Técnica de Gestión de La Distracción en El TDAH

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TÉCNICA SCHULZ DE GESTIÓN DE LA DISTRACCIÓN EN EL TDAH


(TSGD-TDAH)
Danilo Schulz, Psicólogo
Primera edición, Kindle© 2018
Santiago de Chile
Derechos Reservados
Web: https://www.tdahypsicologia.cl

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CONTENIDOS

Primera parte
Respecto al TDAH
Capítulo uno: Resumen completo sobre el TDAH
Capítulo dos: Déficit del control inhibitorio

Segunda parte
Técnica Schulz de Gestión de la Distracción en el TDAH (TSGD-TDAH)
Capítulo tres: Información general y fundamentos sobre TSGD-TDAH
Capítulo cuatro: Descripción de los 3 ciclos y de sus objetivos
Capítulo cinco: Aplicación en adultos y niños
Capítulo seis: Uso profesional y experimental

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PRIMERA PARTE
RESPECTO AL TDAH

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Capítulo Uno
RESUMEN SOBRE EL TDAH

Entiendo que si estás interesado en este libro la razón se debe a que ya


sabes o ya tienes nociones respecto a qué es el TDAH. No obstante, considero
apropiado dar una breve descripción general de algunos aspectos
fundamentales.

El Trastorno por Déficit Atencional e Hiperactividad es un trastorno del


neurodesarrollo, no es una psicopatología (no es una enfermedad mental) y
consiste en que varias zonas del cerebro están atrasadas en su desarrollo, es por
esto que al comparar el tamaño de un cerebro normal con un que sufre TDAH, el
volumen es ligeramente inferior en el último. Sin embargo, las zonas afectadas
van madurando con el tiempo, más despacio que en las demás personas, pero
van madurando. De todos modos, no conozco ningún caso comprobado
clínicamente que haya logrado un desarrollo total.

Debido a que maduran estas zonas la gran inquietud motora, el escaso


control de los impulsos y las acciones físicas inadecuadas para la edad (como
golpes) presentes en la infancia, tienden a desaparecer casi totalmente en la
adolescencia, pero como esta maduración no es completa, se preservan otros
síntomas como la irritabilidad, la hipersensibilidad sensorial, y la dificultad para
concentrarse y mantenerse en un solo tema si no hay un interés personal de por
medio.

En la adultez el exceso motor y la impulsividad tienden a “irse para


adentro”, es decir que la inquietud mental es muy grande lo cual provoca
síntomas secundarios que no había en edades menores, mientras que otros
síntomas van perdiendo su intensidad o simplemente desaparecen. Entre las
características que se preservan está la muy desagradable sensación de estar en
una nebulosa (sentirse adormecido, ni despierto ni dormido) cuando tu cerebro

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no tiene suficiente dopamina y noradrenalina para operar (son los dos
neurotransmisores que, debido al TDAH, el cerebro no produce en cantidades
suficientes, y que son intervenidos por medio de fármacos psicoestimulantes
como el metilfenidato).

La definición clínica oficial entiende el TDAH como “un patrón persistente


de inatención y/o hiperactividad-impulsividad que interfiere con el
funcionamiento o el desarrollo de la persona”. En muchas páginas de los dos
manuales clínicos oficiales (DSM-5 y CIE-11) se presentan las características,
síntomas, grados de gravedad y otros aspectos clínicos, sin embargo, la definición
es incompleta al igual que el criterio para diagnosticar; inclusive el propio nombre
del trastorno está puesto en tela de juicio dado que no incorpora “el déficit en el
control inhibitorio” que es una característica fundamental porque es la causa de
muchos de los síntomas, así como tampoco contempla claramente que en la
adultez algunos síntomas son distintos a durante la infancia y adolescencia.

Tampoco incorporan en el criterio diagnóstico algún sistema formal,


estandarizado y válido para medir y tipificar la presencia del TDAH, de los
subtipos y de las comorbilidades asociadas, dejando todo en manos del criterio
del profesional evaluador, es por esto que se considera un trastorno difícil de
diagnosticar a menos que seas un profesional experto, y por el mismo motivo es
el TDAH un trastorno sobrediagnosticado (diagnosticado a muchas personas, que
en realidad no lo tienen o que sufren de otra cosa).

De manera corriente en los colegios se aplica el “Test de Conners”, el cual


es un cuestionario que deben responder apoderados y profesores, pero sus ítems
son excesivamente abiertos a la interpretación subjetiva, por ejemplo, algunas
de las preguntas: “es desobediente, obedece con desgana” y “cambia
bruscamente de estado de ánimo”. Cualquier niño puede ser desobediente y no
tener ganas si tiene sueño, tristeza, si siente que ha sido juzgado injustamente,
si está preocupado, en fin. Lo mismo aplica para el cambio de ánimo brusco. No

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son ítems para evaluar prematuramente un TDAH ni nada, excepto para conocer
si el menor tiene algún problema personal.

Por otro lado, hay varios test para detectar TDAH o que sin ser orientados
al TDAH sirven para vislumbrar potenciales síntomas, lamentablemente sus
resultados son del mismo corte que el “Test de Conners”, es decir que deben ser
interpretados en función al trastorno y “no miden el trastorno directamente”,
dejando todo en manos del criterio del evaluador.

Bien, retomando los síntomas, en la definición oficial la inatención se


manifiesta conductualmente como desviaciones en las tareas, falta de
persistencia, dificultad para mantener la atención y desorganización que no se
deben a un desafío o falta de comprensión.

La hiperactividad se refiere a una actividad motora excesiva cuando no es


apropiada o jugueteos, golpes o locuacidad excesivos. En adultos la
hiperactividad puede manifestarse como una inquietud extrema y un nivel de
actividad física que cansa a quienes lo rodean (debe añadirse que en el adulto la
inquietud mental es extrema).

La impulsividad se orienta a acciones apresuradas que se producen en el


momento, sin reflexión y que crean un gran riesgo de dañar al individuo. Puede
reflejar un deseo de recompensa inmediato o la incapacidad de retrasar la
gratificación, así como manifestarse en una tendencia a entrometerse en asuntos
ajenos y tomar decisiones sin considerar las consecuencias a largo plazo.

En el manual clínico de la Organización Mundial de la Salud (CIE-11) se


indica que únicamente puede ser diagnosticado desde los 7 años de edad, o
desde los 12 años en el manual de la Asociación Americana de Psiquiatría (DSM-
5). De todos modos, un profesional cauto y ético optará por esta última opción
para poder descartar con seguridad otros problemas, clínicos, psicosociales,

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educacionales (entre otros) que puedan ser la razón de los síntomas que presenta
el paciente.

Complementando un poco lo anterior, debes tener en consideración que


hay 3 tipos de TDAH: uno es el combinado, en el cual existe un cierto equilibrio
entre la falta de atención y la hiperactividad-impulsividad; el siguiente es el
inatento, y consiste en que el síntoma de falta de atención es evidente, mientras
que prácticamente no hay de hiperactividad-impulsividad; y en el tercer tipo
tenemos el hiperactivo, que es al revés del inatento, es decir que la
hiperactividad-impulsividad es evidente mientras que la falta de atención casi no
se observa.

Debes saber que no basta con leer los manuales oficiales (DSM-5 y/o CIE-
11) y comparar las conductas y comportamientos con las listas de síntomas para
poder diagnosticar un TDAH (ni cualquier otro problema). Eso lo hacen
únicamente los novatos poco experimentados (cosa que se corrige con la
práctica) y las personas que, por algunas razones que no voy a comentar, creen
ser capaces de ejercer una profesión clínica sin haberla estudiado.

