Clasificacion Ontologica - Karl Loewenstein

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Karl Loewenstein (Múnich, 9 de

noviembre de 1891 - Heidelberg, † 10 d


julio de 1973) filósofo alemán, es considerado uno de los
padres del constitucionalismo moderno. Sus investigaciones
sobre la tipología de las constituciones tuvieron gran impacto
en Iberoamérica.
Cursó sus estudios superiores en Múnich, donde logró obtuvo
un doctorado en Derecho Público y Ciencias Políticas. A la
llegada del Régimen Nazi, se exilia en Estados Unidos, donde
realiza su mayor labor doctrinaria.

Loewenstein establece que existen muchos tipos de constituciones, pero que una
verdadera constitución es aquella que, además de contener normas sobre los poderes
supremos y garantías esenciales, debe encarnar los más profundos valores de
la democracia y la realidad del grupo de gobernados al cual se impondrá. A esto se le
denomina clasificación ontológica. Loewenstein considera tres tipos de constitución:

La constitución normativa

En lugar de analizar la esencia y contenido de las constituciones, el criterio del análisis


ontológico radica en la concordancia de las normas constitucionales con la realidad
del proceso del poder. Su punto de partida es la tesis de que una constitución escrita no
funciona por sí misma una vez que haya sido adoptada por el pueblo, sino que una
constitución es lo que los detentadores y destinatarios del poder hacen de ella en la
práctica. En una amplia medida, la cuestión fundamental sobre si se hará realidad la
conformación específica del poder prevista constitucionalmente depende del medio
social y político donde la constitución tiene que valer. Cuando se implanta, sin una

previa educación política, una democracia constitucional plenamente articulada en un


Estado, recién liberado de la autocracia tradicional o de la tutela colonial, es casi un
milagro si toma raíces inmediatamente. Para que una constitución sea viva, debe ser,
por lo tanto, efectivamente vivida por destinatarios y detentadores del poder,
necesitando un ambiente nacional favorable para su realización. La tradición
autocrática en el proceso gubernamental tendrá que haberse perdido lo suficiente entre
los gobernantes y los gobernados, para que el Estado constitucional tenga una faire
chance de éxito. Para que una constitución sea viva, no es suficiente que sea válida en
sentido jurídico. Para ser real y efectiva la constitución tendrá que ser observada
lealmente por todos los interesados y tendrá que estar integrada en la sociedad estatal
y ésta en ella. La constitución y la comunidad habrán tenido que pasar por una
simbiosis. Solamente en este caso cabe hablar de una constitución normativa: sus
normas dominan el proceso político o, a la inversa, el proceso del poder se adapta a las
normas de la constitución y se somete a ellas. Para usar una expresión de la vida
diaria: La constitución es como un traje que sienta bien y que se lleva realmente.

La constitución nominal

El carácter normativo de una constitución no debe ser tornado corno un hecho dado y
sobreentendido, sino que cada caso deberá ser confirmado por la práctica. Una
constitución podrá ser jurídicamente válida, pero si la dinámica proceso político no se
adapta a sus normas, la constitución carece de realidad existencial. En este caso, cabe
calificar a dicha constitución de nominal. Esta situación no deberá, sin embargo, ser
confundida con la conocida manifestación de una práctica constitucional diferente dcl
texto constitucional. Al principio era la palabra, pero ésta cambia su significación en
cuanto toma contacto con la realidad. Las constituciones no cambian tan sólo a través
de enmiendas constitucionales formales, sino que están sometidas, quizás en mayor
grado, a la metamorfosis imperceptible que sufre toda norma establecida por efecto del
ambiente político y las costumbres. Lo que la constitución nominal implica es que los
presupuestos sociales y económicos existentes - por ejemplo, la ausencia de educación
general y, en particular, la educación política, la inexistencia de una clase media
independiente y otros factores -en el momento actual operan contra una concordancia
absoluta entre las normas institucionales y las exigencias del proceso del poder. La
situación, de hecho, impide, o no permit0e por ahora, la completa integración de las
normas constitucionales en la dinámica de la vida política. . Probablemente, la
decisión política que condujo a promulgar la constitución, o este tipo de constitución,
fue prematura. La esperanza, sin embargo, persiste, dada la buena voluntad de los
detentadores y los destinatarios del poder, que tarde que temprano la realidad del
proceso del poder corresponderá al modelo establecido en la constitución. La función
primaria de la constitución nominal es educativa; su objetivo es, en un futuro más o
menos lejano, convertirse en una constitución normativa y determinar realmente la
dinámica del proceso del poder en lugar de estar sometida a ella. Y para continuar con
nuestro símil: el traje cuelga durante cierto tiempo en el armario y será puesto cuando
el cuerpo nacional haya crecido.

