Caso Del Tercero de Buena Fe

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“AÑO DE LA UNIDAD, LA PAZ Y EL DESARROLLO”

DERECHO REGISTRAL Y NOTARIAL

(AC-S18 Semana 18)

TEMA: Análisis de una problemática de


índole jurídico

ALUMNA:
ALYSSA MIRELY TOLEDO RODRIGUEZ

ICA – PERÚ
2023
DEDICATORIA:
A mis padres por su apoyo incondicional
y por ayudarme a salir adelante
SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
CASO DEL TERCERO DE BUENA FE

Asunto:
Demanda de inconstitucionalidad contra el artículo 5 y la Primera
Disposición Complementaria y Modificatoria de la Ley 30313.

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 5 días del mes de marzo de 2020, el Tribunal Constitucional, en sesión del Pleno
Jurisdiccional, con la asistencia de los magistrados Ledesma Narváez, Miranda Canales, Ramos
Núñez y Sardón de Taboada, pronuncia la siguiente sentencia, con el abocamiento del
magistrado Ferrero Costa, aprobado en sesión de Pleno del 5 de .setiembre 2017, y el de los
magistrados Blume Fortini y Espinosa-Saldaña Barrera, conforme al artículo 30-A del
Reglamento Normativo del Tribunal Constitucional. Asimismo, se agregan los fundamentos de
voto de los magistrados Miranda Canales, Ramos Núñez y Espinosa-Saldaña Barrera, y los
votos singulares de los magistrados Blume Fortini y Sardón de Taboada. Se deja constancia de
que el magistrado Ramos Núñez votará en fecha posterior.

1. ANTECEDENTES

A. PETITORIO CONSTITUCIONAL

Con fecha 15 de julio de 2015, más de cinco mil ciudadanos solicitan que se declare la
inconstitucionalidad del artículo 5 de la Ley 30313, «Ley de oposición al procedimiento de
inscripción registral en trámite y cancelación del asiento registral por suplantación de
identidad o falsificación de documentación y modificatoria de los artículos 2013 y 2014 del
Código Civil y de los artículos 4° y 55° y la Quinta y Sexta Disposiciones Complementarias
Transitorias y Finales del Decreto Legislativo 1049», en cuanto regula los efectos de la
«cancelación» de las inscripciones afectadas por títulos falsos o en los que hubo suplantación,
estableciendo que dichos efectos no afectan la posición jurídica del tercero de buena fe.

La demanda se dirige también contra la Primera Disposición Complementaria y Modificatoria


de la norma impugnada, en el extremo que modifica el artículo 2014 del Código Civil.
Específicamente, los ciudadanos pretenden que se declare la inconstitucionalidad del término
«cancele» así como el sentido interpretativo por el cual el vocablo «anule» comprende las
causas de nulidad por falsedad documentaria o suplantación de identidad.

Por su parte, con fecha 4 de julio de 2018, el Congreso de la República del Perú contesta la
demanda, contradiciéndola y negándola en todos sus extremos.

B. DEBATE CONSTITUCIONAL

B-1. Demanda

Los argumentos expuestos en la demanda y en su modificación son los siguientes:

Los ciudadanos alegan que el artículo 5 de la Ley 30313 y el artículo 2014 del Código Civil,
modificado por la Primera Disposición Complementaria y Modificatoria de la norma
impugnada, resultan inconstitucionales en tanto permiten que el propietario legítimo quede
despojado de su propiedad, en beneficio del tercero de buena fe, a partir de un título falsificado
o mediante la suplantación de identidad.

Señalan los demandantes que, en estos últimos años, el Perú se encuentra en un contexto de
boom inmobiliario debido a su altísima rentabilidad en el mercado. Ello, alegan los ciudadanos,
ha generado incentivos para despojar a los propietarios de sus terrenos a través de distintos
medios incluyendo, claro está, la falsificación de títulos o la suplantación de identidad de los
legítimos

propietarios.

En este sentido, argumentan los demandantes que el fin de las mafias que

cometen fraudes inmobiliarios es aprovecharse de las debilidades de los sistemas notarial,


registral, fiscal y judicial para transferir bienes ajenos de manera ilícita, a favor de terceros y
demás adquirentes protegidos por el principio de fe pública registral, a cambio de una
contraprestación económica

Los demandantes indican que es una regla de sentido común que el comprador adquiera la
propiedad en la medida que el vendedor sea titular del derecho; en tal sentido, el comprador
solo podría ser propietario si el vendedor lo ha sido al ir momento de generarse la obligación
de enajenar.

Dicha regla, advierten los demandantes, se denomina «adquisición derivada», en la que subyace
la premisa de que el derecho de propiedad se traslada a otro sujeto en una relación de causa-
efecto. Por lo tanto, se señala en la demanda que si el vendedor no era el propietario legítimo
al momento de celebrar el contrato, entonces éste no habría transferido nada, toda vez que
«nadie da más derecho del que tiene (nemo plus iuris)».

