FGL Romancero Gitano-2

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GITANO española han caducado.

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como un libro editado por Luarna.

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ROMANCE DE LA LUNA, LUNA El jinete se acercaba


tocando el tambor del llano.
La luna vino a la fragua Dentro de la fragua el niño
con su polisón de nardos. tiene los ojos cerrados.
El niño la mira mira.
El niño la está mirando. Por el olivar venían,
En el aire conmovido bronce y sueño, los gitanos.
mueve la luna sus brazos Las cabezas levantadas
y enseña, lúbrica y pura, y los ojos entornados.
sus senos de duro estaño.
-Huye, luna, luna, luna. Cómo canta la zumaya,
Si vinieran los gitanos, ¡ay, cómo canta en el árbol!
harían con tu corazón Por el cielo va la luna
collares y anillos blancos. con un niño de la mano.
-Niño, déjame que baile.
Cuando vengan los gitanos, Dentro de la fragua lloran,
te encontrarán sobre el yunque dando gritos, los gitanos.
con los ojillos cerrados. El aire la vela, vela.
-Huye, luna, luna, luna, El aire la está velando.
que ya siento sus caballos.
-Niño, déjame; no pises
mi blancor almidonado.
PRECIOSA Y EL AIRE San Cristobalón desnudo,
A Dámaso Alonso lleno de lenguas celestes,
Su luna de pergamino mira a la niña tocando
Preciosa tocando viene una dulce gaita ausente.
por un anfibio sendero -Niña, deja que levante
de cristales y laureles. tu vestido para verte.
El silencio sin estrellas, Abre en mis dedos antiguos
huyendo del sonsonete, la rosa azul de tu vientre.
cae donde el mar bate y canta
su noche llena de peces. Preciosa tira el panadero
En los picos de la sierra y corre sin detenerse.
los carabineros duermen El viento-hombrón la persigue
guardando las blancas torres con una espada caliente.
donde viven los ingleses.
Y los gitanos del agua Frunce su rumor el mar.
levantan por distraerse Los olivos palidecen.
glorietas de caracolas Cantan las flautas de umbría
y ramas de pino verde. y el liso gong de nieve.

Su luna de pergamino ¡Preciosa, corre, Preciosa,


Preciosa tocando viene. que te coge el viento verde!
Al verla se ha levantado ¡Preciosa, corre, Preciosa!
el viento que nunca duerme. ¡Miralo por dónde viene!

Sátiro de estrellas bajas


con sus lenguas relucientes.
REYERTA
Preciosa, llena de miedo, A Rafael Méndez
entra en la casa que tiene, En la mitad del barranco las navajas de Albacete,
mas arriba de los pinos, bellas de sangre contraria,
el consul de los ingleses. relucen como los peces.
Una dura luz de naipe
Asustados por los gritos recorta en el agrio verde caballos enfurecidos
tres carabineros vienen, y perfiles de jinetes.
sus negras capas ceñidas En la copa de un olivo
y los gorros en las sienes. lloran dos viejas mujeres.
El toro de la reyerta
El inglés da a la gitana se sube por las paredes.
un vaso de tibia leche, Ángeles negros traían
y una copa de ginebra pañuelos y agua de nieve.
que Preciosa no se bebe. Ángeles con grandes alas
de navajas de Albacete.
Y mientras cuenta, llorando, Juan Antonio el de Montilla
su aventura a aquella gente, rueda muerto la pendiente,
en las tejas de pizarra su cuerpo lleno de lirios
el viento furioso muerde. y una granada en las sienes.
Ahora monta cruz de fuego,
carreta de la muerte. ROMANCE SONÁMBULO
A Gloria Giner y a Fernando de los Ríos
El juez, con guardia civil, Verde que te quiero verde.
por los olivares viene. Verde viento. Verde ramas.
Sangre resbalada gime El barco sobre la mar
muda canción de serpiente. y el caballo en la motaña.
-Señores guardias civiles; Con la sombra en la cintura
aquí pasó lo de siempre. ella sueña en su baranda,
Han muerto cuatro romanos verde carne, pelo verde,
y cinco cartagineses. con ojos de fría plata.
Verde que te quiero verde.
La tarde loca de higueras Bajo la luna gitana,
y de rumores calientes las cosas la están mirando
cae desmayada en los muslos y ella no puede mirarlas.
heridos de los jinetes.
Y ángeles negros volaban Verde que te quiero verde.
por el aire del poniente. Grandes estrellas de escarcha
Ángeles de largas trenzas vienen con el pez de sombra
y corazones de aceite. que abre el camino del alba.
La higuera frota su viento
con la lija de sus ramas,
y el monte, gato garduño,
eriza sus pitas agrias.

