S19-El Perdón y La Misericordia de Dios
S19-El Perdón y La Misericordia de Dios
S19-El Perdón y La Misericordia de Dios
Alumno(a): Grupo
Propósito: Reconocer en Jesucristo la obra misericordiosa y compasiva de Dios, vivenciando en nosotros mismos
su misericordia.
Lee el siguiente texto sobre la Misericordia y el perdón, y subraya las ideas importantes.
Misericordia y perdón
Por Giancarlo Reto
Dios es una fuente de Amor inagotable de donde ha manado toda la creación, siendo que
cada cosa o ser viviente que existe en el universo a sido hecho por Amor y contiene en su
esencia un ápice del Amor de Dios. Este Amor se ve reflejado en distintas cosas, personas,
experiencias, relaciones, situaciones que nos hacen conocer a Dios y saber cómo es con relación
a nosotros. Jesucristo vino a redondear esta idea de Dios mostrándolo como un Padre
Misericordioso. Un Dios que a pesar del pecado y la debilidad de sus creaturas nos mira como
a hijos necesitados de misericordia. Jesús, en muchos momentos del
evangelio, demuestra misericordia como un raso característico de él y nos
pide, también, ser misericordiosos con los demás. Pero ¿qué es la
misericordia?
Es una palabra compuesta por dos palabras latinas: misere (miseria)
y cordis (corazón). Esto quiere decir inclinar el corazón a la miseria del otro.
Es la “virtud que inclina el ánimo a compadecerse de los sufrimientos y
miserias ajenos” (RAE1).
Para el Papa San Juan Pablo II, en su encíclica Dives in misericordia
(Rico en misericordia), nos da entender cómo Cristo nos muestra a Dios
Padre en él mismo: “quien me ha visto a mí ha visto al Padre” (Jn 14, 9).
Jesucristo nos mostró un rostro de misericordia frente a los enfermos,
desvalidos, vulnerables; siempre dispuesto a inclinar el corazón hasta a
aquellos que no se lo merecían: “porque el Hijo del Hombre ha venido a
buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lc 19,10).
Para Nurya Martínez (2017)2, la Misericordia implica una conmoción de
las entrañas, es decir, un movimiento hacia al otro que nace desde adentro de uno mismo, gracias
a que nos dejamos conmover por el dolor y sufrimiento de los demás. La raíz de esta idea sobre
misericordia se encuentra en la misma Biblia cuando se utiliza la palabra hebrea “rehamîm” que
significa “vísceras” para referirse a la misericordia de Dios (Os 11, 8-9) dando a entender esta
como la relación entrañable, profunda y amorosa entre Dios y su pueblo.
Por lo tanto la Misericordia nos lleva a pensar en un Dios compasivo
pero que a la vez exige que seamos misericordiosos como él: “Sean
misericordiosos como su Padre es Misericordioso” (Lc 6, 36); en la
oración del Padre nuestro nos enseña a esperar el perdón de Dios
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden (Mt 6, 12);
con la pecadora en la casa del fariseo Simeón, Jesús acoge el llanto
de la mujer haciéndolo suyo y perdonando todos sus pecados (Lc 7,
36-50); se compadece de la adúltera cuestionando a los que la querían apedrear
hasta lograr liberarla (Jn 8, 1-11); se compadeció de la viuda de Naín al perder a su único hijo
resucitándolo de entre los muertos (Lc 7, 13); curó a un leproso que le había dicho “si quieres
Señor, puedes limpiarme”, respondiéndole “sí quiero, queda limpio” (Mt 8, 2-4). Y así muchos
otros episodios donde Jesús es misericordioso con las personas. De esta manera nos enseña
que hay que hacer lo mismo: compadecernos de aquellos que necesitan misericordia y perdón.
El perdón va de la mano con la misericordia, puesto que hay que ser compasivos con aquel
que nos ofende ya que, hay muchas veces en que la ofensa se produce sin sentirla ni desearla.
La ignorancia hace que las personas ofendan a otras y no tengan compasión. Jesús, por eso, nos
manda a amar a nuestros enemigos y a orar por los que nos persiguen (Mt 5, 44). Es la ignorancia
1
Real Academia Española.
2
Martínez-Gayol Fernández, N. C. (2017). La misericordia: una conmoción de las entrañas.
https://repositorio.comillas.edu/xmlui/bitstream/handle/11531/18326/La%20Misericordia%20conmoci%C3%B3n%20d
e%20las%20entra%C3%B1as.pdf?sequence=1
la que nos hace pensar rápidamente mal en los demás, porque si pudiéramos pensar o sentir lo
que el otro siente o piensa, sabríamos el porqué de las ofensas.
Aprendamos, pues, de Jesús, a perdonar con misericordia y poniéndonos en el
pensamiento y sentimiento de los demás. No sea que cuando clamemos piedad a Dios por
nuestros pecados o por los propios sufrimientos, no alcancemos respuesta de nuestro Padre
Justo y Misericordioso, y nos pase como al de la parábola que lo enviaron a la cárcel por no
saber perdonar las deudas de su deudor (Mt 18, 23-35).
Misericordia
y perdón