Los demandantes sostienen que todos los casos de fraude inmobiliario se

reducen al siguiente esquema: i) primero, cuando a través de la suplantación de identidad o


falsificación de documentos, se genera la apariencia de que el

propietario legítimo es quien celebra un contrato con el comprador sobre un bien inmueble; y,
ii) cuando este comprador, ahora aparente propietario del bien, celebra un siguiente contrato
con un tercero.
Esta parte señala que, en relación al primer escenario, no hay mayor discusión toda vez que,
como resultado de la nulidad del contrato, los efectos no se despliegan; es decir, no se produciría
la transferencia de propiedad. El problema surge, advierten los demandantes, en el segundo
escenario, en el cual a través de la modificación del artículo 2014 del Código Civil que realiza
la norma impugnada, el tercero se encuentra en una situación de relativa inmunidad frente al
vicio de nulidad del negocio jurídico que le antecede por causa de la falsificación de
documentos o por suplantación de identidad del propietario legítimo.

Los demandantes advierten que el resultado de esta modificación no es otro que legalizar o
convalidar los efectos del delito, tal como el lavado de activos; ello, añade esta parte, implica
que estas organizaciones criminales puedan aprovecharse de las debilidades del sistema
registral, para despojar a los propietarios legítimos, contraviniendo así la Constitución, que
protege el derecho de propiedad.

La parte demandante alega que la propiedad es el derecho de mayor extensión que el sistema
jurídico reconoce a una persona con miras al aprovechamiento y explotación económica de los
bienes o realidades del mundo externo; en consecuencia, otorga a su titular las prerrogativas de
libertad de uso y disfrute, disposición para modificar el derecho y protección frente a la
interferencia ajena o inmunidad.

Asimismo, los demandantes sostienen que si bien el principio de fe pública

registral obra en aras de garantizar la seguridad jurídica, no es menos cierto que éste no debería
aplicarse en este tipo de casos, toda vez que el tráfico comercial se re aría únicamente en virtud
de las apariencias de los Registros Públicos, y no por medio de actos lícitos, honestos y
regulares.

Afirman los demandantes que en virtud de la inviolabilidad de la propiedad, el propietario no


puede ser perjudicado por una voluntad que nunca prestó, ni siquiera cuando del otro lado se
encuentre un tercero de buena fe, que en este caso no es más que un titular aparente, nacido de
la falsificación o suplantación; por lo que no existe justificación para que se le otorgue
preferencia.
Alegan los demandantes que el sistema jurídico no puede tolerar que una

voluntad inexistente produzca efectos. Esto significa que el derecho de

propiedad no puede perderse sin la voluntad del titular, por medio de la ilícita

superposición de un falsario, pues esto vulneraría la dignidad humana, la libertad individual y


la libertad contractual.

También, indican los demandantes que si las víctimas, estafadas por los

falsificadores, son el tercero que obró de buena fe y el propietario legítimo, este último no
debería resultar perjudicado con la pérdida de su propiedad. Por el contrario, debería ser el
Estado quien indemnice al perjudicado por mantener «notarios descuidados» o por el «error»
que cometen los registradores al inscribir documentos falsificados.

Sostienen que no existe libre mercado ni libre iniciativa privada propios de la

economía social de mercado si los agentes económicos no pueden intercambiar voluntariamente


sus bienes, con pleno respeto a la dignidad, libertad, libertad contractual y a la propiedad. Por
ello, no puede restringirse el derecho de propiedad a causa de la falsificación de documentos y
suplantación de identidad del propietario legítimo.

Alegan los demandantes que, si tanto el propietario como el tercero de buena fe son inocentes
y víctimas del fraude, ambos se encuentran en una misma posición justificativa, al propietario
legítimo.

En ese sentido, alegan que el tercero no debería ocupar una mejor posición jurídica frente al
propietario legítimo, dado que ambos han actuado de buena fe y confiaron honestamente en el
registro.
En todo caso, añaden, la primacía debería inclinarse a favor del propietario legítimo, pues se
trataría del sujeto que representa la realidad jurídica y la regularidad del tráfico comercial,
además de ser amparado por la cláusula de inviolabilidad del artículo 70 de la Constitución. De
lo contrario, el circuito patrimonial no se edificaría sobre la base de la honestidad, legalidad y
corrección, sino por el fraude, engaño o pillaje.

Señalan que, en efecto, si se protegiese al tercero de buena fe antes que al

propietario perjudicado con la falsificación de documentos y suplantación de

de identidad, entonces podría suceder que el nuevo propietario, por efecto de su buena fe, luego
sufra también un fraude, con lo cual perdería el derecho antes nado por obra de un posterior
tercero de buena fe.

Los ciudadanos recurrentes afirman que la seguridad jurídica del tráfico comercial de bienes no
es un argumento suficientemente válido para dejar en indefensión al propietario, que tiene
consagrada constitucionalmente la inviolabilidad de su derecho.

Los demandantes alegan que en determinados supuestos la aplicación del

principio de fe pública registral es racional; sin embargo, ello deja de ser así en

los casos de falsificación de documentos y suplantación de identidad, toda vez que se crearía
un derecho sobre la base de lo ilícito.

