La Fantastica Musa de Perogrullo Web

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Universidad Nacional Autónoma de México

Escuela nacional colegio de ciencias y humanidades


La fantástica musa
de Perogrullo
Quintanar Cano, Keshava Rolando, 1973-
La fantástica musa de Perogrullo. Ultramarinos sobre cine, música y
literatura -- México: unam, CCH, 2021. 248 pp.
(Colección Ensayos sobre Ciencias y Humanidades, 7).

isbn: 978-607-02-2736-3 (Obra Completa).


isbn: 978-607-30-5359-4 (Volumen).

Primera edición: noviembre de 2021.

D.R. © UNAM 2021 Universidad Nacional Autónoma de México,


Ciudad Universitaria. Delegación Coyoacán, CP 04510, CDMX.

ISBN: 978-607-02-2736-3 (Obra Completa).


ISBN: 978-607-30-5359-4 (Volumen)

Esta edición y sus características son propiedad de la UNAM.


Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio, sin la
autorización escrita del titular de los derechos patrimoniales.

Impreso y hecho en México - Printed in Mexico.


La fantástica musa
de Perogrullo
Ultramarinos sobre cine, música
y literatura

Keshava Quintanar Cano

Colección
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades
Índice

11 Presentación

15 Culpa manifiesta

19 Crepúsculo y la génesis infantil del vampiro light

23 Transformers 2. La venganza de los caídos.


Dirección y concepto artístico: Homero Simpson

28 El callejón de los milagros y los amores


que se doblan a la primera

32 Star Wars VII: el despertar del bostezo

35 Fantasía fantástica

37 Exorcismos al dos por uno

39 Los amantes circulares

42 Todos los chamanes regresan al cielo

45 El lado oscuro y poderoso del corazón

49 Los caprichosos sueños de Perogrullo

53 Hayao Miyazaki, la estrella de neutrones


56 Sobre los ángeles en penitencia

60 El Capitán fantástico contra el “Sí merezco abundancia”

64 La tortuga roja y La isla de las breves ausencias

71 Las mujeres de Dios

77 A su debido tiempo Cronos tendrá un


camposanto en el purgatorio

84 ¿De qué hablamos cuando hablamos de volar?

89 Los perros duros aúllan solo poemas

95 La muñeca fea y la empatía con el desdichado

97 Van Halen y sus angelitos intensos

103   Heavy Metal y los veteranos de las guerras psíquicas

108  Lucybell en Rockotitlán


110   Porcupine Tree y la humildad progresiva

112   Stray Cats: la frescura del rebelde

115  Sobre El perseguidor de Julio Cortázar


117  Sobre Principios de teoría narrativa de Lauro Zavala
121  Sobre No tengas miedo de Felipe Garrido
123   Decálogo del cuento

126   Minificciones dentro de cuentos y novelas:


los prodigiosos miligramos

136   Los músicos y el fuego de Jesús Gardea y Mon petit lumière

141   Escondida entre cuatro poemas de Federico García


Lorca:“la nostalgia terrible de una vida perdida”

158   Fernando Reyes: el pastor de aeroplanos adolescentes

167   Sobre la Luz y memoria de Benjamín Barajas, un recuento


oscuro y destinado al olvido

175   Entre el lector y la Rayuela de Julio Cortázar:


una complicidad creativa y vital

187   Alejo Carpentier y El reino de este mundo


de maldiciones y gerundios

193   El informe de Brodie de Jorge Luis Borges: el duelo


entre el gaucho y la sombra acuchillada

202  La Obra maestra de Ramón López Velarde


216   Paraíso y nostalgia de Margarita Michelena: la lírica
del fantasma desterrado

237  Bibliohemerografía
Presentación

Perogrullo: Verdad o certeza que, por notoriamente sabida,


es necedad o simpleza el decirla
DRAE, 2020.

El encanto es una de las cualidades


esenciales que debe de tener un escritor
Jorge Luis Borges

H
ay uno, diez, veinte, treinta, y treinta cinco pasos
enmarcados en una galería, mirando con esos ojos
clásicos de tinta que nunca parpadean, que siguen
con su oscura mirada, al curioso e ingenuo lector.
El escritor o el pintor de letras (es así como yo prefiero
llamarlo), (no está sujeto a discusión), nos presenta en este
libro de la manera más pulcra, valiente y llamativa, una re-
colección de recuerdos, opiniones, homenajes y críticas al
mundo del cine, la música y la literatura. Vamos a confesarte
lector o lectora, que los ensayos que te encuentras aquí pueden
desnudarte en una mirada tus respectivos gustos. O, pueden
convencerte y atraerte al abismo de la bella amorfia del arte.
También, el pintor nos da a conocer su reflejo artístico, las
delicadas pinceladas van encontrando la manera de acelerar

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Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

nuestro corazón o generar un pequeño hueco en nuestro


pecho. Nuestros sentidos se encienden cual llama temblorosa
al viento, temeroso por perder cualquier detalle, angustiados
por terminar de leer todo el libro y maravillados por generar
un lazo de empatía a la mirada de papel.
Otro fenómeno que podría pasar (y que se puede dar sin
querer queriendo), es que algunos escurridizos pensamientos
que se dan al ver sobre a lo mejor, no sé, una película, estén
aquí gravados “casualmente”. Podría ser un ensayo sobre una
película de un vampiro que brilla o la participación de uno de
los personajes más divertidos de una serie animada de 20th
Century Fox, como guionista de una película de robots alie-
nígenas (para más detalles revise todo el libro). Sin embargo,
las insinuaciones de películas con más detalle artístico se
escapan entre los títulos, por ejemplo: “Los amantes circulares”,
al mismo tiempo que el pintor nos habla y enseña sobre del
término literario “palíndromo”, nos atrae a una llamada de
atención para conocer a un tal Julio Medem.
A veces es algo curioso y divertido que a través de la litera-
tura y el arte conozcamos lugares y personajes, la escritura en
este caso, nos utiliza para reconocer ciertos rasgos comunes
en el pasaje de la vida, aquí presente, terminamos por en-
volvernos en una verdad timidita y necia que encapsula los
pensamientos. A lo largo del libro se explotan los tonos de
los párrafos, desenlazando una gama de paletas coloridas, a
veces encantadoras, otras, malévolamente irónicas. Un buen
caso para mencionar es “Fantasía fantástica”, el pintor habla
del gran “menú” de la exquisitez de las obras que acompañan
a la cinta cinematográfica y da un cordial agradecimiento por

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La fantástica musa de Perogrullo

su trabajo a Walt Disney. El sabor de estos ensayos, (más allá


de la pulcra escritura), está en el tacto de los temas a desa-
rrollar, lo rico está en el desarrollo y el final. Algo así como
cuando estamos en el transporte camino a casa, atrapados
en el tedioso tráfico, mientras que en la radio pasan una de
nuestras muchas canciones favoritas, durante su sonido nos
genera calma y nos emociona y al final terminamos con un
apetito que nos dice: “¡léelo otra vez!, ¡léelo otra vez!”.
Una razón para agradecer al pintor de este libro es que
entre las muchas características genuinas y auténticas de su
escritura, es su constante enseñanza al lector. Explota a todo su
resplandor, los recursos literarios trazados por su puño y letra,
encariñando a los párrafos con su lenguaje. Por mencionar:
¿De qué hablamos cuando hablamos de volar?” y “Los perros
duros solo aúllan poemas”, uno normalmente se guía en su
lectura por los títulos, sin embargo, aquí el pintor nos toma
en curva, en el primero mencionando la épica obra mexicana
de Alejandro González Iñarritu y, en la segunda, nos habla de
la entrega animada Isla de Perros, que entrelazan las manos
de otras obras épicas. Esta clase de giros, generan suspenso
e intriga en la lectura. Ahora, se podrá hablar de películas de
poesía, música, de autores como Federico García Lorca, Julio
Cortázar, Jorge Luis Borges, y Miyazaki, entre otros.
Escondida entre un género como el ensayo se vislumbra la
manera provocativa e inevitable que tiene el autor de atrapar
con su escritura, y, que aunque de manera modesta, el lector
reconocerá a la hora de terminar su experiencia lectora. Ensa-
yos como “El lado obscuro y poderoso del corazón”; “¿De qué
hablamos cuando hablamos de volar?”; “Sobre el perseguidor

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Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

de Cortázar”; “Decálogo del cuento”; “Las minificciones dentro


de cuentos y novelas: los prodigiosos miligramos”; “Alejo Car-
pentier y “El Reino de este mundo de maldiciones y la sombra
acuchillada”, “El informe de Brodie, de Jorge Luis Borges: el
duelo entre el gaucho y la sombra acuchillada”; son la clase
de lecturas casi imposibles interrumpir a la hora de leerlas.
El pintor en su odisea por impactar, atrapar y embriagar al
lector lo logra con una pulcra sutileza. Finalmente, las pinturas
hablan desde los marcos de sus hojas, después de hacer una
pequeña introducción a la galería de ensayos, es momento de
que el lector o la lectora, giren sobre sus talones y lean a carne
viva los treinta cinco ensayos. La última perogrullada, lanza
un acento musical en el “Paraíso y Nostalgia de Margarita
Michelena: la lírica del fantasma desterrado”, concluyendo un
entonado revoltijo de ensayos celestes y dándole un nuevo
nombre a la verdad literaria, ilustrada por un pintor atribuido
a presentar la obviedad.
Aimée Danae Hernández Serrano
(alumna de sexto semestre, plantel Naucalpan)

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Culpa manifiesta

L
a fantástica musa de Perogrullo es una compilación
de textos que escribí con el vértigo de la acelerada
cotidianidad, del año 2008 a 2018. Es una inmersión a
mis grandes y abrasivas pasiones: la música, la literatura, el cine
y la docencia. Un Ten year challenge de colaboraciones en las
revistas Fanátika, Ritmo, Pulso Académico, Poiética y Fancine,
todas del plantel Naucalpan, así como en Fantasiofrenia del
plantel Vallejo. También incluye las presentaciones que escribí
para los libros Principios de Teoría Narrativa (2017) de Lauro
Zavala, y No tengas miedo (2016) de Felipe Garrido, de la
Colección Naveluz, también del plantel Naucalpan.
A lo largo de diez años de practicar el gozoso e intenso ar-
tificio de la escritura, quise reunir a estas criaturas de ultramar,
descendientes del Dios Perogrullo, para que se conocieran y
descubrieran sus afinidades, sobretodo para que hicieran vida
en familia, en éste su nuevo hogar.

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Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

En esta Culpa manifiesta, cual explicación no pedida,


quiero agradecer a Benjamín Barajas Sánchez por concebir
e invitarme a participar en la Colección de Ensayos sobre
Ciencias y Humanidades para los docentes del CCH; a Ale-
jandro García quien editó, diseñó y revisó este libro, junto
con Mildred Meléndez, Xanat Morales Gutiérrez y Brenda
Carreño Olmos.
También agradezco a la Secretaría General de la UNAM,
a través de la Dirección General de Asuntos del Personal
Académico por apoyar la creación y difusión de revistas del
bachillerato universitario a través del programa Infocab. En
este sentido, quiero reconocer el arduo trabajo y el compro-
miso de los directores, editores, diseñadores y colaboradores
de los distintos proyectos editoriales del CCH, motivando
con su ejemplo y esfuerzo la escritura y la lectura en nuestra
comunidad. En particular, agradezco a Benjamín Barajas
Sánchez y a Édgar Mena por Ritmo, la Colección Naveluz y
la Colección Almendra; a Isaac Hernán Hernández Hernán-
dez por Fanátika y Fancine; a Reyna I. Valencia López por
Pulso Académico y Poiética; a Iriana González Mercado y
Fernando Martínez Vázquez por Poiética; a Rita Lilia García
Cerezo y Rodolfo Sánchez Rovirosa por Fancine; a Reyna
Rodríguez Roque, Édgar Mena, Miguel Ángel Galván Panzi
y Netzahualcóyotl Soria Fuentes por la Colección Almendra;
y a Fernando Reyes por Fantasiofrenia.
También quiero agradecer a mi amada familia, santuario
y refugio: a mi esposa, Vanessa; a mis hijos, Iván y Keshava; a
mi madre, Cecilia; a mi suegra, Azucena; y a mis chihuahuas
escandalosos, Gulliver y Pucci. Finalmente, quiero agradecerle

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La fantástica musa de Perogrullo

a la musa fantástica, sorpresiva y urgente, que logra colarse


por las rendijas de lo cotidiano y me presta algunas semillas
para embellecer el dislocado laberinto que llamo vida.

Keshava Quintanar Cano

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CINE

Crepúsculo y la génesis infantil


del vampiro light

¿S abías que existen vampiros que piden permiso para


salir al cine y que creen en la virginidad antes del
matrimonio?, ¿no?, ¿y qué tal en los vampiros que
tienen crucifijos en su recámara y además se ponen aceite
de coco para tomar el sol?, ¿tampoco? Pues me alegra, no te
has perdido de nada.
En noviembre de 2008 se estrenó en nuestro país una de
las peores películas de vampiros que se hayan filmado hasta
ahora: Crepúsculo (Twilight en inglés), la dirigió sin éxito
Catherine Hardwicke y la mal produjeron Wyck Godfrey, Greg
Mooradian, Mark Morgan y Karen Rosenfelt para Summit
Entertainment.
Desentendida de toda la tradición vampírica, la película
estadounidense Crepúsculo narra un cuento de hadas donde
la princesa Bella Swan (Kristen Stewart), una chica de 17 años,
deja California para irse a vivir con su padre a un recóndito

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Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

y lluvioso pueblo llamado Forks. Ahí conoce a su misterioso


príncipe, Edward Cullen (Robert Pattinson), “quien consigue
llamar la atención de Bella y muy pronto entablan una estrecha
amistad”.1 En apenas unos días, “Bella descubre el gran secreto
de Edward: él y su familia son vampiros. No envejecen, no
tienen colmillos y son físicamente perfectos”.2 Y, por cierto,
tampoco beben sangre humana.
El filme recaudó casi 100 millones de dólares tan sólo en
la semana del estreno, Fue una de las películas más vistas en
Internet. Su aparente “éxito” en taquilla se contrapone a sus
fallas y vacíos en dirección, producción, actuación, adapta-
ción, casting, dirección de fotografía, líneas argumentales y
secuencias lógicas.
El desastre artístico de la película no es mérito exclusivo
de los “genios” antes mencionados, también hay que darle
crédito a la autora de la novela Crepúsculo,3 Stephenie Meyer,
quien en su cotidiano deambular entre el supermercado, el
kínder de sus hijos, las telenovelas brasileñas y en una sentada
de alrededor de quinientas páginas, creó una nueva clase de
vampiros: los light.
Los vampiros light, bajos en grasa y enriquecidos con Ome-
ga 3, alejados de toda la tradición cultural de Egipto, Mesoamé-
rica, Europa Oriental, y muy cercanos a Carlos Cuauhtémoc
Sánchez, son moralistas, pudorosos, políticamente correctos,

1 Crepúsculo, sitio oficial, sinopsis en www.crepusculo-lapelicula.es/.


[Página visitada el 8 de marzo de 2009].
2 Ídem.
3 Stephanie Mayer. Crepúsculo. Madrid: Alfaguara, 2006.

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La fantástica musa de Perogrullo

“mochos” y carentes de toda la perversa bestialidad que los ha


caracterizado desde siempre.
En The Vampire Encyclopedia de Matthew Bunson4 se en-
cuentran algunas definiciones sobre los vampiros de verdad.
Por ejemplo, The Webster’s International Dictionary los define
como “un alma, un fantasma o un cuerpo reanimado que
viene de la tumba para extraer, por la noche, la sangre de las
personas mientras duermen”.5 Por su parte, Brian Frost en su
libro The monster with a thousand faces, los señala como “un
ser o fuerza parásita, por naturaleza malévolo y en perpetua
búsqueda de sí mismo. Su principal deseo es absorber e ingerir
los fluidos vitales de un organismo vivo, para mantener su
ansia perversa y preservar su innatural existencia”.6
Grandes autores de la literatura universal como John Po-
lidori, Lord Byron, Goethe, Baudelaire, Keats, Nicolai Gogol,
Edgar Allan Poe, Guy de Maupassant, Bram Stoker, James
Joyce, entre muchos otros, han retomado este deber ser del
vampiro y han creado exquisitas obras de arte. Crepúsculo, ne-
gocio redondo para las editoriales y librerías,7 no es literatura,
no tiene el menor tratamiento poético del lenguaje, más bien
es un fallido cuento de hadas donde se gestan los vampiros
“modernos” que, en absoluto desapego por el suelo sagrado

4 Matthew Bunson, The Vampire Enciclopedia. New York: Gramercy


Books, 1993, p. 262.
5 Ídem.
6 Íbid. p. 263.
7 La saga completa, tan sólo en Estados Unidos ha vendido más de 5.5
millones de copias.

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Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

de sus antepasados, y además vegetarianos, resuelven tests


de popularidad y desaprueban las relaciones sexuales antes
del matrimonio.
Por ello, es que la adaptación al cine de Crepúsculo de
Stephenie Meyer seguramente obtendrá muchos premios y
distinciones a lo peor del cine de 2008, esto con la insistencia
de todos nosotros, los verdaderos amantes del vampiro y el
fuego inconcebible de su sangre inmortal.

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Transformers 2. La venganza de los caídos.
Dirección y concepto artístico:
Homero Simpson

H
asta el día de hoy uno de los secretos mejor guardados
en Hollywood (esta es una primicia para Filmofre-
nia) es que Max Power, alias Don Barredora, alias
Michael Bay, mejor conocido como Homero Simpson, dirigió
y creó el concepto artístico de Transformers 2: la venganza
de los caídos (2009), el infomercial más costoso, absurdo y
surrealista del año.
Efectivamente, el 24 de junio, con un presupuesto de 200
millones de dólares, se estrenó esta cinta que, a pesar del cóctel
de efectos especiales, robots interplanetarios, persecuciones
interminables y romances de kermés, no logra disfrazar sus
verdaderas intenciones: alejar de la quiebra a la General Mo-
tors Company (GMC); renovar el posicionamiento militar de
Estados Unidos en el imaginario mundial y, de paso, impul-
sar la carrera forzada y sin méritos de Megan Fox, la nueva
“starlet” de la Paramount. Veamos una por una estas negras y
patéticas intenciones.

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Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

Como se dijo, la GMC se encuentra a punto de irse a la


quiebra, son más de 180,000 millones de dólares los que debe.
Para evitar que la gigante automotriz, todavía gringa, no caiga
en manos alemanas, como le pasó a Chrysler con Peugeot y
a Seat con Volkswagen, el gobierno estadounidense compró
una considerable cantidad de acciones GMC (¿qué pasó?, ¿no
que muy neoliberalistas?). De ahí que no les parezca mala idea
aprovechar los 120 minutos de la película para anunciar los
nuevos prototipos cupés de la Chevrolet (empresa de GMC).
Incluso, como parte del plan de mercadotecnia, salieron pro-
mociones para comprar un Camaro con todos los aditamentos
infantiloides de Bumblebee, el perro motorizado que hace
ruiditos porque no habla, pero que es muy leal y pachón. Si
en México se tiene el Programa de Renovación Vehicular para
apoyar a la industria automotriz, en Estados Unidos tienen
a los Transformers, ¡qué gandallas!
Debido a esta intención mercantil de salvar la industria
automotriz, Transformers 2 está impedida como propuesta
fílmica más o menos entretenida hasta para un niño de 10
años. Y es que a pesar de que Michael Bay también estuvo a
cargo de otros bodrios pro yankis como Armagedon (1998)
y Pearl Harbor (2001), en Transformers 2 llega al pináculo de
su homerización como director: las líneas argumentales se
retuercen débiles e inconexas, nada tiene que ver con nada,
todo se resuelve con puras ocurrencias y a salto de mata. “¡Y
que ahora salga un perro con mirada misteriosa!” Hasta en
eso es previsible Michael Bay. ¿Que no había alguien mediana-
mente pensante para hacer de Transformers 2 algo más que un
refrito del refrito, del refrito, del refrito, del refrito, del refrito?

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La fantástica musa de Perogrullo

Antes de proseguir quisiera hacer una aclaración: esto no


es una crítica. Ya lo dijo Gabriel Zaid en Poemas fallidos: “Es
imposible criticar, ya no digamos corregir, lo que no tiene
un mínimo de oficio.” Ni beneficio, pues ahora resulta que
los Transformers, además de anuncios “vivientes”, son robots
con alma e hipersensibles (para eso nadie mejor que Wall-e),
además son sabios, dan consejos y clases de moral (en la
primaria de mi hijo falta un profe de cómputo, le voy a decir
a un Autobot que llene solicitud). Con decirles que hasta tie-
nen los mismos slogans de “modernidad y justicia social” de
nuestros “mejores” políticos (véase La Ley de Herodes, 1999).
También resulta patético que apoyen al ejército norteame-
ricano en su lucha por salvar al mundo del mal. A todos nos
aburrió tanta toma innecesaria de portaviones, marines, cazas
F-15’s, y armas de destrucción masiva de última generación.
¿A quién quieren impresionar? ¿A Corea del Norte, a Hugo
Chávez, al gobierno de facto de Honduras?, ¿a Al Qaeda?, ¿a
los narcos mexicanos?, ¿a los Decepticons?, ¿a quién, Homero?,
¿a Flanders, verdad? ¡Todo eso fue por Flanders y su estúpida
tienda para zurdos! Lo sabía.
Y qué hay de la actriz que no sabe actuar, Megan Fox, “el
atractivo visual”, dirían los productores mexicanos, quien
terminó peleada con Michael Bay por sus infames comen-
tarios sobre “los mínimos recursos actorales que requería el
papel”. Qué le hace si se ve que acaba de descubrir que quiere
ser actriz, cantante, conductora de televisión, diseñadora de
bolsas de mano y novia del rapero más rico de Los Ángeles.
El papel de niña tonta que se enamora de otro tonto le queda
grande, enorme.

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Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

Además, muestra la piel sin razón, sin ninguna intencio-


nalidad estética frente a los acontecimientos, ¿de qué se tra-
ta?, ¿de enseñar posiciones sugerentes nomás para la pupila
morbosa del espectador? Parece que sí. Truco barato, muy
barato. En las escenas de “acción” apenas y puede correr, como
que no pone atención, sale con ropa distinta en una misma
secuencia dramática. ¿Qué pasó, Homero?, ¿sobre qué an-
dabas babeando?
Oye, por cierto, Optimus Prime me recordó mucho al Ca-
pitán América, ¿quieres mantener aquella política gringa de
crear superhéroes en tiempos de guerra? Oye, Homero y esa
jalada de que Opimus Prime al final se transforma en un trái-
ler-avión-ninja-jedi, ¿qué pasó? ¿No fue suficiente destruir
simbólicamente las pirámides de Egipto y los grandes templos
de la antigüedad sahariana? Ahora, cuando tus amigos de
Springfield vayan a Egipto, podrán asegurar que esas pirá-
mides las hicieron unos extraterrestres y que tienen un rayo
para destruir al sol.
Ya para terminar, podría recomendarte algo igual de bueno
para la tercera parte: podrías hacer una historia mezclando
el Código da Vinci, Crepúsculo y la telenovela Senda de gloria
—por aquello del bicentenario de la Independencia, estuvo
de moda—. ¡Ah!, y que tenga una mirada social, que te veas
un poco crítico del sistema, como de izquierda, como para
contrarrestar los comentarios que hice al principio.
Podrías retomar algún ícono revolucionario, ¿qué tal Zapa-
ta?, ¿o el Che? Ya sé: los Autobots, al buscar la fuente suprema
del poder revolucionario encuentran los restos del Che en
el Vaticano y luego se transforman en imágenes católicas:

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La fantástica musa de Perogrullo

los Santobots ¿súper, no? Además, tienen que venir a Mé-


xico a encontrar al tataranieto de Zapata y se enfrentan con
vampiros históricos (Hidalgo, Morelos, Allende) que salen
del Ángel de la Independencia, pero que en realidad eran
Decepticons, ¿qué tal? ¿¡Yahooooo!?, escucha, seguro te va a
gustar: Transformers 3: El secreto del Che y los Santobots en
el Vaticano y en México. ¡De seguro nos ganamos un Óscar!
¡Homero, toma otra nota mental!
—Aburrido, aburrido. Tengo sueño, ¿ya nos vamos? Sólo
esto se escuchaba junto con el ruido de las palomitas.

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El callejón de los milagros y
los amores que se doblan a la primera

—¡Saco la cacariza!
—El duque de Veragua.
—¡Híjole!, me doblo.
—¡Uhhhy! ¡Esos que se doblan a la primera!
El callejón de los milagros

E
n un instante la mula del seis se azota sobre la mesa
y tres historias comienzan en simultáneo, todas se
erigen sobre la desesperada búsqueda del amor y sus
perversiones maquilladas. El callejón de los milagros, la pelí-
cula más premiada del cine mexicano en el siglo XX (obtuvo
cuarenta y nueve distinciones internacionales), retoma la idea
de lo sincrónico, de la multidimensionalidad del tiempo y el
espacio y, como se dijo, del amor. El resultado que alcanza
el filme refleja no sólo la trayectoria y creatividad de todos
los artistas involucrados: desde Naguib Mahfuz, autor de la
novela y Premio Nobel 1988, Jorge Fons, director, Vicente
Leñero responsable del guion y de la propuesta de secuencias
como “vasos comunicantes”. Cabe señalar que se hicieron

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La fantástica musa de Perogrullo

siete guiones antes de llegar al definitivo en donde el tiempo


no es lineal, más bien cruzado y simultáneo. La fotografía
corrió a cargo de Carlos Marcovich; además, por supuesto,
del extraordinario elenco de actores que van desde Ernesto
Gómez Cruz, Amparito Arozamena, María Rojo, Daniel
Giménez Cacho, Luis Felipe Tovar, Margarita Sanz, Bruno
Bichir, Salma Hayek, y con el mejor actor de México (según
mi amiga Olivia Barrera), Claudio Obregón.
El callejón de los milagros, por exactos 140 minutos, es el
lugar discursivo donde confluyen las vidas de las más ilustres
criaturas de un callejón del centro de la Ciudad de México,
espacio de encuentro de un sinfín de historias conectadas
en todo momento, pero enfatizadas por la perspectiva de
cada uno de sus protagonistas y sus diferentes conflictos y
despilfarros seminales.
Producida en 1995 por Alameda Films, el Instituto Mexica-
no del Cine, Fondo de Fomento a la Calidad Cinematográfica
y la Universidad de Guadalajara, esta película está dividida
en tres momentos sincrónicos: "Rutilio", "Alma" y "Susanita";
en cada uno de ellos se enfatiza el conflicto del personaje en
cuestión. Al final, en el capítulo “El regreso” se cierran las
tres historias. En este sentido, es admirable el trabajo de Jorge
Fons como el director de esta orquesta donde se armonizan
y contrapuntean los ambientes y emociones de un mundo
urbano y sórdido.
En este filme se puede ver, en perfecta polifonía, la fra-
gilidad del amor y sus inevitables enemigos: la ignorancia y
la desdicha. Así, vemos un amor tercermundista, inestable
y manoseado por un sinfín de enmarañados afectos de una

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Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

comunidad deshilachada por la pobreza, reflejo claro de


nuestra idiosincrasia en crisis permanente.
El amor, ese concepto inventado en la Edad Media, y uno
de los elementos de lo que Aristóteles llamó “Eudaimoia” o
felicidad, en El callejón de los milagros siempre se encuentra
flanqueado, a raya, escoltado por la miseria, por la falta de
educación, producto irremediable de la pobreza. ¿Los pobres
pueden enamorarse, pueden ser felices? La ironía del nombre
de ese callejón no deja de abrumar al espectador, al lector
del alma humana: Para el pito, la güera, y para la güera, el
pito. La fragilidad del amor nos asalta a cada paso, con sus
escandalosos e inocentes apellidos: amor padre, amor esposa,
amor solterona, amor dinero, amor sucio, amor lumpen, amor
desolado, amor de cabeza, amor rabo verde, amor machín,
amor de extranjería, amor avaro, amor solterón, amor ninfa,
amor experiencia, amor doblado, amor flexible, amor mutante.
El amor como destino mancilla cada uno de los grandes
momentos de los personajes, todos en su momento se verán
frente a él y podrán tomar una decisión, en todos los casos:
equivocada. Así, el amor, si bien coquetea con las vidas de
los personajes, sólo lo hace de manera superficial, nunca se
instala. La podredumbre del callejón, donde el aire a veces no
pasa, detiene y destruye hasta el amor más puro e inocente
como el de Bruno Bichir o el de Susanita, Rutilio con Jimmy. El
amor se entrega, se vence a la primera, se doblega a la primera.
Finalmente, se puede decir que El callejón de los milagros
es una de las mejores películas hechas en nuestro país y como
dice el personaje de María Rojo a propósito del futuro: “Por
mí, por mi casa y por lo que pueda suceder”. Usted, querido

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La fantástica musa de Perogrullo

lector, como Susanita, “no cruce sus piernas” y disfrute de


este extraordinario filme, y, además, recuerde que ante todo
el amor tiende a doblarse a la primera.

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Star Wars VII:
el despertar del bostezo

D
urante estas vacaciones decembrinas aproveché para
ir al cine con mis hijos; vimos, entre otras películas
infantiles, Star Wars, Episodio VII. Al principio estaba
escéptico de llevarme una grata sorpresa, pues los últimos
tres filmes (The Jar Jar Binks adventures) me habían dejado un
mal sabor de culto. Sin embargo, qué caray, son vacaciones,
soy fan desde niño, vamos a verla. Así que en esa ocasión sólo
me subí en hombros al Minimí y pagué 180 pesotes por dos
butacas estilo victoriano en la mitad de la sala de cine. Para
nuestro infortunio, los augurios se cumplieron.
De principio me extrañó que no empezara como todas las
películas de Disney1: con el castillo de Cenicienta, el lago, los

1 En el 2012, George Lucas vendió todo el concepto Star Wars a la


Corporación Walt Disney por 4 mil millones de dólares. Después de
ver la película que hicieron, Lucas dijo: “Vendí los derechos a tratantes
de blancas”.

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La fantástica musa de Perogrullo

barcos piratas, los fuegos pirotécnicos, y Campanita tirando


polvo de hadas por el “mágico mundo de color”. Nada. Inició
como todo cuento clásico intergaláctico: “Hace mucho tiempo,
en una galaxia muy, muy lejana…”. Hasta ahí, bien, pero sólo
hasta ahí, pues mientras desfilaban las escenas, empecé a
descubrir, cual chivo en cristalería, que la filosofía de Disney
corneaba a George Lucas con personajes representativos de
distintos mercados (el latino, el afroamericano, el anglosajón,
el asiático), todos metidos a la fuerza (“Use the force, Luke!”) en
una historia predecible, lineal, y políticamente correcta (como
en esas fórmulas en las que los perros hablan, hacen piruetas
en la nieve y capturan a malhechores tontos en Nueva York).
El asunto es que a los diez minutos de iniciada la última
entrega de Star Wars, mi hijo ya estaba dormido y yo bostezaba
sin vergüenza. De hecho, ni terminamos de verla, nos salimos
del cine justo cuando Harrison Ford, Han Solo, se reencuentra
con Carrie Fisher, la Princesa Leia, y consternados discuten
sobre las últimas diabluras de su retoño; repitiendo así el
antagonismo generacional de los episodios previos. ¿Otra
vez el pequeño robot se lleva los planos de la estrella de la
muerte, ahora la ubicación de Luke?, ¿no hubo nuevas ideas?
¿John Lasseter y sus playeras hawaianas no pudieron llegar al
rescate? Mi hijo se despertó y ronroneó: ¿Pa…pá?, ¿ya… nos
vamos? Está muuuy a…burrida. Y eso que estabas dormido,
le dije. Ponte tus zapatos.
Es claro que los estudios de mercado, los foros de expertos
y demás técnicas de marketing participaron en el proceso
“artístico” de escribir y fabricar un “producto” que “satisface las
expectativas de un público internacional” palomero. (¡Te amo,

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Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

ciudadano promedio! ¡Salve, Megamente!). Se preocuparon


más por las playeras, juguetes, legos, tatuajes, disfraces y ex-
pos. Autofagia del cuarto episodio, inspirado en La fortaleza
oculta (1958), de Akira Kurosawa, y en los personajes de las
historietas de Flash Gordon (1934). Retro-ceso de incuan-
tificables ovejas blancas como lugares comunes (de ahí su
cualidad somnífera).
Para algunos de nosotros, los que crecimos jugando, bro-
meando con las frases y disfrazándonos de Chewbacca, el
proyecto terminó en la primera trilogía: Star Wars IV: Una
nueva esperanza (1977), Star Wars V: El Imperio contraataca
(1980) y Star Wars VI: el regreso de Jedi (1983). Hasta ahí la
historia concluye y nosotros con ella. Lo que venga después,
las veinte o treinta secuelas que hará la Corporación Disney
en los próximos cien años, a mí y a muchos de los originales
nos tiene sin cuidado. “Farewell, my friends, to glory I go”
decía el joven Yoda, al cerrar las presentaciones de la com-
pañía de teatro que hizo con unos Ewoks, antes de entrenar
al primer Skywalker.
Por todos es conocido que Walt Disney le quiso comprar
los derechos de sus canciones al maestro Gabilondo Soler, Cri-
Crí, y éste, risueño veracruzano, le contestó: “Su música está
bonita, muy bien hecha, Sr. Disney, pero le falta corazón”. Así
le pasó a esta película, no tiene pulso; es como un “Almohadón
de plumas” costoso y sensual, pero sin monstruo. Star Wars
sólo tuvo un corazón, igual que todos, a la izquierda de su
cuerpo, en el lado siniestro y murió acompasado por los ester-
tores asmáticos de la máscara deshecha de Lord Darth Vader.
Lets “join the dark side.”

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Fantasía fantástica

E
n 2010 salió al mercado la “restauración digital” de
uno de los mejores proyectos cinematográficos de Walt
Disney: Fantasía (1940). Esta película de corte didácti-
co-experimental refleja la preocupación de Disney por acercar
a los regordetes niños norteamericanos a la música clásica, la
danza, la pintura, la ópera, el ballet, la ciencia y, en general, a
la creación artística, tan lejanas de los productos ramplones,
nacionalistas y moralizantes de la cultura gringa: excitada
voyeur desde que comenzó la Segunda Guerra Mundial.
En Fantasía se asiste a un extraordinario concierto de la fi-
larmónica de Filadelfia, dirigida por Leopold Stokowski, quien,
en reconocimiento a sus aportaciones al filme, presenta cada
una de las obras y narra la propuesta gráfica que la acompaña.
Aquí el menú del concierto: Tocata y fuga en Re menor, de
Bach; El Cascanueces, de Tchaikovski; El aprendiz de brujo,
de Paul Dukas (basado en el poema Der Zauberlehrling, de

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Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

Goethe); La consagración de la primavera, de Igor Stravisnki;


la Sinfonía pastoral, de Beethoven; «La danza de las horas»,
ballet tomado de la ópera, La Gioconda de Ponchielli; Una
noche en el monte pelado de Moussorgski y el Ave María, de
Franz Schubert.
A más de setenta años de su estreno, enhorabuena por Walt
Disney, visionario que supo leer la desarticulación cultural
de un pueblo ocupadísimo en convertirse en la potencia del
orbe, pero ignorante y desalmado. Así, Walter, tus vecinos
del sur agradecemos esa unión de imágenes con música de
manera sincronizada, esa nueva manera para comprender la
relevancia de la música en el cine, y la posibilidad de las ban-
das sonoras como una forma de arte. Gracias por tu Fantasía
fantástica, paleta y brocha de tu genial locura.

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Exorcismos al dos por uno

D
esde hace años el cine comercial está “bendecido”,
invariablemente, por películas sobre exorcismos a
demonios incomprendidos (El Conjuro I y II, Exor-
cismo en el Vaticano, El Exorcismo de Emily Rose, Ana Waters,
Dorothy Mils, et al.); estos filmes, a pesar de las acojonantes
contorsiones, los efectos visuales, los vómitos ectoplasmáticos,
y las estruendosas incidencias musicales, cuidan al espectador
al máximo. Verbigracia: “Lo vamos a espantar, pero no tanto.
Usted disculpe”. Esto lo entiendo, pero creo que exageran.
Muchos seguimos añorando las películas de finales de
los setenta y principios de los ochenta que no tenían ningún
respeto (¡Salve, Paquita!) por el auditorio. Que se colaron unos
niños a la función: “… que se jodan”. Eso se extraña. Tanto
apapacho termina por esterilizar una experiencia como la
que disfrutamos al ver El Exorcista a los siete años. Además
de este trato aterciopelado, estoy convencido de otra cosa: la

| 37
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

Iglesia, con un enorme fideicomiso, produce películas sobre


exorcismos “basados en hechos reales”. Tiene su lógica. Lo que
no gasta en campañas publicitarias, como las refresqueras, lo
invierte en patrocinar este tipo de filmes, recordándonos, con
palomitas en lugar de ostias, que si no vas a misa los domin-
gos —diezmo de cover—, o si un crucifijo no fulgura en tu
pecho, tarde que temprano hablarás la lengua del diablo con
él adentro. Pastorelas invertidas de evangelización —guiño
retro a la inquisición medieval— para que colguemos “Últimas
cenas” en nuestro comedor libre de demonios. “Cada quien
hace su luchita”, diría mi abuelo, Felipe Quintanar.
Eso también lo entiendo, y creo que a los que nos gusta el
subgénero no tenemos de otra más que congregarnos en un
grupo “bien enfermo”, tolerar algunos patrocinios, e iniciar el
nuevo cine de horror mexicano; uno que se salga de la bacinica
comercial y de la “mercadotecnia para el alma”.
En alguna mazmorra infame de esta Lap, encadené varios
guiones nada respetuosos con el respetable. Si alguien se ani-
ma, cuenten conmigo. Les recomiendo la francesa Mártires
(2008), de Pascal Laugier.

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Los amantes circulares

E
l seis de octubre del año 2016 fue un día capicúa:
6102016. Fecha numérica que se lee igual de izquierda
a derecha que a la inversa; en catalán (¡Visca el Barça!)
quiere decir cabeza y cola, paralela resonancia con el mítico
Uróboros, la víbora dragón que se come a sí misma, ejerciendo
la autofágica circularidad del eterno retorno. En literatura
a esta figura ambidiestra se le conoce como palíndromo;
ejemplos clásicos: “Anita lava la tina”, “Amor a Roma”, “Isaac
no ronca así”; o los del maestro argentino Juan Filloy: “No di
mi decoro, cedí mi don”, “Átale, demoniaco Caín, o me delata”,
“Ateo por Arabia iba raro poeta”. Juan José Arreola le escribió
a Sarita, el amor de su vida, un palíndromo en una recoqueta
servilleta: “Sara más amarás”.
Entre circularidades como estas acontece una de las películas
más queridas de Julio Medem, Los amantes del círculo polar
(1998), filme que aborda la insistencia del destino y la casualidad

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Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

(cabeza y cola) por protagonizar, a empellones y mordidas, la


vida de los amantes circulares (Ana y Otto), quienes desde la
infancia y después de varios distanciamientos, quedan uni-
dos por la última mirada en la más sublime de sus tragedias:
“Otto en los ojos de Ana”. Instante en el que confluyen la vida
y la muerte: los ojos de Ana ven por última vez a Otto antes
de morir. Y si el verdadero amor siempre regresa, la circulari-
dad del destino los hará coincidir en otra vida. La casualidad
los reencarnará en otros cuerpos, también en eterno retorno.
En el sitio oficial de Medem (apellido palíndromo) se dice
que el trágico final de la película lo estuvo acosando como
el fantasma de las navidades pasadas: “Lo perseguía cons-
tantemente en sus pensamientos. Así que optó por dar otra
oportunidad al personaje de Ana reencarnándola en Lucía,
en su quinto filme, Lucía y el sexo (2001) que habla [también]
sobre el azar, las casualidades del destino y del alimento que
proporcionan en nuestra existencia el amor y el sexo”.1
En esta resonancia casual recordé a una rubia antropóloga
vasca con la que conviví hace algunos años, Andrea Balzola,
excelente conversadora y gourmet vegana, que me presumió
su coincidencia con Julio Medem en el Guggenheim de Bilbao,
en donde le cuestionó, expresos de por medio, su arrebatada
fijación por la circularidad. Medem le dijo que el concepto lo
retomó de las estelas mortuorias cántabras que representan,
mediante discos monolíticos, su adoración solar y los ciclos
de la vida.

