Evaluación S
Evaluación S
Evaluación S
¿Me podría decir cuál es el camino que debo seguir? Preguntó Alicia.
Es que no sé dónde quiero ir. Entonces da igual el camino que escojas. Lewis
Carrol.
Seguramente si usted hiciese la misma pregunta que el gato le hacía Alicia a cualquiera
de sus colaboradores con referencia a los objetivos a cumplir dentro de su
organización, ¡Cuantas Alicia encontraría!
Y es que, los empleados, si bien oyen continuamente hablar de la misión y visión de
sus compañías, a la hora de llevarlas a la práctica en su día a día no saben en qué
acciones concretas se traducen. Se dedican a navegar contra viento y marea en la
dirección que estos les van llevando, e incluso, en muchas ocasiones, sin poder mirar
al frente y ver hacia donde se dirigen porque, la inmediatez y urgencia de sus tareas
diarias les convierten en bomberos apagafuegos que tienen que resolver problemas a
diestro y siniestro. Mañana, “dios proveerá”.
Indudablemente no es suficiente con conocer las cifras de facturación que se deben
alcanzar a final de año. Una gran parte de la consecución del éxito reside en cómo de
implicadas y focalizadas se encuentran las personas a la hora de trabajar para
conseguir dichas cifras. Y es que, en nuestro afán por llegar, crecer, ser los mejores, no
tenemos tiempo para pararnos y determinar cuál es la política a seguir. Si
conseguimos ser conscientes de cuán importante es esta tarea y cuanta incidencia
tiene sobre los resultados, le dedicaremos una parte importante de nuestro tiempo en el
quehacer diario.
Esta falta de sentido de dirección en las organizaciones es la antítesis del compromiso
y la responsabilidad de las personas para con la compañía. Estas carencias suponen
que, tal como las denominaba Stephen Covey en su bestseller los “7 hábitos de la
gente altamente efectiva” los trabajadores “no sean accionistas morales” de las
compañías. En esta obra también enunciaba como su segundo hábito “Comience con
un fin en mente”. Esto es un objetivo claro, bien definido.
Desde el punto de vista del Coaching a nivel general, una meta efectiva parte de
identificar el lugar donde nos encontramos, con qué recursos contamos (materiales,
humanos y económicos) y después estudia el lugar al que queremos dirigirnos, nos
proporciona información sobre cómo llegar e identifica el momento cuando hemos
llegado.
En términos numéricos (volumen de facturación, rentabilidad, etc.) es fácil reconocer
cuando se han cumplido los objetivos, pero no así en términos de satisfacción y
calidad. De ahí la insistencia en la visualización del resultado. Para ello, debemos
encontrar los parámetros de medida adecuados, seguramente no serán tan tangibles
como una cifra, pero a nivel corporativo nos resultarán válidos como sistema de
valoración y evaluación.
En términos prácticos, el Coaching sostiene necesario definir los propios objetivos para
el presente, ¿Qué quiero conseguir en esta jornada de trabajo? O bien ¿cuáles son las
metas a alcanzar en esta semana laboral? El hecho de pensar y poner por escrito esas
metas individuales, nos sirve para estar centrados en un fin, enmarca nuestras
acciones y al final del día o semana nos servirá para obtener feedback sobre los
resultados ¿hemos conseguido lo propuesto? ¿Qué nos ha faltado? ¿Era alcanzable lo
propuesto?
Yendo de lo particular a lo global, también es de vital importancia para el devenir de las
organizaciones la definición de los objetivos como “ente”, sin olvidar que este ente está
conformado por personas con sus propios objetivos particulares.
Para que estos sean efectivos: tienen que contar con la máxima participación posible
de los empleados a la hora de su definición (sin participación no hay compromiso).
Tienen que estar definidos de una forma positiva ¿qué queremos? No que no
queremos. También es de vital importancia el considerar si el tiempo que se ofrece a
las personas para la ejecución, así como el entorno son congruentes. Si nuestra
propuesta es un objetivo no alcanzable, el equipo se encontrará desmoralizado y no
invertirá esfuerzo en conseguirlo ya que no creerá en su capacidad para realizarlo. Por
otra parte, si no es desafiante no existe ninguna motivación. Lo ideal es encontrar la
coherencia entre estos dos factores.
En la medida en que conseguimos focalizarnos en nuestros objetivos, crear un plan de
acción, tenemos un marco de referencia, un conjunto de criterios y directrices que nos
guían y generan el compromiso de todos los miembros de la organización dando lugar
a una mejora de los resultados.
Tomado de: http://www.asescoaching.org/2010/07/14/de-la-importancia-de-la-buena-
definicion-de-objetivos/
Pregunta a responder: ¿Cuál es la importancia de la definición de objetivos al
iniciar una conversación de Coaching?