Dra Linardi - El Fallo Fontevecchia.

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TEMA:

“EL FALLO FONTEVECCHIA DE LA CSJN - DISPUTA ENTRE


INTERPRETES FINALES DESANDANDO CAMINOS”.

AUTORA:
DRA. MARIEL ELISABET LINARDI.-31-05-2017.-

SUMARIO:
1).-Introducción.- 2).-Resumen del caso FONTEVECCHIA vs. D’ AMICO
ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos, y del fallo:
“MINISTERIO DE RELACIONES EXTERIORES y CULTO s/ INFORME
SENTENCIA DICTADA POR LA CSJN EN EL CASO “FONTEVECCHIA y D’
AMICO vs. ARGENTINA”.-3).-Análisis del fallo: a).-Fundamentos de la
posición mayoritaria de la CSJN para no acatar el fallo de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos.-b).-El control de Convencionalidad
en el Sistema Interamericano. Antecedentes jurisprudenciales. c).-El control
de Constitucionalidad en la República Argentina.-d).-“El dialogo
interjurisdiccional” como una propuesta conciliadora al conflicto por la última
palabra.-4).-La última palabra en el sistema Europeo.-5).-Reflexiones
finales.-6).-Bibliografía.-

1).-Introducción:
El propósito de esta monografía es abordar el análisis del fallo dictado por
la Corte Suprema de Justicia de la Nación de la República Argentina en
fecha 14 de febrero del año 2017, en los autos caratulados: “MINISTERIO
DE RELACIONES EXTERIORES y CULTO s/ INFORME SENTENCIA
DICTADA EN EL CASO “FONTEVECCHIA y D’ AMICO vs. ARGENTINA
POR LA CORTE IDH” que ha generado un gran y polémico debate en el
ámbito del derecho, en relación a la disputa entre interpretes finales la
“CORTE IDH” vs. la “CSJN” por el derecho a la última palabra, poniendo en
crisis esta última la interpretación sobre la obligatoriedad de los fallos de la
Corte de San José, por lo que se propone en este trabajo “el diálogo
interjurisdiccional” como una posible solución superadora del conflicto,
temática abordada en el Curso de Actualización sobre la Protección
Supranacional de los Derechos Humanos en Perugia, Italia.

2).-Resumen del caso “FONTEVECCHIA y D’ AMICO vs. ARGENTINA”


sustanciado ante la CIDH y su fallo:

DESARROLLO DEL CASO:

Los hechos del presente caso se relacionan con dos publicaciones


consignadas en una revista el 5 y 12 de noviembre de 1995, donde se
vinculaba al entonces Presidente de Argentina, Carlos Menem, con la
existencia de un presunto hijo no reconocido por él. Jorge Fontevecchia y
Héctor D’Amico son periodistas que se desempeñaban como editores en
dicha revista. - El señor Menem demandó civilmente a la editorial de la
revista así como a Jorge Fontevecchia y Héctor D’Amico. El objeto de dicha
acción era obtener un resarcimiento económico por el alegado daño moral
causado por la supuesta violación del derecho a la intimidad, consecuencia
de las publicaciones de la revista. Adicionalmente, se solicitó la publicación
íntegra de la sentencia a cargo de los demandados.

En 1997 un juez de primera instancia en lo civil rechazó la demanda


interpuesta por el señor Menem. La sentencia fue apelada y en 1998, la
Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil de la Capital Federal revirtió la
decisión y condenó a la editorial y a Jorge Fontevecchia y Héctor D’Amico a
pagar la suma de $150.000,00. Los demandados interpusieron un recurso
extraordinario federal. En el año 2001 la Corte Suprema confirmó la
sentencia recurrida aunque modificó el monto indemnizatorio, reduciéndolo a
la suma de $60.000,00.

Análisis de fondo:

