Tema 8 - Maria, Madre de Jesús y Madre Nuestra
Tema 8 - Maria, Madre de Jesús y Madre Nuestra
Tema 8 - Maria, Madre de Jesús y Madre Nuestra
Preparación
Se preparan algunas imágenes pequeñas del tema, en este caso: imágenes como;
ADVOCACIONES DE LA VIRGEN MARIA (revisar hay varias en inter)
Objetivos
A) VER
Todos: Amén.
Videos:
https://www.youtube.com/watch?v=eAlc6iTy6FQ
¿Has descuidado tu relación con la Virgen María? - Un minuto con Francisco
https://www.youtube.com/watch?v=fHsCjPNt_0I
María - Los Ascoy (Lyric)
https://www.youtube.com/watch?v=kkVtd-kam6A
Athenas - Contigo, María (Video Oficial) - MÚSICA CATÓLICA
Dinámicas:
https://www.youtube.com/watch?v=v7cgtNcoiVU
María está Pasando Por Aquí: “Recuerden que en vez de Jesús, decir “MARIA””
https://www.youtube.com/watch?v=kfrendH61z4
LA REINA DE LA PAZ ES MARÍA
Preguntas del Video (El catequista invita a los jóvenes que den su opinión,
puede realizar las siguientes preguntas)
Textos Bíblicos:
Lc 1,28
Lc 1, 39- 45
Lc 2,6-7
Jn 2, 1-5
Jn 19,25-27
Dialogo
A) JUZGAR
El papel de María en nuestra vida espiritual no puede ser diferente al que jugó
en la vida de Cristo. No olvidemos que, desde la crucifixión de su Hijo, ella se
transformó en madre nuestra también.
Hay muchas interrogantes sobre la figura de María, mucha gente se cuestiona:
¿Por qué la llaman con tantos nombres distintos si solo es una o hay varias
Virgen María? Otras preguntaran, ¿Si tenemos de modelo a Cristo, para que
María?
Muchas veces nos olvidamos que María es nuestra Madre, Jesús nos las entregó
para que nos cuide, conocer de ella también es conocer a su Hijo, pero no cabe
duda que es necesaria su presencia para nuestra vida espiritual.
María acompaño a Jesús en los momentos más importantes de su vida y nos
enseña a recorrer el mismo camino desde la sencillez de su vida.
Veamos cómo nos interpela la imagen(figura) de la virgen María, la vemos lejana,
acudimos a ella en la prueba, somos capaces como ella de amar totalmente, nos
sentimos unidos a Jesús según su ejemplo, en una relación constante o solo nos
acordamos de el y de ella en la necesidad.
Lee las siguientes preguntas y que el confirmando responda.
Ahora veamos:
¿Cómo consideras que era la Virgen María, descríbeme algunas
características o cualidades que te imagines de ella?
¿Por qué la Virgen María intercede por nosotros?
Respondamos:
María nunca se dejo llevar por la superficialidad, fue pura, fuerte y tuvo
mucha fe. ¿Cómo María te puede enseñar para ser mejor cristiano?
María fue coherente con los dones recibidos de Dios, ella supo ser libre
al responder con su vida a su ser más profundo. ¿Cuál crees que son
los dones que Dios te ha dado?
En nuestra vida cristiana es importante comprender que tenemos a una Madre que vela e
intercede por cada uno de nosotros. Santa María ha sido una de las herencias más preciosas que
Jesús nos ha dejado. Ella está presente siempre de manera silente, pero a la vez activa, dinámica
y efectiva, a pesar que muchos no lo notemos.
Al comprender quién es el Señor Jesús y su misión reconciliadora nos permite mirar a María la
Madre del Reconciliador y ver su respuesta al acoger libremente el don de Dios con su “Hágase”.
Ella Cuido, educo y preparó a su hijo y Él nos invita a amarla con el mismo amor con que Él la
ama.
María intercede siempre por nosotros, ya sobre la tierra abogó ante Jesús por nosotros, su amor
no cesa nunca, estemos seguros de su intercesión en los momentos más importantes de nuestra
vida, cuando rezamos el Ave María. Vamos a conocer un poco más de la vida de María.
