México en El Cruce de Los Tiempos: Jorge Gutiérrez Reyna

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MÉXICO EN EL CRUCE DE LOS TIEMPOS

Jorge Gutiérrez Reyna

Interlocutores: FRANCISCO CERVANTES DE SALAZAR, JUANA GARCÍA

CERVANTES: Ya verás, en cuanto salgamos del metro, qué de maravillas


nos encontraremos al caminar por la calle que deseo mostrarte. Qui-
siera aprovechar, dado que estamos todavía a un par de estaciones, para
decirte que esa calle es muy antigua. Corre ya en el primer mapa de la
ciudad, atribuido a Cortés; ahí se ven las cuatro calzadas, las arterias
que conectaban el corazón de Tenochtitlan con la tierra firme: una se
enfila al norte, al Tepeyac; otra se dirige hacia donde se pone el sol, Ta-
cuba; la tercera camina rumbo a Tlatelolco, al noroeste. La que cruzare-
mos llegaba a la ciudad desde el sur, la calzada de Iztapalapa. Hoy corres-
ponde a la ancha y larga avenida Pino Suárez que desenrolla sin pausas
su asfalto hasta el Zócalo, pero no siempre fue así: como muchas otras
calles de México, esta estuvo cruzada en otro tiempo, de trecho en tre-
cho, por el agua y, más que una calle, era una cadena de puentes que
brincaban sobre las acequias.

GARCÍA: Pero ya vamos bajando del vagón... Aquella estructura redon-


da, que se alza entre la gente que corre de un andén a otro por los pasi-
llos, es, según veo, obra de los tenochcas. ¿Cuántas estaciones de metro
en el mundo albergan en su interior un sitio arqueológico? Estoy segu-
ra de que muy pocas.

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CERVANTES: Tan notorio es el hecho, que el ico-
no de la estación es justamente este adoratorio,
descubierto durante los trabajos de construc-
ción del metro. Los conquistadores debieron
haberlo visto en todo su esplendor cuando pa-
saron por aquí en 1519. Está dedicado a Ehé-
catl, el dios del viento, de ahí su forma circular:
los antiguos mexicanos creían que las aristas
de un templo ordinario podían herir al vien-
to en su revuelo. Supongo que a la deidad que
acarrea las nubes de lluvia se le deben esa y
otras muchas cortesías. Para mí, el inicio de
esta calle lo indica este pequeño pero rotun-
do adoratorio.

GARCÍA: Sin duda, hay calles que no discurren


solo horizontalmente, sino que serpentean de
arriba para abajo y viceversa. ¡Cuánta merca-
dería y tan variada! Apenas sale uno del me-
tro y ya se adentra en un intrincado laberin- Giacomo Gastaldi, Mapa de la Ciudad de México,
to de puestos y olores de garnacha. Es cierto ca. 1565. Library of Congress
lo que dicen: en el centro de esta ciudad uno
puede comprar prácticamente cualquier cosa GARCÍA: Qué conveniente. Hace años me dijo
que le cruce por la imaginación. Yo añadiría que una profesora que “la cultura también entra
puede hacerse, además, sin pasar hambre. por los pies”. Se refería a que se puede cruzar
en coche una calle todos los días y aun así no
CERVANTES: Y esas compras, por fortuna, se conocerla. Una calle hay que caminarla, y va-
pueden realizar ordenadamente. Ya a Cortés rias veces, a diferentes horas (una calle es tan-
le asombraba no solo la abundancia de merca- tas cuantas horas tiene el día). Hay que sentir
deres, sino el orden de los mismos. Me parece a través de las suelas el calor de su banqueta,
que escribió algo así: tropezarse con las gruesas raíces que rompen
sus baldosas, sortear a sus apresurados tran-
en los dichos mercados se venden todas las co- seúntes...
sas cuantas se hallan en toda la tierra... Cada gé-
nero de mercaduría se vende en su calle sin que ***
entremetan otra mercaduría ninguna, y en esto Hernán Cortés fue huésped del tlatoani Moc-
tienen mucha orden. tezuma entre noviembre de 1519 y mayo de
1520. Curiosamente, su plácida —aunque no
Esta calle, como ves, se especializa en zapa- desprovista de tensiones— estancia en la gran
terías. Tenochtitlan coincidió exactamente con la es-

