Vocabulario Deleuze

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FRAN<;OIS ZOURABICHVILI

Maestro de conferencias
en la Universidad de Montpellier III- Paul Valéry
Director de programa en el Colegio Internacional de Filosofia

EL VOCABULARIO
DEDELEUZE

Traducción de Víctor Goldstein

(;)ATUEL
Zourabichvili, Franc;ois
El vocabulario de Deleuze. - 1a ed. - Buenos Aires : Atuel,
2007. 128 p.; 19x12 cm.- (Nueva Serie Atuel. Anáfora)

Traducido por: Víctor Goldstein


ISBN 978-987-1155-43-9

1. Filosofía. l. Goldstein, Víctor, trad. IL Título


CDD 413.028

Colección NUEVA SERIE l. "Al pie de la letra": ¿qué auditor de Deleuze no con-
Dirigida por Germán Garcia servó el recuerdo de esa manía de lenguaje?¿ Y cómo, bajo
su aparente insignificancia, no oír el llamado incansable y
Composición y armado: [estudio dos] comunicación visual.
casi imperceptible de un gesto que sustenta toda la filosofía
Diseño de Tapa: [estudio dos] comunicación visual. de la "disyunción inclusiva", de la "univocidad" y de la
"distribución nómada"? Los escritos, por su lado, testimo- \
"Cet ouvrage, publié dans le cadre du Programme d'Aide a la Publication nian en todas partes la misma advertencia insistente 1: no i.
Victoria Ocampo, bénéficie du soutien du Ministi:re fran<;ais des Affaires
tomen como metáforas conceptos que, a pesar de la apa- i
Etrangeres et du Service de Coopération et d' Action Culturelle de
riencia, no lo son; comprendan que la misma. palabra metá- \
l'Ambassade de France en Argentine" l '<(
fora es una engañifa, un seudo-concepto, en el que se dejan (
"Esta obra, editada en el marco del Programa de Ayuda a la Publicación atrapar en filosofía no sólo sus adeptos sino también sus \
Victoria Ocampo, cuenta con el apoyo del Ministerio de Asuntos Extran-
jeros de Francia y del Servicio de Cooperación y de Acción Cultural de la
detractores, y cuya refutación es todo el si~t-~~~-- de _ .~ os J
Embajada de Francia en la Argentina".
"devenires" o de la producción del sentido.¡Él auditor con
sentido común bien podía oponer su registro a esa cadena
© Ellipses Édition-Marketing, 2003, France.
extraña y abigarrada que desplegaba la palabra de Deleuze,
Le Vocabulaire de Deleuze. Franc;:ois Zourabichvili y no encontrar más que lo figurado. Pero no por ello dejaba
de recibir en sordina el perpetuo mentís del "al pie de la
© 2007 letra" ,la invitación a ubicar su escucha más acá de la división
ATUEL
Pichincha 1901 4" A. Buenos Aires, Argentina
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Hecho el depósito que marca la ley 11.723 7, 43, 49, 100, 165-166, 348, 464; Kplm. 40, 65, 83; D. 9, 134, 140.
Impreso en Argentina 169; MP. 242, 245-246, 286-292, 336, 567; IT. 32, 78, 169, 238,
Printed in Argentina 315; CC, 89; etc .. [Las referencias y abreviaturas asi, como los libros
que fueron traducidos al español, figuran al final del libro. Los
ISBN 978-987-1155A3-9 números de páginas remiten a ediciones francesas. (N. del T.)}
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6 FRANf;OIS ZOURABICHVILI

establecida de un sentído propio y un sentido figurado. De Itern ativa: exponer o utilizar; y de un falso problema: el
acuerdo al sentído que le dieron Deleuze y Guattari, ¿hay s nti mi ento de que un abordaj e demasíado precíso equi-
ªe
valdría a hacer de un autor actual un c l as1co.
' . N o es para
que llamar "ritomelo" a esa firma discreta -llamado punzan­
aso mbr ar entonces si la producción filosófica en ocasio­
te, siempre familiar y siempre desconcertante, a "abandonar
el territorio" por la tierra inmanente y exclusiva de la nes tiende a dividirse en exégesis desencarnadas por un
literalidad? Supongamos que leer a Deleuze sea oír, así fuera lado, por el otro en ensayos ambiciosos pero que � ornan
por intermitencias, el llamado del "al pie de la letra" . los conceptos desde arriba. Hasta el artista, el arqurtecto ,
el s ociólogo que, en un momento determinado de su traba­
2. Todavía no conocemos el pensamiento de Deleuze. jo, utíliz an un aspecto del pensam� ento de -� eleuze, se ve_n
Con demasiada frecuencia, hostiles o adoradores, hace­ llev ados, si este uso no es decorativo, a utilizar su exposi­
mos como si sus conceptos nos fueran familiares, como sí ción para ellos mismos (el hecho de que esta meditación
bastara con que nos toquen para que los comprendamos a adopte una forma escrita es otrO asunto). En efecto, sólo
medias palabras, o como si ya hubiéramos hecho una reco­ de esta manera las cosas cambian, un pensamiento des­
rrida por sus promesas. Esa actitud es ruinosa para la filo­ concierta por su novedad y nos lleva hacia comarcas para
sofía en general : primero porque la fuerza del concepto las cuales no estábamos preparados, comarcas que no son
a q uellas del autor sino realmente las nue:tras. A tal p un � o
corre el riesgo de ser confundida con un efecto de seduc­
es cierto que no exponemos el pensamiento de otro sm
ción verbal, que sin duda es irreductible y pertenece con
hacer una experiencia que concierne propiamente a la nues­
plenos derechos al campo de la filosofía, pero no exime de
tra, hasta el momento de decir adiós o de proseguir el co­
realizar el movimiento lógico que envuelve el concepto;
mentario en condiciones de asimilación y deformación que
luego, p_9 rq':1!:_ eso equivale_ a_pzes_1;:rvad �fil?so fia de l':,
�. no se disc;.iernen ya de la fidelidad.
novedad deleuziana.
Porque hay otro problema falso, el del abordaj e "exter­
�r esoño-padecemos de un exceso de monografías
no" o "interno" de un autor. A veces se reprocha ser inter­
s obre D e l e uz e ; p or e l c o ntrari o , c a re c e m o s de
no al estudio de un pensamiento por sí mismo, destínado
monografías consistentes . vale decir, libros que expon ­
al didactismo estéril y al proselitismo ; otras, a la inversa,
gan sus conceptos . De esa manera, en modo alguno ex­
se lo acusa de una exterioridad irremediable, desde el pun­
cluimos los libros con Deleuze, o cualquier uso incluso
to de vista de una presunta familiaridad, de una afinidad
aberrante, con tal que tenga su necesidad propia. Sin
electiva con la pulsación íntima e inefable de ese pensa­
embargo, creemos que tales usos sólo podrían multipli­
miento . De buena gana diríamos que la exposición de los
c arse y diversificarse si los conceptos deleuzianos fue­
conceptos es la única garantía de un encuentro con un
ran mej or conocido s , tomados en serio en su tenor real
pensamiento . No el agente de ese encuentro, sino la posi­
que reclama el espíritu de los movimientos insólitos que
bílidad de su realización baj o la doble condición de lo sim­
no siempre le resulta fácil hacer ni adivinar. En ocasio- _
pático y lo extraño, en los antípodas tanto del desconoci­
nes se crt::t:: que _ exponer un concepto t1e11t: qu e yer.__�!1
.
• •❖::'. _ , ,.-,�, .-�"'°"' Y '�"cc'�.�•, � > - c),-.,�--,-"""""''""'-�
.

miento como de la inmersión por así decir congénita: porque


fa rep etición escolar: cuatjdg�:eiii-ª,U;;;¡i,r �n ?L_p_¡i,rª �LY�
entonces estallan las díficultades, la necesidad de volver a
sobre s( su mov1mie�to. )I'al vez. la filosofía de la actuali­
jugar ese pensamíento a partir de otra vida, al mismo tiem-
ctai.t·c·on -dema�iada frec�encia está enferma de una falsa
8 FRANf(OIS Zot.JRABICHVILI EL VOCABULARIO DE DELEVZE 9

po que la paciencia de soportar se vuelve infinita. Que el sino para la ilusión del sentido común, ¿no se reduce la
corazón lata al leer los textos es un preámbulo necesario, historia de la filosofía a un alineamiento de homónimos?
más aún, una afinidad requerida para comprender; pero Más bien~ ella testimonia mutaciones de variables explora-
eso no es más que la mitad de la comprensión, la parte, das por el ''empirismo trascendental".
como dice Deleuze, de "comprensión no filosófica" de los Además, el mismo.Deleuze practicó tres veces el léxi-
conceptos. Es cierto que esa parte merece un esfuerzo, ya co: basta remjtirse al "diccionario de los principales per-
que la práctica universitaria de la filosofía la excluye casi sonajes de Nietzsche" (N, 43-48), al "índice de los princi-
metódicamente, mientras que el diletantismo, al creer que pales conceptos de la Ética" (SPP. cap. IV), y por último
la cultiva, la confunde con cierta doxa del momento. Pero a la "conclusión" de Mil mesetas. El eco entre esta última
que un concepto no tenga ni sentido ni necesidad sin un y la introducción del libro ("Introducción: rizoma") su-
"afecto" y un "percepto" correspondientes no impide que braya que lo arbitrario del orden alfabético es el medio
sea otra cosa que ellos: un condensado de movimientos más seguro de no sobreimponer, a las relaciones de imbri-
lógicos que debe efectuar el espíritu si quiere filosofar, so cación múltiple de los conceptos, un orden artificial de
pena de quedarse en la fascinación inicial de las palabras y las razones que desviaría del verdadero estatuto de la
las frases, que entonces toma equivocadamente por la par- necesidad en filosofía.
te irreductible de comprensión intuitiva. Porque, como lo Cada entrada comienza con una o varias citas: en la
escribe Deleuze. "se necesitan los tres para hacer el movi- mayoría de los casos no se trata tanto de una definición
miento" (P, 224). No necesitaríamos a Deleuze si no presin- como de una vislumbre del problema con el que se vincula
tiéramos en su obra algo para pensar que todavía no lo el concepto, y de una primera impresión de su entorno
fue, y de lo que aún no medimos bien cómo podría resultar · terminológico. La frase, primero oscura, debe aclararse y
afectada la filosofía, por no dejarnos afectar filosófica- completarse a lo largo de la reseña. que propone una suer-
mente por ella. te de bosquejo, trazado con palabras. En cuanto a la elec-
ción de las entradas, por supuesto puede ser parcialmente
3. Nada parece más propicio a Deleuze que un léxico discutida: ¿por qué "complicación~· y !!() "-'-~~~q~-~!1:~---~~~s~-:--.,.,_
que deletree los conceptos uno a uno al tiempo que subra- tracta", e . - to§Ií!em~!i\>=~~enaai aTa. pr.o.biemáti.<a
ye sus implicaciones recíprocas. En primer lugar, Deleuze ·de La1Íteralidad? · or qué "corte-flujo" más que "código y
se dcupó él mismo de dar al concepto de concepto un peso ~xi~lítiC(?-; ,-'máquina de güerra" y no "bloque de infan-
y u,r¡íf~r~cisión que a menudo le faltaban en filosofía (QPh, cia"? Sin lugar a dudas, no podíamos ser exhaustivos; al-
caP(I5~)Un concepto no es ni un tema, ni una opinión gunas entradas. como el "plano de inmanencia", a nuestro
partr~ar que se pronuncie sobre un tema. Cada concepto juicio merecían un examen profundo; pero también debía-
participa en un acto de pensar que desplaza el campo de la mos contar con el estado provisional, inacabado, de nues-
inteligibilidad, y modifica las condiciones del problema que tra lectura de Deleuze (de donde procede la más evidente
nos planteamos; en consecuencia, no se deja asignar su de las lagunas: los conceptos sobre el cine). Lo que pro-
lugar en un espacio de comprensión común dado de ante- ponemos es una serie de "muestras". como le gustaba de-
mano, para discusiones agradables o agresivas con sus cir a Leibniz, pero también como decía Deleuze a través de
competidores. Pero si no hay temas generales o eternos Whitman (CC, 76).
Acontecimiento

* "Por lo tanto, no habrá que preguntar cuál es el sen-


tido de un acontecimiento: el acontecimiento es el propio
sentido. El acontecimiento pertenece esencialmente al len-
guaje, se encuentra en una relación esencial con el lengua-
je; pero el lenguaje es lo que se dice de las cosas." (LS, 34)
"En todo acontecimiento, en verdad, está el momento pre-
sente de la efectuación. aquel donde el acontecimiento se
encarna en un estado de cosas, un individuo, una perso-
na, aquel que se designa diciendo: ahí está, ha llegado el
momento; y el futuro y el pasado del acontecimiento sólo
se juzgan en función de ese presente definitivo, desde el
punto de vista de aquel que lo encarna. Pero por otra parte
está el futuro y el pasado del acontecimiento tomado en sí
mismo, que sortea todo presente, porque eS libre de las
limitaciones de un estado de cosas, al ser iri1personal y
preindividual, neutro, ni general ni particular, eventum
tantum ... ; o más bien, que no tiene otro presente que el
del instante móvil que lo representa, siempre desdoblado
en pasado-futuro, formando lo que es preciso llamar la
contra-efectuación. En un caso, es mi vida la que me pare-
ce demasiado débil para mí, la que se escapa en un punto
hecho presente en una relación asignable conmigo. En el
otro caso, soy yo el que soy demasiado débil para la vida,
la vida es demasiado grande para mí, arrojando por todas
partes sus singularidades, sin relación conmigo, ni con un
momento determinable como presente, salvo con el ins-
tante impersonal que se desdobla en todavía-futuro y ya-
pasado." (LS, 177-178)
** El concepto de acontecimiento nace de una distin-
ción, de origen estoica: "no confundir el acontecimiento
con su efectuación espacio-temporal en un estado de co-
sas" (LS, 34). Decir que "el cuchillo entra en la carne" es
expresar una transformación incorpórea que difiere en
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naturaleza de la mezcla de cuerpos correspondiente (cuan- acontecimiento. De ahí también las dos vías a las que con-
do el cuchillo entra efectivamente, materialmente, en la duce la primacía reconocida al acontecimiento: teoría del
carne) (MP, 109). La efectuación en los cuerpos (encarna- signo y del sentido, teoría del devenir. Por un lado, Deleuze
ción o actualización del acontecimiento) sólo da lugar a la se opone a la concepción de la significación como entidad
sucesión de dos estados de cosas, antes-después, según plena o dato explícito, todavía apremiante en la feno-
el principio de la disyunción exclusiva, mientras que el menología y en toda filosofía de la "esencia" (un mundo
lenguaje recoge la diferencia de esos estados de cosas, el de cosas o de esencias no produciría sentido por sí mismo,
puro instante de su disyunción (véase "Aión"): a él le co- le faltaría el sentido como diferencia o acontecimiento,
rresponde realizar la síntesis disyuntiva del acontecimien- único que torna sensibles las significaciones y las engen-
to, y es esa diferencia la que produce sentido. dra en el pensamiento). De ahí el interés por el estilo o la
Pero del hecho de que el acontecimiento encuentre creación de sintaxis, y la tesis de que el concepto -que es
amparo en el lenguaje no debe inferirse su naturaleza lin- propiamente el acontecimiento deslindado por sí mismo en
güística, como si no fuera más que el equivalente de la la lengua- no se compone de proposiciones (QPh, 26-27;
mezcla de los cuerpos en otro plano: la frontera no pasa 36-37). Por otro lado, bosqueja una ética de la contra-
entre el lenguaje y el acontecimiento de un lado, el mundo efectuación o del devenir-imperceptible (LS, serie 21'; MP,
y sus estados de cosas del otro. sino entre dos interpreta- mesetas 8 y 10), fundada en la liberación de la parte de
ciones de la relación entre el lenguaje y el mundo. Según la acontecimiento, "inefectuable", de toda efectuación. En
primera, querida por los lógicos, la relación se establece resumen, el acontecimiento es inseparablemente el senti-
entre la forma proposicional a la que se ve reducido el do de las frases y el devenir del mundo; es aquello del
lenguaje, y la forma del estado de cosas al que se ve lleva- mundo que se deja envolver en el lenguaje y le permite
do el mundo, a partir de entonces. Sin embargo, la distin- funcionar. Por eso el concepto de acontecimiento se expo-
ción por la cual Deleuze pretende r~mediar esta doble ne en una Lógica del sentido.
desnaturalización pasa a la vez por el lenguaje y el mun- *** ¿Estamos autorizados a oponer pensamiento del
do: la paradoja del acontecimiento es tal que, puramente acontecimiento y pensa~iento del ser, o por el contrario a
"expresable", no deja de ser "atributo" del mundo y de sus confundirlos? El acontecimiento se mantiene en dos nive-
estados de cosas, de tal modo que el dualismo de la propo- les, en el pensamiento de Deleuze: condición bajo la cual el
sición y el estado de cosas correspondiente no se encuen- pensamiento piensa (encuentro con un afuera que fuerza a
tra en el plano del acontecimiento, que sólo subsiste en el pensar, corte del caos por un plano de inmanencia), ''obje-
lenguaje al tiempo que pertenece al mundo. El aconteci- tos',. especiales del pensamiento (el plano sólo está po-
miento, por tanto, está de ambos lados a la vez, como aque- blado de acontecimientos o devenires, cada concepto es
llo que, en el lenguaje, se distingue de la proposición, y la construcción de un acontecimiento sobre el plano). Y si
aquello que, en el mundo, se distingue de los estados de no hay manera de pensar que no sea también manera de
cosas. Más aún, es la doble diferenciación de las significa-
ciones por un lado, de los estados de cosas por el otro. De
ahí procede la aplicación del par virtual-actual (y, en una
medida menor, del par problema-solución) al concepto de * Objectités en el original. [N. del T.]
14 FRANS:OIS ZüURABICHVILI
EL VOCABULARIO DE DELEUZE 15
hacer una experiencia, de pensar lo que hay, la filosofía no
asume su condición de acontecimiento de la que pretende fundamentalmente en juego en el devenir (en términos
recibir la garantía de su propia necesidad, sin proponer al deleuzianos estrictos: no es su problema, ella plantea otro
mismo tiempo la descripción de un dado puro, en sí mismo, problema). En efecto, ella no piensa más que un devenir-
de acontecimiento. Llamemos a esto, si se quiere y por mismo (la forma en vías de nacer, el aparecer de la cosa) y
provisión, experiencia del ser; aunque, ni en su estilo ni en no lo que debería ser un pleonasmo, un devenir-otro. ¿No
sus considerandos, el proceder deleuziano tenga nada en es lo que expresa la desarticulación heideggeriana de la
común con el de Heidegger; y aunque el ser sea aquí una palabra Ereignis (acontecimiento) en Ereignis (acaecimien-
noción engañosa, si es cierto que no hay dado sino en to propio)? De aquí procede el equívoco, cuando la
devenir (obsérvese que Deleuze evita tanto como sea po- fenomenología que sobrevive a Deleuze pretende retomar
sible la palabra "ser"). Hablar de ontología deleuziana, el tema del acontecimiento y volver a descubrirlo como el
pues, debe hacerse con grandes precauciones, así fuera corazón mismo de lo que desde siempre se ocupaba en
por consideración hacia un pensador que no manejaba de pensar. Porque habida cuenta de su problemátíca funda-
buena gana ese género de categorías. Estas precauciones mental, jamás puede obtener otra cosa que advenimien-
son de dos órdenes. Por un lado, debemos observar clara- tos, de tipo nacimiento o llegada (pero una vez más, aquí
mente lo que permite en Deleuze la conversión de la filoso- su problema es otro, sin duda es lo que ella desea, o lo que
fía crítica en ontología: el hecho de que lo dado puro no su "plano" le entrega del "caos"). Su tema es el comienzo
sea para un sujeto (la división del sujeto reflexivo y del del tiempo, génesis de la historicidad; no, como en Deleuze,
objeto intencionado y reconocido sólo se opera en lo dado, la cesura o ruptura que corta irrevocablemente el tiempo
mientras que lo dado puro remite a una subjetividad para- en dos y lo fuerza a re-comenzar, en una captación sintéti-
dójica "en adyacencia", vale decir, no trascendental sino ca de lo irreversible y lo inminente, dándose el aconteci-
situada en cada punto del plano de inmanencia). Por otro miento en la extraña estación de un todavía-presente-y-
lado -y es el aspecto que aquí desarrollaremos-, se trata ya-pasado, todavía-venidero-y-ya-presente (véase
de pensar una heterogénesis, según la espléndida palabra "Aión"). A partir de entonces, la historicidad en Deleuze
de Félix Guattari, donde "génesis" no se entiende ya sola- está a su vez en devenir, afectada desde adentro por una
mente en su sentido tradicional de engendramiento, de exterioridad que la socava y la hace divergir de sí. En defi-
nacimiento o de constitución (la verdadera relación del nitiva, ese duelo de dos pensamientos del acontecimiento,
derecho con el hecho que reclama Deleuze, y que dice no del génesis, del devenir, donde uno puede reivindicar al
encontrar ni en Kant ni en Husserl, porque ambos "cal- "ser", y donde el otro no ve más que una pantalla o una
can" la condición sobre lo condicionado, la forma de lo palabra, ¿no es el duelo de una concepción cristiana y una
trascendental sobre la de lo empírico: forma recognitiva concepción no cristiana de lo nuevo?
del objeto cualquiera, relativa a un sujeto consciente).
"Génesis" también se entiende respecto del nuevo con-
cepto de "devenír", y sin duda es lo que más aleja a Deleuze
de la fenomenología y de sus herederos incluso ingratos.
La fenomenología "fracasa" en pensar la heterogeneidad
16 FRANc;OJS ZOURABICHVILI EL vocABULARIO DE DELEUZE 17

Agenciamiento un funcionamiento reproductor: ellos tienden a proyectar el


campo de experimentación de su deseo sobre una distribu-
ción formal preestablecida. Tal es el polo estrato de los
* "Según un primer eje, horizontal. un agenciamiento a(J"enciamientos
o
(que entonces se llaman "molares"). Pero por
implica dos segmentos, uno de contenido, el otro de ex- otra parte, la manera en que el individuo inviste y participa en
presión. Por un lado es agenciamiento maquinistico de la reproducción de esos agenciamientos sociales depende de
cuerpos, acciones y pasiones, mezcla de cuerpos que re- agenciamientos locales, "moleculares". en los cuales él mis-
accionan unos sobre otros; por otro lado, agenciamiento mo está tomado, ya sea que -limitándose a efectuar las for-
colectivo de enunciación, de actos y enunciados, trans- mas socialmente disponibles, a moldear su existencia según
formaciones incorpóreas que se atribuye a los cuerpos. los códigos en vigor- introduzca allí su pequeña irregulari-
Pero según un eje vertical orientado, el agenciamiento tie- dad, o que proceda a la elaboración involunta1ia y vacilante
ne por un lado aspectos territoriales o reterritorializados, de agencíamientos propios que "decodifican" o "hacen huir"
que lo estabilizan, y por el otro puntas de el agenciamiento estratificado: tal es el polo máquina abs-
desterritorialización que lo arrastran." (Kplm, 112) tracta (entre los cuales hay que incluir los agenciarnientos
** A primera vista, este concepto puede parecer de un artísticos). Todo agencíamiento, debido a que en última ins-
uso amplio e indeterminado: según el caso, remite a institu- tancia remite al campo de deseo sobre el cual se constituye,
ciones muy fuertemente territorializadas (agenciamiento ju- está afectado por cierto desequilibrio. El caso es que cada
dicial, conyugal, familiar, etc.), a formaciones íntimas uno de nosotros combina concretamente los dos tipos de
desterritorializantes (devenir-animal, etc.}, por último al cam- agenciamientos en grados variables, siendo el límite la
po de experiencia donde se elaboran esas formaciones (el esquizofrenia como proceso (decodificación o desterrito-
plano de inmanencia como "agenciamiento maquinístico de rialización absoluta}, y la cuestión de las relaciones de fuer-
las imágenes-movimientos", IM, 87-88). Por Jo tanto, en una zas concretas entre Jos tipos (véase "Línea de fuga"). Si la
primera aproximación, se dirá que estamos en presencia de institución es un agenciamiento molar que descansa sobre
un agenciamiento cada vez que se puede identificar y des- agenciamientos moleculares (de ahí la importancia del punto
cribir el acoplamiento de un conjunto de relaciones materia- de vista molecular en política: la suma de los gestos, actitu-
les y de un régimen de signos correspondiente. En realidad, des, procedimientos, reglas, disposiciones espaciales y tem-
la disparidad de los casos de agenciamiento encuentra su porales que constituyen la consistencia concreta o la dura-
ordenamiento desde el punto de vista cie la inmanencia, de ción -en el sentido bergsoniano- de la institución, burocracia
donde la existencia se revela indisociable de agenciamientos de Estado o de partido), el individuo, por su parte, no es una
variables y modificables que no dejan de producirla. Más forma originaria que evoluciona en el mundo como en un
que a un uso equívoco, en consecuencia, remite a polos del decorado exterior o un conjunto de datos a los cuales se
propio concepto, lo que sobre todo prohíbe todo dualismo contentaría con reaccionar: él sólo se constituye agencián-
del deseo y de la institución, de lo inestable y lo estable. dose, sólo existe tomado desde el vamos en agenciamientos.
Cada individuo tiene que habérselas con esos grandes Porque su campo de experiencia oscila entre su proyección
agenciamientos sociales definidos por códigos específicos, sobre formas de comportamiento y de pensamiento precon-
y que se caracterizan por una forma relativamente estable y cebidas (por lo tanto sociales), y su exposición en un plano
EL voo.sULARio DE l>ELEUZE 19
18 FRANCOIS ZoURABICHVILI

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son más que cantilenas que nos remiten a Edipo ... ),
de inmanencia donde su devenir no se separe ya de las ientras que el deseo no espera el encuentro
líneas de fuga o transversales que traza entre las "cosas", m . como la oca-
sión de su ejercicio sino que a eso se dtspone y se cons-
liberando su poder de afección y por eso mismo volviendo truye. No obstante, el interés principal del concepto de
a entrar en posesión de su potencia de sentir y de pensar agenciamiento es enriquecer la concepción del deseo de
(de donde procede un modo de individuación por ecceidades una problemática del enunciado, retomando las cosas don-
que se distingue de la localización de un indíviduo mediante de las había dejado Lógica del sentido: aquí, toda produc-
características identificantes- MP, 318 y sigs.). íón de sentido tenía como condición la articulación de
En consecuencia, los dos polos del concepto de ~os series heterogéneas mediante una instancia paradóji-
agenciamiento no son lo colectivo y lo individual: más bien ca, y el lenguaje en general supuestamente no funcionaba
son dos sentidos, dos modos de lo colectivo. Porque si es sino en virtud de la naturaleza paradójica del aconteci-
cierto que el agenciamiento es individuante, está claro que miento, que anudaba la serie de las mezclas de cuerpos a la
no se enuncia desde el punto de vista de un sujeto pre- serie de las proposiciones. Mil mesetas se transporta al
existente que podría atribuírselo: lo propio, pues, es a la plano donde se articulan las dos series, y da un alcance
medida de su anonimato, y es por tal motivo por lo que el inédito a la dualidad estoica de las mezclas de cuerpos y
devenir singular de alguien concierne en rigor a todo el las transformaciones incorpóreas: una relación compleja
mundo (así como el cuadro clínico de una enfermedad pue- se anuda entre "contenido" (o "agenciamiento maquínico")
de recibir el nombre propio del médico que supo recopilar y ''expresión" (o "agenciamiento colectivo de enuncia-
sus síntomas, aunque en sí mismo sea anónimo; lo mismo ción"), redefinidas como dos formas independientes no
en arte -véase PSM, 15; D, 153). No debemos dejarnos obstante tomadas en una relación de presuposición recí-
engañar por el carácter colectivo del "agenciamiento de proca, y que se vuelven a lanzar una a otra; la génesis
enunciación" que corresponde a un ''agenciamiento recíproca de las dos formas remite a la instancia del
maquinístico": no es producido por, sino que por natura- "diagrama" o de la "máquina abstracta". No es ya una os-
leza es para una colectividad (de donde surge el llamado cilación entre dos polos, como hace un rato, sino la corre-
de Paul Klee, a menudo citado por Deleuze, a "un pueblo lación de dos caras inseparables. Contrariamente a la rela-
que falta"). Precisamente de este modo el deseo es el ver- ción significante-significado, considerada como derivada,
dadero potencial revolucionario. la expresión se refiere al contenido sin por ello describirlo
***El concepto de agenciamiento remplaza a partir del ni representarlo: ella "interviene" allí (MP, 109-115, con el
Kafka al de "máquinas descantes": "Sólo hay deseo dis- ejemplo del agenciamiento feudal). De aquí se desprende
puesto o maquinado. No es posible captar o concebir un una concepción del lenguaje que se opone a la lingüística
deseo fuera de un agenciamiento determinado, en un pla- y al psicoanálisis, y se señala por la primacía del enun-
no que no preexiste, sino que a su vez debe ser construi- ciado sobre la proposición (MP, meseta 4). Añadamos
do." (D, 115). Lo cual implica insistir una vez más en la que la forma de expresión no es necesariamente lingüís-
exterioridad (y no la exteriorización) inherente al deseo: tica: por ejemplo, hay agenciamientos musicales (MP,
todo deseo procede de un encuentro. Un enunciado seme- 363-380). Si nos atenemos aquí a la expresión lingüísti-
jante sólo en apariencia es una perogrullada: ''encuentro'' ca, ¿qué lógicas rigen el contenido y la expresión en el
se entiende en un sentido riguroso (tantos "encuentros"
20 FRANS:OIS ZOURABICHVU.I EL VOCABUIARlODEDELEUZE 21

plano de su génesis y por consiguiente de su insinua- puede volver equívoca la operación: en realidad, la eterni-
ción recíproca ("'máquina abstracta")? La de la dad propia del instante tal y como la conciben los estoicos
"ecceidad" (composiciones intensivas, de afectos y de sólo tiene un sentido inmanente, sin relación con lo que
velocidades -prolongación significativa de la concep- será la eternidad cristiana (eso será también lo que está en
ción de El anti-Edipo, fundada en la síntesis disyunti- juego en la reinterpretación por Nietzsche del tema esto~co
va y los "objetos parciales"); y la de una enunciación del Eterno Retorno). Aión se opone a Chronos, que desig-
que privilegia el verbo al infinitivo, el nombre propio y na el tiempo cronológico o sucesivo, donde el antes se
el artículo indefinido. Ambas comunican en la dimen- ordena al después con la condición de un presente
sión de Aión (MP, 318-324 -sobre todo, el ejemplo del englobante en el cual, como se dice, todo ocurre (Deleuze
pequeño Hans). Por último, es alrededor del concepto compite aquí con Heidegger, quien, con el nombre de "re-
de agenciamiento donde puede evaluarse la relación de solución anticipante", había discutido la primacía del pre-
Deleuze con Foucault, los préstamos desviados que le sente de Agustín a Husserl'). Según una primera paradoja,
hace, el juego de proximidad y de distancia que relacio- el acontecimiento es lo que no subsiste del mundo como
na a los dos pensadores (MP, 86-87 y 174-176; todo el tal sino envolviéndose en el lenguaje, al que a partir de
Foucault está construido sobre los diferentes aspectos entonces posibilita. Pero hay una segunda paradoja: "El
del concepto de agenciamiento). acontecimiento es siempre un tiempo muerto, allí donde no
ocurre nada" (QPh, 149). Ese tiempo muerto, que en cierto
modo es un no-tiempo, bautizado todavía "entre-tiempo",
es Aión. En ese nivel, el acontecimiento no es ya solamente
la diferencia de las cosas o de los estados de cosas; afecta
Aión la subjetividad, lleva la diferencia en el mismo sujeto. Si se

