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PAULO FREIRE: UNA BREVE CARTOGRAFIA INTELECTUAL

VIDA Y OBRA: TIEMPOS Y LUGARES


Frente a la experiencia concreta de hambre que llenaba su “cuerpo consciente”, un nordestino,
brasileño, latinoamericano, en plena década de los 30 del siglo pasado —cuando las principales
potencias mundiales invertían todos sus esfuerzos en la producción de armas, invenciones
tecnológicas y acumulación de riquezas con el objetivo de prepararse para aquella que vendría a
ser la guerra más sangrienta, destructiva y trágica de toda la historia de la humanidad— un niño,
que tenía apenas 11 años de edad, se preguntaba sobre lo que él podría hacer para que el mundo
fuera menos feo. Un mundo en el que, por ejemplo, nadie más necesitara sentir el estómago
“mordiéndose a sí mismo” por no tener qué comer.
Ese niño que creció y convivió con las dificultades del pueblo del Noreste, se formó en Derecho
cuando aún era muy joven, debido al esfuerzo de su familia y a su dedicación ejemplar a los
estudios. Desistió de esa profesión en la “primera causa” en la que se constituyó como abogado
defensor de un joven dentista que, bajo mucha presión, estaba queriendo “ganar tiempo” en su
condición de trabajador, para poder pagar una deuda que había para poder montar su propio
consultorio. Triste y desanimado por el contexto de la injusticia social de ese caso, e impotente
frente a la burocracia jurídica, el joven abogado decidió convertirse en educador.
Al tomar esa valiente y desafiante decisión, Paulo Freire se lanzaba a una lucha humanista y
esperanzadora por un mundo más libre y decente para todos. Como educador, su obra se gestó
junto a aquellos que más necesita de la verdadera solidaridad para desarrollar su propia
humanidad -su “ser más”.
Ya con una inserción institucional en el SESI, en Recife/PE 5 , y con la experiencia de ser educador
de diversos niveles de enseñanza, el profesor Paulo Freire elaboró un método de alfabetización,
que fue aplicado inicialmente en programas de alfabetización de adultos en el noreste brasileño.
En 1964, esa experiencia habría sido ampliada para todo el Brasil, si no hubiera sido por el golpe
militar del 1º de abril de 1964, que abortó ese proyecto, así como tantas otras oportunidades de
democratización.
Con el golpe militar, Freire fue forzado a dejar el Brasil y vivir largo años de exilio. Pero su
persistencia y lucha esperanzadora, sumadas a la solidaridad de un verdadero humanista, lo
convirtieron en un “peregrino de la utopía”, a favor de un mundo más humanizado. De esta forma
luchó al lado de campesinos en Chile de 1964 a 1969. Allí escribió una de sus principales obras:
Pedagogía del Oprimido. Además de esta obra fueron elaborados por él otros varios escritos en
Chile tales como: ¿Extensión o comunicación?, Acción cultural para la libertad, entre otros.
Después de Chile, Freire fue invitado a dar clases en los Estados Unidos, en la Universidad de
Harvard, donde su obra ya venía siendo discutida y tenía una inserción “curiosa” en la academia
y en los movimientos sociales progresistas. En 1970 Freire recibió una invitación para trabajar en
el Consejo Mundial de Iglesias Cristianas, con sede en Ginebra, Suiza, y con rapidez se lanza a esa
nueva misión. Hasta 1979 trabajó con esa organización, desde la cual participó en diversos
proyectos de alfabetización de adultos y dio asesorías a los ministerios de educación de diferentes
países que buscaban romper con una cultura de dominación, y de esa manera, apostaban por una
educación liberadora.
La experiencia adquirida en los países africanos produjo una influencia significativa en el
pensamiento de Paulo Freire. En ese período fueron publicadas varias obras: Cartas a Guinea-
Bissau; Aprendiendo con la propia historia; Sobre educación (v.I); Concientización; entre otros
textos dialogados y en asocio con otros autores.
En 1979, con la amnistía dada por el régimen militar a los exiliados políticos, Freire pudo regresar
a su patria y declaró que “llegaba para reaprender el Brasil”. Se inicia entonces un nuevo desafío
para este gran educador, para entonces ya famoso internacionalmente pero poco conocido y
discutido en su propio país.