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tación seca: si el conquistador de armadura re- nomio que cifra su destino. Mientras exista en
luciente era un dios, como parece que creyeron ella un mexicano preocupado por el exceso o
en un inicio los mexicas, debió ser un flamíge- falta de agua, o bien regateando por sus calles,
ro dios de la sequía. Cortés pudo hacer, pues, existirá México-Tenochtitlan.
su recorrido turístico de la ciudad sin preo-
cuparse de esos chubascos súbitos que enca- ***
potan y refrescan las tardes de verano, que ha- CERVANTES: Cuando uno lee las líneas de esta
cen chacualear los pasos de los peatones en ciudad debe fijarse, asimismo, en las oqueda-
busca de un refugio. De ese recorrido del con- des, palabras que se han borrado y perdido en
quistador surge el primer retrato en lengua las numerosas reescrituras de este palimpses-
española de la Ciudad de México, el cual que- to de smog, acero y tezontle.
dó plasmado en la Segunda carta de relación,
dirigida a Carlos V en 1520. En ella Cortés echa GARCÍA: Es verdad. De tanto observarlos, estos
por delante las características esenciales de vacíos comienzan a revelarme su memoria:
la ciudad, es decir, su asentamiento sobre una ahí, una alta torre, pisos y pisos que se vienen
laguna y su entrega frenética al mercado. Agua abajo en un estruendo; más allá, dejo de ver
y tianguis: casi sinónimos de esta ciudad, bi- aquella iglesia, porque empiezan a interponer-

Calle Francisco I. Madero, Ciudad de México, 2017. Fotografía de Jezael Melgoza. Unsplash

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Mientras exista en ella un mexicano
preocupado por el exceso o falta
se estos carteles con mujeres hermosas, cha-
de agua, o bien regateando por sus
rros y cowboys...1 calles, existirá México-Tenochtitlan.
*** CERVANTES: Y decía más: borrar el nombre de
CERVANTES: Hoy la calle lleva el nombre de un una calle constituye una afrenta contra la me-
mártir, diríase, de la democracia. Murió duran- moria de los pueblos, tan grave como destruir
te el golpe militar de Victoriano Huerta, junto un antiguo y valioso edificio. Porque andamos
a Madero, de quien era vicepresidente en la no solo sobre el concreto de la calle, sino sobre
llamada Decena Trágica. La calle, como ya te su nombre: Tlalpan, Niño Perdido, Plateros,
decía, en otro tiempo fue la calzada de Iztapa- son nombres que nos conducen y unen a otro
lapa. Durante la época virreinal cambiaba de tiempo. Despojar a una calle del nombre que
nombre casi en cada cuadra, lo que quiere de- ha tenido por siglos es como arrebatarle uno
cir que en realidad no era una calle, sino mu- de sus sentidos: deja de conducirnos hacia al-
chas: este primer tramo, saliendo del metro, guna de las esquinas de nuestro pasado.
se llamaba calle del Rastro (más allá estaba el
matadero de la ciudad), luego estaba la calle GARCÍA: Además, deben sobrar calles en este
de la Paja, la de Porta Coeli (ahí estaba el con- país que se llamen Pino Suárez o Juárez o Ma-
vento del mismo nombre) y una cuadra antes dero. Hablando de nombres y lenguajes, quien
del Zócalo la que llamaban calle de Flamencos. da nombre a esta calle (y esto lo sé desde hace
no mucho) fue también poeta y publicó un par
GARCÍA: ¿De Flamencos? de libros en los primeros años del siglo XX. Re-
cuerdo un soneto dedicado al “Cinco de mayo”
CERVANTES: Sí, no estaría de más averiguar el que exuda un trasnochado romanticismo. Al
porqué. parecer, José María Pino Suárez fue revolucio-
nario en la política, y en la poesía, conservador:
GARCÍA: Una calle es, ante todo, un nombre. Me
acuerdo de algo que decía Octavio Paz: Pasaron Moctezuma Ilhuicamina,
Cuauhtémoc y Cortés con sus hazañas,
una sociedad, una cultura, está fundada en dos la indomable ambición de las Españas,
cosas: en el orden de la arquitectura y en el orden la enamorada, intrépida, Marina.
del lenguaje.
El águila de Anáhuac, peregrina,
1
Los personajes se encuentran en el actual cruce de Pino Suárez vuelve altiva a posarse en sus montañas;
e Izazaga. Probablemente en la visión de García se hayan
manifestado el Conjunto Pino Suárez, que se derrumbó a causa
mas, ¡oh patria infeliz! Huestes extrañas
del sismo de 1985, y el Cine Rialto (antes Granat), uno de los más vienen, después, a pretender tu ruina.
antiguos de la ciudad, inaugurado en 1918 frente al templo de San
Miguel, que permanece en pie. En dicho templo, cabe mencionar,
está enterrado Alonso de Villaseca, próspero minero, primo de Oponiendo la fuerza a tu derecho,
nuestro Cervantes y principal responsable de que este, hace ya hollar quieren tu honor republicano,
varios siglos, cruzara el Atlántico para instalarse definitivamente
en la Nueva España. Por eso el humanista se persigna, con
pero encuentran un héroe en cada pecho,
particular devoción, cada que pasa por esta iglesia.

