Octavio Campero Echazú Poesia Reunida 1
Octavio Campero Echazú Poesia Reunida 1
Octavio Campero Echazú Poesia Reunida 1
CAMPERO
ECHAZÚ
P O E SIA R E U N I DA
Octavio Campero Echazú
Poesía reunida
1ª edición, Tarija, 2017
Biblioteca Tarijeña del Bicentenario (BTB)
1200 ejemplares; 162 p; 21x30 cm
Diciembre 2017
DL 9-1-4139-17
ISBN 978 - 99974 - 79 - 02- 0
Esta licencia permite crear y distribuir obras derivadas a partir de la presente obra de modo no comer-
cial, siempre y cuando se atribuya la autoría y fuente de manera adecuada.
Presentación
Adrián Oliva Alcázar
Octavio Campero Echazú es el poeta del paisaje y la tierra. Su poesía describe la esencia de Tarija, como
el murmullo del agua que corre por la sequia, el vibrar de los arboles sacudidos por el viento, el verdor
de los campos, la gracia de nuestras mujeres, la copla que expresa el sentimiento de los corazones y las
aspiraciones del espíritu.
Un espíritu marcado por la “ternura” y el “placer”, que son realidad y provocación desde los árboles, el
agua, la mujer, el cielo, la casa, los hijos, la fiesta y los amigos que lo llevaron a aventuras interiores. Allí,
raíces de vida y de destino gozan de perfección a medida que se desarrollan y se llenan los encuentros
con los “otros”.
En homenaje a los 200 años de la batalla de la Tablada, que determinó el principio del final del dominio
colonial español sobre lo que hoy es el departamento de Tarija, se propone la creación de la Biblioteca Ta-
rijeña del Bicentenario BTB, con el objetivo central de seleccionar, reeditar y difundir las obras literarias
e históricas icónicas del pensamiento del departamento, promover la lectura, el estudio y la investigación
de lo regional, fortalecer el sistema educativo local, la digitalización de libros, reflexionar sobre nuestra
identidad y su transitar por el tiempo. En definitiva, una colección de libros que nos permita instalar un
debate sobre el futuro de la región.
Para el año del Bicentenario de la batalla de La Tablada (2017) queremos seguir la misma huella de aque-
llos años de lucha, soñar con una nueva época, agregando nuevos desafíos acordes a los tiempos que
corren. Abriendo las ventanas para elevar a través de los campanarios la mirada hacia el cielo y hacia la
tierra con las semillas que se multiplican en nuestro valle, chaco y altiplano tarijeño.
El libro que depositamos en sus manos retrata la pluma tarijeña con rasgo local y universal, prolífico, sen-
cillo y a la vez recóndito. Palabras que recuerdan a la tierra mojada y al canto de los pájaros enamorados,
al amor y al otoño de la vida.
Felicidades al equipo de la Comisión Técnica del Bicentenario y gracias a la familia Campero Zabalaga
por hacer posible esta obra. Esperamos que el presente texto sirva para continuar la brega de difundir
para la memoria la musa de nuestros escritores.
Prólogo
Gonzalo Lema
A diversos estudiosos y divulgadores de la poesía boliviana debemos la memoria positiva y alegre que
tenemos de Octavio Campero Echazú. Ha sido una fortuna y debemos congratularnos. El destino del
poeta es incierto y el olvido lo acecha desde un principio en nuestras sociedades.
No es su caso.
He leído opiniones críticas sobre la obra de este poeta tarijeño. Todas están de acuerdo en definirlo como
un cantor de su tierra. Indican que canta y nombra ese espacio pequeño del sur de nuestro país donde sus
gentes se jactan del cielo diáfano y profundo, de los ríos gruesos que renacen con el verano y del colorido
de los frutos en sus valles ocultos y remotos.
Campero Echazú canta a la vida en su tierra, es cierto. Celebra como ninguno la dicha de haber nacido
en Tarija. Haber vivido y trajinado todos sus rincones, muchos de ellos maravillosamente sumidos en
un tiempo sin tiempo. Es decir: un tiempo inmóvil. Con la sorpresa intacta ha paseado por sus paisajes.
Y ha vuelto con sus palabras. Con sus sentimientos. También con sus sabores. Lo sabe el atento lector de
sus poemas.
Yo me aproximé con timidez al nombre inmenso del poeta. Quise ir en busca de cuanto la vida me había
otorgado y luego, caprichosamente, negado. Su esencial y único cobijo de nido de pájaros. Sus piedras
gigantes y los arroyos propios para el simple brebaje de las mariposas amarillas. Quise enredarme en la
cintura cimbreante de su habla. En sus sueños con copa profundamente enterrada y raíces flotando en
los cielos.
Todo el derrotero de mi nostalgia por la tierra donde nací se lo debo a Campero Echazú. Mi lectura de su
obra ha sido siempre un paseo. Acaso aquí interese diferenciarlo del viaje. Aferrado a la ternura sencilla
del poeta he ido y he vuelto por mis sentimientos. Debo decirle que le agradezco.
(Tarija 1959. Premio Guttentag de Novela 1984. Premio Nacional de Novela 1998. Finalista Casa de las Américas 1993.
Premio Nacional de Cultura 2014. Premio Internacional de Novela Negra LH Confidencial 2017).
8 O C T AV I O C A M P E R O E C H A Z Ú
Palabras preliminares
Jorge Antonio Quirós Barrenechea
Tratar de encasillar a Octavio Campero Echazú dentro del título de poeta es imposible, los vates son eté-
reos como los espíritus e inmensurables en la grandeza de su alma, sin embargo, los que no alcanzamos
a hilar la lírica con el terruño, de la mágica manera con que lo hizo Campero Echazú, nos quedamos con
poeta pues sería más difícil entender los galimatías de su sortilegio.
El amante de la tierra tuvo la grandiosidad de escribir, en la trama y urdimbre de sus sutiles percepciones,
el soplo asombroso de su sensibilidad y en esa dimensión fantástica, que alcanza sin dudar las tallas de
otros grandes rimadores, jamás dejó de lado el amor por su tierra a la cual vio plena de vida, con añoran-
za, nostalgia, pena, crítica y respeto.
En ese entretejido de sentimientos y pasiones, junto a un manejo costumbrista, pero siempre cuidadoso
y exquisito del lenguaje, se le fue el corazón de entre sus manos y nos entregó su rica obra, de la cual,
lamentablemente, las nuevas generaciones no conocen casi nada.
Esa divina chispa que Dios prendió entre nosotros, a través de Campero Echazú, le permitió al poeta
describir con tinta de greda, la riqueza lírica del sentir chapaco.
Más allá de las tradicionales loas a los grandes escritores, que sin duda merece Campero Echazú, este
libro busca un rencuentro del bardo con sus lectores, con los viejos seguidores, pero sobre todo con los
jóvenes que en su gran mayoría ignoran su paso por este mundo; esta es quizá la más importante parti-
cularidad de este trabajo pues, además de llenar una sentida necesidad ante la carencia de escritos de tan
tremendo personaje, se busca un rescate de su grandiosidad para todos los hijos de esta tierra que aún
son huérfanos de su pluma.
Ojalá que esa oscilante llama de la vida en que casi se ha convertido la obra de Campero Echazú para
muchos, se reavive con el impulso de sus coterráneos. Lo contrario causaría que el rescate cultural de
nuestra tradición tarijeña y de nuestra cultura nos deje como cuando muere el árbol y debamos quedar-
nos como fuertemente vaticinó el poeta, que se quede el hombre sin sombra y sin perfume, ojala que
esto no nos suceda.
El poeta ha partido, hace más de diez años que dejó su tierra, su madre y su molle, será tal vez esta la
causa de que todos queramos conocerlo (y reconocerlo) y llevarlo como una estrella en el alma en vez de
mirarlo con ojos de ausencia.
Yo creo que no, que está más cerca desde que se ha ido para siempre y tenemos la oportunidad de unir-
nos a él, a través de su obra, con más fuerza que la muerte y el olvido.
Contenido
ARIAS SENTIMENTALES ................................................................................................................................................. 13
Mis versos
I
II
Estrofas de lucha
I
II
III
Orgullo
Ojos
Ojos azules
Ojos negros
Ojos verdes
Canciones de otoño
I
II
III
IV
V
De invierno
No te vayas primavera
Tarde
Impresiones
Pasionales
Amada ven así…
Yo quisiera
Chiquitina
Bibelot
Madrigales
I
II
III
IV
Intimas
A la virgen
A mi madre
A mi padre
Entre los pinares
Es muy bella la casita
Lo que dice la serenata....
Claro de luna
VOCES ...................................................................................................................................................................................... 35
Voces
Navidad
En el alba de reyes
Misa campestre
Primavera
Rueda
Moza de Entre Rios
Lluro roto
¡Vos me daris otro!
