Unidad I Cuidados Intensivos
Unidad I Cuidados Intensivos
Unidad I Cuidados Intensivos
Unidad de Cuidados
Intensivos
Enfermería
Avanzada I
Lic. Javier Céspedes Mata, ME.
mismo recinto y su atención por profesionales especializados justifica que aquel hecho pueda
considerarse el principio de la atención del enfermo crítico.
En el siglo XX, concretamente en 1923 y bajo la influencia de las aportaciones de los «big four» (los
«cuatro grandes»: W. Welch [anatomía patológica], W. Osler [medicina interna], W. Halsted
[cirugíageneral] y H. Kelly [ginecología]) en el Hospital Johns Hopkins (Baltimore, Maryland,
EE.UU.), W.E. Dandy puso en marcha la primera sala de recuperación de enfermos neuroquirúrgicos.
Poco después, en 1927, en el Sarah Morris Hospital (Chicago, Illinois, EE.UU.) se puso en marcha la
primera unidad para atender neonatos prematuros. En escenarios de la Segunda Guerra Mundial se
crearon salas de shock para reanimar y atender enfermos críticos quirúrgicos, en las que también se
concentraban los recursos. Sin embargo, aunque era en plena Segunda Guerra Mundial, fue un suceso
civil el que impulsó la organización de la atención del enfermo crítico y de las emergencias.
Entre otros hitos técnicos acaecidos en la misma década destaca la aportación de J. H. Gibbon Jr.
(1952) en el desarrollo de la cirugía extracorpórea, en el University of Minnesota Medical Center
(Minneapolis, Minnesota, EE.UU.). En el mismo hospital, F. J. Lewis y M. Taufic desarrollan la
hipotermia en cirugía cardíaca (reparación del septo interauricular) en 1953. Entre 1952 y 1956, P. M.
Zoll desarrolla y aplica la primera desfibrilación eléctrica en un paro cardiorrespiratorio.
J. Swan, del Cedars-Sinai Medical Center, que con la ayuda de W. Ganz y otros colaboradores
consiguió aplicar la idea desarrollando el catéter de presión capilar pulmonar; al insertar este catéter,
por ejemplo, a través de la vena subclavia, se conseguía traspasar la válvula tricúspide, acceder por
tanto al ventrículo derecho y, entonces, alcanzar la arteria pulmonar, lo que permitía conocer la presión
de enclavamiento. El catéter se dirigía por flotación mediante un globo (la vela o el paracaídas)
insertado en su extremo distal.
Un drama también bélico, la guerra de Vietnam, tuvo como efecto colateral positivo la descripción
por D. Ashbaugh (1967) del «pulmón de Da Nang» o síndrome del distrés respiratorio del adulto, al
observar el desarrollo de insuficiencia respiratoria aguda en heridos de guerra. A partir de las
contribuciones descritas, sinérgicas todas ellas entre sí, se favoreció que se empezara a conceptualizar
otra de las piezas angulares de la asistencia del enfermo crítico, el síndrome de disfunción
multiorgánica: J. F. Burke (1963), L. D. MacLean (1967), J. J. Skillman (1969), N. L. Tilney (1973),
A. E. Baue (1975), este último recordando las aportaciones del cirujano E. D. Churchill, el primer
autor que ya en la Segunda Guerra Mundial describió de alguna manera el concepto.
La atención del enfermo crítico es monetariamente muy costosa, por lo que, coincidiendo con la crisis
del petróleo de 1973, en 1974 D. Cullen describió el TISS (Therapeutic Intervention Scoring System)
en el Massachusetts General Hospital como un indicador del consumo de recursos del enfermo crítico
en la UCI y, también, como un reflejo indirecto de su gravedad. Para medir y evaluar la gravedad, W.
Knaus diseñó el APACHE (Acute Physiology and Chronic Health Evaluation) en 1981, en el George
Washington University Medical Center (Washington DC, EE.UU.
