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Podría ser yo. Los sectores populares urbanos en imagen y palabra, Elizabeth
Jelin y Pablo Vila con fotografías de Alicia D’Amico

Article in Artelogie · April 2020


DOI: 10.4000/artelogie.4887

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Georgina Gabriela Gluzman


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Artelogie
Recherche sur les arts, le patrimoine et la littérature de
l'Amérique latine
15 | 2020
Latin American networks: Synchronicities, Contacts
and Divergences.

Podría ser yo. Los sectores populares urbanos en imagen


y palabra, Elizabeth Jelin y Pablo Vila con
fotografías de Alicia D’Amico, Buenos Aires,
Asunción, 2019, 153 páginas. Edición doble con un
nuevo volumen de ensayos de Sergio Caggiano,
Ludmila Da Silva Catela, Elizabeth Jelin, Francisco
Medail, Juan Cruz Pedroni, Agustina Triquell y
Pablo Villa, 112 páginas.
Georgina G. Gluzman

Edición electrónica
URL: http://journals.openedition.org/artelogie/4887
DOI: 10.4000/artelogie.4887
ISSN: 2115-6395

Editor
Association ESCAL

Referencia electrónica
Georgina G. Gluzman, « Podría ser yo. Los sectores populares urbanos en imagen y palabra, Elizabeth
Jelin y Pablo Vila con fotografías de Alicia D’Amico, Buenos Aires, Asunción, 2019, 153 páginas.
Edición doble con un nuevo volumen de ensayos de Sergio Caggiano, Ludmila Da Silva Catela,
Elizabeth Jelin, Francisco Medail, Juan Cruz Pedroni, Agustina Triquell y Pablo Villa, 112 páginas. »,
Artelogie [En línea], 15 | 2020, Publicado el 08 abril 2020, consultado el 08 mayo 2020. URL : http://
journals.openedition.org/artelogie/4887 ; DOI : https://doi.org/10.4000/artelogie.4887

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Association ESCAL
Podría ser yo. Los sectores populares urbanos en imagen y palabra, Elizabeth ... 1

Podría ser yo. Los sectores populares


urbanos en imagen y palabra,
Elizabeth Jelin y Pablo Vila con
fotografías de Alicia D’Amico,
Buenos Aires, Asunción, 2019, 153
páginas. Edición doble con un nuevo
volumen de ensayos de Sergio
Caggiano, Ludmila Da Silva Catela,
Elizabeth Jelin, Francisco Medail,
Juan Cruz Pedroni, Agustina
Triquell y Pablo Villa, 112 páginas.
Georgina G. Gluzman

Podría ser yo. Los sectores populares urbanos en


imagen y palabra, de Elizabeth Jelin y Pablo Vila
con fotografías de Alicia D’Amico, Buenos Aires,
Asunción, 2019, 153 páginas. Edición doble con un
nuevo volumen de ensayos de Sergio Caggiano,
Ludmila Da Silva Catela, Elizabeth Jelin, Francisco
Medail, Juan Cruz Pedroni, Agustina Triquell y
Pablo Villa, 112 páginas.

