El Espiritu Santo
El Espiritu Santo
El Espiritu Santo
EL ESPÍRITU SANTO
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CAPITULO 59
Muchas personas han llamado al siglo veinte el siglo del Espíritu Santo. El
surgimiento y propagación del pentecostalismo con su gran énfasis en los
ministerios del Espíritu Santo, y el florecimiento del énfasis del
dispensacionalismo en las obras del Espíritu son características de esta
edad. También la preocupación del siglo por la evangelización del mundo
acentuó la necesidad de conocer el poder del Espíritu para lograr esto.
Aunque este énfasis en la obra del Espíritu ha sido algo bueno, no siempre
se ha orientado escrituralmente; por lo tanto, hoy existe una necesidad aun
mayor de prestar atención a la enseñanza bíblica sobre este tema.
I. EL ES UNA PERSONA
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3. Él tiene una voluntad. La usa al distribuir dones al cuerpo de Cristo
(1 Corintios 12:11). También dirige las actividades de los cristianos
(Hechos 16:6–11).
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persona como ellos son personas; sin embargo, Él es una persona distinta
e identificable.
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II. EL ES DIOS
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3. Él estuvo involucrado en la creación del mundo (Génesis 1:2). Aquí,
como en otros usos del “Espíritu de Dios” en el Antiguo Testamento,
podemos preguntar si las referencias son claramente a la tercera persona
de la Trinidad o a Dios como espíritu (lo cual Él es). Comentando sobre el
versículo 2, Leupold da una respuesta juiciosa a la pregunta.
“Absolutamente ningún otro que el Espíritu Santo está considerándose
aquí…. Puede que se requiera la luz completa de la revelación del Nuevo
Testamento para que discernamos que el Espíritu Santo de Dios aquí es el
mismo que en el Nuevo Testamento se reconoce como el Espíritu Santo;
pero teniendo esa luz, no tenemos que vacilar en creer que éste arroja luz
clara sobre el uso anterior de la expresión en el Antiguo Testamento…. ¿No
parece razonable que el Espíritu de la inspiración hubiera expresado de tal
forma las palabras que tratan de Su actividad que, cuando la revelación
completa del Nuevo Testamento llegara, todas las declaraciones tocante al
Espíritu estuvieran en perfecta armonía con esta revelación posterior?”
(H.C. Leupold, Exposition of Genesis [Columbus: Wartburg, 1942],
pp.49–50).
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CAPITULO 60
EL ESPÍRITU SANTO EN EL
ANTIGUO TESTAMENTO
A. La evidencia
Siete versículos hablan de los varios aspectos de la obra del Espíritu Santo
en la Creación. Ellos son: Génesis 1:2, Job 26:13 (?); 27:3; 33:4; Salmos
33:6; 104:30; e Isaías 40:13. Mientras que algunos opinan que no son
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referencias claras al Espíritu, en realidad no hay ninguna buena razón para
considerar que no lo sean (aunque en algunos de estos versículos los
traductores usan “aliento” en vez de Espíritu).
B. Su actividad
El Espíritu estuvo involucrado en el planeamiento general del universo
(vv. 12–14).
Él también estuvo activo con relación a la creación de las estrellas del cielo
(Salmo 33:6).
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Versículos específicos del Antiguo Testamento, como 2 Samuel 23:2 y
Miqueas 3:8, indican que los profetas hablaron por medio del Espíritu.
El ministerio del Espíritu Santo a las personas en los tiempos del Antiguo
Testamento no era igual de lo que ha sido desde el día de Pentecostés. Sea
cual fuere, el Señor aclaró bien que sería diferente después de Pentecostés.
Note cuán repetidamente el Señor habló de la “venida” del Espíritu (quien
ya estaba presente) en Su conversación con los discípulos en el aposento
alto (Juan 15:26; 16:7–8, 13). Esto indica que el Espíritu estaba obrando
en ese entonces y que Su obra tomaría un carácter diferente después de
Pentecostés. Cuando el Señor hizo resumen de ese contraste, dijo que el
Espíritu “mora (tiempo presente) con (para) vosotros, y estará (tiempo
futuro) en (en) vosotros” (14:17). Mientras que hay una interpretación
opcional del tiempo presente en la segunda cláusula, i.e., está en vosotros,
la mayoría de los comentadores prefieren el tiempo futuro. Por supuesto,
esto delinea el contraste entre el ministerio del Espíritu cuando el Señor
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habló estas palabras y el ministerio futuro después de Pentecostés.
Buswell, queriendo disipar ese contraste, traduce la palabra en como
“entre”, haciendo que la promesa signifique que el Espíritu estaría entre la
compañía de los discípulos. El sí reconoce que pudiera entenderse con el
significado de “en vosotros individualmente” (Systematic Theology
[Grand Rapids: Zondervan, 1962], 1:115). Muchos comentadores
simplemente parecen no estar conscientes de que se está haciendo alguna
diferencia aquí.