Libertad de pensamiento y de expresión, en relación con la obligación de


respetar los derechos 1.1. Derechos a la libertad de pensamiento y de
expresión y a la vida privada. La Corte determinó que la violación del artículo
13 de la Convención Americana resultó de la decisión de la Corte Suprema
que confirmó la condena civil impuesta por un tribunal de alzada. De tal
modo la medida de responsabilidad ulterior impuesta resultó innecesaria en
una sociedad democrática e incompatible con aquel tratado. En el presente
caso no fue la norma en sí misma la que determinó el resultado lesivo e
incompatible con la Convención Americana, sino su aplicación en el caso
concreto por las autoridades judiciales del Estado, la cual no observó los
criterios de necesidad mencionados. Si bien los argumentos de los
representantes y las consideraciones de los peritos sobre la eventualidad
que, con base a la norma cuestionada, se arriben a decisiones contrarias al
derecho a la libre expresión resultan atendibles, la Corte considera que, en
general, aquella disposición, en grado suficiente, permite a las personas
regular sus conductas y prever razonablemente las consecuencias de su
infracción. De tal modo que su aplicación resulte conforme a la Convención
dependerá de su interpretación judicial en el caso concreto. Este Tribunal ha
establecido en su jurisprudencia que es consciente que las autoridades
internas están sujetas al imperio de la ley y, por ello, están obligadas a
aplicar las disposiciones vigentes en el ordenamiento jurídico. Pero cuando
un Estado es parte de un tratado internacional como la Convención
Americana, dicho tratado obliga a todos sus órganos, incluidos sus jueces,
quienes deben velar por que los efectos de las disposiciones de la
Convención no se vean mermados por la aplicación de normas o
interpretaciones contrarias a su objeto y fin. Los jueces y órganos vinculados
a la administración de justicia en todos los niveles están en la obligación de
ejercer ex officio un “control de convencionalidad” entre las normas internas
y la Convención Americana, evidentemente en el marco de sus respectivas
competencias y de las regulaciones procesales correspondientes. En esta
tarea, los jueces y órganos vinculados a la administración de justicia deben
tener en cuenta no solamente el tratado, sino también la interpretación que
del mismo ha hecho la Corte Interamericana. Al respecto, la Corte destaca la
importancia de que los órganos judiciales argentinos aseguren que los
procedimientos internos en los cuales se debate el ejercicio del derecho a la
libertad de expresión, cumplan con el propósito y fin así como las demás
obligaciones derivadas de la Convención Americana. De tal modo, es
preciso que en el análisis de casos como el presente tengan en cuenta el
umbral diferenciado de protección al derecho a la vida privada consecuencia
de la condición de funcionario público, la existencia de interés público de la
información y la eventualidad que las indemnizaciones civiles no impliquen
una inhibición o autocensura de quienes ejercen el derecho a la libre
expresión y de la ciudadanía, lo cual restringiría ilegítimamente el debate
público y limitaría el pluralismo informativo, necesario en toda sociedad
democrática. Con base en las consideraciones anteriores, el Tribunal
concluye que el Estado no incumplió la obligación general de adoptar
disposiciones de derecho interno establecida en el artículo 2 de la
Convención Americana, en relación con el derecho a la libertad de
expresión, respecto de la legislación civil.

Reparaciones:

La Corte dispone que, La Sentencia de Fondo, Reparaciones y Costas,


constituye per se una forma de reparación. - El Estado debe dejar sin efecto
la condena civil impuesta a los señores Jorge Fontevecchia y Héctor
D’Amico así como todas sus consecuencias, en el plazo de un año contado
a partir de la notificación de la Sentencia de Fondo, Reparaciones y Costas.
El Estado debe realizar las publicaciones dispuestas en la Sentencia de
Fondo, Reparaciones y Costas, de conformidad con lo establecido en el
párrafo 108 de la misma. - El Estado debe entregar los montos referidos en
los párrafos 105, 128 y 129 de la Sentencia de Fondo, Reparaciones y
Costas, dentro del plazo de un año contado a partir de su notificación. - La
Corte supervisará el cumplimiento íntegro de la Sentencia de Fondo,
Reparaciones y Costas, en ejercicio de sus atribuciones y en cumplimiento
de sus deberes conforme a la Convención Americana, y dará por concluido
el presente caso una vez que el Estado haya dado cabal cumplimiento a lo
dispuesto en la misma. El Estado deberá, dentro del plazo de un año
contado a partir de la notificación de la Sentencia de Fondo, Reparaciones y
Costas, rendir a la Corte un informe sobre las medidas adoptadas para
cumplir con la misma. Puntos resolutivos: La Corte declara que El Estado
violó el derecho a la libertad de expresión reconocido en el artículo 13 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, en relación con el artículo
1.1 de la misma, en perjuicio de los señores Jorge Fontevecchia y Hector
D’Amico. - El Estado no incumplió la obligación general de adoptar
disposiciones de derecho interno, reconocida en el artículo 2 de la
Convención Americana.”1.
3).-Análisis del fallo dictado por la CSJN en los autos caratulados
“MINISTERIO DE RELACIONES EXTERIORES y CULTO s/ INFORME
SENTENCIA DICTADA EN EL CASO “FONTEVECCHIA y D’ AMICO vs.
ARGENTINA”:

La Corte Suprema de Justicia de la Nación desestimó la presentación de la


Dirección General de Derechos Humanos del Ministerio de Relaciones
Exteriores y Culto por la cual se solicitaba que, como consecuencia del fallo
de la Corte Interamericana dictado en la causa “Fontevecchia y otros c/
República Argentina”, dejara sin efecto una sentencia firme dictada por ella,
en la que había impuesto una condena civil a los Sres. Jorge Fontevecchia y
Héctor D’Amico. La CSJN el 14 de Febrero de 2017 dictó un fallo opinable
en derecho, en los autos mencionados supra y con el voto mayoritario,
decidió no cumplir con la sentencia de la Corte IDH en un caso contencioso
en que la Argentina fue parte, generando un gran debate jurídico e
institucional en la sociedad argentina que divide la interpretación de los
doctrinarios y juristas.

a).- Fundamentos de la posición mayoritaria de la CSJN para


desestimar el cumplimiento del fallo de la Corte IDH:

La misma fue conformada por el voto conjunto de los jueces Ricardo


Lorenzetti, Elena Highton de Nolasco, Carlos Rosenkrantz y el voto propio
del juez Horacio Rosatti; y en disidencia el Sr. Ministro Juan Carlos
Maqueda.