* "Según Aión, únicamente el pasado y el futuro insis- * La traducción de este fragmento pertenece a Lógica del selltido,
ten o subsisten en el tiempo. En lugar de un presente que biblioteca electrónica de la escuela de filosofía de la Universidad ARCIS,
reabsorbe el pasado y el futuro, un futuro y un pasado que traducción de Miguel Morey, pág. 119. [N. del T.].
2. Véase Ser y tiempo, §§ 61 y sigs. A Jos tres "'ek~stasis" temporales
dividen el presente en cada instante, que lo subdividen presentados en el § 65 responden las tres síntesis del tiempo de
hasta el infinito en pasado y futuro, en los dos sentidos a D~ferencia y repetición (cap. 11), donde la relación directa del pasado
la. vez. O más bien, es el instante sin espesor y sin exten- y el futuro, así como el status temporal de lo posible, son igualmente
decisivos, pero concebidos de manera diferente y en una perspectiva
sión que subdivide cada presente en pasado y futuro, en
ético-política incompatible con la de Heidegger. Para un rápido
lugar de presentes vastos y espesos que comprenden, unos vislumbre de la divergencia que opone Deleuze a Heidegger,
respecto de otros, el futuro y el pasado'". confróntense aunque más no sea sus conceptos respectivos del destino
** Deleuze rehabilita la. distinción estoica de aión y de (DR. 112-113; Ser y tiempo, § 74). La comprensión de la posición
deleuziana supone la lectura conjunta de Diferencia y repetición (las
chronos para pensar la extra-temporalidad del aconteci-
tres síntesis del tiempo), de Lógica del sentido (la oposición de Chronos
miento (o, si se prefiere, su temporalidad paradójica). La y de Aión) y de La imagen-tiempo (la oposición de Chronos y de
traducción corriente del primer término por "eternidad" Cronos, cap. 4 -véase "Cristal de tiempo").
22 FRAN<;OIS ZOURABICHVILI
EL VOCABULARIO DE DELEUZE 23
llama acontecimiento a un cambio en el orden del sentido
(lo que producía sentido hasta ahora se nos ha vuelto in- *** Bajo el nombre de Aión, el concepto de aconteci-
diferente y hasta opaco, aquello a lo cual en adelante so- miento marca la introducción del afuera en el tiempo, 0 la
mos sensibles no producía sentido antes), hay que inferir relación del tiempo con un afuera que no le es ya exterior
que el acontecimiento no ocurre en el tiempo, porque afec- (contrariamente a la eternidad y a su trascendencia). En
ta las condiciones hasta de una cronología. Más bien mar- otros términos, la extra~temporalidad del acontecimien~
ca una cesura, un corte, tal como el tiempo se interrumpe toes inmanente, y por esa razón paradójica. ¿Con qué de~
para reanudar en otro plano (de ahí la expresión "entre- recho se puede sostener que ese afuera está en el tiempo,
tiempo"). Al elaborar la categoría de acontecimiento, por si es cierto que separa el tiempo de sí mismo? Vemos en
lo tanto, Deleuze exhibe el lazo primordial del tiempo y el seguida que no bastaría con invocar la necesidad de una
sentido, a saber, que una cronología en general sólo es efectuación espacio~ temporal del acontecimiento. La res~
pensable en función de un horizonte de sentido común en puesta implica dos momentos: 1) El acontecimiento está en
sus partes. Así, la noción de un tiempo objetivo, exterior a el tiempo en el sentido en que necesariamente remite a una
la vivencia e indiferente a su variedad, no es más que la efectuación espacio-temporal, como tal irreversible (LS,
generalización de ese lazo: su correlato es el "sentido co- 177). Relación paradójica entre dos términos incompati-
mún", la posibilidad de desplegar la serie infinita de las bles (antes 1 después, donde el segundo término hace "pa-
cosas o las vivencias en un mismo plano de representa- sar" el primero), implica materialmente la exclusión que
ción. El acontecimiento, como ''entre-tiempo", por sí mis- suspende lógicamente. 2) El acontecimiento está en el tiem-
mo no pasa, a la vez porque es puro instante, punto de po en el sentido en que es la diferencia interna del tiempo,
escisión o de disyunción de un antes y un después, y la interiorización de su disyunción: separa el tiempo del
porque la experiencia que le corresponde es la paradoja de tiempo; no hay razones para concebir el acontecimiento
una "espera infinita que ya es infinitamente pasada, espe- fuera del tiempo, aunque él mismo no sea temporal. En
ra y reserva" (QPh, 149). Por eso la distinción deAión y de consecuencia, es importante disponer de un concepto de
Chronos no acompaña la dualidad platónico-cristiana de multiplicidad tal que la "cosa" no tenga ya unidad sino a
la eternidad y el tiempo: no hay experiencia de un más allá través de sus variaciones y no en función de un género
del tiempo, sino solamente de una temporalidad trabajada común que subsumiría sus di visiones (bajo los nombres
por Aión, donde la ley de Chronos dejó de reinar. Ése es el de univocidad y de síntesis disyuntiva, el concepto de
"tiempo indefinido del acontecimiento" (MP, 320). Esta expe- "diferencia interna" realiza ese programa de un afuera pues-
riencia del no-tiempo en el tiempo es la de un "tiempo flotan- to adentro, en el nivel de la estructura misma del concepto:
te" (D, lll), llamado también muerto o vacío, que se opone al LS, series 24' y 25'). Esta idea también se expresa diciendo
de la presencia cristiana: "Ese tiempo muerto no sucede a lo que no hay acontecimientos fuera de una efectuación es-
que llega, sino que coexiste con el instante o el tiempo del pacio-temporal. aunque el acontecimiento no se reduzca a
accidente, pero como la inmensidad del tiempo vacío donde ello. En suma, el acontecimiento se inscribe en el tiempo, y
todavía se lo ve venidero y ya llegado, en la extraña indife- es la interioridad de los presentes disjuntos. Además,
rencia de una intuición intelectual." (QPh, 149) En todo caso, Deleuze no se contenta con un dualismo del tiempo y el
es la temporalidad del concepto (QPh, 150-151). acontecimiento, sino que busca un lazo más interior del
tiempo con su afuera, y quiere mostrar que la cronología
24 FRANc;oiS ZouRABICHVIU :EL VOCABULARIODEDELEUZE 25

deriva del acontecimiento, que este último es la instancia múltiple. La eternidad no les p¡ufecía la ausencia de cambio, ni
originaria que abre toda cronología. A diferencia de Husserl siquiera la prolongación de un~ existencia sin límites, sino el
y de sus herederos, el acontecimiento o la génesis del tiem-
estado complicado del mismo tiempo ... " (PS, 58)
po se declína en plural. En efecto, es importante mantener ** El concepto de complicación comprende dos nive-
la inclusión del afuera en el tiempo, a falta de lo cual el les, que corresponden a dos usos de la palabra. Primero
acontecimiento sigue siendo lo que es entre los expresa un estado: el de las diferencias (series divergen-
fenomenólogos: una trascendencia única que abre el tiem- tes, puntos de vista, intensidades o singularidades) en-
po en general, instancia que se ubica lógicamente antes vueltas o implicadas unas en otras (LS, 345-346). Compli-
de todo tiempo, y no -si puede decifse- entre el tiempo cación si_gnific<l. ~-Iltgn~~-~s_ _ co_~impl!c~ci_ón, iml?liC3Cú5ñ~~
vuelto multiplicidad. En el razonamiento fenomenológico, ·rt~Cíproca. Este estado correspoúd~- al· ~égrmeñ-~d~--ro--Vi~'::­
ya no hay lógicamente más que un sólo acontecimiento, el tual,-- donde las disyunciones son "incluidas" o
de la Creación, aunque no deje de repetirse: la homogenei- "inclusivas", y se opone al régimen de lo actual, caracteri-
dad fundamental del mundo y de la historia está a salvo (la zado por la separación de las cosas y su relación de exclu-
invocación de "un solo y mismo acontecimiento" en Deleuze sión (o bien ... o bien): por lo tanto, no está regido por el
-LS, 199, 209- remite a esa síntesis inmediata de lo múlti- principio de contradicción. En consecuencia, cot;ri~licación
ple llamada "disyuntiva", o diferencia interna, y debe ser
califi~a un_~rimer tip? de lll~lt~P_lic_idad 1 I~_a_maditr~rrns~ya.~
distinguida con cuidado del Uno como significación total Es Iaió"iicaffilsiJiadeririunaoen cua~i2~ó~;) (binío,
y englobante, incluso cuando se concibe a este último más i6:2-163,359:LS, 345-346). /" ...~---· ~
acá del reparto del uno y lo múltiple, como ocurre con la
"diferencia ontológica" de Heidegger: véase QPh, 91). Sin
** * Pero más profundamente.-~.·~omplic.:a_~~-?,!!.'_:.~*~)[esa
Ja op~Qp. de sfiJ,!~s de l?s dos ~ovinE_~tos in ~~rso~
embargo, no es seguro que el corte entre el tiempo y otra ilelo(yirtuafit!t¡actiliil]explicación, desarrollo, proceso) y
-·-·~•-=..,-- ,,,;7 ~''''"" •- "''
cosa que él justifique todavía el nombre de acontecimien- w•'•

de lo aCfi.ial a lo virtual (implicación, envolvimiento,


to. Donde volvemos a la cláusula deleuziana preliminar de enrollamiento; en la última parte de su obra, Deleuze ha-
que no hay acontecimiento fuera de una efectuación en el blará de cristalización) (PS, 58; SPE, 12; Le pli, 33). Deleuze
espacio y el tiempo, aunque el acontecimiento no se redu- subraya constantemente que esos dos movimientos no se
ce a ello. oponen sino que siempre son solidarios (PS, 110; SPE, 12;
Le pli, 9). Loque los destina uno al otro es la complica-
ción, en la medida en ~que~ d~a a_~~gur~- üi "illin~~~. ri.~~ ·-c!~l
uno en lo múltiple y de lo múltipleenel uno. No hay que
Complicación .confurldir la implicació~ recípfoC·a· dé lOs" "términos compli-
cados con la implicación recíproca del uno y lo múltiple,
tal como lo opera la complicación. De aquí se desprende la
* "Algunos neoplatónicos utilizaban una palabra profun- relación de dos multiplicidades, virtual y actual, que testi-
da para designar el estado originario que precede todo desa- monia la superación del dualismo inicial hacia un monismo
rrollo, todo despliegue, toda 'explicación': la complicación, donde la misma Naturaleza oscila entre dos polos: lo múlti-
que envuelve a lo múltiple en el Uno y afirma el Uno de lo ple implica al uno en el sentido en que es el uno en el estaao
'-.-.~---·~· .. -··----~·--·---·--"------ .. ·~------··-·······--·--------------- ·~·-······--·- ............. ""-·---~--~-·---·~--·-~-
26 FRAN(:OIS ZOURABlCHVIlJ
27
explicado; el uno implica lo múltiple en el sentido en que es
lo múltiple en el estado complicado. La importancia del con­ ináquina. La máquina no produce un corte de flujo sino en la
cepto de complicación, pues, es clara: en la misma historia medida en que está conectada a otra máquina que supues­
del Neoplatonismo, se opone a la soberanía retirada del Uno; tamente produce el flujo. Y sin duda, esta otra máquina a su
lleva lo múltiple en el origen, bajo la condición de un régi­ vez es en realidad corte. Pero sólo lo es en relación con una
men especial de inseparación o de co-implicación '(esteras- tercera máquina que produce idealmente, vale decir, relati­
vamente, un flujo continuo infinito." (AlE, 44)
���f �é�r1���:;:�@;}j�eii�@�l-�1�tt�rJ����-
clara es la importancia de la operacíoñ·que expresa, y que
** Flujo y corte forman en El anti-Edipo un solo y
mismo concepto, tan difícil como esencial. No remiten a un
remite uno a otro ambos movimientos de actualización y de \< dualismo ontológico o a una diferencia de naturaleza: el
redistribución, de diferenciación y de repetición, cuyo fun­ } • . flujo no es solamente interceptado por una máquina que lo
cionamiento solidario da la fórmula completa del mundo se­ -) corta, es a su vez emitido por una máquina. Por lo tanto no
gún Deleuze. La "conversión" neoplatónica, inversa de la •}) hay más que un solo término ontológico, "máquina", y por
"procesión" del Uno hacia lo múltiple, en efecto no es apta {i eso toda máquina es "máquina de máquinas" (AlE, 7). La
para acarrear un movimiento de redistribución en el seno de .)/ · regresión al infinito es tradicionalmente el signo de un fra­
lo múltiple; no es su objeto, puesto que apunta al retorno en }\ caso del pensamiento: Aristóteles le opone la necesidad
la plenitud del Uno, cuya trascendencia está señalada por la { de un término primero ("hay que detenerse"), y la edad
indiferenciación e indiferencia a lo múltiple. Muy diferente i 'clásica no lo asume sino subordinándola al infinito en acto
es el ascenso hacia el uno como complicación (unidad o W '· desde el punto de vista de Dios. La regresividad adopta en
síntesis inmediata de lo múltíple, puro "diferenciante"), que ): · Deleuze un valor posíti vo porque es el corolario de la tesis
trabaja toda cosa actual del interior y la abre a la totalidad }/ inmanentista paradójica, según la cual la relación está pri­
virtual complicada que implica. La lógica de la complicación ;( mera, y el origen es acoplamiento: convertida en objeto de
confluye aquí con la tesis de la univocidad del ser, mientras U afirmación, ofrece una garantía metodológica contra eLre­
< tomo de la ílusión del fundamento (ilusión de un reparto
que el nombre de ser tiende a borrarse ante aquel,
diferenciable, de devenir. real del ser como referencia trascendente del pensamien­
to). En efecto, no hay dado que no sea producto, lo dado
es siempre la diferencia de intensidad surgida de un aco­
plamiento Ilamadodispars (DR, 154-155, 286-287;AlE, 384;
MP, 457 y sigs.). Hasta los dos términos de la percepción,
Corte-flujo sujeto y objeto, derivan de un acoplamiento que los distri­
(o síntesis pasiva, o contemplación) buye uno y otro como presuponiéndose recíprocamente:
el ojo, en este sentido, no es más que la pieza de una má­
quina separada de manera abstracta de su correlato (luz).
* "Lejos de que el corte se oponga a la continuidad, la Husserl omite la verdadera definición de la síntesis pasi­
condiciona, implica o define lo que corta como continuidad va: porque ella remite a tales acoplamientos, a tales "con­
ideal. Ocurre que, como vimos, toda máquina es máquina de templaciones" o "contracciones" primarias (DR, 96-108);
pero si el acoplamiento está en el punto de génesis, ésta
28 FRANCOIS ZouRABICHVILI :EL VOC..4.BULAR10 DE DELEUZE 29

necesariamente regresa al infinito, implicando una rehabi- tar"? Precisamente, el régimen de circulación de un flujo,
litación de la regresión. El concepto renovado de síntesis su caudal, continuo o segmentario. más o menos libre o
pasiva pasa al primer plano en El anti-Edipo bajo el nom- estrangulado. Y todavía estas imágenes demasiado
bre de "máquinas desean tes". donde se plasma el princi- dualistas son insuficientes: un flujo será uniforme o, por el
pio de inestabilidad o de metamorfosis que envuelve (ACE, contrario, imprevisible y mutante según el modo de corte
34; este principio es llamado "anarquía coronada" en los que lo caracterice. El concepto de corte, por lo tanto, es
desarrollos sobre la univocidad). Lo cual implica que lo diferenciado: el código es uno y la "esquizia" otro. Aquí,
dado jamás está constituido de flujos, sino de sistemas el contrasentido elemental sería considerar el flujo
corte-flujo, en otras palabras de máquinas (ACE, 7; la ex- esquizofrénico, "que franquea las contenciones y los có~
presión "ontología de los flujos", por la cual en ocasiones digos" y "fluye, irresistible" (ACE, 156, 158) como un flujo
se resume el sistema de El anti-Edipo, es una invención que escapa a todo corte: esto implicaría olvidar la primacía
de polemista impaciente). de la máquina, y el nombre mismo de esquizia (acto de
*** ¿Por qué entonces esta dualidad del corte y el hendir, bifurcación: ACE, 109, 158). Al corte de tipo código,
flujo? que procede por alternativas o exclusiones, se opone la
1) El sistema corte-flujo designa las "verdaderas activi- esquizia como disyunción inclusiva, característica del de-
dades del inconsciente" (hacer fluir y cortar, ACE, 388), venir o el encuentro (Deleuze y Guattari no reducen la
funciones complementarias constitutivas de un acopla- esquizofrenia al derrumbe catatónico, ellos extraen su pro-
miento, mientras que los "objetos parciales", que no son ceso, libre producción de deseo). Mil mesetas. al distin-
ya como en Melanie Klein relativos a un todo fragmentado guir tres tipos de "líneas". reacondicionará los conceptos
y perdido, son sus términos, "elementos últimos del in- de corte y de flujo (mesetas 8-9).
consciente"· (ACE, 386) que se determinan recíprocamente
en el acoplamiento, uno como fuente o emisor de flujo, el
otro como órgano receptor. En consecuencia, no habrá de Cristal de tiempo (o de inconsciente)
asombrar la paradoja: el objeto-fuente, tomado sobre el
flujo que emite. Ocurre que el objeto no emite un flujo sino
para el objeto capaz de cortarlo (de donde procede el caso * "Por muchos elementos distintos que tenga la ima-
emblemático ele la máquina seno-boca, a todo lo largo de ' gen-cristal, su irreductibilidad consiste en la unidad indi-
El anti-Edipo, sobre todo 54-55). A su vez, el objeto-órga- visible de una imagen actual y de "su" imagen virtual." (JT,
no puede ser tomado como emisor de flujo por otro objeto 1°5) "Extremando las cosas, lo imaginario es una imagen
(véase el ejemplo recurrente de la boca, 11, 44, etc. Y parti- virtual que se pega al objeto real, e inversamente, para
cularmente en el caso de la anorexia,ACE, 7, 388). Recuér- constituir un cristal de inconsciente. No basta con que el
dese siempre la relatividad del flujo al corte. objeto real, el paisaje real, evoque imágenes semejantes o
2) "El deseo hace fluir, fluye y corta" (ACE, 11): cortar vecinas; es necesario que deslinde su propia imagen vir-
no es lo opuesto de fluir (servir de contención) sino la tual, al mismo tiempo que ésta, como paisaje imaginario, se
condición bajo la cual algo fluye; en otros términos, un interne en lo real según un circuito donde cada uno de los
flujo no fluye sino cortado. ¿Qué significa entonces "cor- dos términos persigue al otro, se intercambia con el otro.
EL VOCABULARIO DE DELEUZE 31
30 FRAN(:OIS ZOURABICHVILI

La "visión" está hecha de ese doblamiento o desdobla- psychanalyse. y MP, 315, 317). ¡;:~ ~~b_o~ca~o~:~e~e~ir
miento, esa coalescencia. Es en los cristales de incons- significa habitar el plano de mmanenc1_~ do·~-~-:-~~~.,~~~--s-~-~-: _ .
~~-~ ···------~--T----·~------~¡¡· -------w~-~-----·ñ"""---·~"'""'··------u..---TC-á'Cle· Sfffúsma sm trazar
ciente donde se ven las trayectorias de la libido., (ce. 83) cJa no se p~o llC:_~--~I[l___.,___ªf}~J~~J;_ U.-- - . -- .. -------------------------~·--·"·,d---~-----------·---------"-~
"Lo que constituye la imagen-cristal es la operación más
ei ·ina/HJ de slls >Í!(lll~c!\'rgs y slJ' s'J)\.§<!lic!¡¡~.
· Pero eúeCtor no puede dejar de tropezar con una difi-
fundamental del tiempo: puesto que el pasado no se cons-
cultad. Ese dado puro al que accede el "deviniente" pare-
tituye después del presente que fue sino al mismo tiempo,
ce seleccionado de antemano por sus resonancias espe-
es preciso que el tiempo se desdoble a cada instante en
ciales con cierta situación de vida. Indudablemente, el
presente y pasado, que difieren uno del otro en naturaleza
espejo no remite aquí el deviniente a una imagen na:cisista
o, lo que es lo mismo, desdoble el presente en dos direc-
de sí mismo; aquí su situación se repite o se refleJa, pero
ciones heterogéneas, una de las cuales se lanza hacia el
en el elemento no-redundante de una contemplación
porvenir y la otra cae en el pasado. Es preciso que el tiem-
evaluativa de sí. Resta comprender cómo se anudan lo ín-
po se escinda en dos choiTOS disimétricos, uno de los cua-
timo y el espectáculo; por qué, si la experiencia real supo-
les hace pasar todo el presente, y el otro conserva todo el
~ ne la violencia y el azar de un encuentro, no por ello se
pasado. El tiempo consiste en esta escisión, y es ella, es él
>{) encuentra a alguien o algo. Precisamente para enfrentar
lo que se ve en el cristal." (IT, 108-109)
** Este concepto, uno de los últimos de Deleuze, pre- '&: 1 dicha dificultad Deleuze forja el concepto de cristaL

~
!.
Los términos decisivos son desdoblamiento, intercam-
lisenta la dificultad de condensar poco más o menos toda
~bio~-frUliSceiiiTD!~e primera intención, la estructura
il' su filosofía. .,__El cristal es el estado último de la problemática
- -·~-.-~,---~·~-......~,~~---=-.,=-=--=-·"~'-"""'==-----.,. jde int.eiCaril.bio que defi~e e_l cr~stal se establece en_t:e los
,/d ~ _J~--- ~~ Ps.r.iEn,~_!a___ ":,~J--~-ª-C-~-~Y . . §~ ...-RX.~--~---~~~!-~-"Eg.E;t2. u~a • . . dos términos del devemr, mstltuyendo una relaciOn de
Pr?-~und~_Z<!~!§g_~~~1..S9J!.!;:Ja?1Q...fJ~. .~~-Y~E~A~·- Ante todo confir- '\ doble o de espejo que libera un~La relación de
·ma que~~-~n d-e~enir cualquiera ( deveñir-animal, devenir-
sujeto a objeto (el pequeño Hans ~aba~lo) resulta de
mujer, etc.), no es el término lo que se busca (el animal o la
entrada insuficiente para descnbu la situaciOn, que tmph-
mujer que uno deviene) sino realmente el propio devenir, o
ca un momento de indiscernibilidad donde el muchachito
sea, las condiciones de un relanzamiento de la producción
se ve padecer en el caballo, refleja sus propios afectos en
deseante o de la experimentación. No es Moby Dick, la
las singularidades y los accidentes de este último (y recí-
gran ballena blanca de la novela de Melville, lo que intere-
sa a Achab: éste no la persigue sino para enfrentarse con procamente). Tale~~~~-·_yer~d ~~~----~.~~~es de ~na
la desmesura de su propia vida, y ésa es la verdadera ra- ~_xp~r~~Jlf::t~.r~~-l_;~_:_l()___ ~~?-. P.~. r-~_"?-.~~~~--~--!:~_!.~!~Y.?~"~~p~uJe~~----
zón, la verdadera lógica, la verdadera necesidad de su con- --pfeeX~-~~~!lJ_~ qlt~ abrirf~ . ~~---~~~P:~r~--~I1i.~. f9IW:ª-§"'~h~!l1J9Pn.tL,
ducta irracional (CC, cap. X). Por su lado, el pequeño Hans, cjll_e__ P~!:~!.~!E~~~-l~~~E!~~-~--~~1~--I:a,:-_!~.~:. Esta Iluswn de pre-
eXistencia viene solamente del hecho de que lo dado
tan poco comprendido por Freud, tiene la "visión" del ca-
preformado de la experiencia posible precede el acceso a
ballo de tiro que cae y se debate bajo los latigazos, pero
lo dado puro de la experiencia real, que sólo está constitui-
esa visión es doble, cristalina: lo que el niño ve en su
do de movimientos y diferencias de movimientos, de rela-
relación con el caballo son las trayectorias de su libido. De
ciones de velocidad y de lentitud, de "imágenes-movimien-
ese modo, accede activamente a su propio problema
tos". A partir de entonces, tampoco hay ya afectividad
("L'interprétation des énoncés", en Politique et
32 FRANc;OIS ZDUR4..BICHVILI EL VOCABULARIO DE DELEUZE 33

exterior a lo dado, en el sentido en que un sujeto constitui- matización donde pueden comunicar, bajo la condición del
do reaccionaría a lo que ve en función de sus sentimientos pequeño circuito, los agenciamientos respectivos de Hans
y sus convicciones: la afectividad no es ya separable de y del caballo de ómnibus: caída del caballo en la call~ 1
las potencias que corresponden a los movimientos en el prohibición de la calle y peligro; potencia y domesttcacwn
plano. Se vuelve no sólo posible sino necesario decir, sin del caballo 1deseo orgulloso-humt!lado; morder 1reststlr-
riesgo de antropomorfismo ni recurso a una empatía de ser malo; etc. El contrasentido sería pensar que la visión
ningún tipo, que los afectos son los del plano; en otros desencadena la evocación: por el contrario. es ella la que
términos, que son las cosas mismas (porque sólo desde un procede del acoplamiento de un conjunto de rasgos obje-
punto de vista derivado podemos decir: son los efectos de tivos y de una imagen mental que se selecciOnan mutua-
las cosas sobre nosotros). "El trayecto se confunde con la mente. y ella se profundiza por retornos sucesivos al obje-
subjetividad del medio mismo en la medida en que se refle- to donde un nuevo aspecto del objeto es revelado o pasa
ja en aquellos que lo recorren. El mapa expresa la identidad al,primer plano en resonancia con una nueva capa psíqui-
del recorrido y lo recorrido. Se confunde con su objeto, ca (IT, 62-66, 92-93). Por eso la obsesión del caballo es
cuando el mismo objeto es movimiento." (ce, 81) activa, y no desempeña el papel de una simple representa-
~n co~sec:uen~_ia ... _~e _desconocen las investiduras ción: el niño medita y evalúa todas las alturas variables de
afeCtivas -del ~ifj¿- ~~~~d~--se_~v-~p(~I ,ª~-ºPliiiiThnta a e nQa su situación precisamente explorando lo que puede el ca-
percepción objetiva y -Uña p1~óye~ción imaginaria, y no el ballo, cómo se produce la circulación de sus afectos. ..
· dcSdoblamiento de lo realeniré su adliáJ.fcfli<!:t~a En consecuencia, el cristal es esa serie de circuitos que
imagen virtual (elptiviíegiodéíniño, su ejemplaridad en el proliferan a partir del desdoblamiento fundamental de lo
análisis' de IOS devenires, viene solamente del hecho de real bien entendido; y, como dijimos, en él se ven lastra-
que su experiencia no está todavía organizada por este- yectorias del deseo y su reacondicionamiento de" map_a en
reotipos o esquemas sensorio-motores). La estructura cris- mapa. Pero en último análisis, ¿por qué vemos en el al tiem-
talina de la experiencia es que allí lo actual no está dado en po? De un extremo al otro de su obra, Deleuze insist~ en la
su pureza sino reflejado inmediatamente en el psiquismo coexistencia o la contemporaneidad de dos temporahdades
que recorre el plano: por ejemplo, el caballo visto por Hans congénitamente heterogéneas: el encadenamiento
en el devenir-caballo de este último. No hay un dado neu- cronológico de nuestros trayectos o de nuestras efectua-
tro, independiente de nuestros devenires. La oposición de ciones en un presente englobante, el pasado virtual o la
lo real y lo imaginario, de la cognición y del delirio es se- eternidad paradójica (Aión) de los devenires que les co-
cundaria, y no resiste el giro inmanentista del cuestio- rresponden. Bergson había mostrado a qué atolladero con-
namiento crítico. duce la costumbre de concebir el presente y el pasado en
Ese desdoblamiento cristalino de lo real instituye un una relación de sucesión. sucediendo el pasado al presen-
"circuito interior" donde lo actual y su virtual no dejan de te que ha dejado de ser, o precediendo al actual como an-
intercambiarse, de correr uno tras otro, "distintos pero tiguo presente: porque el presente no puede ser en~onces
indiscernibles" (D, 183; IT, 95, 108). Sobre él vienen a más que una entidad estática que no pasa, y que stn em-
injertarse circuitos más amplios, constituidos por rasgos bargo uno imagina remplazada sin cesar por otra. Por lo
objetivos y evocaciones: otros tantos umbrales de proble- tanto, hay que asumir hasta la paradoja la evidencia de
34 FRANCOIS ZOURABICHVILI
EL vocABULARIO DE DELEUZE 35

