Acento Melódico, Acento de Intensidad
Acento Melódico, Acento de Intensidad
Acento Melódico, Acento de Intensidad
ACENTO DE INTENSIDAD
gua española, sin un predominio desta- caracterizan esas otras figurillas escri-
cado de uno sobre otro" (p. 9). tas, las letras del alfabeto. En cuanto
" Nueva Yor§ Harcourt, Brace and configuración, una D es lo mismo que
World, 1960. una d o una p o una q (y asl las ve
ú Es un hecho psicológico curioso el niño que no ha aprendido a leer),
que al contemplar patrones visuales aunque como letras se distinguen ab-
que esquematizan fenómenos acristicos, solutamente. Hay que buscar en los
tendemos a ver en ellos las mismas acentos la identidad configuracioaal,
relaciones absolutas de posición que no la posicional.
36 DwrcHT L. BoLrNcER, con la col. de MARToN HoDApp
medio
bajo
Es tra de di
a.
di
bajo me
Es tra de dio
a.
twenty Ques
onlY on Twen
It',s It's ly ty
ques tlons.
tron§.
hi
¿Son los jos los que han levantado el ,re 8o
cio?
Buenos Bue dí
dt no§
¿ul. as.
o
hora tengo
A
tra pesadumbre
los acentos caen en ahora y otra, por su aporte semántico; no hay nin-
guno en pesadumbre, o si hay un pequeño relieve no es más que un
eco, un residuo de las ocasiones en que recibe un acento oracional.
Otra explicación de la cuasihegemonía de la intensidad ofrece el
profesor Milton Cowan, cuyos experimentos con una laringe artificial
han contribuido al nuevo aprecio del tono. Opina él que dado el
hecho de que la entonación parecía tener por campo de acción la
expresión de estados afectivos mediante configuraciones distintas, co-
mo por ejemplo las de la frase enunciativa, la interrogación, la excla-
mación, etc., era de suponer que esto agotaba sus recursos y que cual-
quier otra distinción, como la cle la acentuación contra la no acentua-
ción, había que buscarla en otra parte; y la otra parte que más atraia,
por no haberse usado para ningún otro propósito, era la intensidad.
Pero una de las lecciones de la acústica moderna es que cualquier as-
pecto de la onda del sonido puede funcionar en más de una esfera. El
tono no es una excepción a esta regla. Puede indicar, en su forma
amplia y general, distintos estados de ánimo: afirmación, ruego, admi-
ración. Al mismo tiempo, mediante cambios de menor escala, puede
marcar los acentos. Y aún hay una tercera posibilidad: bajando el ni-
vel general se indica, sin cambiar la configuración ni los acentos, que
lo que se dice es a manera de paréntesis. Los dos esquemas que siguen
son esencialmente iguales en cuanto entonación; pero marcan un nú-
mero distinto de acentos:
j i /
dos acentos cuatro acentos
\
qJ
U U
.J
U
ACENTO MELODICO. ACENTO DE INTENSIDAD 43
bes el
¿Sa ro?
me
nu
a a b e sel n u m e ro
Se nota que la [u] forma un valle después de un abrupto descenso.
En cuanto a las vocales anteriores, lo que el oído coge son los picos,
de los que el de la [a] es el más bajo; las dos [e] están más o menos al
mismo nivel, más altas que la [a].
El segundo espectrograma reproduce la pregunta ¿Puede mandarme
una taza de café?, con otro ajuste de la máquina que hace visibles dos
cosas: la línea serrada del sector de arriba, que indica los altibajos
de la intensidad, y en el sector de abajo las resonancias llamadas "for-
mantes" (bandas de armónicos) que corresponden a los fonemas. (Se
ven, pero no se leen bien, los armónicos individuales, el reforzamiento
y disminución de los cuales son los elementos constitutivos de los for-
mantes. Para trazar la línea melódica, se necesita otro ajuste, el del
primer espectrograma, que reproduce sólo los armónicos más bajos
y los ensalza) . Las resonancias no cuentan para nuestro propósito más
que para fijar los puntos donde sube o baja la intensidad. Por ejem-
plo, sabiendo cómo tiene que portarse el segundo formante al pasar
de la [w] a la [e], saltando de armónico en armónico hasta llegar a
una altura de unos dos mil ciclos por segundo, podemos leer la pala-
bra puede. Procediendo así, nos damos cuenta exacta de qué fonema
es al que corresponde cualquier punto de la Iínea de intensidad.
De este segundo espectrograma sacamos lo siguiente: La [e] "acen-
tuada" de calé es menos intensa que la [e] "inacentuada" de la prepo-
sición de y mucho menos intensa que la otra [e] "acentuada", la pri-
mera de puede; tiene más o menos la misma intensidad que la de la
[e] "inacentuada" de puede,la segunda. Aunque no de la misma du-
¡ación, las dos la) d,e mandar, "inacgntuada" y "acentuada", alcanzarl
44 DwrcHT L, BoLTNGER, con la col. de MARToN HoDApp
l. la, "inacentuada".
2. casa, "acentuada". -
3. Fern¿indez, "acentuada"
4. hablo, "acentuada".
5. casa, "inacentuada".
Interpretaciones:
Contestaciones
a. l2 3 b.t 2 3 c. l2 3
[Aquí una pausa en la grabación, con tiemPo Para marcar las con-
te§tacione§].
Noten, 1rcr favor, que, con conciencia del lector, estas oraciones y
las que siguen podrian no ser oraciones coffientes en español, pues
suenan un poco monótonas. Pero deseamos que pasen por alto este
efecto forzado para juzgarlas lo mejor que puedan
Ahora, como muestra, la primera prueba. Para ésta, como para las
demás, contábamos con seis oyentes, cada uno de los cuales respontlió
dos veces a cada pregunta. (En un caso Ias respuestas suman l3; un
oyente indicó dos posibilidades). Siempre se contrastan vocales idé¡r-
ticas; aquí es la vocal [a].