1 “Biografía de Julio Medem”, en www.juliomedem.org/.

40 |
La fantástica musa de Perogrullo

No cabe duda de que, en este día capicúa, hablando de


las obsesiones de un cineasta palíndromo y sus estelas mile-
narias, si nos excedemos de nostalgia por tanta casualidad
(relámpago que sí cae en el mismo lugar), quizá veamos con
añoranza desmedida a esos primeros amores jurados en cas-
tellano, euskera o catalán, de esta o de otras vidas, ligados por
misteriosos ciclos de simetría reversible.
De Julio Medem se recomienda: La ardilla roja (1993),
Los amantes del círculo polar (1998), Lucía y el sexo (2001) y
Habitación en Roma (2010).

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Todos los chamanes regresan al cielo

A Julio Repetto Juárez, hermano chamán.

H
ace veinte años estuve muy enfermo de “Esoteria”.
Una afección que te hace creer que la realidad cap-
tada por los sentidos se integra a una dimensión
conocida como “Espiritualidad” y esto se comprueba, según
los iniciados, con “procedimientos” de teorías científicas
insurrectas, la meditación y los actos de fe. Así, mientras
estuve infecto de Esoteria, leí el Kybalión y los siete principios
herméticos; el libro de las ciudades espirituales; los libritos de
Metafísica (rosa y azul), con las oraciones científicas de Conny
Méndez; Las enseñanzas de Don Juan, de Carlos Castaneda;
asistí a talleres holísticos y alineé mis chakras con siete cuarzos
de colores.
Con Carl G. Jung, Scott Peck, Ken Wilber y otros som-
bríos psicólogos, descendí a mi lado oscuro (¡Salve, Vader!)
armado con una piedra de obsidiana y humeantes rituales
prehispánicos. Ya en la fase terminal, leí a Fritjof Capra y su

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La fantástica musa de Perogrullo

Punto crucial; a autores que sostienen que a través de la Fí-


sica cuántica se comprueba que los pensamientos producen
energía y modifican los fenómenos y su contexto. El gran
final, Delirium tremens: la Teoría del caos y la Perspectiva de
la complejidad.
Este padecimiento subsistió por varios años y lo recuerdo
con nostalgia, quizá por la ingenua juventud, los descubri-
mientos descalzos y las encantadoras sacerdotisas que me
llevaron por aquella senda mística y “hermética”. Sin embar-
go, hoy catorce de noviembre de 2016, bajo una luna gigante,
la Esoteria hizo metástasis mientras “veo” Los hombres que
miraban fijamente a las cabras (2009), un filme de Grant Heslov,
basado en la novela homónima de Jon Ronson, fundada en una
investigación de hechos reales de la milicia estadounidense.
En esta comedia negra, que reúne a George Clooney, Ewan
McGregor, Jeff Bridges y Kevin Spacey, a través de un perio-
dista nefasto, se narra la integración de un ejército psíquico:
el Batallón de la Tierra, un grupo de súper soldados jedis, que
buscan lo imposible: atravesar paredes, ser invisibles, disolver
nubes, matar cabras y hámsters con la “visión remota”, y ubicar
estaciones militares con telepatía. Estos soldados no pelean,
pero dan golpes letales (empujones) que matan al enemigo en
algún momento entre los próximos treinta o cuarenta años. Al
amanecer, con el sol como testigo, rezan la siguiente plegaria:

Madre Tierra, tú eres mi sistema de mantenimiento de vida.


Como soldado debo tomar tu agua azul, vivir en tu arcilla
roja y comer tu piel verde. Ayúdame a equilibrarme, así
como tú equilibras la tierra, el mar, el espacio y sus entornos.

| 43
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

Ayúdame a abrir el corazón sabiendo que el universo me


alimentará. Rezo porque mis botas siempre besen tu cara, y
mis pasos correspondan a tu pulso. Lleva mi cuerpo a través
del espacio y el tiempo. Tú eres mi conexión con el universo
y lo que hay más allá. Yo soy tuyo y tú eres mía. Te saludo.

Hoy, gracias a esta hilarante comedia paranormal, entre


carcajadas, mantras y decretos metafísicos, regresé al cielo
transformado en cuervo, luego chamán; me convertí en un
buscador de milagros que atraviesa las paredes corriendo;
me reencontré con la Madre Tierra, la “Fuerza”, el Universo;
y volví a creer que todo es posible “porque ahora, más que
nunca, necesitamos a los Jedi”.
En caso de contagio de Esoteria, se recomienda una pe-
lícula cada ocho horas por cinco días: Pi, el orden del caos
(1998), de Darren Aranowsky (otra vez); Y tú qué #%$& sabes?
(2004) de Wiliam Arntz, et al. Star Wars IV (1977), de George
Lucas; Matrix I (1999), de Lana y Lilly Wachowski; Mortadelo
y Filemón contra Jimmy, el cachondo (2014), de Javier Fesser;
y “More than a feeling” de Boston (¡Loud, very loud!).
Aclaramos: ninguna cabra o hámster murió en la manu-
factura de este texto, tan sólo un tinto Malbec, de la Finca de
las Moras, Argentina… que el universo lo colme de gloria.

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El lado oscuro y poderoso
del corazón

E
l lado oscuro del corazón (1992) es una producción
argentino-canadiense escrita y dirigida por Eliseo
Subiela, otro de los grandes caídos del 2016. Es una
película romántica pues la protagonizan, como temas hege-
mónicos, el amor, la soledad y la tristeza, sonorizadas por un
saxofón melancólico que sólo se escucha de madrugada. La
cinta obtuvo distintos premios y reconocimientos interna-
cionales; basada en poemas líricos de Juan Gelman, Oliverio
Girondo y Mario Benedetti, narra la conmovedora historia
de un poeta bonaerense que, apegado a El espantapájaros
(1932) del mismo Girondo, busca a la mujer “voladora”. Bajo
esta condición “irreductible”, el poeta (Dario Grandinetti)
escudriña entre sus conquistas amorosas, hasta que conoce a
la prostituta uruguaya Ana (Sandra Ballesteros), quien “oficia
a la verdad y a la belleza” (¡Salve, Sabines!), y gracias a un
acervo compartido de recursos retóricos y carnales ambos
descubren la posibilidad de alzar el vuelo.

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Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

En el filme, mas no en el poema de Girondo, la metáfora


de “volar” se traduce en “entregarse”, es decir, para experi-
mentar el amor “verdadero” hay que “dejarse caer” y abatirse.
Esta condición de ingravidez concibe intensas y placenteras
experiencias; sin embargo, cada “entrega”, cada “despegue”,
cada seducción, termina por lo regular con un avionazo sin
sobrevivientes. Quizá dominando la aviación, algunos logren
sustituir las caídas en picada por aterrizajes asistidos desde una
torre de control; pero cada que la cama empieza a separarse del
suelo, la contradictoria y dolorosa posibilidad del aprendizaje
aeronáutico genera dolor de oídos, vértigo y náuseas, sobre
todo en los legos, pues si la Felicidad y el Amor con mayús-
culas se alcanzan arrancándose el corazón para colocarlo con
parsimonia junto a la rendición escrita de la plaza, sólo nos
garantizan sendos Chingadazos, también mayúsculos.
Una posible explicación para esta ley “inversamente propor-
cional” podría ser motivo de un libro de “superación” repleto
de anécdotas peripatéticas y comentarios descafeinados, sin
embargo, aquí un acercamiento desenfadado a la mecánica
de los juegos de seducción (¡Salve, Cerati!).
Sören Kierkegaard, filósofo danés, escribió en 1844 El dia-
rio de un seductor, a propósito de la divertida ópera de Mozart
Don Giovanni (1787); en esta novela epistolar expone una
receta de cinco pasos para seducir a quien sea. Según la voz
narrativa de Kierkegaard, el primer paso es el reconocimiento,
“que tu conquista sepa de tu existencia. Te tiene que conocer,
saber tu nombre. Así que tienes que hablarle y presentarte,
en esta parte alguien puede ayudar y hacerle de Celestina.
Segundo: Hazte su mejor amigo o amiga. Compartan cosas,

46 |
La fantástica musa de Perogrullo

salgan, diviértanse, den paseos, platiquen de poesía, música,


cine, teatro, la escuela o el fútbol. Pasado un tiempo, no muy
largo, el tercer paso: Declárale tu amor absoluto e “irreduc-
tible”. Le dirás que no has conocido a nadie como ella o él,
que comparten tantas cosas, que la vida ha sido maravillosa
al permitirte conocerla (lo). Lo más probable es que te diga
que no, que todavía no es tiempo, que necesita pensarlo. Y
tú dirás en broma: “No me digas que no… me pone triste y
sentimental” (¡Salve, Brian Amadeus!). Y ante su negativa, el
cuarto paso: Te vas. Te despides “para siempre”. “Te amo tanto
que prefiero irme”. “Yo no puedo ser tu amigo, quiero ser algo
más, quiero ser tuyo, por completo, quiero que ambos poda-
mos volar”. Entonces, después de generar un lazo significativo,
lo que marca la estrategia es levantar, como diría Cortázar, tus
“fabulosas máquinas de sitio” y abandonar la ciudad sitiada.
Finalmente, el quinto y último paso: Te va a buscar y en ese
momento se consumará la conquista, la seducción y tal vez
también, hasta el amor.
En el romance entre el poeta y la prostituta, la receta de
Kierkegaard se aplica cabalmente y posibilita que ambos so-
brevuelen Buenos Aires, su funcionamiento es relativamente
sencillo y tiene que ver con los juegos de Poder. Primero te
busco, te mimo, te escucho, te invito, “te entrego mi corazón”
pues tú tienes algo que yo quiero. Hasta que asumo el destino
de la relación y la termino. Entonces hay un giro en la posición
de poder (¡Salve, Focault!). Ahora tú quieres algo que yo tengo,
que ya probaste y que hasta necesitas.
En las relaciones humanas, cuantimás en las relaciones
amorosas, el poder juega un papel definitivo. Alguien deci-

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Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

de primero, alguien toma las riendas y a la vez alguien “se


deja” guiar, en apariencia (¡Salve, Kristeva!). Los juegos de
seducción son de los conflictos humanos más interesantes, y
ponen en tensión permanente esa cuerda que tiene al deseo
y a la posesión en sus extremos. Eliseo Subiela, dice, a través
de Oliverio, que “el amor es un pretexto para adueñarse del
otro, para volverlo tu esclavo, y transformar su vida en tu vida”.
Creo que no es para tanto, aunque si bien hay que entregarse y
“volar”, también hay que tener claro si jugamos a los poseídos
o a los poseedores, a los seducidos o a los seductores. Es un
juego y en esa mentirosa asunción están los misterios de eso
que hemos acordado en llamar amor.
Se recomienda para una tarde endulcorada: Los puentes
de Madison (1995), de Clint Eastwood; El eterno resplandor
de una mente sin recuerdos (2004), escrita por el astronauta
Charlie Kaufman, y La secretaria (2002), de Steven Shainberg.
Y para una lectura especializada sobre el mito de Don Juan
y sus “conquistas”, Historias de amor de Julia Kristeva, en la
editorial Siglo XXI.

48 |
Los caprichosos sueños de Perogrullo

E
l genio de la arquitectura española, Antoni Gaudí, a
finales del siglo XIX diseñó y construyó su “capricho” en
Comillas, Cantabria, un edificio modernista cubierto
de mosaicos —“legos”, dicen los niños— que, basado en la
naturaleza, retoma el espíritu de la arquitectura japonesa y
árabe; una casa-cuento de hadas patrimonio de la humanidad.
Cristopher Nolan, el director de la trilogía de Batman, el
caballero de la noche (2005, 2008 y 2012), al igual que Gaudí,
también logró dirigir y filmar su capricho: El origen (2010),
cinta que propone una forma de manipular la mente a través
de sueños controlados en varios niveles de profundidad, en
los que se le puede “sembrar” una idea al bello durmiente
(¡Salve, Tin Tán!) “propia” y “original”.
La película es buena y recomendable, propone metáforas
para entender aquello que se oculta en las profundidades del
ser: recuerdos y emociones capturados en esferas de cristal

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Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

(¡Salve, Intensamente!), o en criaturas expectantes al deste-


llo de la consciencia para abrir sus quijadas luminiscentes.
Además, El origen nos da la pauta para hablar de aquello que
consideramos fuera de lo ordinario, de los sueños caprichosos
que tiene Perogrullo cuando duerme a pierna suelta.
Desde hace años, seguimos el trabajo de un guionista más
allá de lo convencional: Charlie Kaufman, uno de los mayo-
res innovadores cinematográficos del vecino país del norte.
Obtuvo el Premio de la Academia al mejor guion original por
Eterno resplandor de una mente sin recuerdos (2004); y varios
reconocimientos internacionales por Todos quieren ser John
Malkovich (1999), Sinécdoque, Nueva York (2005), Anomalisa
(2015) y El ladrón de orquídeas (2002), dirigida por Spike
Jonze, que hasta ahora nos parece su mejor trabajo-capricho,
sin lugar a duda.
Su argumento: un guionista neoyorkino, Charlie Kaufman,
interpretado por Nicolas Cage, es contratado para escribir una
película sobre un libro de orquídeas, y mientras lo redacta se
interesa tanto por la escritora (Meryl Streep) que se enamora
y la investiga. En el trayecto descubre un secreto que no de-
velaré para asegurarles una significativa experiencia estética.
La línea temporal de la película tiene un presente (Charlie
escribiendo el guion de la película que estamos viendo), un
pasado inmediato (Susan Orleen escribiendo El ladrón de
orquídeas), y un pasado previo (Susan investigando para es-
cribir un libro sobre orquídeas).
Además, John Laroche, el ladrón, interpretado por Chris
Cooper, corpóreo en las tres líneas de tiempo, cuenta su vida
mediante flashbacks, agregándole más vericuetos cronoló-

50 |
La fantástica musa de Perogrullo

gicos al filme. Por si esto fuera poco, Charlie Kaufman vive


con su hermano gemelo Donald (algunos dicen: imaginario),
quien desprovisto de la inteligencia de Charlie, pero con la
acreditación del curso-taller para hacer guiones de películas
de Robert McKee, escribe una película llamada “Los tres”, en
la que el secuestrador, la víctima y el detective son la misma
persona, autoparodia de lo que está ocurriendo en El ladrón
de orquídeas.
Seguramente dirán que esto no es original, que James Joyce,
Virginia Woolf y demás inmortales ya la habían propuesto
desde finales del siglo XIX, el stream of consciousness, gracias
a la incorporación literaria de los trabajos de Freud y Jung,
con los que retrataban las diferentes capas del proceso creador
y su anclaje en los procesos emocionales y cognitivos de la
vida cotidiana. Sin embargo, a pesar de este gran homenaje
a la literatura inglesa, insistimos: en el ámbito del arte cine-
matográfico, Charlie Kaufman es uno de los guionistas que
más ha combatido aquello que llamamos “el lugar común”,
y es de agradecerle, en especial ahora, que la industria ci-
nematográfica está salvajemente encorsetada por fórmulas
y modelos estructurales (¡Salve, Syd Field!). Por momentos
pareciera que la locura es la etiqueta que nos ayuda a explicar
la originalidad de este creador de películas.
Dicen los teóricos de la innovación que para crear algo
y descubrir una nueva forma de acercarte a un fenómeno
es necesario profundizar en su estudio, llegar al límite de lo
que se ha hecho y dicho sobre “el particular”, y desde ahí, en
el límite de lo conocido, algo ocurre, “una luz cegadora, un
disparo de nieve” (¡Salve, Silvio!) y se concibe una idea ori-

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Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

ginal e innovadora. Empero, como dijo Milan Kundera en


La inmortalidad (1988): somos tantos buscando dejar una
impronta de nuestro paso por el mundo y ser inmortales, que
terminamos pareciéndonos, nos volvemos domésticos en la
parte más abultada de la curva de estandarización. Desde el
siglo XIII esto es palabra, capricho y verdad de Perogrullo.
Recomendamos las películas aquí mencionadas, así como Las
horas (2002) de Stephen Daldry. Y con miras de “hacer turismo
invadiendo un país” (¡Salven, Los celtas cortos!) visitemos de
una escapadita a La Sagrada Familia y demás maravillas de
Antoni Gaudí.

52 |
Hayao Miyazaki,
la estrella de neutrones

T
engo incontables ejemplos para afirmar, categórica-
mente (perdón por la muletilla académica), que la
vida ha sido generosa conmigo y los míos. Todos los
días agradezco su cortesía. Y si bien este no es el espacio para
detallar cada uno de esos primores (pues son incontables,
como dije) aquí sólo quisiera hablar de uno: Hayao Miyazaki.
Este generoso artista, además de ser el más talentoso cineas-
ta de animación del siglo XX —y lo que va del XXI—, ha hecho
que la vida de muchos de nosotros desborde buenaventuras y
prodigios. Su visión crítica de las culturas androcéntricas ha
logrado atenuar la inequidad entre hombres y mujeres, sobre
todo para los que fuimos tocados por sus historias desde los
ochenta: “La generación Ghibli”, como nos dicen. Lo han tilda-
do de ambientalista por convertir en personajes memorables
a la “Madre naturaleza” de Ponyo (2008), antes Brunilda, al
“Dios Ciervo” de La Princesa Mononoke (1997) o al “Espíritu

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Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

del bosque” de Totoro (1988). Insiste en la necesidad de in-


tegrarnos con el planeta y su natural fuente de vida y para
ello nos recomienda —entre diálogos— venerar a nuestras
tradiciones y ancestros; distanciarnos en lo posible de la es-
túpida dispersión tecnológica y de la búsqueda de poder, per
se. Logra, con majestuosidad, evocar la fantástica inocencia
de los niños, porque ellos son nuestro ejemplo a seguir y no
a la inversa. Los mocitos de Miyazaki personifican la bondad
para el necesitado y la empatía con el semejante en problemas.
Hasta hoy, sus películas Anime no se transmiten en los
principales canales de televisión abierta. El porqué no queda
claro. En respuesta se han hecho algunas hipótesis sobre un
plan sistémico para mantenernos alejados del cuestionamien-
to, de la autocrítica, de filmes que nos hacen más sensibles y
desautomatizados. Ante ello una propuesta: ahora que están
terminando sobre las rodillas el nuevo “Modelo Educativo
para la Educación Básica”, podrían incluir sesiones de cine
debate con películas de Hayao Miyazaki.
Este cine es un medio (y fin) para reforzar en los niños
de primaria valores y actitudes de equidad de género, de in-
tegración responsable con el mundo y la naturaleza, en el
marco de una sociedad incluyente y amorosa. Aprovecho el
párrafo: también deberían de integrar la lectura programada
de todo Roal Dahl y J.K. Rowling: los nuevos clásicos infantiles.
Claro, sin dejar de lado a lo más selecto del canon tradicional:
Dickens, Grimm, Lorenzini, Perroult, Wilde, Andersen y
Gabilondo Soler.
Leyendo alguna revista, descubrí una teoría científica que
sostiene que una cuchara con materia de estrella de neutrones

54 |
La fantástica musa de Perogrullo

debería pesar tanto como el monte Everest. De igual forma,


el cine de Miyazaki “condensa” lo mejor del ser humano y
su obligado respeto por este planeta con sus criaturas reales
y fantásticas. Por eso, una película de Miyazaki “pesa” tanto
como el Monte Everest. Si no me creen, echen mano de las
básculas neozelandesas para realizar pesajes entre montañas
y películas.
Si coincido con alguno de sus filmes, bobeando en librerías,
en los stands del Centro o en la cartelera de Netflix, sin pen-
sarlo, junto las palmas de las manos, inclino la cabeza y saludo
con respeto al maestro. Arigato gozaimashita, Miyazaki san.
De Estudios Ghibli también se recomiendan La tumba
de las luciérnagas (1988) y El Cuento de la Princesa Kaguya
(2013), ambas de Isao Takahata, el sucesor.

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Sobre los ángeles en penitencia

Para leer este texto: The Sixteen,


Palestrina, Missa Assumtia est Maria,
en https://youtu.be/NhWsTGz0Ae4.

E
n este mundo extraordinario, rebosante en maravillas
y asombros, los que concebimos hijos o hemos presen-
ciado el nacimiento de un ser humano sabemos que
esas criaturas escandalosas y dependientes son seres sagrados.
Lo divino y la naturaleza se manifiestan en cada atisbo de
su portentosa universalidad. En el quehacer de la industria
cinematográfica, los niños y su circunstancia han protagonizado
una buena cantidad de filmes; desde obras entrañables como
Las tortugas pueden volar (2004), del kurdo iraní Bahman
Ghobadi; la brasileña Ciudad de Dios (2002), de Fernando
Meirelles; o Kids: vidas perdidas (1995) de Larry Clark; hasta
musicales en los que, sobre un pésimo libreto, los infantes
vocalizan la tragedia cotidiana de su indulgente pobreza.
Recordemos el legado del español Joselito, que empezó con
El pequeño ruiseñor (1956), de Antonio del Amo; o su émulo

56 |
La fantástica musa de Perogrullo

mexicano, diminuto héroe nacional, Pedrito Fernández, con


La niña de la mochila azul (1978) y La mugrosita (1980), ambas
de Rubén Galindo. Estos chavales, por cierto, nunca cantaron
mejor que cuando eran mocitos. Insistimos: la infancia es una
prodigiosa fuente de milagros.
En esta ocasión y a raíz de la lectura que comentaré más
adelante, quisiera presentar algunas películas que tratan el
abuso infantil. De las que perviven en la memoria: El prínci-
pe de las mareas (1991), de Barbra Streisand, Los hijos de la
calle (1996), de Barry Levinson, y Río místico (2003), de Clint
Eastwood. En las tres, la pederastia es el secreto que en la vida
adulta de los protagonistas provocará una avalancha de tras-
tornos psicológicos y tragedias. Ahora, sobre la incontrolable
atracción que experimentan ciertos sacerdotes católicos por
sus tímidos monaguillos, y el encubrimiento corresponsable
de la Iglesia, encontramos: La duda (2008) de John Patrick
Shanley, con dos grandes del cine norteamericano: Meryl
Streep y Philip Seymor Hoffman y, por supuesto, la fabulosa
Spotligth (2015), de Tom McCarthy.
Sin lugar a dudas, este tema ha sido nodal para el nuevo
cine realista (casi documental) y ha generado propuestas de
denuncia en las que el centro ya no es el abuso infantil per se,
sino los intentos de las víctimas por recuperar la normali-
dad y encontrar una salida, un motivo para vivir. Considero
que uno de los trabajos más notables, en este sentido, es la
multipremiada Precious (2009), de Lee Daniels, que narra la
historia de una niña afroamericana analfabeta violada por su
padre, de quien concibe un hijo con Síndrome de Down, y que,
además, es agredida por su madre alcohólica, evidenciando

| 57
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

con todo esto el racismo, la misoginia y el fallido proyecto


de la educación pública al que tienen acceso los más desam-
parados de la sociedad norteamericana. A pesar de ello, Pre-
cious lucha por aprender a leer y a escribir. Por otro lado, Las
elegidas (2015), del joven mexicano David Pablos, denuncia
con crudeza las estrategias de los tratantes de blancas para
engatusar a ingenuas niñas de catorce años, a las que jóvenes
aterciopelados secuestran, violan, encierran a golpes en casas
de citas y prostituyen contra su voluntad.
En este tenor, a principios de 2017 llegó a nuestro país
el libro autobiográfico, Instrumental. Memorias de música,
medicina y locura, de James Rhodes, publicado por Blackie
Books; y aunque la traducción madrileña del inglés londinen-
se por momentos nos aleja de la emoción viva del autor, es un
libro que nos introyecta el dolor de un niño que fue violado
durante cinco años por su maestro de gimnasia, pero que
sobrevivió y encontró la felicidad gracias a la música. Rhodes
invita al lector: “Me violaron a los seis años. Me internaron
en un psiquiátrico. Fui drogadicto y alcohólico. Me intenté
suicidar cinco veces. Perdí la custodia de mi hijo. Pero no
voy a hablar de eso. Voy a hablar de música. Porque Bach
me salvó la vida. Y yo amo la vida”. Aunque no cumple con
su promesa y sí habla con detalles perturbadores sobre su
rutinaria violación y sus secuelas físicas y anímicas, Rhodes
nos propone varias alternativas para asumir la vida con un
optimismo “incluyente, accesible, respetuoso y auténtico”,
fundamentado en la música clásica, la “inmortal, increíble-
mente maravillosa y divina”. Sus maestros y sanadores son
Bach, Prokófiev, Schubert, Beethoven, Scriabin, Ravel, Liszt,

58 |
La fantástica musa de Perogrullo

Brahms, Mozart, Chopin y Rajmáninov. Aquí la generosa liga


de Rhodes para escuchar la música terapeuta de Instrumental:
http://bit.do/instrumental.
Hoy en día se sabe que en algunos ámbitos de la cultura se
fomenta la erotización de los infantes y que sigue pendiente
una discusión sobre nuestra corresponsabilidad activa o pa-
siva en el maltrato a menores, así como el castigo digno para
los pederastas, pues, como dije en un cuento: “hasta para
los demonios hay infiernos”. Sin embargo, para los terribles
casos como los aquí señalados por la literatura y el cine, en
los que la escuela, la música y el arte fueron vías de apoyo,
nosotros los docentes podríamos, con decisión y de manera
incluyente, contagiar a nuestros alumnos y alumnas por el
cariño que le profesamos a nuestra disciplina y compartir con
ellos, con respeto y autenticidad, las actividades académicas,
culturales, deportivas y artísticas que también le dan sentido
a nuestras vidas, pues aunque no lo sepamos, quizá en una
de esas alguna de nuestras alumnas o alumnos encuentre su
vocación y también una cura, una esperanza, un oasis, un
paraíso de felicidad.
Y al estilo de James Rhodes, para el encore de este texto,
una melancólica canción dedicada a esos seres sagrados con
alas: “Butterfly on a Wheel” (1989), de The Mission U.K.

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El Capitán fantástico
contra el “Sí merezco abundancia”

Para leer este texto, “Rakim” de Dead can dance,


del disco Toward the within (1994),
en www.youtube.com/watch?v=AEBXXYyOyUM.

E
scrita con letra de molde en un bonito diario la frase “Sí
merezco abundancia”, se convirtió en el slogan burlón
de algunos políticos de “alto nivel”; quizá sólo habría
que aclarar que después de transcribir miles de veces la dichosa
frase, cual poderoso mantra, la obcecada amanuense vislum-
bró tres preguntas epifánicas: ¿pero cuánta abundancia será
suficiente?, ¿cuántas casas, autos y departamentos merezco?,
¿cuántos miles de millones serán necesarios para alcanzar la
felicidad? Dentro de la idiotizante vorágine tras el crecimiento
económico y la acumulación, los integrantes de ciertos núcleos
políticos y empresariales, en especial los de “aspiraciones
abundantes”, se encuentran en constante desdicha pues sus
ingresos no crecen lo suficiente, y si hoy apenas les alcanza
para un departamento en Miami, seguro mañana echarán en
falta una enorme mansión en Malinalco o en Nueva York; y

60 |
La fantástica musa de Perogrullo

después, en otra de sus crisis, con prestanombres y “créditos


bancarios” desearán comprar un castillo en Francia y así,
ad nauseam.
Con muchos menos salarios mínimos, pero con la misma
actitud desmedida, a estos “insatisfechos” también se suman
los Godínez pretenciosos, públicos o privados, que frenéticos
cazan “súper ofertas” en Ventas nocturnas, el Buen fin o el
Hot sale, cuando adquieren artículos que no necesitan del
todo, pero a meses sin intereses.
Pues bien, para todos ellos se recomienda la que hasta
ahora nos parece una de las mejores películas del año pasa-
do, El capitán fantástico (2016). Escrita y dirigida por Matt
Ross, con Viggo Mortensen como el mismísimo capitán de
un proyecto utópico: una familia renacentista que habita en
un frondoso bosque donde cosecha y caza sus alimentos. Los
ocho integrantes, dos padres y seis hijos, realizan ejercicio
profesional y meditan bajo el sol; por las noches estudian
ciencia, filosofía, economía, literatura, y alrededor de una gran
fogata generan discusiones sobre el entrelazamiento cuántico
de Planck, los estudios de sexualidad de Masters y Johnson
o Lolita de Navokov. Con Noam Chomsky como su intelec-
tual libertario de cabecera —el siete de diciembre celebran
su nacimiento en lugar de la Navidad—, cuestionan los más
“altos valores” del capitalismo alienante, tan desapegado de
la sociedad y la madre naturaleza. Todos en la familia tienen
prohibido decir la palabra “interesante”, “hay que evitarla, es
sólo una generalización que reduce el análisis y la especifici-
dad”. Hablan inglés, francés, alemán y esperanto; componen
e interpretan su propia música.

| 61
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

Con buenas dosis de humor y bellezas cotidianas, el Capi-


tán fantástico nos cuestiona de raíz: ¿soy un buen padre?, ¿un
buen profesor?, ¿un buen ciudadano?, ¿tengo calidad de vida?,
¿compro cosas que no necesito?, ¿tengo hábitos sustentables?,
¿en algún momento abandonaré la búsqueda tras las últimas
tecnologías de entretenimiento y comunicación? ¡Válgame,
Freud, cuántas preguntas!
En este sentido y como una posible respuesta, primero en
Italia, luego en España, se gestó desde hace años un pensa-
miento económico que busca el decrecimiento; es decir, que
los países, las sociedades, las familias, decrezcan económica-
mente; y renuncien a esa búsqueda de la “abundancia” a toda
costa. Algunos de sus aterrizajes son el reutilizar la mayor
cantidad de bienes y servicios; comprender que el desarrollo
no está necesariamente en el crecimiento de la economía, sino
en la integración armónica de las comunidades. Defiende que
la verdadera abundancia está en el conocimiento del otro, en
la apreciación del arte, la cultura, y en la majestuosidad del
conocimiento.
Esta “jipiosa” y utópica corriente económica del decreci-
miento también atiende la perspectiva de género, la igualdad
de oportunidades, el rescate de las culturas originarias; busca
generar sociedades basadas en el autoconsumo, en la auto-
rregulación, en donde se gestione la soberanía alimentaria
con huertos urbanos, por ejemplo; con un sistema financie-
ro y bancario éticos; con economías comunitarias honestas,
basadas en proyectos cooperativos y urbanísticos realmente
ecológicos, en donde se facilite el uso de medios alternativos
de transporte, el trueque y la austeridad voluntaria.

62 |
La fantástica musa de Perogrullo

En fin, el Capitán fantástico, al igual que la corriente del


decrecimiento económico, nos propone una reducción inte-
ligente de nuestras “necesidades” y la problematización de
aquello que nos hace felices, pues dedicar tiempo y obras a
nuestra comunidad, a nuestra familia, a nuestros alumnos, a
nosotros, seguramente nos ayudará a desinflar las compras
oligofrénicas, los merecimientos de abundancia y la posibi-
lidad de que hagamos de éste el mejor y el más utópico de
los mundos.
Se recomiendan tres documentales para los que quieran
enojarse un rato con el capitalismo salvaje: La corporación
(2004), de Jennifer Abbot y Mark Achbar; Capitalismo: una
historia de amor (2009), de Michael Moore; y Zietgeist, la pe-
lícula (2007), de Peter Josh; los libros de Carlos Taibo sobre el
Decrecimiento económico editados por Catarata. Y, a propósito
de esta animalidad tan domesticada por la ambición, como
encore, “Animals”, de Muse.

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La tortuga roja y
La isla de las breves ausencias

[Tortule], I’ve got the feeling that


we’re not in [the island] anymore.
Dorothy, The wizard of Oz.

Para leer este texto: Dark side of the moon de Pink Floyd,
en www.youtube.com/watch?v=dx-4WO8Bbjs.

D
e nueva cuenta, el Studio Ghibli, en resonancia con
la línea de Hayao Miyazaki —una reverencia, por
favor—, nos presenta un universo en el que la natura-
leza y sus posibilidades fantásticas se enfrentan al miedo egoísta
del ser humano. Una isla, un náufrago, una mujer-tortuga y el
hijo de ambos, protagonizan La tortuga roja (2016), dirigida
y escrita por Michaël Dudok de Wit; es una coproducción
internacional entre Francia, Bélgica y Japón, nominada al
Óscar como la mejor película de animación del año pasado.
Además de la emotiva historia, una de sus virtudes, por
la que obtuvo varios reconocimientos internacionales, es su
propuesta visual, pues imita la colorida belleza virginal de las

64 |
La fantástica musa de Perogrullo

islas ermitañas: niñas traviesas que juegan a las escondidas


entre milenarios surcos de mar. Y es precisamente por este
enfoque naturalista que el filme evita el lenguaje humano pues
carece de diálogos. El silencio de los personajes da pauta a que
la naturaleza hable a través de sus creaciones y nos ensordece
(literal) con el viento intempestivo, la descomunal tormenta,
las parvadas de gaviotas, los millones de insectos y el crujir
doloroso de las piedras al sol (a sesenta años de sus inmortales
quinientos ochenta y cuatro endecasílabos, ¡Salve, Paz!).
La falta de diálogos no implica incomunicación entre los
personajes, lo hacen con el cuerpo y sus acciones. También
el destino se comunica con ellos a través del espacio onírico,
mandatándolos al cambio y la búsqueda. Esta carencia de
diálogos nos evocó el cine mudo de principios del siglo XX, al
que sonorizaban con pianolas y oscuros cuartetos de cuerdas,
mientras proyectaban, por ejemplo, el Gabinete del Dr. Cali-
gari (1920), en Berlín. También nos recordó aquella leyenda
urbana de unir El mago de Oz (1939), el musical fantástico
de culto, con uno de los mejores álbumes de rock de toda
la historia: The dark side of the moon (1973), de Pink Floyd.
Según cuenta la leyenda, para “sincronizarlos” es necesario
empezar el disco (“pucharle play”) justo al tercer rugido del
emblemático león de la Metro-Goldwyn-Mayer.
Sobre este ejercicio de integración artística, Daniel Cruz
Vázquez escribió en el número ocho de Fanátika (2012), que
es “una de esas experiencias trascendentales que se parecen
tanto a volar, mientras la mente se hace uno con todo y se
percibe, aunque sea por un instante, el girar inexorable de los
eternos engranes del universo”. Coincido con Daniel Cruz:

| 65
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

cuando experimenté este sincretismo, hace algunos años, lo


disfruté como enano (etéreo) sobre todo por Pink Floyd, como
él, también pude intuir los “eternos engranes del universo”.
Y a pesar de que algunos pasajes de ambos discursos nada
tienen que ver entre sí, hay otros en los que la acción del filme
coincide con momentos intensos del disco, como el que se
erige entre el magnífico solo vocal femenino de “The great gig
in the sky”, y el ataque de la malvada Bruja del Oeste con sus
monos voladores. El solo vocal de la canción se convierte en
el hechizante estertor de la oscura nigromante (¡Aigooéeei!
¡Salve, Gil Gamés!).
Quizá de aquel ejercicio de fusión, crossover, sincretismo
artístico o debraye chelero, es que se me ocurrió, gracias a
Calixta, la musa gorda de Eduardo del Río (¡Salve, Rius!),
hacer una integración entre La tortuga roja y el poemario de
Francisco Hernández, La isla de las breves ausencias (2009),
editado por Almadía. Es decir, ver la película y leer el diario
poético de un náufrago y sus develamientos en una isla “donde
los fantasmas que pueblan el alma humana encarnan en fuer-
zas de la naturaleza y se vuelven faunas fabulosas metáforas,
alucinantes y agrestes”. En efecto, tanto el poemario de Her-
nández como La tortuga roja hablan sobre islas, naufragios
y silencios, combinar ambas propuestas gestará un tercer
discurso, esperemos, al menos “interesante” y bello.
El orden para leer los sesenta y dos poemas es el que ofrece
el libro, aunque uno se puede divertir modificándolo a vo-
luntad inspiradora (¡Salve, Cortázar!). La metodología que se
propone es sencilla: cada tres minutos de película (segundos
más, segundos menos), leer un poema y disfrutar lo que se

66 |
La fantástica musa de Perogrullo

evoque, sienta y escuche. Como promesa de una experiencia


sugestiva, a continuación, les presento siete poemas rescata-
dos de la Isla:

8
Temblores esenciales en el brazo izquierdo.
Una erección a propósito de nadie.
Ver hacia el sol reclamándole
que no me despertara.
El miedo a una recaída me levanta de la litera.
Abajo hay un desfile de peldaños
con la promesa de desequilibrios perpetuos.

11
Agujas en el brazo derecho.
Al quitarme la piel, puedo mirar
las contradicciones de los músculos.
Mínimos arpones clavados.
Al pararme frente al espejo,
observo mi cuerpo pálido de molusco envejecido.
Quisiera permanecer en esta cárcel,
protegido por mis redes de espinas.
Quisiera estar sepultado en el aire,
envuelto como una momia por el desamor
de alguien.

14
Un obelisco en la Isla, detrás de la joroba de la montaña,
cerca de las cuevas.

| 67
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

Parece de mármol, debe medir treinta metros de altura y la


espesa vegetación de esta parte lo ha respetado.
Su remate se pierde entre las nubes bajas.
Esta inscripción puede leerse al frente del monumento:
“Al hacer el amor nos eclipsamos.
Blanca luna solar se nos confía, somos entonces del furor
los amos
y los autores de la astronomía”.

29
Los remolcadores se hunden, mas no desaparecen.
Cuentan con bodegas de rabia estas embarcaciones.
Muerden a quienes flotan simulando estar muertos
y ahogan a quienes nadan simulando estar vivos.
Vapores, canoas, balsas, juncos:
sin naufragios la existencia carece de sentido
y dentro de las calderas se acumulan rampas
de donde zarpan zarpas.

41
Cualquier ausencia es breve y pisoteable:
hormiga al fin.
Incluso los cadáveres no saben despedirse
y el día menos pensado están de vuelta,
sacudiendo sus huesos al tiempo
que relatan las fábulas de su incineración
o las dimensiones de su hormiguero.

68 |
La fantástica musa de Perogrullo

54
En una Isla con esta Isla,
traer a la memoria el cuerpo de una mujer
es sucumbir a un mapa donde los puntos cardinales
son uno solo, con dirección a un solo lugar:
el Estrecho de las Cuerdas Frotadas.

60
Rumbo al manantial, ya temeroso de lo que pudiera suceder
en la Isla, vi a unos monos jugueteando con algo similar a
una pelota y, por curiosidad, los ahuyenté a pedradas. La
pelota resultó ser un cráneo de niño y en la parte frontal
podía leerse esta sentencia de un poeta latino:
‘No pongas grandes esperanzas en la breve existencia’.