La mente humana es muy compleja y muy delicada, pretender diagnosticar


utilizando una lista de síntomas, y peor, sin emplear diagnósticos diferenciales ni
entender el trasfondo de todo, es un acto de ignorancia, de negligencia o de
desprecio por los demás, le duela a quien le duela.

Los síntomas necesitan un conocimiento profundo de base para poder ser


comprendidos, interpretados, asociados con todos los demás fenómenos
mentales (neuropsicológicos) y poder generar conclusiones útiles y correctas. No
pidas opinión clínica a quienes no son expertos en lo clínico del TDAH, y menos
aún que interpreten “test” del corte “Conners” porque verán solo lo que desean
ver.

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Entrando de lleno en la Neuropsicología del TDAH, sucede que en las áreas
cerebrales afectadas se producen las “funciones ejecutivas” y éstas son las
acciones mentales que nos dan la cualidad de ser animales racionales, por esto
que el aprendizaje y todo lo que se le relaciona se ve perjudicado en mayor o
menor grado cuando tienes TDAH.

Hay distintas maneras de ordenar y de describir las funciones ejecutivas


según lo que se desee hacer, no obstante, cuando trabajo con el TDAH prefiero
utilizar los modelos de los investigadores Thomas E. Brown y Russel Barkley.
Ambos son científicos internacionalmente reconocidos por sus aportes y estudios
respecto a este trastorno; cada uno enfatiza aspectos distintos que al utilizarlos
en conjunto nos brindan una comprensión bastante completa, factible de usar
tanto para entender el TDAH, así como para intervenirlo terapéuticamente.

Thomas E. Brown expone 6 funciones ejecutivas afectadas cuya


comprensión nos faculta entender el TDAH en un amplio espectro, y Russel
Barkley aúna todo en 4 funciones ejecutivas más generales, pero descritas e
interrelacionadas para una mejor comprensión terapéutica.

Ambas descripciones son válidas, como te señalé anteriormente, y a


continuación te las presento.

Según Thomas E. Brown

1. Activación: es la capacidad de establecer prioridades, ordenarse para


trabajar, estimar el tiempo y activarse mentalmente para actuar. Los con TDAH
tienen dificultad para empezar incluso aquello que les importa, postergan las
cosas porque perciben que tienen más tiempo que el real, hasta que llega el
límite y deben actuar apurados.

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2. Foco: es la habilidad de concentrarse en las tareas, de poder dejarlas
para hacer alguna otra cosa y de retomarlas nuevamente, sin distraerse. Los con
TDAH sienten que su concentración va desapareciendo gradualmente como si se
disolviera, provocando que se distraigan con sus propios pensamientos.

3. Esfuerzo: permite regular el estado de alerta, mantener el esfuerzo y


regular la velocidad mental. Los con TDAH tienen dificultad para mantenerse en
una tarea por largo tiempo (las breves no les ocasionan problemas), también
piensan más rápido o más lento de lo que necesitan. Les cuesta “apagar” la
mente por la noche, tienen mal dormir y despiertan cansados por la mañana.

4. Emoción: es la capacidad de controlar y manejar la frustración junto con


regular las emocionales adecuadamente. Los con TDAH sienten que las
emociones (sobre todo las negativas) los invaden sin desearlo y sin poder
controlarlas, impidiéndoles continuar con las tareas.

5. Memoria: como capacidad de usar la memoria funcional (auditiva y


visual/espacial) y tener acceso a los recuerdos. Los con TDAH sufren de
problemas al tratar de recordar cosas recientes, incluyendo las instrucciones
verbales.

6. Acción: es supervisar y controlar la acción propia. Los con TDAH tienen


dificultad para regular sus impulsos y para observar el resultado de sus
comportamientos, tanto mentales como físicos mientras los ejecutan. Por eso
suelen llegar a conclusiones erradas, a ofender a otros sin darse cuenta, y regular
la velocidad de lo que hacen.

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Según el Modelo Híbrido de las Funciones Ejecutivas, de Russel Barkley

1. Memoria de trabajo no verbal: es la capacidad de retener información


para valorar o estimar la información del pasado, prevenir consecuencias,
conciencia del tiempo y capacidad para imitar nuevos comportamientos
mediante el aprendizaje observacional. Básicamente es la capacidad de evaluar
si lo que hace está bien o mal realizado.

Con TDAH existe dificultad para retener las situaciones en la mente y la casi
incapacidad de manipular o actuar sobre esas situaciones. Hay problemas con la
memoria retrospectiva (recordar el pasado) y prospectiva (deducir el futuro). La
conducta anticipatoria es pobre (prepararse para algo que ocurrirá) y poco
conocimiento de sí mismo. Mal sentido del tiempo (siente que hay más tiempo
del real y no se organiza bien) y deficiente capacidad de actuar bajo reglas
simbólicas.

2. Memoria de trabajo verbal: es el habla autodirigida (hablarse a uno


mismo con el pensamiento) y permite la regulación del comportamiento, seguir
instrucciones, y supervisar una solución que estamos aplicando. Está
directamente relacionado con el aprendizaje vicario (lo que aprendemos de los
demás).

Con TDAH hay poca capacidad para describir, reflexionar, cuestionarse a sí


mismo y, por lo tanto, pobre capacidad de hallar una solución efectiva a los
problemas. Hay una deficiente capacidad de seguir instrucciones y poca
capacidad de crear sus propias reglas para conseguir metas. Además, existe un
deterioro de la comprensión lectora y el retraso del razonamiento moral (separar
lo bueno de lo malo).

3. Control de la motivación, de la emoción y del estado de alerta: es la


capacidad de comprender y contener las reacciones emocionales junto con
modificarlas si nos perjudican el logro de los objetivos. También permite generar

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nuevas emociones mediante la autorregulación emocional y de impulsos. La
motivación es controlada para que sea adecuada, ni menor, ni mayor.

Con TDAH hay problemas para para regular las emociones y los estados de
ánimo, también una menor capacidad de ser objetivo y de tomar consciencia
social. Hay una pobre capacidad de regular por sí mismo el estado de alerta (estar
despierto y atento) hacia una acción o tarea definida.

4. Reconstitución: es la capacidad de dividir (fragmentar) los


comportamientos observados para conocer sus partes y conductas menores,
además faculta para recombinar las acciones y crear nuevos comportamientos
dirigidos a la solución de problemas.

Con TDAH existen limitaciones para el análisis y síntesis de las conductas y


comportamientos, así como también una dificultad para crear nuevas reglas.
También hay menos creatividad y menos variación de las conductas dirigidas a
lograr objetivos. Ocurren menos simulaciones (actuar como si fuera X) y una
inmadura sintaxis del comportamiento (ordena y ejecuta de forma inmadura sus
conductas).

Pues, ya habiendo revisado las funciones ejecutivas podemos entrar en el


importante tema del déficit del control inhibitorio, algo que muchos
profesionales hemos consideramos como algo similar a la “madre de todos los
síntomas”, en el siguiente capítulo.

