependientes (…) Se trata de ciertos conductos
intermedios de donde fluye el poder, que le otorgan al régimen fijeza,
estabilidad, previsibilidad, durabilidad”. (Rinesi, 2007, pp. 28-29).
Podríamos sintetizar que dicha estructura, configuraría una “mano
invisible”, que opera en forma transversal a la racionalidad individual
de sus actores. Creemos que a todos los efectos refleja, en el caso de las
tiranías, la irracionalidad del conjunto operativo. Solo citamos por rigor
de objetividad, no eludimos ni profundizamos, la postura que sostiene,
por el contrario, que el asesinato en masa se trató de un sistema racional
que actuó bajo la irracionalidad.
Hanna Arendt (2008), acerca de la teoría de Montesquieu
concuerda con que él consideraba a la tiranía como la peor forma de
gobierno y “que ésta es susceptible de destrucción desde dentro.” Y
respecto a su naturaleza: “(…) el miedo guía a todas las acciones en una
tiranía, el miedo de los súbditos respecto del tirano y de los súbditos entre
ellos mismos (…)”. Agrega la autora: “La virtud, afirma Montesquieu,
surge del amor por la igualdad y el honor del amor por la distinción (…)
las dos características fundamentales y mutuamente conectadas de la
condición humana de la pluralidad. Por desgracia, Montesquieu no nos

102 La Shoá, un fenómeno no resuelto.


dice de qué aspecto de la condición humana surge el miedo, principio
inspirador de la acción en las tiranías.”
Es decir, supuestamente, dicha virtud dentro de la sociedad,
inspiradora de un mundo mejor -según el pensador francés, y en cierta
forma nos adherimos-, habría de prosperar por sobre los regímenes
tiránicos.
Arendt interpreta la ausencia de explicación de Montesquieu
acerca del origen del miedo, de la siguiente manera: “(…) es que él no
pensaba que la tiranía fuese en absoluto un auténtico cuerpo político.
Pues el miedo como principio de la acción público-política posee una
íntima conexión con la experiencia fundamental de la impotencia, que
todos conocemos a raíz de situaciones, en las cuales por la razón que
sea, somos incapaces de actuar (…) y en ese sentido, la tiranía pertenece
a esa forma elemental de gobierno (…)”. (Arendt, 2008, pp. 99-105)49
Llevadas estas consideraciones a la burocracia alemana
nacionalsocialista, nos permitirían, eventualmente, sintetizar buena
parte de los pensamientos y aportes historiográficos que recogimos en
el presente trabajo –conscientes que la burocracia no podría “explicarlo
todo”-. Cuánto más, con la particularidad de un aparato burocrático que
suscribió a teorías raciales insensatas e inverosímiles; servil incluso,
a planes sistemáticos, administrativos e industriales de exterminio.
Servil es un adjetivo “sobrio”, podríamos agregar elusiva, si no: ciega o
renuente a ver, hablar, oír.
Lo que no deja de estremecernos, es intentar imaginar, “sentir
en carne propia”, la atmósfera cargada de odio, represión y violencia
con que el nazismo encapsuló a dicha burocracia, omnipresente y
preponderante en todos y cada uno de los resquicios del régimen
sellándolo y fundiéndolo con férrea rigidez. Esta perspectiva podría
ayudarnos a comprender los límites infranqueables que Alemania
le puso a la “sociedad civil sana”, como la describiese Friedländer
-deberíamos extender el mismo criterio, con matices, a los países
49 Ver: Arendt, Hanna. (2008). Ob. cit. Capítulo: La revisión de la tradición por Montesquieu.

Universidad ORT Uruguay 103


Reflexiones finales

ocupados por los nazis-, para pretender modificar el régimen “desde


dentro”. La imposibilidad que supuso de “generar cambios en las
formas de gobierno”, como infiriese Montesquieu en su modelo teórico.
Fue inexorablemente necesario que los nazis perdieran la guerra
en el escenario bélico, para que dicha estructura se derrumbase.
Lamentablemente, esos “requerimientos” se llevaron consigo, ni más
ni menos que a la Shoá y decenas de millones de víctimas en toda la
geografía donde se peleó encarnizadamente.

