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Si hay una serie de hazañas por las que 

Hércules es conocido es por los


denominados 12 trabajos. Hércules se había casado con la princesa Megara, la
hija del rey de Tebas. Con ella había tenido tres hijos. Un día, a Hércules le dio un
ataque de locura y acabó con sus vidas.

Hércules luchando contra la hidra

Arrepentido por un hecho tan atroz, se marchó a Delfos para consultar al oráculo


del dios Apolo qué debía hacer para expiar su crimen.

El oráculo le dijo que tenía que acudir a Tirinto y ponerse bajo las órdenes del rey
Euristeo.

Cuando Hércules llegó a la corte y le expuso su problema, Euristeo empezó a


preocuparse por si en un futuro decidiera arrebatarle el trono, por lo que
decidió deshacerse de él encomendándole doce trabajos cada uno más
complicado que el anterior.

¿Cuáles fueron los 12 trabajos de Hércules?


Primer trabajo de Hércules: el león de Nemea
El primer trabajo consistía en la consecución de la piel del león de Nemea. Este
león era una bestia que aterrorizaba la Argólida.

Hércules acudió rápido y desde lejos le disparó todas las flechas de las que
disponía, pero fue inútil porque el animal era invulnerable a tales armas. Entonces
decidió enfrentarse directamente con el león blandiendo su maza.

Tras un fuerte golpe, el animal quedó malherido y la maza se partió en dos.


Entonces Hércules tuvo que enzarzase en una pelea cuerpo a cuerpo hasta
que consiguió ahogar al león.

Cuando el animal expiró, Hércules la desolló y se cubrió con su piel a modo de
coraza.

Segundo trabajo de Hércules: matar a la hidra de Lerna


Como segundo trabajo, Eristeo le encargó matar a la hidra de Lerna. En la laguna
de Lerna habitaba una gigantesca serpiente de agua con numerosas cabezas.

Este monstruo se dedicaba a asolar los campos de alrededor y devorar a todos los
seres vivos de la zona. Pero éstas no eran las únicas cosas que hacía, sino que
además desprendía un hálito mortal y en caso de que se le cortase una
cabeza nacían otras dos.

Hércules acudió junto con su sobrino Yolao para que le ayudase; mientras él iba
cortando cabezas, Yolao iba cauterizando los muñones para que no volviesen a
nacer.

Acabó con su vida cuando sólo le quedaba una cabeza. Acto seguido mojó sus
flechas con su sangre para dotarlas de un poderoso veneno.

Hércules luchando contra el león de Nemea

Tercer trabajo de Hércules: capturar a la cierva del monte Cerineo


El tercer trabajo que le encomendó Euristeo fue que le llevase viva la cierva que
moraba en el monte Cerineo.

Esta cierva estaba consagrada a la diosa Artemisa y poseía pezuñas de bronce y


astas de oro. Gracias a su gran velocidad había podido evitar ser cazada.

Hércules estuvo persiguiéndola durante un año hasta llegar al país de los


Hiperbóreos. La cierva terminó tan cansada que al cruzar un río Hércules la
alcanzó y la apresó sin apenas resistencia.

Cuarto trabajo de Hércules: capturar al jabalí de Erimanto


Cuando la llevó ante Euristeo, éste le encomendó capturar el jabalí de Erimanto. Se
trataba de un animal que estaba diezmando los campos de Arcadia.

Hércules tuvo que perseguir constantemente al jabalí hasta lograr encerrarlo en un


desfiladero sin salida. Allí gracias a su fuerza superior logró reducirlo.

Quinto trabajo de Hércules: exterminar a los pájaros de la laguna Estinfalia


Hércules acudió a la corte con el cuerpo del jabalí, Euristeo se escondió en una
tinaja. Desde ahí le ordenó a Hércules exterminar a los pájaros de la laguna
Estinfalia.

Estos pájaros tenían el pico y las alas de bronce y se alimentaban de carne


humana y se escondían entre los juntos y maleza que se encontraban alrededor de
la laguna.

Para poder acabar con las aves, las espantó para que salieran de sus escondrijos y
una vez en el aire las abatió a base de flechas.

Sexto trabajo de Hércules: limpiar los establos de Augias


El siguiente trabajo fue distinto, no tuvo que enfrentarse a ningún ser, sino que
Euristeo le encargó limpiar los establos de Augias.

Estas instalaciones pertenecían al rey de la Elide y llevaban sin limpiarse más de


treinta años. Además, allí habitaban la mayor parte de los bueyes de la zona, por lo
que los malos olores llegaban incluso a las localidades adyacentes.

Para limpiarlo, Hércules decidió cambiar el curso del río Alfeo para que el agua
corriese a través de los establos y quedasen limpios

Séptimo trabajo de Hércules: capturar al toro de Creta


Viendo que conseguía realizar todos los trabajos, Euristeo decidió enviar a
Hércules más allá del Peloponeso. Por ello le pidió que le trajese el toro de Creta.

Este toro iba a ser sacrificado en honor al dios Poseidón a manos de Minos, el rey
de Creta. Hércules consiguió doblegar al animal y lo trasladó hasta Tirinto, donde
lo presentó ante Euristeo.

Éste soltó al toro, que moriría tiempo después a manos de Teseo en Maratón.

Octavo trabajo de Hércules: llevar hasta Tirinto las yeguas de Diomedes


El siguiente trabajo consistió en llevar hasta Tirinto las yeguas de Diomedes. Se
caracterizaban por su salvajismo producido debido a que su amo las alimentaba
con carne humana.

Para domarlas, Hércules les dio de comer la carne de su propio amo. Después las
trasladó hasta la corte de Euristeo, quien le encargó otro trabajo más.

Noveno trabajo de Hércules: el cinturón de Hipólita


Esta vez tenía que ir al reino de las amazonas y conseguir el cinturón de Hipólita,
su reina.

Hércules acudió hasta el mar Negro, habló con la reina y ella aceptó dárselo, pero
la diosa Hera quiso complicar las cosas haciendo correr el rumor de que Hércules
quería secuestrar a Hipólita.

Esto hizo que las amazonas se enfrentaran contra el héroe y su ejército. Hércules
consiguió el cinturón tras un sangriento enfrentamiento en el que consiguió el
cinturón pero a costa de muchas vidas, incluyendo la de Hipólita.

Hércules luchando contra las amazonas

Décimo trabajo de Hércules: los toros rojos de Gerión


Euristeo siguió encargándole trabajos cada vez más difíciles. El décimo fue que le
llevase los toros rojos de Gerión, un rebaño que se encontraba en una isla en los
confines del mundo conocido.

Además, allí se encontraba un monstruo gigante que tenía tres cuernos y contaba
con la ayuda de un temible pastor, Euritión, y de Orto, un perro de dos cabezas y
con cola de serpiente.

Hércules logró llegar gracias a la ayuda de Helios; éste le había dejado la copa que
usaba para poder trasladarse por el firmamento. Cuando llegó a la isla terminó con
la vida de Euritión y Orto.

En cambio, la batalla con Gerión fue larga hasta que logró acabar con él gracias a
una flecha. Llevó parte de los toros hasta Euristeo en la copa de Helios.
Undécimo trabajo de Hércules: las manzanas del jardín de las Hespérides
El undécimo trabajo consistió en llevarle manzanas del jardín de las Hespérides.
Estas manzanas eran de oro y según se decía otorgaban a los dioses la eterna
juventud.

Este jardín se encontraba alejado donde se ocultaba el sol y estaba vigilado por las
Hespérides, unas ninfas, y por una serpiente, aunque se desconocía su
localización exacta, era un misterio.

Después de mucho tiempo buscando, Hércules consultó a Nereo, ya que él conocía


todos los secretos.

Hércules le encadenó y le obligó a confesarle la localización del jardín. El


héroe acudió a Atlas, ya que él sostenía la bóveda celeste sobre sus espaldas.

Éste decidió ayudar a Hércules matando a la serpiente que vigilaba el jardín si él


sostenía mientras el cielo; el héroe aceptó y Atlas mató a la serpiente y le
consiguió las manzanas.

Hércules con la manzana del jardín de las Hespérides

Duodécimo trabajo de Hércules: llevar a Cerbero a Euristeo


Como duodécimo y último trabajo, Euristeo le encargó enfrentarse a la mismísima
muerte y que le llevase ante su presencia a Cerbero, un perro con tres cabezas y
cola de serpiente que se encargaba de custodiar la entrada al Inframundo.

Para ello debía reducir al animal únicamente con la fuerza, sin arma alguna.

Euristeo desconocía por completo que Hércules guardaba amistad con varios
humanos y dioses. Hércules acudió a Hermes para que le ayudase a bajar al
Inframundo.

Allí pidió a Perséfone y al mismísimo Hades que le prestaran a Cerbero, a lo que


accedieron.
Euristeo, atemorizado y viendo que era capaz de todo, decidió
finalmente concederle la libertad al héroe tebano.

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