Pero ¿quién vendrá? ¿y por donde? Tu sangre rezuma y huele


Ella sigue en su baranda, verde carne, pelo verde, alrededor de tu faja.
soñando en la mar amarga. Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.

-Compadre, quiero cambiar -Dejadme subir al menos


mi caballo por su casa. hacia las altas barandas.
mi montura por su espejo, ¡dejadme subir!, dejadme,
mi cuchillo por su manta. hasta las verdes barandas.
Compadre, vengo sangrando, Barandales de la luna
desde los puertos de Cabra. por donde retumba el agua
-Si yo pudiera, mocito,
ese trato se cerraba. Ya suben los dos compadres
Pero yo ya no soy yo, Hacia las altas barandas.
ni mi casa es ya mi casa. Dejando un rastro de sangre.
-Compadre, quiero morir Dejando un rastro de lágrimas.
decentemente en mi cama. Temblaban en los tejados
De acero, si puede ser, farolillos de hojalata.
con las sábanas de holanda. Mil panderos de cristal
¿No ves la herida que tengo herían la madrugada.
desde el pecho a la garganta?
-Trescientas rosas morenas Verde que te quiero verde,
lleva tu pechera blanca. verde viento, verdes ramas.
Los dos compadres subieron. El barco sobre la mar.
El largo viento dejaba y el caballo en la montaña.
en la boca un raro gusto
de hiel, de menta y de albahaca. ¡Compadre! ¿Dónde
está, dime,
dónde está tu niña amarga? LA MONJA GITANA
¡Cuántas veces te esperó! A José Moreno Villa
¡Cuántas veces te esperara Silencio de cal y mirto.
cara fresca, negro pelo, Malvas en las hierbas finas.
en esta verde baranda! La monja borda alhelíes
sobre una tela pajiza.
Sobre el rostro del aljibe
se mecía la gitana Vuelan en la araña gris
verde carne, pelo verde, siete pájaros del prisma.
con ojos de fría plata. La iglesia gruñe a lo lejos
Un carámbano de luna como un oso panza arriba.
la sostiene sobre el agua. ¡Qué bien borda! ¡Con qué gracia!
La noche se puso íntima Sobre la tela pajiza
como una pequeña plaza. ella quisiera bordar
Guardias civiles borrachos flores de su fantasía.
en la puerta golpeaban. ¡Qué girasol! ¡Qué magnolia
Verde que te quiero verde. de lentejuelas y cintas!
Verde viento. Verdes ramas. ¡Qué azafranes y qué lunas