que el presente pasa: si pasa al tiempo que es presente. es


· tm" ento maquínico de imágenes-movimiento". pero
porque el presente es contemporáneo de su propio pasa- "agencm . d'
· te en la imagen-tiempo a manera de pnmera Imen-
do (B, 54; DR, 111; IT, !06; encontramos este tema de la persis d' · cambio
. .. de una imagen que crece en tmenswnes; en
! contemporaneidad en el extraordinario concepto de "blo- sJOn cine de la imagen-movimiento
· · a uno que, de acuerdo
¡ que de infancia", Kplm, 141 y sigs.; MP, 202-203, 360). Así, 1
¡=a . . 1 ~
con el ordinario sometimiento de la expenencJa a os en -
t el desdoblamiento Q~)Q_ r"~_a.L~~g._Q~gio.hlarniento del tiem:.._
denamientos sensorio-motores, desprende lo actual de ..su
po. No obst;;nte~o basta con mostrar la imposibilidad de
doble virtual). Finalmente, Deleuze llama Cronosa esa sm-
~·COñstituir el pasado a partir tan sólo del presente, la nece-
. con el nombre del titán que devora a sus hiJOS, pues-
sidad de concebir el pasado como una segunda temporali- tesiS, · d d
dad que desdobla el presente (la cual, según otro argu- toque, de igual modo • el tiempo no deja .. e reanu ar Y
recomenzar su división, encadenando solo por ntpturas
mento de Bergson, condiciona la reactualización de los
antiguos presentes en forma de recuerdos). No es posible (JT, 109). .d d
. Por qué llamar "pasado puro" a esa temporah a por
dar cuenta plenamente del pasaje del presente a menos
que se explique ese desdoblamiento por una escisión ince- 1 :emás descrita como síntesis instantánea de la espera
yola verificación, infinitivo de una cesura (A'' 10n_)?. "Puro"
sante del tiempo: los presentes no se alinean unos a conti-
• ,., r.-. .• ""'"'-"'-•'-"-,'-• '''~'-', _,,,,-,,,.,_,_,,~~-· .. -~
califica el pasado que sólo es pasado, va;e decu, que n?,
nuación de lo_~_ otros _sin_o por_~~e _el pas;:t~_o _multiplica- sus
es un antiguo presente, "'"pasado que Jam~s fue presente
capas en· ¡)iofuñ~ldád·;-toa~_s- nuéS_ff~f é_f~S~tt<i~iQii~
(DR. 111). No se define de manera relativa respecto del
<:- cen- ellcáderiifSe __ S~ll--_,trqpJe;_z_{),~--e~-- -~~ --~-n-~,c() presente
actual presente, sino absolutamente, respecto del pre-
1en~Íobant~, pen> baJo_ ~11- CQ_n,ti,~;¡d~ª-~----ªP~i~nfe=oper:an sente del que es el pasado o el haber-sido (así es como
fiFdi_S-iribú-Ciolles d~ prob~~mas o de_situ~c!_on~s _ c}~_e}laC:en
hay que comprender ]a fórmula: "el pasado no sucede al
: pasar el present~. Volvemos aencontraiTá-muítipliCidad de
presente que ha dejado de ser, coexiste con el presente
his Cai)as psÍqUICas implicada en el descubrimiento plural
del objeto: otros tantos mapas sucesivos percibidos en el que f ue " • ¡·r., ¡ 06) . Bergson lo llamaba "recuerdo del pre-
sente": no el pasado en que se convertirá ese presente,
cristal. Decir que el cristal nos hace ver el tiempo es decir
sino el pasado de ese presente. Es pasado co~~ ~lemen­
que nos remite a su bifurcación perpetua. No es la síntesis
to en el cual pasa el presente, y no por~ue rem_Itina a una
de Chronos y de Aión, porque Chronos no es más que el
anterioridad en una relación cronológica. Es Importante
tiempo de la actualidad abstracta, separada de su propia
ver bien que esa invocación del pasa~o puro, en Deleu~e,
imagen virtual, la orden de sucesión de un siempre-ya-
remite a una problemática del devenu, no de la memona.
dado. La síntesis es más bien la de Aión y de Mnemosina,
En nombre de los devenires~ Deleuzedes:pachaconlas
de la temporalidad de lo dado puro, de los movimientos
c-lll~nos Vací~S-~a-s·_p-reOé_u_P~~!''?.~~-~~-~-~.-hX§.!Pn. a.y2~-J10rxe'"'~
absolutos en el plano de inmanencia, y de la multiplicidad
nir (P, 208-20CJ). . "
de las capas de pasado puro en que se escalona y se mul-
-- **'*-'El CciiíCepto de cristal envuelve una ~~valuacwn
tiplica esa temporalidad. (Es así como, en sus libros sobre
de la metáfora, a su vez inseparable de una cntl~a Y de un
el cine, Deleuze no dice que la imagen-movimiento es abo-
reacondicionamiento del concepto de imaginarlo. Recor-
lida por la imagen-tiempo, o régimen cristalino de la ima-
demos el esquema de base: no una segunda_imagen que
gen, porque el cine sigue siendo por definición
vendría a reforzar a otra. sino el desdoblamiento de una
36 ~ VOCI\BULARIO DE DELEUZE
37
F'RANCOIS ZoURABICHVll..I

sola imagen en dos partes que remiten originariamente . en sin que ésta, a su vez, se actualice en otra, y así
nnag , d ·
una ~ !a otra. Sin duda, Freud tiene razón de creer que la suce
sivamente en un conjunto homogeneo en evemr
, . h .
relacton del pequeño Hans con los caballos concierne a que desborda toda metáfora (IT, 78). Por u1llmo, ay c~~-
otr~ cosa que a estos; pero no en el sentido en que él lo tal cuando lo actual, vi vi do o imaginado, es m separa e
entiende. El mundo en su riqueza y su complejidad no es la de un virtual que le es ca-originario, de ~al manera_ que
Caja de r:sonancia de una única y misma historia (Edipo) puede hablarse de "su propia" imagen virtual. La Ima-
smo el cnstal proliferante de trayectorias imprevisibles. La gen se divide en sí misma, en vez de actualizarse en otra,
tnte:pr~tación metafórica del psicoanálisis, pues, debe ser 0
de ser la actualización de otra. _ . . .
sustitUida por un desciframiento literal, "esquizo-analíti- Este desplazamiento del par real-llllagmano (o real-mea!)
co" ·Vemos que "literal" no quiere decir adhesión a lo ac- hacia el par actual-virtual quita toda consistencia a la obj~­
tual puro (como si, por ejemplo, la no-metaforicidad de la ción de quien se asombrara de que Deleuze pueda pasar sm
esc~itu~a de Kafka significara que se agota en su conteni- transición de los niños a los artistas ("a su manera, el arte
do flccmnal). Sin embargo, la identificación de Jo imagina- dice lo que dicen los niños", ce, 86; lo que no significa,
r~o co~ lo I:real no permite comprender que una ficción como constantemente lo recuerda, que los niños sean artis-
hterar~a: mas allá de la alternativa de la representación tas). Si el cristal disuelve la falsa oposición entre lo real Ylo
metafonca de lo real y de la evasión arbitraria en el sueño, imaginario, debe darnos a la vez el verdadero conc~pto de
pued_a ser una experiencia, un campo de experimentación. ¡0 imaginario y el verdadero concepto de lo real: por ejemplo
A la m_versa, lo real opuesto a lo imaginario aparece como la literatura como ficción efectiva, producción de imágenes
un honzonte de puro reconocimiento, donde todo es como pero también producción real o de real, ~eliri? de imagi~a­
ya cono~ido, Y casi no se distingue ya de un estereotipo, ción articulado a la realidad de un devemr, gmado Y sancto-
de una stmple representación. En cambio, si se remite lo nado por ella (véase el Kafka). Porque si lo imaginario no se
imaginario como producción o creación al par actual-vir- opone ya a lo real, salvo en el caso de la metáfora o de la
tual en su régimen llamado ·cristalino, resulta indiferente fantasía arbitraria, lo real, por su lado, no es ya actuahdad
que lo actual sea vivido o forjado (imaginado). Porque el pura, sino "coalescencia", según la palabra de Bergson,_ ~e
desglose conceptual ya no es el mismo: Jo que se ve virtual y de actual. El cristal de una obra o de una obseswn
sobre una pantalla de cine, lo que un escritor narra 0 infantil hace ver lo real en persona precisamente por las vías
describe, lo que un niño imagina en la exploración de de lo imaginario.
sus goces Y sus pavores, es actual -o dado- de la mis- Tal vez podamos comprender mejor ahora lo que signifi-
ma maner~ que una escena ''real". Lo importante es en- ca literalidad. Una vez más, toda la cuestión está en la natu-
tonces el ttpo de relación que lo actual mantiene con un raleza extrínseca o intrínseca del lazo de lo actual y lo vir-
eventual elemento virtual. Hay metáfora cuando lo ac- tual: representación de una escena o trazado de un devenir.
~ual supuestamente recibe su verdadero sentido de otra Ocurre que la literalidad no es el sentido propio ("no hay
Imagen, que se actualiza en ella pero podría actualizarse palabras propias, no hay tampoco metáforas", D, 9): el cns-
por sí misma (tipo de escena primitiva o fantasma -el tal, al aquejar de abstracción la dualidad real-imaginario, tras-
fondo de la metáfora es el recuerdo). Hay sueño cuando torna al mismo tiempo el reparto supuestamente originario
las sensaciones del que duerme no se actualizan en una de Jo propio y lo figurado. Como para el par del sujeto Yel
38 ~ voo.BULARIO DE DELEUZE 39
FRAN<;OL.~ ZouRAnicHVJu

objeto, debemos decir: las propiedades no están distrib . temente Mil mesetas, es por tanto una defensa activa y
das de anteman 1 d. · . , UI- eficaz. una conquista propia de la esquizofrenia, pero que
. o, a tstmcwn de lo propio y lo figurado no
se establ~ce smo en lo dado (distribución sedentaria fals opera en una zona llamad~ de "profundidad" donde la or-
mente onginaria) · L 0 vemos: 1CJOS
. de predicar una fijació
' a- ganización de '"superflcte , que garantiza el sentido man-
b
~ t tustds~bre el uso propio de las palabras, la postura d~ teniendo la diferencia de naturaleza entre cuerpo y pala-
bras, de todos modos está perdida (LS, series 13' y 27').
Il:ra 1 a . conduce _al más acá de lo propio y lo figurado -
p no de mmanencia o de univocidad donde 1 d.
Al respecto, El anti-Edipo representa un giro: allí, la
presa d d . e Iscurso idea de cuerpo sin órganos es retrabajada en función de
, ~ sus evemres, tiene poco que temer de pasar o;
metafonco ante espíritus "sedentarios". p un nuevo material clínico de donde se desprende el con-
cepto de "máquinas desean tes", y adquiere una compleji-
dad que, tras el tema de la tmivocidad y de la distribución
Cuerpo sin órganos (CsO) nómada, permite a Deleuze enfrentar una segunda vez el
problema mayor de su pensamiento: ¿cómo articular, más
allá de Bergson, las dos dinámicas inversas y sin embargo
complementarias de la existencia, la actualización de for-
d * "Más a~l~ del organismo, pero también como límite mas por un lado, la involución que consagra al mundo a
el cuer~o VIVIdo, está lo que Artaud descubrió y 11 . -.
cuerpo sin , o- 'E amo. realizar redistribuciones incesantes por el otro 3? (Este pro-
. , oroanos. 1 cuerpo es el cuerpo Está solo y
necesita organo El no blema será enfrentado una tercera vez, con el concepto de
. s cuerpo nunca es un organismo.' Los
~r:amsmos son los enemigos del cuerpo. El cuer o sin ritornelo.)
o:ba~~s no se opone tanto a los órganos como a es:orga *** La rectificación recae en este punto: el CsO no se
mzacw? de los. órganos que se llama organismo. Es u~
opone tanto a los órganos como al organismo (funciona-
cuerpo mtenso, mtensivo. Está recorrido por una ond miento organizado de los órganos donde cada uno se en-
en el cuerpo traza niveles o umbrales según las vari:c1~~ cuentra en su lugar, asignado a una función que lo identi-
fica). El Csü no es ya una entidad específicamente
nes d~ su amplitud. Por lo tanto, el cuerpo no tiene ór a-
nos:!mo umbrale~ o niveles." (FB-LS, 33 ) g esquizofrénica, sino el mismo cuerpo del deseo cuya expe-
La distmcwn de dos conJ· untos· e]¡'mcos
. .
riencia extrema hace el esquizofrénico, él, que ante todo es
· a pnmera el hombre del deseo, porque en suma sólo padece la inte-
VISta convergentes, "perversidad" de C ]]
" · f · , arra y rrupción de su proceso (toda una parte de El anti-Edipo
d esqmzo
r rema de Artaud
, · en Loglca
, permite ~ .
del sentido
está consagrada a deslindar esa dimensión de un proceso
es mdar la categ?na de cuerpo sin órganos que Deleuze
esquizofrénico distinto del derrumbe clínico). Ciertamen-
reproch~ ya al psicoanálisis haber desdeñado: a la fra -
te, el CsO remite a lo vivido corporal, pero no a lo vivido
:entacmn.de su cuerpo y a la agresión física que las pal!-
ras ~edu~I~as a sus valores fonéticos le hacen padecer el
esqmzofremco responde por sus "gritos-hálitos" sohÍ .). Alain Badiou habla atinadamente del "movimiento de dos
dura de las palabras o las sílabas vueltas indescomp~nible~­ movimientos": véase "L'ontologie vitaliste de Deleuze", Court traité
a.la ~ue corresponde un vivido nuevo de un cuerpo len , d'ontologie provisoire, París. Le Seuil, 1998, págs. 63-64. [Breve tratado

sm organos distintos. El CsO, como lo abreviará co~sta~~


lle ontología transitoria, Barcelona, Editorial Gedisa, 2002.]
40 FR4NI(OL':> ZDURABICHVIU 41
stJLARIO DE DELEUZE
:ELVOO

ordinario descrito por los fenomenólogos; tampoco con- - a~


· rnos evoca dos m s arriba ' articulación
. llamada
.
cierne a un vivido raro o extraordinario (aunque algu- dinamis., d real de deseo, o de vida (al mtsmo tiempo
nos agenciamientos puedan alcanzar el CsO en condi- producclOnd e 'ué una máquina deseante "sólo mar-
compren e por q
se . ~ d
ciones ambiguas: droga, masoquismo, etc.). Es el "límite
cba d
escompomen ose ") .
del cuerpo vivido", "límite inmanente" (MP, 186, 191) en
la medida en que el cuerpo recae en ellos cuando está
atravesado de "afectos" o de '"devenires" irreductibles Desterritorialización (y territorio)
a los vividos de la fenomenología. Tampoco es un cuer-
po propio, puesto que sus devenires deshacen la inte-
rioridad del yo (MP, 194,200, 203). Siendo impersonal, * "La función de desterritorializaci?n: _D .~s el movi-
no por ello deja de ser el lugar donde se conquista el . 1 cual 'se' abandona el terntono. (MP, 634)
nombre propio, en una experiencia que excede el ejerci- nuento por e . s ecto de la marca cuahta-
cio regulado y codificado del deseo "separado de lo que "_El~erri1t:~::~ ~~t!::;:::oa~~e~ritorio. Las funciones en
puede". Si el CsO no es el cuerpo vivido sino su límite, uva, es . . eras ante todo suponen una ex-
es porque remite a una potencia insoportable como· tal, un territono no son ~nm t rr'I.ton"o Realmente es en este
· ·d d que constituye e · .
la de un deseo siempre en marcha y que jamás se deten- pres~vi a
ntldo como
el territorio y las funciones que allí se eJer-
' · · · "' La
dría en formas: la identidad producir-producto (ACE, se on pro d uctos d e la territonal¡zacion. . d
10-14; estas páginas no se comprenden plenamente sino e en_. s_ r ción es el acto del ritmo vuelto expre~Iv~, o :
sobre el fondo de polémica implícita con el cap. Q, 6 de terntona Iza d d" s convertidos en cuahtattvos.
los componentes e me IO
la Metafísica de Aristóteles). Por eso no hay experien-
cia del CsO como tal, salvo en el caso de la catatonia del (MP, 388) . ·, " ologismo apa-
** El término "desterritoriahzacwn , ne .,
esquizofrénico. Es comprensible la ambivalencia a pri- . . Ed" desde entonces se extendiO am-
mera vista desconcertante del cuerpo sin órganos: con- rectdo en El antz- . zp~, humanas Pero por sí solo no
l. te en las Ciencias · .
dición del deseo, lo cual no impide que sea "modelo de p Iam_en su si nificación es vaga filen-
la muerte", envuelto en todo proceso de deseo (ACE, 14 constituye un ~-oncept~o~ tres e~ementos: territorio, tierra
y sobre todo 393; toda sensación envuelve la intensi- tras no se 1~ r~ Ier~,a o . en su versión acabada
y reterritonahzacwn, conJu_nto que¡ S distingue una
dad= Oprecisamente también en este sentido, ACE, 394; 1 pto de ntorne o. e
FB-LS, 54). El Csü, respecto de los órganos, es a la vez forma e co_nce_, . ue consiste en reterrito-
desterritoriahzacwn relatzva, qb. arde territorio (pero de-
"repulsión" (condición sin la cual un organismo se se-
rializarse de otra manera, en caro I hay un término o fin al
dimentaría, de tal modo que la máquina no funcionaría) . b · puesto que no
y "atracción" (los órganos-máquinas se inscriben sobre vemr ~o es cam Iar; habría cierta diferencia con Foucault);
el CsO como otros tantos estados intensivos o de nive- devemr; tal v~z a~u¡I· . ~n absoluta que equivale a vivir
d sterntona tzac1o ' .
les que lo dividen en sí mismo) (ACE, 394). O incluso:
instancia de anti-producción en el corazón de la pro- ~nu::a J~nea ab~tracta o d:~~~: ~~v~:~~:i~:~::~=~:~:
ducción (ACE, 14-15). Tal es la articulación frágil -ya en compensacwn todo e 1 dominio de la reterri-
d 0 tal nos sustrae a .~ ,
que roza por naturaleza la autodestrucción- de los dos toma o c?,m ~ , 1
torializacwn: vease e concep de "contra-efectuacwn'
to
EL vocABULARIO DE DELEuZE 43
42 FRANC:OIS ZOURABICHVILI

· cia de un "agenciamiento"; véase esta palabra) Y


del acontecimiento, LS, serie 21 a, y la pregunta "¿qué ha s 1sten ." · ") El
afectiva (fronteras problemáticas de mi potencia .
ocurrido?", MP, meseta 8). Tal es el esquema que más o
menos prevalece en El anti-Edipo, donde traza do te rritorial distribuye un afuera y un adentro,. a
veces P ercibido pasivamente como el contorno
. d In .. toca-
"desterritorialización" es sinónimo de "decodificación".
ble de la experiencia (puntos de angu~tla, e verguenza,
Sin embargo, ya se plantea el problema de la
de inhibición), otras frecuentado activamente c~mo _su
"reterritorialización", que conduce al tema polémico de la
"
¡mea de fuga por tanto como una zona de expenencia.
"nueva tierra", siempre por venir y siempre por construir, , . . , d l , d'
En El anti-Edipo, el territorio ~o-se dis~~ngu1a e ~o I-
contra toda tierra prometida o ancestral, reterritorialización
arcaica de tipo fascista (AlE, 376-384, 306-307). go, p orque ante todo era un indiCIO de fiJeza y" de cierre.
En Mil mesetas, esa fijeza no expresa ya ma~ que "un_a
En Mil mesetas el esquema se complica y se afina. alre-
!ación pasiva con el territorio, y por eso aqm este ulti-
dedor de una acentuación de la ambivalencia de la rela- re 0 se convierte en un concepto d1stmto
· · (396)": marca
ción con la tierra -profundidad de lo Natal y espacio m
constituyente de un ámbito, de una mora d" a , no d. e un
liso del nomadismo- que, desde entonces, también afecta
sujeto, el territorio designa las relacio~es de prop:edad
al territorio. No sólo la rigidez del código ya no da cll.en-
0 de apropiación, y de manera c~~co~"1tante _de_ d1st,7n-
ta de todos los tipos de territorio, sino que la
_ en lo que consiste toda identiftcacwn subJetiva;
c¡a, l bun
reterritorialización en adelante es plenamente asumida
tener más profundo que el ser" (MP, 387). E , nom re
como el correlato de toda desterritorialización, una vez
propio, el yo sólo adquieren sentido en funcion de un
que digamos que no se efectúa ya necesariamente sobre
" ío" 0 de un "en mi casa" (MP, 393, 629). Este valor de
a;opiación es solidario de un devenir-expr_esi_vo de ~as
un territorio, hablando con propiedad, sino, cuando es
absoluta, sobre una tierra no delimitada: agenciamiento
cualidades sensibles, que entran como vanac1ones In-
nomádico, desierto o estepa como territorio paradójico,
separables en la composición de un ritor~l~Zo, ya que la
donde el nómada "se reterritorializa sobre la propia
marcación de las distancias -punto deciSIVO~ res~lta,
desterritorialización" (MP, 473; la diferencia relativo-
incluso entre los animales, anterior a toda functonahd~d
absoluto corresponde a la oposición de la historia y del
(MP. 387-397; QPh, !74). El territorio, en consecuenc1a,
devenir, ya que la desterritorialización absoluta es el
es la dimensión subjetivante del agenciamtento; a tal
momento del deseo y el pensamiento: QPh, 85). Este
punto sólo hay intimidad afuera, ~~ cont~cto con u_n
desplazamiento de acento abre la senda al concepto de
ritornelo. exterior, surgida de una contemplacton previa a to~a di-
visión de un sujeto y un objeto (véase "Corte-flujo" Y
***Tomando en préstamo a la etología más que a la
"Plano de inmanencia). Deleuze había tematizada pnme-
política, el concepto de territorio implica por cierto el
ro este tener primordial con el nombre de "hábit_o" o
espacio, pero no consiste en la delimitación objetiva de
"contemplación (DR, 99-! 08). El concepto ha camb1ado,
un lugar geográfico. El valor del territorio es existencial:
como lo testimonia la distinción de los medzos Y los te-
circunscribe para cada uno el campo de lo familiar y de
rritorios (MP, 384-386). Tomado en la lógica MI
lo vinculante, marca las distancias con el otro y protege
ao-enciarniento y el ritornelo, el motivo del tener contn-
del caos. La investidura mínima del espacio y el tiempo
b~ye en adelante a la definición del problema práctico
implica esa delimitación, inseparablemente material (con-
~VOCABULARIO DE DELEUZE
45
44 FRAN<;OLil ZouRABICHVILI

esencial, abandonar el territorio: ¿qué relación con lo devenires, lejos de entrar en el ámbito del sueño o de lo
extraño, qué proximidad del caos soporta el territorio? imaginario, son la consistencia misma de lo real (sobre este
¿Cuál es su grado de cierre o, por el contrarío, de per- unto, véase "Cristal de tiempo"). Para comprenderlo bien,
meabilidad (tamiz) al afuera (líneas de fuga, puntas de ~s importante considerar su lógica: todo devenir forma un
desterritorialización)? No todos los territorios son igua- "bloque", en otras palabras el encuentro o la relación de
les, Y su relación con la desterritorialización, como ve- dos términos heterogéneos que se "desterritorializan"
mos, no es de simple oposición. mutuamente. Uno no abandona lo que es para devenir otra
cosa (imitación, identificación) sino que otra manera de
vivir y de sentir asedia o se envuelve en la nuestra y las
Devenir "hace fugar". La relación, por lo tanto, moviliza cuatro tér-
minos y no dos, repartidos en series heterogéneas entrela-
zadas: cuando x envuelve a y deviene x', mientras que y
* "Devenir nunca es imitar, ni hacer como, ni adaptarse tomado en esa relación con x deviene y'. Deleuze y Guattari
a un modelo, así fuera de justicia o de verdad. No hay un insisten constantemente en la recíproca del proceso y su
término del que se parta, ni uno al que se llegue o se deba asimetría: x no "deviene" y (por ejemplo animal) sin que y
llegar. Tampoco dos términos que se intercambian. La pre- por su cuenta no devenga otra cosa (por ejemplo escritu-
gunta ''¿cómo estás?*" es particularmente estúpida. Por- ra, o música). Aquí se mezclan dos cosas que no hay que
que a medida que alguien deviene, lo que él deviene cam- confundir: a) (caso general) el término encontrado es aca-
bia tanto como él mismo. Los devenires no son fenómenos rreado en un devenir-expresivo. correlato de las intensida-
de i~itación, ni de asimilación, sino de doble captura, de des nuevas (contenido) por las cuales pasa el término
evolución no paralela, de bodas entre dos reinos." (D, 8) encontrante, de acuerdo con las dos caras de todo
** Devenir es el contenido propio del deseo (máquinas agenciamiento (véase el tema "uno no deviene animal sal-
deseantes o agenciamientos): desear es pasar por vo molecular", MP, 337); b) (caso restringido) la posibili-
devenires. Deleuze y Guattari lo enuncian desde El anti- dad de que el término encontrado sea a su vez encontrante,
Edipo, pero sólo lo convierten en un concepto específico como en los casos de ca-evolución, de manera que un do-
a partir del Kafka. Ante todo, devenir no es una generali- ble devenir tiene lugar de cada lado (véase el ejemplo de la
dad, no hay un devenir en general: no es posible reducir avispa y la orquídea, MP, 17). En suma, el devenir es uno
este concepto. herramienta de una clínica fina de la exis- de los polos del agenciamiento, aquel en que contenido y
tencia concreta y siempre singular, a la aprehensión extática expresión tienden a lo indiscernible en la composición de
del mundo en su flujo universal-maravilla filosóficamente una "máquina abstracta" (de ahí la posibilidad de conside-
hueca. En segundo lugar, devenir es una realidad: los rar como no-metafóricas formulaciones como: "escribir
como una rata que agoniza", MP, 293).
*** Kafka y Mil mesetas presentan una jerarquía de
los devenires. Esta jerarquía, no menos que la lista qne ella
* Qu'est-ce que tu deviens? en el original. Nuestro saludo se dice ordena, sólo puede ser empírica, al proceder de una eva-
habitualmente en francés de ese modo, literalmente: "¿qué devienes?".
[N. del T.] luación inmanente: animalidad, infancia, feminidad, etc.,
46
FRANCOIS ZOURABICHVU.I 47
EL voCABULARIO DE DELEUZE
no tienen ningún privilegio a priori, pero el análisis com-
- ntas "·qué ocurre ?" .. '"·cómo
G anda eso?",
prueba que el deseo tiende a investirlos más que cualquier donde· las pregu d. "t definitivo sobre "¿qué significa
otro ámbito. No bastaría con observar que son otras tan- en un aseen 1en e
adqmer ·-
?"· no el renunc1am1en
. to al sentido • sino por el
. , contra-
t.
tas alteridades respecto del modelo de identificación ma-
eso. . d . .d
. SU pro UCt!Vl a ,
d en un rechazo de la confuswn
. d 1 sen 1-
yoritaria (hombre-adulto-varón, etc.), porque en modo al-
no . . . . , - de la distribución sedentana e as pro~
guno se proponen como modelos alternativos, como do-slgmflcacwn y do aunque aquí no haya m
formas o códigos de substitución. Animalidad, infancia, iedades. Este tercer _gra. , a "devenir-
feminidad valen por su coeficiente de alteridad o de p . ón dialéctica m· sen e cerrada, se llam . "
progreSl
. , "devenu-mo. 1ecular" • "devenir-imperceptlble ,
desterritorialización absoluta, abriendo a un más allá de
mtenso , 1 d , (véase, Kplm, caps. 2 y 4; MP,
la forma que no es el caos sino una consistencia llamada "devemr-todo-e -mun o
"molecular": entonces la percepción capta variaciones in- meseta 10).
tensivas (composiciones de velocidad entre elementos in-
formales) más que un recorte de formas (conjuntos
"molares"), mientras que la afectividad se emancipa de sus Distribución nómada (o espacio liso)
cantinelas y sus atolladeros ordinarios (véase "'Línea de
fuga"). Pongamos el ejemplo del animal: como tal, no es
* "Es una distribucwn . , d e vag abundeo e incluso
d de
ese individuo domesticado y vuelto familiar que puede
'd rrio' donde las cosas se despliegan sobre to a ~ex- 1
añadirse a los miembros de la familia; inseparable de una
banda incluso virtual (un lobo, una araña cualesquiera),
e~, ' nívoco no compartido. No es e ser
tenswn de un Ser u , n la/ exigencias de la representa-
no vale sino por las intensidades, las singularidades, los que se comparte segu se re arten en él en la:
dinamismos que presenta. La relación inmediata que tene- ción, sino todas las cosas que U p T d ) , (DR 54)
mos con él no es la relación con una persona, con sus . ocidad de la simple presencia ( no- o o. 'd
um v
coordinadas identificatorias y sus cargos; ella suspende ** La diferencia entre compart'u u n. espacw e erra o Y
. . 1 h -
. acio abierto, entre dlstnbmr a os o~
el recorte dicotómico de los posibles, el reconocimiento de repartlrse en un esp d·v,·dido en partes y dls-
. 0 desde entonces 1 .
formas y funciones. No obstante, la misma posibilidad de bres un espacl . indiviso primero tiene
anudar una relación familiar con el animal, o de asignarle tribuir los hombres en un espac~~go antes de significar la
atributos mitológicos, indica un límite de la relación con el un sentido pastoral (el nomos gn , t . DR 54 y
. . la actividad de hacer pas ar. ,
lMeyP., ~~!)te.:::;:~:Deleuze por metáfora a la diferenciad~
animal desde el punto de vista de la desterritorialización
(Kplm, 66-67; MP, 294). Entre los tipos de devenires, el
' .¿ . to creador y representattvo.
criterio de selección no puede ser más que un fin inmanen- dos estados del pensamien s~ vez los dos valores socio-
te: ¿en qué medida el devenir, en cada caso, quiere ser él Claro que no, puesto q(ue ~os de existencia nomádica y
mismo? Devenires-niño y devenires-mujer parecen así con- históricos del nomos mo . el pensa-
ducir más lejos que los devenires-animales, porque tien- d taria) implican esta diferencia. Ocurr~ que 1
se en lo más íntimo de Sl mismo por e
den hacia un tercer grado donde el término del devenir ni miento es afectado en f . , de espacios abstractos a
siquiera ~s asignable, hacia una "asignificancia" que ya espacio, y se elabora ,~n ~ndclos~ o según un mixto varia-
no se presta al menor reconocimiento o interpretación, y "!' s" y otras estna o • . .,
veces lSO , 1 h bilitación de la distmcwn
ble de ambos (vease a re a
48 FR.ANCOIS ZOURABICHVIU EL VOCABULARIO DE DELEUZE 49

