El Verdadero Éxito Económico
El Verdadero Éxito Económico
El Verdadero Éxito Económico
Pensar en el dinero
Si no tenemos un objetivo, no podemos asumir pretensiones. Si no tenemos
una definición de lo que es la riqueza para nosotros, no podemos juzgar o
comprobar nuestro éxito en las finanzas.
Una de las posibles definiciones de riqueza es tener lo suficiente para no tener
que preocuparse por tener lo suficiente. En otras palabras, sentirse
“cómodos” desde el momento en que empezamos a contar en miles en vez de
en Bolívares. Es decir, saber cuánto tenemos, cuánto necesitamos y cuánto
podemos gastar hasta la siguiente unidad del millar.
Ser y parecer.
El pobre parece pobre. No porque tenga que ser así obligatoriamente, sino
porque lleva un “uniforme” que lo marca. Si cambia ese uniforme cambiarán
sus circunstancias, porque las personas reaccionarán ante ellos de forma
distinta. No estamos alejados de los grandes simios y ellos se relacionan entre
sí por la forma en que se mueven y aparentan. Aquellos que parecen débiles y
menesterosos son tratados como tales. El poderoso parece fiable. Necesitamos
aparentar ser poderosos y que se puede confiar en nosotros. Hemos de vestir
como acaudalados y la gente pensará que lo somos y nos tratará de acuerdo
con ello. Sin duda es un consejo superficial, pero las reglas del dinero,
querámoslo o no, son así.
Si no conoces a una persona, no hagas negocios con ella. Si tenemos la
sensación de que algo, cualquier cosa, va mal, es mejor que salgamos de ello.
Existen claves inconscientes que nuestra mente consciente capta: si las
ignoramos, lo sentiremos invariablemente.
Conocer siempre nuestro límite, el punto que no vamos a sobrepasar.
las deudas. Consolidar las deudas es, en ese sentido, una de las mejores
opciones: dejar de utilizar tres o cuatro tarjetas de crédito, pagar el descubierto
y oportunidad y hacerse prósperas, simplemente por levantar la cabeza y mirar
al futuro.
Si no estamos conformes con nuestra paga y odiamos nuestro trabajo,
entonces tenemos que cuestionarnos por qué lo seguimos haciendo y qué
otra cosa podemos hacer. El peor escenario posible es que no nos sintamos
realizados en nuestro trabajo pero nos encontremos tan ocupados con él que
no tengamos tiempo para crear un plan que nos aporte más prosperidad y
felicidad.
En la medida de lo posible, no alquilar, sino comprar. Una hipoteca se puede
ver más como inversión que como un préstamo. Si compramos una propiedad
con una hipoteca, hacemos una inversión mensual. A largo plazo, podemos
esperar razonablemente que el interés que pagamos por nuestra hipoteca sea
menor que el incremento en el valor de nuestra propiedad. Por el contrario, el
alquiler nunca es una inversión y el dinero gastado en él no lo volveremos a
ver nunca con toda seguridad.
Con una hipoteca, tenemos una buena oportunidad a largo plazo de ver que los
pagos que hacemos a su cuenta producen un incremento en el valor de nuestra
casa. Cuando vendemos, obtenemos ese incremento del valor.
Hay que saber que, a largo plazo, la propiedad inmobiliaria no será más
rentable que los valores mobiliarios. Las propiedades y los valores son las dos
opciones de inversión más populares y a menudo es difícil elegir entre ellos.
No obstante, y a pesar de los problemas momentáneos que puedan
experimentar, a largo plazo los valores serán más rentables que la propiedad
inmobiliaria.