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Capítulo dos
DÉFICIT DEL CONTROL INHIBITORIO

El control de la inhibición se entiende como “la capacidad para inhibir las


respuestas impulsivas ya sea suprimiéndolas, postergándolas o reduciendo su
intensidad”. Inhibir los impulsos permite controlarlos y con esto lograr razonar
conductas y comportamientos más adecuados para la situación. Dicho de otra
manera, el control inhibitorio permite frenar los impulsos y actuar con más
sosiego y claridad mental permitiéndonos hacer un uso más eficiente a nuestra
inteligencia.

Sin embargo, el TDAH produce un déficit en esta capacidad y además


perjudica a las demás funciones ejecutivas porque el control inhibitorio es la base
para que operen bien. Por esta razón es frecuente que los pacientes con TDAH,
sobre todo aquellos que puntúan altos niveles de coeficiente intelectual (CI o IQ),
con o sin rasgos de genialidad, manifiesten con frustración que no logran
aprovechar bien sus capacidades.

El déficit del control inhibitorio lo podemos ver manifestado en 3 tipos de


expresión impulsiva:

1. Motora: hiperactividad e inquietud (la persona no logra inhibir el


impulso de moverse, y de intentarlo debe dedicar demasiado trabajo y atención
en lograrlo perjudicando notablemente las tareas que realiza).

2. Atencional: distractibilidad y dificultad para dar atención (la persona no


logra inhibir el impulso por dar atención a otras cosas y esto provoca que le sea
muy difícil mantenerse concentrado a menos que se encuentre muy motivado,
lo cual no es lo usual).

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3. Conductual: descontrol emocional e inquietud mental (la persona no
consigue inhibir sus reacciones emocionales y no consigue apaciguar sus
pensamientos, así como tampoco logra inhibir el impulso de tomar decisiones
apresuradas).

¿Recuerdas que en un inicio vimos la definición clínica breve dada al TDAH,


que describe que es un patrón persistente de inatención y/o hiperactividad-
impulsividad que interfiere con el funcionamiento o el desarrollo de la persona?

Si te fijas, la manifestación del déficit en el control inhibitorio habla de


inatención, hiperactividad e impulsividad. Es más, si tomas la lista de los síntomas
del TDAH verás que entre líneas todos apuntan al problema de la inhibición, así
como casi todas las comorbilidades que se asocian a un TDAH. Por lo tanto, el
TDAH es “un trastorno en el control de la inhibición”. Todo lo demás es resultado
de eso.

Como es un problema en la capacidad para inhibir, y esta característica


impide que las demás funciones ejecutivas operen al máximo que les permita su
atraso en el desarrollo neurológico, tenemos por resultado que la persona con
TDAH no logra sacar el máximo provecho de sus capacidades. Si en cambio,
logramos desarrollar la capacidad del control de la inhibición, pues la persona irá
mejorando su desempeño global y especial.

Por consiguiente: “todo tratamiento debería implementar la intervención


directa en la capacidad de inhibir”.

El desarrollo del control de la inhibición, así como con cualquier función


cerebral de cualquier tipo y clase se consigue estimulando con frecuencia las
redes neuronales y partes cerebrales encargadas de ésta, esto significa, en
palabras simples: “usar conscientemente las funciones que queremos
potenciar”. Por ejemplo, para mejorar el pensamiento matemático debemos

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ejercitar matemáticas con frecuencia; para mejorar el lenguaje, debemos hacer
uso de la lectura y de la expresión oral y escrita con frecuencia. Para mejorar el
control de la inhibición, debemos practicar el autocontrol y las conductas
razonadas con frecuencia.

Lo que ocurre dentro del cerebro al estimular frecuentemente las


funciones deseadas es una mejora de la conexión entre las neuronas gracias al
engrosamiento y al crecimiento de las dendritas, entre otros, que fortalece las
áreas cerebrales implicadas al hacer más densa e interconectada la red neuronal,
claro está que dentro de ciertos límites biológicos dados por la genética y
también por, en este caso, el TDAH.

En el caso puntual del déficit en el control de la inhibición debemos


recordar que existe un retraso en la maduración que hará de límite biológico.
Esto quiere decir que, aunque estimulemos de la mejor manera siempre existirá
un tope, lo cual debe tenerse presente para no caer en la dañina esperanza que
el paciente podría lograr un desarrollo completo.

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Mi propuesta para las metas del tratamiento

Sabemos que el TDAH es un trastorno del neurodesarrollo y esto provoca


que distintas partes del cerebro no se desarrollen a la velocidad esperada pero
que, de todos modos, van creciendo a medida que la persona cumple años.
Sabemos también que hay una serie de funciones ejecutivas que sufren las
consecuencias del atraso en el desarrollo y que esto genera un conjunto de
síntomas determinados.

Ahora sabemos que las funciones ejecutivas no pueden ser totalmente


aprovechadas ni mejoradas satisfactoriamente, sin importar su potencial real,
debido a que existe ese déficit del control inhibitorio que impacta en ellas
constantemente.

Personalmente recomiendo que el terapeuta se base en las 5 metas


elementales que he desarrollado como propuesta para el tratamiento y
desarrollo del control inhibitorio. Estas además las aplico en la técnica que he
creado y que describo en la segunda parte de este libro:

1. Consciencia de impulsividad: la persona debe tomar consciencia que su


comportamiento diario está fuertemente ligado a impulsos de tipo motor,
atencional y conductual incluyendo a los procesos mentales como, por ejemplo:
el pensamiento impulsivo y la toma apresurada de decisiones irreflexivas. Al
mismo tiempo debe conocer que tiene la posibilidad de mejorar el autocontrol si
sigue tratamiento o entrenamiento.

Una persona que toma consciencia de sus actos y de las consecuencias que
provoca hacia sí mismo y hacia los demás, pues comienza a sentirse responsable,
en consecuencia, se genera un cambio en la percepción de sí mismo que lo
impulsa a buscar mejorar y es tarea del profesional dar una buena orientación.

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Es importante en este punto tener en cuenta que no es lo mismo tomar
consciencia de los actos que el simple entendimiento de los mismos. Tomar
conciencia implica reconocer y aceptar la realidad que nos rodea y darnos cuenta
de cómo participamos en ella, ya sea siendo influidos como también siendo
influenciadores.

Entender, por otro lado, es un ejercicio racional en el cual encontramos la


lógica de las cosas, pero sin darnos cuenta realmente de cómo participamos en
ellas, por lo tanto, si el paciente con TDAH únicamente entiende que es impulsivo
(lo mismo si entiende cualquier otra característica del trastorno como de sí
mismo) no sentirá la motivación por aprender a controlarse: sabrá que lo
necesita, pero no le dará el valor suficiente como para hacer algo al respecto.

Una manera de conseguir esta meta es identificar qué impulsos son los más
dominantes en situaciones relativamente críticas. Esto es facilitar y guiar al
paciente en la búsqueda de recuerdos sobre qué hace y qué ocurre cuando se
siente sometido a las emociones básicas y cuáles de éstas son las que más le
gatillan respuestas inadecuadas. Sin duda lo serán: la rabia, el miedo y la
frustración, quizá alguna otra.

Este ejercicio ayuda a la toma de consciencia y además genera un estado


de alerta cuando sienta que está sujeto a éstas emociones, con lo cual aumenta
la probabilidad de autosupervisarse y de recuperar el control más prontamente,
al mismo tiempo que ejercita la habilidad de la inhibición y de otras funciones
ejecutivas.