leibniziana del spatium y de la extensio, primer esbozo de una fantasía arbitraria (nadie como Deleuze fue sensible
los dos espacios, pero que se prolongará en el concepto al tema de la necesidad y buscó su concepto más allá de
de "cuerpo sin órganos": DR, 293-314; MP, 189). Se re- todas las ideas recibidas: PS, 24-25, 116 y sigs.; DR, 181-
dactará entonces una lista no cerrada de "modelos" con- 182); pero esta afirmación es la prueba que la desprende
cretos donde la distinción se encuentra en obra: tecnoló- de la engañifa de una necesidad buscada en la relación
gico, musical, matemático, etc. (MP, meseta 14). con un reparto originario y trascendente, que el pensa-
*** ¿Por qué la filosofía está concernida en lugar pri- miento no puede más que postular (ilusión sedentaria del
mordial?
fundamento) (LS, series 10' y 12'). El espacio sin reparto
Algunas personas se imaginan los problemas eternos, de los golpes de dados de la distribución nómada mues-
y los conceptos ya dados, dispuestos en un cielo donde tra también en qué sentido hay que entender el Uno se-
sólo deberíamos ir a buscarlos: estas personas razonan en gún Deleuze: sin contracción respecto de la multiplicidad
función de una distribución sedentaria o fija. O incluso: de las redistribuciones, impidiendo cada una que se cie-
nosotros creemos que el pensamiento avanza según un rre sobre sí misma y que ceda al espejismo del Uno retira-
orden de despliegue progresivo; nos imaginamos a todos do y compartido, línea de fuga o de desterritorialización
los grandes filósofos desde Platón compareciendo ante el que afecta íntimamente a todo modo de ser o de existen-
tribunal de LA verdad. Como si existiera una distribución cia particular (no tiene sentido inferir una primacía del
objetiva exterior a toda distribución singular: una creencia Uno sobre lo múltiple en Deleuze). Es en este sentido
semejante tiene que ver con la trascendencia. Por otro lado, como el nómada se define no tanto por sus desplazamien-
a nuestro juicio las ideas están destinadas a ámbitos, las tos, como el migrante, como por el hecho de habitar un
significaciones a objetos que indican su uso "propio" y la espacio liso (desierto o estepa; MP, 472). En definitiva, el
posibilidad de un uso "figurado" (como si por ejemplo el espacio liso es el plano de inmanencia o de univocidad
sentido de las palabras "enfermedad" o "prisión" se ago- del ser (QPh, 39).
tara en la referencia a los estados de cosas físicas que
sirven para designar). Al desconocer la índole intrínseca-
mente nómada del sentido, al negarle los derechos a un Empirismo trascendental
desvío literal, le estamos asignando cercados, y nuestros
actos de comprensión están totalmente penetrados por un
registro implícito que en el mejor de los casos nos hace * "La forma trascendental de una facultad se confunde
juzgar impotentes, en el peor malhonestas, las migraciones con su ejercicio disjunto. superior o trascendente. Tras-
semánticas que la filosofía reclama, llevada por una nece- cendente no significa en modo alguno que la facultad se
sidad y un rigor que le es propio: por ejemplo, los usos no- dirija a objetos fuera del mundo, sino por el contrario que
~ientíficos de una idea. cientí~~a (como si la ciencia misma, capta en el mundo lo que la concierne en forma exclusiva,
en sus momentos de mvencton. no practicara de manera y que la hace nacer en el mundo. Si el ejemplo trascenden-
asidua y legítima tales importaciones ... ). tal no debe ser calcado sobre el ejemplo empírico es preci-
Muy diferente es el pensamiento que afirma resueltamen- samente porque aprehende lo que no puede ser captado
te el azar: no porque oponga a la necesidad los derechos de desde el punto de vista de un sentido común, el cual mide
EL voCABULARIO DE DELEUZE 51
FRANc;oiS ZoURABICHVILI
50
¿Y el espinozismo de Deleuze? ¿No procede de una
el uso empírico de todas las facultades según lo que co- inspiración muy distinta, ontológica, ya que allí inter-
rresponde a cada una en la forma de su colaboración. Por viene la famosa tesis de la univocidad del ser? Deleuze
eso lo trascendental por su cuenta está sometido a un observa que la paradoja de Spinoza es poner el
ámbito superior, único capaz de explorar su campo y sus empirismo al servicio del racionalismo (SPE, 134), y cons-
regiones, ya que, contrariamente a lo que creía Kant, no truir un plano de experiencia pura que pronto, con el
puede ser inducido de las formas empíricas ordinarias tal y nombre de "plano de inmanencia", coincide con el cam-
como aparecen bajo la determinación de un sentido co- po trascendental reacondicionado (MP, 310-311; SPP,
mún." (DR. 186) cap. VI; QPh, 49-50; la lógica del ser unívoco, donde
**El problema más general de Deleuze no es el ser sino cada ente, pura diferencia, sólo se mide con los otros en
la experiencia. Es en esta perspectiva, crítica o trascenden- la relación con su propio límite, se emparenta con la de
tal, como son encarados Bergson y Nietzsche. Ambos es- la doctrina de las facultades). Deleuze puede entonces
tudios tienen un diagnóstico en común: Kant supo crear la volver a Bergson y leer el comienzo del primer capítulo
cuestión de las condiciones de la experiencia, pero el de _Materia~ memoria como la instauración de tal plano
condicionamiento que invoca es el de la experiencia pÓsi- de mmanenc1a (IM, 83-90; QPh, 50). Pero ¿por qué pare-
ble y no real, y permanece exterior a lo que él condiciona ce deslizar con tanta facilidad del estilo trascendental al
(NPh, 104; B, 17). Y apelan a la misma radicalización de la ontológico, invocando por ejemplo el "puro plano de
cuestión: pensar "condiciones que no sean más amplias inmanencia de un pensamiento-Ser, de un pensamiento-
que lo condicionado", asunto de un "empirismo superior" Naturaleza" (QPh, 85)? Esta impresión viene de que no
(NPh, 57; B, 17, 22; y ya en "La concepción de la diferencia hay ya un Ego originario para señalar una frontera entre
en Bergson", ID, 49). Paralelamente, Deleuze expone a tra- los dos discursos 4 • Sin embargo, no se vuelve a una
vés de Nietzsche y Proust una "nueva imagen del pensa- teoría dogmática del en-sí del mundo, mucho menos a
miento", alrededor de la idea de que "pensar no es innato, una forma de intuición intelectual en el sentido kantiano:
sino que debe ser engendrado en el pensamiento" (DR, simplemente, la inmanencia ha salido de las fronteras
192): de aquí proceden los temas de lo involuntario, de la del sujeto, mientras que el en-sí no es más que el de la
violencia de los signos o del encuentro con lo que fuerza a diferencia, cuyos grados recorre el sujeto, derivado y
pensar, y el problema de la necedad elevado a lo trascen- nómada (lógica de la disyunción inclusiva; sobre esta
dental (NPh, 118-126; PS, 115-124). Todos estos temas son conversión, véase IT, 110; y sobre la intuición, véase
retomados en Diferencia y repetición (94, 180-200, 364), "Plano de inmanencia"). Se ha vuelto indiferente hablar
aumentados por un nuevo argumento: el error de Kant es
haber "calcado" lo trascendental sobre lo empírico" dán-
dole la forma de un sujeto consciente correlacionado con 4. És~e sería elluga~ para desa~ollar la divergencia de Deleuze respecto
la de un objeto (DR, 176-177; 186-187; LS, 119). Es enton- de Hetdegger (de ongen cattestana, la exigencia de correlacionar el ser
ces cuando se rehabilita la doctrina de las facultades (tex- con _la experiencia ~s renovada y radicalizada por Husserl; es
to más arriba, y PS, 121), mientras que se enuncia la idea· prectsat_Dente c?n Hetdegger como, por primera vez, la experiencia
qu_e _vah.da el ~tscurso ontológico deja de ser transferida a un sujeto
de un c~mpo trascendental impersonal, constituido por ongmano y, stmultáneamente, deja de depender de una "evidencia").
singularidades preindividuales (LS, 121, 133).
52 F'RANs:oiS ZouRABICHVILI EL VOCABULARIO DEDELEUZE 53

en uno u otro estilo: la ontología de lo virtual o de las rencia en Bergson", ID, 51, 60-61), principio diferencial o
singularidades no es otra cosa que la herramienta de de diferenciación interna, donde cada grado designa un
descripción de la experiencia "real". modo de existencia y de pensamiento, una posibilidad de
*** 1) Empirismo trascendental significa primero que vida (véase "Plano de inmanencia").
el descubrimiento de las condiciones de la experiencia su-
pone a su vez una experiencia en el sentido estricto: no el
ejemplo ordinario o empírico de una facultad, porque los Línea de fuga (y menor-mayor)
datos de la vivencia empírica no informan al pensamiento
sobre lo que puede, sino esa misma facultad llevada a su
límite, enfrentada con lo que la solicita en su sola potencia * "La línea de fuga es una desterritorialización. Los
propia (ahí, por ejemplo, donde la filosofía descubre estar franceses no saben bien lo que significa. Evidentemente,
destinada tan sólo al concepto, más que a la opinión o a la huyen como todo el mundo, pero piensan qne huir es salir
reflexión). Por eso no sólo la filosofía crítica debe hacerse del mundo, cuestión de mística o arte, o bien que es algo
empirista, sino que el empirismo, que "trata el concepto cobarde, porque se escapa de los compromisos y las res-
como el objeto de un encuentro" (DR, 3), sólo lleva a cabo ponsabilidades. Huir no es para nada renunciar a las ac-
su vocación elevándose a lo trascendental. Puede com- ciones; nada más activo que una fuga. Es lo contrario de lo
prenderse también por qué el uso del material clínico o imaginario. De igual modo es hacer huii, no por fuerza a los
literario tiende a remplazar los vividos de primera mano de otros, sino hacer huir algo, hacer huir un sistema como se
la fenomenología: es inherente a ese tipo de experiencia el revienta un tubo ... Huir es trazar una línea, varias líneas,
ser rara, no cotidianamente disponible, y exigir una inven- toda una cartografía." (D, 4 7)
ción semiótica apropiada. 2) Empirismo trascendental sig- ** Este concepto define la orientación práctica de la
. \ nifica luegoq~e l~s condicioD.e~ ilunc~ sol_!_~~-n~ra_i~-~ ~i~~o-­ filosofía de Deleuze. Primero se observa una doble igual-
):;: -J que se deéliíiatí según toscilsoi: de aií{~rocede eie!mn:-- dad: línea = fuga, huir = hacer huir. Lo que define una
·-\ Ciado capital según el Cu~l no_ puede'ñ Ser}jj4S~a~~li~·q~~- situación es cierta distribución de los posibles, el recorte
!lo que _coJl~i~,i~na~·- A primera vista, -este enundado~pare:-­ espacio-temporal de la existencia (papeles, funciones, ac-
ce anular la distinción del derecho y el hecho alineando el tividades, deseos, gustos, tipos de alegrías y penas, etc.).
primero sobre el segundo (sería el colmo, para quien de- No se trata tanto de ritual -de repetición taciturna, de al-
nuncia el "calco" de lo trascendental sobre lo empírico). ternancia demasiado regulada, de estrechez excesiva del
Su sentido real es que jamás podemos hablar de antemano campo de opciones- como de la forma misma, dicotómica,
para toda la experiencia, a menos que se pierda su esencial de la posibilidad: o bien-o bien, disyunciones exclusivas
variación, su singularidad inherente, y se le aplique un de todo tipo (masculino-femenino, adulto-niño, humano-
discurso demasiado general para no dejar el concepto y la animal, intelectual-manual, trabajo-esparcimiento, blanco-
cosa en una relación de indiferencia mutua. En consecuen- negro, heterosexual-homosexual, etc.) que de antemano
cia, se necesita un tipo de concepto especial: un "princi- estrían la percepción, la afectividad, el pensamiento, en-
pio plástico", a la manera de la Voluntad de Poder (NPh, cerrando la experiencia en formas estereotipadas. inclusi-
57) o de la Duración-Memoria ("La concepción de la dife- ve de rechazo y de lucha.
54 FRAN<;OIS ZoURABICHVILI
EL VOC.4.BVLARIO DE DELEUZE 55

Hay oposición en virtud de ese estriado. como se lo ve


como en la vacilación, el enloquecimiento, la desorganiza-
en esos pares de opuestos que envuelven todos una jerar-
ción de una situación cualquiera. Lo que no significa que
quía: cada disyunción es en el fondo la de un mayor y un
todas las situaciones sean equivalentes; pero su valor res-
menor. Si se añade que el cuadriculado dicotómico inte-
pecti_vo radica en el grado de desorganización que sopor-
rrumpe el deseo en cuanto proceso o autoproducción in-
tan ~m e~tallar, no en la cualidad intrínseca del orden que
cesante, evidentemente es posible preguntarse si es el
teshmoman. El caso es que expresada en dichos términos
la práctica de Deleuze y Guattari caería en la trampa de otr~
deseo lo que se refugia en los estados menores una vez
establecida la dominación, o si la minorización no afecta
dicotomía infamante: orden-desorden. Pero el desorden
más bien las regiones de existencia donde el deseo se sus-
bien comprendido no significa la nada o el caos, sino mu-
trae a toda asignación, a toda segmentación. La segunda
cho más~~ "corte" en el caos, su enfrentamiento más que
opción equivaldría a dotar al deseo de una cualidad intrín-
su negacwn en nombre de formas supuestamente natura-
secamente femenina, infantil, etc. En realidad, si los
les (véase "Plano de inmanencia"). Esos vectores de des-
devenires pasan por una relación privilegiada con la femi-
organización o de "desterritorialización" son precisamen-
nidad, con la infancia, etc., es porque esas relaciones ha-
te llamados línea de fuga. Ahora comprendemos la doble
cen huir una situación constituida de dicotomías que se
igualdad que constituye esta expresión compleja. Huir se
organizan a partir de un estado de mayoría (cualitativa)
entiende en los dos sentidos de la palabra: perder su
definido por el varón adulto. De ahí el carácter artificial de
hermeticidad o su cierre; esquivar, escaparse. Si huir es
una emancipación que consistiría en la afirmación de una
hacer huir, es porque la fuga no consiste en salir de la
identidad de mujer, debido a que ésta no tendría otro con-
situaci~n pa:a ir a otra parte, cambiar de vida, evadirse por
tenido más que las características surgidas de la distribu-
el sueno o Incluso transformar la situación (este último
ción de las funciones, las actitudes, etc., instituida por la
caso es más complejo, porque hacer huir la situación impli-
relación de dominación. Desde este punto de vista, hasta
ca por fuerza una redistribución de los posibles que des-
"una mujer tiene que devenir-mujer", vale decir, encontrar
emboca -salvo represión obtusa- en una transformación
el punto en que su auto-afirmación, lejos de ser la de una
por lo menos parcial, perfectamente improgramable, ligada
identidad inevitablemente definida por referencia al hom-
con la Imprevisible creación de nuevos espacio-tiempos,
bre, es esa "feminidad" inasible y sin esencia que no se
de agenciamientos institucionales inéditos; el caso es que
afirma sin comprometer el orden establecido de las afec-
la salida está en la fuga, la prosecución de un proceso
ciones y las costumbres, ya que ese orden implica su re-
deseante, no en la transformación cuyo resultado, a su
presión. Y también por eso el devenir-mujer concierne tan-
vez, sólo valdrá por sus líneas de fuga, y así de seguido).
to a los hombres como a las mujeres: estas últimas no
S m embargo, realmente se trata de una salida, pero ésta es
cultivan la línea de fuga que son en la situación dada (y no
paradójica. Deleuze analiza casos de toda naturaleza, fami-
la identidad que ésta les impone) sin hacer huir el conjunto
lia, sociedad, instituciones; limitémonos al caso de la filo-
de la situación, y así "contaminar a los hombres, tomarlos
~ofía, que ~ambién tiene su situación, no porque tenga más
en ese devenir" (MP, 337-340, 357 y 587 y sigs.).
Importancia que las otras, sino porque comparativamente
Para Deleuze y Guattari, pues, la salida no está tanto en
nos instruye acerca del recorrido deleuziano. "Salir de la
un cambio de situación o en la abolición de toda situación
filosofía, pero por la filosofía" (Abécédaire, C de Cultura):
FRANc;ms ZoURABICHVILI
EL VOCABULARIO DE DEl..EUZE 57
56
sin embargo, no dejan de renovarse en función de los
todo ocurre como si la filosofía envolviera sus propios
agenciamientos en los cuales son tomadas).
afueras, como si su verdadero afuera no estuviese fuera
Siempre hacer huir, más que criticar (Kplm, 85) ... Pero,
de sí misma (salir de la filosofía volviéndose sociólogo,
¿por qué hablar de perversión? No pensamos solamente
antropólogo, psicoanalista. o militante; lo que deja intacta
en la definición usual-desviación en cuanto al objetivo o
la situación para saltar a otras situaciones consideradas
el objeto- sino en un texto sobre la actitud que Freud ha-
intrínsecamente mejores), sino que debiera descubrirse en
bía convertido en el rasgo distintivo de la perversión: "Po-
su seno. Tendríamos aquí la base de una confrontación
dría parecer que una denegación en general es mucho más
posible con Derrida: allí donde este último define la situa-
superficial que una negación o incluso una destrucción
ción por el "cierre de la metafísica" y, lejos de pensar en
parcial. Pero no hay tal; se trata de una operación muy
otro lagos que ellogos, todo de palabra y de presencia, se
distinta. Tal vez haya que comprender la denegación como
propone "deconstruirlo" a partir de lo excluido que lo so-
el punto de partida de una operación que no consiste en
cavaba desde siempre (la escritura y sus efectos de
negar, ni siquiera en destruir, sino realmente en impugnar
"diferancia"), Deleuze procede mediante un método que
la legitimidad de lo que es, en afectar lo que es con una
podría llamarse de perversión, que consiste a veces en
suerte de suspensión, de neutraliZación propias para abrir-
discernir y cultivar una línea de pensadores "que parecían
nos, más allá de lo dado. un nuevo horizonte no dado"
formar parte de la historia de la filosofía pero que se esca-
(PSM, 28). Porque no se trata de huir fuera-de sino de ha-
paban de ella por un costado o por todas partes: Lucrecio,
cer huir; realmente hay algo de lo que uno huye, y que se
Spinoza, Hume, Nietzsche, Bergson" (D, 21), otras en des-
confunde con el hacer-huir: el reino absoluto del sí y el no,
viar briznas de teorías de toda naturaleza para utilizarlas
de la alternativa como ley de lo posible, la elección como
con otros fines (DR, LS, AlE, MP, otros lugares), otras más
seudo-libertad del deseo sometido a los recortes
en remitir un concepto a sus verdaderas condiciones, vale
preestablecidos (LS, 372; CC, cap. X, no solamente la con-
decir, a las fuerzas y los dinamismos intuitivos que lo sus-
fusión de la alternativa por Bartleby, 89-98, sino la "per-
tentan (ID, 137 y sigs.; método de "dramatización"), y otras,
versión metafísica" del capitán Achab, el hombre que "huye
por último, más que a criticar de frente un tema o una no-
de todas partes", 99-102; finalmente E, varios lugares).
ción, a encararlo por el sesgo de una "concepción total-
Contrariamente a la dialéctica, que pretende superar la al-
mente torcida" (el contrato jurídico a partir de Sacher-
ternativa mediante una reconciliación sintética, y de ese
Masoch, P, 229 y PSM, 80 y sigs.). Casi podría descifrarse
modo admite y conserva su premisa (no se alcanza el deve-
la oposición de los dos procedimientos en el texto "Para
nir combinando el ser y la nada), la línea de fuga está ubi-
terminar con el juicio" (CC, cap. XV): uno llevado por un
cada bajo el signo de lo indiscernible y de la disyunción
sentido del análisis interminable como única Justicia posi-
inclusiva. Perverso, finalmente, en el sentido casi
ble, el otro operando por serie de "procesos finitos" (por-
etimológico, es el hombre de las superficies o del plano de
que realmente de esta manera Deleuze utiliza la historia de
inmanencia (LS, 158). Porque es en verdad de través como
la filosofía; ejemplos de procesos finitos: sus interpreta-
se traza la línea, otro aspecto de la doble igualdad. Es median-
ciones del Cogito kantiano, de la contemporaneidad para-
te un libre uso del órgano como se lo desterritorializa, como
dójica del pasado y el presente en Bergson, etc., como
se deja de vivirlo en cuanto originariamente consagrado a la
otras tantas piezas definitivas cuyos efectos de sentido,
FRANc;Ois ZOURABICHVILI
58 EL VOCABULARIO DE DELEUZE 59

función que le atribuye el organismo. para agenciarlo de fijas Y uno del devenir, sino diferentes estados de la línea
otro modo sobre el "cuerpo sin órganos" o sobre el plano diferentes tipos de líneas, cuyo entrelazamiento constitu~
de inmanencia, en función de los encuentros con otros ye . .e~ mapa reacondicionable de una vida. Este tema geo-
"objetos parciales", a su vez retenidos o desviados. Lo graf¡co del mapa se opone al proceder arqueológico del
cual implica que la línea de fuga siempre es transversal, y psicoanálisis (véase MP, 20, 248; P, 50; CC, cap. IX).
las cosas pierden su rostro, dejan de ser preidentificadas En el f?ndo, ¿qué es una línea? Es un signo que en-
por esquemas estereotipados, y adquieren la consistencia vuelve el tiempo, el elemento de base de una semiótica de
de una vida o de una obra, vale decir, de una "unidad no la duración, de una clínica de la existencia (Deleuze no
orgánica", precisamente relacionadas de una manera trans- llega a ese concepto sino a partir de los Dialogues, 141-
versal (PS, 193-203). La transversal es como el corte de la !69: Proust et les signes, 35, que describía los "mundos de
univocidad en las formas constituidas, e1 plano de expe- signos" que . . se ~es-¡)legaban "según líneas de tiempo";
riencia pura sobre el cual todo comunica con todo (y se buscaba la smtes1s de los dos términos pero los mantenía
compone o no), más allá de las barreras de forma, de fun- todavía separados). Un agenciamiento o una situación
ción o de especie 5 • cualquiera, pues, se analiza mediante una diferenciación
*** De este modo, nuestras dos igualdades se supe- del concepto de línea, en el lado opuesto del "sistema de
ran hacia una tercera: trazar una línea de fuga= pensar en pun~os Y de posiciones" que caracteriza los pensamientos
términos de líneas. No porque, en el plano de inmanencia, de tlpo estructuralista (D, 48). Se distinguen tres tipos,
haya otra cosa que esas líneas de fuga donde se constru- ~ue defmen otras tantas relaciones con el espacio y el
ye la "vida no orgánica", transversalmente respecto de las tiempo: fuera de las líneas de fuga, que remiten aAión y al
formas constituidas. Pero trazar una línea sobre el plano e~pa~io liso, líneas "de segmentaridad dura" (ciclos
da otro punto de vista sobre el conjunto de una situación, b_tnarios y espacio estriado) y, entre esos dos polos, un
un criterio inmanente que permite analizar los tipo de línea de naturaleza ambigua, llamada "de
agenciamientos según sus dos polos, desterritorialización segmentaridad flexible" (muestras fragmentarias, umbra-
y estratificación (instituciones). En efecto inmanente, por- les de redistribución afectiva) (MP, 238-252, 271-283).
que. de acuerdo con la primacía del plano de inmanencia ¿Por qué Deleuze afirma la primacía de las líneas de
desde el punto de vista crítico (condiciones de la expe- fuga (D, 152, 163; MP, 250), cuando parecen tan fráoiles
. . o '
riencia), toda forma u organización debe constituirse a tan mc1ertas, en ocasiones ausentes, o bien agotadas, mien-
partir de él. Por lo tanto. no hay un mundo de las formas tras qu~ una situación parece primero definirse por sus
r~gular1dades, sus movimientos periódicos de los que pre-
CiSamente hay que salir? El orden de hecho no debe ocul-
tar el derecho: si es cierto que la transversal está primero
5. Fue Félix Guattari el que forjó un concepto de transversalidad, en la experiencia, justamente sobre ellas se construyen las
antes de su colaboración con Deleuze. Véase Psvchanalvse et formas y los sujetos, que deben estar constituidos en lo
transversalité, que las ediciones La Découverte acab.an de r~editar.
Los dos pensadores no dejaron de intercambiarse nociones que cada dado: De donde, a la inversa, las líneas de fuga que las
uno utilizaba y comprendía a su manera, sin perjuicio de retrabajarlas atrav~es~n ong_manamente desde adentro, las múltiples
juntos en el marco de una tarea común. extenondades Internas que las trabajan al tiempo que las
FRAN«;OIS ZoURABICHVILl EL VOCABULARIO DE DELEUZE 61
60
rico?). Todo parte de una meditación sobre la relación en-
constituyen, y que justifican un "alegre pesimismo", una
tre la guerra y el deseo, sobre la recurrencia de la imagen
fe inmanente, la expectativa serena de días mejores aun-
de la guerra en los escritores arrastrados sobre una "'línea
que las cosas vayan necesariamente mal. :or~u~ si ~ues­
de fuga". Como siempre, Deleuze y Guattari rechazan la
tras formas están construidas sobre desterntonahzacmnes
primeras, y si padecemos por su dureza, no por ello deja- calificación de metáfora como procedente de un contra-
mos de necesitarlas para reproducir nuestra existencia. sentido (D, 169). El concepto de máquina de guerra res-
ponde a la cuestión de la ambigüedad de la "línea de fuga"
"Deshacer el organismo nunca fue matarse, sino abrir el
(que no consiste tanto en huir una situación como en "ha-
cuerpo a conexiones que suponen todo ~n agen-
cerla huir", en explotar sus puntos de desterritorialización):
ciamiento ... Hay que conservar bastante el orgamsmo para
que se reforme en cada amanecer" (MP, 198); porque una su capacidad de convertirse en línea de abolición. Porque
vez más, el problema no es huir (el orgamsmo) smo hacer así como sería demasiado sencillo considerar el amor a la
muerte o el vértigo fascista como lo opuesto al deseo, se-
huir. ría demasiado sencillo creer que el deseo no enfrente otro
peligro que el de su reterritorialización. En El allti-Edipo,
a pesar de la lógica del "cuerpo sin órganos", la relación
Máquina de guerra que el deseo colectivo mantiene con la muerte permanecía
ligado con la interiorización de su propia represión: en tal
* "'Cada vez que una línea de fuga se transforma en contexto, el fascismo no se distinguía todavía de cualquier
línea de muerte, no invocamos una pulsión interior del tipo otra sociedad sino por la índole extrema de la
reterritorialización arcaica a la que procede para conjurar
'instinto de muerte', seguimos invocando un
agenciamiento de deseo que pone en juego una má~uina la desterritorialización propia de la época capitalista (A (E,
objetiva o intrínsecamente definible. En consecuencia, no 37. 306-307, 439-440). Muy distinto es lo que ocurre con
es por metáfora por lo que, cada vez que alguien destruye Mil mesetas: "pasión de abolición" designa el momento
a los otros y se destruye a sí mismo, sobre su linea de fuga en que el deseo enfrenta su represión en condiciones des-
inventó su propia máquina de guerra." (D, 171) "Defini- esperadas y encuentra en la destrucción de los otros y de
mos la 'máquina de guerra' como un agenciamiento lineal sí "el único objeto" que le queda cuando "perdió su po-
que se construye sobre líneas de fuga. En este sentido, la' tencia de mudar"_ Entonces, el fascismo es ese momento
máquina de guerra no tiene en modo alguno por objeto la complejo, que uno vacila en calificar de interiorización,
guerra; su objeto es un espacio muy especial, espacio liso, donde el deseo encuentra en el mismo seno de la derrota el
recurso atroz de volver el Estado contra sí mismo haciendo
¡~\que ella compone, ocupa y ~rop~ga._El nomadismo es pre-
"pasar a través de él el flujo de guerra absoluta" (MP, 279-
~ \\~ cisamente esta comb1nac10n maqmna de guerra-espacw
283). Ese estado del deseo funcionando por así decirlo en
i!
r \ liso."**Este
1
(P, 50)
concepto comprende dos niveles de dificultad, vacío no se confunde con el no-deseo de la neurosis, por-
que conciernen al contenido (se dice con insistencia que que lo que el deseo conjura dándose por objeto último la
guerra o la muerte es precisamente la interiorización;
la máquina de guerra no tiene por objeto la guerra) Y ~1
status (¿es un agenciamiento histórico, umversal, metafo- piénsese más bien en el polo "repulsivo" o "paranoico"
:EL VOCABULARIO DE DELEUZE 63
62 FR:ANcoLS ZoURABICHVILI