¿Quién es María?
María nació en Nazaret, Galilea, 15 ó 20 años antes del nacimiento de Cristo. Sus padres,
según la tradición, fueron Joaquín y Ana. María era judía. Fue educada en la lectura de
los libros santos y en la obediencia a la ley de Dios. Hizo voto de virginidad. Se desposó
con José estando ambos de acuerdo en permanecer vírgenes por amor a Dios. Un ángel
del Señor se le apareció y le comunicó que el Espíritu Santo descendería sobre ella, y
que de ella nacería el Hijo de Dios (Lc. 1, 35). María aceptó tan maravilloso destino con
estas palabras: «Hágase en mí según tu Palabra», y en aquel instante Jesús fue
concebido en su seno. El nacimiento del Niño fue en Belén de Judea y fue acompañado
de diversas circunstancias, que refieren los Evangelios de Mateo y de Lucas.
¿Cómo era la vida de la Virgen María?
Ella, como cualquier madre, trabajaba en su hogar, pero de una manera especial; sería
imposible decir todas las VIRTUDES, o sea las cosas buenas que tenía la Virgen.Por
mencionar algunas, María era una mujer HUMILDE, es decir sencilla;
CON UNA GRAN CARIDAD, amaba y ayudaba a todos por igual y una mujer que SERVÍA
a José y a Jesús, su familia, con un gran AMOR y una gran ALEGRÍA.
La Virgen era PACIENTE y quizá lo más hermoso que tenía era que ACEPTABA CONTENTA
TODO LO QUE DIOS LE PEDÍA EN LA VIDA.
Del Evangelio se desprende que María era humilde y pura; que era decidida y valiente
para enfrentar la vida; que era capaz de callar cuando no entendía y de reflexionar y
meditar; que se preocupaba de los demás y que era servicial y caritativa; que tenía
fortaleza moral; que era franca y sincera; que era leal y fiel. María es, como mujer, un
modelo
Al cabo de algún tiempo, vemos a María, a José y al Niño instalados en Nazaret. Allí hay
un solo episodio notorio: la pérdida y hallazgo del Niño, a los 12 años, en Jerusalén. Fue
el tiempo que llamamos de la «vida oculta» de Jesús, su vida de hogar, de familia, de
trabajo. Jesús empieza su vida «pública», su vida apostólica y misionera, hacia los 30
años. María lo acompaña, a veces de cerca, a veces más lejos. El Evangelio nos la muestra
en Cana asistiendo a un matrimonio, y al pie de la cruz en que Jesús está muriendo.
También en varias otras oportunidades. El libro de los Hechos la menciona en el
Cenáculo junto a los apóstoles, después de la Resurrección del Señor.
La persona que con mayor humildad y perfección escuchó y escucha la Palabra de Dios
es María. Cuando el ángel Gabriel le comunica la voluntad de Dios, ella escucha con
atención y luego acepta lo que Dios le propone (cf. Lc 1,26ss). Así la Palabra de Dios no
solamente es creída por su Pueblo, sino que ahora se Encarna en el seno de María. El
fruto más grande que ha dado la humanidad es Jesucristo, no puede haber nada más
grande que Jesús, y es el fruto bendito del vientre de María (cf. Lc 1,42). María no
solamente escuchó, sino que encarnó la Palabra de Dios.
Los cristianos debemos seguir el ejemplo de María, encarnar la Palabra en nosotros, para
dar también muchos frutos de vida eterna. Si de verdad escuchamos con amor y
humildad la Palabra de Dios daremos muchos frutos para todos. Una vez que la Palabra
entra en nosotros nos va transformando a la imagen de Dios, y damos frutos que
perduran, frutos para la vida eterna.
¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del
Señor!» (Lc 1,45). Isabel muestra otra de las cualidades especiales, María es mujer de fe,
tuvo que creer las cosas de Dios, para Lucas María es una auténtica creyente, no se da
derechos por ser la madre de Jesús, sino que, como todos, pasa por el camino de la fe.