Por los caminos de sol
10 O C T AV I O C A M P E R O E C H A Z Ú
Copla chapaca
El coplero anónimo
Por los bueyes
Sequia
Evocaciones
Don Tomas
Árbol
Madre
Perfume
Lluvia
El retorno
Mensajes
A estrella genta
A Juan Capriles
Guitarra del oriente
Mientras cae la lluvia
Carta a tres amigos
AMANCAYAS.......................................................................................................................................................................... 63
Amancaya
De camino
Porque van diez años
Canción a la zagala ausente
En la fiesta del rosario
En un domingo de verano
En pascua florida
En la fiesta de San Roque
Antes de que fine el año
Agua arisca
Irá mi corazón
Balada del asedio
Anillo chapaco
La caída de la noche
Soaja de noche buena
Caja chapaca
Invitación a la copla
Zampoña de vocales chapacas
Martirios del trigo chapaco
Bajo el churqui grande
La creciente
Villita chapaca
Canto del hombre árbol
AL BORDE DE LA SOMBRA..............................................................................................................................................85
Siega
La siega
Ruth
Pastorela
Rutas de amor
Alba nueva
Corazón de estrella
Desborde
Caricia imaginaria
Balada del amor imposible
Copla
P O E S Í A R E U N I D A 11
Arboles
La encina
Tres cipreses
El álamo
El viejo parque
Eventos
El ofendido río
La niña en pena
Trance
Siembras
Hermano ve a la tierra
La hija
Remanso
Refugio
Pebetero de octubre
El cardo
Preludio
A la musica
De año nuevo
Otoño
Presagios
Plaga
Pesebre
La vieja casa
Plegaria del rosal
El tinajero
Hacia la sombra
Ser como el arroyo
La última primavera
Mariposas de lluvia
Adoro a Dios
Tu vida
Transito
POESIA DISPERSA...............................................................................................................................................................131
El Amor que pasa
Celosa
Miriam
Huraña
Canto a la Ciudad de los Cuatro Nombres
Adoración
La Santidad del Agua
Tu Risa
Suplicio
A Nataniel Aguirre
El Escultor de Nubes
GLOSARIO..............................................................................................................................................................................145
ANÁLISIS LITERARIO : EL CORAZÓN COLECTIVO (EDUARDO MITRE) ................................................147
BIOGRAFÍA............................................................................................................................................................................149
BIBLIOGRAFÍA.....................................................................................................................................................................155
A R I A S S E N T I M E N T A L E S 13
MIS VERSOS
I
Se abrieron las puertas de la mente loca
Que es jaula de encantos y es prisión de ensueños
Volaron mis versos como mariposas,
Como golondrinas………..volaron buscando
Las pálidas rosas, las flores divinas,
Entre los jardines de mis soñaciones.
II
Yo tengo aquí en la mente muchos cantos
Sin palabras, sin voces, sin sonidos;
Cantos rojos, ardientes y encendidos,
Que aun ignoran el mundo y sus quebrantos
ESTROFAS DE LUCHA
A Gustavo A. Navarro
Fraternalmente
I
Yo tengo hoy el acero de mi pluma
Para luchar con ansia en el combate:
La tristeza del mundo, no me abruma,
Y el dolor de la vida, no me abate.
II
Lucharé si es preciso en los humanos
Embates de la vida y de la suerte;
Hoy quiero redimir a los profanos,
Y hoy puedo combatir: me siento fuerte!
III
Así rebelde y sólo por Ia senda.
Que tiene ya marcada mi carrera,
Llevando voy altivo una bandera:
Mi bandera de lucha y de contienda,
ORGULLO
OJOS
OJOS AZULES
Ojos azules
Son lagos dormidos
sus ojos azules…
Dormidos y tristes en noche de luna,
sobre las violetas
que enfermas y mustias,
entreabren su cáliz
de nívea blancura.
A R I A S S E N T I M E N T A L E S 17
OJOS NEGROS
OJOS VERDES
CANCIONES DE OTOÑO
I
Fue una noche.
Noche pálida y enferma, noche triste, noche amarga,
La luz flébil de la luna… de esa luna enorme y blanca,
que en el ciclo es la odalisca, bebedora de morfina
demacrada,
alumbraba,.......
triste y solo yo en el parque de las rosas contemplaba
la tristeza de las cosas y la muerte de las hojas;
de las hojas desmayada, temblorosas, mustias, rotas....
A R I A S S E N T I M E N T A L E S 19
El otoño,
Con sollozos, con suspiros, con sus quejas y sus lagrimas
en aquella noche enferma, noche triste, noche amarga,
de repente había llegado.........
Y a lo lejos se escuchaba, sus sollozos en las frondas,
sus suspiros en las hojas, y sus quejas y sus lágrimas,
en las fuentes plañideras,
que surcaban el sepulcro de la selva funeraria.........
Y en la brisa,
y en la brisa fugitiva que venía,
se sentía
que las rosas moribundas exhalaban,
el postrer aliento triste de sus almas
Y hasta las violetas castas
expiraban,
bajo el pálido sudario de la lúgubre hojarasca
¡Primavera! te morías…………….
Yo sentía tus dolores, yo escuchaba
que las hojas
que las hojas
susurraban;
Que las hojas desmayadas, temblorosas, mustias, rotas,
susurraban la elegía de la muerte descarnada.......
Hoy he vuelto a ver el parque de las rosas exhalaban
el postrer aliento triste de sus almas
Y escuchando solamente
que las hojas
que las hojas
susurraban;
que las hojas desmayadas, temblorosas, mustias, rotas,
susurraban la elegía de la muerte descarnada,
he llorado en el sepulcro de la selva funeraria.
II
Hay en la tarde enferma, desolación suprema;
hasta el cielo sin luces languidece de pena.
Y en el jardín silente,
bajo la sombra de los viejos y altos cipreses,
todas las rosas mueren,
porque el otoño liega, porque el otoño viene....
Ya no hay tálamos ni hay nidos entre la espesura,
todo, todo es nostalgia, tristeza y amargura.
Ya no hay flores olorosas para tí ¡oh amada!
la primavera ha muerto, la selva está enlutada.
Callan los surtidores, calla también la alondra,
solo se escucha el viento llorar entre las frondas…
20 O C T AV I O C A M P E R O E C H A Z Ú
III
Oyes?......Llorando caen las hojas
amarillentas del saucedal;
mientras el viento gime en las frondas;
un aria triste, bruma, otoñal…
IV
Modula el torrente;
su canción doliente :
de amor…
Mientras en el cielo,
muere tras un velo
de nubes, el sol........
Pasa el viento, gime,
entre, los pinares......
—Voz del viento, dime
todos tus pesares—
Y entonces murmura,
parece que cuenta
con honda amargura,
que otoño atormenta
las flores…..
La tarde obscurece...
el viento enmudece,
la alondra, el torrente,
su canción doliente de amor;
porque ya en el cielo
murió tras un velo
de nubes, el sol
V
Melódica pavana
del clavicordio arrancan,
sus manos enjoyadas,
tan pálidas y blancas.
En el salón las damas
ceremoniosamente,
con sus parejas bailan......
Y entonces vagamente,
reflejan esas danzas,
las viejas cornucopias,
antiguas y empolvadas.
22 O C T AV I O C A M P E R O E C H A Z Ú
Melódica pavana
del clavicordio arrancan,
sus manos enjoyadas
tan pálidas y blancas.
DE INVIERNO
NO TE VAYAS PRIMAVERA
A Luis Ávila
No te vayas primavera,
no te alejes viejo sol;
el invierno trae consigo
las nostalgias y el dolor.
En el parque suspirando
queda el mustio saucedal;
y el Dios Eolo ha deshojado
hasta el último rosal.
¡Primavera, primavera!
redentora de los bosques,
no te vayas, vuelve ya:
con tu traje de esmeraldas,
de perfumes y de flores,
las campiñas a alegrar.
Y tú, sol, que entre sendales
de niebla, viajas así;
llorando gotas de sangre,
cada una como un rubí;
¿a dónde vas y te alejas,
dejando el dombo turquí?...
A R I A S S E N T I M E N T A L E S 23
Primavera, no te vayas,
no te alejes viejo sol;
el invierno trae consigo
las nostalgias y el dolor.
Es por eso que en las noches
ya no canta el surtidor,
es por eso que ha callado
su romanza el ruiseñor.
TARDE
Yo en la sala recitando
voy un tierno madrigal;
y es que fluyen las divinas
soñaciones en las rimas…
La mirada entre la bruma,
aún divaga sin cesar,
y ella arranca con sus manos
que son rosas de cristal;
al teclado murmurios
las rapsodias de Mozart.
Después....pálida la niña,
sus amores me contó;
y en su tez dé lirio enfermo,
una lágrima rodó......
Así lué el primer idilio,
en un banco del salón;
en aquella tarde fría,
tarde pálida invernal,
cuando el sol en la neblina
lentamente se murió.......
IMPRESIONES
PASIONALES
AMADA VEN ASÍ…
YO QUISIERA
CHIQUITINA
Inconstante chiquitina,
mariposa, golondrina,
por qué buscas otro amor?