primero de terrorismo o de desestabilización, luego de triun-


del cuerpo sin órganos (AlE, 14-15). No obstante, el con- far amargamente, cuando triunfa, pasando a la forma del
cepto de máquina de guerra no se agota en la descripción
Estado: lo que ocurre es que tiene que ver con el devenir.
de un estado clínico, individual o colectivo: él es quien da con el "devenir-revolucionario'', y no se inscribe en la his~
un verdadero tenor problemático a la crítica del Estado
toria (P, 208-209; QPh, 106). Diríase entonces que la "vita-
como forma o como modelo (la razón por la cual la "máqui- lidad no orgánica" de una colectividad, su inventividad
na de guerra" tiende entonces a identificarse con el deseo social en términos de agenciamientos originales, en oca-
como tal, en vez de designar solamente su umbral crítico,
siones no se manifiestan sino en la guerra, aunque no ten-
se aclarará más adelante). La tesis de la exterioridad de la
ga por objeto la guerra. Sólo cuando es apropiada por el
máquina de guerra significa a la vez que el Estado no se Estado, "separada de lo que puede", toma por objeto la
concibe sin una relación con un afuera que se apropia sin
guerra: ésta cambia entonces de sentido o de "régimen de
poder reducirlo (la máquina de guerra institucionalizada signos" puesto que no es ya el mismo agenciamiento· de
como ejército), y que la máquina de guerra remite en dere-
guerrilla se convierte en operación militar (MP, 5l8-5l7).
cho, positivamente, a un agenciamiento social que por En definitiva, el concepto de máquina de guerra condensa
naturaleza no se encierra jamás sobre una forma de intelio- los dos polos del deseo, "paranoico" y "esquizoide", pues-
ridad. Este agenciamiento es el nomadismo: su forma de
tos de manifiesto por la lógica del cuerpo sin órganos (AlE,
::,... expresión es la máquina de guerra; su forma de contenido: 439 y s1gs.; PM, 203-204)_
la metalurgia; el conjunto se refiere a un espacio llamado
liso (MP, 471-518). La tesis tiene un alcance práctico: en
\ vez de conservar una fe intacta y no crítica en la revolu- Máquinas deseantes
ción, o apelar en abstracto a una "tercera vía" revolucio-
naria o reformista, permite especificar las condiciones de
una política revolucionaria no-bolchevique, sin organiza- * "En las máquinas deseantes todo funciona al mismo
ción de partido, que al mismo tiempo dispondría de una
tiempo, pero en los hiatos y las rupturas, las averías y los
herramienta de análisis para hacer frente al peligro de des-
fallos, las intermitencias y los cortocircuitos, las distan-
vío "fascista" propio de las líneas de fuga colectivas (D,
cias Y las fragmentaciones, en una suma que jamás reúne
173-176; MP, 582-591). El compromiso de Deleuze junto a
sus partes en un todo." (AlE, 50) "Las máquinas deseantes
loJ::a:a.stinos y su resistancia tenía ese sentido: él veía en constituyen la vida no-edípica del inconsciente." (AlE, 468)
(l lá. OLP na "máquina de guerra" en el sentido preciso que **Una máquina desean te se define primero por un aco-
él~ a (P, 233). pla~iento o un sistema "corte-flujo" cuyos términos, de-
*** Para no quedarse en la impresión primera de
termma.dos en el acoplamiento, son "objetos parciales" (en
ambivalencia o de contradicción aparente, el lector debe un sentido que no es ya el de Melanie Klein, vale decir,
comprender en qué sentido la máquina de guerra '"no tiene
que no remite ya a la integridad anterior de un todo): desde
por objeto la guerra"_ La ambigüedad de la que extrae su
ese punto de vista, ya se compone de máquinas, al infini-
nombre la máquina de guerra viene del hecho de que la ~o. Así, El anti-Edipo se abre sobre el plano unívoco 0
única huella que deja en la historia es negativa (D, 171). De mmanente de una Naturaleza concebida como proceso de
ello da fe el destino de toda resistencia, al ser calificada
64 FRANCOIS ZoURABICHVIIi :EL VOCABULARIO DE DELEUZE 65

producción (compárese este texto con el comienzo del pri- entre la experiencia que designa, y que se trata de elevar al
mer capítulo de Materia y memoria, dado posteriormente concepto, Y la interpretación que transmite, ajustada a las
como ejemplo de instauración de un plano de inmanencia: exigencias de las representaciones conscientes de un su-
!M, cap. 4; QPh, 50). En segundo lugar, los cortes de flujo jeto constituido. Por lo general se opone el deseo a su
se inscriben, se registran o se distribuyen según la ley de realización, de tal modo que es rechazado del lado del sue-
la síntesis disyuntiva sobre .un cuerpo pleno sin órganos ño, del fantasma, de la representación. Pero ocurre que el
(ACE, 15-22). Por último, un sujeto que en ningún caso deseo es llevado del lado de la producción, que su modelo
preexiste a la máquina sino que es allí producido como un no es ya el teatro -la eterna representación de la historia
"resto" o un "residuo" circula a través de las disyunciones de Edipo- sino la fábrica, y que "si el deseo produce, pro-
y las consume como otros tantos estados de sí mismo (ACE, duce lo real. .. el ser objetivo del deseo es lo Real mismo"
22-29; para una recapitulación de los tres aspectos, 43-50). (AlE, 34). El deseo no es la representación de un objeto
Las máquinas deseantes son paradójicas: "'sólo funcionan ausente o faltante sino una actividad de producción, una
descompuestas" (ACE, 38-39). Esta paradoja sólo es apa- experimentación incesante, un montaje experimental. La
rente si uno se percata de que la palabra máquina nó es proposición famosa, "el deseo es máquina" (AlE, 34), ad-
aquí una metáfora. En efecto, el sentido corriente de la quiere así un doble alcance polémico: 1) impugna la idea
palabra resulta de una abstracción por la cual se aísla la psicoanalítica según la cual el sueño sería el "camino real"
máquina técnica de las condiciones de su emergencia y de hacia el inconsciente; 2) más que coincidir, compite con el
su funcionamiento (hombres, eventualmente animales, tipo marxismo, suscitando a su vez el problema de la produc-
de sociedad o de economía, etc.). La máquina es entonces ción de la existencia y planteando que "el deseo forma
social antes de ser técnica, ignora la distinción entre su parte de la infraestructura" (ACE, 124; el modelo del in-
producción y su funcionamiento, y en modo alguno se consciente-fábrica remplaza al del inconsciente-teatro).
confunde con un mecanismo cerrado (Kplm, 145-146; ACE, Sin embargo, romper con las concepciones habitual-
43 y sigs. y 464). Por último, no hay diferencia de naturale- mente idealistas del deseo implica impugnar su lógica:
za entre las "máquinas sociales" (mercado capitalista, Es- cuando uno se figura el deseo corno la tensión de un suje-
tado, iglesia, ejército, familia, etc.) y las "máquinas to hacia un objeto (lógica de la representación del deseo),
desean tes", sino una diferencia de régimen o de lógica: se lo subordina a un fin que se distingue de él: la pose-
éstas "invisten" aquéllas y constituyen su inconsciente, sión; de tal modo, no sólo no se pone de manifiesto la
vale decir, a la vez se alimentan de ellas y las posibilitan, al realidad del deseo como tal o de su formación. sino que el
tiempo que las hacen "huir" (ACE, 406 y sigs., 483). En Mil deseo se engaña a sí mismo. Ciertamente, creo necesario
mesetas, el concepto de máquinas deseantes desaparece poder disponer de los seres y las cosas sobre los cuales
en beneficio de los conceptos de agenciamiento y de má- son tomadas las singularidades que entran en la composi-
quina abstracta (donde se encuentra esa función paradóji- ción maquinística de mi deseo, y establecer así mi "territo-
ca de condicionamiento desestabilizante). rio"; pero esto es para poder desear, en otras palabras
*** No debe asombrar el desvío entre la concepción para proseguir una aventura afectiva en ese plano
de Deleuze y Guattari y la significación corriente de lapa- maquínico. El deseo. en este sentido, no es falta sino pro-
labra deseo: en verdad el desvío está en la palabra misma, ceso, aprendizaje vagabundo; tan sólo padete que lo inte-
66 FRANC:OL..;; ZOURABICHVIld, EL VOC.4.BUL.4.RIO DE DELEUZE 67

rrumpan, y no que el "objeto" se sustraiga una y otra vez. ma se convierte en el de la distinción de dos tipos de
Asimismo, es en esto en lo que se distingue del placer: la multiplicidad (actual-extensiva. que se divide en partes
exploración de dolores también tiene que ver con el deseo· exteriores unas a otras, como la materia o la extensión; y
no porque se quiera sufrir y encontrar placer en eso, per~ virtual-intensiva, que sólo se divide en dimensiones en-
todavía se trata de un devenir, de un viaje afectivo (ejem- vueltas unas en otras, como la memoria o la duración).
plosdelamorcortés:D, 119-121 yMP, 193-194;delmaso- Más aún, la vieja oposición aparece relativa a uno de
quismo: MP, 188, 192). El otro engaño es el del sujeto: re- los dos tipos, el tipo actual-extensivo. que deriva por
presentarse el deseo como una facultad ya lista para "actualización" del tipo virtual-intensivo. Por eso la in-
expresarse, cuyas únicas trabas conocidas son exteriores vocación de una o varias multiplicidades sin otra forma
(sujeto refrenado, impedido de exteriorizarse). En realidad, de precisión siempre remite en Deleuze al tipo virtual-
el deseo no está dado de antemano y no es un movimiento intensivo, único que realiza la unidad inmediata de lo
que iría del adentro al afuera: nace afuera, de un encuentro múltiple, la inmanencia recíproca de lo múltiple y el uno.
o de un acoplamiento (D, 66, 116). Explorador, experimen- Por un lado, Deleuze permanece profundamente fiel
tador, el deseo va de efecto en efecto o de afecto en afec- a la idea bergsoniana según la cual lo concreto es siem-
to, movilizando a los seres y las cosas no por ellos mismos pre un mixto donde el pensador debe distinguir las dos
sino por las singularidades que ellos emiten y que él toma. tendencias o los dos tipos de multiplicidades: de aquí
Esta toma no implica que las cosas se fragmenten, como en proviene la serie de las grandes dualidades: Chrünos-
el concepto kleiniano, porque las cosas y los "objetos par- Aión: espacio estriado-espacio liso; molar-molecular; etc.
ciales" no operan en el mismo plano, y porque el plano en (léase comparativamente B, 11-28 y MP, 593). Y se ve
que estos "se maquinan" no implica cosas. La representa- que no se trata de dos mundos, ni siquiera de dos op-
ción usual del deseo -tensión hacia algo o alguien-, pues, ciones separadas entre las cuales la existencia tendría
remite a la formación de una "máquina descante" que pre- que hacer una elección: de una manera general, para
cede la división sujeto-objeto y da cuenta de ella. Deleuze sólo hay cuerpos, y el acontecimiento en su
superficie, ya que el espíritu se confunde con las aven-
turas "cristalinas" del plano de inmanencia o del cuerpo
Multiplicidades sin órganos (FB-LS, 34); en ningún caso lo virtual tras-
ciende lo actual o existe fuera de él, aunque lo asedie y
lo desborde.
* "La multiplicidad no debe designar una combina- Por otro lado, Deleuze constantemente trabaja el con-
ción de múltiple y de uno sino, por el contrario, una orga- cepto de multiplicidad, llevándolo por caminos ajenos a
nización propia de lo múltiple en cuanto tal, que de nin- Bergson. Del concepto inicial sobre todo retiene un ras-
guna manera necesita de la unidad para formar un go notable. al que da un alcance inédito: "lo que no se
sistema." (DR, 236) divisa sino cambiando de naturaleza" (B, 32; DR, 306,
** De origen bergsoniano, este concepto opera un 331; MP, mesetas 1, 2, 10, 14; IM, caps. 1-2). Lo cual
doble desplazamiento: por un lado la oposición del uno implica todo el equívoco de la tesis de una primacía del
y lo múltiple deja de ser pertinente, por el otro el proble- Uno en Deleuze 6 • En Diferencia y repetición, la multipli-
68 FR4..N(:OIS ZDURABICHVILI EL VOC:\BULARIO DE DELEUZE 69

ciclad entraba en una teoría del problema o de la Idea toma no implica fragmentación o pérdida de un todo, como
(236 y sigs.); ya, bajo el nombre de "perplicación", Deleuze en :Melanie Klein, ya que al abandonar el plano de las tota-
evocaba allí transiciones no-jerárquicas, laterales, entre lidades constituidas (los objetos de lo dado empírico. or-
Ideas de toda naturaleza, según la "anarquía coronada" ganizado según las exigencias de la representación) para
del ser afirmado en su univocidad (242, 359); sin embargo, alcanzar aquel donde se agencian fragmentos de alguna
la descripción lógica de las multiplicidades aquí conserva- manera absolutos, sin horizonte de totalización, no se hace
ba todavía algo estático. Es en Mil mesetas donde las con- más que alcanzar las condiciones de la experiencia "real".
sec~encias del rasgo notable son enunciadas qon más cla- Al no tener ni forma ni individualidad, esos fragmentos de
ridad: articulada directamente a la idea de encuentro, se realidad cualquiera dan lugar al agenciarse a
comprende mejor en qué toda multiplicidad es de entrada individuaciones intensivas (o "ecceidades": MP, 318 y
"multiplicidad de multiplicidades" (MP, 47; la composición sigs.); constituyen, a manera de "singularidades
del libro, por otra parte, obedece explícitamente a esta ló- preindivíduales", las dimensiones intensivas de una mul-
gica). Paralelamente. el concepto de multiplicidad suminis- tiplicidad (LS, 345; ACE, 369n28 y 387). Desde este punto
tra la lógica de las piezas que componen las máquinas de vista, la lógica de las multiplicidades completa la de las
descantes o los agenciamientos: "objetos parciales" cuya disyunciones inclusivas, y los conceptos de multiplicidad
y de singularidad resultan estrechamente solidarios.
En este punto, el lector puede tener la desagradable
6. Esta tesis es sostenida por Alain Badiou, en un libro del que por otra
sensación de un arrebato, hasta de una neutralización re-
parte hay que saludar la altura del punto de vista y la preocupación por cíproca de los conceptos: las dimensiones de una multipli-
una verdadera controversia: Deleuze. La clameur de l'étre, París, cidad son a su vez multiplicidades, por tanto singularidad
Hachette, 1997. Si el pluralismo impugnado por Deleuze es el de la = multiplicidad, etc. Esta sensación se disipa cuando uno
equivocidad (pág. 38), no podemos más que estar de acuerdo; sólo que la
equivocidad es precisamente para Deleuze un seudo-pluralismo, la garantía
recuerda que una multiplicidad se compone de dimensio-
más segura de la trascendencia del Uno respecto de lo múltiple. El fondo nes que se envuelven unas a otras, cada una retomando al
del problema es el siguiente: para Deleuze, el pluralismo no puede resto en otro grado, según una lista abierta que puede
pensarse sino a condición de que exista una primacía de la relación, aumentar con nuevas dimensiones; mientras que, por su
cosa que Badiou no puede adnútir, en nombre del vacío portador de un
parte, una singularidad nunca es aislable, pero siempre
suplemento, el cual, para Deleuze, dependería del milagro trascendente
y no de la creación (el malentendido llega al colmo en la pág. 135, "se prolonga hasta la vecindad de otra", según el princi-
cuando el pasado virtual es confundido con un simple pasado vivido; pio de la primacía de los acoplamientos o de las relaciones.
véase aquí mismo ''Cristal de tiempo"). A partir de entonces, Deleuze Así es como la multiplicidad se transforma "dividiéndo-
efectivamente necesita "un concepto renovado del uno" (pág. 19),
se", en un cuerpo sin órganos que jamás equivale a un
pero como síntesis inmediata -o disyuntiva- de lo múltiple (''univocidad
del ser'' no tiene otro sentido). De ahí procede la ecuación: "pluralismo "cuerpo propio" (por el contrario, ese concepto supone la
=monismo" (MP, 31), que podría expresarse igualmente: d~ferencia detención del juego primario de las máquinas deseantes, y
intema = exterioridad de las relaciones. Al respecto, el concepto de la distribución "sedentaria" de un ·organismo).
'·simulacro", aplicado al ente, es menos esencial para el deleuzianismo
***Otra dificultad aguarda al lector; el aparente equí-
que para la interpretación que da Badiou de él; nos sentiríamos más
inclinados, por nuestra cuenta, a preguntar por qué Deleuze lo abandona voco ligado con la consideración de dos niveles de
definitivamente luego de la Lógica del sentido. Véase "Univocidad del preindividualidad, en algunos pasajes de Mil mesetas. La
ser".
70 FRANCOIS ZoURABICHVILJ
EL voCABULARIO DE DELEUZE 71
misma palabra '"multiplicidad" parece designar a veces una
un plano de inmanencia y de univocidad. Por lo tanto, lo
''complicación" de dimensiones intensivas (o singularida-
llamamos plano de Naturaleza, aunque la naturaleza no t:n-
des), otras una "masa" o un "motín" extensivo de elemen-
a nada que ver con esto, ya que este plano no hace mn-
tos llamados abstractos. En realidad, ambos aspectos se
g una diferencia entre lo natural y lo artificial. Por mucho
conjugan: su distinción, ajena a Bergson, se funda en una g
ue crezca en dimensiones, nunca tiene .
una d'Imenswn
.•
;uplementaria a lo que ocurre sobre él. Por es? mismo ~s
interpretación original de la teoría spinoziana del cuerpo
(MP, 310-318). A ejemplo de la disyunción inclusiva, el se-
natural e inmanente." (MP, 326) "El plano de mmanenCla
gundo aspecto permite hacer justicia a un material clínico
no es un concepto pensado ni pensable, sino la imagen del
desfigurado por el psicoanálisis (MI', meseta 2 in extenso:
pensamiento, la imagen que el pensami~nto se d_a de lo que
caso de "el hombre de los lobos"). Sus dimensiones no
significa pensar, hacer uso del pensamiento: onentar~e en
dejan de conservar la primacía (MP, 299, 305), porque sólo
el pensamiento ... " (QPh, 40) "El plano de mmanencm es
en función de ellas la masa o el motín no se confunde ya
como un corte del caos, y actúa como un tamiz. Lo que
con un conglomerado de individuos ya formados, con una
caracteriza al caos, en efecto, no es tanto la ausencia de
multiplicidad de tipo actual-extensivo. Ese momento clave
determinaciones como la velocidad infinita con que ellas
de Mil mesetas es aquel en que los fenómenos de "deve-
se bosquejan y se desvanecen: no es un movimiento de
nir-animal" adquieren toda su importancia: aquí se opera
una a otra sino, por el contrario, la imposibilidad de una
la transición hacia lo "molecular", definido como régimen
relación entre dos determinaciones, puesto que una no
donde unidades cualesquiera sólo adquieren determina-
aparece sin que la otra ya haya desaparecido, y porque
ción agrupadas en masas según relaciones de velocidad y
una aparece como desfalleciente cuando la otra desapare-
de lentitud. Como lo testimonian diversamente el arte y el
ce como bosquejo. El caos no es un estado inerte, no es
"delirio" psicótico, lo intensivo se abre un camino paradó-
una mezcla al azar. El caos caotiza, y deshace en el infinito
jico en la representación. A partir de entonces es importan-
toda consistencia. El problema de la filosofía es adquirir
te que la filosofía, en virtud de la relación íntima que anuda
una consistencia, sin perder el infinito en el que el pensa-
el concepto con el espacio, asuma por su cuenta esa rever-
miento se sume (al respecto, el caos tiene una existencia
sión de lo intensivo en lo extensivo: aquí se afirma la soli-
tan mental como física)." (QPh, 44-45) "La inmanencia no
daridad estrecha de lo "molecular" y de la distribución
se refiere a un Algo como unidad superior de toda cosa, ni
nómada en la determinación del "espacio liso" (MP, 473). ,
a un Sujeto como acto que opera la síntesis de las cosas:
se puede hablar de un plano de inmanencia precisamente
cuando la inmanencia ya no es inmanente a otro fuera de
Plano de inmanencia (y caos) sí. Así como el campo trascendental no se define por la
conciencia, el plano de inmanencia tampoco se define por
un Sujeto o un Objeto capaces de contenerlo." (La inma-
* "A este plano, que no conoce más que las longitudes y
nencia: Una vida ... )
las latitudes, las velocidades y las ecceidades, lo llamamos
**Lo que está primero, en cierto modo, es el caos (QPh,
plano de consistencia o de composición (por oposición al
189 y sigs.): una afluencia incesante de puntualidadesile~--~
plano de organización y de desarrollo). Necesariamente es
todo tipo. afectivas, intelectuales. cuyo único carácter
'"'ll"'l
. ¡

'1'