en el mantel de la misa!
Cinco toronjas se endulzan LA CASADA INFIEL
en la cercana cocina. A Lydia Cabrera y a su negrita
Las cinco llagas de Cristo Y que yo me la llevé al río
cortadas en Almería creyendo que era muzuela,
pero tenía marido.
Por los ojos de la monja
galopan dos caballistas. Fue la noche de Santiago
Un rumor último y sordo y casi por compromiso.
le despega la camisa, Se apagaron los faroles
y al mirar nubes y montes y se encendieron los grillos.
en las yertas lejanías, En las últimas esquinas
se quiebra su corazón toqué sus pechos dormidos,
de azúcar y yerbaluisa. y se me abrieron de pronto
¡Oh, qué llanura empinada como ramos de jacintos.
con veinte soles arriba! El almidón de su enagua
¡Qué ríos puestos de pie me sonaba en el oído
vislumbra su fantasía! como una pieza de seda
Pero sigue con sus flores, rasgada por diez cuchillos.
mientras que de pie, en la brisa, Sin luz de plata en sus copas
la luz juega el ajedrez los árboles han crecido,
alto de la celosía. y un horizonte de perros
ladra muy lejos del río
las cosas que ella me dijo.
Pasada las zarzamoras La luz de entendimiento
los juncos y los espinos, me hace ser muy comedido.
bajo su mata de pelo Sucia de besos y arena,
hice un hoyo sobre el limo. yo me la llevé del rio.
Yo me quité la corbata. Con el aire se batían
Ella se quitó el vestido las espadas de los lirios.
Yo el cinturón con revólver.
Ella sus cuatro corpiños. Me porté como quien soy.
Como un gitano legítimo.
Ni nardos ni caracolas La regalé un costurero
tienen el cutis tan fino, grande, de razo pajizo,
ni los cristales con luna y no quise enamorarme
relumbran con ese brillo. porque teniendo marido
Sus muslos se me escapaban me dijo que era mozuela
como peces sorprendidos, cuando la llevaba al río.
la mitad llenos de lumbre,
la mitad llenos de frío.
Aquella noche corrí ROMANCE DE LA PENA NEGRA
el mejor de los caminos, A José Navarro Pardo
montado en potra de nácar Las piquetas de los gallos
sin bridas y sin estribos. cavan buscando la aurora,
No quiero decir, por hombre, cuando por el monte oscuro

baja Soledad Montoya. agrio de espera y de boca.


Cobre amarillo su carne, -¡Qué pena tan grande! Corro
huele a caballo y a sombra. mi casa como una loca,
Yunques ahumados sus pechos, mis dos trenzas por el suelo,
gimen canciones redondas. de la cocina a la alcoba.
-Soledad, ¿por quién preguntas ¡Qué pena! Me estoy poniendo de azabache carne y
sin compaña ya estas horas? ropa.
-Pregunte por quien pregunte, ¡Ay, mis camisas de hilo!
dime: ¿a ti qué se te importa? ¡Ay, mis muslos de amapola!
Vengo a buscar lo que busco, -Soledad, lava tu cuerpo
mi alegría y mi persona. con agua de las alondras,
-Soledad de mis pesares, y deja tu corazón
caballo que se desboca en paz, Soledad Montoya.
al fin encuentra la mar
y se lo tragan las olas. Por abajo canta el río:
-No me recuerdes el mar, volante de cielo y hojas.
que la pena negra brota Con flores de calabaza
en las tierras de aceituna la nueva luz se corona.
bajo el rumor de las hojas. ¡Oh pena de los gitanos!
-¡Soledad, qué pena tienes! Pena limpia y siempre sola.
¡Qué pena tan lastimosa! ¡Oh pena de cauce oculto
y madrugada remota!
Lloras zumo de limón
enseña sus bellos muslos
SAN MIGUEL (GRANADA) ceñidos por los faroles.
A Diego Buigas de Dalmau Arcángel domesticado
Se ven desde las barandas, en el gesto de las doce,
por el monte, monte, monte, finge una cólera dulce
mulos y sombras de mulos de plumas y ruiseñores.
cargados de girasoles.
Sus ojos en las umbrías San Miguel canta en los vidrios;
se empañan de inmensa noche. efebo de tres mil noches,
En los recodos del aire fragante de agua colonia
cruje la aurora salobre. y lejano de las flores.

Un cielo de mulos blancos El mar baila por la playa


cierra sus ojos de azogue un poema de balcones.
dando a la quieta penumbra Las orillas de la luna
un final de corazones, pierden juncos, ganan voces. Vienen manolas co-
y el agua se pone fría miendo semillas de girasoles,
para que nadie la toque. los culos grandes y ocultos como planetas de cobre.
Agua loca y descubierta, Vienen altos caballeros
por el monte, monte, monte. y damas de triste porte,
morenas por la nostalgia
San Miguel, lleno de encajes de un ayer de ruiseñores.
en la alcoba de su torre, Y el obispo de Manila,

ciego de azafrán y pobre, y resonancias de nublos.