Te ha ya acaso disgustado
la pasión que hubo jurado,
vuestro amante soñador?...
O es que tú como paloma,
buscar quieres ya otro aroma,
en las flores del vergel?...
Cantarina, ágil, traviesa,
coges una y otra fresa,
dejas una y otra miel.
Chiquitina veleidosa,
perla fina, lila, rosa,
donde vas?
Porque dije mi querella,
Ya te vas como una estrella resentida.
¡¡Es muy triste tu partida!!
Volverás?......
Chiquitina, chiquitina!
No te vayas, ven tontina,
de tu viejo pabellón. •
Yo que soy como tú: niño,
con deleite, con cariño,
te daré mi corazón.
Junio 18 de 1918.
BIBELOT
MADRIGALES
I
A Miguel Villegas
Si tus labios me besaran
Como se besa un clavel,
Todas mis penas cesaran,
Y si tu beso de miel,
Alimentara mis dolores,
Se marchitaran las flores
Que perfuman el vergel
Así le dije. Y un día,
La que fue mi dulce bien,
La que amaba y sonreía
Me miró ya con desdén,
Y es que el amor siempre ha sido
Un precursor del olvido,
Porque se olvida también.
II
Son tus dientes chica hermosa
Un collar de perlas finas,
Que se ocultan, cristalinas,
En el cáliz de una rosa.
III
A mi amigo Alberto Azurduy
Era el campo una esmeralda
Y aquel cielo era un fulgor.
Los dos novios en la falda
Aun parlaban de su amor...
Y sus labios se juntaban
En un beso embriagador,
Cada vez que se miraban
O que hablaban de su amor....
28 O C T AV I O C A M P E R O E C H A Z Ú
IV
Son tus ojitos sedeños
Pedazos de terciopelo;
Son tus miradas los sueños
Que me llevan hasta el cielo
Y tu boca chiquitina,
Roja así como un clavel,
Perfumada, ceralina,
Que al besar regala miel,
Es la copa do se escancia
Ese divino licor,
De perfumes, de fragancia,
Que algunos llaman amor...
INTIMAS
A LA VlRGEN
A MI MADRE
Así como las rosas
fragantes del estío,
reciben temblorosas
las gotas de rocío,
así mi alma de niño
¡oh madre idolatrada!
recibe en su dorada
corola, tu cariño......
¡Cariño bendecido!
que unido con mi amor,
será cual es el nido
de un tierno ruiseñor.
Será la mariposa
que busca la azucena,
inquieta, temblorosa,
por aliviar su pena.
A MI PADRE
Pensando, sintiendo
su ausencia,
las horas me dejan;
los días pasan.... pasan…
las noches tan negras. .
—Mi madre en su alcoba,
también llora y reza…
Si a veces leyendo,
tomo un libro suyo
de pálidos versos,
libro que las huellas
de sus manos guarda,
turbias y enfermizas
en su blancas páginas
se esparcen mis lágrimas....
La avenida obscura
de los pinos verdes
que surcan el prado,
ha dejado sombras,
en las aguas mudas
de este lago claro.
La luna viajera
detieno su marcha,
quizás porque quiere
mirar el paisaje;
paisaje de frondas,
verdor del ramaje.
Y en el banco exiguo
de la plazoleta,
descansa muy triste
la bella griseta,
que suspira y gime
que tiembla y se agita.
Y en su cabellera,
que fulge cual rayos
de un ardiente sol,
la rosa enfermiza
se muere de pena,
se muere la flor…
32 O C T AV I O C A M P E R O E C H A Z Ú
Rompiendo el silencio
con el pentagrama
de sus carcajadas,
vinieron, pasaron,
las mujeres vagas
las mujeres locas,
Y la pobre niña
al sentir las risas
detrás los rosales,
se aleja llorando
por bajo las sombras
de viejos pinares.....
Y en un surco de rosales,
Sobre la fuente musgosa,
Entonando madrigales
Cae el agua bulliciosa.
Es de noche...y en la fronda,
Del solitario paisaje,
La luna suelta su blonda
Cabellera entre el ramaje.
A R I A S S E N T I M E N T A L E S 33
Y en la iglesia polvorienta
Que a la casa está vecina,
El reloj las doce cuenta
Y la campana rechina…
CLARO DE LUNA
... “Cantor de fuerte acento poético, al conjuro de sus versos Bolivia se revela hasta mostrar
su acendrada raíz americana, acercándonos un modo de ser, una manera de vivir que con-
serva en su más pura ingenuidad valores eternos de hispanidad y cristianismo”.
(La Época. Buenos Aires. 1950)
36 O C T AV I O C A M P E R O E C H A Z Ú
VOCES
La noche, madura
de estrellas, ahonda
con ecos de voces
ausentes, con sombras
de voces, mi intima
“soledad sonora”.
Es la primavera.
Un aire de alondras
me trae las dulces
tonadas eglógicas
del amor. Muchachas
de floridas bocas
cruzan por la vega,
y su voz me roza
como una quemante
caricia melódica...
Y tras la vendimia
del beso y la copla,
un viento amarillo
suspiró en mis frondas.
Maduro de vida,
el árbol retoña
en cantares. Voces
de mi sangre entonan
las frases del alba,
debajo mi copa.
V O C E S 37
NAVIDAD
Pastora, la contradanza
que tejes sobre la tierra
con los pies desnudos, huele
a pastos de Nochebuena.
Y cantan un villancico
—són crecido entre las hierbas-
iniciado por el viento
de las quenas.
EN EL ALBA DE REYES
A Enrique Sánchez Narváez
Echemos ahora,
jubilosamente,
las claras campanas de los corazones
al día que viene.
Ya llegó el aguinaldo de oro
con el sol de Reyes;
el incienso se quema en los vahos
que del valle ascienden;
y en los pebeteros de los churquis arde
la mirra de Oriente.
Y ahora, pastores
de esta alba de leche,
¡venid y adoremos
al Rey del Pesebre!
MISA CAMPESTRE
A Guert Cónitzer y Yolanda Bedregal de Cónitzer
El sendero viborea
por la empinada colina,
y va a enroscarse en el atrio
con musgo de la capilla.
Hermano de Jesucristo,
cae un cardo de rodillas,
y ulalas de sangre brotan
de su corona de espinas.
PRIMAVERA
A Cesar Mentastti
Ya viene la primavera
por los caminos del agro,
trayendo un nuevo rebozo
de hierba para los campos.
La chulupía se ha puesto
a ensayar, desde temprano,
el tema del amor nuevo
en claves de sol y orvallo.
Y el iris brilla en el agua
primaveral de su canto.
RUEDA
A José Federico Delós
Pajareando soles
por valles y riscos
se trajo en la manta
los campos floridos,
y en la enagua, fimbrias
de espuma del río.
¡Adelante, moza:
viento enardecido,
polen de la selva,
savia de dos ríos!
¡Que respire el pueblo
tu olor primitivo!
—¡Bendita la madre
que te echó al camino!
Y tu carne agreste
—tierra de sembríos—
echará retoños
como esos altivos
lapachos que crecen
de cara al abismo.
Héroes de tu sangre,
alzarán al filo
de las tempestades
su perfil bravío.
¡Qué bosque sonoro
formarán tus hijos!
LLURO ROTO
A Federico Ávila y Ávila
En el cinto estrecha
la pollera, y corta
por delante... ¡Ay, mama,
si viera qué gorda!
Pa’ ver si aun teniya
jresca la memoria,
me puse a silbarle
esa mesma copla
con la que jaciamos
despuntar la aurora...
Volvió la cabeza,
y al verme, la zonza
como una granada
se puso de roja.
Si en cuanto amanece
me voy al arroyo,
pa’ lavar el sueño
que aún queda en mis ojos,
aliso mis trenzas
y priendo un cogollo
de albahaca en mi oreja,
decís que me enfloro
pa’ tentar, ¡de juro!
a unos y a otros.
En eso la guagua,
ajogada en lloro,
despertó, y la magre
—voz jecha sollozo -
deciya: -¡Mal hombre!,
si por tu alboroto
V O C E S 45
Endomingada de espigas,
la tierra aguarda al cantor.
Y el cielo se vuelca en oro
para esta cita de amor.
COPLA CHAPACA
A Fernando Ortiz Sanz
¡Ay, la tierra—grávida
de música—quiso
cantar, y la copla
voló del sembrío!
Y bebió en la copa
un vino amarillo:
¡qué zumos del valle,
qué olor campesino!
Deshoja en la copla
tus cinco sentidos,
con las cinco notas
del cantar nativo...
V O C E S 47
EL COPLERO ANONIMO
A Roberto Prudencio
SEQUIA
EVOCACIONES
DON TOMAS
ÁRBOL
A Guillermo Francovich
A veces, en su copa
se dormían los astros;
o lo rozaban el ala de una nube
como un ensueño blanco.
MADRE
Se ha deshecho en ceniza
tu corazón, cansado de esperarme
-Tu hermoso corazón:
pasta de rosas que amasaron los ángeles.—
¡Haz, Señor, que florezca en el capullo
de las rosas más rojas de tus cármenes!
