Curso de Escritura Creativa - 6

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universidad y fue de lo más instructivo, en el sentido de que era la única clase

para la que hacía los deberes y luego, cuando me sentaba a escribir, resultaba

que no podía porque había empleado muchísimo tiempo y energía en escribir

código y me daba la impresión de que venía a ser lo mismo.

Las circunstancias pueden variar mucho según cada persona. Quizá

alguien diga: «Yo creo que mejoro como escritor gracias a que pico código».

Pero a mí picar código me dejaba agotado cuando quería escribir historias.

Mucha gente también menciona el oficio de profesor, pero es de esos trabajos

que no se quedan atrás cuando sales del centro educativo, que están siempre

presentes: no dejas de pensar en el alumnado, en los trabajos que hay que

corregir. Eso puede dificultar mucho la escritura.

Un trabajo que tiende a ser excelente es poner ladrillos. Nadie te lo cuenta

en la universidad. Os dirán: «Sí, sácate un grado en Filología y trabaja en algo

relacionado», cuando en realidad hacerte peón de obra suele ser un oficio

estupendo para un escritor, porque puedes ponerte auriculares, escuchar

música y repasar la trama de lo que vas a escribir ese día, para luego llegar a

casa relajado, sentarte y escribirlo. En realidad, cualquier trabajo no

especializado puede ser estupendo para un escritor, por ese mismo motivo.

Puede parecer estrambótico porque es justo lo contrario de lo que uno

imaginaría.

La mayoría no tenemos la oportunidad de hacernos peones de obra. Pero,

en un entorno universitario, debemos licenciarnos en algo que luego nos

llevará a algún tipo de carrera relacionada con esos estudios. Casi todos los

licenciados en Filología terminan escribiendo para empresas tecnológicas, o

trabajando en la corrección de textos, pero también en temas que no están

relacionados con el lenguaje, porque es una de esas carreras que acaba siendo

bastante genérica. Yo tengo muchos amigos que redactan textos para

empresas tecnológicas, y aun así pudieron escribir sus propias historias. Así

que estudiar filología tampoco os perjudicará.


En mi caso, trabajé haciendo el turno de noche en un hotel. Escribía desde

las once de la noche hasta las cinco de la madrugada todos los días, y así es

como pude terminar mis libros mientras iba a la universidad y trabajaba. En

eso fui todo un privilegiado, aunque nadie diría que un trabajo por el salario

mínimo sea un privilegio. Pero ese empleo por el que cobraba el salario

mínimo me evitaba preocuparme por las finanzas, así que me consideraba

muy afortunado por estar en una situación en la que podía trabajar por seis

dólares la hora. Con eso me bastaba para cubrir los gastos, y además podía

escribir en el trabajo. Reconozco que la mayoría de la gente no puede hacerlo:

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no puede renunciar a tener una vida social, cambiar el patrón de sueño y

trabajar por el salario mínimo para convertirse en escritor. A mí me funcionó.

Pero quizá os interese más dejaros aconsejar por mí que imitar mis decisiones

vitales.

Lo que pretendo ilustrar es que tendréis que averiguar qué os funciona.

Pero si podéis mantener una regularidad, entonces podéis hacer de la escritura

una actividad profesional, aunque no pretendáis dedicaros a ella a tiempo

completo o no lleguéis a vivir de ella.

La escritura y la vida real

Hablemos un poco sobre ser escritor y tener una vida real, porque creo que

tener una vida real es importante. Se supone que vamos a escribir sobre la

vida de la gente, a contar historias acerca de sus experiencias. Pero si no

tenemos una vida propia, será mucho más difícil hacerlo. Os cuento esto

porque hace veinte años, en el primer día de este curso, Dave explicó algo que

he recordado desde entonces. Nos dijo: «Muchos amigos me dicen que un

escritor no debería casarse, que no debería tener familia, que tenerla lo distrae

de su vocación por la escritura». A mí no me lo han dicho demasiado, quizá

porque me muevo en círculos distintos, pero sí me han contado que ocurre.

Dave nos dijo: «Yo descubrí que tener familia me ha dado mucho más
material sobre el que escribir que si no la tuviera».

Uno de los mayores puntos de conflicto que he encontrado en las

relaciones de mis amistades del gremio, y que suele llegar de forma bastante

inesperada, es que cuanto más te dejas absorber por la escritura, más

excluidas se sienten las personas de tu vida de algo que para ti es apasionante,

casi obsesivo. Es un problema real, sobre todo teniendo en cuenta que os

estoy animando a intentar dedicar un par de horas al día a escribir. Lo ideal, si

queréis dedicaros a esto profesionalmente dentro de diez años, es arrancar

fuerte escribiendo dos horas al día durante esos diez años. Puede ser difícil

encontrar esas dos horas diarias, sobre todo si tenéis un mínimo de vida

social. No todo el mundo puede hacer como yo, trabajar de noche sin

relacionarse con nadie.

Permitidme contároslo desde el punto de vista de mi esposa. Emily y yo

nos casamos en 2006, así que no tuvo que sufrir todo el tiempo que estuve

trabajando en el turno de noche. Pero la persona a quien conoció tampoco era

Brandon la superestrella. Era Brandon, el aspirante a escritor novel. Ella

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