dice misa con dos filos Los niños tejen y cantan
para mujeres y hombres. el desengaño del mundo,
cerca de los viejos coches
San Miguel se queda quieto perdidos en el nocturno.
en la alcoba de su torre Pero Córdoba no tiembla
con las enaguas cuajadas bajo el misterio confuso,
de espejitos y entredoses. pues si la sombra levanta
la arquitectura del humo,
San Miguel, rey de los globos un pie de mármol afirma
y de los números nones, su casto fulgor enjuto.
en el primor berberisco Pétalos de lata débil
de gritos y miradores. recaman los grises puros
de la brisa, desplegada
sobre los arcos de triunfo.
SAN RAFAEL (CORDOBA) Y mientras el puente sopla
A Juan Izquierdo Croselles diez rumores de Neptuno,
Coches cerrados llegaban vendedores de tabaco
a las orillas de juncos donde las ondas alisan romano huyen por el roto muro.
torso desnudo.
Coches que el Guadalquivir Un solo pez en el agua
tiende en su cristal maduro, que a las dos Córdobas junta:
entre láminas de flores blanca Córdoba de juncos.
Córdoba de arquitectura.
Niños de cara impasible SAN GABRIEL (SEVILLA)
en la orilla se desnudan, A don Agustín Viñuales
aprendices de Tobías
y Merlines de cintura, I
para fastidiar al pez
en irónica pregunta Un bello niño de junco,
si quiere flores de vino anchos hombros, fino talle,
o saltos de media luna. piel de noctuma manzana,
Pero el pez, que dora el agua boca triste y ojos grandes,
y los mármoles enluta, nervio de plata caliente,
les da lección y equilibrio ronda la desierta calle.
de solitaria columna. Sus zapatos de charol
El Arcángel aljamiado rompen las dalias del aire
de lentejuelas oscuras, con los dos ritmos que cantan
en el mitin de las ondas breves lutos celestiales.
buscaba rumor y cuna. En la ribera del mar
no hay palma que se le iguale,
Un solo pez en el agua. ni emperador coronado,
Dos Córdobas de hermosura. ni lucero caminante.
Córdoba quebrada en chorros. Cuando la cabeza inclina
Celeste Córdoba enjuta. sobre su pecho de jaspe,
la noche busca llanuras

porque quiere arrodillarse. se volvieron campanillas.


Las guitarras suenan solas -San Gabriel: Aquí me tienes
para San Gabriel Arcángel, con tres clavos de alegría.
domador de palomillas Tu fulgor abre jazmines
y enemigo de los sauces. sobre mi cara encendida.
-San Gabriel: el niño llora -Dios te salve, Anunciación.
en el vientre de su madre. Morena de maravilla.
No olvides que los gitanos Tendrás un niño más bello
te regalaron el traje. que los tallos de la brisa.
-¡Ay, San Gabriel de mis ojos!
II ¡Gabrielillo de mi vida!
Para sentarte yo sueño
Anunciación de los Reyes, un sillón de clavellinas.
bien lunada y mal vestida, -Dios te salve, Anunciación,
abre la puerta al lucero bien lunada y mal vestida.
que por la calle venía. Tu niño tendrá en el pecho
El Arcángel San Gabriel, un lunar y tres heridas.
entre azucena y sonrisa, -¡Ay, San Gabriel que reluces!
bisnieto de la Giralda, ¡Gabrielillo de mi vida!
se acercaba de visita. En el fondo de mis pechos
En su chaleco bordado ya nace la leche tibia.
grillos ocultos palpitan. -Dios te salve, Anunciación.
Las estrellas de la noche Madre de cien dinastías.
Aridos lucen tus ojos, Moreno de verde luna,
paisajes de caballista. anda despacio y garboso.
Sus empayonados bucles
El niño canta en el seno le brillan entre los ojos.
de Anunciación sorprendida. A la mitad del camino
Tres balas de almendra verde cortó limones redondos,
tiemblan en su vocecita. y los fue tirando al agua
hasta que la puso de oro.
Ya San Gabriel en el aire Y a la mitad del camino,
por una escala. subía. bajo las ramas de un olmo,
Las estrellas de la noche guardia civil caminera
se volvieron siemprevivas. lo llevó codo con codo.