PERFUME
Su espíritu ascendía
por el perfume etéreo
—¡oh, pétalo escapado
de un rosal de otro tiempo!-;
su espíritu ascendía
como un ala en el cielo..
¡Inefable caricia
deshojada en recuerdos!
El perfume es un alma
que se nos va en el viento
para aromar la casta
desnudez de un lucero
Y avaro del tesoro,
cerré el cofre de cedro.
54 O C T AV I O C A M P E R O E C H A Z Ú
LLUVIA
EL RETORNO
A Delina Campero de Ardiles
Y llorarás conmigo
junto al hogar sin fuego
Si el llanto es como lluvia
cuatro arroyos fraternos
mojarán las raíces
más profundas del huerto…
Y cuando el sol enjugue
los tristes ojos nuestros
-¡ah, qué prodigio!-, un árbol
de carcomidos leños
con entraña de madre,
retoñará de nuevo.
Al pulso de su savia,
nos subirá hasta el pecho,
en ascensión de pájaros,
la aurora de otro tiempo …,
y nos dará un abrazo
de estrellas el crucero.
56 O C T AV I O C A M P E R O E C H A Z Ú
MENSAJES
A ESTRELLA GENTA
Yo no era un labrador,
sino el amante de la tierra
Y aunque el barro en mis dedos se hizo música
al oprimir las ánforas de greda,
yo tenía las manos
hundidas en la gleba.
Aunque mi corazón
-campana en vísperas de fiesta—
a veces dió el sonido
más puro de la orquesta
de Dios, repicó siempre
la canción de la sangre en primavera.
A JUAN CAPRILES
Falta en la primavera
de aquel lírico huerto
—donde hasta ayer soñaste—,
una flor: tu soneto.
Vestida de paisaie
que abrochan los luceros
va la acequia llevándote
la ofrenda de mis predios.
Y el agua se adelanta
con ademán fraterno,
como si fuera un brazo
tendido hacia tu encuentro.
58 O C T AV I O C A M P E R O E C H A Z Ú
Y como tú no vuelves,
se deshoja en el viento. . .
Y yo aspiro el perfume
de la rosa y tus versos.
... “Con este libro, se coloca en la vanguardia de la nueva poesía. Siendo un libro boliviano señero, se
incorpora al arte americano con una nota propia que crece el caudal de la sinfonía cultural”.
(El Diario. 1942)
64 O C T AV I O C A M P E R O E C H A Z Ú
AMANCAYA…
Amancaya, amancayita,
-lámpara de la alborada-,
en tu cáliz una estrella
se ha quedado rezagada.
Amancaya, amancayita
-primera copla del alba-,
no hay mocita que no lleve
tu perfume en la garganta,
cuando te cuelga en su oreja
por confidente del alma.
Amancaya, amancayita
-frescura de la mañana-,
cántaro al hombro, las mozas
se van al río por agua,
y en el aire flota un limpio
olor de ropa lavada.
Amancaya, amancayita
-urna de esencias chapacas-,
¡bendita sea la tierra
que te nutre con su savia!
DE CAMINO
A Guido Villa-Gomez
es cierto, he cambiado,
mi madre está muerta,
la casa vendida, y el molle –coplero
de notas de pájaros- convertido en leña.
Campanitas octubreñas
risa y rezo, voz y cántico;
repicad, que yo os allego
mi corazón por badajo.
EN UN DOMINGO DE VERANO
Te espero
con sol y lluvia... Y de paso,
veré tus piernas desnudas
cuando cruces por el vado.
EN PASCUA FLORIDA
La anuncia la melodía
que un violinista chapaco
degüella bajo la luna
con la cuchilla del arco…
Ya no cantan, ya no rien
ya no rezan. Es en vano…
Antes de que el año fine
se ha hecho trizas el badajo
AGUA ARISCA
IRÁ MI CORAZON
ANILLO CHAPACO
A Octavio O´connor D’ arlach
Alrededor de tu dedo
-cogollo recién florido-
remacharé con mis besos
-pájaros que van al trigo-
un aro de amor más firme
que la muerte y el olvido.
LA CAIDA DE LA NOCHE
Para Alberto Azurduy Estenssoro
Yo le desciño el corpiño
de estrellas. (Los grillos callan.)
Y muerdo en su carne obscura
el sabor de mis nostalgias....
Canasmoreña morena,
canasmoreña moruna:
¡Hila el vellón de tu pena
en la rueca de la luna!...
CAJA CHAPACA
¡Qué trémolo de estrellas
pone el violín del grillo
en la canción de cuna
que adormece a mi niño!
INVITACIÓN A LA COPLA
A Francisco Lazcano Soruco
También la mañanita,
como una campesina trasnochada,
hará girar su pollerín celeste
al ritmo de los cánticos de Pascua.
Moza de Cella
De tentación: ¡me enajena
el olor a resolana
que arde en tu carne morena!
Siembra
¡Nacido de tantas muertes,
va a morir por nuevas vida
Hermano buey: cava el surco,
y que el Señor lo bendiga.
Siega
Media luna de diciembre:
hoz de plata en la colina.
Tiembla de pavor la carne
madura de las espigas
Trilla
Centauro pasa de fuga
por las eras campesinas;
y van sus cascos de estrellas
descabezando gavillas.
78 O C T AV I O C A M P E R O E C H A Z Ú
Avienta
Las cuatro bocas del viento
resoplan sobre la trilla.
(¡Así resuella la muerte!...)
Y el trigo se escalofría.
Troje
Y luego, en su calabozo
profundo como una cripta,
sufre al añorar el verde
columpio de las espigas.
Molienda
Al son del agua del cerro,
la luna redonda gira
como rueda de molino...
Y la simiente agoniza.
Amasijo
Manos brutales profanan
la carne en flor de la harina,
mientras el sol, como un horno,
abre su boca amarilla.
Pan
Viene a inmolarse en el ara
de tu mesa campesina,
por renovar en tu sangre
la canción de cada día.
Hostia
¡Trigo del Sagrario,
cuerpo de Dios en la Eucaristía!
¡Tú aseguras, tras la muerte,
el milagro de la vida!
A M A N C AYA S 79
¡Vamos a la casa!
¿No vis que ya es tarde?
¡Malhaya el marido
que me dio mi magre!
¡Vamos a la casa,
tei dicho, ya‘s tarde;
que si no te pongo
las mesmas señales
que tuvo en la cara
el jinau tu pagre!...
LA CRECIENTE
A Germán Quiroga Galdo
¡Agora ya nada
me queda en la vida!...
De balde en invierno
me pasé los diyas a
briendo en la tierra
surcos de fatiga.
Desyerbé las melgas
cuasi de rodillas,
y alzando los brazos al cielo
jeché la semilla.
Pero redepente,
del lau de Salinas,
el viento -tropero de nubes-
resolló con ira.
Viborió un relámpago
por las serraniyas.
La ruda carreta del trueno
rodó tuito el diya.
¡Entuaviá me acuerdo
de aquella creciente maligna!...
Lamiendo la tierra
se acercó a las miscas,
tumbó los trigales,
82 O C T AV I O C A M P E R O E C H A Z Ú
¡Agora ya nada
me queda en la vida!...
Y como p‘al pobre
las penas no llegan solitas,
también se me aguaron las bodas
con la Primitiva.
¿A que naides creye lo que en ese trance
me dijo la imilla,
soltando su voz como un chorro
de agua cristalina?...
-“Damián, ya no quiero casarme;
tomá tu sortija”.
¡Y en vez de ajorcarla
con sus mesmas cimbas,
de arrancarle el sucio corazón a tajos,
como una granada podrida,
me quedé jaciendo
rodar la sortija!
VILLITA CHAPACA
La villa chapaca
forjada con limos
olorosos, viste
como una mocita de Pinos:
rebozo de cielo,
pollera de churquis floridos,
y en la enagua un blanco ribete
de espumas de río.
Villita chapaca:
¡zambulle en el río,
o hazte con la niebla
del alba un corpiño!
A M A N C AYA S 83
Villita chapaca:
¡que te lleve el río,
o que se desplomen los cerros
sobre tu bautismo!
Amada, no me digas
que me vaya del pueblo.
Me quedaré en el último
recodo del sendero
por donde se marcharon
los que jamás volvieron...
Me quedaré en el último
recodo del sendero,
¡arañando la tierra
y bebiéndome el cielo!,
erguido y solitario
como el postrer ejemplo…
¡Ah, tú diras que labro
Mi cruz en mi madero!...
... “Altísimo poeta, ahora señor de perfecciones líricas. Este es el poeta que ofrenda una obra
de aquellas que uno guarda en la avarienta selección de sus libros”.
(Porfirio Díaz Machicao. (Presencia. 1964)
86 O C T AV I O C A M P E R O E C H A Z Ú
SIEGA
LA SIEGA
Rondas de golondrinas
enguirnaldan la bíblica faena,
y con el tenue viento de sus alas
enjugan las estrellas.