EL VOCABULARIO DE DELEUZE 73
72 FRANCOIS ZOURABICHV!LI

capitalistas, según El anti-Edipo; mediante un relajamien-


común es ser aleatorias y no ligadas. Y como lo observa-
to, hasta un desfallecimiento del dominio que ejercían so-
ba Hume, el reino de la pura suerte casi no puede tener
bre nosotros las formas estereotipadas de comprensión y
otro efecto sobre el espíritu que la indiferencia ("El fon-
de vida, -de "tratamiento de los datos y de acción, tras la
do del espíritu es delirio, o, lo que equivale a lo mismo en
Segunda Guerra Mundial, según La imagen-tiempo. Este
otros puntos de vista, azar, indiferencia", ES, 4). En con-
hecho, no psicológico sino de civilización, deja sin defen-
secuencia, toda vida está primero sumergida por "datos"
sa frente a la común desmesura de la afluencia de datos a
de todo tipo.
la que estamos entregados, y el hombre moderno se ve
Uno querría incluso añadir: hoy como nunca -si es cier-
como tomado de vértigo -fascinación o náusea.
to que los medios invitan cotidianamente a cada uno de
Por aproximación, tal es el caos en el sentido en que lo
nosotros a interesarse en datos cada vez más cuantiosos y
concibe Deleuze, así como el "hechO moderno", revelador
dispares, y a registrarlos con miras a la acción que podrían
de una situación de derecho. Porque jamás se había im-
orientar, teniendo en cuenta que moverse adecuadamente
puesto con tanta evidencia y necesidad la exigencia de
en un mundo que se ha vuelto muy complejo implica estar
otra relación con el caos que aquella que consiste en pro-
informado. Deleuze analiza este régimen de la información
tegerse de él mediante códigos, esquemas estereotipados.
o de la consigna sobre todo a partir del cine de acción:
Por lo tanto, es al mismo tiempo como el pensamiento re-
teniendo en cuenta una situación determinada, el persona-
clama, ante el aspecto nuevo y sin embargo inasignable de
je comienza por impregnarse de los datos que la constitu-
los datos, la revelación de lazos específicos que nos digan
yen para descubrir la reacción apropiada y lograr así modifi-
en qué mundo entramos, y, ante el derrumbe de los viejos
carla (IM, cap. 9; y MP, 95 y sigs.). Por tanto, lo presupuesto
esquemas interpretativos o informantes, una nueva forma
de la información es la vida como perpetua activación de
de lazo o de desciframiento, distinta de la totalización
esquemas sensorio-motores: los datos son útiles, uste-
interpretativa trascendente que lleva a reconocer siempre
des los seleccionarán y los "tratarán" según su interés
ya lo que ocurre, en vez de procurar los medios de seguir
vital o su uso; literalmente, la información es la ocurren-
su devenir (la respuesta está en una definición de la clíni-
cia organizada, la forma de uso que hace de ella en el
ca como evaluación de un devenir, deslizamiento de una
sentido estricto un "dato" cuando está tomado en tal
organización de signos a otra sobre una "superficie" -
esquema y es reconocido de antemano como útil, aunque
primer bosquejo del plano de inmanencia- que es precisa-
no se sepa para qué.
mente la del sentido, LS, 102; los dos tomos de Capitalis-
Pero como esta molesta profusión de utilidades putati-
mo y esquizofrenia están consagrados a esta empresa,
vas tiene en sí algo de cómicamente caótico, es posible
elaborando el plano de inmanencia sobre el cual puede
pensar que no opone más que una pantalla irrisoria -a su
luego evaluarse el deslizamiento de un régimen social de
vez contaminada por lo que pretende conjurar- a lo que
"codificación" a un régimen de "axiomatización"; o, según
Deleuze llama la quiebra de los "estereotipos", la ruptura
una evaluación más reciente, el deslizamiento de las "so-
de esos códigos o de esos esquemas sensorio-motores
ciedades de disciplina" definidas por Foucault a las "so-
que al mismo tiempo garantizaban el lazo orgánico entre el
ciedades de control" definidas por el mismo Deleuze, P,
hombre y el mundo. La edad moderna se define por una
240-247). Y de pronto, casi no "reaccionamos" ya a los
"decodificación generalizada" inherente a las sociedades
74 FRANCOIS ZouRABICHVIU
EL VOCABULARIO DE DELEUZE 75
datos, ya no tenemos fe en los encadenamientos de la cos- otros, donde "infinitos" significa: abstraídos de todas las
tumbre o de la tradición que, en las puntualidades aleatorias coordenadas espacio-temporales, reducidos a su puro sen-
de la vida individual y colectiva, nos harían reconocer da- tido expresable por el infinitivo verbal. Las determinacio-
tos prolongables en acción, y que mantenemos a falta de nes consideradas son las que el pensamiento identifica
algo mejor, en una forma relajada; volvemos a una suerte como las que le pertenecen en derecho: así se hace una
de indiferencia, cuya renegación, cada día más penosa, es división del hecho y el derecho -división singular y
mantenida por los restos de viejos esquemas. Aunque pre- reacondicionable, no originaria; volveremos sobre esto más
sentimos que hay algo importante a extraer del caos, pero abajo- que libera una imagen del pensamiento, cuyo
nos repugnan las formas consuetudinarias de su asigna- correlato es uno o varios personajes conceptuales que efec-
ción, y adivinamos que las condiciones de un discerni- túan sus movimientos constitutivos. Estos personajes no
miento inmanente no están ellas mismas dadas sino que se confunden ni con el autor ni con los interlocutores fic-
dependen de un acto especial. En suma, carecemos de un ticios a quienes puede ocurrir que haga dialogar, aunque
plano que recortaría el caos, de condiciones que nos per- en ocasiones estos los encarnen: ellos mismos tomados
mitirían ligar esos datos y encontrarles un sentido, en el sobre el caos (Juez, Investigador, Idiota, Tartamudo, etc.),
modo de una problemática más que de una interpretación. son otras tantas posturas que el pensador adopta mien-
Pensar comienza por la efectuación de tal corte o la instau- tras piensa, y que a través de él se convierten en meras
ración de tal plano. El plano de inmanencia es la condición determinaciones de pensamiento. El conjunto plano-per-
en la cual tiene lugar un sentido, siendo el mismo caos ese sonaje define el o los problemas que se plantea un pensa-
no-sentido que habita el propio fondo de nuestra vida. Sin dor a través de esa tentativa de resolución que es la crea-
embargo, el plano es algo muy distinto que un esquema de ción de conceptos (QPh, cap. 3).
interpretación, que tiene que ver con las formas de pensa- Lo cual implica hasta qué punto la intuición tiene un
miento estereotipadas, con los lugares comunes cuyo caos papel en filosofía, por lo menos "si se considera la intui-
recuperamos, en vez de enfrentarlo: el plano no es subya- ción como la envoltura de movimientos infinitos de pensa-
cente a lo dado, como una estructura que lo haría inteligi- miento que recorren incesantemente un plano de inmanen-
ble a partir de una "dimensión suplementaria" a las que cia" (QPh, 42), no como el acceso a realidades superiores,
! !
implica. a esencias independientes del pensamiento. Es en este
¿De qué naturaleza es el plano? Por fu~rza presenta sentido, y solamente en éste, como el pensador tiene vi-
dos caras, cada una de las cuales es el espeJO de, la otra: siones, que se confunden con el devenir-filosófico de al-
plano de pensamiento, plano de naturaleza, porque "el gunas determinaciones del mundo, con el gesto de orien-
movimiento no es imagen del pensamiento sin ser también tar el pensamiento sin referencia, de inventar su propio
materia del ser" (QPh, 41). Desde el punto de vista "for- sistema de orientación (QPh, 40; P, 202): "no están afuera
mal", como habría dicho Spinoza, el acto consiste en se- del lenguaje, son su afuera" (CC, 16). Es también en este
leccionar algunas de las determinaciones caóticas -aque- sentido como los conceptos de la filosofía, que sólo reci-
llas que más arriba llamábamos ocurrenciaS, puntualidades, ben su sentido del problema con el que se vinculan, están
o datos por así decir intratables- para "conservarlas" como sometidos a una parte de comprensión no-conceptual, la
otros tantos "movimientos infinitos" plegados unos en que involucra tanto al no-filósofo -porque permite com-
¡¡
!i 76 F'RANCOLS ZOURABICHVILI EL voCABULARlO DE DELEUZE 77
,,1!
prender en qué la filosofía se dirige a él en derecho- como Bergson - véase QPh, 49-50)? La respuesta puede
al filósofo, que haría mal en desterrar de su trabajo la parte esquematizarse así: 1) si el conjunto de los datos o las
de sí mismo que no filosofa. Obsérvese que Deleuze llama determinaciones es un caos es porque llevan en sí imáge-
Razón a ese momento puramente intuitivo del plano (QPh, nes del pensamiento rivales, de tal modo que el pensador
74). No sólo por ocurrencia o provocación, sino para seña- que los retuviera a todos se derrumbaría y su plano no se
lar que no es posible concebir una razón única originaria; distinguiría ya del caos; 2) pero a la inversa, toda selec-
si existe razón, depende plenamente de una instauración, ción, por su coherencia misma y su reposo relativo, corre
o más bien de actos múltiples de instauración, llamados el riesgo de desembocar en que el pensador identifica su
"procesos de racionalización" (PV, 7-9 y 15). Perpetuamen- plano con un plano único y universal que remplazaría en-
te bifurcante, no existe fuera de racionalidades distintas, tonces el caos, y volvería a entronizar la trascendencia,
cada una de las cuales remite a un acto de fundación forzo- devaluando por eso mismo sus propios conceptos en opi-
samente irracional, pero que no por ello deja de testimo- niones (véase la oposición distribución nómada-distribu-
niar .acerca de una necesidad de otro orden: el pensamien- ción sedentaria); 3) el pensador sólo conjura ese retorno
to que cree poseerse él mismo o que proyecta ese ideal en de la trascendencia y la opinión si traza su plano de mane-
un porvenir indefinido no puede máS que remitirse a la ra de envolver tanto como pueda EL plano de inmanencia,
trascendenCia, a creencias que superan lo dado y que se 0 sea, lo impensable que volvería a conducir al caos al
sustraen a la misma prueba del pensar (véase A CE, 447, 455 pensamiento que se identificaría con él pero cuya afirma-
e ID, 365-366: "La razón es siempre una región cortada en ción no es menos necesaria para evitar la otra identifica-
lo irracional. .. "). Por último, la intuición va de la mano con ción, la de lo creado y lo originario; 4) por tanto, debe
un gusto en la adaptación de los conceptos creados en el retener como determinaciones de derecho del pensamien-
plano que los requiere. La consecuencia última del con- to aquellas que lo afectan con movimientos infinitos que
cepto de plano de inmanencia se la puede adivinar, y es expresan la avanzada por perpetuo nuevo comienzo y bi-
que no hay verdad sino creada (QPh, 31-32; 55; IT, 191). furcación, o la insistencia de otro pensador en el pensador
De manera que, una vez más, el criterio de verdad, que sólo (tartamudeo, glosolalia, búsqueda como un perro por sal-
interviene en la relación del plano con el concepto, del tos desordenados, etc.) (sobre todo esto, véase QPh, 51,
problema con su solución, se subordina al de lo interesan- 55, 59, 67, etcétera).
te, de lo importante, de lo notable (DR, 245; QPh, 80 -lo Este concepto ¿es el primero en el "orden de las razo-
que Deleuze llamaba antes "llevar la prueba de lo verdade- nes"? En apariencia, la pregunta puede formularse porque,
ro y lo falso a los mismos problemas" (B, 3; DR, 198-213). siendo un concepto de las condiciones de la experiencia,
No debe confundirse entonces la crítica y la subordina- el plano de inmanencia no deja de aparecer precedido por
ción deleuzianas del concepto de verdad con una supues- el caos. Aclaremos un equívoco: no puede haber experien-
ta indiferencia de Deleuze a la cuestión de la verdad (véase cia del caos, porque ésta se confundiría con el derrumbe
IT, caps. 5-6). del pensamiento, que se dejaría atrapar por él sin encon-
Pero ¿por qué hay planos, más que un solo y único pla- trar algunos esquemas que pueda oponerle. ni tener la in-
no que podría llamarse EL plano, y que muy escasos pen- tuición de un plano que vendría a recortarlo y le permitiría
sadores parecen haber encarado (Spinoza y fugitivamente adquirir consistencia en un cuadro clínico. Por eso las
78 FR~N((OIS ZOURABICHVILI EL VOCABULARIO DE DELEUZE 79

puntualidades de las que partíamos no están plenamente vez la posibilidad de lo imposible" (QPh, 59 -por lo menos,
"dadas" sino en la condición de esquemas que las ponen este tema indica que es instaurando EL plano como se
en claro. Sólo que esas condiciones resultan demasiado realiza la conversión inmanentista, creer en la tierra, como
amplias, teniendo en cuenta lo que condicionan: sólo "dan" decía Nietzsche, creer en este mundo, como por su parte lo
cualquier cosa en la forma de lo reconocido, de lo ya-co- dice Deleuze)? Que habiendo recortado el caos sin impo-
nocido; ya no permiten hablar de experiencia de otro modo ner el menor recorte a priori a sus determinaciones,
que en un sentido trillado. La experiencia "real" comienza habiéndolas relacionado sin enmarcarlas en formas pre-
con el corte o la instauración de un plano. A partir de en- concebidas, sustraídas a la experiencia, él produjo un
tonces, el caos es más bien pensado que dado: es virtual. plano de experiencia que implíca su propia redistribución
Únicamente el plano de inmanencia nos entrega un dado potencial al infinito. En efecto, Spinoza no se otorga más
puro, inmediato, del cual el caos sólo ofrecía el bosquejo y que el movimiento_ Dado un campo de partículas materia-
el desfallecimiento. Y por virtual no debemos entender un les indeterminadas, la percepción no se recorta sino en
estado que se opondría a lo real, o que, como lo posible, función de su distribución variable en compuestos distin-
tendría que realizarse: a lo virtual corresponde la actualiza- tos, definidos por determinadas relaciones de reposo y de
ción (y el movimiento inverso de cristalización). Más aún, movimiento, de velocidad y lentitud, pero siempre expues-
si la experiencia real envuelve o implica el caos, es lo real tos a encuentros, a migraciones de sub-compuestos, a
bien comprendido lo que deja de confundirse con una pura composiciones de composiciones o incluso a descompo-
actualidad e implica una parte de virtualidad (B, 99 y sigs.; siciones ("longitudes"); por su parte, la afectividad se di-
DR, 269 y sigs.). Por eso devenir, crear, pensar, siempre ferencia, se enriquece, se reacondiciona según los
implica un dinamismo inverso al de la actualización: la cris- devenires que corresponden a esos encuentroS más o me-
talización (D, 184-185). nos felices (aumentos-disminuciones de una potencia de
***Ese dado puro es la otra vertiente del plano de inma- actuar anónima y distribuida en el plano, o "latitudes")_
nencia: una imagen del pensamiento no surge sin que al Fuera del movimiento, único que lo constituye, obsérvese
mismo tiempo sean propuestas las condiciones en las cua- la índole acentrada de ese plano: esos dos trazos son co-
les hay algo; una nueva forma de pensamiento es una nueva munes a la descripción del plano de inmanencia extraída
manera de encarar la experiencia, o de pensar lo que hay. En de Spinoza (SPP, cap. 6; MP, 310-314), y a aquella que
consecuencia, podría describirse la historia discontinua de ' Deleuze sacará posteriormente de Bergson (!M, cap. 4).
lo dado en filosofía, pero sin embargo sin que el pensamien- No de otro modo casi puede comprenderse el hecho de
to alcance la inmane'ncia de un dado inmediato, siquiera con que el concepto de ecceidad, que propone un modo de
Husserl. Según Deleuze, sólo dos filósofos produjeron el individuación inmanente distinto de las formas individua-
cuadro, enunciaron la lógica de ese dado puro: Spinoza en les orgánicas que recortan a priori el campo empírico, se
la Ética, y Bergson en el primer capítulo de Materia y me- encadene a la exposición espinoziana (MP, 318 y sigs.).
moria (quizá debemos agregar: Deleuze y Guattari en el ma- La-bestia-caza-a-las-cinco, un-caballo-se-cae-en-la-calle:
gistral comienzo de El anti-Edipo). estas composiciones donde los seres no se desprenden
Pero ¿no decíamos que EL plano no era enunciable? ¿Qué ya del decorado ni de la atmósfera sino que se componen
significa entonces que Spinoza haya sabido "mostrar esta de inmediato, originariamente con ellos, corresponden ya
80 FR~<;ors ZouRABICHVILI EL voCABULARIO DE DELEuZE 81

casi al concepto de imagen~movimiento. Como dice Deleuze perturbable, aunque propongan al espectador perspecti-
lector de Prou.:;t, no queremos a alguien separadamente d~ vas cambiantes. Si hay un sujeto, éste se constituye en lo
los paisajes, las horas, las circunstancias de toda naturaleza dado, según el problema que planteaba Deleuze desde su
que él envuelve. Porque así es como somos afectados, 0 primer libro, Empirismo y subjetividad, en 1953; y ahí se
que el afecto nos aparta de las cantinelas de las afecciones constituye en cada uno de sus puntos. A partu de enton-
usuales, el percepto de las expectativas y las divisiones ces. decir del sujeto que percibe y experimenta que está
espontáneas de la percepción ordinaria: al alcanzar el plano "en adyacencia", no es cercenado de lo dado reintro-
de inmanencia donde no todo transige siempre con todo - duciendo in extremis el Ego trascendental. sino por el con-
puesto que también contiene la muerte como descomposi- trario hacerlo circular por todos los puntos del plano como
ción o absorción- sino que comunica con todo en un mismo por otros tantos casos de sí mismo, para concluirlo de esa
plano llamado todavía de univocidad, independientemente serie de devenires (el Cogito deleuziano sería algo así corno
de las asignaciones de forma. de especie, o de órgano (así un: "siento que me vuelvo otro, luego yo era, luego ¡eso
es como un caballo de tiro, desde el punto de vista de lo era yo!" -véase LS, 360 yACE, 22-29). Si volvemos a la
dado puro o de la experiencia real, está más cerca del buey descripción spinoziana, ahora comprendemos que pueda
que del caballo de carrera: SPP, 167). En ese plano el en- tratarse de un "plano fijo" (D, 113; MP, 311) y de "estados
cuentro, la experimentación, siempre son posibles, y notro- intensivos de una fuerza anónima" (SPP, 171). En efecto,
piezan con ninguna barrera; que sea feliz es otra cuestión. no se necesita ninguna fusión o empatía especial para que
Por eso el personaje conceptual que obsesiona al spinozismo a cada uno de los puntos de ese plano de experiencia pura,
es el niño (MP, 313; QPh, 70). que no es abierto por ningún sujeto constituido, corres-
Pero prosigamos la analogía, para percibir claramente ponda un afecto: por ejemplo la distancia que separa el
hasta qué punto los dos abordajes convergen hacia el mis- caballo de carrera del caballo de tiro, desde el punto de
mo concepto, al tiempo que colocan de diferente manera vista inmanente de lo que pueden. de los dinamismos o los
sus acentos. Y remitámonos al primer capítulo de Materia ritmos de que son capaces; por el contrario, la proximidad
y memoria: lo puro dado (indistinción de la imagen, del del caballo de tiro y del buey -todos objetos inmediatos
movimiento y de la materia) precede la conciencia que ten- de un percepto y de un afecto en el plano de inmanencia.
go de mí mismo y de ser ese Yo que abre absolutamente el Por último, si preguntamos en qué sentido ese plano
campo de percepción, que se sabe ubicado en un punto de Naturaleza o de univocidad puede valer también para
del espacio, pero que, no estando él mismo en su campo, lo EL plano de inmanencia de todo pensamiento, por consi-
desplaza con él. El error sería confundir campo de percep- guiente en qué sentido Spinoza muestra "la posibilidad
ción y plano de inmanencia: si es cierto que hay algo antes de lo imposible", comprendemos que más allá incluso de
que toda asignación de un sujeto que apunta a un objeto, la "imagen dogmática del pensamiento" al que su filoso-
el plano donde se extiende lo dado no se abre de ningún fía parece adherir exteriormente (afinidad natural del pen-
punto en particular, y no tiene sentido pretender que varía samiento y de lo verdadero, modelo de una verdad pre-
según el punto de vista. Está ahí inmediatamente, existente al acto de pensar -véase DR, cap. III), su plano
acentrado, por así decirlo fijo aunque estibado a nada, como establece la imagen paradójica de un pensamiento sin
las imágenes de cine que desfilan sobre una pantalla im- imagen, de un pensamiento que no sabe de antemano lo
82 FRANc;:oiS ZDURABICIIVIL¡ EL vocABULARIO DE DELEuZE 83

que significa pensar y que no puede más que volver ince- "De inmanencia" y no ya "trascendental": porque el
santemente al acto que lo engendra (corte del caos). Si lano 110 precede a lo que viene a poblarlo o llenarlo, sino
puede decirse que Spinoza mostró EL plano, es en la medi- pue se construye y se reacondiciona en la experiencia, de
da en que el pensamiento se refleja en ese "espacio liso" ~~manera que no tiene ya sentido hablar de formas a priori
ocupado únicamente por movimientos desiguales, de la experiencia, de una experiencia en general, para to-
componibles o no, recomponibles siempre de otra manera, dos los lugares y todos los tiempos (así como tampoco
y los vive como otros tantos dramas de sí mismo, de ensa- puede uno contentarse con el concepto de un espacio-
yos o de alucinaciones de lo que puede significar pensar. tiempo universal e invariable). En otros términos, tales
Concluyamos con algunas referencias. El concepto de condiciones no son "más amplias de lo que condicionan",
plano de inmanencia remplaza el "campo trascendental" y por eso la filosofía crítica así radicalizad~ pretende en~n­
surgido de las filosofías de Kant y de Husserl (sobre estos cíar los principios de una verdadera génes1s, no de un stm-
dos autores, véanse LS, series 14"-17' y QPh, 48-49). ple condicionamiento exter~o indiferent:; a 1~ n~tu~al~~a
"Plano" y no ya "campo": porque no es para un su- de lo que condiCiona (los epzsteme o los a pnon hlston-
jeto supuestamente fuera de campo, o en el límite de un cos'' de Foucault dan una idea de esta exigencia, aunque
campo que se abre a partir de él en el modelo de un los planos de pensamiento según Deleuze se refieran más
campo de percepción (véase el Ego trascendental de la bien a autores y a obras).
fenomenología -por el contrario el sujeto se constituye No habrá de verse una contradicción en el hecho de
en lo dado, o más exactamente en el plano); y también que Deleuze no renuncie muy simplemente a un discurso
porque todo lo que viene a ocuparlo no crece o no se de tipo "trascendental": el concepto forzosamente general
conecta sino lateralmente, sobre los bordes, y allí todo de las condiciones de la experiencia real (o sea, siempre
no son más que resbalones, desplazamientos. clinamen singular, inseparable de una producción de novedad) no
(LS, 15-16, 311-312), y hasta "clínica", no sólo en el sen- se confunde con supuestas condiciones de la experiencia
tido definido más arriba de "deslizamiento de una orga- en general. Pero innegablemente hay que resolver una di-
nización a otra", sino en el de "formación de una desor- ficultad, hay que realizar una mutación filosófica, puesto
ganización, progresiva y creadora" (lo que remite a la que se trata de pensar el concepto de algo que jamás es
definición deleuziana de la perversión -véase "Línea de dado de una vez ni para siempre, que tampoco se da pro-
fuga"). Los movimientos en el plano se oponen a la ver, gresivamente parte por parte, pero que se diferencia o se
ticalidad de una fundación o a la rectilinealidad de un redistribuye, y no existe sino en sus propias variaciones
progreso (es en Lógica del sentido donde el campo tras- (véase la oposición del "una vez por todas" y del "por
cendental comienza a ser pensado como un plano, aun- todaslasveces".DR, 127-128, 152;LS, 76).Desdesupri-
que la palabra no sea pronunciada: LS, 133; y la tríada mer artículo -"La concepción de la diferencia en Bergson"-
profundidad-superficie-altura -vale decir, mezclas de en 1956, Deleuze aboga por un tipo nuevo de concepto,
cuerpos en interacción y compenetración, acontecimien- cuyo bosquejo encuentra en Nietzsche (Voluntad de po-
tos, formas- será vuelta a jugar o repetida de diferente der) y en Bergson (Duración, Memoria): un concepto que
manera en caos-plano-trascendencia u opinión en¿ Qué obedece a la lógica de la diferencia interna, o sea, cuyo
es la filosofía?). objeto "no se divide sin cambiar de naturaleza" a cada
¡ i
84 FRAN(:OIS ZOURABI~ :EL VOCABULARIO DE DELEUZE 85

momento de su división, pero difiere de sí con cada afirma- tienen afuera, por el otro no se distinguen ontológícamente,
ción de sí (véase "Empirismo trascendental"). Así se ob- no siendo más que dos expresiones de una sola y misma
tiene el concepto de condiciones de la experiencia que se realidad); 2) la ruptura de tono ocasionada por la inserción
van diferenciando con la experiencia, sin por ello confun- abrupta de la teoría de los cuerpos en el curso deductivo
dirse con ella y alcanzar lo empírico por confusión del de- de la 2a parte (el pasaje se encuentra después del escolio
recho y el hecho. Tal concepto no expresa ya nada de uni- de la prop. 13); y 3) el alcance expresamente ético de esta
versal: de ahí que Deleuze hable a veces del plano de teoría (véase IV, 39 y dem.). "Era necesario que el autor
inmanencia en general, otras del plano instaurado por tal 0 diga efectivamente todo lo que yo le hacía decir" (P, 15):
cual filósofo. Realmente son las variaciones de un solo y bajo las apariencias de una broma, ¿puede la historia de la
mismo plano, una vez que decimos que "un solo y mismo" filosofía desear máxima más rigurosa y más profunda (sal-
no expresa ya nada de permanente o de idéntico a sí (Lógi- vo que nos despidamos de la filosofía).?
ca del sentido trabaja particularmente esta noción de "un
solo y mismo" en el sentido de lo que no existe sino difi-
riendo consigo; la noción de "común" padece una suerte Problema
paralela -véase "Univocidad del ser").
Por último, compruébese que el uso deleuziano de la
palabra "inmanencia" no deriva de Husserl, aunque tam- * Por no ver que el sentido o el problema es extra-
bién surja en el marco de un cuestionamiento crítico y no. proposicional, que difiere en naturaleza de toda proposi-
metafísico: Deleuze extrae de Spinoza la herramienta de ción, se pierde lo esencial, la génesis del acto de pensar, el
una radicalización antifenomenológica de la filosofía críti- ttso de las facultades." (DR, 204) "Todo concepto remite a
ca, por una operación que no carece de analogía con el un problema. a problemas sin los cuales no tendría senti-
post-kantismo, cuya importancia varias veces destaca. En do, y que a su vez no pueden ser deslindados o compren-
efecto, la inmanencia se vuelve "pura", o "para sí" en vez didos sino en la medida de su solución." (QPh, 22) "Nos
de esa inmanencia a la conciencia que Husserl convertía hacen creer a la vez que los problemas ya vienen prepara-
en su criterio de método (y cuando Deleuze rehace la ope- dos, y que desaparecen con las respuestas o la solución:
ración una segunda vez al interpretar el primer capítulo de en ese doble aspecto no pueden ser ya sino fantasmas.
Materia y memoria, es para remedar la famosa fórmula de Nos hacen creer que la actividad de pensar, y también lo
la intencionalidad: toda conciencia es algo, y no concien- verdadero y lo falso respecto de esta actividad, sólo co-
cia de algo -véase !M, cap. 4). Convertir la lógica de las mienzan con la búsqueda de las soluciones, no conciernen
modas finitas de la substancia spinoziana en el enunciado más que las soluciones." (DR. 205) "La verdadera libertad
de un plano de experiencia, ¿es extralimitar el derecho del está en un poder de decisión, de constitución de los mis-
intérprete? No, si tenemos en cuenta 1) las razones para mos problemas." (B, 4)
considerar que el concepto de substancia única, en la 1a **No debe desdeñarse la importancia del concepto de
parte de la Ética, se obtiene bajo la exigencia de la inma- problema en Deleuze, así como la precisión que le confiere,
nencia y no la inversa, o sea, a partir de los "atributos" siguiendo y más allá de Bergson. Es usual, por lo menos
que son la extensión y el pensamiento (por un lado no en Francia, que los profesores de filosofía exijan ante todo
86 FRANc;OIS ZOURABICHVIu 87

de sus alumnos una "problemática"; no obstante, es raro tratista", o "historiador" en el sentido de la historia natu-
que se ejerciten en definir su naturaleza, de tal modo que la ral: taxonornista o clínico, experto en la localización y la
cosa se ro~ea de un aura de misterio iniciático que no deja diferenciación de los regímenes de signos (P, 67. 186; QPh.
de produCir sus efectos normales de intimidación. Toda la 55): por un lado, una nueva imagen del pensamiento, defi-
pedagogía de Deleuze residía en esa insistencia nida por la selección de ciertos "movimientos infinitos"
metodológica y deontológica sobre el papel de los proble- (nuevo corte en el caos, nuevo plano de pensamiento);
mas (para convencerse de esto basta con consultar sobre por el otro, los personajes conceptuales que lo efectúan
todo .los regist:os o. transcripciones _de sus cursos, muy (QPh, caps. 2-3 y particularmente págs. 54, 72, 78-80).
ampliamente d1spombles hoy en día, véanse referencias Primera consecuencia: el horizonte del sentido no es
bibliográficas): un enunciado, un concepto sólo tienen universal (véase "Plano de inmanencia'". "Univocidad del
sentido en función del problema al que se refieren. El ser"). Segunda consecuencia. o vertiente deontológica:
problema filosófico, que debe ser enunciable, no se con- discutir en filosofía, vale decir, oponer a un autor objecio-
funde con la dramaturgia ordinaria de la disertación, esa nes que forzosamente no se entienden sino desde el punto
puesta en contradicción sobre un mismo tema de tesis a de vista de otro problema y en otro plano, es perfectamen-
primera vista tan procedentes una como la otra (porque lo te vano, no es más que la parte frívola o reivindicativa de
que se llama problema no es entonces más que el calco la actividad intelectual. No porque el intercambio deba
artificial de las respuestas a una pregunta caída del cielo). proscribirse ni porque el pensamiento sea autárquico -en
¿Cuál es ese sentido que el problema confiere a la enuncia- Deleuze hay todo un tema de la "soledad poblada"-. pero
ción conceptual? No se trata de la significación inmediata el diálogo sólo tiene interés en el modo de la colaboración
de las proposiciones: éstas sólo se refieren a datos ( 0 es- desconcertante, del tipo Deleuze y Guattari, o bien en el
tados de cosas), que precisamente ellos mismos carecen modo de la libre conversación, cuyas elipses,
de, l~ orie~tación, el principio de discriminación, la proble- discontinuidades y otras acumulaciones pueden inspirar
mattca que les permitiría relacionarse, vale decir, producir al filósofo: D, primera parte; QPh, 32-33. 132-133, 137-139).
un sentido. Los problemas son actos que abren un hori- Tercera y última consecuencia: la argumentación, si es ple-
zonte de sentido, y que sustentan la creación de los con- namente exigible del filósofo. permanece subordinada al
ceptos: un nuevo aspecto del cuestionamiento, que abre acto fundamental de plantear un problema.
~na p~rspe,ctiva inhabitual sobre el más familiar o que con-, ***Este acto de posición es la parte irreductiblemente
flere mteres a datos hasta entonces considerados insigni- intuitiva de la filosofía, lo que no significa arbitraria, ni
ficantes. Por cierto, cada uno se muestra más o menos dis- desprovista de rigor: simplemente, la necesidad responde
puesto a reconocer ese hecho; pero una cosa es admitirlo, a otros criterios que el del racionalismo, es decir, de un
Y otra extraer sus consecuencias teóricas. Si el pensamiento que se poseería a sí mismo; y el rigor, a otras
cuestionamiento es la expresión del problema, su cara di- virtudes que las de la inferencia válida. Una vez más, esta
rectamente enunciable (aunque las preguntas en ocasio- última debe ser el objeto de una preocupación secundaria,
nes pe~manezcan implícitas en filosofía), no por ello dejan o sea: subordinada y no facultativa. Si fuera facultativa se
de de~IVar por lo menos dos constituyentes igualmente comprendería malla índole demostrativa de la enunciación
enuncmbles, y cuya enunciación incumbe al filósofo "re- deleuziana. inclusiva en sus aspectos alusivo y digresivo,
88 F'RA.Nt;OIS ZOURABICHV:It¡
89
ya sea en la forma polifónica, abigarrada y discontinua de
a mutación de la condición a la medida de lo que debe
Capitalismo y esquizofrenia, o bien cuando adopta un acondicionar, de modo tal que no haya una •10rma umversa
. 1
aspecto contrastado y elíptico, como en los textos tensos
del objeto posible sino singularidades irreductibles, frac-
de los últimos años (sobre lo alusivo y lo digresivo como
turas de no-reconocible a las que cada vez responde, al
caracteres positivos de la enunciación filosófica, véase
rrer de una "experimentación vacilante" (QPh, 44), una
QPh, 28 y 150-151). Pero si la validez del razonamiento fue- 00 . 1
distribución original de los rasgos que defmen o que
ra el primer criterio, es la filosofía en su totalidad la que se re '"d
significa pensar, y por eso mismo una ~u~ va _p_osiClOn e
vería atrapada en la trampa de las contradicciones aparen-
oblema. La posición de problema es InJUstificable me-
tes, vale decir, paradojas insostenibles por no percibir su pr · d'1spensables,
d"ante
1 argumentos: los argumentos son m
sentido ni su necesidad. En consecuencia, la filosofía es a
ro lógicamente interiores a la problemática. Más aún, si
gusto del consumidor, porque lo mismo da, irracional o pe . 1 .
sirven para desplegar su coherencia, para trazar, ~s c~I-
fundadora de racionalidades heterogéneas. Irracional: la
nos en el concepto o de un concepto a otro, sena tlusono
palabra no puede dar miedo, o justificar amalgamas lasti-
separarlos del acto de plantear el problema: ocurre que la
mosas, sino desde el punto de vista de una nostalgia del
consistencia que garantizan sólo negativamente proviene
racionalismo, vale decir, de un pensamiento que no habría
de las reglas de validez lógica que respetan, así como la
recorrido el círculo del fundamento y no se hubiese con-
posibilidad lógica sólo condiciona por defecto lo que su-
vencido de no sostener su necesidad sino desde afuera,
cede. Es evidente que si uno se contradice no habla: no
vale decir, de un encuentro con lo que obliga a pensar (PS,
hay mucho interés en responderle. En cambio, las condi-
25, 118; DR, 182). El criterio de un encuentro semejante es
ciones de verdad de una proposición, la validez de un ra-
que el pensamiento se vea obligado a pensar lo que sin
zonamiento, en otros términos su índole informativa, en
embargo no puede pensar todavía, al no tener un esquema
modo alguno garantizan que tengan sentido o interés, vale
ya listo para reconocerlo, al no disponer de la forma que le
decir, que se refieran a un problema. Lo cual implica que el
permitiría a priori plantearlo como un objeto. Al respecto,
punto de vista de la lógica no preserva_ de la n:c_edad, de
la filosofía resulta inseparable, no sólo de una creencia
la indiferencia caótica de las expreswnes validas que
propiamente inmanente, sino de una parte de comprensión
cotidianamente solicitan el espíritu con el nombre de "in-
no-conceptual, que también es el sesgo preciso por el cual
formaciones": la filosofía no puede contentarse con el cri-
la filosofía puede pretender dirigirse a todo el mundo (¡;n
terio de consistencia de los lógicos (sobre la cuestión de
vez de contentarse ·con una pretensión general y vaga,
la necedad como negativo del pensamiento más esencial
que "todo el mundo" le devuelve cuando a cambio preten-
queelerror,véanseNPh, 118 ysigs.;DR,_l92 ysigs.,207,
de juzgarla según sus criterios). Y sin dudas, la filosofía
353; P, 177). Positivamente, pues, la cons1stencm se deflm-
bien pnede darse esa forma universal del objeto posible:
rá por la inseparabilidad de componentes conceptuales de
entonces se cubrirá con lo que se presenta como una vesti-
naturaleza estrictamente de acontecimiento, que remiten al
menta demasiado amplia, que borrará su singularidad en vez
acto de posición de problema cuyos considerandos des-
de enfrentarla. Por eso el pensamiento que piensa su propio
pliega, y que un punto de vista estrictamente formal es
acto al mismo tiempo piensa las condiciones de la "expe-
muy impotente de fundar, fuera de que ni siquiera preten-
riencia real", por rara que sea; vale decir, las condiciones de
de hacerlo (QPh, 25, 133). En suma, no hay una verdadera
90 :EL VOCABULARIO DE DELEUZE 91
FRAN(:OIS ZouRABIC!!YIU