De forma paralela es necesario que el terapeuta oriente al paciente


respecto a qué conductas y comportamientos podrían haber sido más adecuados
en las situaciones recordadas, con esto se produce un autoentrenamiento para
afrontar situaciones emocionalmente similares en el futuro porque se genera un
aprendizaje especulativo que brinda un repertorio de opciones predefinidas y
modificables según la necesidad del momento.

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2. Autocontrol por partes: considerando que el cerebro TDAH está
configurado, debido a su déficit del neurodesarrollo, para ser impulsivo en lo
motor, en lo atencional y en lo conductual, no es prudente obligar y presionar
que todos los impulsos sean suficientemente frenados, postergados o reducidos
en intensidad hasta que la persona sea socialmente normal (igual a la mayoría),
porque se actuaría en contra de la neurobiología del paciente y en contra de su
manera de percibir y de comprender la vida; esto generaría trastornos
psicológicos-psiquiátricos y somatizaría en enfermedades corporales de diversas
gravedades.

Lo correcto es dedicarse a ir desarrollando la habilidad del control


inhibitorio por partes, tomando cada una como una sub-meta. Se comienza con
las conductas más perjudiciales socialmente. Por ejemplo, iniciar con la
agresividad en general y la inquietud motora en ambientes académicos-
laborales, luego la inquietud mental y la toma irreflexiva de decisiones. Según
cada caso será el orden de las conductas a trabajar, pero dado que lo intervenido
en el fondo es el control inhibitorio, independientemente de las conductas
intervenidas, desde un inicio ya se está fomentando el desarrollo y la mejora de
la capacidad de inhibición.

Es importante que el profesional recuerde que la personalidad se forma


combinando el temperamento (herencia genética) con el carácter (percepción y
comprensión de la vida producto de la experiencia), por tanto y considerando
que el TDAH aparece en la infancia, el paciente va a tener parte de su estructura
(y estilo) de personalidad adaptada y construida en función a los síntomas del
trastorno.

Esto debería tenerse en cuenta porque lo esperable es que el paciente


haya generado rasgos de personalidad en relación al TDAH, sin ser síntomas del
TDAH, siendo en este caso imposible de tratar u optimizar sin una psicoterapia

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clínica o una intervención profunda de desarrollo personal en caso que estos
rasgos le sean perjudiciales.

3. Impulsividad relativa: cuando el paciente está logrando un autocontrol,


aunque sea mínimo, es adecuado que se le haga consciente que por su propia
naturaleza neurobiológica requiere de expresar impulsos, pero que éstos deben
ser manifestados con asertividad, tino y criterio en contextos donde no haya
perjuicio para él ni para terceros.

Esto sirve de desahogo frente a la frustración inherente del autocontrol de


los impulsos, y puede dársele las recomendaciones clásicas: deportes, artes,
actividades al aire libre u otras que le agraden y motiven, que al mismo tiempo
le generen la necesidad positiva de autocontrolarse y autosupervisarse en las
instancias que a él le plazcan, en la intensidad que él quiera.

No obstante, para ir más allá y ayudarle a generar un desarrollo de mayor


profundidad e importancia lo recomendable es orientarlo y asesorarlo para que
pueda manifestar sus impulsos en el día a día. Para esto pueden emplearse los
siguientes temas de trabajo: manejo de la intensidad al manifestar los impulsos
para evitar perder la racionalidad; coherencia de la manifestación con la situación
dada; evaluación del impacto en los demás frente a la manifestación del impulso
para monitorear efectos, sobre todo los contraproducentes; etc.

El objetivo es que consiga expresar sus impulsos de manera controlada,


con lo cual entrena y desarrolla su capacidad de inhibir evitando la tortura
psíquica y física de la represión total de las emociones.

Permitirle esta modalidad de manifestación impulsiva, además del


beneficio comentado, también mejora la confianza en sí mismo porque puede
observar y darse cuenta que es capaz de manejarse y de superarse. La
satisfacción personal lo motiva a continuar practicando y a vencer obstáculos y
prejuicios sobre sí mismo.

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4. Readecuación en la expresión de rasgos: el paciente al percibir que va
logrando un control de los impulsos, y que gracias a esto las demás funciones
ejecutivas comienzan a operar de mejor manera, sumado a que está observando
que su calidad de vida ha obtenido una probable mejora, pues necesitará realizar
readecuaciones en la expresión de algunos de sus rasgos de personalidad para
que actúen en consonancia con los cambios que están ocurriendo.

Explicado de otro modo, el paciente necesitará ir adecuando sus formas de


actuar a unas más acordes al objetivo de aprovechar el desarrollo de sus
cualidades. Para conseguirlo requiere de la orientación del profesional y
posiblemente de una intervención de corte cognitivo-conductual dentro de su
tratamiento principal.

El obstáculo que seguramente acaecerá en todos, o casi todos los casos, es


la presencia de algún grado de resistencia al cambio. Esto es la tendencia a
mantener los viejos hábitos y creencias por temor a lo nuevo y a lo que lo nuevo
requiere de uno mismo. De todos modos, la resistencia al cambio puede ser
intervenida directamente con técnicas corrientes como el facilitar que la persona
tome consciencia de las ventajas y oportunidades junto con informarse respecto
al nuevo contexto.

5. Supervisión y autosupervisión: consiste en que el profesional monitoree


los avances y dificultades del paciente brindándole una guía, sobre todo al inicio
del proceso.

Simultáneamente el paciente tiene que, con la ayuda del profesional y


también por su propia cuenta, observar y evaluar su propio proceso de
desarrollo, identificando las ventajas, desventajas, fortalezas y debilidades. De
esta manera ambos, profesional y paciente, contarán con una mejor percepción
de la situación, lo cual a su vez permite establecer planes de trabajo primarios y
secundarios junto con tener puntos de referencia para comparar los avances.

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Estas 5 metas deberían aplicarse al mismo tiempo durante la intervención,
ajustándolas según los avances, criterio y edad del paciente además de las
propias técnicas y modelos teóricos que domine el profesional.

Cabe notar que estas 5 metas están relativamente relacionadas con la


TSMI que presento en la segunda parte del texto.

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SEGUNDA PARTE
TÉCNICA SCHULZ DE GESTIÓN DE LA DISTRACCIÓN EN EL TDAH
(TSGD-TDAH)

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Capítulo tres
INFORMACIÓN GENERAL
TÉCNICA SCHULZ DE GESTIÓN DE LA DISTRACCIÓN EN EL TDAH

El nombre original de la técnica fue: “Técnica Schulz para Desarrollo del


Control Inhibitorio en el TDAH” pero concluí que la mayoría no lo entendería
debido a que pocas personas conocen la existencia del déficit en el control
inhibitorio en el TDAH. Opté entonces por colocar como nombre el beneficio
genérico que se consigue.

El desarrollo de la capacidad del control inhibitorio permite que en primera


instancia los impulsos puedan comenzar a ser manejados más adecuadamente
gracias al entrenamiento de su control, y en segunda instancia la práctica
frecuente de la inhibición de manera voluntaria, estimula el desarrollo de las
redes neuronales responsables de la propia capacidad de inhibición y de las
demás funciones ejecutivas.

Es relevante señalar que la técnica puede ser modificada y adecuarse


según las necesidades y optimizaciones que requiera cada caso, sin embargo,
para que ésta funcione deben respetarse sus ciclos y los objetivos de cada uno
de ellos. De alterarse los ciclos y sus objetivos la técnica dejará de ser tal y se
transformará en otra cosa que desconozco.