En el considerando 6 y 20) de la sentencia la CSJN reconoce en principio la


obligatoriedad de las sentencias de la Corte Interamericana, dictadas en
procesos contencioso contra el Estado Argentino (art.68.1 CADH); sin
embargo condiciona dicha obligatoriedad a que las mismas lo sea dentro del
marco de sus potestades remediales, esto es que debe circunscribirse a
aquella materia sobre la cual tiene competencia el tribunal internacional
( art.63, CADH, arts.27,75 inc.22 y 108 Constitución Nacional). Sostiene que
con ese alcance el Estado argentino se ha obligado internacionalmente a
acatar las decisiones de la Corte Interamericana. En el considerando 8, 9 y
10) remarca el carácter subsidiario del sistema interamericano de protección
de derechos humanos ( cfr. arts.46.1.a y 61.2 CADH) y en el principio en que
la Corte no actúa como una instancia más en los casos tratados por las
Cortes Nacionales. Que la Corte Interamericana no constituye una cuarta
instancia que revisa o anula decisiones jurisdiccionales estatales, sino que
es subsidiaria, coadyuvante y complementaria (se remite entre otros, al
caso “Pérez y otros vs Venezuela. Sent. 28 de enero de 2009 de la Corte
IDH). En el considerando 11) la Corte entiende que dejar sin efecto la
sentencia dictada por ella en virtud de la orden de la Corte Interamericana,
es sinónimo de “revocar”, lo que implicaría transformar a dicho tribunal, en
una “cuarta instancia” revisora de las sentencias dictadas por esta Corte, en
clara violación a los principios estructurales del sistema interamericano y en
exceso de las obligaciones convencionalmente asumidas por el Estado. En
el considerando 12 y 13) la Corte pone de manifiesto que al ordenar la Corte
de San José dejar sin efecto la sentencia dictada por ella, pasada en
autoridad de cosa juzgada, ha recurrido a un mecanismo restitutivo que no
se encuentra previsto en el texto convencional y recurre al art.31 de la
Convención de Viena sobre los Tratados que determina los límites de la
competencia remedial de los tribunales internacionales y al art.32. Asimismo
recalca que el art.63.1 CADH no contempla la posibilidad que la Corte
Interamericana disponga que se deje sin efecto una sentencia dictada en
orden nacional. En el considerando 16) la Corte resalta que dejar sin efecto
la sentencia dictada por ella pasada en autoridad de cosa juzgada, es un
supuesto en que la restitución resulta jurídicamente imposible a la luz de los
principios fundamentales del derecho público argentino. Que el
constituyente ha consagrado en el art.27 de la Constitución Nacional una
esfera de reserva soberana, delimitada por los principios de derecho público
establecido en la Constitución Nacional, a lo cuales los tratados
internacionales deben ajustarse y con los cuales deben guardar
conformidad. En el considerando 17 y 18) argumenta que entre los principios
inconmovibles se encuentra el carácter de la CSJN como órgano supremo y
cabeza del Poder Judicial, conforme surge del art.108 de la Constitución
Nacional. En el considerando 19) Interpreta el art.27 CN en el sentido que no
ha sido alterado por la reforma Constitucional del 1994, toda vez que el
constituyente al otorgar jerarquía constitucional a la CADH entre otros
tratados internacionales sobre derechos humanos, expresa que sus normas
“no derogan articulo alguno de la primera parte de esta Constitución”
reafirmando la plena vigencia de los principios de derecho público
establecidos en la norma fundamental como valladar infranqueable para los
tratados internacionales. En el considerando 20) concluye que no
corresponde hacer lugar a los solicitado por la Secretaria de Derechos
Humanos de la Nación. Si bien no niega el carácter vinculante a las
decisiones de la Corte Internacional, sino que supedita su obligatoriedad
68.1)CADH a la materia sobre la cual tiene competencia el tribunal
internacional (art.63 CADH, arts.27,75 inc.22 y 108 Constitución Nacional).
El Sr. Ministro Rosatti en su voto compartió en lo fundamental, los
argumentos expuestos por la mayoría y recalcó el margen de apreciación
nacional de la Corte Suprema en la aplicación de las decisiones
internacionales (con base en los arts. 75 inc. 22 y 27 de la Constitución
Nacional).Sostiene que en un contexto de “diálogo jurisprudencial” que
procure mantener la convergencia decisional entre los órganos con
competencias para dirimir conflictos en los ámbitos nacional e internacional,
reconociendo a la Corte IDH como ultimo interprete de la CADH ( arts.62
puntos 1 y 3 CADH) y a la Corte Suprema de Justicia de la Nación como
último interprete de la de la Constitución Nacional ( arts.116 y 117 de la
Constitución Nacional) , por lo que hay que lograr que sus criterios, en cada
caso concreto, se integren y no colisionen a los fines de salvaguardar la
institucionalidad de ambos órganos. Concluyó que la reparación encuentra
adecuada satisfacción mediante las medidas de publicación del
pronunciamiento internacional y que en atención al reintegro de los montos
de condena oportunamente fijados por la CSJN como las reparaciones
admitidas en sede internacional no resulta necesario la intervención judicial
para que el estado argentino proceda voluntariamente a su cumplimiento, no
resultando posible la revocación formal del decisorio de la Corte Suprema de
la Nación.

