Cuando Los Tiburones Nos Quieren Devorar

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CUANDO LOS TIBURONES NOS QUIEREN DEVORAR

Por Silvia Gereda Valenzuela / Periodista de Investigación. Guatemala, septiembre 2016.

Los tiburones, aquellos que nos quieren devorar, lejos de ser una adversidad o maldición en nuestras vidas
son una oportunidad para fortalecer nuestro espíritu.
Hace unos días, un extraordinario amigo me envió una de las anécdotas más inspiradoras que he leído,
particularmente en estos días en que la crisis y la competencia desmedida se han vuelto parte de nuestras
vidas cotidianas. Este relato, que ahora transcribo, es ideal para que lo comparta con sus hijos, sus amigos
y para que usted se tome un tiempo de meditación en la adversidad. Este es un momento ideal para hacer
un alto, así que espero que este mi pequeño regalo de letras le llene el corazón, amigo lector…
Los japoneses son reconocidos porque siempre han gustado del pescado fresco. Sin embargo, las aguas
cercanas a Japón no han tenido muchos peces por décadas y esto ha causado que para que su población
se pueda alimentar, los barcos pesqueros fueron fabricados más grandes para ir mar adentro.
Mientras más lejos iban los pescadores, más era el tiempo que les tomaba regresar a entregar el pescado.
Si el viaje tomaba varios días, el pescado ya no estaba fresco.
Entonces, para resolver el problema, las compañías instalaron congeladores en los barcos pesqueros. Así
podían pescar y poner los pescados en los congeladores.
Sin embargo, los japoneses pudieron percibir la diferencia entre el pescado congelado y el fresco e
inmediatamente se dieron cuenta de que el sabor del congelado era inferior, por lo que tenían que venderlo
más barato.
De esta cuenta, se creó una estrategia donde las compañías instalaron tanques en los barcos, para que
los peces pudieran nadar en agua fresca durante el transcurso de la travesía por el mar.
No obstante, con el paso de los días, los peces dejaban de moverse en el tanque. Estaban aburridos y
cansados, aunque vivos. Los consumidores japoneses también notaron la diferencia del sabor porque
cuando los peces dejan de moverse por días, pierden el sabor fresco.
Y ¿Cómo resolvieron el problema las compañías japonesas?, ¿cómo consiguieron traer pescado con buen
sabor?
Los japoneses comenzaron a pensar en términos prácticos y hacer analogías. Entonces, concluyeron que,
tan pronto una persona alcanza sus metas, tales como empezar una nueva empresa, pagar sus deudas,
encontrar una pareja maravillosa, empieza a perder la pasión. Ha conseguido lo que quiere, por lo que ya
no necesita esforzarse tanto. Entonces, como pez en el agua, se relaja.
Este mismo problema lo experimentan quienes se ganan la lotería, o el de quienes heredan fortunas. Son
personas que viven con una seguridad económica que las hace nunca madurar, quedarse en casa o
simplemente pasar el día adictos al dinero, al despilfarro, la vida material y que al final acaban consumidos
por los medicamentos para la depresión o la ansiedad, ya que nunca han encontrado el sentido de su
misión en la vida.
Y entonces, la resolución del problema de los pescadores japoneses fue inspirado en esta premisa: Las
personas prosperan más cuando hay desafíos en su medio ambiente. Y si esta es una realidad, la única
salida para mantener el sabor fresco de los peces fue que las compañías pesqueras pusieran un tiburón
pequeño dentro de los tanques en los botes para que rompieran el esquema relajado de los peces.
Es evidente que el tiburón se come algunos peces, pero los demás llegan muy vivos. ¡Los peces son
desafiados! Tienen que nadar durante todo el trayecto dentro del tanque, para mantenerse vivos. Si no
nadan, sucumben.
Este relato japonés es simplemente una meditación en tiempo de crisis. Todos necesitamos tener nuestro
tiburón en las aguas donde nadamos porque así aprenderemos que cuando alcancemos nuestras metas,
el reto será alcanzar otras mayores.
Jamás debemos de crear el éxito para luego descansar en El.
Y la lección aprendida es, invita a un tiburón a tu tanque, y que tan lejos realmente puedes llegar. Los
“tiburones” que aparecen en nuestras vidas nos hacen conocer nuestro potencial. Nunca debemos dejarnos
asustar por sus dientes ni sus trampas. El secreto es seguir alerta siempre, pero siempre “fresco”. La ley
de la vida es así, siempre nos pondrá tiburones, donde quiera que vayamos allí estarán.
La vida nos pone dificultades y éstas se convertirán en lecciones de aprendizaje si las aprendemos a ver
como oportunidades para encontrar nuevos caminos. Los tiburones, aquellos que nos quieren comer o
destruir, lejos de ser una adversidad o maldición en nuestras vidas son una oportunidad para fortalecer
nuestro espíritu y sacar lo mejor de nosotros mismos. Nos obligan a descubrir la fortaleza y la valentía que
tenemos dentro de nosotros mismos y que desde el conformismo jamás hubiéramos explorado.
Fin.

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