La base teórica clínica, psicológica y neuropsicológica de esta técnica, es la


misma que para el déficit en el control inhibitorio y que para las demás funciones
ejecutivas descritas anteriormente, nada está inventado y nada es producto de
suposiciones.

Del mismo modo, la base de aplicación tiene fundamentos clínicos ya


comprobados por la Psicología desde hace décadas, por lo tanto, tampoco en la
aplicación existen elementos inventados o supuestos.

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Características de la aplicación

El grado de desarrollo del criterio del usuario indica cuál de las 3 formas de
aplicación le conviene más. Con el término “criterio” estamos entendiendo la
capacidad de actuar juiciosamente con consciencia y aceptación de la realidad,
de cómo influye en ella y de cómo es influenciado por ella. Otra manera de
entender “criterio” es en base a la madurez del usuario, es decir, que tan bien o
mal responde a sus responsabilidades personales y con los demás.

1- Forma autogestionada: el usuario aplica la técnica sobre sí mismo y


puede contar (idealmente) con la ayuda de un profesional para solucionar dudas,
sobre todo al inicio.

La recomiendo para quienes poseen un grado de criterio desarrollado,


independiente de su edad, por ejemplo: adolescentes y adultos claramente
responsables que tengan consciencia de sus síntomas del TDAH (los cuales deben
ser leves o moderados, como máximo) y que deseen hacerse cargo del manejo
de éstos.

2- Forma dirigida por terceros: el usuario realiza los ejercicios dirigido por
otra persona, como lo puede ser un profesional, los padres o tutores, profesores
u otros.

La recomiendo para niños desde los 8 años debido a que criterio infantil
les impide tener un criterio apto para darse cuenta del real impacto de los
síntomas del TDAH y de la necesidad de intervención, por lo tanto, requieren de
una guía permanente hasta conseguir un criterio adecuado con la edad y con la
experiencia.

3- Forma mixta: el usuario aplica la técnica autogestionada, en


combinación con sesiones en las cuales un profesional lo guía y supervisa.

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La recomiendo para casos en los cuales el usuario es adolescente o adulto,
con TDAH sin tratar y/o síntomas moderados o graves que dificultan la aplicación
únicamente autogestionada, hasta que consiga una reducción de la intensidad
de los síntomas a un grado que le permitan la autogestión.

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¿Quiénes y cómo pueden supervisar la técnica?

Por lógica, el supervisor o guía ideal es un profesional de la Salud Mental


que conozca los síntomas del TDAH, sus causas y sus detalles para poder
interpretar con certeza las dificultades, los resultados y los avances que va
consiguiendo el usuario sobre el cual se aplica la técnica.

Sin embargo, es posible que cualquier persona que tenga conocimientos


relativamente decentes sobre el TDAH, o al menos sobre trastorno ansioso y
afines, pueda identificar de manera general estos avances y resultados.

En el caso de la autosupervisión, es decir, la percepción del usuario sobre


sus propios avances y logros es un factor clave y único debido a que únicamente
él va a ser capaz de evaluar el aumento en la calidad de vida, puesto que solo él
sabe lo que quiere para sí y esto lo debe tener presente quien lo guía y supervise.

Para una autosupervisión efectiva es imperativo que el usuario tenga


conocimientos básicos de su trastorno y sea consciente de sus síntomas más
evidentes, así podrá valorar el grado de mejora, los obstáculos que se le
presentan y la cantidad relativa del desarrollo de su capacidad de inhibición.
Debido a esto es que no recomiendo la técnica a menores de 8 años y sugiero
que los niños sean trabajados con la forma dirigida por terceros.

Un factor que considero importante radica en el hecho que el usuario


comienza a percibir que puede manejar sus síntomas. Sin importar la edad del
usuario, su criterio, la gravedad de sus síntomas y las características clínicas de
las comorbilidades existentes, darse cuenta que existe la posibilidad de dar un
cierto manejo, aunque sea mínimo, desde el principio de la aplicación de la
técnica, genera una sensación de satisfacción personal que fortalece la confianza
en sí mismo y esto es fundamental en su tratamiento porque refuerza las
conductas positivas esperadas.

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Obviamente cuando se trabaja con niños es menester del adulto mostrarle
sus avances, aunque éstos sean ínfimos. Al hacerlo, el adulto debería asegurarse
de describir en palabras simples, de forma breve y con ejemplos concretos el
beneficio para el propio niño y para los demás, felicitándolo inmediatamente y
tal vez dándole algún premio no material luego de algunas horas desde la
felicitación. De esta manera está estimulando el desarrollo del criterio consciente
en el menor al mismo tiempo que refuerzan las conductas positivas esperadas,
junto con fortalecer un poco la tolerancia a esperar las recompensas.

En el caso de todos los niños y en los casos de adolescentes con bajo


desarrollo del criterio sugiero que las felicitaciones y los refuerzos sean
moderados, evitando que interpreten sus logros como éxitos totales porque no
lo son, sino que son parte de una serie de logros que deberían ir consiguiendo;
de interpretar que han conseguido inmensos éxitos podrían no hallar sentido a
continuar.

En los casos con adolescentes y adultos que tienen el criterio relativamente


formado para su edad, las felicitaciones y refuerzos en general pueden ser
moderados o efusivos pero lo importante es que quien los guíe o supervise se
asegure que entiendan las consecuencias de sus avances, es decir que
racionalmente encuentren las ventajas y posibilidades nacidas gracias a los
avances.

Recomiendo nunca emplear felicitaciones y refuerzos leves, así como


tampoco utilizar castigos. La razón está en que todas las personas con TDAH
sufren de “disforia al rechazo”, esto es una hipersensibilidad a sentirse
rechazada, criticada negativamente, humillada, insultada y otras ofensas a la
dignidad por alguna persona que les sea significativa en la vida, que en este caso
sería el guía o supervisor. Es preferible asegurarse que el usuario responda bien
ante los refuerzos y felicitaciones en vez de hacer peligrar sus avances debido a
que quien lo ayuda le generó, por descuido, un episodio de disforia al rechazo.

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Resultados esperables

Primero que todo, la técnica estimula y desarrolla el uso de la memoria de


trabajo no verbal, de trabajo verbal, el control motivacional, emocional y del
estado de alerta. También requiere que el usuario emplee la capacidad de
reconstitución. Es decir, la aplicación provoca que la persona, sin darse cuenta (a
menos que conozca bastante bien su propio funcionamiento neuropsicológico)
haga uso de las funciones ejecutivas afectadas por el TDAH y en especial del
control inhibitorio (para detalles, leer las dos listas de las funciones ejecutivas en
la primera parte del libro, en especial del “Modelo Híbrido de las Funciones
Ejecutivas” de R. Barkley).

Los resultados directos abordan la autogestión de la distractibilidad, es


decir, el usuario va consiguiendo mejorar la capacidad de escoger cuándo, con
qué y por cuánto tiempo distraerse, o no distraerse.

El desarrollo de esta habilidad es la clave para conseguir cualquier otro tipo


de beneficio más profundo porque como distractor se encuentran todos los
pensamientos, todas las emociones y todas las sensaciones corporales además
de todas las respuestas automáticas y aprendidas frente a los estímulos externos,
por consiguiente, si el usuario desea lograr gestionar sus reacciones ante
cualquier cosa que lo distraiga, es imperativo y fundamental que primero logre
aprender a gestionar el impulso por distraerse en general, antes de practicar el
control inhibitorio en situaciones específicas y complejas de su vida.