La fe de María es la más profunda de la Iglesia, es la primera fe cristiana, la primera que
comenzó a creer en Cristo, es como la fe de Abraham, el primer creyente en Yahvé,
siempre será la más grande fe que tendrá la Iglesia.
El evangelio de Lucas sigue con el famoso cántico del Magnificat, donde María expresa
sus sentimientos hacia Dios y profetiza sobre ella misma. Es un cántico tomado del
Antiguo Testamento, el cántico de Ana (cf. 1 Sam 2,1-10), adaptado a la situación de
María. Ella primero engrandece al Señor y expresa su inmensa alegría se alegra mi
espíritu en Dios mi Salvador (cf. Lc 1,47), es una alegría espiritual, que viene de lo
profundo de su ser y que está llena de agradecimiento. María es sumamente agradecida
de Dios. María reconoce a Dios como su Salvador, ella es una creatura, como todos
nosotros, y ha recibido la gracia de Dios de manera única, ha recibido la salvación de
Dios y se mantiene dentro de ella. La alegría de María no es en ella misma, ni en nada
material; es en Dios. María nunca pierde la conciencia de Dios, ha recuperado lo que
perdió Eva, el estar con Dios, el no negar ni rechazar a Dios. María acepta a Dios
completamente. María nunca perdió la presencia de Dios ni se escondió de él, así como
hicieron Eva y Adán
María en la Iglesia
María persevera en la oración junto con los otros cristianos, cumpliendo el mandato de
Cristo de que esperasen al Espíritu Santo el poder desde lo alto (Lc 24,49). Y María está
en Pentecostés, Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo
lugar. (Lc 2,1) cuando el Espíritu entra en la Iglesia por primera vez, aunque ya había
cubierto a María con su sombra, ahora también María recibe al Espíritu Santo en
Pentecostés.
María forma parte de la Iglesia primitiva, participa dentro de ella, comparte su camino
y experiencia de fe, única en la Iglesia, por ser la madre de Jesús y haber sido la primera
persona involucrada en el misterio de Jesús, antes de que nadie supiera nada de Jesús
ya María lo sabía, y ella permanece fiel junto a Jesús, lo acompaña a lo largo de su vida
hasta la Cruz, y luego sigue dentro de la Iglesia, fiel a la obra de su Hijo, apoyándolo y
ayudándonos a todos nosotros a descubrir verdaderamente la fe cristiana, a creer y
amar sinceramente a Jesucristo porque ella es la persona que más y mejor lo conoce, lo
ama y cree en él. Los Hechos nos enseñan que María estuvo en la Iglesia desde su origen.
Los lugares donde aparece María son el capítulo 2, las Bodas de Caná, y el capítulo 19,
María a los pies de la Cruz. En las bodas de Caná María es invitada a una boda, es a través
de ella que Jesús asiste a la misma boda con sus discípulos. En un momento se acaba el
vino, y María interviene haciéndoselo notar a Jesús: No tienen vino (Jn 2,3); Jesús
responde de una manera un poco fuerte: Jesús le responde: «¿Qué tengo yo contigo,
mujer? Todavía no ha llegado mi hora.» (Jn 2,4). La hora de Jesús es aquella donde él se
va a revelar con su verdadera identidad profunda, no simplemente un judío, maestro o
profeta, sino como el Hijo de Dios. El evangelista no explica más nada al respecto, sino
que María dice a los sirvientes: hagan lo que él les diga (Jn 2,5) y volvemos a la misma
expresión de la Antigua Alianza: haremos lo que Yahvé nos diga (cf. Ex 19,8. 24,7).
Con esto Juan está señalando que la fe de los discípulos en Jesucristo, no solamente
como maestro judío sino como Hijo de Dios, comenzó por una intervención especial de
María, el ser cristiano significa esencialmente creer en Jesús, no como hombre, sino
como el Hijo de Dios, y ése es el cambio del agua en vino. La vida del cristiano cambia
cuando entra en la fe cristiana auténtica, pasa de ser aguada a ser una vida llena de la
gracia de Dios, llena del vino del Espíritu. Por lo tanto, para Juan la figura de María se
profundiza aún más que en Lucas, por ella comienzan a creer los discípulos, que son los
futuros apóstoles, cuya fe es la que nosotros profesamos, la fe apostólica, pero antes de
esa fe, María intervino para que ellos encontraran esa auténtica fe cristiana. María
suscita la fe de los apóstoles con su intervención en las bodas de Caná.