“La obra preparatoria del Espíritu sobre los discípulos se expresa por
las palabras: ‘mora en vosotros’, y la relación más cercana en la cual
entraría con ellos en Pentecostés por: ‘estará en vosotros’. Por lo tanto,
debemos tener cuidado de no leer con la Vulgata, menei en el futuro,
morará en la primera preposición, ni con algunos alejandrinos, esti, es, en
la segunda. El significado completo de la frase consiste en la antítesis del
presente mora (comp. menon en v. 25) y el futuro estará. El contraste de
los dos regímenes con vosotros (comp. par’ humin de v. 25) y en vosotros
corresponde exactamente con el de los tiempos verbales” (Commentary
on the Gospel of St. John [Edinburgh: T. & T. Clark, 1881], 3:141).
A. La naturaleza de Su obra
Tres palabras parecen explicar el ministerio del Espíritu a las personas en
el Antiguo Testamento.
3. El Espíritu llenó a Bezaleel (Éxodo 31:3; 35:31). Esto parecía ser una
ayuda especial para guiar a los artífices al ellos trabajar en la construcción
del tabernáculo.
B. El alcance de Su obra
1. Limitado en cuanto a pueblo. Después que Dios escogió a Israel para
que fuera Su pueblo, la obra del Espíritu fue con ese grupo, primordial si
no exclusivamente. Por supuesto, Israel era una nación espiritualmente
mixta tanto con creyentes como con no creyentes. No obstante, el Espíritu
Santo ministró a la nación entera estando con el pueblo y guiándolo
(Nehemías 9:20; Isaías 63:10–11, 14). Esto parece haber sido una relación
general. Aparentemente Él tuvo relaciones más íntimas con algunos
dentro de la nación (véase arriba y Números 11:29).
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CAPITULO 61
EL ESPÍRITU SANTO EN LA
VIDA DE NUESTRO SEÑOR
I. EL NACIMIENTO DE CRISTO
2. Cristo fue ungido con el Espíritu (Lucas 4:18; Hechos 4:27; 10:38;
Hebreos 1:9). Esto quería decir que Él es el Mesías (El Ungido) y que tenía
poder para desempeñar Su ministerio profético.
4. Cristo anduvo en el poder del Espíritu durante toda Su vida. Esto fue
predicho por Isaías (Isaías 42:1–4; 61:1–2) y experimentado por Jesús de
Nazaret en Sus ministerios de predicación (Lucas 4:18) y de hacer milagros
(Mateo 12:28).
501
La respuesta del Señor consta de tres declaraciones. (1) Un reino o una
casa dividida contra sí misma no puede permanecer. En otras palabras,
Satanás no destruiría su propio reino por alinearse él mismo con el reino
de Jesús. Cierto, Satanás pudiera haber permitido a los exorcistas judíos
echar fuera los demonios, pero eso no crearía la división básica en el reino
de Satanás como si Jesús lo hiciera, si verdaderamente lo hubiera hecho
por el poder de Satanás.
(2) El Señor entonces señaló que la acusación era absurda puesto que
los fariseos reconocían que los exorcistas judíos no echaban fuera los
demonios por el poder de Satanás. Así que, ¿por qué habían ellos de
acusarle a El de hacerlo de esa manera?
Ahora bien, al acusar a Jesús de estar en liga con Satanás, los fariseos
se estaban poniendo al lado de Satanás. Además, estaban acusando al
Espíritu Santo, en cuyo poder Cristo echaba fuera los demonios. ¿Qué
quiso significar el Señor cuando dijo que un pecado contra el Hijo del
hombre era perdonable pero no lo era contra el Espíritu? El significó que
aunque fuese posible que ellos malentendieran las reclamaciones de Él,
semejante ignorancia, aunque deplorable, era perdonable. Pero el no
entender el poder del Espíritu no era perdonable, puesto que el poder y el
ministerio del Espíritu eran bien conocidos desde los tiempos del Antiguo
Testamento.
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personal y visible de Jesús en la tierra; por lo tanto, cometerlo hoy en día
sería imposible.
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Santo igual que la carencia del artículo en 1:2 señala más claramente a
Cristo.
Otro versículo, 1 Pedro 3:18, puede que se refiera a la acción del Espíritu
con respecto a la muerte de Cristo. Sin embargo, usualmente se piensa que
este versículo se relaciona con la obra del Espíritu en la resurrección de
Cristo. Surgen dos problemas mayores en su exégesis. Uno concierne a la
identificación de “espíritu”, ya sea que se refiera al Espíritu Santo o al
mismo espíritu eterno de Cristo. Si es lo anterior, entonces la forma es
instrumental: “por el Espíritu [Santo]”; si es lo posterior, entonces es
locativo, “en el espíritu [de Cristo]”. El paralelismo con “carne” puede que
le dé preferencia a la idea del espíritu de Cristo. Si es así, entonces no
tenemos ninguna información del ministerio del Espíritu Santo con
relación a la muerte de Cristo (a no ser que Hebreos 9:14 tenga que ver con
eso) o a Su resurrección.
