Francisco Beltran y de Torres Madrid 1869 1935
Francisco Beltran y de Torres Madrid 1869 1935
Francisco Beltran y de Torres Madrid 1869 1935
Cubierta del Índice bibliográfico de obras de fondo y algunas de surtido (1929), que constituye el catálogo de las
obras disponibles en la Librería Española y Extranjera y publicadas por la Editorial Francisco Beltrán.
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EDI-RED
Miguel Ángel Martín-Hervás Jiménez: Semblanza de FRANCISCO BELTRÁN Y DE TORRES
la mayor parte de ellos tuvo ocasión de tratarlos Beltrán, quien se convirtió, según la
versión de un crítico tan informado como Eduardo Gómez de Baquero, en el alma de la
librería, hasta el punto de animarse a editar por su cuenta algunas obras que, aunque
rotuladas finalmente con el sello del que por entonces era su jefe, en realidad habrían
visto la luz por iniciativa suya.
En 1909 abandonó la librería de Fernando Fe e instaló la suya propia en la
madrileña Calle del Príncipe, 16. Siguiendo una práctica todavía habitual en la España
de principios del XX, Beltrán aglutinó en su persona los oficios de librero y de editor.
Ofrece buen ejemplo de ello el Índice bibliográfico de obras de fondo y algunas de
surtido que publicó en 1929 y que constituye un catálogo mixto de las obras disponibles
en la Librería Española y Extranjera y Editorial Francisco Beltrán, así como de las
editadas por esta misma casa y por el propio Beltrán en su actividad anterior como
dependiente. Gracias a este Índice bibliográfico puede advertirse que la editorial,
aunque modesta, se convirtió en uno de los sellos más relevantes para la difusión de
nombres especialmente de la generación modernista. Beltrán presume en su catálogo de
haber publicado obras como España (1909), de Azorín; el Lazarillo español (1911), de
Ciro Bayo; Opiniones (1906) y Parisiana (1907), de Rubén Darío; Pytiusa (1908), de J.
M. Llanas Aguilaniedo; o las Canciones del momento (1910) de Eduardo Marquina.
Su sello editorial acogió también ensayos de crítica literaria, filosofía, historia,
sociología y pedagogía, de autores nacionales y extranjeros. Destaca en este sentido su
edición de 1922 de El Capital, de Karl Marx, o, en este mismo año, de la obra Sugestión
y autosugestión, del freudiano Charles Baudouin. Tampoco descuidó la literatura
extranjera y, de hecho, bajo su cuidado aparecieron traducciones de Las flores del mal
(1923), de Charles Baudelaire, o de Fiestas Galantes (1906), de Paul Verlaine.
Beltrán demostró ser siempre un entusiasta defensor de la labor editorial. En
1911 pronunció una conferencia titulada El editor en la que concebía la profesión como
«avanzada del progreso» y al editor como «intermediario necesario» al que hay que
dotar de una sólida formación para que sus tareas trasciendan el asesoramiento sobre la
ejecución material del libro y se convierta en un consejero cercano y eficaz del autor.
En 1931, en la Cámara Oficial del Libro de Madrid, reiteró en su conferencia El libro y
la imprenta su deseo de que los futuros libreros y editores se convirtiesen en auténticos
«expertos del libro, de su contenido, de su confección, de su producción y de su venta».
Falleció finalmente en 1935, año en que su viuda inició los trámites para
satisfacer su último deseo de transferir su extraordinaria biblioteca sobre bibliografía
española, portuguesa y americana ―y cuyo catálogo publicó en 1927― a una
institución pública española, concretamente a la Biblioteca Municipal del Ayuntamiento
de Madrid.
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Miguel Ángel Martín-Hervás Jiménez: Semblanza de FRANCISCO BELTRÁN Y DE TORRES
Selección bibliográfica
Para citar este documento: Martín-Hervás Jiménez, Miguel Ángel (2015). «Semblanza de Francisco
Beltrán y de Torres (1869-1935)». En Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes - Portal Editores y
Editoriales Iberoamericanos (siglos XIX-XXI) - EDI-RED:
http://www.cervantesvirtual.com/obra/francisco-beltran-y-de-torres-madrid-1869-1935/
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