El uso frecuente de la técnica, por naturaleza propia del aprendizaje de tipo


“pre-asociativo” comienza a desarrollar el fenómeno de la habituación al uso de
la misma y a los estímulos distractores habituales. Esto quiere decir que mientras
más la utilice, menos deberá recordar y pensar en usarla, al mismo tiempo que
los estímulos distractores habituales perderán parte de su efecto distractor hasta
resultar manejables. Esto quiere decir que mientras más use la técnica, ésta

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pasará de ser una herramienta a ser un comportamiento natural, adquirido y
naturalizado en el usuario.

Sobre lo anterior es necesario considerar que, de todos modos, debido al


fenómeno pre-asociativo de la sensibilización, cualquier estímulo distractor
suficientemente intenso, novedoso o atractivo provocará distracción en algún
grado. Esto es normal para todas las personas.

29
Capítulo cuatro
DESCRIPCIÓN DE LOS 3 CICLOS Y DE SUS OBJETIVOS

El concepto de “ciclo” proviene de “círculo”, o sea algo que no tiene un


término definido y al hablar de “cíclico” nos referimos a que ese algo pasa de
estado en estado constantemente sin que exista una etapa o fase final. Del
mismo modo opera esta técnica, no tiene un final determinado excepto que el
usuario opte por detenerla cuando ha obtenido los objetivos deseados.

Consta de 3 ciclos y cada uno contiene sus propios objetivos basados en la


percepción del usuario y distintas formas de aprendizaje asociativo y no-
asociativo que operan en conjunto interactuando entre ciclos, así como también
por separado en cada ciclo específico.

Cabe señalar que cada ciclo se refuerza a sí mismo, y el conjunto de ellos


refuerza la técnica en general aprovechando tanto las cualidades generales de
las personas comunes y además aprovechando algunas de las particularidades
del propio TDAH.

Por último, antes de describir cada ciclo y sus objetivos, es necesario


informar que esta técnica está diseñada “exclusivamente” para personas con
TDAH (con o sin comorbilidades), por lo tanto, no puedo recomendarla a quienes
sufren de otros trastornos o problemas dado que no los he considerado en lo
absoluto en el análisis y diseño.

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Primer ciclo
Aumento del impulso

Consiste que cuando el usuario siente el impulso por distraerse “no se


esfuerza en luchar contra él para reprimirlo”, sino que lo posterga
voluntariamente. Reprimir es bloquear en contra del deseo propio, por tanto,
reprimir el impulso tiene una connotación negativa, provoca una acumulación
innecesaria de emociones nocivas y genera mayor probabilidad de explosiones
de éstas, así como también de somatizaciones (enfermedades y otras reacciones
físicas). Además, para una persona con TDAH reprimir un impulso es muy difícil
producto de su déficit en el control inhibitorio (por esto es contraproducente
“castigar” a los con TDAH, en vez de enseñarles autocontrol y racionalización de
los problemas).

En cambio, en vez de reprimir el impulso, el usuario en este ciclo “se da


permiso” para aumentarlo “postergando la conducta impulsiva” por algunos
segundos, minutos u horas, hasta sentirse incómodo. En efecto, inclusive es
común que el impulso desaparezca al ser postergado.

El hecho de permitirse aumentar el impulso mediante la postergación


voluntaria de la conducta impulsiva genera la satisfactoria sensación de
autocontrol, junto con estimular el desarrollo del control inhibitorio (autocontrol
incluido) y la activación de otras funciones ejecutivas entre ellas las necesarias
para el aprendizaje.

Al postergar voluntariamente un impulso la persona está haciendo uso de


su criterio y de su atención consciente, aprende y refuerza aprendizajes positivos.
En cambio, al reprimir un impulso la persona se siente frustrada, genera
recuerdos negativos, asocia los impulsos con emociones, pensamientos,
situaciones y sensaciones desagradables, siendo contraproducente para el
aprendizaje de conductas que se desean incorporar.

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Recomiendo 2 maneras de motivar al usuario para conseguir que desee
postergar voluntariamente los impulsos. La primera requiere de mayor esfuerzo
y criterio, por lo tanto, la sugiero como exclusiva para quienes tienen suficiente
madurez emocional e intelectual, y la segunda está pensada para el uso diario de
niños y adultos en general:

1- Desarrollo personal: siendo la de mayor complejidad, consiste en apelar


al deseo de ser mejor y de superar barreras personales que se arrastran desde la
niñez, postergando el impulso de distraerse. Esta manera requiere
necesariamente que el usuario razone fría y tranquilamente respecto a la
prioridad de la tarea que realiza y que le otorgue la importancia que tiene
realmente, considerando las implicancias de terminarla versus de no terminarla;
luego, racionalmente posicionar mentalmente esta tarea por encima de los
estímulos distractores esgrimiendo la diferencia de importancia.

Normalmente una persona común puede hacerlo casi automáticamente,


no obstante, con TDAH y su déficit de la capacidad de identificar prioridades
(entre otras), el ejercicio mental consciente de analizar y de jerarquizar las cosas
(tareas versus distractores) permite al usuario tener un esquema mental que le
sirve de guía, inclusive puede escribirlo en papel para tenerlo cerca. No obstante,
es imprescindible que el usuario, primero que todo tenga el criterio para ejecutar
este método, y segundo, debe reunir las condiciones de sentirse tranquilo, no ser
interrumpido, y que en el entorno no exista una cantidad excesiva de distractores
para alguien con TDAH.

Es esperable que al brindar la importancia que corresponde a su tarea el


usuario sienta algún nivel de rabia cuando surge un estímulo distractor, ya sea
interno o externo; esto es producto de la frustración de no poder continuar
tranquilo y concentrado. La rabia sentida puede ser encauzada para aumentar la
importancia dada a la tarea mediante un gesto, mental o físico, de desprecio
hacia los distractores y hacia el impulso de distraerse. Es algo similar a “barrer” o
“correr” gestualmente la atención dedicada al distractor al mismo tiempo que

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regresa a su tarea. El impulso de distraerse aumentará hasta volverse incómodo,
lo cual se trabaja en el tercer ciclo, si es que no ha desaparecido antes.

2- Juego personal: consiste en tomar el acto de postergar el impulso de


distraerse, hasta sentirse incómodo o que desaparezca, como una actividad
lúdica de desafío personal.

Siendo bastante más fácil que la anterior, y por ende más factible de
utilizar en cualquier situación y contexto, esta manera apela a desafiarse o a
demostrarse a sí mismo, dentro de un contexto mental de competencia sana,
cuánto tiempo se logra postergar la conducta impulsiva. En caso de los niños
puede plantearse por el guía o supervisor como un juego de “a ver quién dura
más resistiendo las ganas de…”, y en adultos, un autodesafío estilo “veamos
cuánto tolero las ganas de… mientras hago mi tarea”.

Al ser un ejercicio que combina el juego con el desafío personal adopta un


valor positivo y estimulante que sutilmente, casi de forma imperceptible para el
usuario, hace uso de la rabia normalmente generada por el TDAH frente a la
frustración y la convierte en energía útil que es gastada en el ejercicio. El impulso
aumentado es manejado en el tercer ciclo, si es que no ha desaparecido.