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CAPITULO 62
Algunos que admiten que el Espíritu es dado a todos los creyentes sienten
que Él puede separarse de aquellos que cometen ciertos pecados. Así pues,
reconocen Su habitación pero niegan la permanencia de ella.
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Pero también tenemos la promesa positiva del Salvador de que El oraría
al Padre, el cual daría otro Ayudador “para que esté con vosotros para
siempre” (Juan 14:16). Por cierto, el pecado afecta la efectividad del
Espíritu en la vida del creyente, pero no quita Su presencia de los
creyentes.
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B. Pero, ¿no hay ilustraciones de la temporalidad de la
habitación?
Sí, las hay, pero son todas antes del día de Pentecostés (1 Samuel 16:14;
posiblemente Salmo 51:11; Lucas 11:13; Juan 20:22). Pero no hay tales
ejemplos después de la venida del Espíritu en el día de Pentecostés. Ya que
aquellos de antes del Pentecostés corresponden a una economía diferente
del Espíritu, no se pueden usar para probar que lo mismo sucede después
del Pentecostés, cuando el Espíritu Santo vino a morar en los creyentes
permanentemente.
Para responder sí a esta pregunta se requiere que entendamos que los doce
discípulos de Juan el Bautista ya eran creyentes cristianos antes de
conocer a Pablo en Éfeso. Pero este no es el entendimiento correcto. Ellos
no se hicieron creyentes en Jesús por creer el mensaje de Juan y recibir su
bautismo; se hicieron creyentes cristianos solamente después que Pablo
les explicó la diferencia entre Juan y Jesús. De hecho, el texto no nos da a
entender que ellos hubieran aun entendido mucho acerca del mensaje de
Juan. Pero cuando entendieron y creyeron lo que Pablo les explicó,
inmediatamente recibieron el Espíritu por medio de la imposición de las
manos de Pablo. No hubo ninguna espera.
510
En el Nuevo Testamento, Cristo fue ungido (Lucas 4:18; Hechos 4:27;
10:38; Hebreos 1:9) y los creyentes son ungidos (2 Corintios 1:21; 1 Juan
2:20, 27). En lo concerniente a la unción de creyentes, estos pasajes
parecen enseñar que es algo que no se repite, sino que permanece.
Mientras que en el Antiguo Testamento el ungimiento se relacionaba más
con el servicio (como también lo fue el ungimiento de Cristo), la unción de
los creyentes del Nuevo Testamento implica una relación que nos capacita
para comprender la verdad. La unción del Antiguo Testamento parece
acercarse más a la idea de la llenura del Espíritu, mientras que la de los
creyentes tiene que ver con la morada del Espíritu. No todo creyente la
experimentaba en el Antiguo Testamento; hoy, sí. Pudiera ser que se
repitiera en el Antiguo Testamento; hoy permanece en todo creyente.
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CAPITULO 63
EL SELLAMIENTO DEL
ESPÍRITU
Tres pasajes del Nuevo Testamento hablan de este ministerio particular
del Espíritu. El primero, 2 Corintios 1:22, dice que Dios nos ha sellado y
nos ha dado las arras del Espíritu, Efesios 1:13 agrega que fuimos sellados
con el Espíritu (to pneumati) cuando creímos, y además, que el Espíritu es
las arras de nuestra herencia. Efesios 4:30 afirma que fuimos sellados por
o con (en) el Espíritu hasta el día de la redención.
Si ambas cosas son ciertas, pudiera ser como decir: “Yo fui al mercado
en mi automóvil”. Usted habrá querido expresar: “por medio de mi
automóvil”, considerando este vehículo como el agente que lo llevó al
mercado. O: “por sentarme dentro (la esfera) de mi automóvil”, pensando
513
del carro como el receptáculo en el cual fue llevado. En realidad ambas
cosas son ciertas. El automóvil sirvió a la vez como el agente que lo llevó y
el receptáculo en el cual usted estaba situado. Similarmente, el Espíritu
realizó el sellamiento como el agente, y como resultado estamos ubicados
en El.
A. Seguridad
El concepto del sellamiento incluye las ideas de posesión, autoridad,
responsabilidad y, sobre todo, seguridad. El sellamiento nos da seguridad
de las promesas de Dios hacia nosotros, especialmente de nuestra
salvación. Podemos estar seguros de que (a) Él nos posee, (b) tenemos una
salvación segura sellada por y en el Espíritu, y (c) es Su propósito
guardarnos hasta el día de nuestra completa redención.