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1 La reedición de Podría ser yo. Los sectores populares urbanos en imagen y palabra, impulsada
por la editorial especializada en fotografía Asunción, tiene la rara virtud de presentar
un cuidadoso facsímil y, además, un segundo libro: un extenso volumen de ensayos
sobre el libro. El proyecto de Podría ser yo recoge y analiza una serie de visitas a barrios
populares de Buenos Aires y del Gran Buenos Aires, realizadas entre 1984 y 1986. La
fotografía, a cargo de Alicia D’Amico, ocupó un rol central, pues lxs participantes
fueron convocadxs para reflexionar sobre las imágenes tomadas en sus contextos de
vida y trabajo, en un cruce inédito entre sociología y fotografía.
2 La fotografía guarda un vínculo estrecho con las mujeres, pues históricamente ellas han
ocupado lugares notables en este medio, como ha demostrado la historia feminista del
arte desde la década de 1970 (Trasforini 2009). Nuestro conocimiento de la carrera de la
fotógrafa argentina Alicia D’Amico (1933-2001) se ha ido enriqueciendo sostenidamente
durante las últimas décadas.1 Si bien D’Amico no corrió la suerte oscura de otras
artistas, cuya obra fue obliterada de los relatos históricos, el calor de la ola verde que
nos atraviesa nos invita a mirar nuevamente su prodigiosa producción y a seguir
descubriéndola.
3 Feminista “desde siempre”, en sus propias palabras, su compromiso con el feminismo
se hace militancia en la década de 1970. Su práctica fotográfica discurre por una gran
diversidad de rumbos. Su imaginación visual, sus encuadres, su universo y sus
intenciones desafían cualquier intento de definirla de un modo unívoco. Gracias a la
participación de Alicia D’Amico, el ya legendario Lugar de mujer se convirtió en un foco
de debates entre fotografía, activismo y libertad.2 La fotógrafa, ya establecida por
entonces, había participado de otros proyectos feministas, incluyendo la revista Persona
y las Jornadas de la Creatividad Femenina. D’Amico participó de modo sostenido en Lugar
de mujer tras el regreso de la democracia.
4 Los boletines de Lugar de mujer dan cuenta de la naturaleza experimental y múltiple de
sus propuestas. Este espacio jugó un rol importante en el proceso de recuperación del
debate por la sexualidad libre, el aborto y la autonomía de los cuerpos. Integrado por
figuras como Ana Amado, María Luisa Bemberg, Narcisa Hirsch, Alicia D’Amico y Sara
Torres, entre muchas otras, este espacio realizó desde 1983 actividades culturales y
científicas relativas a la mujer mediante talleres, proyecciones, exposiciones,
asesoramiento médico y legal, y debates. Los espacios de experimentación fotográfica
propiciados por D’Amico en este ámbito fueron, siguiendo los lineamientos propios de
la segunda ola feminista, instancias de concienciación donde se examinaban
críticamente las nociones de mirada e identidad, desmarcando las imágenes femeninas
de los códigos de representación dominantes y, por ende, patriarcales. Lugar de mujer se
convirtió, además, en sitio de exhibición, donde D’Amico y las participantes de sus
talleres dieron a conocer su trabajo.
5 D’Amico es el ejemplo por excelencia de la mujer que mira. Tamara García Iglesias,
directora del bello documental sobre D’Amico El cuerpo de la mujer sin sombra, 3 ha
llamado la atención sobre la imagen de “la mujer ventanera" que propuso la escritora
española Carmen Martín Gaite (1925-2000): “El recuadro liberador de una ventana para
que la mujer pueda alzar de vez en cuando los ojos a ella y descansar de sus tareas o
soñar con el mundo que se ve a lo lejos es una referencia constante tanto en pintura
como en literatura” (1993: p.134). Los términos de voyeuse/flâneuse definen a Alicia
D’Amico, quien tornó femeninos los voyeurs/flâneurs típicos de la constitución de la
cultura visual moderna.

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6 El tomar la calle, ese espacio que históricamente ha sido refractario a la presencia