Con la humildad que caracteriza a todo gran intelectual, Freire se lanza a nuevos desafíos, entre
los que destacamos: busca una nueva inserción en el contexto de la universidad brasileña;
enfrenta la discusión de su obra pedagógica en un nuevo contexto político del Brasil: la
redemocratización; mantiene activo el debate de su obra con autores internacionales y busca la
reinvención de la Educación Popular en el contexto de la educación escolar, principalmente de la
escuela pública.
A su regreso al Brasil, Freire soportó varios “prejuicios” frente a su obra, como lo explicita en
Pedagogía de la esperanza. Pero con persistencia, humildad y esperanza, nunca se dejó abatir y
enfrentó los desafíos señalados con mucha creatividad y osadía.
Más allá de la academia, asumió la Secretaría Municipal de Educación de la mayor ciudad brasileña
—São Paulo— en la gestión de Luiza Erundina. En ese período buscó repensar las propuestas de
Educación Popular, que siempre marcaron la intencionalidad de su pensamiento, a partir del
contexto de la escuela pública. Como consecuencia, surge el debate sobre gestión escolar,
planificación pedagógica, organización curricular y evaluación escolar en la perspectiva de una
Escuela Ciudadana.
Ese debate fue produciendo un importante acúmulo de experiencias en la tentativa de reinventar
la escuela pública brasileña en la perspectiva de la reinvención de la democracia y de la afirmación
auténtica de la ciudadanía de las clases populares. Durante los años 1990 tuvimos ricas
experiencias a partir de las administraciones populares en importantes ciudades brasileñas como
São Paulo, Porto Alegre, Caxias do Sul, Belo Horizonte, entre otras.
En ese contexto Freire publica muchos textos y el resultado de esos escritos amplía los horizontes
de su obra, la cual es vista no únicamente como una contribución para la educación no formal,
sino como una pedagogía con fundamentos consistentes para todo y para cualquier proyecto de
educación. Entre los libros más importantes de ese período pueden ser citados: Pedagogía da
esperança; À sombra dessa mangueira; Educação e política; A educação na cidade; Pedagogia da
autonomía e Pedagogia da Indignação.

LA OBRA DE FREIRE: UN PENSADOR DIALÓGICO EN BÚSQUEDA DE NUEVAS SÍNTESIS


Freire se sitúa en el origen de un nuevo paradigma pedagógico que surge en América Latina y
actualmente se afirma como obra colectiva que se encuentra en proceso de construcción y
reinvención en las diferentes experiencias de lucha y organización de las clases populares en todo
el mundo. El propio Freire, en registros tales como el libro Pedagogia da esperança, anota la
importancia de que la Pedagogía del oprimido se transforme de hecho en un proyecto colectivo,
en su condición de obra de todos aquellos que luchan juntos y se solidarizan por un mundo más
justo y humanizado para todos.
Sin embargo, probablemente deba dejar claro a los lectores y lectoras, al referirme a la
Pedagogía del Oprimido y hablar hoy de las experiencias vividas en los años 70, no estoy
asumiendo una posición nostálgica. La realidad es que mi encuentro con la Pedagogía del
Oprimido no posee el tono de quien habla de lo que ya fue sino de lo que está siendo. (…) Las
tramas, los hechos, los debates, discusiones, proyectos, experiencias, diálogos de los que
participé en los años 70, habiendo tenido a la Pedagogía del oprimido como centro, aparecen
para mí tan actuales como otros a los que me refiero de los años 80 y de hoy. (Freire, 1994, p.
13)
En ese sentido, la obra de Freire dialoga con muchos estudiosos que se dedicaron durante
décadas, a la construcción de fundamentos teórico-metodológicos para la consolidación de una
educación liberadora. Entre los diferentes aspectos que podríamos destacar, hacemos un llamado
de atención respecto a las características que según nuestra lectura son las más propias del
pensamiento de Freire, y que hacen de su obra una referencia imprescindible en la educación
latinoamericana y mundial:
a) Osadía epistemológica: Freire no repite las estructuras de pensamiento de la tradición
filosófica, sino que busca innovar a partir del desafío de la realidad del oprimido, en diálogo con
los instrumentos de análisis de la reflexión teórica. Es en esta perspectiva que encontramos en
Freire una síntesis, por ejemplo, entre la fenomenología y la dialéctica.