Seguramente ahora coincidirán conmigo: la poesía lírica


de Francisco Hernández retoma con eroticidad y humor negro
la gran metáfora del náufrago, que en una isla indómita va
disipando su humanidad entre la espuma y el olvido.
Pues bien, como quiera que sea (¡Salve, Jairo Calixto!),
realicé mi propuesta de sincretismo y no estuvo del todo mal,
aunque Perogrullo me recomendó tener los poemas grabados
en audio, o utilizar la figura de un lector resignado, para no
“distraer” la vista mientras la poesía de Hernández rediseña
el majestuoso vientre volador de La tortuga roja.
Se recomienda, persistiendo entre la imagen, el mar y la
palabra, Oda Marítima, de Fernando Pessoa:

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Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

El sollozo absurdo que nuestras almas derraman


sobre las extensiones de mares
sobre las islas lejanas de las costas
que se dejan al pasar,
sobre el crecimiento nítido de los puertos, con sus casas y
su gente,
ante el barco que se aproxima.

También la película, a propósito del océano y sus poderosos


matices, Dunkerque (2017) de Christopher Nolan.

70 |
Las mujeres de Dios

Para leer este texto: Lascia ch'io pianga


de G.F. Händel, con la soprano
Julia Lezhneva Lezhneva, J. Lascia ch'io pianga,
en www.youtube.com/watch?v=Yw1A5TQVwvQ, 2009.

H
ace más de tres mil años, la luna gigante de finales
de octubre y principios de noviembre refulgía en
una celebración celta conocida como Samhian, un
festejo nocturno en el que se agradecían las cosechas del verano,
los frutos y alimentos de un gran ciclo lunar que terminaba
esa noche. También era una festividad descrita “como una
comunión con los espíritus de los difuntos que, en esa fecha,
tenían autorización para caminar entre los vivos, dándosele
a la gente la oportunidad de reunirse con sus antepasados
muertos”.1 Esta celebración del norte de España, el sur de
Francia e Irlanda, que ahora conocemos como “Noche de
brujas”, era presidida por druidas celtas, mujeres sanadoras

1 “Samhain y los celtas. Origen de Halloween”, en https://vardablog.wor-


dpress.com/2015/10/13/origen-de-halloween-samhain-y-los-celtas-2/

| 71
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

con conocimientos ancestrales en herbolaria, en el influjo


de los astros sobre la naturaleza y el hombre, pilares de sus
comunidades que fueron llamadas, cariñosamente, Samahias,
ahora, Brujas buenas.
Después de la llegada del Imperio Romano y la conquis-
ta-colonización de Hispania y sus alrededores, aquellas mujeres
celtas seguían siendo veneradas, lo que impedía el surgimiento
de nuevas estructuras de poder leales al Imperio y a su nue-
va religión monoteísta. Fue por ello que la Iglesia católica,
apostólica y romana se viera en la necesidad de crear un con-
junto de relatos fantásticos vinculados a estas representantes
del poder de lo femenino para declararlas primero paganas,
luego heréticas, y finalmente procesadas a través de la San-
ta Inquisición, en nombre del Altísimo y la “verdadera Fe”.2
Uno de los textos fantásticos que “fundamentaba” su per-
secución fue el Malleus Maleficarum o El martillo de las brujas,
publicado en Alemania (1487), escrito por Heinrich Kramer
y Jacob Sprenger, dos inquisidores misóginos con gran altu-
ra literaria. Este libro se utilizaba como soporte legal para
jueces, magistrados, sacerdotes católicos, protestantes, y por
trescientos años protagonizó la “cacería de brujas” en toda
la Europa cristiana. Según algunos estudios3, pudieron ser al
menos cinco millones de mujeres quemadas en la hoguera.
En el Malleus Maleficarum se definía a las brujas como
mujeres que podían volar sobre escobas, influir en las cose-

2 Para mayores referencias: Mujeres en la hoguera, del Programa Uni-


versitario de Estudios de Género. México: UNAM, Programa 2014.
3 Jack Holland. Ídem.

72 |
La fantástica musa de Perogrullo

chas, o consumar hechizos de transformación; también se


les creía capaces de perpetrar actos de infanticidio, caniba-
lismo y rituales para adorar, mediante orgías en el bosque
—aquelarres—, al diablo, uno de los máximos personajes de
la mitología judeocristiana. En estos días, gracias a esforza-
dos investigadores, sabemos que el diablo no “existió” en las
sagradas escrituras sino hasta finales del Siglo XII, como un
acuerdo entre las cúpulas eclesiásticas que argumentaban la
falta de un “villano”, un ser que generara miedo y con ello el
control del “rebaño” a través de la única vía para someterlo: la
fe en Dios y sobre todo en su Iglesia. El historiógrafo alemán
Robert Munchembled, en la Historia del diablo, siglos XII-XX
(2002), publicado por el Fondo de Cultura Económica, relata
cómo descubrió pergaminos, testimonios del clero, incluso
la descripción de sueños de sacerdotes con los que se fue
concibiendo la figura del gran antagonista de Dios; ello obligó,
una vez consensado, a reescribir los textos sagrados e incluir
al malo de la película.
Esta idea de “terrorear” (permítaseme usar el neologismo
autoría de los alumnos), a la sociedad a través de constructos
atribuidos al ámbito de la Fe, mantuvo durante siglos, como
se sabe, un paradigma oscuro, terrible, que obstaculizó el
desarrollo de la ciencia, la medicina, la cultura, pues las ex-
plicaciones del universo y la naturaleza estaban centradas en
grandes relatos literarios de horror.
En resonancia con este afán de terrorear al auditorio, se han
hecho varias películas que retoman la idea medieval sobre la
existencia de mujeres que sirven al diablo; entre las mejores
está La bruja (2016), de Robert Eggers, un excelente filme

| 73
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

de horror, tal vez El proyecto de la bruja de Blair (1999), de


Daniel Myrick y Eduardo Sánchez, pionera en el género del
falso documental; pero ninguna como El Anticristo (2009),
obra maestra de Lars von Trier.
Integrada por un prólogo, cuatro capítulos y un epílogo, El
Anticristo narra la trágica historia de una pareja que, mientras
hace el amor pierde a su hijo justo en el momento en el que
llegan al clímax. Este hecho marca el tono, el duelo y la “en-
fermedad mental” de la madre, quien se culpa por la muerte
del pequeño, aunque poco a poco iremos descubriendo que
en realidad sufre porque lo disfrutó, porque incluso planeó
la muerte de su primogénito, quizá motivada por un odio
antiguo y merecido hacia el sexo opuesto.
Charlotte Gainsbourg, —la esposa bruja—, trata de ser
ayudada por su esposo psicólogo, caracterizado por Williem
Dafoe (¡Salve, Dafoe!) quien no lo logra, pues la lucha entre
lo racional y el mundo místico de la mujer es sólo la punta
del iceberg: a medida que el filme progresa, somos testigos
(inquisidores) de “un sinnúmero de muestras de ese universo
satánico, tan cercano al bosque y sus criaturas”. Ella es una
bruja, no lo sabe (lo irá descubriendo), al igual que su ma-
rido. Poco a poco, la maldad se apodera de la mujer hasta
que “lastima” a su esposo incrustándole una piedra circular
en la pierna, parecida a una rueca, para que no pueda huir
de su venganza.
El final de la película, el “Epílogo”, que ni el mismo Lars
Von Trier se explica del todo, por espontáneo y artístico, puede
descifrarse como una metáfora del despertar de las “hermanas”
brujas que habitan espiritualmente en el bosque, en el mundo,

74 |
La fantástica musa de Perogrullo

y que gritan por “todas las cosas que han de morir” igual que
ellas: injustamente.
El Anticristo dejó una marca física en su desdoblamiento al
mundo “real”, con ella tuve una de las experiencias cinemato-
gráficas más poderosas de mi vida. Al momento de empezar
a ver el “Prólogo”, la madrugada del 13 de diciembre de 2011,
con mi hijo recién nacido, por fin arrullado por el latido de
mi corazón, y apenas escuchando el aria Lascia ch'io pianga,
de la ópera Rinvaldo (1711), de G.F. Händel, vi cómo la pareja
hacía el amor, mientras su hijo se subía a una silla, luego al
escritorio y de ahí, a través de una ventana que se abría con
lentitud, vi cómo el pequeño saltaba al vacío queriendo tocar
los copos de nieve, para matarse en una nube blanca sobre la
banqueta. Ante el “Prólogo”, lloré por una empatía desbor-
dada hacia el pequeño, hacia la vida inocente que apacible
dormitaba en mi pecho. Recuerdo que apagué la pantalla y
no regresé a la película sino hasta la madrugada siguiente.
Aquella fría noche de diciembre tuve una experiencia per-
turbadora, no sólo por la muerte cinematográfica de ese niño,
sino también por la evocación de todas esas mujeres inocentes
que, por amor a los suyos, a la verdad y al conocimiento, fue-
ron amarradas a una estaca sobre un montón de leña verde,
y alzaron la voz clamando por su cruel destino, suspirando,
entre jirones de humo, por su libertad.

| 75
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

Lascia ch’io pianga Deja que llore


mia cruda sorte, mi cruel suerte,
e che sospiri y que suspire
la libertà; por la libertad;
e he sospiri... y que suspire...
e che sospiri... y que suspire...
la libertà. por la libertad.

Il duolo infranga Que el dolor quiebre


queste ritorte lo retorcido
e’ miei martiri de mis martirios
sol per pietà; sólo por piedad;
de’ miei martiri de mis martirios
sol per pietà. sólo por piedad.

Lascia ch'io pianga, de G.F. Händel.

76 |
A su debido tiempo Cronos
tendrá un camposanto en el purgatorio

Para leer este texto, dos sugerencias musicales:


‘Who wants to live forever” de Queen y “Prision sex’,
de Tool, en ese orden.

E
l tiempo es uno de los “bienes” más preciados que
tenemos, bueno, sólo si se nos concede, de preferencia
como parte integral en un conjunto de factores. Quizá
el primero de ellos sea la salud, es decir, que el tiempo esté
acompañado de plenas capacidades físicas y mentales con las
que podamos transitar sensibles a la naturaleza y a nuestros se-
mejantes. No nos vaya a ocurrir como al ambicioso personaje
de la novela de horror y misterio La crueldad de la bestia (1992),
de Shaun Hutson,1 que, al buscar la inmortalidad a través del
encantamiento de un demonio de la Edad Media, la consigue
enterrado seis metros bajo tierra sobre una pesada cripta de
mármol y completamente desecho, pues una granada alcanzó

1 Shaun Hutson. La crueldad de la bestia. Barcelona: Ediciones Martínez


Roca, 1992.

| 77
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

a estallarle justo antes de convertirse en inmortal. De ahí que


seguirá “vivo” por los siglos de los siglos en agonía infinita.
Y es que el tiempo, para ser algo preciado (¡Salve, Gollum!),
debe de acompañarse, además de la salud, de un espacio dis-
frutable en el que se “ejerza la libertad”, no como en la ópera
prima de Guillermo del Toro, La invención de Cronos (1993),
en la que Uberto Fulcanelli, el alquimista italiano, después de
extender sus signos vitales gracias a su vampírico artefacto,
se esconde en el ático de una mansión por más de cuatro-
cientos años, recitando, sin descanso, sólo dos palabras: “Suo
tempore”. Me gusta imaginar que lo que más ansió durante
cuatro siglos, como el minotauro de Borges, fue la llegada de
la muerte libertaria.
Otro elemento para apreciar al tiempo “de calidad” es el
amor. Sí, ese concepto que le da sentido a la existencia al estar
vinculado, en muchas de sus acepciones, a la fraternidad, la tole-
rancia, la empatía, pero también al deseo y la posesión: el tiem-
po también tiene su corazoncito. Dirán que qué cantamañanas
tan cursi pero recordé otra maravilla de película: Highlander, el
inmortal (1986) dirigida por Russell Mulcahy y sonorizada por
la mejor banda de rock de todos los tiempos: Queen, que cuenta
la idílica anécdota de un escocés inmortal, Connor Macloud,
interpretado por Christopher Lambert, en la que él permanece
joven, imperecedero y nostálgico por no poder compartir la
muerte con su amada, por haber sido “bendecido” por Dios
con la inmortalidad, de la que sólo podrá escurrirse si le cor-
tan la cabeza o deja acéfalos a los demás guerreros benditos.
Bueno, sirvan estas primeras reflexiones sobre el preciado
tiempo y sus elementos ideales como un claro pretexto para

78 |
La fantástica musa de Perogrullo

desempolvar tres fantásticas historias que amueblan el cuarto


piso de mi corazón. Y es que como dicen en las carreras de
caballos: “A buen fin no hay mal principio”, pues he de confesar
que de lo que voy a platicarles (una disculpa por decirlo hasta
ahora), es sobre la cárcel, ese invento del hombre “moderno”
para separar por un tiempo a los ciudadanos que no respetan
los acuerdos de la “Polis”.
En las noticias de estos meses, en el marco del nuevo
Sistema de Justicia Penal Acusatorio y la polémica Ley de
Seguridad Interior, ha trascendido la crisis del Sistema Peni-
tenciario nacional y de cómo en las cuatrocientas y una cárcel
del país, se hace de todo menos lograr que el individuo corrija
su conducta y se reintegre cívicamente a la sociedad. Según
datos del “Anuario” de Milenio lo que prima en las cárceles
nacionales es la violencia. En lo que va del año, hasta agosto,
fueron asesinados 185 detenidos, esto es, “cada 31.5 horas
un preso es asesinado”.2
En muchas de las cárceles no hay custodios ni autorida-
des, más bien se ejerce el “autogobierno”, es decir, los pre-
sos controlan las cárceles, lo que les implica además de un
castigo simulado, un negocio redondo pues a los otros reos
“normales” les cobran semanalmente su estancia, de lo con-
trario son torturados; les venden las celdas “ambientadas”;
y a sus esposas las obligan a prostituirse. Esto es grave, más
aún cuando retomamos la investigación de Héctor de Mau-
león (2017), publicada en Excélsior sobre el penal de Piedras

2 “Prisión. Las palabras del año”, en Anuario, Suplemento. Milenio


(diciembre de 2017), p. 64.

| 79
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

Negras, Coahuila: una prisión de “máxima seguridad” pero


para cuidar al cártel de “Los Zetas”, pues justo ahí, entre el
2010 y 2011, 180 civiles fueron primero secuestrados, luego
encarcelados, después asesinados y finalmente desechos en
tambos de diésel, por “los cocineros” del penal.3
Un valiente ejemplo de denuncia es la película mexicana La
tempestad (2016), de Tania Huezo, filme documental, posible
nominado a los Óscares como mejor película extranjera, en
el que se muestra la impunidad en el interior de las prisiones
del país donde, además de lo dicho, se encarcela a “pagadores”,
personas inocentes que tienen que “pagar” por el crimen de
alguien más como parte de una estrategia política frente a los
medios de información y la percepción pública.
Michel Foucault, en su espléndido libro Vigilar y castigar.
Nacimiento de la prisión (1976), después de presentarnos con
lujo de detalle el escalofriante suplicio de Robert François
Damiens por atentar contra la vida del Rey, Luis XV,4 delibera,
entre otras líneas de análisis, sobre la benignidad de las penas
después del siglo XIX y de cómo, a medida que los derechos
humanos han adquirido mayor relevancia en el concierto
penitenciario internacional, las condenas ahora incluyen, en
la mayoría de los países, un benévolo aislamiento de la socie-
dad por un tiempo determinado (dependiendo la conducta)

3 Héctor de Mauleón. “La cárcel de los Zetas”, en El Universal www.


eluniversal.com.mx/columna/hector-de-mauleon/nacion/la-carcel-
de-los-zetas. [Página consultada en noviembre de 2017].
4 Michel Foucault. Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión. México:
Siglo XXI, 1979.

80 |
La fantástica musa de Perogrullo

para reintegrarse posteriormente, una vez que la conducta


ha sido rehabilitada.
Esto, hoy en día, por lo menos en nuestro país parece
cuestionarse, pues existen dos realidades penitenciarias: la
formal, la ideal, la que está plasmada en las leyes del sistema
de procuración de justicia y, por el otro lado, la “informal”, la
oculta, en la que los reos gobiernan las prisiones en un marco
de impunidad y corrupción, convirtiéndolas en espacios de
crueldad, donde se ejerce la ley darwiniana. Ya José Revueltas,
en El apando (1969), comparaba la cárcel con un zoológico
de monos “interespecies”, que en la jaula “se movían, copula-
ban, crueles y sin memoria, mono y mona dentro del mismo
Paraíso, idénticos, de la misma pelambre y del mismo sexo,
pero mono y mona, encarcelados, jodidos.”5
Sin lugar a duda, es momento de cuestionar si en efecto
esta idea correctiva de concentrar a los sentenciados bajo
los principios de un sistema penitenciario dual, con “doble
moral” y “a la mexicana”, es una forma asertiva para alcanzar
comunidades armónicas y sustentables, o ya es momento de
discutir medidas “preventivas” que modifiquen de fondo la
distribución del bienestar y la riqueza en nuestro país, por
fuera de la partidocracia. A propósito, en el número sobre la
criminalidad en México de Ciencia. Revista de la Academia
Mexicana de Ciencias, se mencionan algunas propuestas para
atender los factores riesgo de la criminalidad, las drogas y
el delito:

5 José Revueltas. El apando. México: Ediciones Era, 1969, p. 11.

| 81
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

Se deben aplicar medidas de bienestar que fomenten com-


portamientos positivos a través de la implementación de
programas sociales, económicos, de salud, educación, entre
otros, y que atiendan principalmente a los jóvenes y a los
grupos vulnerables […] Finalmente, lo más importante es
reducir aquellos factores de riesgo asociados a la violencia,
criminalidad y delincuencia: impulsar las oportunidades
de desarrollo personal y social mediante mejores empleos,
viviendas, servicios de salud, transporte público, alumbrado,
gobiernos más transparentes, y cuya utilización de recursos
sea adecuada y no desviada.6

Con esta cita como conclusión-propuesta abandono este


texto sobre el tiempo y sus patrimonios carcelarios. Por cier-
to, sobre el tema de la prisión recomendamos las siguientes
películas: El expreso de medianoche (1978), de Alan Parker;
la española, Celda 211 (2009), de Daniel Monzón; la conmo-
vedora The green mile (1999), de Frank Darabont, basada en
el libro homónimo de Stephen King; y la francesa, Un profeta
(2009), de Jacques Audiard, versión moderna de El Padrino
(1972), de Francis Ford Coppola.
A manera de epílogo: Mientras escribía este texto se cum-
plió un año de la muerte de mi amigo/compadre/hermano
Julio Adolfo Repetto Juárez, y en la misa conmemorativa me
enteré de que por no casarse por la Iglesia está recluido en el

6 Wael Hikal. “Factores de riesgo que provocan la criminalidad”, en


Ciencia. Revista de la Academia Mexicana de Ciencias, Vol. 68, núm.
4 (octubre-diciembre de 2017), pp. 14-19.

82 |
La fantástica musa de Perogrullo

Purgatorio, es decir, está en una correccional para las almas


de infieles desalineados. No sé si el Purgatorio sea, como dijo
Foucault, más benévolo que las cárceles europeas del siglo
XIX, o si dependiendo de la administración en turno también
haya autogobierno, no lo sé de cierto (¡Salve, Sabines!); pero
de lo que sí estoy convencido es que ya tengo mi lugar reser-
vado y no sólo porque tampoco me casé por la Iglesia con
mi amada esposa (¡Salve, Vanessa, nos vamos juntos!), sino
también porque apoyo los matrimonios igualitarios y el que
las mujeres decidan con libertad sobre su cuerpo.
Querido Julio, me dará gusto verte de nuevo. También a
mi amado señor padre, Don Rolando Quintanar Guerrero,
que tampoco presentó sus votos eternos bajo la bendición
sacerdotal, y no se diga a mi adorado y temible abuelo, Don
Felipe Quintanar Villegas, que era un ateo certificado por
la ANAL (Asociación Nacional de Ateos Libertarios ¿o era
Libertinos?). ¡Te quiero, abuelo, es broma! En fin, a su debido
tiempo, “suo tempore”, ahí nos veremos, queridos muertos
míos, y disfrutaremos de un maravilloso tiempo de calidad
cumpliendo sentencia en el Purgatorio.

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¿De qué hablamos cuando
hablamos de volar?

Para leer este texto ‘Learning to fly’ de Pink Floyd,


en www.youtube.com/watch?v=nVhNCTH8pDs.

B
irdman o la inesperada virtud de la ignorancia (2014)
es un espléndido filme de Alejandro González Iñárritu,
considerado entre las mejores películas de 2014; ganó
el Óscar por Mejor Película, Mejor Director, Mejor Guion
original y Mejor Fotografía. Es una tragicomedia de humor
negro que critica el mundo teatral estadounidense, inclui-
dos actores, directores, productores, críticos y espectadores.
Coloca al centro del “escenario”, con luz cenital, a aquellas
celebridades que triunfaron en el cine comercial y voltearon
al teatro para ganarse el reconocimiento y ser considerados
artistas “de verdad” (¡Salve, Pinocho!).
Riggan Thompson, el personaje principal, interpretado
por el maestro Michael Keaton, se enfrenta a este dilema
durante el filme, ¿es una celebridad de Hollywood o un actor
consumado? En la lucha por la solución de este conflicto, el
personaje cinematográfico, Birdman, su alter ego, lo acecha

84 |
La fantástica musa de Perogrullo

con insistencia para que regrese al cine comercial y deje el


teatro, pues él, Riggan Thompson, con los súper poderes del
hombre alado: “no necesita perder el tiempo en un maloliente
cuchitril de broadway”.
Con el levitar, mover objetos y volar, algunos diagnos-
ticamos fulminantes ataques de esquizofrenia, seguramen-
te patrocinados por las tensiones que Riggan soporta para
sacar adelante el proyecto en el que produjo, actuó, dirigió
y adaptó al teatro uno de los mejores cuentos de Raymond
Carver: “De qué hablamos cuando hablamos de amor.”1 Del
que hablaremos, valga la triple redundancia, más adelante.
En lo relativo al discurso fílmico, Birdman cuenta con la
sublime dirección de fotografía de Emmanuel Lubezki que,
entre muchos otros primores, apoya la historia con metáforas
icónicas: parvadas de gansos que inician y concluyen el vuelo;
tomas de medusas varadas en la playa, cual simbólico suicidio
colectivo de seres intergalácticos que invisibles planean entre
las olas. Lubezki logró reforzar con sombras, destellos y sím-
bolos, una historia de suyo compleja y trastornada.
Antes de entrar en materia, vale comentar que otra de las
generosidades de esta película son los vertiginosos y longevos
planos secuencia, con los que se enlazan, en una sola toma,
espacios, actores y crisis; ambientados, musicalmente, por
un solitario baterista de jazz.
Pues bien, en muchos sentidos nos parece que el tema
principal del filme es la libertad. La libertad creativa y artística

1 Raymond Carver. “De qué hablamos cuando hablamos de amor”, en


Todos los cuentos. Barcelona: Anagrama, 2016, pp. 319-336.

| 85
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

de la película misma (tanto en el plano de la diégesis, como


en el de la manufactura); libertad de Riggan Thompson sobre
la realidad atávica del mundo (de ahí que Birdman “pueda
volar” desenfadado por las calles de Nueva York). Esta liber-
tad sobre las leyes naturales, soportada en una infinidad de
pensamientos originales, van perfilando más bien una posible
locura que le “da alas” y lo desespera. Esto nos recuerda la
película Birdy (1984) de Alan Parker, basada en la novela
homónima de William Wharton (en México se le conoció
como “Alas de libertad”), musicalizada por el maestro Peter
Gabriel. La película trata de un exsoldado, quien después de
los traumáticos episodios de la guerra de Vietnam, regresa
creyéndose un pájaro que lo único que quiere es volar. Lo
mismo ocurre con Birdman: la locura lo liberará para siempre
en cuanto salga volando por la ventana.
Esta libertad también se manifiesta al terminar la película,
pues al parecer tiene tres posibles finales y uno decide, tam-
bién con libertad, cuál de los tres es el definitivo. Con este
“final abierto”, Iñárritu retoma a su vez el final del cuento de
Raymond Carver, en el que se consuma el último deseo de
un exnovio que se suicidó por amor: “Oía los latidos de mi
corazón. Oía el corazón de los demás. Oía el ruido humano
que hacíamos allí sentados, sin que nadie se moviera lo más
mínimo, ni siquiera cuando la cocina se quedó a oscuras.”2
Curiosamente, con esta cita inicia la película de Iñárritu; una
clara conexión entre ambas propuestas.

2 Íbid, p. 332.

86 |
La fantástica musa de Perogrullo

La anécdota de Birdman no sólo es mítica (¡Cuidado, Íca-


ro!) y sugerente, sino que nos hace reflexionar en una infinidad
de cosas: la trascendencia como una mera salida a nuestra
obtusa búsqueda de reconocimiento; el stress como uno de
los peores demonios de la modernidad y las drogas como su
aparente contradictorio enemigo; pero sobre todo Birdman
nos invita a reflexionar sobre esa manía romántica de decidir,
como una manifestación extrema de libertad, cuándo y cómo
quitarnos la vida.
El suicidio, desde hace siglos, aparece en las sociedades
como una respuesta individual a condiciones adversas, ya
sean físicas, emocionales, económicas o hasta políticas de un
momento en particular. Y este complejo proceso nos compete
a los que nos dedicamos a la docencia, pues más allá de las
valoraciones morales y éticas, son los adolescentes un grupo
vulnerable a resolver problemas personales de manera “lapi-
daria”. Según la Organización Mundial de la Salud, “el suicidio
es la segunda causa principal de defunción en el grupo de 15
a 29 años. El 78% de todos los suicidios se produce en países
de ingresos bajos y medianos. 800 mil personas se quitan la
vida al año”.3
Ante estos números y así como propuso Nietzsche, que
el filósofo debe predicar con el ejemplo, tal vez los profeso-
res debamos buscar soluciones creativas a todos nuestros
problemas, y modelar en el aula, desde nuestra disciplina,

3 Organización Mundial de la Salud. “Suicidio”, en www.who.int/es/


news-room/fact-sheets/detail/suicide. [Página consultada el 5 de
noviembre de 2017].

| 87
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

situaciones innovadoras de aprendizaje en las que podamos


contagiar a nuestros alumnos de nuestro amor por la ciencia,
la cultura, el arte, la filosofía; quizá en alguna de nuestras
clases encuentren esa solución a un dilema por el que estén
dispuestos a escribir no la tarea, sino una carta de despedida.
También podríamos seguir los pasos de Francisco Barne-
tt Astorga, un chamán del pueblo seri, que en 2017 obtuvo
el Premio Nacional de Ciencias y Artes. A los nueve años,
después de dibujar un cuadro en el monte en el que durmió
acurrucado, hizo contacto con el mundo mágico y los seres
luminosos. Ellos le dieron a elegir entre muchos dones, y él
eligió el de la sanación. “Esos seres me mostraron una mesa
llena de dones; cuando me preguntaron cuáles quería, escogí
el de curar, sin saber que con éste venían los de la alegría y el
canto como manifestaciones de la felicidad”.4
Francisco Barnett, catalogado un tesoro nacional vivien-
te, es un verdadero súper héroe, un hombre que sí puede
volar “espiritualmente”, y sanar a través del canto y la alegría.
Quizá todos los docentes pudiéramos aspirar a ser como él,
y convertirnos en alegres puentes entre nuestra disciplina, el
mundo, la lectura, el cine, y esos fantásticos seres de luz que
son nuestros estudiantes.

4 Leticia Sánchez Medel. “Un chamán, Premio Nacional de Ciencias y


Artes”, en Milenio, Cultura (20 de diciembre de 2017), p. 39.

88 |
Los perros duros aúllan
solo poemas

A mi muy querida jauría: Jack, el Doberman hermano; Dalí,


el Schnauzer casanova; Gulliver, el Chihuahua furioso;
y Mario Lenguas de Mileto, el filósofo guardián
del plantel Naucalpan.

Para leer este texto: On Melancholy Hill, por Gorillaz,


en youtu.be/04mfKJWDSzI.

H
ace unas semanas vi Isla de perros (2018), la última
película de Wes Anderson, uno de mis cineastas
favoritos. En sus comedias mezcla, de manera evi-
dente, el cine y la literatura. Cada película es una novela
cinematográfica. Y así como la novela gráfica está basada en el
cómic, Anderson “escribe” novelas para “leerse” en la pantalla.
Esta afortunada unión incluye (perdonen el catálogo): un
capitulado con prólogo y epílogo, el uso de la figura de uno o
varios narradores irónicos, historias inconclusas dentro de la
trama y, sobre todo, el manejo de un discurso profundamente
poético con notables figuras retóricas que se disfrutan a través

| 89
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

de la voz de los personajes y, de manera visual, con la elección


de la luz y la lente. En ocasiones se excede al ponderar, por
encima de la trama —como es el caso de Isla de perros—, la
paleta de colores, la disposición fotográfica, la retórica de los
diálogos, ergo, la sustancia poética.
Para este polienamorado de la docencia, la literatura, el
cine, la música, la naturaleza y los sabuesos, los mejores filmes
de Wes Anderson son Los Tenenbaums: una familia de genios
(2001), La vida acuática con Steve Zissou (2004), Viaje a Dar-
jeeling (2007) y El gran Hotel Budapest (2014). Quizá algunos
se molesten porque no incluya Isla de perros que sí es una gran
película, en especial por haberla filmado cuadro por cuadro
(stop motion), pero comparada con otras del mismo Anderson
es predecible y reiterativa. Sin embargo, no quiero dejar pasar
la oportunidad para hablar de un tema a propósito del filme:
el maltrato hacia los animales, en particular hacia los perros.
Así es, durante el filme presenciamos la discriminación,
el ataque, el destierro de todos los caninos de una ciudad
gobernada por un autoritario amante de gatos. Esta acción,
para los que hemos vivido con esos extraordinarios y leales
compañeros caninos, está cargada de sentido, pues hoy en
día vemos con indignación un creciente cúmulo de acciones
contra ellos, que van desde el secuestro y la petición posterior
de un rescate para el dueño; su envenenamiento en parques
con bolitas de alimento; su incineración en las calles; o los que
son entrenados para pelear a muerte en algún lugar clandes-
tino de apuestas; hasta las amenazas de los narcotraficantes a
los perros policías de las aduanas, como “Sombra”, una pastor
alemán que ha ayudado a detectar más de dos mil kilos de

90 |
La fantástica musa de Perogrullo

cocaína en Colombia, y por la que el Cartel del Golfo ofrece


7 mil dólares a quien la mate1. En fin, nuestra indignación
debe mantener la denuncia y las acciones para fomentar el
respeto a la vida y a los animales.
Arturo Pérez-Reverte, inspirado en el Coloquio de los pe-
rros de Cervantes, escribió Los perros duros no bailan (2018),
novela de género negro que “puede considerarse también un
grito de denuncia; un llamamiento contra el maltrato animal,
el abandono, las peleas de perros y la impunidad con la que
actúan los canallas que las organizan”.2 El mismo Pérez-Reverte
insiste: “El perro tiene virtudes que desearían los humanos.
Porque no hay perros malos, sino amos malos, que les trans-
miten su perversión. Las virtudes que yo amo en los humanos
las tienen los perros. Nadie está solo si tiene un perro. Cuando
un perro mira, me emociono, se me moja el lagrimal. En el
mundo animal no encuentro otro ser como los perros. Los
caballos son más tontos; los gatos, muy humanos. El respeto,
la lealtad: eso admiro de los perros. Un perro no te falla jamás.
El perro es alguien cuyo respeto hacia él no he perdido con los
años, algo que no me ha pasado con los humanos”.3
Al respecto, un obligado traspié nostálgico de la memoria:
durante toda mi infancia estuve acompañado por Jack, un
enorme Doberman negro que mi padre había traído desde

1 “Amenazan a perra antinarcóticos”, en Milenio (28 de julio de 2018), p.12.


2 Arturo Pérez-Reverte. “Sobre perros y perras”, en Milenio (15 de
mayo de 2018).
3 C. Rubio Rosell, “Negro: el nuevo héroe revertiano”, en www.milenio.
com/cultura/negro-el-nuevo-heroe-revertiano, 2018.

| 91
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

San Diego, California, para festejar la Navidad de 1977. Mi


hermana y yo éramos muy felices con nuestro perro, era el
centro de nuestra aventura infantil hasta que lo atropelló un
borrachín desalmado. Casi muere, le lastimó la columna y las
patas traseras. Se recuperó después de varias operaciones. Este
hecho lo cambió: odiaba estar encerrado, que lo amarraran,
se volvió bravo con los ajenos y no se dejaba de nadie. Era
leal, protector, independiente y libre.
Mientras mi hermana y yo salíamos al kínder, él, tempra-
nito, también se salía de la casa, y se iba a andar por el pueblo
que era su territorio, era el can más duro de Guerrero Negro,
Baja California Sur. En ocasiones regresaba con mordidas en
el lomo, o con una oreja rasgada, después nos enterábamos
que se había peleado con uno o varios perros de La Loma.
Por las noches aullaba durísimo y se escuchaba en toda la
colonia, los vecinos hablaban de él, decían que estaba bus-
cando novia, que por eso aullaba con tristeza por las noches,
a mí me gustaba su canto nocturno, más con la luna llena,
imaginaba que nos platicaba sus aventuras, como los perros
de Pérez-Reverte.
Después de siete años de vivir en Baja California Sur, re-
gresamos al Distrito Federal, ahora Ciudad de México. Jack
nunca se acostumbró a los chilangos que le tenían miedo por
diferente y grandote. Ya en la capital, mantuvo sus costumbres
de pueblo: se salía a la calle y se paseaba con libertad por la
colonia; se peleaba, vivía a sus anchas. Hasta se hizo de un
enemiguillo, un vendedor de verduras y frutas, a quien, sin
maldad, pero como parte del protocolo de conquista territorial,
le orinaba sus huacales en los que, a manera de mostrador,

92 |
La fantástica musa de Perogrullo

exhibía el epazote, el cilantro y los rábanos. El malasangre se


ganó la confianza de Jack y, como buen ladino, un domingo
en el que estábamos toda la familia viendo una película, le
dio carne con vidrio molido. Lo escuchamos entrar a la casa
ladrando y aullando con el dolor de la muerte, mi padre dijo,
mientras se incorporaba del sillón: “Ya nos lo mataron”. No nos
dejó acercarnos hasta que Jack murió quince minutos después.
No sé cómo mi padre “arregló” el asunto con el asesino de mi
querido hermano mayor, nunca le pregunté; el dolor era infi-
nitamente superior a mi deseo de hacer justicia. Sin embargo,
la vida vengó al Jack con uno de los hijos del malasangre.
Ya para terminar: Wes Anderson, al igual que Arturo Pé-
rez Reverte y otros grandes autores, como Virginia Woolf en
Flush (1933), Jack London en El llamado de lo salvaje (1903);
han focalizado su obra desde la mirada del perro, él es el
que cuenta la historia, él “habla”, se preocupa, se enamora,
se juega la vida. Esta “focalización” desde la perspectiva del
perro hace que interioricemos aún más sus dificultades y
desventuras: “Supongamos que Flush hubiese tenido el don
de la palabra […] y supongamos que no era un poeta sino un
cocker spaniel”4. En esta oportunidad, en la que recordé a mi
gran Doberman y a su insaciable sed de libertad, también le
quiero dar la voz y que aúlle un fragmento de “Declaración
de otoño”,5 de José Carlos Becerra, a propósito de su última
incursión por la Ciudad de México.

4 Virginia Woolf. Flush, una biografía. Madrid: Ánfora, 2002, pp. 36-37.
5 José Carlos Becerra. “Declaración de otoño”, en El otoño recorre las
islas. México: Era, 2010, pp. 75-76.

| 93
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

¡Vamos, querido Jack!

He venido.
Voy por esta ciudad; yo no camino sobre las aguas,
camino sobre las hojas secas que caen de mis hombros,
miro a los muertos en brazos de sus retratos, miro a los vivos
[en brazos de sus desiertos,
a las prostitutas vírgenes embalsamadas dentro de su sonrisa.

Conozco esta ciudad, estos orines de perra, esta piel acechante


[de gato,
estas calles que he recorrido mirando en silencio lo que me
[devora.
He visto el latigazo de la ceniza en los cuerpos dormidos,
el miedo lustrado por unas manos silenciosas,
la luz enhebrada por lo más lejano de los ojos,
el oro con su infancia en la primera gota de sangre.
He aquí la historia,
he aquí este delirio que la luna ha tenido en sus brazos,
esta yerba arrancada al corazón, este rumor de hojas.

¿En qué sitio ríe la vejez de los muros?


¿Dónde comulga el horror con la supervivencia?
Ésta es la estación armada como un guerrero.

He venido.
He venido cuando el otoño le da a la ciudad una carta del mar.
He venido a decirlo.

94 |
Música

La muñeca fea
y la empatía con el desdichado

S
aúl Hernández del grupo Caifanes dijo en una entrevista
que el dark en México ha tenido muchos exponentes
involuntarios; por ejemplo, José Alfredo Jiménez, José
José, Juan Gabriel, y hasta el mismísimo Cri-Crí y su “Muñeca
fea”. Dicen que Saúl dijo: “Esa canción es depresiva y muy triste.
Como cuando dice: “Escondida por los rincones, temerosa
que alguien la vea, platicaba con los ratones, la pobre muñeca
fea”. Eso es dark y del bueno, ya quisiera Robert Smith”.
En un primer momento se coincide con Saúl: la muñeca
que antes era bella y nueva, ahora, después de propiciar las ale-
grías más contagiosas, está abandonada a su suerte, presagio
de un oscuro destino, atrincherado por la indiferencia, pues
“un bracito ya se le rompió, su carita está llena de hollín y, al
sentirse olvidada, lloró lagrimitas de aserrín”. Imaginar que
alguien sólo tiene el afecto de “la escoba, el recogedor, el plu-
mero, el sacudidor, la araña y el viejo veliz”, aun en un mundo
de música y fábula, es desconsolador y, efectivamente, dark.

| 95
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

Empero, ese hermoso vals de arpa, violines y flauta, que se


balancea entre escalas menores y mayores, tiene su moraleja:
Aún para los enseres domésticos que cobran vida en algún
polvoso ático de Santa María La Ribera, existe la esperanza
y el amor filial, pues siempre hay un roto para un descosido
y, en el caso de La muñeca fea, no es metáfora.
Mi hijo de tres años, cada vez que escuchamos esta canción,
me pregunta afligido: “¿Oye, papito, por qué no arreglan a la
muñequita?, ¿no tiene papás que la limpien y la bañen?, ¿qué
es el hollín? Pobre muñequita, yo la limpiaría para que no
llore. ¿Aserrín, qué es el aserrín? ¿papito, otra vez pon a La
muñequita fea? Es mi favorita”. Al parecer la empatía hacia los
juguetes en los niños es máxima, pues no son sólo artefactos
que materializan su desbordante imaginación, también son
sus “amigos” de aventuras: personitas necesitadas de aten-
ción y cuidado como ellos mismos, en ese momento de su
dependiente vida.
En fin, en esta animación musicalizada de trebejos y arrum-
bes, de esperanza y amor filial, también se encuentra esa vir-
tuosa empatía con el desdichado, tan nacional como el encargo
de hacer que los niños mexicanos canten a Cri-Crí, aunque
por momentos los ponga tristes y melancólicos.