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un Cuauhtémoc en cada mexicano… cuentro. El descendiente del tlatoani declara-
y al dar a Francia la lección severa, rá a la prensa algunas cosas, cuando menos,
respetó el universo tu bandera. debatibles:

CERVANTES: Sabes bien que, a diferencia de ti, Tuvimos un mestizaje y nos fue mucho mejor que
me desagrada nuestra poesía decimonónica. si hubiera venido cualquier otro pueblo de Euro-
En fin, qué curioso... pa; muchos otros nos hubieran exterminado.2

GARCÍA: ¿Por qué? A mí toda la ceremonia me pareció entre ri-


dícula e innecesaria...
CERVANTES: Ya lo verás.
CERVANTES: Estamos en el cruce de Pino Suá-
*** rez y República del Salvador. Aquí puedes ver
Una calle no discurre solamente en el espacio: la iglesia de Jesús Nazareno, una de las más
una calle transcurre, sobre todo, en el tiempo. antiguas de la urbe, edificada por órdenes del
Se camina sobre una calle para ir de un lugar conquistador. Está asociada al Hospital de Je-
a otro, pero también para partir del presente a sús, el más longevo del continente, aún en fun-
nuestro pasado, a nuestros pasados. Y más que ciones. Cortés le tenía cariño a este sitio: el
otras calles, a una calle la atraviesa el tiempo. encuentro con el tlatoani cambió su destino
Mejor dicho: es un cruce de los tiempos. (y el del mundo entero). Tanto que, de hecho,
sus restos reposan al interior de esa iglesia,
*** junto al altar mayor que mira a un coro reves-
CERVANTES. Moctezuma no pisa la calle. Mira tido por un mural apocalíptico de José Clemen-
cómo lo traen en andas. Todos en su séquito te Orozco. Hace poco vi en una fotografía al
van descalzos (esto lo apuntarán todos los cro- grupo de expertos que determinó que estos
nistas) mientras él avanza con pasos de oro y eran, efectivamente, los restos del conquista-
pedrería. dor. Ahí estaba Cortés, sobre la plancha me-
tálica y fría de un laboratorio: toda la avari-
GARCÍA: Y camina sobre mantas que le van po- cia, la travesía oceánica, las batallas, la gloria,
niendo sobre la tierra. Moctezuma no conoce el oprobio y la fama eterna reducidos a una pe-
de veras esta calle; y Cortés no conoce los mo- queña calavera y a un montoncito de huesos
dales de los mexicanos: quiso abrazar al tla- que me cabrían en el cuenco de las manos.
toani y lo han parado en seco.
GARCÍA: Allá, el Centro Comercial La Paja: tian-
CERVANTES: El abrazo se lo darán, finalmen- guis y más tianguis (“¡Llévele, llévele! Los za-
te, sus descendientes al cumplirse quinientos patos, las bolsas, el sombrero…”). ¿Escuchas ese
años de este día de noviembre.