femenina, es un aspecto compartido por sus ensayos fotográficos, como Buenos Aires,
Buenos Aires (1968), realizado junto a la fotógrafa Sara Facio (1932) con textos de Julio
Cortázar (1914-1984). Pero, allí, los protagonistas casi excluyentes son los varones: ellos
caminan y habitan la ciudad. En Podría ser yo (1987), las imágenes son otras.
Experimento radical en muchos sentidos, Podría ser yo fue proyecto peculiar para una
fotógrafa del campo de las “bellas artes”, atravesado por ciertos cánones compositivos
y técnicos. La cámara no es aquí meramente herramienta de “documentación”. Es una
herramienta de concientización sobre todo para quienes son fotografiadxs. En los
diálogos sobre las fotografías, auténtico foco de Podría ser yo, se repite el tema del
reconocimiento: “Te costó verte en las fotos, ¿no? Sí, un poco. No tanto si es así como
uno vive, ¿qué va a hacer?’”, afirma una de las entrevistadas (p. 18).
7 La fotografía torna visible algo para todxs y D’Amico entendía este proceso. En el taller
Autorretrato, realizado junto a la psicóloga Graciela Sikos en septiembre de 1983
precisamente en Lugar de mujer, D’Amico había emprendido una investigación sobre la
imagen femenina y la necesidad de recuperar la propia imaginación. En palabras de la
fotógrafa, publicadas en la revista alfonsina: “Para llegar a la creación de la propia
imagen, un trabajo corporal previo permite a las mujeres distenderse percibirse,
buscarse. (...) Asumen la responsabilidad total de decidir el momento en que les sean
tomadas las fotos. Mi parte consiste en interpretarlas y no traicionarlas. El autorretrato
es luego evaluado, criticado, comentado en una segunda reunión” (1984: p. 8). 4 En lugar
de repetir la relación tradicional entre musa y artista, la colaboración de Autorretratos
sugiere una horizontalidad que desdibuja los roles prefijados por las normas del arte.
Los (autor)retratos que D’Amico y sus colaboradoras no son bellos o halagadores, según
las formas que tradicionalmente han asumido estas imágenes.
8 Y, sin embargo, lo feminista en D’Amico excedió lo meramente iconográfico. El proceso,
abierto y ambiguo, despojaba de certezas el hecho simple de apretar el disparador. El
modernismo cuidado de sus primeras fotografías se disuelve en un cuestionamiento del
orden establecido aun en la estructuración del medio fotográfico. La fotografía es el
catalizador de repasos personales, que son también colectivos. Como el de la mujer
despeinada de Podría ser yo, que mira los pliegues de su piel y los rulos de su pelo con el
orgullo del camino recorrido (p. 32). La mirada afectiva se entronca con la militancia y
el compromiso indiscutibles de la fotógrafa.
9 Las vidas de las mujeres se hallan en las imágenes y en las palabras. El trabajo
doméstico es una de las “mil maneras de ganarse la vida” (p. 41). El encuentro
fulgurante entre imagen y palabra desarma la naturalidad de la “empleada doméstica”
y llama la atención sobre quién permite el ocio y/o el desarrollo profesional de las
mujeres privilegiadas (pp. 50 y 51).
10 Jelin y Vila reflexionan en “¿Veinte años no es nada?”, ya en el volumen de ensayos, en
la ceguera frente al trabajo femenino extradoméstico: “En el mundo del trabajador
(obrero, hombre) no hay lugar para el trabajo femenino de ninguna especie” (p. 46).
Solo cuando lxs investigadorxs hicieron una pregunta explícita a sus “investigadxs” en
tal sentido recibieron magras pistas de la actividad laboral dentro y fuera del hogar
llevada a cabo por las mujeres. El tiempo de las mujeres de los sectores populares se
fragmenta, se divide y se pulveriza hasta perderse. “El ocio es de los otros” se afirma en
Podría ser yo (p. 205). Las mujeres tienen doble jornada.

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11 En sus reveladores “Puntos de partida”, Agustina Triquell enuncia un asunto clave:


Podría ser yo no es un libro, como Buenos Aires, Buenos Aires o Humanario [dos fotolibros
realizados por D’Amico y Facio entre 1968 y 1976], que haya sido incluido en
investigaciones recientes sobre el fotolibro en Latinoamérica: “Es que en definitiva este
es un libro difícil de encasillar y es en esta dificultad, en esta incomodidad
clasificatoria, donde reside su mayor potencial estético político y donde también se
cimienta nuestro interés por esta reedición” (p. 14).
12 Como espectadorxs, nos perdemos de ver, de disfrutar y de ser afectadxs por muchas
obras porque son de mano femenina. Este hecho lamentable comienza a ser subsanado
con investigaciones de base que revelan la creatividad femenina en diversas latitudes y
cronologías. A medida que nuestro conocimiento avanza, sentimos una emancipación
estética y política, como ha mantenido con acierto Andrea Giunta (2018). El campo del
arte, de lo que merece ser considerado tal, se altera. La incorporación y difusión de
corpora amplios de trabajos de mujeres artistas (y de otros grupos desplazados del
canon) es imprescindible.
13 En un momento de sus reflexiones, Jelin se refiere a un archivo “guardado en la
privacidad de mi estudio” (p 86): las fotos y los materiales de Podría ser yo. La
investigadora quiebra, en este punto crucial, con la lógica académica: abre y muestra
sus papeles, sus imágenes y sus recuerdos. Los integra y los entrega a un grupo de
investigadorxs. Por su lado, Sergio Caggiano, en la larga entrevista incluida a Jelin y
Vila en el libro de ensayos, explica: “Cuando doy clases con el libro lamento no tener
muchos ejemplares o que las fotocopias no puedan ser de calidad” (p. 102).
14 Ambas reflexiones, de maestra y discípulo, dan cuenta de una misma intención y de una
misma preocupación. Si realmente creemos que la difusión y la publicidad de las
aventuras creativas de las mujeres valen la pena y que deben ser conocidas y
reconocidas para alterar un orden simbólico, es necesario pensar críticamente en torno
a los archivos y su acceso. Muchxs hemos visto la privatización de los archivos o su
cierre, en pos de investigaciones individuales e individualistas. Celebrar la reedición de
Podría ser yo, y la elaboración de agudos estudios en torno al proyecto, implica repudiar
las prácticas de oclusión de los archivos, sobre todo de los femeninos. Los documentos
del archivo de Alicia D’Amico de acceso público son pocos. Entre ellos, se halla una
carta, dirigida a la revista feminista Woman of Power, que publicó en 1987 unas imágenes
y una semblanza de la artista. Allí, D’Amico se refería sus imágenes de lesbianas: “
Pienso que las minorías son sencillamente eso: minorías que forman parte de un todo y
que hacen a la totalidad de la especie humana. No se conoce existencia humana sin
diversidad y esa es precisamente su riqueza. La pluralidad de opciones forma parte de
la democracia.”
15 También forma parte de este ideal democrático el acceso a la información y a la
imaginación de D’Amico. Muy frecuentemente, les historiadores del arte lamentan
amargamente el borramiento de tal o cual artista. Esas cesuras de la memoria se
reparan con generosidad y apertura de los archivos, que no son cotos de caza sino
máquinas de sentidos colectivos. “La revisión, el acto de mirar hacia atrás, de mirar con
ojos frescos, de ingresar a un texto antiguo con una nueva dirección crítica, es para las
mujeres más que un capítulo en la historia cultural: es un acto de supervivencia”,
sentenciaba Adrienne Rich en 1972 (p. 18). Celebramos que nos permitan nuevamente
ver este proyecto único.

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BIBLIOGRAFÍA
Alonso, R. (2017), “In Praise of Indiscipline”, en Andrea Giunta y Cecilia Fajardo-Hill, Radical
Women. Latin American art, 1960-1985, New York: DelMonico Books/Prestel, pp. 220-227.

D’Amico, A. (1984), “Cómo somos”, alfonsina, 12 de enero.

Giunta, A. (2018), Feminismo y arte latinoamericano: Historias de artistas que emanciparon el cuerpo,
Buenos Aires, Siglo XXI.

Martín Gaite, C. (1993), Desde la ventana: enfoque femenino de la literatura española, Madrid, Espasa-
Calpe.

Rich, A. (1972) “When We Dead Awaken: Writing as Re-Vision”, en College English Vol. 34, No. 1,
pp. 18-30.

Trasforini, M. A. (2009), Bajo el signo de las artistas. Mujeres, profesiones de arte y modernidad,
València, Universitat de València.

NOTAS
1. Véase Alonso (2017: p. 224-225).
2. Después del retorno de la democracia a la Argentina en 1983, comenzó un proceso de
reconstrucción de los lazos políticos y afectivos entre feministas. Los grupos feministas
retomaron los objetivos sostenidos antes del golpe cívico-militar de 1976.
3. Véanse los detalles del proyecto en su página web: https://www.tamaragarciaiglesias.com/el-
cuerpo-de-la-mujer-sin-sombra. Consulta: 10 de enero de 2020.
4. La revista feminista alfonsina también fue el lugar de expresión de otros debates y
problemáticas. La fotógrafa e historiadora de la fotografía Sara Facio en “Mujeres y cámaras”,
publicado en el número 9 de la revista, trazaba una genealogía de la creatividad de las mujeres en
el campo de la fotografía periodística, mediante el rescate de la memoria de Margaret Bourke-
White (1904-1971) y Lisl Steiner (1927). La notable Facio continuaría su camino de visibilización
de la historia, profunda y variopinta, de las mujeres en la fotografía a través de diversas
investigaciones.

AUTOR
GEORGINA G. GLUZMAN
Georgina G. Gluzman es doctora en Historia del Arte por la Universidad de Buenos Aires e
investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Se desempeña com
profesora de la Universidad de San Andrés, donde dicta seminarios de arte argentino y estudios
de género. Es autora del libro Trazos invisibles. Mujeres artistas en Buenos Aires (1890-1923) (Biblos,
2016). CONICET-UNSAM.

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