Explican los recurrentes que solo si el titular originario generó la apariencia que engaña al
tercero de buena fe, la posición jurídica de aquél quedaría desplazada a favor de este último y
de su conducta honesta.

En el caso concreto de las falsificaciones o suplantaciones, los demandantes

sostienen que no hay culpa del propietario; y, por lo tanto, la pérdida de su derecho implicaría
un despojo ilegítimo, arbitrario y abusivo.
Por un lado, argumentan los demandantes que, por coherencia del sistema jurídico, el
propietario original no puede perder su derecho por falsificaciones o suplantaciones. Así, los
demandantes mencionan los casos de otros supuestos del ordenamiento jurídico (transmisión
de títulos valores y adquisición de bienes muebles) en los que la buena fe del tercero no es
suficiente para despojar al propietario original de su propiedad sin causa justificativa o, en todo
caso, cuando se advierte que no originó, permitió o toleró la situación de apariencia en la que
confió el tercero de buena fe.

Por otro lado, añaden los demandantes que, al aplicar la ponderación a los

derechos en conflicto en este caso, el resultado favorece al propietario legítimo, es decir,


prevalece el derecho de propiedad frente a la seguridad jurídica en el caso concreto.

Sostienen que la medida objeto de cuestionamiento es desproporcionada y, por lo tanto,


inconstitucional, puesto que la tutela del tercero de buena fe conlleva al sacrificio desmesurado
de derechos fundamentales como la propiedad, sin que exista razón para ello, más aún si el
referido sacrificio no garantiza que realmente se cumpla con la finalidad de proteger a los
terceros de buena fe, porque dichos terceros a su vez pueden resultar perjudicados en el futuro
por tales medidas.

Señalan, además, que con la norma impugnada se ha establecido un criterio peligroso que podría
despojar de su vivienda a cualquier persona en virtud de un título falso, bajo el pretexto de que
existe un tercero de buena fe; lo que afectaría el derecho a la vivienda adecuada consagrado en
el artículo 11.1 del Pacto nternacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.

Los demandantes sostienen al respecto que el Comité de Derechos Económicos, Sociales y


Culturales (en adelante CDESC) aprobó la Observación General N° 4, mediante la cual se
recomienda a los Estados Parte que no se interprete el derecho a la vivienda en sentido
restrictivo, como el «mero hecho de tener un tejado por encima de la cabeza o (…) como una
comodidad. Debe considerarse más bien como el derecho a vivir en seguridad, paz y dignidad
en alguna parte».

En consecuencia, señalan que el derecho a una vivienda adecuada incluye, entre otros
elementos, el aseguramiento de la tenencia, lo que permite gozar de un grado de seguridad
frente al desalojo forzoso, el hostigamiento y otras

amenazas.

Adicionalmente, los demandantes plantean que las citadas disposiciones deben ser declaradas
inconstitucionales por vulnerar también el artículo 73 de la Constitución, que establece que los
bienes estatales de dominio público son

inalienables, es decir, se prohíbe cualquier venta que se celebre sobre bienes

estatales de dominio público.

Por consiguiente, los demandantes manifiestan que no es posible que la transferencia de un bien
estatal de dominio público se convalide a través de la figura del tercero de buena fe que la norma
impugnada tutela. Esto, a criterio de los demandantes, contravendría la Norma Fundamental,
en razón de que esta última privilegia el interés sobre el interés particular.

En tal sentido, esta parte argumenta que los particulares no pueden apropiarse de los bienes
estatales de dominio público, ya sea por venta, prescripción adquisitiva o por inscripción
registral de un título. Es decir, sostienen que no cabe la aplicación de la fe pública registral del
tercero frente al carácter de inalienabilidad que prohíbe la celebración de ventas sobre bienes
estatales de dominio público.

Sostienen los demandantes, en suma, que el propietario legítimo no puede perder su derecho
por falsificación de documentos o suplantación de identidad. Así, debe entenderse que el marco
constitucional exige para la configuración de la buena fe del tercero que este último haya
verificado previamente el contenido y autenticidad de los asientos registrales y de los títulos
archivados. Así, resulta inconstitucional que el tercero sea preferido al propietario legítimo en
los supuestos de falsificación de documentos y suplantación de identidad antes mencionados.

CONTESTACIÓN DE LA DEMANDA

Respecto a la supuesta vulneración del derecho de propiedad, señala el demandado que el


Estado sí ha garantizado su inviolabilidad, a través de mecanismos de protección tales como la
prescripción adquisitiva de dominio, la reivindicación, la indemnización justipreciada, el mejor
derecho de propiedad, la fe pública registral, entre otros.

Para reforzar su argumento, el demandado cita doctrina que sostiene que es evidente el drama
de los despojados por el fraude, pero más severo sería el daño a los terceros por la desconfianza
que tornaría frágiles a todas las adquisiciones; lo que generaría, a su vez, una sociedad de
propietarios petrificados.

Afirma el demandado que nuestra legislación protege al tercero de buena fe por ser diligente,
por cumplir con los requisitos establecidos en la ley, además de estar obligado a actuar
conforme a los cánones mínimos de honestidad en la adquisición; por lo que, al contar con el
mismo derecho de propiedad de quien hubiera sido víctima de fraude, tampoco puede ser
castigado por el despojo del bien.