la existencia ("lógica extrema y sin racionalidad"). Se ex-


di~erencia enti~e conceptualizar y argumentar: se trata de la
pone en dos tríadas un poco diferentes. Primera tríada: l.
nnsma operación que especifica y resuelve un problem
En filosofía no hay lugar para una problemática autóno a. Tratar de alcanzar el territorio, para conjurar el caos; 2.
de la argumentación. El lector puede entonces comenza~a Trazar y habitar el territorio que filtra el caos; 3. Lanzarse
compre?der ~or ~ué Deleuze puede decir que "el concept:
fuera del territorio o desterritorializarse hacia un cosmos
que se distingue del caos (MP, 368 y 382-383; P, 200-201).
no es discursivo (o que el filósofo "no encadena pro _
siciones") aunque "la filosofía proceda por frases" (Q~~
Segunda tríada: l. Buscar un territorio; 2. Partir o
desterritorializarse; 3. Volver o reterritorializarse (QPh, 66).
27;29). En definitiva, comprendemos el sentido de la pos;:
El desfasaje entre estas dos presentaciones radica en la
Cion deleuz1ana: irracionalismo, no ilogismo; o incluso
bipolaridad de la relación tierra-territorio, en las dos direc-
lógica de lo irracional. "Irracional" remite por un lado al
ciones -trascendente e inmanente- en las cuales la tierra
enc\1entro donde se engendra el acto de pensar (por tal
ejerce su función desterritorializante. Porque la tierra vale
motivo, es el correlato de "necesario"), por otro lado al
a la vez como ese hogar íntimo hacia el cual se curva natu-
d~v~nir, a las líneas de fuga que todo problema implica, en
ralmente el territorio, pero que, tomado como tal, tiende a
s1 mismo Y en el objeto informe que se capta a través de él
"Lógica" se refiere a la coherencia del sistema de signos · rechazar a este último al infinito (así es lo Natal, siempre
d ' o perdido: MP, 382, 401, 417 y sigs. -piénsese aquí en el
. e smtomas -en este caso, de conceptos- que la filosofía
mventa para responder a ese desafío. polo catatónico del cuerpo pleno que rechaza todo órga-
no, en El anti-Edipo); y como ese espacio liso que presu-
pone y envuelve todo limite, y que constituye la apertura
en derecho, la irreductible desestabilización del territorio
Ritornelo (diferencia y repetición)
mismo más cerrado (QPh, 170-171 por ejemplo -obsérvese
aquí cierto flotamiento del enunciado ''tierra desterri-
torializada", porque ora ella lo está en derecho, a manera
* El ritornelo va hacia el agenciamiento territorial allí de "caosmos", ora lo está bajo el efecto de su relación
se instala o de ahí sale. En un sentido general, se Iiama
con el cosmos, como en MP, 426). El ritornelo merece
ritornelo a todo conjunto de materias de expresión que
dos veces su nombre: primero como trazado que vuelve
traza un territorio, y que se desarrolla en moti vos territo-
sobre sí, se recupera, se repite; luego como circularidad
riales, en paisajes territoriales (hay ritornelos motrices,'
de los tres dinamismos (buscarse un territorio = tratar
gestuales, ópticos, etc.). En un sentido restringido, se ha-
de alcanzarlo). Así, todo comienzo es ya un retorno, pero
bla de ritornelo cuando el agenciamiento es sonoro o "do-
éste siempre implica un desvío, una diferencia: la
minado" por el sonido -pero ¿por qué ese aparente privile-
reterritorialización, correlato de la desterritorialización,
gio?" (MP, 397) "El gran ritornelo se alza a medida que uno
nunca es un retorno a lo mismo. No hay llegada, nunca hay
se aleja de la casa, aunque sea para volver, porque ya na-
die nos reconocerá cuando volvamos." (QPh, 181) más que un retorno, pero volver se piensa en una relación
revés-derecho, recto-verso con partir, y uno parte y vuel-
** El ritornelo se define por la estricta coexistencia o
ve al mismo tiempo. A partir de entonces hay dos maneras
contemporaneidad de tres dinamismos implicados unos en
distintas de partir-volver, y de tornar infinito ese par: el
otros. Forma un sistema completo del deseo, una lógica de
92 FRAN<;oiS ZoURABICHVILI EL VOCABULARIO DE DELEUZE 93

vagabundeo del exilio y el llamado de lo sin-fondo, o bien en función de una tierra a veces natal-inmutable (es en-
el desplazamiento nómada y el llamado del afuera (ya que tonces a priori innato, o todavía objeto de reminiscen-
lo Natal no es más que un afuera ambiguo: MP, 401). Son cia) a veces nueva-venidera (está construido en un plano
dos formas de desvío a sí: desgarramiento del sí al que de inmanencia: cuando el filósofo traza su territorio en la
uno no deja de retornar como a un ajeno, porque está misma desterritorialización) (QPh, 44, 67, 85).
perdido (relación del Exiliado con lo Natal, incluido en el
2° tiempo de la primera tríada); arrancamiento de sí al que
no se vuelve sino como ajeno, irreconocible o vuelto im- Rizoma
perceptible (relación de lo Nómada con el Cosmos, 3"
tiempo de la segunda tríada). Por tanto, no hay incompa- ·
tibilidad, ni siquiera evolución entre las dos tríadas: sola- * "Sustraer lo único de la multiplicidad por constituir;
mente una diferencia de acento. El desafío es el sentido escribir a n -1. Un sistema semejante podría ser llamado
existencial del retorno como problema (la palabra ritornelo rizoma." (MP, 13) "A diferencia de los árboles o de sus
evoca, a la manera de un acrónimo, el Eterno Retorno*): raíces, el rizoma conecta un punto cualquiera con otro punto
¿qué hace el trazado que, al volver sobre sí, diferencia un cualquiera, y cada uno de sus trazos no remite necesaria-
interior de un exterior (instauración del territorio)? ¿Se mente a trazos de la misma naturaleza, pone en juego regí-
abisma en el torbellino loco alrededor del origen cuyo menes de signos muy diferentes y hasta estados de no-
simulacro segrega (Natal)? O bien ¿repite al hacerlo el signos. El rizoma no se deja reducir ni al Uno ni a lo
afuera que envuelve y cabalga al tiempo que se distingue múltiple ... No está hecho de unidades sino de dimensio-
de él (el límite es al mismo tiempo un cedazo)? En esta nes, o más bien de direcciones móviles. No tiene comienzo
tensión lógica vemos en qué el trazado, la marca, el signo ni fin, sino siempre un medio, por el cual crece y desborda.
de territorio se confunden con el ritornelo. Los dos senti- Constituye multiplicidades" (MP, 31).
dos del retorno componen el "pequeño" y el "gran" ** Este concepto, sin duda el más famoso de los de
ritornelo: territorial o cerrado sobre sí mismo, cósmico o Deleuze y Guattari, no siempre es bien comprendido. Por sí
llevado sobre una línea de fuga semiótica. Y es bajo la solo es un manifiesto: una nueva imagen del pensamiento
relación de los dos estados del ritornelo, pequeño y gran- destinada a combatir el privilegio secular del árbol que
de, como la música (MP, 370, 431: "desterritorializar el, desfigura el acto de pensar y nos aleja de él (la introduc-
ritornelo"), luego el arte en general (QPh, 175-176), se ción de Mil mesetas, titulada "Rizoma", fue publicada por
vuelven pensables. Por último, si el concepto también separado algunos años antes del libro; la noción aparece
forma parte, es en la medida en que pasa y vuelve a pasar por primera vez en el Kafka). Es flagrante que "mucha gen-
por todas las singularidades que lo componen (QPh, 25), te tiene un árbol plantado en la cabeza" (MP, 24): ya se
trate de buscarse raíces o ancestros, situar la clave de una
existencia en la infancia más lejana, o incluso consagrar el
pensamiento al culto del origen, el nacimiento, el aparecer
en general. Genealogistas tradicionales, psicoanalistas y
* Ritoumelle en francés: retour étemel. [N. del T.] fenomenólogos no son los amigos del rizoma. Además, el
94 FRAN<;OIS ZoURABICHVn..r EL voü\BULARIO DE I>ELEuZE 95

modelo arborescente somete por lo menos idealmente el los autores, con el nombre de "'sobriedad", destinado a
pensamiento a una progresión de principio a consecuen- discípulos apurados (MP, 13, 125, 342, 425). No juzgar de
cia, a veces conduciéndola de lo general a lo particular, antemano qué senda es buena para el pensamiento, remi-
otras tratando de fundarla, de afianzarla para siempre en tirse a la experimentación, erigir la benevolencia como prin-
un suelo de verdad (hasta a las aplicaciones multimedia, cipio, considerar por último el método como una muralla
en nuestros.días, les cuesta trabajo instaurar una navega- insuficiente contra el prejuicio, porque cuando menos con-
ción transversal, y las más de las veces se limitan al vaivén serva su forma (verdades primeras): una nueva definición
entre un resumen y rótulos sin salida. En Deleuze, esta de la seriedad en filosofía, contra el burocratismo puritano
crítica no excluye en modo alguno el mantenimiento de la del espíritu académico y su "'profesionalismo" frívolo. Esta
distinción del hecho y el derecho, salida del nueva vigilancia filosófica, por otra parte, es uno de los
cuestionamiento crítico o trascendental. Aquí hay que re- sentidos de la fórmula: "'condiciones no más amplias que
doblar la atención: si el empirismo trascendental consiste lo condicionado" (el otro sentido es que la condición se
en pensar "condiciones no más amplias que lo condicio- diferencia con la experiencia). Lo menos que puede decir-
nado", no es ya evidente asimilar el derecho a lo originario se es que aquí no es fácil sostenerse: desde ese punto de
y el hecho a lo derivado. Pero la cosa puede formularse de vista, el rizoma es el método del anti-método, y sus "prin-
otra manera: el origen, a su vez afectado por la diferencia y cipios" constitutivos son otras tantas reglas de prudencia
lo múltiple, pierde su carácter de a priori englobante, mien- respecto de todo vestigio o de toda reintroducción del
tras que lo múltiple se sustrae al dominio del Uno (n-1) y árbol y el Uno en el pensamiento (MP, 13-24).
se convierte en el objeto de una síntesis inmediata, llama- ***El pensamiento, pues, se remite a la experimenta-
da "multiplicidad"; en adelante designa lo que está prime- ción. Esta decisión implica por lo menos tres corolarios: 1)
ro en la experiencia "real" (que nunca es ""en general" o pensar no es representar (no se busca una adecuación con
simplemente "posible"), por oposición a los conceptos de una supuesta realidad objetiva, sino un efecto real que
la representación. El rizoma dice a la vez: nada de punto de vuelve a lanzar la vida y el pensamiento, desplaza sus de-
origen o de principio primero que gobierna todo el pensa- safíos, los lleva más lejos y a otra parte); 2) no hay un
miento; nada de avanzada significativa que por tanto se comienzo real sino en el medio, allí donde la palabra "'géne-
haga por bifurcación, encuentro imprevisible, reevaluación sis" recupera plenamente su valor etimológico de "'deve-
del conjunto desde un ángulo inédito (lo que distingue al nir", sin relación con un origen; 3) si todo encuentro es
rizoma de una simple comunicación en red ~aquí "comuni- "posible" en el sentido en que no hay razón para descalifi-
car" no tiene el mismo sentido, véase "Univocidad del ser"); car a priori algunos caminos más que otros, no por ello
tampoco un principio de orden o de entrada privilegiada todo encuentro es seleccionado por la experiencia ( algu-
en el recorrido de una multiplicidad (para estos dos últi- nos montajes, algunos acoplamientos no producen ni cam-
mos puntos, véanse "Complicación" y la definición más bian nada). Profundicemos este último punto. No hay que
arriba: "No está hecho de unidades sino de dimensiones"). dejarse engañar con el juego aparentemente gratuito al que
El rizoma, pues, es un anti-método, que tiene el aspecto llama el método del rizoma, como si se tratara de practicar
de autorizarlo todo ~y en efecto lo autoriza, porque ése es ciegamente cualquier collage para obtener arte o filosofía,
su rigor, cuyo carácter ascético subrayan de buena gana o como si toda diferencia fuera a priori fecunda, según
96 FRAN(;OIS ZOURABICHVILl EL VOCABULARIO DElliLEUZE 97

una doxa extendida. Por cierto, quien confía en pensar debe * * La elaboración del concepto de singularidad proce­
consentir en una parte de tanteo ciego y sin apoyo, en una de de una radicalización de la interrogación crítica o tras­
"aventura de lo involuntario" (PS, 1 16- 1 1 9); y a pesar de la cendental: el individuo no �stá primero en ei orden del
apariencia o el discurso de nuestros maestros , ese tacto sentido, debe ser engendrado en el pensamiento (proble­
es la aptitud menos comparida, porque padecemos de de­ mática de la individuación); el sentido es el espacio de la
masiada conciencia y de demasiado dominio ; no cons enti­ distribución nómada 1 no e·x iste un reparto originario de las
mos casi el rizoma. No por ello la vigilancia del pensamien­ significaciones (problemática de la producción del senti­
to es menos requerida, pero en el mismo corazón de la do). En efecto, aunque parezca a primera vista la última
experimentación: fuera de las reglas mencion adas más arri­ realidad tanto. por el lenguaj e como por la representación
ba, consiste en el discernimiento de lo estéril (agujeros en generaJ, el individuo supone la puesta en convergen­
negros, atolladeros) y de lo fecundo (líneas de fuga) . Ahí . ·. •• cia de cierta cantidad de singularidades , que determinan
es donde pensar conquista su necesidad y su efectivida d una condición de cierre bajo la cual se define una identi­
a la vez, en reconocer los signos que nos obligan a pensar. dad: el hecho de que algunos predicados sean retenidos
porque envuelven lo que todavía no pensarnos . Y por eso implica que otros sean excluidos. En las condiciones de la
Deleuze y Guattari pueden decir que el rizoma es cosa de representación, las singularidades, pues, son de entrada
cartografía (MP, 19-21), vale decir, de clínica o de evalua- · · predicados, atribuibles a sujetos. Ahora bien, el sentido es
ción inmanente. Sin duda ocurre que el rizoma sea simula- . por sí mismo indiferente a la predicación ("verdear" es un
do, representado y no producido , y sirva de coartada a acontecimiento como tal, antes de convertirse en la pro­
ensambladur as sin efecto o a verborreas fastidiosas: por ­ posible de una cosa, _"ser verde"); a partir de en­
que se cree que basta con que algunas cosas no tengari > comunica en línea recta con cualquier otro aconte- .
.· .· .•i· ·. cimiento, independientemente de la regla de convergencia
relación entre sí para que haya interés en relacionarlas . /
Pero el rizoma es tan benévolo corno selectívo: tiene la < que lo apropia a un sujetó eventual. Así, el plano en que se
crueldad de lo real, y sólo crece allí donde ocurren efectos· > produce el sentido está poblado de singularidades "nóma­
das" , inatribuibles y no jerarquizadas a la vez, y que cons­
determinados .
> tituyen puros acontecimientos (LS, 65-67 , 1 30, 1 36). Estas
< singularidades tienen entre sí relaciones de divergencia o
Singularidades preindividuales / de disyunción, ciertamente no de convergencia porque ésta
i ya implica el principio de exclusióii que gobierna la indivi­
<\ dualidad: no comunican más que por su diferencia o su

s.
S distancia, y el libre juego del sentido y de su producción
· * "No podemos aceptar la alternativa que cornpromett
a la vez la psicología, la cosmología y la teología en \ i ' eside precisamente·en el recorrido de esas múltiples dis­
conjunto : o bien singularida des ya tomadas en individuós tancias, o "síntesis disyuntíva" (LS, 20 1 -204). Los indivi­
y personas , o bien el abismo indiferenci ado. Cuando se duos que somos, al derivar de ese campo nomádico de
abre el mundo de las singularidade s anónimas y nómad •· individuación " que no conoce más que acoplamientos y
impersonale s, preindividuales, finalmente pisamos el > disparidades, campo trascendental perfectamente imper­
po de lo trascendental." (LS, 1 25) > sonal e inconsciente, no vuelven a tender lazos con ese
1
'

98 FRAN(:OIS ZOURABICHVILI ELVO�.\BULARIODEDELEUZE 99

juego del sentido sin hacer la prueba de la movilidad de que sólo es de derecho, solicita efectuarse: por eso no
sus fronteras (DR, 327, 331). En ese nivel, cada cosa misma hay redistribución, golpe de dados creador a menos que
no es más que una singularidad que "se abre al infinito de la "recuperación de las singularidades unas en otras" se
los predicados por los cuales pasa, al mismo tiempo que ejerza bajo la condición de un encuentro de "problemas"
pierde su centro, vale decir, su identidad como concepto y distintos (DR, 259) o de series heterogéneas (LS, 68). De
como yo" (LS, 204, 344-345). aquí procede una teoría del aprendizaje (DR. 35, 248), y
*** Las singularidades preindividuales, pues, siem­ de lo que significa "tener una Idea" (DR, 236-258 -texto
pre son relativas a una multiplicidad. Sin embargo, diríase extremadamente difícil pero cuya comprensión es decisi­
que Deleuze vacila entre dos tratamientos posibles. A va; compárese con F, 90-97): realmente estamos sobre la
veces las singularidades designan las "dimensiones" in­ senda de lo que explorará Mil mesetas con el nombre de
tensivas de una multiplicidad (LS, 345; ACE, 369n28, 387), "multiplicídad de multiplicidades" (teoría de los
y por esa razón también pueden ser llamadas "intensida­ "devenires").
des", "afectos", o incluso "ecceidades"; su distribución
corresponde entonces al mapa afectivo de un
agenciamiento (MP, 248; CC, 81), o incluso a la modula­ Síntesis disyuntiva (o disyunción
ción continua de un material (MP, 457-458, 505-509). Otras inclusiva)
se distribuyen en el nivel de cada dimensión, y se
redistribuyen de una dimensión a otra: tales son los "pun- •
tos brillantes" o notables a cada grado del cono * "Toda la cuestión es saber en qué condiciones la
bergsoniano de la memoria (B. 58, 103-104), los "puntos disyunción es una verdadera síntesis, y no un procedi­
sobre los dados" de cada lanzamiento de la distribución miento de análisis que se contenta con excluir los predica­
nómada (DR, 255-256; LS, 75-76), los "puntos singula­ dos de una cosa en virtud de la identidad de su concepto
res" cuya distribución determina las condiciones de re­ (uso negativo. limitativo o exclusivo de la disyunción). La
solución en la teoría de las ecuaciones diferenciales (DR, · respuesta es dada en la medida en que la divergencia o el
228-230; LS, 69-70), etc. No obstante, no es seguro que .·. descentramiento determinados por la disyunción se vuel­
estos dos tratamientos no converjan. Obsérvese que .· ven objetos de afirmación como tales." (LS, 204) "La
Deleuze pasa fácilmente de una singularidad a unas sin- '· disyunción se ha vuelvo inclusiva, todo se divide, pero en
·
gularidades, como si toda singularidad ya fuera varias sí mismo." (E, 59-60)
(LS, 67, 345): ocurre que las singularidades que compo- ··
. ** 1) Comúnmente se entiende por disyunción
nen una multiplicidad "penetran unas en otras a través · inclusiva un complejo tal que, dadas dos proposiciones,
de una infinidad de grados", ya que cada dimensión
. una u otra por lo menos es el caso (por ejemplo, "está
como un punto de vista sobre todas las otras, que las lindo o hace frío"): "inclusiva" no tiene un sentido positi­
distribuye a todas a su nivel. Ésa es la ley del "sentido. vo y sólo significa que la disyunción envuelve una con­
·
como singularidad preindividual, intensidad que vuelve junción posible. No hay exclusión, pero se ve que las dos
sobre sí misma a través de todas las otras" (LS, 347 - \ . proposiciones no dejan de excluirse sino en el punto mis-
lógica de la síntesis disyuntiva). Esta "complicación", · . . ···· mo en que su disyunción se borra. En el sentido estricto,
~voCABULARIO DE DELEUZE 101
lOO FRANS:OIS ZoURABIQ!VII_f

por consiguiente. toda disyunción es exclusiva: no-rela~ padre-niño, hombre-mujer: aquí los términos sólo tienen
ción (relationf donde cada término es la negación del otro una relación (relation) diferencial. la relación (relation)
Con Deleuze, la noción adquiere un sentido muy distinto; está primero, ella es la que distribuye los términos entre
la no-relacióll se convierte en una relación, la disyunción los cuales se establece. Por consiguiente, la prueba del
en una relación (relation).¿No era ésa la originalidad de la sentido está en el doble recorrido de la distancia que los
dialéctica hegeliana? Paradójicamente; empero, ésta con- relaciona: no se es hombre sin devenir-mujer, etc.; y allí
taba con la negación p3.ra afirmar la disyunción como tal, y donde el psicoanálisis ve una enfermedad, por el contrario
sólo podía hacerlo por la mediación del todo, elevando la es la aventura viviente del sentido o del deseo sobre el
negación a la contradicción (Bes todo lo que no es A: DR, "cuerpo sin órganos", la salud superior del niño, del histé-
65); en consecuencia, no había síntesis disyuntiva, siquiera rico, del esquizofrénico (A <E, 89 y sigs.). Cada vez, los
elevada al infinito, sino en el horizonte de su reabsorción términos en presencia son otros tantos puntos de vista o
o "reconciliación'', distribuyendo en definitiva cada térmi- casos de solución respecto del "problema" del que deri-
no en su lugar. En realidad, hasta los contrarios o los tér- van (el estado, la generación, el sexo) y que se describe
minos relativos (vida-muerte; padre-niño; hombre-mujer) lógicamente como diferencia interna, o instancia de "lo
no están destinados a una relación (relation) dialéctica: que difiere de sí" ("La concepción de la diferencia en
·~siendo inclusiva, la disyunción no se cierra sobre sus Bergson", ID, 43 y sigs.; NPh, 58; B, 106; LS, 302). ¿Se
términos, por el contrario es ilimitativa" (A<E, 91 -página objetará que los ejemplos dados son equívocos porque
esencial; y la ilustración de esta fórmula por la teoría de ahí los términos están de entrada en relación -de presupo-
los n sexos, 350 y sigs.); ella hace pasar cada término en el sición recíproca? Pongamos entonces las síntesis
otro según un orden de implicación recíproca asimétrica disyuntivas del anoréxico: ellas forman una serie abierta
que no se resuelve ni en equivalencia ni en identidad de (hablar-comer-defecar-respirar) que define un problema de
orden .. superior. Una meditación del perspectivismo la boca como órgano, más allá de la función fija que le
nietzscheano da s~ consistencia positiva a la disyunción: asigne el organismo (A <E, 7, 46, y particularmente la
distancia entre puntos de vista, indescomponible y des- disyunción inclusiva boca-ano, 388). Más aún, es la natu-
igual a SÍ a la vez, porque el trayf?Ctb nO es eJ mismo en los raleza en su conjunto, la multiplicidad ramificada de las
dos sentidos (según un ejemplo nietzscheano famoso, el especies vivas las que testimonian un escalonamiento o
punto de vista de la salud sobre.la enfermedad difiere del • una libre comunicación de problemas y divisiones
punto de vista de la enfermedad sobre la salud -LS, 202- resolventes que remiten en última instancia al ser unívoco
204; A <E, 90-91). 2) ¿Por qué Deleuze infiere de esto que como LA Diferencia: "la univocidad del ser no significa
"todo se divide en sí mismo" (A <E, 19, 91; E, 62; CC, 139)? que haya un solo y mismo ser: por el contrario, los entes
Aquí es donde el nombre de disyunción inclusiva adquiere son múltiples y diferentes, siempre producidos por una
un sentido positivo. Por ejemplo los pares vida-muerte, síntesis disyuntiva, a su vez disjuntos y divergentes,
membra disjuncta" (LS, 210- y DR, 57). Por tanto, cada
ser implica en derecho a todos los seres, cada concepto se
* En este párrafo, aclaramos ·cuando el autor se refiere a la palabra
abre a todos los predicados; por último el mundo, inesta-
relation. el resto de las veces remite a rapport. [N. del T.] ble o caótico, es "complicación'" (LS, 204 y 342-350). 3)
102 FRAN<;ors ZouRABICHVIu EL VOCABULARIO DE DELEUZE
103

Desde el punto de vista práctico, la síntesis disyuntiva es ***La síntesis disyuntiva (o disyunción) es el opera-
suspensión, neutralización, agotamiento del reparto siem- dor principal de la filosofía de Deleuze, el concepto firma-
pre derivado al que nos someten la naturaleza y la socie- do entre todos los conceptos. Poco importa que sea un
dad "estratificando" la realidad no compartida del ser monstruo ante la mirada de aquellos a quienes se llama los
unívoco o del cuerpo sin órganos: ''Mientras que el 'o lógicos: Deleuze, que definía de buena gana su propio tra-
bien' pretende marcar elecciones decisivas entre términos bajo como la elaboración de una "lógica", reprochaba a la
impermutables (alternativa), el 'sea' designa el sistema de disciplina institucionalizada con ese nombre el reducir
permutaciones posibles entre diferencias que siempre re- abusivamente el campo del pensamiento limitándolo al ejem-
miten a lo mismo desplazándose, deslizando" (ACE, 18- plo pueril del reconocimiento, y justificar así el sentido
véase también E, 59-62). Ese juego de permutaciones cier- común satisfecho y obtuso en cuya opinión es pura nada
tamente tiene un valor de defensa respecto de la fijación todo aquello que de la experiencia desquicia los dos prin-
identitaria, pero precisamente con el objeto de preservar el cipios de contradicción y del tercero excluido, y vana toda
devenir o el proceso deseante; el mismo al que todo co- empresa de discernir allí cualquier cosa (QPh, cap. 6). El
rresponde aquí «se dice de lo que difiere en sí", entenda- pensador es primero clínico, descifrador sensible y paciente
mos: de lo que se divide en sí mismo y no existe fuera de de los regímenes de signos que produce la existencia, y
sus divisiones (principio de la disyunción inclusiva). Pero según los cuales se produce. Su trabajo es construir los
el proceso consiste en un recorrido de intensidades que, objetos lógicos capaces de dar cuenta de esa producción
lejos de equivalerse, dan lugar a una evaluación inmanen- y de llevar así la cuestión crítica a su más alto punto de
te. La síntesis disyuntiva, pues, en última instancia se con- paradoja: allí donde se encaran condiciones que no son
funde con esa evaluación, y con el Eterno Retorno "más amplias que lo condicionado" (este programa con-
nietzscheano interpretado como selectivo. Si uno compren- duce en línea recta al concepto de disyunción). En conse-
de que no sean retenidos los modos de existencia que vuel- cuencia, Deleuze protesta con vehemencia contra la con-
ven "de una vez por todas", hay que entender con el ma- fusión del irracionalismo y el ilogismo, deseando
yor cuidado la radicalidad del modo que se opone a ello y ardientemente "una nueva lógica, plenamente una lógica,
que supera la prueba -porque se muestra capaz de volver pero que no nos vuelva a conducir a la razón", una "lógica
"por todas las veces" (LS, 349). No se trata de una exis- irracional", "una lógica extrema y sin racionalidad" (FB-
tencia que cambia de modo, sino de una existencia cuyo LS, 55; CC. 105-106). El irracionalismo deleuziano no debe
modo es suspender todo modo: principio de una ética nó- ser una etiqueta vaga. propicia a todos los malentendidos
mada cuya fórmula es "devenir-todo-el-mundo", "deve- y malignidades. Por lo menos comprende dos aspectos
nir-imperceptible" (MP, 342-343). No debe considerarse esta fuertes, que componen de la misma manera el programa de
existencia como encerrada o siquiera contemplativa en el "empirismo trascendental": refutación del fundamento (la
sentido usual, existencia que en suma consiste en igualar- necesidad de los conceptos debe buscarse por el lado de
se al mundo para vivirlo en la realidad de sus intensidades: lo involuntario de un encuentro), lógica de la síntesis
por el contrario, implica la mayor actividad ''maquinística", disyuntiva o disyunción, o incluso de la complicación (los
una incesante construcción de "agenciamientos" bajo la principios de contradicción y de tercero excluido no ejer-
regla de lo involuntario. cen su jurisdicción sino en un ámbito derivado).
104 FRAN<;OIS ZOURABICHVIU EL VOCABULARIO DE DELEUZE 105