b) En torno a los alemanes


Las victimas deben vivir y sobrevivir en la sociedad, donde se
ha de discutir y renovar la construcción de la memoria. Pertenezcan
al colectivo y al país que fuese. A partir de ello, son muchas más las
preguntas abiertas que las respuestas. En el caso concreto del campo
de este trabajo: ¿se trata de una lucha entre memoria dominante versus
memoria de las víctimas? Lyotard, cita que los nazis quisieron borrar
toda evidencia y huella de sus exterminios. La consigna era que nada
fuese consignado. La solución debía ser final. Un crimen perfecto que
alegaría inocencia por falta de pruebas. O sea, una política del olvido
absoluta y absurda, ya que su celo y ensañamiento la evidencian como
“extra política”. La “política de exterminio”, excede a la política. (Ly-
otard, 1995, p. 35).
Los alemanes han sido la sociedad que más elaboró y resignificó
su papel durante la Segunda Guerra Mundial. Ha hecho un serio y
severo examen de conciencia, que incluso habilitó una legislación
dura en contra de todo vestigio remanente del nazismo en su seno. La
comunidad judía en Alemania creció y se reintegró a su vida plena
en cifras muy considerables. El aporte museístico, cultural, social y
educativo en desmedro de la Shoá y a favor de la cultura y la existencia
del pueblo judío, son genuinos, explícitos y estructurales.

104 La Shoá, un fenómeno no resuelto.


Sostenemos que la Shoá no ha de verse solamente como un
“problema judío”, o exclusivo de los alemanes, -sin duda alguna los
mayúsculos responsables-, sino de toda la humanidad, y subsiste como
un fenómeno no resuelto, tanto “por acción50,” como “por omisión”.
Justificaremos estas reflexiones mediante el siguiente caso:

Zygelbojm, Samuel Artur, Polonia, 1895-1943. Dirigente


del Bund (Partido Judío Socialista) polaco, intentó informar
al mundo sobre el exterminio masivo de judíos durante el
Holocausto. Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial en
setiembre de 1939, fue tomado como rehén por los alemanes
en Varsovia. Después de liberado, participó en la organización
de una célula de resistencia del Bund. Temiendo ser detenido
debido a sus actividades clandestinas, huyó a Europa occidental,
donde informó en una reunión de la Internacional Socialista
sobre la persecución del judaísmo polaco. En setiembre de 1940
abandonó Francia y se dirigió a Nueva York. En 1942 regresó
a Europa y fue nombrado miembro del Consejo Nacional del
Gobierno Polaco en el Exilio, con sede en Londres. Cuando
Zygelbojm recibió los informes de las masacres realizadas por
los alemanes en Polonia, imploró a los gobiernos del mundo
libre que lanzaran operaciones de salvamento en las regiones
ocupadas por los nazis. En mayo de 1942 recibió un nuevo
informe del Bund en Varsovia sobre el exterminio masivo del
judaísmo polaco. Este fue uno de los primeros reportes oficiales
que definió el alcance de la matanza y proporcionó nombres y
ubicación de campos de exterminio. Samuel Zygelbojm habló
el 2 de junio de 1942 en una emisión radial de la BBC, para
difundir las horrorosas noticias y clamar para que se detuviese
la masacre. En octubre, un representante de la resistencia polaca
50 Los códigos de silencio y ocultamiento, se reiteran como una constante por parte de los
perpetradores de genocidios y crímenes atroces, no solo en el caso de los nazis. El genocidio
armenio no reconocido aún por Turquía, a ciento tres años de acontecido, podría ser un ejemplo
notorio de ello. (Nota del autor).

Universidad ORT Uruguay 105


Reflexiones finales

le trajo un mensaje en que le rogaban que adoptara medidas


inmediatas, para salvar a sus hermanos judíos. Se dirigió a todos
aquellos que tenían poder para hacer algo, incluidos el Primer
Ministro Churchill y el presidente Roosevelt. Nadie respondió
a su clamor. En mayo de 1943, informado de que los últimos
judíos de Varsovia, entre ellos su esposa y su hijo de 16 años,
habían sido asesinados, Zygelbojm se suicidó como acto de
desesperación y protesta por la apatía mundial ante el destino
de los judíos. (Yad Vashem, Enciclopedia del Holocausto, pp.
521-522). 51

c) Referentes a la objetividad y el negacionismo


Señalábamos en la Introducción los riesgos de sustentar en una
supuesta objetividad, un desbordado e inaceptable relativismo que
trasgreda la frontera de la “interpretación” en la historiografía, y la
desfigure en una inventada falsedad historiográfica. No hay cabida a
discusiones argumentales con los negacionistas. No los incorporamos a
este trabajo ni, cuánto menos, jerarquizamos su atropello. Únicamente
lo advertimos. Respecto al negacionismo, reflexiona Élizabeth
Roudinesco (2011): “Un delirio devastador: tal es la forma en que se
presenta el negacionismo, discurso ‘lógico’ construido como enunciado
de una verdad delirante que falsifica la verdad (…) expone las causas
antisemitas promovidas por algunos revisionistas, sin más finalidad
que sembrar la confusión (…).” (Roudinesco, 2011, p. 16). La autora
analiza un repertorio de negacionistas europeos y los apoyos recibidos
por ciertos intelectuales norteamericanos, calificando de “innobles”,