96 |
Van Halen
y sus angelitos intensos

A
principios de los ochentas cuando cumplí diez años,
la providencia se manifestó en mi vida: Doña Cecilia,
madre y autora accidental de mi amor por el rock, se
dirigió a la única tienda de discos del pueblo donde vivíamos
(Guerrero Negro, Baja California Sur) y ahí, entre una trein-
tena de acetatos, escogió un disco que en la portada tenía un
angelito con un cigarro en la mano. Le pareció bonito y tierno,
así que me lo compró. Al dármelo, después de cortar el pastel
y cantarme las mañanitas, lo primero que pensé fue que era
un disco de villancicos o música de iglesia. Desconcertado,
volteé el disco y, para mi escandalosa tranquilidad, en la
contraportada estaban cuatro greñudos sonriendo. Fui a
mi recámara, leí el set de las canciones y descubrí “Jump”.1
Entonces, sólo entonces, contento, pegué un fuerte grito

1 www.youtube.com/watch?v=wlq0lYB3iSM.

| 97
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

como con los que suelo cantar: “¡Yeeeeeii! ¡Esa canción está
bien chilaaaa!”. Ese ha sido uno de los mejores regalos de
cumpleaños que he recibido en mi vida. Gracias, mamá.
El disco: 1984, la banda: Van Halen. Con ese acetato me la
pasaría brincando sobre la cama cientos de veces, emocionado,
haciendo caras, moviendo mi greña de principito con bailes
oligofrénicos, aplastando a muerte resortes y almohadas
(siempre fui de huesos y carnes grandes). Cuando me quedaba
solo en casa, ponía mi tocadiscos al máximo volumen y corría
por toda la casa cantando: “Panamá... pan, pan, pan, pa, rara…
Panamá, oh, oh, oh, oooh… Panamá…”.2 o “I gar a ved, I gar
a ved, I jot de ticher… I gar a ved, soou ved… I jot de ticher”.3
En aquellas sesiones hardrockeras, me convertí en un intenso
vividor musical. A Van Halen, y al que se le ocurrió poner un
angelito irónico en la portada del disco: mil gracias.
Seguramente muchos de nuestros lectores fanáticos se
preguntarán: a todo esto, ¿quién es o qué es Van Halen? 4 No

2 Van Halen. “Panamá” [video], en www.youtube.com/watch?v=w-Ns-


hzYK9y0, 2009.
3 Van Halen. “Hot For Teacher”. [video], en www.youtube.com/watch?-
v=UXQYcNSNIb8, 2010.
4 Aquí una brevísima semblanza: “Van Halen es una banda de Hard Rock,
originaria de Estados Unidos. Inicialmente nombrada Mammoth por
los fundadores de la banda (Eddie Van Halen, Alex Van Halen y Mark
Stone) en el año 1972, en Los Ángeles, California; luego se unirían el
cantante David Lee Roth (quien sugirió el nombre de Van Halen) y el
bajista Michael Anthony. Van Halen alcanzó la fama rápidamente con
su primer álbum debut homónimo en 1978, ampliamente considerado
como un hit del rock, alcanzando ventas en Estados Unidos superiores
a los 10 millones de copias y siendo calificado en agosto de 1996 como

98 |
La fantástica musa de Perogrullo

los culpo, no todos tienen una mamá tan alivianada y musical


como la mía. Además, Van Halen dejó de tocar hace varios
años por exceso de egos y romance (sobre esto platicaremos
más adelante). Sin embargo, en la película de animación ape-
nas estrenada en julio, los Minions (2015), en el momento en
que, a uno de ellos, a Dave, me parece, le dan una guitarra
eléctrica en un escenario, empieza a tocar “Eruption”5 de
Van Halen.
La pregunta que lanzaría con el pretexto de seguir hablando
de una de mis bandas favoritas es ¿por qué no sigue vigente?,
¿por qué los jóvenes del siglo XXI no los escuchan? Mi primera
hipótesis es por la dificultad de ser “covereada”. El virtuosismo
de esta banda alcanza tales niveles que tocar la mayoría de sus
canciones es un reto de años, de vida. Muchos grupos y sus
canciones permanecen porque los jóvenes las pueden tocar
con la guitarra, pensemos en “Paranoid” de Black Sabbath;
“Enter Sandman” de Metallica; varias de Los Beatles, Nirvana,
Pixies y The Cure. Al caminar por los pasillos y jardineras del
Colegio de Ciencias y Humanidades se escucha a los chavos
tocando estas canciones6 o las clásicas en español: “Te quiero”

disco de diamante. Mucha de la fama ganada en sus comienzos se debe


a la habilidad de Eddie Van Halen, que es considerado uno de los más
influyentes e innovadores guitarristas de todos los tiempos. La banda ha
tenido tres vocalistas: David Lee Roth, Sammy Hagar y Gary Cherone,
y durante los años 80 tuvo más hits en la revista Billboard que ninguna
otra banda de hard rock o heavy metal”. Por los datos, gracias, Wikipedia.
5 “Minions. Eruption de Van Halen” [video], en www.youtube.com/
watch?v=qjp0PtDqtQg, 2015.
6 En los doce años que tengo como profesor del CCH, sólo en una

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Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

de Los Hombres G; “El duende” de Los Héroes del Silencio; “La


célula que explota” de Caifanes; “María” de Café Tacuba, o
“Música ligera” de Soda Stereo, y otras más de Guitarra fácil.
Lamentablemente Van Halen no entra en esa categoría, justo
al revés, se circunscribe en las tareas que los guitarristas de
varios años deben de hacer en casa: calentar los dedos, po-
ner el metrónomo en moderatto, sacar las partituras y tocar
como Eddie Van Halen. A mis cuarenta y dos años, todavía
lo estoy intentando.7
Los guitarristas que incursionan en el rock, después de
alcanzar cierto nivel de ejecución, forzosamente llegan a Eddie
Van Halen, para muestra: “Eruption”8 referencia obligada de
los profesores que enseñan guitarra eléctrica en las escuelas
de música. Él inventó la técnica del tapping, o “pianeo”, que es
tocar la guitarra como si fuera un piano. Para que no vieran
lo que hacía, en los conciertos le daba la vuelta al público.
Eddie es un pianista-tecladista que llevó su mano derecha
al brazo de la guitarra y escandalizó a todos los guitarristas

ocasión descubrí a un alumno escuchando a Van Halen en su celular.


En la primaria yo andaba con mis Walkman y mi casete de Van Halen,
cantando durante todo el recreo.
7 Sólo una vez toqué un cover de Van Halen: “Aint talk about love”, en
Progreso, Hidalgo, en 1993. Gracias al guitarrista de La Nívola, mi banda
de entonces, Jorge Espinoza Chacón, que abandonó el violín por la
guitarra y tocaba de poquísima. Y también gracias a “la Basesota”: Yuri
Vargas Perea, el bajista, y a mi hermano, Beto Cruz Reséndiz, el bataco.
Yo era el gritante. Aquella fue una de las mejores tocadas de mi vida.
8 “Van Halen. Eruption” [video], en www.mojvideo.com/video-van-
halen-eruption/ebba0f8ca13a2faaa390, 2007.

100 |
La fantástica musa de Perogrullo

de su época. En una entrevista, Eddie comentó que tuvo que


inventar varias técnicas por falta de dinero, como no tenía
para comprarse los pedales que hicieran diferentes efectos, él
los hacía con sus manos.
La otra hipótesis de por qué los jóvenes de hoy no escuchan
a Van Halen9 es la más obvia: ya casi no tocan.10 Si siguieran
tocando como antes, seguro los escucharían, y al parecer esto
es imposible: los enconos personales entre ellos, a pesar de
varias reuniones, “revivals”, no logran sonar como banda otra
vez. En alguna entrevista, Eddie dijo que tanto a David, como
a Sammy les dio el “mal de vocalista” (Frontman disease), que
no es otra cosa que sus egos sobrepasaron sus habilidades y el
trabajo en equipo en la banda. El ego, el money y los romances
siempre se están colando entre las fisuras de la originalidad
y la estabilidad de los grupos musicales. Es muy complicado,
lo digo por experiencia, incluir en la banda las aspiraciones,

9 Cuando se escuchan las dos facetas de Van Halen, la de David Lee Roth
y la de Sammy Hagar, se descubre importantes diferencias. Primero que
David es rudo, crudo, mientras que Sammy es tierno y cursi. David no
es un buen cantante, Sammy sí, tiene un extraordinario rango. David no
cantó en otra banda, aunque sacó disco como solista, Sammy tenía su
banda, e hizo proyectos en los ochenta (colaboró en la película Heavy
Metal, con una poderosa rolita homónima). David se escucha parran-
dero, desmadroso, irreverente, mujeriego, pedote (capotea la digestión
en la sala de sus amigos). Sammy: hogareño, predicador, romántico,
educado, exigente. David bruto, Sammy ñoño. Van Halen Hard rock,
Van Halen Hard pop. A mí me gusta más David, por las coincidencias.
10 Cuando terminé de escribir este texto me enteré de que están por
sacar un disco nuevo, excelentes noticias, a ver qué tal, lo escuchamos
y luego platicamos.

| 101
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

traumas, miedos y búsqueda de reconocimiento de los inte-


grantes y, además, de sus parejas, amigos y familiares. Ojo
aquí: nada de llevar a sus conquistas amorosas a los ensayos.
No les vaya a pasar como a Eddie Van Halen, que su esposa y
David Lee Roth tuvieron un amorío y tronó la banda. Siempre
hay que tener muy claro, por difícil que parezca, que el pro-
yecto musical es uno y el proyecto afectivo-familiar, incluso
el proyecto económico, son otros, no los mezclen, cada uno
su espacio. Mi abuelo, Felipe Quintanar, quien además de
boxeador y camarógrafo de la Época de Oro del cine Nacional,
era pródigo en dichos y refranes. Nos decía a los nietos: “Un
amigo me llevaba a la casa de la que amaba, tanto me estuvo
llevando, que después yo lo llevaba”. ¡Abusados!
Con esta recomendación de abuelito para limitar al máxi-
mo los “agentes extraños”, termina esta charla rocanrolera.
Por cierto, antes de irnos, one last request: no dejen de ver el
famoso concierto en New Heaven (1986) de Van Halen,11 es
representativo en la historia de la banda. A los que ya están
tocando la guitarra, empiecen a sacar “Eruption”, claro, sólo
para calentar un poco, pero eso sí:
¡Súbanle a todo!

11 www.youtube.com/watch?v=e0iTa_FBOlo.

102 |
Heavy Metal y los veteranos de las
guerras psíquicas

A mi querido primo Ramón Andrade Quintanar, que desde


hace treinta años me “prestó” su disco de acetato Heavy Metal.

You see me now a veteran of a thousand psychic wars,


I’ve been living on the edge so long, where the winds of limbo roar.
And I’m young enough to look at, and far too old to see,
all the scars are on the inside.
Blue Oyster Cult

E
n el verano de 1982, a los ocho años, el mundo infan-
til que custodiaba mis inocentes días con rebaba de
soldaditos se colapsó desde sus cimientos, una bomba
incendiaria le había caído desde el televisor: Heavy Metal, la
película. Acostumbrado a relacionar los dibujos animados
con Blanca Nieves, Bambi o Peter Pan, aquella noche descubrí
que también podían caricaturizarse las vísceras colgantes
de un muerto viviente, la sangre coagulada en una espada o
los senos voluptuosos de una mujer de carne y tinta china.
Créanme, con ojos como platos recibí aquella llamarada letal
de madurez (misma que ardería, más tarde, en mis oídos
atrincherados por Cri-Crí y su Ratón vaquero).

| 103
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

Heavy Metal1 (1981, Columbia Pictures, Guardian Trust)


es un filme canadiense de animación para adultos, surtido
campechano (permítanme el pleonasmo taquero) de ciencia
ficción, cine gore, cine negro, fantasía y sexo en stop motion.
Dirigida con absoluta libertad por Gerald Potterton (Yellow
Submarine, The wonderful Wizard of Oz) y producida bajo
los influjos de innumerables alucinógenos por Ivan Reitman
(Ghostbusters, Cannibal girls) y Len Mogel. La película retoma
seis historias y dibujos de la revista homónima, y los relaciona
a través de un hilo conductor: el Loc-Nar, una esfera verde
que, además de custodiar la malignidad y su extensión en
“los confines de la galaxia”, hace de quien la toca un cúmulo
de los peores vicios humanos: avaricia, corrupción, deseo de
poder, lujuria y traición, elementos tan comunes hoy en día
como en ese orbe caótico y siniestro del año 2031.
Recuerdo que, al siguiente lunes, durante el recreo, les
platiqué a mis compas de cuarto de primaria que a mi papá le
habían prestado una película de caricaturas (en formato Beta),
con mujeres encueradas, zombies, guerras y naves; ninguno
me creyó: “No existen caricaturas así, lo estás inventado.” Y
bajo aquel escepticismo-sospechosismo de mi generación,
quedó enterrada, como una herética ocurrencia dicha de

1 Existe una secuela titulada: Heavy Metal 2000 que, a pesar de la exce-
lente combinación gráfica de animación por computadora y dibujos en
segunda dimensión, sólo se salva por la colaboración sonora de bandas
como: Pantera, Machine Head, Monster Magnet, Queens of the Stone Age,
System of a Down, Coal Chamber, y los eternos noctífagos de Bauhaus.
Esta segunda parte fue seguida de un videojuego llamado Heavy Metal
F.A.K.K.2., del cual no se tienen, ni se tendrán, referencias directas.

104 |
La fantástica musa de Perogrullo

un columpio a otro, mi erguida y flamígera experiencia. Sin


embargo, la mezcla de naves espaciales, drogas, cabezas cer-
cenadas, groserías genitales, demonios, autos voladores y rock
pesado no sólo revolucionó mi concepto de “caricatura”, sino
también pervirtió (doctor Freud, válgame el autodiagnóstico)
las pesadillas y sueños de un universo onírico y existencial
apenas en construcción. Sin saberlo, la niñez que fulguraba
cándida en mis parcelas comenzó a marchitarse bajo una
seductora sombra que llegó anticipada.
Al paso del tiempo “conseguí” el disco con la música de
la película gracias a mi primo Ramón. Entonces, sólo enton-
ces, el verdadero Loc-Nar se apoderó de mí. No fueron las
imágenes eróticas y sangrientas las que trastocaron mi vida
para siempre, no, fue el soundtrack de Heavy Metal, catálogo
de bandas de rock de los sesenta y setentas que se soldaron
perfectamente a las cuerdas entorchadas de mi alma.
Si bien varias de las dieciséis canciones fueron compues-
tas ex profeso para la película, las que más “se ajustaban a
mis preferencias” de consumidor preadolescente eran las
más rápidas y pesadas: Heartbeat y Radar de Riggs, Crazy
de Nazareth, Queen bee de Grand Funk Railroad (la banda
favorita de Homero Simpson), Heavy metal de Sammy Hagar
(el güerito de chinos “buena onda” que sustituiría a David Lee
Roth, la testosterona karateca, en Van Halen) y, por supuesto,
la canción más poderosa del disco: The mob rules de Black
Sabbath (sin Ozzy Osbourne); ésta, en la película, fondea el
ataque despiadado de una turba de campesinos sicarios a una
pacífica ciudad de científicos y religiosos, quienes serán ven-

| 105
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

gados por Taarna,2 la hermosa y silenciosa guerrera de cabello


blanco (prólogo y resabio de muchos amaneceres eróticos).
Dos bandas, Devo y Cheap Trick, como un ingrediente
futurista que se hermana siamésicamente a los escenarios
espaciales del filme, incorporaron sintetizadores a su estilo po-
pero y punketo, respectivamente. Devo interpretó y galactizó
Working in a coal mine de Allen Toussaint, uno de sus grandes
éxitos, casi como el clásico Whip it. Cheap Trick, con I must be
dreaming y Reach out, coloca el sinte en las merititas entrañas
de la composición melódica y rítmica. Ambas canciones, por
su frescura, estilo directo y agresivo, son afortunados ejem-
plos de cómo una composición musical puede mantenerse
vigente con el paso del tiempo; pareciera que las acaba de
componer una prometedora banda de Rockford, Illinois, o
los mismísimos Daft Punk.
El disco también tiene las obligadas “calmaditas”, mismas
que, infame, habría de saltar con la aguja del tocadiscos: True
companion y Heavy metal de Donald Fagen, All of you de Don
Felder, Open arms de Journey y Blue Lamp de Stevie Nicks.
Si bien esto lo hacía más como respuesta al tempo que no
acompasaba con el vértigo de mi recién estrenado corazón,
hoy distingo y disfruto su calidad musical, en particular la de
Journey, de quien me hice meloso y cursi fan desde la prepa.

2 Este personaje está inspirado en Arzak, el jinete interdimensional del


pterodáctilo blanco, de Jean Giraud Moebius, responsable del arte
gráfico, nada más y nada menos, de películas como Tron, Abyss y El
quinto elemento.

106 |
La fantástica musa de Perogrullo

El rock oscuro y psicodélico está representado por mi


canción favorita: Veteran of psychic wars de Blue Oyster Cult.
Bélica y nostálgica, se ha convertido en un clásico covereado
por bandas como Metallica, Tarot y los pésimos Flaming te-
lepaths. El poderoso toque de la batería, la atmósfera de los
teclados y el solo con un delay casi eterno, evocan la lenta y
repetitiva marcha de un guerrero custodiado por la inevita-
bilidad de su derrota contra el tiempo y la muerte. La letra
la escribió el guitarrista y vocalista, Erick Bloom, basado en
la saga de novelas de fantasía heroica Elric de Melniboné (el
campeón eterno), escrita por el inglés Michael Moorcock,
reafirmando con ello el perpetuo amasiato cómplice entre la
música y la literatura.
Para terminar: dicen que la melancolía también es una
forma de locura, pero más elegante y humana, y para nosotros
los nacidos a principios de los setenta, veteranos cuarento-
nes, vemos con locura elegante y nostálgica la inocencia de
nuestros primeros pasos por el mundo, en los que, ingenuos,
nos sorprendíamos por las películas que hacían los adultos,
y por su música agresiva y fuerte con la que descubríamos el
mundo a punta de guitarrazos.

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Lucybell en Rockotitlán

E
n 1998 tuve la suerte de asistir a uno de los primeros
conciertos que dio la banda chilena Lucybell en México,
y para remarcar la palabra suerte, ustedes díganme si
no, fue en Rockotitlán (Insurgentes), cuando Tony Méndez
todavía era el señor de su destino y del movimiento rockero
de la capital. Aquella noche tocaron varias bandas sin pena ni
gloria, pero en cuanto Francisco González, el baterista suda-
mericano, marcó los cuatro golpes de rigor con las baquetas,
aquel Rocko, aún casa de las mejores bandas, subió a un
pedestal sonoro y festivo que todavía recuerdo impresionado.
Lucybell estaba de gira tocando su álbum Viajar (1996),
empezaron su presentación interpretando “Viajar”, como el
inicio del disco, canción que al igual que varias composicio-
nes de los noventa, mezclaba el sonido de loops rítmicos con
baterías acústicas, recordemos “Butterfly on a Wheel”, de The
Mission UK, o “Zoom” (1995), de los Soda Stereo, o el disco
completo Up de Peter Gabriel. Por cierto: en Soda Stereo los

108 |
La fantástica musa de Perogrullo

loops se volverían invitados asiduos a sus canciones, aunque


hechos con la guitarra de Gustavo Cerati.
Pues bien, Francisco le pegaba durísimo a la batería y
cuando entró junto con la guitarra distorsionada de Claudio
Valenzuela (voz y guitarra), nos cayó encima un árbol afinado
en La mayor, con un bombo que se sentía en el pecho cual
furioso corazón. Porque han de saber que Lucybell hacía o
hace trampa: en el estudio matizan bastante, para mi gusto
demasiado, de tal forma que la distorsión de la guitarra y la
presencia del bajo están contenidas, quizá por ardid mer-
cadológico y hacer la venta, pero ya en vivo, al igual que la
batería, son una colectiva furia invasiva.
Claudio, Francisco, Marcelo (bajo) y Gabriel (teclados)
tocaron casi todo Viajar, del que aún persisten iluminando mi
constelación de tesoros: “Eléctrico cariño”, “Mi luz crece”, “Si
no sé abrir mis manos”, y los hits: “Mataz” y “Cuando respiro
en tu boca”. Para mí, la mejor canción del disco, hasta el día
de hoy, es “Vete”, una linda obra de arte musicalizada mezcla
de rock con música de origen hindú (occidentalizada). Hace
más de dos décadas que estuve en aquél fabuloso concierto
digno de este breve homenaje de la memoria.

| 109
Porcupine Tree
y la humildad progresiva

E
n este momento no hay un proyecto musical que tenga
un mejor balance entre la sensibilidad y la garra roc-
kera que Porcupine Tree. Son majestuosos y viscerales,
etéreos y demoledores, celestiales y demoniacos. Su sonido
deambula entre la calidez de las cuerdas de nylon, el pianito
de cola elegante y el poder abrasador de una lira afinada con
Re al aire (Droped D) y una distorsión marca diablo. Porcupine
Tree es una extraordinaria banda inglesa que disco tras disco
rompe el molde y crea algo nuevo. Dicen sus fans que tocan
Rock metal progresivo ambiental psicodélico. ¡Ámonos! ¿Todo
eso? Pues sí, eso y más, no es broma, es una mega banda, con
un mega concepto. Empezaron en 1987 y según su sitio oficial
(www.porcupinetree.com), han hecho 16 discos, más canciones
sueltas para proyectos artísticos que van desde bandas sonoras
de largometrajes cinematográficos, hasta la improvisación
en un happening de martes por la tarde, en alguna calle de

110 |
La fantástica musa de Perogrullo

su ciudad natal, Hemel Hempstead. Ellos dicen que no tocan


rock progresivo, que más bien toda su propuesta conceptual
se debe al trabajo en el estudio, a la producción. La verdad es
que no les creo: sólo basta escucharlos tocar: son una mega
banda de rock progresivo, muy humilde.
Además, en alguna entrevista, su líder, Steven Wilson (com-
positor, guitarrista y cantante) dijo que querían crear un con-
cepto musical que pudiera llenar el hueco que dejó la música
psicodélica y progresiva de los 70, en particular Pink Floyd,
y no sólo hicieron eso: los superaron con creces. Lo extraor-
dinario del desarrollo de su propuesta sólo se explica gracias
a un componente esencial: la sencillez del que se sabe falible,
errático. La mayoría de los grupos que logran destacar a nivel
mundial, un “Halo” de misticismo los recubre, su imagen se
sobrepone a su propuesta musical, este no es el caso. PT es un
grupo de extraordinarios músicos que desde sus “limitaciones”
dedican su vida a la música y no a proyectar sus personas con
paredes gigantescas de amplificadores. “Cuélgate una guitarra,
y las chicas te van a adorar”. Frase común y cierta.
Sin embargo, el ego o esa entidad que está dedicada a con-
solidar su ensanchamiento a toda costa, aprovecha la genero-
sidad de la música para reproducirse. Están más preocupados
en la foto, en el vestuario, en su imagen, en los medios de
comunicación, en armar algún escándalo para publicitarse, o
tomar alguna bandera social para “ampliar mercado”. Otra vez:
muchos lo hacen, pero no Porcupine Tree. Banda centrada en
su concepto, en la complejidad de su sonido y en su moderada
y humilde incorporación en la historia del rock progresivo.

| 111
Stray Cats: la frescura del rebelde

N
o cabe duda de que el Rockabilly sigue vigente en
el siglo XXI: lo escuchamos en tocadas, fiestas, bo-
das, en el microbús y en los audífonos adolescentes.
Muchos de sus exponentes le han dedicado una buena parte
de su vida artística a mantenerlo fresco y subversivo. Tal es
el caso de los Stray Cats (Brian Setzer, Lee Rocker y Slim Jim
Phantom), una fenomenal banda gringa que, desde 1979, ha
logrado convertirse en uno de los revival más sólidos de este
subgénero, apegándose a los sonidos, estructuras, temáticas
y actitudes originales (Bill Halley and The Comets, 1954).
Muchos conocemos a los Stray Cats por Brian Setzer, su
virtuoso guitarrista, y uno de los mejores intérpretes vivos
del rock & roll. Su trabajo musical es amplísimo (veintinueve
discos), son muy buenas sus grabaciones con orquesta, sus
villancicos rocanroleros, y su interpretación de los grandes
maestros de la música clásica (Wolfgang›s big night out). Ha
participado en cinco películas y en un capítulo de Los Simp-

112 |
La fantástica musa de Perogrullo

sons. Gran parte de su trabajo es ampliamente recomendable


y, si bien algunos de sus proyectos están mejor producidos y
grabados que otros, lo que sobresale en la trayectoria artística
de Setzer son evidentemente los Stray Cats: agrupación de
tres excelentes músicos nacidos para tocar Rockabilly que,
como muchos artistas, tuvieron que irse a otro país para ser
reconocidos. Ya lo sentencia el dicho: “Nadie es profeta en
su propia tierra”.
Así, orillados a la aventura, en Inglaterra produjeron su
primer disco: Stray Cats (1981) de donde salieron varios hits
(Rock this town y Stray cat strut) que los regresarían con éxito
a Estados Unidos. Desde entonces han tocado juntos, claro,
con separaciones, reencuentros, terapias de grupo, desplan-
tes y sombrerazos: todo lo que conlleva una mancuerna de
complejos y verdaderos artistas. En eso estuvieron hasta el
2008, año en el que hicieron una gira para despedirse de sus
fans por todo el mundo.
Al verlos en vivo (videos en directo) uno descubre un trío
carismático que energiza por completo al auditorio, suena
perfectamente acoplado, son sólo tres y están completos, no
les falta nada. En este momento hay muchas bandas que si-
guen sus pasos, enhorabuena por ellos, siempre estaremos a
la espera de esos obligados sobre el walking del contrabajo, de
sus acentos con la tarola, de exagerados copetes, tatuajes, de
besos con bilé color cereza, noviazgos con estoperoles, botas,
motocicletas, cadillacs convertibles, y la batería de a pie de
Slim Jim Phantom, el contrabajo bailarín de Lee Rocker, y la
virtuosa Vintage de Brian Setzer. Para terminar, cantemos
con Brian, pero súbanle:

| 113
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

¡Were gonna rock this town!


Rock it inside out
¡We›re gonna rock this town!
Make ‹em scream and shout

114 |
Literatura

Sobre El perseguidor
de Julio Cortázar

A
lgunos dicen: el invento científico que emancipó
al ser humano, el que lo convirtió en esclavo, es el
reloj. Este pequeño mandamás, disfrazado accesorio,
comanda la sucesión de eventos que transcurren en nuestras
vidas. Este capataz ordena la hora de levantarnos, de almorzar,
correr a la escuela, pasear al perro, ir al teatro, o escribir un
texto sobre el jazz y la literatura.
En defensa del tirano Tic-Tac, Julio Cortázar, el genio ar-
gentino, escribió “El perseguidor”, un relato sobre un extraor-
dinario saxofonista que al tocar se pierde entre los laberintos
de las manecillas del tiempo. Cada vez que toca el saxofón
se sumerge en un trance que lo arranca de esta realidad y lo
expulsa a una dimensión sin tiempo.
Johnny Carter, el protagonista, persigue ese espacio sin
tiempo que concibe con su libertino instrumento. El mismo
Cortázar, como su personaje, improvisa en esta pieza homo-

| 115
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

logando al jazz. Juega con la estructura y con la desenfadada


voz del narrador, otrora biógrafo de Parker, que inunda de
música cada perseguida página.
Quizá como Cortázar, en nuestra búsqueda permanente
por la libertad, deberíamos usar menos el reloj y aprender a
tocar el saxofón, o como dicen que dijo Agustín de Iturbide:
“Ya les enseñé el camino de la libertad, ahora les toca a ustedes
ser felices”, pero con jazz y literatura de fondo y forma.

116 |
Sobre Principios de teoría narrativa
de Lauro Zavala

L
auro Zavala es el teórico del cuento más importante
de México. Sus aportaciones han sido reconocidas en
prestigiosas academias nacionales e internacionales,
pues ha propuesto vías fundamentales para el estudio de
esta forma narrativa ancestral. Sin proponérselo, también
ha generado, en diversos talleres literarios, líneas de trabajo
para la poética de noveles creadores y, capitalmente, por la
primordial distinción que acuñó con su modelo paradigmático
sobre los cuentos clásicos, modernos y posmodernos, ha
facilitado una experiencia gozosa en los jóvenes lectores de
literatura del bachillerato universitario.
En este libro, Principios de teoría narrativa,1 a través de siete
ensayos, Lauro Zavala nos habla sobre el imperioso placer de

1 Lauro Zavala. Principios de teoría narrativa. México: UNAM, CCH


plantel Naucalpan. 2017. (Colección Naveluz).

| 117
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

la lectura; comparte una breve historia de la teoría del cuento,


y mantiene su generoso e incluyente espíritu aportando ele-
mentos teóricos para descifrar las variables de intersección
entre la literatura, el cine y el cómic. Mostrando, de nueva
cuenta, la significativa relación que guarda con “las distintas
formas de comunicación narrativa” que hoy en día acompañan
la vertiginosa vida de los jóvenes.
Cabe señalar que este importante trabajo sintetiza un con-
junto de teorías que están al “servicio” del escritor, del analista
y del lector-espectador. Sabemos que sobre este último se
ha centrado gran parte de las creaciones posmodernas en
las que la construcción semántica lo obliga a participar; es
decir, el lector interviene activamente en la creación del he-
cho narrativo. Esta participación produce un efecto estético,
emocional y cognitivo, sólo si el lector posee los referentes,
el contexto y logra involucrarse activamente en la creación
de esos mundos posibles sugeridos por el autor.
En este sentido, dentro de las secciones que versan sobre
las teorías del cine, entre las que se incluyen las teorías sobre
el lenguaje literario, las teorías del espectador, las teorías de
la ideología y teorías de la historia, Lauro Zavala, en la página
cuarenta, las agrupa como un “conjunto [estructurado] de
métodos y técnicas que permiten responder con precisión a
la pregunta: ¿De qué manera particular cada película afecta
a los espectadores? O, más exactamente: ¿Cómo se produ-
cen los efectos cognitivos, emocionales e ideológicos que
una película (y una secuencia) tiene en sus espectadores?”.
Desentrañar estos mecanismos estéticos y su responsabilidad
en la construcción de sentido del lector-espectador es otra

118 |
La fantástica musa de Perogrullo

de las aportaciones de Lauro Zavala contenidas en este libro.


Y a medida que uno transita por este cúmulo de concep-
ciones narratológicas, del cuento al cine, a la poesía y a las
fábulas, descubrimos que Lauro Zavala retoma los trabajos
de Víctor Solvski (1913) sobre el concepto de “extrañamiento”
para distinguir uno de los rasgos formales de la obra artística,
en este caso literaria y cinematográfica. Este extrañamiento,
centrado en el lector-espectador, podría traducirse en el “mi-
lagro” del que hablaba Harold Bloom en Cuentos y cuentistas.
El canon del cuento, en la página 19: “Acaso los cuentos se
relacionen unos con otros sólo como milagros”.2 Así, gracias
a ese extrañamiento, a ese oscurecimiento del lenguaje, un
discurso con propósitos artísticos deja en el mundo una im-
pronta inútil pero milagrosa para nosotros los lectores.
Para concluir esta presentación, sólo nos resta agradecerle
a Lauro Zavala, que se haya integrado generosamente a la
familia de autores que han publicado en Naveluz, el sello
editorial del Plantel Naucalpan, de la Escuela Nacional Cole-
gio de Ciencias y Humanidades, de la Universidad Nacional
Autónoma de México.
Y también, de manera personal, quiero agradecerle su
importante legado, en particular sobre el cuento, pues como
sostiene Robert Stam, teórico comentado por Zavala, “el cuen-
to es un ADN cuyo estudio es útil para conocer todas las formas
posibles de narración, y esclarece también el estudio de los
materiales no narrativos, pues los seres humanos tendemos a

2 Harold Bloom. Cuentos y cuentistas. El canon del cuento. Madrid:


Páginas de Espuma, 2009.

| 119
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

inscribir todo texto y todo signo en un marco narrativo”. Por


ello presento la minificción "El gigante adelantado" inspirada
en las aportaciones teóricas de Lauro Zavala en especial sobre
los paradigmas narrativos posmodernos. De nueva cuenta,
nuestro agradecimiento total para el maestro Lauro Zavala.

El gigante adelantado

El gigante de rostro deforme solicitó penosamente permiso


para entrar.
—Pase, pase -le dijo la voz.
—Perdonará vuestra merced, vengo para el trabajo de
molino de viento, ¿ésta es la cabeza de un tal Cervantes?
—Sí, tome asiento, que usted es el primero en llegar -le
sugirió la voz.
El gigante, mientras se quitaba los cabellos de la cara con
una mano, con la otra, acomodaba, extrañado, una enorme
silla negra que misteriosamente tenía su nombre escrito
en el respaldo. Antes de que se repusiera de la sorpresa, la
voz le dijo:
—Por el momento Cervantes se encuentra corrigiendo
las Novelas Ejemplares… ¿gusta esperar?

120 |
Sobre No tengas miedo
de Felipe Garrido

L
os fantasmas, nostalgias desenterradas de la muerte,
nos confiesan, a través del maestro Felipe Garrido, sus
descubrimientos intangibles en ese peregrinar entre
su pasado y las amorosas calles de sus recuerdos. Este es un
libro de muertos, demonios, brujas y otros enseres de luz,
que resplandecen nuestra rutina con su añoranza; pues, en
esencia, el tiempo de vida sigue siendo la verdadera riqueza
de este mundo, así sean solo “siete minutos” arrancados de las
pezuñas del diablo, a cambio de nuestra alma. Si la literatura les
permite a los escritores crear máquinas del tiempo con las que
transitan de su presente vívido, a su muerte, y a sus posibles
espectros, nosotros, sus lectores, nos descubrimos también,
día con día, hora con hora, en ese proceso de convertirnos en
etéreos escalofríos nostálgicos.
Dicen que al maestro Garrido le cautiva escribir sobre la
muerte, no porque le tenga desconfianza, sino para idear un

| 121
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

refugio cuando ésta llegue. Así, entre sus minificciones, podrá


reencontrar amigos, familiares, maestros y amantes; perso-
najes como él mismo que sobrevuelan elegantes y queridos
entre los epitafios de éste, su camposanto fantástico.
En uno de ellos, “Como entonces”, cincelado sobre el már-
mol enmohecido, el presagio: Solamente cuando el viento des-
gaja los árboles y dobla los bambúes; cuando los nubarrones
que llegan del norte se desploman en relámpagos y en lluvia
tan apretada que borra la tarde. Entonces llego al borde del
pozo, igual que en aquel otro crepúsculo, con pasos cuida-
dosos, precavidos, para no caer, como entonces, y vuelvo a
asomarme para ver si me encuentro.1
Un poco de luz para tus muertos…

1 Felipe Garrido. No tengas miedo. México, UNAM, CCH Naucalpan,,


2016. (Colección Naveluz).

122 |
Decálogo del cuento

1. De madrugada, por la carretera libre, vemos que se apro-


xima una luz a gran velocidad, expresos, lanzamos tres
hipótesis: ¿será un peligroso tráiler vacilante, una nave
espacial con rayo de abducción sexual, o un gigantesco
y refulgente unicornio trasnochado?
2. Los títulos de los cuentos son misteriosos frutos de una
isla virgen. Debemos elegirlos por el fulgor de su cáscara,
por lo aguerrido de sus punzantes espinas o por la arro-
gante estética del árbol que los contiene al límite de un
acantilado. Esta elección temeraria nos llevará a descubrir
el necesario alimento o la flemática muerte de nuestras
entrañas. En todos, opciones y trampas.
3. El llanto de un bebé puede leerse bajo la mística del cuen-
to: su resolución predecible está a tres onzas de distancia,
bien agitadas y a temperatura ambiente. Sin sospecharlo,
nos embate un inesperado “giro de tuerca”: la furia di-

| 123
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

gestiva está derramada por todo el pañal, “asombrando” a


nuestra mano izquierda. En un final abierto y a pesar de
los extremos cuidados, el sollozo persiste.
4. Oculto en las profundidades del océano, un sarcófago res-
guarda la epifanía del cuento. Apenas visible por el musgo
y el coral, en su tapa milenaria, esta inscripción: “Cuando
se tengan los ojos que puedan leer, entonces se abrirán
los sepulcros que habrán de colmarlos de revelaciones y
evanescencias”.
5. Un cuento es un rascacielos inverso: noventa y ocho pi-
sos hacia el centro de la tierra. Se recomienda entrar con
lámpara de mano, o con otro artefacto luminoso, pues al
descender por las escaleras acechan ciegos esperpentos
con nuestra cara y cuerpo. Además, todo está de cabeza:
letrinas, decorados, amores, lecturas, desagües, traiciones
y fábulas. Precaución máxima: la inmutabilidad del lector,
ante la negrura hundida del cuento, es imposible.
6. El cuento, al igual que el poema, es un triple salto mortal
hacia atrás o no es nada. El autor debe arriesgar su hacienda,
vida y nombre. No puede no hacerlo. Adrenalina sostenida
para el escritor acróbata. Cualquier sutileza que no abra
la posibilidad de desnucarlo fuera de la red es un artificio
errado. El peligro lo obliga a escribir, tembloroso, con los
dedos fríos de la muerte misma.
7. En una carrera de cuarto de milla, dos poderosos caballos
purasangre se disputan la supremacía de la justa, uno de
ellos, el espectacular, está destinado a maravillar al audi-
torio, sin embargo, el otro, el discreto, retoma desde atrás
y se impone. Dos historias recorren el veloz cuento: un

124 |
La fantástica musa de Perogrullo

hermoso brillante alazán, y otra apenas sugerida azabache.


8. La vida real puede transmutarse en un cuento. Lo básico
que ha de hacerse, por aquello de las “meras coincidencias”:
cervantear la anécdota, rayuelear la estructura y matatenear
algunos personajes altisonantes.
9. En Creta, una secta de escritores de cuentos espera, es-
toicamente, la destrucción del mundo para redactar las
nuevas fantasías sagradas de los sobrevivientes. En ficción
y religión, la rima, más que consonante, es eterna.
10. Una noche, bajo la efigie de un cuervo y frente a su
macabra chimenea, Edgar me confesó que el cuento se
escribe con manos de tijeras. Me dijo con desmedida
lentitud: “La remoción de todo lo que no ayude a gene-
rar un efecto único en el lector de cuentos es delicada e
inexorable”. También, con varios ademanes previos, me
aclaró que “la alineación de diálogos, ambientes, intrigas
y silencios responderá a ese efecto único. Pues no hay
otro amo a quien servir. No hay espacio ni tiempo para
descripciones estériles”. Y después de atizar el fuego, con
parsimonia, terminó diciendo: “Las tijeras deben cortar
ropa y piel con precisión quirúrgica, para que el efecto se
entierre limpio sobre la carne mancillada de la víctima,
del lector”. Perdón, pero he de confesar que, ante mi cul-
pabilidad manifiesta, una aclaración no pedida: escapa a
mi recuerdo si su nombre era Edgar o Edward, si lo que
me miraba desde arriba era un cuervo de alabastro, o
un dinosaurio de jardín. “Oh, Whisky my ruin, so ruin”.