RUTH
PASTORELA
RUTAS DE AMOR
ALBA NUEVA
Y volverá tu risa
a ser agua, de nuevo, por el campo.
¡Qué sedientas palomas
perseguirán tus labios!
CORAZÓN DE ESTRELLA
DESBORDE
CARICIA IMAGINARIA
Y su garganta heráldica,
su boca jugosa, ¡ya madura
para catar el vino de los besos
que no he de darle nunca!
Desde el arco del pie, morosamente
hasta la comba excelsa de la nuca,
se enreda la caricia imaginaria
como nube de incienso en mórbida columna.
—¿Anuncia la primavera
o el despertar del verano?
—Ya en el tallo de su cuerpo
la flor trasciende a durazno...
COPLA
Tú traes la primavera
y eI cielo azul en la faldas;
en mis hombros doloridos
se recuestan las montañas.
Entre tu cielo y mi piedra
se me han trizado las alas.
Y sin embargo aligeran
mi corazón tus miradas.
ARBOLES
LA ENCINA
La encina da al camino
su sombra y su perfume.
¡Qué palio de frescura
cuando la fiera lumbre
del sol prende en la arena
sus cegadoras luces!
¡Y qué lluvia de cósmicas
favilas, qué derrumbe
de estrellas por la criba
de su nocturna cúspide!
Hospeda al peregrino
bajo su reciedumbre;
es cobijo de amantes
en las noches azules;
ancho albergue de vida
y estación de ataúdes.
La encina da al camino
su sombra y su perfume.
¡Tan de pan es su aroma,
frescor, tan de nube!,
que el camino, cansado
de tanto errar inútil,
como un perro, a la sombra
se recuesta de bruces.
TRES CIPRESES
EL ALAMO
Y cuando, en primavera,
su corazón de miel estalla en gajos
de perfumadas yemas,
se torna en incensario.
de perfumadas yemas,
se torna en incensario.
EL VIEJO PARQUE
EVENTOS
EL OFENDIDO RÍO
A Malisa Moretti Canedo de Briglia
Un hortelano le dijo,
arrojándole pedradas;
Otros años descendías,
como un dios, de la montaña,
trayendo para el sembrío
la canción vital del agua.
¡Ahijuna, que hoy se te pudre
la canción en la garganta!
96 O C T AV I O C A M P E R O E C H A Z Ú
Y se quedó el hortelano
sin su tierra y sin su chacra;
le quitó al cantor la viña,
y a la mocita, las faldas.
LA NIÑA EN PENA
De la orilla de la noche
a la ribera del día,
por el puente de su entraña
llorando llega la vida.
Toda la leche del alba
colma sus pechos de arcilla,
y el corazón se le expande
en llamarada divina.
TRANCE
SIEMBRAS
HERMANO VE A LA TIERRA
Hermano, vé a la tierra.
Tatúala de surcos.
Que tu sudor la torne
de erial en tálamo fecundo.
Hermano, ve a la siega.
Prolonga en hoz la fuerza de tus músculos
¡Tuya será la gloria
de cosechar el sol en áureos frutos!
Después vendrá la fiesta de la trilla.
Bajo un temblor de cascos inseguros
redoblarán los parches de las eras,
desde el alba al crepúsculo.
Y aventarás el trigo polvoriento
en las heladas ráfagas de junio
Hermano, ve al molino.
Ese patriarca músico
copla de piedra y agua
en natal contrapunto—
demolerá cantando
el trigo del terruño.
A L B O R D E D E L A S O M B R A 99
Hermano, da a tu pueblo,
con el pan de tu harina, paz y júbilo
¡Tu primera moneda será un beso
escurrido del sol hasta tus puños!
LA HIJA
A Carlos Lazcano Márquez
REMANSO
REFUGIO
Y al amanecer, la venda
del agua fresca en la carne
gozosa del que se marcha,
con la venia de los sauces.
PEBETERO DE OCTUBRE
La lluvia—como un álamo
enraizado en las nubes—
se deshoja en rumores
sobre la tierra; fluye
por los surcos sedientos
y exhala su perfume.
Es el copioso aroma
de la vega, la múltiple
fragancia de los huertos,
el olor limpio y dulce
de elementales búcaros
que el agua pluvial funde
en un solo sahumerio
de volutas azules.
EL CARDO
El cardo polvoriento,
con trazas de rufián y de mendigo
no va a pedir limosna
a la orilla del áspero camino.
Sale a ofrecer a los romeros
El agua que custodian sus espinos.
Y cuando se desgaja
la lluvia en primavera, de improviso
el cardo milagrero se corona
de sangrientas ulalas de prodigio.
PRELUDIO
A LA MUSICA
Y cuando descendemos
del éxtasis sonoro,
marchamos como amantes desterrados
sobre rutas de plomo.
Nuestra pasión de música
pide música a todo:
a la siringa de las primaveras,
y a los sistros de cobre del otoño;
y al piano matutino del arroyo.
DE AÑO NUEVO
OTOÑO
PRESAGIOS
PLAGA
De improviso, en el campo
la sombra de la muerte se desliza.
Ciego se ha vuelto el sol. Y crepitantes
alas de pesadilla,
agobiando los árboles, invaden
tierra estremecida…
PESEBRE
Y así acunado
de villancicos agrestes,
nacerá en los corazones
el Salvador de la muerte.
A L B O R D E D E L A S O M B R A 107
LA VIEJA CASA
¡Cómo la roe el tiempo!
Una inminencia trágica
de tempestad final, la hunde en el polvo,
al pie de la montaña.
Y fue un deshojamiento
de estrellas, un caer
de pétalos del alba
y cercenados pechos de mujer.
EL TINAJERO
HACIA LA SOMBRA
SER COMO EL ARROYO
Llanto en la montaña
de heroicos perfiles,
donde al primer rayo
de sol, se deslíen
las nubes en lágrimas;
risa en el declive
del agua; chasquido de espuma
despeñada en iris.
Brotar, dispararse
en flecha de espuma sobre el campo virgen;
rodar sobre lascas y arenas de fuego,
y, al fin, extinguirse.
LA ÚLTIMA PRIMAVERA
No en vano, en el pañuelo
de seda de la brisa,
el enjugado aroma de las lágrimas
trasciende mucho más que el de las lilas.
A L B O R D E D E L A S O M B R A 111
MARIPOSAS DE LLUVIA
Mariposas de lluvia
revolotean bajo el cielo agreste.
El viento, como un niño, las persigue,
y con el viento van y vuelven.
ADORO A DIOS
En todo y nada
En la ceniza
de lo que fue un relámpago
de dicha;
en las eras sin parvas
y el lagar sin vendimia;
en el sagrado polvo de los muertos
donde me voy hundiendo de rodillas,
y en la noche final, que de repente
cegará mis pupilas,
para que otros vean el milagro
del racimo y la espiga.
Mas ya en la cruz de mis vencidos brazos
chispea el sol de un nuevo día.
A L B O R D E D E L A S O M B R A 113
TU VIDA
Tú viniste desnudo
y volverás desnudo al frío lecho
de la tierra. ¿Qué hiciste, como el árbol,
para acercarte al cielo ? ...
Si tu vida obradora
se prodiga en lo bueuo
contigo irá la escolta
de tus mejores hechos,
y tendrás el regazo
de Dios para tu sueño.
TRANSITO
Y de la gloria de amor,
de esa llamarada viva
de otro tiempo, ¿qué nos queda?
Sólo humareda y ceniza.
Mañana descenderemos
a la inevitable sima.
Grabarán, tal vez, en piedra,
nuestros nombres y una cifra.
Pero, hasta el más duro mármol
también en polvo termina.
Vano polvo sobre el polvo
Que desparrama la brisa
Nadie sabrá que pasaron
nuestras sombras por la vida:
breve relámpago en una
obscuridad infinita.
¡Que a la luz de una plegaria
Dios nos acoja en su orilla!
A R O M A D E O T R O T I E M P O 115
…”Ahora son recuerdos de una sensibilidad que todavía subsiste con el paso de los años. Versos
teñidos por la previsión de las separaciones. Lucidez y disposición al alejamiento terrenal
agradecen a la vida”… (P. Lorenzo Calzavarini. 1998)
116 O C T AV I O C A M P E R O E C H A Z Ú
LA MUSICA
De improviso, en la tumba
del piano, bajo un velo
de lágrimas, sepulta,
como en lóbrega nube,
su desnudez la luna.
Y cae el corazón
sobre la tierra muda…
Vuelve la mariposa
del alma a ser oruga.
SUS MANOS
LA SIMIENTE
Ya estabais en mi sangre
como en la flor, el fruto;
y hallasteis en la entraña
maternal un refugio.
La vida no sería
ya evento de un minuto
—el débil eco apenas
de un cántico inconcluso;
vana chispa en el viento,
signo de polvo y humo —,
sino perenne cauce
de auroras y crepúsculos.