51 A setenta y cuatro años de la señalada “apatía mundial ante el destino de los judíos”, resulta
ineludible señalar otro giro de la historia. Para mayor problematización de los intrincados temas
analizados en el presente ensayo, nos referimos a la victoria electoral del partido ultraderechista
alemán, con indisimuladas simpatías y reminiscencias nazis: el AfD (Alternativa para
Alemania), en las elecciones federales efectuadas en Alemania el 24 de setiembre de 2017.
Con el 12.6% del electorado (5:878.115 votos), y siendo el tercer partido más votado, se
transforma en un actor político significativo. Desde la Segunda Guerra Mundial, ningún partido
abiertamente filo nazi había ocupado escaños en el Parlamento alemán. (Nota del autor).

106 La Shoá, un fenómeno no resuelto.


a las “motivaciones y argumentaciones de sus autores”. Solamente
citaremos el caso de “uno de los negacionistas más temibles del mundo
anglófono, David Irving”, acerca del cual la autora suscribe acusarlo
como uno de los “más peligrosos” de su tipo.
Recalcamos el esfuerzo y razonable éxito que ha logrado no solo
Alemania, sino buena parte de Europa, en legislar contra la difusión de
contenidos de odio.
En el caso del citado Irving, narra la autora: “(…) recientemente
ha perdido un juicio promovido por él mismo por sus afirmaciones (…)
Irving es bien conocido por ser un admirador de Hitler y un simpatizante
del nacionalsocialismo (…) descarto sus tesis sobre el Holocausto nazi,
por ‘estúpidas y totalmente desacreditadas’.” (Roudinesco, 2011, pp. 235-
236)52 Y agrega en referencia al aspecto jurídico: “Si el negacionismo
es la continuación del genocidio por otros medios, es comprensible que
algunos Estados -Alemania, Austria, etc.- hayan concebido la idea de
instituir una ley que permita condenar explícitamente su negación, en la
medida que ésta podría ser una incitación a la continuidad del espíritu
genocida.” (Roudinesco, 2011, p. 240).

d) En torno a la memoria como recurso historiográfico y


la postura del historiador
Los siguientes conceptos, presentados en contextos globales, son
igualmente pertinentes: ¿se le puede poner punto final a la memoria?
¿Cómo y quién establece los ciclos de memoria resignificados en
diferentes sujetos y periodización? ¿Cuáles son los sinónimos más
ajustados al término “olvido”: impunidad, resignación, perdón, pasado?
Y los antónimos, acaso: ¿memoria, justicia, verdad, futuro? Vistas las
complejas comparaciones entre genocidios, siempre al acecho y en
cualquier lugar, ¿existen garantías de no repetición? ¿Son divisibles
los conceptos de memoria verdad y justicia, o reductibles a estrategias
52 Ver: Roudinesco, É. (2011), ob. cit. Capítulos: Un delirio devastador y Figuras de
inquisidores, pp. 213-316.

Universidad ORT Uruguay 107


Reflexiones finales

políticas y sociales de coyuntura?


Preguntas finales: ¿Es la reconciliación el gran objetivo? Si así
lo fuese, ¿se puede encontrar reconciliación salteándose los desafíos
antes expuestos? ¿Existen otros atajos?
¿No es acaso “ineludible” integrar la Shoá y todos los genocidios
en los planes de educación? Conocerlos no es garantía de no repetición,
pero sería una condición sine qua non para pensarlos y comprender lo
que el ser humano es capaz de hacer.
En cuanto a la postura del historiador y su complejidad, así
como a la historia como disciplina académica, podemos encontrar una
alineación orientadora, como anticipábamos, en el historiador Marc
Bloch.
Étienne Bloch, hijo del historiador, recopila de su padre su
obra póstuma e inconclusa: Apología para la historia o el oficio del
historiador y la publica en el año 1993. Jacques Le Goff la prologa y
explica:
“(…) Marc Bloch exigía del historiador la conciencia de que
el hecho histórico no es un dato ‘positivo’, sino el producto de
una construcción activa de su parte, para transformar la fuente
en documento y luego constituir esos documentos y esos hechos
históricos en problema (…) y para que siga siendo ciencia, la
historia debe avanzar, progresar; no le es posible detenerse.”
(Bloch, 2015, pp. 14-16).
Con esta inspiración intelectual consideramos también su
libro: Introducción a la historia. Fue publicado en 1949 como relato
en tiempo real durante la Segunda Guerra Mundial. A modo de una
muy austera síntesis, destacamos algunos conceptos útiles para las
problematizaciones desarrolladas en el presente trabajo.

