Trabajo Practico 7 Familia
Trabajo Practico 7 Familia
Trabajo Practico 7 Familia
Catedra: Solari/montalto
Comisión: 9360
De esta manera, lo esencial de la figura consiste en que dos o más personas fallezcan en
el mismo instante, sin que pueda determinarse el orden de dicho fallecimiento. De lo se
colige que si, por el contrario, puede determinarse el orden del fallecimiento no habrá
conmoriencia.
Es, por ello, que cuando se define o se caracteriza a la conmoriencia se hace referencia a
un desastre común, en virtud de que las hipótesis prácticas se encuentran vinculadas a la
existencia.
2) En el derecho argentino se planteaba la duda acerca del reconocimiento post mortem,
habiéndose sostenido al respecto ambas soluciones posibles: aquellos que negaban el
reconocimiento y otros que lo admitían.
Luego del dictado de la ley 23.264, de Filiación y Patria Potestad, en el año 1985. se dio
una respuesta concreta a la cuestión derivada del derecho hereditario, cuando el padre
hace el reconocimiento de su hijo post mortem.
En efecto, dicha ley modificó el texto del art. 249Cód. Civil derogado, al señalar: "El
reconocimiento del hijo ya fallecido no atribuye derechos en su sucesión a quien lo
formula, ni a los demás ascendientes de su rama".
La ley permitía el reconocimiento del progenitor una vez fallecido el hijo, como
posibilidad de emplazarse en la calidad de tal y alcanzar el correspondiente estado de
familia. Sin embargo, el vínculo paterno-filial no producirá uno de los efectos propios
del mismo, esto es, el derecho hereditario del padre en la sucesión de su hijo premuerto.
Ni tampoco a los demás ascendientes de su rama.
La exclusión de la vocación sucesoria, se decía, estaba bien que así sea, porque estos
reconocimientos post mortem son sospechosos de hacerse con fines interesados, es
decir, para heredar al hijo. Eliminado por la ley este móvil, no había inconveniente
alguno en que pueda reconocerse un hijo después de su muerte.
Por ello, el fundamento ético de la norma era indudable, porque no resultaba adecuado
que el reconocimiento se haga para obtener una vocación hereditaria con base en un
vínculo que no se había establecido durante la vida del reconocido
De ahí que sea la solución sea justa. El interés moral que puede motivar el
reconocimiento del hijo ya fallecido por su padre o su madre no ha de servir en ningún
caso para atribuir expectativas patrimoniales de orden sucesorio
En el régimen actual el art. 573 Cód. Civ. y Com. en su párr. 2o consagra: "El
reconocimiento del hijo ya fallecido no atribuye derechos en su sucesión a quien lo
formula, ni a los demás ascendientes de su rama, excepto que haya habido posesión de
estado de hijo".
Otorga, aquí a la posesión de estado, una suerte de justificación para que no rija la
sanción —consistente en el derecho hereditario emergente del vínculo— cuando haya
existido reconocimiento post mortem.
Ciertamente que la posesión de estado es una circunstancia que ha servido como fuente
y justificación del otorgamiento de derechos, en materia filial, lo que resulta
indiscutible, en atención a las proyecciones derivadas del vínculo socioafectivo.
El art. 2279 del Cód. Civ. y Com. Establece quiénes pueden suceder al causante. Ellos
son: personas ya existentes; los concebidos que nazcan con vida; los nacidos por
técnicas de reproducción humana asistida; las personas jurídicas. Además, hay otras
situaciones que requieren un tratamiento especial
Mientras que la capacidad de ejercicio es la aptitud que tiene una persona para ejercer
por sí mismo sus derechos Se hace referencia al "ejercicio" de un derecho. Constituye
el aspecto dinámico de la capacidad.
Por aplicación del mismo, la capacidad para suceder es una capacidad de derecho, pues
tiene que ver con el goce o titularidad del derecho sucesorio y comprende la aptitud para
recibir una sucesión, es decir, ser sujeto pasivo de una transmisión.
En aplicación de lo dicho, primero hay que tener capacidad para suceder, luego
vocación sucesoria y, finalmente, la delación