EILEEN MYLES, FOR NOW (YALE UNIVERSITY PRESS, 2019), Ps
EILEEN MYLES, FOR NOW (YALE UNIVERSITY PRESS, 2019), Ps
EILEEN MYLES, FOR NOW (YALE UNIVERSITY PRESS, 2019), Ps
28-33
Hay escritores que conozco que cuando están de viaje no le dicen a nadie que son escritores. La
gente te pregunta: qué escribís. ¿Por qué no nos gusta esa pregunta? O te dicen: siempre quise ser
escritor. Los ojos de la persona se ponen un poco soñadores, con la mirada con la que espera que
mires un fotógrafo al sacarte una foto. La gente piensa que vas a lugares hermosos para escribir y
vivir la vida. Y en realidad es cierto todo eso. La parte que apesta es que estás escribiendo. Estaba
pensando que ya escribí suficiente y tal vez deje la computadora cargando un rato. Puedo escribir
en un cuaderno. Pienso eso y empiezo a tener ideas. Escribir es como la vida sexual. Lo que soy es
abstracto. Estoy feliz de parecer la más tonta del mundo. Entonces cierro los ojos y me pregunto si
me creés. Últimamente estuve haciendo todo lo que considero que no es mi trabajo. Me pregunto
qué es lo que estoy haciendo ahora. Algo intermedio, supongo. ¿Está bien decir por qué escribo?
¿Es un laburito?
Pero, ¿tengo alguna religión? Hay un punto en el que no me importa. Y ahora estoy en ese punto.
Querido diario. Escribí prólogos para los libros de importantes escritores y artistas, en su mayoría
mujeres. Algunas vivas y otras muertas. Chantal Akerman. Kathy Acker. Gail Scott. Lynne Tillman.
Can Xue. Michael Lally. Con Michael pensé que había aceptado escribir un texto de propaganda.
Está bueno hacer cosas para los hombres de vez en cuando.
Sólo digo que sí cuando no puedo resistirme. Pero no puedo resistirme demasiado. Siempre estoy
esperando llegar hasta acá. No digo acá exactamente, no digo Yale. Digo el lugar, ya sea un poema
o MI NOVELA, que considero MI TRABAJO. Pero hace poco me di cuenta de una cosa horrible.
Casi prefiero escribir sobre otras artistas, vivas y muertas. Ya tuve suficiente de lo mismo. No de
escribir, pero bueno, contar algo que se parece a una historia que detalla aspectos de un yo
extrañamente similar al mío. La gente podría decir que es porque no escribo ficción. Pero sí escribo
ficción. ¿O creés que esto es, no sé, lo que sea que no es ficción? Desde el momento en que pongo
la mano en el teclado, estoy mintiendo.
Todo es una coartada, al final. Porque soy conciente no tanto de que convertirme en escritora sea
una especie de construcción, sino más bien de que hay un tipo de experiencia estética que creo que
precede a la obra, o sea que de cierto modo, es una experiencia en la que caés involuntariamente y
que te hace encontrar tu estilo, contenido y oportunidad en conjunto. Y creo que eso me pasó tantas
veces como para que piense que ese es mi proceso, que pasa y volverá a pasar, sin importar
cuánto sufrimiento me cause trabajar. Y la traición es parte del proceso porque sé que voy a estar
contentísima pensando que así es increíble y un par de días después voy a mirar lo que hice y una
versión de mí misma que vive a un ritmo diferente lo va a leer va a decir que está mal. Y voy a
volver a mirarlo otra vez y a separar partes así que, en definitiva, estoy hablando de la facilidad, que
es una ficción absoluta, así que no creo en ninguna idea de géneros literarios porque son cosas
inventadas, la escritura, el arte, la música, todo, y no es tanto que sea mentira sino que está en una
relación con esta otra cosa que es la vida. Y que sea como sea, hacer eso, en mi caso escribir,
pienso que hace que esta otra cosa sea más hermosa. Tengo tiempo para hacerlo. Lo estoy
haciendo ahora, y hablando del tiempo. Pero lo puedo sentir como un pulso, tic tac. Muy de vez en
cuando estoy realmente en paz, no, estoy feliz, pero estoy cavando este pequeño agujero que
realmente está abriendo también un agujero en la otra cosa, copiándolo de alguna manera, pero de
una manera que me gusta, que me permite descansar -y relajarme, de una manera que espero que
no se parezca en nada a la escritora borracha que cuenta sus cosas durante la cena.
*
Solo quiero ponerte al día.
Escribí la mitad. En realidad, ni eso es cierto. Escribí la tercera parte. Y es un horror. Estoy en
Texas. Esperaba escribir esto justo después de año nuevo y hoy tendría que haber terminado. A
esta altura ya tenía que estar escribiendo lo mío, esa categoría confusa. (¿Qué es esto si no es lo
mío? Los signos de interrogación son histéricos. Igual los uso.)
Se suponía que hoy iba a estar viajando pero al final no. Todo es diferente. Mi novia está enferma,
así que igual ella no podía viajar. Se suponía que íbamos a estar en San Francisco, y después
Miami. Decidí quedarme en Texas, hoy 15 de enero, y escribir esto de un tirón. Tal vez lo termine
esta misma noche. Quién sabe. Tengo muchas ideas.
Me gustaría tener un diagrama exacto de lo que realmente está pasando en mi ubicación exacta
(más allá del hecho de que ni siquiera se suponía que iba a estar acá), que es el hecho de que en el
patio trasero de mi casa estoy construyendo algo. Nunca antes había construido nada. Decidí que le
iba a poner de nombre “la choza de la poeta”. Es extraño pensar que estoy construyendo eso ahí
afuera. Cuando compré la casa había una hermosa ruina de color azul pálido en el patio, una
edificación con arbustos alrededor. Le saqué muchas fotos y las publiqué en IG y la gente dice en la
sección de comentarios que "parece una pintura", lo que me avergüenza pero es verdad. Por eso lo
publiqué. La ventana de la cocina que da afuera es chiquita y sucia y a veces hay niebla y lo que
sale es una locura. En agosto, cuando venía a escribir, salía al patio por la tarde. El techo había
desaparecido en su mayor parte, estaba abierto al cielo y había cuatro grandes durmientes para los
postes y las vigas estaban salidas no muy por encima de mi cabeza; la pared del fondo estaba
parcialmente ausente, en forma triangular. Detrás de ella podías ver un árbol.
Ahí guardaba mi almohadón de meditación y un buda chiquito y sucio de San Diego (que se había
caído de una mesa y se le había salido la cabeza se la volví pegar con pegamento después lo pinté
con esmalte de uñas con glitter dorado) y los sacaba al patio al sol de la tarde y me quedaba ahí, a
veces me sacaba la remera también. Y Honey se sentaba conmigo. Es un barrio tan abandonado.
Me encanta. Mucho airbnb, casi siempre vacío. A la derecha un callejón en el que se mete un
camión de basura ocasionalmente, a vaciar el contenedor, y casi nadie más. Entonces, aunque
haya casas cerca, nunca veo a nadie. No cuando estoy sin remera sentada en el almohadón
hablando con Dios. Quiero decir que eso es lo que estoy haciendo ahora. Hablando con vos.
Fue lo primero que escribí en mi bloc de notas:
Tuve una
cita con
dios esta noche
Pero después se pone más incoherente:
qué [comió]
el contenedor
que atacó
mi heladera