Medicina Tradicional Mexicana, Cultura Y Tradición, Un Paso Hacia La Etnofarmacología
Medicina Tradicional Mexicana, Cultura Y Tradición, Un Paso Hacia La Etnofarmacología
Medicina Tradicional Mexicana, Cultura Y Tradición, Un Paso Hacia La Etnofarmacología
HACIA LA ETNOFARMACOLOGÍA
Raúl Alejandro Atriano Briano y Beatriz Benito Cruz (2021): “Medicina tradicional mexicana, cultura y
tradición, un paso hacia la etnofarmacología.”, Revista Intercyt. Interculturalidad, Ciencia y
Tecnología, ISSN pendiente (enero 2021). En línea:
https://www.eumed.net/es/revistas/intercyt/intercyt-enero-2021/medicina-tradicional-mexicana
Resumen.
La historia de la medicina tradicional mexicana es muy extensa. Se sabe que los antiguos pobladores
de México tenían conocimiento de las propiedades curativas de diversas plantas. Hoy en día, a pesar
de los grandes avances farmacéuticos, se sigue recurriendo a los remedios herbolarios para mitigar
alguna enfermedad, principalmente en las áreas vulnerables donde los servicios de salud y
medicamentos no están al alcance de todos. Sin embargo; solo algunas plantas han sido estudiadas
y se tiene el conocimiento de sus principios activos, así como de sus propiedades farmacológicas,
terapéuticas y efectos toxicológicos. Es en este contexto donde la etnofarmacología busca recopilar y
preservar los conocimientos de las distintas plantas utilizadas en la medicina tradicional mediante la
investigación con el fin de racionalizar su uso.
Abstract.
The history of traditional Mexican medicine is very long. It is known that the ancient inhabitants of
Mexico had knowledge about the healing properties of plants. Today, despite the great
pharmaceutical advances, herbal remedies are still being used to mitigate some diseases, mainly in
vulnerable areas where health services and medicines are not available to everyone. Nevertheless,
* Químico Farmacobiólogo y Maestro en Ciencias Biomédicas Básicas por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí,
Profesor Tiempo Completo de la Universidad Intercultural de San Luis Potosí, U.A. Matlapa. [email protected]
** Médica Estomatóloga y Maestra en Ciencias Biomédicas Básicas por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, Profesor
Tiempo Completo de la Universidad Intercultural de San Luis Potosí, U.A. Matlapa. [email protected]
Medicina tradicional mexicana
only some plants have been studied and there is knowledge of their active ingredients, as well as their
pharmacological, therapeutic, and toxicological effects. It is in this context where ethnopharmacology
seeks to collect and preserve the knowledge of the different plants used in traditional medicine
through
Introducción
México es el tercer país con mayor biodiversidad en América y el quinto a nivel mundial (Esquivel
García et al. 2018). Los diversos climas que están presentes en los 1.973 millones de kilómetros
cuadrados, que conforman el territorio mexicano, permiten que exista una gran diversidad en flora y
fauna. México es considerado un “país megadiverso” gracias a que cuenta con aproximadamente el
12% (64,878 especies) del total de las especies existentes en el mundo. De tal manera que ocupa el
primer lugar en número de especies de reptiles con 864 especies, el segundo lugar en mamíferos
con 519 especies, el onceavo lugar en aves con 1150 especies, y el cuarto lugar en plantas con más
de 26,000 especies distintas, de las cuales el 50% son endémicas. De la totalidad de especies de
plantas que pueden encontrarse en suelo mexicano, se estima que alrededor del 12.8% son plantas
medicinales (CONABIO, 2014).
El uso de plantas para tratar diversos problemas de salud es una práctica común en países en vías
de desarrollo. Antes de la llegada de los españoles, los antiguos pobladores de México ya conocían
las propiedades medicinales de diversas plantas. Este conocimiento ha pasado de generación en
generación, perdurando hasta el día de hoy, como parte de la medicina tradicional mexicana y de la
cultura de este país (Bye and Linares 2015; Gómez Álvarez et al. 2005). La Organización Mundial de
la Salud (OMS) define como Medicina Tradicional a “Todo el conjunto de conocimientos, aptitudes y
prácticas basados en teorías, creencias y experiencias indígenas de las diferentes culturas, sean o
no explicables, usados para el mantenimiento de la salud, así como para la prevención, el
diagnóstico, la mejora o el tratamiento de enfermedades físicas o mentales” (Zhang, 2018). De una
manera más general podemos decir que la medicina tradicional es componente esencial del
patrimonio tangible e intangible de las culturas del mundo, un acervo de información, recursos y
prácticas para el desarrollo, el bienestar y un factor de identidad de numerosos pueblos del mundo
(Alonso Castro et al. 2017).
