Frittayón - Acusación Alternativa
Frittayón - Acusación Alternativa
Frittayón - Acusación Alternativa
¿Calificaciones alternativas?
Este tipo de acuerdos “…transforman al proceso penal, concebido hasta ahora como un
conflicto de valores decidido por el juez como un tercero imparcial, en una regulación de
conflictos regidos por criterios de poder y no por criterios jurídicos…”
Schunemann.-
Sumario: I. Introducción. II. Nociones básicas del juicio abreviado. III. Breve
reseña sobre la acusación alternativa. IV. ¿La suma de los factores altera el
producto? V. Posibles respuestas a estos cuestionamientos. VI. Conclusión.
I- Introducción:
Entiendo necesario a tal fin, comenzar por trazar los lineamientos básicos de
ambos institutos –juicio abreviado y posibilidad conferida al Ministerio Público
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Fiscal de realizar acusaciones alternativas- para luego tratar de combinarlos en el
sentido indicado y ver luego, si el resultado arrojado es apto para satisfacer su
análisis constitucional.
Afirma el Dr. José Luis Ares que “el mecanismo en estudio supone la renuncia por
parte del imputado a su derecho constitucional a un juicio oral y público, abriendo
paso a una negociación con la fiscalía, aunque la última palabra la tendrá el
tribunal. Implica la introducción de la autonomía de la voluntad en el proceso penal
y permite una transacción, fundamentalmente respecto de la pena a aplicar, en un
marco de discrecionalidad reglada del fiscal”. Y continua diciendo: “En definitiva, el
juicio abreviado se refiere a una solución penal consensuada, en la que -como
señala Bertolino (1997, B) - se renuncia a alternativas procedimentales,
reemplazándolas por otras. Como toda negociación supone concesiones
recíprocas; las partes tratan de obtener ventajas. El fiscal busca lograr una
condena casi segura y al renunciar a la posibilidad de una pena mayor, ahorra
tiempo para dedicar esfuerzos a casos más complejos y graves. El imputado, por
su lado, evita la exposición que implica el juicio oral y público en el que deberá
confrontar con víctimas y testigos (la llamada pena del banquillo) y el riesgo que
supone el debate, y busca obtener una pena más reducida y en menos tiempo.
Finalmente, el Estado habrá concluido un caso rápidamente y con menor
asignación de recursos”.
En consecuencia, y tal como enseña Ares, el acuerdo debe versar acerca de tres
cuestiones:
- El trámite abreviado,
- la calificación del hecho; y
- la pena a imponer al causante, lo que incluye la modalidad de su ejecución.
En lo que aquí interesa, es de aplicación el art. 397 del CPPBA, el cual reza: “las
partes podrán acordar el trámite del juicio abreviado hasta treinta días antes de la
fecha fijada para audiencia de debate oral”. Nótese que el párrafo citado alude a la
última oportunidad de presentar el acuerdo; por lo que obviamente no es la única.
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La primera oportunidad para ello es al tiempo de efectuar la requisitoria de
elevación a juicio. Posteriormente puede realizarse durante el trascurso de la
audiencia preliminar; amén de que hoy día ya no se encuentre previsto en la
normativa de fondo local, pues nada impide que durante el transcurso de la misma
se solicite y se acuerde seguir el procedimiento del juicio abreviado.
Este mismo acuerdo, podrá ser rechazado por el órgano jurisdiccional actuante en
los supuestos descriptos por el art. 398 inc. 1°, es decir, cuando se demostrase
que la voluntad del imputado se hallaba viciada al momento de su aceptación o
cuando haya discrepancia insalvable con la calificación legal aplicada en el
acuerdo, respetando el principio de congruencia. Sin embargo estas causales no
son las únicas, ya que existen otras causales, aunque no reguladas
expresamente; a saber:
- si se pretendiese pactar una pena ilegal (v.gr. debajo del mínimo previsto en
la figura o una especie no contemplada en la misma),
- si no expresaron acuerdo todas las partes que deben hacerlo,
- si la conformidad del imputado se plasmó por escrito pero en su contacto de
visu ante el juez o tribunal se rectifica o manifiesta no tener conocimiento
preciso de lo que firmó, ya que en esa oportunidad se le impondrá de las
consecuencias de la vía adoptada.
- También, obviamente si la pena acordada supera el tope de los quince años
de sanción privativa de libertad, y
- Agrega José Luis Ares que “atento la naturaleza del procedimiento
abreviado que sustituye el debate por un acuerdo, la defensa no podría
pretender introducir elementos justificantes o minorantes de la
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responsabilidad del imputado, por lo que ante un planteo de ese tenor, el
órgano jurisdiccional deberá desestimar el trámite, debiendo discutirse esas
cuestiones en un debate oral y plenamente contradictorio”.