El día se va despacio,
la jarde colgada a un hombro,
PRENDIMIENTO DE ANTOÑITO EL dando una larga torera
CAMBORIO EN EL CAMINO A SEVILLA sobre el mar y los arroyos.
A Margarita Xirgu Las aceitunas aguardan
Antonio Torres Heredia, la noche de Capricornio,
Hijo y nieto de Camborios, y una corta brisa, ecuestre,
con una vara de mimbre salta los montes de plomo.
va a Sevilla a ver los toros. Antonio Torres Heredia,
hijo y nieto de Camborios,

viene sin vara de mimbre


entre los cinco tricornios.
MUERTE DE ANTOÑITO EL CAMBORIO
-Antonio, ¿quién eres tú? A José Antonio Rubio Sacristán
Si te llamaras Camborio, Voces de muerte sonaron
hubieras hecho una fuente cerca del Guadalquivir .
de sangre con cinco chorros. Voces antiguas que cercan
Ni tú eres hijo de nadie, voz de clavel varonil.
ni legítimo Camborio. Les clavó sobre las botas
¡Se acabaron los gitanos mordiscos de jabalí.
que iban por el monte solos! En la lucha daba saltos
Están los viejos cuchillos jabonados de delfín.
tiritando bajo el polvo. Bañó con sangre enemiga
su corbata carmesí,
A las nueve de la noche pero eran cuatro puñales
lo llevan al calabozo, y tuvo que sucumbir.
mientras los guardias civiles Cuando las estrellas clavan
beben limonada todos. rejones al agua gris,
Ya las nueve de la noche cuando los erales sueñan
le cierran el calabozo, verónicas de alhelí,
mientras el cielo reluce voces de muerte sonaron
como la grupa de un potro. cerca del Guadalquivir
-Antonio Torres Heredia,
Camborio de dura crín, Tres golpes de sangre tuvo
moreno de verde luna, y se murió de perfil.
voz de clavel varonil: Viva moneda que nunca
se volverá a repetir.
¿Quién te ha quitado la vida
cerca del Guadalquivir? Un ángel marchoso pone
-Mis cuatro primos Heredias, su cabeza en un cojín.
hijos de Benamejí. Otros de rubor cansados
Lo que en otros no envidiaban, encendieron un candil.
ya lo envidiaban en mí.
Zapatos color corinto, Y cuando los cuatros primos
medallones de marfil, llegan a Benamejí,
y este cutis amasado voces de muerte cesaron
con aceituna y jazmín. cerca del Guadalquivir.
-¡Ay, Antoñito el Camborio,
digno de una Emperatriz!
Acuérdate de la Virgen
porque te vas a morir . MUERTE DE AMOR
-¡Ay, Federico García, A Margarita Manso
llama a la Guardia Civil! ¿Oué es aquello que reluce
Ya mi talle se ha quebrado por los altos corredores?
como caña de maíz. -Cierra la puerta, hijó mío:

acaban de dar las once. las cuatro luces clamaban


-En mis ojos, sin querer, con el furor de San Jorge.
relumbran cuatro faroles.
-Será que la gente aquella Tristes mujeres del valle
estará fregando el cobre. bajaban su sangre de hombre,
tranquila de flor cortada
Ajo de agónica plata y amarga de muslo joven.
la luna menguante, pone Viejas mujeres del río
cabelleras amarillas lloraban al pie del monte
a las amarillas torres. un minuto intransitable
La noche llama temblando de cabelleras y nombres.
al cristal de los balcones, Fachadas de cal ponían
perseguida por los mil cuadrada y blanca la noche.
perros que no la conocen, Serafines y gitanos
y un olor de vino y ámbar tocaban acordeones.
viene de los corredores. -Madre, cuando yo me muera
que se enteren los señores.
Brisas de caña mojada Pon telegramas azules
y rumor de viejas voces que vayan del Sur al Norte.
resonaban por el arco Siete gritos, siete sangres,
roto de la medianoche. siete adormideras dobles,
Bueyes y rosas dormían. quebraron opacas lunas
Sólo por los corredores en los oscuros salones.
Lleno de manos cortadas donde mi cuerpo sin venas
y coronitas de flores, consulta naipes helados.
el mar de los juramentos
resonaba, no sé dónde. Los densos bueyes del agua
Y el cielo daba portazos embisten a los muchachos
al brusco rumor del bosque, que se bañan en las lunas
mientras clamaban las luces de sus cuernos ondulados.
en los altos corredores. Y los martillos cantaban
sobre los yunques sonámbulos
el insomnio del jinete
ROMANCE DEL EMPLAZADO y el insomnio del caballo.
Para Emilio Aladrén
¡Mi soledad sin descanzo! El veinticinco de junio
Ojos chicos de mi cuerpo le dijeron a el Amargo:
y grandes de mi caballo, -Ya puedes cortar, si gustas,
no se cierran por la noche las adelfas de tu patio.
ni miran al otro lado, Pinta una cruz en la puerta
donde se aleja tranquilo y pon tu nombre debajo,
un sueño de trece barcos. porque cicutas y ortigas
Sino que, limpios y duros nacerán en tu costado
escuderos desvelados, y agujas de cal mojada
mis ojos miran un norte te morderán los zapatos.
de metales y peñascos, Será de noche, en lo oscuro,