2
Ver “Descendientes de Moctezuma y Cortés se abrazan a 500 años
GARCÍA: Y se tomarán una selfie frente al mu- de la conquista”, Los Angeles Times, publicado el 8 de noviembre de
ral de talavera que conmemora el primer en- 2019. Disponible en https://lat.ms/420lxwH [N. de los E.]

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©Balam-ha’ Carrillo, Perro lanudo sacudiéndose en la ciudad, 2017. Cortesía del artista

hermoso canto, Cervantes? Me parece que pro- dorada inscripción en la base de la escultura,
viene de ese bello palacio de la esquina. sobre la que las parejas se recargan para co-
merse a besos:
CERVANTES: Te está llamando la sirena de dos
colas que canta en la fuente del interior del Pa- PRECURSOR DE LA INDEPENDENCIA
lacio de los Condes de Santiago de Calimaya, OFRENDÓ SU VIDA PARA SOSTENER
una de las obras maestras del arquitecto ba- EL PRINCIPIO DE QUE LA SOBERANÍA
rroco Francisco Antonio de Guerrero y Torres. DE LA NACIÓN RADICA EN EL PUEBLO
Hoy alberga el Museo de la Ciudad de Méxi-
co: supongo que, tomando en cuenta los ires ***
y venires de esta sola calle a través de los si- Cuando Moctezuma se encontró con Cortés
glos, puede contarse toda la historia de la urbe. sobre la calzada de Iztapalapa —calle de la
Descendientes al fin de conquistadores, los Paja— avenida Pino Suárez, se cumplió una
condes hollaron con su palacio la pétrea cabe- profecía, quizá la más clara de las ocho que va-
za de esta serpiente emplumada que en otro ticinaron la llegada de los españoles diez años
tiempo abrió las fauces en el mundo de los dio- antes de que esta aconteciera. Fue la séptima:
ses de la lluvia y de la guerra, y hoy asoma ape- unos cazadores atraparon en el lago una gru-
nas las narices y colmillos en esta esquina. La lla que, sobre la cabeza, tenía un espejo; cuan-
gente pasa frente a ella a las carreras, sin ape- do Moctezuma se asomó, no vio el reflejo de
nas mirarla. Pero a los condes también les lle- su rostro, sino a unas gentes que se acercaban
garía su hora: ¿ves en la plaza esa figura de
bronce, sedente, cubierta de caca de paloma?
Págs. 90-91:
Es Francisco Primo de Verdad, muerto en 1808. ©Alex Webb, Algodón de azúcar en el Zócalo,
El tiempo ya borra su memoria, como borra la Ciudad de México, 2003. Magnum Photos

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Mucho se espantaron aquellos
adivinos porque sabían que ese
no era un borracho cualquiera, zoso sambenito. Ya gira en lo alto la flor de los
sino el mismísimo Tezcatlipoca. indios de Papantla que, me imagino, habrá
dado nombre al sitio. ¿Todo esto ocurría en
centelleantes bajo el sol del mediodía y “se ha- este predio? Con razón a la justicia en Méxi-
cían la guerra unos a otros, y los traían a cues- co le quedó desde entonces un dejo de circo y
tas unos como venados”. El tlatoani pregun- de mercado. Y veo, detrás del alboroto, la an-
tó desesperado a sus adivinos: “¿No sabéis qués tigua universidad. ¿Para aquellos estudiantes
esto que he visto? ¡Que viene mucha gente escribiste tus famosos diálogos latinos, en los
junta!”. Pero cuando estos quisieron asomar- que retrataste a México en 1554?
se, espejo y grulla se desvanecieron (eso fue lo
que los ancianos informantes relataron a Ber- CERVANTES: En mis tiempos, la universidad
nardino de Sahagún, quien lo consignó en su estaba más allá, en la calle de Moneda. Más
Historia general). que retratar la ciudad, quise desplegar su pro-
Entonces no lo sabía, pero no eran venados yecto: no lo que era, sino lo que debía ser. Vati-
los que los traían a cuestas. Años después Moc- ciné que
tezuma conocería, para su desgracia, la pala-
bra caballo. Los que venían encima habrían de si la Nueva España ha sido célebre hasta aquí en-
sojuzgarlo a él y a su imperio. tre las demás naciones por la abundancia de pla-
ta, lo sea en lo sucesivo por la multitud de sabios.
***
CERVANTES: Aquella mole grisácea es el edi- No sé si se ha cumplido mi vaticinio. Pero
ficio de la Suprema Corte de Justicia. Si retro- ten cuidado, no vayas a caer en esa zanja: esta-
cedo un poco el reloj, ya verás, la haré desa- mos en el 13 de agosto de 1790 y estos trabaja-
parecer. dores acaban de descubrir, bajo siglos de polvo,
con un horror sagrado, las víboras que brotan
GARCÍA: Ya veo, este amplio solar lo ocupa aho- como chorros del tronco decapitado, la flor de
ra un mercado. ¿Estuvo siempre aquí? abiertas manos y corazones sobre el pecho, la
falda entretejida de serpientes de Coatlicue.
CERVANTES: No, estos vendedores fueron tras-
ladados ya en el ocaso del virreinato. No se po- GARCÍA: Han pasado exactamente 269 años
día caminar por la Plaza Mayor con tanto ven- desde la caída de Tenochtitlan: la historia a ve-
dedor ambulante. Pero aguarda, que retrocedo ces nos ofrece recurrencias escalofriantes.3
el reloj un poco más. Ahí está lo que quería mos-
trarte: la Plaza del Volador.
3
Si el lector no teme morir atropellado, puede buscar, frente a la