Le asiste la razón al Dr. José Luis Ares al afirmar que el juez o tribunal que la
reciba deberá dictar las providencias necesarias a fin de lograr la realización del
juicio oral, no pudiéndose solicitar nuevamente se imprima el procedimiento
abreviado so riesgo de tornarse el instituto en estudio en altamente disfuncional y
generador de dilaciones indebidas. Podría pensarse que se estaría dejando de
lado la tan ponderada autonomía de la voluntad, valor más que reflotado en los
tiempos que corren, lo cual es cierto. Aun así, no es menos cierto que la celeridad
y economía procesal se verían afectadas si se “…daría margen a que las partes
peregrinen de tribunal en tribunal a la búsqueda de un órgano dispuesto a admitir
el convenio…” con las consecuencias negativas que conllevan los procesos
penales que perduran en el tiempo para quienes participan en calidad de
imputados en ellos; a quienes, por imperio constitucional, debe tenérselos por
inocentes.
Dispone el art. 399 del CPPBA que: “La sentencia deberá ser dictada en el plazo
de cinco días y se fundará en las evidencias recibidas antes de presentado el
acuerdo. No se podrá imponer una pena superior a la solicitada por el Fiscal.
Tampoco se podrá modificar en perjuicio del imputado el modo de ejecución de la
misma acordado por las partes, ni incluir otras reglas de conducta o
consecuencias penales no convenidas. Se podrá absolver al imputado cuando así
correspondiera. Regirán en lo pertinente las reglas de la sentencia”.
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No está de más decir que si el órgano jurisdiccional se encuentra habilitado a
absolver al imputado a pesar de la existencia del acuerdo al que él contribuyó a
formar; también se halla facultado a imponer una pena menor a la contenida en el
acuerdo, siempre y cuando la misma respete la escala legal del delito de que se
trate. Respecto de la cuantía de la pena, solo le está vedado al juez que entiende
en la causa exceder de aquella que fuere individualizada por el Ministerio público
Fiscal, pena que funciona como techo, ya que él es el órgano que tiene a su cargo
el ius puniendi; y, por otra parte, implicaría incurrir por parte del Juez o Tribunal
interviniente en demasía decisoria.
Como señala Maier, se trata del caso en que el acusador pone en juego las
hipótesis posibles, ordenando una tesis principal y su subsidiaria o alternativa, de
modo tal que el fracaso de la primera no determina necesariamente la
imposibilidad de una condena por el mismo acontecimiento histórico. El instituto
permite al fiscal, teniendo en cuenta una misma base fáctica, utilizar más de una
calificación jurídica; siendo luego –según las probanzas producidas en el debate-
el juez quién decidirá el encuadre jurídico que merecerán los hechos materia de
juzgamiento.
Permite este mecanismo al Fiscal mudarse hacia otros tipos penales siempre que
el acontecimiento histórico permita llenar los requerimientos típicos de ellos.
Afirma Eduardo D´Empaire que “se trata de plantear con anterioridad al juicio, o
puntalmente, al momento de formularse la requisitoria de citación a juicio, las
distintas circunstancias fácticas que pueden determinar una u otra calificación
legal respecto de la conducta a juzgar”; y que “todas las circunstancias de hecho a
juzgarse se conocen de antemano y configuran alternativa o subsidiariamente las
distintas calificaciones. El acusador las incluye desde el principio, ya que las
conoce, evitándose así ulteriores sorpresas que impidan un adecuado ejercicio del
derecho de defensa”.
La norma de referencia ha sido tomada casi en forma textual del proyecto de Julio
Maier de 1986; precisamente este autor, propiciador del instituto, sostiene al
respecto: "La acusación alternativa o subsidiaria supone que el acusador pondrá
en juego las hipótesis posibles, cuidando de describir todas las circunstancias
necesarias para que puedan ser verificadas en la sentencia, sin perjuicio de
ordenar el escrito de manera que permita entender cuál es la tesis principal y cuál
o cuáles las subsidiarias o alternativas. Una acusación construida de esa forma
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permite la contestación defensiva, la prueba y la decisión; se observa claramente
cómo ella es el pilar fundamental que permite el ejercicio idóneo del derecho de
defensa". Este mismo autor explica que es acertado referirse a ella como
alternativa o subsidiaria; siendo en el primer caso indiferente a los efectos de la
condena, aunque no en lo referente a la determinación de la pena, declarar
cumplida una o ambas conducta a la vez; mientras que en su segunda
denominación, la aceptación de uno de los supuestos en la sentencia excluye al
otro. Pero, en todo caso, la condena o absolución son únicas.