En cuanto a la supuesta vulneración del principio de dignidad, sostiene el demandado que dicho
principio no se habría afectado porque en el supuesto de que a una persona se le hubiese privado
de su propiedad por falsificación u otros medios, ésta puede acudir a las autoridades
competentes para solicitar el resarcimiento del daño ocasionado.

Por otra parte, sobre la supuesta vulneración de los principios de iniciativa privada y economía
social de mercado, el demandado indica que, en nuestro sistema constitucional, la propiedad
privada no puede ni debe ser entendida como absoluta, debido a que ésta puede ser válidamente
limitada por el interés general.

Asimismo, indica el demandado que la protección al adquirente de buena fe suele ser


considerada como una sanción para el propietario que no es diligente con la protección de su
propiedad en Registros Públicos.

Por lo tanto, afirma el demandado que el artículo 2014 del Código Civil debe interpretarse en
el sentido de que es aplicable solo a circunstancias excepcionales de tutela de terceros, cuya
conducta sea digna de valoración positiva.
FALLO

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le confiere la


Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

1. Declarar INFUNDADA la demanda.

2. INTERPRETAR que los extremos cuestionados del artículo 5 y de la Primera Disposición


Complementaria y Modificatoria de la Ley 30313 son constitucionales en tanto se considere
que para la configuración de la buena fe del tercero se debe haber desplegado una conducta
diligente y prudente, según los fundamentos de esta sentencia, desde la celebración del acto
jurídico hasta la inscripción del mismo, además de haber dado pleno cumplimiento a todos los
requisitos establecidos en el artículo 2014 del Código Civil, modificado por la Ley 30313.

3. INTERPRETAR que la aplicación en una decisión judicial del artículo 2014 del Código
Civil, modificado por la Ley 30313, en caso el propietario original haya sido víctima de
falsificación de documentos y suplantación de identidad y se encuentre en situaciones de
especial vulnerabilidad que hayan dificultado el cumplimiento de su deber
 ANTECEDENTES.

PETITORIO CONSTITUCIONAL

Con fecha 15 de julio de 2015, más de cinco mil ciudadanos solicitan que se declare
la inconstitucionalidad del artículo 5 de la Ley 30313, «Ley de oposición al
procedimiento de inscripción registral en trámite y cancelación del asiento registral
por suplantación de identidad o falsificación de documentación y modificatoria de los
artículos 2013 y 2014 del Código Civil y de los artículos 4° y 55° y la Quinta y Sexta
Disposiciones Complementarias Transitorias y Finales del Decreto Legislativo
1049», en cuanto regula los efectos de la «cancelación» de las inscripciones afectadas
por títulos falsos o en los que hubo suplantación, estableciendo que dichos efectos no
afectan la posición jurídica del tercero de buena fe. La demanda se dirige también
contra la Primera Disposición Complementaria y Modificatoria de la norma
impugnada, en el extremo que modifica el artículo 2014 del Código Civil.
Específicamente, los ciudadanos pretenden que se declare la inconstitucionalidad del
término «cancele» así como el sentido interpretativo por el cual el vocablo «anule»
comprende las causas de nulidad por falsedad documentaria o suplantación de
identidad. Por su parte, con fecha 4 de julio de 2018, el Congreso de la República del
Perú contesta la demanda, contradiciéndola y negándola en todos sus extremos.