En la escena de la Cruz, María está junto con el discípulo amado y otras mujeres, fieles
a Cristo hasta el final, mientras que la mayoría se escapó por miedo a la represión. Éste
es el momento más importante para los cristianos, el momento de la Cruz, donde Cristo
nos redime con su sangre y allí Juan pone a María de una manera muy significativa y
profundamente simbólica. Allí Jesús se dirige a María con las palabras: «Mujer, ahí tienes
a tu hijo.» y al discípulo amado dice: «Ahí tienes a tu madre.» y luego el evangelista
concluye: Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa. (Jn 19,25-26).
Con esto el evangelista nos quiere decir que Jesús le entrega a María un nuevo hijo,
porque él, Jesús, está muriendo, y le pide a ella que así como le ama a él, ame al discípulo
amado, que nos representa a todos los discípulos amados, los que amamos a Jesús con
fidelidad; al mismo tiempo entrega al discípulo su amada madre, para que la reciba y la
cuide, la acepte en su corazón como a su propia madre, y concluye afirmando que desde
ese momento el discípulo la acogió en su casa, tanto María como el discípulo amado
escuchan la Palabra de Jesús y le obedecen con sinceridad, en la nueva obediencia de la
Nueva Alianza, la que supera la desobediencia de Adán y Eva, María se presenta como
la madre de todos los creyentes en Cristo, la Nueva Madre de los Vivientes, de los que
viven por Cristo, de los redimidos por el Cordero que dio su vida en la Cruz, de los que
están dentro de la Nueva y Eterna Alianza. Para el evangelio de Juan, María es la madre
de los discípulos de Cristo.
Es un reino eterno porque existirá siempre y no tendrá fin (cfr. Lc. 1,33) y, es universal
porque se extiende al Cielo, a la tierra y a los abismos (cfr. Fil. 2,10-11).
Es un reino de verdad y de vida. Para esto vino Jesús al mundo, para dar testimonio de
la verdad (cfr. Jn. 18,37) y para dar la vida sobrenatural a los hombres.
Es un reino de santidad y justicia porque María, la llena de gracia, nos alcanza las gracias
de su Hijo para que seamos santos (cfr. Jn. 1,12-14); y de justicia porque premia las
buenas obras de todos (cfr. Rom. 2,5-6).
Es un reino de amor porque de su eximia caridad nos ama con corazón maternal como
hijos suyos y hermanos de su Hijo (cfr. 1 Cor. 13,8).
Es un reino de paz, nunca de odios y rencores; de la paz con que se llenan los corazones
que reciben las gracias de Dios (cfr. Is. 9,6).
Esta Virgen excelsa, que es Madre de vuestro Juez y vuestro Dios, ésta es la Abogada del
género humano, idónea, que puede cuanto quiere delante de Dios; sapientísima, que
sabe todos los modos de aplacarle; universal, que a todos acoge y no rehúsa defender a
ninguno (Santo Tomás de Villanueva)
María es nuestra Abogada, que, por ser la Madre de Jesús, jamás deja de ser oída (San
Buenaventura) Acercándose Ella al trono de su Divino Hijo, como Abogada pide, como
Esclava ora, y como Madre manda (Pío VII, Breve “Tanto studio”19 de febrero de 1805).
FIESTAS MARIANAS
Recordemos que en primer lugar fue joven, cuando recibió el anuncio del Ángel, no
contaba con más de 16 años y a pesar de los planes que tenía respondió con
generosidad, docilidad y valentía al llamado que Dios le hizo.
Su vida fue una constante alegría, dolor, llena de bendiciones y de la gracia de Dios, así
como de miserias y sufrimientos siempre llevados con esperanza, confiando en las
promesas de Dios.
DOGMAS MARIANOS
María fue bendecida en vistas a la gran misión que iba a cumplir, estos dones se conocen
como los dogmas marianos.
