Jesus Sufrio
Jesus Sufrio
Jesus Sufrio
experimentar tanto
sufrimiento?
RESPUESTA
Jesús les dijo a Sus discípulos que su sufrimiento era cierto: "Es necesario que el
Hijo del Hombre padezca muchas cosas, y sea desechado por los ancianos, por
los principales sacerdotes y por los escribas, y que sea muerto, y resucite al
tercer día" (Lucas 9:22; cf. 17:25). Observen la palabra "necesario": Es necesario
que padezca, es necesario que lo maten. El sufrimiento de Cristo fue el plan de
Dios para la salvación del mundo.
El Salmo 22:14-18 es otro poderoso pasaje que predice los sufrimientos del
Mesías, “He sido derramado como aguas, y todos mis huesos se descoyuntaron;
mi corazón fue como cera, derritiéndose en medio de mis entrañas. Como un
tiesto se secó mi vigor, y mi lengua se pegó a mi paladar, y me has puesto en el
polvo de la muerte. Porque perros me han rodeado; me ha cercado cuadrilla de
malignos; horadaron mis manos y mis pies. Contar puedo todos mis huesos;
entre tanto, ellos me miran y me observan. Repartieron entre sí mis vestidos, y
sobre mi ropa echaron suertes”. Para que ésta y otras profecías se cumplieran,
Jesús tuvo que sufrir.
¿Por qué Jesús tuvo que sufrir tan terriblemente? El principio de que los
inocentes mueran por los culpables fue establecido en el jardín del Edén: Adán y
Eva recibieron vestiduras de piel de animal para cubrir su vergüenza (Génesis
3:21); por lo tanto, se derramó sangre en el Edén. Más tarde, este principio fue
establecido en la Ley de Moisés: "la misma sangre hará expiación de la persona"
(Levítico 17:11; cf. Hebreos 9:22). Jesús tuvo que sufrir porque el sufrimiento es
parte del sacrificio, y Jesús era "el Cordero de Dios, que quita el pecado del
mundo" (Juan 1:29). La tortura física de Jesús era parte del pago requerido por
nuestros pecados. Somos redimidos "con la sangre preciosa de Cristo, un
cordero sin mancha ni defecto" (1 Pedro 1:19).
Jesús sufrió y murió para asegurar la salvación de todos los que creerían. La
noche de su arresto, mientras Jesús oraba en Getsemaní, lo entregó todo a la
causa: "Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad,
sino la tuya" (Lucas 22:42). La copa del sufrimiento no se le quitó a Cristo; Él la
bebió toda por nosotros. No había otra manera de salvarnos.