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Minificciones dentro de cuentos y
novelas: los prodigiosos miligramos

Una hormiga censurada por la sutileza de sus cargas y por sus


frecuentes distracciones, encontró una mañana, al desviarse
nuevamente del camino, un prodigioso miligramo.
Juan José Arreola

H
ace más de diez años, en un curso intersemestral,
junto con mis colegas literatos del CCH discutía-
mos si la palabra “Dios”, sin texto alguno, podía
ser una minificción o un cuento. Fue un intenso jaloneo
argumentativo. En una de las participaciones alguien citó al
maestro Lauro Zavala quien dijo, según su apasionado discí-
pulo: “que todo texto con vocación de cuento es un cuento”. Y
mientras unos asentimos frenéticamente, otros manotearon
argumentos sobre los excesos de la posmodernidad y sus
forzados “aterrizajes” en la literatura. En ese momento estaba
confundido: finalmente un cuento debe contar una historia,
pero la palabra “Dios” ¿qué cuenta?, más bien sugiere una
infinidad de posibilidades. Claro que por sí sola está cargada
de significado, es un arquetipo junguiano. Sin embargo, en
términos literarios será menester del lector colmar el sentido

126 |
La fantástica musa de Perogrullo

de ese cuento o minificción; de imaginar ironías; o de evocar


una apología anecdótica sobre el altísimo. Y esto con sólo
una palabra. Recuerdo que no llegamos a nada en concreto
aquella mañana, sólo a una discusión intensa y memorable.
Lo que me quedó claro es que en la medida que relacionamos
propuestas artísticas con teorías, “certezas” científicas y puntos
de vista, el análisis se vuelve más sugestivo.
Mi aportación tardía a esta discusión es la siguiente: si un
cuento o una minificción relatan una historia, deben hacerlo
de tal forma que produzcan un placer estético en el lector; a
ambos también les incumbe la generación de una experiencia
placentera, y ésta se aloja, principalmente, en el continente, en
el discurso, en cómo se cuenta lo que se cuenta, en la elección
precisa de las palabras tanto semántica como fonológicamente,
pues al elegirlas por su sonoridad, dan cuenta de su magnífico
nacimiento en el mundo de lo físico (de ahí la recomendación
de “leer en voz alta y de pie”, de Vasconcelos). Esta es mi apor-
tación tardía a aquella discusión en la que terminé con dolor
de cuello por estar asintiendo, como dije, frenéticamente.1
De regreso: si un cuento se intitula “Dios” y no tiene texto,
se podría leer, agnósticamente, que “Dios no existe”, o según
Nietzsche, que “Dios ha muerto”, o que “Dios es la nada”, y
si bien parece posible que en un concurso de minificciones
estaría en los primeros lugares de la concreción, la pregunta
que le haría a este exuberante autor sería la ubicación de eso
que se le ha llamado placer estético. ¿Cuál es la aportación

1 Al momento de escribir estas ideas, también asiento frenéticamente,


pero al ritmo de Walk, de los Foo Figthers.

| 127
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

artística y estética? Me atrevo a decir que no la tiene, aunque


quizá con un exceso de estimulantes nerviosos, teológicos, o
etílico-anecdótico-espiritistas, alguien pueda acoger una ava-
salladora experiencia estética. Pero para un lector de “medio
pelo”,2 que aprecia algo más que la historia, será carente de
placer estético. Dicho placer, al igual que la anécdota, son
fundamentales al hablar de obras artísticas, de cuentos o mi-
nificciones que buscan trastocar nuestra humanidad a través
de la lengua escrita, y en pocos renglones. Y, parafraseando a
Octavio Paz, en la Llama doble, podríamos decir que lo erótico y
el sexo, en el acto amoroso entre el texto y el lector, son, también
metafóricamente, la historia y el placer estético. La parte azul
de la llama es la historia que, erótica, excita la inteligencia del
lector, pero es el placer estético, la parte amarilla de la flama,
el discurso, el que enardece y somete al lector con la palabra.
Alguna vez leí, estudié, y me atreví a escribir sobre la Pers-
pectiva de la Complejidad:3 una fantástica caja de sastre donde
se mete todo aquello que pueda ayudar a entender fenómenos
naturales y humanos, en los actuales contextos de hiperco-
nectividad e intertextualidad, casi infinitas. Esta Perspectiva,
aplicada a la literatura, “ayuda”, como su nombre lo indica, a
volver más complejo lo que ya de por sí es inasible y etéreo.
Es como subir el nivel de dificultad a los posibles análisis. Así,

2 Siguiendo a Alfonso Reyes, con sus “Categorías de los lectores”, en La


experiencia literaria. México: FCE, 1962.
3 Saludos a mis queridos maestros y amigos del Departamento de
Administración de la UAM-Azcapotzalco: Anahí Velázquez Gallardo,
Patricia Gudiño Pérez, Isabel Font Playán y Arturo Sánchez Martínez.

128 |
La fantástica musa de Perogrullo

bajo el influjo de esta Perspectiva, en ocasiones, felizmente


hechizado, me encuentro leyendo cuentos o novelas y, dentro
de ellos, descubro fragmentos que los contienen a sí mismos:
“Minificciones”. “Fractales” (en el marco de la Perspectiva
de la Complejidad), pequeñas estructuras complejas que en
forma de patrones repiten en lo micro, la forma y estructura
del fenómeno ampliado (macro), en este caso, del cuento o
la novela. Finalmente, un cuento, como la novela, es todo
un mundo en el macrocosmos del lenguaje. Lo traduzco:
en algunos de los párrafos de un cuento (no en todos) está
contenido el cuento completo, la diégesis (historia), el tono,
la focalización, el estilo, los personajes; incluyendo, según
estas ideas, al placer estético.
Para ejemplificar lo anterior, presento una diminuta colec-
ción de “Minificciones” que contienen a su vez a los cuentos
y novelas de donde fueron extraídos, como fractales y en
armonía con aquel axioma sufi que dice: “En una gota del
mar está todo el mar”.

“El ahogado más hermoso del mundo”


Gabriel García Márquez

Mientras los hombres averiguaban si no faltaba alguien en


los pueblos vecinos, las mujeres se quedaron cuidando al
ahogado. Le quitaron el lodo con tapones de esparto, le des-
enredaron del cabello los abrojos submarinos y le rasparon la
rémora con fierros de desescamar pescados. A medida que
lo hacían, notaron que su vegetación era de océanos remotos
y de aguas profundas, y que sus ropas estaban en piltrafas,

| 129
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

como si hubiera navegado por entre laberintos de corales.


Notaron también que sobrellevaba la muerte con altivez,
pues no tenía el semblante solitario de los otros ahogados
del mar, ni tampoco la catadura sórdida y menesterosa de
los ahogados fluviales. Pero solamente cuando acabaron
de limpiarlo tuvieron conciencia de la clase de hombre que
era, y entonces se quedaron sin aliento. No sólo era el más
alto, el más fuerte, el más viril y el mejor armado que habían
visto jamás, sino que todavía cuando lo estaban viendo no
les cabía en la imaginación.

El apando
José Revueltas

La madre de El Carajo, asombrosamente tan fea como su


hijo, con la huella de un navajazo que le iba de la ceja a la
punta del mentón, permanecía con la vista baja y obstinada,
sin mirarlo a él ni a ninguna otra parte que no fuese el suelo,
la actitud cargada de rencor, reproches y remordimientos,
Dios sabe en qué circunstancias sórdidas y abyectas se ha-
bría ayuntado, y con quién, para engendrarlo, y acaso el
recuerdo de aquel hecho distante y tétrico la atormentara
cada vez. La cosa era que de cuando en cuando lanzaba un
suspiro espeso y ronco. “La culpa no es de nadien, más que
mía, por haberte tenido”.

130 |
La fantástica musa de Perogrullo

El complot mongol
Rafael Bernal

—¡Pinche señor Del Valle! De a mucho discurso de fiestas


patrias y toda la cosa. Ruda sería su madre, desgraciado. Yo
sólo soy pistolero profesional, matón a sueldo de la policía.
¿Para qué tantas palabritas? Si lo que quiere es que me
quiebre a los chinos, que lo diga. ¡Pinches chales! De todos
modos, le traigo ganas al chino Liu. Como que me madrugó
el fregado. Y ora haciéndole al Centauro del Norte. Si soy del
mero Yurécuaro, Michoacán, hijo de la Charanda y de padre
desconocido. Y si no les gustó, vayan todos, absolutamente
todos y chinguen a su madre.

“Desde una ventana”


Nelly Campobello

Un día, después de comer, me fui corriendo para contem-


plarlo desde la ventana: ya no estaba. El muerto tímido había
sido robado por alguien, la tierra quedó dibujada sola. Me
dormí aquel día soñando en que fusilarían otro deseando
que fuera junto a mi casa.

Aura
Carlos Fuentes

Tomarás violentamente a la mujer endeble por los hombros,


sin escuchar su queja aguda; le arrancarás la bata tafeta, la
abrazarás, la sentirás desnuda, pequeña y perdida en tu

| 131
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

abrazo, sin fuerzas, no harás caso de su resistencia gemida,


de su llanto impotente, besarás la piel del rostro sin pensar,
sin distinguir: tocarás esos senos flácidos cuando la luz pe-
netre suavemente y te sorprenda, te obligue a apartar la cara,
buscar la rendija del muro por donde comienza a entrar la
luz de la luna, ese resquicio abierto por los ratones, ese ojo
de la pared que deja filtrar la luz plateada que cae sobre el
pelo blanco de Aura, sobre el rostro desgajado, compuesto de
capas de cebolla, pálido, seco y arrugado como una ciruela
cocida: apartarás tus labios de los labios sin carne que has
estado besando, de las encías sin dientes que se abren ante
ti: verás bajo la luz de la luna el cuerpo desnudo de la vieja,
de la señora Consuelo, flojo, rasgado, pequeño y antiguo,
temblando ligeramente, porque tú lo tocas, tú lo amas, tú
has regresado también…

“Luvina”
Juan Rulfo

—¿Dice que el Gobierno nos ayudará, profesor? ¿Tú conoces


al Gobierno? —. Les dije que sí. —También nosotros lo
conocemos. Da esa casualidad. De lo que no sabemos nada
es de la madre del Gobierno—. Yo les dije que era la Patria.
Ellos movieron la cabeza diciendo que no. Y se rieron. Fue
la única vez que he visto reír a la gente de Luvina. Pelaron
sus dientes molenques y me dijeron que no, que el Gobierno
no tenía madre. Y tienen razón, ¿sabe usted? El señor ese
sólo se acuerda de ellos cuando alguno de sus muchachos
ha hecho alguna fechoría acá abajo. Entonces manda por él

132 |
La fantástica musa de Perogrullo

hasta Luvina y se lo matan. De ay en más no saben si existen.


—Tú nos quieres decir que dejemos Luvina porque según tú,
ya estuvo bueno de aguantar hambres sin necesidad —me
dijeron—. Pero si nosotros nos vamos ¿quién se llevará a
nuestros muertos? Ellos viven aquí y no podemos dejarlos
solos—. Y allá siguen. Usted los verá ahora que me vaya.
Mascando bagazos de mezquite seco y tragándose su pro-
pia saliva para engañar al hambre. Los mirará pasar como
sombras, repegados al muro de las casas, casi arrastrados
por el viento. ¿No oyen ese viento —les acabé de decir—?
Él acabará con ustedes.

“En verdad os digo”


Juan José Arreola

Todas las personas interesadas en que el camello pase por


el ojo de la aguja deben inscribir su nombre en la lista de
patrocinadores del experimento Niklaus. Desprendido de
un grupo de sabios mortíferos, de esos que manipulan el
uranio, el cobalto y el hidrógeno, Arpad Niklaus deriva sus
investigaciones actuales a un fin caritativo y radicalmente
humanitario: la salvación del alma de los ricos.

“Anuncio”
Juan José Arreola

Dondequiera que la presencia de la mujer es difícil, onerosa


o perjudicial, ya sea en la alcoba del soltero, ya en el campo
de concentración, el empleo de Plastisex© es sumamente

| 133
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

recomendable. El ejército y la marina, así como algunos


establecimientos penales y docentes, proporcionan a los
reclutas el servicio de estas atractivas e higiénicas criaturas.

Como se puede observar en esta placentera colección de


“Minificciones”, extraídos de las obras de Arreola, Bernal, Cam-
pobello, Fuentes, García Márquez, Revueltas y Rulfo, cada
uno mantiene su propia voz, su poética, y aun en estos extrac-
tos-fractales podemos ver no sólo los cuentos y novelas que los
contienen inextenso, sino también las pinceladas y colores de
otros de sus textos, y también de otros escritores con los que
comparten providencias, estilos, preguntas y amores.
Julio Cortázar dijo que “nadie puede pretender que los
cuentos sólo deban escribirse luego de conocer sus leyes, en
primer lugar porque no existen tales leyes, sino puntos de
vista, ciertas constantes que dan una estructura a ese género
tan poco encasillable”.4 La idea de escribir este texto, además
de aportar un punto de vista a una discusión entrañable, y de
hacer un homenaje a estos grandes narradores, también tiene
que ver con despreocupar a los jóvenes escritores: ¿Cómo le
voy a llamar a esto que escribo? ¿Micro relato, minificción,
cuento-fractal, cuento a secas? Creo que el inicio ni importa,
lo esencial es la escritura; la lucha por la nomenclatura ca-
nónica no está implícita en el proceso de la creación artística.
Lo esencial es el compartir una anécdota ficticia o real, que
al literalizarla en uno o más párrafos o páginas provoque

4 Julio Cortázar, “Algunos aspectos sobre el cuento”, en Cuentos inolvi-


dables según Julio Cortázar. México: Alfaguara, 2008, p. 57.

134 |
La fantástica musa de Perogrullo

placer estético. A los iniciados en la escritura, entera libertad


de tránsito, como esa hormiga de Pellicer, luego de Arreola,
que por salirse del camino encontró a Dios en un prodigioso
miligramo.

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Los músicos y el fuego de
Jesús Gardea y Mon petit lumière

A Vicente Francisco Torres

E
n unas vacaciones de Semana Santa releí Los músicos y
el fuego, de Jesús Gardea (Ciudad Delicias, Chihuahua,
1939), una extraordinaria novela escrita por un desco-
munal literato mexicano. Mientras me reencontraba con esta
compleja y hermosa construcción poética-prosística, tuve dos
extraordinarias revelaciones: descubrí que ahora, con más
años encima, gocé más la novela, y recordé a Lucía, la única
argentina que alcanzó el timbre de mi corazón. La conocí en la
Casa de Cultura que está saliendo del Metro Hidalgo, la Casa
José Martí, si no me equivoco. Ahí me inscribí, meses antes,
a un taller sabatino para hacer alebrijes. Lucía había ganado
un concurso que organizó Radio Deportes de Buenos Aires,
al decir por teléfono los nombres de los titulares de la sección
mexicana de fútbol. Su premio: boleto de avión, hospedaje,
comidas, transporte y, por supuesto, dos asientos en el palco

136 |
La fantástica musa de Perogrullo

central del Estadio Azteca para ver un partido amistoso entre


la Selección Mexicana y el River Plate.
Lucía llegó sola a México ese sábado a las siete de la maña-
na, nadie quiso acompañarla en su aventura, así que apenas
se registró en su hotel, la pequeña lucecita (Mon petit lumière
como le dije de cariño por todo un mes), en lugar de ir a
turistear al Zócalo, Bellas Artes, el Museo de Arte Moderno,
el de Antropología o a las Pirámides de Teotihuacán, se fue,
para mi fortuna, al Comic Rock Show. Un tianguis cultural
de cómics donde se intercambiaban extraños ejemplares y
demás antigüedades infantiles, justo a unos pasos de donde
yo hacía quesque alebrijes con alambre, pintura y engrudo.
Ese día amanecí con un lujurioso resentimiento político,
así que, con la cara de Carlos Salinas, las trenzas de la in-
dia María, la ombliguera amariconada de Winnie Pooh, y la
poderosa banda para el sudor del Doctor Zovek, empecé a
crear un monstruito al que soñaba poder gritarle: ¡It’s a live!
It’s a live! Justo al ponerle unos lentes oscuros y dos pilas
Duracel. En eso andaba cuando salté de mi silla por un grito
agudo y afilado que cortó de tajo mis estúpidas ensoñacio-
nes: ¡Ayyyyyy! Una chica chaparrita de buena pierna venía
rebotando de pompas (a ritmo de tambora sonorense) en los
seis escalones que estaban a mis espaldas; entre divertido y
caballeroso dejé mi alebrije y la ayudé a recoger su cuerpo,
dos cómics y la vergüenza del suelo. No le pasó nada, ni un
rasguño; se resbaló y rebotó encima de su abultado trasero
bonaerense. Primero risas, ¿estás bien? Luego un chesco para
el susto y después un café americano por el gusto. Fuimos
novios de sábado, de partido de fútbol amistoso, de benditos

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Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

premios radiales, de benditas escaleras mal hechas y de adioses


domingueros en aeropuerto sin mariachis.
De la nostalgia dormí todo el lunes. Lucía después me
dijo que llevó consigo, durante el vuelo de regreso a Buenos
Aires, un jaboncito Rosa Venus del Hotel Xochimancas, de
Calzada Camarones, que estaba cerca de la casa de mis papás;
los números 46 y 53 de la serie especial de Superman con el
Detective de Marte y, por supuesto, un amasijo multicolor de
alambres con engrudo que, según le expliqué, era una artesa-
nía tradicional mexicana que tenía el rostro de Carlos Salinas,
las trenzas de la india María, la ombliguera amariconada de
Winny Pooh y la heroica banda en la cabeza del Doctor Zovek.
Lucía y yo seguimos en contacto por internet por tres
semanas chateamos todos los días. Por aquel entonces esta-
ba leyendo por primera vez Los músicos y el fuego de Jesús
Gardea como parte de las actividades de la materia Narrativa
mexicana, de la Especialidad de Literatura Mexicana del Siglo
XX de la UAM-Azcapotzalco, con mi maestro y amigo el doctor
Vicente Francisco Torres en algún caluroso día del mes de abril
de 2002. En alguno de esos encuentros virtuales, le comenté
a Lucía que estaba leyendo esa extraordinaria novela, y ¡oh,
bendita casualidad!, ella la había leído una semana antes. No lo
podíamos creer. Me dijo que compró la novela en una librería
de nombre Underground American Writers. Lucía, después de
su futbolera visita y de nuestro noviazgo efímero, trascendió
su inflado orgullo argentino y se convirtió en una mujer fa-
nática de los mexicanos, bueno, eso me dijo. Seguíamos en el
chat y le pregunté: ¿Qué te parecen los músicos carbonizados
de Gardea? A lo que contestó: “Jesús Gardea es un excelente

138 |
La fantástica musa de Perogrullo

escritor, difícil y complicado; sus pensamientos y mecanismos


de espontaneidad dan soporte y movimiento a un complejo y
virtuoso carrusel de palabras y sentidos que, en muchos casos,
parecieran obedecer a exóticas leyes de gravedad generadoras
de divagaciones etéreas y obtusas, que concretan lo incompleto”.
Yo sólo alcancé a decir: “Ahh” Inmediatamente copié lo que
dijo. Y continuó: “Gardea escribe para escritores, es como
si fuera un músico progresivo que escribe para músicos, se
necesita ojera, lectura, escritura cultivada y cultivable. Lectura
abierta a la relatividad del espacio-tiempo, de la poesía-prosa.
La novela hace que el lector se pierda, que reinicie la búsqueda
de la compresión, porque las asociaciones de Gardea filosofan
sobre el sentido exacto del lenguaje que utiliza. La trama y la
historia son lo que menos importa. La forma es todo, supera
al fondo. Los pequeños momentos que construyen un poe-
ma gigantesco con la historia de músicos que se queman por
cualquier cosa.” ¡Ahhhh, qué bien! Alcancé a escribirle como
en respuesta y copié el párrafo.
Herida mi supuesta intelectualidad, recuerdo que le escribí:
“Parménides García hubiera empezado la novela con la canción
de The Doors, Come on baby ligth my fire”. Risas de mi parte.
Le expliqué un poco sobre uno de los célebres representantes
de “La onda” mexicana. Le dije también que el nombre de la
novela me evocaba Los fuegos fatuos del general poeta Álvaro
Obregón. ¡Ahhh!, no lo conozco, me escribió. Luego escribí
un rollo sobre el movimiento molecular en Los músicos y el
fuego, que Gardea calentaba a los personajes como partículas,
los hacía bailar sudorosos bajo ese sol impetuoso, diabólico,
sexual, “perro díscolo”. Luego le pregunté: “¿Cómo le hiciste

| 139
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

para entender todas esas palabras raras?”. Me escribió que


junto con la novela de Jesús Gardea vendían un Glosario bá-
sico ilustrado para leer a Jesús Gardea y que venían palabras
como áncora, perifollos, boruca, ajorcas, tasca, pavesas, hosco,
morro, cierzo, entre otras muchas. Le pregunté que quién era
el ocioso que se había puesto a escribir semejante mamotreto.
“No recuerdo al autor”. Le escribí: “no te creo” pero lo borré
y le puse “Ok”. Ya para terminar, escribió: “El iniciador de la
psicología humanista, dijo: Sólo se puede iluminar a costa
de arder. El sacrificio de la vela es la luz en el pabilo, Gardea
les prende fuego a las palabras y crea una luz que ilumina al
lenguaje y al mundo con éste”. Lo copié y le puse un emoticon
de una mano con el pulgar hacia arriba. “Ya me tengo que
ir”, se despidió, no sin antes preguntarme si Jorge Campos
seguía en la Selección. Le dije bromeando que no. “Lo sacaron
porque vendía huevos de tortuga en los vestidores”.
Nunca le dije que hice mi tarea sobre Jesús Gardea con
sus comentarios en el chat y que hasta me felicitó el doctor
Torres. Lucía, “Mon petit lumière”, tampoco me dijo que en
la cama fui un fiasco; que nunca leyó a Jesús Gardea, que
todo lo inventó; y que mi monstruito de engrudo nunca dejó
México: se quedó en un bote de basura en el baño de mujeres
de las salidas internacionales del aeropuerto, y que cuando
lo vio el conserje, pensó que era brujería mayor y lo fue a
tirar al techo de un hangar. Hasta el día de hoy mi monstruo,
asoleándose, baila al compás del tango que hacen los aviones
cuando van para la Argentina.

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Escondida entre cuatro poemas de
Federico García Lorca:
“la nostalgia terrible de una vida
perdida”

A mi madre, Cecilia, “fuego del que soy chispa”1


y a toda mi familia española Republicana.

E
n ocasiones, cuando abrimos un libro y vemos alguna
“huella” de lectores anteriores, los más maliciosos de
nosotros, casi de inmediato confeccionamos una suerte
de explicación narrativa de los posibles sucesos relacionados
con esa “marca”, y creamos, en consecuencia, un escenario de
la vida de ese libro con sus lecturas y lectores, “descubriendo”
historias clandestinas entre sus páginas.
Ése “espíritu” avieso guiará el timón de este texto que
pretende esclarecer algunas huellas o marcas encontradas en
cuatro poemas de Federico García Lorca, en el libro Poesía,
teatro y artículos (1969), publicado en Barcelona y que llegó

1 Dedicatoria de Jorge Guillén a su padre en sus Obras completas . Alcalá:


Premio Cervantes, Universidad de Alcalá, 1976.

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Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

a México en 1972, bajo los brazos de mi madre, desarraigado.


Para ello, primero presentaré de manera concisa, apoyado
en la metodología propuesta por Lázaro Carreter en su libro
Cómo comentar un texto literario,2 la biografía del autor, su
contexto histórico, la temática y un breve análisis de los cuatro
poemas elegidos por mi madre hace casi cuarenta años, así
como la entrevista que le hice el pasado primero de diciembre
de 2010 (a las 3:00 p.m. México, Ciudad de México y 10:00
p.m. Santander, Cantabria, España), a través de una video-
conferencia con el programa Windows Messenger.
En una primera lectura, podemos ver que estos cuatro poe-
mas comparten un eje temático: la nostalgia. En todos reina
una evocación de sentimientos y anhelos que la voz lírica de
García Lorca inmortaliza con metáforas en esas cuatro obras
de arte. Esa “nostalgia terrible” se sale de los poemas y toca el
corazón de mi madre, pero ¿por qué sintió esa yerma nostal-
gia en Lluvia, Si mis manos pudieran deshojar, ¿Alba y Tarde?
Como dije antes, en estas líneas busco comprender y vivir,
con los ojos y el alma de mi madre, los poemas que escribió
Federico García Lorca en su joven granadismo por Granada.

García Lorca: la breve vida del genio poeta


Federico García Lorca (Fuentevaqueros, 5 de junio de
1898-Víznar, 19 de agosto de 1936). En 1915 comienza a
estudiar Filosofía y Letras, así como Derecho, en la Univer-
sidad de Granada. Forma parte de El Rinconcillo, centro de

2 Lázaro Carreter, Fernando y Evaristo Correo Calderón. Cómo se


comenta un texto literario. Madrid: Cátedra, 1978.

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La fantástica musa de Perogrullo

reunión de los artistas granadinos donde conoce a Manuel


de Falla. Entre 1916 y 1917 realiza una serie de viajes por
España con sus compañeros de estudios, conociendo a An-
tonio Machado. En 1919 se traslada a Madrid y se instala en
la Residencia de Estudiantes, coincidiendo con numerosos
literatos e intelectuales.3
Junto a un grupo de intelectuales granadinos funda en
1928 la revista Gallo, de la que sólo salen dos ejemplares. En
1929 viaja a Nueva York y a Cuba. Dos años después funda el
grupo teatral universitario La Barraca, para acercar el teatro
al pueblo, y en 1936 vuelve a Granada donde es detenido y
fusilado por sus ideas liberales. Escribe tanto poesía como
teatro, aunque en sus últimos años se volcó más en este último,
participando no sólo en su creación sino también en la esce-
nificación y el montaje. En sus primeros libros de poesía se
muestra más bien modernista, siguiendo la estela de Antonio
Machado, Rubén Darío y Salvador Rueda. En una segunda
etapa aúna el Modernismo con la Vanguardia, partiendo de
una base tradicional.
En cuanto a su labor teatral, Lorca emplea rasgos líricos,
míticos y simbólicos, y recurre tanto a la canción popular
como a la desmesura calderoniana o al teatro de títeres. En
su teatro lo visual es tan importante como lo lingüístico, y
predomina siempre el dramatismo.4 Según la investigadora

3 “Federico García Lorca”, en www.cervantes.es/bibliotecas_documen-


tacion_espanol/biografias/tokio_federico_garcia_lorca.htm. [Página
consultada el 1 de noviembre de 2010].
4 Jesús Bregante. “Federico García Lorca”, en Diccionario Espasa. Lite-

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Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

Judy B. Mcinnis, en su texto: “El mapa psicológico de la es-


tética lorquiana: Granada como imagen universal”, Federico
García Lorca.

Es el poeta y dramaturgo español más ampliamente conocido


fuera de España en la actualidad. Aunque la mitad de sus
poemas y obras de teatro podrían ser situados en cualquier
ciudad moderna occidental, sus obras más populares son
aquellas dotadas de un carácter andaluz: la poesía del Poema
del cante jondo y el Romancero gitano y los dramas rurales
–Bodas de sangre, Yerma y La casa de Bernarda Alba–. El
interés universal por Lorca es atribuido usualmente a su
éxito para extraer la esencia de Andalucía, específicamente,
el elixir de su ciudad nativa, ‘el granadismo más granadi-
namente granadino’. 5

Sobre su poética, la profesora e investigadora Ma. Isabel


Rull Valdivia, como presentación del autor, en la clase de Li-
teratura española del siglo XX, señaló que García Lorca forma
parte grupo poético del 27. Que no buscó romper con nada,
no creó ningún movimiento de vanguardia. “Lorca no hace
aportaciones, más bien reinventa, personaliza los recursos
poéticos ya existentes”. Sentía una gran pasión por Góngora
(quien decía que la poesía debía de escribirse con un lenguaje

ratura española. Madrid: Espasa, 2003, pp. 336-337.


5 Judy B. Mcinnis. “El mapa psicológico de la estética lorquiana: Gra-
nada como imagen universal”, Estudios sobre García Lorca; editor Luis
Fernández Cifuentes. Madrid: Editores Itsmo, 2005, p.431.

144 |
La fantástica musa de Perogrullo

poético). Incursionó, con desapego, en las vanguardias, en


particular en el surrealismo (Poeta en Nueva York), poemas
que provienen del inconsciente del autor, en los que lo im-
portante son los efectos que provocan en el lector. Pensaba
que no era necesario buscar nuevos temas, hay que basarnos
en nuestro alrededor. En poesía es más importante lo que se
sugiere que lo que se dice.6 Tal como podremos ver en las
cuatro obras del Libro de poesías.

La temática de Lluvia, Si mis manos pudieran


deshojar, Alba y Tarde
Sobre la obra temprana de Federico García Lorca se ha di-
cho mucho, pero se ha analizado poco en cuanto obra total,
por lo regular los estudios se dedican al Romancero gitano,
Poeta en Nueva York o a sus obras teatrales; sin embargo,
investigadores como Luis García Montero afirman que, en
sus primeros escritos muchos poetas logran mostrar su más
pura intimidad, como:

un gran tema y un asunto solemne. Por eso escribimos de


oídas sobre nuestros propios sentimientos […] por lo que
se refiere a la poesía, el tanteo inicial acaba convirtiéndose
en un vértigo acelerado […] Es el vértigo de la confesión, de
la necesidad de hablar, de la sinceridad definitiva […] Pero
creo que sería un error estudiar estos poemas adolescentes
como un pozo de verdades desnudas, concluir que por ser los

6 Isabel Rull. Notas del curso de Literatura Española del Siglo XX. México:
UNAM, SUA, 18 de octubre de 2010.

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Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

textos más ingenuos de García Lorca nos ofrecen un mues-


trario de paisajes impudorosos, de intimidades virginales.7

Ya en particular, sobre los primeros poemas, Francisco,


su hermano, señala que “es característica de Federico esta
integración de color y música, la plastificación de sensaciones,
y es curioso cómo incluso representaciones muy peculiares
que podrían suponer esfuerzos fallidos de principiante se
afianzan en sucesivas etapas”.8
Y es que, efectivamente, el Libro de poemas, incluido en
Poesía, teatro y artículos, en su mayoría está escrito en 1919,
cuando Lorca tenía alrededor de 21 años, y en él se afianzan
muchos de los elementos que habrá de retomar en sus obras
posteriores. Sin embargo, ese espíritu juvenil es lo que hace
que muchos de sus lectores encuentren en él una voz que
hable por y para ellos.
En esta época “escribe numerosos poemas y canciones,
además de anunciar algunos libros que tal vez no conclu-
yó o que sólo eran proyectos. Empero, algunas de aquellas
composiciones poéticas formarán parte en el futuro de su
primer Libro de poemas (1921)”.9 De este libro, mi madre

7 Luis García Montero. “El taller juvenil”, en Estudios sobre García


Lorca..., op. cit., p. 341.
8 Francisco García Lorca. Federico y su mundo. De Fuente Vaqueros
a Madrid. Granada: Fundación Federico García Lorca / Editorial
Comares, 1997, p. 231.
9 Federico García Lorca. Poesía, teatro y artículos. Barcelona: Círculo
de Lectores, 1969.

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La fantástica musa de Perogrullo

marcó cuatro poemas que a continuación se presentan para


su comentario postrero.

Lluvia
Enero de 1919
(Granada)

La lluvia tiene un vago secreto de ternura,


algo de soñolencia resignada y amable,
una música humilde se despierta con ella
que hace vibrar el alma dormida del paisaje.

Es un bazar azul que recibe la Tierra,


el mito primitivo que vuelve a realizarse.

El contacto ya frío de cielo y tierra viejos


con una mansedumbre de atardecer constante.

Es la aurora del fruto. La que nos trae las flores


y nos unge de espíritu santo de los mares.
La que derrama vida sobre las sementeras
y en la alma tristeza de lo que no se sabe.

La nostalgia terrible de una vida perdida,


el fatal sentimiento de haber nacido tarde,
o la ilusión inquieta de una mañana imposible
con la inquietud cercana del color de la carne.

| 147
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

El amor se despierta en el gris de su ritmo,


nuestro cielo interior tiene un triunfo de sangre,
pero nuestro optimismo se convierte en tristeza
al contemplar las gotas muertas en los cristales.

Y son las gotas: ojos de infinito que miran


al infinito blanco que les sirvió de madre.

Cada gota de lluvia tiembla en el cristal turbio


y le dejan divinas heridas de diamante.
Son poetas del agua que han visto y que meditan
lo que la muchedumbre de los ríos no sabe.

¡Oh lluvia silenciosa, sin tormentas ni vientos,


lluvia mansa y serena de esquila y luz suave,
lluvia buena y pacífica que eres la verdadera,
la que amorosa y triste sobre las cosas caes!

¡Oh lluvia franciscana que llevas a tus gotas


almas de fuentes claras y humildes manantiales!
Cuando sobre los campos desciendes lentamente
las rosas de mi pecho con tus sonidos abres.

El canto primitivo que dices al silencio


y la historia sonora que cuentas al ramaje
los comenta llorando mi corazón desierto
en un negro y profundo pentagrama sin clave.

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La fantástica musa de Perogrullo

Mi alma tiene tristeza de la lluvia serena,


tristeza resignada de cosa irrealizable,
tengo en el horizonte un lucero encendido
y el corazón me impide que corra a contemplarle.

¡Oh lluvia silenciosa que los árboles aman


y eres sobre el piano dulzura emocionante,
das al alma las mismas nieblas y resonancias
que pones en el alma dormida del paisaje!

Si mis manos pudieran deshojar


10 de noviembre de 1919
(Granada)

Yo pronuncio tu nombre
y en las noches oscuras,
cuando vienen los astros
a beber en la luna
y duermen los ramajes
de las frondas ocultas.
Y yo me siento hueco
de pasión y de música.
Loco reloj que canta
muertas horas antiguas.

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Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

Yo pronuncio tu nombre
en las noches oscuras,
cuando vienen los astros
a beber en la luna
y duermen los ramajes
de las frondas ocultas.
Y yo me siento hueco
de pasión y de música.
Loco reloj que canta
muertas horas antiguas.

Yo pronuncio tu nombre,
en esta noche oscura,
y tu nombre me suena
más lejano que todas las estrellas
y más doliente que la mansa lluvia.

¿Te querré como entonces


alguna vez? ¿Qué culpa
tiene mi corazón?
Si la niebla se esfuma,
¿qué otra pasión me espera?
Será tranquila y pura
¡¡Si mis dedos pudieran
deshojar a la luna!!

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La fantástica musa de Perogrullo

Alba
Abril de 1919
(Granada)

Mi corazón oprimido
siente junto a la alborada
el dolor de sus amores
y el sueño de las distancias.
La luz de la aurora lleva
semilleros de nostalgias
y la tristeza sin ojos
de la médula del alma.

La gran tumba de la noche


su negro velo levanta
para ocultar con el día
la inmensa cumbre estrellada.

¡Qué haré yo sobre estos campos


cogiendo nidos y ramas,
rodeado de la aurora
y llena de noche el alma!
¡Que haré si tienes tus ojos
muertos a las luces claras
y no ha de sentir mi carne
el calor de tus miradas!

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Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

¿Por qué te perdí por siempre


en aquella tarde clara?
Hoy mi pecho está reseco
Como una estrella apagada.

Tarde
Noviembre de 1919

Tarde lluviosa en gris cansado,


y sigue el caminar.
Los árboles marchitos.
Mi cuarto, solitario
Y los relativos viejos
y el libro sin cortar…

Chorrea la tristeza por los muebles


y por el alma.
Quizá
no tenga para mí Naturaleza
el pecho de cristal.

Y me duele la carne del corazón


y la carne del alma.
Y al hablar
se quedan mis palabras en el aire
como corchos sobre agua.

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La fantástica musa de Perogrullo

Solo por tus ojos


sufro yo este mal,
tristezas de antaño
y las que vendrán.

Tarde lluviosa en gris cansado,


y sigue el caminar.

Como se comentó, la nostalgia es el eje articulador de


estos cuatro poemas, en cada uno la nostalgia adquiere una
característica particular; por ejemplo, en el primero la nos-
talgia es húmeda, terrible y silenciosa como la misma Lluvia.
Nostalgia que se confunde con las lágrimas. En el siguiente
poema, Si mis manos pudieran desgajar la luna, la nostalgia
es oscura y vacía, una evocación nostálgica por el ser amado
que se ha ido, que se ha perdido entre las capas de la luna, y
al que llamamos por su nombre en lo más oscuro de la noche.
La nostalgia, esa ausencia en el alma por algo que amamos,
prevalece en todos ellos. Por otro lado, el color gris como
adjetivo se repite en varias ocasiones: “Tarde lluviosa en gris
cansado”. El gris es el intermediario cromático, el punto medio
entre la lumínica felicidad del pasado y su oscura ausencia
en el presente.
Así, la voz lírica en los poemas de Lorca habla desde la au-
sencia, desde el recuerdo; el lector, al experimentar esta misma
carencia, deja evidencia de sus vivencias, y evoca momentos
extraordinarios, lugares y personas que nunca regresarán, que
quedarán ocultos en las memorias del polvo, pero que, gracias
a la magistral pluma de García Lorca, regresan, y mientras

| 153
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

enunciamos nostálgicos las palabras de Lorca, como el caldo


collage de mariscos, los amorosos momentos “vuelven a la vida”.
Pero entonces, en este libro que tengo en las manos, ¿qué
momentos nostálgicos están cautivos entre los poemas?, ¿qué
hay de oscuro y triste entre las inscripciones y fechas que tatuó
mi madre en el cuerpo de este libro?, ¿qué emociones y miste-
rios se esconden tras el sentido de esos cuatro poemas? Quizá
de tanto preguntar, descubra una terrible nostalgia inefable.

La nostalgia de mi madre en el libro beige


Mi madre (María Cecilia Cano Llanillo, viuda de Quintanar),
en 1972, recién casada, vino a México de España con este
libro beige de Federico García Lorca. Este mismo libro beige
que abro con reverencia, libro “desarraigado” que aguardó
pacientemente la develación de sus secretos. Dos años antes
de casarse, mi madre lo compró en Barcelona, mientras pasaba
una temporada en casa del tío Santos Llanillo (quien estuvo
siete años en prisión por “rojo”). Durante esa estancia en Bar-
celona, mi madre se inscribió durante la Guerra Civil Española
al Círculo de lectores y adquirió varias obras de los grandes
maestros de la literatura universal (Tolstoi, Dostoievsky), en
esa colección se encontraba el libro Poesía, teatro y artículos
de Federico García Lorca, impreso en 1969. Lo compró en los
primeros días del mes de diciembre de 1970, junto con otros
cinco libros de poetas españoles, José de Espronceda, Jorge
Guillén, entre otros.
Al leer los poemas de Lorca se dio cuenta de que hay al-
gunos que hablaban de lo que ella sentía en ese momento:
una terrible nostalgia por Jerónimo Sánchez, un novio con

154 |
La fantástica musa de Perogrullo

el que había terminado hacía unos meses. Es en Barcelona


donde hizo las primeras anotaciones, y al respecto me dice:

¿Por qué escogí estas poesías?, ¿por qué las marqué? Todas
dicen algo de aquella situación. Al irme a Barcelona, aca-
baba de terminar mi relación con Jerónimo. Si mis manos
pudieran desojar es una remembranza de mi hermosa vida
con Jerónimo. En los cuatro poemas se habla de la lluvia,
de la lluvia serena, la lluvia gris, era el sentimiento que me
embriagaba, lloraba con los ojos y a la vez por dentro con el
corazón, sentía una lluvia intensa, un vacío, algo frío, algo
que cala muy profundamente.

Cuando mi madre se casa en España con mi padre mexi-


cano, Rolando Quintanar Guerrero, y se vienen a México a
hacer vida, se trae el libro.

Yo me llevé ese libro porque me daba muchos recuerdos de


Omo (Jerónimo). Lo leí muchas veces por los recuerdos, y
ponía “España” para no poner “Jerónimo” porque me veía
tu padre, así mejor ponía “España”. Te estás enterando de
secretos muy personales. No le fui infiel nunca con el cuerpo,
pero con el pensamiento muchas veces.