514
Dios puede romper el sello, y Él ha prometido no hacerlo hasta el día de la
redención. Tanto 2 Corintios 1:22 como Efesios 1:13–14 mencionan al don
del Espíritu como las arras junto con el sellamiento. La asociación es muy
lógica. El sellamiento garantiza que recibiremos todo lo que Dios nos ha
prometido, algo de lo cual espera a nuestra redención futura. La presencia
del Espíritu en nuestras vidas sirve como las arras o la promesa de que
todo será cumplido. En los asuntos humanos, cuando ya el dinero de las
arras se ha dado y se ha recibido, tanto el comprador como el vendedor
están comprometidos a completar la transacción. Similarmente, el don del
Espíritu sirve como el compromiso de Dios de que Él no va retractarse de
ninguna de las promesas que nos ha hecho.
B. Pureza
El pensamiento del día de nuestra completa redención, cuando seremos
perfectos, nos debe causar un sentimiento de vergüenza acerca del pecado
en nuestras vidas ahora. Además, el hecho de que tenemos una relación
con el Espíritu Santo, quien se entristece cuando pecamos, debe
motivarnos a la pureza. ¿Qué pecados Lo entristecen? Cualquier pecado y
todos ellos. Pero en el contexto inmediato (los dos versículos que rodean
al 4:30) se subrayan los pecados de la lengua. Por supuesto, lo que sale de
nuestras bocas es indicio de lo que está en nuestros corazones. El pensar
de nuestro sellamiento por y en el Espíritu Santo debe guardar nuestros
labios.
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CAPITULO 64
517
creyentes se les despoja de una verdad importante que abarca nuestra
unión con Cristo y una base sólida para la vida santa.
518
C. Ocurre al momento de la salvación y no se repite de allí en
adelante
519
IV. LA DOCTRINA CONTEMPORÁNEA DE DOS
BAUTISMOS DEL ESPÍRITU
Debido a que 1 Corintios 12:13 es muy claro al afirmar que todos los
creyentes han sido bautizados, y porque algunos maestros
contemporáneos desean justificar el concepto de un bautismo especial
para recibir poder (una segunda bendición), ha surgido una doctrina de
dos bautismos del Espíritu que es, a mi entender, una nueva enseñanza.
El Nuevo Testamento usa las frase “bautizar con, en, o por el Espíritu”
solamente siete veces (Mateo 3:11; Marcos 1:8; Lucas 3:16; Juan 1:33;
Hechos 1:5; 11:16; 1 Corintios 12:13). En realidad, estas siete se pueden
colocar en tres categorías: las predicciones en los Evangelios; el señalar
hacia antes y hacia después del Pentecostés en las dos referencias en
Hechos; y la explicación doctrinal en 1 Corintios. En los Evangelios parece
más natural entender que Cristo es quien bautiza en el Espíritu, como la
esfera en la cual las personas son bautizadas. En Hechos y Corintios parece
ser más natural entender que el Espíritu es el agente, y el cuerpo de Cristo
la esfera en la cual las personas son bautizadas. Sin embargo, estas
distinciones no son tan inflexibles. Tanto Cristo como el Espíritu son
agentes, y el Espíritu al igual que el cuerpo son esferas. Cristo es el agente
final porque El mandó al Espíritu, quien es, por así decirlo, el agente
520
intermediario (Hechos 2:33). El cuerpo claramente es una esfera, y el
Espíritu otra. Esto es similar a la obra del Espíritu en sellar —Él es a la vez
el agente que sella y la esfera en la cual somos sellados.
Todos los creyentes han sido bautizados por el Espíritu, pero no todos
ellos han experimentado el bautismo en el Espíritu.
521
522
CAPITULO 65
A. Qué ha de entenderse
La palabra que designa los dones espirituales (charisma), obviamente
relacionada con la palabra empleada para expresar gracia, significa algo
que se debe a la gracia de Dios. El uso de la palabra en el Nuevo
Testamento abarca desde la dádiva de la salvación (Romanos 6:23), hasta
el don del cuidado providencial de Dios (2 Corintios 1:11), y el uso más
frecuente relacionado con los dones de gracia al creyente. Cuando se usa
con esta última connotación, yo sugiero que un don espiritual es una
habilidad dada por Dios para servicio.
B. Lo que no ha de entenderse
1. Un don espiritual no es un lugar de servicio. El don es la habilidad, no
donde se ejerce la misma. Se puede enseñar dentro o fuera del ámbito de
un aula formal, y en cualquier país del mundo. Es posible ayudar en la
iglesia o en el vecindario.
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TALENTOS NATURALES DONES ESPIRITUALES
Dados por Dios a través de los padres Dados por Dios independiente de los padres
Así que, un don espiritual es una habilidad dada por Dios para servir al
cuerpo de Cristo dondequiera y comoquiera El dirija.
525
Puede que no descubramos todos los dones que nos fueron dados al
momento de la salvación, pero yo me inclino a pensar que los tenemos
todos en ese tiempo. A medida que crecemos, otros dones pueden salir a
la luz para ser usados en diferentes tiempos de nuestra vida, pero es lo más
probable que los poseamos todos desde la conversión. Quizás no podamos
decir qué combinación particular de dones tenemos hasta que miremos
retrospectivamente a nuestras vidas y veamos cuáles Dios ha usado en
todos nuestros días.