Los pacientes críticos son aquellos que se encuentran en una situación de inestabilidad fisiológica en
la cual pequeños cambios funcionales pueden llevar a un serio deterioro global, con daño orgánico
irreversible o muerte. El monitoreo, intermitente o continuo, está destinado a detectar estos cambios
El segundo aspecto que define a los pacientes críticos es la necesidad de recibir tratamientos
especiales. Estos tratamientos pueden ser urgentes, como el empleo de drogas vasoactivas en pacientes
en shock; intermitentes, como la diálisis; o continuos, como la ventilación mecánica. A su vez pueden
estar dirigidos a curar al paciente, como el empleo de antibióticos; o a sostener las funciones orgánicas
hasta que el organismo pueda retomar una función adecuada, tal el caso de la contrapulsación aórtica
durante el postoperatorio de cirugía cardiaca, o la asistencia respiratoria en el síndrome de dificultad
respiratoria aguda. (Lovesio, 2008)
Para cumplir con las actividades y objetivos precedentes, la Medicina Intensiva debe encuadrarse en
un contexto multidisciplinario y multiprofesional, y debe existir una relación armónica entre los
recursos humanos, tecnológicos, farmacológicos y arquitectónicos. En el presente módulo se
analizarán los aspectos generales que deben satisfacer dichos recursos. (Lovesio, 2008)
El número de camas
La mayoría de las recomendaciones en este sentido establecen que la sala ideal no debe tener menos
de 8 camas ni más de 12, lo cual permite una adecuada división de los recursos humanos y un adecuado
rendimiento económico.
Existen varias maneras de establecer el número de camas necesarias en una institución en particular.
Las fórmulas generales se basan en el número total de camas del hospital y en el porcentaje de camas
médicas/quirúrgicas que deben estar disponibles para el cuidado especializado. Una recomendación
La localización de la Unidad
En esta situación se presentan dos posibilidades distintas: el diseño de una unidad nueva o el
reacondicionamiento de una preexistente. En cualquiera de las dos situaciones se deberá tener en
cuenta que existen servicios que deben estar próximos a la Unidad, otros que deben estar a distancia
y otros en que es indiferente. Por ejemplo, es deseable que una UTI que se ocupa fundamentalmente
de pacientes quirúrgicos esté localizada lo más próxima posible al área quirúrgica y a la sala de
emergencia. También es conveniente tener cerca el departamento de diagnóstico por imágenes; y si
no se dispone de un laboratorio cercano en la institución, tener en la unidad un equipo para los
exámenes de rutina inmediata.
Un aspecto a tener en cuenta son las vías de comunicación, incluyendo el servicio de ascensores para
traslado a otras áreas de la institución. Se debe prever una circulación separada para el personal de la
unidad y para los visitantes. Por su parte, el traslado de y hacia la unidad debe poder hacerse a través
de corredores separados de aquellos utilizados por el público general. Se debe poder preservar la
privacidad de los pacientes, y se debe poder realizar el transporte rápidamente y sin obstrucciones.
El primero es la disposición en una estructura abierta con múltiples camas situadas en un solo
ambiente. En este caso la forma puede ser variable, dependiendo de la superficie a utilizar.
El segundo es la habitación privada, eventualmente orientada como para que sea posible controlar
varias habitaciones desde una estación central.
El tercero es una solución intermedia, en habitaciones de dos o cuatro camas, con una central de
enfermería en cada habitación.
La desventaja del diseño abierto es el alto nivel de actividad constante, con excesiva cantidad de
ruidos, falta de privacidad de los pacientes y posibilidad de desarrollo de infecciones cruzadas. La
ventaja de este diseño, particularmente si la unidad es pequeña, es el menor requerimiento de personal
en función de la tarea colaborativa desarrollada por el mismo.
Al momento actual no existe una recomendación firme para ninguno de estos diseños, y se han
incorporado otras alternativas como la separación por mamparas vidriadas, unidades circulares con
acceso individual, etc. Aun en países con alto nivel de asistencia, como en EE.UU., la tendencia actual
a la contención de costos hace muy poco práctica la opción de Unidades de Terapia Intensiva con
habitaciones individuales.
El diseño debe permitir un libre acceso al paciente por todos los lados de la cama. Este acceso
generalmente es afectado por el emplazamiento de la cama y por el tipo de monitores o fuentes de
electricidad, oxígeno, aspiración, etc., que se conectan con ella.
Una de las consideraciones críticas para el diseño específico es que se debe mantener una adecuada
observación de los pacientes y de sus sistemas de monitoraje. Entre los cambios más significativos de
los últimos años se encuentra la aplicación de equipos de computación para el manejo de la
información recogida en la Unidad. Las unidades de trabajo a la cabecera de la cama son de gran
utilidad para el registro de enfermería, y en lo posible deben ser conectadas a los monitores de cabecera
para registrar y almacenar automáticamente los signos vitales.
Otro elemento fundamental del diseño es la localización de las piletas para lavado de manos. Una
disposición ideal debería incluir una pileta por cama, pero aun en aquellas unidades que cuentan con
una disposición adecuada de lavabos, no resulta fácil incluir esta disciplina en el personal de
asistencia.
Utilitarios
Cada UTI debe tener fuentes de poder eléctrico, de agua, oxígeno, aire comprimido, vacío y control
ambiental (temperatura, humedad, iluminación) capaces de sostener las necesidades de los pacientes
y del equipo de asistencia bajo situaciones normales y de emergencia, debiendo cumplir con los
requerimientos y standard de las respectivas entidades de control.
Las disposiciones respecto de los requisitos de cada uno de los elementos precedentes son formuladas
por las autoridades de salud, y varían para cada país e incluso para cada localidad dentro de un mismo
Los pacientes críticos presentan necesidades especiales de monitoreo y soporte vital que debe ser
provisto por un grupo humano, incluyendo un médico con los conocimientos básicos, la habilidad
técnica, el tiempo necesario y la presencia física permanente para proveer dicho cuidado en forma
inmediata y adecuada. Este cuidado debe ser continuo y preventivo por naturaleza, asegurando que el
paciente sea manejado de una manera eficiente, humana y segura, utilizando recursos finitos de modo
de asegurar una alta calidad de cuidado y una evolución óptima.
La medicina de cuidado crítico debe ser provista por intensivistas, que son individuos entrenados
formalmente y capaces de brindar tales servicios, y que se encuentran libres de obligaciones
competitivas, tales como áreas de cirugía o responsabilidades administrativas. Los intensivistas en
práctica deben participar en un sistema que garantice la provisión de todos los servicios necesarios
durante las 24 horas del día. La relación con los otros servicios deberá estar establecida en el
organigrama de funcionamiento de la institución.
La intensidad de ejercicio de cada una de estas actividades varía según el nivel de cada unidad, pero
todas ellas deben ser realizadas en cierta medida en todas las unidades, única forma de cumplir
adecuadamente con su función específica, que es el cuidado integral del paciente crítico.
Además del director médico, la unidad debe contar con un médico o más, de acuerdo con la magnitud
de los servicios que brinda, presente durante las 24 horas todos los días, que al menos maneje las
emergencias, incluyendo la reanimación cardiopulmonar, el control de la vía aérea, shock, trauma
complejo, etc. Además, un equipo de consultores especialistas debe estar disponible en caso de
necesidad, y participar en las rondas de seguimiento de pacientes con patologías específicas.
El equipo de enfermería debe estar entrenado para el servicio en la unidad. Es muy conveniente la
presencia de un enfermero director a fin de establecer las líneas de autoridad y responsabilidad para
brindar la atención de enfermería óptima en términos de calidad, seguridad y adecuación.
La exacta relación entre enfermeros y pacientes aún no se ha establecido. Sin embargo, un mínimo de
un enfermero por cada tres pacientes se considera imprescindible durante las 24 horas del día. Los
pacientes más graves pueden requerir un enfermero personal.
Además del personal permanente precedentemente citado, otros profesionales son imprescindibles
para el adecuado funcionamiento de la unidad, incluyendo kinesiólogos, terapistas físicos, terapeutas
respiratorios, psicólogos, etcétera. (Lovesio, 2008)
terapéuticos característicos de las UCI. La enfermería intensiva reúne los conocimientos y las
habilidades apropiados para evaluar y responder con efectividad a las complejas necesidades de los
En servicios de derivación y en aquellos con alto volumen de cirugía cardiovascular también se deberá
disponer de sistema de oxigenación extracorpórea, balón de contrapulsación aórtica, dispositivo de
asistencia ventricular izquierda y posibilidad de administración de óxido nítrico.
El monitoraje fisiológico
Cada cama debe disponer de la posibilidad de monitoraje completo, que incluye la presentación y el
análisis de una o más derivaciones electrocardiográficas, al menos dos presiones, y la medición directa
o indirecta de los niveles de oxígeno arterial. Esto debe ser mostrado tanto en formato analógico como
digital, para proveer la forma visual de las ondas y la interpretación numérica de frecuencia y valores
máximos, mínimos y medios de los distintos registros. Cada monitor debe tener la capacidad de
registrar en papel al menos dos ondas analógicas en forma simultánea en un formato de dos canales.
Debe disponer de alarmas para los valores críticos preestablecidos, tanto audibles como visibles.
Los monitores de cabecera deben estar localizados para permitir un fácil acceso y visión, y no deben
interferir con la visualización o el libre acceso al paciente. Si bien puede existir una conexión de los
monitores de cabecera a una central de monitoreo, ésta de ningún modo puede reemplazar los
controles a la cabecera del paciente.
Ondas de presión. El equipo de monitoraje debe tener la capacidad de mostrar en forma analógica al
menos dos presiones en forma simultánea. En adición, se deben poder mostrar en forma digital los
valores máximo, mínimo y medio de las presiones constatadas. Las alarmas deben indicar los valores
críticos para los parámetros precedentes; y se deben poder registrar las ondas en forma simultánea con
el electrocardiograma.
Parámetros respiratorios. Cada estación de cabecera debe tener la capacidad de mostrar en forma
continua la oximetría de pulso. También se debe contar con un registro de CO2 de fin de espiración o
Volumen minuto cardiaco (VMC) y variables derivadas. Es imprescindible en las UTI contar con la
posibilidad de la determinación a la cabecera de la cama del VMC, y la capacidad de obtener una serie
de índices derivados hemodinámicos y respiratorios.
Otros parámetros. Los monitores modernos cuentan con la capacidad de mostrar valores de
temperatura, frecuencia respiratoria, amplitud del segmento ST, presiones no invasivas, saturación
venosa de oxígeno, electroencefalograma continuo y otros parámetros fisiológicos. Además, cuentan
con un sistema de almacenamiento de datos que permite revisar en forma histórica los acontecimientos
de las últimas horas.
Información computarizada
El empleo de una información computarizada a la cabecera del paciente se ha hecho corriente en
muchas unidades de cuidado intensivo. Las terminales a la cabecera de la cama facilitan el manejo del
paciente, permitiendo a los médicos y enfermeros permanecer al lado del mismo durante el proceso
de ingreso y registro de la información. Para minimizar los errores, es recomendable que las variables
obtenidas por los monitores puedan ser ingresadas en forma automática. En adición, el sistema debe
estar interconectado con otros sistemas del hospital, permitiendo el ingreso de datos provenientes de
otros servicios, como laboratorio, radiología, etcétera. (Lovesio, 2008)
Las “áreas críticas” que incluyen urgencias, quirófano, recuperación posoperatoria y cuidados
intensivos idealmente deben de estar localizadas en una sola área, y son una necesidad para hospitales
de tercer nivel, pues permiten ofrecer al enfermo en estado crítico mayores recursos para la solución
de sus problemas.
Se puede decir que las determinantes para la admisión a la UCI son las alteraciones posibles o reales
de los sistemas fisiológicos mayores y no la naturaleza del padecimiento, pudiendo resumir éstas en
los siguientes puntos:
a) Insuficiencia o inestabilidad de uno o más sistemas fisiológicos mayores. Estado que presenta el
paciente después de reanimación por paro.
b) Cardiorrespiratorio, insuficiencia respiratoria aguda, deshidratación grave, insuficiencia renal
aguda, y otros.
c) Alto riesgo. Sistemas fisiológicos mayores con estabilidad en peligro, que requieren monitoreo
en la UCI. Por ejemplo: arritmias que son letales, infarto agudo del miocardio, riesgos durante el
posoperatorio y en algunas situaciones más.
d) Necesidad de cuidados especiales, especializados o ambos. En casos de soporte ventilatorio
mecánico.
e) Posible donador de órganos.
Los modelos y criterios que sugiere JCHA (Joint Commission on Accreditation on Healthcare)
en su manual de Mejora de calidad y de seguridad para las UCI se les clasifica en los siguientes:
Prioridad 1 (alta). Enfermos Enfermo crítico e inestable, con de tratamiento intensivo y monitoreo,
cuyo tratamiento no se puede brindar fuera de la UCI. Estos tratamientos incluyen: soporte
Prioridad 3 (media). Enfermo críticos e inestables, pero que tienen pocas posibilidades de
recuperarse por sus padecimientos subyacentes o por la propia naturaleza de la enfermedad aguda.
Los pacientes prioridad tres pueden recibir tratamiento intensivo para el alivio de su enfermedad
aguda; sin embargo, deben ponerse límites a los esfuerzos terapéuticos como intubación y reanimación
cardiopulmonar. Como ejemplos se incluyen pacientes con enfermedades metastásicas complicadas
con infección, tamponamiento cardiaco, obstrucción de la vía aérea.
Nicolás, Ruiz, Jiménez, & Net, (2011) agregaron; Nosotros respetamos esta clasificación orientada al
nivel de prioridad y la consideramos muy válida, pero añadimos una quinta categoría atendiendo a las
potenciales instrucciones previas o voluntades anticipadas:
Prioridad 5 (baja). Rechazo del enfermo crítico a ingresar en una UCI; rechazo manifestado, por
ejemplo, mediante un documento de instrucciones previas y teniendo, por tanto, que aceptar en este
caso el principio bioético de «autonomía».
En caso de contar con una unidad monovalente ejemplo; cuidados intensivos coronarios, los pacientes
con trastornos coronarios deben ingresar a ella; los individuos con otros diagnósticos se internan en
unidades monovalentes por especialidad o en unidades intensivas polivalentes o multidisciplinarias.
Alteraciones del SNC (sistema nervioso central) Hemorragia gastrointestinal que pone en riesgo
o neuromusculares con deterioro neurológico o la vida, incluyendo hipotensión, angina,
de la función pulmonar. hemorragia continua, o situaciones comórbidas.
Estado epiléptico. Insuficiencia hepática fulminante.
Muerte cerebral o pacientes que sean donadores Pancreatitis grave.
potenciales de órganos que deben tratarse de Perforación esofágica con o sin mediastinitis.
manera agresiva, mientras se decida la donación
de órganos. Cirugía
Vasoespasmo. Pacientes posoperados que requieren de
Lesiones craneoencefálicas. monitoreo hemodinámico, soporte ventilatorio o
cuidados especiales de enfermería o ambos.
La mayor parte de las unidades polivalentes consideran, bajo un buen diseño, a enfermos con
requerimientos específicos como los que se han mencionado.
Reglamento de ingreso
1. Comunicación verbal, escrita o ambas del médico que solicita la valoración para el médico adscrito
de la UCI, explicando los motivos por los que el paciente requiere de cuidados intensivos.
2. El ingreso del enfermo es una decisión compartida entre el médico solicitante y el médico adscrito
a la UCI, quienes explican al enfermo y familiares el porqué del traslado y las características de
atención que ahí se proporcionan.
3. El médico adscrito de la UCI comunica a la jefa de enfermeras de sección, de la misma unidad, las
condiciones clínicas, necesidades de vigilancia y terapéutica intensiva del paciente a ingresar.
4. La jefa de sección implementa en un lapso de 5 a 15 min el módulo correspondiente para la atención
del enfermo.
5. La jefa de sección del servicio de procedencia, previa comunicación de su médico y con la jefa de
UCI, agiliza los trámites para el ingreso del paciente.
Reglamento manejo
1. La responsabilidad de la atención integral del paciente crítico corresponde al coordinador y cuerpo
médico-enfermería de la UCI.
2. La atención médico-enfermería a brindar se realiza de acuerdo al protocolo de vigilancia,
diagnóstico y tratamiento de las alteraciones fisiopatológicas principales.
3. El tratamiento estará a cargo del médico intensivista en conjunto con el médico tratante; este último
es quien conduce la atención del padecimiento primario.
4. Las interconsultas con los diferentes especialistas es decisión y responsabilidad del intensivista, que
hace el seguimiento hasta su realización.
5. El tratamiento integral del paciente es una labor conjunta del intensivista con la jefa de sección,
quienes supervisan su correcta aplicación.
6. El médico tratante efectúa sus indicaciones a través del médico intensivista.
7. Los estudios de laboratorio y gabinete, tanto de rutina como especiales, deben ser ordenados y
supervisados por el intensivista.
8. En caso de estudios diagnósticos y tratamiento fuera de la unidad, es responsabilidad del médico
intensivista y la jefa de sección decidir el momento oportuno para efectuarlos y las medidas necesarias
Reglamento de egreso
1. La estancia en la UCI será la mínima necesaria.
2. Las circunstancias de egreso pueden ser:
a) Programado.
b) No programado.
c) No previsto.
d) Por defunción.
3. El intensivista comunica la decisión de egreso a la jefa de sección, y ambos elaboran plan de las
condiciones de vigilancia terapéutica que debe de realizarse durante el traslado; este último puede ser
a cuidados intermedios o al servicio clínico de procedencia.
4. La jefa de la UCI comunica a la jefa de sección del servicio de destino del paciente el traslado y la
condición clínica del mismo; haciéndose entrega del enfermo y de su expediente clínico.
5. Transferencia a quirófano: se realiza de acuerdo a lo estipulado en el reglamento de la sala de
operaciones, con las siguientes especificaciones:
a) Invariablemente en forma conjunta médico cirujano y anestesiólogo acordarán plan de
vigilancia y tratamiento transoperatorio.
b) El médico tratante y el intensivista comunican al enfermo y a sus familiares la indicación
quirúrgica y sus riesgos.
c) El traslado es responsabilidad del personal médicoenfermería de la unidad, quienes determinan
los cuidados necesarios para minimizar riesgos.
d) Se hace entrega del paciente y del expediente clínico en quirófano, quedando toda la
responsabilidad a cargo del médico anestesiólogo y personal de enfermería del mismo.
6. Egreso no programado: Es aquel destinado a generar posibilidades asistenciales a enfermos con
mayores necesidades de cuidados intensivos ante la situación de ocupación total de camas.
7. Egreso no previsto: Es el solicitado por el enfermo o su familia cuando aún persiste la necesidad de
vigilancia, diagnóstico y tratamiento intensivo. Se elabora una nota clínica en el expediente, avalada
por la firma del enfermo o del familiar y se anota como alta voluntaria.
Nota; El expediente clínico completo es indispensable para efectuar el egreso del enfermo de la UCI.
Puntos Clave
1. Es imprescindible que todas las unidades de cuidados intensivos establezcan políticas de
funcionamiento de acuerdo a las normas generales de cada institución.
2. El establecer políticas en las unidades permite optimizar recursos humanos y electromédicos.
3. Éstas deben permitir funcionar a la unidad en forma autónoma y al mismo tiempo en un marco de
trabajo en equipo con el resto del hospital. (Gutiérrez Lizardi, 2010)
Bibliografía
Gutiérrez Lizardi, P. (2010). Protocolos y procedimientos en el paciente crítico. México: Editorial El
Manual Moderno, S.A de C.V.
Lovesio, C. (2008). Medicina Intensiva, Sexta edición. Rosario - Argentina: Corpus Editorial y
Distribuidora.
Nicolás, J. M., Ruiz, J., Jiménez, X., & Net, À. (2011). Enfermo crítico y emergencias. Barcelona
(España): Elsevier España, S.L.
Whiteley, S. M., Bodenham, A., & Bellamy, M. C. (2011). Guías Prácticas Churchill "Cuidados
Intensivos" tercera edición. Barcelona, España: Elsevier España, S.L.