El poema Tarde presenta una anotación: “México, 23 de


julio de 1972”. Al respecto mi madre señaló:

Para entonces todavía sentía muchas cosas por Omo. En julio


de 1972, tenía tres meses de casada, y fue cuando marqué

| 155
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

el poema. Durante cinco años que viví en la colonia (La


Preciosa Sangre de Nuestro Señor Jesús, en Azcapotzalco)
estuve sola, tu padre se dedicó con fuerza a la política y me
dejaba sola días, tardes y noches, pues claro, estaba sola, y
recordaba a Omo. Este poema habla de los ojos, a mí me
enamoró el color de ojos que tiene Jerónimo, de un verde
que no lo he encontrado en ningunos otros ojos, un verde
muy especial, cómo… no te puedo decir un verde plata, un
verde pasto, tiene un verde muy extraño… “Sólo por tus ojos
sufro yo este mal/ tristezas de antaño y las que vendrán/ tarde
lluviosa en gris cansado/ y sigue el caminar”. Este poema me
llegó muchísimo. Cuando leí estos poemas me acordaba de
él, aquí en México lo seguía queriendo, hasta la fecha ese
primer amor de adolescente, fueron cuatro años. Como él
estudiaba fuera de Santander, estaba en Galicia estudiando
la carrera de naval militar, él trabajó muchos años con el Rey
de España hasta que se jubiló. Tuvimos una relación muy
bonita, y a pesar de que él era mayor que yo, tuvimos una
relación muy respetuosa, me recuerdo de él con un cariño
muy especial, ternura que tenía, de cómo me escribía, nos
mandábamos poemas en las cartas.

Sobre la nostalgia en los cuatro poemas, comentó:

Bueno, sí hay mucha nostalgia en estos poemas. Como


dice: una “nostalgia terrible de una vida perdida”. Claro, el
diamante puede significar la belleza, la alegría, o lo bonito
de aquella relación que luego son las heridas que quedan.
Recuerdo una nostalgia grandísima, pero podía ser nostalgia

156 |
La fantástica musa de Perogrullo

a la misma lluvia, al campo, de todo lo que habla aquí él, hay


nostalgia mía, de los manantiales, de lo que yo vivía en España
y que en el D.F. no encontraba nada de eso, no llovía, no hay
manantiales, no hay campos. También hay una nostalgia al
amor y también a mi tierra, eran varias cosas en el recuerdo.

Si mis manos pudieran deshojar es su poema favorito:

Sí, siempre ha sido mi poesía favorita. Qué hermoso, me


has dado unos recuerdos hermosísimos, la poesía es volver
a vivir, revivir con la poesía, la poesía de momentos revivi-
dos. La distancia y la nostalgia de aquellos momentos, qué
bonito, pero qué triste.

Pues con estos comentarios termina este pequeño ejercicio


de aproximación al fenómeno de la poesía y sus efectos. Al
legado de uno de los mejores poetas de la literatura universal,
y como un homenaje a este libro beige, que ocultó celosamente
por cuarenta años, entre los poemas de Federico García Lorca,
el amor inconcluso y secreto de mi madre y su inminente
“terrible nostalgia por una vida perdida”. Por ello, honremos a
este libro, porque si los libros pudieran hablar nos dirían santo
y seña de cuantos ojos se posaron en ellos, y de las lágrimas
vertidas en su cuerpo de papel, ajenas o propias. Honremos
a este libro beige que, en la tristeza del éxodo, desarraigado,
calladito, discreto y nostálgico, espera regresar a “España”.

| 157
Fernando Reyes: el pastor de
aeroplanos adolescentes

Él, el pastor de aeroplanos, el conductor de las noches extravia-


das y de los ponientes amaestrados hacia los polos únicos. Su
queja es semejante a una red parpadeante de aerolitos sin testigo.
Altazor, Vicente Huidobro.

D ifícil tarea es de quien antologa cuentos o poemas;


del que decide cuáles palabras avizoran un mila-
gro, o una arquitectura digna de cincelarse en los
paramentos del tiempo. Sin embargo, es aún más complejo y
escabroso editar antologías para los nautas que apenas vuelan
solos por el mundo: los adolescentes.
Trinidad Fernando Reyes López, conocido en el mundo
literario como Fernando Reyes, es profesor del CCH, plantel Va-
llejo de la UNAM, cuentista, poeta, ensayista, editor y novelista;
ha hecho antologías de escritores mexicanos y de otras nacio-
nalidades con el propósito de formar a los jóvenes con los que
comparte el salón de clases, y proponerles nuevas experiencias,
hasta cierto punto, cercanas a su barbilampiña forma de leer.

158 |
La fantástica musa de Perogrullo

Fernando Reyes “es un caballero cordial, saludable, apuesto,


rubicundo, con una melena prematuramente blanca y unas
maneras bulliciosas y decididas,”1 y además, es una buena
persona;2 por eso es que algunas puertas le son cerradas de
puritita envidia, como a todos los artistas con propuesta en este
país, y se ve en la penosa necesidad de abrírselas él mismo3. Así,
insurgente, edita, diseña y publica ejerciendo independencia
y libertad. Y, como buen padre, cuida a sus antologías cual
señoritas que, después de la misa dominical, pulcras caminan
por la asoleada plazoleta de un letrado municipio.
Con sus Ediciones Libera ha publicado:

Fantasiofrenia (I, II y III). Antologías del cuento dañado.


Pragmatáfora. Antología de cosas, versos y prosas.
Melíferas bocas. Antología del beso en la poesía iberoamericana.
Palabras en la arena. Antología de jóvenes poetas cubanas.
Nectáfora. Antología del beso en la literatura mexicana.

1 Mientras releo con mis alumnos El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr.
Hyde, de Robert Louis Stevenson. México: Lectorum, , 2012, p.18, me
encuentro a Fernando Reyes en la descripción del Dr. Lanyon: “es un
caballero cordial, saludable, apuesto, rubicundo, con una melena pre-
maturamente blanca y unas maneras bulliciosas y decididas”. Aunque
quizá Fernando me reclame aquello de la “melena prematuramente
blanca”. Y es que, en efecto, tiene algunas canas, pero sólo se ven con
el viento, son de aire.
2 “¡Oh! Ya sé que es una buena persona, no hace falta que frunzas el
ceño; una persona excelente, y siempre he tenido de él la mejor opinión”.
(Ídem, p. 30). Diálogo entre el Dr. Jekyll y su abogado, el Mr. Utterson,
a propósito de Fernando Reyes.
3 Sin albur.

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Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

Calamburetruécanos. Antología de groserías y doble sentido


en la poesía mexicana.
De perros y otras malas personas. Antología de narrativa
mexicana.
Carpediemeros. Antología de trascendentalismo literario.

Desde que conocí las antologías de Fernando Reyes me


han demostrado su afabilidad, al acompañarme del brazo,
coquetas, por el salón de clases. Presumido, siempre les digo a
mis alumnos: “Esta antología de poemas que ven, así de bonita,
la hizo un profesor del plantel Vallejo, que es mi amigo, ¡eh!
¡Es mi amigo! ¡¿Qué dije?!” “¡Que es su amigoooo!” Corean
divertidos por el infantil exordio. Junto a ellos he leído y dis-
frutado varias de sus antologías, pero son dos las que más les
gustan, y cuando afirmo esto, soy mesurado, en realidad les
fascinan: Fantasiofrenia II y Calamburetruécanos. En ambas
antologías, Fernando recupera textos que por su temática y
receta se han alejado del mainstream literario; son una suerte
de propuestas narrativas y líricas que transgreden lo habitual,
obscenas profanaciones del deber ser. En este sentido, en la
contraportada de Calamburetruécanos, el mismo Fernando
Reyes retoma una cita de Carlos Monsiváis:

El tabú del idioma y sus recintos sacrosantos ha sido una


fuerza demasiado prolongada y sobrecogedora como para
que incluso los grandes revolucionarios puedan minimizarlo
y desafiarlo. A partir de los años treinta las perspectivas
varían y sin que esto se teorice, se acepta que el doblegado
lenguaje de los ilotas pueda adquirir rasgos subversivos,

160 |
La fantástica musa de Perogrullo

volverse literariamente profanatorio. Esta tendencia, que irá


de Henry Miller a William Burroughs, de Trópico de Cáncer
a The naked lunch, y que atraviesa por una cauda de procesos
judiciales contra la obscenidad, en un país como México
sólo funcionará entre las complicidades de la clandestinidad,
el soneto copiado a mano o memorizado con intenciones
‘procaces’. Tal destino les corresponde a las producciones
secretas de poetas como Renato Leduc y Salvador Novo
quienes reivindican, en formas clásicas, el manejo creativo
de la “grosería”, entendida como la irrupción de lo mundanal
en la arcadia de las palabras seráficas.

Los cuentos y poemas groseros, dañados y subversivos,


de los altos literatos, atraen la mirada, la empatía, el silencio
y la vida misma de nuestros lectores adolescentes. Aquí tres
ejemplos procaces, a propósito de las “producciones secretas”
que irrumpen “en la arcadia de las palabras seráficas”:

Palpito, goteo y fuga4 (Frag.)


Fernando Reyes

Te veo y se me para
el reloj de los sentidos
te veo
y palpito

4 Fernando Reyes. “Palpito, goteo y fuga” en Calemburetruécanos.


Antología de groserías y doble sentido en la poesía mexicana. México:
Ediciones Libera, 2006, p. 55.

| 161
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

y te me antojas
etérea eterna inalcanzable
mientras al transporte
le haces la parada

Se te va toda
la vida esperando el camión que
nunca se para

Busco tus ojos, aunque


esté mirando otras partes de tu cuerpo
Y me das indiferente las espaldas
me las das
como espadas deferentes
puñales que atraviesan
traviesan tiesos
algo atrás y algo al frente.

(Un violín dibuja con sus notas


caracoles)

Y me duele
la estocada
no quiero ya que me la toquen

162 |
La fantástica musa de Perogrullo

La joven artista5
Renato Leduc

La joven artista exhibe sus tetas


partes integrantes de su profesión
arriesgando —claro— que curas ascetas
le nieguen los goces de la comunión…

La joven artista de ondulante nalga


penetra a la iglesia en mala ocasión.
El cura la increpa, le grita que salga,
que libre a los fieles de la tentación…

La joven artista desnuda y contrita


en la sacristía se llena de unción.
La sotana alzada, el santo curita
beatíficamente da su absolución…

Dueño mío (XI)6


Salvador Novo

¿Qué hago en tu ausencia? Tu retrato miro;


él me consuela lo mejor que puedo;
si me caliento, me introduzco el dedo
en efigie del plátano a que aspiro.

5 Renato Leduc. “La joven artista”, Ibid. p. 40.


6 Salvador Novo. “Dueño mío”, Ibid. p. 50.

| 163
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

Ya sé bien que divago y que deliro,


Y sé que recordándote me enredo
al grado de tomar un simple pedo
por un hondo y nostálgico suspiro.

Pero en esta distancia que te aleja,


dueño de mi pasión, paso mi rato,
o por mejor decir, me hago pendeja,

ora con suspirar, ora con pedo,


premiando la ilusión de tu retrato.

Si bien ríen al principio, a medida que transitamos por los


textos mis alumnos, sorprendidos, preguntan: “¿Su amigo es
profesor de Vallejo?, ¿dónde podemos conseguir sus libros?,
¿podemos sacarles copias? ¿En verdad, es su amigo?” Fernan-
do arropa a nuestros alumnos, preocupado por hacerlos más
inteligentes y sensibles. Empecinado en proponerles nuevas
formas de acercarse a la literatura, a la poesía, zigzagueando
por caminos irreverentes, libres e intensos como él mismo. Si
la literatura siempre los puede seducir con sus textos consagra-
dos, también los puede alburear y desternillarlos a carcajadas
gracias a sus fantásticas y divertidas “máquinas de rimar”.
Fernando antologa textos para curar de espanto: “No les
va a pasar nada, les va a gustar, sólo un versito, ándeles, sólo
les leo un versito”. Le da la vuelta al tedio, a lo acartonado, a
lo enmarañado en extremo, e invita a la celebración, a una
suerte de acercamiento lúdico: agradable sabor de boca que
antecede al paladar del exquisito.

164 |
La fantástica musa de Perogrullo

Fernando Reyes ha dedicado parte de su vida a enseñar


literatura a los jóvenes, a contagiarlos de lecturas hechas a la
medida de su salón de clases, de los programas, de las estrate-
gias didácticas del Colegio. Esto es, insisto, harto complicado,
de ahí su gran mérito. Sus alumnos lo recuerdan con afecto
como uno de sus mejores maestros. No en balde le pidieron
antologías ex profeso: “Profe, ¿tiene poemas de besos?, ¿por
qué no se hace una antología de poemas de besos?”. Y ahí va,
el amoroso rubicundo caballero, a expurgar pacientemente
entre libros y bibliotecas, los mejores poemas de lenguas ma-
labares para sus alumnos.
Antes de finalizar, un Aclarando del mismo Fernando Re-
yes: “Los poemas que compilo no son los que hubiera querido
incluir. La falta de espacio que puede tener una edición inde-
pendiente me lo impide. Como en mis otras compilaciones
incluyo autores canónicos, prestigiados, olvidados y noveles
[…] Sólo agregaré que el primer objetivo de ésta y otras an-
tologías que he editado es difundir nuestra poesía entre los
jóvenes lectores”.7
Por ello queremos reconocerle su trabajo, su entusiasmo
por la poesía y su dedicación a los alumnos. Quehacer de
director técnico que selecciona, disecciona, congrega, entrena,
alienta, fortalece, afeita y trasquila. Por todo esto, Fernando,
querido amigo, recibe un infinito agradecimiento. Gracias por
tus antologías que divertidas afrentan con independencia lo
que está dentro y fuera del aula, y, sobre todo, por conducir

7 Fernando Reyes. “Aclarando”, en Nectáfora. Antología del beso en la


poesía mexicana. México: Ediciones Libera, 2009, p. 10.

| 165
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

a nuestros aeroplanos adolescentes por el ardiente cielo de la


literatura, con la que aprenden a volar con sus propias alas…
suyas, de ellos.

166 |
Sobre la Luz y memoria de
Benjamín Barajas. Un recuento oscuro
y destinado al olvido

A
ntes iniciar y a manera de advertencia, aclaro: Benjamín
Barajas es amigo mío, digo esto antes de comenzar
para que no les sorprendan mis ditirámbicas aseve-
raciones y, como bien se dice en estos casos: curarme en salud.
Además, les solicito que desoigan, que olviden estas palabras
nacidas del contubernio, obscuras curas para el que escribe
y compromete su nepótica pluma. Aclarada esta ecuación
sumatoria de subjetividades, iniciemos.
Por un lado, pretendo un espacio discursivo para comen-
tar el texto Luz y memoria: Ensayo sobre la obra literaria de
Benjamín Barajas1 escrito por Federico Corral Vallejo, y, por
otro, comentar brevemente mi experiencia lectora a propósito
de la poética Barajiana.

1 Federico Corral Vallejo. Luz y memoria: Ensayo sobre la obra literaria


de Benjamín Barajas. México: Editorial ensayo, 2008.

| 167
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

En este sentido, puntualizo: estas dos posibilidades de


reflexión seguramente quedarán como grandes promesas de
campaña, exploraciones sin tesoros o telescopios en persianas
cerradas. Sinceramente, son sólo un pretexto para abrazar a
los amigos y escribir y brindar en su honor aquí en la Sala
Adamo Boari, del Palacio de Bellas Artes. ¡Salud!

La luz y la memoria de Benjamín Barajas


Para nosotros, las mujeres y los hombres “modernos”, la luz
representa no sólo una condición para prolongar activida-
des hasta donde nuestro ojo está imposibilitado a discernir,
también simboliza, desde el Siglo de las Luces y frente al
oscurantismo de la Edad Media, como dijo Rodolfo Usigli a
propósito de su Corona de Luz: la razón y la fe. Así, podemos
hablar de la luz como una entidad, un símbolo que anima la
mente y el espíritu del hombre. Y es ahí, en los intersticios
del intelecto y el alma donde, discretamente, se encuentra
la luz dialógica que ilumina la poética de Benjamín Barajas.
Luz y memoria de Federico Corral Vallejo es el recuento
de toda una vida, la relatoría en ensayos de anécdotas de
un yo lírico que se construye a través de una búsqueda, casi
evangélica, del misticismo, la epifanía y la revelación en los
actos cotidianos y en las personas amadas. Es en ese universo
discursivo donde la luz es un espíritu que irradia claridad
sobre todo aquello que, a simple vista o en las cuevas de lo
inefable, es intangible, invisible y amorfo.
Luz y memoria son las llaves a una arquitectura epifánica
donde descubrimos la existencia de un orden superior al
nuestro. Gracias a los artificios del poeta que iluminan los

168 |
La fantástica musa de Perogrullo

instantes con el pensamiento más puro y claro de un cora-


zón que, desde que solicitó la voz en su primer poema, nos
pertenece. En este tenor de sonidos y milagros ópticos, en
seguida dos rayos de abducción poética: “Auroras” y “Sol”.

Auroras
La luz desune sombras
e impone a cada rostro
su alegría.
La luz levanta territorios
y en el centro
los hombres recuperan sus estatuas.
La luz infunde espacios de avanzada
al que camina.

El yo lírico nos muestra a la luz como esperanza, movi-


miento, conocimiento, sabiduría del que disloca la ignoran-
cia, del que avanza hacia la promesa de un nuevo inicio con
luz naciente.

Sol
En medio de los días sin sol
el hombre duerme o canta,
canta de cansancio.
A lo lejos sube el humo complicado
y el hombre sueña con la luz
mientras afina los recuerdos.

| 169
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

El hombre que no sabe si habrá sol


Para entibiar sus huesos.

Aquí, el yo lírico se vuelve personaje: “el hombre” y des-


de afuera, en tercera persona, se dibuja a sí mismo como el
poeta que “canta de cansancio”, que escribe para alejarse de
ese “humo complicado” que podría representar la fábrica, la
vida laboral, el día a día. Mientras el poeta sueña con la luz
del sol, con la iluminación del arte que habrá de “entibiar
sus huesos”, lejos de la frialdad del mundo de las cosas, de la
tecnología, y los tiempos cotidianos.
Es ahí, en la lectura de los poemas de Benjamín Barajas que
integran el libro Luz y memoria, en ese retablo de instantes
esenciales, supremos y divinos, donde Federico Corral revela
parte de los secretos con los que el autor moldea y transforma
las artesanías discursivas que enuncia el yo lírico de su poética.
James Joyce decía que cuando en una habitación oscura
un rayo de sol atrapaba con delicadeza las motas de polvo,
estábamos presenciando un acto divino, la constancia de que
Dios existe en ese baile de las motas de polvo atrapadas caóti-
camente en un haz de luz cual fuente inagotable de lo infinito;
así también en Luz y memoria se vislumbra la existencia de
lo absoluto, del todo y la nada, entre las persianas lumínicas
que destellan fe y razón en los lectores: futuras motas de polvo
cuando presenciemos el milagro de la muerte.

Hacia la oscuridad y el olvido del yo lírico


Este segundo apartado, frente a la proximidad que nos brinda
la lectura directa de la obra de Benjamín Barajas, inicia con

170 |
La fantástica musa de Perogrullo

unas preguntas: ¿Hasta dónde el artificio del poeta muestra su


oficio, y hasta dónde el alma del poeta busca colarse al mundo
y decirnos algo?, ¿cuál es la mezcla exacta, el porcentaje del
artista que se esmera en dislocar al lenguaje para que el lector
le acomode los huesos?, y ¿cuál es la exacta proporción de
esa necesidad de dejar constancia de nuestro paso por un
mundo de luz y sombra?
Por más que repetimos en el pizarrón, aquellos que somos
docentes, que el yo lírico y el poeta no son el mismo y, por
más que intentamos hacer del poeta una entidad acéfala y
distante de su creador, a medida que conocemos al poeta,
sus creaciones nos parecen más claras y asibles; sin embargo,
precisamente por conocer al poeta, quizás lo más excitante de
esta tramposa proximidad sea buscar aquello que no dice, lo
que afanosamente el poeta intenta ocultar en la luz.
Así, podemos caer en una tentación oscura y perversa de
hurgar en las sombras de la palabra, en la oscura careta del
lenguaje, convirtiendo todo en una mentira, tal vez con la
insana intención de acercarnos por la espalda a la resolución
de un acertijo que inventamos por deporte.
Cuando leemos la poesía de Benjamín Barajas algunos,
cual serpientes, desdoblamos nuestra lengua y nos perca-
tamos de que la información que captamos del mundo en
ellos adquiere diferentes dimensiones para nuestros sentidos
e intenciones. Primero, el lenguaje, el cuerpo sobre el cual
se tatúan las discretas insinuaciones y las imágenes de un
instante a veces extraído de las más oscuras mazmorras del
olvido, nos asalta con otras preguntas: ¿Por qué de todo lo que
está construida la cotidianeidad del poeta eligió ese momento,

| 171
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

ese instante?, ¿por qué inmortalizar esa fracción de segundo?,


¿por sagrada, por auténtica, o para engañarnos?, ¿tal vez para
ocultar algo que de tanto taparlo cada vez se descubre más?
Al tratar de buscar las respuestas, nos percatamos que
tienen solución en nosotros a través del otro. Leemos poesía
para cuestionarnos, releernos, y aproximarnos al sentido, la
anécdota y la historia lapidada. Veo lo que puedo ver, y lo que
no comprendo seguramente existe fuera del poema y existe
dentro de mí oculto, camuflajeado bajo algún feliz recuerdo,
¿en dónde están todos esos poemas que no alcanzo a com-
prender porque no me veo en ellos?, quizás no los comprendo
porque no me alcanza la vida.
En la poética de Benjamín Barajas, la luz también esconde
al que lamparea. Sostengo la lámpara y oculto mi rostro. Así
es como también podemos aproximarnos a la poética de
Benjamín Barajas, hurgando por las hendiduras de lo que no
dice, escarbando en la oscuridad que rodea esa luz epifánica
que redime y santifica todo aquello siniestro, aquello que
enterramos bajo el yugo de la razón y la lógica.
A veces, cuando leo no a Benjamín, sino al yo lírico que
enuncia su poética, genuino artista del engaño, cierro el libro,
medito, y le escarbo al poema, le pregunto de sus perversiones,
de sus silencios y me dice: “No sé, no sé, ¿A poco?” Claro que
el que se descubre ahí es mi yo lector, esa entidad que me
representa al leer; lector bastardo que no se asume como el
que comprende.
Tal vez el yo lírico debiera de tener su contraparte en el
lector, otra entidad ficticia, irresponsable y ajena que no soy
yo, y que tampoco se responsabiliza en comprender, porque

172 |
La fantástica musa de Perogrullo

comprender es enlazar, es mimetizar con el otro, quizás lo


mejor es desnudarnos del todo y bajo la influencia de lo es-
pontáneo, con esta consigna: comprendo porque he vivido,
escribo porque he vivido y no quiero olvidar.
En este sentido, uno de los poemas que me permiten la
mimetización es “Agua equivocada”, poema que incluso musi-
calicé hace unos años con melodía de voz y guitarra acústica.
Habrá que grabarlo en el momento correcto, algún día.

Agua equivocada2
Nos bañamos otra vez
en el agua equivocada.
Creímos presentir
en las manos
la cálida penumbra de la luz
desde su fuente derramada.
Tocamos el silencio
en esos labios
y los pájaros en vano retuercen
los sonidos.
Las palabras van al sol,
se enredan en su forma de ángel
que ríe para nosotros como un niño.

Benjamín Barajas publicó “Agua equivocada” en La gracia


inmóvil, en este libro captura el momento-emoción del error

2 Benjamín Barajas. “Agua equivocada”, en La gracia inmóvil. México:


Desde la otra orilla, 2002.

| 173
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

reiterado. Nos volvemos a engañar y culpamos al enamora-


miento. Aún con la calidez de la comunión, en esa agua bendita,
aún ahí, sabemos que hemos de regresar al equívoco: no nos
pertenecemos el uno al otro, somos reincidentes y fallamos,
pues no pertenecemos a esos cantos, a esas palabras.
Por último, solo me resta una solicitud final para el yo
lírico de la poética de Benjamín Barajas, a quien le pido, mejor
aún, le ruego que olvide todo lo que he dicho, pero que siga
trayendo a la luz y convierta en memoria aquello que de tan
oscuro, marginado y perverso, también es hermoso, puro y
resplandeciente.

174 |
Entre el lector y la Rayuela de
Julio Cortázar: una complicidad
creativa y vital

Decir que un autor es un lector o un lector un autor,


ver un libro como un ser humano o a un ser humano
como libro, describir el mundo como texto o un texto como
el mundo, son maneras de nombrar el arte de leer.1
Alberto Manguel, Una historia de la lectura.

Por lo que me toca, me pregunto si alguna vez conseguiré hacer


sentir que el verdadero y único personaje que me interesa es el
lector, en la medida en que algo de lo que escribo debería contri-
buir a mutarlo, a desplazarlo, a extrañarlo, a enajenarlo.2
Morelli-Cortázar, Rayuela.

C
uando leemos una obra como Rayuela, un dejo de frus-
tración cruza nuestro “espíritu” lector: la comprensión
absoluta y transparente de la obra es casi imposible.
Así es como algunos terminamos de leerla, con sentimientos
encontrados: por un lado, disfrutamos la poética de un escritor
comprometido con su oficio, minucioso y responsable artista

1 Alberto Manguel. Una historia de la lectura. México: Emecé-Joaquín


Mórtiz, 2006, p. 182.
2 Julio Cortázar. Rayuela. Buenos Aires: Sudamericana,1968, p. 498.

| 175
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

de la palabra, crítico de la sociedad moderna fundada en


dicotomías maniqueas3 y castrantes y, por el otro, descubrimos,
bajo sospecha, un texto complejo, enigmático y abierto, en el
que la certeza y lo racional, están condicionados por la reflexión,
la ironía y la autocrítica.
Este ensayo trae a cuenta la experiencia y la transformación
del lector, entidad indispensable para que “exista” un texto,
quien en un viaje ontológico con un tablero como brújula se
adentra a una extraordinaria obra de arte, apenas ceñida al
universo entero y a su vida misma. Con la lectura de Rayuela
descubre que nunca será el mismo, y a medida que avan-
zan los capítulos, la inexorable mutación vital del lector se
precipita sobre su mundo. Para intentar de escribir esto, fue
necesario aproximarse a la crítica y a los ensayos académicos
a propósito de Rayuela, y sobre todo a algunas entrevistas en
las que Cortázar —nadie mejor que él mismo—, explicó y
comentó la génesis de un caos artístico bastante bien ordena-
do que trasciende la página y trastoca la vida de sus lectores
co-conspiradores.

3 “El mundo occidental se presenta a los ojos de Horacio y Morelli como


convencional y parcelado. El largo camino recorrido desde las primeras
edades del hombre hasta este punto en que nos toca vivir es el camino
de error. Nos ha llevado a las posiciones dialécticas, a las elecciones
tajantes (razón/intuición, cuerpo/alma, materia/espíritu, idealismo/
realismo, acción/contemplación). El camino conduce a logros técnicos
que parecen extraordinarios […] pero basta mirarlo lúdicamente para
desenmascarar su falso orden.” Ana María Barrenechea, “La estructura
de Rayuela de Julio Cortázar”, en Textos hispanoamericanos. Caracas:
Monte Ávila, 1978, pp.195-220.

176 |
La fantástica musa de Perogrullo

Rayuela: la caja de pandora4


En el momento de su publicación, 1963, Rayuela recibió
severas críticas por “jugar” con el lector5, por estructurarse
mediante “capítulos prescindibles”6 y no brindarle al lector
un espacio cómodo y seguro para hipnotizarse y salir de su
realidad. Esto no le pareció significativo a Cortázar, lo que sí
le resultó interesante fue que los jóvenes se identificaran con
su novela. A pesar de ser un texto pensado para hombres y
mujeres como él, al momento de escribirlo (de entre 40 y 45
años), fue la juventud quien la defendió y abrazó como un
reflejo de su propio e incierto proceso de maduración, en el
que la rebeldía, el cuestionamiento y el cambio eran-son sus
únicas constantes. A pesar de la crítica de entonces, hoy en
día es innegable la contribución que hizo Julio Cortázar a la
literatura hispanoamericana.7 Al respecto, Octavio Paz señaló:

4 Carlos Fuentes dijo: “Rayuela no es una novela: es la caja de Pandora”,


en Malva E. Filer. Los mundos de Julio Cortázar. Madrid: Las Américas
Publishing Company, 1970.
5 “La doble posibilidad de lectura y, sobre todo, las incomodidades
materiales de la lectura salteada que indica el tablero fueron uno de
los mayores motivos de escándalo, cuando se comentó la aparición
de Rayuela”. A.M. Barrenechea, “La estructura de Rayuela de Julio
Cortázar”…, op. cit., p. 213.
6 A pesar de que Cortázar dice que estos capítulos pueden ser prescindi-
bles, la investigadora Ana María Barrenechea sostiene que son vitales
para la construcción de la historia de las primeras dos partes: Del lado
de allá: París y Del lado de acá: Buenos aires.
7 Omar Pregón. La fascinación de las palabras. Barcelona: Muchnik
Editores, 1985, señaló: “Rayuela plantea también el tema del parrici-
dio en las letras latinoamericanas, porque de alguna manera supone

| 177
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

Rayuela es una invitación a jugar el juego arriesgado de es-


cribir una novela. Escribir, jugar y vivir se vuelven realidades
intercambiables. Rayuela es un juego infantil y un camino
espiritual que termina en una apuesta. Al término de la esca-
lera nos espera un enigma cuyo significado depende de cómo
hayamos jugado el juego: ¿suerte, destino, habilidad, gracia,
compasión, iluminación, Tao? Cada uno dirá la palabra que
merezca. El lector no sólo participa, sino que interviene; es
el autor de la respuesta final.8

Efectivamente, Rayuela es una obra diferente, una pro-


puesta original, diversa en lo homogéneo, posmoderna, libre9,
abstracta y única. En ella, el lector participa y descubre las
reglas del juego, una de ellas: la intertextualidad, su ejemplo
claro, los paralelismos con el Ulises de James Joyce,10 en los

la destrucción simbólica de los modelos, de los moldes. Y eso es algo


casi inevitable en las letras latinoamericanas.” [A lo que Julio Cortázar
respondió]: “Se me ocurre que el parricidio más bien es una liquida-
ción de todo un sistema de ideas y de sentimientos que se reflejan en
una cierta forma literaria y en su sustitución por algo que los jóvenes
consideran un avance, que no siempre lo es, porque eso de avance en
literatura es muy discutible”. J. Cortázar. Rayuela..., op. cit., pp. 104-105.
8 Octavio Paz. “Prólogo”, en Poesía en movimiento. México, 1915-1965.
México: Siglo XXI, 1975, pp. 22-23.
9 “La libertad, única ropa que le caía bien a la Maga”. J. Cortázar. Rayue-
la..., op. cit., p. 44.
10 Leopold Bloom y James Joyce aparecen directamente en la obra: “Si
leo a Joyce estoy sacrificando automáticamente otro libro y viceversa”
(462). “Las formas exteriores de la novela han cambiado, pero sus héroes
siguen siendo los avatares de Tristán, de Jane Eyre, de Lafcadio, de

178 |
La fantástica musa de Perogrullo

que, además de presenciar el flujo de conciencia (stream of


conciousness) de los personajes, en particular de Horacio Oli-
veira, también podemos discernir la conciencia y el proceso
creativo del mismo autor. De esta forma, Rayuela del mismo
modo es una novela que se explica a sí misma. Para ello Cortá-
zar, a través de un personaje también escritor, Morelli, glosa y
teoriza sobre la escritura y la lectura. Esta original posibilidad,
la concreta, como en todo relato, el narrador.
El narrador de Rayuela se puede definir como omnisciente11,
en ocasiones intradiegético, cuando la focalización se encuen-
tra por lo regular en Horacio, o extradiegético, en el que la voz
que posibilita la enunciación del universo ficticio se encuentra
fuera de la diégesis, de la historia. A veces, como parte del
juego, el narrador se coloca en el interior del relato, creando
otro personaje que podríamos llamar autor, tal como puede
observarse en la siguiente cita: “A los quince años se había
enterado del ‘sólo sé que no sé nada’; la cicuta concomitante
le había parecido inevitable, no se desafía a la gente de esa
forma, se lo digo yo”.12

Leopold Bloom, gente de la calle, de la casa, de la alcoba.” Ídem, p. 497.


11 “El narrador básico de Rayuela es una tercera persona omnisciente.
Su presencia indica la existencia de un paradigma de valores y de un
orden en el que se halla Oliveira. La visión del narrador omnisciente
se mantendrá en un plano elevado desde el cual enfocará a diversos
personajes en ciertos momentos. Su elección estará fijada por la
intención narrativa que se entrevé desde el comienzo de la obra.” Saúl
Sosnowski. Julio Cortázar. Una búsqueda mítica. Buenos Aires: Edi-
ciones Noé, 1973, p. 120.
12 J. Cortázar. Rayuela..., op. cit., p. 33.

| 179
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

La libertad narrativa, evidente en Rayuela, se traduce tam-


bién en la posibilidad que tiene el lector de saltar en las casillas
del espacio-tiempo y transitar del futuro al presente, luego al
pasado, conforme avanza en los capítulos.
Como un juego, esta obra comenzó a confeccionarse a partir
de una imagen: Cortázar vio a unas personas en la cornisa de
un edificio colocar una tabla para pasar al edificio contiguo. A
partir de ahí, un impresionado Cortázar describe la anécdota
en un relato, casi el último de Rayuela (Futuro); luego, con
notas y apuntes que escribió en su estancia en París, conjuntó
los “Capítulos prescindibles” (Pasado) y, posteriormente, sin
un plan, escribió la historia principal de Horacio (Presente).
Estos saltos en el tiempo de creación también los “vive” el lector.
A continuación, parte de una entrevista en la que Cortázar
revela sus secretos de mago inventor:

En realidad, Rayuela es un libro cuya escritura no respondió a


ningún plan […] Sólo cuando tuve todos los papeles de Rayuela
encima de una mesa, es decir, toda esa enorme cantidad de
capítulos y fragmentos, sentí la necesidad de ponerle un orden
relativo. Pero ese orden no estuvo nunca en mí antes y durante
la ejecución de Rayuela […] Rayuela no es ninguna manera
el libro de un escritor que plantea una novela (aunque sea
vagamente), se sienta ante su máquina y empieza a escribirla.
No, no es eso. Rayuela es una especie de punto central sobre
el cual se fueron adhiriendo, sumando, pegando, acumulando,
contornos, de cosas heterogéneas que respondían a mi expe-
riencia en esa época en París, cuando empecé a ocuparme ya
a fondo en el libro. […] Yo mismo no tenía, ni tuve una idea

180 |
La fantástica musa de Perogrullo

muy precisa de cuál era el nivel, la importancia, digamos, de


esos elementos que se iban agregando. Escribía largos pasajes
de Rayuela sin tener la menor idea de dónde se iban a ubicar
y a qué respondían en el fondo. Es decir, fue una especie de
inventar en el mismo momento de escribir, sin adelantarme
nunca a lo que yo podía ver en ese momento […] El hecho
de que no había ningún plan produjo cosas verdaderamente
aberrantes pero que, para mí, en el fondo, fueron maravillosas,
porque fueron un poco mi recuerdo de un mundo surrealista
donde hay azares diferentes de las leyes habituales y donde el
poeta y el escritor aceptan principios que no son los principios
cotidianos.13

Esta excepcionalidad creativa requiere de la participación


directa y activa del lector, quien puede darse el lujo de in-
terpretar, en completa libertad, las relaciones entre causas y
eventos que generan las morbosas14, divertidas15 y poéticas16
citas de los “Capítulos prescindibles” y las manías Morellia-
nas, con la historia de Horacio y su devenir entre la razón y
la intuición, la locura y el desamor que caben entre París y
Buenos Aires.

13 O. Pregón. La fascinación de las palabras…, op. cit., pp. 107-109.


14 Capítulo 114. J. Cortázar. Rayuela..., op. cit., p. 542.
15 Capítulo 130, “Riesgos del cierre relámpago”. Ídem, p. 574.
16 Capítulo 149, “Mis pasos en esta calle” de Octavio Paz. Ídem, p. 618.

| 181
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

La transferencia erótica entre el mago poeta


y el lector cómplice
Cuando decimos que el poeta cambia el mundo al renombrar
alguno de sus objetos, lo situamos dentro del quehacer divino,
esto porque a través del lenguaje y a pesar de sus convenciones,
el poeta logra dislocar la arbitrariedad del signo lingüístico
y lo personaliza, recreando una parte simbólica del mundo.
Si bien esto define el actuar de la poética en general, para
Julio Cortázar la poética del escritor debe llevar no sólo una
transformación del mundo a través del lenguaje, sino también
una transformación del poeta mismo: “escribir es dibujar mi
mandala y a la vez recorrerlo, inventar la purificación purifi-
cándose”.17 De ahí que diga que el poeta es un mago “que no se
contenta con nombrar las cosas, a través de la palabra quiere
llegar a lo profundo de los objetos y de los seres; en resumen,
el poeta quiere ser la cosa, quiere ser el otro”.18 En este sentido
Cortázar habla del mago ontológico como aquel en el que las
propuestas poéticas generan arte y vida en ubicuidad.
Sin embargo, este poeta no puede concretarse sin el otro,
sin el lector también ontológico, cómplice,19 por ello es que éste,

17 Ibid., p. 458.
18 László, Scholz. El arte poética de Julio Cortázar. Buenos Aires: Edi-
ciones Castañeda,1977.
19 “Una nota pedantísima de Morelli: Parecería que la novela usual malogra
la búsqueda al limitar al lector a su ámbito, más definido cuanto mejor
sea el novelista […] intentar en cambio un texto que no agarre al lector
pero que lo vuelva obligadamente cómplice al murmurarle, por debajo
del desarrollo convencional, otros rumbos más esotéricos. Escritura
demótica para el lector-hembra (que por lo demás no pasará de las pri-

182 |
La fantástica musa de Perogrullo

en el caso de Rayuela, participa en la construcción del sentido


como co-autor del texto y sus intersticios, seductor-seducido
en el juego erótico de las ideas e intuiciones que conectan y
ordenan la novela.
Al respecto, el ya mencionado László Scholz, en su libro
El arte poética de Julio Cortázar de 1977, señala que “para la
autorrealización integral del poeta como hombre, se necesita
un encuentro verdadero con el otro hombre. Es por esta base
ética por la que insiste Cortázar en tener un lector cómplice, un

meras páginas, rudamente perdido y escandalizado, maldiciendo lo que


le costó el libro), con vago reverso de escritura hierática […]. En general
todo novelista espera de su lector que lo comprenda, participando de su
propia experiencia, o que recoja un determinado mensaje y lo encarne.
El novelista romántico quiere ser comprendido por sí mismo o a través
de sus héroes; el novelista clásico quiere enseñar, dejar una huella en el
camino de la historia. Posibilidad […] hacer del lector un cómplice, un
camarada del camino. Simultaneizarlo, puesto que la lectura abolirá el
tiempo del lector y lo trasladará al del autor. Así el lector podría llegar
a ser copartícipe y copadeciente de la experiencia por la que pasa el
novelista, en el mismo momento y en la misma forma. Para ese lector
[…] la novela […] deberá transcurrir como esos sueños en los que al
margen de un acaecer trivial presentimos una carga más grave que no
siempre alcanzamos a desentrañar […] la novela no engaña al lector,
no lo monta a caballo sobre cualquier emoción o cualquier intención,
sino que le da algo así como una arcilla significativa, un comienzo de
modelado, con huellas de algo que quizá sea colectivo, humano y no
individual. Mejor, le da como una fachada, con puertas y ventanas
detrás de las cuales se está operando un misterio que el lector cómplice
deberá buscar (de ahí la complicidad) y quizá no encontrará (de ahí
el copadecimiento). Lo que el autor de esa novela haya logrado para
sí mismo, se repetirá (agigantándose, quizá, y eso sería maravilloso)
en el lector cómplice. J. Cortázar. Rayuela..., op. cit., pp. 452-454.

| 183
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

compañero de camino, pues sin él, es decir, sin la re-creación


de sus obras por parte del lector, no puede el autor sugerir
acción alguna para el hombre de hoy, lo que significaría la
frustración para él tanto en cuanto como hombre como en
cuanto artista”20. Esto puede observarse en el siguiente modelo.
Relación vital entre el poeta mago y el lector cómplice

Fuente: Elaboración propia a partir de László Scholz.21

Como se puede observar en este modelo22, el poeta (1)


crea una obra que será recreada por los lectores cómplices
(1 y 2…), quienes al “vivir” creativamente las propuestas sim-
bólicas, surrealistas, éticas y estéticas del texto, generarán
acciones e ideas que, a través de su experiencia lectora, se

20 L. Scholz, El arte poética…, op. cit.


21 Ibid. p. 33.
22 Nos parece pertinente aclarar: László Scholz no desarrolla una explicación
sobre “la cadena” para establecer la poética de Cortázar, digamos que lo
que decimos sobre la operación de la poética es nuestra interpretación
cómplice y perversa.