Pero ningún creyente tiene todos los dones. Si así fuese, entonces la
metáfora en 12:12–27 no tuviera sentido. Si algún creyente poseyera todos
los dones, entonces no necesitaría de otros creyentes. El sería la mano, el
pie, el ojo y el oído —el cuerpo entero, lo cual es imposible—. Los creyentes
necesitan de otros creyentes simplemente porque ninguno posee todos los
dones.
526
por aquellos que emplearon esos dones, otros dones fueron necesarios.
Pero en el siglo veinte todavía nos estamos beneficiando de esos dones
fundamentales y edificándonos sobre los mismos. Fueron dados en el
primer siglo al cuerpo entero a través de todos los siglos. Ninguna
generación ha sido menoscabada. El Espíritu le da a la iglesia como El
desea, y conoce exactamente lo que cada creyente, cada congregación, y
cada generación necesita. (Una de las presentaciones más equilibradas y
concisas de toda esta doctrina es, de William J. McRae, The Dynamics of
Spiritual Gifts [Grand Rapids: Zondervan, 1976], 144 pp.)
527
capaz de servir. Aun así me arriesgaré a usar la palabra descubrimiento en
el título de esta sección a fin de animar al lector a que use el don que posee.
528
Si uno sospecha que tiene el don de dar, entonces tratará de ser un buen
mayordomo en todas las áreas de la vida (1 Corintios 4:2). La habilidad de
ser generoso es dada por Dios, pero el tener los recursos con los cuales ser
generoso requiere disciplina en los asuntos financieros.
529
(6:5), y era un gran testigo (7:1–53). La fidelidad en una oportunidad lleva
a otras oportunidades.
Así que, a todos se les manda desempeñar varios ministerios, ya sea que
posean el don espiritual correspondiente o no. Si obedecemos fielmente
estos mandamientos, puede que descubramos nuestros dones espirituales
particulares.
530
D. Sea un buen mayordomo del estado de soltero o casado
Si cualquiera de los estados es un don espiritual (1 Corintios 7:7), entonces
es esencial ser fiel en la mayordomía que acompaña a cualquiera de los dos
estados. El ser soltero o el estar casado son dones espirituales que
necesitan ser desarrollados. En ambos casos se ha de ser mayordomo fiel
(4:2). Tanto el soltero como el casado tienen que estar creciendo en la
santificación (1 Tesalonicenses 4:3). Ambos tienen que redimir el tiempo
(Efesios 5:16).
531
IV. LA DESCRIPCIÓN DE LOS DONES ESPIRITUALES
532
sobre Elimas el mago (Hechos 13:11) ejerció el don de milagros pero,
ciertamente, no fue una sanidad. Reconocemos que Dios puede hacer un
milagro o una sanidad sin que alguien ejerza un don (como la señal física
que acompañó a la llenura del Espíritu en 4:31).
Si es así, entonces no procede que si uno considera los dones de
milagros y de sanidades como transitorios, también esté diciendo que Dios
no hace milagros ni sanidades hoy en día. El simplemente está diciendo
que los dones ya no son operativos porque ha cesado la necesidad de ellos;
i.e., autenticar el mensaje del Evangelio.
Hoy en día un creyente no puede necesariamente esperar ser sanado.
No es la voluntad de Dios darles a todos buena salud. Aunque Pablo oró
sincera y repetidamente, y aunque él mismo poseía el don de sanar, no fue
la voluntad de Dios sanarle de su aguijón en la carne (2 Corintios 12:8–9).
Si fuese la voluntad de Dios sanar a todo creyente, entonces ningún
creyente moriría, porque aun la última enfermedad sería sanada. Los
sanadores reconocen sus limitaciones, porque ellos no afirman poder
sanar dientes deteriorados o reparar huesos rotos instantáneamente.
Descartar los medios humanos disponibles para la sanidad y
simplemente orar por una cura milagrosa es como orar por una cosecha y
entonces sentarse en una mecedora, rehusando plantar o cultivar la tierra.
533
corintios estaban abusando de este don, Pablo puso restricciones estrictas
para su uso: solamente dos o tres podían hablar en cualquier reunión;
nadie podía hablar en lenguas a no ser que el mensaje fuera interpretado;
siempre se prefería la profecía; y las mujeres tenían que guardar silencio
(vv. 27–34).
Lenguas no interpretadas, especialmente en una oración privada, son
infructuosas (v. 14), simplemente porque aun el que ora no sabe lo que está
pidiendo. Por lo tanto, es mejor orar con entendimiento, que significa usar
un lenguaje que la persona comprende.
Ya sea que uno crea o no en el don bíblico de las lenguas, la enseñanza
pentecostal de que las lenguas son la señal necesaria de haber sido
bautizado por el Espíritu es incorrecta. Pablo dijo que todos los creyentes
en Corinto estaban bautizados (12:13) pero no todos hablaban en lenguas
(v. 30).