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(los del inciso primero del art. 398), evitando una intromisión de tipo inquisitiva del
tribunal en lo acordado por las partes.
Cabe aclarar, en primer lugar, que la calificación legal del hecho no puede ser
materia de negociación. En este sentido, sostiene Villar (1997, p. 156) que el fiscal
"tiene una disponibilidad dentro de los límites impuestos por el principio de
legalidad, de negociar el monto de la pena (disponibilidad del ius puniendi), no así
de la prueba, no pudiendo, por lo tanto, negociar la calificación". En igual orden de
ideas, Marchisio (1998, p. 115) expresa que "las ventajas que puede o no otorgar
el agente fiscal serán sólo sobre el monto de la penalidad solicitada dentro de la
escala penal prevista para el delito materia de requisitoria, puesto que no podrá
efectuar concesiones en cuanto a la calificación de los hechos, ni al grado de
participación, y menos aún en cuanto a eliminar de la acusación alguno de los
hechos que motivaron la investigación" (el destacado me pertenece).
Agrega a esto José Luis Ares que “no resulta procedente que la fiscalía omita
incluir un hecho que fue materia de la requisitoria o anticipe un desistimiento que
debe producirse eventualmente en el debate o que pacte darle al suceso un
encuadre diferente (de común, más benigno) del que surja de las constancias de
las actuaciones. Por caso, si surgiera de las piezas de la investigación que en el
hecho se utilizó un arma, que lo hiciera agravado, y esa utilización surja de un
secuestro válido, de prueba testimonial, pericial, etc., y las partes pretendieran, en
forma explícita o implícita, que dicho elemento ofensivo no existió. En cambio,
creemos que si el encuadre jurídico no resulta claro, máxime cuando el mismo fue
objeto de discusión en el período de oposición a la requisitoria de elevación a
juicio, sí podría formar parte del acuerdo un nomen iuris más benigno que el que
alguna vez se le diera a lo largo de la causa (una vez más, el destacado me
pertenece).
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Es de importancia poner de relieve que los momentos procesales en que es
permitido recurrir a ambos institutos se superponen en el curso del procedimiento.
Así, puede suceder que en la oportunidad de formular el fiscal su requerimiento de
citación a juicio, en virtud de las características del hecho histórico, decida
formular acusación alternativa o subsidiaria. Es también en este estadio procesal
donde pueden acordar las partes renunciar al debate oral y someterse al
procedimiento normado por los arts. 395 a 403 del CPPBA. Más aún, podría
suceder que habiendo el fiscal utilizado la facultad conferida por el último párrafo
del art. 335 y acusado alternativa o subsidiariamente, y continuado la causa
conforme al procedimiento ordinario, decidan las partes en la someterse al
procedimiento abreviado en la última oportunidad para ello, esto es, treinta días
antes de la fecha señalada para la audiencia del debate oral (art. 397, segundo
párrafo). Asimismo, no debe uno olvidar que la defensa tuvo la posibilidad de
oponerse a la requisitoria de elevación a juicio en la llamada etapa intermedia.
Obsérvese que el CPPBA no pareciera vedar tal posibilidad. El Art. 335 último
párrafo, en cuanto habilita al representante del Ministerio Público Fiscal a formular
acusaciones alternativas o subsidiarias –siempre teniendo en cuenta el mismo
acontecimiento histórico- al tiempo de formular su requisitoria de citación a juicio
no hace alusión alguna a que esta opción implica renunciar a otras con las que
cuenta, por caso a llevar a acordar con el imputado y su defensa resolver la
cuestión conforme las reglas del juicio abreviado.
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Algo similar sucede con el articulado que norma el procedimiento abreviado, ya
que nada dice respecto a esta hipótesis. En lo que aquí respecta, reza el último
párrafo del art. 396: “el fiscal deberá pedir pena y el imputado y su defensor
extenderán su conformidad a ella y a la calificación”. Pareciera que al referirse a
“calificación” y no a “calificaciones” y a “pena” y no “penas”, no le está permitido al
Fiscal introducir en el acuerdo distintas penas y/o calificaciones, pero en el art.
siguiente dispone que “El fiscal formulará su solicitud de acuerdo a los dispuesto
por el art. 335…”, sin realizar distingo alguno entre los párrafos que componen la
norma en cuestión. ¿Cabría distinguir allí donde la ley no distingue? ¿Qué
sucedería si en este acuerdo habría más de una y quienes deben prestasen su
conformidad a cada una de ellas y a cada una de las penas que les
correspondan? ¿Debería rechazarse el acuerdo por el juez y ordenarse que
continúe según el procedimiento ordinario? ¿Obligárselo a que elija una
calificación de entre ellas? ¿Se afectaría la autonomía de la voluntad?