Mi perspectiva es dialéctica y fenomenológica. Creo que es desde aquí que debemos mirar para
vencer esa oposición entre teorías y praxis: superando lo que no debe ser hecho en un nivel
idealista. (Freire apud Torres, 998, p. 82)
Esta síntesis no es una mera construcción teórica sino producto de la creatividad de su
pensamiento crítico, al tener como compromiso central la realidad latinoamericana (social,
cultural, histórica y política). Una educación humanista liberadora en la perspectiva freiriana,
requiere tener como punto de partida los fenómenos concretos que constituyen el universo
existencial de nuestro pueblo. Y a partir de ese universo, el desafío dialógico crítico converge hacia
la lucha en pro de las transformaciones necesarias e imprescindibles a fin de lograr una vida más
digna, principalmente para los sectores sociales que más sufren con la opresión o la exclusión.
b) Compromiso político: El pensamiento freiriano se conforma a partir de una posición política
clara a favor de los oprimidos. Es importante retomar el epígrafe de la Pedagogía del Oprimido:
“A los harapientos del mundo y a los que se descubren en ellos, y descubriéndose, sufren con
ellos, pero sobretodo, luchan con ellos” (1993, p. 23). En esa perspectiva, como ya señalamos, el
punto de partida del pensamiento de Freire es la realidad social opresora.
De forma dialéctica, es a partir de allí que Freire hace la denuncia de un mundo en el que se
amplían y sofistican las formas de opresión, al mismo tiempo que destaca la importancia y la
viabilidad del proceso educativo humanizador y su relación directa con el desafío de la praxis
social transformadora:
Es necesario sin embargo que tengamos fundamentos para nuestra rebeldía y no para nuestra
resignación frente a las ofensas que destruyen nuestro ser, basados en la resistencia que nos
preserva vivos, en la comprensión del futuro como problema y en la vocación para ser más
como expresión de la naturaleza humana en proceso de estar siendo. Nos afirmamos no en la
resignación sino en la rebeldía frente a las injusticias. (Freire, 1996, p. 87)
Consecuentemente, la obra de Freire es una fecunda fuente para movilizar las luchas de los
oprimidos en todo el mundo. Es un pensamiento comprometido, con fuerza y creatividad, que
continúa provocándonos, principalmente para reinventarlo.
c) Pensar esperanzador: Freire hace la diferencia entre pensar cierto y pensamiento ingenuo o
anti dialéctico. El pensamiento cierto es crítico y esperanzador frente al futuro, pues no se cierra
frente a las condiciones históricas que nos deshumanizan. La visión de mundo que refuerza el
valor del sueño y de la utopía en una perspectiva de la historia como posibilidad es coherente con
la forma de pensar la educación como un camino para la emancipación de los oprimidos:
(…) para la dialéctica, la importancia de la conciencia está en que, sin ser la que crea la realidad,
por otro lado, no es (…) puro reflejo de ella. Es en ese punto precisamente donde se coloca la
importancia fundamental de la educación como acto del conocimiento, no solo de contenido,
sino de la razón de ser de los hechos (…). (Freire, 1994, p. 102)
El pensamiento crítico dialéctico y la denuncia de los fatalismos nos impulsan a ver la condición
humana en el mundo, según otra forma de pensar la existencia humana. Decir no a los fatalismos
y a las posturas sectarias ya es comprometerse con una nueva perspectiva de pensar la educación
y actuar como ciudadanos. En este sentido, Freire es optimista en su forma de entender al ser
humano como ser histórico y social. Todos tenemos la vocación de ser más y nunca estamos
condenados a repetir lo que ya somos. En nuestra calidad de seres inacabados, estamos en
búsqueda de nuevas posibilidades y podemos realizar algo que hoy es sólo sueño, pero que puede
convertirse en realidad por ser una utopía posible.