534
I. Fe (1 Corintios 12:9)
Esta es la facultad de creer a Dios para que El supla necesidades
específicas. Todo creyente debe andar por fe y cada uno tiene una medida
de fe, pero no todos tienen el don de fe.
535
CAPITULO 66
Esto requiere por lo menos tres cosas: (a) la regeneración; (b) los
ministerios de Dios en la vida del creyente; y (c) tiempo para crecer en
madurez.
536
espiritual ciertamente estará empleando los dones espirituales que el
Espíritu da acompañados del poder para ejercerlos (1 Cor. 12:7).
Aprenderá a guerrear victoriosamente contra la carne por el poder del
Espíritu (Romanos 8:13; Gálatas. 5:16–17). En fin, la llenura del Espíritu
es la clave para que haya espiritualidad en el creyente.
La llenura del Espíritu parece tener dos facetas. La primera puede ser
descrita como un hecho soberano de Dios por el cual El posee a alguien
para una actividad especial. Esto lo expresa la frase griega pimplemi
pneumatos agiou, y subraya el evento de estar lleno, más bien que el
estado resultante de la llenura. Ocurre en Lucas 1:15 (Juan el Bautista), 41
(Elisabet), 67 (Zacarías); Hechos 2:4 (el grupo del día de Pentecostés); 4:8
(Pedro), 31 (los creyentes); 9:17 (Pablo); y 13:9 (Pablo).
539
Espíritu es el agente que nos llena de Sí mismo (como en C.J. Ellicott, St.
Paul’s Epistle to the Ephesians [London: Longmans, 1868], p. 124).
B. Implicación evangelística
542
BAUTISMO LLENURA
NO NECESARIAMENTE
EXPERIENCIA DE TODO CREYENTE
EXPERIMENTADO POR TODOS
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CAPITULO 67
I. ENSEÑAR
A. Tiempo
Este ministerio particular del Espíritu era aún futuro cuando nuestro
Señor habló estas palabras. Comenzó el día de Pentecostés y continúa a
través de esta edad. La comprensión clara de Pedro según se revela en su
sermón en aquel día es evidencia del comienzo de este ministerio.
B. Contenido
Por lo general el contenido del ministerio abarca “toda la verdad” (el
artículo definido aparece en el texto griego). Esto, por supuesto, significa
la revelación concerniente a Cristo mismo, pero sobre la base de la Palabra
escrita (porque no tenemos ninguna otra información acerca de El sino
mediante la Biblia). Por lo tanto, Él le enseña al creyente el contenido de
la Escritura, lo cual le guía a un entendimiento de la profecía (“cosas
porvenir”). Esta particularización de la promesa general concerniente a la
enseñanza, debe de animar a todo creyente a estudiar la profecía. Note
544
también que el Espíritu no origina Su mensaje, sino que éste proviene del
Señor.
C. Resultado
El resultado del ministerio de enseñanza del Espíritu es que Cristo es
glorificado. Si Él no es glorificado, entonces el Espíritu no ha estado
ministrando. Note también que no es el Espíritu quien es glorificado, o
quien debe ser glorificado en un servicio religioso, sino Cristo. Además, si
a Cristo se le conoce sólo a través de la Palabra escrita, entonces El será
glorificado cuando la Palabra de Dios se exponga en el poder del Espíritu.
D. Procedimiento
¿Cómo le enseña el Espíritu al creyente? Juan declara: “La unción que
vosotros recibisteis permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que
nadie os enseñe; así como Su unción misma os enseña todas las cosas, y es
verdadera y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en El”
(1 Juan 2:27). Esto no puede significar que maestros humanos sean
innecesarios en la explicación de la Palabra de Dios. Si fuera así, entonces,
¿cuál sería el uso del don de enseñar? (Romanos 12:7). Juan escribió
tocante a la presencia de anticristos en el grupo. Habiendo declarado su
propia convicción concerniente a las herejías, él simplemente afirmó que
ningún hombre realmente tenía que comunicarles la verdad, porque el
Espíritu Santo se la confirmaría a ellos. Los maestros humanos son una
conexión necesaria en el procedimiento de instruir a los creyentes, aunque
la autenticación final de la enseñanza viene del Espíritu.
II. GUIAR
“Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos
de Dios” (Romanos 8:14). El ser guiado es confirmación de ser hijo, porque
los hijos son guiados. Esta obra de guiar es función particularmente del
Espíritu. Romanos 8:14 lo afirma, y el libro de los Hechos lo ilustra
ampliamente (8:29; 10:19–20; 13:2, 4; 16:6–7; 20:22–23). Este ministerio
545
del Espíritu es uno de los de más seguridad para el cristiano. El hijo de
Dios nunca necesita caminar en la oscuridad; siempre tiene la libertad de
pedir y recibir direcciones del Espíritu mismo.
IV. ORACIÓN
A. La declaración.
Aunque no comprendamos completamente las ramificaciones de que el
Espíritu ore en el creyente, el hecho de que Él lo hace es perfectamente
claro: “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues
546
qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo
intercede por nosotros con gemidos indecibles” (Romanos 8:26).