La constitución semántica

Finalmente hay casos —que desgraciadamente están incrementando, tanto en número


como por la importancia de los Estados afectados—, en los cuales, si bien la
constitución será plenamente aplicada, su realidad ontológica no es sino la
formalización de la existente situación del poder político en beneficio exclusivo de los
detentadores del poder fácticos, que disponen del aparato coactivo del Estado.
Mientras la tarea original de la constitución escrita fue limitar la concentración del
poder, dando posibilidad a un libre juego de las fuerzas sociales de la comunidad
dentro del cuadro constitucional, la dinámica social, bajo el tipo constitucional aquí
analizado, tendrá restringida su libertad de acción políticas acción y será encauzada
en la forma deseada por los detentadores del poder. La conformación del poder está
congelada en beneficio de los detentadores fácticos dcl poder, independientemente de
que éstos sean una persona individual (dictador), una junta, un comité, una asamblea o
un partido. Este tipo se puede designar como constitución semántica. Si no hubiese en
absoluto ninguna constitución formal, el desarrollo fáctico dcl proceso del poder no
sería notablemente diferente. En lugar de servir a la limitación del poder. Ia
constitución es aquí el instrumento para estabilizar y eternizar la intervención de los
dominadores fácticos de la localización dcl poder político. Y para continuar con el
símil anterior: el traje no es en absoluto un traje, sino un disfraz

Loewenstein descartaba la posibilidad de construir una constitución ideal a partir de la


teoría; así decía que una constitución ideal no ha existido jamás, y jamás existirá.
Para Loewenstein, los regímenes políticos se clasifican entonces en:
Autocracias: El poder se concentra en unas pocas personas, no están sometidos a
mayor control y no reconocen el principio de soberanía popular. Incluye en este grupo
a las monarquías absolutas y ciertos regímenes presidenciales con fuerte autoridad
ejecutiva (hiperpresidencialismo o bonapartismo).
Democracia Constitucional: El poder es la expresión de la soberanía popular, ya que
son elegidos popularmente y están sometidos a controles para que se mantenga
el Estado de Derecho. La mayor parte de las repúblicas y algunos reinos caben en este
grupo.
Según Loewenstein, esta clasificación no debe hacerse solamente mirando las leyes que
regulan tales institucionalidades, sino también a las prácticas que se observan, ya que
la sola existencia de una constitución no es suficiente para catalogar a un gobierno
como democrático o autoritario.

El objetivo de cualquier constitución es el de crear “instituciones para limitar y


controlar el poder político” de modo que se libere “a los destinatarios del poder del
control social absoluto de sus dominadores”, y se les asigne “una legítima
participación en el proceso del poder” (* p. 151).

Los elementos fundamentales que, según expone Loewenstein, constituyen el mínimo


irreducible de una auténtica constitución son los siguientes (* p. 153):

1. La diferenciación y asignación de las diferentes tareas estatales/públicas a los


diferentes órganos públicos. Este elemento es básico para evitar la concentración del
poder en las manos de un único detentador que permita el abuso del mismo.

2. Un mecanismo que establezca la cooperación de los diversos detentadores del poder


en forma de frenos y contrapesos (los denominados cheks and balances) que
contribuirá al control en el ejercicio del poder y un mecanismo para evitar y resolver
los bloqueos entre los anteriores entes.

3. Un método para la adaptación pacífica del ordenamiento constitucional a la


realidad social y política, es decir, un mecanismo de reforma constitucional.

4. Un reconocimiento expreso de ciertas esferas de autodeterminación individual


(esfera de derechos y libertades).

(Extracto del Capitulo V del libro Teoría de la Constitución. Editorial Ariel)

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