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La fantástica musa de Perogrullo

integrarán, ontológicamente, a su ser (1 y 2…). Esto, a su vez,


una vez exteriorizado, producirá reacciones ontológicas en
el mismo autor (poeta 1’), quien retomará esas experiencias
lectoras y de vida para crear otra obra, a partir de la rever-
beración (feed back) vicaria entre él y sus lectores cómplices.
Este complejo proceso de avances y retrocesos entre el
autor y el lector, cual danza de esgrimistas en alfombra verti-
cal, forma parte del paradigma que Cortázar tenía sobre una
nueva forma de escribir y leer novelas. Al respecto, Malva E.
Filer sostiene: “Cortázar ha escrito Rayuela para inducir al
lector a liberarse de la inercia y la sumisión a lo escrito, para
crear un lector que sea parte activa e independiente en la em-
presa de crear la novela.”23 Para reforzar lo anterior, el mismo
Cortázar comentó: “Rayuela estaba destinada a destruir esa
noción de relato hipnótico. Yo quería que el lector estuviera
libre, lo más libre posible, el lector tiene que ser un cómplice”.24
En este tenor de ideas, Walt Whitman25 dijo que el texto,
el autor y el lector26 se reflejaban mutuamente en el acto de
leer, un acto cuyo significado él ampliaba hasta abarcar toda

23 M. E. Filer. Los mundos de…, op. cit., p. 25.


24 Evelyn Picón Gardfield. Cortázar por Cortázar. México: Universidad
Veracruzana, 1978, p. 117.
25 A. Manguel. Una historia de la lectura…, op., cit., pp. 181-182.
26 Morelli al relacionar con otro pasaje: “¿Cómo contar sin cocina, sin
maquillaje, sin guiñadas de ojo al lector? Tal vez renunciando al puesto
de que una narración es una obra de arte. Sentirla como sentiríamos el
yeso que vertemos sobre un rostro para hacerle una mascarilla. Pero
el rostro debería ser el nuestro”. J. Cortázar. Rayuela..., op. cit., p. 544.

| 185
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

actividad humana, así como el universo en que todo aquello


tenía lugar. “En esta asociación, el lector refleja al escritor
(él y yo somos uno). El mundo se hace eco de un libro (el
libro de Dios, el libro de la Naturaleza), el libro está hecho de
carne y de sangre (la carne y la sangre del escritor, las cuales,
por medio de una transustanciación literaria, se hacen mías),
el mundo es un libro que hay que descifrar (los poemas del
escritor se convierten en mi lectura del mundo).” Este acto
de integración, de “transustanciación literaria” como lo llamó
Whitman, puede verse en la poética de Julio Cortázar, así
como en la necesidad de un lector cómplice que, en coautoría
escriba, viva y recorra el camino caleidoscópico de la Rayuela.
Para finalizar, Cortázar dijo: “Oliveira no es filósofo porque
yo no soy un filósofo”.27 Es decir, el personaje comparte la his-
toria, aficiones y locuras del autor, y con la idea del poeta como
mago ontológico que crea obras que lo contienen vitalmente,
Rayuela, hecha por un escritor complejo, contradictorio, in-
tuitivo y surrealista, requiere también de un lector cómplice
creativo, discordante, perverso, caótico, rebelde, porque obra,
autor, lector y mundo, siguiendo a Whitman, están contenidos
transustanciados en un párrafo del libro del universo.

27 O. Pregón. La fascinación de las palabras…, op. cit., p. 103.

186 |
Alejo Carpentier y El reino de este
mundo de maldiciones y gerundios

Agobiado de penas y de tareas, hermoso dentro de su miseria, capaz


de amar en medio de las plagas, el hombre sólo puede hallar su
grandeza, su máxima medida en el Reino de este Mundo.
Alejo Carpentier1.

H
ace algunos años, en la Facultad de Filosofía y Letras,
tomé un curso para profesores del bachillerato (or-
ganizado por la Dirección General de Asuntos del
Personal Académico) titulado: Panorama actual de la literatura
latinoamericana. En dicho espacio académico revisamos a los
narradores del siglo XX más representativos de América Latina:
Rulfo, Borges, Cortázar, Onetti y, por supuesto, Carpentier2.
De él leímos Viaje a la semilla, cuento que después de sor-

1 Alejo Carpentier. El reino de este mundo. México: Siglo XXI, 2007.


Vol. 2, p. 119.
2 Algunos profesores, durante los descansos, externaron su molestia:
“si el curso era de literatura ‘actual’, ¿por qué estamos leyendo autores
que ya conocemos de sobra?” Al parecer, mi silencio ignoto no inco-
modó a nadie.

| 187
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

prenderme por su construcción temporal (escrito del presente


al pasado, in extrema res), y con un exquisito despliegue de
acciones y descripciones “en reversa”, que, por cierto, hizo el
honor de acompañarme a clases y enseñarle tiempo y espacio a
mis alumnos; incluso me ayudó a fundamentar una discusión
sobre la prolepsis en un cuento de Raymond Chandler con mi
querido amigo Netzahualcóyotl Soria.
Sin embargo, como si fuera una maldición, no volví a leer
otra cosa de Carpentier. Así, maldito, pasaron los años sin
que leyera otro de sus textos. Un día de vacaciones resarcí el
sacrilegio literario, y mi ausencia irreverente de las páginas
de este fundamental escritor cubano.
El reino de este mundo es una novela breve, pero a la vez
inagotable. Por un lado, relata los momentos históricos más
importantes del pueblo haitiano a través de la vida del perso-
naje principal: Ti Noel y, por el otro, recrea la génesis de los
mitos y leyendas esenciales de esta isla del Caribe. El resultado
de la conjunción entre historia y mitología es un concepto
que acuña el mismo Carpentier: lo real-imaginario. Bajo este
concepto, integra la sucesión de causas y efectos históricos
con la mirada fantástica de un pueblo que, por necesidad, se
refugia en la religión vudú como único resquicio de felicidad
y buen vivir. Así, Ti Noel fue esclavo, padre, desertor, asesino,
prófugo, hombre libre, pordiosero, hacendado, ave, garañón,
avispa, hormiga, ganso y cuerpo “de carne transcurrida”.3 Toda
esta historia ad ovo se cuenta gracias a la interacción de varios
personajes y espacios paralelos, ramificaciones y posibilidades

3 Ibid. p. 118.

188 |
La fantástica musa de Perogrullo

que el autor no cierra, no cancela, lo que le brinda al lector


la posibilidad de constituir algunos elementos no dichos en
la obra, obligándolo a participar activamente en la historia
real-imaginaria de esta seductora novela.
A medida que se adentra en ese universo abierto, y des-
de el ámbito de lo discursivo, algo que salta a la vista es el
uso continuo y atinado de gerundios y participios. Si bien
el primero vincula las acciones, y el segundo las adjetiva, al
aplicarlos con regularidad, Carpentier le otorga mayor ritmo
y profundidad al relato. De esta manera las acciones no sólo
se conectan vertiginosas unas con otras, casi simultáneas, sino
que además son descritas y calificadas al mismo tiempo. Para
muestra, tres ejemplos:

Los delegados habían olvidado la lluvia que les corría de la


barba al vientre, endureciendo el cuero de los cinturones.
Una alarida se había levantado en medio de la tormenta.
Junto a Bouckman, una negra, de largos miembros, estaba
haciendo molinetes con un machete ritual.4

En el colmo de la exaltación, un inspirado se había montado


sobre las espaldas de dos hombres que relinchaban, traba-
dos en piafante perfil de centauros, descendiendo, como a
galope de caballo, hacia el mar que, más allá de la noche,
más allá de muchas noches, lamía las fronteras del mundo
de los Altos Poderes.5

4 Ibid. pp. 51-52.


5 Ibid. p. 77.

| 189
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

El gobernador entreabrió la hamaca para contemplar el


semblante de Su Majestad. De una cuchillada cercenó uno de
los dedos meñiques, entregándolo a la reina, que lo guardó
en el escote, sintiendo cómo descendía hacia su vientre, con
fría retorcedura de gusano.6

De esta forma, tan sólo por el manejo de las formas verbales,


gran parte de las acciones del relato se encuentran imbrica-
das, descritas y adjetivadas, dándole un ritmo casi vicario a
la narración, rescatando, también, la ubicuidad del discurso
hablado; ambos ejemplos del reconocido artificio de la pluma
de Carpentier.
Si con lo dicho hasta aquí, no he motivado una inmediata
lectura del Reino de este mundo, de Alejo Carpentier, enseguida
presento algunas citas comentadas como una “pruebita”. Cabe
señalar que no son todas las que se pudieran rescatar, tan
sólo las que perturbaron, inmisericordes, mi lectura maldita.

Se sabía de mujeres violadas por grandes felinos que habían


trocado, en la noche, la palabra por el rugido.7

Con esta oración Carpentier fundamenta parte de su re-


al-imaginario: el mito del hombre lobo, la bestia que sólo
espera un resquicio de nuestra fe para apoderarse de nuestro
cuerpo, de nuestra lengua y de nuestras mujeres.

6 Ibid. p. 100.
7 Ibid. p. 29.

190 |
La fantástica musa de Perogrullo

Nunca quietas en el asiento trasero, diez mulatas de enaguas


azules piaban a todo trapo, en gran tremolina de hembras
al viento.8

Cuando leí esta oración vi una feliz imagen: diez mujeres,


bajo un cielo azul virginal, moviéndose al unísono por el viento
y la carreta, saludan felices a todos los que las vemos pasar:

—¡Hasta pronto, hermosas mulatas! —grité emocionado


mientras leía.
El Dios de los blancos ordena el crimen. Nuestros dioses
nos piden venganza. Ellos conducirán nuestros brazos y
os darán la asistencia. ¡Rompan la imagen del Dios de los
blancos, que tiene sed de nuestras lágrimas; escuchemos en
nosotros mismos la llamada de la libertad!9

El enfrentamiento cultural, económico y social entre los


colonizadores y los nativos-esclavos trasciende el plano de la
realidad y continúa en el ámbito de lo divino: los dioses del
nuevo y del viejo mundos, también están en guerra.

Mademoiselle Floridor, quien, en sus noches de tragedia,


lucía aún, bajo la túnica ornada de meandros, unos senos
nada dañados por el irreparable ultraje de los años.10

8 Ibid. pp. 48-49.


9 Ibid. p. 51.
10 Ídem, p. 55.

| 191
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

Con esta oración, junto con otras de alto contenido erótico,


Carpentier consolida el tono sensual, caliente, de la novela.
Serían pertinentes varios fragmentos de los recorridos que
hace Solimán, el brujo masajista “eternamente atormentado”,
por el ebúrneo cuerpo aristócrata de Paulina Bonaparte. Por
respeto a los púberes lectores, se recomienda la lectura directa.

Tomada esa decisión, Ti Noel se sorprendió de lo fácil que


es transformarse en animal cuando se tiene poderes para
ello. Como prueba se trepó a un árbol, quiso ser ave, y al
punto fue ave. 11

La transformación de Ti Noel, como la de Mackandal, son


ejemplos de creación, no sólo mítica, sino también poética
de lo real-imaginario. Quizá como este proceso de reivin-
dicación en el que vuelvo a leer a Carpentier con la firme
promesa de seguir haciéndolo; de otra forma no seré avispa,
hombre lobo o ganso, y seguiré maldito; o mucho peor: no
tendré acceso a la sensualidad, y el erotismo me será vedado
en el Reino de este mundo.

11 Ibid. p. 114.

192 |
El informe de Brodie de
Jorge Luis Borges: el duelo entre el
gaucho y la sombra acuchillada

El ejercicio de las letras es misterioso


y lo que opinamos es efímero.
Jorge Luis Borges1

C
uando leemos a Borges, para algunos y de manera
inmediata, comienza un tortuoso proceso de asimi-
lación que casi siempre termina con la frase: “no he
leído nada”; y es que por más que tengamos cientos de autores
canónicos en los ojos, con humildad obligada, vemos la
vastedad de su inhóspita y colectiva insuficiencia. Sin embargo,
también algunos, envalentonados por ingenuos, no sólo nos
atrevemos a leerlo, sino también a escribir sobre él.
Publicado por primera vez en 1970, El informe de Brodie es
un libro de once cuentos que, como escribe el mismo Borges,
son imitaciones, “sin inmodestia por un hombre en los lindes
de la vejez,”2 de los últimos relatos de Kipling: “laberínticas,

1 Jorge Luis Borges. El informe de Brodie. Madrid: Alianza-Emecé, 1974,


p. 10.
2 Ídem, p. 9.

| 193
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

angustiosas y lacónicas obras maestras”.3 Borges define su obra


e incluso sentencia: “He intentado, no sé con qué fortuna, la
reducción de cuentos directos. No me atrevo a afirmar que
son sencillos; no hay en la tierra una sola página, una sola
palabra, que lo sea, ya que todas postulan el universo, cuyo
más notorio atributo es la complejidad”.4
Efectivamente, esa complejidad, representada por una
multitudinaria orquesta de textos imbricados nos lleva, por
momentos, al caos, pero no de la anécdota, sino de la interpre-
tación. Es decir, podemos contar con facilidad la historia de los
relatos, pero la existencia de vasos comunicantes entre ellos5
y con otros relatos, como Don Segundo Sombra, de Ricardo
Güiraldes,6 con el que comparte datos históricos, nombres,
fechas y atributos, que el erudito domina y el lego intuye, son
pasaportes (erudito) o promesas de pasaportes (lego) hacia
otras construcciones de sentido, efectos e interpretaciones.

3 Ídem.
4 Ibid, p. 10.
5 “Dos relatos —no diré cuáles— admiten una misma clave fantástica.
El curioso lector advertirá ciertas afinidades íntimas. Unos pocos
argumentos me han hostigado a lo largo del tiempo; soy decididamente
monótono”. Ibid, p. 11.
6 La novela de Ricardo Güiraldes, Don Segundo Sombra, aparece en
dos momentos: “Le pregunté si entre las armas no figuraba la daga
de Moreira, en aquel tiempo el arquetipo del gaucho, como después
fueron Martín Fierro y Don Segundo Sombra” (p. 54). “En toda la
casa no había otros libros que una serie de la revista La Chacra, un
manual de veterinaria de lujo del Tabaré, una Historia del Shorthorn
en la Argentina, unos cuantos relatos eróticos o policiales y una novela
reciente: Don Segundo Sombra”. (pp. 126-127).

194 |
La fantástica musa de Perogrullo

Por ejemplo, en el primer cuento, “La intrusa”, se narra la


historia de dos hermanos gauchos que compartían todo, hasta
la mujer; y por el amor desmesurado que le profesaban, la ma-
taron para también compartir su ausencia. Esa es la anécdota,
sin embargo, la interpretación (lego) podría incluir una crítica
al machismo del gaucho, propietario de una mujer privada de
elegir sus afectos, reflejo de ese momento histórico, porque “un
hombre que piense cinco minutos seguidos en una mujer no
es un hombre sino un marica.”7 Y también porque los gauchos
“eran altos, fuertes, huesudos, de pelo que tiraba a rojizo y de
caras indiadas. Casi no hablaban, solían ignorar por igual
el año en que nacieron y el nombre de quien los engendró”.8
La venganza es otro de los tópicos de algunos cuentos,
por ejemplo, en “El encuentro” se narra la historia de dos
cuchillos que se buscaban para medir su filo, sin importar
el gaucho que tuviera a bien sostenerlos. La animación del
objeto vengativo, cuchillo maldito cargado del odio gaucho,
por supuesto que nos lleva a los linderos de la metafísica, del
alma que reencarna en forma de cuchillo para cumplir su
vendetta.9 “El otro duelo” es un relato de dos gauchos que se

7 Ibid, p. 45.
8 Ibid, pp. 125-126.
9 “Maneco Uriarte no mató a Duncan; las armas, no los hombres, pelearon.
Habían dormido, lado a lado, en una vitrina, hasta que las manos las
despertaron. Acaso se agitaron al despertar; por eso tembló el puño de
Uriarte, por eso tembló el puño de Duncan. Las dos sabían pelear —no
sus instrumentos, los hombres— y pelearon bien esa noche. Se habían
buscado largamente, por los largos caminos de la provincia, y por fin
se encontraron, cuando sus gauchos ya eran polvo. En su hierro dor-

| 195
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

buscaron toda la vida para medir puntas y el día que los atra-
pan, en plena revolución, el enemigo les otorga como última
voluntad terminar su disputa con una carrera que definirá
al mejor de ellos, eso sí, correrán con el cuello rebanado.10
Con tanta sangre y venganza, con tanto duelo entre gau-
chos y cuchillos, ¿a quién estaba retando Borges? ¿A Kipling?,
¿se batía con él en la posteridad?, ¿quién será el mejor de los
dos cuchillos?, ¿de los dos legados? Quizá el mismo Borges
pueda responder: “En aquel duelo delicado que no sólo adi-
vinamos algunos íntimos no hubo derrotas ni victorias, ni
siquiera un encuentro ni otras visibles circunstancias que
las que he procurado registrar con respetuosa pluma. Sólo
Dios (cuyas preferencias estéticas ignoramos) puede otorgar
la palma final”.11
Por otra parte, ya en el plano discursivo, el narrador que
utiliza Borges no sólo es culto, sino que, además, busca, a
través de un conjunto de trucos, insistente y oficioso, una idea
de verdad sólo para que el lector “caiga” y crea en la mentira.
Así, le llena de realidad los bolsillos al lector y confía en la

mía y acechaba un rencor humano. Las cosas duran más que la gente.
Quién sabe si la historia concluye aquí, quién sabe si no volverán a
encontrarse”. Jorge Luis Borges. El informe de Brodie…, op. cit., p. 60.
10 “Nolan dio la señal. Al Pardo, envanecido por su actuación, se le
fue la mano y abrió una sajadura vistosa que iba de oreja a oreja; al
correntino le bastó con un tajo angosto. De las gargantas brotó el
chorro de sangre; los hombres dieron unos pasos y cayeron de bruces.
Cardoso, en la caída, estiró los brazos. Había ganado y tal vez no lo
supo nunca.” Ibid, p. 103.
11 Ibid, p. 93.

196 |
La fantástica musa de Perogrullo

historia. Por ello, el narrador siempre pone distancia con lo


narrado, a él se lo contaron en alguna cantina o librería, esta
estrategia crea una atmósfera de acontecimiento casi verdade-
ro, verosímil, producto de la ficción de un escritor que, como
la pistola de Filiberto García de El Complot mongol, “sabe su
oficio”. Aquí algunos ejemplos, empecemos con el narrador
testigo de “El encuentro”:

El hecho aconteció, por lo demás, hacia 1910, el año del


cometa y del Centenario. […] Los protagonistas ya han
muerto; quienes fueron testigos del episodio juraron un
solemne silencio. También yo alcé la mano para jurar y sentí
la importancia de aquel rito, con toda la romántica seriedad
de mis nueve o diez años. No sé si los demás advirtieron que
yo había dado mi palabra, no sé si guardaron la suya. Sea lo
que fuere, aquí va la historia, con las inevitables variaciones
que traen el tiempo y la buena o mala literatura.12

Después de una suerte de historiografía, en el relato “La


intrusa”, el narrador, convencido de que las dos versiones de
la historia coinciden, y en un acto de honestidad dice: “la
escribo ahora porque en ella se cifra, si no me engaño, un
breve y trágico cristal de la índole de los orilleros antiguos. Lo
haré con probidad, pero ya preveo que cederé a la tentación
literaria de acentuar o agregar algún pormenor”.13

12 Ibid, pp. 51-52.


13 Ibid, pp. 17-18.

| 197
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

Por su parte, en “El duelo”, el narrador se convierte en


escritor e introduce al lector con la siguiente aclaración: “Los
hechos ocurrieron en Buenos Aires y ahí los dejaré. Me li-
mitaré a un resumen del caso, ya que su lenta evolución y su
ámbito mundano son ajenos a mis hábitos literarios. Dictar
este relato es para mí una modesta y lateral aventura. Debo
prevenir al lector que los episodios importan menos que la
situación que los causa y los caracteres”.14 Esta técnica ya la
utilizaba Edgar Allan Poe para involucrar al lector, como un
exordio que no sólo llama la atención, ambienta y advierte,
también forma parte de la anécdota misma.
Prosiguiendo con estos ingenuos atisbos, se presentan
una serie de citas del cuento con que Borges titula su libro,
El informe de Davis Brodie: la traducción de un manuscrito
que retrata las costumbres y creencias de los Yahoos, una
tribu de las regiones selváticas del Brasil. Este cuento ahu-
mado por un vaporoso humor negro presenta una cargada y
ácida simbología política y religiosa. Se burla del poder, de
los hombres de fe y de Dios. Aquí unos ejemplos:

En la tribu Yahoo
cada niño que nace está sujeto a un detenido examen; si
presenta ciertos estigmas, que no me han sido revelados,
es elevado a rey de los Yahoos. Acto seguido lo mutilan, le
queman los ojos y le cortan las manos y los pies, para que
el mundo no lo distraiga de la sabiduría. Vive confinado en
una caverna, cuyo nombre es Alcázar, en la que sólo pueden

14 Ibid, pp. 85-86.

198 |
La fantástica musa de Perogrullo

entrar los cuatro hechiceros y un par de esclavas que lo


atienden y lo untan de estiércol.15

A los hechiceros, los religiosos y metafísicos, “el vulgo les


atribuye el poder de cambiar en hormigas o en tortugas a
quienes así lo desean […] Gozan también de la facultad de la
previsión; declaran con tranquila certidumbre lo que sucederá
dentro de diez o quince minutos. Indican, por ejemplo: Una
mosca me rozará la nuca o No tardaremos en oír el grito de
un pájaro”.16
Los Yahoos creen en un dios “cuyo nombre es Estiércol,
y que posiblemente han ideado a imagen y semejanza del
rey; es un ser mutilado, ciego, raquítico y de ilimitado poder.
Suele asumir la forma de una hormiga o de una culebra.”17
¿Dios se transforma en bestia, en culebra? ¿Zeus o el Diablo?
En este cuento, el único digamos de corte irónico-sim-
bólico-político-religioso, nos platica cómo son los poetas
de esta tribu:

A un hombre se le ocurre ordenar seis o siete palabras, por lo


regular enigmáticas. No puede contenerse y las dice a gritos,
de pie, en el centro de un círculo que forman, tendidos en
la tierra, los hechiceros y la plebe. Si el poema no excita, no
pasa nada, si las palabras del poeta los sobrecogen, todos
se apartan de él, en silencio, bajo el mandato de un horror

15 Ibid, p. 138.
16 Ibid, pp. 140-141.
17 Ibid, p. 142.

| 199
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

sagrado. Siente que lo ha tocado el espíritu; nadie hablará


con él ni lo mirará, ni siquiera su madre. Ya no es un hombre
sino un dios y cualquiera puede matarlo. El poeta, si puede,
busca refugio en los arenales del Norte.18

Por último, dos citas más:

Los diarios habían puesto a su alcance páginas de Lugones


y del madrileño Ortega y Gasset; el estilo de esos maestros
confirmó su sospecha de que la lengua a la que estaba pre-
destinada es menos apta para la expresión del pensamiento
o de las pasiones que para la vanidad palabrera.19

Es interesante la fuerte crítica que le hace Borges a su lengua


materna, mantiene con vida la creencia medieval en la que el
latín era la lengua de la gente culta, de la aristocracia, mien-
tras que la lengua materna era para el vulgo, para el pueblo.

La amistad no es menos misteriosa que el amor o que cual-


quiera de las otras fases de esta confusión que es la vida. He
sospechado alguna vez que la única cosa sin misterio es la
felicidad, porque se justifica por sí sola.20

Finalmente, con esta cita se puede discernir que el misterio


en Borges se mantiene como una de sus obsesiones, como

18 Ibid, pp. 144-145.


19 Ibid, p. 87.
20 Ibid, pp .32-33

200 |
La fantástica musa de Perogrullo

tema y técnica, paradigma de su oficio, sin embargo, cuando


habla de la felicidad procura no cubrirla y desnudarla, quizá
como un anhelo desde la ciega sombra acuchillada.

| 201
La Obra maestra de
Ramón López Velarde

Si tengo un hijo haré que nadie nunca le enseñe nada.


Quiero que sea tan perezoso y feliz como a mí
no me dejaron ser mis padres, ni a mis
padres mis abuelos, ni a mis abuelos Dios.
Salvador Novo, El amigo ido.

R
amón López Velarde, el poeta de la Revolución mexi-
cana, el poeta nacional, universal,1 el tigre enjaulado, el
artífice de “ La Suave Patria” —conocida de memoria
por Borges,2 Bioy y Neruda3—, el profesor de Literatura Es-

1 “Leer la obra completa de Ramón López Velarde es nutrirse de una


poesía universal que conmueve las regiones más vibrantes de nuestra
sensibilidad”. Dolores Castro “Ramón López Velarde. Gran poeta
jerezano, provinciano, mexicano y universal”, en Río memorioso. Obra
reunida. Aguascalientes: UAA, 2009, p. 531.
2 “La suave patria” se publicó en la revista El Maestro, “dirigida por José
Gorostiza y patrocinada por José Vasconcelos […] se repartían cientos
de miles de ejemplares gratuitos en Hispanoamérica. Uno cayó en las
manos de Borges. Se aprendió de memoria ‘La suave Patria’ y no la
olvidó nunca”. José Emilio Pacheco, “López Velarde hacia La suave
Patria” en Letras libres. Núm. 32 (agosto de 2001).
3 Marco Antonio Campos. El tigre incendiado. Ensayos sobre Ramón
López Velarde. Zacatecas: IZC “Ramón López Velarde", 2005, p. 63.

202 |
La fantástica musa de Perogrullo

pañola en la Escuela Nacional Preparatoria y en la Escuela


de Altos Estudios (Facultad de Filosofía y Letras); es el poeta
modernista4—vanguardista5—contemporáneo6 con mayor
trascendencia en la literatura nacional de principios del siglo
XX. En vida publicó dos poemarios: La sangre devota (1916), y
Zozobra (1919), pero sus amigos y estudiosos recopilaron sus
ensayos y publicaron de manera póstuma El minutero (1923), El
son del corazón (1932) y El don de febrero y otras prosas (1952).

4 “López Velarde cierra espléndidamente el modernismo mexicano y,


al mismo tiempo que Tablada, lo convierte en modernidad, piedra de
fundación de nuestra poesía contemporánea. Sólo el concepto que
identifica el modernismo con una de sus maneras, la de las Prosas
profanas, ha hecho que no se considere modernista a López Velarde,
privando a esta gran época renovadora del mayor poeta que estuvo
entre nosotros. Las influencias que le sirvieron para despertar su
originalidad, sus gustos y afinidades son modernistas”. José Emilio
Pacheco. “Ramón López Velarde”, en Antología del modernismo (1884-
1921). México: UNAM / Era, 1999, pp. 306-307.
5 “Enano para unos, gigante para otros, López Velarde es otro cónclave
entre la caída del modernismo y la asunción de la vanguardia. Equili-
brado entre la pulsión exterior y la interior, López Velarde es un poeta
cívico, pero también intimista […] aunque se le quiera presentar como
el primero de los poetas modernos mexicanos, López Velarde es un
poeta de transición en transición. Puente y no camino. Rogelio Guedea.
Reloj de pulso. Crónica de la poesía mexicana de los siglos XIX y XX.
México: UNAM, 2011, pp. 146 y 151.
6 Dolores Castro señala: “Aunque a veces se le clasifique en la historia
de la literatura como poeta modernista, el autor de ‘Tierra mojada’, no
puede ser sino contemporáneo, y su poema erótico, sensual, con un
final abierto rompe con cuanto hubieran escrito sus contemporáneos
o antecesores modernistas”. D. Castro. “Ramón López Velarde”…, op,
cit., p. 533.

| 203
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

A pesar de que su obra no fue prolífica, sí fue profunda e


intensa, pues escribía “sin descanso, pero sin prisa”.7 Luchó
por revelar los “secretos sobre la vida, el amor y la muerte […]
expulsando de sí toda palabra, toda sílaba que no naciera de
la combustión de sus huesos”.8 Si bien López Velarde fue un
seminarista dedicado, abogado litigante, profesor de litera-
tura, asesor presidencial y editor de la revista Bohemio9, fue
a la vida del poeta a la que le dedicó su corazón, pues quería
que sus “versos [pudieran] defenderse de la capa de polvo
del tiempo”,10 y lo hicieran inmortal. Se le ha empatado, en
trayectoria paralela, con grandes escritores universales como
Joyce,11 Baudelaire, Lorca, pero los admitidos por él mismo
fueron Rubén Darío, Leopoldo Lugones, José Juan Tablada,
Efrén Rebolledo, Salvador Díaz Mirón y Manuel José Othón.

7 Antonio Castro Leal. “Prólogo” a Poesías completas y El minutero de


Ramón López Velarde. México: Porrúa, 2000, p. XIX.
8 D. Castro. “Ramón López Velarde”…, op, cit., p. 527.
9 Llamo a cuentas la revista El Bohemio, que López Velarde concibió con
sus grandes amigos, por el irónico comentario de Castro Leal: “por
ser una revista bohemia y por mantener su esencia, sólo publicaron
un número”.
10 En el “Prólogo” a la segunda edición de La Sangre devota, en Poesías
completas y El minutero. México: Porrúa, 2000, p. 45.
11 Según Luis Villoro: “la exploración de las posibilidades naturales
del habla, la mitologización de lo cotidiano y la libertad rítmica del
lenguaje fueron algunas de las características que emparentan a Joyce
y López Velarde.” En Palapa Quijas, Fabiola “Por primera vez, padre
e hijo figuran entre los miembros de El Colegio Nacional (Luis y Juan
Villoro), en La Jornada (27 de febrero de 2014), p. 6.

204 |
La fantástica musa de Perogrullo

Por todos es conocido el amor que el poeta sintió por Zaca-


tecas, en especial por sus pueblos de origen: Jerez y Tepeton-
go12, evocándonos la pasión-inspiración con la que Federico
García Lorca escribió sobre Granada. Se ha dicho que hay
cierta secrecía en su poética, que a pesar de lo lumínico de
sus creaciones, hay una “sombra que no logramos develar”13
y, como otros poetas, asió dualidades contrapunteadas como
parte de su sistema de creación: la apacible provincia versus
el vértigo capitalino; sus amores idílicos contra las “náyades
arteras” y las “vírgenes fraternales”; la ingenuidad del mo-
naguillo rivalizando con la habilidad seductora del dandy;14
del monoteísmo cristiano a la poligamia mahometana; de la
Biblia a Las flores del mal. Entre la urdimbre de éstas y otras
dicotomías,15 López Velarde reparó sobre la idea de tener un

12 Alberto Paredes y Severino Salazar sostienen que López Velarde nació


y creció en Tepetongo, donde estaba la hacienda de los Berumen, por-
que dicen: “No es fácil querer ser porfiriano y provenir de un pueblo
cacofónico”. “¿Puede un dandy nacer en Tepetongo?”, en López Velarde
1888-1921, Revista de la Biblioteca de México, Núm. 65-66.
13 Marco Antonio Campos. El tigre incendiado…, op. cit., p. 9.
14 “Imagino tu sensualidad de católico/ en la misa del Arte. Sutilmente
diabólico/ distraes a los fieles con tu ambigua actitud.” En “A Ramón
López Velarde”, López Velarde..., op. cit., p.121.
15 “Cielo y tierra, virtud y pecado, ángel y demonio, luchan y nada
importa que por momentos venzan el cielo, la virtud y el ángel, si lo
que mantiene el drama es la duración del conflicto, el abrazo de los
contrarios en el espíritu de Ramón López Velarde, que vivió escoltado
por un ángel guardián, pero también por un ‘demonio estrafalario’”.
Xavier Villaurrutia. “Ramón López Velarde” en Obras. México: FCE,
1996, p. 647.

| 205
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

hijo y escribió su Obra maestra, un breve “ensayo danzante”,


diría Villaurrutia, sobre su mirada de la paternidad y su apa-
bullante intromisión en la creación y el arte.
En torno a esta idea gira la búsqueda del presente texto con
la que, dicho de paso, reiteramos, junto a Dolores Castro, José
Emilio Pacheco, Marco Antonio Campos, Antonio Castro Leal,
Guillermo Sheridan y, sobre todo, a Xavier Villaurrutia, que
sin lugar a dudas es la poesía de López Velarde el centro de su
formidable aportación a la literatura mexicana, y que muchos
de sus ensayos hablan sobre temas que cinceló previamente
en sus poemas, como en su Obra maestra, ventana lírica a
su esencia artística y a su mirada crítica sobre un mundo de
atavismos sociales.
En seguida, la Obra maestra16 de López Velarde:

Obra maestra

El tigre medirá un metro. Su jaula tendrá algo más de un


metro cuadrado. La fiera no se da punto de reposo. Judío
errante sobre sí mismo, describe el signo del infinito con tan
maquinal fatalidad que su cola, a fuerza de golpear contra
los barrotes, sangra de un solo sitio.
El soltero es el tigre que escribe ochos en el piso de la
soledad. No retrocede ni avanza.
Para avanzar, necesita ser padre. Y la paternidad asusta
porque sus responsabilidades son eternas.

16 López Velarde..., op. cit., p. 288.

206 |
La fantástica musa de Perogrullo

Con un hijo, yo perdería la paz para siempre. No es que


yo quiera dirimir esta cuestión con orgullos o necias pre-
tensiones. ¿Quién enmendará la plana de la fecundidad? Al
tomar el lápiz me ha hecho temblar el riesgo del sacrilegio,
por más que mis conclusiones se derivan, precisamente,
de lo que en mí pueda haber de clemencia, de justicia, de
vocación al ideal y hasta de cobardía.
Espero que mi humildad no sea ficticia, como no lo es mi
miedo al dar a la vida un solo calificativo: el de formidable.
En acatamiento a la bondad que lucha con el mal, quisiera
ponerme de rodillas para seguir trazando estos renglones
temerarios. Dentro de mi temperamento, echar a rodar
nuevos corazones sólo se concibe por una fe continua y sin
sombras o por un amor extremo.
Somos reyes, porque con las tijeras previas de la noble
sinceridad podemos salvar de la pesadilla terrestre a los
millones de hombres que cuelgan de un beso. La ley de la
vida diaria parece ley de mendicidad y de asfixia; pero el
albedrío de negar la vida es casi divino.
Quizá mientras me recreo con tamaña potestad, reflexio-
na en sí la mujer destinada a darme el hijo que valga más
que yo. A las señoritas les es concedido de lo Alto repetir,
sin irreverencia, las palabras de la Señora Única: ‘He aquí la
esclava…’ Y mi voluntad, en definitiva, capitula a un golpe
de pestaña.
Pero mi hijo negativo lleva tiempo de existir. Existe en
la gloria trascendental de que ni sus hombros ni su frente se
agobien con las pesas del horror, de la santidad, de la belleza
y del asco. Aunque es inferior a los vertebrados, en cuanto

| 207
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

que carece de la dignidad del sufrimiento, vive dentro del


mío como el ángel absoluto, prójimo de la especie humana.
Hecho de rectitud, de angustia, de intransigencia, de furor
de gozar y de abnegación, el hijo que no he tenido es mi
verdadera obra maestra.

López Velarde escribió su Obra maestra cerca del final de


su vida, innegablemente joven, murió a los 33 años17 como
muchos de los grandes.18 En este ensayo poético, la voz lírica
de López Velarde nos hace varias “confesiones” que podríamos
tomar al pie de la letra como verdades, o al estilo de los estu-
diosos, afirmaciones dentro de un corpus poético dentro del
cual todo es verdadero, pero ficticio fuera de él. Sin embargo,
por la selección de los temas también podríamos afirmar,
con un pequeño margen de error, que para López Velarde lo
erótico es sucedáneo, un suculento imán de aromas y hieles
que lo embelesan corporal y poéticamente, en el que la idea
de la paternidad enfrentó a sus primeros arrecifes.
Antes de defender esta aseveración, quisiera retomar las
metaforizaciones iniciales directamente de la Obra maestra.

17 “Cuando acababa de cumplir treinta y tres años y preparaba un viaje


a Europa, murió asfixiado de neumonía y pleuresía a raíz de un paseo
nocturno” por la hoy Avenida Álvaro Obregón, donde estaba su casa.
J.E. Pacheco. “Ramón López Velarde”…, op. cit., p. 306.
18 A propósito, en el Retablo a la memoria de López Velarde, José Juan
Tablada escribió, en 1921, desde Nueva York: “No se ha visto poeta
de tan firme cristiandad, murió a los treinta y tres años de Cristo y en
poético olor de santidad”, en Ramón López Velarde. Obra poética (Verso
y prosa); ed. Alfonso García Morales. México: UNAM, 2016, p. 386.

208 |
La fantástica musa de Perogrullo

Primera: el soltero es un tigre enjaulado, es un fiero cazador


que describe ochos en el piso y que no retrocede ni avanza
porque no es padre. Y la paternidad asusta porque sus res-
ponsabilidades son eternas. Aquí descubrimos una afortu-
nada contradicción tan lopezvelardiana: si la solitaria fiera
está enjaulada por no ser padre, entonces ¿quién lo enjauló
sino ella misma?, se encuentra en auto reclusión profiláctica
porque afuera, en la selva, puede preñar a una hermosa tigre-
sa, unirse en sagrado matrimonio y perder su soltería. Ante
esto, el tigre contesta con un rugido desde su jaula: Con un
hijo, yo perdería la paz para siempre. En efecto, el tigre tiene
miedo, no es ficticio y le da a la vida un solo calificativo: el
de formidable. Sin embargo, el terrible tigre seminarista, a
pesar de que reconoce que la vida es algo formidable, que lo
haría avanzar con valentía por el tiempo y la vejez, reconoce
que lo suyo, lo suyo es la seducción, la cacería: Dentro de mi
temperamento, echar a rodar nuevos corazones sólo se concibe
por una fe continua y sin sombras o por un amor extremo. De
tal modo que tanto la seducción, el artilugio que antecede a
la conquista, el enamoramiento de esas flores hurís, no solo
lo ubica como prioritario, sino también lo sublima a un nivel
religioso, a un “asunto de fe”. Lo anterior puede ejemplificarse
con el extraordinario poema “El son del corazón”,19 en el que
el tigre-dandy reza, con voz profunda, apenas abriendo sus
fauces: Y soy el suspirante cristianismo/ al hojear las bienaven-
turanzas de/ la virgen que fue mi catecismo […] La redondez
de la Creación atrueno/cortejando a las hembras y a las cosas/

19 López Velarde..., op. cit., p. 234.

| 209
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

con un clamor pagano y nazareno. ¡Oh, Psiquis, oh mi alma:


suena a son/moderno, a son de selva, a son de orgía/y a son
mariano, el son del corazón!
Enseguida, el tigre se sobrepone a esta confesión eróti-
co-teológica y nos finta con la importante función del poeta
en la sociedad: Somos reyes, porque con las tijeras previas de
la noble sinceridad podemos salvar de la pesadilla terrestre
a los millones de hombres que cuelgan de un beso. Ergo, los
poetas sin hijos son necesarios para que, a través de su divina
palabra, ayuden a esos hombres inútiles a ser besados y de
paso, exagero, que la poesía se oficie como religión, como un
amoroso vínculo con el Espíritu Santo20 y sus ángeles féminas,
como en el siguiente fragmento de “La ascensión y la asun-
ción”: Dios, que me ve que sin mujer no atino/ en lo pequeño
ni en lo grande, dióme/ de ángel guardián un ángel femenino/
¡Gracias, Señor, por el inmenso don/ que transfigura en vuelo
la caída,/ juntando, en la miseria de la vida,/ a un tiempo la
Ascensión y la Asunción! 21
Después de sostener la importancia de los poetas y su vín-
culo con el altísimo, el tigre lanza un juicio: La ley de la vida
diaria parece ley de mendicidad y de asfixia; pero el albedrío
de negar la vida es casi divino. Quizá mientras me recreo con

20 “Las llaves con que he abierto tu corazón, mis llaves/ sagradas son las
mismas de Pedro el Pescador; y mis alejandrinos, por tristes y por graves/
son como los versículos proféticos de un canto, / y hasta las doce horas
de mis días amor/ serán los doce frutos del Espíritu Santo”, en López
Velarde, Ramón, “Alejandrinos eclesiásticos” de Poesías completas y El
minutero; ed. y pról. Antonio Castro Leal. México: Porrúa, 2000, p. 19.
21 López Velarde..., op. cit., p. 246.