Y como ya me invade
la sombra, es vuestro turno
— ¡que la celeste antorcha
del amor os dé el rumbo! —:
esparcid la simiente
haced eterno el surco.
A R O M A D E O T R O T I E M P O 119
DE PRIMAVERA
La primavera enreda
su verde velo en los
árboles del camino,
y la aurora, teñida de arrebol,
estalla entre los gajos
del duraznero en flor.
EL VIEJO ARBOL
EL CAMINO
GENOVEVA
LA FIESTA…
La fiesta ya no es aquélla
de mi mocedad. . .Antaño,
llegaba con los jinetes
de la aurora hasta mi pago,
y era un pandero la tierra,
al tropel de los caballos.
ALBA DE LECHE
FIEBRE
Es mi primera cita
— ¡siempre fue la primera! — conel campo
Una dicha sin nombre
filtra en mi sangre tumultuosa el hálito
de las húmedas hierbas,
tendidas a mi paso.
UN AIRE DE GOLONDRINAS
Un aire de golondrinas
mece el gajo de tu cuerpo,
mientras hincha el sol de octubre
los jazmines de tus senos.
Y ardido de tu belleza,
quemándose a fuego lento,
te aguarda mi corazón
a la orilla del ensueño.
I
Te extraviaste en las sombras de la noche,
como un niño en el bosque de los cuentos
En vano eché a rodar, de grito en grito,
mi corazón por todos los senderos.
Ya el agua de tu voz era un afluente
del río del silencio.
II
La curva
de tu sonrisa
— puente de amor, tendido
entre dos márgenes distintas —
me lleva de la orilla de la noche
a la feliz ribera donde surge el día.
Del cielo
de tus pupilas
llega a mi corazón
la luz recién amanecida
de tus miradas, como llega el sol
a iluminar el fondo de la obscura sima
Del alba
—leche en que liban
su música las tórtolas —
vienes, fugaz como una brisa
de primavera, a perfumar mi estancia
con el nevado aroma de tus frescas viñas.
de primavera, a perfumar mi estancia con el nevado aroma de tus frescas viñas.
A R O M A D E O T R O T I E M P O 127
Y escucho
la melodía
—¡oh, música inefable,
radiante fuga de la línea,
maravilloso adagio de la forma! —
que la belleza tañe en tu desnuda arcilla.
III
Quiero acendrar mi verso
en los ríos del alba:
que sea como guija
bajo el velo del agua.
Y un reflejo de nube,
y la sombra de un ala,
y el temblor de una estrella
para el pozo del alma.
i De sobra cabe el cielo
en una gota de agua!
IV
Como un río de música, a la vera
de la eglógica tierra prometida,
vuelve a cantar mi voz, ya atardecida,
en un largo crepúsculo de espera.
V
Aunemos a la copla solitaria,
que ritma apenas el pausado toque
del tambor campesino,
la caudalosa afluencia de otras voces;
que la canten a un tiempo
todos los corazones;
que se inicie en los cármenes del valle;
que la montaña, en ecos, la prolongue,
y haremos el coral de nuestro pueblo,
con ritmo de cristal y són de bronce.
VI
A Guido Villa-Gómez
¿A qué sonoro viento de la noche,
o a qué soplo recién amanecido,
le confiaré, estrujadas por la pena,
las cosas que le escribo? ...
También nosotros
inexorablemente nos morimos.
Digo nosotros, porque yo lo llevo
— ancla de oro — en mi cariño.
Si de mi roto cáliz
se ha de verter la sangre de Dioniso,
para engendrar la poma de mañana
y el futuro racimo,
¿en qué vaso de Dios arderá luego
el óleo de mi espíritu? . . .
Y adiós, ahora.
¡Voy a dormirme, Guido!
P O E S Í A D I S P E R S A 131
POESÍA DISPERSA
132 O C T AV I O C A M P E R O E C H A Z Ú
CELOSA
MIRIAM
HURAÑA
en la ebúrnea garganta
anúdale collares de suspiros
y de invencibles ansías.
Su espíritu vibrante,
como una antena capta
mensajes luminosos…
ideas que germinan en su alma
como un polen de sus estrellas…
embriagadora ráfagas
de rebelión que encienden
su corazón en llamas
ADORACIÓN
TU RISA
Lola Ruck de Ostria Reyes
En el aire se derrama
un retintín de cristal…
No es la fuente ni el turpial
es tu risa que reclama
la ofrenda de un madrigal.
SUPLICIO
A NATANIEL AGUIRRE
EL ESCULTOR DE NUBES
Sin embargo, debo confesar que mis verdaderos maestros han sido los niños. Esos niños,
de ojos soñadores y vagos, que se tienden boca arriba sobre la clara hierba del campo, para
contemplar, con morosa delectación de artistas, el paso de las nubes bajo el gran arco de
cristal del firmamento. Ellos me enseñaron a renovar la técnica y los arcaicos procedi-
mientos de todas las escuelas que me precedieron.
Desde el marco de mi ventana, donde el cielo se recorta en cuadro, yo las veo flotar sobre
la seda azul del horizonte, y me abismo en la amorosa contemplación de la euritmia plás-
tica, en la callada música de las formas ideales... Luego escojo las nubes que me convienen;
tal como lo haría un escultor de la antigua escuela, al seleccionar sus bloques de mármol
en las canteras de Paros o Carrara. Las hay de todas las formas, de todos los tamaños, de
todos los colores. Unas, las más bajas, son cúmulos gigantes de resplandeciente locura que
sólo podrían utilizarse por los arquitectos afiliados a la escuela, para la construcción de las
obras de aliento; escaleras grandiosas, catedrales medioévicas alcanzan al cielo - como un
atormentado coral místico - el vaporoso oleaje de sus aireas cresterías.
Más arriba, sobre los níveos picachos de las primeras, extrañas y biformes - se encabritan
otras nubes en las que he tallado colosales grupos de Centauros de ancho tórax y fornidos
bíceps. Uno de ellos el más joven, ha raptado una ninfa, una rosada ninfa del séquito de
Diana, y huye veloz con las salvajes crines al viento y las patas delanteras en alto, bajo el
polvo de oro de los caminos del poniente…
144 O C T AV I O C A M P E R O E C H A Z Ú
Otras, las más altas, son anchos celajes de color, de azafrán, orlados de fuego, en los que he
cincelado primorosamente, para recrearme, gigantescas mariposas de alas traslúcidas que
chispean al sol.
Las hay ovaladas, redondas, pequeñas y suaves en las que he modelado adorables cabezas
de estudio, rostros serenos y augustos de vírgenes y diosas.
Otras, en fin, compactas y duras como trozos de mármol, me han servido para esculpir los
bustos apolíneos de más héroes, torsos rudos de gladiadores y atletas que muestran a través
de la piel, en vigoroso relieve la potente trabazón de los músculos.
Ahora trabajo - sin modelo – mi obra maestra. En una nube armoniosa y esbelta de color
de alabastro, he logrado esbozar, a golpes mágicos de cincel, los impecables contornos de
una mujer desnuda. Sólo me falta perfilar aún más las heráldicas líneas de la garganta y
del rostro; redondear los pechos de eréctil pezón; dar relieve a los gráciles pliegue del talle;
realizar la opulenta curva de las caderas; desarrollar, en fin, en melodioso declive, toda la
prodigiosa gama de líneas serpentinas y elásticas que ondulan a lo largo del muslo y de las
pantorrillas, hasta rematar en el arco perfecto y flexible del pie. En medio minuto he reali-
zado el ideal de la belleza plástica.
Todavía un ambarino rayo de sol viene a reflejarse en mi estatura hasta infundirle el calor
y el tono de la carne animada y viviente ¡Estoy maravillado!.... Cierro largamente los ojos,
ebrios de belleza, y en mi alma se alza de nuevo, como en un templo pagano, la imagen
sobrenatural, impalpable, rítmica y luminosa de la deidad desnuda. Después, cuando los
abro, ya el viento ha deshecho el encanto. De la augusta visión sólo queda un incoherente,
boceto deshumanizado, una silueta borrosa, líneas truncas, miembros mutilados, un en-
sueño roto… ¡Ah, no por eso mi estatua será menos eterna que los mármoles de Fidias!...
Y ahora que el cielo es como un inmenso taller abandonado, una voz interior me repite
melancólicamente estás palabras de Shakespeare: -”Ahora nuestras diversiones han ter-
minado. Esos seres, nuestros actores, eran todos espíritus; se han convertido en aire, en
aire sutil... Semejantes al edificio sin base de esa visión, las torres coronadas de nubes, los
suntuosos palacios, los templos solemnes, este gran globo mismo y todo lo que contiene se
disolverán un día, y como se ha disipado esa insubstancial fantasmagoría, se desvanecerán
sin dejar siquiera en pos de sí una nube de vapor. Estamos hechos del mismo paño de los
sueños y nuestra pobre y pequeña vida está rodeada de sueño. ¡Señor, estoy un poco entris-
tecido; excusad mi flaqueza; mi cerebro está alterado!...”.