El Sr. Ministro Juan Carlos Maqueda, emitió su voto en disidencia, conforme


la posición asumida por el mismo en sus votos en los fallos “Cantos”
(326:2968), “Espósito” (327:5668), “Derecho” (336:1024), “Carranza
Latrubesse”(336:1024) y “Mohamed” ( resolución de la CSJN 477/15 del 25
de marzo de 2015- Expte. 4499/13), según la cual a partir de la reforma
constitucional de 1994, las sentencias de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos dictadas en causas en que la Argentina es parte deben
ser cumplidas y ejecutadas por el Estado y, en consecuencia, son
obligatorias para la Corte Suprema de Justicia de la Nación, lo que responde
al principio primordial del derecho sobre la responsabilidad internacional del
Estado, según el cual los estados deben acatar sus obligaciones
convencionales internacionales de buena fe (pacta sunt servanda) y de
conformidad con la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados
1969, no se pueden dejar de cumplir las obligaciones internacionales
asumidas por razones de orden interno, so pena de verse comprometida la
referida responsabilidad ( art.27 de la referida Convención), por lo que
concluye que corresponde dejar sin efecto la sentencia dictada por la CSJN
y por la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil en la citada causa
“Menem” en cuanto atribuye responsabilidad civil e impusieron una condena
a los señores Jorge Fontevecchia y Héctor D´Amico.-