Univocidad del ser sustancia única promoviendo un puro plano de inmanen-


ciaocuerposinórganos:AiE, 369n28;MP, 190-191,310 y
sigs.; SPP, cap. VI). La palabra "diferenciante", frecuente
* En efecto, lo esencial de la univocidad no es que el bajo la pluma de Deleuze, tiene sin embargo el inconve-
Ser se diga en un solo y mism.o sentido. Sino que se diga, niente de dejar suponer una instancia separada, alojada en
en un solo y mismo sentido, de todas sus diferencias el corazón del mundo como el amo interior de sus distribu-
individuantes o modalidades intrínsecas." (DR, 53) "La ciones; está claro, empero, que no designa otra cosa que
univocidad del ser no significa que haya un solo y mismo el borde a borde de las diferencias o la red múltiple y
ser: por el contrario, los entes son múltiples y diferentes, mutante de sus "distancias" (la cosa, reducida al plano
siempre producidos por una síntesis disyuntiva, a su vez originario o "trascendental" de la síntesis disyuntiva, no
disjuntos y divergentes, membra disjuncta. La univocidad existe sino como singularidad o punto de vista que en..:
del ser significa que el ser es Voz, qUe se dice, y se dice vuelve una infinidad de otros puntos de vista). 2) El coro-
en un solo y mismo 'sentido' de todo cuanto se dice." lario de esta síntesis inmediata de lo múltiple es la exposi-
(LS, 210) ción de todas las cosas en un mismo plano común de
** La relevancia de la tesis medieval de la univocidad igualdad: "común" no tiene ya aquí el sentido de una iden-
del ser es por cierto el aporte más profundo de Deleuze a la tidad genérica, sino de una comunicación transversal y
historia de la filosofía (SPE, cap. VI y XI; DR. 52-61; LS, sin jerarquía entre seres que solamente difieren. La medida
serie 2Y). Esta tesis, cuya historia comprende tres etapas, (o la jerarquía) también cambia de sentido: no es ya lá me-
Duns Scoto, Spinoza, Nietzsche, subvierte toda la ontolo- dida externa de los seres respecto de un patrón, sino la
gía, Heidegger inclusive; desplegada en sus consecuen- medida interior a cada uno en su relación con sus p:topios
cias, cuestiona hasta la pertinencia del nombre de ser. Lo límites ("lo más pequeño se convierte en lo igual de lo más
esencial es que lleva en ella la afirmación de la inmanen- grande en cuanto no está separado de lo que puede", DR.
cia. 1) La univocidad es la síntesis inmediata de lo múlti- 55; -de aquí se desprenden ulteriormente un concepto de
ple: sólo se habla del uno como parte del múltiplo, mien- "minoridad", MP, 356 y sigs.; una teoría del racismo, MP,
tras que este último se subordina al uno como al género 218; y una concepción de la infancia, por ejemplo ce. 167'
superior y común capaz de englobarlo. Lo cual implica que "el bebé es combate"). Esta ética del ser-igual y de lapo-
el uno no es más que el diferenciante de las diferencias, ' tencia se deduce de Spinoza pero más aún de Nietzsche y
diferencia interna o síntesis disyuntiva (Deleuze observa de su Eterno Retorno (DR, 60 y 376-fin). En definitiva, "el
que la sustancia única de Spinoza conserva todavía algu- Ser unívoco es a la vez distribución nómada y anarquía
na independencia respecto de sus modos, pero "sería ne- coronada" (DR, 55). ¿Qué sentido tiene conservar la no-
cesario que la sustancia se diga ella misma unos modos, y ción de unidad, así fuera en el modo no-englobante de una
solamente unos modos", DR, 59, inversión que sólo resul- multiplicidad (inmanencia del' uno a lo múltiple, síntesis
ta efectuada por Nietzsche, en el concepto de Eterno Re- inmediata de lo múltiple)? Ocurre que un pluralismo que
tomo; pero volviendo a Spinoza para una segunda lectura~ no fuera al mismo tiempo un monismo conduciría a la frag-
él muestra cómo la teoría de los cuerpos remite mentación de términos dispersos, indiferentes y trascen-
tendencialmente a una comprensión muy distinta de la dentes unos a otros: la diferencia, lo nuevo, la ruptura,
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dependerían de un surgimiento bruto y milagroso (crea- que simuladas" (DR, 1), "el simulacro hace caer bajo la
ción ex nihil o - pero ¿de dónde vendría la potencia de potencia de lo falso (fantasma) lo Mismo y lo Semejante"
ese nihil? Y ¿cuál sería esa "venida''?). Al respecto, el (LS, 303). En Deleuze lo único que hay de real es el juego
uno de la univocidad condiciona la afirmación de lo múl- móvil de la síntesis disyuntiva como unidad inmediata de
tiple en su irreductibilidad (QPh, 185). Que todo proven- lo múltiple, o el Eterno Retorno interpretado como '"el ser
ga del mundo, hasta lo nuevo, sin que éste sea de ningu- del devenir" (DR, 59); no el uno retirado, porque sólo es
na manera tomado en el pasado, ésa es la lección de una LA diferencia, que di verge inmediatamente de sí. Íba-
inmanencia que se deslinda de la solidaridad de los con- mos a decir que no hay polo del uno retirado en Deleuze;
ceptos de univocidad, de síntesis disyuntiva y de virtual hay uno, pero es la muerte, el cuerpo sin órganos puro y
bien comprendido. desnudo, querido como tal. Ese polo sin duda está impli-
***La afirmación de la univocidad del ser, cuya fór- cado en la vitalidad y el deseo, pero precisamente como
mula constante es "ontológicamente uno, formalmente último rechazo de dejar que lo múltiple se organice o se
diverso" (SPE, 56; DR, 53, 385; LS, 75), desemboca en la unifique. Que la relación con la muerte sea la condición
ecuación "pluralismo= monismo" (MP, 31). Por tanto, de lo real no significa que la muerte sea lo real y que los
nada permite inferir una primacía del uno. Esta tesis, sos- devenires no sean más que su simulacro (esta ilusión es
tenida por Alain Badiou7 , no sopesa lo suficiente, al pare- muchas veces subrayada en Mil mesetas como el riesgo
cer, el enunciado según el cual el ser es lo que se dice de inherente al deseo). Es significativo que, solo entre los
sus diferencias y no la inversa, la unidad "es la de lo conceptos deleuzianos, el simulacro haya sido completa-
múltiple y sólo se dice de lo múltiple" (NPh, 97). Además, mente abandonado luego de Lógica del sentido (apenas
el hecho de que el concepto de simulacro aplicado al ente se encuentran huellas en lo "Natal": véase "Ritornelo").
en general sea la consecuencia inevitable de la tesis de Se pueden manifestar dos razones: se prestaba a dema-
uní vocidad, a nuestro juicio, de ninguna manera confir- siados equívocos, pero sobre todo participaba todavía
ma una primacía del uno. Esta aplicación del simulacro al de una exposición negativa de la "anarquía coronada",
ente significa solamente que el léxico del ser dejó de ser totalmente vuelta hacia la demostración crítica del carác-
pertinente en el universo de la síntesis disyuntiva, por lo ter producido o derivado de la identidad. El sitio vacante
que conserva de horizonte fijo e identitario. Porque cuan- es investido por el concepto de devenires.
do Deleuze anuncia la inversión del platonismo y lo uni-
versal del ascenso de los simulacros, lo que es simulado
no es otra cosa que la identidad, la delimitación estanca Vida (o vitalidad) no-orgánica
de las formas y las individualidades, en modo alguno el
juego de las disyunciones inclusivas o los devenires que
producen su efecto: "Todas las identidades no son más * "Hay un lazo profundo entre los signos, el aconteci-
miento, la vida, el vitalismo. Es la potencia de una vida no-
orgánica, aquella que puede haber en una línea de dibujo,
de escritura o de música. Los que mueren son los organis-
7. Véase ''Multiplicidades", nota. mos. no la vida. No hay obra que ho indique una salida a la
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vida, que no trace un camino entre el empedrado. Todo cuan- 116; IT, 179-192). Por tanto, no hay vida en general, la vida
to escribí era vitalista, por lo menos eso espero, y constituía no es un absoluto indiferenciado sino una multiplicidad
una teoría de los signos y del acontecimiento." (P, 196) de planos heterogéneos de existencia, inventariables se-
**Es raro que la palabra "vitalismo" sea empleada con gún el tipo de evaluación que los gobierna o anima (distri-
el rigor de un concepto. Como todo el mundo, los filósofos bución de valores positivos y negativos); y más que dis-
tienen sus momentos poco gloriosos, donde descubren tinguirlos a unos de otros, esa multiplicidad atraviesa a
sin confesárselo el interés de cultivar una doxa que les es los individuos (o incluso: los individuos no se-distinguen
propia, de mantener el equívoco de algunas palabras para sino en función del tipo de vida dominante en cada uno de
poder lanzarlas a la cara del adversario como p¡ítente de ellos). En segundo lugar, Deleuze busca en este concepto
infamia. Así, ¿por qué no denunciar el vitalismo de Deleuze, una problemática que permita superar la alternativa de la
ya que él mismo no deja de reivindicarlo? En este tipo de moral fundada sobre valores trascendentes y del amoralis'
maniobra infra-filosófica es decisivo no saber de qué se mo nihilista o relativista, que toma el pretexto de la
habla. Cuando se invoca el vitalismo, uno se refiere más o facticidad de estos últimos para inferir que "todo da lo
menos a dos cosas: a cierto descarrío de las ciencias natu- mismo". Más precisamente, debemos distingUir dos for-
rales en el siglo xvm, en una suerte de mística que se sus- mas de relativismo, de las cuales solamente una es nihilis-
trae a todo esfuerzo verdadero de explicación (postulación ta: "no es la variación de la verdad según el sujeto, sino la
de un "principio vital" como razón última de lo viviente), o condición bajo la cual aparece al sujeto la verdad de una
al culto de la vitalidad que se propaga diversamente en variación" (Le pli, 27). Una cosa es afirmar que la verdad
Europa a fines del siglo XIX, y que reivindican posterior- depende del punto de vista de cada uno, y otra decir que la
mente cierta cantidad de movimientos políticos, entre ellos verdad es realmente relativa a un punto de vista pero que
el fascismo (invocación de un genio de la raza, del pueblo no por ello todos los puntos ·de vista son equivalentes.
o del individuo, y de los derechos superiores de la vida en Pero ¿cómo un punto de vista se arrogaría la superioridad,
su combate con fuerzas consideradas degeneradas). La en ausencia de todo criterio objetivo que permita medir las
impugnación de la idea de espontaneidad, corolario de la pretensiones del afuera? Asumiendo precisamente esa con-
teoría del deseo-máquina. debería bastar para hundir-en el dición, y por consiguiente planteando el problema de una
ridículo toda explotación insinuante del uso deleuziano de evaluación inmanente de los puntos de vista o de las eva-
la palabra "vitalismo". Claro que para eso hay que ponerse luaciones que condicionan cada modo de existencia (SPE,
en un plano filosófico. Jamás se encontrará en Deleuze un 247-249;/T, 184-185; QPh, 72; CC, cap. XV). Es superior el
concepto de vida en general. Si él se interesa en la noción modo de existencia que consiste en la prueba mutua de los
nietzscheana de "voluntad de poder". y si en última ins- modos de existencia, o que se ocupa de hacerlos resonar
tancia la identifica con la duración-memoria de Bergson, unos en otros. Es cierta la distancia o el conjunto de las
es ante todo porque de ahí deslinda el carácter diferencia- distancias experimentadas, y la selección inmanente que
do-diferenciable, que excluye el recurso a la vida como allí se opera. Lo cualimplica que la verdad es creación, no
valor trascendente, independiente de la experiencia, pre- en el sentido en que Dios habría podido hacerla diferente
existente a las formas concretas y transindividuales en las (Descartes), sino en el sentido en que es relativa a la pers-
cuales se inventa (NPh, cap. II-III, sobre todo 56-59, 114- pectiva que un pensador o un artista supo tomar sobre la
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variedad de los modos de existencia y los sistemas de va- ca (o incluso no personal-véase LS, 177; D, 61; etc.), por
lores disponibles (IT, 191). Pero la pregunta rebota: ¿en el otro porque como lo propio de la vitalidad no orgánica
qué el punto de vista que ordena los puntos de vista sería es la creatividad y en consecuencia su imprevisibilidad
superior a los otros? ¿En qué incluso podemos afirmar que (ciertamente no un tesoro natural u originario que bastaría
los puntos de vista se ordenan en la experiencia? ¿Porque con exteriorizar), en vano se buscaría su forma estándar
el modo de existencia creador es el único abierto, el único (aunque nada impida plantear a la vitalidad no-orgánica
en problematizarse él mismo y en vivir la existencia como remedando de manera penosa, triste, la imagen que inevi-
problema? Esta respuesta correría el riesgo de reintroducir tablemente Deleuze da de ella, que sin embargo es "sin
la finalidad y comprometer la condición de inmanencia. imagen"~ así como es posible venerar el rizoma sin la som-
Preguntemos entonces por qué en definitiva más vale pen- bra de una inspiración rizomática). Vida no-orgánica: la
sar que no pensar. La respuesta deleuziana es que pensar expresión, que viene de Worringer (MP, 619-624; FB-LS, 34
es más intenso. Hay que sopesar con prudencia la obje- y 82; IM, 75-82), está sobredeterminada por el concepto de
ción que se nos ocurre: por cierto, es en la experiencia "cuerpo sin órganos" proveniente de Artaud (FB-LS, 33-
donde aprendemos la superioridad intensiva de los afec- 34; CC, 164) y por el pensamiento de Bergson (IT, 109).
tos -entendamos: del encuentro de lo heterogéneo o el Demorémonos aquí en lo que tiene que ver con Bergson:
afuera por el cual toda la afectividad resulta perturbada y "la vida como movimiento se aliena en la forma material
redistribuida- sobre las afecciones ordinarias, pero ¿no que suscita" (B, 108), la vida es creación pero lo viviente
sería todavía, bajo la apariencia de un enunciado último, es cierre y reproducción, de manera que el impulso vital-
un criterio exterior de juicio, la reintroducción disfrazada como la duración- se disocia a cada instante en dos movi-
de un valor trascendente -la intensidad- que de tal modo mientos, uno de actualización-diferenciación en una espe-
rubrica el fracaso del programa de evaluación inmanente? cie o una forma orgánica, el otro por el cual se recupera
En última instancia, la intensidad es un criterio inmanente como totalidad virtual siempre abierta a cada una de sus
porque la autoafirmación de nuestras facultades coincide diferenciaciones; así, "no es el todo lo que se cierra a la
con la afirmación de lo nuevo, de la salida, del afecto, y de manera de un organismo, es el organismo el que se abre
ese modo determina la intensidad -cualesquiera que sean sobre un todo, y a la manera de ese todo virtual" (B, 110).
los terrores que la acompañen- como dicha. Por consiguiente. es rehusando circunscribir la vida en los
*** A partir de entonces, Deleuze puede llamar más límites de lo viviente formado, y así definir la vida por la
especialmente vida o vitalidad no la multiplicidad de las organización, como la tendencia evolutiva o creadora que
formas de vida sino aquella entre esas formas en que la atraviesa lo viviente puede ser pensada, más allá de la
vida -el ejemplo mismo de nuestras facultades- quiere ser alternativa insatisfactoria del mecanismo y el finalismo. Este
ella misma: forma paradójica, a decir verdad más cerca de rechazo, por supuesto, conduce o a darse la vida bajo la
lo informe. Una vez más reconocemos una inspiración forma de un principio distinto de la materia, o a concebir la
nietzscheana. y debemos reafirmar, aunque de otra mane- materia misma como vida, no -como se habrá comprendi-
ra, la ausencia en Deleuze de un concepto de vida o de do- alojándole almas directrices -lo que sólo testimonia-
vitalidad en general: por un lado porque la vida tal como él ría la incapacidad de salir de la imagen de la vida como
la concibe siempre e inseparablemente es vida no orgáni- organización o como subjetividad constituida-, sino lla-
112 FRANc;oiS ZoURABICEMU EL VOC.4..BULARIO DE DELEUZE 113

mando vida a la actividad creadora anónima de la materia por consiguiente de un uso literal, sea cual fuere el campo
que, en un momento determinad~ de Su evolución, se hace encarado, y de. un uso "transversal" que combina en una
organización: esta segunda vía desemboca en la concepción literalidad igual una multiplicidad de áinbitos cualesquiera,
de una vitalidad fundamentalmente inorgánica. No hay aquí por heterogéne.os que sean. De tal modo, nos acercamos: a
una fantasía terminológica, ni mucho menos -salvo que . la concepción deleuzo-guattariana de la naturaleza, que
uno se sustraiga al razonamiento lógico y se deje inquietar no reconoce ya el corte de lo natural y lo artificial; al con-
por las prevenciones de la doxa- una fantasmagoría místi- cepto de plano de inmanencia; por último, como es natu-
ca; esta redefinición de la vida tiene por desafío, volvamos ral, a la experiencia del cuerpo pensado bajo la condición
a decirlo, pensar en qué lo viViente formado eStá en exceso de· la relación con un cuerpo sin órganos.
sobre su propia organización, en q-qé la evolución lo atra-
viesa y desborda (su lógica no puede sino impugnar y
competir con la del darwinismo -se '?omprende que Deleuie, Virtual
en su estudio del devenir, haya meditado particularmente
los casos de mutualismo o de ca-evolución, trébol y abe-
jorro, avispa y orquídea, para los cp_ales la teoría de la * "Lo virtual no se opone a lo real, sino solamente a lo
evolución llo suni.inistra Un_a explicación satisfactoria: véa- actual. Lo virtual posee una plena realidad, en cuanto
se MP, 17). Por último, si la vida debe concebirse más acá virtual... Lo virtual hasta debe ser definido como una par-
de la organización, como pura creación de la naturaleza, no te estricta del objeto real-como si el objeto tuviera una de
hay que sospechar la menor metáfora en sU: invocación sus partes en lo virtual, y allí se hundiera como en una
más allá -vida psíquica y creación de pensamiento. En efec- dimensión objetiva." (DR, 269)
to, todo proceso tiene que ver con la vida no-orgánica, en . ** ¿Por qué el pensamiento de Deleuze invoca lo vir-
la medida en que no vuelve a conducir a una forma consti- tual? Lo virtual es la insistencia de lo que no es dado. Sólo
tuida sino que se escapa de ella, y no bosqueja una nueva lo actual es dado, inclusive en la forma de lo posible, o sea,
sino para marchar ya a otra parte, hacia otros bosquejos: de la alternativa como ley de división de lo real que asigna
lo que aquí se llama "vida" no depende de la naturaleza de de entrada mi experiencia a cierto campo de posibles. Pero
los elementos (formación material, psíquica, artística, etc.), que lo virtual no sea dado no significa que lo sea de otro
sino de la relación de desterritorialización mutua que los modo o por otro: ése sería el otro sentido de lo posible
arrastra hacia umbrales inéditos (la organización, por ejem- como mundo expresado por el otro, vale decir, ·como punto
plo, es un umbral franqueado por la materia -dicho sea de vista -perceptivo, intelectual, vital- diferente del mío;
para simplificar al extremo; y en la relación de la avispa y la o incluso lo posible bajo la forma trascendente de lo nece-
orquídea, considérese la vida no-orgánica del "bloque de sario o de un punto de vista ubicuo tOtalizante, que uno se
devenir" que lleva sus dos formas de vida organizada, las representa ocupado por un Dios que contempla el infinito
entrelaza una a la otra hasta franquear un umbral de exis- actual de las verdades eternas, a la manera del racionalismo
tencia donde ellas se presuponen mutuamente). La vida no- clásico, o como falta perpetua y ausencia, a la manera
orgánica es un ejemplo típico de concepto deleuziano, estructuralista. Que haya virtual, pues, significa primero que
irreductible a la asignación de un ámbito propio, susceptible no todo está dado, ni se puede dar. Luego, esto significa
EL VOCABULARIO DEDELEUZE 115
FRANJ;OIS ZoURABICHVILI
114
lo virtual por sí_mismo no_ es dado. en cambio lo dado puro,
que todo cuanto sucede sólo puede pr~venir del mu~do - en el plano de mmanencta de la experiencia real, está en
cláusula de inmanencia, y de creencia correspondiente
contacto con_ él, l.~ impli~a !ntimamente. y por eso el proce-
(creer en este mundo "como en lo imposible", :'~le decir, so_ de ac_tuahzacwn es logtcamente inseparable del movi-
en sus potencialidades creadoras o en la creacwn de po-
miento 1~verso ~e cristalización que restituye a lo dado
sibles: JT, 221; QPh, 72). El recurso a esta categoría, porlo su parte ureductrble de virtualidad.
tanto. no se explica por no se sabe qué tentación espiritua-
Si ahora preguntamos en virtud de qué el todo del mun-
lista de otro mundo o de un Cielo disfrazado: el contrasen-
do ~~o es dado ni puede darse, la respuesta está en la refu-
tido elemental sobre lo virtual, en efecto, consiste en ver
t~ciO~ de la naturaleza seudo-originaria de lo posible: la
en ello una actualidad de otro tipo, por tanto en confundir-
h1s~on~ del_ mundo, como la de una vida, está.marcada por
lo con aquello de lo que por definición se desmarca -la
redrstnbucwn_es -o acontecimientos- que pluralizan el
trascendencia. Se explica por el esfuerzo por dotar a la
~ampo de _posrbles, o más bien lo multiplican en campos
filosofía de un conjunto de herramientas lógico capaz de
mcompombles unos con otros. Esas redistribuciones cier-
dar consistencia a la idea de inmanencia. t~m~nte son fechables, pero no pueden alinearse en la con-
***Por eso no hay que encarar lo virtual solamente a
tmmdad de un presente permanente, coextensivo al tiem-
partir del proceso de actualización: el_le:t?r se vería tenta-
po del mundo (sobre el sentido nuevo de la fecha véase p
51-52). No tiene sentido llamarlas sucesivas: únicament~
do a interpretarlo como un estado pnmitlVo de lo real de
donde deriva lo dado. Y aun cuando el modo de exposi-
lo son las efectuaciones espacio-temporales ( 0 estados de
ción del cap. V de Diferencia y repetición favorezca esa
cos~~) _cuan~? se las considera en abstracto, a partir de
impresión, sin embargo contradictoria con su tesis ~ás
~na ~rmenswn suplementaria" respecto de las de la expe-
explícita (contrariamente a Mil mesetas, que retomara el
nencta: vale decir, separándolas del campo de posibles
tema embriológico con relación a la cuestión de la ·expe-
d~termmado con el que se vinculan, omitiendo su parte
riencia real, y afirmará con más claridad la contemporanei-
vut_ual para tratarlas como puras actualidades. Su índole
dad del huevo con todas las edades de la vida -véase 202-
den vada del campo de posibles acarrea la afirmación de
203 y aquí mismo, infra), el caso es que lo virtu~l _es
una temporalidad múltiple, de un tiempo multidimensional
introducido a partir del cap. II, en la perspectiva exphclla
-1~ revelación de una realidad no-cronológica del tiempo,
de un pensamiento de la experiencia, vale decir, de lo dado
mas profunda que la cronología (véase "Cristal de tiem-
(DR, 128-140). Si no hay una experiencia de lo virtual c~mo
po"). Esto implica poner la exterioridad en el tiempo· pero
tal, porque no es dado y no tiene una existencia psicologt-
el afuera del tiempo no es ya la supra-historicidad 'de lo
ca en cambio una filosofía crítica que se niegue a "calcar"
eterno, siquiera en la forma aparentemente inmanentista
la 'forma de lo trascendental sobre la de lo empírico, Y de
de la hermenéutica, que por lo menos mantiene la continui-
ese modo a asignar a lo dado la forma de un ya dado como
~ad de una ~onciencia humana y, por consiguiente, de un
estructura universal de la experiencia posible, hará justicia
tiempo comun; se ha vuelto interior al tiempo, separándo-
a lo dado constituyendo lo real con una parte actual Y u~a
lo de sí de ~anera ~últiple. Por tanto, el todo no puede ser
parte virtual. Es en este sentido como no hay real-es de~Ir,
pensado smo mediante una síntesis de las dimensiones
encuentro y no solamente objeto de antemano reco~~cid~
heterogéneas del tiempo, de donde surge el sentido fun-
como posible- sino en vías de actualización; y tambten, Sl
FRA.Nc;oiS ZoURABICHVILI
116

1 d lo virtual Es esta síntesis la


damentalmente teml~or_at 1~· es ella e~ otros términos, la
que nos hace ver e cns a ' . '
que está en juego en todo devemr.

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ciones, 1974.]
Otros conceptos evocados

Afuera,exterioridad:l3,15,18, 23, 24, 43, 44, 56, 62, 66, 75,


85,88,92,109, 110,115
Bloque de infaocia: 9, 34
Clínica: 31, 38,44, 52, 59, 70, 73, 77, 82,96,103
Código y axiomático: 16, 29, 41, 42, 46,72
Concepto: 5-7,13, 75, 83, 86, 88, 89,92
Contemplación,Contracción,hábito: 27, 43
Diferencia interna: 23, 52, 53, 68n, 83, 101
Dramatización: 56
Ecceidad: 18, 20, 69, 70, 79,98
Estereotipos, esquemas sensorio-motores: 32, 35,36,58,71-74,
77.88
Estrato: 17,102
Evaluación inmanente: 109
Imagen-movimiento: 34, 35, 80
Literalidad: 6, 37, 38, 113
Lógica de lo irracional: 30, 75, 76, 87-91,103
FRANCOIS ZoURABICHVILI
122

Mapa,cartografía: 31, 34, 53, 59, 92,96


Máquina abstracta: 17, 19, 45, 64
Moleculat y molat: 17, 45, 70
Personajes conceptuales: 75, 80, 87
Perversión: 56, 57, 82
Transversalidad: 18,58,59,113

Confrontación con otras formas de


pensamiento contemporáneo

Badiou (Alain): 39n, 68n, 106


Derrida (Jacques): 26, 56
Estructuralismo: 59, 113
Foucault (Michel): 20, 41, 73, 83
Freud (Sigmund) y el psicoanálisis: 30, 36, 57, 93
Heidegger (Martin): 14, 21, 24, 26, Sin, 104
Hermeneútica: 114
Husserl (Edmund) y la fenomenología: 14, 24, 27, 78, 82, 84, 93
Klein (Mélanie): 28, 63, 69
Marxismo: 65
Positivismo lógico: 12, 89, 90, 102

(
Índice

Acontecimiento .................................................................. ll
Agenciamiento .................................................................... 16
Aión..................................................................................... 20
Complicación.......................................................................24
Corte-flujo (o síntesis pasiva. o contemplación) ................ 26
Cristal de tiempo (o de inconsciente) ................................ 29
Cuerpo sin órganos (Cs0) .................................................. 38
Desterritorialización (y territorio) ........................................ .41
Devenir.................................................................................44
Distribución nómada (o espacio liso) .............................. .47
Empirismo trascendental... ................................................. .49
Línea de fuga (y menor-mayor) ............................................. 53
Máquina de guerra .............................................................. 60
Máquinas deseantes ........................................................... 63
Multiplicidades ............................. :...................................... 66
Plano de inmanencia (y caos) ................................................ 70
Prob1erna................................................................................. 85
FRAN<;OIS ZouRABICHVILI
126

Ritomelo (diferencia y repeticiónl----------------· ...................... 90


Rizoma .................................................................................. 93
Singularidades preindi viduales .... _................................. _.... 96
Síntesis disyuntiva (o disyunción inclusiva) ................... 99
Univocidad del ser.. ............................................................ l04
Vida (o vitalidad) no-orgánica.......................................... ! 07
Virtual ............................................................................... ll3

REFERENCIAS Y ABREVIATURAS ............................................. !!?

ÜTROS CONCEPTOS EVOCADOS ............................................. 121

CONFRONTACIÓN CON OTRAS FORI'viAS


DE PENSAMIENTO CONTEMPORÁNEO ....................................... l23

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