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Segundo ciclo
Generar hiperfoco TDAH

Prácticamente todas las personas con TDAH tenemos esta particularidad


denominada “hiperfoco” y consiste que podemos centrar nuestra atención en
una sola tarea o cosa de manera muy extrema, sin distraernos casi ante nada y
brindar una concentración muy elevada, casi como un láser, que puede durar
inclusive días. El punto “en contra” está en que sin darnos cuenta tendemos a
perder la consciencia del tiempo y a olvidar hacer otras cosas, banales e
importantes, por igual.

Para que el efecto hiperfoco surja es necesario que la tarea o cosa resulte
de bastante interés para nosotros, algo motivador, pero como no es normal que
“todas las tareas y cosas” sean motivadoras, entonces tenemos que usar algún
truco que nos ayude, requerimos de un “hackeo” a nuestro sistema mental.

Para conseguir trucarnos a nosotros mismos y convertir en motivante algo


que normalmente percibimos como aburrido o molesto, únicamente cambiamos
el foco de la atención desde el elemento aquel hacia otro elemento que se le
desprenda y que nos guste, con esto nuestra percepción va a cambiar de manera
positiva. Dicho de otro modo, es “hacer interesante aquello que no lo es, usando
algo que se le relacione”.

Algunos ejemplos: si odias resolver problemas matemáticos, pero resulta


que te gusta diseñar “macros” de Excel y crear operaciones automatizadas, pues
diviértete generando “macros” y automatizaciones para resolver la tarea de
matemáticas. Si detestas escribir y te toca redactar un escrito, pero te gusta la
música clásica, pues escucha un compositor que adores mientras te dejas llevar
por las melodías al pensar qué y cómo escribir.

Si desagradas estudiar cierta materia, pero te gusta explicar y enseñar,


pues simula que estás dando clases de esa materia a un grupo de personas

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imaginarias y la aprenderás sin esfuerzo. Si no te gusta tostar pan, pero te gusta
esparcir mermelada, tuesta el pan mientras te preparas para esparcirle
mermelada a tu gusto.

En síntesis, es llevar la tarea desagradable desde un primer plano, en el


cual originalmente es lo más importante, a un segundo plano en el cual sólo es
un trámite, poniendo en su reemplazo, como lo más importante, aquello que te
agrada y motiva. El resultado es que conseguirás hacer ambas cosas disfrutando
y concentrado.

Ahora bien, si aquella tarea te gusta pues no necesitas del trucarte a ti


mismo con la técnica de hacer interesante aquello que no lo es, aunque podrías
desear aumentar el nivel de atención y utilizarla de todos modos.

El propósito de utilizar en algún grado el hiperfoco TDAH en este ciclo


radica en dos puntos, el primero es tener un aval motivacional que nos facilite
realizar la propia tarea, y el segundo es contar con una especie de seguro que nos
ayudará a regresar a la tarea luego de ejecutar el tercer ciclo, explicado a
continuación.

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Tercer ciclo
Satisfacción del impulso aumentado y recuperación de la tarea

Todos los con TDAH necesitamos obtener recompensas y resultados


rápidos debido a nuestro déficit en la generación de dopamina y de
noradrenalina, si a esto le sumamos que el impulso está aumentado porque en
el primer ciclo voluntariamente inhibimos la conducta impulsiva, pues el
resultado es una inmensa necesidad de sentir alguna satisfacción que, de ser
obtenida ayudará a generar dopamina y noradrenalina junto con calmar nuestra
ansiedad.

Entonces, al percibirnos incómodos debido a que hemos estado inhibiendo


voluntariamente la conducta impulsiva de distraernos, y esa incomodidad es
realmente molesta (tanto que nos puede provocar una reacción impulsiva que
no podamos controlar), pues solo entonces y no antes de esto, procedemos a
ejecutar la conducta impulsiva que hemos estado inhibiendo y a disfrutar el
desahogo.

La manera de ejecutar esa conducta es pensada. No debemos soltarla


como salga y ya. Nada de eso, esto se trata de manejarla para que no nos cause
un perjuicio a nosotros ni a otras personas. Dicho de otra manera, se expresa con
tino, tacto y criterio.

Además, la manifestación de esa conducta impulsiva de distracción no


puede ser por un tiempo eterno, sino que justo lo suficiente para que no nos
quite tiempo o que nos reduzca el interés por la tarea. Para lograrlo únicamente
podemos hacer uso del criterio personal, o en el caso de los niños, que un adulto
guíe. No obstante, la expresión no debería ser más que de algunos segundos,
máximo un minuto.

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La recuperación de la tarea será ayudada por el hiperfoco y por la
motivación conseguida gracias a la técnica de hacer interesante lo que no lo es,
visto en el segundo ciclo.

Los beneficios de este ciclo son la propia satisfacción al liberar la tensión


acumulada; la enseñanza al cerebro que detrás del autocontrol está una
recompensa (aprendizaje por asociación) lo que aumenta la probabilidad de
repetir la conducta deseada (o sea, contener voluntariamente el impulso); y
mejorar la confianza en uno mismo al observar que somos capaces de optimizar
la capacidad de inhibir las conductas impulsivas.

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Capítulo cinco
APLICACIÓN

La técnica es tan sencilla que basta con seguir los pasos según este manual
solo algunas veces para conseguir comprender su funcionamiento, los beneficios
y generar la experiencia para ejecutarla sin necesitar volver a leer los pasos.

He separado la aplicación en dos, una para adultos y otra para ilustrar el


trabajo con niños.

Aplicación en adultos

Primero: al sentir el impulso por distraernos escogemos contenernos y


evitamos dirigir la atención hacia el estímulo que nos distrajo, esto provoca una
tensión interna y un aumento del impulso de atender aquello. Sin importar esto,
seguimos porfiadamente con la tarea que tenemos frente aguantando el deseo
casi irrefrenable de abandonarla para atender el distractor. Ya sea porque lo
interpretamos como un importante desafío personal que al superarnos nos hará
mejores, o porque lo interpretamos como un simpático y desafiante juego
personal.

Segundo: al inicio de la tarea y durante ésta, usamos el truco de hacerla


interesante, comentado anteriormente. Esto nos ayudará a tener la motivación
de mantenernos en la tarea y de volver a ella cuando nos permitamos
distraernos.

Tercero: cuando sintamos que la tensión interna por estar conteniendo el


impulso de distraernos comienza a afectar la tarea, solo entonces nos permitimos
realizar la conducta de distraernos prestando atención a aquello que nos provoca
la distracción. Esto es controlado, por tanto, únicamente podemos permitirnos

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un tiempo breve, ojalá sin sobrepasar unos treinta a sesenta segundos de
distracción. Y retomamos la tarea recomenzando el ciclo primero.

El beneficio global de estos tres ciclos radica, como ya se ha descrito, en la


estimulación de las partes del cerebro encargadas del control inhibitorio y de
otras funciones ejecutivas, con lo que al realizar la técnica estarán siendo
entrenadas y desarrolladas.

Al mismo tiempo, el cerebro estará aprendiendo por medio del


condicionamiento a esperar un premio después de haber inhibido el impulso de
distraerse, con lo cual la probabilidad de repetir y hacer común la conducta de
autocontrolarse irá en aumento y podrá ser, en parte, incorporada en los
aprendizajes automáticos.

Aplicación en niños

Primero: se les indica que harán un juego de “quién, esta vez, dura más
haciendo la tarea”. Cada vez que un niño se distraiga se le recuerda amablemente
que están jugando al “quién, esta vez, dura más”. Podría ofrecérseles a todos
ellos un pequeño premio si se esfuerzan, pero sin dejar a ningún niño fuera para
así evitar la percepción de castigo.