b).-El control de Convencionalidad en el sistema interamericano–


Antecedentes jurisprudenciales:
En la jurisprudencia de la Corte Interamericana (Corte IDH), ha surgido el
concepto control de convencionalidad para denominar a la herramienta que
permite a los Estados concretar la obligación de garantía de los derechos
humanos en el ámbito interno, a través de la verificación de la conformidad
de las normas y prácticas nacionales, con la Convención Americana de
Derechos Humanos (CADH) y su jurisprudencia.2.
La Corte IDH ejerce su autoridad interpretativa se autoproclama la interprete
final de la CAHD impulsando la doctrina del control de convencionalidad, lo
que surge del art.62.1 CADH. Calogero Pízzolo manifiesta que “el control
“difuso” de convencionalidad, citando a Ferrer Mac-Gregor en relación al
control que llevan adelante los jueces nacionales, no consiste simplemente
en dejar de aplicar la norma nacional por ser contraria al “parámetro” de
convencionalidad, sino que implica, en primer término, tratar de “armonizar”
la norma nacional con la convencional. Esto significa realizar una
“interpretación conforme” de la norma nacional con la CADH, sus protocolos
y la jurisprudencial convencional (como estándar mínimo), para desechar
aquellas “interpretaciones” contrarias o incompatibles al parámetro
convencional.
El mismo autor mexicano, define a la interpretación conforme como la
“técnica hermenéutica” por medio de la cual los derechos y libertades
constitucionales son armonizados con los valores, principios y normas
contenidos en los tratados internacionales sobre derechos humanos
signados por los Estados, así como por la jurisprudencia de los tribunales
internacionales (y en ocasiones otras resoluciones y fuentes
internacionales), para lograr su mayor eficacia y protección. La interpretación
conforme supone la aplicación de técnicas interpretativas que permitan la
comprensión de las normas en conflicto de modo compatible entre sí. Ello
con una importante particularidad como es que se trata de una interpretación
mutua o doblemente conforme, pues “implica no adaptar la interpretación a
una norma situada en un nivel más elevado (escenario de la interpretación
conforme), sino simultáneamente a dos normas superiores”3.
Siguiendo a Lautaro Pittier, expresa que en el sistema interamericano el
término de control de convencionalidad surge por primera vez en la
jurisprudencia de la Corte Interamericana en el caso “Myrna Mack Chang
vs. Guatemala” en el año 2003, lo que no implica que la Corte a partir de
este caso haya ejercido tal poder, sino que lo ha hecho desde siempre; de
esta forma se van sucediendo otros pronunciamientos en la misma línea
argumental, ejemplo de ello es el caso “Almonacid Arellano y otros vs. Chile”
del año 2006, en el mismo la Corte Interamericana estableció
específicamente en su considerando 124 que: “…cuando un Estado ha
ratificado un tratado internacional como la Convención Americana, sus
jueces, como parte del aparato del Estado, también están sometidos a ella,
lo que les obliga a velar porque los efectos de las disposiciones de la
Convención no se vean mermadas por la aplicación de leyes contrarias a su
objeto y fin, y que desde un inicio carecen de efectos jurídicos”. (En igual
sentido se expidió en el caso “Fontevecchia”). En otras palabras, el Poder
Judicial debe ejercer una especie de “control de convencionalidad” entre las
normas jurídicas internas que aplican en los casos concretos y la
Convención Americana sobre Derechos Humanos. En esta tarea, el Poder
Judicial debe tener en cuenta no solamente el tratado, sino también la
interpretación que del mismo ha hecho la Corte Interamericana, intérprete
última de la Convención Americana….La ratificación de un tratado
internacional (no solo la CADH) obliga a los Estados a velar por su
cumplimiento aún por encima del ordenamiento jurídico interno. 4. En este
sentido el art.27 de la Convención de Viena de 1969 sobre el Derecho a la
interpretación de los Tratados dispone que un Estado no puede invocar su
legislación interna para incumplir una obligación internacional. También me
parce importante resaltar que en Argentina “…Tras la reforma
constitucional de 1994, deben tenerse en cuenta las directivas que surgen
del derecho internacional de los Derechos Humanos. En el precedente
Mazzeo (Fallo 330:3248, 13/07/2007) se enfatizó que la interpretación de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos debe guiarse por la
jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (C.I.D.H)
que importa una insoslayable pauta de interpretación para los poderes
constituidos argentinos en el ámbito de su competencia y, en consecuencia,
también para la Corte Suprema de Justicia de la Nación, a los efectos de
resguardar las obligaciones asumidas por el Estado argentino en el sistema
interamericano de protección de los derechos humanos ( consid. 20). La
Corte IDH ha señalado que es consciente de que los jueces y tribunales
internos están sujetos al imperio de la ley y, por ello, están obligados a
aplicar las disposiciones vigentes en el ordenamiento jurídico. Pero cuando
un Estado ha ratificado un tratado internacional como la Convención
Americana, sus jueces, como parte del aparato del Estado, también están
sometidos a ella, lo que les obliga a velar porque los efectos de las
disposiciones de la Convención no se vean mermados por la aplicación de
leyes contrarias a su objeto y fin, y que desde un inicio carecen de efectos
jurídicos. Concluyó que “en otras palabras, el Poder judicial debe ejercer una
especie de control de convencionalidad entre las normas jurídicas internas
que aplican en los casos concretos y la Convención Americana sobre
Derechos Humanos” (caso “Almonacid”, del 26 de Septiembre de 2006,
parág. 124, consid.129. En diversas ocasiones posteriores, la Corte IDH ha
profundizado el concepto fijado en el citado precedente “Almonacid”. En
efecto, el caso “Trabajadores Cesados del Congreso (Aguado Alfaro y otros)
vs. Perú”, del 24 de noviembre de 2006, parág.128 ( La Corte en forma
mayoritaria menciona expresamente el control de convencionalidad y el
deber de los jueces nacionales de desarrollarlo ex oficio). Tal criterio fue
reiterado alguno años más tarde, expresado en similares términos, en los
casos “Ibsen Cárdenas e Ibsen Peña vs. Bolivia”( del 1° de septiembre de
2010, parág. 202); “Gómez Lund y otros ( Gerrlha do Raguaia”) vs. Brasil
( del 24 de noviembre de 2010, parág. 176) y “Cabrera y Montiel Flores vs.
México”( del 26 de noviembre de 2010, parág. 225)5.
Es de destacar que a partir del caso “Gelman vs. Uruguay” los tribunales no
solo deben aplicar y realizar el control de convencionalidad, sino que todos
los órganos de los Estados que han ratificado la CADH deben realizar el
mismo. La Corte IDH al respecto dijo: “…los jueces y órganos vinculados a la
administración de justicia de todos los niveles” están obligados a ejercer aun
de oficio, el control de convencionalidad.

c).- El Control de Constitucionalidad en la Argentina:


Parafraseando a Jorge Alejandro Amaya, quien expresa en su obra que la
República Argentina es un estado federal con constitución rígida (según
art.122, Const. nacional, las provincias se dan sus propias constituciones y
se rigen por ellas). Sus arts.31 y 75, inc.22 y 24, establecen el principio de
supremacía constitucional y el orden jerárquico del derecho positivo
argentino, por el cual todo norma jurídica debe estar de acuerdo con la
Constitución y que su violación implica un vicio o defecto. El nacimiento del
control de constitucionalidad obedeció a una creación jurisprudencial en los
recordados casos “Sojo” (1887) y “Elortondo” (1888). Conforme el art.116 de
la Constitución Nacional, por el cual el poder judicial de la Nación debe
conocer y decidir “todas las causas que versen sobre puntos regidos por la
Constitución”, siendo esta suprema (art.31) puede entenderse que el Poder
Judicial está obligado a inaplicar las normas contrarias a ella.6.
En la República Argentina, existe el control difuso y judicial de
constitucionalidad, lo que significa que cualquier Juez nacional o provincial
de cualquier jurisdicción y competencia, puede declarar la
inconstitucionalidad de una norma, ley o decreto, que sea contraria a la
Constitución Nacional o provincial. La CSJN es el intérprete final de la
Constitución conforme la jurisprudencia pacífica de sus fallos 315:2386.
Algunas provincias argentinas prevén en sus Constituciones en forma
expresa el deber que tienen los jueces de declarar la inconstitucionalidad de
una norma, por ejemplo el art. 10 de la Constitución de la Provincia de San
Luis.
d).-Una propuesta conciliadora para superar el conflicto entre
interpretes finales “El diálogo interjurisdiccional”.
Calogero Pizzolo manifiesta que detrás del pluralismo constitucional,
aparece el problema de las normas interconectadas a una comunidad de
intérpretes finales, que reclaman para sí el derecho a la última palabra. Los
miembros de esta comunidad debieran, pues, mediante el diálogo
interjurisdiccional, establecer coincidencias que torne pacífica la
cohabitación normativa en un espacio común. Expresa que Jacqué insiste en
que la visión fundada en la ordenación jerárquica que propone la pirámide
de Kelsen, no permite explicar la realidad actual: si el análisis clásico
conserva cierta utilidad en el estudio de la relación entre normas hacia el
interior de un mismo orden jurídico, afirma, aquél cede al momento de
intentar explicar las relaciones complejas entre ordenamientos jurídicos.
Explica que en este contexto de pluralismo constitucional, la pirámide como
figura explicativa de la geometría jurídica, deja su lugar a una especie de
trapecio al aplanarse su vértice superior donde ahora se detecta un
pluralismo de ordenamientos superiores. Las normas interconectadas son,
por tanto, producto del ejercicio de competencias horizontales o
transversales. Cada regulación constituye un elemento normativo
interconectado por una materia común pero, además, por un ámbito
territorial común de aplicación. En otras palabras, las normas
interconectadas señalan la existencia de una protección multinivel o por
niveles, en este caso –por cierto el más emblemático de los derechos
humanos. En ello esencialmente consiste el pluralismo jurídico. Los distintos
ordenamientos jurídicos se relacionan sin establecer entre ellos relaciones
de jerarquía. Existirán tantas instancias como ordenamientos
constitucionales estén siendo aplicados simultáneamente. No hay ya, por
tanto, “una clara unidad de interpretación, sino tantas unidades de
interpretación como ordenamientos constitucionales componentes de ese
pluralismo reconozcamos”. En tales casos, existe un contexto de conflicto
potencial entre distintos ordenamientos constitucionales que ha de
resolverse de manera no jerárquica.8
El mismo autor, esgrime que las normas interconectadas nos permiten
detectar la existencia de una comunidad de intérpretes finales y, por tanto un
núcleo problemático. Cada elemento normativo interconectado remite a un
intérprete que reclama para sí el derecho a la última palabra. ¿Qué pasaría
si cada intérprete estableciera niveles de protección diversos para los
derechos humanos vigentes en un territorio nacional determinado?
Expresa que la conclusión no tarda en aparecer, dichos intérpretes están
condenados a entenderse mediante un fluido dialogo judicial o
interjurisdiccional para evitar el quiebre del equilibrio o la cohesión interna
dentro de la comunidad y se termine privando de eficacia a la norma
interconectada. Ahora bien, como primer afirmación concreta el diálogo
interjurisdiccional pareciera declarar incompatible con su esencia misma el
uso de un leguaje en términos absolutos, excluyentes, más cercanos a un
monólogo que al diálogo mismo. Partiendo de dicha premisa se pueden
encontrar tanto en la doctrina como la jurisprudencia, a grandes rasgos, dos
modos de construir el diálogo. Uno, donde se defiende un mayor
protagonismo del juez nacional apelando a un self-restraint de los tribunales
supranacionales y al desarrollo –entre otras– de la doctrina del margen
nacional de apreciación. Otro, donde el mayor protagonismo lo reclaman los
jueces supranacionales y la auto contención es reclamada a los jueces
nacionales que prácticamente carecen de un margen propio de
interpretación. El primer modo es el que influye en el control de
convencionalidad europeo, el segundo en dicho control promovido por la
Corte Interamericana. El diverso origen de los distintos niveles de protección
involucrados, presenta al conflicto entre ordenamientos como una constante.
En este sentido, el diálogo es la búsqueda de un equilibrio constante, para
desarrollar dicho diálogo, en consecuencia, los miembros de la comunidad
de intérpretes finales –jueces nacionales y órganos supranacionales- deben
fijar como punto de partida interpretaciones inclusivas y no interpretaciones
excluyentes. Es decir, distanciarse de posturas de carácter absoluto –sin
punto de equilibrio– para promover posturas integradas representadas en lo
que denominamos reglas de cohabitación de intérpretes. Estas reglas,
producto generalmente de la práctica jurisdiccional nacional y supranacional,
permiten la solución de conflictos por la última palabra en la interpretación de
normas interconectadas. A tal efecto, representan consensos básicos por la
comunidad de intérpretes en su conjunto. El reconocimiento de un margen
nacional de apreciación o la interpretación conforme son parte de las citadas
reglas. Sin embargo, no debe olvidarse que, el gran desafío que sucede al
consenso alcanzado sobre una regla de cohabitación, constituye a la vez un
límite a la cohabitación misma.9.
4)- LA ÚLTIMA PALABRA EN EL SISTEMA EUROPEO:
En prieta síntesis se puede decir que el Tribunal de Justicia Europeo “TJ”
desde hace varias décadas ha afirmado tener la última palabra en todo
aquello que se vincula con el Derecho de la Unión Europea (que como su
jurisprudencia lo ha establecido se caracteriza por su primacía, efecto directo
y aplicación automática e inmediata), el Tribunal Constitucional Federal
Alemán (TCFA) afirmó que se reservaba la competencia de determinar
cuándo tal autoridad de la Unión actúa. Hay que advertir que, no obstante lo
anterior, cuando el TCFA tuvo la oportunidad de aplicar la posición expuesta,
atenuó sus afirmaciones en gran medida.
En efecto, en la sentencia de julio de 2010, asunto denominado Honeywell,
el TCFA en primer lugar señaló que, en ejercicio de su competencia de
determinar si una actuación es o no ultra vires, es necesario tener en cuenta
que al TJ le corresponde salvaguardar la unidad y coherencia del Derecho
de la Unión Europea, y no puede perderse de vista una actitud de apertura al
derecho comunitario; y en segundo lugar, para proceder a cualquier análisis,
(i) el TJ debió tener la posibilidad de pronunciarse sobre la validez del acto
bajo estudio, (ii) debe tratarse de una violación manifiesta del principio de la
competencia de atribución, y (iii) es necesario admitir que el TJ tiene un
margen de error. En otras palabras, no obstante la severidad de su
sentencia Lisboa, posteriormente se advierte como el TCFA, más consciente
de la necesidad de generar diálogo y no discordia entre las Cortes, limitó
considerablemente la posibilidad de activar su competencia por actuaciones
ultra vires de los órganos de la Unión.
La Unión Europea, como organización supranacional es un paradigma de la
integración en el mundo, debe continuar su camino de perfeccionamiento y,
en este trasegar, no debe dudarse que el conjunto de valores que la forjó,
entre los cuales la tolerancia tiene un lugar principal, va a seguir guiando su
camino para continuamente actualizarla a los desafíos del mundo de hoy.10

