Juan Ramon Rallo - La Grandeza Del Patron Oro
Juan Ramon Rallo - La Grandeza Del Patron Oro
Juan Ramon Rallo - La Grandeza Del Patron Oro
Suele afirmarse que el dinero cumple tres funciones: medio de pago, unidad de
cuenta y depósito de valor. En realidad, las tres funciones del dinero no se
desarrollan a la vez, sino que guardan entre sí una relación de causalidad.
Aquellos bienes que logran conservar el valor eficazmente, se convierten en
medios de pago y una vez se generaliza ese medio de pago pasan a ser unidad
de cuenta.
En un principio sólo existen bienes que conservan mejor que otros el valor, tanto
espacial como temporalmente. Un bien conserva el valor espacialmente mejor que
otro cuando al incrementar la cantidad enajenada su valor disminuye más
lentamente. Un bien conserva el valor temporalmente mejor que otro cuando al
incrementar el horizonte temporal de uso, su valor decrezca más lentamente.
Así se produjo históricamente con bienes como el ganado (que podía trasladarse
en grandes cantidades a largas distancias), la sal (que podía conservarse durante
largos períodos) o metales como el cobre, el hierro, la plata y finalmente el oro.
De este modo, surgió una intensa demanda de oro por todas las partes del mundo
para conservar el valor, convirtiéndose por ello en un patrón internacional de
medio de pago y de unidad de cuenta. Cada divisa nacional se expresaba en
términos de oro: así, por ejemplo, el dólar se definía como 1/20 de una onza de
oro y la libra como un cuarto de onza. El tipo de cambio entre ambas divisas
quedaba irremediablemente fijado: cinco dólares (5/20 de onza) equivaldrían a una
libra.
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Los tipos de cambio entre las distintas divisas se movían dentro de estrechos
límites: si el precio de la libra caía mucho con respecto al dólar (gold export point),
resultaba rentable convertir los libras en oro, exportarlo a EEUU, acuñar nuevos
dólares con ese oro y recomprar la libra con ganancia; si el precio de la libra
aumentaba mucho con respecto al dólar (gold import point), convenía cambiarlos
por oro, importarlo a Reino Unido y acuñar libras para recomprar dólares con
ganancia. De esta manera, la demanda y oferta de las distintas divisas estaban
interrelacionadas a través de un respaldo común llamado oro.
Un país con déficits crónicos en su balanza por cuenta corriente provocaría una
depreciación de su divisa con respecto a la divisa del país con superávit, dando
lugar a los movimientos internacionales de oro ya descritos.
El país superavitario importaría oro del país deficitario, disminuyendo las reservas
de oro de sus bancos y, por tanto, presionando al alza los tipos de interés del
deficitario y disminuyendo los del superavitario. Esto animaba a los ciudadanos del
país deficitario a aumentar sus ahorros, ya fuera restringiendo las importaciones
(ya que la unión de una menor disponibilidad de oro y de crédito limita la
capacidad de compra) o su consumo interno (esto es, redirigir parte de sus bienes
de consumo a la exportación para así lograr entradas de oro) o liquidando
inversiones (que dejaban de ser rentables por el mayor tipo de interés), a
depositar sus atesoramientos de oro en el sistema crediticio (incrementando las
reservas y reduciendo el tipo de interés), a repatriar el oro en depósitos
extranjeros o, en todo caso, a que la inversión extranjera acudiera al país
deficitario en búsqueda de los mayores tipos de interés. Un consumo por encima
de la producción necesariamente debía terminar en una restricción del consumo o
en un mayor endeudamiento con respecto al resto del mundo.
Del mismo modo si un país incurría año tras año en déficits presupuestarios y
acumulaba grandes cantidades de deuda pública, los acreedores del gobierno
(tanto los propietarios de deuda pública como, en un sentido más lato, los
tenedores de papel moneda convertible) podían liquidar sus deudas, cobrar en oro
y disminuir las reservas de oro del sistema bancario. Estas menores reservas
restringían la expansión crediticia e incrementaban el tipo de interés (lo que
encarecía los costes de una ulterior emisión de deuda pública).
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Pero sobre todo el patrón oro reforzaba el poder del ahorrador para protegerse de
las expansiones crediticias desproporcionadas. Si los bancos disminuían los tipos
de interés en exceso o se endeudaban alocadamente, los ahorradores podían
retirar el oro de sus depósitos, conscientes de que su atesoramiento no supondría
una mengua en su liquidez. El valor del oro no disminuía con el paso del tiempo y,
por ello, el atesoramiento masivo de oro frente a un depósito bancario poco
remunerado, constituía una amenaza creíble para las entidades de crédito.
Las retiradas del oro disminuían sus reservas, contenían la expansión y limitaban
las consiguientes malinversion de capital e inflación.
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