B. La necesidad
La razón declarada por la cual necesitamos ayuda es nuestra debilidad (la
palabra es singular). Él nos ayuda en nuestra completa debilidad, pero
especialmente como se manifiesta con relación a nuestra vida de oración,
y particularmente en cuanto a saber por qué orar en el momento presente.
Mientras esperamos nuestra redención completa, necesitamos ser guiados
en los detalles de la oración.
C. El método
La manera en que el Espíritu contribuye a suplir nuestras necesidades se
describe en general por la palabra “ayuda”, lo cual literalmente significa
que “pone mano a la obra en cooperación con nosotros” (R. St. John Parry,
“Romans”, Cambridge Greek Testament [New York: Cambridge
University Press, 1912], p. 120). Esta ayuda se da específicamente en
“gemidos indecibles [demasiado profundos para las palabras]”. Estos
gemidos, el significado de los cuales no se puede captar, no hallan una
expresión adecuada o formulada. Una cosa sí sabemos: están de acuerdo
con la voluntad de Dios.
Se nos dice en otro pasaje que el Espíritu guía y dirige nuestras
oraciones (Efesios 6:18). Esto es más el guiamiento del corazón y la mente
del creyente cuando éste ora, que los gemidos indecibles del Espíritu
mismo.
D. El resultado
El resultado de tal vida de oración es la certidumbre del creyente de la
seguridad de su futuro y su completa redención (Romanos 8:23). Este
ministerio del Espíritu es como arras que garantizan esa redención. Esa
vida de oración satisfactoria nos ayudará a mantenernos contentos en este
mundo presente mientras esperamos por la consumación. El ministerio
del Espíritu, entonces, no sólo tiene que ver con la oración contestada, sino
que cultiva nuestra certidumbre y contentamiento en esta vida.
547
CAPITULO 68
LA HISTORIA DE LA DOCTRINA
DEL ESPÍRITU
A. Testimonio ortodoxo
La formulación doctrinal de la fe cristiana no ocurrió toda a la vez en algún
punto de la historia de la iglesia. Ni tampoco todas las doctrinas cristianas
se definieron a un ritmo igual. Algunas veces una doctrina llamó la
atención; en otras ocasiones la luz se enfocó en una doctrina diferente.
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B. Montanismo (170)
Fue con el montanismo que el tema del Espíritu Santo cobró prominencia.
El ímpetu original para este movimiento nació de una reacción en contra
de la creciente rigidez y frialdad de la iglesia organizada. El montanismo
(también conocido como la herejía frigia) apareció en Frigia alrededor del
año 170 mediante el ministerio de Montano y dos mujeres, Priscila y
Maximila. Ellos se proclamaron a sí mismos profetas y anunciaron el
período como la Era del Paracleto, en la cual se darían nuevas revelaciones
de Dios. Enfatizaron la proximidad del fin del mundo e insistieron en
normas morales muy altas y estrictas para sus seguidores. Fue esta alta
moralidad lo que atrajo a Tertuliano y otros al movimiento.
C. Sabelianismo (215)
El monarquianismo fue el predecesor del sabelianismo. En su forma
modalítica, el monarquianismo enseñaba que el Hijo era meramente otro
modo de expresión del Padre. Noctos y Placceas fueron líderes en este
movimiento, y ellos también enseñaban el patripasionismo (i.e., que el
Padre fue crucificado). Puesto que los Monarquianos enseñaban que el
Hijo era otro modo de expresión de Dios, fue inevitable que la iglesia se
viera forzada a considerar la relación del Espíritu con el Hijo y con el
549
Padre. Sabelio enseñaba que Dios era una unidad, pero que se revelaba a
sí mismo en tres formas o modos diferentes. Estas tres formas no eran tres
hipóstasis, sino tres papeles o partes desempeñados por el Dios singular.
El sabelianismo fue el primer error mayor tocante a la Trinidad que ganó
un gran número de seguidores en la iglesia.
D. Arrianismo (325)
La controversia arriana se nombra así porque fue ocasionada por los
puntos de vista antitrinitarios de Arrio, un presbítero de Alejandría. El
principio monoteísta del monarquianismo fue un concepto dominante en
su punto de vista. Sin embargo, él hacía distinción entre el único Dios
eterno y el Hijo que fue generado por el Padre y tuvo principio. El también
creía que el Espíritu Santo fue lo primero que el Hijo creó, porque todas
las cosas fueron hechas por el Hijo. Atanasio se opuso a Arrio, y se convocó
el Concilio de Nicea para discutir la disputa.
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II. DESDE NICEA HASTA LA REFORMA
PROTESTANTE
551
dejó establecida la deidad del Espíritu del mismo modo que el Concilio de
Nicea lo había hecho con la cuestión de la deidad de Cristo.