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Señala José Luis Ares que “así como el imputado tiene derecho a prestar
declaración y derecho a no hacerlo, y si declara puede admitir su culpabilidad o
negarla, así también se le abre un abanico de posibilidades en torno al itinerario
procesal de su causa, entre las que se encuentra la suspensión del juicio a
prueba, el juicio directísimo, si se dan los presupuestos legales, el juicio abreviado,
la omisión de prueba en materia correccional o el juicio oral. Y para adoptar estas
decisiones, el imputado debe contar con adecuado asesoramiento, suficiente
información y control jurisdiccional”. Agrega que “son las partes quienes han
debido evaluar el caso desde sus respectivas ópticas e intereses para acordar el
juicio abreviado; si lo han hecho de manera ligera o superficial no habrán cumplido
eficazmente con su cometido, pero ello el juzgador no podrá suplirlo; el tribunal no
puede ni debe suplir la voluntad ni la actuación de las partes”.
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encuadrable el suceso en un tipo más benigno se podrá admitir y resolver en tal
sentido pues será en favor del imputado”.
Dispone el art. 374 del CPPBA en su anteúltimo párrafo que el tribunal no podrá
apartarse del hecho contenido en la acusación y agrega en el artículo siguiente
que el tribunal al dictar sentencia, en el tratamiento de la cuestión relativa a la
calificación legal, no puede exceder el hecho materia de acusación ni producir
indefensión para el imputado. Asimismo, en su art. 399 último párrafo que en el
trámite del juicio abreviado regirán en lo pertinente las reglas de la sentencia. De
esta forma, y siendo que los arts. 374 y 375 aparecen en sintonía con el 335
último párrafo, y que el art. 399 en su parte final remite a las reglas de la
sentencia, pareciera –una vez más- que la existe la posibilidad de realizar
calificaciones alternativas en el marco de un acuerdo que abra las puertas a un
procedimiento abreviado, y más si tenemos en cuenta que la redacción de estas
normas es fruto de la ley 13.260.
Siempre debemos tener como Norte que lo que se está juzgando es un hecho
único, un único acontecimiento histórico, y es aquí quizá –de admitirse el acuerdo-
el momento en que el juez debiera optar por una de las calificaciones legales que
introdujo el Fiscal en el acuerdo con su correspondiente determinación de pena en
caso de que resolviese condenar al encartado. Tranquilamente, también podría
suceder que –admitido un acuerdo celebrado en estos términos- se resolviese a
favor del imputado absolviéndoselo, por considerarse que no se encuentran
reunidos los requisitos típicos de ninguna de las figuras legales plasmadas en el
acuerdo de partes. Recuérdese asimismo que tanto la presunción de inocencia
como el principio in dubio pro reo mantienen plena vigencia.
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Cobran vigencia en este punto las palabras de Maier (2001), al prologar una obra
de diversos autores sobre el tema, "el núcleo del debate acerca de esta institución
se vincula, claramente, a la decisión acerca del papel que cumple el procedimiento
penal: quienes reducen ese papel a la función de garantía, disponible para el
imputado -que, por ello, precisamente, puede renunciar a ella en ejercicio de su
derecho a la autonomía de su voluntad y en aproximación al `proceso de partes´ -
resultan firmes defensores de esta vía procesal; quienes, por el contrario, piensan
que el procedimiento penal, en especial el juicio público, a más de una garantía
individual a disposición del afectado, representa para el Estado y sus funcionarios
una condición de legitimación acerca de la utilización de la pena estatal -máxima
medida de coerción que el orden jurídico autoriza-, se oponen a él, al menos si se
lo usa casi indiscriminadamente para imponer penas graves, como la privativa de
libertad".
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menos el principio de congruencia quedaría aún a salvo; ya que, como afirma
Ernest Beling “este principio rige respecto al material fáctico que constituye el
objeto del proceso; el acontecimiento histórico, el fenómeno vital, el asunto de la
vida en torno al cual gira el proceso”. Lo que importa aquí es que aquella situación
fáctica normativa se mantenga inmutable a lo largo del proceso, aun en el caso de
que existan acusaciones alternativas o subsidiarias.
Por otro lado, el principio iura novit curia se mantendría en sus justos límites en la
hipótesis que planteo, ya que pareciera que no sería el juez quién encuadre
típicamente el acontecimiento histórico, sino el fiscal al tiempo de realizar las
calificaciones jurídicas que acotarán el thema decidendum, no pudiendo el
magistrado individualizar figuras distintas de aquellas. Esto es lo que se ha
denominado “jurisdiccionalidad limitada”, en contraposición al origen mismo del
término jurisdicción, del latín iuris dictio que significaba “decir el derecho” por parte
del órgano estatal llamado a decidir la cuestión.