por los montes imantados, Y la sábana impecable,


donde los bueyes del agua de duro acento romano,
beben los juncos soñando. daba equilibrio a la muerte
Pide luces y campanas. con las rectas de sus paños.
Aprende a cruzar las manos
y gusta los aires fríos
de metales y peñascos. ROMANCE DE LA GUARDIA
Porque dentro de dos meses CIVIL ESPAÑOLA
yacerás amortajado. A Juan Guerrero
Cónsul general de la Poesía
Espadón de nebulosa Los caballos negros son.
mueve en el aire Santiago. Las herraduras son negras.
Grave silencio, de espalda, Sobre las capas relucen
manaba el cielo combado. manchas de tinta y de cera.
Tienen, por eso no lloran,
El veinticinco de junio de plomo las calaveras.
abrió sus ojos Amargo, Con el alma de charol
y el veinticinco de agosto vienen por la carretera.
se tendió para cerrarlos. Jorobados y nocturnos,
Hombres bajaban la calle por donde animan ordenan
para ver al emplazado, silencios de goma oscura
que fijaba sobre el muro y miedos de fina arena.
su soledad con descanso. Pasan, si quieren pasar,
y ocultan en la cabeza en la noche platinoche,
una vaga astronomía noche que noche nochera.
de pistolas inconcretas.
La Virgen y San José
¡Oh ciudad de los gitanos! perdieron sus castañuelas,
En las esquinas, banderas. y buscan a los gitanos
La luna y la calabaza para ver si las encuentran.
con las guindas en conserva. La Virgen viene vestida
¡Oh ciudad de los gitanos! con un traje de alcaldesa,
¿Quién te vio y no te recuerda? de papel de chocolate
Ciudad de dolor y almizcle, con los collares de almendras.
con las torres de canela. San José mueve los brazos
bajo una capa de seda.
Cuando llegaba la noche, Detrás va Pedro Domecq
noche que noche nochera, con tres sultanes de Persia.
los gitanos en sus fraguas La media luna soñaba
forjaban soles y flechas. un éxtasis de cigüeña.
Un caballo malherido Estandartes y faroles
llamaba a todas las puertas. invaden las azoteas.
Gallos de vidrio cantaban Por los espejos sollozan
por Jerez de la Frontera. bailarinas sin caderas.
El viento vuelve desnudo Agua y sombra, sombra y agua
la esquina de la sorpresa, por Jerez de la Frontera.