5).-REFLEXIONES FINALES:
Del análisis del fallo mayoritario de la CSJN “FONTEVECCHIA”, conforme
los argumentos expuestos considero que con el mismo se desanda los
largos caminos recorridos en el cumplimiento de las obligaciones
internacionales asumidas por la República Argentina, como la defensa por la
violación y protección de los DDHH en el sistema interamericano, toda vez
que se ha puesto en duda la obligatoriedad de las sentencias de la Corte
IDH, por el máximo Tribunal Argentino, contrariando la conducta asumida
por la misma en la jurisprudencia de la Corte IDH, que he mencionado a lo
largo de esta presentación.
Es de resaltar que en el caso “Carranza Latrubesse”, la CSJN reconoce la
obligatoriedad de los informes de fondo de la Comisión Interamericana
valorizando de esta forma el Sistema Interamericano de Derechos Humanos
y donde expresó que “si un Estado suscribe y ratifica un tratado
internacional, especialmente si se trata de Derechos Humanos, como es el
caso de la Convención Americana, tiene la obligación de realizar sus
mejores esfuerzos para aplicar las recomendaciones de un órgano de
protección como lo es la Comisión”. Por otro lado la CSJN también dijo en
“Derecho, René Jesús s/ Inc. de Prescripción de la Acción Penal, sentencia
del 29/11/2011 (D. 1682. XL)”, “…con el objeto de dar estricto cumplimiento
a lo ordenado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en la
sentencia “Bueno Alves vs. Argentina”, corresponde hacer lugar al recurso
de revocatoria articulado, dejar sin efecto el pronunciamiento apelado y
devolver las actuaciones a la instancia anterior para que, por quien
corresponda, se cumplimenten las pautas fijadas en dicho fallo” , por lo que
no se entiende porque en este caso adopta una postura totalmente diferente.

Tampoco se puede considerar en el caso comentado, que la Corte de San


José, se haya convertido en una “cuarta instancia” que revise o anule
decisiones jurisdiccionales estatales, cuando la misma tiene competencia
contenciosa por el caso sometido a su jurisdicción.

No se puede obviar que es la Corte IDH-quien determina el alcance de su


propia competencia (art.62 CADH) y es de resaltar que en el caso analizado
no hubo cuestión preliminar al respecto, por lo que no puede el máximo
Tribunal Argentino, incumplir el fallo de la Corte IDH, argumentando que el
Tribunal Internacional no tiene competencia para ordenarle que se deje sin
efecto la sentencia por ella dictada, como así también recurrir al mecanismo
de la “cosa Juzgada” que es una clara regresión en materia de protección
de los derechos humanos que va en contra de la propia jurisprudencia de la
CSJN.