d) Freire y la actualidad: La obra de Freire inspira procesos socio educativos innovadores en varias
partes del mundo. En América Latina hay una innegable influencia del pensamiento freiriano en
la filosofía y en la teología de la liberación, en un sinfín de prácticas educativas y sociales en
diversas áreas. Resulta importante desafiarnos a leer Freire a partir de nuevos escenarios,
principalmente los que surgieron e los años 90 en relación a la realidad latinoamericana. Por
ejemplo: ¿Qué perspectivas se diseñan para los movimientos sociales en América Latina? ¿Qué
lugar ocupamos nosotros en el actual contexto de la geopolítica mundial? ¿Cómo nos ven en el
mundo, principalmente en los países hegemónicos? y ¿cuál es nuestra mirada sobre nosotros
mismos?
De esta forma, la obra de Freire nos puede ayudar a tener más claridad respecto a estos asuntos,
pues su pensamiento dialoga con otras lecturas del mundo que convergen para una perspectiva
crítica y humanizante de las sociedades actuales.
UN PUNTO DE PARTIDA RADICAL: LA LIBERACIÓN COMO FUERZA QUE IMPULSA LA PEDAGOGÍA
FREIRIANA
El pensamiento pedagógico freiriano es un legado que inspira diversas experiencias de la
educación progresista, que buscan trabajar en la perspectiva de la emancipación social a partir
de los oprimidos. En ese sentido, la Pedagogía del Oprimido es una obra colectiva. No es más un
escrito sólo de Freire, sino un pensamiento que se corporifica en el proceso histórico de los
pueblos oprimidos en sus luchas de liberación. Es una pedagogía comprometida con los procesos
de emancipación social y como tal, provoca reacciones y retaliaciones del status quo vigente, pues
El sistema no teme al pobre que tiene hambre. Teme al pobre que sabe pensar. Lo que más
favorece al neoliberalismo no es la miseria material de las masas, sino su ignorancia. Esa
ignorancia las conduce a esperar la solución en el propio sistema, consolidando así su condición
de masa de maniobra. La función central de la educación de carácter reconstructivo es
deshacer la condición de masa de maniobra, como quería Paulo Freire. (Demo, 2001, p. 320)
La propuesta de una educación problematizadora converge hacia los desafíos concretos de
construir caminos alternativos para proyectos innovadores en educación. En una perspectiva
freiriana, las experiencias educativas comprometidas con la humanización revelan el potencial de
trabajar con una Pedagogía de la liberación a partir del diálogo crítico-problematizador. En el
tercer capítulo de Pedagogia do Oprimido, Freire hace explícita la necesaria coherencia entre
teoría y práctica y los fundamentos de la verdadera dialogicidad, que debe fundamentar todo y
cualquier proyecto de educación que pretende afirmarse de modo coherentemente
progresista/emancipador. En Pedagogía da esperanza, la relación intrínseca entre una visión
antropológica humanizadora y una postura epistemológica crítica es una temática que Freire
coloca en el centro de su reflexión sobre la necesaria actualización del pensamiento pedagógico
de la Educación humanizadora.
Una educación en cuya práctica la enseñanza de los contenidos no se separe nunca de la
enseñanza del pensar cierto, de una forma de pensar anti dogmática, anti superficial, de un
pensar crítico, que de forma constante, se prohíba a sí mismo caer en la tentación de la pura
improvisación. (Freire, 1994, p. 168)
Según Freire, la propuesta de una pedagogía humanista-liberadora impulsa la construcción de una
cultura de la liberación. La búsqueda de gestar un nuevo ethos cultural a partir de los procesos
de educación es una de las temáticas fecundas de Pedagogía do oprimido. En su último capítulo,
Freire habla de una revolución cultural como camino de liberación para toda la humanidad. O
sea, existe una cultura de dominación/opresión que se reproduce en una pedagogía planificada
por los opresores y que efectivamente está presente en los procesos políticos culturales. El desafío
a los oprimidos y a los que se solidarizan con ellos y luchan por la liberación y afirmación de una
nueva cultura, que jamás reproduzca la opresión:
La “revolución cultural” toma como campo de su acción transformadora a la totalidad de la
sociedad en reconstrucción, en los diversos quehaceres de los hombres (…). La reconstrucción
de la sociedad, que no puede ser hecha de forma mecánica, tiene su instrumento fundamental
en la cultura que se rehace culturalmente. (Freire, 993, p. 156)
En este sentido, Freire elabora una crítica radical a la política hegemónica actual y al modelo de
racionalidad que la fundamenta, por el cinismo y frialdad frente a los problemas sociales. Esta
preocupación con el nivel de deshumanización al que llegamos si analizáramos los hechos y la
forma de justificarlos a partir del discurso neoliberal, está presente en diferentes registros de
Pedagogía da autonomía.