GARCÍA: ¡Qué relajo! Mira el correr de los toros, Suprema Corte y en medio de la avenida Pino Suárez, una dorada
placa, pisada una y otra vez por las llantas de los coches. La placa
la polvareda que levantan en el coso; y qué reza: “El 13 de agosto de 1790 fue encontrada en este lugar la
teatro de terror despliega el auto de fe del San- escultura de la COATLICUE, Madre de los Dioses. 200 años de la
arqueología mexicana”. Cervantes y García no lo mencionan, pero
to Oficio, qué tristeza en los rostros de estos a unos pasos, en las faldas del Templo Mayor, se descubrió en
condenados, de puntiaguda coroza y vergon- 1978 otra diosa desmembrada, la Coyolxauhqui.

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William Henry Jackson, Catedral de la Ciudad de México, ca. 1899. Library of Congress

*** ahora este renegrido dios, que vuelve a cru-


Luego de cruzarse con la madre de los dioses, zarse con Cervantes y García, va gritando:
Cervantes y García caminan sobre Pino Suá-
rez flanqueados por el Palacio Nacional y el Zó- ¡En tanto que dure el mundo, no acabarán la fama
calo. Les sale al paso un vagabundo, borracho y el nombre y la sangre y la rabia y el tianguis y
o drogado, que calza unos tenis Nike sin agu- la sed de México-Tenochtitlan!
jetas. Viene gritando al aire. Ambos recuerdan
un episodio narrado por los ancianos infor- Cansados, al caer la tarde, los dos caminan-
mantes de Sahagún. Un beodo encaró a los sa- tes se sientan en una de las bancas de la Plaza
cerdotes que iban a pedirle a Cortés que re- Manuel Gamio, muy cerca de las ruinas del
gresara, que no se acercara más a México: Templo Mayor, a comerse un elote. Observan
las danzas circulares de los mexicanos que,
¿Qué es lo que hacer procura Motecuhzoma? ¿Es para ganarse la vida, invocan a las deidades
que aun ahora no ha recobrado el seso? ¿Es que de sus antepasados al ritmo de flautas y tam-
aun ahora es un infeliz miedoso?... ¿Por qué en bores, entre los perfumados humos del sahu-
vano habéis venido a pararos aquí? ¡Ya México no merio: penachos deslizándose en el viento,
existirá más! ¡Con esto, se acabó para siempre! coloridos torsos girando en el espacio. Sus ple-
garias pronto han de romper el cántaro de la
Mucho se espantaron aquellos adivinos por- lluvia.
que sabían que ese no era un borracho cual-
quiera, sino el mismísimo Tezcatlipoca. Aque- Tenochtitlan/Muy Noble y Muy Leal Ciudad
lla profecía no se cumplió del todo; por eso de México/D.F./CDMX, 21 de febrero de 2023.

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