210 |
La fantástica musa de Perogrullo

tamaña potestad, reflexiona en sí la mujer destinada a darme


el hijo que valga más que yo. Para un espíritu que requiere
volar, alejarse de cualquier asidero, la cotidianidad y la rutina
parecen ser las mayores afrentas de un “Príncipe del cielo”,22
para el que la negación de “la vida es casi divino”.
Después, dice: A las señoritas les es concedido de lo Alto
repetir, sin irreverencia, las palabras de la Señora Única: «He
aquí la esclava…» Y mi voluntad, en definitiva, capitula a un
golpe de pestaña. Estas líneas, en las que se entrelee la aversión
al matrimonio, la pérdida de la voluntad y la renuncia a golpe
de pestaña, se comunican con el poema “A la traición de una
hermosa” 23 que, por resonar con planteamientos de la poética
de López Velarde, se transcribe completo.

A la traición de una hermosa

Tú, que prendiste ayer los aurorales


fulgores del amor en mi ventana;
tú, bella infiel, adoración lejana,
madona de eucologios y misales;

tú, que ostentas reflejos siderales


en el pecho enjoyado, grave hermana,

22 Como lo asevera Baudelaire, en El albatros: “Se parece el poeta al


Príncipe del cielo/ que cruza tempestades y se ríe del arco/ desterrado
en el mundo, en medio de las befas/ sus alas de gigante le impiden cami-
nar.” Charles Baudelaire, Las flores del mal. México: Porrúa,1999, p. 9.
23 López Velarde..., op. cit., p. 9.

| 211
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

y en tus ojos, con lumbre sobrehumana,


brillan las tres virtudes teologales:
no pienses que tal vez te guardo encono
por tus nupcias de hoy. Que te bendiga
mi señor Jesucristo. Yo te perdono
tu flaqueza, y esclavo de tu hechizo,
de tu primer hijuelo, dulce amiga,
celebraré en mis versos el bautizo.

Finalmente, en el último párrafo de la Obra maestra, el


tigre concluye sus ideas sobre la paternidad: Pero mi hijo ne-
gativo lleva tiempo de existir. Existe en la gloria trascendental
de que ni sus hombros ni su frente se agobien con las pesas
del horror, de la santidad, de la belleza y del asco. Aunque es
inferior a los vertebrados, en cuanto que carece de la dignidad
del sufrimiento, vive dentro del mío como el ángel absoluto,
prójimo de la especie humana. Hecho de rectitud, de angustia,
de intransigencia, de furor de gozar y de abnegación, el hijo
que no he tenido es mi verdadera obra maestra.
En este 2017, una de las últimas noticias que conmovió
al gremio cultural del orbe hispano fue la exhumación del
cadáver de Salvador Dalí para extraerle ADN y que atestiguara
en una demanda por la supuesta paternidad de una hija no
reconocida. Si bien el hecho nos conmocionó a muchos, la
verdadera nota fue abrir el ataúd con el cadáver del gran Maes-
tro, sus bigotes puntiagudos y equilibristas seguían intactos y
firmes. Sobre la posibilidad de que Dalí haya sido el padre de
una criatura no artística, Avelina Lésper escribió que:

212 |
La fantástica musa de Perogrullo

Si Dalí tuviera un hijo tendría cuerpo de langosta, piernas


de caballo, cabeza de toro, un brazo largo con un arco de
violín y en el otro una garra de águila. Lo desconocería
como padre, lo denunciaría por ser un amante abusivo,
que lo mantiene enjaulado [como López Velarde a su hijo
negativo], obligándolo a pintar, a posar y a cantar. Dalí no
engendra hijos, los hijos lo engendran a él, cada noche se
lo sacan de un muslo, de la cabeza, es un padre multiforme,
intolerable y mentiroso que sus hijos asesinan y devoran sin
placer, por la necedad de acabar con su estirpe.24

Al igual que López Velarde, Dalí y muchos otros artistas


solo engendraron hijos negativos, proles creadas de rectitud,
de angustia, de intransigencia, de furor de gozar y de abnegación,
descendientes imaginarios que en su ausencia se convirtie-
ron en verdaderas obras maestras. Sobre esto, José Emilio
Pacheco afirmó de López Velarde que “su aversión a la vida
familiar (taller de sufrimiento, fuente de desgracia, vivero de
infortunio) y a la voluntaria prolongación del dolor del en-
gendramiento de un hijo es semejante a la actitud de Kafka”25.
Y es que López Velarde, al igual que Kafka, Francis Bacon,
Ludwing Van Beethoven, René Descartes, Georg Friedrich
Händel, Leonardo Da Vinci, Friedrich Nietzche, Platón, entre
muchos otros, forma parte del club de los no engendradores,
de aquellos que se convirtieron en inmortales al concebir

24 Avelina Lésper. “Dalí es el padre”, en Laberinto. Suplemento cultural.


Milenio. Núm. 737 (29 de julio de 2017), p. 2.
25 J.E. “Ramón López Velarde”…, en op. cit., p. 308.

| 213
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

obras magistrales, magnas aquiescencias de la humanidad.


Y es que la Obra maestra de López Velarde da muestra
de esa crisis que caracteriza al artista, y no sólo la que ata-
ñe a su necesidad creadora, sino al conflicto inherente para
transformar, gracias a su negativa de domesticarse, una vida
de soledad en una oportunidad poética. Villaurrutia dijo que
“en su mundo interior se abrazaban en una lucha incesante,
en un conflicto evidente, dos vidas enemigas, y con ellas dos
aspiraciones extremas que imantándolo con igual fuerza lo
ponían fuera de sí. Con una lucidez magnífica, comprendió
que su vida eran dos vidas. Y con esta aguda consciencia,
ante la fuerza misma de las vidas opuestas que dentro de él
se agitaban, fue lo bastante clara para dejarlas convivir y, por
fortuna, no lo llevó a la mutilación de una de ellas”.26
Efectivamente, la crisis y la dualidad son inherentes a López
Velarde, al igual que otros artistas se preguntó: ¿en qué mo-
mento estaría frente a su “Obra maestra”, ¿su mejor creación?,
quizá algunos tengan la oportunidad de saberlo en vida, pero la
mayoría tiene que esperar a que el ágora del tiempo macere su
legado, para que aparezca ese trabajo quinto esencial que per-
durará por siempre. Definitivamente la obra maestra de López
Velarde no es su Obra maestra. El canon le ha dado a Suave
patria ese reconocimiento, también otros de sus poemas de
Arte mayor: Hoy como nunca, La mancha púrpura, Mi corazón
se amerita, Tierra mojada, A las vírgenes, El mendigo, Hormigas,
Idolatría, La lágrima, La última odalisca y El son del corazón.

26 X. Villaurrutia. “Ramón López Velarde”, en Obras. México: FCE,


1996, p. 646.

214 |
La fantástica musa de Perogrullo

Quizá López Velarde esté harto de tanta investigación


judicial sobre sus sentencias y coartadas poéticas, sobre sus
obras maestras, o por cuestionar su decisión lírica de no traer
a este mundo hijos de carne y hueso, pero todo es su culpa,
como dijo José Emilio Pacheco, digiriéndose al poeta: “tú
tienes la culpa por haber escrito esos libros maravillosos”.27

27 José Emilio Pacheco, citado por Guillermo Sheridan, en Un corazón


adicto. México: Tusquets, 2013, p. 321.

| 215
Paraíso y nostalgia
de Margarita Michelena:
la lírica del fantasma desterrado

Cuando todos estaban de ida hacia la muerte,


[ella] venía de vuelta.
Don Segundo Sombra, Ricardo Güiraldes.

Entonces, con el paso de un dormido despierto,


sin rumbo y sin objeto nos echamos a andar.
La noche vierte sobre nosotros su misterio,
y algo nos dice que morir es despertar.
Nocturno miedo, Xavier Villaurrutia.

D
esde hace tiempo el hombre, a partir de los distintos
ámbitos del conocimiento y la cultura, ha buscado
explicar y comprender un fenómeno que la parap-
sicología denominó (de la mano de la mitología popular):
fantasma. El Diccionario de la Real Academia Española define
al fantasma como la “imagen de una persona muerta que se
aparece a los vivos”1; por su parte, la Enciclopedia Británica
los llama “visiones quiméricas” e “imágenes de un objeto que

1 Diccionario de la Real Academia Española. “Fantasma”, en //buscon.


rae.es/draeI/>. 6 may. 2010.

216 |
La fantástica musa de Perogrullo

quedan impresas en la fantasía.”2 Para la literatura3, la poesía


y el cine, el fantasma se ha consumado artísticamente como
un hermoso espejismo de nuestros oscuros deseos.
Al respecto, José Espronceda escribió: el fantasma es “fu-
gitiva vela, esperanza blanca y vaporosa”4; para Edgar Allan
Poe es “un alma que, sobre la tumba gris, yace con sombríos
pensamientos”5; Guillermo del Toro, en su película, El espinazo
del diablo, dice: es “un evento terrible condenado a repetirse
una y otra vez […]; un sentimiento suspendido en el tiem-
po; como una fotografía borrosa, como un insecto atrapado
en ámbar”.6 Así, los espectros que regresan del ultramundo,
“capturados” en esta dimensión, comparten el tormento y el

2 Lexipedia. Diccionario enciclopédico. “Fantasma”, en Enciclopedia


Británica Publishers, Versailles, 1995-1996. T.2, p. 170.
3 En la literatura, el tema del fantasma tiene gran importancia, he aquí
algunos ejemplos clásicos: Hamlet, de William Shakespeare; El fantasma
de Canterville, de Oscar Wilde; El monte de las ánimas, de Gustavo
Adolfo Bécquer; En la cripta, de H.P. Lovecraft; Aura, de Carlos Fuentes;
Pedro Páramo, de Juan Rulfo; El resplandor, Christine y Cementerio de
mascotas, de Stephen King; La casa de los espíritus, de Isabel Allende,
y un largo y vaporoso, etcétera.
4 José Espronceda. El estudiante de Salamanca (1842); pról. Juana de
Ontañón. México: Porrúa, 1972, p. 53.
5 Edgar Allan Poe. “Espíritus de los muertos”, en El cementerio de los
versos. cementeriodelosverso.foroactivo.net/poemas-y-versos-de-auto-
res-famosos-conocidos-y-no-conocidos-f16/espiritus-de-los-muertos-
edgar-allan-poe-t802.htm>. 7 may. 2010.
6 Guillermo del Toro (director.), El espinazo del diablo. México-España.
El Deseo Films, 106 mins, 2001.

| 217
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

dolor por lo perdido; un fantasma sufre, extraña el cuerpo,7 la


piel y aquellas cosas que dejó pendientes. Sin embargo, y en
el sentido inverso, algunos vivos, al experimentar una muerte
clínica, prueban el sueño eterno por algunos minutos y, al
resucitar, no hacen otra cosa que atormentarse por la belleza y
la paz que dejaron, transformándose en vagabundos agónicos,
espectros en pena, de carne y hueso, tal como el yo lírico de
una de las poetas mexicanas más importantes y a la vez poco
leídas de mediados del siglo XX: Margarita Michelena.
Este texto busca analizar la temática principal de Paraíso y
nostalgia (1945),8 el primer poemario de Margarita Michelena.
Para ello revisaremos brevemente la biografía de la autora, su
contexto histórico, así como los elementos formales (rima,
métrica y ritmo) de algunos poemas. Cabe señalar que para
profundizar ambas dimensiones de análisis (fondo y forma),
por un lado estudiaremos la entrevista que le concedió Mar-
garita Michelena a Ana María Jaramillo, publicada en Tierra
Adentro,9 y por el otro, nos apoyaremos en el libro Cómo se

7 “La muerte es un lento proceso físico y mental que forma parte de la


misma naturaleza. Si admitimos alguna trascendencia para el espíritu,
no todo acaba en la putrefacción de los tejidos y en la desintegración
de los huesos.” José Antonio Valverde. “Muerte y reencarnación”, en
Enciclopedia del ocultismo. Las ciencias prohibidas. Madrid: Ediciones
Quorum, 1987, p. 2.
8 Margarita Michelena. “Paraíso y nostalgia”, en Reunión de imágenes.
México: FCE, 1990, pp. 7-32.
9 Ana María Jaramillo. “Poesía: poner todo en su lugar. Entrevista con
Margarita Michelena”, en Tierra Adentro (marzo-abril de1993), pp. 4-8.

218 |
La fantástica musa de Perogrullo

comenta un poema,10 de Ángel Luis Luján Atienza, en particu-


lar el capítulo: “Pragmática del poema”. Sin más preámbulos,
enseguida las imbricaciones entre la vida-muerte-vida de
Michelena y su génesis poética.

De la sutileza al retorcimiento de la torre


Margarita Michelena11 nace el 21 de julio de 1917 en la ciu-
dad de Pachuca. Poeta, narradora, feminista, traductora y

10 Ángel Luis Luján Atienza. “Pragmática del poema”, en Cómo se comenta


un poema. Madrid: Síntesis, 2000, pp. 225-271.
11 Margarita Michelena “fue guionista de la estación de radio XEW, editora
en los periódicos Novedades y Excélsior. Dirigió el suplemento cultural
de la revista Siempre! y colaboró en las revistas Examen, Pájaro Cascabel,
así como en la revista América, publicada por la Unión Panamericana
de Washington, bajo la dirección de Efrén Hernández y para la Casa
de la Cultura de Ecuador. Michelena fue directora de la revista literaria
El libro y el pueblo, editada por la SEP, después de lo cual realizó el
estudio sobre novela y cuento mexicanos para el número monográfico
de Messico, publicado por Centro de Acción Latina de Roma. En 1967
dirigió la revista política Respuesta, y estuvo a cargo del departamento
de prensa de la Dirección General de Información del Departamento de
Turismo. A finales de los años 70, Michelena reunió a varias escritoras y
periodistas y creó el primer diario nacional elaborado por y para mujeres.
En 1980 aparece el diario Cotidiano y su lema era: ‘La expresión de la
mujer en la noticia’; su principal objetivo fue dar a conocer las noticias
desde el punto de vista femenino. Como crítica publicó Notas en torno a
la poesía contemporánea. Tras una enfermedad que le produjo parálisis
facial, su estado de salud empeoró y, víctima de un derrame cerebral,
murió en la ciudad de México el 27 de marzo de 1998”, en Marisol Flores.
“Paradójica escasez de obras de Margarita Michelena en Hidalgo”. El Inde-
pendiente.com.mx de Hidalgo. www.elindependientedehidalgo.com.mx/

| 219
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

periodista, fue hija de padres españoles (del País Vasco)12. Su


infancia trascurrió entre México y Pachuca; estudió algunos
cursos en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.13
Sus libros de poesía son: Paraíso y nostalgia (1945), Laurel
del ángel (1948), 3 poemas y una nota autobiográfica (1953), La
tristeza terrestre (1954) y Reunión de imágenes (1969). Forma
parte de la generación de los poetas nacidos en la década de
1910-1920: “Concha Urquiza, Miguel Bustos Cerecedo, Oc-
tavio Paz, Efraín Huerta, Neftalí Beltrán, Raúl Leiva, Alfredo
Cardona Peña, Margarita Michelena, Francisco Gines de los
Ríos, Emma Godoy, Griselda Álvarez, José Cárdenas Peña, Alí
Chumacero, Tomás Díaz Bartlett”.14 A propósito de su poesía
y feminismo artístico, Octavio Paz comentó:

Margarita Michelena y Rosario Castellanos: aunque no escri-


ben lo que se llama ‘poesía femenina’, sus poemas no habrían
podido ser escritos sino por dos mujeres enteras y que asumen
su condición. Los poemas de Margarita Michelena son torres

12 Tanto la crítica como ella misma reconocen a “Notas para un árbol


genealógico” como su mejor poema (Michelena, 111-127), en él
decanta su mirada sobre sus orígenes vascos, así como la mitología,
la historia y las gentes que, sagradas y silenciosas, fluyen en su sangre
de sabor a viejo mundo. Es un “texto que corona y concluye su obra
poética, de fuerte raigambre personal y aspiración a la trascendencia
sin concesiones, recogida en Reunión de imágenes”. A.M. Jaramillo.
“Poesía: poner todo en su lugar”…, op. cit., p. 4.
13 Flores... Ídem.
14 Carlos González Peña. Historia de la literatura mexicana. Desde los
orígenes hasta nuestros días. México: Porrúa, 1962, pp. 294 y 296.

220 |
La fantástica musa de Perogrullo

esbeltas, construcciones intelectuales de una sensibilidad


inteligente. Introspección, dialéctica interior que no pocas
veces se desliza de la sutileza a retorcimiento. […] Margarita
Michelena y Rosario Castellanos pertenecen a la tradición
de la ruptura sólo en momentos aislados.15

Efectivamente, en la poética de Margarita Michelena ob-


servamos una depurada y rigurosa sensibilidad, ella misma
decía que era ontológica, “dirigida al ser humano y hecha
por el ser humano”.16 Aunado a este humanismo, también
descubrimos una orquesta de núcleos esenciales de eso que
llamamos “vida”, expresada desde el ser. De ahí que cuando
Paz habla de su “dialéctica interior”, encontremos represen-
taciones de esa lucha de opuestos: el yo y la otredad. En este
sentido, se podría decir que su postura política, feminista,
nunca llega a concretarse en su poética, al parecer ese espacio
lo reservó sólo para ella y sus espíritus exiliados.

Paraíso y nostalgia: el destierro del fantasma


Son diecinueve los poemas que integran el primer poemario
de Margarita Michelena, el más extenso de todos. En su ma-
yoría, argumentalmente17, comparten una misma temática: la

15 Octavio Paz, et al., “Margarita Michelena”. Poesía en movimiento.


México, 1915-1965. México: Siglo XXI, 1975, p. 233.
16 C. González Peña. Historia de la literatura mexicana…, op. cit.
17 En sincronía y sobre esta temática reiterada, Jorge Luis Borges también
reconoció: “El curioso lector advertirá ciertas afinidades íntimas. Unos
pocos argumentos me han hostigado a lo largo del tiempo; soy deci-

| 221
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

nostalgia por la muerte. Y es que aun desde la primera lectura,


podemos percibir que el tópico central, el artificio centrípeto
con el que se reúnen las imágenes y figuras retóricas de los
poemas es la muerte como una evocación afortunada. Para
muestra: “Jubilosa nostalgia”.

Jubilosa nostalgia18
¿Qué puedo saber yo, criatura inocente,
abandonada con terrible crueldad en este paraíso,
si vivo caminando por mis fútiles lágrimas
y confinada en luminoso exilio
sabiendo que la flor se ha de abrir en la noche?

Y no ha sonado aún sobre mi frente


la hora grave
que habrá de rescatarme de mi interino gozo,
que ha de ungirme de llanto,
con el llanto infinito que espero en mi sonrisa,
de pie sobre mi isla sin pecado y sin gracia.

Yo vivo en este día que no cierra los ojos,


esperando la muerte de esta amarga dulzura,
la caída
de mi alegría bárbara.
¿Qué puedo saber yo,

didamente monótono”, en Jorge Luis Borges. “Prólogo”, en El informe


de Brodie. Madrid: Alianza-Emecé, 1970, p. 11.
18 Michelena..., op. cit., p. 9.

222 |
La fantástica musa de Perogrullo

si no me han entregado al dolor que me aguarda?


He de medir mi voz al canto que resuena
en mi dulce destierro,
que aún me están vedados
mi posesión y mi abandono
y las más hondas de mis lágrimas.

En este poema de cuatro estrofas en verso libre, vemos


cómo el yo lírico apela a esos constructos que se tejen con el
hilo de la capucha de la muerte, y ejemplifican con claridad
el tema central de su poética. A propósito de lo anterior, en la
entrevista que le hizo Ana María Jaramillo en 1993, Margarita
Michelena dijo:

Yo vi la muerte, estuve técnicamente muerta unos minutos,


muy joven. El atraso de la medicina de entonces no era muy
grande. Me operaron del apéndice y sufrí muchas compli-
caciones, tuve un paro cardiaco, pero lograron resucitarme.
Mi impresión no fue aterradora, sabía que me iba a morir,
recuerdo la llama de los santos óleos, una amiga, Cuca Mo-
reno Sánchez, estaba junto a mí con unas rosas, el olor es de
lo último que recuerdo, después oscuridad, y mucha paz…,
como un terrón de azúcar que se deshace, pero lograron
resucitarme, con masajes cardiacos, no sé, pero fue muy a mi
disgusto, ya no quería vivir. […] En la convalecencia escribía
algunos poemas que están en el primer libro.19

19 A.M. Jaramillo. “Poesía: poner todo en su lugar”…, op. cit., p. 7.

| 223
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

De esta forma, en la mayoría de los poemas de Paraíso y


nostalgia el yo lírico, el narrador poético, proyecta la idea del
regreso a la vida con desconsuelo, incluso con la fatalidad de
una tragedia. Esto es interesante ya que contradice la poética
de muchos creadores líricos que cuestionan el porqué de la
brevedad vicaria, y de la inutilidad de lo aprendido y hecho
al momento de transitar al otro mundo. El yo lírico de Mar-
garita Michelena desea morir, demanda regresar; incluso por
momentos pareciera que aborrece la vida.

Paraíso perdido20
Yo he estado un día libre
de mi prisión de venas.
Sin nombre, sin palabras.

De mí nacen dos ríos de dolor


constantes y profundos.
Y aquí estoy,
en medio de mis largos cabellos,
de la que no soy,
ardiendo como una estrella presa
y viendo con horror la intensa vida,
la inútil vida que va dentro de mí:
mis uñas crecen y mis ojos brillan.

Toda voy hacia fuera


y mis raíces agonizan.

20 Ídem.

224 |
La fantástica musa de Perogrullo

Para el natal paisaje,


para el mundo inocente
del que he bajado un día,
mis ojos están ciegos
y mis manos se han hundido en la sangre
de esta danzante primavera.

Aquí en “Paraíso perdido”, incluso manifiesta asco, una diá-


fana repulsión por la vulgaridad de ser corpórea. Si la muerte
clínica le permitió conocer esa otra dimensión y, desde ahí,
vislumbrar la grandeza de eso que llamamos muerte, quizá
la acepte como la única y verdadera vida. He aquí algunos
fragmentos de dos poemas que por cuestiones de espacio no
transcribimos completos, pero que demuestran el deambular
de un fantasma que vivo, muere.

Dualidad21
[…]
Yo puedo ser dos vidas.
A las dos puedo amarlas.
A veces las sorprendo, con su canción,
a una, jugando en mis cabellos.

Y a la otra matándome
con su fuego de estrella
elegida para morir ardiendo.

21 Ibid. pp. 14-15.

| 225
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

Pero existe en mi tiempo


un instante de nieblas,
un viaje en el que muero
para todos los ojos que me suponen viva,
para las altas voces que en un diáfano incendio.
me separan del dolor de mi sombra.

La invisible muralla22
Pienso en la realidad del sueño
y en la inexistencia
de lo que puede vivir bajo mis dedos.
Y me advierto en destierro de lo real
y en una angustiosa frontera
con lo tangible y muerto.
[…]
Entonces, sobre su sangre fresca
como un húmedo fuego,
que golpea y que avanza
como un ejército de tallos
y se extiende como una noche cálida,
yo confirmo su muerte.

Yo, extranjera en mi carne


y en mis propios sentidos,
la visible y la ausente.
[…]

22 Ídem, pp. 12-13.

226 |
La fantástica musa de Perogrullo

Soy una pálida y feliz


proscrita de lo muerto
y oscura, sin camino
para verme en lo cierto.

Además de ver cómo se permite jugar con la versificación


y de no sujetarse a los lineamientos estructurales del canon,
Michelena y su yo lírico, irreverentes, se mantienen de luto
y repatriados a un mundo escaso de gusanos salvadores, se
convierten en voces genuinas y auténticas, sus palabras em-
patan con el lector desolado, exiliado, y lo adhieren a esa
carne de niebla y tristeza. De ahí que Octavio Paz sostenga:

Sólo por instantes, Margarita Michelena olvida la tempestad


en que su espíritu se debate. El destierro es en ella un tema
no sólo grato sino solazadamente frecuentado. Ávida de re-
conocerse en la ceniza, arrebatada por el canto que alienta en
las tinieblas, ayuna de misericordia para consigo misma, su
desolada poesía resuena como la antiquísima voz de alguien
que clama desde las arenas. De pocos poetas mexicanos
debe decirse, como de ella, que hace nacer las imágenes de
su propia desolación. De la angustia parte su poética y de
la sombra que refleja emana un resplandor que se desposa
con lo irremediable. Casi nunca recurre al gozo asiduo de lo
inmediato, que tantas veces reconforta, sino que su alma se
nutre de mirar cómo el deseo desciende hacia el desplome.23

23 Octavio Paz, et al., “Margarita Michelena”.

| 227
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

Años después, en la entrevista antes citada, Margarita Mi-


chelena respondió a la pregunta concreta: “se ha dicho, y lo
ha dicho Octavio Paz, que su poesía habla del exilio”.

Claro, yo pensaba que este mundo, esta tierra era un destierro,


cuando regresé de aquella paz, vi la tierra como un exilio,
estaba exiliada de mi cuerpo, de la vida, por mucho tiempo
me negué a vivir, cuando tenía veinte años. Cuando me casé
por vez primera el amor me reveló otras cosas. Pero no tengo,
por ejemplo, un poema de amor, lo que se dice un poema
de amor, no. Vivía en este mundo como que a fuerzas, sin
ser una amargada. Mi idea del amor está en el diálogo de
los contrarios, todo eso que jamás se podrá conciliar. Vivía
en lo profundo de mi ser una vida doble, la del desterrado.
Como si me hubieran robado la paz.24

Esto se puede observar en “Dualidad”: el yo lírico, dialéc-


tico, se reconoce como un humano que goza de los contornos,
del jugueteo con el cabello, de la sexualidad y, al mismo tiempo,
presenta una férrea disposición “a morir ardiendo, con un
fuego de estrella”25. La dualidad presencia-ausencia de vida

24 A.M. Jaramillo. “Poesía: poner todo en su lugar”…, op. cit., p. 8.


25 Al leer los poemas de Margarita Michelena observamos cierto parale-
lismo con los “Nocturnos” de Xavier VIllaurrutia, de su extraordinaria
Nostalgia de la muerte (1938); esta vinculación podría generar otra línea
de investigación. En este tenor de ideas, en la 28 Feria Internacional
del Libro del Palacio de Minería (FILPM), María del Rocío González,
investigadora del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM,
“habló sobre lo poco valorada que ha sido la obra de Michelena, así como

228 |
La fantástica musa de Perogrullo

se mantiene como eje temático.

Desde la pragmática26 del exilio y del poema erótico


al apelativo: una imposible historia de amor
A medida que se transita por Poesía y nostalgia, si bien el tema
principal se mantiene, el yo lírico, por su parte, cambia de voz,
ya no sólo es él el protagonista, ahora incluye a un tú, es decir,
aparece una segunda persona receptora del poema, que gesta al
“otro” y lo incorpora a los pilares de esa construcción poética.
Para ayudarnos a desentrañar los efectos y propósitos de este
recurso arquitectónico, Luján Atienza distingue dos tipos de
poemas por la presencia de interlocutores (deícticos de perso-
na): Los poemas egóticos (de primera persona) y los poemas
apelativos (de segunda persona). Esta distinción, aplicada a
Michelena, nos parece interesante: al parecer el orden de los
poemas no es casual, existe una posible intención de crear
una lectura creativa, “cómplice”, diría Cortázar, que genere
una historia a partir de los recursos discursivos y del peque-

las similitudes y paralelismos con poetas como Villaurrutia y Gorostiza”,


en “Recuerdan a Margarita Michelena y Pita Amor a 90 años de su
natalicio”. www.elporvenir. com.mx/notas.asp? (26 de febrero de 2007).
26 “Tenemos que aplicar un criterio pragmático, ya que por muy cerca
que esté la voz del hablante poético de la del autor habrá que conservar,
preventivamente, esa barrera de la ficción (por muy fina que sea) para
considerar que estamos en el terreno de la poesía (de lo contrario esta-
ríamos ante una confesión o confidencia, que no son géneros literarios
[…] En teoría, el nivel pragmático es el más abarcante de todos, pues
es la relación con el contexto (en sentido amplio) la que hace que la
selección y formalización discursiva se realice en un sentido u otro”.
Á.L. Luján Atienza. “Pragmática del poema”…, op. cit., p. 226.

| 229
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

ño “ajuste” que Michelena le hace a su temática, el culpable,


aparentemente, el amor. Veamos cómo es que fondo y forma
hacen posible tal ejercicio de creación por parte del lector.
Como se decía, en los primeros nueve poemas, el yo lírico,
insistente, no pierde la ocasión para levantar la mano, no sólo
nos dice que es él el enunciador del discurso, sino además que
son suyos los sentimientos y las emociones, tal como podemos
discernir en un fragmento de “Entrega y muerte”, en el que
vemos en una estrofa no sólo la obstinación del pronombre,
sino además la repetición del tema.

Entrega y muerte27
[…]
Yo no he llegado nunca al final de la noche.
Y el mar existe.
Y yo deseo correr
hacia mi entrega y a mi muerte.

Luján Atienza sostiene que estos poemas egóticos, primor-


dialmente, sirven como artificios de identificación en los que
el yo lírico se define y caracteriza tanto para sí mismo como
para el lector, “este tipo de poemas constituyen tematizaciones
del ‘yo’, y plantean, por lo común, el problema de la identidad.”28
Además, consideramos que esta forma de decir a partir de la
primera persona le brinda verosimilitud al poema, nos hace
creer que lo dicho se aproxima a la verdad si no de qué otra

27 Michelena..., op. cit., p. 17.


28 Á.L. Atienza. “Pragmática del poema”…, op. cit, p. 229.

230 |
La fantástica musa de Perogrullo

forma podríamos experimentar sensaciones y emociones rea-


les a través de la palabra, si no le concedemos al yo lírico esa
posibilidad de verdad, no podríamos conectar esas “expresio-
nes fijadas de vida”, diría Paul Ricoeur, con nuestras propias
experiencias. El yo lírico explícito29 facilita el encantamiento.
En este sentido nos parece que siguiendo esta línea de
análisis a partir del poema “Cuando yo digo amor”, el tema
principal se adapta a un posible y nuevo estímulo. Es así como
el yo lírico lo anuncia:

Cuando yo digo amor30


Cuando yo digo amor
soy como una víctima.
La inválida en salud.
El granizo y la rosa paralelos.
La dualidad del árbol y el paseante.
La sed y el parco refrigerio.
Yo soy mi propio amor
y soy mi olvido.
[…]

29 “El ‘yo’ que aparece en el poema, como todos los demás elementos, es
una construcción del propio texto, es una voz que habla a otra voz. Al
tratarse de una comunicación simulada, el poema siempre está dicho
desde un ‘yo’, aunque parezca explícito. De hecho, gran parte del tono
del poema depende de la actitud que tome el ‘yo’ respecto a sí mismo,
los otros, o el contenido evocado (distancia, cercanía, complicidad,
rechazo).” Ídem, p. 227.
30 Ibid. pp. 18-19.

| 231
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

Cuando yo digo amor


se me desploma
la ascensión de las venas.
Sobreviene un otoño
de fugas y caídas
en que yo soy el centro
de un espacio vacío.
[…]
Cuando yo digo amor
advierto inútil
la palma de mi mano —que es convexa—
e increíble
ese girar soltero
del pez en su pecera. (18-19).

Si bien en el cuerpo del poema se nos aclara que se trata
de un amor a sí mismo, un amor, para variar, erótico que se
decanta en “el centro de un espacio vacío”, justo después, en
la página siguiente, leemos “Fuga de mi destino”, título que
hermana con esta idea de ajuste del tema central.

Fuga de mi destino31
Tu presencia doblada en mi presencia.
Yo misma, con mi carne brillando
en tus ojos sin sobras.
Mi soledad sin límites
llena de tu ignorado rostro. . .

31 Ibid. p. 20.

232 |
La fantástica musa de Perogrullo

[…]
Tú tendrías un rostro, un nombre y unas lágrimas.
Y una muerte,
como todos nosotros.

Y debajo del cielo de tu limpia sonrisa


yo miraría siempre, con un remordimiento,
tu ignorancia y tu júbilo siempre en la compañía
de la angustiosa sombra de tu cuerpo. (20).

En este poema apelativo podemos ver, además de un ligero


cambio en la temática y siguiendo a Luján Atienza que “el
hablante se dirige a alguien que podemos identificar con un
preciso destinatario real (singular o colectivo, interlocutor,
auditorio…), por muy indefinido que sea, y que es capaz de
recibir la comunicación que se le dirige. Es el tipo de comu-
nicación convencional. Los grados de identificación de este
‘tú’ real varían desde la aparición con nombre propio hasta
la simple huella que es el pronombre.”32 También es posible
distinguir que el fantasma está adquiriendo cierto candor y
que, gracias al otro la lúgubre soledad cede.

Nocturno33
Era la noche entera.
Y tú estabas dormido.
[…]

32 Luján, Ibid. p. 235.


33 Michelena, op. cit., pp. 22-23.

| 233
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

Yo no soy tuya. No.


Nada hay en mí que pertenezca ahora
a ti ni a ningún otro. (22-23).

A la muerte de un sueño34
Yo te he perseguido a través de un sueño.
A veces eras tú
Y a veces era yo misma que me huía.

Tú y yo,
Contra la costumbre del mundo
que entonces habitábamos,
Teníamos unos nombres,
No sé si uno para los dos. (28).

Finalmente, al leer estos dos poemas y como dijimos con


anterioridad, un lector con alto grado de perversión, “cóm-
plice”, activo, libre para dislocar la contextualización, puede
construir una historia de amor a partir de las “pistas” de fondo
y forma (temática, deícticos de persona, ubicación de los poe-
mas, etcétera), toda una meta relación espacio-temporal, en la
que el yo lírico de los poemas de Paraíso y nostalgia, primero
centrado en sí, egoísta, es interrumpido por alguien, por un
“otro amoroso” que gradualmente se incorpora al discurso; de
esta forma el fantasma exiliado de Margarita Michelena, con
mucha dificultad,35 tal vez por su condición poética y etérea,

34 Ibid. p. 28.
35 “En su poesía el amor está muy contenido. El cuerpo como un lastre;

234 |
La fantástica musa de Perogrullo

se entrega, pero nunca por completo. De esta forma la lírica


de Michelena se mantendrá vaporosa, fantasmal e inasible
por el resto de nuestros días lectores.
Para concluir, queremos dedicarle “Un fantasma” de
Charles Baudelaire, a la misma Margarita Michelena, nues-
tra “hermosa visitante”:

Un fantasma36

Las tinieblas

En los sepulcros de tristeza insondable


donde el Destino me ha relegado
donde nunca entra un rayo de sol rosa y alegre;
y donde con la Noche, adusta anfitriona.

como morada, sí, pero como prisión. Eso lo encontré después, cuando
estudié la herejía cátara. Tiene que ver con la enfermedad. Tiene que
ver con mi experiencia de la muerte, yo viví mi cadáver, se me abrió la
herida y sufría horrible, cargaba con mi cadáver pestilente. La idea del
cuerpo me parecía espantosa, ya no lo quería. No lo rechazaba como
sexualidad, era otra cosa, me parecía una prisión. Me fui acostumbrando
de nuevo a la vida, eso se dio. Para mí la carne no representa ningún
conflicto, pero sí lo fue durante muchos años; hasta que nacieron mis
hijos me reconcilié con mi ser corporal.” A.M. Jaramillo. “Poesía: poner
todo en su lugar”…, op. cit., p. 8.
36 C. Baudelaire. “Un fantasma”, en Las flores del mal..., op. cit., p. 33.

| 235
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades

Soy como ese pintor al que algún Dios irónico


condenara a pintar, ¡ay! sobre las tinieblas;
donde, cocinero de fúnebre apetito,
hago hervir y devoro mi propio corazón,

resplandece a intervalos, luce y se pavonea


un espectro hecho de gracia y de esplendores;
por su aire de oriental soñadora,

cuando despliega toda su grandeza,


conozco a mi hermosa visitante;
¡Es Ella! ¡Sí! ¡Negra y sin embargo luminosa!

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Universidad Nacional Autónoma de México
Dr. Enrique Luis Graue Wiechers
Rector

Dr. Leonardo Lomelí Vanegas


Secretario General

Dr. Luis Álvarez Icaza Longoria


Secretario Administrativo

Dr. Alberto Ken Oyama Nakagawa


Secretario de Desarrollo Institucional

Lic. Raúl Arcenio Aguilar Tamayo


Secretario de Prevención,
Atención y Seguridad Universitaria

Dr. Alfredo Sánchez Castañeda


Abogado General

Mtro. Néstor Martínez Cristo


Director General de Comunicación Social
Colegio de Ciencias y Humanidades
Dr. Benjamín Barajas Sánchez
Director General

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Secretaria General

Lic. María Elena Juárez Sánchez


Secretaria Académica

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Secretaria Administrativa

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Secretaria de Servicios de Apoyo al Aprendizaje

Lic. Miguel Ortega del Valle


Secretario de Planeación

Lic. Mayra Monsalvo Carmona


Secretaria Estudiantil

Mtra. Gema Góngora Jaramillo


Secretaria de Programas Institucionales

Lic. Héctor Baca Espinoza


Secretario de Comunicación Institucional

Ing. Armando Rodríguez Arguijo


Secretario de Informática
Director de la Colección
Ensayos sobre Ciencias y Humanidades
Benjamín Barajas

Editor
Alejandro García

Cuidado de la edición
Mildred Meléndez

Diseño
Xanat Morales Gutiérrez
La fantástica musa
de Perogrullo
se terminó de imprimir el 30 de noviembre de 2021 en
los talleres de la Imprenta del Colegio de Ciencias y
Humanidades, Monrovia N. 1,002 colonia Portales
Sur, CP 03300, Alcaldía Benito Juárez, CDMX.
La edición consta de 500 ejemplares con
impresión offset sobre papel bond ahuesado de
90 grs. para los interiores y cartulina sulfatada
de 12 pts. para los forros. En su composición
se utilizó la familia tipográfica Minion Pro.
El cuidado de la edición estuvo a cargo
del autor y Brenda Carreño Olmos.

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