P O E S Í A R E U N I D A 145
Glosario
Ahijuna: interjección.
Ajogada: ahogada.
Aguaito: acecho.
Amancay, amancaya o jamancaya: azucena silvestre.
Caito: hilo de lana.
Caja: tamboril con el que los campesinos se acompañan para cantar coplas o bailar la rueda.
Calamuchita: valle en las cercanías de Tarija.
Canasmoreña: de Canasmoro.
Canasmoro: un lugar pintoresco de Tarija.
Cancha: recova.
Caña: gigantesca trompa originaria de los valles de Tarija, fabricada con dos o más trozos de
caña indígena unidos uno al extremo del otro, de modo que formen un solo tubo con una
embocadura lateral en una de las puntas y un pabellón en el extremo contrario. (Campesinos
tarijeños la introdujeron en el norte argentino donde se la conoce con el nombre de erke).
Cella: vallecito en las proximidades de Tarija.
Cellana: de Cella.
Cimba: trenza.
Contradanza: baile de Navidad.
Crío: niño de pecho.
Chapaca: de la campiña tarijeña.
Chapaco: campesino de Tarija.
Chicha: bebida alcohólica hecha de un fermento de harina de maíz.
Chilca: mata que crece en la orilla de los ríos.
Cholo: nombre que da el campesino al ciudadano.
Chulupía: mirlo.
Chunchos: bailarines disfrazados que evocan ritos paganos de una tribu ya extinguida.
Churqui: espino indígena de flores amarillas muy aromáticas.
Chusquió: resbaló, deslizó.
Cuantito: a penas, luego que.
Dende: desde.
Dir: ir.
Entre Ríos: valle de la provincia O’Connor.
Entuaviá: todavía.
Erke: instrumento de viento hecho con un cuerno y una cañita con lengüeta. (En el norte argen-
tino: erkencho).
Guagua: criatura de pecho.
Hualckas: cuentecillas de vidrio.
Imilla: moza, mocita.
Joyo: fosa.
De juro: de seguro, ciertamente.
Lapacho: árbol americano.
Lluro o yuro: cantarito de barro.
Malhaya: expresión de desprecio, maldición.
Mate: vasija hecha de calabaza.
Melga: amelga.
Misca: primicia.
146 O C T AV I O C A M P E R O E C H A Z Ú
El corazón colectivo
Eduardo Mitre
Si en la poesía boliviana Jaimes Freyre y Tamayo, especialmente, encarnan una estética abierta,
dominada por un impulso centrífugo, Campero Echazú y Alfaro inician el movimiento de re-
torno a los orígenes, a las raíces autóctonas -no en balde la metáfora hombre - árbol es común y
recurrente en ambos poetas. La diferencia de actividades se refleja en el lenguaje: al culto, lleno
de neologismos y de referencias culturales de los modernistas le sucede otro, llano y directo, que
rescata la espontaneidad del lenguaje coloquial y el sabor de los vocablos y giros del habla verná-
cula. Asimismo el amplio abanico de formas que desplegaron los modernistas, se reduce a unas
cuantas, casi todas de arte menor, emparentadas con el romance y la copla de la poesía tradicional
española (los sonetos, rarísimos en Campero Echazú, son prácticamente inexistentes en Alfaro).
La tradición de la ruptura iniciada por el modernismo cesa o se repliega para dar paso a la con-
tinuidad de la tradición. El arte no es más invención original y personal sino recreación de una
herencia colectiva. Cambia también la figura del poeta: éste, para decirlo con Hegel, no es sino “él
órgano por el que se expresa la vida nacional en su sentimiento lírico y en su manera de concebir
la existencia”.
Pero tanto como eso tales imágenes conjugan la erótica con la retórica o poética, estableciendo,
por relaciones metonímicas, una causalidad entre los pechos femeninos y el canto. Esta causali-
dad ya diseñada en “El coplero anónimo” cuando, al referirse a las copias de su infancia, el poeta
decía “yo las bebí como nuevas / con la leche de mi madre”, se reitera en otros poemas pero ahora
en un espacio pasional, cuyo centro móvil, danzante, es el cuerpo de la muchacha chapaca: “¡Que
deliciosos racimos / de tentación bajo el sayo / y qué vino el de las coplas / en el lagar de tus la-
bios!”. En “La copla chapaca” la misma relación se enuncia de modo igualmente nítido: “Cántame
esa copla / mocita de Pinos, / la que amamantaron / tus pechos huidizos”. Aliada de la naturaleza,
la mujer es transmisora de la vida y, asimismo, fuente del canto y la poesía: de ella emanan, simul-
táneamente, la leche primigenia y la música primera de las nanas infantiles.
BIOGRAFÍA
Marcel Campero Zabalaga
Don Octavio Campero Echazú nació en Tarija el 21 de noviembre de 1900. Fueron sus padres
Don Manuel Campero de la Peña, nieto del ultimo Marques de Tojo y Doña Mercedes Echazú
Suarez, descendiente de ilustre y tradicional familia tarijeña.
Realizó sus estudios de primaria y secundaria en Tarija. Durante su niñez y adolescencia, alternó
sus periodos de estudios con dulces vacaciones en su finca Escapana, donde la hermosa campiña
y la moza del valle tocaron profundamente su espíritu delicado y sensible.
En el Colegio Nacional San Luis, despuntó su ansia de cultura y su vocación por la poesía. Uno
de sus primeros trabajos, cuando era todavía un niño, fue un soneto intitulado “La Quilla”, que
despertó la admiración de sus maestros. A lo largo de sus años de adolescencia, fue incursionan-
do cada vez más en su trabajo poético, hasta dar a luz “Arias Sentimentales”, publicado en La Paz
en 1918, cuando el poeta contaba con apenas 17 años. En sus versos se siente el despertar de “un
temperamento combativo…” y un alma ávida de emociones fuertes”. Pero Octavio los llamaba
“pecados de su juventud”.
En otros el “orgullo”:
“Que me importa el dolor; yo sufro y vivo,
y la frente orgullosa no doblego;
Porque en mi pecho el corazón es fuego
Y es fuego el corazón, porque es altivo”.
150 O C T AV I O C A M P E R O E C H A Z Ú
Comentando esta obra, el escritor José Espada Aguirre escribe en el prólogo: “Leyendo Arias
Sentimentales, se experimenta una emoción completa de entusiasmo estético; en sus páginas vive
la belleza, con sus contornos esculturales de un cabal concepto”.
Al concluir sus estudios de secundaria, marchó para Sucre donde ingresó a la Universidad San
Francisco Xavier y obtuvo su Licenciatura en Derecho y Ciencias Políticas y Sociales en 1931.
Su Tesis intitulada “Génesis, Evolución y Porvenir del Matrimonio”, escandalizó a la vieja socie-
dad sucrense, que se mantenía en esa época rígidamente subordinada a sus ancestrales costum-
bres morales.
En su visión futurista sobre la relación afectiva, preveía que: “toda reforma social de importancia,
es el resultado de una lenta y larga evolución”… “De ahí por qué la institución del Amor Libre, sea
considerada todavía como un ideal muy lejano”… “El primer postulado del amor Libre, se funda
en la igualdad jurídica y social de los dos sexos”…
“Así será como, con la supresión del matrimonio, desaparecerá el dogma medieval e impuro del
pecado, que mancha el acto fisiológico y fatal de la reproducción. En consecuencia, toda unión
sexual será libre y se concertará sobre la base del amor mutuo y del consentimiento recíproco,
precisamente entre seres independientes responsables de sus actos. Quedará suprimida toda re-
glamentación inútil, toda ceremonia absurda, sin que la religión, ni la ley, puedan arrogarse el
derecho de legislar los sentimientos “… Recordaba a Ellen Key que decía: “en las sociedades futu-
ras, dos seres que se aman serán esposos” y continuaba con su tesis: “La fidelidad, no será como
hasta ahora, una formula sacramental obligatoria, aunque frecuentemente violada, mediante la
complicidad del adulterio y la industria lícita de la prostitución legal reglamentada por el Estado,
sino que dependerá en lo absoluto de los sentimientos altruistas de la sinceridad, de la simpatía y
de la duración del amor”…
Este era el joven Campero Echazú, defensor de los sentimientos más profundos y fuertes del ser
humano.
Durante el período de estudiante universitario fue Presidente del Ateneo Carolino de Sucre en
los años 1921, 1923 y 1924. Presidente de la Federación de estudiantes de Sucre en 1926, desde
donde luchó férreamente contra las medidas dictatoriales del Presidente Saavedra y a favor de
la autonomía universitaria. Una vez más se proyectaba con un espíritu de lucha, pero al mismo
tiempo sensible y poético.
En esta misma época, escribió casi un centenar de poesías que fueron sucesivamente publicadas
por periódicos y revistas. En ellas se vislumbra su “sed de ternura” y el “fuego de su corazón”. En
“El Amor que pasa”, decía:
P O E S Í A R E U N I D A 151
“Celosa” fue un poema que marcó época. En toda reunión donde Octavio estaba presente se le
pedía con entusiasmo para recitarla y así lo hacía:
El 1937 contrajo matrimonio con la Srta. Delia Zabalaga Canelas, con quién retornó a Tarija y
aquí le dedicó su amor y ternura hasta el último día de su vida.