Dogma es una verdad que se apoya en la autoridad de Dios, por eso tenemos obligación
de creerla. Forma parte del conjunto de verdades que constituyen la revelación
cristiana.
Los dogmas no son verdades que la iglesia impone arbitrariamente, son iluminaciones
de la verdad objetiva, no son muros para nuestra inteligencia, son ventanas a la luz de
la verdad.
1. LA INMACULADA CONCEPCIÓN.
Te acuerdas que te contamos que Adán y Eva desobedecieron a Dios; desde entonces
todos los hombres nacemos con una mancha en nuestra alma que se llama PECADO
ORIGINAL. Este pecado se borra cuando nos bautizan. Pues, la INMACULADA
CONCEPCIÓN significa que la única mujer a la que Dios le permitió ser concebida y nacer
sin este pecado original, fue a la Virgen María, porque iba a ser la madre de Jesús.
María fue concebida sin mancha del pecado original. El dogma fue proclamado por el
Papa Pío IX, el 8 de diciembre de 1854. Eso significa que María fue preservada inmune
de toda mancha de pecado original desde el primer instante de su concepción, por
singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo
Salvador del género humano.
2. VIRGINIDAD PERPETUA.
Se refiere a que María fue Virgen antes, durante y perpetuamente después del parto.
(Const. Dogmática Lumen Gentium, 55- Concilio Vaticano II)
Ella es la “Siempre Virgen” concebida inmaculada y Santa, permaneció por toda su vida
en estado de consagración total al señor, ha permanecido por siempre Virgen.
María fue llamada por Dios en estado de “virginidad”, concibió a Jesús, “por obra y gracia
del Espíritu Santo”, sin la participación del hombre.
3. MATERNIDAD DIVINA.
Se refiere a que la Virgen María, es verdaderamente madre de Dios. Fue definido por el
Concilio de Efeso (año 431).
Jesús es verdadero Dios y verdadero hombre, por lo tanto, la Santísima Virgen es Madre
de Dios.
ASUNCIÓN DE MARÍA.
La madre de Dios, luego de su vida terrena fue elevada en cuerpo y alma a la gloria
celestial. Este dogma fue proclamado por el Papa Pío XII, el 01 de noviembre de 1950.
La oración principal es la del Ave María que consta de dos partes: la primera parte está
tomada del Evangelio, del relato de la Anunciación y de la Visitación: «Dios te salve
María, llena eres de gracia, el Señor está contigo» (Lc. 1, 28). «Bendita tú eres entre
todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre» (Lc. 1, 42).
La segunda parte ha sido agregada por la Iglesia: «Santa María, Madre de Dios, ruega
por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén».
Amarla como Madre, escucharla como maestra en la fe, descubrirla como modelo de
vida cristiana, invocarla como mediadora de todas las gracias, ver que su único deseo es
llevamos a Cristo para alabanza del Padre y en la unidad del Espíritu Santo.
La Virgen María nos hará descubrir la Iglesia, de la que es Madre, y nos hará participar
de su misión redentora. Por eso la Virgen siempre nos invita a:
4) Frecuentar con devoción la confesión y la Santa Misa. Si es posible, hacer la hora santa
ante el Santísimo.
5) Ser fieles a nuestro estado de vida. La santidad se logra cumpliendo nuestros deberes,
siendo lo que somos, por amor a Dios y al prójimo.
7) Hacer penitencia por nuestros pecados y por los pecados con que el Señor
continuamente es ofendido; vivir en una continua actitud interior de conversión a Dios
y amor al prójimo, hacer mortificaciones voluntarias, por amor a Dios.
9) Unidad en la Iglesia con sus pastores; vivir así la vida cristiana en íntima unión con el
Papa, los Obispos y los Sacerdotes portadores de la Palabra, dispensadores de la Gracia
Sacramental y trabajadores de la unidad en la iglesia.
1. Conclusión:
El papel de María en nuestra vida espiritual no puede ser diferente al que jugó en la vida
de Cristo. No olvidemos que, desde la crucifixión de su Hijo, ella se transformó en madre
nuestra también.