Vamos a escuchar la frase Así Juan me mandaba el regalo, repetida
nueve veces. A continuación se hallarán tres interpretaciones de esta
frase. Cada vez que se oiga la frase, indique cuál de las tres interpreta-
ciones le parece más apropiada, subrayando el número corres¡rondiente.
r2E
8a
a. Así JUAN me mandaba el re lo. 309
Juan
b. Así me manDAba el regalo. l20t :'l
GA
c. Asl Juan me mandaba el re Io. 0tll
da
d. Asi JUAN me man ba el regalo. I td' I
da
e. Asi Juan me man ba el reGAlo. 165
Juan
f. Así me mandaba el reGAIo. 90E
g. Asl Juan me manDAba ,.Flr. 039
DA "l
h. Asl Juan me man ba el regalo. 0120
JUAN
i. Asl me mandaba el regalo. t200
4 ACENTO Mf,LODIGO. ACENTO DE INTENSIDAD 47
I
Y
cifras rtsultantes: 6 (intensidad) contra 6l (tono) . Vale notar que
el tlüico caso de votación unánime fue para la frase-estímulo
li
i Pues Lo ta es más boNlta que Pepita.
:
t
(No fue unánime en ninguno de los casos de doble estlmulo)
r\
i
fl En§ayamos otras dos pruebas que no presentamos aquí en forma
JT
complqta, porque dieron resultados poco decisivos. Esto era de espe-
t rar, porque se trataba no de afirmaciones sino de preguntas y la mitad
1 de las salidas melódicas eran para abajo. Nuesra experiencia con
s Pc ejemplo: ' y
ti :|)
T
l. E? papel de la duracióa. En
glés, estc ingrediente de la
in-
prominen-
duración, como aqul se costr¡Po¡en
tono e i¡ter¡sidad, ha ralido ganando
el tono. §i er que Bello tenla ¡azón
cia fonética resulta ser indispensable (como vemos que la tenla mucha al
y sin embargo en los
apoyo del tono, ensalzar el tono) y la duracién es ele-
experitntoe en {ue se opon€n tono mento Reo$ario del aoento, probable-
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:]
t
:
r
t
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48 DwrcHT L. BoLINGER, con la col. de MARIoN HoDAPP t
mente será el caso que sirve de segun- queño ensayo con Costiguesemelo an-
da línea de defensa, dada alguna am- tra el inventado Castigue Semelo, pero
bigtiedad tonal. no dio resultado; esto pide mucha
2. El papel de la silaba "inacentua- imaginación de parte del oyente.) Es
ble". En el habla lenta, es probable probable que a lo largo de la frase la
que se distingan, p. ej.: las palabras silaba inacentuable juegue su papel
aúlés y ltábiles er modalidades tona- (en realidad, como hemos dicho, el
les como las siguientes: acento pertenece a la frase y no a Ia
palabra), pero que el principal apoyo
[a lrpi del tono en otros casos de ambigiie-
Angulos: dad es la duración y otros modos de
piles I les l -l_ incremento y degradación silábica. Por
resultando ser htibiles la primera for- ejemplo, si en I afliles ] la última sila-
mz y aailés la segunda. Esto resulta ba se pronuncia corta y parcial o to-
del hecho de que en ambas voces se talmente enmudecida (es decir, sin so-
sabe que la segunda sílaba no se acen- norizar la vocal), no hace falta otro
trla en ningún caso (nos lo dice nues- indicio de la ausencia del acento. Pero
tra experiencia con ambas palabras en casos en que el sentido total de la
nultitud de contextos) . En Ia primera frase hiciera necesario este recurso de-
figura, pues, esta sílaba [pi] ocupa ben de ser rarísimos; sabemos por la
el ángulo de abajo, evitando que la moderna "teoria de información" que
silaba I les ] se oiga como acentuada. hay siempre una plétora de redundan-
Esto deja libre el campo a la sllaba cia semántica.
[a] que ocupa el ángulo de arriba, y 3. Estudio de la ambigüedad. Los
que por lo tanto §e oye como acen- dos párrafos anteriores han dado ya
ttad,a: htibiles. En la segunda figura idea de lo que al respecto queda por .$
pasa lo contrario: la inacentuable aho- hacer. Si en (
ra ocupa el ángulo de arriba, evitando
que la silaba [a] se interprete como lke
acentuada, y dejando el campo a la mala l
sílaba [es], que ocupa el ángulo de
abajo y se interpreta como acentuada: se puede interpre^tar o ¡Quémala! o
auilés. Lo malo es que "pares mlni- ¡Qué mala! pero lon diferencias afec-
mos" como éste, con sílaba inacentua- tivas (debidas a que en el primer caso
ble de en medio, son raros en español, el salto tonal p.ln,rr o¡ la sllaba acen-
y en general tenemos que recurrir a tuada mientras que en el segundo
situaciones donde se pone a la prueba parte de un ac€nto y LLEGA A otro
el significado de una frase completa, -€t¡
decir, cuestión de distintas configura-
procedimiento mucho menos satisfac- ciones con sentido propio), pero en {,
torio. Aún peor es el hecho de que en
el habla rápida muchas veces se demo- I kema
ra por espacio de una sllaba la infle- l"I
xión tonal; y luego para que cuente la
sílaba inacentuable se necesitan dos o se oye mejor ¡Qué mala! que ¡Quéma-
más; y la estructura del español ape- la.l, podemos sacar consecuencias inte-
nas ofrece ejemplos. (Hicimos un pe- regantgt.