La capacidad que tiene la ideología de producir penumbra en la realidad, de volvernos miopes,
sordos, hace por ejemplo, que muchos de nosotros aceptemos dócilmente el discurso
neoliberal cínicamente fatalista que proclama que el desempleo en el mundo es una desgracia
del fin del siglo. (Freire, 1996, p. 142)
Por lo tanto, según Freire, nunca debemos plegarnos a los discursos fáciles y pragmáticos que
simplemente refuerzan la lógica del mercado. Así, el desafío de una educación progresista es
construir alternativas a los procesos domesticadores de la industria cultural, que busca
homogenizar las formas de pensamiento y alienar nuestras consciencias frente a la realidad que
constituye nuestro ser en el mundo. En este contexto, es de fundamental importancia una
educación que problematice las diferentes formas de control por parte de los sistemas de
información, de los medios masivos de comunicación, que pretenden formar la opinión pública
según los intereses de los poderosos y de la política hegemónica, actualmente liderada por el
imperialismo norteamericano.
El pensamiento pedagógico freiriano es provocativo e incitante porque siempre está en
movimiento, abierto a las diferencias culturales y a los nuevos desafíos frente a las realidades
sociales. Freire es un pensador que no solamente propone el diálogo como camino para la
educación, sino que construye un pensamiento profundamente dialógico. Para todos los que
actúan en el área de la educación, él continúa siendo un autor central en la discusión teórica y en
la inspiración de prácticas innovadoras en relación a las formas alternativas y creativas de cada
proyecto pedagógico que luche por la emancipación. La Pedagogía de la esperanza punta a ese
desafío concreto de jamás perder el sueño y el derecho de todas las personas de alimentar la
utopía en una nueva sociedad, en la cual sea menos difícil ser feliz.
TEMAS EMERGENTES
Los temas emergentes apuntados por Paulo Freire están presentes de forma más explícita en su
último libro publicado en vida - Pedagogia da autonomia: saberes necessários à prática docente y
en la última entrevista concedida a la TV PUC/SP algunos días antes de su muerte. Los saberes
necesarios anotados aparecen como provocación: es necesario reconstruirlos en cualquier
momento y en los más diversos lugares/contextos históricos del mundo. En la afirmación ética de
la presencia humana en el mundo no hay nada acabado, completo, listo totalmente. La propia
historia, es la que hacemos con los otros y de cuya realización hacemos parte, es un tiempo de
posibilidades y no de determinismos.
En este sentido, los temas emergentes se construirán en el proceso de nuestra lucha,
problematizaciones del futuro, pues ellos surgen de la lucha solidaria de hombres y mujeres que
creen que Otro mundo es posible y que una pedagogía progresista objetiva la transformación
político social como intervención crítica en la reconstrucción del mundo. O sea,
El desarrollo de la conciencia crítica implica necesariamente la acción transformadora. La
conciencia crítica se complementa en el acto crítico y creativo del sujeto que asume su
responsabilidad histórica. Por eso, la conciencia crítica (…) actúa de forma autónoma en
relación a las situaciones límite; no únicamente cree en la posibilidad de la transformación,
sino que asume la lucha por la construcción del inédito viable. (Freire, 2001, p. 98)
Asumir la lucha por el inédito viable proviene de la naturaleza dinámica de la conciencia crítica,
que hace del acto de soñar y proyectar colectivamente el futuro, un movimiento transformador
del mundo. Las situaciones-límite pueden ser transpuestas porque creemos que el cambio se
construye colectivamente en el desarrollo de los temas problema que se materializan en el inédito
viable. Ese movimiento converge en la dialéctica acción-reflexión-acción, que ayuda a vislumbrar
nuevas posibilidades de superación de los condicionamientos históricos momentáneamente
inviables. Las alternativas históricas construidas colectivamente a partir de la vivencia crítica del
sueño anhelado, son capaces de alimentar la superación de las situaciones límite que impiden
nuestra búsqueda de ser más. (Freitas, 2001).