En México la medicina tradicional tiene un enfoque religioso-espiritual. Por ejemplo, las “limpias” son
realizadas por curanderos, personas expertas en el uso de plantas medicinales, con el fin de tratar
algún mal emocional, espiritual, mental, físico y energético. El procedimiento habitual consiste en
pasar alrededor del cuerpo ramos de pirul (Schinus molle), albahaca (Ocimum basilicum) y romero
(Rosmarinus officinalis), con pequeños roces-azotes. Posteriormente esos ramos deben de
quemarse en símbolo de purificación y para alejar las “malas energías” (Apararicio Mena 2009). De la
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Medicina tradicional mexicana
misma manera, malestares físicos también pueden ser tratados mediante uso de distintas plantas
con propiedades curativas. Tal es el caso del zapote blanco (Casimiroa edulis, Rutaceae), que se
emplea para el tratamiento de la hipertensión arterial o como regulador del sueño (Jiménez Cabrera
et al. 2015). Es importante señalar aquellas plantas con diversas propiedades que pueden ser
utilizadas en distintas situaciones, como es el caso del toloache (Datura inoxia Miller, Solanaceae), el
cual se emplea en el tratamiento de padecimientos reumáticos o golpes contusos. Por otro lado, el
conocimiento popular indica que una mezcla de pequeñas dosis ya sea en bebidas o alimentos,
puede lograr el dominio o el amor de la pareja deseada. Este resultado puede ser atribuido a las
propiedades tóxicas de la planta, la cual en dosis altas puede provocar trastornos mentales debido al
gran contenido de alcaloides (Manrique Ríos, Cruz Cruz, and Villegas Gómez 2018).
Si bien, en México se han reportado aproximadamente 3000 plantas medicinales, solo un pequeño
grupo de estas plantas ha sido estudiado para conocer sus propiedades fitoquímicas,
farmacológicas, toxicológicas, así como su farmacocinética (Alonso Castro et al. 2017). La
etnofarmacología busca documentar y preservar la riqueza biológica empleada en la medicina
tradicional además de desarrollar sistemas sustentables de producción y uso de plantas con
potencial farmacológico para el tratamiento de diversas enfermedades (López Villafranco et al. 2017).
El objetivo de este artículo fue realizar una búsqueda bibliográfica de la historia de la medicina
tradicional mexicana, así como las perspectivas generales de la etnofarmacología en nuestro país.
La historia del uso de las plantas medicinales data de fechas antes de la conquista de los españoles.
Los antiguos pobladores de México eran expertos en el tratamiento de las enfermedades mediante
remedios herbolarios. La medicina practicada antes de la llegada de europeos está referenciada en
numerosos documentos históricos, tales como códices y libros sagrados. También se tiene registro
de esta práctica a través de esculturas, pinturas, murales, sin olvidar las ricas tradiciones orales
milenarias que demuestran la importancia de la herbolaria (Madaleno 2007).
El primer libro del que se tiene registro acerca de las plantas curativas utilizadas en el nuevo
continente por los pueblos indígenas es el escrito Libellus de Medicinalibus Indorum Herbis (Tratado
sobre hierbas medicinales indias), publicado en 1522. En este libro, conocido también como “Códice
de la Cruz Badiano”, está plasmado el conocimiento de 227 plantas medicinales que el médico
azteca Martín de la Cruz transmitió a Juan Badiano (médico mestizo) para la traducción al latín. Es
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Medicina tradicional mexicana
probable que la obra se haya realizado en el Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco, lugar en el que
se educaban los hijos de los indígenas de mayor linaje bajo el modelo indígena de la medicina.
Gracias a esta obra podemos conocer las principales enfermedades que padecían los indios
mesoamericanos, tales como: fiebres (calenturas), tuberculosis pulmonar, diarreas, parasitosis
intestinal, hemorroides, reumatismo, enfermedades óseas y articulares (artritis y gota), infecciones de
vías respiratorias, hepatitis, sordera, además de problemas en la piel (sarna, forúnculos) y
enfermedades de los ojos (glaucoma, conjuntivitis y cataratas). Los motivos por los cuales se realizó
dicho texto fueron político-económicos, debido a que fue un regalo para el Rey Felipe II, con el fin de
impresionarlo y poder abrir un mercado de plantas medicinales a Europa (Bye and Linares 2015;
Madaleno 2007; Schifter Aceves 2014).
Por su parte el fraile franciscano Bernardino de Sahagún realizó durante 50 años estudios sobre la
botánica en la Nueva España y publicó el libro titulado “Historia general de las cosas de Nueva
España”, o Códice Florentino. El trabajo fue enviado a España entre los años 1577 y 1580, incluía
datos de la biodiversidad de la región, además de describir las propiedades de mamíferos, aves,
peces, árboles, hierbas, flores, metales, piedras y el uso de 382 plantas del centro de México (Bye
and Linares 2015).
Durante todo el periodo virreinal, se recopilaron varias crónicas de remedios herbolarios utilizados
por personas indígenas y mestizos. El “Florilegio Medicinal de todas las enfermedades sacado de
varios y clásicos autores para bien de los pobres y de los que tienen falta de médicos” es el más
importante documento debido a que detalla las plantas medicinales utilizadas en la Nueva España.
Fue publicado en 1712 por Juan de Esteyneffer, un jesuita alemán quien dedicó gran parte de su vida
a ser misionero en hospitales y recopiló varios tratamientos para enfermedades, incluyendo
formulaciones basadas en más de trescientas plantas diferentes y sus derivados (Schifter Aceves
2010).
Posteriormente, en el año de 1788 inició la Real Expedición Botánica de la Nueva España. Los
resultados obtenidos de las plantas medicinales fueron reportados en la revista Anales de Historia
Natural de Madrid. Uno de los grandes beneficios que se obtuvo de la expedición fue que se
estableció la impartición de la cátedra de botánica por el farmacéutico español Vicente Cervantes,
quien elaboró el libro titulado “Ensayo a la materia Médica vegetal de México”, donde describe 293
plantas. Después de un tiempo, Antonio de la Cal y Bracho, alumno de Cervantes, publicó en 1832 el
“Ensayo para la materia médica mexicana” y describe productos provenientes de los tres reinos de la
naturaleza dando prioridad al conocimiento generado por la tradición botánica de origen indígena
(Bye and Linares 2015; Schifter Aceves 2010, 2014).
Pocos fueron los avances a la medicina tradicional en los años posteriores a la lucha de
independencia de México, fue hasta que en 1846 se publicó la Farmacopea Mexicana, la segunda en
publicarse en el continente americano. Dicho libro es un compendio de diversas descripciones de
diferentes especies vegetales, así como la terapéutica que se obtiene a través de ellas (Schifter
Aceves 2014).
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Medicina tradicional mexicana
Años después, en 1888 se fundó el Instituto Médico Nacional (IMN) con el objetivo de investigar las
plantas medicinales locales, así como su posible aplicación y comercialización. Otra de las funciones
de la que estaba encargado el IMN era coadyuvar en la creación de una terapéutica nacional, es
decir, una terapéutica (farmacológica) con base en las plantas medicinales mexicanas. Los
resultados se pueden observar en varias ediciones de la “Nueva Farmacopea Mexicana” y en el libro
“Plantas Medicinales de México” publicado en 1933 (Bye and Linares 2015; FHEUM, 2001, 2013).
Con el auge de la industria farmacéutica, a partir de la década de los 30’s, se popularizó el uso y
producción de medicamentos con patente, de tal manera que se abandonó el tema de las plantas
medicinales y sus extractos vegetales como objeto de estudio y recurso curativo. Fue hasta el año
2000 que este hecho cambió cuando se publicó la Farmacopea Herbolaria de los Estados Unidos
Mexicanos (Comisión Permanente de la Farmacopea de los Estados Unidos Mexicanos, 2001) donde
se retoma la esencia de las plantas medicinales y se recogen las monográficas de 76 plantas. En el
2013 se publica su segunda edición donde se detallan las monográficas de 27 plantas nativas
(FHEUM, 2001, 2013).
El comercio de las plantas no es nada nuevo. Se sabe que los emperadores aztecas construyeron
una red de mercado extensa, donde los pueblos sometidos llevaban sus productos al valle de
México. De esta manera, el mercado de Tlatelolco, ubicado al suroeste del templo mayor de
Tenochtitlán, se convirtió en el lugar más grande e importante en donde los comerciantes se
congregaron diariamente para intercambiar, mediante el trueque de oro, cobre y cacao, productos
tales como piedras preciosas, ropa, pieles, objetos de cerámica, muebles, animales, maíz y diversas
plantas recolectadas en distintos puntos. Desde entonces, los mercados juegan un papel muy
importante en la trasmisión del conocimiento relacionado a las plantas y en el cuidado de la salud de
las personas (García de Alba Verduzco et al. 2017; Manzanero Medina et al. 2009; Martínez Moreno
et al. 2016).
Hoy en día persiste la costumbre del comercio de plantas medicinales en todo el territorio mexicano,
tanto en áreas urbanas y rurales. En la Ciudad de México destaca el Mercado de Hierbas
Medicinales “Sonora”, donde el comercio de las plantas medicinales es el sustento de varias familias.
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Dentro del mercado se encuentran dos tipos de vendedores: el informal y aquel que ha pagado una
renta para comercializar su producto. Los comerciantes informales, que en su mayoría son mujeres,
recolectan las plantas de manera silvestre, y en ocasiones también las cultivan para llevarlas al
mercado y venderlas. Desafortunadamente, el recolector local de hierbas recibe aproximadamente el
7% de las ganancias del precio ofrecido al consumidor, y cada año debe buscar las plantas a
mayores distancias de su hogar. Sólo se les permite vender hierbas frescas en las puertas o en los
alrededores del mercado hasta las diez de la mañana, debido a que deben de ceder el espacio a
otros comerciantes informales. Por su parte, aquellos comerciantes que pagan una renta tienen un
lugar establecido sin algún horario que les obligue a retirarse del lugar, su venta se especializa en los
productos secos y preparados para té, aunque también es posible encontrar aquel establecimiento
que ofrece productos frescos (Bye and Linares 2015; Madaleno 2007)
Según datos de la OMS, el 80 % de la población a nivel mundial utiliza alguna planta para tratar
ciertos padecimientos de salud. En México, según datos del INEGI, en el 2012 aproximadamente el
52.6% de la población mexicana contaba con un seguro médico. El resto de la población, muy
probablemente, buscaba una alternativa en la medicina tradicional mexicana prescrita por hueseros,
sobadores, graniceros (predicen e interpretan fenómenos climáticos), curanderos, limpiadores y
parteras (Alonso Castro et al. 2017; García de Alba Verduzco et al. 2017; Waldstein 2006).
Según datos mostrados en el 2018 por la Secretaría de Salud de Los Estados Unidos Mexicanos, las
principales afecciones que padece la población mexicana son Infecciones respiratorias agudas,
infecciones intestinales, infecciones en vías urinarias, enfermedad periodontal, conjuntivitis,
obesidad, hipertensión y diabetes mellitus tipo II. Estos datos no siempre son reflejo de áreas
vulnerables específicas, dado que las personas que viven en zonas rurales se desarrollan en otro
contexto. Un estudio realizado por el IMSS en diversas zonas indígenas del país, ofrece un perfil de
la morbilidad indígena a partir del uso de plantas medicinales; estas se utilizaron en 38% de los
casos contra trastornos digestivos; en 13.6% contra padecimientos de tipo respiratorio; en 13.5%
para curar lesiones de la piel, infecciones cutáneas, traumatismos, dolor muscular o reumático y
picaduras de animal; en 13% para el tratamiento de fiebre, dolor de cabeza y articulaciones en
general, y en 5% para tratar síntomas relacionados con el aparato reproductor femenino (Jiménez
Silva 2017)
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Medicina tradicional mexicana
La dificultad al acceso del servicio de salud obliga a la población de zonas rurales a buscar
alternativas en la medicina tradicional mexicana para tratar malestares físicos, emocionales o
espirituales (Tabla 1.). Por ejemplo, para aliviar males relacionados con la creencia popular de “los
embrujos” recomiendan una limpia energética.
En los casos donde una persona tiene algún malestar relacionado con el sistema digestivo es común
recomendar comer ajo (Allium sativum) para curarse de las infecciones intestinales y parásitos,
papaya (Carica papaya) en caso de padecer estreñimiento o tomar un té hecho con un manojo de
hojas de cola de caballo (Equisetum robustum) para aliviar la inflamación estomacal o empacho
(Urióstegui Flores 2015).
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Medicina tradicional mexicana
Según datos de la Secretaría de Salud, durante el 2017, las infecciones respiratorias agudas fueron
la causa número uno de morbilidad. En caso de enfermedades del sistema respiratorio se
recomienda consumir frutos ricos en vitamina C, tales como la guayaba y el jugo de naranja antes y
durante la temporada invernal. El consumo de té de ramas, hojas, flores y frutos de gordolobo
(Pseudognaphalium canescens), eucalipto (Eucalyptus camaldulensis), bugambilia (Bougainvillea
glabra) y huaje cirial (Crescentia alata) es muy utilizado el para aliviar principalmente tos, congestión,
sinusitis, gripe e infecciones en la garganta. Los ungüentos de eucalipto son utilizados para aliviar los
malestares causados por el asma y tos (Jiménez Cabrera et al. 2015; Juárez Pérez and Cabrera
Luna 2019).
Las enfermedades dermatológicas son la cuarta causa de enfermedad no fatal en todo el mundo, sin
embargo; impactan de una manera psicológica, principalmente en adolescentes, lo que conlleva a un
desgaste de la calidad de vida del paciente. La planta Heterotheca inuloides mejor conocida como
árnica es ampliamente utilizada en México para tratar afecciones dermatológicas, el extracto
alcohólico de esta planta es usado en la preparación de ungüentos, así mismo las infusiones de sus
hojas y flores se utilizan en baños de vapor llamados “temazcal”. Por su parte la infusión o decocción
de flores y hojas del muicle (Justicia spicigera) son utilizadas para disminuir la inflamación de la piel,
en caso de comezón, manchas, picaduras de insectos y en varices (Durant Archibold, Santana, and
Gupta 2018; Esquivel García et al. 2018).
Las mujeres son quienes tienden a tener un mayor consumo de remedios herbolarios debido a que
comúnmente son ellas las encargadas de sembrar y recolectar las plantas, conocen las diversas
propiedades de las plantas y no es raro el uso de remedios herbolarios para tratar enfermedades del
aparato reproductor femenino. Las plantas cinco negritos (Lantana camara,) hierba de san Juan
(Verbena carolina), orégano (Lippia graveolens), hierba maestra (Lippia alba), hierva dulce grande
(Lippia myriocephala) y palo tostado (Petrea volubilis) son empleadas en patologías del aparato
reproductor femenino, entre ellas, desorden en los ciclos menstruales, enfermedades vaginales y las
concernientes al parto, comúnmente son preparadas en forma de infusiones para aliviar el dolor
menstrual, hemorragias, acelerar el parto o como anticonceptivo. Curiosamente las mezclas
utilizadas como té para regular el ciclo menstrual siempre contienen partes de plantas de color rojo.
En caso de que el útero se encuentre inflamado o dislocado, se considera apropiado tomar un baño
de cadera en una decocción de cortezas astringentes. Por otra parte, se recomienda que después
del parto la mujer tome un baño de cadera caliente para calmar la inflamación (Alonso Castro et al.
2017).
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Medicina tradicional mexicana
Así mismo, es importante destacar que dentro de la medicina tradicional hay plantas que no son de
origen mexicano, pero son de uso popular, que con la llegada de los españoles y con el paso del
tiempo se incorporaron, a tal punto que casi se consideran endémicas de este país. Tal es el caso de
la manzanilla (Matricaria chamomilla), la yerbabuena (Melissa officinalis), la menta (Mentha spp.), el
romero (Rosmarinus officinallis), el llantén (Plantago major) y la ruda (Ruta graveolens) (Madaleno
2007; Manzanero Medina et al. 2009; Sotero García et al. 2016).
Resulta interesante recalcar que una planta puede presentar diversas actividades terapéuticas por lo
cual puede ser recomendada para aliviar diversas patologías. En el anexo 1 se muestra un
compilado de diversas plantas mexicanas utilizadas en la medicina tradicional (Esquivel García et al.
2018; Jiménez Silva 2017; Villarreal Ibarra et al. 2015).
Dentro de la comunidad científica, para que una planta sea reconocida como posible tratamiento
debe de presentar ciertos parámetros. Uno de ellos es el nivel de uso significativo TRAMIL (UST) el
cual permite verificar su aceptación cultural mediante el número de veces en que los usos
medicinales de dicha planta son citados. Una frecuencia superior o igual al 20%, por las personas
que usan plantas como primer recurso para un determinado problema de salud, puede considerarse
que tienen aceptación cultural y, por lo tanto, merecen su evaluación y validación científica. El UST,
se calcula dividiendo el número de menciones para el uso principal para cada especie (s), entre el
número de informantes encuestados (nis) por cien (Alonso Castro et al. 2017; López Villafranco et al.
2017)
La consistencia de los informes de uso dentro de una categoría de patología se puede evaluar
numéricamente mediante el Factor de Consenso Informante (FIC por sus siglas en inglés Factor of
Informant Consensus), el cual estima el nivel de acuerdo entre los entrevistados sobre qué plantas
usar para cada categoría de patología. Se calcula mediante la fórmula
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Medicina tradicional mexicana
La etnofarmacología es una ciencia que surgió en la década de los 70’s, nace de la observación y
sus principales funciones son identificar, describir e investigar a través de experimentos, los efectos
de las drogas utilizadas en la medicina tradicional (Leonti et al. 2002).
La industria farmacéutica tiene su base en los principios activos obtenidos de las plantas. Gran parte
de los fármacos que podemos adquirir en una farmacia provienen de las plantas. Sin embargo, aún
falta mucho por estudiar, debido a que solo el 5.2% de las especies de plantas utilizadas a nivel
mundial cuenta con datos etnofarmacológicos (Leonti et al. 2016; Madaleno 2007). En este contexto,
la etnofarmacología, es el punto de apoyo en los procesos de investigación para la elaboración de
nuevos fármacos, dado que busca sustentar los estudios de las propiedades que se le atribuyen a las
plantas medicinales utilizadas de manera tradicional para aliviar algún malestar.
Por otra parte, a pesar de que el uso de las plantas medicinales en zonas rurales es mayor, en
comparación a la zona urbana, cabe mencionar que la tradición de pasar el conocimiento a nuevas
generaciones es cada vez menor. Por lo tanto, es crucial rescatar este conocimiento para evitar la
pérdida de tradiciones etnomédicas, que es un valioso patrimonio científico y cultural para las
generaciones futuras (Esquivel García et al. 2018). Uno de los retos actuales de la etnofarmacología
es documentar y preservar la riqueza biológica empleada en la medicina tradicional y desarrollar
sistemas sustentables de producción y uso de plantas con potencial farmacológico para el
tratamiento de diversas enfermedades (Villarreal Ibarra et al. 2015).
En este marco, la OMS en colaboración con expertos propone estrategias sobre la medicina
tradicional de 2014 a 2023. Estas estrategias tienen la finalidad de aprovechar, los conocimientos de
la medicina tradicional, en la salud, en la atención centrada en el bienestar integral de la persona, así
como en la cobertura universal en salud. Además de promover una utilización segura y eficaz de las
medicinas tradicionales, mediante una reglamentación, investigación e integración de sus productos,
prácticas y profesionales en los sistemas de salud (Jiménez Silva 2017)
En México se han desarrollado proyectos que incluyen a la medicina tradicional. Tal es el caso del
Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) con el programa de solidaridad social IMSS COPLAMAR
(actualmente IMSS Bienestar), el cual, reflexivo de la trascendencia de la medicina tradicional, diseñó
una unidad de investigación biomédica en medicina tradicional y herbolaria. Esta unidad de
investigación tiene la finalidad de buscar, diseñar y poner en práctica programas de investigación y
desarrollo, para promover una colaboración entre la medicina institucional y la medicina tradicional
(Bye and Linares 2015; Jiménez Cabrera et al. 2015).
Salud intercultural.
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Medicina tradicional mexicana
De tal manera que en 2003 surgió en el Estado de México la primera Universidad Intercultural. Su
licenciatura en Salud Intercultural busca formar profesionistas con un sentido ético, capaz de resolver
problemas de salud con las adecuaciones culturales de la región. Se basa en diferentes métodos,
entre los que se encuentran las prácticas de salud tradicional o ancestral mesoamericanas
(herbolaria, masajes curativos, baños termales, temascal) y prácticas de salud alternativa o
complementaria popularizadas en grandes sectores de la población (Schmelkes 2008).
En el estado de San Luis Potosí, en el año 2011, inició la Universidad Intercultural de San Luis
Potosí, que cuenta con la Licenciatura en Enfermería con enfoque intercultural, que respeta,
fundamenta y promueve el conocimiento de la medicina tradicional regional. Es importante mencionar
que a nivel nacional existen otras Universidades Interculturales que se suman a este objetivo.
En Cuetzalan (Puebla), se reestructuró un centro hospitalario para brindar atención con un enfoque
occidental y tradicional en donde, además de la atención biomédica, se ofrecía el servicio de diversos
terapeutas indígenas pertenecientes a la organización de médicos indígenas de la Sierra Norte de
Puebla. En Querétaro, el Programa de Interculturalidad y Medicina Tradicional a pesar de las
limitaciones ideológicas y presupuestarias, realizó capacitaciones al personal de salud y en 2013
establece en Amealco un centro de salud con hospitalización que añade un área de medicina
tradicional que brinda consulta curanderil (curandero, huesero, hierbero y partera), temazcal,
atención de parto y farmacia herbolaria (Menéndez 2016; Navarro Campos, Peña Sánchez, and
Paulo Maya 2017).
Es evidente que se han sumado esfuerzos para fomentar la medicina tradicional mexicana,
incluyendo el uso de diversas plantas medicinales. Será importante continuar fortaleciendo esta área
de la medicina a partir de la etnofarmacología, con el fin de fundamentar los conocimientos en
beneficio de nuestra sociedad.
Conclusiones
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Medicina tradicional mexicana
enfermedades, basándose en datos científicos, y será un punto de partida para investigaciones que
permitan la elaboración de nuevos fármacos.
La riqueza biológica con la que cuenta México es prometedora y debe de ser aprovechada, son
pocos los registros que se tienen de los principios activos responsables de la actividad terapéutica de
las plantas, por lo que es preciso realizar futuros análisis etnobotánicos, fitoquímicos, farmacológicos
y toxicológicos a fin de estudiar las propiedades farmacológicas y preservar el conocimiento de
plantas medicinales utilizadas en la medicina tradicional mexicana.
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Medicina tradicional mexicana
Chaparro amargo Castela tortuosa Lieb. Antimalárica. Se emplea la corteza contra fiebres y diarreas.
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Medicina tradicional mexicana
Gordolobo Gnaphalium semiamplexicaule DC. Contra la gripe y tos, la especie se usa seca.
Hierba del cáncer Cuphea aequipetala Cav. Cura el cáncer. Buen antiinflamatorio y cicatrizante.
Hoja de lija Tournefortia mutabilis Vent. La decocción de la parte aérea se usa para lavar la piel
Jarilla Senecio salignus DC. Se utiliza en caso de fiebre, "limpias" y baños posparto.
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Medicina tradicional mexicana
Panalillo Lepidium virginicum L. Diurético. La infusión de flores se utiliza para lavar la piel.
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Medicina tradicional mexicana
Zapote blanco Casimiroa edulis Llave y Lex. Regula la presión arterial. Poderoso sedante.
Zarzamora Rubus adenotrichus Sch & Cham. Diabetes. Se usan las hojas.
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