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y juzgar, separación esta que constituye una garantía orgánica y que tiene por
misión principal asegurar el derecho de defensa, lo cual es por demás cierto.
A pesar de que como ha podido apreciarse hasta aquí el tema parece caminar por
el filo de un cuchillo, decidiéndonos a veces a favor de las calificaciones
alternativas y otras tantas en su contra; adelanto mi opinión por la negativa acerca
de la posibilidad que planteo, pero esta vez no intuitiva o caprichosamente, sino en
razón de consideraciones fundadas en derecho, las que se desarrollarán
seguidamente.
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Asimismo, creo que existen razones más fundamentales para pronunciarme en
contra del postulado bajo análisis. Creo oportuno señalar que cuando hablamos
del juzgador como un tercero imparcial, que mantiene un rol pasivo, limitando su
actuación a la materia propiamente decisoria, en modo alguno estamos queriendo
significar que se le encuentra vedado realizar un control de legalidad de la materia
que llegue a su conocimiento, por más que sean las partes quienes en esos
términos se lo hayan acercado, ya que de ser esto así se convertiría en un
mecánico homologador de posiciones consensuadas. Recordemos también, que
es él quien ha jurado respetar y hacer respetar la las normas constitucionales,
juramento que lo obliga (al menos moralmente) a no dar curso a situaciones que
vulneren tal normativa, por caso, un acuerdo de esta índole.
Todos los derechos y garantías que hoy día asisten a cualquier persona que
participa en un proceso penal en calidad de imputado, son el producto del triunfo
del Estado de Derecho por sobre la brutalidad e irracionalidad del poder punitivo
que representa el Estado de Policía en esta eterna lucha dialéctica, lo que ha
costado ríos de sangre a lo largo de la historia. Vale recordar que la maximización
de las garantías a favor de las personas, opera como un límite negativo a la
actuación del Estado en su faz coercitiva.
Afirma Zaffaroni, que “la función del derecho penal no es legitimar el poder
punitivo, sino contenerlo y reducirlo, elemento indispensable para que el Estado de
Derecho subsista y no sea reemplazado brutalmente por un Estado totalitario”.
Agrega este mismo autor que “en esta tarea de contención reductora el derecho
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penal no se halla solo, sino que navega acompañado de otras disciplinas. En el
campo de la ciencia jurídica, su cónyuge inseparable es el derecho procesal penal,
que regula el camino que deben seguir los diferentes actores del poder jurídico
para detener o franquear el paso al ejercicio del poder punitivo”.
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Afirma Enrique Bacigalupo que “es indudable que los derechos fundamentales son
derechos de los ciudadanos y en ningún caso derechos de la sociedad o del
Estado contra los ciudadanos, sea que se los conciba como derechos previos al
Estado o como derechos garantizados por éste. En todo caso los derechos
fundamentales son siempre un límite para el ejercicio del poder estatal, cuyo
ejercicio el ciudadano no debe justificar, es el Estado, por el
contrario, quien debe justificar la limitación de los derechos fundamentales”.
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Por otro lado, esta tan pretendida igualdad de armas que se busca alcanzar en el
modelo acusatorio, en el cual estructuralmente ya la parte acusadora posee una
infraestructura o maquinaria (estatal) con la que no cuenta quien es sindicado
como imputado; se vería reforzada a favor del acusador si le concediésemos ante
un tribunal la posibilidad de lograr acuerdos viables con este tipo de calificaciones
alternativas.
VI- Conclusión.
Asimismo, y como argumento de mayor peso, el último párrafo del 335 del CPP
dice expresamente “El requerimiento podrá indicar alternativamente aquellas
circunstancias de hecho que permitan encuadrar el comportamiento del imputado
en un tipo penal distinto, para el caso de que no resulten demostrados en el
debate los elementos que componen su calificación jurídica principal, a fin de
posibilitar la correcta defensa del imputado.” Nótese que se refiere al caso en que
no resulten demostrados en el debate los elementos que componen la calificación
jurídica principal; debate que no ha de existir si se opta por el procedimiento
abreviado, en donde los elementos de cargo serán los recolectados durante el
curso de la IPP.
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De esta manera cabría pensar que el legislador al tiempo de diseñar el instituto en
estudio lo hizo excluyendo su aplicación para el caso en que no exista debate oral
en el curso del proceso.
Bibliografía:
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