Mt 1: 18: “La generación de Jesucristo fue así: María, su madre, estaba desposada con
José, y antes de que conviviesen se encontró con que había concebido en su seno por
obra del Espíritu Santo.”
Jn 19: 26: “Jesús, viendo a su madre y al discípulo a quien amaba, que estaba allí, le dijo
a su madre: -Mujer, aquí tienes a tu hijo.” Y desde entonces María se convirtió también
en madre nuestra.
Ella nos cuida y nos ama. Ella hará que Cristo “nazca” en nuestro corazón.
Jesús creció bajo los cuidados de José y María: Lc 2:51: “Bajó con ellos, vino a
Nazaret y les estaba sujeto. Y su madre guardaba todas estas cosas en su
corazón.”
María también cuidó de los discípulos de Jesús: Act 1:14: “Todos ellos
perseveraban unánimes en la oración, junto con algunas mujeres y con María, la
madre de Jesús, y sus hermanos.”
Ella es una de las mejores maestras de oración que podemos tener. Recordemos
el “Magnificat” (Lc 1:46ss) o cómo consigue ayudar a los recién casados en las
Bodas de Caná (Jn 2). Ella nos habla de Jesús y nos enseña a hablar con Él.
Ella, como en Caná, siempre está atenta a nuestras necesidades, al tiempo que
nos dice qué es lo que debemos hacer.
Aconseja a su Hijo qué hacer: Jn 2:3: María le dijo a Jesús: “No tienen vino”
Ella es nuestra mejor consejera: Jn 2:4: María dijo: “Haced lo que Él os diga”. Si
seguimos estas indicaciones podemos estar seguros de no equivocarnos nunca
y de tomar siempre el mejor camino.
Ella ha sido modelo en todas las virtudes para todas las generaciones. Ella ha sido
modelo de: virginidad, generosidad, pureza, fe, caridad, esperanza, obediencia,
entrega…
María ha sido modelo en todas las virtudes para todas las generaciones.
Como madre nuestra que es, también nos acompaña siempre en todos nuestros
sufrimientos y penas.
Is 7:14: “Mirad, la virgen está encinta y dará a luz un hijo, a quien pondrán por
nombre Enmanuel”.
Mic 5:1: “Pero tú, Belén Efrata, aunque tan pequeña entre los clanes de Judá, de
ti me saldrá el que ha de ser dominador en Israel”.
Ella nos trae a Jesús y nos lleva a nosotros a Él. Lc 1:39-45: “María se levantó y
marchó deprisa a la montaña, a una ciudad de Judá; y entró en casa de Zacarías y
saludó a Isabel. Y cuando oyó Isabel el saludo de María, el niño saltó en su seno,
e Isabel quedó llena del Espíritu Santo; y exclamando en voz alta, dijo: -Bendita
tú entre las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre. ¿De dónde a mí tanto
bien, que venga la madre de mi Señor a visitarme? Pues en cuanto llegó tu saludo
a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno; y bienaventurada tú, que has creído,
porque se cumplirán las cosas que se te han dicho de parte del Señor.”
Como el más fiel mensajero, Ella siempre llevó a Jesús, primero en su vientre,
luego en su corazón. Ahora, ella, es quien nos trae a Jesús. Como dice San José
María Escrivá de Balaguer: “A Jesús siempre se va y se viene por María” (Camino)
En Is 7:14 se presenta a María como la madre del Enmanuel (Dios con nosotros)
Sólo tenemos que repasar las letanías para que recordemos los muchos otros
papeles que María juega en nuestra vida.
2. Compromiso
1. Oración:
En este momento vamos a colocar una mesita en el centro del aula, con una Biblia y una
vela encendida, significando que Dios está en medio de nosotros. En su presencia,
realizamos esta celebración.
Iniciamos: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Comencemos nuestro encuentro con esta venerable oración a María, rezada por siglos
con mucha devoción: Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y
esperanza nuestra: Dios te salve. A ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a ti
suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora abogada
nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos y, después de este destierro,
muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente! ¡Oh piadosa! ¡Oh dulce
Virgen María! Ruega por nosotros santa Madre de Dios, Para que seamos dignos de
alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo. Amén
PROPÓSITO DE LA SEMANA: