Divinidad de Cristo

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(Lo que el autor en su libro ha escrito en forma de nota al pie de página,

en esta edición digital se encuentra entre corchetes [ ])


NOTA DEL AUTOR SOBRE LAS VERSIONES DEL TEXTO SAGRADO: A lo largo de la obra he utilizado
con preferencia mi propia traducción directa del griego para el Nuevo Testamento, y del hebreo y
arameo para el Antiguo. En el primer caso me he valido del Greek-English New Testament, de Nestlé
y Aland, Editio XXVI, Stuttgart 1981, y en el segundo de la Biblia Hebraica Stuttgartensia, Editio
Minor, Stuttgart 1984. Cito también de las versiones prestigiosas de la Biblia comunes en el mundo de
habla hispana y de las propias ediciones de las sectas. Las siglas siguientes son las utilizadas en
relación con las diversas traducciones de la Biblia: VNM: Versión del Nuevo Mundo o Biblia de los
Testigos de Jehová; EP: La Santa Biblia, de Ediciones Paulinas; BJ: Biblia de Jerusalén; NC: Nácar
Colunga;VP: Versión Popular; VM: Versión Moderna; NBE: Nueva Biblia Española; RV: Reina-Valera.
Cuando no se indica referencia, la traducción es mía.

La cuestión de la divinidad de Cristo ha sido el continuo caballo de batalla en la


historia del cristianismo. En las Escrituras aparecen ya los primeros intentos de
negarla durante el período neotestamentario, y raro ha sido el siglo desde entonces
en que no haya surgido un movimiento que, de una u otra manera, no haya
cuestionado la plena divinidad de Cristo. Desde los ebionitas a los Testigos de
Jehová pasando por los arrianos o los socinianos, los grupúsculos sostenedores de

esta tesis se cuentan por docenas.

Aunque algunas sectas, como los mormones o los adventistas, se adhieren


formalmente a la doctrina de la divinidad de Cristo [Que esta adhesión es sólo
formal queda de manifiesto cuando descubrimos que los adventistas afirman que
Cristo era el arcángel Miguel (Questions of doctrine, pp.71-83), y que los
mormones sostienen que los hombres salvados se convierten en dioses (Doctrinas y
convenios, 132:37), y que Jesús fue el hijo de Adán, el único Dios con el que
tenemos que tratar los habitantes de este planeta (Diary of Hosea Stout, 9 de abril
de 1852, vol. 2, p. 435)], lo cierto es que la mayoría de ellas la niega de una
manera u otra. Tal es el caso de los mooníes, los Testigos de Jehová o los Niños de
Dios. En este capítulo trataremos de examinar las objeciones tomadas de la Biblia
que presentan contra esta doctrina, la enseñanza bíblica al respecto, algunos
ejemplos del pensamiento rabínico sobre la divinidad del mesías y la opinión de los

primeros cristianos.

1. Las objeciones contra la divinidad de Cristo

Históricamente la pobreza de los argumentos aducidos contra la divinidad de Cristo


es tan considerable, que podemos decir que los consignados a continuación
constituyen la práctica totalidad. Como tendremos ocasión de ver, ninguna de las
citas manejadas por las sectas vulnera en absoluto la enseñanza bíblica de la
Trinidad y, en su mayor parte, arrancan de una falta de conocimiento preciso

acerca del contenido de ese dogma. Pasemos ahora a los textos:


a) Marcos 13,32, o Mateo 24,36. La interpretación de los antitrinitarios pretende
que en este pasaje se demuestra tajantemente que Cristo no era Dios, puesto que
no era omnisciente. Se incurre con esto en un error que veremos repetido en varias
ocasiones: la incapacidad de distinguir entre la naturaleza humana y la naturaleza
divina de Jesús. Es obvio que la primera era, como humana, limitada: Jesús se
cansaba, tenía sed, padecía el dolor, su conocimiento era limitado, etc. Ahora bien,
como Dios, era omnisciente. Veamos algunos ejemplos de la Escritura: "Ahora
sabemos que sabes todas las cosas y no necesitas que nadie te interrogue. En esto
creemos que salimos de Dios" (Jn 16,30) (VNM). "De modo que le dijo: Señor, tú
sabes todas las cosas" (Jn 21,17) (VNM). "... Cristo. Cuidadosamente ocultados en
él están todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento" (Col 2,3). Ni para
Juan ni para el autor de la carta a los Colosenses, Jesús era un personaje privado
de omnisciencia. Todo lo contrario: sabía todo y en él estaban, sin excepción, todos

los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.

b) Juan 14, 28. La interpretación sectaria de este pasaje adolece también de un


desconocimiento de fondo del dogma trinitaria. Insistimos una vez más en que la
persona del Hijo, la segunda de la Trinidad, tiene una naturaleza humana y otra
divina. La humana, lógicamente, es inferior a la divina del Padre; pero ambas
personas divinas, la del Padre y la del Hijo, son iguales. Es precisamente por eso
por lo que el evangelio de Juan recoge la información de que los judíos del tiempo
de Jesús deseaban matarle, porque se hacía igual a Dios: "A causa de esto
realmente los judíos procuraban con más empeño matarlo, porque no sólo
quebrantaba el sábado, sino que también llamaba a Dios su propio Padre,

haciéndose igual a Dios" (Jn 5,18-19) (VNM).

c) Apocalipsis 3,14. La interpretación antitrinitaria de este pasaje (uno de los más


utilizados por los arrianos en su día) pretende que aquí Cristo es presentado como
el "primer ser creado". Lo cierto es que tal afirmación sólo demuestra una
ignorancia absoluta del sentido del término arjé (traducido aquí como "principio").
En calidad de título, como aparece aquí, la palabra arjé tiene en multitud de
ocasiones el significado de "príncipe" o "principado". En tal sentido aparece, por
ejemplo, en Rom 8,38; Ef 1,21; 3,10; 6,12; Col 1,16; 2,10; Tit 3,1, etc). Ahora
bien, en el libro de Apocalipsis, arjé es un título que se aplica única y
exclusivamente a Dios; v.gr., Ap 21,6, en su calidad de fuente (principio) de todo.
Por tanto, el pasaje no dice que Cristo fue el primer ser creado, sino que fue la
fuente, el origen, el principio de que emanó la creación divina; es decir, que es el
mismo creador, como tendremos ocasión de ver en el apartado que sobre ese tema

hay en este capítulo.

d) Colosenses 1,15. De nuevo nos hallamos ante una interpretación errónea de un


texto en base a la ignorancia terminológica de las sectas. Éstas interpretan la
palabra "primogénito" en el sentido de "primer creado"; Cristo, pues, sería una
simple criatura. Ahora bien este análisis del pasaje es erróneo por las siguientes

razones:

1a. Primogénito (protótokos en griego) no es lo mismo que primer creado (protiktos


en griego). Si realmente Pablo hubiera deseado expresar que Cristo era un ser

creado, hubiera empleado el verbo "crear" lo que no hizo.

2a. El término "primogénito" no equivale en lengua hebrea tanto al primero en


nacer como al que posee ciertos derechos de gobierno, herencia o realeza. Así la
Biblia contiene diversos ejemplos de "primogénitos" que no fueron los primeros.
Así, en Sal 89,27 (VNM) se anuncia que David sería nombrado "primogénito". David
no lo era familiarmente (de hecho sabemos que era el menor de su familia), ni
tampoco fue el primer rey de Israel (que fue Saúl), pero sí iba a contar con una
supremacía, con una "primogenitura". Otro ejemplo de la palabra "primogénito"
utilizada en ese sentido se halla en Jer 31,9, donde se denomina a Efraín como
"primogénito". Ahora bien, si leemos el relato de Gén 48,13-14, vemos que
realmente Efraín era el menor y Manasés era el primogénito. Un ejemplo más de
este empleo de la palabra "primogénito" lo hallamos en Éx 4,22, donde se aplica tal
título a Israel. Lógicamente, no se pretende señalar aquí que Israel fue la primera
nación creada (lo que no sería verdad), sino que Israel gozaba de una primacía a
los ojos de Dios. Por lo tanto, Pablo no está aquí diciendo que Cristo es un ser
creado, sino que tiene la total supremacía sobre la creación; en otras palabras, que

es el mismo creador.

3a. El contexto indica que Pablo considera a Cristo no un ser creado, sino el mismo
creador: De hecho esto es tan claro, que la VNM ha falseado el original griego,
incluyendo palabras entre corchetes para ocultar esta revelación. Dice así, por citar
un ejemplo, La Santa Biblia, de Ediciones Paulinas: "Porque por él mismo (Cristo)
fueron creadas todas las cosas, las de los cielos y las de la tierra, lo invisible y lo
visible, tanto los tronos como las dominaciones, los principados como las
potestades; absolutamente todo fue creado por él y para él; y él mismo existe
antes que todas las cosas y todas subsisten en él" (Col 1,16-17). Este fragmento
del himno cristológico del capítulo primero de Colosenses no puede estar más claro:
Cristo es no un ser creado, como pretenden las sectas, sino el creador de todo. Por
eso existe antes de todo lo creado, ya que si él hubiera sido una creación no
hubiera podido tener vida antes de toda la creación, sino sólo de la parte posterior
a él mismo. Como era de esperar, la VNM falsifica este texto para amoldarlo a su
torcida teología y traduce (?) así: "Porque por medio de él todas las (otras) cosas
fueron creadas... Todas las (otras) cosas han sido creadas mediante él y para él.
También él es antes de todas las (otras) cosas y por medio de él se hizo que todas
las (otras) cosas existieran". No puede ser mayor la diferencia entre el texto griego
original y la VNM: Cristo ya no es el creador ("por él mismo"), sino un instrumento
de la creación ("por medio de él"). Tampoco es ya el creador anterior a todo lo
creado, sino un ser creado anterior a "todas las otras cosas creadas". El hecho de
añadir palabras en el texto para cambiar radicalmente el significado que quiso darle
el autor de la carta a los Colosenses es algo que no parece haber pesado en la
conciencia de la Wachtower y que la mayoría de sus adeptos ignoran. Pero ¿qué
amor puede tener la Wachtower a la Biblia cuando no sólo no busca honestamente
su enseñanza, sino que además tergiversa una traducción para dar base a sus

doctrinas?

e) Proverbios 8,22. Dice así la VNM: "Jehová mismo me produjo como el principio
de su camino, el más temprano de sus logros de mucho tiempo atrás". Según la
especialísima exégesis de la Wachtower, que, quizá sin saberlo, es sólo un eco de la
de Arrio, el texto de Proverbios estaría hablando aquí de Cristo, simbolizado bajo la
imagen de la sabiduría, y enseñaría que fue creado ("producido"). No obstante, tal

exégesis es por muchas razones descabellada:

1a. El pasaje no dice en ningún momento que esté hablando del mesías; se trata de
un hermoso poema en el que se utiliza la prosopopeya, es decir, la personificación
de una cualidad para crear un efecto literario. En este caso se personifica a la

sabiduría, pero no se menciona en ningún pasaje que ésta sea el mesías.

2a. El contexto niega que se pueda referir a Jesús: las profecías mesiánicas (como
Is 52,l3ss.) contienen siempre referencias que podemos reconocer en la vida de
Jesús. Ahora bien, aquí se nos dice que la sabiduría edificó una casa (Prov 9, 1a),
que ha labrado siete columnas (Prov 9, 1b), que dispuso la mesa mezclando el vino
y degollando carne (Prov 9,2), etc. Está claro que nada de esto tiene relación con la
persona de Jesús; pero sí tiene sentido si se interpreta como una personificación

poética de la sabiduría.
3a. La traducción "me produjo" no es correcta; pero, por si fuera poco, el pasaje,
como es habitual cada vez que la Wachtower se ocupa de traducir, está
penosamente traducido. La palabra hebrea que se vierte por "produjo" es qnh, que
significa "poseyó" o "poseía", como han traducido la versión Reina Valera (RV) o la
Nácar Colunga (NC). En algún caso este verbo puede tener un significado
secundario de "engendrar", y así han vertido el pasaje la Versión Popular (VP) y la
Versión Moderna (VM), pero no parece que en este contexto sea la traducción más

adecuada.

Intentar, pues, desprender del pasaje de Prov 8,22 que Cristo fue creado no deja

de ser un dislate exegético.

f) Juan 1,18. La tesis de la Wachtower es que, puesto que a Dios no lo ha visto


nadie y a Cristo lo vieron, este último no puede ser Dios. Ahora bien, este pasaje
no está hablando de una visión física de Dios, sino espiritual. De hecho, el Antiguo
Testamento registra varios casos de visión física de Dios, como el recogido en Is
6,lss. o el de Am 9,1, que pueden comprobarse en la misma VNM. Lo que aquí se
nos dice es que a Dios nadie lo ha visto como para poder explicarlo de manera

cabal, pero Cristo sí lo ha explicado.

Por otro lado, aunque el pasaje implicara una visión física de Dios, tampoco estaría
indicando que Cristo no era Dios, ya que lo que vieron sus discípulos fue su
envoltura humana, y no su naturaleza divina. En ese sentido podría decirse que a
Dios, con toda la grandeza de su gloria, no lo ha visto nadie, porque cuando se

encarnó en Cristo la humanidad servía de velo a aquélla.

g) Jesús es Miguel, el arcángel. Esta doctrina de los Testigos no pertenece


originalmente a ellos. Se origina en una doctrina idéntica sostenida por los
Adventistas del Séptimo Día (Questions of Doctrine, pp 71-83). La razón es que
inicialmente buena parte de los autores adventistas sostenían una visión de Cristo
de corte arrianizante. Cuando, con el paso del tiempo, este enfoque varió, optando
por un reconocimiento formal de la Trinidad, quedaron resquicios de arrianismo en
la teología de las secta capitaneada por Ellen White, de donde los ha tomado la

Wachtower.

En realidad, esta objeción carece de la más mínima base. Sencillamente: no hay un

solo pasaje en la Biblia donde se diga que el arcángel san Miguel es Cristo.
h) Jesús habla con el Padre. La tesis de la Wachtower pretende que Cristo no puede
ser Dios, puesto que se ve claramente cómo se dirige a Dios. Tal afirmación sólo
revela un desconocimiento profundo de la doctrina de la Trinidad. Ésta no enseña
que el Hijo, el Padre y el Espíritu Santo son la misma persona, sino que son tres
personas distintas y un solo Dios verdadero. El diálogo entre el Padre y el Hijo, por

lo tanto, no contradice la doctrina de la Trinidad, sino que la confirma.

i) Jesús es el Hijo de Dios, y no Dios. A este respecto recomendamos repasar lo

señalado arriba en relación con el texto de Jn 5,18.

j) Salmo 2,7. Según la teología de la Wachtower, este pasaje indicaría que hubo
una época en que el Hijo no existió y posteriormente sí; luego se trata de un ser
creado. Además, el término "engendrar" debe entenderse como "crear". Lo cierto
es que la fórmula que se recoge en este salmo parece ser que se utilizaba en la
coronación de los reyes de Israel. Con ella se pretendía indicar que el monarca

pasaba a ser "hijo de Yavé" de una manera muy especial.

Ahora bien, en el caso de este salmo, el Nuevo Testamento nos ha conservado la


interpretación que del mismo hacía la Iglesia primitiva. Veamos: "Pero Dios lo
levantó de entre los muertos, y por muchos días se hizo visible a los que habían
subido con él de Galilea a Jerusalén, los cuales son ahora testigos de él al pueblo.
De modo que nosotros estamos declarándoles las buenas nuevas acerca de la
promesa hecha a los antepasados, que Dios la ha cumplido enteramente para con
nosotros los hijos de ellos al haber resucitado a Jesús, así como está escrito en el

Salmo segundo: Tú eres mi hijo, este día he llegado a ser tu Padre" (He 13,30-33).

Para Pablo, el salmo 2 no enseñaba que Cristo fuera un ser creado, sino que
contenía la afirmación de que resucitaría un día. Naturalmente somos muy libres de

preferir la interpretación de la Wachtower a la del apóstol de los gentiles.

Digamos, finalmente, que el término "engendrar" ni significa "crear" ni es contrario


a la enseñanza de la Trinidad. De hecho, el credo trinitario de Nicea afirma que la
persona del Hijo fue "engendrada y no creada, de la misma naturaleza que el
Padre". Los que creemos en la Trinidad creemos asimismo que Cristo fue
engendrado desde la eternidad de la misma naturaleza que el Padre, pero que no
fue creado. Este texto apoyaría precisamente esa tesis, puesto que en él no se dice

que el Hijo fuera creado, sino engendrado.


Hasta aquí hemos podido ver el nulo fundamento que tiene afirmar que la Biblia
niega la divinidad de Cristo. Ahora bien, el que no haya argumentos en contra no
significa necesariamente que los haya a favor. ¿Existen pruebas en el Nuevo
Testamento de que los primeros cristianos creyeran que Cristo era Dios? A

examinar esa cuestión dedicaremos las próximas páginas.

2. Según la Biblia, Cristo es Díos, y no un dios

Contra lo que piensan la mayoría de las personas (y es error muy repetido en


diversas publicaciones), los Testigos de Jehová no niegan la divinidad de Cristo,
sino su plena divinidad. Es decir, para ellos Cristo es un dios (o el arcángel san
Miguel), pero no es Dios. Nosotros intentaremos mostrar en las siguientes páginas
cómo la Biblia indica específicamente lo contrario: Cristo es Dios, y no un dios. Las

razones, entre otras muchas, son las siguientes:

2.1. Cristo tiene títulos en el NT que sólo son aplicables a Dios

Dios.

La teología de los Testigos, en realidad, es politeísta. Parte de la base de que existe


un gran Dios increado (Jehová), seguido por un dios inferior y creado (Cristo) y por
multitud de dioses de una categoría aún más ínfima, como el diablo y los ángeles.
La enseñanza de la Biblia, por otra parte, es naturalmente monoteísta: sólo hay un

Dios, no ha habido ninguno antes ni lo habrá después.

"Ustedes son mis testigos -es la expresión de Jehová- aun mi siervo, a quien he
escogido, para que sepan y tengan fe en mí, y para que entiendan que yo soy el
mismo. Antes de mí no fue formado Dios alguno y después de mí continuó sin que

lo hubiera" (Is 43,10) (VNM).

Este pasaje, conocido de memoria por todos los adeptos de la Wachtower, ya que
de él derivan su nombre, contiene en su segunda parte una afirmación que
contradice tajantemente las enseñanzas de aquélla. No enseña que hay un gran
Dios (Jehová), otro inferior y creado (el mesías) y una pléyade de dioses a

continuación, sino que sólo hay uno y ninguno más.

"Esto es lo que ha dicho Jehová, el Rey de Israel y el Recomprador de él, Jehová de


los ejércitos: Yo soy el primero y yo soy el último, y fuera de mí no hay Dios" (Is
44,6) (VNM). La afirmación es clara y contundente; pero choca frontalmente con la

teología de la Wachtower, que enseña la existencia de varios dioses.

"Yo soy Jehová, y no hay ningún otro. Con la excepción de mí no hay Dios..., no

hay ningún otro; no hay otro Dios" (Is 45,5,14) (VNM).

Naturalmente, los primeros cristianos creían lo mismo que enseñó Isaías, y no la


teología de la Wachtower, que establece que hay varios dioses. Y no sólo es que
creían en un monoteísmo estricto (un solo Dios y ningún otro más), sino que
además afirmaron que Cristo era ese Dios. Como esto resulta tan claro y equivale a
reconocer que la teología jehovista es una farsa, los dirigentes de la Wachtower no
han tenido el más mínimo inconveniente en alterar la traducción de la mayoría de
los pasajes donde se dice que Cristo es Dios. A analizar algunos de éstos vamos a

dedicarnos ahora.

a) Romanos 9,5. Dice la versión del texto griego: "El Cristo según la carne, el cual
es Dios bendito". Pablo afirma tan claramente que Cristo es Dios bendito, que la
VNM no ha tenido el menor reparo en introducir una palabra entre corchetes en el
texto para desvirtuar tal afirmación. Dice así: el Cristo según la carne: Dios, que
está sobre todos, (sea) bendito para siempre. Basta quitar de la VNM el sea entre

corchetes para tener una afirmación clarísima de la divinidad de Cristo.

b) Filipenses 2,5ss. "... Cristo Jesús, el cual existiendo en forma de Dios no se

aferró a ser igual a Dios".

Pablo lo expresa con claridad: Cristo era igual (no inferior) a Dios, pero no se aferró
a ello, sino que se vació (ése es el significado literal del término griego kenosis)
para hacerse hombre y redimirnos en la cruz. Pues bien, veamos cómo esta
afirmación clarísima ha sido desvirtuada en la versión del Nuevo Mundo añadiendo
de nuevo palabras que no están en el original: "... Cristo Jesús, quien aunque
existía en la forma de Dios, no dio consideración a una usurpación, a saber: que

debiera ser igual a Dios".

Basta comparar la VNM con otras traducciones para comprobar lo viciado y lleno de
prejuicios que ha sido su método de trabajo, método que sólo buscaba defender a

la secta, y no a la enseñanza de la Biblia.

c) Colosenses 2,9. "Porque en él habita la plenitud de la divinidad corporalmente".


Contra lo que enseña la Wachtower, Pablo afirma aquí que Cristo no es un dios o un
mini-dios, sino que en él habita corporalmente la plenitud de la divinidad. Veamos
cómo la VNM ha intentado velar esta gloriosa verdad: "Porque en él mora

corporalmente toda la plenitud de la cualidad divina".

Ahora bien, esta subversión del texto, a fin de cuentas, sólo a medias consigue su
objetivo, porque sólo Dios puede tener cualidad divina; y hemos visto en Isaías que
sólo hay un Dios. Si en Cristo mora toda la plenitud de la cualidad divina, es que es

Dios, y no un dios, como pretende la Wachtower.

d) Tito 2,13. "Esperando la feliz esperanza y manifestación de la gloria del gran

Dios y salvador nuestro Jesucristo".

El texto es diáfano como el cristal. Pablo habla de la maravillosa esperanza del


creyente cristiano que aguarda la venida de nuestro gran Dios y salvador
Jesucristo. De nuevo la VNM ha introducido palabras en el texto para privar a Cristo
de su plena divinidad: "Mientras aguardamos la feliz esperanza y la gloriosa

manifestación del gran Dios y del salvador nuestro, Cristo Jesús".

Con un descaro inexcusable, la Wachtower ha introducido una palabra que no está


en el texto griego, para dejar a un lado a Dios y a otro al salvador Jesucristo,
cuando lo cierto es que el original prodiga los dos atributos (Dios y salvador) a

Cristo.

e) Hebreos 1,8. "Con respecto al Hijo: El trono tuyo, oh Dios, por el tiempo del

tiempo".

Este texto reviste una especial relevancia porque en él es el propio Padre el que se
dirige a la persona del Hijo; y no lo hace para denominarlo Miguel (como los
testigos o los adventistas) ni un dios, sino Dios de manera plena. Como imaginará
el lector, también en esta ocasión la VNM altera el texto añadiendo palabras: "Pero

respecto al Hijo: Dios es tu trono para siempre jamás".

En el fondo, sin embargo, esta burda falsificación dice lo contrario de lo que


pretende; porque, ¿quién es mayor, el trono o el que se sienta en él? Pues bien, si

Dios es el trono del Hijo, éste debe ser, al menos, tan grande como Dios.

f) 2Pedro 1,1. "... En justicia del Dios nuestro y salvador Jesucristo".


Como en Tit 2,13, de nuevo nos hallamos ante una afirmación de que Cristo es
Dios. Veamos cómo vierte el pasaje la VNM: "Por la justicia de nuestro Dios y del

salvador Jesucristo".

Una vez más, añadiendo una palabra que no está en el original, se altera todo el
sentido de la frase, privando a Cristo de la atribución que Pedro le hace de su
divinidad plena. Sin embargo, es curioso que en el versículo 11 de este mismo
capítulo de la primera epístola de Pedro aparezca la misma construcción gramatical;
pero esta vez la Wachtower la ha traducido bien ("de nuestro Señor y salvador
Jesucristo"), porque no une a Cristo con el título de Dios. Resulta vergonzoso el
contemplar cómo puede haber personas con tan pocos escrúpulos morales como

para alterar el texto sagrado a fin de defender con más facilidad sus doctrinas.

g) Juan 1,1. Sin duda, es ésta la falsificación más conocida de todas las que
pueblan las páginas de la VNM. Dice así: "En (el) principio la Palabra era, y la

Palabra estaba con Dios y la Palabra era un dios".

Basta ir al texto griego original para comprender que se trata de una burda
artimaña, consistente en intercalar una palabra que no está en el evangelio de Juan

a fin de negar la divinidad de Cristo.

"En principio existía la Palabra, y la Palabra estaba con el Dios y Dios era la

Palabra".

Naturalmente, el pasaje en griego es tan claro que la Wachtower se ha visto


obligada a recurrir al poco airoso método de inventarse una regla gramatical para
justificar la barbaridad lingüística y teológica que implica su traducción. Según la
Wachtower, en griego no existe palabra para indicar la idea de "uno", y, por lo
tanto, cuando una palabra no lleva el artículo determinado (jo, je, to, en griego; el,
la, lo, en castellano) debe colocarse delante la palabra "un, una". Esta regla es
falsa; pero lo peor es que ni siquiera la Wachtower (pese a ser su inventora) la

sigue:

a') En griego sí hay palabras para expresar la idea de "uno, una" sin que tenga que
suplirlas el traductor. Una de ellas es eis, mia, en (uno, una, uno), que Juan utiliza
repetidas veces; v.gr.: Jn 1,40; 6,8.22; 70,71; 7,21.50; 9,25; 10,16.30; 11,49-
50.52; 12,2.4; 13,21.23; 17,11.21.22.23; 18,14. 22.26.39; 19,34, etcétera; la
otra es tis, ti (uno-a-o ó alguno-a-o), que también es utilizada repetidas veces en el
Nuevo Testamento. Si Juan hubiera deseado decir que la Palabra (Cristo) era un
dios, hubiera recurrido con toda seguridad al empleo de eis o de tis.

b') La ausencia de artículo determinado ni siquiera es suplida por "un" en la misma


Wachtower. Fijémonos a título de ejemplo en el mismo capítulo 1 del evangelio de
Juan. En el versículo 6 se nos dice que un hombre (Juan el Bautista) fue enviado
por Dios, y esta palabra va sin artículo determinado; no obstante la Wachtower no
ha traducido "representante de un dios", sino "representante de Dios". En el
versículo 12 se nos habla de cómo llegar a ser hijos de Dios. Ahora bien, la palabra
Dios va sin artículo determinado; pero la Wachtower no ha traducido "hijos de un
dios", sino "hijos de Dios". En el versículo 13, una vez más, la palabra "Dios" va
desprovista de artículo determinado; pero la Wachtower no traduce "voluntad de un
dios", sino "de Dios". Podríamos aducir más ejemplos; pero sinceramente éstos nos
parecen suficientes para mostrar que la "regla" citada por la Wachtower no sólo no
existe, sino que incluso no es aplicada por ella misma para no caer en el ridículo

más absoluto.

c') La construcción poética de Jn 1,1 no permite traducir "un dios". Los dieciocho
primeros versículos del evangelio de Juan formaron en su conjunto un canto (muy
posiblemente antifonal) que se utilizaba en las reuniones de la Iglesia primitiva.
Tenía por ello una estructura (muy clara en los tres primeros versículos) de especial
belleza, puesto que cada frase terminaba con la misma palabra con que empezaba
la siguiente: "En principio era la Palabra, y la Palabra era con el Dios, y Dios era la

Palabra".

Esta construcción además hacía girar su encanto (y su impresionante vigor) en


torno al hecho de que la palabra con que concluía una frase y comenzaba la
siguiente tenía el mismo valor, contenido y significado. Por esto el "Dios" del final
del versículo 1 nunca podía ser "un dios", sino la palabra "Dios", con su mismo

contenido y fuerza con que concluía la frase anterior.

Examinado el texto de Jn 1,1, en la VNM se descubre, por lo tanto, no sólo una


falta de conocimiento mínimo de la lengua en que se redactó el Nuevo Testamento,
sino también una carencia de honestidad por la que no ha tenido reparo, una vez
más, en alterar la Escritura para hacerla encajar en sus posiciones doctrinales

preconcebidas.
Vamos a concluir con lo referente a este texto. Antes, no obstante, desearía hacer
una breve referencia al origen de esta traducción penosa del glorioso pasaje de Jn
1,1. Cuando los testigos intentan mostrar que no son los únicos en haber traducido
el pasaje de Jn 1,1 de esta manera sólo pueden (y es normal) citar un Nuevo
Testamento no editado por ellos que contenga una versión similar. Me estoy
refiriendo al Nuevo Testamento de Greber.[Este Nuevo Testamento de Johannes
Greber aparece citado por la Wachtower para apoyar su traducción, por citar algún
ejemplo, en el libro Asegúrense de todas las cosas, Brooklyn 1965, 489, y en el

folleto La Palabra ¿quién es él? Brooklyn 1962, 5.]

¿Quién era Johannes Greber? La Wachtower lo ha presentado a sus adeptos como


un sacerdote católico, pero esto es sólo una verdad a medias. Greber fue
efectivamente un sacerdote católico; pero abandonó la Iglesia Católica para entrar
en círculos espiritistas. Su propio Nuevo Testamento está cortado sobre la base de
la teología espiritista y, según dice la introducción del mismo, fueron los espíritus
los que le dijeron cómo traducir. Cito de la misma: "Muchas contradicciones entre lo
que aparece en los rollos antiguos y el Nuevo Testamento surgieron y fueron tema
de sus (de Greber) oraciones constantes pidiendo guía, oraciones que fueron
contestadas y las discrepancias clarificadas por el Espíritu mundial de Dios... Su
esposa (la de Greber), una médium del Espíritu mundial de Dios, fue a menudo el
instrumento para dar las respuestas correctas de los Mensajeros de Dios al pastor
Greber". [De hecho, yo sostengo la tesis de que la VNM no es sino una copia
descarada de la traducción espiritista de Greber, como puede verse con facilidad
comparando ambas versiones. La de Greber puede obtenerse solicitándola a la
Johannes Greber Memorial Foundation, 139 Hillside Avenue, Teaneck, NJ, 07666.

USA]

No deja de ser curioso que el único autor que tradujo Jn 1,1 como la Wachtower
fuera un ex-sacerdote que colgó la sotana para casarse con una médium y que dejó
una versión del Nuevo Testamento que no se basaba precisamente en el estudio de

los textos, sino en las instrucciones que recibía en sesiones de espiritismo.

¿Sabe esto la Wachtower? La respuesta es afirmativa. En la Atalaya del 15 de


febrero de 1956, páginas 110-111, se afirma en el párrafo 11: "Está muy claro que
los espíritus en los que el ex-sacerdote Greber cree lo ayudaron en su traducción".
Una afirmación similar se contiene asimismo en la Atalaya del 1 de abril de 1983,
página 31. [Existe un argumento de tipo histórico-teológico adicional en favor de
que Juan quería señalar la plena divinidad de Cristo al escribir el primer versículo
de su evangelio. Me estoy refiriendo a la utilización del término "Palabra" para
definir al Cristo preexistente. Este mismo término era utilizado en los targumim
(comentarios interpretativos del Antiguo Testamento) en arameo para referirse a
Yavé. De manera que para decir que Yavé creó los cielos y la tierra se indica que
Memra (la Palabra) creó los cielos y la tierra, etc. Ese mismo Yavé, según Juan, era

el que se había hecho carne para salvarnos.]

Cabría preguntarse qué clase de dirigentes tiene la secta de Brooklyn. No sólo


porque están dispuestos a tergiversar el texto sagrado añadiéndole palabras que no
aparecen en el mismo, sino porque también se atreven a inventar reglas
gramaticales que no existen y que ellos mismos no respetan, buscando como único
apoyo una versión del Nuevo Testamento carente de base científica y que, según
confiesan en sus publicaciones, es obra de espíritus. Todo esto, no lo olvidemos,
para negar la grandiosa verdad de la encarnación de Dios en la persona de Cristo a

fin de redimirnos. ¿Realmente se puede confiar en una organización así?

Podríamos presentar ahora más textos falseados; pero vamos a citar sólo dos más
en los que la Wachtower, sin darse cuenta, ha permitido que en la VNM los
apóstoles llamaran Dios a Jesús. Nos referimos a Jn 20,28 y 1Jn 5,20. "Dijo
entonces a Tomás: Pon tu dedo aquí y ve mis manos, y toma tu mano y métela en
mi costado, y deja de ser incrédulo y hazte creyente. En contestación Tomás le
dijo: Mi Señor y mi Dios" (Jn 20,27-28) (VNM). "... Jesucristo. Este es el Dios

verdadero y vida eterna" (1Jn 5,20) (VNM).

La experiencia de la resurrección corporal de Jesús (que también niegan los


testigos) significó un auténtico impulso espiritual para sus desolados discípulos.
Tomás, el que había dudado, supo desde ese momento que el galileo con el que
había compartido los años anteriores era Dios y Señor. Lo mismo afirmaba el

apóstol Juan años después.

Ahora bien, todos los apóstoles eran judíos. Conocían las Escrituras y las palabras
de Isaías en el sentido de que sólo había un Dios. 0 bien se equivocaban al afirmar
que Jesús era Dios y le denominaban así cuando sólo era un dios (y en ese caso la
Wachtower tendría razón doctrinalmente hablando) o bien tenían razón al
identificar a Cristo con el Dios del que habló Isaías: el único Dios, antes del cual no
hubo ninguno y después del cual tampoco habría otro. Si los apóstoles tenían
razón, lo cierto es que la Wachtower está equivocada trágicamente. El autor de
estas líneas no se avergüenza en decir que cree en los apóstoles, aunque eso

signifique considerar a la Wachtower y sus doctrinas una farsa total.

Jehová.

Precisamente como los primeros cristianos vieron en Jesús al Dios del Antiguo
Testamento encarnado, no dudaron en referir al mismo multitud de textos cuyo
protagonista en el Antiguo Testamento era Jehová. [Como seguramente sabrá el
lector, la vocalización "Jehová" es totalmente incorrecta. El tetragramaton (o cuatro
letras: YHVH) de uno de los nombres de Dios en el Antiguo Testamento (no el
único, como pretenden los testigos); posiblemente se debiera vocalizar con "a" y
"e", dando como resultado la forma "Yahveh". Lo que sí es seguro es que no se
pronunciaba Jehová. Aquí hemos respetado esta errónea vocalización para
conservar la fuerza de los argumentos en relación con los adeptos de la secta de la
Wachtower.] Como en otros casos del libro, un análisis en profundidad del tema
requeriría una extensa monografía; pero vamos a intentar al menos mencionar

alguno de los pasajes a título de ejemplo.

a) Cristo es Jehová vendido por treinta monedas de plata: "Entonces les dije: Si es
bueno a sus ojos, den(me) mi salario; pero si no, absténganse. Y procedieron a
pagar mi salario, treinta piezas de plata. Ante aquello, Jehová me dijo: Tíralo al

tesoro... el valor majestuoso con el cual he sido evaluado" (Zac 11,12-13).

Sabido es que el Nuevo Testamento aplica este pasaje a Cristo como una profecía
cumplida en él. ¿Se equivocaban los primeros cristianos al decir que Cristo era el
Jehová de Zacarías evaluado en treinta monedas de plata, o yerran los testigos de

hoy al negarlo?

b) Cristo es Jehová precedido por Juan el Bautista: "Escuchen. Alguien está


clamando en el desierto: Despejen el camino de Jehová. Hagan recta la calzada

para nuestro Dios a través de la llanura desértica" (Is 40,3) (VNM).

La profecía de Isaías era clara: una voz aparecería en el desierto para ser
precursora de la venida de Jehová Dios. Los evangelistas vieron en el texto del
profeta judío una profecía que se cumplió cuando Juan el Bautista precedió a Jesús.
Si Juan fue la voz en el desierto, Jesús debía ser Jehová Dios. ¿Se equivocó Isaías
al profetizar la venida de Jehová, cuando en realidad vino solamente un dios? ¿Se
equivocaron los apóstoles al considerar que la profecía se había cumplido, cuando
en realidad no era así, porque en vez de Jehová vino un dios, o se equivoca la
Wachtower porque no se equivocó Isaías ni los primeros cristianos, y,

efectivamente, quien vino fue Jehová Dios precedido por Juan el Bautista?

c) Cristo es Jehová traspasado: Zac 12,10 constituye uno de los pasajes más
enigmáticos de todo el Antiguo Testamento. Yavé (o Jehová) se está dirigiendo al
profeta y de pronto le anuncia algo que suena realmente extraño: le traspasarían y
en tal situación le contemplarían los hijos de Israel; Jehová traspasado: "Y mirarán

a mí, a quien traspasaron".

Es sabido que los primeros cristianos vieron en este pasaje una referencia a Cristo
alanceado en la cruz. Ahora bien, ¿se equivocaban al considerar que el Jehová
traspasado era Cristo o lo hace la Wachtower al negarlo? Mucho nos tememos que
si alguien se ha equivocado no fueron los apóstoles; y es que en la mente de ellos
seguramente sonaba la profecía gloriosa de Is 35,4: "Dios mismo vendrá y os

salvará".

Lástima que verdad tan gloriosa haya sido sustituida en la teología de la Wachtower

por el espectáculo de un arcángel que se hace hombre para salvar a la humanidad.

Salvador

Y es que de aceptar que Cristo no es Dios nos encontraríamos con el problema de


que tenemos dos salvadores: Jehová y Cristo. Nada más lejano al pensamiento
bíblico. Precisamente la Escritura nos dice: "Yo... yo soy Jehová, y fuera de mí no

hay salvador" (Is 43,11).

Pues bien, los autores del Nuevo Testamento dicen que nuestro salvador es Cristo
(2Tim 1,10). Para los que creemos que Cristo es Dios no hay contradicción; pero
para la Wachtower es cuestión de explicar si Isaías se equivocó o si lo hicieron los

primeros cristianos..., a menos que reconozcan que son ellos los errados.

El primero y el último

Otro título de Jehová que los autores del Nuevo Testamento no tuvieron ningún
problema en aplicar a Jesús fue el de "el primero y el último", que en el Antiguo se
dirigía a Jehová (Is 44,6). Así se nos dice: "Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y
el último, el principio y el fin. Felices son los que lavan sus ropas largas, para que
sea suya la autoridad (de ir) a los árboles de la vida, y para que consigan entrada
en la ciudad por sus puertas. Afuera están los perros y los que practican espiritismo
y los fornicadores y los asesinos y los idólatras y todo aquel a quien le gusta la
mentira y se ocupa de ella. Yo, Jesús, envié a mi ángel para darles a ustedes

testimonio de estas cosas para las congregaciones" (Ap 22,13-16).

¿Mentía y se equivocaba (y además blasfemaba) el autor de Apocalipsis al atribuirle


a Jesús un título de Jehová, puesto que Cristo es solo un dios, o es la teología de la

Wachtower la equivocada al respecto?

El creador

Desde luego, si los primeros cristianos se equivocaban en su evaluación de quién


fue Jesús, su error llegó a alcanzar cotas de delirio, porque lo identificaron con el
único creador del universo; y eso cuando el Antiguo Testamento señala que Dios,

sin ningún tipo de colaboración, creó todo. Veamos:

"Esto es lo que ha dicho Jehová, tu Recomprador y el Formador de ti desde el


vientre: Yo, Jehová, estoy haciendo todo, extendiendo los cielos, yo solo, tendiendo

la tierra. ¿Quién estuvo conmigo?" (Is 44,24) (VNM).

"Yo mismo he hecho la tierra y he creado aun al hombre sobre ella. Yo..., mis

propias manos han extendido los cielos" (Is 45,12).

Los apóstoles eran judíos, conocían estos pasajes, sabían que Dios no había
utilizado ayudantes, instrumentos o intermediarios en su obra de creación. Si Cristo

no era Dios, ¿por qué afirmaron que había creado todo?

"En el principio existía aquel que es la Palabra, y aquel que es la Palabra estaba con
Dios y era Dios. El estaba en el principio con Dios. Todo fue hecho por él, y sin él
nada se hizo... Y aquel que es la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros" (Jn

1,1-3.14a) (EP).

"Porque por él mismo fueron creadas todas las cosas, las de los cielos y las de la
tierra, lo invisible y lo visible, tanto los tronos como las dominaciones, los
principados como las potestades; absolutamente todo fue creado por él y para él; y
él mismo existe antes que todas las cosas y todas subsisten en él" (Col 1,16-17)

(EP).
¿Disparataban Pablo y Juan al afirmar que Cristo era el único creador del universo,
el Jehová creador, del que escribió Isaías, o más bien disparata la Wachtower al

negarlo?

El "Yo Soy"

De hecho, esta conciencia que tenían los primeros cristianos de que Cristo era el
Dios revelado en el Antiguo Testamento al pueblo de Israel no arrancó de su
especulación personal, sino del recuerdo de las propias enseñanzas de Jesús. Quizá
una de las afirmaciones más categóricas de éste al respecto fue la de apropiarse la
denominación con la que Yavé se presentó ante Moisés cuando le encomendó su
misión de liberar a Israel de la esclavitud de Egipto. Examinemos el texto

directamente:

"Moisés dijo a Dios: Bien, yo me presentaré a los israelitas y les diré: El Dios de
nuestros padres me ha enviado a vosotros. Pero si ellos me preguntan: ¿cuál es su
nombre?, ¿qué les responderé? Dios dijo a Moisés: Yo soy el que soy. Así

responderás a los israelitas: Yo soy me ha enviado a vosotros" (Éx 3,13-14)(EP).

El texto aparece claro en cuanto a la descripción del episodio. Moisés interroga a


Yavé sobre el nombre con que debe presentarle a los hijos de Israel, y Dios le

responde que ese nombre es "Yo soy".

Pues bien, Jesús se aplicó ese mismo apelativo: "Ya os he dicho que moriréis en
vuestros pecados, porque si no creéis que yo soy, moriréis en vuestros pecados"
(Jn 8,24) (BJ) (Tanto la traducción de Ediciones Paulinas como la Nueva Biblia
Española han vertido: "que yo soy el que soy" lo que recoge a la perfección el
sentido del texto original desde mi punto de vista).
La afirmación de Jesús era impresionante: si no creían que él era el mismo Dios
que se apareció a Moisés anunciándole la liberación, morirían en sus pecados. No es
de extrañar que aquella pretensión dividiera a sus oyentes de manera radical, unos

creyeron (Jn 8,30), otros intentaron matarlo (Jn 8,59).

Naturalmente, los pasajes mantienen entre sí una relación tan evidente que la
Wachtower sólo podía alterarlos en la VNM. Así el "Yo Soy" de Éx 3,14 es vertido:
"Yo resultaré ser", aunque el hebreo dice hyh, es decir, Yo soy. De la misma
manera, en la VNM, Jn 8,24 es vertido como "yo soy ése", aunque el griego dice

ego eimi, es decir, "Yo Soy".


¿Puede alguien dudar de que no nos encontramos ante la casualidad, sino ante una
política seguida metódicamente para extirpar de la VNM todas las señales de que

Cristo es Dios?

El Señor

Otro de los títulos ligados a Yavé en la tradición de Israel fue el de "el Señor". Tan
estrechamente estaba en la mente de los judíos que sólo había un Señor y que era
Yavé, que en la traducción del Antiguo Testamento al griego conocida como la
Biblia de los Setenta o Septuaginta Yavé es sustituido siempre por la palabra griega
kýrios (Señor); y lo mismo sucedía en el servicio sinagogas en hebreo, donde en
vez de Yavé se denominaba a Dios Adonai (Señor). Con este trasfondo es fácil
adivinar cómo entenderían los judíos contemporáneos de Jesús la afirmación de que

éste era el Señor.

Tan claro también ha quedado para la Wachtower el alcance de esta afirmación por
parte de los autores del Nuevo Testamento, que ha cometido el impensable
despropósito de sustituir la palabra original kýrios (Señor) por la de Jehová en
docenas de textos. Que con esto se ha perseguido privar a Cristo de la gloria que
merece su plena divinidad quedará de manifiesto con el texto de la VNM que, a
título de ejemplo, reproduzco a continuación. Dice así: "El que observa el día, lo
observa para Jehová (en el original, la palabra es kýrios = Señor). También, el que
come, come para Jehová (en el original kýrios = Señor), pues da gracias a Dios; y
el que no come, no come para Jehová (en el original kýrios = Señor), y sin
embargo da gracias a Dios. Ninguno de nosotros, de hecho, vive con respecto a sí
mismo únicamente, y ninguno muere con respecto a sí mismo únicamente; pues
tanto si vivimos, vivimos para Jehová (en el original kýrios = Señor), como si
morimos, morimos para Jehová (en el original kýrios = Señor). Por consiguiente,
tanto si vivimos como si morimos, pertenecemos a Jehová (en el original kýrios =
Señor). Porque con este fin murió Cristo y volvió a vivir otra vez para ser.... (aquí
esperaríamos que dijera "Jehová", cambiando la palabra kýrios del original, como
ha hecho en los versículos anteriores; pero dice: ... ) Señor tanto sobre los muertos

como sobre los vivos" (Rom 14, 6-9) (VNM).

No es, pues cierto, como pretende la Wachtower, que al sustituir "Señor" por
"Jehová" en el Nuevo Testamento realiza un intento de restaurar la pureza del texto
original. No lo es porque ni un solo manuscrito del Nuevo Testamento contiene la
palabra Jehová. No lo es porque no se ha hecho siempre y de manera consecuente
(en el caso citado arriba diría, por ejemplo, que Cristo es Jehová, y una afirmación
así conmovería hasta sus cimientos la teología de la Wachtower). No lo es, porque
lo que se persigue realmente es ocultar el efecto impresionante que tiene en el
Nuevo Testamento denominar a Jesús con el título de kýrios (Señor), el mismo que
en su época se daba a Yavé. Por lo tanto, la Wachtower no ha buscado que
entendieran los lectores de la VNM el mensaje del Nuevo Testamento de manera
clara, sino ocultarles de forma consciente y metódica la maravillosa buena nueva de

que el Dios de la historia se ha encarnado en Cristo para salvarnos.

El nombre salvador

¿Qué tiene, pues, de extraño que, contra lo que pretenden los adeptos de la
Wachtower, los primeros cristianos fueran conocidos no como "jehovistas" o
"Testigos de Jehová", sino por el nombre del que ellos creían que era Dios

encarnado: Cristo?

Tampoco resulta extraño el hecho de que consideraran que el nombre salvador era
el de Cristo (y, no obstante, no mencionaran nunca el de Jehová, como pretende la
Wachtower). El mismo Pedro, el primero de los apóstoles, lo dejó bien claro cuando
se vio conducido ante las autoridades religiosas de Israel: "Jesucristo el Nazareno...
Ésta es la piedra que fue tratada por ustedes los edificadores como de ningún valor,
que ha llegado a ser cabeza de ángulo. Además, no hay salvación en ningún otro,
porque no hay otro nombre debajo del cielo que se haya dado entre los hombres

mediante el cual tengamos que ser salvos" (He 4,10-12) (VNM).

Quizá Pedro se equivocaba, quizá no era cierto que el nombre de Jesús es el único
por medio del cual podemos salvarnos, quizá no es cierto que no hay salvación en
otro salvo en Cristo, quizá ... ; pero para el autor de estas líneas la autoridad
doctrinal de Pedro es incomparablemente superior a la de los dirigentes de la

Wachtower.

Podríamos continuar todavía con otros títulos y atributos de Jehová que los
primeros cristianos aplicaron a Cristo, pero creo que con lo ya expuesto queda

suficientemente probada la tesis que deseábamos demostrar.

2.2. En la Biblia Cristo es adorado no como un dios, sino como Dios


Por todo lo que hemos visto en el apartado b), no es de extrañar que la reverencia,
adoración y gloria que los primeros cristianos dirigían a Jesús fueran las de] mismo

Dios, y no las de un dios. Veámoslo.

Es adorado

En el pensamiento del Antiguo Testamento la idea de adorar a un ser que no fuera


Dios resultaba sencillamente abominable. El mandato divino establecía que sólo se
podía adorar a Yavé (Dt 6,13; 10,20), y así se lo repitió Jesús al diablo cuando éste
le pidió que le adorara (Lc 4,8). La palabra utilizada en este texto para indicar
adoración es el verbo griego proskyneo. Como era de esperar, la Wachtower ha
traducido proskyneo por adorar cuando se refiere al Padre, v.gr.: Lc 4,8; pero
cuando iba referido a Cristo lo ha vertido "rendir homenaje" para ocultar el hecho
de que éste fue adorado por los primeros cristianos. Así, Mt 28,17 dice: "Y viéndole
le adoraron (proskýnesan)".

Y Lc 24,52 señala: "Y ellos, adorándole (proskynésantes), volvieron a Jerusalén".

Otros ejemplos de ese empleo del término "adorar" (proskyneo) en relación a Jesús
los tenemos, por ejemplo, en Mt 2,2.8 y 11, o Jn 9,38. En todos los casos, la

Wachtower ha vertido por "rendir homenaje", ocultando la adoración de Jesús.

Hemos tenido ocasión de ver antes cómo las propias artimañas de la Wachtower no
siempre son perfectas y que se les había pasado por alto un par de textos (Jn 20,28
y 1Jn 5,20), en que se dice que Cristo es Dios. Lo mismo sucedió en el pasado con
una cita en la que se habla de adorar a Jesús. Me estoy refiriendo a Heb 1,6. La
VNM traducía así: "Pero cuando introduce de nuevo a su primogénito en la tierra

habitada, dice: Y que todos los ángeles de Dios le adoren".

Tan claramente dejaba de manifiesto el texto que los mismos ángeles adoraban a
Jesús, que en la edición de la VNM de 1987 el texto se cambió. Ahora dice: "le

rindan homenaje".

Conductas como éstas dejan bien de manifiesto que no hay error de buena fe o
simple ignorancia en la actuación de los dirigentes de la Wachtower. Existe un
propósito firme y premeditado de negar la plena divinidad de Cristo, aunque para
ello se tenga que recurrir a la mentira, al fraude de traducción o al Nuevo
Testamento de un espiritista. Una conducta así, desprovista de toda ética, no puede
pretender sinceramente que procede de gente sincera y cristiana que ama la Biblia

y que se somete a las enseñanzas de la misma.

Es honrado como el Padre

No se puede aducir (como han pretendido algunos autores) que la honra y


adoración que se prodigaba a Jesús era algo que arrancaba de mentes
calenturientas que no le habían comprendido bien. El evangelista Juan señala que
tal conducta partía de las mismas palabras de Jesús. Leemos en Jn 5,23: "Porque el
Padre no juzga a nadie, sino que ha encargado todo el juicio al Hijo, para que todos
honren al Hijo así como honran al Padre. El que no honra al Hijo no honra al Padre"

(VNM).

La expresión griega que la VNM traduce por "así como" es kazós, que equivale a
"de la misma manera", "exactamente igual". Pero ¿cómo sería posible esto si Cristo
es sólo un dios, y el Padre es Dios? ¿Acaso no será porque precisamente no es así,
porque precisamente el Padre y el Hijo son Dios? Creemos que eso es lo que se

desprende no sólo del texto, sino del contexto del Nuevo Testamento.

Ante él se dobla la rodilla

Por ello no debería extrañarnos que se doble la rodilla en el Nuevo Testamento no


sólo ante el Padre (Ef 3,14) sino también ante el Hijo: "... para que en el nombre
de Jesús se doble toda rodilla de los (que están) en el cielo y de los (que están)

sobre la tierra y de los (que están) debajo del suelo" (Flp 2,9) (VNM).

Recibe gloria

En el fondo de toda esta visión de profunda adoración de Cristo que caracteriza al


cristianismo neotestamentario lo que subyace, pues, es la consciencia de que Cristo
es el mismo Yavé, y por ello es digno de recibir la gloria que sólo se puede tributar
a aquél. Que esta gloria no podía tributarse a nadie más se desprendía con claridad
del Antiguo Testamento: "Yo soy Jehová. Ése es mi nombre, y a ningún otro daré
yo mi propia gloria, ni mi alabanza a imágenes esculpidas" (Is 42,8) (VNM) "... a

ningún otro daré mi propia gloria" (Is 48,11) (VNM).

Lo cierto, sin embargo, es que Juan afirma que la gloria de Jesús es la misma que
la de Jehová. Veámoslo: "... Jesús habló estas cosas y se fue y se escondió de
ellos. Pero aunque había ejecutado tantas señales delante de ellos, no ponían fe en
él, de modo que se cumplió la palabra de Isaías el profeta, que él dijo: Jehová,
¿quién ha puesto fe en la cosa oída por nosotros? Y en cuanto al brazo de Jehová,
¿a quién ha sido revelado? La razón por la cual no podían creer es que otra vez dijo
Isaías: Él les ha cegado los ojos y ha hecho duro su corazón, para que no vean con
los ojos y se vuelvan y yo los sane. Isaías dijo estas cosas porque vio su gloria y
habló de él. Con todo, hasta de los gobernantes muchos realmente pusieron fe en
él, pero a causa de los fariseos no lo confesaban, para no ser expulsados de la

sinagoga" (Jn 12,36b-42) (VNM).

El evangelio de Juan intenta en este pasaje explicar por qué muchos de los judíos
no llegaron a creer en Jesús. Su tesis es que tal hecho ya estaba profetizado por
Isaías, que, cuando vio la gloria de Jesús, anunció que los corazones de los judíos
se cegarían y su corazón se endurecería. Ahora bien, el pasaje a que hace
referencia Juan es el de Is 6,1-10, en el que Isaías vio... al propio Jehová. Caben
dos posibilidades: o bien Juan se equivocaba al decir que la gloria de Cristo era la
de Jehová y además cometía un error blasfemo porque le atribuía algo que no le
correspondía (en cuyo caso la Wachtower tendría razón), o bien Juan era
consciente de lo que estaba escribiendo, ya que identificaba a Cristo con Jehová y
no veía dificultad en atribuirle la misma gloria. En tal caso, empero, la Wachtower
estaría equivocada. El autor de estas líneas cree, en su modesto entender, que

Juan el evangelista es mucho más digno de confianza que la Wachtower.

En buena medida, la experiencia de Juan fue como la de Tomás. Él había visto


morir a Jesús de cerca, muy de cerca, porque fue el único de los doce que no se
ocultó y que permaneció al pie de la cruz con María y otras mujeres. Pero también
asistió luego a su resurrección, y pudo comprobar que las afirmaciones de Jesús en
el sentido de que él mismo se resucitaría se cumplían fielmente: "... Jesús les dijo:
Derriben este templo y en tres días lo levantaré... pero él hablaba del templo de su
cuerpo. Sin embargo, cuando fue levantado de entre los muertos, sus discípulos
recordaron que él solía decir esto; y creyeron la Escritura y el dicho que Jesús dijo"

(Jn 2,1922) (VNM).

¿Quién podría morir como hombre para luego levantar ese propio cuerpo de entre
los muertos? ¿Acaso un dios creado, un arcángel, un mini-dios, o sólo el propio Dios

creador de la vida?

Citemos, finalmente, un pasaje más en el que la Wachtower ha pretendido privar a


Cristo de su gloria. Se trata de 2Cor 4,4: "En los cuales el dios del mundo este cegó
las mentes de los incrédulos para que no brille la luz del evangelio de la gloria del

Cristo, que es imagen de Dios".

El pasaje reviste una especial importancia por varios aspectos. En primer lugar hay
que señalar que Pablo indica un plan diabólico, que consiste en que Satanás, al que
el mundo en realidad ha convertido en su dios, ha cegado la mente de los
incrédulos para que no vean la luz que proporciona el evangelio. Este evangelio
trata acerca de la gloria de Cristo. Pues bien, la traducción del NM quita la gloria a
Cristo para dársela a las buenas nuevas: "Entre quienes el dios de este sistema de
cosas ha cegado las mentes de los incrédulos, para que no pase (a ellos) la

iluminación de las gloriosas buenas nuevas acerca del Cristo" (VNM).

Decididamente, la Wachtower no sabe cómo alterar el texto sagrado para privar a


Cristo de su divinidad y gloria, tarea que Pablo en este pasaje atribuye al mismo

Satanás.

En segundo lugar, este pasaje reviste relevancia porque es utilizado por la


Wachtower para probar que Cristo es un dios..., al igual que lo es también el diablo.
Ahora bien, este texto no pretende que el diablo sea un dios, sino que este mundo
lo ha convertido, consciente o inconscientemente, en tal. De la misma manera,
Pablo dice en Flp 3,19 que muchos tienen a su vientre como Dios; pero eso no
indica que el vientre sea un dios, sino que algunos lo han convertido en tal con su
conducta. Por lo tanto, intentar utilizar este pasaje como base sobre la que apoyar

la existencia de muchos dioses es una imposibilidad exegética.

Por último, el pasaje hace referencia a Cristo como imagen de Dios, algo que la
Wachtower, siempre ansiosa de llevar el agua de la Biblia al molino de sus
prejuicios, interpreta en el sentido de que Cristo es una imagen, pero no el mismo
Dios. Lo cierto, sin embargo, es que en el griego koiné, en que se escribió este
pasaje, el término eikon indica no representación plástica, sino "manifestación
autorizada". Es decir, lo que el apóstol pretende enseñarnos es que Cristo es la
única manifestación autorizada y legítima de Dios que conocemos. Precisamente
eso mismo creemos los que confesamos el dogma de la Trinidad: que Cristo no es

un dios, sino la manifestación real de Dios.

3. El mesías-Dios en el judaísmo
El cristianismo significó un choque emocional y espiritual de magnitudes
incalculables para el pueblo de Israel. Jesús, su familia, sus primeros discípulos,
fueron judíos. Él pretendía ser mesías, pero de una manera que cuestionaba hasta
su misma raíz la existencia del status religioso judío, porque Jesús también decía
que "Dios era su padre, haciéndose así igual a Dios" (Jn 5,18).
Apenas muerto Jesús, los conflictos entre cristianismo y judaísmo comenzaron a
recrudecerse de nuevo. Unas décadas después, los judíos que eran cristianos eran
expulsados, de forma generalizada esta vez, de las sinagogas, y la propia teología
judía experimentó una profunda revisión precisamente para privar de argumentos
al cristianismo. De esta manera, el judaísmo arrojó por la borda multitud de
corrientes e interpretaciones que había en su seno (la de que el mesías sufriría, la
de que el mesías sería Dios, etc.), y el cristianismo, como reacción, empezó a
delimitar su oposición al judaísmo. [He delimitado este conflicto en mi artículo,
escrito en colaboración con Pilar Fernández Uricel, titulado "Anavim, apocalípticos y
helenistas", en homenaje a José María Blázquez, Madrid 1990. Un estudio más a
fondo del tema en J. Jocz, The jewish people and Jesus Christ, Grand Rapids, 1979,
donde queda de manifiesto cómo el judaísmo -tal como se forjó en la época de la
redacción del Talmud- fue principalmente un intento de los judíos de oponerse
sólidamente al cristianismo.] No obstante lo anterior, se han conservado algunos
vestigios que indican cómo la idea de que el mesías sería Dios era algo corriente en
la época en que surgió el cristianismo, y que, además, aunque apagadamente, tal
idea se conservó en algunos círculos poscristianos. Veamos algún ejemplo: "Dios le
llamó (al mesías) con seis nombres que él dice en relación consigo mismo: Porque
un niño nos ha nacido, se nos ha dado un hijo; y el gobierno estará sobre su
hombro; y su nombre será maravilloso, consejero, Dios, fuerte, padre eterno,
príncipe de paz (se está citando aquí Is 9,5-6). De manera que lo llamó Dios de una
manera distintiva" (Iggereth Teman; rabí Moisés ben Maimón escribiendo a Jacob

Alfajumi).

"¿Cuál es el nombre del rey mesías? A esto respondió el rabí Abba bar Kahana:
Yahveh es su nombre" (Midrash Echa 1,51)
"Dios llamó también al rey mesías con su propio nombre (el de Dios)" (Midrash

Thillim 21,2).

No deja de ser paradójico que estos textos rabínicos, escritos por personas que
negaban que Jesús fuera el mesías, contuvieran una concepción más correcta en

relación con el mesías que la que propaga la Wachtower, que se pretende cristiana.
4. El mesías-Dios entre los cristianos primitivos

No hace falta decir que también el cristianismo primitivo tuvo la absoluta certeza de
que Cristo era Dios; y no sólo no se abstuvo en proclamarlo, sino que insistió en
ello. Resulta imposible mencionar todas las citas del primer siglo e inicios del
segundo, no bíblicas al respecto, pero vamos a dejar constancia de algunos

ejemplos:

a) Ignacio de Antioquía (muerto entre el 98 y el 117): "Un médico hay, en la carne

hecho Dios, hijo de María e hijo de Dios, Jesucristo nuestro Señor" (Ef 7,2).

b) Segunda epístola de Clemente (entre 100 y 150 d.C): "Debemos sentir de

Jesucristo, que es Dios, que es juez de vivos y muertos" (1,1)

c) Justino mártir (s. II): "Cristo preexiste como Dios antes de los siglos" (Diálogo
con el judío Trifón 48,l) (en realidad los capítulos 48 a 108 están dedicados a

mostrar con el Antiguo Testamento que el mesías es Dios y debe ser adorado).

d) Atenágoras de Atenas (segunda mitad del s. II): "Admitimos a un solo Dios...


Dios Padre y Dios Hijo y Dios Espíritu Santo que muestran su potencia en la unidad
y su distinción en el orden" (Súplica en favor de los cristianos, 10).

5. Conclusión

Como tendrá ocasión de comprobar el lector que se adentre en el resto del libro,
este capítulo es con mucho el más extenso del mismo, y es que hay razones para
ello. La confesión de que Cristo es Dios constituye la piedra fundamental sobre la
que se asienta el cristianismo. A diferencia de otras religiones, como el Islam o el
budismo, el cristianismo pretende que su fundador fue el mismo Dios. El ataque a
esta clave de la fe ha sid( una constante en la historia de la Iglesia. Lo hicieron los
ebionitas en el s. I, los gnósticos en los ss. II y III, los arrianos en el IV, y desde
entonces, los cátaros, los socinianos, los unitarios, los primeros adventistas, los

Testigos de Jehová, los Niños de Dios, los mooníes y un largo etcétera.

Pese a todo, la fe de la Iglesia se ha mantenido inquebrantable. El Dios que creó el


mundo, que inspiró las Escrituras, que liberó al pueblo de Israel del yugo de Egipto
y que guió a los profetas, se encarnó en una humilde virgen judía para morir en
una cruz y con su sangre preciosa redimirnos. A esa cruz de la que colgó nuestro
Dios encarnado en un carpintero Galileo miramos conmovidos por su amor, que no
retrocedió ante nada para obtener nuestra salvación. Han pasado casi dos milenios
desde entonces y no deja de seguir siendo un gran misterio que el Señor de la
gloria, al que adoraron los ángeles y los apóstoles, se humillara como un esclavo
para padecer en favor nuestro. Quizá es que el amor siempre tiene algo de
misterioso e inexplicable; y el de Dios no es una excepción a ese principio, sino una
confirmación. Cristo, según nos enseñan las Escrituras, no fue un dios o el arcángel
Miguel enviado por Jehová a la tierra a cargar con el peso de la obra de la
redención; tampoco fue el mesías fracasado, cuyos errores tiene que corregir el
reverendo Sun Myung Moon. No; en aquel cuerpo lacerado latía Dios y latía su
amor por nosotros. A nosotros sólo nos queda adorarlo humildemente y rendirle la
gloria de que las sectas intentan desposeerlo.

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