DEBATE CONSTITUCIONAL

Demanda - Los argumentos expuestos en la demanda y en su modificación son los


siguientes: Los ciudadanos alegan que el artículo 5 de la Ley 30313 y el artículo 2014
del Código Civil, modificado por la Primera Disposición Complementaria y
Modificatoria de la norma impugnada, resultan inconstitucionales en tanto permiten
que el propietario legítimo quede despojado de su propiedad, en beneficio del tercero
de buena fe, a partir de un título falsificado o mediante la suplantación de identidad.
Señalan los demandantes que, en estos últimos años, el Perú se encuentra en un
contexto de boom inmobiliario debido a su altísima rentabilidad en el mercado. Ello,
alegan los ciudadanos, ha generado incentivos para despojar a los propietarios de sus
terrenos a través de distintos medios incluyendo, claro está, la falsificación de títulos
o la suplantación de identidad de los legítimos propietarios. En este sentido,
argumentan los demandantes que el fin de las mafias que cometen fraudes
inmobiliarios es aprovecharse de las debilidades de los sistemas notarial, registral,
fiscal y judicial para transferir bienes ajenos de manera ilícita, a favor de terceros y
demás adquirentes protegidos por el principio de fe pública registral, a cambio de una
contraprestación económica Los demandantes indican que es una regla de sentido
común que el comprador adquiera la propiedad en la medida que el vendedor sea
titular del derecho; en tal sentido, el comprador solo podría ser propietario si el
vendedor lo ha sido al ir momento de generarse la obligación de enajenar. Dicha regla,
advierten los demandantes, se denomina «adquisición derivada», en la que subyace
la premisa de que el derecho de propiedad se traslada a otro sujeto en una relación de
causa efecto. Por lo tanto, se señala en la demanda que, si el vendedor no era el
propietario legítimo al momento de celebrar el contrato, entonces éste no habría
transferido nada, toda vez que «nadie da más derecho del que tiene (nemo plus iuris)».
Los demandantes sostienen que todos los casos de fraude inmobiliario se reducen al
siguiente esquema: i) primero, cuando a través de la suplantación de identidad o
falsificación de documentos, se genera la apariencia de que el propietario legítimo es
quien celebra un contrato con el comprador sobre un bien inmueble; y, ii) cuando este
comprador, ahora aparente propietario del bien, celebra un siguiente contrato con un
tercero. Esta parte señala que, en relación al primer escenario, no hay mayor discusión
toda vez que, como resultado de la nulidad del contrato, los efectos no se despliegan;
es decir, no se produciría la transferencia de propiedad. El problema surge, advierten
los demandantes, en el segundo escenario, en el cual a través de la modificación del
artículo 2014 del Código Civil que realiza la norma impugnada, el tercero se
encuentra en una situación de relativa inmunidad frente al vicio de nulidad del
negocio jurídico que le antecede por causa de la falsificación de documentos o por
suplantación de identidad del propietario legítimo. Los demandantes advierten que el
resultado de esta modificación no es otro que legalizar o convalidar los efectos del
delito, tal como el lavado de activos; ello, añade esta parte, implica que estas
organizaciones criminales puedan aprovecharse de las debilidades del sistema
registral, para despojar a los propietarios legítimos, contraviniendo así la
Constitución, que protege el derecho de propiedad. La parte demandante alega que la
propiedad es el derecho de mayor extensión que el sistema jurídico reconoce a una
persona con miras al aprovechamiento y explotación económica de los bienes o
realidades del mundo externo; en consecuencia, otorga a su titular las prerrogativas
de libertad de uso y disfrute, disposición para modificar el derecho y protección frente
a la interferencia ajena o inmunidad. Asimismo, los demandantes sostienen que si
bien el principio de fe pública registral obra en aras de garantizar la seguridad jurídica,
no es menos cierto que éste no debería aplicarse en este tipo de casos, toda vez que el
tráfico comercial se re haría únicamente en virtud de las apariencias de los Registros
Públicos, y no por medio de actos lícitos, honestos y regulares. Afirman los
demandantes que, en virtud de la inviolabilidad de la propiedad, el propietario no
puede ser perjudicado por una voluntad que nunca prestó, ni siquiera cuando del otro
lado se encuentre un tercero de buena fe, que en este caso no es más que un titular
aparente, nacido de la falsificación o suplantación; por lo que no existe justificación
para que se le otorgue preferencia. Alegan los demandantes que el sistema jurídico
no puede tolerar que una voluntad inexistente produzca efectos. Esto significa que el
derecho de propiedad no puede perderse sin la voluntad del titular, por medio de la
ilícita superposición de un falsario, pues esto vulneraría la dignidad humana, la
libertad individual y la libertad contractual. También, indican los demandantes que si
las víctimas, estafadas por los falsificadores, son el tercero que obró de buena fe y el
propietario legítimo, este último no debería resultar perjudicado con la pérdida de su
propiedad. Por el contrario, debería ser el Estado quien indemnice al perjudicado por
mantener «notarios descuidados» o por el «error» que cometen los registradores al
inscribir documentos falsificados. Sostienen que no existe libre mercado ni libre
iniciativa privada propios de la economía social de mercado si los agentes económicos
no pueden intercambiar voluntariamente sus bienes, con pleno respeto a la dignidad,
libertad, libertad contractual y a la propiedad. Por ello, no puede restringirse el
derecho de propiedad a causa de la falsificación de documentos y suplantación de
identidad del propietario legítimo. Alegan los demandantes que, si tanto el propietario
como el tercero de buena fe son inocentes y víctimas del fraude, ambos se encuentran
en una misma posición justificativa, al propietario legítimo. En ese sentido, alegan