Estamos transitando el siglo XXI, vivimos en un mundo globalizado en


permanente cambio, donde la concepción e interpretación del derecho no
puede realizarse de manera estática sino dinámica, muestra de ello es la
universalización de los derechos humanos y la existencia de tribunales
supranacionales, donde las personas acuden para proteger la violación a
sus derechos por parte de los Estados. En este caso la CSJN recurre a una
interpretación estática del derecho que no es compatible con los principios
“pro omine y de progresión” que rigen la protección de los DDHH.

Se puede decir que en una disputa de intérpretes finales, al derecho a la


última palabra se pone en jaque la protección supranacional de los derechos
humanos de los ciudadanos argentinos, arrogándose la Corte Suprema
Nacional el derecho a la última palabra en el caso analizado.

Por imperativo convencional art.68.1 y 2 la sentencia de la CORTE IDH es


definitiva, obligatoria, y ejecutable, no podemos dejar de lado que La
República Argentina ha ratificado la CADH en el año 1984 y posteriormente
fue incorporada con la reforma constitucional del año 1994 al texto de la
Constitución Nacional, art.75 inc.22, teniendo rango constitucional, entonces
no puede la CSJN ampararse en el texto del art.27 de la Constitución
Nacional, violando el art.27 de la Convención de Viena de 1969 que dispone
que un Estado no puede invocar su legislación interna para incumplir una
obligación internacional, como sucede en este caso.
Con este fallo se afecta claramente, el principio de progresividad
establecido en el art.26 de la Convención Americana, y se abren varios
interrogantes: por un lado sobre la responsabilidad internacional que le cabe
al Estado Argentino por el incumplimiento de la sentencia de la Corte IDH;
Qué postura adoptará la Corte IDH cuando supervise el cumplimiento de
esta sentencia; sumado a la incertidumbre que se plantea con las futuras
sentencias a dictarse por la Corte Internacional ante casos similares al
presente. ¿Obedecerá la Corte Suprema de la Nación Argentina a la Corte
de San José?
Ante este difícil escenario, pienso que el “dialogo interjurisdiccional entre los
intérpretes finales”, aparece como una propuesta superadora del conflicto,
para construir consensos mínimos, que conspiren al fortalecimiento de la
protección de los derechos humanos en el ámbito nacional e internacional en
pro de los ciudadanos argentinos.
La problemática que se ha generado entre la Corte IDH y la CSJN, no
sucede solamente en el sistema interamericano, sino también en el Europeo,
muestra de ello son las tensiones que existen entre las Cortes
Constitucionales Europeas, los Jueces Nacionales, los Jueces del Tribunal
de Justicia Europeo “Luxemburgo” y los Jueces del TEDH “ Estrasburgo”,
ahora bien para armonizar los distintos ordenamientos, los jueces europeos
a diferencia de los jueces americanos, han apelado a la tolerancia, y a
distintas técnicas de interpretación, ya sea del margen de apreciación
nacional, de cooperación, control de identidad constitucional y al diálogo
interjurisdiccional, como técnicas de cohabitación, entre otras, a los fines de
no desautorizar la palabra de los Tribunales de Luxemburgo y Estrasburgo
con quienes integran una compleja comunidad de interpretes finales
conocido como el Triángulo Judicial Europeo, en aras de la eficacia y
funcionamiento del sistema de protección de los derechos humanos en
beneficio de los ciudadanos, enseñanza que se debería imitar.
6).-BIBLIOGRAFIA.-
1.- (Ficha Técnica: Fontevecchia y D’ Amico vs Argentina (Corte IDH)
publicación on line).
2.-Cuadernillo de Jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos N°7: “Control de Convencionalidad” -publicación on line.-
3.-(Calogero Pizzolo, “Dialogo o Monólogo: La Corte Interamericana de
Derechos Humanos y el Control de Convencionalidad- El Caso Argentino”-La Corte
Interamericana como “Interprete Final de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos: El Control de Convencionalidad”, Intersentia pag.195)
4.-Lautaro Pittier “Control de Convencionalidad en la Argentina”. Revista II
Derechos Humanos.
5.-Sivia Eugenia Fernández, “Tratado de Derecho de Niños, Niñas y
Adolescentes-Tomo 1,p.116.
6.- (Jorge Alejandro Amaya, “Control de Constitucionalidad”, pags.120 y
121).
7.-(Calogero Pizzolo, “El Dialogo Interjurisdiccional: ¿Una salida al conflicto
por la Última palabra”, Intersentia pags.182 y 183).
8.- (Calogero Pizzolo, “Definición del Núcleo Problemático: La Formación de
Normas Interconectadas y la Superación de la Ordenación Jerárquica”.
Intersentia pags.182 y 183).

9.- (Calogero Pizzolo, “El Dialogo Interjurisdiccional: ¿Una salida al conflicto


por la Última Palabra? Intersentia pags.183 y 185).
10.-Revista Electrónica de la Cátedra Jean Monnet de la Facultad de
Derecho de la Universidad de Buenos Aires, Año III N°1-2015, p.20 y ss..
11.-Jurisprudencia citada.

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