Esta visión humanista de compromiso con la lucha por la transformación, coloca en discusión un
tema emergente sobre la formación de un nuevo educador: un intelectual fronterizo, activista
social, investigador crítico, ser ético, filósofo radical y revolucionario político y cultural. En
Pedagogía da autonomía, Freire retoma su obra y su historia de lucha en pro de la humanización
del mundo, y coloca con mucho énfasis la centralidad de la temática de la ética, en tiempos de
globalización neoliberal y de “relativismos exacerbados”, en que todo es naturalizado. En defensa
de una ética más amplia, Freire nos desafía a la denuncia de un mundo cada vez más
deshumanizado y a la necesidad de educarnos en la esperanza de un mundo más bello, justo y
digno para vivir. Se trata de la emergencia de la ética en un contexto mundial de deshumanización
que se constituye en un apelo fuerte del educador de la esperanza.
En su última entrevista a la TV PUC-SP, Freire habla sobre su legado y sobre los Movimientos
Sociales en Brasil. Expresa con alegría que una de las “mejores experiencias” que pudo presenciar
en su vida fue la marcha del MST a Brasilia en abril de 1997, pues ese acontecimiento representa
el testimonio de nuevas formas de luchar. Freire habla enfáticamente que “le gustaría ver muchas
marchas parecidas a esa, ya que son caminatas históricas por el mundo, como nuevas formas de
luchar por un mundo más decente”. Son manifestaciones del deseo amoroso de cambiar el
mundo. Así, Freire defendía que era necesario que se instalen otras marchas:
Las marchas de los que no tienen escuelas; las marchas de los reprobados; las marchas de los que
quiere amar y no pueden; las marchas de los que se niegan a una obediencia servil, las marchas
de los que quieren ser y son prohibidos de ser; las marchas de los que se rebelan (…). Otras
marchas (…) por la decencia, por la superación de la sinvergüencería que se instaló en este país;
en el límite, posturas rebeldes.
Otro tema emergente que Freire aborda en la entrevista es el relativo a la creencia en la
posibilidad de trascender, pero sin separarla de la humanidad.
Es de aquí que se parte para llegar allá. Para mí no es necesario pelear para comprenderme en
la Fe: las ideas se las posee, en las creencias se está. Las ideas, las teorías objetivas nos ayudan
en la inserción en la mundanidad y hacen que busquemos la Fe en la capacidad de trascender.
Si partiéramos de los temas emergentes y de la fecundidad del pensamiento de Freire, podríamos
concordar con su propia insistencia en reinventarlo en el contexto de cada lucha específica.
Aquello que necesita ser conservado en cada momento de reinvención de Freire es su constante
insistencia en una ética de la solidaridad, que implica su gran utopía e incansable esperanza en
las posibilidades históricas de humanización del mundo.
Es necesario también reinventar Paulo Freire en la era de la globalización del capital, de los nuevos
arreglos económicos del mundo del mercado y de las políticas educacionales neoliberales, de las
nuevas tecnologías de comunicación y de información que manipulan la opinión pública,
generalmente bajo el interés del poder económico. Todo esto exige reinventar también nuevas
formas de lucha revolucionarias, tomando en cuenta las nuevas condiciones sociales y
materiales en las que los sueños individuales y colectivos son generados, alimentados, o
disminuidos y frustrados.
Si Paulo Freire nos enseñó a leer el mundo, hoy debemos buscar nuevas formas de expresarlo en
innumerables lenguajes, tales como la poesía, las artes dramáticas, la ciencia y la tecnología, la
filosofía, la teología, la mímica, lo lúdico, la expresión corporal, la ciudadanía, la participación
política, el grito de liberación en las calles, en fin, todo lo que expresa nuestro deseo de ser más
y de construir un mundo más humanizado.

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