que el tercero no debería ocupar una mejor posición jurídica frente al propietario
legítimo, dado que ambos han actuado de buena fe y confiaron honestamente en el
registro. En todo caso, añaden, la primacía debería inclinarse a favor del propietario
legítimo, pues se trataría del sujeto que representa la realidad jurídica y la regularidad
del tráfico comercial, además de ser amparado por la cláusula de inviolabilidad del
artículo 70 de la Constitución. De lo contrario, el circuito patrimonial no se edificaría
sobre la base de la honestidad, legalidad y corrección, sino por el fraude, engaño o
pillaje. Señalan que, en efecto, si se protegiese al tercero de buena fe antes que al
propietario perjudicado con la falsificación de documentos y suplantación de
identidad, entonces podría suceder que el nuevo propietario, por efecto de su buena
fe, luego sufra también un fraude, con lo cual perdería el derecho antes nado por obra
de un posterior tercero de buena fe. Los ciudadanos recurrentes afirman que la
seguridad jurídica del tráfico comercial de bienes no es un argumento suficientemente
válido para dejar en indefensión al propietario, que tiene consagrada
constitucionalmente la inviolabilidad de su derecho. Los demandantes alegan que en
determinados supuestos la aplicación del principio de fe pública registral es racional;
sin embargo, ello deja de ser así en los casos de falsificación de documentos y
suplantación de identidad, toda vez que se crearía un derecho sobre la base de lo
ilícito. Explican los recurrentes que solo si el titular originario generó la apariencia
que engaña al tercero de buena fe, la posición jurídica de aquél quedaría desplazada
a favor de este último y de su conducta honesta. En el caso concreto de las
falsificaciones o suplantaciones, los demandantes sostienen que no hay culpa del
propietario; y, por lo tanto, la pérdida de su derecho implicaría un despojo ilegítimo,
arbitrario y abusivo. Por un lado, argumentan los demandantes que, por coherencia
del sistema jurídico, el propietario original no puede perder su derecho por
falsificaciones o suplantaciones. Así, los demandantes mencionan los casos de otros
supuestos del ordenamiento jurídico (transmisión de títulos valores y adquisición de
bienes muebles) en los que la buena fe del tercero no es suficiente para despojar al
propietario original de su propiedad sin causa justificativa o, en todo caso, cuando se
advierte que no originó, permitió o toleró la situación de apariencia en la que confió
el tercero de buena fe. Por otro lado, añaden los demandantes que, al aplicar la
ponderación a los derechos en conflicto en este caso, el resultado favorece al
propietario legítimo, es decir, prevalece el derecho de propiedad frente a la seguridad
jurídica en el caso concreto. Sostienen que la medida objeto de cuestionamiento es
desproporcionada y, por lo tanto, inconstitucional, puesto que la tutela del tercero de
buena fe conlleva al sacrificio desmesurado de derechos fundamentales como la
propiedad, sin que exista razón para ello, más aún si el referido sacrificio no garantiza
que realmente se cumpla con la finalidad de proteger a los terceros de buena fe,
porque dichos terceros a su vez pueden resultar perjudicados en el futuro por tales
medidas. Señalan, además, que con la norma impugnada se ha establecido un criterio
peligroso que podría despojar de su vivienda a cualquier persona en virtud de un título
falso, bajo el pretexto de que existe un tercero de buena fe; lo que afectaría el derecho
a la vivienda adecuada consagrado en el artículo 11.1 del Pacto internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Los demandantes sostienen al respecto
que el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (en adelante CDESC)
aprobó la Observación General N° 4, mediante la cual se recomienda a los Estados
Parte que no se interprete el derecho a la vivienda en sentido restrictivo, como el
«mero hecho de tener un tejado por encima de la cabeza o (…) como una comodidad.
Debe considerarse más bien como el derecho a vivir en seguridad, paz y dignidad en
alguna parte». En consecuencia, señalan que el derecho a una vivienda adecuada
incluye, entre otros elementos, el aseguramiento de la tenencia, lo que permite gozar
de un grado de seguridad frente al desalojo forzoso, el hostigamiento y otras
amenazas. Adicionalmente, los demandantes plantean que las citadas disposiciones
deben ser declaradas inconstitucionales por vulnerar también el artículo 73 de la
Constitución, que establece que los bienes estatales de dominio público son
inalienables, es decir, se prohíbe cualquier venta que se celebre sobre bienes estatales
de dominio público. Por consiguiente, los demandantes manifiestan que no es posible
que la transferencia de un bien estatal de dominio público se convalide a través de la
figura del tercero de buena fe que la norma impugnada tutela. Esto, a criterio de los
demandantes, contravendría la Norma Fundamental, en razón de que esta última
privilegia el interés sobre el interés particular. En tal sentido, esta parte argumenta
que los particulares no pueden apropiarse de los bienes estatales de dominio público,
ya sea por venta, prescripción adquisitiva o por inscripción registral de un título. Es
decir, sostienen que no cabe la aplicación de la fe pública registral del tercero frente
al carácter de inalienabilidad que prohíbe la celebración de ventas sobre bienes
estatales de dominio público. Sostienen los demandantes, en suma, que el propietario
legítimo no puede perder su derecho por falsificación de documentos o suplantación
de identidad. Así, debe entenderse que el marco constitucional exige para la
configuración de la buena fe del tercero que este último haya verificado previamente
el contenido y autenticidad de los asientos registrales y de los títulos archivados. Así,
resulta inconstitucional que el tercero sea preferido al propietario legítimo en los
supuestos de falsificación de documentos y suplantación de identidad antes
mencionados.