B. Agustín (354-430)
1. De Trinitate. El concepto de la Trinidad en la iglesia de Occidente
alcanzó una formulación final en esta obra de Agustín. Su interés en la
doctrina de la gracia naturalmente lo había de llevar a una consideración
del Espíritu, porque sus propias experiencias le enseñaron cuán necesario
el poder del Espíritu es al creyente. En este tratado, él declaró que cada
una de las tres personas de la Trinidad posee toda la esencia y es
interdependiente de las otras. Afirmó que él no estaba satisfecho con la
palabra “personas” para expresar las tres hipóstasis, pero que la usó “para
no permanecer callado”. En su concepto de la Trinidad, el Espíritu procede
tanto del Padre como del Hijo.
Así se resolvieron, sin dejar lugar a dudas, tres asuntos que tenían que
ver con la Trinidad, por lo menos en la iglesia de Occidente. La deidad del
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Hijo se decidió en el Concilio de Nicea; la deidad del Espíritu, en
Constantinopla; y la procedencia del Espíritu del Padre y del Hijo, en el
Sínodo de Toledo. La presencia de la herejía había obligado a la iglesia a
resolver estos importantes asuntos doctrinales.
E. Abelardo (1079-1142)
Abelardo habló de la Trinidad en formas que causaron que lo acusaran de
sabelianismo. El nombre del Padre, dijo él, representa el poder; el del Hijo,
la sabiduría; el del Espíritu, la bondad. Algunas veces él parecía indicar
distinciones personales reales en la Deidad, pero otras veces sus
ilustraciones y expresiones eran modalistas.
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Su obra. En lo concerniente a la persona del Espíritu, todas las confesiones
de la Reforma expresaban la doctrina ortodoxa del Espíritu con relación a
las otras Personas de la Trinidad. Respecto a Su obra, hubo un énfasis
renovado en la necesidad de Su obra en la regeneración del hombre,
porque se regresó al énfasis de Agustín acerca de la depravación total del
ser humano.
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era sabeliana —las personas de la Deidad eran solamente modos de
manifestación. Se negó la personalidad individual del Espíritu, y la obra
del mismo se definió como “el Espíritu colectivo de la nueva vida corporal
que fue iniciada por Cristo”. Ritschl (1822–1889) revivió el
monarquianismo de Pablo de Samosata. La suya era una teología sin
metafísicas, que necesariamente afectaba su punto de vista tocante al
Espíritu.
F. La Neoortodoxia
La Neoortodoxia es un movimiento del siglo veinte surgido de la teología
de Karl Barth (1886–1968). Fue una reacción al liberalismo que mantuvo
influencia hasta que los horrores de una guerra mundial llevaron a los
hombres a pensar más seriamente tocante al pecado y su propia
incompetencia para resolver sus propios problemas. El movimiento
neoortodoxo proclamaba ser una nueva reforma que llamaba a los
hombres de nuevo a la Biblia. Lo logró, pero no a la Biblia de los
Reformadores, puesto que los teólogos neoortodoxos voluntariamente han
abrazado las enseñanzas del liberalismo concernientes a la exactitud y
veracidad de la Biblia, mientras al mismo tiempo tratan de predicar el
mensaje de la Biblia.
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Aunque la neoortodoxia tiene casi tantos exponentes como teólogos
neoortodoxos hay, se puede decir que por lo general su punto de vista del
Espíritu Santo deja mucho que desear. La mayoría de los escritores
neoortodoxos niegan la personalidad distintiva del Espíritu, y afirman Su
deidad sólo al representarlo como una manifestación divina de Dios.
Consideran al Espíritu Santo más como una actividad de Dios que como
una persona de la Deidad.
G. Neoliberalismo
El surgimiento y la amplia aceptación de le teología neoortodoxa han
impulsado al liberalismo a examinar sus propias doctrinas. El resultado ha
sido el nuevo liberalismo, que es el viejo liberalismo con una tendencia a
tomar el pecado más en serio y ser menos optimista. Su enfoque de los
problemas del mundo puede que sea diferente, pero sus enseñanzas
difieren poco del antiguo liberalismo. El neoliberal descarta rápida y
totalmente la doctrina ortodoxa del Espíritu, simplemente, porque no cree
en la deidad de la Segunda Persona de la Trinidad. Por consiguiente, no
existe en realidad la Trinidad, ni, por supuesto, ninguna Tercera Persona
divina. El Espíritu es meramente una función de Dios carente de cualquier
característica distintiva de la personalidad.
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H. Pentecostalismo
Indudablemente, el pentecostalismo moderno es una reacción a la
esterilidad que comenzó a caracterizar en la era moderna a las iglesias
establecidas. Enfatiza el bautismo del Espíritu como una segunda obra de
la gracia para la investidura de poder, y promueve el regreso a la
experiencia de todos los dones que se dieron en los tiempos del Nuevo
Testamento. La doctrina ortodoxa concerniente al Espíritu Santo se da por
sentada; la realidad de la obra del Espíritu Santo en las vidas de los
cristianos es lo que se promueve, y no siempre correctamente.
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