108 La Shoá, un fenómeno no resuelto.


“Pocas ciencias están obligadas a usar simultáneamente tantas
herramientas dispares. Es que los hechos humanos son de lo más
complejos, y el hombre se coloca en el extremo de la naturaleza”
(…) Aun suponiendo una gran cantidad de conocimientos en los
investigadores mejor provistos, éstos hallarán siempre y muy de
prisa, sus límites”. (Bloch, 1949, pp. 70-71).
“Una palabra domina e ilumina nuestros estudios: ‘comprender’.
No digamos que el buen historiador está por encima de las pasiones.”
(Bloch, 1949, p. 140).

Universidad ORT Uruguay 109


110 La Shoá, un fenómeno no resuelto.
Agradecimientos
Esta revisión historiográfica ha sido publicada gracias al soporte
incondicional de la Universidad ORT Uruguay. Su directora Charlotte de
Grunberg, con quien nos une una amistad de décadas, me ha impulsado
a continuar con este emprendimiento desde el mismo momento en
que se le comenté. Siguió de cerca el avance de la investigación,
siempre cooperadora, atenta y con atinada mirada exigente. Le debo a
Charlotte un triple agradecimiento. En lo personal, por su generosidad
y la confianza depositada en mí, así como por las múltiples charlas
que mantuvimos en el camino. Por la propia publicación del libro, y
finalmente, por el hecho que, con su destacada dimensión académica e
historia personal como sobreviviente de la Shoá, me haya conferido el
honor de escribir el prefacio, jerarquizando así esta obra.
A la antropóloga Teresa Porzecanski, doctora en Trabajos
Sociales y Desarrollo Humano y escritora varias veces premiada por
sus obras literarias. Teresa, prestigiosa intelectual, estuvo dispuesta,
de inmediato, a evaluar una primera lectura crítica del ensayo, desde
Jerusalén. Compañera entusiasta de varios de mis libros, me señaló
específicas e importantes indicaciones.
Un agradecimiento especial le debo a la doctora en Psicología
Rosa Zytner, docente en el Instituto de Psicología Clínica de la
Universidad de la República. Nos une un especial cariño y cercanía, que
se remonta a la amistad que ya supieron mantener nuestros respectivos
padres. Rosa es una voz referente en “Traumatismo y violencia extrema
en la Shoá”. Se involucró con un entrañable compromiso. Revisó el
texto minuciosamente, tanto en lo conceptual como en la escritura. Sus
finos y sensibles conceptos implicaron valiosos aportes a mi trabajo.
Una mención particular le debo a la Coordinadora de
Biblioteca Centro de la Universidad ORT, la Sra. Rosana Izquierdo. Su
profesionalismo, correcciones y sugerencias con el uso de las normas
APA resultó ser invalorable.

Universidad ORT Uruguay 111


Agradecimientos

Gabriela Pose y Erica Yac, desde la Secretaría de Dirección, y


Coordinación del Departamento de Publicaciones de la Universidad
ORT, respectivamente, cooperaron y estuvieron constantemente a
disposición.
Finalmente, y no menos importante, le debo el agradecimiento
de siempre a mi querida familia. Cada uno de ellos, Ana mi esposa,
Gaby mi nuera, Roy y Daniel mis hijos y Tammy mi hija -una estudiosa
de esta temática-, alentaron mi esfuerzo proponiendo comentarios
relevantes e incluso bibliografía. Mis tres pequeños nietos, Uriel, Sofía
y Manuel, sin saberlo aún, fueron fuente de inspiración en el afán
educativo de este proyecto.

112 La Shoá, un fenómeno no resuelto.


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LA SHOÁ, UN FENÓMENO NO RESUELTO
Nacionalsocialismo, Shoá, historia y memoria:
reexiones de intelectuales y debates historiográcos

Roberto Cyjon

Educando para la vida

Setiembre 2018

Cuareim 1451
C. P. 11100 U N I V E R S I D A D O RT
Montevideo Tel.: 29021505 Uruguay
Departamento de Estudios Judaicos
www.ort.edu.uy

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