y el coñac de las botellas


¡Oh, ciudad de los gitanos! se disfrazó de noviembre
En las esquinas, banderas. para no infundir sospechas.
Apaga tus verdes luces
que viene la benemérita. Un vuelo de gritos largos
¡Oh ciudad de los gitanos! se levantó en las veletas.
¿Quién te vio y no te recuerda? Los sables cortan las brisas
Dejadla lejos del mar, que los cascos atropellan.
sin peines para sus crenchas. Por las calles de penumbra
huyen las gitanas viejas
Avanzan de dos en fondo con los caballos dormidos
a la ciudad de la fiesta. y las orzas de monedas.
Un rumor de siemprevivas Por las calles empinadas
invade las cartucheras. suben las capas siniestras,
Avanzan de dos en fondo. dejando detrás fugaces
Doble nocturno de tela. remolinos de tijeras.
El cielo se les antoja
una vitrina de espuelas. En el portal de Belén
los gitanos se congregan.
La ciudad, libre de miedo, multiplicaba sus puertas. San José, lleno de heridas,
Cuarenta guardias civiles amortaja a una doncella.
entran a saco por ellas. Tercos fusiles agudos
Los relojes se pararon, por toda la noche suenan.
La Virgen cura a los niños
con salivilla de estrella. ¡Oh, ciudad de los gitanos!
Pero la Guardia Civil ¿Quiénte vio y no te recuerda?
avanza sembrando hogueras, Que te busquen en mi frente.
donde joven y desnuda Juego de luna y arena.
la imaginación se quema.
Rosa la de los Camborois
gime sentada en su puerta TRES ROMANCES HISTÓRICOS
con sus dos pechos cortados MARTIRIO DE SANTA OLALLA
puestos en una bandeja. A Rafael Martinez Nadal
Y otras muchachas corrían
perseguidas por sus trenzas. I
en un aire donde estallan PANORAMA DE MÉRIDA
rosas de pólvora negra.
Cuando todos los tejados Por la calle brinca y corre
eran surcos en la tierra, caballo de larga cola,
el alba meció sus hombros mientras juegan o dormitan
en largo perfil de piedra. viejos soldados de Roma.
Medio monte de Minervas
¡Oh, ciudad de los gitanos! abre sus brazos sin hojas.
La Guardia Civil se aleja Agua en vilo redoraba
por un túnel de silencio las aristas de las rocas.
mientras las llamas te cercan. Noche de torsos yacentes

y estrellas de nariz rota Su sexo tiembla enredado


aguarda grietas del alba como un pájaro en las zarzas.
para derrumbarse toda. Por el suelo, ya sin norma,
De cuando en cuando sonaban brincan sus manos cortadas
blasfemias de cresta roja. que aún pueden cruzarse en tenue
Al gemir, la santa niña oración decapitada.
quiebra el cristal de las copas. Por los rojos agujeros
La rueda afila cuchillos donde sus pechos estaban
y garfios de aguda comba. se ven cielos diminutos
Brama el toro de los yunques, y arroyos de leche blanca.
y Mérida se corona Mil arbolillos de sangre
de nardos casi despiertos le cubren toda la espalda
y tallos de zarzamora. y oponen húmedos troncos
al bisturí de las llamas.
II Centuriones amarillos
EL MARTIRIO de carne gris, desvelada,
llegan al cielo sonando
Flora desnuda se sube sus armaduras de plata.
por escalerillas de agua. Y mientras vibra confusa
El Cónsul pide bandeja pasión de crines y espadas,
para los senos de Olalla. el Cónsul porta en bandeja
Un chorro de venas verdes senos ahumados de Olalla.
le brota de la garganta.
III y ruiseñores en ramos.
INFIERNO Y GLORIA ¡Saltan vidrios de colores!
Olalla blanca en lo blanco.
Nieve ondulada reposa. Angeles y serafines
Olalla pende del árbol. Dicen: Santo, Santo, Santo.
Su desnudo de carbón
tizna los aires helados.
Noche tirante reluce. BURLA DE DON PEDRO A CABALLO
Olalla muerta en el árbol. ROMANCE CON LAGUNAS
Tinteros de las ciudades A Jean Cassau
vuelcan la tinta despacio. Por una vereda
Negros maniquíes de sastre venía don Pedro.
cubren la nieve del campo ¡Ay cómo lloraba
en largas filas que gimen el caballero!
su silencio mutilado. Montado en un ágil
Nieve partida comienza caballo sin freno,
Olalla blanca en el árbol. venía en la busca
Escuadras de níquel juntan del pan y del beso.
los picos en su costado. Todas las ventanas
preguntan al viento
Una custodia reluce por el llanto oscuro
sobre los cielos quemados, del caballero.
entre gargantas de arroyo