Cabe notar que la frase inicial puede cambiarse según el contexto,


necesidad y edad de los niños, por ejemplo: “quién dura más esta vez”, “a ver
cuánto aguantamos hoy”, “seamos más fuertes hoy”, “juguemos a ser
máquinas”, u otras frases más pertinentes e inclusive tomar de ejemplo algún
personaje de la televisión o cuentos que manifieste la habilidad de controlar la
distracción y jugar a imitarlo. En fin, hay tantas maneras según como sea la
creatividad del adulto. La tarea puede ser cualquier actividad.

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Segundo: si la tarea a realizar no es completamente motivante para los
niños, lo cual es lo esperable, entonces se emplea el truco de hacer interesante
aquello que no lo es, explicado en líneas anteriores. Para esto, y considerando
que son niños, el adulto puede observar qué cosa en relación a la tarea les
agrada. Por ejemplo, no les gusta estudiar historia, pero les gusta ver los dibujos
y fotografías del texto, entonces se les pregunta por el significado de las
imágenes junto con invitarlos a descubrirlo leyendo las partes del texto
correspondientes, logrando así que aprendan historia.

Es necesario tener en consideración que al ser niños con TDAH los tiempos
que pueden atender la tarea son muy menores a los de niños sin TDAH, por lo
tanto, todo avance, por más pequeño que sea, es positivo.

Tercero: al observar que seguir el juego de resistir les impide hacer


relativamente bien la tarea entonces el adulto les permite un breve recreo que
no supere un minuto, orientándolos para que den atención al distractor que los
ha perturbado durante el juego, para que de este modo obtengan la satisfacción
de reducir la tensión interna. Luego, les recuerda el juego y siguiendo el ejemplo
anterior, los invita a regresar a la tarea utilizando el interés de conocer el
significado de las imágenes (o de lo que se esté realizando).

Naturalmente este entrenamiento, en el caso de trabajar con niños, tiene


que realizarse en un ambiente tranquilo con pocos distractores. El adulto tiene
que ser una persona con la voluntad de ayudar a los pequeños, ojalá además con
la experiencia en el trabajo con niños que sufren de problemas conductuales.

De ser necesario los niños pueden dividirse en grupos pequeños,


seleccionados según el grado de impulsividad-hiperactividad para adecuar mejor
la técnica y obtener mejores resultados en cada uno de ellos.

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El beneficio global en la aplicación con niños es similar a la con adultos, es
decir que hay una estimulación y desarrollo del control inhibitorio; un
aprendizaje por condicionamiento que luego de autocontrolarse hay un premio
que es permitirse manifestar la conducta de distracción; la satisfacción personal
al percibir que se es capaz de manejarse a sí mismo; y un trabajo y entrenamiento
directo con las demás funciones ejecutivas, entre otros.

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Capítulo seis
USO PROFESIONAL Y EXPERIMENTAL

Dado que la técnica opera desde un enfoque cognitivo y conductual para


conseguir efectos neurobiológicos es posible utilizar control de variables para
optimizarla y usarla en ámbitos profesionales y experimentales (investigación), e
inclusive para simplemente conseguir mejores resultados en casa.

Podemos controlar los estímulos distractores en número, tipo, intensidad,


frecuencia, lugar de ubicación, etc. También qué espacio físico utilizaremos y
modificar algunas de sus cualidades como la temperatura, iluminación, color,
cantidad y tipos de muebles, entre otros. Inclusive podemos optar por estar
solos, solos con el niño o adulto, con más personas o pacientes, en fin.

En el caso de disponer de una habitación que podamos manejar y adaptar,


es buena idea contar por lo menos con estímulos visuales, auditivos, táctiles y
olfativos para así trabajar sobre los sentidos básicos, también, si trabajamos con
pacientes e identificamos cuál de sus sentidos son los más utilizados para percibir
las cosas sabremos qué distractores le serán más poderosos que los demás,
aunque en intensidad y frecuencia sean semejantes, lo cual nos permitirá un
mejor manejo de los efectos.

De todos modos, para el caso de trabajar con niños, recomiendo iniciar


toda intervención con el mínimo de estímulos e ir aumentándolos en la medida
que el pequeño vaya obteniendo resultados en el control inhibitorio. Como no
hay una regla estándar, lo adecuado es ir probando cuando observemos los
avances y ajustar los estímulos evaluando el tiempo que dedica a las tareas y el
esfuerzo por mantenerse en ellas resistiendo los distractores.

Para el caso de adultos, pues lo que sugiero es iniciar la aplicación de la


técnica en entornos comunes y corrientes, incluso en centros de compra (malls),

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aunque lo ideal sería comenzar en espacios tranquilos como lo son algunas plazas
o naturaleza abierta, pero en los cuales no haya personas que puedan
interrumpir como si ocurriría en el trabajo o en el hogar si es que vive con más
personas.

Las tareas iniciales, para los niños, podrían ser tanto las que ejecutan en el
colegio como también en cuanto a la generación de hábitos como hacer la cama,
aseo personal, ordenar juguetes y artículos escolares, dedicar cierto tiempo a los
deberes escolares, y otros que incluyen actividades lúdicas como ver una película
poco entretenida o jugar algo no tan interesante.

En cuanto a los adultos, como tareas iniciales pueden ser el ordenar la


agenda, planificar los objetivos y metas del año, desarrollar algún proyecto,
conversar algo poco interesante con alguien no muy cercano y mantenerse en la
charla, y más.

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Actividades desprendidas

La técnica puede utilizarse también para fortalecer aspectos específicos en


relación a las funciones ejecutivas que deseen desarrollarse.

Por ejemplo, si la persona con TDAH necesita optimizar su capacidad de


toma de decisiones razonadas en vez de impulsivas, se puede someter a
ejercicios mentales que pueden incluir la técnica de imaginería o fantasía
controlada que lo expongan a estas situaciones (toma de decisiones) mientras
ejecuta la técnica. Para esto puede emplearse desde juegos de estrategia, juego
de roles (role playing), y debates.

Si requiere potenciar la capacidad de inhibir la inquietud física, pues


sentado en una silla debe esforzarse por mantener quietas las piernas y brazos
mientras lee un texto que lo aburra en extremo, mientras ejecuta la técnica
omitiendo, o no, el segundo ciclo.

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Alcance de las tareas

Éstas inicialmente son vistas como aquellas actividades que realizamos de


las que no queremos distraernos más de lo suficiente, no obstante, pueden
llevarse a niveles superiores.

Tarea también puede entenderse como intentar manejar de manera más


óptima los síntomas del TDAH, mejorar la vida laboral o familiar, superarse como
persona, mejorar la calidad de vida, y más. Es decir, son grandes e importantes
tareas que nos afectan de manera global si las ejecutamos y logramos avances.

Los distractores de estas grades tareas son, por obviedad, también


grandes. Una mala relación familiar, una pésima relación de pareja, un historial
laboral con muchos fracasos, cientos de proyectos abandonados sin haberlos
finalizado, la duda de si somos capaces, etc.

Para conseguir avanzar y obtener logros en estas grandes tareas es


imperativo lograr un mejor manejo de nuestra atención y dedicación. Para esto,
pues es necesario controlar la atención que damos a los grandes distractores y
para esto también sirve la técnica.

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