Los ciudadanos alegan que en virtud del artículo 5 de la Ley N° 30313 y la resultante
Están directamente afectados por el Suplemento Primero y Reforma del artículo 2014
del Código Civil, ya que estas reformas permiten en beneficio de un tercero de buena
fe, se desposee de la propiedad del legítimo dueño, de títulos falsificados o mediante
robo de identidad. esos años, Perú se encuentra en un contexto de auge inmobiliario
por su altísima rentabilidad en el mercado.

Los ciudadanos reclaman que, de conformidad con el artículo 5 de la Ley N° 30313


y la ley resultante, se ven afectados directamente por las adiciones y reformas de 2014
al artículo 1 del Código Civil, que permiten en beneficio de un tercero de buena fe,
se desposee de la propiedad del legítimo dueño, desde títulos falsos o robo de
identidad. esos años, Perú se encuentra en un contexto de boom inmobiliario por su
altísima rentabilidad en el mercado

 RESUMEN DE LA DECISIÓN (FALLO)

El Tribunal Constitucional, tras analizar los argumentos planteados en el presente


proceso inconstitucionales, siguen siendo declarados por más de cinco mil
ciudadanos violaron el artículo 5 de la Ley N° 30313. cuerpo supremo la conclusión
es que, siempre que se tengan en cuenta las disposiciones pertinentes, es
constitucional la integridad de terceros demuestra un comportamiento diligente y
prudente cuéntanos esta frase. Además de su desarrollo debe configurar desde el
momento de celebrar los actos jurídicos hasta su inscripción, también muestra
cumplir con los requisitos establecidos en nuestra normativa de 2014.

Con respecto a esta disposición legal, las indicaciones de su aplicación se entenderán


como decisión judicial si el propietario original fue víctima de falsificación
documentos o identidades robados y quién se encuentra en circunstancias especiales
la vulnerabilidad dificulta el cumplimiento de las obligaciones de diligencia debida.

Asimismo, mencionaremos que la sentencia fue firmada por el Juez Ledesma


Narváez, Ferrero Costa, Miranda Canales, Espinosa-Saldaña Varela y Ramos Núñez.

Por su parte, los magistrados que recibieron un solo voto fueron Ernesto Blume
Fortini y Sardón De Taboada
En primer lugar, Miranda Canales está de acuerdo con la decisión de esta sentencia
porque considera que los derechos sociales y civiles se caracterizan por la
exigibilidad judicial.

En cuanto al derecho a la igualdad, se convierte en un derecho fundamental a la


igualdad de trato para quienes se encuentran en la misma situación. En cuanto a los
derechos relacionados con la vivienda, el derecho a la vivienda está claramente
definido en algunos instrumentos normativos internacionales.

En segundo lugar, el juez Ramos Núñez se pronunció sobre la decisión de la


mayoría del tribunal. En tercer lugar, la jueza Espinosa Saldaña Varela también
estuvo de acuerdo con el veredicto, pero dijo que tenía dudas. Razones
de la decisión.

Dos jueces discreparon de la decisión mayoritaria de la corte Tribunal


Constitucional, Ernesto Bloom Fortini, buena publicidad y La controvertida
disposición de la Ley N° 30313 es inconstitucional, de ahí la fundamentación de la
decisión.
Las reglas de disputa establecen que los derechos adquiridos por terceros de buena
fe tienen prioridad.

Renunciar a las restricciones debido al robo de identidad o documentos falsificados.


También señalo que las cláusulas contradictorias hacen lo contrario.

(Artículo 70 de la Constitución.)

El juez Sardón de Taboada también votó a favor de la declaración consolidada.


derechos adquiridos por terceros de buena fe, robo de identidad o restricciones de
registro falsificación de documentos, porque si queremos ampliar el círculo de
personas que compran bienes, este principio debilita los derechos de los beneficiarios
y, por lo tanto, fomenta la recurrencia de los casos de mafia, apoderarse de los
bienes del pueblo.
 LA MOTIVACIÓN JURÍDICA DE LA DECISIÓN

En cuanto a las pretensiones de la autoridad judicial, las cuestiones jurídicas son


claras.
Ver archivo 0018-2015-Análisis de objetos PI/TC, incidente de sabotaje
Cree un documento y suplante al propietario. Esto constituye buena voluntad.
Los terceros requieren prácticas cuidadosas o diligentes al redactar
los procedimientos que contiene.

La Ley N° 30313 regula exactamente las cuestiones antes mencionadas. Entonces


Es necesario aclarar al TC como tribunal tras analizar las pretensiones se concluyó
que las conclusiones planteadas fueron los puntos más cuestionados y enfatizados

Esta regla tiene el efecto de dar de baja el registro por las siguientes razones:
La falsificación de documentos o el uso indebido de la identidad del legítimo titular
no tiene ningún efecto.

Posiciones Jurídicas de Terceros de Buena Fe. Asimismo, otro punto controvertido


es que los principios del derecho de propiedad y de la seguridad jurídica son
Si me encuentro con este problema.

La buena fe del tercero es mostrar diligencia y prudencia desde la celebración de las


escrituras.

Hasta el registro, el cumplimiento y según se define en la Cláusula de 2014


nuestro derecho civil. Entonces, analizando la resolución anterior, bueno para
situaciones como esta.

 ANÁLISIS PERSONAL:

A. Relevancia de la Sentencia

Creo que el punto en esta oración es que nos muestra la evolución.

Elementos de los derechos de propiedad (a menudo similares a los que buscan


lograr) lucrarse con bienes inmuebles que falsifican o permutan la propiedad
La identidad es importante para el beneficio. Por lo tanto, es importante manejar una
gran cantidad de usuarios.

Modificaciones a los artículos 2013 y 2014 del Código estos civiles son notorios
porque gran parte de la población tiene una idea equivocada de:

Respecto de la protección que el Estado de buena fe otorga a terceros. explicar lo que


permite el país.

Privación de la propiedad por el legítimo propietario en beneficio de un tercero


legítimo.

Violación por, o resultante de, título falso o suplantación de identidad derechos del
verdadero propietario.

Ante este problema, la Corte Constitucional interpretó como órgano supremo,


Teniendo en cuenta la constitución, declaré en mi sentencia que algo anda mal con
la gente.

Explico en base a lo dispuesto en la Ley N° 30313 adiciones y reformas.


El Estado peruano protege al tercero de buena fe y por ello reafirma que son
constitucionales responderemos honesta y sinceramente a la información
aparentemente confiable que se encuentre en el Registro.

Se desconocen errores o imprecisiones en los registros. enfatizarlo que un


tercero de buena fe haya realizado diligente y deliberadamente desde la
celebración de la escritura hasta que sea registrado y cumpla con todos los requisitos
establecidos por la ley.

Además, este fallo demuestra que el Estado no quiere violar los derechos de sus
ciudadanos.
B. ANÁLISIS DE LA RESOLUCIÓN DEL PROBLEMA JURÍDICO

Una disputa legal está definida por las disposiciones de la Ley 30313 que tratan sobre
principios.
Registro de buena fe:
falta de documentos y usurpación de identidad en estas circunstancias
datos personales, pero el objetivo principal es evitar esta inestabilidad jurídica.

ser producto de una venta ilegal de las ganancias conferidas por la hipótesis de la
falsificación.

Identificar documentos fraudulentos y legítimos titulares y suprimir registros


Incluso si no se descubrieron los medios de grabación y sus discrepancias, el
comienzo de la sinceridad.

La importancia de la Directiva se juzgará de la misma manera que el Código Civil de


2014, mientras que también se juzgará la imparcialidad del TC.

Basarlo en las normas constitucionales y definir los requisitos de sus artículos.

La seguridad jurídica se enumera para completar las interacciones entre iniciaciones


de buena fe donde se requiere seguridad jurídica.

La Corte Constitucional se basó en el hecho de que consideró la hipótesis


constitucional en ambos casos.

La persona que abusa o se aprovecha de la buena voluntad, elogios de otros


familiares que probablemente no se lo merecen, incluso si están tentados a hacerlo.

Tiempo de procesamiento desde aquí para aquellos en la lista oficial


La gestión es obligatoria.
C. SITUAR LA SENTENCIA EN EL CONTEXTO DE LA JURISPRUDENCIA:
¿PRECEDENTE OBLIGATORIO?

Los acuerdos aprobados por la corte proporcionan un precedente vinculante


Inscripción ante el pleno que fija normas para la interpretación de normas
Definir los actos y derechos registrables, sujetos a las autoridades competentes
En el caso de la inscripción, ésta está autorizada por el artículo 32 del Reglamento del
Tribunal Registral.

El precedente es el estándar de interpretación a seguir.

Al tratarse de un caso registral, no constituye un precedente vinculante. En este juicio


correspondiente al expediente 0018-2015-PI/TC por un tercero de buena fe no es un
precedente vinculante o así llamado.

Precedente vinculante. En dicha resolución, uno o más de los siguientes no


se considerarán precedentes vinculantes:

El artículo 7 de la Ley de Procedimiento Constitucional permite las siguientes


sentencias:

El Tribunal Constitucional tiene competencia de cosa juzgada y constituye un deber


originario, donde la opinión pública así lo indique y sea imperativo identificar las
implicaciones de dicha regulación. pero, no establecido para las condiciones de
determinación 0018-2015-PI/TC en el experimento.

 CONCLUSIONES

1. El derecho a una vivienda digna es un derecho humano básico, está íntimamente


relacionado con la fórmula socialdemócrata. Obligados a respetar, proteger,
asegurar y adelantar Sobre el derecho a la vivienda y la dignidad humana.

2. La inscripción en el Registro Público brinda seguridad jurídica a los bienes


inmuebles inscritos, También es cierto que los sistemas
de registro de solicitudes de Los notarios realizan adecuadamente funciones y
deberes especiales de diligencia debida.
3. Un tercero de buena fe sigue los principios incorporados en el fideicomiso
subjetivo que el sujeto no causa algo por la acción o acción, es dañino para los
demás y no viola los estándares requeridos.
4. Como resumen del análisis realizado, consideramos que la sentencia es
beneficiosa para la población pues logra esclarecer y resaltar las dudas y dudas
que tiene la población.

Dijo que fue solo un malentendido y que Perú solo estaba tratando de hacerlo.
Proteger los derechos de terceros honestos distintos del titular.

 Fuentes bibliográficas

- https://tc.gob.pe/jurisprudencia/2020/00018-2015-AI.pdf

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