PRIMERA LAGUNA Brillan las azoteas


y las nubes. Don Pedro
Bajo el agua pasa por arcos rotos.
siguen las palabras. Dos mujeres y un viejo
Sobre el agua con velones de plata
una luna redonda le salen al encuentro.
se baña, Los chopos dicen: No.
dando envidia a la otra Y el ruiseñor: Veremos.
¡tan alta!
En la orilla, SEGUNDA LAGUNA
un niño
ve las lunas y dice: Bajo el agua
-¡Noche, toca los platillos! siguen las palabras.
Sobre el peinado del agua
SIGUE un círculo de pájaros y llamas.
Y por los cañaverales,
testigos que conocen lo que falta.
A una ciudad lejana Sueño concreto y sin norte
ha llegado don Pedro. de madera de guitarra.
Una ciudad de oro
entre un bosque de cedros. SIGUE
¿Es Belén? Por el aire
yerbaluisa y romero. Por el camino llano
dos mujeres y un viejo Sobre la flor enfriada
con velones de plata está don Pedro olvidado
van al cementerio. ¡ay! jugando con las ramas.
Entre los azafranes
han encontrado muerto
el sombrío caballo
de don Pedro. THAMAR Y AMNÓN
Voz secreta de tarde Para Alfonso García-Valdecasas
balada por el cielo. La luna gira en el cielo
Unicornio de ausencia sobre las tierras sin agua
rompe en cristal su cuerno. mientras el verano siembra
La gran ciudad lejana rumores de tigre y llama.
está ardiendo, Por encima de los techos
y un hombre va llorando nervios de metal sonaban.
tierras adentro. Aire rizado venía
Al Norte hay una estrella. con los balidos de lana.
Al Sur un marinero. La tierra se ofrece llena
de heridas cicatrizadas,
ÚLTIMA LAGUNA o estremecida de agudos
cauterios de luces blancas.
Bajo el agua
están las palabras. Thamar estaba soñando
Limo de voces perdidas. pájaros en su garganta,

al son de panderos fríos Amnón a las trcs y media


y cítaras enlunadas. se tendió sobre la cama.
Su desnudo en el alero, Toda la alcoba sufría
agudo norte de palma, con sus ojus llenos de alas.
pide copos a su vientre La luz. muciza. Sepulta
y granizo a sus espaldas. pueblos en la arena parda,
Thamar estaba cantando o descubre transitorio
desnuda por la terraza. coral de rusas y dalias.
Alrededor de sus pies, Linfa de pozo oprimida
cinco palomas heladas. brota silencio en las jarras.
Amnón delgado y concreto, En el musgo de los troncos
en la torre la miraba, la cobra tendida canta.
llenas las ingles de espuma Amnón gime por la tela
y oscilaciones la barba. fresquísima de la cama.
Su desnudo iluminado Yedra del escalofrío
se tendía en la terraza cubre su carne quemada.
con un rumor entre dientes Thamar entró silenciosa
de flecha recién clavada. en la alcoba silenciada,
Amnón estaba mirando color de vena y Danubio,
la luna redonda y baja. turbia de huellas lejanas.
y vio en la luna los pechos -Thamar, bórrame los ojos
durísimos de su hermana. con tu fija madrugada.
Mis hilos de sangre tejen
volantes sobre tu falda. Por las escaleras tristes
-Déjame tranquila. hermano. esclavos suben y bajan
Son tus besos en mi espalda Émbolos y muslos juegan
avispas y vientecillos bajo las nubes paradas.
en doble enjambre de flautas. Alrededor de Thamur
-Thamar, en tus pechos altos gritan vírgenes gitanas
hay dos peces que me llaman, y otras recogen las gotas
y en las yemas de tus dedos de su flor martirizada.
rumor de rosa encerrada. Paños blancos enrojecen
en las alcobas cerradas.
Los cien caballos del rey Rumores de tibia aurora
en el patio relinchaban. pámpanos y pcces cambian.
Sol en cubos resistía Violador enfurecido
la delgadez de la parra. Amnón huye con su jaca.
Ya la coge del cabello, Negros le dirigen flechas
ya la camisa le rasga. en los muros y atalayas.
Corales tibios dibujan Y cuando los cuatro cascos
arroyos en rubio mapa. eran cuatro resonancias,
David con unas tijeras
¡Oh, qué gritos se sentían cortó las cuerdas del arpa.
por encima de las casas!
Qué espesuras de puñales FIN DE “ROMANCERO GITANO”
y túnicas desgarradas.

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