Delia nos relata este inicio de su vida con Octavio: “Cuando nos casamos pensábamos radicar
en La Paz o Sucre, pero antes fuimos a Escapana, ese maravilloso vallecito donde nuestro buen
Dios derramó tanta belleza para el hombre, una esmeralda verde rodeada de grandes montañas,
circundada por el gran río San Juan del Oro, con hermosos viñedos, alfalfares floridos, mucha
vegetación, árboles frondosos, hermoso clima, noches de luna, maravillosas, con lluvia de estrellas
y raras constelaciones. Ese vallecito que tanto amaba Octavio desde su niñez, me encantó, me
embrujó y resolvimos quedarnos en Tarija. Allí comenzó Octavio a escribir algunos poemas de
su libro “Amancayas”, inspirado en su tierra y en su gente. Cuando volvimos a la ciudad siguió
escribiendo, adentrándose más a su tierra y a su gente tan maravillosa, llena de afecto, que brinda
su corazón a todo el que la visita”.
En Tarija fue Director del Colegio Nacional San Luis, de 1937 a 1948; fue uno de los fundadores
de la Universidad Juan Misael Saracho, donde dictó la cátedra de Derecho Constitucional, de
1950 a 1969.
En 1938, con su poema “Canto a la Ciudad de los Cuatro Nombre”, ganó la Violeta de Oro, en los
Juegos Florales de Sucre. Al respecto, “El Diario” en su edición del 11/01/39, publicó lo siguiente:
152 O C T AV I O C A M P E R O E C H A Z Ú
“Octavio Campero Echazú, ha cantado desde las sonrientes vegas de Tarija, un fervoroso poema
de amor a Sucre. Abandonando la contextura exclusivamente lírica de sus versos anteriores,
Campero Echazú ha adoptado resueltamente la metáfora, realizando aciertos que son de veras
logrados. El vigor enérgico y audaz de las imágenes, constituye una nueva revelación de este
poeta, llamado a realizar una obra grande y bella”.
En 1940 “La Prensa” de Cochabamba, escribía respecto a su obra: “Entre los poetas jóvenes de
Bolivia, ocupa Campero Echazú un lugar de preferencia al que lo hace acreedor su dulzura tan
plena de dignidad y de belleza, con que nos regala en cada uno de sus poemas”.
En 1942 publicó “Amancayas”. Muchos fueron los comentarios de la prensa; Fernando Ortiz Sanz
en “La Razón” decía: “Amancayas… “En frente a este magnífico joyel de poesía, uno no sabe si
elogiar primero la exquisita intención del poeta o de la belleza agreste y soleada de las imágenes
campesinas. En la esencia de los versos de Octavio Campero Echazú, gran poeta y gran amoroso,
hay un resplandor de finas sensaciones, una quinta esencia de sentimientos que pertenecen a
todos los hombres, pero que apenas unos cuantos –los verdaderos poetas- atinan a expresar tan
delicada e intensamente”.
En este libro se publicaron joyas literarias como: “Porque Van Diez años” “Anillo Chapaco”, “Bajo
el Churqui Grande”, “La creciente”, “Canto al Hombre Árbol” y “De Camino”.
En este mismo año, se realizaron los Juegos Florales de Cochabamba, donde Octavio Campero
Echazú ganó el primer premio: Flor Natural y Banda del Gay Saber, con su poema “Carta a Tres
Amigos”.
En 1945 fue invitado por el Ministerio de Educación para dar un recital de sus últimos poemas,
en La Paz. Así se manifestó “El País” de Cochabamba, al comentar este acontecimiento: “Por
cierto que nunca, en la historia de la poesía boliviana se dio una más feliz coincidencia entre la
materia artística y la vocación del artista que debía obrar en ella. Campero Echazú ha sido, pues, el
poeta perfecto para la sugestión poética de Tarija. Espigó las gavillas y vendimió los racimos de la
temática regional, y elaborando con alta técnica sus elementos puros y sencillos, logró una poesía
nobilísima, de esencia vernácula, pero de categoría universal.”
Durante la década del 40 fueron innúmeros los comentarios sobre su obra “Amancayas”. Domin-
go Alberto Blunno escribió en “La Razón” del 3 de agosto de 1947, sobre el título “Comentarios
Extranjeros”: “Es un poemario escrito en versos fáciles, emotivos, plenos de luz y armonía, en el
cual el autor urde sus estrofas cantándole a la vida y a las cosa que le rodean.”
En 1950 publica su libro “Voces”. “La Razón” lo anunció de la siguiente manera: “Allá en las tierras
del Sur vive un poeta, un poeta que ha descubierto el mágico secreto de las palabras sencillas. Que
ha escrito un nuevo libro, Voces y que se llama Octavio Campero Echazú”.
P O E S Í A R E U N I D A 153
En “La Época” de Buenos Aires se leía: “El autor de este libro es, sin duda, alta expresión lírica de
la Bolivia actual. Cantor de lo auténtico, de lo nacional, su poesía se nutre en el pueblo y de él
capta lo perenne, lo eterno”…
Yolanda Bedregal, en un artículo de prensa intitulado “Valores de la Poesía Boliviana”, decía: “otro
poeta importante”… “es Octavio Campero Echazú, voz del alma chapaca: paisaje, figura, parla,
sentimiento estrictamente lírico; escribe en claro, en fresco, igual cuando es el valle o la moza, o el
sentimiento: poesía apaciguante de un cantar”.
En “Voces” publicó su poema “Lluro Roto”, donde canta la añoranza de un amor perdido.
- “Ay mama! ¿Se acuerda como era la Lola?
……..”
El 1962, la Universidad Juan Misael Saracho, le tributó un homenaje que le otorgó una Medalla de
Oro y fue proclamado “Maestro de la Juventud Tarijeña”. En el mismo año la Honorable Alcaldía
Municipal le rindió un homenaje en representación del pueblo de Tarija y lo declaró “Hijo Ilustre
de Tarija”.
En 1963, publicó su libro “al Borde de la Sombra”. En una entrevista que le hizo don Carlos Cas-
tañón Barrientos, se registró la opinión del autor sobre esta obra: “Mi última obra, me parece más
otoñal que las demás. Diría que ella es un poco más honda”… Mi tema predilecto es el localista o
nativista a condición de estilizar lo nuestro, lo nativo, lo propio del país”…
En 1967, el IX Congreso Médico, realizado en Tarija, le rindió un homenaje por su labor cultural
y lo condecoró con el “Cóndor de Plata”.
En este mismo año la Unión Internacional de Poetas Laureados, con sede en Filipinas, le otorgó
el título de “Poeta Laureado de la Naturaleza” y le confirió un Diploma de Honor, una guirnalda
de laureles de oro y una Medalla de Oro.
A sugerencia de los organizadores del Primer Congreso Nacional de Poetas, realizado en Sucre,
en junio de 1967, el Gobierno le confirió la Insignia de la “Gran Orden Boliviana de la Educación”
en el grado de Oficial.
Por “su valiosa contribución literaria a la cultura boliviana”, el Ministerio de Cultura, Informa-
ciones y Turismo, le otorgó la Medalla al Mérito, que le fue impuesta por el Excmo. Presidente de
la República Gral. René Barrientos Ortuño, el 15 de diciembre de 1968, en acto solemne que se
realizó en Tarija.
Octavio Campero Echazú muere el 5 de julio de 1970, cuando contaba con 69 años de una vida
predestinada a cantar la belleza. Un día le preguntaron a doña Delia, su esposa, ¿Cómo era don
Octavio?.“Octavio Campero Echazú fue un hombre admirable y admirado, no solo en nuestra
nación, sino fuera de ella, era un caballero perfecto, culto, delicado, fino, chispeante, oportuno;
inspiraba simpatía en todos los círculos que frecuentaba, cuando hablaba, todos lo escuchaban
con deleite. Amaba la música por sobre todas las manifestaciones del arte, era parte de su vida,
el piano le encantaba, lo tocaba, tal que en su adolescencia había compuesto unas piezas que el
gran musicólogo Mario Estenssoro las aplaudía, conocía mucho de pintura, escultura. El no solo
conocía bastante el arte, también sabía mucho de ciencias. Fue un autodidacta, leía mucho, el
libro era su compañero inseparable hasta su muerte”… “tenía una cultura amplia. Se publicaron
en libros sólo sus versos y no así su prosa que era muy buena”…
Algunos poemas ya estaban concluidos y a otros les faltaba el nombre. Doña Delia resolvió com-
pilarlos e hizo una edición póstuma a la que intituló de “Aroma de Otro Tiempo”, como la estrofa
de uno de sus versos. Se publicó en 1971.
Bibliografía preliminar de
Octavio Campero Echazú (1900-1970)
Juan Ticlla Siles
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