Con las acciones esperamos tener un ingreso regular en forma de dividendos
que se pagan a los accionistas, pero su rendimiento principal procede, por lo
general, del incremento a largo plazo de su precio. Dado que las empresas
tienen más potencial de crecimiento que las propiedades inmobiliarias, a largo
plazo las acciones nos deberían proporcionar un retorno mayor. La otra razón
para preferir los valores a la mera propiedad inmobiliaria es que las acciones
nos permitirán diversificar decentemente el riesgo, especialmente cuando se
trata de una cartera bien equilibrada. A mayor variedad, menos riesgo.
desfavorecidos o a favor de la paz mundial; se refería a un tipo de concurso de
belleza británico que solían organizar los periódicos de Londres y mediante el
cual los lectores podían ganar un premio eligiendo a la belleza cuya fotografía
fuera considerada la más bella por el mayor número de otros lectores. Esto
significa que ganar no consistía en elegir a la más guapa, ni siquiera en
predecir cuál sería la más guapa según el promedio de los lectores, sino que
ganar se convertía en un juego de anticipar cuál sería la opinión del lector
medio sobre la elección del lector promedio.
Los inversores se comportan de una manera parecida: tratan de ganar dinero
comprando valores que creen que desearán comprar otros inversores en el
futuro. El precio que están dispuestos a pagar por un valor depende menos del
valor fundamental de la empresa que de sus expectativas de que todos los
demás vayan a estar dispuestos a pagar por él. Esta es la esencia de la
especulación en el mercado de valores y, por ello, el valor fundamental de una
acción y su precio en un día dado pueden ser tan diferentes.
Sin embargo, especular con los movimientos del mercado de valores no es el
camino a la riqueza. Si de verdad queremos enriquecernos en él, hemos de
hacerlo de manera lenta, pero segura, mediante el valor. Conviene, por tanto,
que ignoremos casi todo lo que se dice, el clamor sobre lo que significa,
referidos a un precio, esta noticia o ese rumor. Si vamos a invertir en acciones
debemos buscar el valor, es decir, buscar las empresas que hagan algo que la
gente vaya a considerar más valioso en el futuro y cuyo valor se vea apreciado
por los fondos de inversión. Una vez que hayamos encontrado esos valores,
conviene que los compremos pensando en el largo plazo.
Comprar solo acciones (o cualquier otra cosa) que podamos entender. Si
vamos a comprar o vender acciones, o cualquier otra cosa, es bueno que
tratemos de reducir las eventualidades tanto como sea posible e invertir solo
en lo que conozcamos y entendamos lo suficientemente bien. Al hacerlo así,
eliminamos mucha de la mística que nos puede llevar más de lo que
pretendemos y a asumir riesgos que normalmente no asumiríamos.
Si, por ejemplo, compramos en Marks & Spencer y vemos que las nuevas
gamas de productos son buenas, que los almacenes están llenos y que la gente
alucina por la forma en que la firma ha mejorado su colección de este año,
entonces es bueno que compremos sus acciones.
Si no entendemos realmente un sector particular y no pretendemos trabajar lo
suficiente en él como para conocerlo bien, es mejor que invirtamos en otra
cosa o utilizar un fondo de inversión.
En cuanto a esto último, si no tenemos tiempo ni conocimientos para estudiar
con atención el mejor fondo activo, es recomendable que sigamos la regla de
que menos es más. Por lo general, los fondos que no nos cobran grandes
cantidades por asumir riesgos con una sucesión de estrategias inteligentes para
superar a la banca son más de fiar. Conviene elegir aquellos dirigidos por
personas que vayan a invertir nuestro dinero con aspavientos y cantidades
mínimas en una buena gama de valores que vayan con el mercado.
Estos fondos se conocen como index funds o tracker funds. Se caracterizan
por tener una comisión al intermediario menor y gastar menos dinero en
publicidad, por lo que su folleto puede ser el último en la cartera de nuestro
asesor financiero.
3. Tenemos que ser raros. Si hay solo unas cuantas oportunidades ocultas,
tenemos que sobresalir. Ser raro, único, especial, creativo, inusual es
imprescindible para sobresalir del rebaño.